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Opinión

Pedro Castillo y la “izquierda macha” que puede vencer a López Aliaga

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Les presento a Pedro Castillo, a quien conocí con la ropa mojada y el rostro magullado en la plaza san Martín en 2017. Era la huelga nacional del Sutep y este profesor de primaria, de las alturas de Cajamarca, había llegado en marcha de sacrificio a Lima y lo habían recibido como reciben a todos los provincianos aquí: a punta de patadas, de golpes, chorros de agua y bombas lacrimógenas.

Pero Pedro Castillo es un “cholo de acero inoxidable” (T. Loza dixit) y no es caviar —de esos que se disfrazan de paisana o de paisano para la foto de la revista— y sabe lo que es enseñar a niños sin zapato que no tienen que comer en colegios que ni siquiera tienen muros ni techo y sentados sobre el suelo. Él mismo ha caminado sin zapatos para ir a su escuela. Así que esos malos modales del gobierno eran solo caricias para él.  

Porque Castillo ha sido rondero, de los recios, que dan y reciben chicotazos y sabe bien cómo tratar a los corruptos o a los que se portan mal en la comunidad. Pero lamentablemente es de la izquierda que no tiene plata, la que no aparece en televisión con las mejillas empolvadas, la izquierda que tiene que vender sus cuyes o sus llamas para comprarse banderolas o pancartas y alquilar una mototaxi para voz en cuello decir: “Somos Perú Libre, un partido que viene del pueblo para solucionar los problemas del pueblo”. A este profesor lo vi dormir bajo la estatua de san Martín y su caballo arrogante, sobre cartones y papel periódico y compartir los pocos panes, así sin nada, que la gente le alcanzaba. Y no se rindió cuando una parte de su dirigencia se vendió al corrupto de PPK y a su déspota ministra de educación que no quiso recibirlo en su despacho, junto a cientos o miles de profesores apaleados y humillados que habían bajado de los cerros y que no se moverían de ahí sin hablar con estas indolentes autoridades.

Ahora que ya Pedro Castillo aparece en las encuestas y pasa a Salaverry, Guzmán, Humala y Acuña, la otra “izquierda” que no está nunca en las luchas populares, quieren ningunearlo, lo “terruquean”, les dicen (los  correligionarios jotapes) que se retiren, que dejen la cancha libre, que no pasa nada con ellos. En suma, que dejen de joder. Igual que todos esos limeños acomodados y caviarones que nunca han pasado hambre ni frío y que no saben nada del Perú profundo, ahí donde no llega el estado ni la empresa privada ni mucho menos las oenegés porque los consideran “anclas” (pueblos muertos) y no “palancas” (pueblos en desarrollo).

Pero Pedro Castillo sabe perfectamente que esta situación solo puede cambiar desde la educación y así ha reunido a cientos de profesores y se puede decir que más de la mitad de su partido son docentes de escuela. Lo cual lo convierte en un partido único e inédito que, entre sus propuestas, plantean el cambio de constitución. “A partir de la nueva Constitución declararemos en emergencia la salud, educación y agricultura. No más pobres en un país rico” dicen. También plantean una emergencia en educación para llevar adelante una revolución educativa en los niveles de inicial, primaria y secundaria, e impulsar el ingreso libre a las universidades. En cuanto a salud, afirman que instalarán un hospital materno infantil en cada región y convocarán a los profesionales médicos para garantizar la salud del pueblo. Sobre la agricultura, mencionan que convocarán a expertos en el sector. “No podemos permitir que el pueblo siga en hambre y miseria”.

No, no se preocupen, esto no es parte de la franja electoral ni nadie quiere manipular tu voto. Solo queríamos que te enteres que hay un maestro, pobre, de escuela, que está postulando a la presidencia. Y que ya tiene cerca de un 5% de posibles votantes y que es, creemos, el único partido de la “izquierda macha” (Antauro dixit), la izquierda sufrida que no aparece en señal abierta y que no tiene trolls a sueldo para participar en los debates de Facebook, la única izquierda, quizás, que puede vencer al representante de la ultraderecha montana y el opus dei, el endriago Rafael López Aliaga.

Piensa peruano.

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Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

Opinión

La reina de la chatarra

Lee la columna de Carlos Rivera

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Por Carlos Rivera

Pedro Salinas ha dicho recientemente con espíritu audaz y desafiando a todo aquel que ose tocar a su venerable amiga (y comadre) Rosa María Palacios que “los mejores entrevistadores de este país son Hildebrandt, Jaime Bayly y Rosa María…” pechando a Milagros Leiva porque le dedicó algún cuestionamiento público en su programa de Willax  por tratar de interferir  (testimonio de Jaime Villanueva)  ante la ex fiscal de la Nación, Patricia Benavides sobre el caso de su querido amigo que le tira flores y a quien el fiscal Reynaldo Abia le ordenó un allanamiento el año 2022.

Como todo caviar Salinas inventa una hermosa coartada de convento y afirma que su entrañable amiga solo quiso compartir ese doloroso (como quien no quiere la cosa) hecho de hostigamiento con buena voluntad a lo cual no hay que buscarle delito alguno. En ese trance justiciero cayó también el venerable marques de los caviares, José Ugaz. El ex procurador se presentó en el programa de Milagros LeIva el lunes 26 de marzo aclarando efusivamente su curiosa presencia en  el despacho de Patricia Benavides. Reafirmó su “singular” pedido era por la “sensibilidad” de la denuncia de extorsión de su patrocinado   y ante la pregunta de la periodista si era uno de los abogados privilegiados este respondió tajantemente que no. Además, negó su amistad con Gustavo Gorriti. ¿Pero alguien que no tiene una confianza amical puede escribirle así?:

“En otra instancia rashomónica, Ugaz recuerda el consejo que le di cuando el congresista Jorge Mufarech, que lo acosaba y atacaba permanentemente, lo citó a la comisión de fiscalización. Le sugerí recusar a Mufarech, cosa que Ugaz recuerda bien, pero luego añade que “Gustavo Gorriti […] me sugirió que yo guardara la calma y actuara lo más respetuosamente posible”. Lo que le sugerí, como le recordé en la presentación del libro, es que actuara irrespetuosamente, puesto que la gente acostumbrada a intimidar, como Mufarech, confunde respeto o cortesía con sumisión. Cuando yo fui a mi turno convocado por esa comisión, ataqué desde el comienzo a Mufarech y sus aliados.”(IDL-Reporteros, “Caiga quien caiga”, Gustavo Gorriti,10 de julio,2014).

No sean malpensados, suspicaces de la cloaca derechosa que todo lo ve mal porque si Gorriti y todo el equipo del IDL van a la Fiscalía (o toman notas desde sus oficinas) es con el noble arrojo de sus buenos oficios para corregir a tanto tinterillo del Ministerio Público que no sabe hacer su chamba.

