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Se viene el primer Festival Internacional de Poesía Quilca

Todos los viernes del 11 de julio al 8 de agosto se presentarán en el frontis de la Casa Leguía, Cercado de Lima, poetas nacionales e internacionales. Ingreso libre.

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Al centro de la poesía. Como parte de sus actividades en favor de la difusión de la cultura y el arte la Fundación Yacana anuncia el “I Festival Internacional de Poesía Quilca”, que se realizará los viernes comprendidos entre el 11 de julio al 8 de agosto de forma gratuita en el frontis de la Casa Leguía, ubicada en el cruce de los jirones Quilca y Camaná, en el Centro Histórico de Lima, a una cuadra de la plaza San Martín.

Dentro de los destacados poetas internacionales y nacionales que serán parte de esta velada cultural tenemos a Xavier Echarri (EE. UU), Jhon Estrada (EE. UU), Paola Ochoa (Colombia) y Evgueni Bezzubikoff (Rusia). Domingo de Ramos, Mary Soto, Cronwell Jara, Luis la Hoz, Edian Novoa, Zoila Capristán, Enrique Sánchez Hernani, entre otros, son los poetas peruanos que estarán presentes en el “I Festival Internacional de Poesía Quilca”.

Las editoriales Arteidea Editores, Fondo Editorial Abraham Valdelomar, Gato Viejo Editores, Canta Editores, por citar algunas, presentarán sus publicaciones que podrán ser adquiridas durante cada fecha cuyo cierre estará a cargo de músicos como Los Mojarras, Jorge Millones, Montaña, entre otros. Asimismo, dentro de la casa Leguía el fotoperiodista Alberto “el chino” Valderrama presentará una exposición fotográfica que reúne lo mejor de su trabajo.

Durante la primera edición se realizará un homenaje al escritor Guillermo Gutiérrez Lymha, recordado recientemente como el ‘Tío Factos’.

Una de las últimas instantáneas de Guillermo Gutiérrez. Foto: GEC.

Programación de espectáculos culturales

De esta manera, en el día de su inauguración, se hará presente el recordado grupo musical Los Mojarras; el 18 del mismo mes le tocará el turno a Piero Montaldo y María Santísima, el 25 se presentará Jorge Millones. Iniciando el mes de agosto se presentarán Miguel Ángel & Raúl Montañez; mientras que en el día del cierre estarán Antonio Zevallos, Urpi Portuguéz y Zurdex.

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Cultura

MAQUINACIONES: Poéticas del caos

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(Fotografía de Robert Capa, «Muerte de un miliciano«)

En tiempos de pandemia, palpamos el dolor y la tragedia. No solo en aquellas imágenes que muestran seres humanos fallecidos envueltos en bolsas de plástico, sino también en el grito desesperado de los desempleados, que ante el hambre de su familia no tienen otra alternativa que salir a las calles para buscar el pan de cada día como vendedores ambulantes, y que huyen para que el serenazgo no les decomise lo único que tienen para sobrevivir. En medio de este panorama, no olvidemos que la vida tiene todos los matices.

Felizmente hay medios de catarsis, para liberar el alma y sublimar la tragedia de la vida…

A lo largo de la historia de la humanidad, el arte es un medio que registra todas las palpitaciones sociales y el ritmo de la vida, con todos sus matices. En la historia del arte, de manera esencial, caben todos los “temas universales” que son materia de cada de uno de los géneros artísticos, y también del pensamiento filosófico.

El amor, la muerte, las guerras, las tragedias de la humanidad, y las grandes victorias, son materia prima que nutre el devenir de la Historia y, de modo inmanente, la creación artística. Ya sea en la Ilíada y la Odisea de Homero, que perennizaron las guerras de la antigüedad griega y transmiten el fragor de las batallas y los combatientes heridos de muerte, hasta los cantares de gesta del medioevo, donde se puede percibir la lucha por el honor y la defensa de los pueblos, hasta el inmortal Guernica de Picasso, que plasma en blanco y negro el dolor de los caídos en la Guerra Civil española, encontramos muchos referentes en el arte. Y ya en tiempos modernos, los corresponsales de guerra, también se sumergieron en el dolor de los combates para extraer testimonios e imágenes dolorosos, tal como lo plasmó el genial Robert Capa en la Muerte de un miliciano; captando con su cámara el preciso instante en que un combatiendo cae herido mortalmente por un balazo. Son expresiones impactantes, trágicas y dolorosas, como la vida misma.

En el Perú, abundan los exponentes de ese arte profundo, vital, que nos confronta y nos lleva al límite planteando, a veces sin decirlo explícitamente, una gran pregunta: “¿Cuál es el sentido de la vida?”.

César Vallejo (Santiago de Chuco, La Libertad – París, 1938) es el máximo poeta peruano –y considerado uno de los mayores exponentes de la poesía en lengua castellana– y de verdad es uno de los vates nacionales más hondos, de poesía “trágica y estremecida como cosa que se sufre o que se ama”, tal como la describió Francisco Xandóval. Algunos críticos califican a Vallejo como “el poeta del dolor”, porque consideran que incluso cuando habla de amor o de esperanza, lo hace con una voz doliente, que en su poema “Espergesia” se atreve a gritar: “Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo, / grave”.

Es tan grande la poesía de Vallejo, que el crítico Thomas Merton, llegó a afirmar que es “el más grande poeta después de Dante”.

Hasta en la fe y la esperanza, el autor de Trilce habla desde la médula del sufrimiento. En su poema “Voy a hablar de la esperanza”, escribe: “Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente”.

En “Los nueve monstruos” se radicaliza, yendo más allá de la literatura y la metáfora:

“Y, desgraciadamente, / el dolor crece en el mundo a cada rato, / crece a treinta minutos por segundo, paso a paso, / y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces / y la condición del martirio, carnívora, voraz, / es el dolor dos veces.”

Hacemos nuestra la exhortación de Vallejo: “Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer? / ¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos, / hay, hermanos, muchísimo que hacer”.

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Cultura

CÉSAR MORO, UNA TORTUGA ENTRE FUEGO Y AZUFRE

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César Moro es un amigo de la universidad, un padre fallecido en tierras ajenas, un eructo después de un espantoso bocado, una noche de alcohol, drogas y sexo. Es erotismo y rebeldía pura. Nace de mi falo y de mi testículo izquierdo, nace surrealista y hermafrodita, divino y demoníaco (Abraxas). Es que criarse en una ciudad horrible, es cosa de locos y de locas, quizás por ello mató a Alfredo Quìspez Asìn y engendró a una tortuga mítica.

Hacia 1925, las ideas sobre la vida, el arte y el amor eran cuantiosamente fáciles, improvisadas, bucólicas-líricas y apresuradas; continúan siendo el triste patrimonio de la mayoría gris y espesa de los intelectuales del Perú. Siempre criticó la sociedad enferma y opresora de su época, buscando una liberación total, tanto en las ideas, como en la vida misma.

¿Pero quién fue César Moro? ¿Cómo situar a un verdadero poeta, a una obra original y valiosa, junto a tanta basura, cómo integrarlo dentro de una tradición de embusteros y plagio, cómo rodearlo de poetas payasos? Se preguntó alguna vez Vargas Llosa. Es que la vida de César Moro fue un devenir de transgresiones y rompimientos, y quizás en ello radica la indiferencia que se tiene hacia él. Entre las principales transgresiones que realizó ante la sociedad tenemos las siguientes: su homosexualidad (condición que le reconcilió consigo mismo y que le hizo vivir una relación amorosa marcada por la pasión y el dolor), adoptar el francés como lengua poética, y cambiar su nombre de pila, Alfredo Quispez Asín, por César Moro. Este hecho simboliza la figura de Moro como un creador de sí mismo, cambiándose de nombre, vuelve a nacer y hace de su vida una gran obra subversiva.

Resulta increíble y patético pensar que en 1940 su libro que llevaba por título “La tortuga ecuestre”, el único que escribió en castellano, no llegó a publicarse porque no hubo suficientes subscriptores para financiar el tiraje (cincuenta personas). Un hecho que va de acorde a un poeta que caminó entre la marginación y el exilio. Fue en 1957, un año después de su muerte, cuando André Coyné logra publicarlo junto a unas Cartas-Poemas. Ambos libros destacan por el erotismo y por la pasión que se percibe en cada verso, y como un testimonio de amor y de dolor hacia Antonio, su pareja mexicana. Rafael Vargas menciona lo siguiente: “Antonio es el destinatario de los extraordinarios poemas amorosos de La Tortuga Ecuestre”. Hay que tener en cuenta que Moro empezó a escribir el libro en San Luis de Potosí, en donde Antonio había sido destacado, y terminó de escribirlo en la ciudad de México.

Yolanda Westhpalen divide la vida artística de César Moro en tres etapas: Vanguardista, Surrealista militante y surrealista independiente, que es vista como una proyección espiritual. El surrealismo no concebía una poética que no pretendiera encarnar. Propone que vida y sueño conviven indisolublemente como delirio y revelación. César Moro es de los surrealistas que llevaron esta propuesta hasta el extremo de su propio sacrificio, rechazando la despersonalización lírica y el abandono a la confesión. Su poesía fue la confesión de su propia vida.

El erotismo que se desarrolla en la poesía de Moro nace de su experiencia homosexual, y se adecua a lo que George Bataille propone como el erotismo transgresor.

George Bataille, escritor, antropólogo y filósofo que perteneció al grupo surrealista elabora un estudio importante acerca del Erotismo, desarrollando conceptos, objetivos, tipos de erotismo, etc. El erotismo es esencialmente el campo de la violencia y de la violación. Ese campo conlleva al hombre a transgredir las normas imperantes de su sociedad. El objetivo principal del erotismo es “alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta el punto de desfallecimiento”. Finalidad que concuerda con la personalidad de César Moro porque el Eros que contiene su poesía es una vía de conocimiento espiritual y de realización.

