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¿Por qué despidieron a Jesús Solari de la presidencia ejecutiva del IRTP?
En algunos medios han pretendido inmolar al funcionario renunciante; pero no se menciona que Solari Díaz fue designado sin cumplir el perfil que requería el puesto y que, en lugar de priorizar la productividad laboral, durante su gestión se apostó por los amiguismos y los recomendados.

Ayer presentó su renuncia al cargo de presidente ejecutivo del Instituto Nacional de Radio y Televisión del Perú (IRTP) Jesús Solari Díaz.
¿Cuáles son las razones de este despido, disfrazado como “renuncia”?
Hay que recordar que desde diciembre de 2022 cuando asumió la presidencia ejecutiva, Jesús Solari Díaz fue cuestionado no solo por su poca experiencia en la gestión pública, sino, por la presunta falsedad genérica que encarna su maestría online en una universidad mexicana que no tiene refrendo de Sunedu.

Solari para ser nombrado presidente ejecutivo hizo cambiar su perfil en la web oficial del IRTP para colgar uno nuevo donde señalaba que era magíster, pero cuando Lima Gris denunció que su “maestría” no figuraba en Sunedu, a los pocos minutos retiraron de la web la información forzada.

No cabe duda que ese es el cuestionamiento más duro que Solari Díaz afronta, porque conforme al cuadro del Manual de clasificador de cargos del IRTP basta ser bachiller con maestría, o ser licenciado para asumir aquel alto cargo, así como una experiencia general de 8 años. Y Solari apenas es licenciado de la Universidad Garcilaso de la Vega y en más de 4 meses al frente del canal del Estado, jamás salió a decir nada de nada de su maestría online.

Además, resulta hilarante leer la carta de renuncia de Jesús Solari a la presidencia ejecutiva cuando menciona que su propósito fue que el IRTP “sea un espacio de encuentro, diálogo y debate abierto en el que se escuchen y se representen todas las voces de nuestra sociedad”.
Si eso fuera cierto ¿entonces, por qué en la gerencia de Prensa la productora general, Nelly Torres, llamada así por la gerente verdadera Mónica Vargas, vetaba los tuits de Keiko Fujimori y ordenaba no poncharlos?
¿Por qué desde hace buen tiempo en los programas políticos Cara a Cara, Rimanchik y ahora Diálogo Abierto no desfiló el APRA, el Fujimorismo y los simpatizantes de Perú Libre y de la izquierda ultra? ¿O en su defecto, los del PPC, Avanza País y Renovación Popular?
¿Por qué a los sets de la avenida José Gálvez siempre acuden los “caseritos” vinculados al caviarismo y al Partido Morado?
Esos personajes que su único afán es pegarse al poder de turno tienen una data impresionante de asistencia. Basta visualizar los archivos de la página web para comprobar el sesgo militante de TV Perú.
Aquel favoritismo se intensificó ferozmente desde el gobierno de Martín Vizcarra y la encargatura de Francisco Sagasti. Y lamentablemente se da porque algunos periodistas que laboran en los noticieros y programas periodísticos son confesos caviarones, antifujimoristas, antiapristas, antiderecha, antiporkys, anticastillistas, anticerrronistas. Sin contemplar que laboran en el canal de todos los peruanos y que deben ser plurales, neutros, tolerantes e inclusivos, porque según los principios rectores del IRTP deben ofrecer información, entretenimiento y cultura. Aunque parece que no entienden que no están para imponer su ideología caviar, ni para discriminar a la clase política que no es de su agrado.
La también cuestionada ministra de Cultura Leslie Urteaga le pidió la renuncia a Solari porque la presión de los Dircom del gobierno exigía explicaciones a la política de cobertura de la gerencia de Prensa a cargo de Mónica Vargas (ex redactora de agencia de noticias) de las actividades oficiales que implica difundir a toda la nación lo que la presidenta Dina Boluarte contemple en su agenda.
Estas actividades oficiales incluyen también las del primer ministro Otárola, conforme lo señala el artículo 123º de la Constitución que establece: “Ser, después del presidente de la República, el portavoz autorizado del gobierno”. Sin embargo, cuando terminaba el Consejo de ministros y el premier brindaba al país su informe de los acuerdos adoptados, lo asignaban a la señal en vivo del circuito cerrado del cable y de la Televisión Digital Terrestre (TDT) de Tv Perú; marginándolo de la cobertura nacional que ofrece la señal abierta del canal 7. Vale decir, a la señal con mayor alcance y que es medible.
Solari marginó al premier y censuró sus intervenciones y solo lo trasmitió en el canal de noticias de cable. En cambio, sí daba señal abierta a la presidente Boluarte; entonces es falso cuando afirman que ha sido echado por no colaborar con la mandataria.
Este mismo criterio lo utilizan para los presidentes de los otros dos poderes del Estado: Legislativo y Judicial. Es decir, solo una pequeña porción del universo total de televidentes y de la sociedad de todo el país se entera de los acuerdos tomados en el Consejo de ministros. Sin duda, una aberración comunicacional producto de la animadversión política caviar.
Según nuestras fuentes, otro punto en contra de Jesús Solari es haber generado poderes fantasmas. Una prueba de ello es Eduardo Guzmán (tristemente celebre expresidente del IRTP) a quien lo habría convertido en su “asesor” y valiéndose de su paso por el IRTP le aconsejó volver a poner en la pantalla programas que él creó, como, por ejemplo ¿Qué Está Pasando? que Fernando Aliaga, antecesor de Solari, cerró por improductivo.
Es decir, Solari le habría dado poderes que no correspondían, para que se convierta en el “presidente ejecutivo en la sombra”. Y valiéndose de esta confianza Guzmán Iturbe tampoco habría dudado en aplicar un presunto “tráfico de influencias”.
El último viernes 26 de mayo, al promediar las once de la mañana, Guzmán llegó a Tv Perú con un recomendado ¿o para convencer de cerrar el trato de una venta de enlatados, o para entregar un puesto de trabajo con sueldo voluminoso?
La foto en la sala VIP de Tv Perú registra el protagonismo sigiloso de Eduardo Guzmán.

