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LUIS URTEAGA CABRERA: CÓMO ESCRIBÍ “LOS HIJOS DEL ORDEN”

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Luis Urteaga Cabrera (Foto: Edwin Cavello Limas)

 

Hace unos días en Lima se presentó una nueva edición del libro Los hijos del orden de Luis Urteaga Cabrera, editado por el sello Casa Tomada, después de cuarenta años Urteaga Cabrera apareció ante el público a sala llena en el auditorio del Centro Cultural España, una noche mágica donde la literatura se respiraba entre anécdotas. Para muchos Urteaga Cabrera se ha convertido en un escritor maldito, y su libro esta considerado como la novela más violenta de la historia de la literatura peruana.  Premiada por Onetti y Sarduy en Argentina, y ganadora del premio José María Arguedas en Perú.  Una novela que no solo es leída, sino también estudiada en todo el mundo. Aquí un texto del autor de Los hijos del orden.

 

CÓMO ESCRIBÍ  “LOS HIJOS DEL ORDEN”  POR LUIS URTEAGA CABRERA

En “Los Hijos del Orden” figuran muchas historias. Pero hay una que no tuvo cabida en sus páginas, porque es su propia historia. Nunca he querido contarla para no agregar combustible al fuego y justificar la leyenda negra que la bautizó como “novela maldita”. Para retribuir su gentil compañía hoy haré una excepción. Voy a relatarles un compendio de las dificultades que la novela ha tenido que superar desde su hora cero, cuando aún no existía, hasta el momento actual en que, por decisión de Casa Tomada, renace de sus cenizas como el ave Fénix.

Nací en un pueblo de la sierra norte con mucha pobreza, demasiado orgullo por sus numerosas iglesias y ninguna vergüenza por carecer de bibliotecas.  A los 15 años de edad ignoraba quién era, cómo era mi sociedad, qué sentido tenía la existencia y qué haría con la mía. Como producto de esta desorientación a los 17 había ingresado a Ciencias Matemáticas en la Universidad de Trujillo y a los 20 me encontraba cursando medicina en la Universidad de San Marcos.  Yo no sabía qué hacía en ese lugar.

Al ingresar cada mañana a la facultad de San Fernando lo primero que hacíamos los estudiantes era dirigirnos a las vitrinas para averiguar las fechas y los horarios de las prácticas y los exámenes, a fin de que nos encontraran preparados.  Y el día que comienza esta historia, la vitrina de Psicología exhibía un aviso que decía así:

 

“Los  estudiantes que deseen participar en

una investigación con menores antisociales

acercarse a la Secretaria de 8 a 17 horas”

 

Este aviso cambió mi vida.  Se trataba de una investigación en el Reformatorio de Menores de Maranga, donde se había producido un motín sangriento y una evasión.  De inmediato supe que era un llamado de las dudas y preguntas no resueltas que me torturaban desde la adolescencia. Supe que Maranga era el escenario que me permitiría descubrir las identidades de mi sociedad y de mi persona.  Y corrí a inscribirme.

Lo hicimos solo tres alumnos del primer año.  Maranga era y sigue siendo una prisión infantil con una fama siniestra ya que la sociedad no presentaba a los internos como niños y adolescentes con problemas sino como delincuentes avezados.

El día que nos presentamos en el penal con el psicólogo responsable, las autoridades, los funcionarios, vigilantes y policías nos recibieron como intrusos. Casi no nos dejaron hablar; la universidad había enviado un oficio anunciando la investigación y conocían hasta nuestros nombres.  El Director nos hizo saber que los internos se negaban a participar en la investigación y que no se les podía obligar porque se amotinarían o, en el mejor de los casos, falsearían la información.

Parecía que la investigación había terminado antes de comenzar.  Pero hice un intento de sobrevivencia y me acerqué a un niño que estaba barriendo las oficinas y le pregunté por qué razón se negaban a participar.  Me contó en voz baja que las autoridades les habían dicho a los internos que el Gobierno iba a cerrar Maranga, que ellos serían trasladados a las cárceles de adultos y que la investigación iba a clasificarlos con ese fin.

Le expliqué que el propósito de la investigación no era ese, sino mejorar las condiciones de vida de los internos.  Me preguntó de qué manera y le respondí que publicando sus declaraciones para que los problemas fueran conocidos afuera y se pudiera ejercer presión sobre las autoridades.  No sé por qué creyó en mi palabra y la creyeron los demás internos, ellos que no creían en nada ni nadie. Aceptaron participar en la investigación y tuve que hacer un juramento con sangre que me comprometía a publicar sus historias.