El erotismo se opone a la reproducción, orientándose en el goce sexual que causa la unión de los cuerpos. Asimismo, Bataille propone que el tema general del Erotismo es “la prohibición de la desnudez y la transgresión de la prohibición”, hay que tener en cuenta que la homosexualidad es condenada por las normas religiosas y sociales. Se instaura un vínculo entre erotismo y transgresión.

De igual forma se debe señalar que la poesía de Moro fue vanguardista, porque la transgresión en ese contexto fue algo lógico, un quebrantamiento con las normas academicistas. La transgresión simboliza el deseo del hombre por regresar a sus orígenes. Es cierto que Moro criticó al país de su tiempo, pero también enalteció las culturas milenarias de Perú y México. “Tan lejos como puedo recordar, el Perú es un país de luz: total antes de la llegada de los españoles”. Fue transgresor porque su poesía y su creatividad desbordan los límites para construir algo innovador en nuestra tradición, tan mojigata la pobre.

El nombre de La Tortuga Ecuestre, según Américo Ferrari, se debe a que Moro vio en un parque de Lima a dos tortugas copulando. De igual manera considera que el poemario es un drama representado por tres personajes: un oficial llamado Antonio, un poeta peruano llamado César y una tortuga llamada Cretina. Ello se percibe en el verso: Antonio Cretina César que pertenece al poema “El fuego y la Poesía.

Los trece poemas que conforman el poemario de la Tortuga ecuestre son intensos y eróticos. Es una entrega pasional que no llega a apagar el fuego del deseo. Hay un erotismo inclemente que entrega un amor violento, desenfrenado, y que termina por revelarse contra el mundo para evitar que se detenga.  En el análisis de los poemas se va a tener en cuenta a los personajes mencionados por Américo Ferrari, para una mejor comprensión de la historia de amor que hay en el libro. Moro es el destinador y Antonio, el destinatario.

En el primer poema “Visiones de pianos apolillados cayendo en ruinas” hace alusión a Antonio como un guía que va a conducir la vida de César por el mar, lugar donde los amantes se encuentran, es la esencia creadora de la tierra.

Cuando acabes de estar muerto serás una brújula borracha

Un cabestro sobre el lecho esperando un caballero moribundo de

Las islas del pacífico que navega en una tortuga musical

Divina y cretina.

Ese caballero moribundo es César Moro. En el encuentro íntimo realizado en el mar  se desprende una música que simboliza la tortuga. Ese vínculo entre la tortuga y la música nace de la historia griega sobre Hermes.  Moro se va a identificar con la cultura griega, por el Eros estético que visto como el amor homosexual. Esa clase de Eros preside el amor entre hombres solos y auspicia la afección viril de los ciudadanos entre sí.  Ingenieros señala lo siguiente: “Los hombres, particularmente los de las clases cultas, miraron como un refinamiento amar a los hermosos adolescentes que se desarrollaron en los gimnasios”.

El poema “El olor y la mirada” es una apreciación erótica del cuerpo del amante, este es fragmentado y venerado, entrelazando vínculos con animales. Los animales son salvajes, el erotismo es salvajismo. César Moro, en todo el libro, hace que Antonio implique multitud de animales. “Las bestias son siempre más sensibles que los hombres”.

El olor fino solitario de tus axilas

Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas

De mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable

De tu mirada

Tu mirada de holoturias de ballena de pedernal de lluvia de diarios

.

El poema “Vienes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera” es uno de los más amorosos, violentos y fantasiosos. Desde los primeros versos se confiesa el amor puro y sincero que siente César hacia Antonio:

Y la noche se abren a tu paso/ Y el corazón  vuelve a asomarse/ hasta llegar a tu frente/ Y verte como la magia resplandeciente.

Luego se torna violento, no debemos olvidar que la finalidad del erotismo es alcanzar al ser en lo más íntimo, hasta perder el desfallecimiento. En la poesía de César Moro el amor es un acto subversivo, nos aproxima a lo consagrado por medio de la violación de la realidad.

Entre bramidos de tigres y lágrimas

De gozo y gemir eterno y eterno

Solazarse en el aire rarificado

En que quiero aprisionarte

Y rodar por la pendiente de tu cuerpo

Hasta tus pies centellantes

Hasta tus pies de constelaciones gemelas.

Esa identificación entre el tigre y Antonio que hace Moro, lo reitera nuevamente en el poema “La leve pisada del demonio nocturno” y en sus Cartas:

Todo sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y toda sombra, así eres. Hermoso demonio de la noche, tigre implacable de testículos de estrella, gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el mundo.

Encontramos en Antonio el dualismo entre el bien y el mal, lo divino y lo demoníaco. En algunos versos César Moro lo presenta como un ser celestial cósmico y creador del universo:

Estrellas enloquecidas que buscan su origen en tu boca …

Y que tus pies transitan

Abriendo huellas indelebles

Donde puede leerse la historia del mundo

Y el porvenir del universo.

En otros versos lo presenta como un ser demoníaco y violento:

Demonio nocturno

Así te levantas para siempre

Pisoteando el mundo que te ignora

Y que amas sin saber tu nombre

Y que gime tras el olor de de tu paso.

César Moro desea poseer con delirio el cuerpo de su amado. En el paso de la actitud normal y corriente hacia el deseo hay una fascinación por la muerte. En el erotismo hay una disolución de las formas constituidas. El desear frenéticamente el cuerpo de Antonio, lo vuelve un antropófago, pero ese deseo que conduce a la muerte es una inmolación y una ofrenda ritual. Esa poesía-ofrenda, es el camino por el cual los sentidos pierden su lógica, y logran liberarse la irracionalidad y la violencia que hay en la intimidad de todo hombre. El amor es delirio y locura no racional, está lleno de erotismo, goce, lujuria:

Y al fin es mío el tiempo

Y la noche me alcanza

Y el sueño que me anula te devora

Y puedo asimilarte como un fruto maduro.

Nos damos cuenta de todo ello también cuando en sus Cartas-poemas César Moro escribe lo siguiente:

Los ojos quisieran guardar para siempre el color del incendio de tus ojos, el resplandor de tu mirada, el exacto volumen de tu cuerpo, y devorarte, y envolverte, y guardarte ajeno a todas las mitradas … Y sacrificarte a un deseo simplemente humano.

Ese deseo de posesión que tiene Moro hacia Antonio, lo lleva a la destrucción. Partiendo de un concepto freudiano, Fornari describe la “pulsión de apropiación”, como el impulso primitivo de adueñarse de objetos deseados haciendo que se conviertan en parte de uno mismo y destruyéndolos. En esa destrucción que Moro realiza hay placer, el placer nace como expresión de negación de realidad (transgredir la realidad).

En la parte IV del poema “El fuego y la poesía” se encuentra el erotismo puro y pasional. En estos versos el amor es un delirio supremo y una transgresión a las convenciones sociales del amor. Como se ha dicho anteriormente, la gnosis del erotismo necesita una experiencia prohibida y transgresora. Parece una narración detallada del encuentro sexual, mostrando a Moro y a Antonio como antropófagos:

Ahora sería fácil destrozarnos lentamente

Arrancarnos los miembros beber la sangre lentamente

Tu cabeza gira tus piernas me envuelven

Tus axilas brillan en la noche con todos tus pelos

Tus piernas desnudas.

Los amantes se devoran como dos bestias, dos tigres, dos guerreros antagónicos, se comen el uno al otro. La carne del amado-enemigo nutre el amante: enciende su vida. Violencia y asesinato como celebración a la vida excesiva y transgresora.

Las Cartas-Poemas, son testimonios del sufrimiento que sintió mientras duró la relación entre Moro y Antonio. Ese pequeño tiempo fueron los momentos más felices de su vida. No tuvo prejuicios de que Antonio haya tenido un hijo, al contrario, en una carta que envía a Westphalen confiesa lo mucho que quería a aquel niño.En ese estado amoroso y de delirio Moro anhela el salvajismo, la irracionalidad, la demencia, la lucha contra la razón. El erotismo que se explaya por esta obra es un objeto de contemplación corporal y poética. Aprendemos que la vida sin amor es como la muerte, como una vida oscura, como un agujero negro:

Yo puedo pronunciar tu nombre hasta perder el conocimiento, hasta olvidarme de mí mismo; hasta salir enloquecido y destrozado, lleno de sangre y ciego a perderme en las suposiciones y en las alucinaciones más torturante.

La homosexualidad de Moro es la aceptación de un estilo de vida, un camino para alcanzar una paz interna y espiritual. Se enorgullece de su condición y de transgredir las reglas sociales y religiosas. Pero en Antonio existe duda e incertidumbre respecto a su inclinación, no encontramos una aceptación profunda de la relación entre ambos. Ello hiere y trastoca a un Moro angustiado:

Y mi sueño no es sino una angustia búsqueda de ti. Sueño que te vas, que me abandonas, como si pudiera abandonarse algo que nunca se ha aceptado. Porque tú nunca me has aceptado, nunca has querido saber nada de mí. Apenas llegaste, ya no pude ver nada, salí despavorido tras de ti y así he continuado.

El erotismo es un elemento que nos ayuda a desentrañar cada verso del poemario, y nos sumerge en el mundo extraño, puro e infernal de su silencio desgarrado.  César Moro procreó poesía y vivió una relación amorosa que la iglesia y la sociedad catalogaron como pecaminosa y demoníaca. Infringe esta concepción autoritaria y hace del erotismo y del deseo un conocimiento interior y sagrado. La violencia es inherente a los animales, por ello el poemario de Moro es un pequeño bestiario. Moro posee delirio y éxtasis, su poesía erótica es un gran viaje por el cuerpo y el espíritu de su amado. A lo largo de todo el libro existe una visión cósmica del amor y de ese dios erótico que es Antonio.  En cada verso se cede ante los impulsos para sentir placer. Alcanza el éxtasis amoroso, superando el horror.

