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Redoble por Scorza

Scorza, neoindigenista, en Redoble por Rancas, obra escrita y reescrita desde 1968 hasta 1969, cuenta la historia de los campesinos de Rancas, en Cerro de Pasco, que se levantaron contra la empresa minera multinacional  Cerro de Pasco Corporation que pretendía quitarle parte de sus terrenos.

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Por: Raúl Villavicencio H.

Manuel Escorza Torres, hijo de padre cajamarquino y madre huancavelicana, poeta, político, aprista, ex aprista, socialista, leonciopradino, sanmarquino, editor, novelista, reinvindicador del indigenismo, crítico de la realidad peruana, amante de un realismo mágico que supo impregnar en cada página de sus libros, confeso hombre de izquierda socialista, nació un 9 de setiembre de 1928 y murió trágicamente durante un accidente aéreo un 27 de noviembre de 1983.

Su pulso narrativo y conocimiento profuso de la realidad indígena le permitieron publicar cinco novelas que conforman su denominada ‘Guerra Silenciosa’; entre ellas Redoble por Rancas, Historia de Garabombo el Invisible, El Jinete Insomne, Cantar de Agapito Robles y finalmente La Tumba del Relámpago, obras que le valieron ser voceado en el año 1979 para el premio Nobel de Literatura, galardón que finalmente obtuviera el poeta griego Odysseus Elytis. A propósito de ello, tuvieron que pasar más de 30 años para que un leonciopradino como él, un tal Mario Vargas Llosa, finalmente le otorgue al Perú el primer y único (hasta el momento) Nobel de Literatura.

Scorza, neoindigenista, en Redoble por Rancas, obra escrita y reescrita desde 1968 hasta 1969, cuenta la historia de los campesinos de Rancas, en Cerro de Pasco, que se levantaron contra la empresa minera multinacional  Cerro de Pasco Corporation que pretendía quitarle parte de sus terrenos. Producto del conflicto entre los ranqueños y los policías salieron sin vida los líderes comunales Teófilo Huamán y Alfonso Rivera. Esa historia le impactó mucho al escritor, que no se quedó de brazos cruzados con semenjante injusticia.

Cuenta su hija Ana María Scorza que su padre recibió en su domicilio de Lima a un grupo de comuneros que habían viajado desde Rancas hacia la capital para contarle las atrocidades sufridas. El ya laureado poeta y escritor, no solo puso atención en la denuncia de los comuneros, sino que les ofreció su vivienda como lugar de descanso y refugio.

Aquella convivencia de casi una semana con los comuneros le valió años después al escritor elaborar un ensayo de todos los testimonios, informes y audios recopilados, sin embargo, viendo que en un ensayo no iba a plasmar toda la historia optó por convertirla en una novela. Gracias a Scorza, las injusticias contra la comunidad de Rancas fueron conocidas a nivel mundial.

Columna publicada en el Diario Uno.

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Los 1200 mundos de Schindler

Acabada la guerra, como era de esperarse, Shindler, al ser un calificado como un criminal nazi, tuvo que escapar de Alemania sin un centavo en sus bolsillos. Sus ex empleados, entre ellos su leal contador Itzhak Stern, tuvieron que atestiguar a favor de él ante los estadounidenses. En palabras del escritor Herbert Steinhouse, Schindler era “un oportunista arrepentido que vio la luz y se rebeló contra el sadismo y la vil criminalidad que le rodeaba”.

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Por: Raúl Villavicencio H.

Cómo es posible que un mujeriego, bebedor compulsivo, coimero, y sobre todo nazi se encuentre enterrado en el sagrado monte de Sion en Jerusalén. Oskar Schindler pudo ser todo eso y mucho más, pero sus actos durante la etapa más terrorífica del Holocausto, hicieron que eso pase a un segundo, tercero o cuarto plano.

Aquel empresario alemán derrochó toda su fortuna, TODA, en salvar a los judíos que trabajaban para él. Los medios para tan loable acto pueden no ser los más idóneos, pero los resultados jamás serán olvidados.