Las encuestas, entrevistas e historias de vida de los niños eran recogidas en casetes que entregábamos cada semana al responsable de la investigación. Yo trascribía los míos sin conocimiento de éste a fin de disponer de una copia que me permitiera cumplir mi compromiso con los niños. El material obtenido era abundante y de una riqueza extraordinaria. Rescataba el lenguaje carcelario, los abusos, la crueldad, los riesgos, la audacia y el coraje que les generaban los sucesos vividos a diario, así como los sentimientos, anhelos y sueños en los que se refugiaban.

Pasaba tanto tiempo leyendo las trascripciones conmovido por los padecimientos y fascinado por el ingenio y el coraje de los niños, que descuidé  por completo los estudios de medicina.  A fin de año no me sorprendió saber que había fracasado como estudiante ni me afectó demasiado porque estaba entusiasmado con lo que hacía día y noche como un alucinado: dar forma a las historias de los niños. Cuando las di por concluidas, tenía ciento veintisiete crónicas, con un promedio de ocho páginas cada una.  Las llevé ofrecí a los diarios de mayor tiraje y circulación: Expreso, El Comercio, La Crónica y La Prensa. Los redactores se entusiasmaron y quisieron saber cómo las había obtenido. Les conté de la investigación que la Facultad de Medicina San Fernando había llevado a cabo en la Correccional de Maranga.  Me pidieron algunas para ser evaluadas por sus directivos y me dijeron que regresara en tres días.

De izquierda a derecha: Gabriel Rimachi Sialer, Juan Manuel Chávez, Luis Urteaga Cabrera, Roberto Reyes Tarazona y Julian Urteaga (hijo).

Cuando regresé me llevé una sorpresa desagradable: las crónicas fueron rechazadas por los periódicos. Sus responsables habían leído las atrocidades que se cometían en Maranga y me dijeron que no las querían porque ya contaban con una página roja para publicar todo lo referido a delincuencia.  Otros verificaron las crónicas y los funcionarios de Maranga negaron las golpizas, las torturas y violaciones, la tuberculosis, el hambre, el tráfico de licor y de droga.

Entonces me di cuenta que me había equivocado de estrategia.  Los periódicos no eran una opción, y mi obsesión por cumplir el compromiso con los niños me hizo buscar otro camino.  Entonces mis amigos me hicieron saber que en el extranjero se convocaba todos los años concursos de novela. Y tomé la decisión de convertir las crónicas en una novela.

Para transformar los testimonios de los niños en relatos autónomos debía eliminar mi presencia en las crónicas: las intervenciones, los comentarios y las preguntas que les formulaba para que afloraran sus historias. Y luego debía conferir a los relatos espacios y tiempos especiales, practicar con el lenguaje los diferentes tonos y ritmos que se requerían, articularlos en una sola estructura narrativa. Y muchas otras cosas que yo no sabía hacer y tenía que aprenderlas.  ¿En dónde?   En otras novelas.

Me tomó cuatro años escribir la novela con la ayuda de Truman Capote y sus novelas verídicas: “A Sangre Fría” y “Ataúdes Tallados a Mano”; de Norman Mayler y las suyas: “Los Ejércitos de la Noche” y “La Canción del Verdugo” de Juan Marsé y “Si te Dicen que Caí”.  Cuando la tuve terminada le puse el nombre de “Los Hijos del Orden”, sugerido por Roger Garaudy, quien además aparece en el epígrafe. Y no trascurrió mucho tiempo para tener noticias del concurso de novela convocado por las editoriales argentinas Primera Plana y Sudamericana, editora esta última de la novela “Cien Años de Soledad” del recordado Gabriel García Márquez.

Cargué al hombro el paquete con rumbo al correo para enviar a Buenos Aires los ejemplares solicitados, y me quedé sin ninguna copia. Mi novela era una de las 354 novelas latinoamericanas y españolas que se habían presentado.  Cuando supe que la habían declarado ganadora, sentí una inmensa alegría por haber conseguido que las historias de los niños encarcelados tuvieran una difusión continental.  Pero esto no llegó a suceder y sufrí una nueva decepción.

En la década de los años sesenta América Latina estaba convulsionada por las  dictaduras y guerrillas que había en muchos países.  En Argentina el gorila de turno Onganía, clausuró las editoriales y los diarios que hacían pronunciamientos antigolpistas, secuestró sus publicaciones, encarceló a los responsables y congeló sus cuentas bancarias.

Primera Plana y Sudamericana me escribieron explicando esta situación y se disculparon por no poder pagar el premio ni editar la novela.  Y de este modo se frustró el cumplimiento de mi compromiso con los niños encarcelados. Cuando les comuniqué el nuevo fracaso, ellos, que aparte de esta frágil esperanza no tenían ninguna otra, me aconsejaron enviar la novela a otro país.

Nueva edición de «Los hijos del orden». Editorial Casa Tomada.

