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Víctor Raúl y Mao Tse Tung

Hoy visité a don Víctor Raúl. Salimos a caminar por las tranquilas calles que rodean la casona en donde desde hace varios meses comparte sus días con otros ancianos diagnosticados de Alzheimer, Parkinson, demencia senil. Una casona antigua, algo desvaída en pintura, con un jardín interior poblado de cactus, rosales y grass americano, en una zona tranquila de Pueblo Libre, alejada del mundanal ruido, como diría el poeta.
Hacía un sol radiante y el ligero viento de la tarde, refrescaba el ambiente. En la sala común en donde los viejos comparten su destierro, encontré a don Víctor Raúl.
—¿Qué tal, querido amigo? —me dijo al abrazarlo. No esperaba que me visitase usted. De todas las visitas, la de usted es la más inesperada, amigo mío, me respondió mientras lo estrechaba contra mi pecho. Opté por seguirle la corriente, muy a mi pesar.
—¿Cómo le va, don Víctor Raúl? —le he traído algunas cositas y además quiero hacerle algunas consultas, pero en privado, le respondí, haciéndole cómplice de mis cuitas. Las jóvenes enfermeras comprendieron que deseaba estar a solas con el anciano. Lo tomé del brazo y salimos de la sala en donde cohabita con seres fantasmales, ancianos catatónicos, viejos gritones y viejitas de cabeza algodonosa y gestos repetitivos.
Fuera de la sala, su paso cansino y desahuciado, me hacía comprender el terrible curso de la enfermedad degenerativa. Tal vez las propias pastillas tuviesen también su cuota de culpa, pero la degeneración producida por el Alzheimer en las neuronas provocaba estos daños. Víctor Raúl arrastraba los pies, sus pasos eran muy cortos, tan cortos como los de un niñito de dos años que está aprendiendo a caminar y teme caerse.
—Y usted, mi amigo, ¿siempre cría animales?—preguntó mientras bajábamos las escaleras rumbo a la calle. La tarde anunciaba una puesta de sol maravillosa.
—Porque usted criaba conejos, ¿se acuerda? —alzó su rostro y me miró fijamente a los ojos con sus ojos acuosos y tiernos. Hace mucho tiempo no miraba al viejo a los ojos. Hace mucho tiempo no contemplaba a mi padre por completo. Sentí que algo se atoraba en mi garganta.
Víctor Raúl es un peruano descendiente de criollos de varias provincias de la sierra central, “misturaos” con indios. Tiene la piel clara, cabellos canos y es de contextura delgada.Mide poco más de un metro sesenta, aunque ahora la enfermedad y el encorvamiento propio de sus ochenta años lo hacen parecer más pequeño y frágil, casi un niño. De su natal Cerro de Pasco, es probable que recuerde muy poco, pues vive en Lima desde los cinco años, pero lo que a mí me resulta inolvidable es cuando hace unos años, cuando recién empezaban los primeros síntomas de su mal, escuchó una mulisa de antigua raigambre. Con lágrimas en los ojos, sentenció: el cerreño es una especie en extinción, hijo. Me alejé unos metros más de mi padre. Pude verlo avanzando a tientas en medio de la calle, en su retiro de hombre viejo, que tiene la certeza de que al final el hombre está solo: hola soledad, esta noche te esperaba, como canta Roberto Ledesma. Seguimos caminando.
—Así es, don Víctor, respondí. Crío peces y empezaré con conejos y tal vez con cuyes, en un terrenito que estoy por comprar en Huarochirí, completé, mientras adoptaba un tono de voz severo, para instarle a bajar las escaleras solo, ayudándose con el pasamanos de acero. Cosa increíble, mi padre bajó a buen paso, lento pero seguro, las escaleras de por lo menos veinte peldaños. En un santiamén traspusimos la puerta de la calle y el radiante pero extraño sol vespertino de noviembre nos daba de lleno en los rostros. Un ramalazo de auténtica felicidad me recorrió de pies a cabeza.
—¡Ah!¡qué casualidad! —dijo sonriendo como un niño que se regocija ante una buena noticia. Mi hijo mayor también se dedica a la crianza de peces. No se los come: los vende. Él estudió en la Universidad Agraria. No nos llevamos bien. Estamos alejados. Él tiene su forma de ser.
Avanzábamos lentamente rumbo hacia la avenida Colombia. Mi caminar usualmente rápido, tuvo que adaptarse de golpe al paso de mi padre. Acabo de abrir un paquetito de frutos secos que sé que le gustan, mientras mi padre se relame como un niño voraz. Después de todo, fue él quien nos inculcó el gusto por las uvas pasas, las nueces, pecanas, castañas y los riquísimos orejones de albaricoque: las golosinas con que nos agasajaba en la niñez y que ahora él paladeaba con deleite. Nuevamente decidí seguirle la corriente.
—Mire qué casualidad, don Víctor. Y su hijo, ¿terminó sus estudios? —Ya casi llegábamos a la esquina de la cuadra. A lo lejos distinguí a un anciano solitario, sentado en el muro de una casa.
—Claro que sí. Él ya se tituló. Y ha trabajado muchos años en el Instituto de la Pesca, o del Mar, o algo así. Pero no nos llevamos bien. Él no me hizo caso. Ese trabajo era una desgracia. No me hizo caso, cuando le dije que se retire. No lo veo hace mucho tiempo. Y usted, ¿hizo familia? ¿Cuántos hijos tiene ya? Al acercarnos más al anciano que yacía sentado en el reborde del muro, pude distinguir sus ojos rasgados y su sonrisa de chino viejo y contento. Recogió sus largas piernas y el bastón que extendía por la vereda. Saludé y mi padre realizó una venia de cabeza. El viejo chino nos regaló con un asentimiento respetuoso.
Después de cruzar la pista, mi padre empezó a dar pasos más largos.
—Oiga, amigo, no sé qué me pasa, algo me tiembla en las rodillas, mis piernas no quieren obedecerme, pensar que yo he correteado de niño por todas estas calles del Rímac y los Barrios Altos, ¿Usted se acuerda lo que hemos correteado cuando niños? ¿Se acuerda cuando escapábamos del Ramón Espinoza a robar frutas de las carretillas por la Huerta Perdida? ¡Esos años! Pero usted no envejece, oiga, parece que el tiempo no deja huella por su cara. Yo he estado reflexionando: la vida es muy breve, no nos da tiempo para enmendar nuestros errores. Yo tuve una chacra en Huaral, una granja de conejos, otra de pavos y otras con gansos y patos. Mi vida ha sido el trabajo. También tuve cuatro hijos, varones todos. Un día, fuimos a un restaurante y me los robaron. Desaparecieron. Ya no están. Ahora sólo escucho a unos hombres apurados que gritan todo el día, se pelean y no comprenden nada. Mi esposa, por ejemplo, no viene hace seis meses o un año, no me acuerdo bien. Creo que ella piensa que me he muerto. Es mejor así. Es peligroso que venga hasta estos sitios. Su salud no anda bien y Lima no es como antes. Muchos carros, muchos accidentes. Total, todos nos vamos a morir, más tarde o más temprano. ¿No le parece? Mejor irse olvidando todo de a pocos.