Los caviares no pecan, no cosquillean con la corrupción, son los iluminados de la verdad y la suprema razón. Fueron hechos con la ética de Kant, el racionalismo de Descartes, la mansalva de Pol Pot, el explosivo sentimentalismo del Che Guevara, el inmaculado discurso de la Teología de la Liberación (marxismo, teología y cumbia chacalonera) y con los matices de algún modista discípulo de Andy Warhol (véase sus pashminas y   bolsitas neoindigenistas  que cargan siempre). Si alguna torpeza se les puede descubrir en sus actos no son más que clamorosas lamentaciones por el destino del pueblo. Como los apóstoles que dudaron de la divinidad de Cristo, pero extendieron su fe por el mundo.  Los caviares pagan pecados con su estoicismo factico por el bien común. Pero esta es una breve historia sentimental de Rosa María y no la de estos seres santificados con la inteligencia sobre sus miraflorinos hombros a quienes la injusticia les “hinca el hígado” (Pedro Francke, dixit).

Rosa María pertenece a esa noble camada de seres que nos venden el cuento de ser liberales o de centro. Pueden hablar del mercado o las bondades del sistema, pero acompasan sus discursos con el 99% de lo que piensa la izquierda, su onda cultural y derechos de avanzada. Nunca enarbolan los principios liberales o citan a Friedrich von Hayek , Ludwig von Mises o Milton Friedman ni están al día en los debates  de Juan Manuel Rallo o las proyecciones latinoamericanas  de Axel Kaiser. Su liberalismo es ramplón utilitarista, provinciano, mercantilista y cree que el Estado debe ser fortalecido con las novedades de la progresía mundial que viene con agenda de la ONU. Entonces repite junto a los mismos politólogos y analistas (que también son caviares) el San Benito de las reformas y razona así: “¿qué hacemos si el sistema de justicia no satisface las necesidades de los ciudadanos?”. “Pues lo mejoramos, caray” responde con severa autoridad de una teórica de Harvard. Su horizonte de esquina le permite decir cosas como esta:

“La élite peruana está muy inteligente, preparada para hacer dinero. Pero es profundamente inculta, no leen un libro de historia, no van a un museo, no leen una novela de Renato Cisneros. No se conectan con nada que sea arte, cultura, historia o humanidades…” (“Sálvese quien pueda”, 10 jun 2023). Uno que quiere hacerle un perfil de sus destrezas con la retórica, los remates de sus artículos, o el rigor de sus argumentos clavados en la profundidad de un supremo razonamiento, pero cae en una repentina compasión cuando se evidencian estos auxilios de medianas almas titiritando sus egos fantasmales.

Rosa María es tan bruta que cree que nuestros congresistas de derecha (Cavero, Muñante o Adriana Tudela) no deben alegrarse por la llegada de Milei a La Casa Rosada porque son conservadores y no auténticos liberales. Milei es pro familia y está contra las injerencias de los discursos feministas y del LGTBIQ en las políticas de gobierno (por ese eliminó el Ministerio de la  Mujer y el lenguaje inclusivo de las comunicaciones oficiales) y eso lo haría más afín a partidos como Vox en España o referentes como Rafael López Aliaga en Perú o Bolsonaro en Brasil. Sino vean la enorme felicidad de Milei al saludar al ex presidente norteamericano Donald Trump en la conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) anual, organizada en National Harbor, Maryland, Estados Unidos a comienzos de este año. Lo importante es su visión económica liberal (anarcocapitalista y que el reconocido Jesús Huerta de Soto aplaude con orgullo tal distinción de su prestigioso discípulo) que consolida un norte de verdadera libertad económica para ir creando confianza y seguridad en un país devastado por el kirchnerismo y su infernal estatismo. Milei no es dogmático por eso es amigo de Agustín Laje como de Gloria Álvarez.  Rosa María se alucina liberal pero es totalitaria, burlona, grosera con sus invitados cuando no coinciden con sus explicaciones.

La naturaleza caviar y católica de Rosa María Palacios la acerca a los académicos de la PUCP o lo chicos del IEP que cultivan con esforzado rigor el odio al fujimorismo (aversión a la que cual han bautizado  como simplemente justicia). Ese odio es compartido con todas las vertientes de la izquierda porque nunca podrán llegar a ser un partido que a pesar de todo ostenta una presencia política gravitante en los últimos 30 años. El gran sueño de estos patricios de la democracia es verla a Keiko en la cárcel y que su partido desaparezca para siempre del sistema electoral. ¿Por qué el pueblo no los quieres si son tan regios? Si el asesino de Antauro disputa la segunda vuelta en el 2026 con la lideresa de Fuerza Popular estamos completamente seguros que le inventarán acuerdos democráticos al etnocacerista, dirán que a pesar de ser un verdugo tiene una idea integradora. Saldrá la historiadora Cecilia Méndez aplaudiendo la representación de un verdadero y olvidado Perú entrelazando la idea de nación desde los discursos militares y tratando con suavidad a quien alguna vez llamó un “criminal convicto” y  que  representa el clamor de una nación  que se desangra y quiere integrarse al Estado que lo marginó por 200 años.  

De liberal no tiene nada, pero sí de izquierdosa, cucufata y servil al discurso del reformismo progre.   Por eso llega al éxtasis cuando entrevista a Susel Paredes o Flor Pablo y es casi una orgia cuando tiene enfrente a Marisol Pérez Tello quien también fungía de conservadora, pero siempre fue una arrimada de la tecnocracia de la izquierda y sus voluntades; por eso el mismo lenguaje(reforma, meritocracia, modernizar, transversalidad) y una perorata que nunca soluciona las falencias del Estado pero quedan bien para pasar una entrevista con otros periodista caviares como Chincha, Mávila Huertas o Juliana Oxenford.  A pesar de haber trabajado para un fujimorista convicto y confeso como Juan Carlos Hurtado Miller y haber sido asesora de Alberto Pandolfi, pero como Carlitos Way huye de su pasado y ha pagado el precio de su camuflaje haciendo pasar por agua tibia las tropelías de la izquierda. Tal vez no fue una fujimorista militante de partido, pero sus referencias laborales revelan que si la chusma (de la cual dice ser distante o discrepa de sus actuar democrático) le paga un sueldo no hay problema. Hay que pasar por caja. “La grandísima concha…”* de algunos.

Rosa María ostenta dos vicios que son un delicioso coctel criminal capaz de todo. Es abogada y antifujimorista. No se le conoce mayores referencias como penalista, una destacada constitucionalista o tributarista o de alguna extensa área del derecho. Es una diletante de la cultura abogadil (un poco de acá otro poco de allá, ahora picamos un código, una ley y listo) con pretensiones de jurista. Por eso sus visiones de la constitución o de los procesos penales o sus conocimientos del Estado peruano son ociosas generalidades de sentido común con pretensiones de autoridad, pero sin conocimiento sólido desde teorías o debates epistemológicos, pero eso si expresado con una voz socarrona, de mujer de leyes y desglosado desde un arcaico reglamentarismo.