La Unión de Escritores Argentinos presidida por Ernesto Sábato asumió la defensa legal de mis derechos frente a la dictadura militar. Me trajo la noticia Haroldo Conti, premio Casa de las Américas por su novela “Mascaró El Cazador Americano”.  Y se ofreció a presentar Los Hijos del Orden en España donde su novela “En Vida” había sido premiada recientemente. Como no tenía ningún ejemplar disponible de la mía, tuve que escribirla de nuevo a partir de las crónicas que, por suerte, había conservado. Y Haroldo le hizo sitio en su equipaje, porque se había propuesto convertirse en mi agente literario ad honoren.

Una de las cosas que les quita el sueño a los dictadores de todo el mundo es que se conozcan sus arbitrariedades y sus crímenes.  Y por esa razón ejercen un control riguroso sobre las publicaciones a través de lectores encargados.  Haroldo Conti me hizo saber que los lectores del dictador español Francisco Franco habían descalificado “Los Hijos del Orden” por su irreverencia con la iglesia y las fuerzas armadas y por su reivindicación de la violencia de los oprimidos.  Me dijo además que se llevaba mi novela a Italia para ofrecerla a las editoriales Feltrinelli y Valecci.

Uno de esos días se aparece en mi domicilio limeño la novelista argentina Martha Lynch, trayendo en efectivo el premio que mi novela había ganado en su país.  Los tribunales de justicia habían sentenciado a mi favor por el hecho de ser extranjero y no tener que nada ver con la situación política de ese país.  A la dictadura no le quedó más remedio que autorizar el pagó del premio para no ser enjuiciada en tribunales internacionales.  Pero no devolvieron los manuscritos, que incineraron junto con miles de otras publicaciones, convirtiendo en humo y cenizas las historias de los niños.

Como resultado de la gestión de Haroldo en Italia, la editorial Vallecci  me hizo llegar una propuesta de edición, que acepté.  De inmediato enviaron un traductor bilingüe, la Embajada Italiana nos proporcionó gentilmente un espacio en el Consulado y durante tres meses trabajé con el traductor a razón de cuatro horas diarias.

Lamentablemente, pese a su talento, entusiasmo y esfuerzo, no logró trasladar al idioma italiano la jerga de los internos peruanos.  La traducción se frustró y el traductor regresó a su país.

Un año más tarde se convocó en el país el concurso de novela José María Arguedas. Se presentaron cerca de cien novelas, “Los Hijos del Orden” mereció el premio y por fin, después de trece años de mi juramento con los niños encarcelados, sus historias fueron publicadas.

Pero sus protagonistas ya no se encontraban en Maranga.  Muchos de ellos habían muerto tuberculosos o habían sido asesinados en los intentos de fuga, en las reyertas y requisas.  Los que lograron sobrevivir ya no eran niños, habían salido de Maranga hacía varios años y estaban en cárceles de adultos cumpliendo nuevas condenas.

Así que ninguno de los protagonistas de la novela alcanzó a leerla. Lo que ha constituido mi mayor frustración existencial.

Quiero  rectificar un error que se ha difundido sin que yo haya tenido la menor intervención.  “Los Hijos del Orden” no fue prohibida por la dictadura militar peruana de turno.  Lo que hicieron sus lacayos fue negar que en la Correccional de Maranga se maltratara a los internos, que el gobierno revolucionario de las fuerzas armadas garantizaba el bienestar y la seguridad de todos los peruanos, sobre todo de los niños, que la novela calumniaba a los protectores de la patria y le hacía el juego a la subversión comunista.

Con la misma arrogancia con que en otro momento rechazaron las crónicas tildándolas de mentirosas, algunos periódicos dijeron que “Los Hijos del Orden” era una novela “maldita”, que las historias que contaba eran inmorales, que su lenguaje era asqueroso, que su publicación era un agravio a la literatura peruana.  Y que en vez de figurar en los estantes de las librerías respetables, debía estar en las veredas de las calles, junto con otras publicaciones nauseabundas.

Con la publicación de “Los Hijos del Orden” cumplí mi compromiso con los niños de manera relativa. En primer lugar porque la novela no contribuyó a cambiar las deplorables condiciones de vida de la cárcel infantil.  Y en segundo lugar porque no recibió propuestas de reedición.   Reflexionemos a qué pudo deberse:

 

  1. La novela no convenció a sus lectores

Esta puede ser una razón.  Sin embargo, hay que recordar que convenció a dos jurados exigentes. El jurado nacional conformado por los críticos José Miguel Oviedo, Abelardo Oquendo y Alberto Escobar. Y el jurado internacional conformado por los novelistas Juan Carlos Onetti, Severo Sarduy  y María Rosa Oliver.  Si descartamos esta suposición, surge otra:

 

  1. La violencia que recorre sus páginas es insoportable

Si la violencia contra los niños presos fuera un componente imaginario y gratuito no tendría razón de ser en la novela.  Pero la violencia que recorre las páginas de Los Hijos del Orden no es imaginaria ni gratuita.  Es un componente antiguo y permanente de nuestra sociedad y sus instituciones, desde la familia hasta el Estado. Solo que el orden establecido protege a los responsables y oculta sus actos perversos con la mentira y el silencio.  Y los lectores de Los Hijos del Orden no han estado preparados para aceptar esta revelación, ni menos para admitir esta estrategia del sistema.

