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MARINA O EL MAR ROJO

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Yo te recuerdo, Marina, con tu pelo de choclo, tu cuerpo delgado y tu sonrisa de niña, cuando caminábamos juntos por el malecón que daba al mar. Y tú te detenías repentinamente a ver los periódicos del día y me decías: «Acompáñame al sindicato a repartir volantes», «vamos a la marcha por el Día del Trabajo» o «vamos al plantón frente al Congreso de la República». Y yo iba con mis peces, y mi comida para peces que llevaba en la mochila; ese era mi trabajo, mi ocupación en esos tiempos. Y yo no sabía nada de lo que ocurría a nuestro alrededor, nada de lo que era la política o la guerra. La maldita guerra.

Solo era un chiquillo que quería hacer algo y no sabía qué. A veces me quedaba hasta tarde con la guitarra y con mis canciones que no te gustaban. Quizás porque «sonaba alienado» o porque solo eran tres acordes básicos. Es lo que me habían enseñado los amigos subtes de mi barrio. Y yo no podía ofrecerte más, Marina. Nunca me alcanzó el talento para cantarte una «melodía elevada» o siquiera recitarte un poema al oído.

Recuerdo que en ese tiempo, estabas empecinada en llevarme a una de esas «escuelas populares», donde le enseñaban a gente como yo lo que era la realidad, y a quién había que combatir y derrotar para asegurar el triunfo del proletariado, y un montón de cosas más que apenas recuerdo. Pero tú sabes, Marina, que en el fondo lo único que yo quería era estar contigo, amarte a solas, y pensar en que tu felicidad era también mi felicidad.

Por eso hacía todas esas cosas que tú querías que haga y te seguía de cerca, porque cuando tú conspirabas y te brillaban los ojos, yo sabía que algo dentro de mí se encendía como una hoguera, y ya mismo quería abrazarte y sentir que tú eras yo, y que nadie podría separarnos. Y que así debería ser el proletariado; y el amor como un catecismo.

Y tú me decías: «Sebas, yo no puedo ser feliz si el pueblo es infeliz, y mis hermanos lloran por un pedazo de pan. Esto no va a cambiar si nosotros no hacemos algo para que cambie». Y así transcurrían nuestras vidas; pero yo te amaba locamente Marina. Nunca te pregunté por qué llevabas trapos rojos en tu bolso, ni por qué me dejabas afuera de tus «reuniones secretas». Y tú me decías: «Algún día entenderás todo el sacrificio que tenemos que hacer por los niños, los ancianos y las mujeres pobres de nuestro país».

Y yo seguía sin entender, y era porque en el fondo no quería aceptar ni comprender nada, y quería seguir mirando a un costado como hacían los demás jóvenes de mi generación. Y quizás por inercia, o porque lo necesitaba, ingresé a trabajar en la fábrica textil La Paloma y me convertí en obrero, y tú me felicitaste y me dijiste: «Ahora serás un hombre; Sebas, mi amante trabajador…mi futuro sindicalista».

Y por esas palabras me esforcé todo lo que pude. Me nombraron «planchador» y me quedaba ocho, diez, incluso doce horas al pie del caldero, suavizando las arrugas de camisas y pantalones que, como decías tú, yo nunca me pondría, ni ninguno de los que trabajaban ahí. Cuánta razón tenías, Marina. Y con mi primer sueldo, como para llevarte la contra, te compré una chompa incaica y un perfume de pachuli, y te invité a Chorrillos a pasear en bote una tarde en que empezó a caer la lluvia, pero aún así insistimos en hacernos a «la mar», «la mar, inmensa y bella», Marina, Marina, porque así lo decías tú, como si el mar fuera una mujer grande y generosa que menstruaba algas, peces, cometas, y estrellas. Una mujer que nos arrastraría a alguna felicidad posible o nos lavaría de nuestras tristezas; nuestras culpas o nuestro gran desdén, o mi desdén.

Sobre todo cuando me decías que no me podías presentar a tus jefes porque ellos no aprobarían nuestro amor; y me hablabas de «compartimentaje» (esa palabra rara que yo asociaba a «compartir»), y de cumplir «las reglas de oro» y de otras cosas más que a las justas percibía como algún tipo de peligro;   algo inminente que estaba por suceder, pero por qué tenía que ser esto así, Marina. Y qué podrían saber tus jefes de este amor que siempre fue más grande que yo mismo, y más grande que cualquier Manual del combatiente, ese librito que escondías con otra carátula y que siempre revisabas cuando pensabas que yo estaba distraído, o no me daba cuenta.

Y así estuvimos hasta que las cosas se pusieron difíciles. Las torres de alta tensión caían como naipes, los cochebombas explotaban en las embajadas, los asesinatos y los secuestros enloquecían a todo el mundo. Y la desesperación nos ponía contra la espada y la pared. Y así, un día, cuando te fui a buscar y todos los presentimientos, nubes negras y malos agüeros se juntaron en mi cabeza, ya no te encontré. Vivías sola, Marina, nadie me dio razón de ti. Toqué todas las puertas del edificio donde, según tú, te ocultabas. Grité, aullé como un lobo en la noche eterna y sorda hasta que amaneció, y nadie me dio ninguna referencia.

