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MARTÍN ADÁN Y YO EN LAS CALLES DE LIMA

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UNO

Solitario. Vagabundo. Cinéfilo. Curioso. Tímido. Así era yo adolescente metido en un cuerpo andrógino. Iba al colegio (a La Recoleta, hasta el primero de secundaria, al San Andrés, donde sufrí dos años y, finalmente, al de Aplicación de la Universidad de San Marcos, para pasar los dos mejores años de mi escolaridad) y tenía unos cuantos amigos compañeros de clase, muy pocos, menos que los dedos de una mano.

Fuera del colegio no veía a nadie y nunca  invité a ninguno de esos amigos escolares a que viniera a mi casa ni visité yo la casa de alguno de ellos. Yo vivía en La Colmena, una avenida que en verdad se llama Nicolás de Piérola, pero nadie la denominaba con el nombre del caudillo. En el cuarto piso, departamento 411, del edificio que hace esquina con Wilson, avenida que todavía no se llamaba Inca Garcilaso de la Vega. Justo al frente se construyó el edificio que durante cierto tiempo fue el más alto de Lima y de todo el Perú. Abrió también sus puertas un nuevo cine, el cual adoptó el nombre corriente -que no el oficial- de la avenida. Esa sala de estreno alimentó mi apetito cinematográfico, al sumarse a los cines pulguientos Alfa, Rívoli, Moulin Rouge, Astral y otros más, en los que veía películas antiguas, y a las demás salas de novedades cinematográficas del centro de Lima: Metro, San Martín, Colón, Le Paris, Bijou, Tacna, Lido, en las que trataba de saciar mi hambre de imágenes en movimiento; mi enorme curiosidad, y olvidar mi desastrosa vida familiar.

Al lado del cine Colmena, en un edificio viejo que aún está en pie, pero ahora abandonado, estaba Radio Lima donde de niño vi llegar sobre un caballo blanco a Poncho Negro y sobre uno pinto a Calunga, su fiel compañero de aventuras, personajes que hasta entonces sólo conocía de oído; es decir, a través de las transmisiones radiofónicas. También se hicieron realidad allí, enfrente de mi casa, los Teens Tops y su vocalista Enrique Guzmán, que interpretaron “Popotitos”, entre otros temas que yo escuchaba hasta el cansancio en Música para la Juventud, un programa de radio 1160. Sobre el techo del edificio de Radio Lima volaban negros gallinazos de la ciudad gris de metal y melancolía. Allí, en la azotea,  entre cachivaches de todo tipo, vivían y se reproducían.

Como yo era tímido, y solitario. Un solitario al que le gustaba vagabundear por las calles del centro, dentro de un circuito que iba por La Colmena a la Plaza San Martín, y al Parque Universitario y luego, por calles y jirones y avenidas, abarcaba todo el llamado “damero de Pizarro”. En mis vagabundeos nocturnos solía detenerme durante un tiempo largo en la librería Época de la calle Belén, que estaba abierta hasta muy tarde.

Allí mis vagabundeos callejeros se convertían en vagabundeos poéticos y/o intelectuales, ya que me pasaba horas leyendo los libros argentinos, chilenos, mexicanos, españoles, que no podía comprar por falta de medios. Allí, además, mi infantil afición a robar caramelos y chocolates en las Tiendas Tía del jirón de la Unión (afición en la que involucraba  como cómplice a Virginia, mi hermana pequeña), la transformé en la sustracción de libros ante los cuales no podía evitar el deseo de poseerlos.

Otro alto en mi incesante vagabundeo solitario lo hacía en el jirón Azángaro, en la librería de Juan Mejía Baca de la calle Huérfanos. Allí descubrí los muy pulcros Cuadernos de Hontanal que publicaba el poeta Javier Sologuren; la revista Haraui que editaba Francisco Carrillo, y muchas otras publicaciones peruanas que era casi imposible hallar en otro lugar. A veces ingresaba a la Biblioteca Nacional de la avenida Abancay para descubrir ediciones de libros míticos: no olvidaré jamás que en una de las mesas de la biblioteca desplegué las páginas acordeonadas de Cinco metros de poemas de Carlos Oquendo de Amat y leí también, en un ejemplar con páginas manchadas de grasa y corroídas por el tiempo, esa pequeña gran maravilla literaria que es La casa de cartón de Martín Adán.

Dos

El muchachito andrógino que era yo en aquel tiempo no sabía que por esas mismas calles vagabundeaba incansablemente nada menos que el autor del “Poema Underwood”. Él había nacido y vivido su infancia en el centro de Lima, pero su familia se mudó a Barranco y el joven Rafael de la Fuente Benavides en ese distrito, que le sirvió además de inspiración; escribió La casa de cartón, aquel poema-novela que yo leía y releía frenéticamente en la Biblioteca Nacional. Nunca imaginé, sin embargo, que podría encontrarme con Martín Adán en las calles del centro de Lima.

Porque en esa época yo no sabía que este hombre de “buena familia” había renunciado a todos los privilegios de su clase, su apellido y su formación académica, para vivir en permanente estado de poesía y ebriedad vagabundeando por calles y bares céntricos. Púdicamente a eso le llaman hoy “su bohemia”, aunque nada en Martín Adán hacía de él un bohemio. Ocurre, sin embargo, que yo encontré al poeta sin saberlo, sin ser consciente de ello, como dos vagabundos que se cruzan sin conocerse, uno camino a la vejez, el otro jovencísimo.

En mi deambular me cruzaba con gente que terminaba conociendo sin conocerla. El pianista Drácula, por ejemplo, que me daba miedo, a tal punto de que, cuando lo venía venir, cruzaba yo a la acera de enfrente para no darme con él cara a cara. Los luchadores, tan pintarrajeados y afeminados como llenos de músculos, que se reunían en la entrada de Mario, a dos pasos de mi casa aunque ya en la avenida Tacna, donde a menudo detenía unos instantes mi trajinar para comprarme una sabrosa empanada.

El loco Valdés, que así llamaba mi madre a un hombre cuarentón, regordete, siempre vestido de terno y corbata, que seguía a cuanta mujer se le cruzara en su vagabundeo por La Colmena y la Plaza San Martín: iba detrás de una y, de repente, al cruzársele otra, dejaba a la primera para seguir a la segunda, y así durante horas, desde  que el Sol se acostaba hasta bien entrada la noche. Entre esos incansables vagabundos había un señor sesentón que a mí me parecía un anciano viejísimo, tenía aspecto de mendigo orgulloso y vestía siempre un abrigo muy gastado, que le cubría todo el cuerpo, pero ya no tenía botones, por lo cual lo cerraba con un imperdible de esos de los grandes. En la cabeza, ese extraño señor llevaba un sombrero, cosa rarísima porque en la Lima de mediados de los años sesenta del siglo pasado ya nadie usaba sombrero. Ese hombre, siendo casi un adolescente al empezar el siglo XX, como lo era yo pasada la primera mitad del mismo siglo, había escrito:

Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.