Aunque en un comienzo las intenciones de Schindler durante la guerra eran hacer la mayor cantidad de dinero posible, con el tiempo esa mentalidad mercantilista se fue trastocando a la de un benefactor omnipresente para la comunidad judía.

El punto de inflexión se habría dado en 1943, cuando las fuerzas nazis aniquilaron a casi todo un gueto judío, todo frente a los ojos de Shindler, que solamente podía ver y escuchar horrorizado los gritos de dolor, las miradas de misericordia, el último aliento de los miles desamparados.

Consciente que su propósito lo llevaría indefectiblemente a la ruina financiera y social, Oskar no titubeó ni un minuto en proteger a sus empleados del yugo nazi, sobornando con su carisma innato a muchos altos funcionarios nazis, pagando por cada uno de ellos altas sumas de dinero que por ese entonces iban menguando de sus arcas. De no haberse desprendido de todas sus riquezas, aquellos judíos (que ahora han dejado generaciones detrás de ellos) habrían ido a parar a los campos de exterminio, como los otros seis millones de sus compatriotas.

Acabada la guerra, como era de esperarse, Shindler, al ser un calificado como un criminal nazi, tuvo que escapar de Alemania sin un centavo en sus bolsillos. Sus ex empleados, entre ellos su leal contador Itzhak Stern, tuvieron que atestiguar a favor de él ante los estadounidenses. En palabras del escritor Herbert Steinhouse, Schindler era “un oportunista arrepentido que vio la luz y se rebeló contra el sadismo y la vil criminalidad que le rodeaba”.

Los judíos salvados por Shindler le hicieron un anillo fundido de un diente de oro con la frase “quien salva una vida, salva al mundo entero”. Falleció el 9 de octubre de 1974.   

(Columna publicada en el Diario Uno).

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Miquita

Columna basada en personajes reales.

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Por: Raúl Villavicencio H.

Alejada desde hace muchos años de los espectáculos teatrales, la mirada lasciva y los comentarios viperinos, Micaela Villegas, ya de 70 años, aguardaba pasivamente la llegada de la muerte. Recostada en su cama mortuoria, pasaba las tardes conversando de temas disparejos con sus sirvientas y uno que otro familiar que acudía a verla.

Una tarde de esas, aquella mujer que atrapó la atención de toda una ciudad por sus arrebatos y tormentoso amorío con un virrey, pudo contarle plácidamente a una de sus empleadas la historia de su tan polémico apelativo.

Doña María, como respetuosamente se dirigían a ella los trabajadores de su hacienda, en su momento de plenitud, contaba, fue una talentosa actriz y cantante que desde muy temprana edad aprendió a ser el centro de atención de galantes de buena cuna y apellido, sin embargo, existió solo uno que la terminó cautivando con promesas y dádivas propias de un gran y poderoso señor ibérico.

Él, casi cuarenta años mayor que ella, había perdido la cabeza por aquella mujer que le devolvía de manera momentánea aquel vigor y virilidad que tuvo en su juventud. Desnudos y recostados luego del clímax, el virrey Amat, completamente desarmado por la feroz sensualidad de su amada, era incapaz de negarle cualquier petición de su querida ‘Miquita’. “Lo que tú deseas mi querida “peti-xol”, lo que tú desees”, repetía el rollizo anciano que no hacía más que contemplarla, extasiado y sudoroso.

La anciana mujer le confesaba a su oyente que “peti-xol” significaba en catalán “pequeña joya” y que así le decía el virrey cuando este quería complacerla con algo. Sin embargo, como dice el dicho que las paredes tienen oídos, sus sirvientes en aquel entonces escuchaban, confundidos por el griterío y los gemidos de los amantes, “perri choli”. Es así como surge tal apelativo.

La aristocracia limeña de la época, que nunca vio con buenos ojos aquella relación, utilizó esa mala interpretación para dirigirse a ella como la “Perricholi”, pues consideraban que solo estaba con el virrey para obtener fortuna y crecer dentro de una sociedad regulada por los chismes e historias contadas por terceros. Fue así, dice ella, como quisieron perjudicarla moralmente, valiéndose de sus caprichos e impulsos que varias veces la terminaron señalando como una mujer díscola, procaz e insolente.