Para ellos, tus vecinos entrometidos y fisgones, solo eras un fantasma que aparecía y desaparecía, y compraba el pan y pagaba puntualmente la renta; y no habías hecho ninguna amistad, ni te interesaba que escudriñaran en tu vida. Hermetismo total, es lo que una vez me dijiste que te había aconsejado el «partido». Pero conmigo mostrabas «complacencia pequeñoburguesa» porque me veías como alguien inocente, un joven «desclasado», libre de «pecados» y de vicios capitalistas, casi como un ángel caído, es lo que siempre te imaginaste; pero siempre fue al revés.

Tú ayudabas a los ciegos a cruzar la pista, y te detenías cuando veías a un niño con una bolsa de Terokal, y lo llevabas a comer a cualquier restaurante. Así eras, Marina. Siempre preocupada por el mundo y haciendo cosas por el mundo. Pero el mundo no podía hacer nada por ti, ni por mí. Y me dijiste que si un día no te encontraba, lo que tenía que hacer era quemar todas tus cartas y tus dibujos, renunciar al trabajo e irme lejos; y que tú, de alguna forma, te comunicarías conmigo. «Protocolo», le llamaste a eso. Nunca entendí por qué tenía que ser así Marina; sin embargo, eso es lo que hice: armé una pira con todas las cositas que me regalaste, incluso unas pinturas y unas cerámicas que habías hecho con tus propias manos, y le prendí fuego a todo con mucha dificultad, porque las lágrimas no me dejaban encender los palitos de fósforo. Y también porque quería leer cada cosa por última vez y tenerlo en mi memoria, y apretarlo contra mi pecho para que nada se perdiera ni se volviera cenizas.

«Tienes que prometerme que te cuidarás, Sebas, y que harás al pie de la letra todo lo que te estoy pidiendo. Nada de negligencias pequeñoburguesas o libertinajes de viejo tipo». Y lo quemé todo, y lo pasé por el caño, con cuidado, como me dijiste; tal cual, Marina, hasta que no quedó nada, pero con ello no pude quemar ni borrar todos los recuerdos, ni este sentimiento que te tengo hasta ahora, como si esto viniera de otras vidas, como si esto fuera un rito que tenía que cumplir solo y sin ayuda de nadie. Porque como tú decías, Marina, aquí todos somos materia que algún día se acabará y se hará polvo; y solo tenemos una vida que tenemos que cuidar y no desperdiciar.

Y después, todo fue como volver a la época de los bárbaros; las bombas no dejaron de caer, y el ejército barrió con todos los muchachos que paraban en las calles. Cuerpos despedazados empezaron a aparecer por lugares remotos. Ninguno se salvó de la tragedia y la desesperación. Todos tenían algo, o a alguien por quien lamentarse. Yo mismo tuve que escapar, correr lejos, como tú dijiste; estudiar, aprender otras cosas, olvidarme de ti y de mí, «cuidar mi decoro personal», cambiar de apariencia y hacerme un «hombre de bien» o de lo que sea. Pero por dentro nada cambió, Marina. Hay algo que permanece y que forma parte de ti, y de mí. Y siempre seré el adolescente desaliñado que te acompañaba a hacer tus trabajos de campo, tu conspiración y «agitación y propaganda», porque así se llamaba, ¿no?, eso que hacías a escondidas y que, según tú, era muy peligroso; tanto que no sé a dónde fuiste a parar, o si estarás viva, o te enterraron en esas fosas comunes de las que nadie quiere decir nada, ni mucho menos destapar porque sería como un cuásar, un agujero negro que nos tragaría a todos. ¿Por qué, Marina? ¿Por qué?

O es que en verdad «la violencia es la partera de la historia» y ni tú ni yo pudimos salvarnos de todo esto sobre lo cual la gente se pregunta: quién lanzó la primera piedra, y cómo así empezó esta guerra y nos arrastró al matadero. Y quizás la única respuesta, como tú decías, es que era inevitable y, como una profecía, tenía que cumplirse pues eran «leyes de la dialéctica» y la «lucha de contrarios». Y qué difícil era entender todo esto, Marina.

Y sobre todo cuando hablabas de que las clases eran irreconciliables, y que la felicidad de unos dependía de que otros fueran infelices o, peor; la vida de unos dependía de que otros tuvieran que morir. Dime, Marina, cómo podía entender todo esto alguien que solo quería criar peces, tocar su guitarra y pasarla bien; tal y como siempre te comentaba cuando íbamos a alguna parte, o nos quedábamos mirando el horizonte arriba de uno de esos viejos edificios del centro de la ciudad; hasta que todo se hacía silencio y otra vez volvíamos sobre lo mismo, en eso que llamabas «lucha de dos líneas», y no sé qué diablos querías buscar con tantas teorías, pero yo solo sé que cuando hablabas, solo quería escucharte y seguirte la corriente. Y acompañarte de la mano a donde quisieras ir, así, sin preguntar y sin decirte no, Marina; porque yo solo quería verte sonreír, ver cómo peleabas contra los molinos y cómo podías vencer aunque solo fuera una fantasía.