Por ejemplo, cuando ganó PPK en el 2016 le dedicó un cherry desde su columna en La República (10/07/2016) y luego intenta un llamado a la conciencia desde la misma tribuna (La República, 17 07/2016) por la sacrificada labor que cumplirán los futuros ministros. Sacó cuentas de las pensiones que pagarán en universidades y colegios bilingües, mantenimiento de sus hogares, etc. Nos dijo la periodista que los 18 000 mil soles no alcanzaban a cubrir dichos gastos. Líneas más abajo casi invocando cierta compasión pública anota:

“Conozco a los 8 de los 19 ministros. Personas muy inteligentes, competentes, honradas y la mayoría apolíticas. Están aceptando el encargo sabiendo que van a quemar sus ahorros por el tiempo que dure el encargo. Algunos pueden aceptar porque no tienen cargas de familia o tienen pequeñas rentas de alquileres o dividendos que les permite el Estado mantener. Pero la mayoría, el sacrificio económico es absoluto porque el trabajo es a dedicación exclusiva…” (Véase también la edición 15 al 21 de julio del semanario Hildebrandt en sus trece, p17.).

De ser una periodista independiente a ensayar luego sus virtudes de analista para asesorar la campaña de PPK y justificándose con un patetismo que sorprende:

“No me gusta involucrarme directamente con políticos en campaña porque suele prestarse a todo tipo de malentendidos, que te pasas años explicando. Pero le pregunté a un buen sacerdote amigo con el que me encontré el miércoles que debía hacer. ¿Debe un periodista cruzar la línea que la distancia ética  impone respecto a un político? El sacerdote me dijo: “vaya, hágalo por la patria”. Y fui, en el convencimiento de que no estoy ayudando a PPK sino a una causa, que espero triunfe, porque la alternativa afectaría severamente los derechos y libertades de todos los peruanos”. (RPP,30/05/2016).

Sus camaradas caviares saben que es racista como una de las viejas pitucas del caricaturista Alfredo o las regias amigas de La China Tudela en impecable ejercicio de sus caderas sandungueras ante un cholo calato (Humareda,dixit) protestando. Aquí unas perlitas:

“Yo soy abogada, igual que usted. La única diferencia entre usted y yo es que yo fui a una universidad licenciada”.

(Respuesta al fiscal Germán Juárez Atoche-30/11/2020).

“Esta es una pregunta bien tonta, pero como para ama de casa”

(Entrevista con el economista Jorge Gonzáles Izquierdo-14/09/2020).

“El afán de lucro mueve al mundo”

(Opinión sobre el convenio del gobierno de Vizcarra con las clínicas privadas-14/04/2020).

“No contactados…”

(Burlas de Rosa María Palacios y Pedro Cateriano al FREPAP).

“Se ve horrible, pero se puede limpiar” 

(Tuit sobre el derrame de petróleo de la empresa Repsol ocurrido el sábado 15 de enero del 2022 en el mar de Ventanilla).

Rosa María funge de pitonisa y nunca ha acertado en nada. Pataleo con la firma de las agendas de Nadine Heredia, el indulto de PPK o sus ingenuas profecías del acontecer político.  Entonces cuando toma un hecho lo desmenuza desde sus fobias, sus antipatías y ojerizas y sobre todo desde la soberbia (soberbia de abogado que cree poder entenderlo todo). Por eso no las sustenta con el cruce de data, no sistematiza opiniones de expertos de otras orillas ideológicas o de pensamiento sino con su acostumbrado ramillete de amigos como Salinas, Gorriti, Cateriano y Rodrich donde se tiran elogios y muecas presuntuosas y todo va de maravilla.

En noviembre del 2015 fui a verla al Colegio de Arquitectos de Arequipa donde participaría junto a David Lovaton (abogado de la PUCP) y el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica San Pablo –en ese entonces-, Rafael Santa María D’angelo. Era un evento organizado por la Asociación Civil Transparencia. El auditorio estaba repleto y la prensa ansiosa por sonsacarle algunas declaraciones a la invitada de “lujo”. La mañana estaba tibia, la gente oía con atención las intervenciones de la mesa que fueron zalamería pura sin ningún punto de discrepancia.  Cuando ella habló pensé encontrar en su alocución alguna fibra de conocimiento, un registro audaz  de conceptos, pero me fui con la incertidumbre de un día perdido como cuando uno va a la cachina por alguna máquina que aun sea útil, pero acaba llevándose pura chatarra o como  cuando uno lee una novela de Renato Cisneros y no percibe la sabiduría entrar por la ventana bañando nuestro ignorante cuerpo.

* “La grandísima concha de la SUNAT” Titulo del artículo de RMP publicado el 24,04,2015.

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Opinión

Fujimori organiza a la derecha

Lee la columna de Tino Santander

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Por Tino Santander Joo

El excandidato al senado japonés Alberto Fujimori, está organizando a la derecha peruana. Lo primero que ha hecho es establecer su autoridad en el fujimorismo y organizar sus filas. Nada se mueve, nadie respira sin la venia de Fujimori. El gobierno, puede ser incompetente, frívolo, y corrupto, pero se mantendrá hasta que el fujimorismo este preparado para el recambio en el 2026. Ni las denuncias por lavado de activo, ni los relojes de lujo, menos la lucha por el control del poder judicial y la fiscalía van a distraer el objetivo de Fujimori.

La estrategia es simple: sembrar el caos institucional; agudizar la percepción del desborde de la inseguridad ciudadana; culpar al gobierno de que el crimen organizado controla grandes extensiones del país; resaltar que la inversión minera y la agricultura están estancadas; que la salud y la educación hace tres décadas que están abandonadas; la consigna es: fomentar la ansiedad popular de orden y autoridad.

El fujimorismo utiliza a los gremios empresariales, a los medios de comunicación tradicionales para promover la candidatura de Antauro Humala, como el terror del sistema “democrático”. Presentan a Humala, como el orate, el fumón que va a secuestrar al rey de España; a iniciar una guerra con Chile, para recuperar Arica y Tarapacá; a expropiar los medios de comunicación; a crear una economía autárquica en base a la agricultura, la caza, y recolección de frutos; también, va a fusilar a los expresidentes corruptos.

Humala, es el nuevo fantasma de la derecha. El fujimorismo quiere una segunda vuelta con la locura; apuesta a que la inmensa mayoría no volverá a votar una opción “popular” como la de Pedro Castillo, que terminó siendo un pájaro frutero de la “izquierda radical”. El fujimorismo quiere ser el nuevo vengador del pueblo, como lo fue en 1990 contra la partidocracia de entonces.