(Columna publicada en el Diario Uno).

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¡La rebelión se justifica!

Lea la columna de Tino Santander.

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Por: Tino Santander Loo.

La mayoría de las insurrecciones democráticas y rebeliones populares tienen como causas la corrupción, el desempleo, la informalidad, el aumento del crimen organizado, las desigualdades económicas, la xenofobia, el racismo, y el dogmatismo religioso. Los movimientos sociales que las conducen son espontáneos, no tienen un programa, ni objetivos políticos claros; muchos de ellos son emotivos y quieren acabar parcialmente con el sistema, algunas quieren imponer sus dogmas de fe; otras conducen a reformas estructurales muy violentas. Analicemos las mas importantes de nuestra época.

La Primavera Árabe fue una serie de protestas, levantamientos y revoluciones que comenzaron en diciembre de 2010. En Túnez, se inició la Primavera Árabe con la muerte de un joven ambulante, Mohamed Bouazizi, en protesta por la corrupción policial. Esto provocó una gran rebelión popular que derrocó al presidente Zine El Abidine Ben Ali, quien había estado en el poder durante 23 años.

En Egipto, las manifestaciones en el Cairo se convirtieron en el símbolo de la revolución egipcia. La insurrección popular obligó a renunciar a Hosni Mubarak, quien gobernó el país por casi 30 años. En Libia, las protestas contra Gadafi fueron promovidas por los Estados Unidos y la OTAN; Gadafi fue capturado y asesinado en octubre de 2011, pero el país quedó hundido en el caos y la guerra civil continúa.

En Siria, las protestas contra Bashar al-Ásad provocaron una cruenta guerra civil que continúa con la intervención de Rusia y Estados Unidos. En Yemen, las protestas obligaron a renunciar al presidente Ali Abdullah Saleh. Sin embargo, el país cayó en una guerra civil que provocó la intervención de Arabia Saudita.

Las rebeliones en Francia son un fenómeno recurrente en su historia frente a determinadas políticas públicas; el movimiento de los chalecos amarillos (Gilets Jaunes) surgió en noviembre de 2018 cuando el presidente Macron aumentó el impuesto a los combustibles afectando a las clases medias y bajas, especialmente en las zonas rurales. Luego la movilización se generalizó contra las políticas neoliberales y el costo de vida en general.

El gobierno centro derechista de Macron intentó reformar las Pensiones – 2019-2023 y originó una ola de protestas violentas en todo el país organizadas por los sindicatos galos; Tuvieron que modificar sus reformas para evitar la violencia de la movilización ciudadana. Los estudiantes se rebelaron por el cambio climático y la calidad educativa. Millones de franceses se movilizan contra la inmigración indiscriminada. Francia, esta en el zigzag de la extrema izquierda y la extrema derecha. La rebelión continuara.

En Chile, el “estallido Social” evidenció las inmensas desigualdades económicas y sociales del país Mapocho; millones se movilizaron por una nueva constitución para “acabar” con las injusticias; las masas fueron conducidas por delirantes dirigentes de las clases medias radicalizadas que aspiraban a construir el paraíso socialista de Sudamérica. El delirio fue rechazado y Chile volvió con la izquierda al orden neoliberal de Pinochet. Chile es el ejemplo de lo que no debemos hacer.

En Venezuela las protestas serán permanentes e intermitentes contra la brutal y corrupta dictadura bolivariana que en nombre del socialismo ha impuesto un régimen hambreador y cleptocrático. La insurrección popular en Venezuela es una fantasía. La tragedia venezolana es un peligro para la seguridad latinoamericana; millones de compatriotas huirán del régimen de Maduro y frente a ello prima la frivolidad y la permisividad de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos.

En Bolivia la crisis política se agudiza por la lucha por el poder en las que están sumidas dos facciones de la izquierda; la crisis económica debido a la falta de divisas y de combustibles hacen de la rebelión y la insurrección un camino inevitable a la guerra civil. Millones de bolivianos huirán del hambre y la miseria y la crisis en Sudamérica se agravará.