Y así, poco a poco, me inventé una vida en la que me convertí en un hombre errante y solitario, Marina. Me compré una mochila enorme, tal y como te gustaba a ti, y me puse a buscar economía, de un lado a otro, haciendo trabajos esporádicos, pequeños cachuelos de perfil bajo para no llamar la atención ni ser objeto de represalias, siempre siguiendo tus consejos. Y viajé, Marina, viajé mucho por todos los lugares inimaginables de este «país de cartón piedra», como lo llamabas tú. Crucé desiertos con la boca seca y la cara cuarteada, caminé la sierra a pie descalzo, y llegué a la selva con el cuerpo reventado por heridas de abrojos e insectos que seguramente te hubieran asustado más que esas armas y material pirotécnico que sé perfectamente guardabas en algún lugar. Y así, Marina, llegué a lo más profundo de este país donde los ríos son como océanos, y donde el cielo es otro mar que te llueve en la cabeza. Y cuando yo creía que te había olvidado, siempre encontraba algún detalle que me devolvía a ti, que me hacía parte de ti y de tus cosas secretas que nunca me quisiste contar.

Así, me dejé crecer la barba y el pelo y hasta cambié mi partida de nacimiento y mis documentos acordándome de tus consejos y ese «nombre de masa» del cual hablabas en voz baja y que era, según tú, tan necesario para proteger a tus amigos, tus tovarichs, como les llamabas a escondidas. Y así me junté con otros «desclasados» como yo, sin rumbo, que no querían quedarse en ningún lado, ¿para qué, Marina? Si uno solo está de paso en esta vida. Y lo poco que tenemos se perderá indefectiblemente. Seguro tú Marina, los llamarías «renegados», «pequeños burgueses» o cualquier otro adjetivo que yo a las justas podría entender. Como esa vez que discutimos porque yo no aceptaba guardar las bolsas, cartapacios y demás cachivaches y bultos que te habían encargado tus jefes, y tú me llamaste «reaccionario»; y yo me eché a reír a carcajadas porque esa palabra no me parecía tan mala, y más bien me hacía recordar las peleas a puño limpio que tuve en el colegio, en las que cuando alguien iba perdiendo le decían: «Reacciona, imbécil, reacciona, no te dejes pegar». Y después de esto o cualquier diferencia que teníamos, solo nos quedaba amarnos, seguir siempre adelante o como tú decías, Marina: «A veces hay que retroceder dos pasos para avanzar uno».

Y yo sentía que nuestra relación no era de dos personas, sino de tres: tú, yo y el «partido», y te lo comentaba como un buscapique para que te pusieras quisquillosa y con ganas de seguir haciendo leña de mi persona, porque así, mientras más carbón me pusieras, más ardería y se inflamaría mi amor por ti. Y hasta me emocionaba que me llamaras la atención y que siempre me impusieras tareas y reglas que cumplir, y que sobre todo, si no las cumplía algo se podía venir abajo para aplastarnos como si fuéramos dos insectos sin ninguna posibilidad de evolucionar.

Pero había que seguir «bregando», decías tú; y yo otra vez estaba de «furgón de cola» y «convidado de piedra» en todas tus peroratas sobre la «coyuntura nacional» y yo te decía que la mejor forma de saber de este tema era ir al mercado y hacer las compras. Ahí cualquier curso de economía política   –ciencia burguesa, le decías tú, Marina–, no tendría razón de ser. Y tú replicabas diciendo que el «materialismo dialéctico» lo entendían más los pobres que los niños de bien. Pero había que insistir en la teoría, y yo no me negaba a nada, Marina. Solo quería estar en tus planes y, de una u otra forma, seguir en tus caminos. Alucinar que cruzábamos juntos un puente llamado «memoria» o una calle llamada «vida».

Y siempre quise estar a tu lado, Marina, y no sabes cuánto me emocionaba cuando andabas con secretos y tus anuncios de que se acercaba una campaña política, y que el partido había decidido «golpear» en la capital y que ya estaban logrando el «equilibrio estratégico» y que el «viejo Estado» tambaleaba y no sé cuántas cosas más que apenas recuerdo porque todo me parecía tan irreal que hasta me imaginaba una película de cowboys, o una tragicomedia, y tú llevando una bandera como el personaje ditirámbico de Chaplin en Tiempos modernos, y agitando a las masas hambrientas y en harapos que tarde o temprano desatarían una orgía de sangre con, o sin partido.

Pero yo no te decía nada, Marina, porque trataba de entender que ese era tu mundo y yo era algo así como un satélite que giraba y giraba y que, de alguna forma, quería llamar tu atención o escapar de lo inevitable, por eso te componía versos y te cantaba al oído y te llevaba a todos los acuarios que conocía para que supieras que también había otros mundos o submundos mejores que el nuestro y que hasta cerrando los ojos podíamos estar en otro lado y olvidarnos de todo este dolor que no te dejaba en paz.

