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MARINA O EL MAR ROJO

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Yo te recuerdo, Marina, con tu pelo de choclo, tu cuerpo delgado y tu sonrisa de niña, cuando caminábamos juntos por el malecón que daba al mar. Y tú te detenías repentinamente a ver los periódicos del día y me decías: «Acompáñame al sindicato a repartir volantes», «vamos a la marcha por el Día del Trabajo» o «vamos al plantón frente al Congreso de la República». Y yo iba con mis peces, y mi comida para peces que llevaba en la mochila; ese era mi trabajo, mi ocupación en esos tiempos. Y yo no sabía nada de lo que ocurría a nuestro alrededor, nada de lo que era la política o la guerra. La maldita guerra.

Solo era un chiquillo que quería hacer algo y no sabía qué. A veces me quedaba hasta tarde con la guitarra y con mis canciones que no te gustaban. Quizás porque «sonaba alienado» o porque solo eran tres acordes básicos. Es lo que me habían enseñado los amigos subtes de mi barrio. Y yo no podía ofrecerte más, Marina. Nunca me alcanzó el talento para cantarte una «melodía elevada» o siquiera recitarte un poema al oído.

Recuerdo que en ese tiempo, estabas empecinada en llevarme a una de esas «escuelas populares», donde le enseñaban a gente como yo lo que era la realidad, y a quién había que combatir y derrotar para asegurar el triunfo del proletariado, y un montón de cosas más que apenas recuerdo. Pero tú sabes, Marina, que en el fondo lo único que yo quería era estar contigo, amarte a solas, y pensar en que tu felicidad era también mi felicidad.

Por eso hacía todas esas cosas que tú querías que haga y te seguía de cerca, porque cuando tú conspirabas y te brillaban los ojos, yo sabía que algo dentro de mí se encendía como una hoguera, y ya mismo quería abrazarte y sentir que tú eras yo, y que nadie podría separarnos. Y que así debería ser el proletariado; y el amor como un catecismo.

Y tú me decías: «Sebas, yo no puedo ser feliz si el pueblo es infeliz, y mis hermanos lloran por un pedazo de pan. Esto no va a cambiar si nosotros no hacemos algo para que cambie». Y así transcurrían nuestras vidas; pero yo te amaba locamente Marina. Nunca te pregunté por qué llevabas trapos rojos en tu bolso, ni por qué me dejabas afuera de tus «reuniones secretas». Y tú me decías: «Algún día entenderás todo el sacrificio que tenemos que hacer por los niños, los ancianos y las mujeres pobres de nuestro país».

Y yo seguía sin entender, y era porque en el fondo no quería aceptar ni comprender nada, y quería seguir mirando a un costado como hacían los demás jóvenes de mi generación. Y quizás por inercia, o porque lo necesitaba, ingresé a trabajar en la fábrica textil La Paloma y me convertí en obrero, y tú me felicitaste y me dijiste: «Ahora serás un hombre; Sebas, mi amante trabajador…mi futuro sindicalista».

Y por esas palabras me esforcé todo lo que pude. Me nombraron «planchador» y me quedaba ocho, diez, incluso doce horas al pie del caldero, suavizando las arrugas de camisas y pantalones que, como decías tú, yo nunca me pondría, ni ninguno de los que trabajaban ahí. Cuánta razón tenías, Marina. Y con mi primer sueldo, como para llevarte la contra, te compré una chompa incaica y un perfume de pachuli, y te invité a Chorrillos a pasear en bote una tarde en que empezó a caer la lluvia, pero aún así insistimos en hacernos a «la mar», «la mar, inmensa y bella», Marina, Marina, porque así lo decías tú, como si el mar fuera una mujer grande y generosa que menstruaba algas, peces, cometas, y estrellas. Una mujer que nos arrastraría a alguna felicidad posible o nos lavaría de nuestras tristezas; nuestras culpas o nuestro gran desdén, o mi desdén.

Sobre todo cuando me decías que no me podías presentar a tus jefes porque ellos no aprobarían nuestro amor; y me hablabas de «compartimentaje» (esa palabra rara que yo asociaba a «compartir»), y de cumplir «las reglas de oro» y de otras cosas más que a las justas percibía como algún tipo de peligro;   algo inminente que estaba por suceder, pero por qué tenía que ser esto así, Marina. Y qué podrían saber tus jefes de este amor que siempre fue más grande que yo mismo, y más grande que cualquier Manual del combatiente, ese librito que escondías con otra carátula y que siempre revisabas cuando pensabas que yo estaba distraído, o no me daba cuenta.

Y así estuvimos hasta que las cosas se pusieron difíciles. Las torres de alta tensión caían como naipes, los cochebombas explotaban en las embajadas, los asesinatos y los secuestros enloquecían a todo el mundo. Y la desesperación nos ponía contra la espada y la pared. Y así, un día, cuando te fui a buscar y todos los presentimientos, nubes negras y malos agüeros se juntaron en mi cabeza, ya no te encontré. Vivías sola, Marina, nadie me dio razón de ti. Toqué todas las puertas del edificio donde, según tú, te ocultabas. Grité, aullé como un lobo en la noche eterna y sorda hasta que amaneció, y nadie me dio ninguna referencia.