 No deja de parecerme extraño que el grupo surrealista, proclamador de la libertad de espíritu, condenara la homosexualidad (Paul Éluard, Péret y Breton). Moro, decepcionado de todo esto y por otros motivos (políticos y artísticos), se aleja del grupo francés, pero no de la verdadera esencia del Surrealismo. 

 La fugacidad de la relación con Antonio lo golpeó tan duro, que fue mermando su entereza, llegando a la desesperación. Le escribe a Westphalen: “Si supieras cómo estoy atormentado y ese nuevo tormento se añade a mi persecución. Si pudiera decirte cuánto me agobia la vida”.  César Moro es un poeta que debemos leer y valorar, ya que es un gran precursor de la poesía erótica que se gestó en las décadas de los 70’s, 80´s y 90´s.  

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Cultura

EL EXTRAÑO CASO DEL ESCRITOR CARLOS TATAJE

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Si hay alguien que representa la intelectualidad trujillana en estas últimas décadas, ese es Carlos Rómulo Baldwin del Castillo, más conocido como Carlos Tataje. Poeta, pintor, narrador y estudioso de las civilizaciones primitivas y de la filosofía inca.

Ha sido ganador y finalista en distintos premios literarios locales, nacionales e internacionales, además de ser seleccionado en antologías liberteñas de poesía y cuento.  

Tataje me hace recordar a los escritores poco reconocidos que formaron parte de las insurgencias provincianas (el grupo “Norte” en Trujillo, “Aquelarre” en Arequipa, “Orkopata” en Puno) y cuestionaron un modernismo desgastado en las primeras décadas del siglo XX, para luego explorar e iniciar los nuevos caminos de la vanguardia peruana y reivindicar el mundo andino. Su conocimiento, respecto a la filosofía del mundo incaico, y talento como poeta y narrador están formados por un mismo lazo: la pasión por la historia. Esto ha conllevado a que en el 2018 saque a la luz, fruto de una investigación de más de treinta años, unos pocos ejemplares de “Fundamentos y pensamiento mágico”, la primera parte de su monumental obra llamada “Mundo Inca”. He tenido la oportunidad de leerlo y me ha dado una visión más amplia, esquemática y rigurosa sobre la filosofía del Tahuantinsuyo. Nos muestra distintos elementos que sirven como herramientas para una mejor interpretación del pensamiento andino. Cabe decir que tampoco está exento de polémicas y discusiones.

Obviamente la publicación de “Fundamentos y pensamiento religioso” ha pasado casi desapercibido en los medios de comunicación, salvo poquísimas excepciones, y en la escena “cultural” trujillana.  Fue presentada en la Feria del Libro, en un horario difícil de albergar a mucha gente y sin la promoción que mereció tener.  Pero esto no parece sorprender a Tataje, tan acostumbrado a la indiferencia y pasividad de los que aparentan ser los rostros de nuestra cultura.

Menos mal que aún lo tenemos caminando por estas calles, apareciendo de vez en cuando en algún recital o festival, menos mal, digo, porque no quiero ni imaginarme qué pasaría si no fuera así. Es un autor que ha hecho del silencio y de la discreción, un lugar ideal para seguir escribiendo sus obras, pese a la escasa difusión que tienen.

El objetivo de este texto es comentar y difundir su obra poética, teniendo en cuenta que hay mucho material inédito que esperamos publique. Sus indagaciones e investigaciones respecto a la filosofía inca servirán como base para otro texto que escribiré más adelante.

La primera vez que supe de él fue en el primer año de mi época universitaria. Con unos amigos teníamos la costumbre de asistir todos los miércoles a los recitales que se organizaban en el centro de Trujillo. No recuerdo qué autores leyeron sus poemas esa noche, es lo de menos.  Luego de terminada la lectura poética, se tenía la costumbre de dar el micrófono abierto a la gente del público para que lean sus poemas. Normalmente no participaba nadie, pero esa noche, apareció una figura que había estado camuflada en la parte de atrás. Respetuosamente pidió la oportunidad de recitar algo de Martín Adán. El texto era una combinación de “Aloysus Acker” y “Escrito a ciegas”.  En aquella voz había sentimientos que se contradecían, estaba presenta la vida y la muerte, la valentía y el miedo, el éxito y el fracaso, la esperanza y la resignación.

Luego de estas líneas:  Si quieres saber de mi vida / Vete a mirar al Mar. Se tomó dos segundos y siguió recitando otros versos que no eran del poeta limeño, sino de él mismo.

No quiero buenas ideas

Tan solo quiero un buen sueño

Cual sarcófago del muerto

Un Tuthankamón cualquiera

Sin freno

Por siempre eterno

Navegando en el Leteo

Con cuánto temor del tiempo

Hoja de igual primavera

Juzgad la alma mía al peso

Tres veces negó San Pedro

Caronte sabe mis huesos

Boleto que nunca expira

Conserje ebrio de museo

Todo amor no más que un eco

Platón no toca la lira.

Rarísimo, poseía el mismo estilo, ritmo y musicalidad que el poema de Martín Adán. Esto representa una de las grandes cualidades de la poética de Tataje: la apropiación estilística, histórica y psicológica de diversos personajes. El poema, titulado “A Rafael de la Fuente Benavides, Martín Adán”, pertenece al poemario “Epitafios”.

Son tres los poemarios que se conoce de Carlos Tataje “Dedicatorias”, “Epitafios” y “Kay Pacha”. Los dos primeros forman uno solo, pero los tuvo que dividir para poder participar en distintos concursos Así que uno lo envió a Madrid y el otro a Lima. Los dos salieron ganadores. Con “Dedicatorias” recibió en el año 2002 el Premio Gastón Baquero, convocado en Madrid por la editorial Verbum. Con “Epitafios”, siete años después, ganó el Premio Copé de Plata. Es necesario mencionar que el poemario “Kay Pacha” quedó finalista en el Premio Copé del 2015. De este último, ha dicho lo siguiente:

“Kay Pacha o El Universo del Hombre, en el idioma quechua, es una cosmogonía de la élite cuzqueña, donde se rebela el nombre del Gran Espíritu, Apu Kon Tiksi, un nombre que debían mantener ocultos todos los miembros de la etnia inca”. Considera que este poemario aún no está terminado. 

Podríamos afirmar que si los poemarios no hubiesen sido premiados, los lectores no tendríamos acceso a ellas. Detalle absurdo e inexplicable que nos da a entender el mal manejo que poseen algunas editoriales hacia la obra de los escritores.  Tengo una larga obra inédita, no he podido publicar lo que deseo, porque discrepo con algunos editores. (Cabe precisar que el poemario “Dedicatorias” está publicado en el blog www.tatajepoesía.blogspot.com).

En “Dedicatorias” y “Epitafios” se poetiza la vida y obra de personajes que pertenecen a distintos ámbitos. Desfilan ante nuestros ojos una catarata poética de filósofos narradores, conquistadores, políticos, poetas, religiosos, pintores, cantantes, emperadores, reyes, científicos, etc. En cada poema se evidencia la gran habilidad poética y el buen manejo de información que Tataje posee. También simboliza un diálogo con la muerte misma, pues ninguno de los personajes elegidos sigue entre nosotros. Esto nos ayuda a comprender el porqué de los títulos.

“Dedicatorias” está formado por 56 poemas y “Epitafios”; por 120. Todos los títulos de los poemas están antecedidos por la preposición “a”, indicando un destinatario en específico. El hablante lírico se va a dirigir hacia cada uno de los personajes para hacer referencias respecto a su vida.  

Hay un poema que sirve como epicentro de su poética, es la dedicada a Edgar Lee Masters, autor de Spoon River, gran obra polifónica que reúne a más de doscientos poemas en forma de epitafios, ubicados en un cementerio norteamericano.

A Edgar Lee Masters

El nuestro es un viejo oficio.

Amo a los búhos como tú, Edgar;

Y como tú, Edgard, solo veo halcones.

Tal vez crean que robé tus plegarias.

Cierto es que hurté algunas lecturas,

Mas bien que tus alegatos más

Sutiles fueron destinados a los tribunales.

Sucede que decidí visitar otro cementerio.

No hay más héroes ni villanos

Que en el condado de Fulton.

Me preguntó, Edgar,

¿contendrán tus versos mi epitafio?

(Epitafios)

Este homenaje al poeta norteamericano nos indica una de las tres grandes influencias que se puede percibir en Carlos Tataje. El recurso de la simultaneidad de voces y personajes, tomados de la realidad, forman parte de su corpus poético.

La segunda es la Antología Palatina, colección de poemas, en su mayoría epigramas, escritos durante el periodo clásico de la literatura griega. Resaltan por su brevedad, de dos a ocho versos, aunque hay unos pocos que son extensos. Fueron escritos para ser grabados en inscripciones de tipo sepulcral. Esta obra sirvió como influencia para otros poetas como Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Fray Luis de León, entre otros.

La tercera son los poetas satíricos romanos que en el pasado enjuiciaron a sus contemporáneos. En algunos poemas, Tataje recurre a la ironía y burla para criticar a algunos personajes, por ejemplo en los destinados a Platón, Francisco Pizarro, Benito Mussolino, Stalin, etc.

A Visarianovich Dzhugachvili Stalin

Crunch, Crunch, Crunch, Crunch …

Adelante camarada, tome asiento y firme;

Firme los compromisos con la esvástica,

Los funerales de Marx,

El homicidio del contradictor:

El reparto del universo.