Cómo no recordar esa vez que me llevaste a un cerro donde la gente hacía olla común, y recogía agua en baldes; todos ellos se identificaban como «compañeros» y formaban columnas como si fueran del ejército. Y yo refunfuñaba porque no sabía qué hacía yo ahí con esta gente que hablaba mitad en quechua y mitad en español. Y tú me codeaste y me dijiste en voz baja: «Claro, pues, son del ejército, el poderoso e invencible ejército del partido». Y no sabía qué decirte, porque a nadie se le hubiera ocurrido que un ejército solo contara con piedras, palos y hondas para enfrentar a otro ejército que sí tenía armas, tanques y cañones. Y esa fue la primera vez que me mostraste un tubo de fierro con un gancho y un percutor hecho por un hojalatero. Y yo me sorprendí, Marina, aunque tú lo tomaste como un susto, pero no por el arma, Marina, sino porque yo sabía que así nunca iban a ganar ninguna guerra. Y lo que tenían todos era solo entusiasmo y mucho fervor religioso; aunque tú decías que la religión era el «opio del pueblo» y que la metafísica solo servía para adormecer a las masas, y muchas otras cosas que ya no recuerdo.

Y así en medio de la oscuridad, prendieron una inmensa hoz y un martillo con unos tarros de brea y kerosene para que no se apagara por ningún motivo. Y un poco que nos calentamos mientras tus camaradas nos acercaban comida en unos cacharros desportillados y un café aguado e hirviendo en vasos de plástico que hasta parecían derretirse en nuestras manos. Y esa noche recién descubrí que a ti no te decían Marina, sino otro sobrenombre; otro seudónimo que guardaré para siempre en secreto. Y todo esto lo hacía por ti, Marina, aunque tú decías que ya debía foguearme y que de apoyo debería pasar a ser «militante».

Pero nuestros caminos solo estaban hechos para cruzarse. Y así, el día que menos esperaba, viajando a lomo de bestia por tierras ignotas, me encontré de lleno con el Mar Rojo, Marina. Ese mar que imaginamos juntos o que imaginaste tú sola, y dejé de respirar y caí rendido a estos recuerdos que me empezaron a morder y hacer heridas por todos lados. Y el Mar Rojo eran los millones de obreros y campesinos que bailaban en tus cabellos. Y las olas eran las voces de todos los caídos que clamaban por justicia y solo esperaban, como en el Éxodo de la Biblia, que el mar se abriera y los dejara pasar. Y sin más, Marina, emprendí el regreso. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Qué había sido de nuestras vidas? Nunca te comunicaste de ninguna forma, o nunca pudimos establecer contacto. Y hasta la guerra había terminado y solo los estudiosos (señores académicos y políticos interesados) les gustaba revivir todo esto para vender una versión falsificada y a gusto del cliente. Ahora solo se hablaba de que el país estaba en el camino del progreso y del desarrollo. Si hasta un Museo de la Memoria se había hecho para que nadie olvidara todo lo que ocurrió. Y la televisión repasaba, de vez en cuando, algunos hechos atroces en los que, según sé, tú no tuviste nada que ver. Y así lo creeré hasta el final, o hasta que alguien me pruebe lo contrario.

Pero tú me dijiste una vez que la historia se repite como tragedia, y luego como farsa. Y solo tenemos que pararnos fuerte para asumir de pie todo lo que nos toca. El «pasivo» y el «activo» de una vida que llevamos hasta las últimas consecuencias; tal y como tú lo estableciste. Y aquí estoy, Marina, consumiéndome lentamente en el humo y el tizne del olvido, haciendo esfuerzos para recordar cada palabra que me dijiste, cada cosa que hicimos juntos, cada detalle y momento que pasé contigo, pensando que algún día podríamos vivir nuestro sueño de ser felices en un mundo convertido en un paraíso, o un     Shangri-La. Así de crédulos y de ingenuos éramos los dos; pero tú siempre más que yo, Marina, tú siempre más.

Y vuelvo todos los años a esa esquina donde nos conocimos; ahí mismo donde yo escribí tu nombre y mi nombre sobre el cemento fresco de la vereda, y que nadie se ha atrevido a borrar. Yo con mis peces: mis goldfish, mis mollys, mis platys, mis «basureros», y tú con tu mar insondable, Marina, hermosa, diáfana, infinita. Marina luna, Marina sol, Marina galaxia. Yo con mi inocencia, y tú con tus locas e insólitas decisiones políticas, que ahora todo el mundo condena (¿por qué tenía que ser así y no de otra forma?).

Yo con mis vacíos, mi grandes temores, y tú con tu «dialéctica del amo y del esclavo», tus «teorías de la plusvalía», y tus dogmas donde nada nos podrá salvar, Marina, ahora que es tarde para mirar hacia atrás, o para verte aparecer con tu sonrisa de niña, tu coleta rubia, tus zapatillas viejas, tus banderolas y géneros carmesí para siempre en tu bolso, y en tu alma. Sobre todo, en este preciso momento, en que el policía me pone un revólver en la sien, y continúa interrogándome por ti, Marina, mi Marina, mi primer y único amor. Y el Mar Rojo no se abrirá, Marina. No se abrirá. Lo sé perfectamente. Y yo ya no tengo nada que decir. Solo despertar en una fosa común, coger tu mano, y desaparecer para siempre en la niebla de tu boca.