Para ellos, tus vecinos entrometidos y fisgones, solo eras un fantasma que aparecía y desaparecía, y compraba el pan y pagaba puntualmente la renta; y no habías hecho ninguna amistad, ni te interesaba que escudriñaran en tu vida. Hermetismo total, es lo que una vez me dijiste que te había aconsejado el «partido». Pero conmigo mostrabas «complacencia pequeñoburguesa» porque me veías como alguien inocente, un joven «desclasado», libre de «pecados» y de vicios capitalistas, casi como un ángel caído, es lo que siempre te imaginaste; pero siempre fue al revés.

Tú ayudabas a los ciegos a cruzar la pista, y te detenías cuando veías a un niño con una bolsa de Terokal, y lo llevabas a comer a cualquier restaurante. Así eras, Marina. Siempre preocupada por el mundo y haciendo cosas por el mundo. Pero el mundo no podía hacer nada por ti, ni por mí. Y me dijiste que si un día no te encontraba, lo que tenía que hacer era quemar todas tus cartas y tus dibujos, renunciar al trabajo e irme lejos; y que tú, de alguna forma, te comunicarías conmigo. «Protocolo», le llamaste a eso. Nunca entendí por qué tenía que ser así Marina; sin embargo, eso es lo que hice: armé una pira con todas las cositas que me regalaste, incluso unas pinturas y unas cerámicas que habías hecho con tus propias manos, y le prendí fuego a todo con mucha dificultad, porque las lágrimas no me dejaban encender los palitos de fósforo. Y también porque quería leer cada cosa por última vez y tenerlo en mi memoria, y apretarlo contra mi pecho para que nada se perdiera ni se volviera cenizas.

«Tienes que prometerme que te cuidarás, Sebas, y que harás al pie de la letra todo lo que te estoy pidiendo. Nada de negligencias pequeñoburguesas o libertinajes de viejo tipo». Y lo quemé todo, y lo pasé por el caño, con cuidado, como me dijiste; tal cual, Marina, hasta que no quedó nada, pero con ello no pude quemar ni borrar todos los recuerdos, ni este sentimiento que te tengo hasta ahora, como si esto viniera de otras vidas, como si esto fuera un rito que tenía que cumplir solo y sin ayuda de nadie. Porque como tú decías, Marina, aquí todos somos materia que algún día se acabará y se hará polvo; y solo tenemos una vida que tenemos que cuidar y no desperdiciar.

Y después, todo fue como volver a la época de los bárbaros; las bombas no dejaron de caer, y el ejército barrió con todos los muchachos que paraban en las calles. Cuerpos despedazados empezaron a aparecer por lugares remotos. Ninguno se salvó de la tragedia y la desesperación. Todos tenían algo, o a alguien por quien lamentarse. Yo mismo tuve que escapar, correr lejos, como tú dijiste; estudiar, aprender otras cosas, olvidarme de ti y de mí, «cuidar mi decoro personal», cambiar de apariencia y hacerme un «hombre de bien» o de lo que sea. Pero por dentro nada cambió, Marina. Hay algo que permanece y que forma parte de ti, y de mí. Y siempre seré el adolescente desaliñado que te acompañaba a hacer tus trabajos de campo, tu conspiración y «agitación y propaganda», porque así se llamaba, ¿no?, eso que hacías a escondidas y que, según tú, era muy peligroso; tanto que no sé a dónde fuiste a parar, o si estarás viva, o te enterraron en esas fosas comunes de las que nadie quiere decir nada, ni mucho menos destapar porque sería como un cuásar, un agujero negro que nos tragaría a todos. ¿Por qué, Marina? ¿Por qué?

O es que en verdad «la violencia es la partera de la historia» y ni tú ni yo pudimos salvarnos de todo esto sobre lo cual la gente se pregunta: quién lanzó la primera piedra, y cómo así empezó esta guerra y nos arrastró al matadero. Y quizás la única respuesta, como tú decías, es que era inevitable y, como una profecía, tenía que cumplirse pues eran «leyes de la dialéctica» y la «lucha de contrarios». Y qué difícil era entender todo esto, Marina.

Y sobre todo cuando hablabas de que las clases eran irreconciliables, y que la felicidad de unos dependía de que otros fueran infelices o, peor; la vida de unos dependía de que otros tuvieran que morir. Dime, Marina, cómo podía entender todo esto alguien que solo quería criar peces, tocar su guitarra y pasarla bien; tal y como siempre te comentaba cuando íbamos a alguna parte, o nos quedábamos mirando el horizonte arriba de uno de esos viejos edificios del centro de la ciudad; hasta que todo se hacía silencio y otra vez volvíamos sobre lo mismo, en eso que llamabas «lucha de dos líneas», y no sé qué diablos querías buscar con tantas teorías, pero yo solo sé que cuando hablabas, solo quería escucharte y seguirte la corriente. Y acompañarte de la mano a donde quisieras ir, así, sin preguntar y sin decirte no, Marina; porque yo solo quería verte sonreír, ver cómo peleabas contra los molinos y cómo podías vencer aunque solo fuera una fantasía.