En el camino nos cruzamos con cinco ancianos más ambulando por las calles de Pueblo Libre. Pueblo Libre, un distrito de viejos.
—Don Víctor, venga, le invitaré un cafecito, un pan con chicharrón. A usted siempre le gustó, vamos, anímese.
—No, amigo, gracias, no se preocupe, guarde más bien el dinero para su familia. Los viejos debemos comer poco. Yo como tres veces al día: a las ocho, a la una y media y a las cinco. Por eso me mantengo así. Y tengo ochenta años. Se debe comer para vivir. No vivir para comer.
—Bueno, don Víctor. Entonces, ¿más pecanas?
—Un tecito, sí le aceptaría. Hablemos de negocios, a nuestra edad podemos ser dueños del mundo—dijo mi padre. Habríamos caminado casi una hora y luego de sortear sardineles inoportunos, veredas con huecos, pistas agrietadas y autos mal estacionados, mi padre quiso sentarse en las faldas de un poste de luz.
Convencido finalmente de que aquél poste de luz no era una banca, enrumbamos a un parque, distante a una cuadra, para que descansase de la caminata. En ese momento, vi aproximarse en sentido contrario al anciano oriental. Caminaba muy rápido para ir con bastón y en menos de dos minutos ya estábamos frente a frente.
—Hola. —dijo amigablemente. Qué tal, señor, respondí y mi padre, que parecía un poco fastidiado, mucho gusto, señor.
—¿Cuántos años tiene él? —me preguntó a mí, pero mirando a mi padre.
—Yo tengo ochenta y uno. —se respondió él mismo, al tiempo que alargaba la mano con gesto amistoso. El anciano chino, pese a llevar las espaldas muy cargadas, era un hombre de elevada estatura y complexión robusta. Un raleado peluquín cano caía sobre las orejas y el cráneo enorme me trajo de golpe la imagen del Gran Timonel que transformó al Enfermo de Asia. Calculo que debió haber medido en su juventud, por lo menos un metro noventa. Apoyado en su bastón, se dirigía a nosotros en un castellano apenas inteligible. En la otra mano empuñaba un libro.
—Yo tengo cuarenta y cinco años —dijo muy serio mi padre, para sorpresa del chino, quien abrió grandemente sus ojos orientales y sonrió de oreja a oreja.
—¡Qué glacioso es éste! —dijo, riendo con una carcajada franca y contagiosa, pero mi viejo lo miraba cariacontecido, como un pollito mojado tiritando de frío.
—¿De qué parte de la China es usted, señor? —pregunté, pues el anciano quería hablar a todas luces. Yo soy de Cantón, señol. Vine a Pelú, cuando tenía diez. ¿Y la vista del señol?, preguntó nuevamente,mirando a mi padre.
—¿Qué tal estás de la vista, papá? —pregunté, traicionándome.
—Yo veo bien, ¿y tú? —dijo él, con una sonrisa sarcástica, esa risa irónica tan típica de mi padre, cuando se encuentra en una situación enojosa. Entonces el anciano chino extendió el libro que llevaba en la mano izquierda, lo abrió de par en par y lo retó a que le dijese qué número era aquél que figuraba impreso en la parte superior derecha de la hoja, entre cientos de grafías que no alcancé a distinguir.
—¿Qué númelo es? ¡diga, señol!—y se acercó y le puso el libro en la cara a mi padre.
—Este es chino, pero yo no soy cojudo. —dijo mi padre con rapidez asombrosa. Esos no son números. Son letras chinas, respondió en voz alta, alzando su rostro delgado y circunspecto para contemplar al chino risueño.
—No, señol, letlas, no; ¡yo plegunto númelo!, ¿qué númelo es…?—insistió con tozudez el anciano, señalando con sus dedos acromegálicos el número 271 de la página. Mi padre, más terco aún, respondió, ¡yo qué se, caray!
En ese momento, daba por terminada la entrevista. Pero cuál no sería mi sorpresa cuando el Mao cantonés se acercó aún más a mi padre:
— ¿Dientes? Qué tal, tás de dientes?¡A vel!, ¡able boca! —abriendo él mismo su boca, alzándose con una mano el labio superior primero y el inferior luego para mostrar una dentadura, grande, amarillenta y en forma de pala. Una dentadura a primera vista íntegra: ni un solo diente picado, ni siquiera una muela de oro. Mi padre tuvo que empujarlo y al hacerlo casi se desploma, pero Mao sonreía con una inocencia increíble, para luego volver a la carga.
—Y de orejas, ¿cómo tá? ¿Escucha, no escucha?
—Papá, escuchas bien, ¿no?, Si, si, escucho todo lo que dice este señor, todas las cojudeces que dice este señor ¿qué se cree? ¿médico acaso?—pero el chino ya había vuelto a la carga y se jactaba de su senil fortaleza: yo solito viajo todo Lima, solo subo miclo, solo cluzo pista, no necesito a nadie. ¿Viven pol aquí? Yo de aquí me voy solito calle Capón, subo miclo, solito voy a La Molina, veo a mis nietos y legleso, solito voy al Melcado Centlal, Balio Chino… sólo con mi bastón… tengo que apoyal bien nomá, polque a veces se me lesbala y ¡pam!, me caigo, bastón tá viejo, tiene gastao la punta. ¿Y pichi? ¿Haces bien tu pichi? Yo hago pichi tles veces al día, ¡tles! como caño… también baliga funciona bien… todo bien…
—¡Yo chino de Cantón!—exclamó el chino euforizado.
—¡Y yo, peruano del Perú!, respondió mi padre, al tiempo que se daban la mano, riendo.
—¿Cuál es su nombre, señor?, pregunté para despedirnos.
—Julio. Julito Chang Cheng, ¡ochenta y un años, pé!, soltó criollazo.
—Mucho gusto… Víctor Raúl Inocente Alcántara,¡ochenta años!
—¿Amigos? ¡Amigo, pueh!, respondió el Mao cantonés y se despidieron dándose un abrazo.
—Bueno, estimado amigo, llegó la hora de despedirnos.—dijo mi padre. ¿Por aquí pasará el tranvía? Tengo que regresar a mi casa. Mi mamá me está esperando. Me ha mandado a comprar kerosene y ya hemos dado muchas vueltas. Porque usted sabe que mi mamá desconfía de todos desde que ese Benjamín la engañó con una platita que había ahorrado, ¿se acuerda? Y mi madre es viuda. Yo tengo que cuidar de ella y de mis hermanos menores. Hasta la próxima, amigo, cuídese y cuide a su familia.
En eso, el alarido clásico de los viejos apristas retumbó en las tranquilas calles de Pueblo Libre:
— ¡Víctol Laúl!¡Víctol Laúl! ¡Víctol Laúl!
Mao reía con sus ojos y su boca. Reía con sus orejas y su peluquín raleado. Todo su organismo se agitaba preso de una risa contagiosa y sanadora.
Mi padre volteó lentamente. Sus ojos danzaban.Alzó el índice izquierdo y gritó:
—¡Víctor Raúl, sí! Aprista, ¡jamás!
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Sujeto embiste su camioneta en conocido restaurante porque local lo había expulsado debido a que se encontraba presuntamente bajo los signos del alcohol [VIDEO]
Miguel Ángel Requejo Astochado ahora será denunciado por tentativa de homicidio.