La derecha católica medieval de López Aliaga; la derecha ignara de Acuña; la tecnocracia neoliberal; el oligopolio bancario; el monopolio farmacéutico; las organizaciones ilegales van a armonizar intereses con el fujimorismo como lo hicieron anteriormente. Incluso, sectores nostálgicos del autoritarismo en las Fuerzas Armadas van a confluir en este frente, al que se sumaran partidos a la deriva como Acción Popular y el APRA.

Algunas izquierdas “pragmáticas” estarán en el gran frente fujimorista para darle color a la nueva derecha popular que organiza en silencio Alberto Fujimori. Al frente no tiene nada. No existe una alternativa coherente frente al fujimorismo; ni las izquierdas en todas sus versiones están preparadas políticamente, ni las “derechas democráticas” están organizadas. Ninguna de ellas tiene un discurso, un programa alternativo al fujimorismo. Solo son consignas, gritos, frases sin sentido, emociones desbordadas. Nada más.

Derrotar al Fujimorismo, es una tarea política titánica que requiere organizar un frente popular, democrático, y disruptivo. Primero: que armonice intereses; segundo que promueva una revolución social que democratice el crédito; tercero: que promueva un pacto político para que la gran minería financie la infraestructura agraria, educativa, y de salud; cuarto: que implemente políticas públicas para acabar con el crimen organizado; que construya trenes; que dote de agua y desagüe a diez millones de peruanos, y que promueva de manera profesional la industria del turismo.

La derecha, tiene a su viejo guardián que tiene más experiencia, más astucia, y mucho dinero. Sólo la unidad del pueblo podrá construir una alternativa seria que derrote a las fuerzas del mal.   

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Opinión

“Degradado”, una obra de teatro para la familia

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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La reconocida artista y directora de teatro Pilar Astete García nos presenta esta obra que es también una crítica social, una visión de la disfunción familiar, hogares destruidos, parejas incompatibles, etc., donde generalmente los hijos son los que pagan los platos rotos y tienen que soportar las consecuencias.

Al principio se muestra a un hombre solo sentado en una banca y aparece una mujer que quiere vender un saxofón y el amor enciende sus candiles. Los flashbacks nos van mostrando de forma interrupta cómo va siendo todo este proceso. La doble vida del padre, el embarazo difícil y después el alcoholismo de la madre que vive sola y con su hijo que no ha podido madurar psicológicamente y trasunta en un mundo que nos exige responsabilidades y ser felices, pero no nos dice cómo.

Es destacable el trabajo de Luciano Galdos y su personaje Mario o Marito sobre el cual se sustenta casi toda la obra de forma monolítica, desde la infancia hasta quedar atrapado en una desadaptación, una patología que poco a poco ira in crescendo hasta desembocar en un trhiller. Hay que apuntar que la música original de la obra también ha sido compuesta por Galdos. Lo que suma a este talentoso actor con mucho futuro en nuestro medio.

La actuación de Christian Oré quien hace del padre Ramiro Dulanto y del payaso “Canchita” que casi como un alter ego acompaña a Marito en sus desafíos con su madre y con el mundo que le rodea. Así el muñeco del payaso toma vida, aconseja y señala las acciones a tomar por nuestro personaje que ya no está en sus cabales. Y Grecia Martínez o Victoria cuyo personaje nos muestra la ambición desmedida y cruel, capaz de despojar una casa con engaños y solo pensando en los réditos económicos que esto le dará a su vida.

También hay que destacar las voces en off que dan vida a los personajes en otro tiempo y que corresponden a la soprano nacional Blanca Galdos y al infante Luke Lozada.

El desenlace de la obra nos mostrará a un “niño” que sin querer se redimirá a sí mismo en búsqueda de una justicia que como siempre sabemos es ciega, sorda y sin sentido. Y es cuando “Degradado” nos deja su mensaje ígneo como una antorcha encendida en la noche: darles amor a los niños.

(Columna publicada en Diario UNO)

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“Un país Rolex”, por Umberto Jara

Lee la columna de Umberto Jara

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En sus embarcaciones traían espejos para acomodarse las barbas; tijeras y agujas para remendarse las vestimentas y collares con vistosas cuentas de colores que los comerciantes italianos habían puesto de moda. En los libros de historia, los cronistas testimonian que los españoles de la conquista encandilaron con esos objetos a los habitantes de estas tierras.

Los conquistadores eran pícaros buscavidas en pos de un mejor destino. Por su parte, los cholos de nuestro imperio incaico —que se deshacía, como hoy, por pugnas entre hermanos— sucumbieron a la novedad de un espejito, una tijera, brillantes pedazos de vidrio azul o verde.

Así somos desde hace siglos. No hemos cambiado. Nos gustan los regalitos. Por eso, en este ¿moderno? siglo XXI, aquel que vive en La Planicie o en Huaycán, ambos, están dispuestos a dejar a un lado sus débiles valores o sus opacos principios a cambio de obtener un regalo, palabra que significa conveniencia, beneficio. Ocurrió hace siglos. Ocurre ahora. Nos siguen deslumbrando los obsequios que tienen la novedad de lo extranjero. Pueden llamarse Sonne y también Rolex.

¿Acaso no aplaudimos a rabiar a Oliver Sonne, un danés alto y rubio, al que todos, de pronto, aman aún antes de saber si patea bien o no un balón vistiendo la camiseta peruana? ¿Acaso es una casualidad que doña Dina elija de todas las marcas posibles, colgarse un reloj suizo que es símbolo de gran estatus? Son los espejitos y los collares con que nos siguen conquistando.

De esa estirpe proviene la señora Dina Boluarte. Tampoco es casualidad que otro personaje andino, Wilfredo Oscorima, se declare “coleccionista de Rolex” zurrándose en el hecho de que es gobernador de Ayacucho donde hay pobreza y donde surgió Sendero Luminoso.

En la ciudad natal de la señora Boluarte, el simpático poblado de Chalhuanca, en la andina zona de Apurímac, sus habitantes —ella lo sabe desde su infancia— se enteran de la hora por el puntual tañido de las campanas de la iglesia. No necesitan de un Rolex. Ella tampoco lo necesitó en su escritorio de burócrata del Reniec cuando le bastaba mirar la hora en su celular comprado en cómodas cuotas sin intereses. Pero, la peligrosa vanidad del poder es propicia para los pícaros en busca de ventajas. Primero le alcanzaron un apurado vestido amarillo patito para que se ciña la banda presidencial; luego apareció el acomplejado encanto de un reloj suizo.

Triste y antiguo ADN peruano aquello de admirar el resplandor de lo extranjero.

Pero lo más extraño es que, de pronto, el pasivo periodismo ha despertado y clama porque se investigue y se sancione y se destituya y se encarcele a la mujer que recibió los regalitos Rolex. ¿Por qué esa sorprendente unanimidad? Porque el autor del operativo basado en un reloj, conoce bien las miserias peruanas y ha apuntado a la principal: la envidia. Ese combustible nacional que enciende hogueras: “Ella tiene, yo no tengo; hay que quemarla viva”. “Que barbaridad, cómo es posible, si ella tomaba el Metropolitano igual que yo, cómo va a tener un Rolex”. A la reja, decreta la envidia nacional.