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  1. La novela no es complaciente

La crueldad, las torturas y el dolor no son atributos de la condición humana y causarlos o aceptarlos con frialdad es propio de sicópatas.  Los lectores no lo son. Son seres sensibles que pretenden defenderse de las agresiones del mundo adquiriendo en las novelas un poco más de humanidad.  No siempre lo consiguen, por supuesto.

Esto es lo que ocurre con “Los Hijos el Orden”. Algunos cuentan que la leyeron llorando debido a la angustia y al horror que les ocasionó.  No han sido los únicos, a mí me ocurrió otro tanto cuando la escribía.  Así que entiendo que no hayan podido soportar las atrocidades que encontraron en la novela.  Y entiendo que el recuerdo que tienen de ella no sea grato.

Por estas razones yo suponía que el destino que tendría mi novela sería el mismo que tuvieron sus protagonistas: la desaparición y el olvido. Y tal vez esto hubiera sido lo mejor para que no lastime la sensibilidad de las nuevas generaciones. Pero los amigos de Casa Tomada han decidido que no suceda esto. Ellos piensan que “Los Hijos del Orden” debe seguir fustigando las conciencias receptivas a fin de conquistar el respeto de la dignidad y la vida de los desheredados de nuestro país.

 

Gracias por su tolerancia.     

Luis Urteaga C.

 

 

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Edwin Cavello Limas. Periodista y cinéfilo. Es CEO y director de la revista, radio y TV Lima Gris. Fue editor de la revista ONCE, Actualmente es columnista del diario La Razón, Editor de Cultura de Diario UNO y conductor del programa Lima Gris que se transmite por Radio Planicie 91.5.FM.

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Condenaron a 20 años de prisión a integrantes de ‘Los injertos del Tren de Aragua’

Proxenetas venezolanos pensaron que en el país la impunidad aún manda.

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Creyeron que en el Perú todo se podía hacer sin consecuencias. Pero no fue así. Cuatro integrantes de la banda criminal venezolana ‘Los injertos del Tren de Aragua’ fueron condenados a 20 años de prisión por el delito de explotación sexual de 10 mujeres extranjeras en el distrito limeño de San Martín de Porres.

Tony Suárez (22), María Griman (27), Izmaury Galindo (26) y Yohan Pedra (34) deberán además pagar, de forma solidaria, una reparación civil de S/ 20 000 a favor de las víctimas, según informó la Fiscalía Provincial Especializada en Delitos de Trata de Personas de Lima Norte.

La investigación reveló que las mujeres habían sido engañadas con la promesa de trabajo en Chile. Pero al llegar a Lima, se les informó que no podían continuar su viaje. Allí comenzó la pesadilla: fueron retenidas y obligadas a ejercer la prostitución, bajo amenazas de muerte.

Ante la gravedad de los hechos y tras recibir pedidos de auxilio, las autoridades lograron ubicar el 3 de septiembre de 2022 un inmueble en la urbanización Fiori, en Lima norte, donde operaba esta red criminal. Allí fueron detenidos los delincuentes venezolanos y se rescató a las víctimas.

La fiscal Luisa Inés Quispe Asmat presentó pruebas contundentes en el juicio: peritajes psicológicos, testimonios, actas de intervención, informes policiales y documentos incautados. Todo confirmó el accionar violento y sistemático del grupo criminal.

Este caso deja una lección clara: el Perú no es tierra sin ley, y quienes llegan del extranjero a delinquir creyendo que no habrá castigo, se equivocan. La justicia puede tardar, pero llega. Y en este caso, fue firme contra quienes buscaron lucrar con el sufrimiento humano.

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Más de 140 mil escolares se benefician con mejoras en 168 colegios

El Ministerio de Educación invierte más de 14 millones de soles para garantizar ambientes seguros y adecuados para el aprendizaje.

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El Ministerio de Educación (Minedu) ha destinado más de S/14 millones para mejorar las condiciones de 168 colegios públicos en 31 distritos de Lima Metropolitana, beneficiando directamente a casi 140 mil escolares. Esta intervención incluye desde reparaciones estructurales hasta la entrega de mobiliario escolar, con el objetivo de asegurar entornos seguros y funcionales para estudiantes y docentes.