Un demente al volante. La noche de ayer, comensales del restaurante ‘El Charrúa’, ubicado en el distrito de La Molina, previo el incidente, indicaron que Miguel Ángel Requejo (51 años), había discutido con los mozos del local, quienes procedieron a expulsarlo ya que el sujeto había ingerido bastante alcohol y estaba incomodando a los demás comensales.
Minutos después, el sujeto se sube en su moderna camioneta para conducir sin frenos hasta la fachada del local, colisionando sin importarle que adentro se encontraban personas consumiendo.
Producto del salvaje impacto resultaron heridas dos personas, además del daño material ocasionado por el irresponsable conductor.
Uno de los afectados mencionó que procederá a denunciar penalmente a Requena, calificando el hecho de tentativa de homicidio, tildando además de “enfermo mental” al ebrio chofer, quien no paraba de gritar en todo momento, relata el agraviado, que era un magnate y podía hacer cualquier cosa.
«Ya está detenido. Es un enfermo mental. Esto es un intento de homicidio. Nosotros estamos pidiendo la cuenta y pagando. En un principio estaba sentado y me levanté no sé cómo segundos antes de que el carro se empotre por eso que estaba a un costado e igual me hizo volar», detalló a Canal N.
En tanto, el restaurante ‘El Charrúa’, lamentó el incidente ocurrido anoche, manifestando que colaborará directamente con la Policía para suministrar las grabaciones dentro del local.
«Desde ‘El Charrúa’, reafirmamos nuestro firme compromiso con la seguridad y el bienestar de todos nuestros clientes y colaboradores. Como medida preventiva y con el objetivo de reforzar nuestros protocolos internos, hoy miércoles 3 de julio permaneceremos cerrados», indicaron.
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Clínica Delgado-Auna responde a sanción de Susalud por filtración del historial médico de Shakira
Centro de salud privado indicó que el caso se encuentra en “proceso de revisión” y que apelará multa de más de 600 mil soles.