De esa forma, en otras áreas habría creado “gerentes en la sombra”. Como en Radio Nacional del Perú, donde manda Francisco Mejorada Chauca. Este “trovador” convenció al gerente de Radio Carlos Fonseca, otro caviar antifujimorista y exmano derecha de Clara Elvira Ospina, de rotar a trabajadores que le hacían mella.

El “trovador” Mejorada Chauca es el mismo personaje que en un audio que publicó Lima Gris le mentó la madre e insultó sin piedad a la ex jefa de RR. HH. Marta Aguirre.
Aquella vez, Solari tapó el proceso administrativo que se le inició a Mejorada Chauca y frenó las investigaciones en su contra, por ser causal de despido… pero finalmente le salvó la vida.
Un tercer caso del poder en la sombra de Guzmán Iturbe, es Nelly Torres. Ella sería en la práctica la gerente de prensa, mientras que la verdadera gerente de prensa Mónica Vargas, solo se dedica a firmar los documentos de la burocracia y ha abandonado el manejo periodístico y de contenidos en los que Nelly Torres habría impuesto sus caprichos, rotando a trabajadores a su antojo y eliminando a los que no son de su grupo. Y, lo más sorprendente, empoderando un matriarcado, por ahora, irrebatible.
Nelly Torres también ha sido el brazo derecho de Eduardo Guzmán.
Jesús Solari ya estaba en capilla desde hace tiempo, pero se ha sostenido por su protectora, la ministra de Cultura Leslie Urteaga, que lo defendió a morir. No olvidemos que en los últimos meses la ministra de Cultura tuvo más exposición mediática en el canal, que la propia Jefe de Estado y que el premier Otárola. Sin duda, con otro ministro/a de Cultura, hace tiempo hubiera salido por los cuestionamientos a su maestría online.
En twitter circula un vídeo de una periodista que repregunta a Dina Boluarte sobre lo que publicó Hildebrandt en sus trece, respecto a los muertos de la crisis política del sur. Esa reportera, es nada menos que Cintya Malpartida; es la misma que estuvo en el despacho de Pedro Castillo cuando anunció el golpe de Estado y que fue convocada por Betssy Chávez y que a la postre ante la Fiscalía terminó acusando a Betssy de estar presente en el discurso del profesor chotano junto al expremier Aníbal Torres.
Aquello, deja entrever que la actitud de esta periodista con su repregunta a la mandataria (Dina Boluarte antes no quiso responder a otro periodista quien formuló la pregunta sobre los muertos) es la más clara posición de respeto a la libertad de prensa y opinión del gobierno. Y actualmente, no habido represalias contra la reportera Malpartida, quien sigue laborando en Tv Perú.
Por lo tanto, es mentira que despiden a Solari por la pregunta incomoda de la periodista.
¿De qué respeto a la libertad de prensa habla Solari? si fue él quien echó a Carlos Cornejo de Rimanchik por opinar contra el gobierno de Dina Boluarte en plena crisis política del sur.
Solari despidió al periodista porque quiso ganarse ave marías con el gobierno de Boluarte. Entonces, ¿dónde queda la tesis que lo expectoran porque no quiere apoyar al gobierno desde su gestión?
Todo eso es una patraña más de la narrativa caviar.
¿El IRTP cuándo dejará de ser una chacra al servicio de las camarillas de turno?
Solo esperamos que lleguen nuevos vientos. Una nueva propuesta empresarial libre de gérmenes políticos y de voluntades caprichosas que, en lugar de priorizar la eficiencia y productividad laboral, hasta hoy ha apostado por los compadrazgos, amiguismos y recomendados. Es decir, sin ningún filtro que enarbole la meritocracia.
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El Reloj del Parque Universitario
igo de protestas, revueltas, la recordada “Marcha de los 4 suyos”, el caos que originaban las famosas ‘lanchas’, los vendedores informales, los cómicos ambulantes, y hasta gatos que de noche hacen de ese espacio su refugio.