Y así, poco a poco, me inventé una vida en la que me convertí en un hombre errante y solitario, Marina. Me compré una mochila enorme, tal y como te gustaba a ti, y me puse a buscar economía, de un lado a otro, haciendo trabajos esporádicos, pequeños cachuelos de perfil bajo para no llamar la atención ni ser objeto de represalias, siempre siguiendo tus consejos. Y viajé, Marina, viajé mucho por todos los lugares inimaginables de este «país de cartón piedra», como lo llamabas tú. Crucé desiertos con la boca seca y la cara cuarteada, caminé la sierra a pie descalzo, y llegué a la selva con el cuerpo reventado por heridas de abrojos e insectos que seguramente te hubieran asustado más que esas armas y material pirotécnico que sé perfectamente guardabas en algún lugar. Y así, Marina, llegué a lo más profundo de este país donde los ríos son como océanos, y donde el cielo es otro mar que te llueve en la cabeza. Y cuando yo creía que te había olvidado, siempre encontraba algún detalle que me devolvía a ti, que me hacía parte de ti y de tus cosas secretas que nunca me quisiste contar.

Así, me dejé crecer la barba y el pelo y hasta cambié mi partida de nacimiento y mis documentos acordándome de tus consejos y ese «nombre de masa» del cual hablabas en voz baja y que era, según tú, tan necesario para proteger a tus amigos, tus tovarichs, como les llamabas a escondidas. Y así me junté con otros «desclasados» como yo, sin rumbo, que no querían quedarse en ningún lado, ¿para qué, Marina? Si uno solo está de paso en esta vida. Y lo poco que tenemos se perderá indefectiblemente. Seguro tú Marina, los llamarías «renegados», «pequeños burgueses» o cualquier otro adjetivo que yo a las justas podría entender. Como esa vez que discutimos porque yo no aceptaba guardar las bolsas, cartapacios y demás cachivaches y bultos que te habían encargado tus jefes, y tú me llamaste «reaccionario»; y yo me eché a reír a carcajadas porque esa palabra no me parecía tan mala, y más bien me hacía recordar las peleas a puño limpio que tuve en el colegio, en las que cuando alguien iba perdiendo le decían: «Reacciona, imbécil, reacciona, no te dejes pegar». Y después de esto o cualquier diferencia que teníamos, solo nos quedaba amarnos, seguir siempre adelante o como tú decías, Marina: «A veces hay que retroceder dos pasos para avanzar uno».

Y yo sentía que nuestra relación no era de dos personas, sino de tres: tú, yo y el «partido», y te lo comentaba como un buscapique para que te pusieras quisquillosa y con ganas de seguir haciendo leña de mi persona, porque así, mientras más carbón me pusieras, más ardería y se inflamaría mi amor por ti. Y hasta me emocionaba que me llamaras la atención y que siempre me impusieras tareas y reglas que cumplir, y que sobre todo, si no las cumplía algo se podía venir abajo para aplastarnos como si fuéramos dos insectos sin ninguna posibilidad de evolucionar.

Pero había que seguir «bregando», decías tú; y yo otra vez estaba de «furgón de cola» y «convidado de piedra» en todas tus peroratas sobre la «coyuntura nacional» y yo te decía que la mejor forma de saber de este tema era ir al mercado y hacer las compras. Ahí cualquier curso de economía política   –ciencia burguesa, le decías tú, Marina–, no tendría razón de ser. Y tú replicabas diciendo que el «materialismo dialéctico» lo entendían más los pobres que los niños de bien. Pero había que insistir en la teoría, y yo no me negaba a nada, Marina. Solo quería estar en tus planes y, de una u otra forma, seguir en tus caminos. Alucinar que cruzábamos juntos un puente llamado «memoria» o una calle llamada «vida».

Y siempre quise estar a tu lado, Marina, y no sabes cuánto me emocionaba cuando andabas con secretos y tus anuncios de que se acercaba una campaña política, y que el partido había decidido «golpear» en la capital y que ya estaban logrando el «equilibrio estratégico» y que el «viejo Estado» tambaleaba y no sé cuántas cosas más que apenas recuerdo porque todo me parecía tan irreal que hasta me imaginaba una película de cowboys, o una tragicomedia, y tú llevando una bandera como el personaje ditirámbico de Chaplin en Tiempos modernos, y agitando a las masas hambrientas y en harapos que tarde o temprano desatarían una orgía de sangre con, o sin partido.

Pero yo no te decía nada, Marina, porque trataba de entender que ese era tu mundo y yo era algo así como un satélite que giraba y giraba y que, de alguna forma, quería llamar tu atención o escapar de lo inevitable, por eso te componía versos y te cantaba al oído y te llevaba a todos los acuarios que conocía para que supieras que también había otros mundos o submundos mejores que el nuestro y que hasta cerrando los ojos podíamos estar en otro lado y olvidarnos de todo este dolor que no te dejaba en paz.

Cómo no recordar esa vez que me llevaste a un cerro donde la gente hacía olla común, y recogía agua en baldes; todos ellos se identificaban como «compañeros» y formaban columnas como si fueran del ejército. Y yo refunfuñaba porque no sabía qué hacía yo ahí con esta gente que hablaba mitad en quechua y mitad en español. Y tú me codeaste y me dijiste en voz baja: «Claro, pues, son del ejército, el poderoso e invencible ejército del partido». Y no sabía qué decirte, porque a nadie se le hubiera ocurrido que un ejército solo contara con piedras, palos y hondas para enfrentar a otro ejército que sí tenía armas, tanques y cañones. Y esa fue la primera vez que me mostraste un tubo de fierro con un gancho y un percutor hecho por un hojalatero. Y yo me sorprendí, Marina, aunque tú lo tomaste como un susto, pero no por el arma, Marina, sino porque yo sabía que así nunca iban a ganar ninguna guerra. Y lo que tenían todos era solo entusiasmo y mucho fervor religioso; aunque tú decías que la religión era el «opio del pueblo» y que la metafísica solo servía para adormecer a las masas, y muchas otras cosas que ya no recuerdo.