Quieren ir hasta las últimas. La Clínica Delgado-Auna recientemente emitió un comunicado respondiendo a la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) por el caso que los involucra con la cantante colombiana Shakira. Al respecto, indicaron que dicho caso aún se encuentra en “proceso de revisión”, pues no existe hasta el momento una resolución final.
Como se recuerda, en febrero pasado, el historial clínico de la cantante barranquillera fue divulgado públicamente por personal de ese centro de salud privado, constituyéndose una grave vulneración a la confidencialidad de los datos de las personas, sean nacionales o extranjeras.
Es así que Susalud le impuso una multa a la clínica equivalente a S/668,750 por la difusión no autorizada del parte médico de la cantante Isabel Mebarak Ripoll, mejor conocida como Shakira.
Al respecto, la Clínica Delgado-Auna también indicó que apelará la millonaria sanción, argumentando que el caso se encuentra bajo evaluación por el Tribunal de Susalud, contando para ello con 15 días hábiles para presentar formalmente su impugnación.
“Clínica Delgado presentará la impugnación correspondiente para que el caso sea evaluado por el Tribunal de SuSalud, conforme lo establece el debido proceso, confiando en la solidez de los argumentos que nos respaldan. Cabe señalar que contamos con un plazo de 15 días hábiles para impugnar”, concluye el comunicado.

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Fiscalía investiga a Johny Isla y a Jeanette Águeda Gutiérrez por caso ‘Líneas de Nasca’
El Ministerio Público abrió una investigación preliminar contra los dos funcionarios de la DDC de Cultura de Ica y el alcalde de Nasca, William Jorge Bravo Quispe, por presunto atentado contra las Líneas y geoglifos de Nasca, Patrimonio Mundial de la Unesco.

El Primer Despacho de la Segunda Fiscalía Penal Corporativa de Nasca, a cargo del fiscal provincial José Alejandro Meléndez Curasi, ha iniciado una investigación preliminar de 60 días —con posibilidad de ampliarse— contra dos funcionarios de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Ica y el alcalde de la Municipalidad Provincial de Nasca. Están siendo investigados por los presuntos delitos de atentado contra monumentos arqueológicos, omisión de deberes funcionales y abuso de autoridad, en agravio del Estado Peruano.

Los involucrados son la arqueóloga Jeanette Águeda Gutiérrez Achulla, responsable interina de la DDC de Ica, Johny Augusto Isla Cuadrado, arqueólogo responsable del Sistema de Gestión Nasca-Palpa de dicha dirección; y William Jorge Bravo Quispe, actual alcalde de Nasca.