Aquí abajo, camarada,

Las purgas, las masacres,

El hambre, el silencio.

Eso era todo, camarada;

Puede seguir durmiendo.

Crunch, Crunch, Crunch, Crunch

(Epitafios)

Los hablantes líricos se adecuan al tono y contexto del poema, la gran mayoría de ellos están en segunda persona, otorgando una cualidad más inusual que lo acostumbrado, pues indica un desdoblamiento de la personalidad en el campo de la ficción. Además encontramos una variedad de propósitos (homenajes, admiración, crítica, acusación, etc.) hacia cada uno de los destinatarios. Lo curioso es que el único que aparece en ambos poemarios es Borges.

Otra de las cualidades que posee Carlos Tataje es que en algunos poemas dirigidos a escritores, toma sus formas y estilos, cual camaleón que se apodera de la esencia poética de cada uno de ellos. Estos son algunos ejemplos:

En A Matsuo Bashoo, el poema tiene la estructura y temática de un Haiku.

En A John Keats, utiliza el estilo y la temática de un poema decimonónico del romanticismo inglés.

En A Carlos Oquendo de Amat, hace uso de una estructura y un lenguaje vanguardista.

En A Allen Ginsberg, el poema es de largo aliento y experimental (rasgo de los beats).

En A Safo, utiliza rasgos eróticos y sensuales.

En a Francisco de Quevedo y Villegas, elabora un poema tradicional barroco.

Ambos poemarios se ven enriquecidos por la confrontación entre discursos ilustrados y populares, demarcando una gran heterogeneidad. Es un acierto la propuesta de no elegirse uno mismo como materia de su obra. La despersonalización poética requiere de una gran destreza, y Carlos Tataje lo logra con una simpleza que causa envidia. Catapultando egos y lloriqueos personales.

Utiliza una postura estética que evita la protesta personal, la catarsis y la retórica. Iniciando una gran búsqueda hacia la poesía crítica y clásica, en su forma erudita y minimalista. Atemporal, extravagante, ambiciosa, trágica, irónica, vitalizadora, acusadora, no sé de qué otra forma podría calificarse su poesía.

Es difícil ser un poeta, cualquiera escribe poemas. La poca difusión y publicación de su obra, indica uno de los muchos problemas culturales que atraviesa nuestra ciudad. Esperemos que la atmósfera nebulosa y confusa que hay en Trujillo, pese a que algunos autores lo nieguen, se esclarezca acompañado de una mayor rigurosidad intelectual. Asimismo hay que valorar la amabilidad y el buen espíritu que tiene en contribuir y participar frecuentemente en eventos artísticos organizados por instituciones educativas.

Como parte final, comparto dos de sus mejores poemas que pertenecen al poemario “Dedicatorias”.

a César Vallejo

Cuando pienso en él…
ah sustantivos,
sílabas que junto,
vacuos sonidos,
ecos de espíritu.

Cuando pienso en él…
me achico,
le temo.

Oh amauta runa harawiquy malqipawiyaq.
Oh sabio poeta del pueblo
que hablas con los muertos,
de tú a tú,
extirpando tapujos,
en sarcófagos adversos,
transeúnte huamachuco,
monte y árbol hermético.

Cuando pienso en él…
Hueso de piedra.
Húmero de necrópolis.
Guardando el museo a pesar suyo,
objetando a los turistas,
inquiriendo desde la caverna
todo el futuro.
Inga resurrecto que gritas silencios,
hambriento de vida,
como la sed
del agua
como la sal tan árida.
Qué palabra te robaré para invocarte.
Qué ritmo tuyo arrancaré:
melodía de verbo,
verso retorcido
por el alma propia y ajena,
por el ayuno del pobre,
sin pan,
así, simplemente,
tras no verlo comer.

Cuando pienso en ti…
no sé…
yo no sé.

a Karl Marx

Si pudiera pintar tu pensamiento,
Karl Marx,
pancartas portaría de teñidas sábanas remendadas.

Cierto es que ya muerto en la tumba,
muerto en la hoguera del mercado
y muerto una vez más
en la cátedra del Filósofo,
nos haces falta
de puro latido de roja sangre roja.

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Cultura

La fe de Bruno Pólack en las carreteras del norte (reflexiones sobre Fe de Bruno Pólack & breve narración sobre un casi accidente)

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Si hay algo divertido dentro de la vida poética nacional son los festivales. Divertido, en el sentido de que te permiten ampliar tu criterio y lecturas, conocer otros lugares y otras realidades poéticas y aprender mucho. Salir de tu zona de confort poética y experimentar otras realidades de artistas nutre tu capacidad de juicio. Por eso, los que se realizan en el Perú tienen un corte de heroico por ser también radiadores culturales en un espacio en un espacio hostil para estas actividades.

Uno de los últimos festivales de poesía al que asistí el 2019 fue al de Chepén Chepén, gesta liderada por Julia Wong, que viene trabajando ya 10 años con un evento que se realiza tanto en colegios como en las municipalidades y que aglutina a varios poetas no solo del país sino del extranjero, quiénes pasan cuatro días expresando y compartiendo su arte. Fui invitado al décimo festival, que se realizó el 2019 durante dos semanas de setiembre. Recuerdo que desde el primer día hicimos un generoso intercambio de libros todos los que nos reunimos en el hotel de Guadalupe: Diego Bardales, Walter Lingán, Bruno Pólack.

Entre las muchas actividades que realizamos tuvimos una donde viajamos hasta Pacasmayo, una playa cruzando Chepén. Para este viaje se me ocurrió ir atrás de la camioneta, en el espacio de la carga- contrariando a Diego y Ray Paz que me decía que mejor viaje dentro de un taxi, para evitar el viento con piedritas en los ojos-sin techo y apoyado a los vidrios del asiento trasero. La mirada era hermosa: panorámica.

Triste y apacible mañana de sábado. Era una tarde plomiza verde, con poca gente en la calle, cuando cruzamos Guadalupe y salimos a la carretera. Bruno Pólack también se sentó atrás e incluso trajo dos latas de cerveza cristal de trigo y nos pusimos a conversar de poesía mientras la camioneta –conducida por Luis Bocelli- siguió su rumbo.

Las carreteras del norte nos llevaron a la memoria el nombre de Juan Ramírez Ruiz, poeta de obra ya celebrada que falleció atropellado por un camión en una carretera de Virú; simultáneamente el viento desordenaba mis cabellos y la cerveza helada sintonizaba con el silencio de la carretera. Yo miraba las dunas y los desiertos.

-¿Y qué piensas de Ramírez Ruiz? –me preguntó Bruno.

-Un poeta alto y consecuente, vida y obra son un solo pentagrama. Me pregunto por qué Tulio Mora no colocó el Manifiesto Palabras Urgentes 2 en su antología Los broches mayores del sonido. Hay ahora muchos poseros que no conocen a los artistas de verdad y solo se dedican a criticar por redes.

-Sí, es difícil ahora vivir así. Es como otro tiempo, otra mente, ahora ya no existe tanto lo beat.

De improviso, la camioneta dio una vuelta a la izquierda –innecesaria, nos enteraríamos luego- que desembocó en otra vuelta en U para volver al carril inicial; este giro me dejó directamente frente a un tráiler, es decir, face to face, con una máquina descontrolada  que avanzaba a toda velocidad; el instinto me hizo inmediatamente saltar de la camioneta a la pista, pensando que así me libraba de ser embestido por el tráiler.

Felizmente caí con los dos píes, acuclillándome mientras sentía mi peso en la pista, observé a la derecha por si venía otro carro, entonces crucé del otro lado y miré a la camioneta: Bruno Poláck tocaba la ventana para que la camioneta regresará y yo atrás corriendo para volver a subir.

Ahora la escena me da risa pero en su momento la pasé asustado, así como todos los que se encontraban dentro de la camioneta. Recuerdo que la poeta chilena Elvira Hernández, con la que también viajábamos, me preguntó si me sentía bien. Yo pienso que de no haber saltado tal vez el tráiler nos embestía y todos hubiéramos salidos en las noticias de los diarios al día siguiente.

Lo cierto es que no sucedió y llegamos tranquilos a la vieja estación de Pacasmayo, donde actualmente se yergue el centro cultural del pueblo. Puerto, en fin, visitado por Martín Adán en su adolescencia, donde el mar tiene un espíritu que enajena la suculenta arena. Luis Eduardo García, también invitado, minutos antes del recital, me contó de un poema que había escrito sobre los puertos del norte. Ahí, siguiendo nuestra agenda, leímos unos poemas frente a un público nutrido por niños y curiosos. Bruno no perdió la oportunidad de contar el hecho y leyó uno de los poemas de Fe:

Porque también si nosotros morimos tenemos el derecho de
conservar,
                  por un tiempo prudente,
                            nuestro último pensamiento.
Quisiera ponerles un ejemplo: si a Uds. al cruzar la pista los enviste
un auto rojo y venían pensando en una flor amarilla:
días después
quizá ya bajo tierra, aparecerá entre sus manos una flor amarilla(1)

Líneas muy certeras para el conato de accidente, ¿cuál sería el último pensamiento que guardaríamos nosotros un tiempo prudente? Palabras que ahora no solo vibran con la luz del verso bien cuajado, ni con la música que propiamente poseen, sino con la certeza de la carretera: morir y despertar trasformado en una flor amarilla puede ser demasiado garciamarquezriano como también juliocortazariano. La poesía tiene ese efecto de ser fortuitamente bienvenida, de actuar como espejo en cualquier escena.