No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros.

No quiero ser feliz con permiso de la policía.

Ahora en las calles hay un poco de sol.

No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.

Pasa un perrito cojo –he aquí la única compasión, la única caridad, el único  amor de que soy capaz.

Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.

Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.

Pero yo, en aquel entonces, ignoraba por completo que ese caballero que vagabundeaba como un perro por las calles del centro de Lima, había escrito un pequeño libro que me encandilaba con cada lectura, y se llamaba La casa de cartón. Para mí ese viejo mal vestido que olía a alcohol y ropa sucia era un maricón que me seguía por las calles sin decirme nunca nada. Solo me seguía un rato, mientras podía, con cara lánguida y como suplicante, porque en determinado momento yo apuraba el paso y me distanciaba de él.

Una noche, cansado de su acoso, le hablé o, más bien, le grité: “¡Ya para de seguirme viejo maricón!”. El ni se inmutó, no dijo nada, sólo se quedó de pie, paralizado, y ya nunca más me siguió cuando me cruzaba con él. Me pregunto ahora si durante sus vagabundeos tenía siempre la costumbre de seguir a los adolescentes solitarios con los que se cruzaba. Nunca me planteé antes la pregunta y ahora que lo hago me parece que es muy probable que así fuera. La bohemia vagabunda de Martín Adán combinaba, creo, soledad, alcoholismo y homosexualidad.

 

Tres

Tiempo después -creo que ya estaba en la universidad-, paseando por uno de los parques de la avenida Wilson, no sé si el de la Reserva o el de la Exposición, me di con una exposición de fotos en blanco y negro acompañadas con poemas. No recuerdo si todas las imágenes que se mostraban eran de Machu Picchu, pero sí me acuerdo muy bien que con algunas en las que se veía la maravilla de piedra del Cuzco se podían leer unos versos que a mí de entrada me impresionaron. Ya por esa época conocía yo “Alturas de Machu Picchu”, el poema que Pablo Neruda incluyó en su Canto general.

Ese texto me había parecido verboso, grandilocuente, como era a  menudo la poesía del chileno, y solo me había deslumbrado por momentos. Empero, allí en aquel parque, los versos inspirados en Machu Picchu eran muy diferentes. Como si el monumento de piedra, levantado entre la alta serranía y la majestuosa selva verde, lo hubiera empujado al poeta ya no a cantar épicamente los vestigios del pasado histórico precolombino, sino hacia una introspección, a preguntarse qué somos y de dónde venimos. Me llamó también la atención el título porque en mi ignorancia quinceañera de alumno bastante bueno en el curso de castellano, “desasida” era un error porque, según yo en ese momento, debía decirse “deshecha”. Al volver a casa, el diccionario me convenció de que el error era mío, y no del poeta, y aprendía además un nuevo verbo: “asir”. Desgraciadamente, ahora que escribo en París estos recuerdos, no tengo cerca La mano desasida, es decir, el libro del que forman parte esos versos que me estremecieron, me golpearon, y me hicieron perder piso.

Si no eres nada sino en mí mi sima,
Si no eres nada sino mi peligro,
Si no eres nada allá sino mi paso,
Que vengan todos, con su hedor y siglo
¡Que venga el extranjero que me extraña!
¡Que venga el mal hallado!
¡Que baje el buey subido desde arriba
El del belfo verde, desde humano vacío!
Y que ronca y remira porque nace
De vientre ajeno, que jamás es mío.
¡Aquí estoy muriéndome!
¡Así es toda vida!
¡De buey que rumia y que remira
Y de yo que agoniza, que agonizo!
Tú no eres bello porque no soy bello,
Yo Mismo. Eres apenas profundo estar arriba
De todo un vuelo interminable
Y que bate todavía.
Eres el ala que voló.
Cuando tú mueras, morirá el Hongo
Y morirá el Aire. Y morirá el Día.
¡Pero será la Noche, el otro tiempo
De vivir la vida!
¿Y cuándo volveré a donde nunca estuve?
¿En transporte de orgasmo y alegría?
¿Cuándo será mi ser? ¿Cuándo mi mano
Ha de asir su ventura fortuita?

No tengo acá esa primera edición de La mano desasida pero la recuerdo: era de formato cuadrado, con una foto en blanco y negro en la portada y tapas duras. Allí en el parque, por supuesto, no pude verla, pero al día siguiente, con la urgencia con que un drogadicto va a conseguir su dosis, fui en su búsqueda a la librería de Mejía Baca. En las estanterías bastante polvorientas de ese templo la encontré, la tomé entre mis manos y leí el largo poema de principio a fin, pese al temblor de mis manos y la mirada inquisidora de un empleado.

Al consultar, medio siglo después, las antologías de la poesía peruana elaboradas por Ricardo González Vigil (Petroperú, 1999 y Edubanco, 1984)) constato horrorizado que no aparece ni un verso de este largo poema quitasueño que Mejía Baca publicó acompañado de un disco en el que el propio Martín Adán lee fragmentos en alta voz. Sorprendido por semejante “olvido”, busco algo, sin saber qué exactamente, en mi abundante pero desordenada biblioteca, y encuentro el primer volumen de la antología de la poesía peruana realizada por Alberto Escobar (Peisa, 1973) y allí sí, en las páginas 84-85, releo fragmentos de La mano desasida. Voy luego a internet y, en blogs y diversas publicaciones virtuales encuentro el poema entero, o fragmentos seleccionados por diversos lectores.

¿Cuándo, Machu Picchu, cuándo
Montaña, llegaré a la orilla?
Pero cuando tu mueras, Machu Picchu,
Dónde me iré, con qué iré, con mi sonrisa
Y con mi carne y con mi hueso y con mi casa
Y con mi herejía,
Y con mi traducir lo del latín gorrión,
Y con mi misa,
Y con no sé qué porque me llegó tarde el ser
Al no ser la hora
Al caerse de abajo la vida.
¡Y este no ser nada sino hablar ante el verso!…
¡Y este temblar ante Dios que es la vida!
¡Y este mirarte y muerte, Piedra
De allá arriba!…
¡Este sentirse uno Dios ante la propia conciencia
Y ante la propia herejía!…
¡Este haberte hecho un humano como yo,
Que no era el profeta de la Biblia,
Ni el hombre de las Nieves,
Ni el Gorila!…
¡Este tu ser a mi medida humana,
Sin suelo, sin habitantes y con sola tu agonía!