La investigación se origina tras la modificación del área de reserva arqueológica de las Líneas y geoglifos de Nasca y Palpa, declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco. Esta zona protegida fue delimitada inicialmente en 1993 y reafirmada en 2004, cubriendo un total de 5,633.47 km². Sin embargo, una reciente resolución viceministerial —la N° 000128-2025-VMPCIC/MC, firmada a fines de mayo por la viceministra de Patrimonio Cultural, Moira Novoa Silva— redujo esta área a solo 3,235 km². Es decir, se recortaron 2,397 km² de territorio protegido.
La denuncia sostiene que esta reducción no cumplió con los procedimientos legales requeridos. Además, acusa que la resolución habría sido emitida como una “maniobra falaz” para encubrir posibles irregularidades.

El Ministerio Público investiga si la resolución favoreció intereses mineros. Se han detectado petitorios mineros en las zonas que quedaron fuera de la protección, así como posibles vínculos familiares y políticos entre los involucrados. También se denunció la exclusión de más de 100 sitios arqueológicos, y se presume la existencia de una red político-económica que habría actuado para facilitar la reducción del área protegida con fines de lucro y tráfico de terrenos.
Este caso surge semanas después de que el ciudadano Leonardo Favio Rojas Escajadillo denunciara ante la Fiscalía Especializada de Restos Arqueológicos y Monumentos de Nasca y Palpa a varios altos funcionarios, incluyendo al ministro de Cultura, Fabricio Valencia, y a la viceministra Novoa Silva.

En la acusación también figuran el director de la DDC de Ica, Injante Tipismana; Miriam Moquillaza Ramos; Johny Isla; Henmer Alva Neyra; el gobernador regional Jorge Hurtado Herrera; Javier Borjas Olaechea; el alcalde William Bravo Quispe y el ministro de Energía y Minas, Jorge Luis Montero Cornejo. Sin embargo, la Fiscalía por el momento inició investigación preliminar contra las tres personas indicadas en la introducción de esta nota.
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Ilusión de control: ¿Qué tan común es este fenómeno en el juego en línea?
Conoce más sobre el viejo mecanismo del cerebro.

La ilusión de control es un sesgo cognitivo donde una persona cree influir sobre resultados en realidades definidas por el azar. En el contexto de los casinos en línea, donde gran parte depende del azar, este fenómeno puede intensificarse. Esto ocurre porque las personas suelen buscar patrones y apoyo incluso en los detalles más pequeños, tratando de mantener el control sobre situaciones inciertas, como el juego.
A continuación, verás cómo se manifiesta, en qué juegos es más evidente, por qué conviene conocerla y cómo se puede manejar.
¿Qué es la ilusión de control?
En los mejores sitios de juegos de azar —ya sea en Perú, España u otros mercados bien desarrollados— vas a encontrar todo tipo de opciones. Si entras a cualquier buen casino online español, te vas a topar con juegos en vivo, ruletas, slots, blackjack… y cada uno ofrece distintos niveles de participación por parte del jugador.
Hay momentos en los que el azar es el único protagonista: tiras los dados, apretas un botón en la tragamonedas o eliges un número en la ruleta, esperando que sea el indicado. Pero si sientes que tu decisión tuvo algo que ver con el resultado —aunque racionalmente sepas que no—, eso es la ilusión de control. Un viejo mecanismo del cerebro.
La psicóloga Ellen Langer acuñó este término hace ya más de cincuenta años, y lo cierto es que el fenómeno sigue más presente que nunca. Hoy en día, con tantos juegos disponibles al alcance de un clic, es fácil sentir que estamos tomando decisiones clave. Las personas, en general, tienden al optimismo y a confiar demasiado en sus habilidades, lo que alimenta esta ilusión. Forma parte de esas pequeñas ilusiones positivas que ayudan a sobrellevar la vida… aunque, en contextos de juego, pueden jugar en contra.
Manifestaciones en los casinos en línea
En general, las personas tienden a buscar patrones y a predecir resultados, incluso en situaciones donde el azar manda. Durante una sesión en un casino online, hay momentos en los que esa ilusión se vuelve especialmente sutil. Estas son algunas de las formas más comunes en que puede aparecer:
Máquinas tragamonedas y “near-misses”
Cuando los símbolos casi coinciden, el cerebro se activa como si hubiera ganado. Ese “casi” no pasa desapercibido. Según Frontiers in Psychiatry, una revista científica de prestigio, los jugadores tienden a seguir apostando después de una “casi victoria”, motivados por la ilusión de estar cerca.
Juegos con interacción física simulada
Lanzar los dados o girar la ruleta con un gesto da la sensación de agencia. Pero no cambia las probabilidades. Estudios confirman que esa interacción refuerza la percepción (falsa) de control.
Bonificaciones y programas de fidelidad personalizados
Incluso los bonos, promociones y programas de fidelidad, si no se usan con responsabilidad, pueden reforzar la sensación de control. Estos incentivos personalizados hacen que los jugadores se sientan recompensados por sus elecciones y lealtad, lo que aumenta la creencia de que sus acciones influyen en los resultados, aunque en realidad el azar sigue siendo el factor clave.
¿Por qué vale la pena identificarla?
Porque cuando usted cree que tiene el control, lo pierde. Entender la ilusión de control es como quitarse una venda: le permite tomar decisiones más lúcidas, sin la trampa del “esta vez sí gano”. Como advierte la psicóloga Dra. Clark, de la Universidad de Cambridge, este sesgo está ligado a un menor autocontrol durante el juego. Al reconocer que el azar manda, es más fácil frenar la escalada de apuestas y evitar ese ciclo en que se apuesta más para recuperar lo perdido. El resultado: menos ansiedad, menos pérdidas, y una relación más sana con el juego. Al final, el juego no debería ser una fuente de estrés, sino un pasatiempo que aporte disfrute, emoción y momentos agradables.
¿Cómo combatir esta ilusión?
No se trata de dejar de jugar, sino de jugar con los ojos abiertos. Una forma efectiva de romper la ilusión de control es establecer límites de tiempo y dinero antes de empezar, cuando la cabeza todavía manda sobre el impulso.
También ayuda evitar juegos que imitan control con botones, gestos o decisiones irrelevantes. Pensar críticamente —¿esto depende de mí o del azar?—es clave.
Y ojo: estudios recientes destacan el valor de mensajes personalizados que alertan sobre patrones de riesgo. A veces, una simple notificación puede ser un freno necesario.
Antes de hacer clic otra vez
La ilusión de control no es un monstruo invisible ni un invento de los expertos en comportamiento. Es una voz suave que le susurra: “Esta vez sí puedes ganar”. Y lo hace justo cuando usted más quiere creerlo. Aparece en las tragamonedas que casi aciertan, en cada gesto que simula decisión.
Detectarla no significa dejar de jugar. Significa jugar con criterio. Con límites. Con la conciencia de que, en la mayoría de los casos, no hay una estrategia mágica, ni un toque especial, ni un presentimiento acertado. Solo azar.
Antes de hacer clic otra vez, pregúntese: ¿es esta decisión realmente mía… o solo parece serlo?
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Imponen multa de más de 600 mil soles a Clínica Delgado -Auna por filtrar historial médico de Shakira
Susalud indicó que vulneración de confidencialidad de datos de la artista colombiana configura como una “falta grave”.