En nuestro país la corrupción es generalizada, el crimen organizado controla extensas zonas del territorio nacional; la clase política no sabe qué hacer; el país esta abandonado a su suerte. No hay otro camino que la rebelión democrática. Los colegios profesionales, las universidades, las fuerzas armadas y el movimiento popular debemos organizar una huelga general indefinida para sacar a los podridos del Congreso y del Ejecutivo y nombrar una junta de gobierno que convoque a elecciones generales en otras condiciones. La experiencia internacional de las insurrecciones democráticas y rebeliones populares nos deben servir de ejemplo para no ir a una cruenta guerra civil. Los transportistas han iniciado la gran rebelión democrática.

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Lecciones de Shōgun, la serie

La gran lección que deja esa serie es que en la guerra no siempre sale vencedor el que tiene más soldados, sino el que tiene paciencia e inteligencia para dar el golpe más certero al momento de la batalla.

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Por: Raúl Villavicencio H.

Decía el milenario militar chino Sun Tzu en su famoso libro El Arte de la guerra: “Cuando se está cerca, se debe parecer lejos, cuando se está lejos, se debe parecer cerca. Se muestran carnadas para incitar al enemigo. Se finge desorden y se lo aplasta”. Apariencias, de eso trata, a modo de resumen, todo lo que tiene que ver con la nueva versión de la famosa serie de los ochentas Shōgun.

Yoshii Toranaga (mayúscula interpretación de Hiroyuki Sanada), un gran Señor de la era feudal japonesa del siglo XVII, personifica todo lo que debe de tener un líder militar: astucia, autocontrol, sabiduria, temple, imparcialidad y coraje. En la serie se muestra como un individuo que juega al filo de lo que es conocido como ético en el mundo occidental; impávido a la hora de tomar decisiones, así sean incómodas y dolorosas para muchos de sus vasallos.

Toranaga sabe desde muy pequeño que para ascender en esa escalera hacia el poder hay que hacer muchas cosas contrarias a lo que es correctamente popular o solo para quedar bien con sus generales y subalternos. Un gran jefe debe demostrar ante su pueblo firmeza en sus decisiones y ocultar aquellas debilidades que por dentro lo consumen. En ese Japón feudal importa tanto la forma como el fondo de las cosas; de la forma de servir el té a ofrecer su vida en sacrificio, cada cosa tiene un porqué y muchos malentendidos se originan por el más mínimo detalle.

Es ahí el sentido de la frase de Sun Tzu; puede que uno se encuentre en clara desventaja militar y arrinconado, y son las apariencias que van formando una idea en el enemigo que ya saborea de antemano una apabullante victoria. En una parte de la serie se muestra a Toranaga derrotado en número por sus adversarios, haciéndoles creer que efectivamente ha depuesto las armas para su captura, pero solo el gran estratega sabe ocultar sus verdaderas intenciones, llevándolos, casi sin derramar una gota de sangre, a su propia destrucción.

La gran lección que deja esa serie es que en la guerra no siempre sale vencedor el que tiene más soldados, sino el que tiene paciencia e inteligencia para dar el golpe más certero al momento de la batalla.

(Columna publicada en el Diario Uno).

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Cancillería y Comisión de Relaciones Exteriores, tal para cual

Lea la columna de Rafael Romero.

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Por: Rafael Romero.

El cogobierno de Dina Boluarte y Keiko Fujimori paraliza el control político entre los poderes y determina que las comisiones congresales -en manos de Fuerza Popular- renuncien a su labor fiscalizadora respecto del Ejecutivo.

El ejemplo más ilustrativo de esta parsimonia cuestionable es la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República, ayer nomás en manos de Alejandro Aguinaga y ahora bajo la presidencia de Auristela Obando Morgan. Lo cierto es que la labor política de este grupo parlamentario no es ni chicha ni limonada frente a la fiscalización que debería de ejercer sobre la Cancillería del Perú.

No hace mucho, el pasado 9 de setiembre, el canciller Elmer Schialer, estuvo en el seno de la Comisión de Relaciones Exteriores, pero en ningún momento recibió de parte de los congresistas alguna pregunta o inquietud acerca de los temas que realmente le alcanzan al ciudadano y a la institucionalidad, pese a que el propio ministro Schialer les dijo, textualmente, que “las puertas del despacho están abiertas para tratar cuestiones puntuales o generales, según sea el deseo de los representantes del pueblo en esta casa congresal”.