(Publicado en la revista impresa Lima Gris Nº 11)

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Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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Senamhi emite alerta roja en distintas regiones del país por activación de quebradas [VIDEO]

En Nasca ya se siente la inclemencia de la naturaleza; se pide cautela ante incremento de otros ríos.

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Una vez más la falta de prevención y trabajos pone contra las cuerdas a miles de habitantes que tienen sus casas cerca a ríos y quebradas, pues las lluvias en el interior del país se han incrementado de manera exponencial, provocando huaicos y desbordes.

fuente: bdp.

Ante ello, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) ha emitido una alerta roja en distintas regiones del país donde podrían verse afectadas viviendas o campos de cultivo.

De acuerdo con su aviso de corto plazo n.° 037-2025, emitido ayer, la entidad informó sobre la posible activación de quebradas, mismas que estarían asociadas a las precipitaciones pronosticadas para las siguientes 24 horas. 

Al respecto, Senamhi considera que las lluvias ocurridas durante la última semana, así como la susceptibilidad a movimientos en masa en lugares inestables, darían como resultado la ocurrencia de huaicos en distintas zonas del Perú.

«La activación de quebradas (o huaycos) se refiere a los flujos de agua y movimientos en masa rápidos en quebradas o cuencas pequeñas resultantes de la acción de las lluvias precedentes y actuales y las condiciones geológicas. Incluye flujos de lodo, crecidas de detritos, y flujo de detritos», se lee en el aviso.

Es así que regiones como Amazonas, Arequipa y Ucayali cuentan con una alerta amarilla, lo que sugiere una severidad moderada de la activación de quebradas. Por su parte, los departamentos de Cajamarca, Huánuco, Ica, La Libertad, Loreto y San Martín poseen una alerta naranja, lo que estima una severidad fuerte respecto a los huaicos.

En tanto, varias zonas de Áncash, así como en Huancavelica, Junín, Lima y Pasco se encuentran en zona roja, lo que significa una severidad extrema a causa de las lluvias intensas en áreas inestables.

Frente a esta probabilidad, el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional del Instituto de Defensa Civil (COEN-INDECI) compartió un gráfico con las localidades de posible afectación.

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Perú se ubica en el puesto 10 de países con más índice de criminalidad en el mundo

Según encuestadora internacional Numbeo, nuestro país está por encima de países como Angola o Ecuador, siendo superados solamente por Venezuela que se ubica en el primer lugar.

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Tierra de nadie. Sí, el Perú se ha convertido en un país donde todos se encuentran a salto de mata debido al incremento sin control de la delincuencia, la misma que no discrimina entre niños, ancianos o cualquier inocente que se cruce por la calle; los malhechores, nacionales y extranjeros, han encontrado terreno fértil para cometer los más atroces y sanguinarios delitos por unos cuantos soles.

La plataforma digital Numbeo ha recopilado datos a nivel global de 147 países respecto a los índices de criminalidad. Según sus registros, en solo 10 años, Perú avanzó 30 puestos en el ranking de los países con mayor índice de criminalidad, situándose ahora en el top 10 de los países con mayor índice de inseguridad en el mundo.

En efecto, hace 10 años nuestro país obtuvo un puntaje de 57.63 en el índice de criminalidad, situándose por encima de sus vecinos Colombia y Ecuador. Ahora, en 2025, y solo considerando los datos recopilados en las primeras cinco semanas del año, Perú se ubica en el puesto 10 con un puntaje de 67.12, superando nuevamente a Colombia y Ecuador, así como a otros países fronterizos como Brasil y Bolivia.

Fuente: Numbeo.

Pero eso no es todo. En el ranking de ciudades, Lima ocupa el puesto 23 a nivel mundial, con un índice de criminalidad de 70.66. En 2015, se encontraba en el puesto 50, con un puntaje de 66.96.

Ciudadanos se encuentran desprotegidos y abandonados por sus autoridades.

Es importante mencionar que la plataforma de Numbeo elabora estas listas a partir de formularios completados por los visitantes. Las preguntas incluidas son similares a las utilizadas en estudios científicos y gubernamentales. Asimismo, la plataforma implementa filtros para evitar intentos de manipulación, como el ingreso masivo de datos que difieren significativamente del promedio.

Asimismo, Numbeo enfatiza que sus informes son especialmente útiles para comparar la criminalidad entre ciudades dentro de un mismo país. Sin embargo, su precisión disminuye al analizar múltiples países, debido a las diferencias en la capacidad o frecuencia con la que se denuncian los delitos en cada nación.

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Reniec reconoce que existen más de 8 mil fallecidos que aparecen aún en su padrón electoral [VIDEO]

En teoría los fallecidos se encuentran aptos para votar en las siguientes elecciones presidenciales del 2026.

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Tierra de zombies. Fue la propia titular del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), Carmen Velarde Koechlin, quien manifestara que en la actualidad existen 8 mil personas fallecidas dentro del padrón electoral, las mismas que, en teoría, se encuentran aptas para votar en las elecciones presidenciales previstas para el año 2026.

Este hecho no solo pasa a ser un dato estadístico, sino que últimamente se han dado casos de personas “fallecidas” que acudieron a las urnas, deslizando la posibilidad de irregularidades dentro del sistema electoral.