Tremenda multaza que le acaba de caer a la Clínica Delgado–Auna, la misma que en pandemia recibió una ola de críticas por el excesivo cobro de “garantías” cuando un paciente se quería hospitalizar por Covid-19, llegando a pagar hasta 60 mil soles, y que la misma era solo una fracción del monto total.
Sí, el karma existe, y ahora le tocó el turno a la mencionada clínica privada, luego que la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), entidad adscrita al Ministerio de Salud (Minsa) le impusiera una sanción administrativa equivalente a S/668,750 por filtrar información confidencial sobre la salud de la cantante colombiana Isabel Mebarak Ripoll, mejor conocida en el mundo artístico como ‘Shakira’, quien sufriera un malestar estomacal el pasado mes de febrero.
Como se recuerda, la cantante barranquillera ingreso de emergencia a la mencionada clínica luego de acusar un severo malestar estomacal que le impidió poder presentarse en la primera fecha de sus conciertos previstos en Lima. Horas después, personal que ya fue identificado por la propia clínica difundió parte de su historial clínico en las redes sociales. Ante ello, el centro de salud privado se pronunció sobre lo ocurrido, precisando que ya se había iniciado una “investigación exhaustiva”.
«Siempre hemos actuado con el máximo respeto por nuestros pacientes, su privacidad y cumpliendo con el marco normativo existente. El incidente ocurrido, en el que se filtró información confidencial de uno de nuestros pacientes, no representa en absoluto la ética profesional que rige nuestra institución. Lamentamos, profundamente lo sucedido y reiteramos nuestra tolerancia cero contra todo acto que vulnere la información personal de nuestros pacientes», indicó.
Más allá de las investigaciones iniciadas por la Clínica Delgado-Auna, Susalud mencionó que tal divulgación de datos representaba una “falta grave” y por ello ameritaba una sanción pecuniaria.
«Susalud enfatiza que, toda persona usuaria de los servicios de salud, independiente de su nacionalidad, seguro, y tipo de establecimiento donde se atienda, tiene derecho a ser atendido con pleno respeto de su dignidad e intimidad, con la garantía de la confidencialidad y protección de los datos referidos a su atención», se puede leer en el portal web de la institución.