Sin embargo, la pregunta de fondo debería ser otra: ¿el problema central es un reloj? No, ese no es el problema. El problema de fondo somos todos nosotros por una razón: nadie se indigna por las reales y gravísimas responsabilidades de Dina Boluarte.

La lista es extensa y mucho mas costosa que los Rolex que ha recibido: la economía que no se reactiva; la pobreza que se incrementa; la inseguridad que hace que cada peruano, con reloj o sin reloj, pueda perder la vida en la puerta de su casa; los hospitales que siguen en el mismo colapso de la pandemia; las carreteras de la sierra sur destruidas por falta de mantenimiento; el dinero entregado a los gobiernos regionales para “contener” el Fenómeno del Niño y que está siendo saqueado por la corrupción; los pactos palaciegos con el delincuente Martín Vizcarra. Paremos el listado porque este texto se alarga y la gente es muy ahorrativa en lectura pero despilfarra en tik-tok.

Todo ese listado suma miles de millones de soles y el desgobierno de Dina Boluarte daña a millones de familias peruanas; sin embargo, nadie protesta por esos temas. La única, feroz indignación, apunta a los relojes presidenciales.

Hay que añadir que Dina Boluarte, según la UIF, tiene dinero en sus cuentas cuyo origen no se explica; que ella protege con impunidad al prófugo Vladimir Cerrón al punto que envía dos vehículos de la flota presidencial al lugar desde el cual Cerrón fugó con ayuda de Palacio de Gobierno. En suma, con mejor disfraz, es la continuación del corrupto gobierno de Pedro Castillo.

Lo que llama la atención es que, desde hace años, la prensa no se alineaba en un objetivo común. Ahora sí, se unen por los relojes de Dina. ¿Por qué no hacen campaña, todos los días y a toda hora, para que los problemas centrales del país sean atendidos? ¿Por qué no hacen campaña para que Dina Boluarte responda por el daño que causa al país? ¿Por qué no se exige que se gobierne atendiendo, por lo menos, los problemas urgentes? Nadie percibe, por ejemplo, que el ministro de Economía anuncia que es necesario ampliar el número de notarías como si eso fuera una medida económica útil para un país que se está yendo al demonio.

Dina luce Rolex, pero los peruanos reciben balazos en las calles, en las puertas de sus casas, soportan una ola criminal, padecen desocupación y nadie hace campaña por lo importante y necesario. ¿Dónde están los verdaderos problemas? ¿En la marca de un reloj o en la ausencia de un gobierno?

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Opinión

Los juegos que pasaron de moda

Lee la columna de Hélard Fuentes Pastor

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Por: Hélard Fuentes Pastor

Jugar en la era digital es diferente, por lo menos en comparación con las formas recreativas de hace 40 o 50 años. De allí, que la ciudadanía lo recuerde como “juegos tradicionales” o “de antaño” que, naturalmente, recibían una influencia directa de la escuela y los hogares, del entorno inmediato, en cambio, hoy en día, la ascendencia es más tecnológica, con servidores online e interacciones anónimas. Lo cierto es que, los “juegos”, en cualquiera de sus modalidades, son una forma de entretenimiento vigente a lo largo del tiempo, de la existencia del hombre en interacción con otros hombres y el medio que los rodea. Por ese motivo, el espacio es fundamental para el desarrollo de los mismos y su escenario más inmediato es la casa, donde hay un empoderamiento del individuo, una apropiación del lugar; y el segundo, por excelencia, es el colegio. Aún sigue siendo el punto de irradiación, pero ahora con ingenierías complejas en las cuales interviene la programación.

Antiguamente, cuando la televisión era limitada, los niños se concentraban en las calles, frente a sus casas, o, en los parques y plazas más próximas para jugar. No obstante, esto sucedía únicamente los sábados y domingos, porque en otros días ordinarios dedicaban largas horas al estudio, ocasionando el traslado de esos espacios de recreación a las escuelas o colegios. Esto quiere decir que era un espacio valorado, mejor dicho, “esperado”, pues no siempre se tenía el privilegio de jugar en cualquier día de la semana. Los padres y maestros se caracterizaban por su estrictez y rigidez en la formación de las nacientes generaciones.

Si bien existe la percepción de que dichos juegos integraban, permitían un compartir homogéneo y real ―marcando una distancia con la ficción tecnológica de este tiempo―, también la mentalidad estereotipada de aquella época, sobre todo, masculinizada, impuso roles específicos que, en algunos casos, segregaron las formas de participación y sirvieron como argumento para cuestionar a quienes no acataban la costumbre. Naturalmente, “el trompo”, “las canicas” o “el fulbito” tenía poca anuencia de las mujercitas que, en su lugar, “cortaban ropa para vestir las mariquitas de papel” y jugaban a “los yaques”.

Uno de los juegos masculinizados fue la “troya”, que consistía en trazar un círculo o cavar un hoyo poco profundo y cada participante, haciendo remoler su trompo, buscaba sacar al contrincante. Viva herencia de la primera mitad del siglo XX, según aparece documentado en Manuel E. Bustamante (1943). Las niñas rara vez o nunca jugaban al trompo, ya sea por la experticia, porque resultaba brusco o podían salir lastimadas. Lo cierto es que este artefacto, una forma de llamar al trompo fabricado en madera, permitió numerosas peripecias, como “el corriente” haciéndolo girar por debajo de la pierna o por la espalda.

Del fulbito, ni que hablar. Niña que pateaba la pelota era considerada machona o marimacha. Y aunque no fue regla, los varoncitos por definición debían ser más competitivos, un espíritu que se mostraba cuando jugaban “bolas o canicas” y al “pharpancho”, una lata atravesada por una pita o lana que se aproximaba a otra girando rápidamente para cortar la del contrincante.

Los juegos más feminizados fueron “la liga” y “los yaques” o “yaxes”. Él último era muy complejo, consistía en lanzar los doce yaxes al suelo e ir cogiendolos de uno en uno con el bote de una pelota pequeña, luego de dos en dos, etcétera. Tenía varias etapas como “la vuelta al mundo” o “el puentecito”, entre otros. El objetivo radica en ganar la mayor cantidad de fichas. La “liga”, por otro lado, consistía en que dos niñas de extremo a extremo y sujetas con un elástico a la altura de los tobillos, invitaban a otras niñas a saltar respetando su turno. A medida que avanzaban, las participantes iban subiendo la liga a la rodilla, a la cintura, incluso, ―dicen― al cuello y terminaban con las manos extendidas. Quién no conseguía brincar o pisaba la liga, perdía e inmediatamente le tocaba sujetar la misma. También, las muñecas de trapo, la tiendita y la cocinita era un juego común de niñas, por lo que sí un chiquillo cogía una olla era considerado afeminado o marica.