Por: Raúl Villavicencio H.
La famosa Torre Reloj del Parque Universitario, ubicada en el centro histórico de Lima, se encuentra en estos momentos en reparación para que recobre su imponente aspecto de hace más de 100 años. Durante más de un siglo, el Reloj fue testigo de protestas, revueltas, la recordada “Marcha de los 4 suyos”, el caos que originaban las famosas ‘lanchas’, los vendedores informales, los cómicos ambulantes, y hasta gatos que de noche hacen de ese espacio su refugio.
Inaugurado el 10 de julio de 1923, este reloj, de diseño neoclásico, fue un obsequio de la colonia alemana de Lima con motivo del centenario de la independencia del Perú. La iniciativa surgió como un gesto de fraternidad y reconocimiento a la nación peruana, y la elección del Parque Universitario fue estratégica: situado frente a la histórica Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se convertía en un símbolo de conocimiento, progreso y tiempo.
El diseño del reloj fue obra del arquitecto alemán Carlos Ziller, quien logró fusionar la arquitectura europea con elementos autóctonos de la ciudad, creando una estructura que armoniza con el entorno capitalino. De aproximadamente 29 metros de altura, la torre metálica fue construida en hierro fundido y pintada en un tono ocre y blanco que le ha permitido mantenerse visible entre la vegetación del parque. Su característica más destacada es su esfera de gran tamaño, que ha sido restaurada en varias ocasiones para garantizar su visibilidad.
Las campanas del reloj, que suenan cada hora, son otro de los elementos que lo hacen inconfundible. Estas campanas fueron colocadas originalmente en 1921 y, con el paso de los años, se han convertido en un emblema sonoro de la zona.
Con el paso de los años, el reloj ha sido objeto de varias restauraciones para evitar el deterioro que el tiempo y la contaminación han causado sobre su estructura original. En 2012, el Ministerio de Cultura del Perú reconoció al Reloj del Parque Universitario como un patrimonio histórico de la ciudad. Su restauración más reciente fue realizada en 2019, durante la cual se modernizaron ciertos componentes internos sin perder su estética clásica.
Se espera que dentro de poco vuelvan a sonar sus melódicas e inconfundibles campanadas, cantándonos una vez más la primera estrofa de nuestro hermoso Himno Nacional.
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Los cien de Nicomedes, el decimista del Perú
Nicomedes Santa Cruz no fue simplemente un poeta: fue, como algunos de los grandes hombres de letras, un constructor de identidad. Su obra, vasta y viva, sigue siendo un espejo donde, cien años después, el Perú se busca y se nombra.