Asimismo, recalcó que los centros médicos deben de proteger datos acerca del diagnóstico, tratamiento y condición médica de los pacientes, y que resaltó que esta información no puede ser revelada sin consentimiento previo, de su familiar responsable o representante legal.
«La garantía de este derecho tiene su amparo en la Constitución Política del Perú, la Ley General de Salud, así como la Ley que establece los derechos de las personas usuarias de los servicios de salud, que reconocen el derecho fundamental de toda persona a su dignidad, a la intimidad personal y familiar, así como, guardar la reserva de la información en salud», añadió.
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Nombramientos Irregulares en la UNSAAC: nepotismo y despilfarro de recursos públicos
El derrumbe institucional de la UNSAAC. Una historia que incluye a un familiar de la presidenta Dina Boluarte.

La Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, otrora símbolo de sabiduría andina y resistencia intelectual, atraviesa uno de los momentos más oscuros de su historia reciente. Las paredes coloniales que la rodean ya no resguardan el espíritu crítico, sino los ecos de la indignación. Una federación estudiantil en pie de guerra, docentes que denuncian a gritos el desmoronamiento ético de su alma máter, y autoridades que —con el silencio como único argumento— se atrincheran tras resoluciones y formalismos.
La causa inmediata de esta crisis: el proceso de nombramiento de docentes contratados, amparado en la Ley N.º 32171, convertido en botín político y familiar. La ley, que buscaba regularizar a miles de docentes precarios, se ha transformado en Cusco en un instrumento para beneficiar a allegados, parientes y amigos de autoridades universitarias, bajo el manto cómplice de la burocracia y la opacidad.
El Rector Eleazar Crucinta Ugarte y la vicerrectora Paulina Taco han sido señalados públicamente por actos de presunto nepotismo. Más de seis artículos documentadas han encendido las alarmas. Mientras tanto, la comunidad estudiantil —en un acto que recuerda las viejas huelgas universitarias— tomó las instalaciones, exigiendo que las actividades se trasladen a la virtualidad, como si el problema pudiera esconderse tras una pantalla.
El caso más escandaloso, sin embargo, lo protagoniza la Escuela Profesional de Antropología. En un documento fechado el 26 de junio de 2025, los docentes de dicha escuela denuncian un proceso plagado de irregularidades: nombramientos sin sustento técnico, ampliación indiscriminada de plazas sin análisis de carga académica, y vínculos familiares que rozan el tráfico de influencias.

Entre los casos más indignantes figura el del director del Departamento Académico, Dr. Máximo Cama Tito, cuya esposa, Alejandra Tito Tica, aparece nombrada. Similar situación se presenta con el Antropólogo David Ugarte Vegacenteno, cuya hija —Luz Gabriela Ugarte Boluarte, sobrina de la presidenta de la República— figura entre las beneficiadas, pese a no cumplir con los requisitos de la ley. ¿Coincidencia? ¿Amnesia legal? ¿O simple impunidad disfrazada de meritocracia?
La evaluación de candidaturas parece haberse realizado con la ligereza de quien selecciona nombres al azar. Morvely Karen Núñez del Prado, declarada «apta», jamás figuró como docente contratada durante el semestre exigido por ley. Su inclusión en el listado revela la precariedad —y quizás la perversidad— de los criterios utilizados. En cualquier administración seria, este sería motivo suficiente para anular el proceso. En Cusco, sin embargo, todo sigue igual.
La Federación Universitaria del Cusco, en su oficio N.º 036-2024-FUC-SAG, ha denunciado incluso el pago de sueldos a docentes sin carga académica. Es decir, funcionarios que cobraban sin enseñar. Entre ellos, una vez más, la ya mencionada Luz Gabriela Ugarte Boluarte. ¿Quién autoriza estos pagos? ¿Quién los supervisa? ¿Quién los encubre?

Peor aún, el acuerdo firmado el 8 de mayo entre el rector y el Centro Federado de Estudiantes, donde se comprometía a priorizar la demanda real antes de los nombramientos, fue flagrantemente ignorado. No solo se incumple la palabra dada; se traiciona a una comunidad entera.
Para hablar de estos temas, nos comunicamos con el rector Eleazar Rucinta, pero hasta el cierre del artículo no tuvimos respuesta.

UNSAAC en cuidados intensivos
La UNSAAC está enferma. Y su enfermedad no es solo burocrática, sino moral. La corrupción, ese viejo mal peruano que se infiltra en los pasillos del poder como una hiedra venenosa, ha encontrado terreno fértil en la universidad más antigua del sur del país.
La pregunta ya no es si estas denuncias son ciertas —los documentos hablan por sí solos—, sino cuánto tiempo más la sociedad cusqueña y el Estado peruano permitirán que esta situación se prolongue. ¿Dónde están los organismos fiscalizadores? ¿Dónde está la Sunedu? ¿Dónde está la presidenta, cuya sobrina es parte del escándalo?
Urge una intervención que no sea decorativa. Una auditoría real. Un castigo ejemplar. Porque si dejamos que la UNSAAC se hunda, con ella se hundirá también una parte esencial de nuestra historia académica, de nuestro futuro colectivo. Y lo más terrible: no nos daremos ni cuenta.
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Cámaras inoperativas, vehículos de serenazgo en mal estado, equipos defectuosos, todo eso ha encontrado la Contraloría en 248 municipios
Inspección realizada en mayo por la Contraloría ha revelado que muchos gobiernos locales no cuentan con las medidas necesarias para vigilar sus jurisdicciones.