Sin embargo, mi reflexión de  Fe (2016)  es mayor. Meses después del Festival, pude terminar el libro entero y darme mayores ideas de qué va la fe en Pólack. Subrayarlo, leerlo, encontrar la conexión pertinente entre los versos que permitiera entender los puentes y andamios subrepticios del proyecto de Bruno. De antemano, debo admitir que es un poemario que gira en dos escenarios mentales determinados: a)la cotidianidad, b) la trascendencia poética; que, nos dejan penetrar a c) el “espacio de la fe”. Bajo esta trifurcación, Pólack alza su fe en el absoluto poético:

En todos los pisos una madre llama a la cena.
En todos los pisos es alguien
el encargado de la poesía y la basura. (2)

Como sabemos, desde la modernidad que inaugura Trilce de Vallejo, al insertar escenas “no poéticas” en los poemas, o, el propio Parra, al crear la anti poesía y bajar a los poetas del Olimpo, el periplo de todo poeta en el siglo XX y en adelante no es ajeno a la certeza de que la poesía como realidad y esencia se somete a la bulla de la propia modernidad. El poeta, fuera de lo empíreo, trabaja como otro obrero más, bruñendo el lenguaje, en el resplandor de toda la bulla. Esta cotidianidad se filtra en los versos de Pólack como pequeños destellos que nos devuelven a lo cotidiano:

Sirves el vino, llamas a la mesa,
mientras continúo/ con la mano izquierda en el bolsillo
jugando a adivinar el altorrelieve
de la moneda/ que arde/ en el anular/ entre falanges(3)

Curiosamente, la escena de las manos dentro del bolsillo –como un gatillo que nos regresa del sentir poético a la realidad más concreta: dedos dentro del bolsillo, largos dedos acariciando monedas- se repite más adelante:

Por ejemplo ahora que juego con la moneda/ dentro del bolsillo/
entre la falange y el anular,
                                  entre una cara fría y una cara ardiente(4)

También la cotidianidad se filtra en la propia observación del entorno, lo que confiere eso que el propio Pólack -citando tal vez a José María Arguedas (5) – entiende como el poder de trasmitir la materialidad de las cosas desde el lenguaje:

Transmigración del alma de las palabras a las cosas
de la poesía a las cosas
del mar a las cosas
corazón palpitante, que entre mis manos, caes con violencia hacia
                                                                                                los surcos
y germina el fruto, la palabra, la sangre (6)

Esa cotidianidad, por instantes, es oscura certeza, es una mirada sórdida sobre lo real, -el poeta ya no habita el monte, ni la soledad del anacoreta, sino la vida urbana, entre edificios y supermercados- o crítica a la falsedad literaria y sus escenarios de cartón:

“Poeta peruano leerá sus marranadas en Casa de América”.
Cruzo la calle, tiro el periódico al tacho. (7)

Incluso irónicamente se comprende lo inútil de cualquier acto que desgaste la fuerza de la juventud; y el propio poema se enfrenta a esos juicios, es decir, no puede pensarse fuera del sentido común. Y hace de su sentido común el lugar del encuentro poético:

“Nada es lo suficientemente digno para malgastar las fuerzas de la juventud. (…)

Quizás sí el amor procaz, la vagancia desmedida,
la trasmigración del lenguaje a las cosas
                                        del mar a las cosas
porque hoy la poesía es una labor doméstica
amas de casa leen mientras hierven las verduras (8)

Sin embargo, es esa mirada la nos descubre el encuentro con una realidad más intensa del lenguaje, ese, trasmigrar del lenguaje a las cosas, del mar a las cosas que desplaza lo cotidiano de su papel ubico -desplaza la cotidianidad de tocar una moneda dentro de tu casaca- y expresa la realidad en su plasticidad más intensa:

Corto la soga entre la realidad y el sueño con el colmillo de perro
que pende de mi cuello/ y veo
zarpar los barcos hacia los puertos de mi infancia (9)

Esto hace que  el a)la cotidianidad y b)la trascendencia poética se compenetren en la lucidez de realizar poesía en cualquier habitación, casa, sótano y edificio de la ciudad, conectado a internet, con buses y tráfico, con humanos lanzando naves a la luna y abriendo el interior de los átomos o abriendo libros de Dante, Li Po o de Paracelso. Lo contemporáneo es una fiesta de los encuentros. Al ingresar a la poesía, entonces, accedemos a eso que Hinostroza versaba La cotidianidad puede ser tan hermosa como el heroísmo sin salir de su casa se puede conocer el mundo el movimiento del aminoácido (10) Esa mirada cotidiana sobre la que se funda la fe de Poláck –botar la basura, tocar monedas, hervir las zanahorias, colgar la ropa- le permite aprehender la poesía como conjuro, como entidad infinita que al repetirse conduce a otros estados mentales. Ello genera la poética del libro: la fe como estado poético que permite trascender. Así, vemos dos afirmaciones sobre la fe y la poesía:

(1) La fe como conjuro:

(…)porque toda palabra ansía ser algo así como un conjuro mágico
algo así como un ave maravillosa(11)

Porque toda palabra, como todo pez, es un conjuro mágico
(solo representa la idea de la palabra)
si la repetimos con Fe/ nace la plegaria/ o la poesía(12)

(2)La poesía como el abanico del conjuro:

La poesía es este hilo luminoso que de árbol a árbol cruza el cauce del río
(y al medio, en la parte más convexa, se roza suavemente con el río)
en este verso, por ejemplo, solo hay una silla abandonada en la otra ribera
en este otro verso solo existe el rumor de una urraca que ha partido
este otro verso es un verso vacío (13)

Gracias a esta simbiosis en Fe de Bruno Pólack se cumple la escritura, es decir, ese conjuro donde la mente se expande. Y escuchamos entonces la intensidad de la partitura:

Porque en esta ciudad
un ser humano aborda a otro ser humano con un gesto animal
un ser humano ve a otro ser humano y finge no haberlo visto nunca
un ser humano deshonra constantemente a otro ser humano
Compramos helados. Sonreímos. (14)

Si bien en Fe se da la bifurcación entre lo cotidiano y sagrado, gracias justamente a esa división ocurre la magia poética. Logrando un tono muy particular que conecta con el logos universal del lenguaje, ese poder que es el de amplificar lo real dentro de los signos. Son los versos de alguien que busca en sí mismo, para sacudir el entorno. Inmediatamente, entramos a su mente y exploramos sus vericuetos. La música poética se desprende, como virus, del contacto con los objetos y lo real, abriendo así claves para mostrarse en toda su lujuria y éxtasis verbal. Con Fe, Bruno Poláck apuesta por escribir entre la realidad y el deseo y sale ganando.

***

Empezamos hablando de Juan Ramírez Ruiz y quisiera terminar comentando su obra y la de Bruno. Ramírez Ruiz también usa la cotidianidad para poetizar: Un par de vueltas por la realidad (1971) es una obra que totaliza justamente la realidad en versos poéticos muy intensos. Sin duda, este libro y el de Pólack –aunque cada uno en su propia subjetividad- encuentran una épica en lo cotidiano. La realidad como tal es el poema a escribir y la épica del itinerario poético lo escribe cada uno arrojado a la vida. Esta forma caníbal de usar lo inmediato como estro poético, une a Pólack y Ramírez Ruiz. Herederos, claro, de la vanguardia inaugural de inicios del siglo XX que une para siempre arte y vida. Pólack con una mirada buscando lo sagrado, Ramírez Ruiz con un ímpetu más vital. A los dos libros lo separan casi 40 años de distancia. Tiempo curioso para reflexionar sobre los alcances de la poesía peruana, sus nuevas búsquedas y hallazgos.

Yo no puedo terminar este texto sin abrir la primera página de Fe y leer la dedicatoria: Para Julio/ con amistad y fe en la poesía, Chepén Chepén, setiembre del 2019. Y recuerdo nuestro diálogo detrás de la camioneta –minutos antes del accidente-cuando el viento sacudía los cabellos y la cerveza seguía gélida y la atmósfera era ocre azul celeste:

-Hay que tener fe en la palabra, creer te permite crear.

-Y crear es lo más complicado –le dije- especialmente en épocas donde nadie tiene tiempo para el verso. ¿Te imaginas un Juan Ramírez Ruiz en tiempos de internet?

Notas sobre el poemario Fe de Bruno Pólack

1.Poema: El pez fue puesto sobre la mesa

2.Poema: Y este amor tan sublime

3.Poema: Con un mágico desconocimiento

4. Poema: Acabados el día y el revuelo.

5. Cuando ese vínculo se hacía intenso podía transmitir a la palabra la materia de las cosas (José María Arguedas, libro El zorro de arriba y el zorro de abajo)

6.Poema: Universal/ Particular

7.Poema: Con un mágico desconocimiento.

8.Poema: Nada es lo suficientemente digno.

9. Poema: Hay un tiempo, antes del inicio de la tragedia.

10. Del poemario Contranatura (1971) de Rodolfo Hinostroza.

11.Poema:Hay un tiempo, antes del inicio de la tragedia.

12.Poema:El pez fue puesto sobre la mesa.

13.Poema: Ya de noche y tumbados en la cama.
14. Poema: Universal/Particular

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Cultura

Viernes Literario / Cusco: Museo Vivo

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Brian S. Bauer el 2018, gracias al CBC, publicó la 2da edición actualizada de su “Cuzco Antiguo”. Allí acuña una de las últimas dataciones en la región que al mismo tiempo termina siendo la más antigua. Kasapata con 4 690 a.C. ya registra un asentamiento cultural y el Cusco como espacio administrativo, político y religioso fue importante antes y después de los incas. Desde Markavalle con 1400 años a. C. hasta la última y paulatina retirada española de suelo cusqueño y peruano en el siglo XIX, la evidencia arqueológica y monumental no habla en el Cusco, canta. Las actuales calles del centro histórico mantienen el trazo urbano desde el terremoto de 1650 y algunas de las calles incaicas fueron selladas o encasilladas en la nueva disposición colonial.  