Pese a esa flor lanzada por dicho ministro a los parlamentarios, la verdad es que todos ellos de consuno están lejos de la realidad y peor cuando se trata de ejercer el control político respecto de la probidad, la transparencia y la integridad dentro del servicio diplomático para provecho de las nuevas hornadas de funcionarios en Torre Tagle.

Así tenemos el caso del servidor Hugo Sotomayor Vergara, que ingresó en 1980 a laborar en la Cancillería, pero sus derechos laborales hoy están conculcados. También está pendiente la investigación a Néstor Popolizio, conocido como el canciller del Lagarto Vizcarra, por los complots contra el embajador Fortunato Quesada y el expresidente Alan García.

Respecto de esos problemas, tanto el ministro Schialer Salcedo, como los dos últimos presidentes de la Comisión de Relaciones Exteriores recibieron desde esta redacción cartas, correos y noticias, entre el 2023 y el 2024, pero jamás tomaron razón de los mismos. De manera que, si dentro de casa no se respeta la ley, ni los derechos humanos, ni la dignidad de la persona ni las normas laborales, entonces ¿con qué autoridad moral los ministros o congresistas hablan de Venezuela, de hermandad, de bienestar, progreso, integración, paz social o promoción de los valores democráticos e institucionales?

¿Cómo pueden ellos ponderar sobre el ingreso del Perú a la OCDE, o la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), sobre la Cumbre de Líderes de APEC, la Comunidad Andina o la cooperación multilateral, si no fiscalizan seriamente para que el servicio diplomático esté en manos de funcionarios verdaderamente íntegros e idóneos?

Es más, ¿cómo puede hablar el ministro Schialer “del profesionalismo de la diplomacia peruana y de su reconocimiento internacional”, dizque a partir de la contemplación de la “responsabilidad, los sueños y aspiraciones de nuestro pueblo”, cuando están pendientes de atención y de fiscalización el caso de Hugo Sotomayor o los complots contra el embajador Quesada (donde hay pruebas irrefutables) y contra el expresidente García. Estos tres casos socavan la institucionalidad de la Cancillería, así como dañan la imagen y el prestigio de Torre Tagle.

No se olvide que en diplomacia la forma es el fondo y la coherencia es un requisito de pulcritud, credibilidad y transparencia para la buena imagen y mejor prestigio de un país. Lamentablemente, existe un silencio cómplice del Congreso sumado a la ineficiencia diplomática que daña la institucionalidad. Y esto sucede cuando se sobreponen los intereses personales de una argolla por encima de la verdad, de la ley y de los intereses nacionales.

Haría un mejor trabajo el Congreso si actualiza y mejorta la Ley N° 28091 (Ley del Servicio Diplomático), sobre todo en su capítulo administrativo, en la normativa de los recursos humanos y en el quehacer consular, siendo clave, por ejemplo, especificar que el ascenso sea por resultados.

Obviamente, también se debe dar importancia al sistema disciplinario interno de la Cancillería para acabar con las argollas y los complots. Por ejemplo en el caso de Popolizio, De Zela y Rubín no debe primar la política del avestruz, no debe haber impunidad ni blindaje o encubriomiento como parece haber ocurrido durante las gestiones de los cancilleres Wagner, Maúrtua, Landa, Rodríguez Mackey y González-Olaechea.

Lamentablemente la mediocridad se instaló en el Estado y la ilegalidad copa todos los espacios de la administración pública. Y esto no está excento de escándalos, como el reciente acontecimiento de retirar al embajador José Betancourt Rivera del Perú en Egipto, por su mal comportamiento frente a altos funcionarios de dicho país. En el caso del embajador Betancourt, la embajada de Egipto en el Perú agradeció el retiro de dicho diplomático de El Cairo, lo que implica que las autoridades egipcias tácitamente lo declararon persona non grata. Esa situación inédita debería recibir la debida atención del Estado para que no se repita la inaceptable conducta del señor Betancourt, ni los complots contra el embajador Quesada y el ex presidente García.

