Opinión
¿Los terroristas merecen ser tratados como seres humanos?

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2 años agoon

Nuestra historia reciente vive una confrontación entre los terruqueros, los filosenderistas, los defensores de los derechos humanos, los académicos, los legalistas, etc. Un círculo vicioso del cual no se sale y —parece— no se quiere salir. Pero esta dinámica (que se renueva en cada debate político) se resuelve con la siguiente pregunta: ¿Un terrorista debe tener los mismos derechos que usted o no?
De acuerdo al orden jurídico actual los seres humanos tenemos los mismos derechos y obligaciones: no hay ciudadanos de segunda categoría.
En ese marco, quienes han delinquido, se someten a la potestad sancionadora del estado y aceptan las consecuencias de sus actos. En el caso puntual: los terroristas —de acuerdo al orden jurídico existente— deben ser tratados como sujetos de derecho y deben ser pasibles de sanción. Es decir, se les debe juzgar, sin menoscabar sus derechos como ciudadanos. O lo que es lo mismo: tienen derecho a un juicio justo y sin arbitrariedades.
Eso, de acuerdo al orden legal existente. Sin embargo, el juicio moral excede al campo jurídico y es desde ahí donde se avanzan las opiniones sobre lo que es justo o no, sobre lo que es permisivo o no. Mal que bien, todo ciudadano debe aceptar el estado de derecho; incluso a regañadientes, todo ciudadano tiene que aceptar que el orden jurídico impide ejercer un trato inhumano contra los acusados de terrorismo: los terroristas tienen derechos humanos.
Por ello, es en el nivel moral —que está más allá de lo jurídico— donde se enraízan los debates en torno a las distintas interpretaciones del terrorismo y los terroristas.
Así pues, en el nivel moral, es válido preguntarse: ¿Debe tener un terrorista los mismos derechos que usted? ¿El terrorista cambia? ¿Se pueden analizar los fenómenos terroristas? ¿Eran bienintencionados los terroristas o eran simplemente unos sanguinarios? ¿Es válido elogiar algún aspecto concerniente al terrorismo?
Y junto a estas preguntas vienen otras, que no son menos importantes: ¿Los militares, que se enfrentaron al terrorismo, son los salvadores de la patria? ¿Fue válido que se utilizara cualquier método, excediendo el marco jurídico, en la lucha antiterrorista? ¿Estamos enfeudados moralmente a los militares por su lucha contra el terrorismo? ¿Un patriota debe negar los derechos humanos de los terroristas?
Una vez más se reitera, que las preguntas arriba expuestas se desarrollan en el campo moral; no en el campo jurídico. En lo jurídico, la norma es clara; todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos y deberes: no se puede exceder el marco constitucional. Los terroristas son ciudadanos y por ende sujetos de derecho. Y la apología al terrorismo es considerada un delito.
Respondamos, entonces, la pregunta central y las derivadas: ¿Debe tener un terrorista los mismos derechos que usted? La respuesta moral requiere la ubicación del individuo en torno a los hechos: a) Si es que el individuo se vio afectado directamente por el terrorismo o b) Si es que el individuo se vio indirectamente afectado por el terrorismo.
- Si el individuo se vio directamente afectado es válido que su construcción moral se base en el desprecio a todo lo que signifique el terrorismo y los intentos de los terroristas por insertarse a la vida social. Esto no es óbice para que respete, aunque no le guste, el sistema jurídico que proclama la igualdad de derechos. En su fuero interno, en su fuero moral, este individuo tiene el derecho a despreciar íntimamente cualquier alusión al terrorismo; como también puede darse el caso de alguien que —aunque afectado directamente por el terrorismo— decide pasar la página y creer en una reconciliación social.
- Si el individuo se vio indirectamente afectado por el terrorismo es válido que en su construcción moral decida despreciar todo lo que signifique el terrorismo, como también es válido que decida creer en una reconciliación social y nadie debería recriminar esta actitud con el argumento de: “no has vivido esa época” o “ no te ha afectado directamente”. Toda construcción moral se gesta en el fuero interno y una vez construida es que puede ser pasible de discusión.