Las obras se vienen realizando de forma progresiva durante todo el año y contemplan la instalación de mallas raschell contra la radiación solar, renovación de carpetas, sillas y mesas, mantenimiento de estructuras metálicas, y acondicionamiento de puertas, ventanas y otros ambientes. Ante las lluvias persistentes, se ha priorizado la atención en los distritos más afectados, como San Juan de Miraflores y Villa María del Triunfo. En estos sectores ya se trabaja en instituciones como Sol de Los Milagros, Juan Guerrero Quimper, José Olaya Balandra y Bartolomé Mitre.

La intervención se ha dividido en cuatro etapas. Las dos primeras, desarrolladas entre marzo y mayo, beneficiaron a más de 57 mil estudiantes en 61 colegios con una inversión de S/4.5 millones. Actualmente, se ejecuta una tercera fase en 51 instituciones, con S/4.7 millones destinados para mejorar la educación de más de 40 mil escolares. A partir del 7 de julio, arranca una cuarta etapa que atenderá a 56 colegios adicionales, con una inversión similar y más de 41 mil beneficiarios.

Estas acciones del Minedu se respaldan en las leyes 32272 y 32260, que permiten intervenciones inmediatas y financiamiento directo en instituciones educativas públicas afectadas por daños estructurales o emergencias climáticas.

Los colegios intervenidos están ubicados en distritos como Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho, El Agustino, Lurín, Ate, Los Olivos, Comas, Chorrillos, Ventanilla, entre otros, abarcando un amplio sector de Lima Metropolitana.

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Mineros informales bloquean siete carreteras tras ser excluidos del REINFO

La exclusión de más de 50 mil mineros del REINFO expone el fracaso de una política de formalización que nunca llegó a los territorios.

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Las tensiones en el sector minero estallaron este lunes 7 de julio, luego de que el Gobierno excluyera a más de 50.000 mineros de la pequeña minería y minería artesanal del Registro Integral de Formalización Minera (REINFO). La medida ha desencadenado bloqueos en al menos siete vías nacionales, interrumpiendo el tránsito en regiones clave como La Libertad, Arequipa, Cusco e Ica.

El ministro de Energía y Minas, Jorge Montero, señaló que solo 31.500 mineros han cumplido parcialmente con los requisitos del REINFO y deberán completar cinco etapas adicionales antes de diciembre de 2025. Estas incluyen la formalización laboral, acuerdos de acceso a superficie, firma de contratos con los titulares de concesiones y la incorporación al nuevo Fondo Minero, un mecanismo diseñado para canalizar recursos hacia el desarrollo sostenible del sector.

Por su parte, la presidenta Dina Boluarte justificó la exclusión afirmando que cerca de 45.000 mineros llevaban más de cuatro años sin avanzar en su formalización, a pesar de una prórroga otorgada desde noviembre de 2024. Además, se identificaron 1.500 casos de uso irregular de permisos, incluyendo su alquiler o tercerización en zonas ya concesionadas, lo que habría generado conflictos legales y sociales.

Siete carreteras bloqueadas

De acuerdo con el último reporte de la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutran), todas las interrupciones en vías nacionales están vinculadas directamente a protestas por parte de mineros informales y pequeños productores. El monitoreo realizado en coordinación con la Policía Nacional, Defensa Civil y concesionarias viales muestra las siguientes rutas afectadas:

Trujillo – Agallpampa – Quiruvilca (km 121), La Libertad: interrumpida por huelga de mineros.

Longitudinal de la Costa Sur (km 443), Ica, Nasca: bloqueada por protesta de la Confederación Nacional de Pequeña Minería.

Mara – Velille (km 37+600), Cusco, Chumbivilcas: vía cerrada por manifestación de mineros artesanales.

Mara – Velille (km 121), Cusco, Chamaca: nuevo punto de bloqueo reportado por la misma confederación.

Costa Sur (km 619), Arequipa, Chala: interrupción por movilización de pequeños mineros.

Costa Sur (km 782), Arequipa, Camaná: manifestación de pobladores vinculados a la minería informal.

Sierra Norte (km 129+500), La Libertad, Quiruvilca: protesta de mineros artesanales.

La situación genera serias afectaciones al transporte de carga, alimentos y personas, además de evidenciar un problema estructural no resuelto: la informalidad minera y la incapacidad del Estado para implementar una política de formalización efectiva y sostenida en el tiempo.

Desde el Gobierno, el mensaje es claro: quienes no cumplan con los pasos establecidos quedarán fuera del proceso. Sin embargo, la falta de acompañamiento técnico, la demora institucional y la débil presencia estatal en zonas mineras explican en parte el fracaso de la formalización. Hoy, esa deuda estalla en las carreteras.

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Miguel Ángel Requejo: una ‘tentativa de homicidio’ que exige justicia

La jueza Kharla Orellana Sánchez dictó nueve meses de prisión preventiva contra Miguel Ángel Requejo, acusado de embestir con su camioneta en el restaurante ‘El Charrúa’.