Por eso, no todo era perfecto. La mirada prejuiciosa de la época hizo que la experiencia de jugar, en muchos casos, tenga una respuesta excluyente, restrictiva, hasta indecorosa, principalmente para un niño o una niña diferente. Debió ser tormentoso, pues en esos años jugaron con miedo, a escondidas o con muchas limitaciones. Hubo poca tolerancia al niño que jugaba a las muñecas o a la niña que se interesaba en los carritos.

Felizmente, estaban aquellos que integraban tanto hombres como mujeres: “las escondidas”, “la soga”, “bata”, “tejo”, “pesca pesca”, etc. Algunos tuvieron muchas variantes, la pesca pesca, por excelencia, pues hubo quienes jugaban a “los congelados” que consistía en pescar o atrapar a la persona e inmovilizarla, diciendo: “congelado”, entonces quienes aún quedaban libres tenían la posibilidad de rescatarlo, volviéndolo a tocar.

Ese era el panorama de los juegos infantiles y adolescentes de los años 70, 80 y 90. Los baby boomers, la generación X y los millenials, han dado en identificar algunos valores que permitió el entretenimiento de su tiempo: la empatía, el compañerismo, la unión, la disciplina, la solidaridad, la puntualidad, la cortesía y un largo etcétera, que conduce a valorar su importancia en los imaginarios sociales contemporáneos. Los adultos consideran, por ejemplo, que los juegos de antaño no tenían malicia. Pero no es del todo cierto, hay niños que se sentían mal porque eran excluidos o recibían burlas.

A medida que pasaron los años, el acceso a los medios de televisión permitió la recreación de otros juegos, la modificación de las reglas o la incorporación de personajes ficticios, animados, cómo: “zapatito roto” o “la casa de Pinocho”, ambos usados principalmente para seleccionar a los jugadores. El primero tiene un significado particular. Todos colocaban sus zapatos alrededor como formando un círculo y alguno coreaba: “zapatito roto del Perú, dime cuántos años tienes tú”, se seleccionaba a la persona y a partir de él, se contaba: “pin uno”, “pin dos”, “pin tres”.

Entre finales del siglo e inicios del 2000, se introdujeron otros elementos de juego. Ya no sólo existían las canicas o los yaxes, también los taps, que corresponden a mi generación; y en casos más extremos, los nombres de los juegos cambiaron. Sucedió con “siete pecados” ―como fue llamado en los 80―. Cada jugador elegía el nombre de un país, uno de ellos lanzaba la pelota y gritaba el país de cualquiera. El niño convocado tenía que correr hasta alcanzarla y una vez sostenida, si no caía en el suelo, llamaba a otra persona, pero si daba bote, los demás se quedaban estáticos. Nosotros decíamos “stop”. Luego, con tres pasos largos ―a manera de brincos― trataba de aproximarse a uno de ellos y arrojaba el balón con la finalidad de chocarlo. Después, el perdedor reiniciaba el juego. Yo lo jugué desde los años 90, con la denominación de “países”.

Algunos juegos del siglo XX tuvieron un carácter más inclusivo, integrador, que permitió la concentración de muchachos de diferente barrios y urbanizaciones, inclusive desconocidos, y que en la propia interacción terminaban siendo amigos, pero hubo otros más intimistas, que se jugaban con el hermano, el primo o el mejor amigo, tal es el caso de “los soldaditos” que heredó la generación de los años 20 a la de los 90 ―incluso. Antes eran de plomo, luego lo hicieron de plástico. Dos jugadores elegían 20 a 30 soldados y en cada extremo, con una distancia aproximada de 2 metros, se colocaban frente a frente, y lanzando un “tirallo” o canica, se buscaba traer a suelo a los muñequitos. El ganador tenía que derrotar al ejército del equipo contrario.

Los juegos, aparentemente inocentes, no siempre terminaban bien. A veces, los muchachos salían lastimados, por ejemplo, según el testimonio de un médico de 50 años aprox., haciendo una peripecia, le cayó un trompo en la cabeza.

Pocos niños de ese tiempo, accedieron a tecnologías como las consolas Telstar y Odyssey Philips, cuyos mandos sólo tenían una perilla o una palanca y un botón, respectivamente. Lo cierto es que incluso esos aparatos, con sus pantallas cuadriculadas y de líneas, distan mucho de los formatos tridimensionales y táctiles que caracterizan a los juegos de la actualidad. De este modo, se dijo adiós a una época. “Yo les podría decir que salgan a jugar” ―comenta una ciudadana de 45 años aprox., de profesión ingeniera, madre de dos pequeños―. Si los papás les enseñamos nunca van a pasar de moda”.

¿Usted está segura? ―la increpamos. ¡Puede que sí! Puede que tenga razón, sin embargo otro ciudadano, abogado, padre de familia, considera que cada generación tiene su propio entorno. “Los juegos no van a ser los mismos ―agrega― pero los valores como el respeto, siempre”.

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Opinión

Los ministros no deben ser abogados defensores de Dina Boluarte

¿Omisión de funciones? Basta ya de distorsionar las obligaciones y funciones para lo que fueron designados. Los ministros de Estado no son empleados de los presidentes de turno y mucho menos sus abogados defensores, que para eso no fueron nombrados.

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El articulo 123° de la Constitución Política de Perú es clara y precisa y señala que un Presidente del Consejos de Ministros solo tiene tres funciones específicas. Ser, después de la Presidenta de la República, su portavoz autorizado.

Eso significa que puede ejercer la labor de vocero, que habla en nombre de la institución gubernamental, que es la Presidencia de la Republica que funciona en Palacio de Gobierno; más no ser abogado defensor de Dina Boluarte.

La segunda labor, es coordinar las funciones de los demás ministros y por último, refrendar los decretos legislativos, los decretos de urgencia y los demás decretos y resoluciones que señalan la Constitución y la ley.

Esa es la única función que está obligado a ejercer el señor Gustavo Adrianzén y por más que la señora Dina Boluarte, quizá lo haya designado para cuidarle las espaldas y/o para salir a dar mensajes a la nación en respuestas a los cuestionamientos que sufre el gobierno, para eso el Estado no le paga al premier los S/30 mil soles mensuales de salario.

La obligación de Adrianzén (artículo 125° CPP) no es otra que deliberar sobre asuntos de interés público y las demás que le otorgan la Constitución; más no del interés personal de Dina Boluarte.

Lo que debe entender este señor exmandadero de Nadine Heredia y por más que la señora Boluarte se lo haya indicado, que él no es un empleado de ella, ni trabaja para ella, aunque quizá en un plano más surrealista él se sienta obligado a pensar introspectivamente—como la presidenta me dio el cargo, yo tendré que ser leal y su subordinado incondicional—.