En el caso Betancourt, la Cancillería debería abrirle un proceso disciplinario dada la gravedad de su mala conducta ratificada por el cónsul egipcio y ante el inusitado agradecimiento de la embajada de Egipto por el retiro de Betancourt.  Basta de tibieza en este caso, toda vez que Betancourt ya debería estar trasladado a Lima para rendir cuentas sobre su mal comportamiento mostrado con las autoridades oficiales egipcias.

Bajo ese contexto, cómo puede decir el canciller Schialer -frente a la comisión congresal de Relaciones Exteriores- que es posible “construir un futuro de paz, prosperidad y bienestar para nuestra nación y para las generaciones venideras”, cuando, por ejemplo, hoy el servidor adulto mayor Hugo Sotomayor está impedido de ascender por el hecho de no pertenecer a una argolla que sí cuenta con una resolución viceministerial casi fantasmal, siendo quien la suscribe el embajador John Camino, que no conoce su caso, mientras que sí figuran para ser promovidos los malos funcionarios que le malograron la carrera al ciudadano Sotomayor Vergara.

Mientras esas cosas sucedan no habrá un futuro de paz, de prosperidad ni de bienestar. Por su parte, la Comisión de Relaciones Exteriores permanece dentro de una cápsula de cristal.

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Crónica de un congreso sindical accidentado

Lea la columna de Márlet Ríos.

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Por: Márlet Ríos.

Debido a mis obligaciones, llegué al tercer día del congreso, como delegado de la Coordinadora de Familias por una Banca Solidaria (Cofabs). Eran los últimos días de enero del 2024. En el local,  ubicado a la espalda del circo permanente llamado Congreso de la República, me esperaba el coordinador general de Cofabs, Tino Santander.

Después de acreditarme, pasé al enorme auditorio y esperé a mi coordinador, a quien había estado llamando por celular sin buenos resultados. Al rato, lo veo ingresar por la otra puerta del auditorio y decido acercarme. Los dos nos saludamos y nos sentamos en la tercera fila, cerca del estrado. No pasaron muchos minutos para que los del gremio de construcción civil hicieran sentir su presencia en el congreso con lemas y vítores atronadores. Esta acción se iba a repetir toda la mañana, ante la permisividad de los que conducían el evento. En efecto, se trataba de una demostración de fuerza (y poder). Ellos apoyaban a la lista oficial, de tendencia derechista, cuya cabeza buscaba la reelección. El buen Tino desaparece por unos minutos y, al rato, ingresa con varios de la lista opositora, de tendencia ‘progre’. Los de construcción civil se esfuerzan por permanecer impasibles, pero ipso facto arremeten con más ímpetu; sus arengas son ensordecedoras. Eran alrededor de las once de la mañana y Tino Santander pide la palabra, luego de la intervención de los dirigentes sindicales que presidían las dos listas en competencia. Lo que dijo representó un punto de inflexión y provocó que mi nivel de adrenalina se disparara hasta la estratósfera. “Yo les tengo mucho cariño a los compañeros de construcción civil, pero debo decir que, en este momento, se están comportando como la barra brava del Alianza Lima. Y como no hay garantías para el libre desarrollo del congreso, procedo a retirarme con mi base sindical”, espetó sin inmutarse el fundador de Cofabs y abandonó el recinto ante la ira de los obreros de construcción civil. No había ninguna duda, yo también debía salir del auditorio.

Ya, afuera, en el patio, Tino recibió el apoyo de algunos delegados, pero fue encarado por varios obreros de construcción civil, quienes salieron furiosos del recinto y prácticamente lo conminaron a rectificarse. Fue muy racional de su parte, pues nosotros estábamos virtualmente en franca minoría. Al rato, se produce un receso y todos los que apoyábamos a la lista contraria a la oficialista pasamos a un salón amplio. A partir de ese momento, pude enterarme de las malas artes y las maniobras arteras de los oficialistas. De esta manera, varios delegados opositores fueron impedidos de ingresar al congreso, incluso de provincia. Asimismo, se estaba llevando a cabo una estratagema para inflar los votos de los que buscaban la reelección. Al parecer, la politiquería y el clientelismo no eran ajenos al mundo sindical, pues se trataba de una vil compra de votos. La indignación ya se había extendido entre todos nosotros. Entonces, comencé a hacerme, para mis adentros, unas preguntas inocentes: ¿El congreso acabaría violentamente, a empellones y balazos? ¿Me vería obligado a escapar intempestivamente, junto con Tino, de la ira –nada santa– de los de construcción civil? ¿O yo exageraba y no debería rememorar películas como Reds y Hoffa?