¿El terrorista cambia?
Igual que en el caso anterior la respuesta dependerá de la ubicación individual del sujeto: si se ha visto directa o indirectamente afectado por el terrorismo. Igual que en el caso anterior habrá quienes, aunque afectados directamente, decidan creer en un cambio genuino por parte de los terroristas y habrá quienes, afectados indirectamente, decidan no creer en una posible cambio. Ambas posturas son válidas moralmente.
¿Se pueden analizar los fenómenos terroristas?
Todo fenómeno que subvierte la estructura social, aunque sea sanguinario, debe ser analizado. El nazismo se ha visto clarificado por obra del análisis. El análisis enriquece el debate, promueve el intercambio de ideas y da luces sobre el proceso. No debe ser condenado ningún tipo de análisis.
¿Eran bienintencionados los terroristas o eran simplemente unos sanguinarios?
Los terroristas, a los que nos referimos, deseaban subvertir el orden social y constitucional por considerarlo injusto. Por eso se enfrentaron al estado en una guerra interna que todos, mal que bien, conocemos. El método, la táctica, que utilizaron estos individuos para luchar contra el Estado se llama jurídicamente terrorismo: utilizar el terror para diezmar las bases del Estado. Por el lado del Estado se respondió, también – en muchos casos – con el empleo del terror para sofocar los avances de las hordas terroristas.
Entonces hay que separar. ¿Es injusto el orden social y constitucional? Claro que es injusto: un breve repaso a la historia reciente y pasada demuestra el profundo desequilibrio e injusticia que existe en la sociedad. ¿Es válido el uso del terror para luchar contra esta injusticia? En un estado de derecho no es válido y todo uso del terror debe ser condenado; se tiene que luchar contra las injusticias por intermedio de mecanismos democráticos. ¿Los terroristas tenían buenas intenciones? Al constatar la injusticia social y desear cambiar el problema, se puede decir que utilizaron su racionalidad para observar algo evidente. Si desearon cambiar este orden de cosas, era una postura válida; pero, cuando eligieron el método del terror para sus propósitos, se convirtieron en sanguinarios y cualquier construcción o pensamiento en contra de la injusticia se vio manchado por su estrategia criminal.
¿Es válido elogiar algún aspecto concerniente al terrorismo?
Jurídicamente, si se cumple con ciertos requisitos de tipicidad, constituye el delito de apología al terrorismo; pero aquí no se está hablando del orden jurídico sino del fuero moral, interno. Quien decida elogiar el sueño de una lucha contra el sistema injusto, es libre de hacerlo; pero debe saber que para construir ese sueño —válido— los terroristas utilizaron el terror en contra de los mismos ciudadanos, a quienes decían defender. Quien decida elogiar la mística, la entrega, el sacrificio de los terroristas para luchar por su ideal, debe saber que toda esa mística y esa entrega se materializaron en el crimen, el abuso y la matanza de inocentes.
¿Los militares, que se enfrentaron al terrorismo, son salvadores de la patria?
No, el concepto de salvadores de la patria es un concepto amplio, que se presta a malentendidos. Los militares que lucharon contra el terrorismo cumplieron las órdenes emanadas del poder político, que se amparaba en un orden legal. Los militares sirven al estado. Quienes lucharon contra el terrorismo deben ser reconocidos por ello, pero eso no implica una superioridad moral de su parte, ni tampoco implica que tengan el monopolio de la discusión cuando se habla de la lucha antiterrorista.
¿Fueron válido el comportamiento militar y el comportamiento jurídico del Estado en la lucha contra el terrorismo?
Desde el orden jurídico, los actos en combate son válidos, pero no las ejecuciones extra – judiciales ni los procesos jurídicos, que vulneraron los derechos humanos de los terroristas; es por ello, que luego de la caída del fujimorismo, se iniciaron una serie de procesos contra el Estado peruano, por parte de familiares de terroristas, para que se vean amparados sus derechos, de acuerdo al orden legal vigente.
Pero, otra vez, aquí no hablamos de lo jurídico, sino de lo moral. Desde el plano de moral habría que comprender la dinámica de la lucha antiterrorista. Si los militares luchaban una guerra, por mandato del orden jurídico ¿Tenían que tratar con humanidad a sus enemigos? Y sobre eso, otra pregunta más específica: Si los militares ya tenían controlada una parcela de lucha ¿Era válido que utilicen el terror contra terroristas y sus familiares desarmados? La respuesta es compleja, pero se puede avanzar: sería un despropósito juzgar las dinámicas y las estrategias militares en el mismo campo de batalla, al fragor de la guerra; pero es condenable todo acto contra individuos desarmados y sus familias.
¿Estamos enfeudados moralmente a los militares?