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En un país donde la impunidad muchas veces se confunde con indulgencia, el Poder Judicial ha ordenado nueve meses de prisión preventiva contra Miguel Ángel Requejo Astochado, el sujeto imputado por tentativa de homicidio calificado, omisión de socorro y otros cargos, tras haber embestido con su vehículo el restaurante «El Charrúa», en La Molina. Este hecho, que dejó cuatro heridos y cuantiosos daños materiales, pudo haber terminado en una tragedia de dimensiones mayores.

La noche del miércoles 2 de julio, Requejo Astochado —según la acusación fiscal— condujo y estrelló su automóvil directamente contra el establecimiento gastronómico, poniendo en grave riesgo la vida de comensales y trabajadores. Entre los lesionados figuran Augusto Fernando Ramengui Quintanilla, Mario Rodolfo Barbacci Quintanilla, Aníbal Aliaga Masías y Dante Ricardo Consiglieri Chávez. Más allá del impacto físico y económico, lo ocurrido revela una profunda irresponsabilidad criminal que hoy intenta disfrazarse de arrepentimiento.

Durante la audiencia, la fiscal Karen Rosario Cueva Quispe fue categórica: el acusado no solo huyó de la escena sin brindar auxilio a los heridos —lo cual evidencia su desprecio por la vida ajena— sino que además tiene antecedentes por lesiones dolosas. A pesar de autodenominarse empresario, no presentó prueba alguna de arraigo laboral. ¿Cómo confiar entonces en que no intentará fugar del país?

Lo más llamativo, sin embargo, fue el cambio de actitud del imputado al escuchar la decisión de la jueza Kharla Orellana Sánchez, quien finalmente acogió el pedido fiscal, dictando 9 meses de prisión de preventiva y dispuso su reclusión hasta abril de 2026. En ese momento, el acusado rompió en llanto y pidió perdón entre balbuceos, apelando a la conmiseración con frases como «El restaurante es como mi casa» o “no sé qué pasó, perdí mis lentes”.

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Técnicos de la FAP son investigados por robar componentes aeronáuticos en Iquitos

Grave escándalo en la Fuerza Aérea del Perú: red de corrupción, robo de componentes aéreos y presuntos vínculos con sicarios comprometen al Grupo Aéreo N.º 42 en Iquitos.

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Por Jorge Linares

El pasado 7 de enero del presente año fue hallado el TIP FAP Boris Meléndrez Seminario en una situación comprometedora con una caja conteniendo diversas piezas pertenecientes a las aeronaves DHC6-Twin Otter Series 300/400, dentro de uno de los almacenes del Grupo Aéreo N° 42 en la ciudad de Iquitos.

Asimismo, se pudo comprobar que no es la primera vez que el TIP FAP Meléndrez incurre en estos actos perniciosos contra la Fuerza Aérea del Perú, como consta en la carpeta fiscal N° 1328-2024, donde se le investiga por ser el único responsable de la pérdida de 4 componentes aéreos: 2 unidades FCU (unidad de control de combustible) y 2 unidades gobernadores de hélices, valorados aproximadamente en medio millón de dólares.

Según las investigaciones de este caso, llama la atención que dos de los testigos claves —el TIP FAP Ronal Borbor Reátegui y el TC3 FAP César Vega Paredes— expresan contradicciones con respecto a la presencia de ambos en un área restringida como es el almacén de alto costo.

De acuerdo con las investigaciones por parte de la Policía y el Ministerio Público, se viene descubriendo más nombres relacionados a otros hechos similares y se puede vincular con una organización criminal dentro de la institución aérea, porque estas personas se han valido de los servicios de un sicario para atentar contra la vida del personal denunciante o de cualquier persona que atente contra sus intereses. Esta afirmación lo corroboró el SO3 FAP Gonzalo Jesús Espinoza Camacho en una colaboración notarial (16 de julio de 2024) al verse descubierto y ser parte de esta estructura criminal, como consta en la carpeta fiscal 17-2025, derivada de la carpeta fiscal 1161-2024.

El SO2 FAP (r) Carlos Andrés Burgos Huapaya, quien en su momento fue abogado de los implicados, manifestó que había dejado de llevar la defensa legal del SO3 FAP Anghelo Albornoz Córdova porque era indefendible ante las evidencias que hay en su contra por haber envenenado al perro guardián para ingresar sin autorización al hangar del Escuadrón de Mantenimiento N° 426 del Grupo Aéreo N° 42 el 13 de julio del 2024 a las 3:40 a.m. y que contó con la participación de los técnicos TC3 FAP César Vega Paredes, SO2 FAP Julio Gonzáles Ramírez y el sicario, quien hasta la fecha no está identificado; pero hay una probabilidad de que sea un mal miembro de la PNP del grupo terna. Burgos también aseveró que este robo de piezas de aviones es una práctica antigua en el Grupo Aéreo N° 42.