Fue aquella vez, leyendo La mano desasida en la librería de Juan Mejía Baca, que hice la relación entre el señor de sombrero elegantemente vestido, que aparecía en una foto que adornaba aquel templo de la lectura de la calle Huérfanos, y el viejito desarrapado, alcoholizado, hediondo, maricón, y con sombrero también, a quien yo había mandado a la mierda para sacármelo de encima. En ese momento me sentí muy mal, y hasta hoy no puedo perdonarme por lo que dije sin saber a quién se lo decía. Pero es verdad que el acoso termina molestando demasiado.

Cuatro

Hace dos años, creo, compré en Lima el libro en el que Andrés Piñeiro recopila las pocas entrevistas que concedió Martín Adán a lo largo de sus casi 80 años de vida. Ahora me he puesto a buscarlo entre los volúmenes que están de pie y muestran sus lomos para identificarlos fácilmente, y aquellos que se acumulan formando rumas en mi desbordante y caótica biblioteca que ocupa casi todos los muros de mi departamento. No lo encuentro, pero en cambio me doy con Obra poética (1928-1971), el libro en el que el Instituto Nacional de Cultura reunió en 1971 el conjunto de la obra poética de Martín Adán hasta ese año y que lleva como añadido una selección de juicios y comentarios críticos sobre el autor de Travesía de extramares.

Dentro de él me doy con la sorpresa de hallar una hoja de periódico amarillenta, del diario La República del jueves 31 de enero de 1985, doblada en ocho. La despliego con enorme curiosidad y veo que, en un lado, trae una nota sobre el velatorio y el entierro de Martín Adán escrita por quien entonces era un respetable poeta joven y, desde ya, un mal periodista (desgraciadamente, mal periodista sigue siéndolo aunque ya no en el mismo diario, y no me pregunten cómo se llama, prefiero olvidar su nombre). Y, en el otro lado, viene una nota que ocupa toda la página (salvo el espacio de tres fotos) titulada “Aproximación a Martín Adán”, que firma José Luis Sardón, nombre que hoy no me dice nada.

El artículo recorre a vuelo de pájaro la vida y obra del poeta vagabundo y recuerda la importancia que tuvieron en su niñez sus tres tías “enérgicas y solteronas”, ya que Rafael de la Fuente Benavides era huérfano desde pequeño, y sobre todo la tía Tarcila, con la que dejaría el centro de Lima para mudarse a Barranco e ingresar al Colegio Alemán, donde escribió, a los 16 años, La casa de cartón, su primera y precoz obra maestra. Señala también que estudió Derecho en San Marcos obligado por la feroz Tarcila pero que, en cuanto ésta se fue al cielo (o al infierno, ¡quién sabe!), se pasó a Letras y se graduó con la tesis De lo Barroco en el Perú, la cual, pese a su gran calidad, no fue muy bien vista por los académicos acartonados de entonces (y sigue habiendo muchos así).

Un aspecto que yo había olvidado por completo, Sardón me lo regresa a la memoria: el corto periodo de su vida, entre 1934 y 1935, durante el cual Rafael de la Fuente Benavides trabajó, en Arequipa, nada menos que ¡en un banco! Quizás ese medio en el que lo único que cuenta es el dinero, las finanzas, las inversiones, el lucro y la usura -me digo yo ahora- lo disgustó a tal punto que lo fue alejando para siempre del mundo laboral formal y acercando a esa vida de libertad, alcohol, anhelos sexuales y constante vagabundear por las calles de su niñez en el Cercado de Lima que fue la suya hasta que decidiera pasar gran parte de su existencia en un hospital siquiátrico.

Volviendo a algo que anotaba antes tras leer el artículo de Sardón me doy cuenta de algo que no creo que sea una simple coincidencia: Rafael de la Fuente Benavides fue un niño huérfano y, luego, ya mayor, instalado en esa vida errante, desordenada y alcoholizada, que por falso pudor muchos denominan “su bohemia”, encontró a una especie de padre adoptivo llamado Juan Mejía Baca -quien era, sin embargo, cuatro años menor que él-, y fue el protector de su obra y su editor, a la vez que regentaba una librería que se convirtió en su refugio, y su lugar de encuentros. La librería de Juan Mejía Baca estaba ubicada, nada menos, que en la calle Huérfanos. ¿Es acaso una pura coincidencia?

Cinco

Ingresar a la universidad, a San Marcos, a la Facultad de Letras, la misma en la que se graduó Rafael de la Fuente Benavides, pero ya no en la casona del centro, sino en la ciudad universitaria aún a medio construir, me hizo menos solitario pero no menos vagabundo. El deambular colectivo de aquel entonces, nos llevaba a veces a un bar cercano a la facultad al que bautizamos Los Agachados; pero con mayor frecuencia a las cantinas del centro, varias de las cuales estaban situadas en La Colmena y en los alrededores del Parque Universitario.

Algunas de ellas tienen cierta celebridad, como El Palermo, El Cordano y El Queirolo; otras aparecen en algún poema, como El Chino-Chino; y otras como que ya nadie las recuerda: El Cuchitril, La Llegada, El Bonzo, y otras más que yo también olvido. Una noche íbamos por esas calles un grupo de tres o cuatro compinches con la salvaje avidez de emborracharnos y, de repente, en una mesa en la que había una botella de cerveza negra y un vaso, encontramos a un señor solitario que llevaba sombrero y un largo abrigo oscuro. Tenía bigote, la barba a medio crecer y un aspecto descuidado. Era Martín Adán en persona. Nos acercamos a él, violando inconsciente y juvenilmente su soledad. Le declaramos nuestra admiración por su poesía y uno de nosotros, que siempre se caracterizó por su solemnidad impostada, se hincó de rodillas frente a él mientras exclamaba teatralmente “¡Maestro! ¡Maestro!”.

Recuerdo que le hacíamos preguntas relacionadas a su relación con Mariátegui, la revista Amauta y los intelectuales y escritores con los que pasó su juventud. Martín Adán respondía a algunas de esas cuestiones siempre con ironía, irreverencia y hasta en tono burlón, muy pausadamente. De Mariátegui  dijo: -recuerdo- que era “un muchacho inteligente” y luego, sin que lo interrogáramos sobre él, añadió que, en cambio, Riva Agüero era “un cojudo”. Le pedimos que nos leyera un poema y Martín Adán, con mucha parsimonia, metió la mano derecha en uno de los hondos bolsillos de su abrigo y sacó una de esas cajas grandes de fósforos La Llama.

Luego la abrió y extrajo de ella un papel doblado no sé cuántas veces pero muchas, lo desplegó y nos leyó un poema que nos dejó mudos, anonadados, perdidos en nuestro propio estremecimiento. Terminada la lectura y mientras volvía a doblar el papel meticulosamente, para meterlo en la caja de fósforos y luego devolverla al bolsillo del que la había sacado antes, nos dijo con voz suave, pero muy decidida: “Quiero estar solo”. Y no nos quedó sino retirarnos. Para mí se había rizado un rizo: había vuelto a ver a Martín Adán en carne y hueso pero en circunstancias muy diferentes. Esta vez yo formaba parte de sus acosadores.