La jefa del Reniec comunicó que actualmente existen más de 27 millones de peruanos habilitados para votar. Sin embargo, de este total, 8,085 personas fallecidas aún permanecen en el padrón electoral debido a que sus defunciones no han sido actualizadas.

“Hasta enero de este año, hemos encontrado que 8,085 personas aún no han sido registradas como fallecidas. Es decir, figuran en el simulacro de cierre del padrón electoral como si estuvieran vivas cuando en realidad han fallecido”, explicó Velarde.

fuente: andina.

La lista de estas personas se identificó mediante una revisión del Sistema de Identificación de Defunciones (Sinadef), lo que ha permitido detectar las inconsistencias en el padrón electoral.

Al respecto, Velarde Koechlin destacó las medidas que está implementando la entidad para reducir el margen de error en el padrón electoral y evitar la proliferación de narrativas sobre fraude electoral, tal como sucedió en las elecciones del año 2021.

A fin de evitar situaciones similares en el futuro, el Reniec está evaluando la implementación de medidas cautelares para eliminar a las personas fallecidas del padrón electoral final. Para ello, se utilizarán los datos proporcionados por el Sinadef.

En este contexto, la jefa del Reniec hizo un llamado a los familiares de personas fallecidas a registrar la defunción en la entidad. Aseguró que, al asumir esta responsabilidad, se logrará un padrón electoral más preciso, con un margen de error mínimo.

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Manuel Huarcaya: Una historia que inspira

Un artículo de Jorge Linares

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Manuel Huarcaya Herrera, es natural de La Merced, región Junín, sus padres son de Huancavelica, su padre era un humilde constructor y su madre era ama de casa quien luego se dedicó al comercio por el trabajo itinerante del padre. Su vida quedó marcada a los 4 años ante el fallecimiento de su padre, dejando un vacío irreparable para él y sus cinco hermanos. La matriarca asume el liderazgo y saca adelante a sus hijos, con una tristeza más de perder a su último hijo de 3 meses.

A la corta edad de 9 años empieza a independizarse y a los 11 años enrumba viaje a Lima para estudiar y trabajar a la vez, termina la secundaria y opta por la carrera técnica de “Controlista Industrial”, en todo ese tiempo un amigo le invita a trabajar en una fábrica panificadora como personal de limpieza de las áreas, donde se desempeña eficazmente y le da tiempo para ir a observar los procesos laborales que hacían los operarios, lo que despierta su inquietud y vocación. Los dueños de esta empresa eran de ascendencia japonesa y vieron en él un potencial innato, haciendo que lo prueben en diferentes áreas y demuestra un trabajo prolijo que hace que sea ascendido y lo más importante se gana la confianza de los dueños.



A los 19 años es designado jefe de mantenimiento por su buen hábito a la disciplina, buena actitud laboral y la gran capacidad de aprender de manera rápida. Manuel Huarcaya dice: “Siempre tuve la costumbre de asumir la responsabilidad como si el negocio fuese mío, ahí marcaba una diferencia; fortalecí mis valores aprendidos en mi casa y mi tesón por el trabajo que vi en mi madre y por supuesto en mi padre, porque los dueños de la empresa que eran japoneses eran muy organizados y valoraban mucho la puntualidad y el trabajo organizado. Todo esto me valió para que yo participe en las reuniones de directorio y hacía valer mi desempeño con informes y soluciones inmediatas a los problemas que se originaban en la empresa. Recuerdo que estábamos en pleno shock económico del primer gobierno de Fujimori, teníamos 150 personas en planta y producíamos ochenta mil panetones por campaña, 5 años después con 50 personas empezamos a producir más de un millón y medio de panetones, habíamos empezado a mecanizar la planta. Todo esto me abrió el mercado y un fabricante de hornos me invitó hacer una pasantía en Rosario, Argentina y su empresa daba servicio de mantenimiento a casi todas las panaderías y restaurantes de Lima y luego me designó como su representante; esto hizo que tenga doble trabajo y terminaba muchas veces hasta la madrugada; en estas circunstancias, tomé una decisión y formé con mis hermanos Alberto y Carlos MAN PAN SERVICE, empresa que este año cumple 31 años de arduo trabajo. Luego, formamos INGEQUIP y se crea el Grupo MAN PAN porque MAN PAN SERVICE hace servicios y proyectos e INGEQUIP hace las representaciones de marcas europeas, tenemos un área laboral de 1,500 m2, sin darnos cuenta empezamos a crecer; al inicio empecé solo, ahora contamos con 117 colaboradores, tenemos una cobertura del 60% en el país y 80% en Lima, y lo más importante hacemos obras sociales para personas que no tienen las mismas oportunidades y para emprendedores que desean innovar y aplicar tecnología a sus negocios mediante el proyecto Empresarios en Acción, ya vamos por una VI edición porque tenemos una participación de más de 220 empresarios, que logran realizar un networking con las principales marcas del mercado como Bakels, Lesaffre, Puratos, M&O, Matritech entre otras empresas de primer nivel. Ya hemos estado en ciudades como Huánuco, Arequipa, Ayacucho, Trujillo y Lima, muy pronto estaremos por Iquitos. Para este año tenemos objetivos claros de expandirnos a mercados como Bolivia y Ecuador, a propósito, en Bolivia ya estamos haciendo proyectos. Es importante mencionar que todo este esfuerzo laboral, lo hacemos con la familia que hemos direccionado con una visión empresarial, hemos roto esa brecha de la pobreza a ser emprendedores, razón por la que mi hijo y sobrino van a ser la segunda generación que continuará el legado”.