Tino y yo salimos a almorzar comida china y, al regresar, él y los otros dirigentes sindicales se decidieron por la salida más óptima y ponderada: impugnar el proceso electoral de listas, al considerar que no había las suficientes garantías y la total transparencia. Los de construcción civil y su lista no tendrían, así, la necesaria legitimidad y se tendría que convocar a otro congreso. Intuyo que fue la opción más sensata y yo no iba a coronar la jornada en medio de una gresca descomunal y nada incruenta. Total, no estábamos en los tiempos de mi abuelo sindicalista, cuando se enfrentaba a los búfalos apristas a cadenazos, por el control del sindicato de obreros del petróleo en la soleada Talara de los años 40.

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Perdónanos Raimondi

Habrán sido los paisajes que poco a poco se le iban revelando durante sus exploraciones que le terminaron enamorando del Perú; de pasar por un mar generoso, pletórico de peces, a un desierto que pone a prueba nuestra ubicuidad, y luego caer en el desafío de atravesar, machete en mano, un manto vegetal que tiene voz propia como el canto de una sirena.

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Por: Raúl Villavicencio H.

Entre la espesura de los bosques y la curiosa mirada de aves y animales silvestres, la inmensidad de los desiertos costeros o la silente presencia de las nevadas andinas, ahí donde solo los lugareños y pocos extraños se atreven a caminar, un extranjero amante de la naturaleza tuvo una epifanía sobre el lugar donde estaba parado. Era consciente Giovanni Antonio Raimondi, natural de Milan – Italia, que el Perú poseía una riqueza incalculable tanto en minerales como en flora y fauna.

Aquel investigador, explorador, geógrafo y catedrático ítalo-peruano le dedicó gran parte de su vida al estudio incansable de nuestro país, adentrándose a pie o a caballo por pueblos extraídos de una historia de fantasía y misterio. Habrán sido los paisajes que poco a poco se le iban revelando durante sus exploraciones que le terminaron enamorando del Perú; de pasar por un mar generoso, pletórico de peces, a un desierto que pone a prueba nuestra ubicuidad, y luego caer en el desafío de atravesar, machete en mano, un manto vegetal que tiene voz propia como el canto de una sirena.

Los privilegiados ojos de Raimondi veían, casi doscientos años atrás, las cumbres vestidas de blanco nupcial, los ríos habladores que bajaban prístinos hacia el océano, los atardeceres en los mares del norte hechos para una postal de febrero, miles de árboles, de diferentes raíces y funciones medicinales, elevándose hasta el firmamento, sirviendo de hogar y refugio para los animales. Es ahí donde percibe su lugar y propósito en el universo; es la natureza quien provee a la humanidad y no al revés, concluye el aventurero .

De estar aún vivo Raimondi no caería en cuenta cómo miles de árboles se vienen quemando ante la pasividad de las autoridades, cómo aquello que alguna vez recorrió para plasmarlo en mapas va convirtiéndose en una enorme mancha negra, símbolo de la desolación y la ignorancia. Todos los animales que alguna vez lo fascinaron en sus recorridos, escondiéndose en las copas, ahora son arrastrados por las brasas provocadas por sujetos que solo piensan en su bolsillo y por aquellos que miran desde un helicóptero, indiferentes al dolor ajeno.

Perdónanos Raimondi, por no saber valorar y reconocer aquello que tanto quisiste y protegiste, aquel país exótico que ahora está tomado por las manos incorrectas.

(Columna publicada en el Diario Uno)

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MINDEF y PCM reorganizarían la JAE del Ejército

Lea la columna de Rafael Romero.

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Por: Rafael Romero.