Seis

Volvamos un poco para atrás. En mayo de 1961, una escritora argentina llamada Celia Paschero, de la que ahora ya casi nadie se acuerda, le escribió una carta  a Martín Adán solicitándole una entrevista. Quería la ingenua que el poeta le suministrara “datos sobre su vida” y que se los contara “con toda la sal que usted sabe poner en cuanto dice y escribe”. Hoy releo esa carta en el libro en el que Andrés Piñeiro ha reunido una selección de la correspondencia del poeta y de algunos de sus allegados, y me da risa; tal es el desconocimiento de la argentina de lo que es la vida cotidiana del poeta; y no sé si por iniciativa propia o si alentado por Mejía Baca, Martín Adán contesta la carta de Paschero con un largo poema, Escrito a ciegas, que es para mí lo mejor de su obra.

¿Quieres tú saber de mi vida? 
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato.
¿Por qué preguntas quién soy,
Adónde voy?… Porque sabes harto
Lo del Poeta, el duro
y sensible volumen de ser mi humano,
Que es cuerpo y vocación,
Sin embargo.

Si nací, lo recuerda el Año
Aquel de quien no me acuerdo,
Por qué vivo, porque me mato.

Mi Ángel no es el de la Guarda.
Mi Ángel es del Hartazgo y Retazo,
Que me lleva sin término,
Tropezando, siempre tropezando,
En esta sombra deslumbrante
Que es la Vida, y su engaño y su encanto.

Me imagino la cara de la Paschero al abrir el sobre en el que le llegaba a Buenos Aires la respuesta a su ridícula demanda. Un rostro de asombro y quizás, de inmediato, la conciencia de su propia estupidez. Ella quería chismorreo, tal vez anécdotas de la “vida bohemia”; frases graciosas, humor pícaro; todas esas cosas que tanto suelen gustarles a los periodistas. Y no, no y no. Martín Adán nunca se prestó a las payasadas promocionales que aceptan por lo general los escritores que ven en la literatura un camino hacia la celebridad y, por qué no, la fortuna.

Nada de autobombo en este poeta auténtico que vivió hasta las últimas consecuencias,  la poesía y la existencia en que ésta se sustentaba. ¡Qué diferencia si se lo compara con todos esos buscadores de prestigio que más que a la literatura, les rinden culto a sus propias personas! Y justamente en el libro de cartas vemos la indiferencia con la que Martín Adán recibió “honores” como el Premio Nacional de Literatura, e incluso su incorporación a la Academia de la Lengua, a los cuales respondió con cartas de “agradecimiento” de una gran formalidad que transmiten un marcado desinterés. Si recuerdo bien, encargó a Mejía Baca que recogiera el premio y en la Academia nunca puso los pies; no hizo discurso de orden y, como lo dice en una carta, se consideró siempre “miembro no incorporado”. ¡Ah esos poetas de hoy que por ser “académicos” le arrancarían los ojos a un concurrente! Y se vanaglorian de sus premios, sus condecoraciones, sus cátedras, sus relaciones y su reconocimiento por las autoridades políticas. De otro mármol estaba hecho Martín Adán.

Poco es lo que me parece interesante en las Cartas escogidas de Martín Adán (Fondo Editorial PUCP, 2015). En su gran mayoría es correspondencia burocrática, generada por una necesidad inmediata o, como lo decíamos antes, para cumplir una formalidad social. En muy pocas de las seleccionadas aparece el poeta auténtico, irónico, jodedor en su total desesperanza. En una misiva dirigida a su amigo Estuardo Núñez se refiere a Allen Ginsberg, con quien había bebido en algunos bares como El Cordano y compartido cama y probablemente cópula: “Homosexual, pasivo, según lo dice a gritos” (…) “Si es loco está cuerdo como Sancho en Yanquilandia” (…) “me dijo muy seriamente, y en voz baja, que él había nacido en un manicomio estando su madre internada”.

Otra  vez, en una carta a Mejía Baca, le solicita que, debido a algo que ha dicho Luis Alberto Sánchez, su exprofesor en el Colegio Alemán, haga lo necesario para eliminar los prólogos y “toda dedicatoria o referencia mía a Sánchez en las reediciones de textos que contigo he contratado”.  Y luego precisa: “la amistad de Sánchez conmigo nunca fue entrañable, como él afirma, que sí lo fue… sino simple relación formal y  habitual como la que puede existir entre profesionales de la literatura, nacidos de clases sociales y con ideas políticas diferentes y, a veces, encontradas”.

Luego, tras una carta aclaratoria que le envía Sánchez, Martín Adán le escribe unas cuantas líneas el 6 de diciembre de 1970 que, según yo, es lo mejor de la selección de Piñeiro: “Volvamos al tuteo constitucional nuestro. Ya te desahogaste tú ya me desahogué yo: somos dos peruanos inteligentes -yo más que tú por si aca-, y ya pasó el lío y dejémonos de cojudeces. Venga el contrato. Y quedamos como antes, tan formalmente enemigos en lo político como entrañablemente amigos en lo personal. No estamos ya para rencores: ya salimos del colegio”. Allí está el Martín Adán al que una vez escuché discurrir en un bar sobre sus amigos poetas e intelectuales y sus compañeros de generación: cáustico, deslenguado, irreverente.

En dos ocasiones Martín Adán en sendas cartas promete viajes que él sabe muy bien que nunca realizará. Al estudioso británico John Kinsella le escribe: “Ya conversaremos de viva voz, que así lo deseo vivamente; no aquí, por cierto, sino acaso en Inglaterra, acaso pronto”. Esta es una forma muy suya de acallar sus requerimientos de entrevista, de sacarle el cuerpo al asunto sin decir necesariamente no, pero sí una mentira, ya que ni por un segundo ha pensado viajar a Inglaterra. Algo parecido hace con José Dammert Bellido, obispo, “pariente y amigo”: “Ojalá pueda yo algún día visitarte en Cajamarca, tierra a la que estoy muy vinculado como nieto que soy de una Santolalla y biznieto de una Iglesias”.

Por supuesto, nunca fue a Cajamarca, es más, nunca pensó ni remotamente hacerlo. Después de unos viajes juveniles a Pacasmayo, de donde provenía una parte de su familia, y su “aventura” laboral en Arequipa, el ámbito vital del poeta, que yo sepa, quedó reducido hasta su muerte a la ciudad de Lima. En el Cercado, primero; en Barranco luego, como lugar de residencia, y en el centro como espacio de vagabundeo y “bohemia”; en Magdalena, donde está el Hospital Psiquiátrico Larco Herrera donde vivió por largos periodos y en el Rímac, donde se sitúa el Albergue Canevaro en que falleció.