La cultura inca fue la síntesis de milenarias culturas andinas extendidas en las actuales costa, sierra y selva peruanas. Sobrepasó las fronteras como las conocemos y fue el Cusco la capital donde se concentró el poder como también el espíritu de pueblos de los que afortunadamente todavía tenemos testimonio gracias a los museos. Siguiendo la prerrogativa de ICOM (Consejo Internacional de Museos) diferentes agentes culturales del Cusco nos hemos reunido este año para conmemorar el Día Internacional de los Museos.

El lunes 18 a las 11:00 am transmitiremos desde nuestras diferentes plataformas en las redes sociales el conversatorio online: Día Internacional de los Museos por la Igualdad: Diversidad e Inclusión / Cusco: Patrimonio, Memoria y Monumento Vivo. Contaremos con la participación de destacadas profesionales en el ámbito como Akemi Arraez del Museo Meadows de Dallas (Texas); la Dra. Ewa Kubiak de la Universidad de Lots, (Polonia), la Arq. Marisol Zumaeta de Transdisciplinar y el Antrop. Gustavo Flórez del Circuito Religioso Arzobispal del Cusco. Para el conversatorio nos acompañarán el Lic. Leylys Gutiérrez de la Asociación Qhapaq Yachay y la Lic. Melissa Molina de los Defensores del Patrimonio. Nos hablarán de sus experiencias al interior de los museos y también de los estudios más recientes que acompañan nuevas exposiciones y colecciones.

Museo de Santo Domingo del Cusco, Qorikancha.

En Día Internacional de los Museos, tratemos de conocer a ese museo vivo que es el Cusco. El Museo de Arte Precolombino (MAP) en la Plazoleta Nazareas tiene una bella selección de piezas en metales preciosos, cerámica, conchas, y demás objetos cotidianos como rituales, elaborados por los antiguos peruanos (objetos de 3 mil años hasta algunos hechos en el siglo XVI). El Museo de Santo Domingo – Qorikancha nos ayuda a comprender el periodo virreinal no solo por la vasta colección de lienzos, muebles y esculturas, sino también por lo que representa el Qorikancha en la cosmovisión andina. No ha dejado de ser un espacio religioso desde el incanato. Su arquitectura inca y también colonial cobijan el espíritu del tiempo.

El Coro Alto es una de las innovaciones de los últimos años y evidencia un registro de la historia peruana y cusqueña en la vida de la Orden de los Dominicos, quienes desde Valverde, hasta nuestros días siguen siendo testigos de primera línea, ordenados y cuidadosos con su registro. Tal cual los Jesuitas del Perú. El 2018 se inauguró el Museo de la Capilla de Loreto en la Compañía de Jesús. Ninguna otra orden religiosa se vinculó tanto con la descendencia inca y grandes documentos son los cuadros a la entrada principal del templo. El Museo del Palacio Arzobispal se acaba de reinaugurar este año y es donde vive a flor de piel la Escuela Cusqueña de Pintura con los extraordinarios cuadros de Quispe Tito o Zapata entre otras joyas como el “Cristo de mármol crucificado con alas de guacamayo”. Que esta crisis sirva para reencontrarnos con nuestra historia y memoria. Esperemos que muchos museos elaboren visitas virtuales para acercarnos más a sus contenidos y por lo mismo hacer más productivo el tiempo que no debe pasar en vano.

Link del Museo Qorkancha.

Link Museo Palacio Arzobispal.

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Cultura

JORGE PIMENTEL Y SU GRAN TROMBA POÉTICA

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Fotografía: Sandra Enciso.

Toda urbe es una gran bestia que nunca cierra los ojos. Suele moverse violentamente para espantar, especialmente a los que recién la conocen. Todos los que la habitan están propensos a sus cambios y catástrofes, ya sean políticos, económicos, culturales, etc. Pero no todos la temen, hay algunos valientes que la retan, le hacen una gran radiografía, y la poetizan. Es el caso del poemario “Tromba de agosto”. Es el caso de Jorge Pimentel, uno de los poetas más bacanes, controvertidos, poco valorados y bravo de bravos de la poesía peruana.

¿De dónde aparece este gran poeta limeño que con su “Tromba de agosto” remece la poesía peruana de la segunda mitad del siglo XX al hacer uso de una violencia inconmensurable, romper la sintaxis tradicional del poema, y saber adentrarse en la piel y psicología de sus personajes heridos y marginados por el sistema dominante?

Del caos, de los escombros, de la pobreza, del desempleo, de las zonas marginadas, de las habitaciones donde hay niños muriéndose de hambre, de los centros laborales que explotan a sus trabajadores, de las calles plagadas de hombres neuróticos, de los migrantes, de una Lima que se cae a pedazos, del desempleo nuevamente y de una Lima que en 1940 albergaba 645,172 habitantes y que en 1981 alcanzó los 4,492,560, de una Lima que ya no es más una ciudad silenciosa y cucufata, sino que ahora es una ciudad llena de extraños y de multitudes provincianas que desbordan el espacio urbano y configuran insondables cambios en la concepción de vida, una ciudad polifónica donde todos gritan y se confrontan.

En 1992, con un ensayo introductorio del poeta Pablo Guevara, sale a la luz Tromba de agosto, un libro rabioso, más dramático y experimental que los anteriores (“Kenacort y Valium”, Ave soul” y “Palomino”), en medio de un contexto totalmente violento.

«Tromba lo hice en la calle, agarré un mapa y empecé a recorrer Lima mientras lo escribía. Creo que cada libro es un lenguaje nuevo y lo tienes que plantear de forma diferente. Yo iba por la calle con mi lapicero y mi papel, me subía a los ómnibus, llegaba a Lince o Jesús María, me refugiaba en un bar. Escuchaba lo que hablaban. Tromba es un libro enloquecido. Tenía que encontrar un nuevo lenguaje para enfrentar la vida. Me sentía solo. Indefenso”.

En este poemario se pulveriza la sintaxis tradicional del poema, perdiendo lirismo (maten al cisne de Darío), pero qué más da, se puede perder belleza, cadencia y armonía (Ave Soul), pero nunca la rabia, fuerza e intensidad que debe tener todo poeta que busca reflejar las vicisitudes de un país subdesarrollado y pobre como el nuestro.

Hora Zero: Tulio Mora, Eloy Jáuregui y Jorge Pimentel.

Entre las muchas cualidades del poemario, además de las ya mencionadas, es que cumple uno de los requisitos del estructuralismo literario, al plantear la unión indisoluble entre obra y sociedad. Murakovsky consideraba que el contenido de una obra y el estilo que posee, se ve demarcada por los cambios sociales que aquejan a una determinada sociedad.

Cabe resaltar que toda obra artística está provista de distintas funciones, la más reconocida es la del goce estético (aburguesada); sin embargo, hay otras de igual importancia, la literaria y la verbal. El crítico García Bedoya afirma que:

La primera hace referencia al rol que cumple una obra en una serie literaria (inaugurar, desarrollar, renovar o cuestionar un sistema de normas); la segunda se vincula al papel que desempeña en relación con la vida social.

De esta manera se establece un vínculo innato entre el artefacto literario y la sociedad, manifestando que la literatura se halla en constante relación con la vida cultural y social. Esta propuesta iniciada por Tinianov, y que García Bedoya toma como como referencia para elaborar una periodización de la literatura peruana, tiene como objetivo descartar cualquier visión sesgada de la autarquía literaria.

En nuestra tradición son pocos los poetas que han trascendido cumpliendo gratamente estas dos funciones, entre ellos encontramos a César Vallejo y Jorge Pimentel. Este último sigue el mismo camino que enrumbó el poeta santiaguino en la primera mitad del Siglo XX. Ambos violentan la sintaxis tradicional y comparten la postura marxista, uno más consecuente que el otro, claro está, no hay que olvidar que Vallejo se nutre de una España en pie de lucha y de una Rusia vencedora, a diferencia de Pimentel y de Hora Zero, que lo hacen desde la revolución cubana, con sus aciertos y desaciertos, y desde las reformas militares, con Velasco a la cabeza.

Los dos poetas demuestran el compromiso que debe tener el artista con su época.

César Vallejo:

“En el actual periodo social de la historia, por la agudeza, la violencia y la profundidad que ofrece la lucha de clases, el espíritu revolucionario congénito del artista no puede eludir, como esencia temática de sus creaciones, los problemas sociales, políticos y económicos”.

Jorge Pimentel:

“Mi poesía son los restos de todos los peruanos que están hablando. Y los mismos textos han brotado ya desechos. Y las palabras están diseminados y solo el espíritu del lector las absorberá. Hay un llanto muy antiguo y hay otro muy actual en el país. Mi discurso es este despedazamiento, esta Tromba de agosto”.

Se podría decir que el gran referente de “Tromba de agosto” es “Trilce”, aunque con algunas diferencias. Vallejo pulveriza la sintaxis, crea neologismos y deforma las palabras, pero aun así, nunca pierde belleza. En el poemario de Pimentel solo encuentras horror, insensatez y desesperación.  

Todas las diversas poéticas que aparecieron durante las últimas décadas del siglo XX deben valorarse y ser estudiadas, pues cada uno aporta, desde su estética, a la formación de nuestra tradición.  En 1970, Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz, otro gran poeta injustamente olvidado, fundan el Movimiento Hora Zero, al escribir a cuatro manos un manifiesto parricida titulado “Palabras urgentes”, haciendo un balance muy polémico sobre la poesía peruana y dejándose llevar por los arrebatos tan característicos e injustos de la juventud.   Resaltan que a los poetas de su generación les ha tocado una realidad catastrófica, y ellos deben poetizarla siendo valientes y participando activa y políticamente en la reconstrucción de una nueva sociedad, añadiendo también que sus obras deben reflejar con fidelidad los cambios sociales de su época. Ellos son el punto crucial para el inicio de una nueva etapa confrontacional ante el sistema dominante.