Y así en medio de la oscuridad, prendieron una inmensa hoz y un martillo con unos tarros de brea y kerosene para que no se apagara por ningún motivo. Y un poco que nos calentamos mientras tus camaradas nos acercaban comida en unos cacharros desportillados y un café aguado e hirviendo en vasos de plástico que hasta parecían derretirse en nuestras manos. Y esa noche recién descubrí que a ti no te decían Marina, sino otro sobrenombre; otro seudónimo que guardaré para siempre en secreto. Y todo esto lo hacía por ti, Marina, aunque tú decías que ya debía foguearme y que de apoyo debería pasar a ser «militante».

Pero nuestros caminos solo estaban hechos para cruzarse. Y así, el día que menos esperaba, viajando a lomo de bestia por tierras ignotas, me encontré de lleno con el Mar Rojo, Marina. Ese mar que imaginamos juntos o que imaginaste tú sola, y dejé de respirar y caí rendido a estos recuerdos que me empezaron a morder y hacer heridas por todos lados. Y el Mar Rojo eran los millones de obreros y campesinos que bailaban en tus cabellos. Y las olas eran las voces de todos los caídos que clamaban por justicia y solo esperaban, como en el Éxodo de la Biblia, que el mar se abriera y los dejara pasar. Y sin más, Marina, emprendí el regreso. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Qué había sido de nuestras vidas? Nunca te comunicaste de ninguna forma, o nunca pudimos establecer contacto. Y hasta la guerra había terminado y solo los estudiosos (señores académicos y políticos interesados) les gustaba revivir todo esto para vender una versión falsificada y a gusto del cliente. Ahora solo se hablaba de que el país estaba en el camino del progreso y del desarrollo. Si hasta un Museo de la Memoria se había hecho para que nadie olvidara todo lo que ocurrió. Y la televisión repasaba, de vez en cuando, algunos hechos atroces en los que, según sé, tú no tuviste nada que ver. Y así lo creeré hasta el final, o hasta que alguien me pruebe lo contrario.

Pero tú me dijiste una vez que la historia se repite como tragedia, y luego como farsa. Y solo tenemos que pararnos fuerte para asumir de pie todo lo que nos toca. El «pasivo» y el «activo» de una vida que llevamos hasta las últimas consecuencias; tal y como tú lo estableciste. Y aquí estoy, Marina, consumiéndome lentamente en el humo y el tizne del olvido, haciendo esfuerzos para recordar cada palabra que me dijiste, cada cosa que hicimos juntos, cada detalle y momento que pasé contigo, pensando que algún día podríamos vivir nuestro sueño de ser felices en un mundo convertido en un paraíso, o un     Shangri-La. Así de crédulos y de ingenuos éramos los dos; pero tú siempre más que yo, Marina, tú siempre más.

Y vuelvo todos los años a esa esquina donde nos conocimos; ahí mismo donde yo escribí tu nombre y mi nombre sobre el cemento fresco de la vereda, y que nadie se ha atrevido a borrar. Yo con mis peces: mis goldfish, mis mollys, mis platys, mis «basureros», y tú con tu mar insondable, Marina, hermosa, diáfana, infinita. Marina luna, Marina sol, Marina galaxia. Yo con mi inocencia, y tú con tus locas e insólitas decisiones políticas, que ahora todo el mundo condena (¿por qué tenía que ser así y no de otra forma?).

Yo con mis vacíos, mi grandes temores, y tú con tu «dialéctica del amo y del esclavo», tus «teorías de la plusvalía», y tus dogmas donde nada nos podrá salvar, Marina, ahora que es tarde para mirar hacia atrás, o para verte aparecer con tu sonrisa de niña, tu coleta rubia, tus zapatillas viejas, tus banderolas y géneros carmesí para siempre en tu bolso, y en tu alma. Sobre todo, en este preciso momento, en que el policía me pone un revólver en la sien, y continúa interrogándome por ti, Marina, mi Marina, mi primer y único amor. Y el Mar Rojo no se abrirá, Marina. No se abrirá. Lo sé perfectamente. Y yo ya no tengo nada que decir. Solo despertar en una fosa común, coger tu mano, y desaparecer para siempre en la niebla de tu boca.

(Publicado en la revista impresa Lima Gris Nº 11)

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Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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Gobierno Regional de Loreto intensifica mantenimiento de la carretera Iquitos-Nauta y exige mayor apoyo del Ejecutivo

Gestión del gobernador René Chávez reafirma su compromiso con Loreto.

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El Gobierno Regional de Loreto, a través de la Gerencia Regional de Transportes y Comunicaciones (GRTC), ha intensificado las labores de mantenimiento rutinario en la carretera Iquitos – Nauta, una de las principales vías terrestres de la región amazónica. Las acciones, que comprenden la limpieza de malezas, desbroce de áreas invadidas por la vegetación, limpieza de cunetas y bacheo en zonas críticas, forman parte de una estrategia de conservación de esta importante arteria vial que conecta la capital regional con el distrito de Nauta.