Siete y fin

13 de febrero de 1970, revista Oiga: “La nueva y violenta poesía peruana”. Un periodista anónimo nos entrevista a tres de los jóvenes poetas que hemos publicado en la que será la última entrega de la revista sanmarquina Estación reunida: Tulio Mora, Elqui Burgos y el que esto escribe. Tanto Tulio como yo mencionamos en nuestras respectivas respuestas a Martín Adán. Mora señala “el escapismo” del poeta y yo digo: “…Martín Adán se conserva aún como el mejor poeta joven. ¡Y es un anciano reaccionario!”

Hoy al releer mi declaración digo que, por una parte, me sigue pareciendo válida y que, por otra, estaba completamente equivocada. Era cierto -y creo que sigue siéndolo- que Martín Adán, con libros extraordinariamente rompedores como La mano desasida y Escrito a ciegas, era y es un poeta joven, si entendemos por joven poeta a aquel que es atrevido, provocador, transformador y que, en el caso de Adán, lleva el verso libre a sus extremos, y no se priva de mezclar niveles de lengua, lo cual, no se veía en la poesía peruana desde Trilce, el libro más revolucionario de César Vallejo. Pero yendo más lejos, me atrevería a afirmar que cuando escribe encerrado dentro de formas tradicionales de la poesía castellana como el soneto, igual da muestras de juvenil rebeldía; pues desde dentro de una forma poética rígida, con un número de versos, sílabas por verso y estructura de rimas previamente determinada, logra dinamitar esta forma, y hace de ella una creación absolutamente suya: un soneto de Martín Adán es un soneto explosivo que con su estruendo le quitará el sueño a cualquiera de sus lectores.

Donde sí metí la pata en mis declaraciones juveniles fue al afirmar que Martín Adán era “un anciano reaccionario”. Mi militancia izquierdista de entonces, marcada sin que yo me diera cuenta por un sectarismo bastante cerrado, me llevó a utilizar esa  calificación basándome, es probable -me lo digo ahora-, en el origen de clase, burgués,  de Rafael de la Fuente Benavides, y en una posición política suya que yo deducía de manera automática y arbitraria, pues, el propio poeta no parece haber hecho explícito nunca nada al respecto. Preciso, sin embargo, que en aquel corto diálogo que un grupo de jóvenes sostuvimos en un bar con él, su incisiva ironía la dirigió hacia un derechista como Riva Agüero, mientras que a Mariátegui, el izquierdista, lo calificó de “muchacho inteligente”. Aparte de eso, lo único que sé a ciencia cierta es que no simpatizaba con el aprismo, pues lo dice de manera clara en la carta a Luis Alberto Sánchez que evocábamos antes.

Hoy no creo que Martín Adán haya sido un “anciano reaccionario” sino todo lo contrario: probablemente es el escritor peruano más antiburgués que hayamos tenido: rompió radicalmente con su clase, con su familia, e incluso con la idea misma de esa estructura burguesa y patriarcal de la familia; no se le conocen afirmaciones patrioteras ni nacionalistas; su homosexualidad fue antisistema, marginal, no integrada de ninguna manera en el orden establecido (el cual condena oficialmente la conducta homosexual pero protege con un manto de hipocresía a quienes la practican desde el poder político y eclesiástico); solo durante un año, en una vida de casi ochenta, trabajó de manera formal en una institución bancaria; el resto del tiempo dilapidó su herencia entre bares y vagabundeos callejeros dedicado al oficio nada rentable ni lucrativo de la poesía, aplicando en su vida aquello que Paul Lafargue llamó el derecho a la pereza; es decir, en su caso, al ocio creativo y, finalmente, hizo caso omiso de los honores, y nunca se integró en la por entonces muy reaccionaria Academia de la Lengua para la cual había sido elegido con el voto de algunos señorones intelectuales que eran -o habían sido- sus amigos. Es verdad, me equivoqué en toda la línea: Martín Adán al dejar de ser durante gran parte de su vida Rafael de la Fuente Benavides negó lo reaccionario de su clase de origen y tanto con su vida como con su obra, reafirmó que la poesía -la verdadera poesía- es fuego y quema; es explosiva y hiere, no es sustancia adormidera, sino brebaje para quitar el sueño, como lo quería también ese otro poeta homosexual y antiburgués del Perú que quiso llamarse César Moro.

(Publicado en la revista impres Lima Gris número 11)

Comentarios

J. Rosas Ribeyro. Escritor, poeta y periodista nacido en Lima, Perú, residente en París, Francia. Salió del Perú deportado por una dictadura militar. Sus obras han sido publicadas en Perú y México principalmente, pero también en España, Estados Unidos, Ecuador, Reino Unido y Francia. Tiene un doctorado de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Es miembro de la redacción de la revista francesa Espaces Latinos y colaborador de la revista literaria virtual latinoamericana El Hablador. Ha sido periodista y productor de programas culturales en Radio Francia Internacional. Ha realizado traducciones de: Jacques Roubaud, Boris Vian, Blaise Cendrars y otros autores en lengua francesa Libros publicados: Curriculum mortis , París, 1985, Ciudad del infierno, Lima, 1994, País sin nombre, Lima 2011, Todo es aluvión, México, 2012. Contemplaciones (apuntes de un sobreviviente), Lima, 2013.

Actualidad

Entra en vigencia el nuevo sistema de venta de boletos para Machu Picchu

Medida busca combatir las largas colas al momento de adquirir entradas físicas en la boletería de Aguas Calientes.

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¿Adiós a las colas? A partir de hoy ha entrado en funcionamiento un nuevo protocolo para la venta presencial de boletos a Machu Picchu, con el único propósito de eliminar la venta de pre – tickets, así lo indicó Saúl Caipani, subgerente de Turismo de la Municipalidad de Machupicchu.

«El día de hoy se está empezando a atender desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche de corrido por parte de (la Casa de la) Cultura, que justamente era lo que se estaba buscando hace mucho tiempo. Y lo que siempre hemos buscado nosotros era de que se entregue la información en vivo y en directo», informó.

Caipani indicó que dentro del nuevo protocolo se implementó una pantalla informativa y un enlace web a tuboletocultura.pe para que los visitantes puedan verificar la disponibilidad de boletos en tiempo real desde cualquier lugar para resolver el tema de la información.

Fuente: Ministerio de Cultura.

En esa línea, recomendó a la ciudadanía que verifiquen dicha página antes de llegar a Machu Picchu, así como llegar a primeras horas del día porque hay trenes desde la cinco de la mañana.

«Y también acercarse a la Casa de la Cultura, donde van a esperar cinco ventanillas. Dentro de ellas también hay una ventanilla para el tema de lo que son personas con algún tema de discapacidad o preferenciales, y ahí se les hará la venta directa. Ya no les van a entregar ningún pre-ticket. La venta es directa con el DNI o el pasaporte. Esto, por favor, más que todo a todos los operadores turísticos y hoteles que van informando, tener presente este link y poder ingresar para poder dar una mejor información», añadió.