Desde el inicio de las investigaciones hasta la fecha, ninguno de los investigados se presentó a dar sus declaraciones, dejando entrever una posición obstruccionista y sospechosa para esclarecer estos hechos execrables que son materia de investigación, a excepción del SO3 FAP Gonzalo Jesús Espinoza Camacho, quien se ratificó de su primera manifestación en la sede policial y fiscal. Todos los implicados pertenecían al área de mantenimiento de motores del Grupo Aéreo N° 42 y ya fueron dados de baja, a excepción del TIP FAP Ronal Borbor Reátegui, quien pidió de manera voluntaria su pase a retiro, despertando mayor sospecha en su persona ya que tenía una carrera militar ascendente.

Es de mucha valía que las autoridades del Ministerio de Defensa y de la Fuerza Aérea del Perú, brinden importancia a este escándalo de corrupción dentro de la institución aérea, porque más allá del evidente robo millonario que le vienen haciendo al país estos malos efectivos, perjudican de manera directa la gran labor social que realiza el Grupo Aéreo N° 42 en la Amazonía peruana.

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Pisaq y Tipón bajo amenaza: turistas defecan en nuestro patrimonio por falta de baños

Una denuncia ciudadana revela que, por falta de baños y señalización, turistas estarían utilizando zonas arqueológicas como letrinas

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Hay actos que no solo denotan ignorancia, sino un desprecio inconsciente –y por eso más brutal– por la historia que nos sostiene. Lo que está ocurriendo en los Parques Arqueológicos de Pisaq y Tipón no es una simple anécdota escatológica, como algún burócrata desganado podría resumir en un parte olvidable. Es, en verdad, una forma sutil y cruel de profanación.

El 29 de junio, según denuncias de guías turísticos, visitantes defecaron y orinaron entre las piedras sagradas de nuestros ancestros. Y no lo hicieron por rebeldía o vandalismo gratuito, sino porque no hay baños. Así de sencillo. Así de grotesco.

La escena sería cómica si no fuera tan trágica: turistas desesperados, buscando dónde aliviarse, mientras la brisa andina arrastra los ecos de un pasado glorioso convertido en letrina. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo es posible que un país que se llena la boca hablando de su riqueza patrimonial no sea capaz de instalar un baño seco, una letrina digna, un mísero cartel que diga “por aquí no”?

El problema no es nuevo. Lo nuevo es la frecuencia con la que se repite, la indiferencia con la que se recibe, y la absoluta desidia de quienes deben solucionarlo. La Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, órgano que debería velar por estos santuarios, parece vivir en un letargo administrativo. La escasa señalización, la falta de personal de resguardo y la inexistencia de puntos de información para los visitantes no son fallas técnicas: son síntomas de una renuncia institucional a proteger lo que nos define.

Pero la responsabilidad no termina ahí. El Ministerio de Cultura, que debería ser la conciencia vigilante del país, se ha convertido en una oficina de trámites opacos, más preocupada en sostener convenios insólitos con asociaciones ufológicas que en evitar que las ruinas se llenen de heces.

Lo que ocurre en Pisaq y Tipón no es solo un atentado físico contra las piedras: es una erosión simbólica. Cada micción entre muros incas es una bofetada a nuestra identidad. Cada excremento, una prueba de que el Estado se desentiende de su misión civilizatoria. Porque eso es, al final, el patrimonio: un recordatorio de que venimos de algo más alto que nosotros mismos.

No basta con declarar la indignación. Urge que el Estado reaccione, que asigne presupuesto, que entienda –de una buena vez– que la defensa del patrimonio no es un lujo, sino una urgencia nacional. Que los caminos del turismo no pueden estar sembrados de basura, ni los templos ancestrales convertidos en urinarios.

Si no somos capaces de proteger ni siquiera las huellas de quienes nos precedieron, ¿cómo aspiramos a dejar alguna huella nosotros?

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Respuesta a Carta Notarial de Hotel Casa República

El gerente general del ‘Hotel Casa República’ envió una carta notarial requiriendo que se rectifiquen las supuestas expresiones falsas y difamatorias publicadas en una nota periodística del 17 de junio en nuestra web. Esta es la respuesta de Lima Gris.

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Llegó a nuestra redacción una carta notarial fechada el 25 de junio de 2025, recibida con fecha 2 de julio del presente, enviada por el gerente general del Hotel Casa República, señor Juan José Mendoza Arredondo, en la que se nos requiere la rectificación de una nota periodística publicada el 17 de junio de 2025 en el portal digital de la revista Lima Gris, titulada: “Barranco y el ruido del Hotel Casa República”, bajo el argumento de que la misma contendría afirmaciones «falsas y difamatorias».