Desprotegidos. La Contraloría General de la República realizó un operativo a 248 gobiernos locales durante los días del 8 al 14 de mayo, detectando severas deficiencias en los servicios de seguridad ciudadana. El operativo denominado “Servicios de seguridad ciudadana ejecutados por los gobiernos locales” arrojó que en todos eso municipios no existe un correcto funcionamiento en herramientas que deberían de ayudar al personal a combatir la delincuencia urbana.
Así, figuran 1553 cámaras de videovigilancia inoperativas (el 20 % de las 6144 instaladas), siendo las regiones más afectadas Arequipa (255), La Libertad (180) y Lima Provincias (153). Además, el 22 % de las cámaras no almacenan las grabaciones por el plazo mínimo de 45 días, como exige la norma, y el 86 % de las municipalidades no tiene un plan de mantenimiento para estos equipos.

Respecto a los equipos de radiocomunicación, se detectaron 1054 unidades inoperativas (el 19 % del total) y se constató que el 32 % de las municipalidades no cuenta con un centro de telecomunicaciones para monitoreo y respuesta ante emergencias.
En cuanto al patrullaje municipal, 378 vehículos (el 14 % del total) están inoperativos, mientras que 34 gobiernos locales no realizan patrullaje conjunto con la Policía Nacional, lo que debilita la coordinación interinstitucional.
El personal de serenazgo también enfrenta condiciones precarias: el 63 % de las municipalidades supervisadas no les proporciona equipo de protección completo, y el 20 % solo les entrega equipamiento parcial, sin chalecos antibalas, rodilleras ni coderas.
De forma aún más crítica, seis municipalidades no cuentan con servicio de serenazgo ni con cámaras de videovigilancia, lo que refleja una ausencia total de presencia municipal en materia de seguridad.
Recomendaciones de la Contraloría
La Contraloría General ha comunicado los resultados del operativo a los titulares de los gobiernos locales visitados con la finalidad de que adopten las medidas preventivas y correctivas que contribuyan a optimizar la gestión de seguridad ciudadana que vienen desarrollando.
Asimismo, ha recomendado la elaboración e implementación obligatoria de planes objetivos específicos para el servicio de serenazgo en todos los gobiernos locales, alineados con directivas nacionales y bajo enfoque de gestión de riesgos. Esto permitirá optimizar el uso de recursos, fortalecer la capacidad operativa y mejorar la articulación del sistema de seguridad ciudadana.
Actualidad
Caos en la Vía Expresa: Metropolitano colapsó otra vez
Más de 20 buses del Metropolitano quedaron varados en la Vía Expresa de Paseo de la República. Según la ATU, el incidente fue causado por un acto de vandalismo que puso en peligro a un conductor.

Este lunes 30 de junio, Lima volvió a experimentar lo que para miles de ciudadanos ya no es una excepción, sino una lamentable rutina: el colapso del servicio del Metropolitano. Más de 20 buses quedaron varados durante horas en plena Vía Expresa, entre el Centro de Lima y San Isidro, dejando a cientos de pasajeros atrapados, molestos y sin respuestas claras.
Según la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), la causa de este nuevo episodio de caos fue un “acto de vandalismo” que afectó a uno de los conductores. Si bien el comunicado oficial señala que el servicio fue “restablecido”, la realidad es que no existen protocolos efectivos para enfrentar imprevistos, ni mucho menos un plan de contingencia que priorice a los usuarios.
La ATU se limitó a publicar en redes sociales: “Se ha superado el incidente”, como si con eso bastara para justificar horas de retraso y desorden en el servicio. Es inaceptable que un sistema de transporte que moviliza a miles de personas a diario dependa del azar, sin medidas preventivas ni capacidad de reacción frente a emergencias mínimas.

Como si fuera poco, la estación Naranjal del Metropolitano también sufrió bloqueos debido a manifestantes. Aunque finalmente se dispersaron con apoyo policial, el daño ya estaba hecho: más demoras, más caos, y más ciudadanos afectados.
La ATU parece olvidar que gestiona un servicio esencial para la vida diaria de la ciudad. La falta de inversión en infraestructura de respaldo, la carencia de información oportuna a los usuarios y la absoluta ausencia de un plan de manejo de crisis evidencian un sistema colapsado por la improvisación.
Los limeños no merecen más excusas ni comunicados vacíos. Necesitan un sistema de transporte urbano que funcione, que sea seguro, previsible y, sobre todo, respetuoso con su tiempo y su dignidad. Si la ATU no puede garantizar eso, entonces la pregunta es obligada: ¿para qué existe?
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