Caipani informó que la decisión de implementar este nuevo protocolo fue coordinada el 18 de julio con la Unidad de Gestión de Machu Picchu (UGM), que incluye al presidente regional y representantes de los ministerios de Cultura, Turismo y Ambiente. Aunque el tiempo de difusión ha sido breve, «se busca incluir códigos QR para facilitar el acceso a la información».

Sobre la modalidad de pago, Caipani dijo que en este nuevo protocolo se puede pagar con monederos digitales. «Uno ya puede pagar con PayPal, tarjeta o cualquier sistema de pago digital, que eso también agiliza el tema de la venta», confirmó.

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Tormenta de arena afecta a Nasca y Palpa [VIDEO]

‘Vientos Paracas’ generan alerta en varios distritos de Ica.

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La región Ica enfrentó este jueves 31 de julio una jornada marcada por fuertes ráfagas de viento, conocidas como “Vientos Paracas”, fenómeno climático característico del sur peruano. Las corrientes alcanzaron velocidades superiores a los 35 kilómetros por hora, generando preocupación entre los residentes y obligando a activar medidas preventivas.

Durante la tarde, diversos distritos de la región fueron impactados por el levantamiento de grandes cantidades de arena y polvo, lo que redujo significativamente la visibilidad en carreteras, especialmente en las zonas desérticas. Esta situación representó un riesgo para conductores y transeúntes, debido a la dificultad para desplazarse con normalidad.

Ante este panorama, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) instó a la población a tomar precauciones. Se recomendó reforzar techos, puertas y ventanas, además de mantenerse informados sobre el comportamiento del clima en las próximas horas. También se exhortó a reportar la caída de árboles o postes a las autoridades locales.

Por su parte, el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) aconsejó evitar el contacto con cables eléctricos expuestos, objetos punzocortantes o estructuras inestables. En caso de incidentes, la población debe acudir al centro de salud más cercano y seguir las indicaciones de los equipos de emergencia.

Como medida preventiva, la Capitanía de Puertos decretó el cierre parcial de nivel 5 en las caletas de Chaco y La Puntilla desde las 2:00 p. m. Queda restringido el tránsito de embarcaciones menores, así como actividades turísticas, náuticas y portuarias, a fin de evitar posibles accidentes en el litoral iqueño.

Las autoridades se mantienen en vigilancia ante posibles nuevas ráfagas, recordando que estos vientos pueden intensificarse en esta temporada del año.

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Perú será sede de la 70.ª Cumbre de ONU Turismo para las Américas

Desde mañana el evento CAM reunirá en Lima a autoridades de turismo, organismos internacionales y representantes del sector privado de 26 países.

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Desde este 1 de agosto, Perú acogerá la 70.ª Reunión de la Comisión Regional de ONU Turismo para las Américas (CAM), evento considerado el principal espacio de gobernanza turística del continente. La cita reunirá a representantes de alto nivel de 26 países, incluyendo ministros, viceministros, autoridades del sector, organizaciones internacionales, instituciones académicas y representantes del sector privado.

Las actividades estarán encabezadas por la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Úrsula Desilú León Chempén, junto al secretario general de ONU Turismo, Zurab Pololikashvili. La reunión tiene como objetivo revisar el avance del Programa de Trabajo 2024–2025 y abordar los principales retos del turismo en América Latina y el Caribe.

Durante la sesión plenaria se presentarán informes de gestión del presidente de la Comisión, del secretario general y del director regional para las Américas de ONU Turismo. Además, se realizarán elecciones internas y se anunciarán tanto el país anfitrión del Día Mundial del Turismo 2026 como la próxima sede de la CAM para ese mismo año.

El país asumió la sede tras la suscripción de un acuerdo con ONU Turismo, lo cual no solo refuerza su posicionamiento internacional en el sector, sino que también abre oportunidades para nuevas iniciativas de cooperación, innovación y sostenibilidad.

Fuente: Mincetur.

Uno de los momentos destacados será la presentación de la nueva Ley General de Turismo del Perú, aprobada recientemente. Esta normativa se alinea con los principios internacionales de sostenibilidad, inclusión y desarrollo económico. Reconoce al turismo como motor de crecimiento y está orientada a fortalecer la inversión, la planificación territorial, la innovación tecnológica y la formación de capacidades en las comunidades locales.

En el marco del encuentro, la ministra León Chempén sostendrá reuniones bilaterales con sus homólogos de Cuba, República Dominicana, Panamá, Argentina y Ecuador. Estos espacios buscan avanzar en acuerdos de cooperación regional para impulsar iniciativas estratégicas en el sector turístico.

La agenda de ONU Turismo también incluye una visita al distrito de Ollantaytambo, en Cusco, distinguido en 2021 como el primer “Best Tourism Village” del Perú. Actualmente, el país cuenta con 13 localidades reconocidas bajo esta categoría, ubicándose como el segundo a nivel mundial con mayor número de menciones.

Durante la visita, se adoptará la Declaración de Ollantaytambo entre el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) y ONU Turismo, la cual fortalecerá el trabajo conjunto en materia de turismo sostenible. Además, se entregará al distrito de Ollantaytambo la distinción de Jerarquía 4, una de las máximas otorgadas por el sistema turístico nacional a destinos con alto valor cultural, natural y estratégico.

La 70.ª CAM se presenta como una plataforma clave para consolidar el rol del Perú en el desarrollo del turismo en las Américas y fomentar una agenda compartida centrada en la sostenibilidad y la cooperación regional.

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Correteos, papeletas, imprudencia y muerte: la informalidad del transporte urbano impera en el país

La ciudad es invadida en la noche por combis destartaladas, cústers con cientos de papeletas, ni bien se van los policías de tránsito.

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“Es lo que hay”, responde una usuaria que forzosamente tiene que abordar un vehículo que luce completamente descuidado, sin revisiones técnicas, con un rosario de papeletas, sin ventanas, con un chofer más concentrado en su celular, mientras que el cobrador vocifera, con voz rasposa, el trayecto de la ruta, colgando de una baranda.

Sí, lamentablemente es lo que hay para miles de ciudadanos que no tienen otra alternativa que subirse a vehículos que en teoría deberían de encontrarse en un depósito o en una chatarrera, pero increíblemente continúan circulando en las narices de los policías de tránsito. No pueden perder mucho tiempo para llegar a su centro de labores, pues las líneas formales demoran hasta quince minutos en llegar, o sencillamente no existe otra empresa de transportes que los lleve a su destino.