Por: Raúl Villavicencio H.
Nicomedes Santa Cruz nació el 4 de junio de 1925 en La Victoria, un distrito limeño que, como casi todo en el Perú, cargaba con la contradicción de lo popular y lo invisible. Noveno de diez hermanos, hijo de herrero y herrero él mismo durante buena parte de su juventud, se formó no en las aulas ni en los círculos literarios, sino entre yunques, martillos y la cadencia de una oralidad que venía de lejos, de África, del Caribe, de los campos de algodón costeños y una voz reprimida durante siglos.
Su verdadera iniciación no fue académica, sino vital. El encuentro con Porfirio Vásquez en 1949 fue determinante. Bajo su guía, Nicomedes descubrió la décima, ese formato poético de origen hispano, injertado en el alma mestiza del Perú. Pero lo que para otros era técnica, para él fue destino. En la décima halló no solo una herramienta literaria, sino un instrumento de memoria, un arma de reivindicación. Comenzó a componer con disciplina casi religiosa, comprendiendo que las palabras podían resistir el olvido al que habían sido condenados los suyos.
En 1958, junto a su hermana Victoria Santa Cruz, fundó la Compañía Cumanana. Desde allí no solo promovieron el teatro afroperuano, sino que rescataron y revaloraron expresiones como el son de los diablos, la zamacueca y el zapateo. Su poesía era coral y personalísima: hablaba de esclavos, de abuelas sabias, de discriminación, pero también de orgullo, de ritmo, de país. Obras como Décimas, Canto a mi Perú, Rimactampu y su célebre álbum Socabón (1975) no solo son aportes literarios o musicales, sino verdaderos actos de reparación cultural.
En 1981 se trasladó a Madrid, donde continuó su labor como periodista y divulgador. A pesar de la distancia, jamás dejó de escribir sobre el Perú, sobre su gente, sobre esa otra historia que no figura en los manuales. Murió el 5 de febrero de 1992, víctima de un cáncer de pulmón, lejos de Lima, pero con el país entero latiendo en sus versos.
Nicomedes Santa Cruz no fue simplemente un poeta: fue, como algunos de los grandes hombres de letras, un constructor de identidad. Su obra, vasta y viva, sigue siendo un espejo donde, cien años después, el Perú se busca y se nombra.
Columna publicada en el Diario Uno.
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Los otros héroes del Perú

Por: Raúl Villavicencio H.
En la escuela nos enseñan que Miguel Grau, Francisco Bolognesi o José Abelardo Quiñones (todos ellos militares) son los héroes del Perú, ya sea por su arrojo, valentía, sacrificio o patriotismo a la hora de entregar su vida por lo que hoy llamamos país.
Sin embargo, existen otros héroes que no llevan condecoraciones, ni espada ni un rifle, por el contrario, han hecho tanto o más por el país, pero desde la vertiente académica o desde su completo altruismo, o algo mucho más sencillo (pero que a muchos les cuesta toda una vida entenderlo), es no dejarse arrastrar por la corrupción.
El estudiante de medicina Daniel Alcides Carrión ofreció su vida al inocularse un suero extraído de verrugas de un paciente, consiguiendo con ello poder disipar las dudas científicas de lo que posteriormente sería conocida como la verruga peruana, producida por la bacteria Bartonella bacilliformis. Falleció a la corta edad de 28 años.
El ítalo-peruano Antonio Raimondi fue un gran amante de la flora y fauna peruana, el cual se ve reflejada en su magnífica obra ‘El Perú’, editada en seis tomos, invitándonos con ojos enamorados a conocer por cuenta propia las riquezas de nuestro país. Como reza un dicho popular, Raimondi era “más peruano que la papa”.
Habría que sacarse el sombrero cada vez que se menciona el nombre de María Reiche, germano-peruana que se pasó gran parte de su vida desenterrando los enigmas de las líneas de Nazca, llevando consigo todos los días hasta su vejez y muerte una escoba y un balde. Los lugareños la llamaban ‘la loca de la escoba’.
Si tenemos que hablar de historia del Perú es imposible dejar de mencionar a Jorge Basadre, considerado como el historiador y educador más importante del Perú Republicano. Se encargó de reorganizar y reconstruir la Biblioteca Nacional tras el incendio de 1943.
Así como ellos existen los guardianes de la selva, los que valoran más el agua que al mineral que se encuentra debajo de ella, al bombero que se adentra en la boca del infierno, al médico de un centro rural que no desmaya para atender con lo que tenga, al peruano embrujado por el mar que lucha, sea luna o sol, por evitar su contaminación. Son muchos, pero ahí están.
Columna publicada en el Diario Uno.
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El problema en la venta de boletos a Machu Picchu

Por: Raúl Villavicencio H.
Machu Picchu antes del ‘boom turístico’
Cuatro décadas atrás el Cusco era una ciudad más dentro del Perú. Cada cierto tiempo llegaban turistas a visitarla, quedándose gratamente maravillados por sus apacibles y empedradas calles, sus viviendas, una lluvia reparadora o una buena conversación frente a la plaza, pero, sin lugar a dudas, el mayor atractivo era la ciudadela inca, entonces poco conocido y casi inexpugnable.
El terrorismo durante la década de 1980 estaba en su auge y acceder hasta la llaqta que fuera hogar de los últimos incas resultaba sumamente complicado y peligroso. A pesar de que en el año 1983 la UNESCO la declarara Patrimonio Cultural de la Humanidad solo unos cuantos se aventuraban hasta la cima de la montaña, contemplando aquel paisaje que ahora resulta inconfundible a nivel mundial.