Según lo anunciado por el gobierno regional, el mantenimiento de esta vía es considerado una prioridad, no solo por su relevancia para el tránsito de personas y mercancías, sino también porque es una de las pocas rutas terrestres que permite una conexión directa entre poblaciones del interior de Loreto. La Amazonía, caracterizada por su geografía compleja y dispersión territorial, depende en gran medida del buen estado de sus carreteras para facilitar el acceso a servicios básicos, el comercio local y la reactivación económica de la región.

El Dr. Pío Flores, gerente de la GRTC, informó que, además del mantenimiento rutinario, su despacho viene desarrollando los estudios técnicos necesarios para el mejoramiento integral de la carretera Iquitos-Nauta. “No solo se trata de parchar huecos o limpiar los bordes. Esta vía necesita una intervención mayor, y estamos trabajando en los estudios que lo permitan. Pero sin apoyo del Gobierno central, será difícil avanzar”, declaró Flores.

En ese sentido, el funcionario hizo un llamado enérgico al Ministerio de Transportes y Comunicaciones, a través de Provías Nacional Descentralizado, así como al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), para que asignen mayores recursos al Gobierno Regional de Loreto y a las municipalidades locales. “Con los escasos recursos que tenemos, hacemos lo posible por mantener nuestras vías transitables. Pero esto no puede recaer únicamente en los gobiernos regionales. El Estado debe entender que la conectividad en la Amazonía es una cuestión de urgencia y justicia territorial”, agregó.

La carretera Iquitos-Nauta, que ha sido históricamente afectada por el abandono y las inclemencias del clima, representa una línea vital para más de 120 mil personas que habitan en los distritos adyacentes. En épocas de lluvia intensa, muchas de sus zonas quedan prácticamente intransitables, lo que pone en riesgo la seguridad de los usuarios y limita el traslado de bienes de primera necesidad.

El Gobierno Regional de Loreto reitera su compromiso con el desarrollo vial de la región y continuará ejecutando labores de mantenimiento mientras gestiona el financiamiento necesario para proyectos de infraestructura más sostenibles. La ciudadanía espera que las autoridades nacionales escuchen este llamado y que, por fin, la selva deje de ser olvidada en el mapa de prioridades del Estado peruano.

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‘Cajuela’ de motorizados de delivery deberá estar fijada al chasis del vehículo

Quienes brinden servicios deberán empadronarse en el “Registro Nacional de Envíos de Entrega Rápida” de lo contrario ya no podrán circular, y deberán contar con DNI o carné de extranjería, domicilio y correo electrónico, domicilio del representante legal y partida de inscripción registral de la empresa. Asimismo, los motorizados no podrán llevar acompañantes.

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Las cajuelas portátiles que aún llevan en sus espaldas los miles de repartidores motorizados del servicio delivery que circulan por todo el país, están con las horas contadas, debido al reciente Decreto Supremo n.° 006-2025-MTC emitido este jueves 17 de abril, que aprueba medidas específicas para fortalecer la seguridad ciudadana en materia de tránsito y transporte. El mismo que establece la creación de un registro obligatorio para los repartidores de delivery, quienes dentro de un mes deberán inscribirse en dicho padrón a través de sus municipalidades.

Es decir, a partir del 17 de mayo de 2025, todos los repartidores de delivery, ya sean personas naturales o vinculadas a empresas o aplicaciones, están obligados a registrarse, en el «Registro Nacional de Prestadores y Conductores del Servicio y Actividad de Transporte de Envíos de Entrega Rápida», parte del Sistema Nacional de Registros de Transporte y Tránsito (SINARETT).

Decreto Supremo n.° 006-2025-MTC emitido este jueves 17 de abril.

Requisitos para registrarse como repartidor delivery

El registro incluye a conductores de motocicletas, bicimotos y bicicletas. Estos deberán cumplir con requisitos como presentar su DNI o carné de extranjería, licencia de conducir, placa del vehículo, SOAT vigente y certificado de inspección técnica, cuando corresponda.

-Nombre, razón o denominación social.

-Documento nacional de identidad (DNI), carné de extranjería o número del Registro Único de Contribuyentes (RUC).

-El domicilio y correo electrónico de la persona natural o jurídica solicitante.

-De corresponder, el nombre y domicilio del representante legal y número de partida de inscripción registral de la empresa solicitante y de las facultades del representante legal de la persona jurídica.

-Nombre, documento nacional de identidad o carné de extranjería y número de licencia de conducir del (los) conductor(es) que se solicita habilitar, cuando corresponda.

-El número de las placas de rodaje de los vehículos que se solicita habilitar, cuando corresponda, señalando que los mismos cumplen con las condiciones establecidas en el presente reglamento.

-Contar con certificado SOAT y certificado de inspección técnica vehicular vigente, cuando corresponda.

-Número de operación de pago por derecho de trámite.

También se exigirá una declaración jurada donde se comprometan a no llevar acompañantes y a transportar los paquetes en cajuelas, salvo en el caso de bicicletas.