No hay que olvidar que la postura radical horazeriana influyó en algunos grupos que se gestaron después. Es el caso de “Kloaka” y la radicalización de sus postulados estéticos e ideológicos, que tienen como escenario principal la marginalidad. También es el caso de los infrarrealistas, con Roberto Bolaño y Mario Papasquiaro a la cabeza. Ambos admiraban la poesía que se estaba gestando en los años setenta, y consideraban a la poesía peruana como la mejor poesía latinoamericana de esos tiempos.

Nuestro país ha sentido la efervescencia cultural en las distintas épocas de nuestra historia. El provincianismo es determinante en la gestación de las distintas poéticas. Ya lo vaticinaba José María Arguedas, exaltando y valorando las grandes migraciones que sufría el país, además resalta el proceso de urbanización social y cultural, dando a los poemas un aliento épico, pues la poética provinciana se gestará en las urbes, a pesar de la marginalidad y de la indiferencia de crítica oficial.

¿Cuál es el primero paso para reconstruir una nación que se cae a pedazos? Ser conscientes de todo lo que está sucediendo y no tener reparos en ver hasta los rincones más oscuros y nauseabundos que nos rodea. Tromba de agosto representa todo eso.

Jorge Pimentel. Foto: Sandra Enciso.

Jorge Pimentel utiliza como técnica la simultaneidad de voces (lúcidas, explotadores, neuróticas, rabiosas y sufridas) para lograr una confrontación ideológica.  Los hablantes o enunciadores que van apareciendo en todo el poemario pertenecen a dos clases determinadas: el proletariado y el capitalista. La voz poética principal se identifica con la primera, pues mediante quejas, protestas y diálogos manifiestan la corrosión física y psicológica que sufren a manos de la ambición capitalista. La voz de una señora, abandonada por su marido y explotada por su jefe es una voz que traspasa las fronteras de nuestro país, identificándose con todas las mujeres del mundo que son presas del abandono y del poder capitalista. Los diálogos entre marido y mujer, entrecruzadas con los lamentos de los niños que se están muriendo de hambre, no solo representan a la sociedad limeña o peruana, sino que simbolizan la decadencia del sistema económico que rige en el mundo. El poeta que sufre las consecuencias de la explotación, pero que aun así se resiste a dejar de escribir: hambriento ensangrentado registra todo lo que ve y siente simboliza la lucha de los artistas ante la opresión.

Un accidente laboral es un talco, una brillantina.

Despidos es una enagua bordada.

35 maestros del SUTEP no hacen un jugo de papaya.

Apaleamiento y masacre de campesinos en La Oroya

y Cerro de Pasco, por lo exuberante y ostentoso, 30 tamales,

20 dirigentes de San Marcos caminando por la Plaza de Armas

A las 9 de la noche es un seco de cabrito.

Estoy escribiendo.

Mi oficio es escribir.

         Ya lo estoy haciendo.

Pimentel es una cámara que lo registra y escribe todo, identificándose con maestros despedidos, universitarios dirigentes, trabajadores accidentados y campesinos masacrados por empresas mineras. Cree que la labor del escritor es identificarse con este grupo y escribir sobre ellos para concientizar y denunciar los abusos. Así las voces poéticas no solo hablan por ellos mismos, no buscan la individualización, sino la colectividad de los que sufren lo mismo en cualquier país.

En los últimos años se ha buscado minimizar y hasta ridiculizar el aporte del Movimiento Hora Zero, basándose en el parricidio poético del primer manifiesto, en el gran número de integrantes que formaron ¿forman? parte del grupo, y en el hecho de que no todos han estado a la altura de los poetas más representativos, lo cual es totalmente cierto. Sin embargo, esto no desmerece para nada el gran aporte que tuvieron al democratizar la poesía peruana, utilizando en sus discursos las voces de nuevos enunciadores que iban apareciendo, productos de los fenómenos sociales que nos aquejaban como nación.   En el caso de “Tromba”, la de los desempleados y los migrantes.

Se han ido marchando de a pocos, el primero fue Juan Ramírez Ruiz (“Las armas molidas” no ha tenido la atención que debería tener, a diferencia de “Un par de vueltas por la realidad” y de las leyendas que giran sobre la personalidad del poeta chiclayano),  luego siguieron Enrique Verástegui ( el más valorado, quizás, de todos los que integraron el movimiento) y Tulio Mora (“Cementerio General” es uno de los grandes poemarios de la segunda mitad del siglo XX de la poesía latinoamericana). Pero aún nos queda Jorge Pimentel, con su facha de gánster neoyorkino y la voz enérgica con que lee sus poemas.  Ojalá no sea tan tarde cuando coloquemos su poesía en el lugar que se merece.  

Son pocos los libros que están escritos para no gustar. «Tromba de agosto» es uno de ellos. Están advertidos.   

BONUS TRACK

Hace cuatro años, a la salida de un recital en el que participó, me acerqué tímidamente para que me firmara una primera edición de su «Primera muchacha», a lo cual accedió amablemente, minutos después ya estaba tomándose fotos conmigo, emocionándose al contarle de que había empezado a escribir una tesis universitaria sobre su poesía,  y por último, como si no hubiese bastado con todo lo anterior, dándome su número telefónico para que me pueda ayudar con algunos documentos de “Hora Zero”.  Lo llamé un par de veces y siempre me contestó amablemente, pero eso es ya otra historia.

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Actualidad

Bethoven Medina y el poemario como máquina del cielo / (reflexiones sobre la poesía de B. Medina por Julio Barco)

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Comentar la poética de Bethoven Medina (Trujillo, 1960) me trae muchas reflexiones sobre el arte mismo de crear poesía  y las estructuras con las que se sostienen. ¿Por qué motivos? Por su carga de referencias y la diestra mano de artista con la que trabaja sus libros.  

Creo que los lectores de poesía alcanzamos modernidad en nuestra escritura reconociendo las procedencias de las mismas y profundizando ese desencadenamiento de lecturas que es la propia poesía. Es como si después de ciertos libros la licencia de escritura de los propios se amplificara dentro de la tradición.

En su momento, Chocano (1925) fue trascendente como después Vallejo o Enrique Verástegui. En ese diálogo, algunos referentes ineludibles para la poesía peruana actual son, por ejemplo, el Poema Integral del reconocido Juan Ramírez Ruiz o el increíblemente desatorador mental que es Trilce.

Todos estos autores, como Medina, comprenden que la poesía es un trabajo de espacio-tiempo, decodificación, recomposición alquímica de ejes, dialogo con uno mismo, los referentes y reglas poéticas. Recuerdo que la primera vez que observé uno de su “Y antes niegue las luces del sol” me sorprendí de súbito por la estructura interna: las letras del Himno Nacional eran títulos de poemas. Después llegó a mis manos el excelente volumen que le dedica a la poesía trujillana Edición Extraordinaria, Antología general de la poesía en La Libertad (1918-2018) que se convirtió en un libro de consulta y radar sobre nuevas y viejas voces del norte. Así, por ejemplo, accedí a versos de Rogelio Gallardo, que lentamente se torna un autor de culto. Ahora que conozco más su obra puedo confirmar que ese primer asombro era síntoma de una certeza: su perpetuo trabajo de artesano de la palabra que es mente inquieta, que es fresca fruta al vibrar en nosotros. 

En poesía hay que dejar de ser mezquinos. La mezquindad en un género que solo mantiene adictos es escasa. Pero recuerdo lo que una vez me dijo Armando Arteaga: si haces tú chamba, ¿por qué te preocupas?  Y esa chamba, ese trabajo, ese cultivo, es el quid del ejercicio poético. Hay que oír al gran Enrique Verástegui, en el prólogo de Monte de Goce, expresarnos que el trabajo del poeta y del albañil son iluminados bajo el mismo eje, -en el mismo dintel del esfuerzo- que “levantar una pared y hacer un poema son la misma vaina”. Quizá Verástegui recordaba aquellas palabras de Rimbaud sobre arar y escribir como actos continuos.

Lo cierto es que su arte me deja notar a un ardiente lector, sintetizador de referentes, de juegos intertextuales, de ensayos, de desbordes con otros géneros, -que por momentos nos hace pensar cuáles son los límites de lo poético-, de uso de fuentes históricas, lenguaje cotidiano y dialectos regionales, de uso extremo de la vieja vanguardia para adaptarla todo en un pentagrama donde predomina la búsqueda de la palabra que es mutación hacia la luz. Los colores del peregrinaje son pincelados con el espíritu de la candidez e inocencia.

Con ese rigor, que es silencioso trabajo, Medina lleva escribiendo varios poemarios a lo largo de cuarenta años de escritura. De sus  los que destacan Necesario silencio para que las hojas conversen  (1980, Cuadernos Trimestrales-primera edición), que recién pude leer en mi último viaje a Trujillo.  En este primer volumen, observé una sensibilidad cósmica en su poetizar, una sensibilidad cantora de lo materno como también  abierta a romper las reglas de la escritura:

Respiro
las ramas de todas las mañanas-todo trasciende-
tu silencio

Mirada que atrapa lo sutil y delicado del existir, reconocer en la respiración es un acto que poetas como Lezama Lima, Jorge Teillier (1)o Jorge Guillen desarrollan hondamente. El sentimiento maternal, cuyo preludio se anticipa desde el epígrafe de Oquendo de Amat, es palpable; sin perder conexión con problemáticas sociales:

La vida
donde calcé el bivirí (abiertos corazones)
y empecé a descolgar palabras
                                    frescos nísperos
                                   -la violencia del brazo-
                                    cordel construido por tu llanto
cuando un kilo de arroz no abastece a la alegría.