Fue durante la década siguiente cuando empezó a ‘redescubrirse’ para los nacionales y extranjeros. Se mejoraron los caminos, se levantaron modestos hospedajes —el lugar preferido de los mochileros que buscaban un lugar acogedor y barato— se construyeron las vías férreas, emergió un insípido comercio alrededor de la ciudadela.
Combatido y casi erradicado el terrorismo, regresó nuevamente la estabilidad en el país. Eso fue un gran incentivo para los extranjeros querer visitar el Cusco, atraídos por los misterios e historias contadas del boca a boca sobre tesoros aún ocultos en lo más profundo de la “Montaña vieja”.
El Gobierno Central empezó a voltear la mirada hacia aquella ciudad sureña y recóndita, otrora capital de la más grande y extensa civilización de Sudamérica, creando Promperú sobre las bases de la infructuosa Foptur (Fondo de Promoción Turística) que le tocó vivir los años más duros del terrorismo. Los turistas extranjeros empezaban a llegar en mayor cantidad y con ellos muchos miles de dólares, provocando que los propios cusqueños empiecen a organizarse para recibirlos. Fue ahí donde todo cambió.
El ‘ombligo’ que quiere ser el centro de todo el turismo
Durante los siguientes años el rostro del Cusco fue cambiando de manera radical. A pesar de que su centro histórico se encuentra protegido, inmensos hoteles fueron edificados en cuestión de años; se multiplicaron los hospedajes, en las principales avenidas se abrieron agencias de turismo, el metro cuadrado de las viviendas empezó a subir considerablemente, y como las expediciones no les dejaban a los viajeros extenuados, decenas de discotecas, pubs y restaurantes fueron apareciendo para goce y diversión de los más jóvenes e intrépidos. Tanto de día como de noche, la ‘maquinita’ no dejaba de ingresar dinero y muchas empresas también querían formar parte de la ‘fiesta’.
Solo el año pasado, el Cusco acogió a más de dos millones de turistas, entre nacionales y extranjeros, una cifra superior en casi el 40 % a la del año 2023. Siendo más específicos, el Santuario de Machu Picchu recibió el año pasado 1 508 300 visitantes, según datos del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), siendo solo superado por el Circuito Mágico del Agua, ubicado en Lima, con más de dos millones y medio de visitantes.
A modo de comparación, la región Amazonas, donde se encuentra otro lugar turístico como Chachapoyas, recibió algo más de 161 mil visitantes, de acuerdo a la información brindada por Percy Pilco Díaz, director ejecutivo de Proamazonas.
Arequipa, la denominada ‘Ciudad Blanca’, le abrió los brazos el 2024 a medio millón de turistas. Puno recibió a 1.4 millones de turistas; Cajamarca, 794 mil; Huancayo, 150 mil. La capital del Perú, ciudad donde es parada fija de los extranjeros, recibió a 3.7 millones, y su contraparte Huancavelica tuvo poco más de 5 mil visitantes el año pasado.
En esa última ciudad la diferencia es abismal si lo ponemos al lado del Cusco. Con los dedos se pueden contar a los turistas, a pesar de contar con diversos atractivos turísticos. A cuentagotas una agencia logra llenar una minivan durante el día y por supuesto no existen colas ni entradas agotadas con varios días de anticipo.
El oro y el moro por una entrada
En la actualidad, Machu Picchu es la ‘gallina de los huevos de oro’ para el sector público y privado, generando millones de soles año a año; y es que no se trata de solo ir y tomarse una foto al frente de la ciudadela, previamente los turistas han tenido que tomar un avión hacia el Cusco, hospedarse en un hotel de tres, cuatro o cinco estrellas, recorrer todos los sitios turísticos que puedan en su día de arribo para luego emprender el viaje a Ollantaytambo o directamente a Aguas Calientes, donde se subirán a un bus que los dejará en la puerta de acceso al santuario. Durante todo ese periplo ya consumieron en restaurantes, comprando artesanías, recuerdos, ponchos, telares y recuerdos, dejando tras de ellos una estela de billetes.
Ya casi en la entrada al mayor atractivo turístico, aquel que muchos visitantes eligen con semanas de planificación y que muchos vienen exclusivamente para verlo y regresarse a su país, se topan con una inmensa cola en su boletería.