Se acabaron ‘cajuelas portátiles’ adheridas en espaldas de motorizados

En uno de los preceptos del Decreto Supremo en mención se indica las condiciones técnicas específicas que en lo sucesivo se exigirá a los motorizados repartidores del servicio de delivery

Artículo 24-A.- Condiciones técnicas específicas exigibles a los vehículos destinados al servicio de transporte de envíos de entrega rápida

24-A1 Sólo se puede destinar al servicio de transporte de envíos de entrega rápida vehículos que correspondan a la categoría L subcategorías L1 y L3 del ANEXO I. CLASIFICACIÓN VEHICULAR del RNV y bicicletas. 24-A.2 Los vehículos de la categoría L subcategorías L1 y L3 deben contar con los siguientes elementos, características, equipamientos o dispositivos:

a. Sistema de frenos;

b. Sistema Sonoro;

c. Láminas retrorreflectivas;

d. Alumbrado delantero y trasero; y

e. Cajuela para reparto de mercancía, en la cual debe consignarse la Placa Única Nacional de Rodaje y ser fijada al chasis posterior del vehículo.

Motorizados tampoco podrán viajar con acompañante durante estado de Emergencia.

Si repartidor no tiene moto, deberá tener ‘contrato de arrendamiento’

La norma contempla situaciones en las que el repartidor no sea propietario del vehículo. En estos casos, se deberá presentar un contrato de arrendamiento que indique expresamente que el vehículo será usado para entrega de pedidos. Este documento será validado por las municipalidades provinciales, que deberán verificar que el arrendador sea el dueño legítimo.

Vehículos permitidos para el servicio de delivery

-Motocicletas: Cilindrada mayor a 50 cm3. Velocidad máxima mayor a 50 km/h

-Bicimotos: Cilindrada de hasta 50 cm3. Velocidad máxima de 50 km/h

-Bicicletas: De todo tipo

Adicionalmente, los conductores deberán participar en capacitaciones dictadas por las municipalidades provinciales sobre calidad de servicio, normativas de tránsito y seguridad vial. El incumplimiento de cualquiera de estos lineamientos podrá generar sanciones severas.

Repartidores que no cumplan con la norma pagarán más de S/ 4 mil

Las infracciones por operar sin estar registrado, o por no cumplir las condiciones establecidas serán consideradas «Graves» o «Muy Graves». Cada falta está sujeta a una multa de 0.8 UIT, equivalente a S/ 4.280, además del decomiso del vehículo y su internamiento.

Entre las infracciones figuran: prestar el servicio sin autorización, transportar mercancías fuera de la cajuela, llevar acompañantes, utilizar vehículos sin las condiciones técnicas exigidas o manejar con una licencia vencida, suspendida o no correspondiente.

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Fallece periodista Álamo Pérez – Luna a la edad de 61 años

Un año atrás, polifacético comunicador había indicado que le habían extirpado un tumor maligno en el riñón.

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Fue su hijo Sergio Pérez – Luna quien confirmara el sensible fallecimiento de su padre Álamo, destacado periodista que trabajara para distintas casas televisivas, así como en medios escritos.

La noticia de su partida ha ocasionado que distintas figuras del gremio de comunicadores escribieran con mucho pesar, recordándolo por su estilo crítico y frontal.

Aunque no se han dado detalles oficiales sobre la causa exacta de su fallecimiento, se presume que estuvo relacionada con las complicaciones derivadas de la enfermedad que lo aquejaba. Y es que el propio periodista, en mayo del año pasado, publicó en su cuenta de Twitter que había estado internado en el hospital Edgardo Rebagliatti por caso tres semanas.

“Del 29 de abril a este 18 de mayo he estado internado en el Hosp. Rebagliati. Me descubrieron un tumor maligno (cáncer) en el riñón y lo extirparon. Estoy en reposo absoluto hasta dentro de varias semanas. Gracias a los profesionales del Rebagliati y a todo el personal. Gracias.”, escribió entonces.

Sus restos serán velados hoy a partir de las 2 p.m. en el velatorio n.° 4 del hospital Edgardo Rebagliatti.

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Sodalicio acata orden del Vaticano y queda oficialmente suprimida

Tras décadas de denuncias por abuso sexual, psicológico y físico, el Vaticano ha puesto fin al Sodalicio de Vida Cristiana.

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Perdieron el rumbo en el camino y hoy les toca acatar la orden directa del Santo Padre. El Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) ha dejado de existir oficialmente desde ayer, luego de que el superior general de la comunidad firmara el decreto de supresión como Sociedad de Vida Apostólica laical.

La disolución fue confirmada por el propio SVC a través de un comunicado en su sitio web.

La decisión, aprobada por el papa Francisco, pone fin a una institución marcada durante años por denuncias de abusos físicos, psicológicos y sexuales contra sus integrantes, perpetrados por sus líderes y fundadores.

“Con dolor y obediencia aceptamos esta decisión”, señala el comunicado.

En el mismo documento, el disuelto grupo pide perdón por los maltratos y abusos cometidos en la comunidad.

“Nuestra mirada se dirige también a las víctimas; les reiteramos nuestro sincero pedido de perdón por los maltratos y abusos cometidos en nuestra comunidad. Pedimos perdón también a toda la Iglesia y a la sociedad por el dolor ocasionado”, señala el texto.

Asimismo, se da a conocer el nombramiento de monseñor Jordi Bertomeu Farnós como comisario apostólico, encargado de la ejecución del proceso de supresión.