El tiempo siempre le da la razón a la Revista Lima Gris. Además, con el periodismo de datos y la acumulación de información oficial con la que cuenta esta redacción, se tiene las condiciones para las hipótesis de investigación periodística más serias y veraces acerca del desmoronamiento de la Jefatura de Apoyo Educativo del Ejército (JAE) que se agudizó sobre todo del 2022 a la fecha.

Una premisa al respecto ha sido el escándalo y maltrato producido a la docente Doris Gonzales Alzamora de la IE Jesús Niño, con trece años de servicio en ese colegio sin ninguna queja, pero a quien desde la llegada de un nuevo director en enero del 2024 se le puso la puntería, como si se tratara de un experimento de un puñado de funcionarios de la JAE para confrontar con el “Convenio” suscrito hace veinte años con el MINEDU y la DRELM. Es decir, se trataría de un grupito de amigos al que no le interesa la calidad educativa.

Segunda premisa o hecho relevante: esa argolla de la JAE no llega a la media docena de funcionarios, conformada por dos o tres “personales militares” y dos o tres “personales civiles” de Defensa, y actuaría arbitraria o caprichosamente socavando con sus acciones u omisiones el referido “Convenio”, así como incumpliendo el Código de Conducta del MINDEF, el ROF, el MOF y el “Compromiso de Integridad” y la ética en la función pública, poniendo todo de cabeza, empezando por granjearse privilegios y acomodos en contra de la meritocracia, al premiar en puestos clave a quienes no aprobaron los exámenes, pero se les otorga labores de oficina o supervisión sin ser idóneos.

Es decir, el gato de despensero y, en ese sentido, se vulnera el “Convenio” (con el MINEDU), se incumplen las directivas de integridad de la PCM y las del propio MINDEF, en medio de una serie de actos que menoscaban la calidad educativa, la probidad, la meritocracia y la transparencia, siendo lo acontecido en la IE Jesús Niño, de San Juan de Miraflores, solo la punta del iceberg, ya que tenemos documentados otros casos.

Hoy mismo ese grupito de la JAE no tiene vergüenza para proceder dictatorialmente contra quien se cruce en su camino, alterando las normas y los procedimientos de la supervisión, sobre todo de forma arbitraria, subjetiva y bajo la ley del embudo, actuando de mala fe para hacer y deshacer en las instituciones educativas del Ejército conforme a sus intereses particulares.

Tercer aspecto o hecho relevante: la JAE -estando en malas manos- solo atenta contra la imagen del Ejército y el MINDEF, poniendo injustamente en cuestión la buena labor que desempeña el actual ministro de Defensa, Gral. de Div. EP (r) Walter Enrique Astudillo Chávez y la buena gestión de muchos otros oficiales del Ejercito que sí son idóneos para el cargo, sobre todo cuando el titular del MINDEF -a diferencia de su antecesor- conoce el tema pedagógico ya que tiene Maestría en Gestión de la Calidad de la Formación Educativa, por la Universidad Complutense de Madrid, y es doctor en Administración.

La cuarta y por ahora ultima premisa, pero no por ello menos importante, es la hipótesis documentada de que se buscaría abortar el Convenio con el MINEDU, bajo el objetivo perverso de “PRIVATIZAR” los colegios del Ejército, buscando crear un Estado dentro del Estado peruano, intentando crear su propia y exclusiva isla, sin control, sin fiscalización ni vigilancia de cara a la enorme cantidad de dinero que generan estos colegios.

Todo esto incomoda a dignos especialistas del MINEDU y de la DRELM, porque es un atentado a la calidad educativa y al clima institucional dentro del gabinete presidido por el doctor Gustavo Adrianzén y al poner en riesgo la buena educación que se debe brindar a los hijos del personal militar.

Por tanto, amerita que la propia Contraloría de la República y la Defensoría del Pueblo también empiecen a documentar este caso, siendo en primer lugar de necesidad urgente que el propio Ejército del Perú y la alta dirección del MINDEF pongan las cartas sobre la mesa y procedan a reorganizar la JAE para provecho de la transparencia y la buena impartición del servicio pedagógico en los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria.

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