La pregunta siempre termina flotando en el aire: ¿cómo es posible que continúen transitando? Todo apuntaría a que no existe una fiscalización eficaz por parte de las autoridades del Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC), pues son ellos los responsables de regular y exigir un servicio de calidad. Pero también existe responsabilidad por parte de la policía de tránsito, en cuanto son ellos de imponer las papeletas y controlar que toda la documentación de los vehículos esté en orden. Si ambas entidades no hacen su trabajo de manera correcta es muy difícil cambiar la realidad de nuestro servicio de transportes.

Tiene que ocurrir un accidente fatal para otra vez esas autoridades salgan ante las cámaras a decir que realizarán operativos inopinados, a repetir que están del lado del pueblo, pero caída la noche, como por arte magia, desaparecen de las calles; es ahí, como si se tratara de fantasmas, aparecen las combis asesinas, con su música a todo volumen, estacionándose en mitad de la pista para recoger pasajeros. Carros sin ventanas, destartalados, con los sillones a punto de caerse, sin espejos retrovisores, frenando y arrancando de manera torpe y descuida. Quién no se ha abordado a uno y experimentado que el chofer empieza a hacer carreras con otra unidad de transporte.

Tres vidas se perdieron de manera absurda y lo que más duele es que una de las víctimas era un joven de tan solo 24 años que forzosamente tal vez tuvo que abordar uno de esos peligrosos vehículos. Más vidas continuarán ensangrentando las pistas de nuestro país mientras que no ocurra un cambio radical. Mientras eso ocurra pareciera que estuviéramos yendo en retro.

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Loreto: el indignante sistema de salud

La realidad del sector Salud en Loreto revela una gestión desastrosa, marcada por promesas incumplidas, abandono estructural y una población amazónica condenada al olvido.

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Por Jorge Linares

La presidenta del Perú, Dina Boluarte, participó del VIII Consejo de Estado Regional en la ciudad de Iquitos y aprovechó la ocasión para recordar —y enrostrar— al gobernador René Chávez que le otorgó el mayor presupuesto de todas las regiones en el año 2023. Lamentablemente, en lo que va del 2025, la región Loreto obtuvo el peor resultado en gestión pública, según los resultados del análisis del Índice Regional de Gestión Pública, siendo los sectores Salud y Educación los que alcanzaron la más baja calificación.

Para ser más claros, el sector Salud es uno de los más deficientes del país, como lo manifestó el congresista Carlos Zeballos en una entrevista con el director de Lima Gris, el periodista Edwin Cavello. Zeballos afirmó que “la ineficiencia de EsSalud es cinco veces más que la propia corrupción”. Esa contundente aseveración refleja la situación del sistema de salud en toda la región Loreto: una total y mayúscula ineficiencia, paradójicamente liderada por un médico de profesión.

Gobernador de Loreto René Chávez.

El gobernador regional René Chávez, natural del Datem del Marañón, fue alcalde de esta provincia entre enero de 2015 y diciembre de 2018. Su gestión como burgomaestre fue considerada nefasta. En esta provincia se encuentra Nuevo Andoas, un lugar estratégico porque alberga el lote 192, de donde se extrae petróleo. Sin embargo, este territorio ha sufrido —y sigue sufriendo— el abandono de las autoridades, debido a constantes derrames de crudo en sus ríos. El pueblo carece de servicios básicos como agua potable y desagüe, no hay internet en las aulas escolares, no existen pistas, la torre de control aérea está canibalizada y, por supuesto, el centro de salud está completamente a la deriva.

Actualmente, la máxima autoridad regional lanza anuncios demagógicos sobre supuestas inversiones millonarias en el sector Salud, en abierta contradicción con la realidad. Es indignante escuchar cifras exorbitantes mientras la población amazónica, especialmente los habitantes de zonas de frontera como Nuevo Andoas (cercano a los límites con Ecuador), vive en condiciones precarias.

En el centro de salud de Nuevo Andoas I-4 laboran en promedio 11 personas, entre ellos el médico serumista Dr. Jairo Sánchez, el obstetra Rolando Almerco y el técnico enfermero Augusto Acosta. Todos atienden con la mejor predisposición entre 70 y 80 pacientes diariamente. Cada vez que el médico serumista se retira, la posta queda sin galeno por dos o tres meses, debido a los lentos trámites burocráticos.

Las malas condiciones y la suciedad son evidentes.

Actualmente, la farmacia está abastecida gracias a la reciente visita del ministro de Salud, hace dos meses. Normalmente, solo reciben 25 cajas de paracetamol por mes, lo cual es un verdadero despropósito. Los equipos están oxidados o deteriorados; recientemente se cambiaron dos colchones en pésimas condiciones —tan deteriorados que nadie querría recostarse sobre ellos—, la camilla de partos está en mal estado, faltan equipos quirúrgicos y el bote ambulancia es precario, a pesar de ser esencial para trasladar pacientes graves hacia San Lorenzo. La respuesta constante ante cualquier solicitud de apoyo logístico es siempre la misma: “no hay presupuesto”.

René Chávez, gobernador regional de Loreto y Neiser Satalaya, director ejecutivo de la red de salud del Datém del Marañón.

Muchos trabajadores del centro de salud prefieren no denunciar por miedo a represalias laborales. Recuerdan con desilusión la visita del gobernador Chávez, quien prometió soluciones, pero nunca cumplió. La indignación es generalizada.

En resumen, el gobernador Chávez debería tener un mínimo de vergüenza por su inútil administración del sector Salud en la región Loreto. Esperamos que, en el poco tiempo que le queda en el cargo, pueda —aunque sea parcialmente— enmendar sus errores.

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Fallece Hulk Hogan, leyenda de la lucha libre

A la edad de 71 años, un paro cardiaco se llevó a uno de los personajes más recordados del cuadrilátero.

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Salto a la eternidad. En tiempos donde no existía la internet y las redes sociales, la diversión de millones de niños en todo el mundo era imaginarse por unos instantes como aquella musculosa figura de lucha libre que realizaba espectaculares volteretas por el aire para luego caer sobre el oponente. El lugar elegido usualmente eran las camas de nuestros padres o el sofá de la sala. Cómo no olvidar que en ocasiones recibíamos una reprimenda o en el peor de los casos terminábamos con algún moretón o un corte en la frente, pero éramos felices.

Evidentemente los tiempos cambian y otras son las maneras de entretenerse de los niños, dando paso a largas horas al frente de una consola o un celular, pero qué buenas tardes pasamos muchos emulando a aquellos ‘gladiadores’ del ring. Uno de los responsables de nuestros golpes y moretones fue sin lugar a dudas Hulk Hogan, ese inmenso hombre rubio de más de dos metros de altura que semana a semana terminaba venciendo a sus rivales de turno a base de llaves, ganchos, patadas, mientras los asistentes gritaban extasiados cada pirueta mortal.