Cabe mencionar que al día se pueden ofrecer 4500 boletos en temporada regular, incrementándose a 5600 durante la temporada alta. De esa cantidad, mil se ofrecen de manera presencial o física, ocasionando una descomunal aglomeración y descontento, forzando a muchos de ellos tener que conseguirse un hospedaje cercano al santuario, eso sin contar con la alimentación.
Asimismo, no hay que olvidar que durante la gestión de la ministra Leslie Urteaga en la cartera de Cultura se aprobó mediante Resolución Ministerial n.° 000207-2024-MC el aumento del aforo, pese a que se viene evidenciando un constante deterioro en el patrimonio. Su sucesor, Fabricio Valencia, también estaría buscando incrementar mucho más su aforo a la increíble cifra de 27 mil visitantes por día. Entre las explicaciones brindadas por el actual titular del Ministerio de Cultura (Mincul) se indica que se abarataría el boleto de ingreso e incrementando la oferta para así darle más cabida a los visitantes, sin embargo, se reduciría el tiempo de la excursión a tan solo una hora.
Las molestias por parte de los turistas es pan de cada día, ya que tienen que prolongar más de la cuenta su visita en Machupicchu pueblo, desembolsando por ello más dinero de lo esperado.
Una solución para las largas colas
Al respecto, Lima Gris se contactó con Issac Aquise, guía de turismo que todos los años lleva a cientos de turistas a conocer esa maravilla del mundo. Él nos explicó que no solo la responsabilidad la tiene el Mincul, en cuanto a la parte administrativa, sino que también tiene que haber una mayor y mejor participación del Mincetur, ministerio que tiene a Úrsula León como su máxima autoridad.
El docente en telecomunicaciones y creador de contenido puso énfasis en que el Mincetur no viene informando de manera adecuada o eficiente a los turistas que vienen de otros países que pueden adquirir sus boletos a la llaqta desde la página Tuboleto.cultura.pe, planificando con bastante tiempo su visita al santuario.
“El problema con las colas es que los turistas no estaban enterados de que los boletos se podían adquirir desde la página web del Mincul, y cuando ya están en la entrada al santuario tratan de conseguir los tickets que se ofrecen en la boletería”, nos explica.

Es cierto, la primera parada que hace el turista internacional es el ahora nuevo aeropuerto Jorge Chávez, recién ahí encuentran módulos de turismo a modo de bienvenida recomendándole conocer los lugares más pintorescos de nuestro país, entre ellos Machu Picchu; sin embargo, hace falta mayor difusión de los medios en línea que faciliten la adquisición de boletos. Lamentablemente, como suele ocurrir, los viajeros recién se enteran de la página web del Mincul en las escaleras para subir al santuario.
Realizando un breve ejercicio en las páginas del Mincetur y del Mincul se comprobó que resulta poco amigable para el turista extranjero, aquel que busca información en páginas oficiales del Perú, encontrar un enlace que le lleve a una ventana relacionada a Machu Picchu y todo lo relacionado a ese lugar. Así las cosas, es de esperar que el problema de los boletos continúe.
Para finalizar, el guía oficial de turismo desde el 2021 recomendó una mayor participación entre ambos ministerios, no solo para Machu Picchu, sino para mejorar los servicios que se ofrecen para llegar a ese destino, es debido a eso que varios viajeros recurren a agencias de turismo no oficiales del Mincetur que le ofrecen aligerar su travesía, ya sea trasportándolos al aeropuerto, reservándoles el hotel, las comidas, los pasajes en el tren y por supuesto, el ingreso a la ciudadela inca. En tanto dure eso, presuntas mafias continuarán especulando con los boletos de ingreso, ofreciéndolas a mayor precio o indicando que ya se agotaron.
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Lo viejo funciona
Resulta difícil encontrar ahora un aparato electrónico que tenga una larga duración, sobre todo en los celulares, los cuales año a año tienen una nueva versión, así sea el cambio de color o un mínimo detalle que vuelca a los consumidores a salir corriendo para comprarla. Y es que a las grandes empresas, sobre todo del rubro tecnológico, no les conviene que duren; al contrario, buscan vender más y para ello fuerzan a la persona a tener que renovar de equipo móvil.