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Miles de cangrejos huyen de playa ‘La Herradura’ por haberse alterado su hábitat [VIDEO]

Luego de que la Municipalidad de Chorrillos, con un afán de remozamiento, comenzó a remover piedras y colocar arena en La Herradura una multitud de cangrejos se vieron forzados a migrar hacia las áreas rocosas no accesibles para los humanos, para así conservar su ecosistema. Sin embargo, muchos de estos crustáceos murieron durante sus desplazamientos.

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En la playa La Herradura, ha sucedido algo inesperado, luego de que la Municipalidad de Chorrillos comenzó a remover piedras y colocar arena en la zona, para atraer más veraneantes, de pronto aparecieron miles de pequeños cangrejos, también conocidos como “arañas de mar” migrando hacia las áreas rocosas de la playa, las más alejadas y menos accesibles para los humanos.

Esta penosa situación fue provocada por la alteración de su hábitat natural, pues las piedras que anteriormente servían de refugio para estos crustáceos fueron retiradas por orden del alcalde Fernando Velasco.

Muchos cangrejos murieron durante su forzada migración

El cambio drástico en su ecosistema ha causado que muchos cangrejos mueran durante su migración, ya sea por la intervención humana o por la acción de las olas del mar. Se plantea la necesidad de realizar un estudio de impacto ambiental, pues la alteración del ecosistema podría tener consecuencias no previstas, afectando la vida de los pequeños crustáceos y otros organismos marinos de la fauna costera.

Municipalidad de Chorrillos ordena cierre de la playa ‘La Herradura’

Andrés Cruz, gerente de imagen del municipio de Chorrillos, aseveró que la remoción de las piedras y la colocación de arena en ‘La Herradura’ buscaban restaurar el entorno natural de la playa, pero esta acción alteró el hábitat de los cangrejos, quienes habitaban las zonas húmedas y oscuras debajo de las rocas. Por ello, el alcalde Fernando Velasco ha decidido cerrar la playa para respetar este proceso natural de migración de los cangrejos, que están buscando zonas más adecuadas para su hábitat, alejadas de la luz.

Actualmente, se están llevando a cabo conversaciones con el Ministerio del Ambiente para determinar cuánto tiempo tomará esta migración y cómo se puede garantizar que los cangrejos encuentren un lugar adecuado para continuar su vida.

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MINCETUR, una plataforma turística obsoleta

Portal web del Ejecutivo no impulsa la democratización inteligente de la información.

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El turismo en el Perú sigue atrapado en una plataforma digital obsoleta. El SIGMINCETUR, sistema del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, contiene la base de datos oficial de los recursos turísticos del país, pero su interfaz anticuada y la información desactualizada lo han convertido en una herramienta ineficaz. Un recorrido por el portal revela imágenes antiguas, fichas incompletas y una navegación poco intuitiva. En un mundo donde los turistas esperan experiencias digitales inmersivas y contenido actualizado, Perú sigue ofreciendo un sistema deficiente que limita el acceso a su vasta oferta turística.

La categorización y jerarquización de los recursos turísticos es un problema burocrático que puede tomar meses en actualizarse, cuando este proceso debería ser mucho más dinámico. Dicha forma de trabajo parece no haber sufrido cambios en mucho tiempo, a pesar de los avances tecnológicos. La metodología empleada en el registro o actualización de los recursos es engorrosa y poco eficiente, lo que impide que la información refleje la realidad turística del país en tiempo real. La democratización y liberación de la inteligencia artificial han abierto nuevas oportunidades para mejorar la presentación de los recursos turísticos en el Perú. Con el entrenamiento adecuado, los modelos de IA pueden ofrecer chatbots inteligentes que brinden información en tiempo real sobre destinos, rutas y atractivos.

Las plataformas podrían personalizar la experiencia del viajero sugiriendo destinos según sus intereses, combinando rutas de turismo de aventura, gastronómico o cultural. Por último, no queda claro el público objetivo del portal digital, si está orientado a los turistas o para la gestión administrativa de recursos. En ambos la experiencia es fatal.

El turismo digitalizado no es un lujo, es una necesidad. La modernización de SIGMINCETUR permitiría al Perú consolidarse como un destino turístico competitivo en el mercado global. Mientras otros países implementan tecnologías innovadoras para mejorar la experiencia del visitante, Perú está rezagado. La actualización de su infraestructura digital es impostergable.

Si el gobierno no impulsa esta modernización, se seguirá perdiendo competitividad en el sector. La tecnología está disponible, pero falta la decisión política para implementarla de manera efectiva.