Lamentablemente, aquel héroe de nuestra infancia acaba de fallecer esta madrugada en su residencia de Clearwater – Florida (Estados Unidos) a la edad de 71 años, a consecuencia de un paro cardiaco.

De acuerdo con el medio estadounidense TMZ Sports, los servicios de emergencia acudieron a su domicilio, trasladándolo posteriormente en una camilla hacia un hospital, pero no consiguieron reanimarlo.

Terry Gene Bollea, nació un 11 de agosto de 1953 en Augusta, Georgia, se convirtió rápidamente en una estrella de nivel mundial debido a su gran carisma, su imponente físico y su cabellera rubia, convirtiendo la entonces WWF (WWE) en un espectáculo que veía millones de personas alrededor del orbe.

En su exitosa trayectoria, Hogan conquistó 12 campeonatos mundiales, ganó dos veces el Royal Rumble y protagonizó combates históricos como el de WrestleMania III frente a André the Giant, que reunió a más de 93 mil espectadores. Su legado perdura como uno de los más influyentes en la historia de la lucha libre profesional.

Furia de titanes. El 29 de marzo de 1987 ocurrió una de las peleas más memorables de la lucha libre.

En 2005 fue incluido en el Salón de la Fama de la WWE.

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En Cusco: madre adolescente habría abandonado a su bebé por irse a grabar tiktoks

Gran conmoción causó en el ‘ombligo del mundo’ tras revelarse que una adolescente había dejado a su suerte a su bebé de seis meses en un basural.

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Extraña y confusa fue la sorpresa al percatarse de una bebé de seis meses de nacida, abandonada sobre un basural en la Asociación Provivienda Santa Teresa, en el distrito de San Sebastián, Cusco, pues todos se preguntaban quién había sido la desalmada persona que dejara a su suerte a una indefensa criatura. El hallazgo ocurrió la noche del jueves gracias al accionar de un vecino que, al escuchar su llanto, se acercó́ al lugar y dio aviso inmediato a la Policía Nacional del Perú(PNP).

Minutos después, personal policial llegó al lugar y rescató a la menor, que se encontraba envuelta en una manta multicolor del tipo lliklla. Los efectivos la trasladaron de urgencia a la Comisaria de Familia, donde fue atendida de inmediato.

Bebé fue encontrada llorando por unos de los efectivos policiales.

Cuatro días después del hallazgo, ayer por la tarde una adolescente de 14 años aseguró ser la madre del infante encontrado en un basural. Al ser consultada por las autoridades, esta habría mencionado que dejó a la bebé mientras atendía asuntos personales.

Es así que los investigadores determinaron que una de las causas por las que esta menor abandonó a su hija es porque tenía que grabar contenido para sus redes sociales (TikTok).

Esta versión es investigada por la PNP, que se halla realizando las pericias psicológicas y físicas a la adolescente de 14 años, a fin de proseguir con las acciones de ley por el abandono de su bebé.

Estamos haciendo las diligencias que corresponden con la Comisaría de La Familia y con la Fiscalía, nosotros encontramos a la bebé en un montículo de basura. Los familiares de la bebé sentaron una denuncia por desaparición y ahora la están reclamando”, citó el general PNP Julio Becerra, jefe de la Región Policial Cusco.

Se supo que la pequeña de seis meses se halla internada en el centro de ayuda Amantani. De momento su situación no ha sido determinada, ya que no podría ser devuelta a su madre por temor a que vuelva a ser abandonada o expuesta.

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Faenón en Cenares

Cenares entrega más de S/12 millones en contratos a dedo tras reuniones con proveedores.

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Bajo la gestión de Juan Carlos Castillo, el organismo del Minsa habría vulnerado la ley de contrataciones del Estado fraccionando compras millonarias y favoreciendo a empresas sin licitación ni competencia.

Según información del Diario Uno, el Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos en Salud (Cenares), adscrito al Ministerio de Salud, se encuentra en el centro de una grave denuncia. Desde mayo de 2024, tras la llegada de Juan Carlos Martín Castillo Díaz como director ejecutivo, la entidad ha adjudicado más de 12 millones de soles mediante contrataciones directas, eludiendo los procesos públicos que exige la ley.

Eludir la ley: la nueva rutina en Cenares

Según la normativa vigente, toda compra pública que supere las 9 UIT (equivalentes a S/46,350 en 2024) debe someterse a concurso o licitación. Pero en lugar de cumplir con este procedimiento, la actual gestión habría optado por fraccionar adquisiciones para evadir los filtros legales y permitir adjudicaciones sin competencia.

Lo que debería ser una medida excepcional —la contratación directa por emergencia— se ha convertido en la práctica común bajo la administración de Castillo. Las contrataciones se repiten, los montos crecen y los proveedores se repiten.

Atop Express: contratos millonarios reciclados

Uno de los casos más cuestionables es el de Atop Express SAC, empresa dedicada a la distribución de vacunas y sueros. Solo entre 2024 y 2025, recibió más de S/3.9 millones en contratos sin licitación. Para justificar estas adjudicaciones, se reactivaron adendas sobre convenios vencidos desde 2022.

La supuesta urgencia para contratar sus servicios no justifica la falta de previsión ni la omisión de procesos públicos que podrían haber garantizado mejores precios y condiciones para el Estado.

Hanay SRL: reunión privada, contrato asegurado

El caso más escandaloso involucra a Hanay SRL, contratada por más de S/12 millones para almacenar vacunas. Esta adjudicación directa fue precedida por una reunión entre su gerente general, Francisco Torres Espinoza, y el director de Cenares, Juan Carlos Castillo, el 3 de febrero de 2025.

Menos de un mes después, mediante la resolución directoral 165-2025, la empresa fue declarada ganadora sin concurso público. La secuencia de hechos sugiere coordinación previa y posible direccionamiento del proceso.

Fraccionar para favorecer

El patrón se repite: fraccionamiento deliberado de compras, uso abusivo de la contratación directa y concentración de contratos en manos de un grupo reducido de empresas cercanas a la gestión actual. Esta estrategia, prohibida por la Ley de Contrataciones del Estado, evita la transparencia y limita la fiscalización.

Falsas urgencias, verdadero perjuicio

La administración justifica sus decisiones en una supuesta urgencia por asegurar servicios de salud. Sin embargo, tareas como el almacenamiento y distribución de vacunas son previsibles y requieren planificación, no medidas de emergencia improvisadas.

Este uso arbitrario de la urgencia permite esquivar controles clave y termina beneficiando a proveedores previamente contactados, en detrimento del interés público y de una gestión eficiente de los recursos estatales.


EL DATO:
Francisco Torres Espinoza, gerente general de Hanay SRL, se reunió con el director de Cenares el 3 de febrero de 2025. Solo 21 días después, la institución le adjudicó directamente un contrato por más de S/12 millones, sin proceso público ni competencia.

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