Pues no, él es un empleado del Estado y ni la señora Boluarte es su empleadora, ni ella le paga el salario. Así lo establece la ley y él está obligado a cumplirla; de lo contrario, estaría incurriendo en omisión de funciones.

Gustavo Adrianzén, tampoco debe olvidar (artículo 128° de la CPP) que él en su calidad de ministro de Estado, es individualmente responsable por sus propios actos y por los actos presidenciales que refrenda.

Y si acaso, en toda esta maraña de presuntos actos irregularidades, blindajes, protecciones a prófugos de la justicia (Vladimir Cerrón), tenencias de joyas costosas, con relojes Rolex incluidos y presuntos desbalances patrimoniales que recaen en la figura de Dina Boluarte, el señor Adrianzén conoce algún indicio o información y se mantiene en silencio, entonces, se convertiría en cómplice de la presidenta y en el futuro tendría que asumir su responsabilidad, tal como señala la ley.

El Premier Gustavo Adrianzén defiende lo indefendible.

Se debe mencionar que este fin de semana aquel señor premier dio vergüenza ajena y salió a dar un mensaje a la Nación para asegurar que no existe un desbalance patrimonial en los ingresos y egresos de Dina Boluarte y expresó:

“Quiero informar que la señora Presidenta de la República ha expresado en todo momento su total disposición a colaborar con las autoridades jurisdiccionales en cada una de las investigaciones en la que ella se encuentra comprometida”.

¿Acaso Dina Boluarte le está haciendo un favor a la administración de justicia?

Este esbirro de la mandataria menciona que ella tiene la disposición de colaborar con la justicia, como si eso fuera un acto de caridad y de generosidad. ¡No señor! La señora Boluarte está obligada a acudir a la Fiscalía para rendir cuentas, porque está inmersa en una investigación y la ley es igual para todos.

Otras geishas omiten funciones de ministras y fungen de abogadas de Dina Boluarte

Solo hace unos días, la ministra de Vivienda, más conocida como la ministra de los banquetes y del Ensure, Hania Pérez de Cuellar, también se ha presentado en diversos medios para defender a la mandataria, en lugar de explicar y rendir cuentas sobre su ineficiente labor que ejerce en su portafolio. Ella omite a hablar de la próxima privatización de Sedapal y de las medidas para los damnificados del norte. Y en su lugar se ha convertido en abogada defensora de Boluarte Zegarra.

Ministra de Vivienda se ha convertido en abogada de la mandataria.

Lo mismo sucede con la ministra de la Mujer, Nancy Tolentino, la ministra de Cultura Leslie Urteaga y recientemente, con el ministro de Transportes, Raúl Pérez Reyes, que, en una rueda de prensa efectuada en el Aeropuerto Jorge Chávez, tuvo que “cubrir” a Dina Boluarte y responder en lugar de ella, ante el asedio de la prensa para poder dilucidar las denuncias en torno a los Rolex de la aun jefa de Gobierno. 

Basta ya de distorsionar las obligaciones y funciones para lo que fueron designados. Los ministros de Estado no son empleados de los presidentes de turno y mucho menos sus abogados defensores, que para eso no fueron nombrados.

Ellos fueron designados para emprender planeamientos, gestiones y tramitar los presupuestos de sus sectores para lograr los objetivos trazados, concernientes a la naturaleza de sus portafolios. 

Desafortunadamente, estos ínfimos personajes, han perdido el honor y la dignidad y su afán de angurria de pegarse al poder, los ha convertido en lo que son: infames canallas que solo velan por su interés personal, en desmedro de los intereses del Estado.  

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Opinión

¡Basta de impunidad! se exige el retiro de la inmunidad presidencial

Ya no es legítima, ya no es razonable, ya no es magnánima; ergo, ha perdido los principios, por los que fue prevista. Los jurisconsultos han perdido la perspectiva de su “efectos” que en los últimos quinquenios han sido “malhechores” y se han convertido en todo un despropósito en contra de la administración pública y de todos los administrados que solo piden que haya un saneamiento institucional.

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La figura de la inmunidad presidencial en nuestro país ha sufrido una desnaturalización grosera y se ha convertido en un absoluto mecanismo de protección para los jefes de Estado de turno.

Citemos, por el momento a los tristemente célebres Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y actualmente, la desvergonzada Dina Boluarte, que, en su afán de protegerse, continúa burlándose de los peruanos, a pesar que ya llegó la hora para que rinda cuentas.

Todos ellos, pese a las graves denuncias en su contra, fueron impunemente protegidos por la inmunidad presidencial.

Y aquí surge una ecuación elemental: ¿Quién ganó? Los presidentes investigados. ¿Quién perdió? La colectividad y la administración Pública. Entonces, concluimos con la interrogante ¿Hay derecho?

Entendemos que la inmunidad presidencial tiene orígenes doctrinarios antiquísimos. En Perú se instituyó desde la Constitución de 1860 y más allá de sus matices presidencialistas o semipresidencialistas, esta figura protege, cautela, blinda, resguarda, custodia, defiende, apoya, preserva, socorre, abriga, escuda, refugia y auxilia, a un jefe de Estado.

Léase el articulo 117° de la Constitución del Perú:

“El Presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su período, por traición a la patria; por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales; por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134 de la Constitución, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral”.

En suma, este precepto constitucional, literalmente señala que el presidente no puede ser acusado durante su mandato, sin perjuicio de adoptar otras subalternas y equivocadas “interpretaciones”, como la realizada intencionalmente por aquella sujeta fiscal Zoraida Ávalos que intencionalmente, “interpretó” que Martín Vizcarra y Pedro Castillo ni siquiera podían ser investigados por el Ministerio Público, hasta que concluyeran sus mandatos.

Es decir, los mandatarios gozan de la “inviolabilidad”, de no ser acusados no solamente por sus iure gestionis (actos privados) e iure imperii (actos púbicos) y no existe ninguna posibilidad de levantarles ese status, tal como el derecho comparado lo muestra en el derecho internacional.

Esta es una figura cotidiana, constitucional y legitima, desde el punto de vista normativo y material; no obstante, en la escena nacional política del Perú, ya perdió esa condición.

Ya no es legítima, ya no es razonable, ya no es magnánima, ya no es cauteladora; ergo, ha perdido los principios, por los que fue prevista y a pesar que en los debates académicos de índole jurídico se ha incidido en la naturaleza normativa y doctrinaria de la propia “inmunidad”; los jurisconsultos han perdido la perspectiva de su “efectos” que en los últimos quinquenios han sido “malhechores” y se han convertido en todo un despropósito en contra de la administración pública y de todos los administrados que solo piden que haya un saneamiento institucional.