Previo a la entrega del decreto de disolución, se identificaron las propiedades y fundaciones vinculadas al Sodalicio con el fin de evaluar su destino como parte del proceso de reparación a las víctimas y el sustento de los miembros que dependían de la comunidad.

Como se recuerda, hace dos décadas surgieron denuncias de exmiembros que fueron profundizadas por investigaciones periodísticas, las cuales expusieron los abusos sistemáticos perpetrados por su fundador, el laico peruano Luis Fernando Figari, quien fue finalmente expulsado del grupo en agosto de 2024.

Luis Fernando Figari, uno de los fundadores del Sodalicio. Foto: archivo GEC.

El dato:

El SVC se resistió a formalizar su disolución, a pesar de la orden del papa Francisco emitida en enero de 2025.Según el abogado José Ugaz, representante de seis víctimas no indemnizadas, el SVC maniobró para vaciar sus bienes y fondos antes de la disolución, con el fin de evitar que sean gestionados por el Vaticano. Ugaz alertó al Vaticano sobre esta posible fuga de dinero y ocultamiento de patrimonio en una carta enviada el 24 de marzo.

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El hampa chalaca quiere erradicar a los extorsionadores venezolanos con sus propias manos [VIDEO]

Delincuentes del primer puerto indicaron que extranjeros han “roto” todos los códigos del bajo mundo.

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En el mundo donde la bala suena primero que la palabra, sangre con sangre se paga. Ni cuarenta estados de emergencia decretados por Dina Boluarte han hechos temblar a los extorsionadores extranjeros ante la reciente advertencia del hampa del primer puerto, quienes furiosos de que los foráneos empiecen a meterse con los ciudadanos del Callao, cobrándoles cupos, han rastrillado sus armas para lanzarles una durísima advertencia.

Y es que bien saben los delincuentes extranjeros que con otras mafias no se puede ‘negociar’ como con algunas autoridades, salvo tengan un interés en común, ahora vienen analizando a detalle qué tan ciertas sean las amenazas del hampa chalaca.

Uno de sus líderes, a través de una filmación, advirtió a todos los extranjeros que “han desatado una guerra abierta”, al considerar que se han equivocado de zona para extorsionar. “Ya no te vamos a tolerar ni una. Aquí estamos los chalacos, una sola idea, compadre. Todos contra todos ustedes”, se llega a escuchar en el video.

Advierten a venezolanos no ingresar al Callao

El discurso se ha extendido como una consigna en los barrios más convulsos del puerto. En Carrillo Albornoz, uno de los jirones con mayor presencia policial, los vecinos reconocen que el temor a una guerra declarada es cada vez más tangible. “Cualquiera que esté ahí lo veamos haciendo delivery, así lo vamos a bajar también”, dijo un encapuchado durante la grabación.

Las amenazas no solo se limitan a los miembros de bandas extranjeras. El mensaje apunta a cualquier ciudadano extranjero, incluso aquellos sin vínculos delictivos. “Sabemos que también hay venezolanos que trabajan, pero lastimosamente justos por pecadores, y así va a ser”, sostuvo uno de los pandilleros entrevistados por el equipo de Panorama.

Al parecer, dentro de estos días o semanas, se verán teñidas de sangre las calles del primer puerto, consecuencia directa de la inoperancia del gobierno de Dina Boluarte que continúa repitiendo todos los días que se encuentra luchando contra la delincuencia, bien sentada en su denominado ‘Cuarto de Guerra’, pero sin salir a recorrer las calles más álgidas de Lima y Callao.

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Metro de Lima: Cierran estaciones La Cultura y Nicolás Arriola por persona herida en rieles [VIDEO]

Como es habitual, la Línea 1 del Metro de Lima ha emitido un comunicado indicando que el cierre temporal se debe a un “incidente ajeno a su operación”. Sin embargo, cada cierto tiempo aquellos incidentes consisten en intentos de suicidios de personas que fortuitamente deciden arrojarse a los rieles de la vía ante la inoperancia de los miembros de seguridad.

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Alrededor de las 10.30 de la mañana de este lunes 14 de abril, se reportó un nuevo incidente en la Estación La Cultura de la Línea 1 del Metro de Lima. De acuerdo a la información preliminar, una persona resultó herida y fue evacuada al centro de salud más cercano para recibir atención médica. Sin embargo, como es habitual, a través de un comunicado ambiguo, el servicio de transporte público anunció el cierre temporal de las estaciones La Cultura y Nicolás Arriola, indicando que dicho cierre se debe a un incidente ajeno a su operación, evitando informar las verdaderas razones de la suspensión.

Es decir, el servicio de trenes se ha restringido de la siguiente manera: Desde Villa El Salvador hasta San Borja Sur y desde Bayóvar hasta Gamarra.

No habrá circulación de trenes entre San Borja Sur y Gamarra, por lo que las estaciones afectadas no ofrecerán servicio al público.

Comunicado de la Línea 1 del Metro de Lima.

Las autoridades del Metro de Lima recomiendan a los usuarios considerar otros medios de transporte para sus desplazamientos y agradecen la comprensión del público. Además, solicitan seguir las indicaciones del personal en estaciones.

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Ex operario de Medifarma, acusado por aprobación de suero defectuoso, responde: “Me imputaron esos hechos” [VIDEO]

Roy Chávez Llicán indica que farmacéutica lo coaccionó a admitir responsabilidad, obligándolo además a renunciar.