Por: Raúl Villavicencio H.
Seguramente muchos ya habrán visto toda la primera temporada de la serie ‘El Eternauta’ y conocerán la trama de la historia. Es ahí donde se hace énfasis en los aparatos construidos hasta mediados de la década de 1980, esos que no requieren de una conexión a internet, de pantallas táctiles o de un sinfín de botones que lo convierten en polifuncionales. Cumplen su tarea de manera satisfactoria y lo más importante de todo: son duraderas.
Resulta difícil encontrar ahora un aparato electrónico que tenga una larga duración, sobre todo en los celulares, los cuales año a año tienen una nueva versión, así sea el cambio de color o un mínimo detalle que vuelca a los consumidores a salir corriendo para comprarla. Y es que a las grandes empresas, sobre todo del rubro tecnológico, no les conviene que duren; al contrario, buscan vender más y para ello fuerzan a la persona a tener que renovar de equipo móvil.
Los fabricantes intencionalmente utilizan materiales de baja calidad para que la duración de los equipos se reduzca, es lo que se llama obsolescencia programa y solamente busca fomentar una cultura consumista. Es así que vemos vehículos, televisores o refrigeradoras antiguas que fácilmente tienen un tiempo de vida útil superior a los diez, quince o veinte años, en tanto, los aparatos digitales ante una leve avería ya pasan a convertirse en chatarra. Repararlos nos costaría casi la mitad del precio de uno nuevo y es ahí donde nos inclinamos por adquirir uno nuevo.
En la actualidad muchos de los aparatos que usamos a diario funcionan con energía, sea el celular, una laptop, un automóvil, aparatos médicos, todo lo que uno se pueda imaginar. Pareciera que la humanidad estuviese condenada a depender de cientos de artilugios para vivir, resultando casi impensable ver a un joven en la calle sin estar pegado a una pantalla de celular.
El último apagón en España puede significar un aviso de que muchas cosas dejarían de funcionar si no volvemos a ver las cosas con mayor simpleza y volteamos la mirada nuevamente a lo esencial y práctico. Durante el corte de luz miles de habitantes se convirtieron en unos inútiles para la sociedad, olvidándose que pueden cumplir con todas sus tareas con un poco más de esfuerzo.
Columna publicada en el Diario Uno.
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El amor de familia en la televisión
La familia siempre fue un valor esencial en la vida real y en los medios televisivos, destacando amor, unión y enseñanzas.

En las décadas de 1970 y 1980, la televisión fue más que entretenimiento: fue un espejo de los valores que definían a la sociedad. Entre ellos, el amor familiar ocupaba un lugar central. Las historias que llegaban a los hogares hablaban de unidad, respeto mutuo, fraternidad y superación de conflictos, transmitiendo enseñanzas que perduraban más allá de la pantalla.
¿Cómo olvidar a la familia Ingalls en “La casa de la pradera” (1974–1983)? En una pequeña comunidad del siglo XIX, se reflejaba la vida de una familia con valores de trabajo, solidaridad y amor familiar. De igual manera, “Papá lo sabe todo” (1954–1960) ofrecía un retrato entrañable del padre sabio y presente, Jim Anderson, siempre dispuesto a orientar a sus hijos con sentido común y ternura.
“Días felices” (1974–1984), con su espíritu rocanrolero de los años 50, mezclaba diversión con valores tradicionales, reforzando la amistad y la lealtad familiar. En “Ocho son suficientes” (1977–1981), un padre viudo enfrentaba, con humor y calidez, los desafíos de criar a ocho hijos, demostrando que el amor y el apoyo podían con todo.
Más adelante, “Tres por tres” (‘Full House’ 1987–1995) nos enseñó que las familias no siempre siguen un molde tradicional. Danny Tanner, junto a su cuñado y su mejor amigo, criaba a sus hijas con devoción. La secuela “Fuller House”, disponible en Netflix, continúa ese legado con las hijas ya adultas, ahora como madres. También “Grande, pa” (1991–1994), desde Argentina, conmovía al mostrar a Arturo, un viudo que, junto a su empleada, educaba a sus tres hijas con amor y mucho humor.

Hoy, la familia ya no responde a un modelo idealizado y se ha vuelto plural y diverso. Aunque las redes sociales nos conectan, también pueden aislarnos emocionalmente. Y ya no se espera que las personas sacrifiquen su felicidad por un tradicional rol familiar.
La autonomía personal y la búsqueda del bienestar individual son válidas, pero no deberían eclipsar la importancia de los vínculos afectivos. Porque, más allá del formato, el amor de familia —ese que se siente, que perdura y que sana— sigue siendo el mayor de los guiones posibles.
Columna publicada en el Diario Uno.
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Grandes películas del cine asiático