En ese sentido, existe una rama jurídica que se denomina “sociología del derecho”. Esta rama del derecho simplemente observa las ciencias sociales y estudia el comportamiento “de facto” para entender cómo funciona una sociedad y a partir de un análisis, poder diseñar, implementar y derogar o aplicar una ley, para llegar al “de iure”.

Entonces, es exigible, que, tras una mesa de discusión multisectorial, el Poder Legislativo, impulse el retiro de la inmunidad presidencial, considerando que de acuerdo al statu quo nacional, el común denominador de mandatarios que ingresa al aparato público, presumiblemente lo hace para ejercer actos dolosos que atentan contra la administración pública y contra la buena fe de los electores que depositaron su confianza en ellos, para que se encargaran de la “cosa pública”.

Esta reforma constitucional, ya se hizo en el Congreso de la República, por lo menos relativamente ya extinguieron la inmunidad parlamentaria. Actualmente un congresista que cometa delitos comunes ya no está protegido por dicha figura, ni imposibilitado de afrontar procesos penales y desde luego, que, tras ser sentenciado, va directamente a la cárcel.

Es momento de poner las barbas en remojo y emprender una reforma constitucional que elimine la inmunidad presidencial, aplicando el articulo 206° de la Carta Magna.

Querer es poder y cuando el Parlamento se lo ha propuesto, ha impulsado leyes exprés en menos de lo que canta un gallo. Más aún, se exige esta medida, en medio de una conducta nauseabunda e insensata de una mandataria como Dina Boluarte, que pese a su propia debacle y con absoluto desprecio, continúa riéndose de los 33 millones de peruanos.  

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Opinión

Dr. Quintanilla, ¿y el caso de Jesús Calderón vs. la UGEL 07?

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

El año pasado, un lamentable 30 de mayo del 2023, ocurrió un accidente en el local de PRITE Buenos Aires de Villa, en Chorrillos, entidad dirigida por la funcionaria Susana Ponce Napa y bajo la jurisdicción de la UGEL 07.

En ese lugar en horas de la mañana el joven trabajador y padre de familia Jesús Antonio Calderón Ormeño cayó de una escalera y sufrió graves heridas con secuelas que se mantienen en el tiempo.

Según los informes médicos, Jesús Antonio Calderón Ormeño, sufrió un fuerte traumatismo en la región parietotemporal derecha (hematoma de 15 cm), con la consecuencia de pérdida de conciencia (TEC y contusión hemorrágica), quedando establecido que nunca antes había sufrido pérdida del conocimiento ni tampoco ningún traumatismo encefalocraneano en su vida, hasta antes del 30 de mayo del 2023.

Pero, pese a los 10 meses transcurridos, como efecto del golpe, Jesús Calderón actualmente mantiene el habla balbuceante y además sufre de otras dolencias toda vez que, aparte del golpe en la cabeza, el Servicio de Emergencia del Hospital III Suárez – Angamos de EsSalud también le diagnosticó fractura desplazada de clavícula derecha, con fuerte dolor a la movilidad del brazo derecho, y fractura del 5to arco costal, quedando el paciente hospitalizado, y para entonces con necesidad urgente de intervención quirúrgica.

Se trata de un serio accidente de trabajo, pero se requiere saber si las autoridades del PRITE Buenos Aires de Villa y de la UGEL 07 cumplieron con todas sus obligaciones para este tipo de emergencias, sobre todo si cumplieron con lo que la Autoridad Nacional del Servicio Civil (SERVIR) determina.

De manera que estamos oficiando a la directora Susana Ponce Napa, máxima autoridad del PRITE Buenos Aires, y a la directora de la UGEL 07 a fin de acopiar toda la información de este caso donde antes, durante y después del accidente se habrían infringido una serie de normas legales, pudiendo ser pasibles las referidas servidoras públicas de drásticas sanciones.

En ese sentido, tendrán que esclarecer lo siguiente: ¿Cómo gestionaron esta ocurrencia de trabajo dentro del ámbito de un accidente grave? En segundo lugar, ¿esas entidades del Ministerio de Educación (MINEDU), previeron y estuvieron preparadas frente al riesgo de los accidentes de trabajo? En tercer lugar, ¿desarrollaron y ejecutaron todas las medidas preventivas que indican las normas legales?

En cuarto lugar, ¿notificaron oportunamente el accidente de trabajo, de acuerdo a los artículos 110 y 117 del Decreto Supremo N° 005-2012-TR? En quinto lugar, ¿contaban con la asignación de recursos presupuestales y la capacitación para tener al día los equipos y las medidas preventivas de accidentes de trabajo y para su respectiva promoción con el objetivo de evitarlos?

En sexto lugar: ¿las entidades en cuestión procedieron a adoptar y aplicar el artículo 118 del Decreto Supremo N° 005-2012-TR, que las obliga para que la información generada tras el accidente de Jesús Calderón sirva a fin de elaborar nuevas normas internas, políticas y proyectos diversos con el objetivo de que esa clase de accidentes de trabajo no se repita?

En séptimo lugar, ¿la UGEL 07 y el PRITE Buenos Aires de Villa contaban con el equipo de personas idóneas para que: a) investiguen la causa del accidente de trabajo; b) llenen adecuadamente el registro de accidentes de trabajo, que es uno de los ocho temas obligatorios que una institución del Estado debe cumplir; y c) gestionen la notificación del accidente en el portal web a cargo del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo y al Centro Médico, cualquiera que este sea (MINSA, EsSalud, Solidaridad, Fuerzas Armadas, clínica particular, etc.)?

SERVIR ha establecido que es necesario conocer qué accidentes de trabajo vienen ocurriendo a los servidores públicos, ya que es información fundamental para fines preventivos y promocionales, entre otras gestiones; y por eso queremos conocer si las entidades de educación, como el PRITE Buenos Aires y la UGEL 07, han cumplido y cumplen la Ley y el Reglamento de Seguridad y Salud en el Trabajo.

Aquí está el quid del asunto porque esa ley no solo encaja en un accidente como el sufrido por Jesús Calderón, sino que también vela por la salud del trabajador, y conviene conocer cómo se ha procedido por parte de esas entidades del MINEDU respecto de la salud y de la actividad laboral posterior al accidente de trabajo, del 30 de mayo del 2023, donde él perdió el conocimiento y por ello no pudieron los médicos operarle a tiempo la fractura de clavícula, agravándose más su cuadro clínico hasta el día de hoy.

Nuestro equipo de investigación ha indagado y las evidencias apuntan a que Jesús Calderón habría sido olvidado por las autoridades de la UGEL 07, pues esta no coordina nada frente al PRITE Buenos Aires de Villa, a fin de evitar que Jesús Calderón sea puesto en riesgo cotidianamente durante su horario de trabajo.

Es decir, nada habría cambiado tras el accidente del año pasado pues continuaría dicho servidor realizando actividades laborales riesgososas y peligrosas pese a que su estado de salud, su motricidad, reflejos y fuerza, no son los mismos a los de antes del accidente.

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