También:

han aumentado los mendigos y no las ciruelas del huerto

Aproximarse a la realidad así es un acto de acendramiento mental: la poesía de Bethoven Medina es sencilla y clara porque precisamente su purificación poética lo lleva a ese extremo, eso fijado a un programa vanguardista dota a su poesía de fluidez y gracia. La claridad es una consecuencia de un largo proceso de purificación. Ser fácil en poesía es difícil. Reparemos, por ejemplo, en estos logrados musicalmente:

(…)y emigra mi edad/ descolorizando/ tus góticas
                                                       (miradas de mar/
                               aun cuando nos pateen la espalda
                                                              y suene cual tambor
                               ají a los ojos –corriente a los testículos-
                              y otras cosas nos hagan seguiremos
                                                                  creciendo pinos
lo nuestro les queda grande la sangre derramada
                                                                   ha escrito ya
                                 el trompo en su girar dice muchas cosas
                                y los niños en las praderas prolongan
                                                                  sus venas.

El arriero y la montaña bajo el alba es otro trabajo de memorable factura. Aquí observamos un proyecto creacionista, cuyo rol poético es el de abrir la dimensión del autor como un ente-energía-fuerza que reflexiona sobre la vida, el cosmos, los universos, las frutas, la naturaleza y sobre sí misma, es decir, aquella voz que totaliza. Así los poemas como Origen, Nada, Universo, Noche, Volver, nos abren la puerta del inicio, que bien puede ceñirse al “alba” del título:

Volver al origen, a la primera semilla del eterno Sol,
dejando valles, ausencias e interrogantes. (2)

También es comentable la relación que establece entre las frutas y el gozo poético, como el fruto es poema dentro de un lenguaje donde gozar es un modo de pensar. Observamos esto:

La ciruela tiene el rojo de los labios femeninos
La palta inmemorial guarda su pulpa seductora
Los nísperos son lágrimas del sol
La sandía partida está avergonzada pero sonriendo, y,
Los duraznos invertidos parecen corazones alegres (3)

Hay también una invitación a pensar en el poeta como granjero, como parte de la propia naturaleza creadora de los vegetales, tierra y signo, cuerpo y lenguaje atados al mismo frescor. Ello, tal vez conduzca a pensar en el Dios de Spinoza, o en cierto tipo de creador arquetípico que, en algunos versos, es nombrado:

Gran Arquitecto del Universo, no abandonéis tus criaturas;
al temblor de jalcas y entre matorrales protege conejos silvestres.
(4)

La mitología del humano es la de la naturaleza y su propio ritmo es oído por el poeta, en natural simultaneidad consigo mismo.  El propio título nos lleva incluso a pensar en los poemas de Fernando Pessoa donde explica que sus versos son como sus ovejas, o los de Pound y su poema “Encargo”.

Por otro lado, el notable Éxodo a las siete Estaciones – finalista  del Premio Lira- conserva un importante proyecto que gira en torno al número 7 como motor y sentido del poemario. Para armar su estructura, se basa en modelos que sigan al 7 como temática. Este libro, por su ambición, debe estar junto a los trabajos de Pablo Guevara, Tulio Mora, Juan Ramírez Ruiz, donde el riesgo de crear un poemario total se enfrenta y defiende con talento propio. Sean los días de la semana, o las notas musicales, Medina no se basta en solo dar referencias o trivia, sino que, bajo los guarismos, intenta interpretar una épica espiritual donde se observa un viaje interior hacia el descubrimiento de uno mismo y la plenitud:

El Arca de Noé descansó
al séptimo mes y siete días. Desde entonces, los Hombres,
reman mar adentro con la intención de desentrañar el mar profundo.
En animales y vegetales reside lo perdurable,
y el amanecer con su lucero ordena mis andanzas. (5)

Concordancia y armonía en el trabajo de Medina: hombre y naturaleza, religión y palabra, flor y cuerpo que florece dentro de su búsqueda. Desde sus primeros poemas, se establece un lenguaje diáfano que explora su naturaleza y busca verdad, ansiosa del encuentro y la revelación. La luz del verbo es la misma del verso. El poeta se sumerge- como todo gran poeta- en su propia épica: los signos son atraídos por el peso de la tradición, por el magnetismo alquímico de las letras creando diferentes espejos, posibilidades, métodos espirituales, caminos, senderos, aperturas de conciencia.

Otros libros son Volumen de mi vida, Quebradas las alas, Expedientes para un nuevo juicio, Ulises y Taykanamo en altamar, que continúan en el obstinado proyecto poético. Hablar de Bethoven Medina también debe llevarnos a reflexionar sobre la poesía escrita en el norte peruano. Sin duda, la figura de Vallejo, Romualdo, Watanabe,  son faroles que se imponen través del siglo, pero es mezquino no mirar a otros autores que formar la poética trujillana última. Pienso en algunos ya reconocidos como Luis Eduardo García -que practica una poesía muy personal -¿Roberto Juarroz? ¿Wislawa Szymborska?- y otros más jóvenes más pop y conversacionales como Eduardo Saldaña o más místicos como Ray Paz o James Quiroz, cuyo registro es bastante atendible, para dar una continuidad al pensamiento poético, que desde las épocas del Grupo Norte, viene sacudiendo el pensamiento no solo peruano sino latinoamericano y mundial. Por generación, Medina es compañero de R. Santibáñez, M. Dreyfus, Watanabe, D. de Ramos, aunque su poesía practique un coloquialismo no urbano y distante de los establecidos en ese periodo poético.

Estamos frente a un autor que nos exige una lectura lenta, medida, pausada, con apuntes dado la infinita cantidad de registros e influencias que recorren sus páginas. Para tomar apuntes y sortear la trama detrás, los infinitos códigos que nos llevan de una cultura a otra y forman un certero caleidoscopio. Su arte defiende el mito y la historia, la voz interna y la naturaleza.

Mientras escribía estas líneas abrí otro poemario de un poeta trujillano de culto: Tomás Ruiz Cruzado. Y me di con estos versos:

Si tuve un momento feliz fue cuando comía un pedazo de naranja
descalzo en el mar mirando el mar y las gaviotas. (6)

Pienso que esa fruta fresca, ese pedazo de naranja es el verso, es el poema, es decir, el lenguaje sublime de quién eleva el tono mental cotidiano para franquear y explorar otros límites.  Una poesía sencilla, ligada a valores humanos, a iluminaciones interiores, a recuperar la naturaleza perdida, aunque sostenida en andamios densos.

Su poesía, en suma, es la de un arquitecto de lo imposible, diagrama sus libros como quién persigue dibujar el cielo. Hay un brujo del signo con un hermoso pincel en el Norte y se llama Bethoven Medina.

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El hombre que mengua, busca su llama

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Libro | Crítica de «Arder. Gramática de Dientes de León».

ESCRIBE: HALLIE HESSEN CÁCERES

«Hectáreas de la soledad en un pueblo de Latinoamérica/ forma un poema relativamente dulce», versa Julio Barco (Lima 1991) en este libro suyo como muestra de su faceta de emprender, apostar, y dar a conocer el compromiso, para consigo mismo, hasta llegar al otro punto que es su lector. En él, el poeta ventila inquietudes visuales y deseos hondos, en un tono justamente confesional que lo singulariza, y singulariza, buena parte lo que es hoy vivir el trivio coetáneo.

El hábito de cargar un diario avala a múltiples causas propias y, en su conjunto, en la reconstrucción del individuo conviviendo con la subjetividad y el autoconocimiento de sí mismo. Sin embargo, la obra de Julio Barco amplifica el sólo intento de transcurrir el día, navegar por el poema humano, apasionado, y hasta místico.

No obstante, el hecho de tomar rienda en el país que es suyo, pero extranjero simultáneamente, encontramos expresiones de peruanismo sensitivo sectorial Ahora que me quito de mi ciudad / manyo mi tristeza, dice Julio Barco en el poema “ 1.22. Todo cuerpo en delirio se arquea dulcemente”, sugiere otras cuestiones a resolver: ¿Cómo sobrevive el poeta al lenguaje contemporáneo, y, al tiempo, sobreviva el poema?

¿Los espacios transcurridos suponen una reconstrucción y sobrevivencia generacional en toda regla; urgencia de un lenguaje crítico; necesidad de intervenir en su uso nuevo en relación con el lenguaje tradicional; calcar las líneas medulares de la sensibilidad territorial suelta en formas y aspectos?

Lo atractivo de este libro es que Julio Barco, en cierta forma, es un espacio en el que uno puede encontrar mucho en común desde lo gradualmente conocido hasta espacios de la sugerencia, decir de otro modo, que en la dualidad (escritor / lector) se conjuga un Yo encarado frente a conflictos intrínsecos y la urgencia del desenredo de los mismos mediante palabras. De ser útil, en su lectura, al lector que desea descubrir la historia, y de saberse que, en sus sentires, su mirada, viven dentro de un mismo tiempo histórico y compartido. Que no es sólo apreciación personal sino también visto desde la intervención de personajes antes de sí, que indaga en el amor, la soledad, la relación del

compromiso asociado a ideas de la conciencia individual, humano y carácter odio/amor del vivir social.

Es imposible dar todo aviso de este viaje y comprometido poema, accesible para unos e implicativo para otros. Seduciendo así a la invitación de lo aún no encontrado, del escudriñar adentro del soy caos & el poema se nos parece, responder al inquietante malestar del sujeto que espera dar con su interpretación al yo buscaba el Poema, y yo era el Poema.

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