Con un enfoque adecuado, el uso de IA podría revolucionar la manera en que se presentan y promocionan los recursos turísticos, ofreciendo experiencias más interactivas, accesibles y personalizadas para los viajeros.

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Playa La Herradura ahora luce con arena [VIDEO]

Municipalidad de Chorrillos viene colocando más de 600 metros cúbicos de arena para deleite de nuevos y antiguos veraneantes de la recordada “Hawái de Latinoamérica”.

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Cuerpos contorneados, bronceados, chicas luciendo los mejores bikinis, tomando sol en unas impecables carpas frente al mar de La Herradura, aquella emblemática playa que era el lugar ideal de los veraneantes de la década de los 50.

Sin embargo, durante los años 80, el entonces alcalde de Chorrillos, Pablo Gutiérrez, ordenó dinamitar una parte de los cerros que rodean a la playa con el objetivo de construir una carretera que uniría dicho balneario con la playa La Chira. Las piedras cayeron al mar originándose así que sus costas lucieran pedregosas.

A finales del año 2011, la ex alcaldesa de Lima Susana Villarán intentó cubrir nuevamente de arena el litoral de La Herradura, sin embargo, tan solo unos días después las olas del mar se llevaron el 80 % de la arena. Las investigaciones periodísticas determinaron que la empresa brasileña Odebrecht pagó 125 mil soles por dicho trabajo.

Luego de ese frustrado intento, desde hace varios días la Municipalidad de Chorrillos ha venido colocando más de 600 m³ de arena en su ribera, permitiendo que cientos de familias puedan disfrutar la playa sin temor a caer mientras caminaban sobre las piedras.

El alcalde de Chorrillos, Fernando Velasco, explicó que los trabajos para arenar la playa La Herradura se ejecutan desde el verano del año pasado, a fin de que regresen los bañistas y recobre la belleza que tenía décadas atrás. En la actual temporada, las labores comenzaron hace un mes.

“La Herradura es una playa chorrillana, una playa hermosa que nosotros no vamos a dejar que se pierda o que muera en el olvido”, expresó Velasco.

El burgomaestre detalló que el recojo de piedras en la playa La Herradura se realiza de manera interdiaria y que cada semana se traen unos 14 volquetes de arena de la playa La Chira para vaciarla a lo largo de toda la orilla. Aseguró que ya se han cimentado unos 60 centímetros de arena.

fuente: 24 horas.

Otras de las novedades en la playa La Herradura es que cuenta con salvavidas, servicios higiénicos, paramédicos, vigilancia permanente por parte del Serenazgo de Chorrillos y cuatro cámaras de seguridad, así como mantenimiento y limpieza constante.

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Anglo American invertirá en Quellaveco US$ 850 millones

Senace dio luz verde a empresa minera.

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La Unidad Minera Quellaveco, ubicada en la región de Moquegua, abarca áreas de los distritos de Mariscal Nieto, Carumas, Ilo, Samegua y Torata. Este proyecto de Anglo American es uno de los más importantes en el país, con un enfoque en la producción de cobre y altos estándares ambientales.

El Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace) otorgó conformidad al Duodécimo Informe Técnico Sustentatorio (ITS) de la Unidad Minera Quellaveco, presentado por Anglo American. Esta aprobación, formalizada mediante la Resolución Directoral N° 00009-2025-SENACE-PE/DEAR, permite a la minera avanzar con la optimización de sus procesos, lo que implica una inversión estimada de US$ 850 millones.

El plan de Anglo American busca incrementar la capacidad de procesamiento de la planta concentradora de 127.5 ktpd a 150 ktpd. Para ello, se incorporarán nuevos equipos en la planta concentradora, se optimizará el sistema de transporte de relaves y se actualizará el sistema de recuperación de aguas y el Plan de Minado. Estas modificaciones permitirán mejorar la eficiencia operativa y garantizar un uso más sostenible de los recursos hídricos.

Manejo de agua

Con el incremento en la producción, Anglo American ampliará la plataforma de espesamiento de relaves y reforzará el dique principal del depósito de relaves, asegurando su estabilidad y minimizando riesgos ambientales. Además, se instalarán nuevas infraestructuras para optimizar el manejo del agua en la mina y las zonas de abastecimiento, incluyendo pozas de acumulación y canales de derivación que evitarán la mezcla de aguas de contacto con las utilizadas en el proceso minero.

Infraestructura y ambiente

El informe aprobado también contempla la expansión de la plataforma P4, destinada al almacenamiento de materiales peligrosos, así como la reubicación de la estación de combustible, lo que mejorará la logística en el área de chancado primario. Adicionalmente, Anglo American actualizará su Plan de Manejo y Monitoreo de Residuos Sólidos para cumplir con las normativas del Ministerio del Ambiente.

Beneficios del proyecto

La implementación de estas optimizaciones busca maximizar la producción de cobre de Quellaveco mientras se reducen los impactos ambientales. Anglo American ha diseñado un conjunto de medidas de mitigación que garantizan que los cambios tengan un impacto ambiental mínimo o no significativo, asegurando así la sostenibilidad del proyecto a largo plazo y consolidando a Quellaveco como una de las operaciones mineras más modernas y eficientes del país.

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