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Lo niega todo. Para que un medicamente salga al mercado necesita pasar por rigurosos controles, siendo aprobado por distintos químicos farmacéuticos, operarios y tener el visto bueno de las cabezas de área; sin embargo, según la versión de Medifarma, solo existiría un responsable y ese sería un operario.

Roy Chávez Llicán, ahora ex operario de Medifarma, estuvo detenido durante 72 horas acusado de ser el principal responsable de la muerte de 5 personas, ahora ha salido a decir su versión de los hechos de lo que pasó con el suero fisiológico defectuoso y cómo así llegó a distribuirse en los hospitales, negando de raíz todas las acusaciones en su contra, denunciando que Medifarma lo presionó a autoinculparse para liberarlos de cualquier responsabilidad penal.

En entrevista con el dominical Punto Final, Chávez aseguró que fue forzado a firmar su carta de renuncia y que la compañía le imputó toda la responsabilidad sin una investigación adecuada.

“Ellos me obligaron a renunciar, me pusieron una carta de renuncia y me imputaron todos esos hechos”, afirmó.

Tras la visita del equipo periodístico al laboratorio, Guillermo Arboleda, director corporativo de Medifarma, indicó que el producto se preparaba inicialmente con 180 kilos de cloruro de sodio disueltos en mil litros de agua esterilizada dentro de un tanque conocido como triblender. Posteriormente, esta mezcla debía ser trasladada a un segundo tanque, el reactor, donde se agregaban hasta 20 mil litros de agua adicional, lo que permitía alcanzar la concentración final adecuada de 0.9% de sodio por litro.

Según Medifarma, Chávez habría omitido el encendido del reactor durante la preparación del suero, lo que impidió una correcta disolución del sodio. Además, se le acusa de haber tomado muestras de un tanque distinto, impidiendo detectar el error a tiempo. El trabajador rechazó ambas acusaciones y sostuvo que ha sido utilizado como “chivo expiatorio”.

fuente: punto final.

La Fiscalía deberá determinar si lo ocurrido fue consecuencia de negligencias concatenadas o de una conducta deliberada. Mientras tanto, las familias de las víctimas siguen esperando justicia y respuestas claras frente a una pérdida irreparable.

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Paralizan obras del hotel Sol Ollantaytambo Boutique ante presuntas irregularidades en su construcción

Desde tempranas horas del día, DDC del Cusco intervino construcción salpicada por presuntos actos de corrupción.

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Lo que mal empieza, mal termina. Luego de hacerse pública la denuncia de Andrés Bravo Pinedo, presidente del Frente de Defensa de los Intereses del Distrito de Ollantaytambo, respecto a un presunto acto de corrupción perpetrado nada menos que por el alcalde de Ollantaytambo Paul Palma, en colusión con la propietaria del hotel Sol Ollantaytambo Boutique, Lucinda Miranda Farfán, y su administrador Derik Miranda Farfán, la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) del Cusco, con apoyo de los efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP) paralizaron la construcción del mencionado recinto hotelero como parte de una “medida cautelar” dispuesta por el despacho de Cultura.

Personal de la DDC del Cusco interviniendo la obra del hotel ubicado en la calle Ventiderio, Ollantaytambo.

La labor fiscalizadora, en principio, le corresponde a la municipalidad de Ollantaytambo, encabezada por Paul Palma, sin embargo, al estar dicha autoridad involucrada en las investigaciones, la encargada de realizar la medida preventiva fue la DDC del Cusco.

Y es que como ya se publicara en este medio, Andrés Bravo Pinedo viene denunciando una presunta red de tráfico de influencias y abuso de autoridad por parte del alcalde Paul Palma y los representantes del hotel Sol Ollantaytambo Boutique.

De acuerdo a los primeros informes obtenidos, la municipalidad de Ollantaytambo otorgó, sin pasar por las comisiones técnicas correspondientes, el permiso de restitución volumétrica para dicha obra, la misma que hasta la fecha no cuenta con una orden de demolición.

“La tardanza en la anulación y la ausencia de una orden de demolición sugieren complicidad o negligencia por parte de las autoridades, permitiendo que el daño al patrimonio continúe”, se lee en la nota publicada el pasado 2 de abril del año en curso.

Asimismo, continúa el informe, “entre las autorizaciones otorgadas de forma irregular se encuentran las siguientes: autorización N° 001-2023-GDUR – MDO, autorización N° 016-2024-GDUR – MDO, y la autorización N° 020-2024-GDUR – MDO.  Además, la ejecución de obras no cumple con la normativa vigente, donde los propietarios deberían presentar el expediente respectivo al procedimiento administrativo, en concordancia al Reglamento de Intervenciones Arqueológicas vigente aprobado mediante Decreto Supremo Nº 011-2022-MC, de fecha 23 de noviembre del 2022”.

La nota completa en el siguiente enlace:

Ollantaytambo: atentado al Patrimonio Arqueológico revela presuntos actos de corrupción, tráfico de influencias y abuso de Autoridad

Finalmente, se tuvo conocimiento que la diligencia realizada esta mañana no acudió personal de la Fiscalía, impidiéndose la incautación de las herramientas y maquinarias, y constatando que al término del encintado aún habían obreros trabajando dentro de dicho inmueble.  

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