Por: Raúl Villavicencio H.
En estos últimos años es de mi preferencia la producción cinematográfica proveniente de países como Corea del Sur, Japón, Singapur o la China. Los dos primeros países a mi parecer han sacado durante los últimos años películas memorables, que te dejan pensando durante varios días, alejadas de la parafernalia que me pueden ofrecer las super producciones norteamericanas, muchas de ellas preparadas para pasarla bien y distraerse por un día.
Muy al contrario de los filmes ‘gringos’, en el cine asiático he encontrado joyas que tocan problemas tan comunes, pero que muchos por vergüenza o por no ser lo “políticamente correcto” prefieren obviarlas. Es por ello que paso a mencionar solo algunas películas que me dejaron marcado a lo largo de mi vida. Contemplativas o de suspenso, todas te mantienen atento todo el tiempo.
“Los siete samuráis” (1954): el genial director japonés Akira Kurosawa cuenta la historia de siete guerreros del siglo XVI que son contratados por unos aldeanos para defenderlos de saqueadores.
“Oldboy” (2003): obra maestra del cine surcoreano, dirigida superlativamente por Park Chan-wook. Ese largomentraje es parte de una trilogía de suspenso y horror psicológico. Alabada por la crítica especializada.
“Parasites” (2019): el surcoreano Bong Joon-ho nos regala una película de suspenso y humor negro que aborda la problemática de las diferencias socioeconómicas en su país. Aquella película le otorgó la primera Palma de Oro a Corea del Sur en su historia, replicando ese hito en los premios Oscar al llevarle el premio a mejor película, siendo la primera película en idioma no inglés en llevarse esa preciada estatuilla.
“Burning” (2018): una vez más Corea del Sur le ofrece al mundo una pieza de orfebrería excelentemente pulida por el director Lee Chang-dong, quien en 148 minutos nos narra sobre cómo la fascinación hacia una persona puede terminar ‘quemando’ a un individuo. Película basada del cuento breve “Quemar graneros” del escritor japonés Haruki Murakami. Soberbia.
“Drive my car” (2021): las tres horas de película excelentemente dirigidas por el cineasta y guionista japonés Ryûsuke Hamaguchi son un mensaje de cómo superar el dolor, la pérdida, del desprendimiento, recordándonos que a pesar de todas las tragedias que nos puedan ocurrir el mundo seguirá avanzando, utilizando como metáfora un automóvil para unir a todos los personajes. Disponible aún en Netflix.
Columna publicada en el Diario Uno.
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El edificio Oropesa
Paralizada la obra por falta de recursos, en noviembre de 1986 el joven e inexperto expresidente Alan García, caminando un día por ahí, vio el imponente edificio inconcluso, anunciando de manera autoritaria y populista que “un país pobre no podía darse el lujo de desperdiciar una obra así”, procediendo a ‘expropiarla’ y entregarla al Ministerio del Interior.

Por: Raúl Villavicencio H.
En la intersección de las avenidas Tacna con Emancipación se erige un enorme edificio de 18 pisos que, desde que tengo uso de razón, permanece desolado. Se trata del edificio Oropesa, que para inicios de la década de 1980 se constituía como una de las más modernas edificaciones de la ciudad.
La inmobiliaria Oropesa quería darle al Centro de Lima un espacio para cómodas oficinas, una amplia playa de estacionamiento, e incluso en los últimos pisos se habían diseñado fascinantes departamentos con una impresionante vista. Queriendo concretar esa magnifica obra de ingeniería, la empresa recurrió a solicitar un préstamo al entonces Banco Central Hipotecario, sin embargo, esta solo les entregó una parte para posteriormente, por intermedio del ‘fantasma’ Fernando Ponce Salomón, exigir la devolución de la totalidad de la deuda.
Paralizada la obra por falta de recursos, en noviembre de 1986 el joven e inexperto expresidente Alan García, caminando un día por ahí, vio el imponente edificio inconcluso, anunciando de manera autoritaria y populista que “un país pobre no podía darse el lujo de desperdiciar una obra así”, procediendo a ‘expropiarla’ y entregarla al Ministerio del Interior.
Lamentablemente dicho ministerio no se preocupó por terminar la obra, dejándola tal como la había recibido. A la par, se supo que Fernando Ponce Salomón nunca había existido, pues se trataba de un ‘fantasma’ creado por el banco para quedarse con el edificio.
Conociendo finalmente que ese edificio se encontraba en litigio, el ex presidente aprista, mediante el Decreto Supremo 038-89/PCM, se lo entregó esta vez al Poder Judicial, quien finalmente terminaría siendo juez y parte en todo ese embrollo.
Ese poder del Estado, al ver que no iba a poder disponer de ese inmueble sin pisotear uno que otro derecho, en 1994 se lo terminó devolviendo a la inmobiliaria Oropesa, pero había un gran inconveniente: en Registros Públicos aparecía el edificio como propiedad del Estado.
Ya son más de cuatro décadas en que ese edificio luce con las entradas tapiadas, cubierto de basura, insectos y roedores, pero la bendita justicia peruana prefiere ir sumamente lenta, como esperando que el último de sus apoderados muera para finalmente quedársela; y es que ese edificio se encuentra en una ubicación estratégica de Lima, llegando a valorizarse en más de cien millones de dólares.
Columna publicada en el Diario Uno.
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