Al respecto, como medio de comunicación debidamente constituido y en ejercicio legítimo de la libertad de prensa, respetuosamente expresamos lo siguiente:

  1. Libertad de información y de expresión protegidas constitucionalmente

La publicación realizada por Lima Gris responde a la labor periodística de informar sobre hechos de interés público, en este caso, las quejas y preocupaciones de vecinos del distrito de Barranco respecto al impacto de ciertas actividades nocturnas en su entorno urbano y patrimonial. Esto se encuentra amparado por el artículo 2 inciso 4 de la Constitución Política del Perú, que reconoce el derecho fundamental a «buscar, recibir y difundir información de toda índole por cualquier medio de comunicación». Este derecho no solo ampara a los periodistas, sino también a la ciudadanía que tiene derecho a ser informada.

  • Veracidad y sustento de la información publicada

Contrario a lo afirmado en su carta notarial, la publicación en mención no contiene expresiones difamatorias ni afirmaciones falsas. La información difundida ha sido elaborada con base en fuentes verificables, incluyendo testimonios directos de residentes, material audiovisual y reportes ciudadanos disponibles en redes sociales y otras plataformas. En ningún momento se ha atribuido de manera maliciosa o con intención de dañar, la generación de «escándalos nocturnos» al hotel sin fundamento fáctico.

  • No existe animus difamandi

El contenido publicado se enmarca en un ejercicio legítimo de crítica y fiscalización periodística. Como lo ha sostenido reiteradamente el Tribunal Constitucional del Perú y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el debate público admite expresiones incluso severas cuando se trata de asuntos de interés común. La publicación no ha tenido como propósito afectar la imagen de su representada, sino evidenciar un problema urbano percibido por un sector de la comunidad.

  • Exigencia desproporcionada y amedrentamiento a la prensa

La amenaza de iniciar acciones penales y civiles en caso de no acceder a un pedido de «rectificación total en 24 horas» constituye una forma de censura indirecta y presión indebida sobre la libertad de prensa, prohibida por el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Resulta preocupante que un actor privado pretenda condicionar la labor informativa mediante la judicialización de contenidos críticos.

  • Posibilidad de réplica o descargo

Como corresponde a un medio que respeta el pluralismo, reiteramos que el Hotel Casa República pudo ejercer su derecho a réplica en el mismo portal, en vista que pudimos comunicarnos telefónicamente con el gerente Juan José Mendoza Arredondo, y cuyas versiones fueron debidamente transcritas en la misma publicación en calidad de descargo.

Por lo tanto, no existe obligación legal de rectificar contenidos que han sido redactados de buena fe, con base en hechos y bajo un interés informativo legítimo. En consecuencia, rechazamos el requerimiento de rectificación exigido en su carta notarial.

Sin otro particular, reafirmamos nuestro compromiso con el periodismo independiente, crítico y respetuoso del estado de derecho.

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Sujeto embiste su camioneta en conocido restaurante porque local lo había expulsado debido a que se encontraba presuntamente bajo los signos del alcohol [VIDEO]

Miguel Ángel Requejo Astochado ahora será denunciado por tentativa de homicidio.

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Un demente al volante. La noche de ayer, comensales del restaurante ‘El Charrúa’, ubicado en el distrito de La Molina, previo el incidente, indicaron que Miguel Ángel Requejo (51 años), había discutido con los mozos del local, quienes procedieron a expulsarlo ya que el sujeto había ingerido bastante alcohol y estaba incomodando a los demás comensales.

Minutos después, el sujeto se sube en su moderna camioneta para conducir sin frenos hasta la fachada del local, colisionando sin importarle que adentro se encontraban personas consumiendo.

Producto del salvaje impacto resultaron heridas dos personas, además del daño material ocasionado por el irresponsable conductor.

Uno de los afectados mencionó que procederá a denunciar penalmente a Requena, calificando el hecho de tentativa de homicidio, tildando además de “enfermo mental” al ebrio chofer, quien no paraba de gritar en todo momento, relata el agraviado, que era un magnate y podía hacer cualquier cosa.

«Ya está detenido. Es un enfermo mental. Esto es un intento de homicidio. Nosotros estamos pidiendo la cuenta y pagando. En un principio estaba sentado y me levanté no sé cómo segundos antes de que el carro se empotre por eso que estaba a un costado e igual me hizo volar», detalló a Canal N.

fuente: latina.

En tanto, el restaurante ‘El Charrúa’, lamentó el incidente ocurrido anoche, manifestando que colaborará directamente con la Policía para suministrar las grabaciones dentro del local.

«Desde ‘El Charrúa’, reafirmamos nuestro firme compromiso con la seguridad y el bienestar de todos nuestros clientes y colaboradores. Como medida preventiva y con el objetivo de reforzar nuestros protocolos internos, hoy miércoles 3 de julio permaneceremos cerrados», indicaron.

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