No. Los ciudadanos no tienen una deuda moral con los militares, eso implica otorgarle una superioridad moral a los militares, con lo cual se extendería una jerarquía de valores hacia lo sociedad: los militares en la cúspide y los civiles abajo. Un despropósito. Eso no implica dejar de reconocer la entrega y el cumplimiento de servicios de los militares que lucharon contra el terrorismo, pero no se puede pasar del reconocimiento y del respeto a la idolatría o a la idea de una superioridad.
Más aún, contemporáneamente existe una narrativa política que arroga los pergaminos de la lucha antisubversiva a los ex – altos mandos de la lucha antisubversiva y a otros mandos militares, que no tuvieron una participación directa en la época del terrorismo; cuando fue la tropa, es decir los militares de bajo rango, quienes sufrieron los estragos de la batalla. Y estos militares de tropa siguen siendo ninguneados, no reconocidos e invisibilizados, cuando se habla de la lucha antiterrorista.
¿Un patriota debe negar los derechos humanos de los terroristas?
Un patriota es alguien que ama a su país. Amar al país no implica odiar a los terroristas, estos sentimientos pueden unirse y también ir por cuerdas separadas. Habrá quienes odien a los terroristas y quieran a su país y habrá quienes crean en una reconciliación y amen a su país. Pero no se puede amar al país si se está de acuerdo con el empleo del crimen para subvertir el orden social. Tampoco se puede amar al país si se considera que quien desea cambiar el orden existente, usando las vías democráticas, debe ser reprimido violentamente.
¿Por qué son necesarias estas preguntas?
Por una cuestión de honestidad moral. En estos tiempos no vivimos una guerra interna pero sí existe mucho debate en torno al tema, desde distintas aristas, que encubren los sentimientos, opiniones y valoraciones morales de los individuos. Se usa de mascarada el academicismo, la intelectualidad, la legalidad, o cualquier categoría que pueda dotar de objetividad a los sentimientos y las filias internas.
Y es que desde los feudos locales, están los que han tenido y tienen contacto con ex – terroristas, los que conocen o tienen amistad con terroristas redomados, los que han tenido familiares que se enrolaron a las filas del terrorismo, los que, en el fondo, admiran la mística que utilizaron los terroristas, los que creen que fue una gesta heroica intentar subvertir el orden social, los que han hecho docencia analizando el fenómeno de la lucha armada, los que trabajan en instituciones que defienden el debido proceso, etc. ¿Todo esto es delito? No. Pero deberían ser sinceros y decir: yo provengo de aquí, yo tengo amistad con este y con aquél, yo creo en esto y en aquello, esta es mi postura moral.
Y desde otros planos, están también los familiares de los militares que lucharon contra el terrorismo, los militares que se enfrentaron a los terroristas, los que tienen filia por las botas y la represión, los que avalan el orden social injusto y terruquean a todo aquel que utiliza la democracia para cambiar el estado de cosas, los que se benefician con los mecanismos del sistema y no quieren que nada cambie, etc. ¿Todo eso delito? No. Pero deberían, en un ejercicio de honestidad, decir yo provengo de aquí, creo en esto y aquello, estos son mis valores.
Esta visibilización necesaria de las filias internas de quienes opinan sobre el fenómeno terrorista, no implica en ningún caso un aval para el mapeo y el fichamiento. Porque, como es evidente, aunque sean de bandos contrarios, todos estos individuos se conocen bien entre sí.
No sólo se conocen, se huelen, se leen, se odian íntimamente.
Los represores y amantes de las botas conocen a los filosenderistas: los siguen, los mapean, están pendientes de ellos. Y los filosenderistas hacen lo mismo: conocen a los represores y a los terruqueros: los siguen, están pendientes de ellos, los evocan. Esta visibilización no es, pues, para el contrario: entre ellos se conocen hasta la sombra. La visibilización tiene que orientarse hacia el gran público, hacia la ciudadanía, hacia aquellos que no conocen ni a uno ni a otro, pero sí los escuchan discutir, debatir y querellarse. Hacia ellos debería dirigirse este ejercicio de honestidad intelectual, para que el ciudadano, completamente informado, de quien enuncia algo y porqué, decida, con toda la información disponible, qué postura toma frente a este contexto.
Roberto Ramírez Manchego. Egresado de derecho de la UNFV y actualmente estudia filosofía en la Universidad San Marcos.

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“Treinta años después”, por Umberto Jara
Opinión
La ilusión de la globalización
Lee la columna de Raúl Allain

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1 hora agoon
03/12/2023By
Raúl Allain
El fenómeno de la globalización se viene imponiendo en el mundo. Lo que era impensable hace dos décadas, es ahora una realidad, más aún con el desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
La tecnología de la globalización estudia un fenómeno basado en el aumento continuo del desarrollo y utilización de tecnología en todos los países del mundo, acercándonos a una época de creciente interconexión cultural global.
Sin embargo, este rápido avance y la promesa de una “aldea global”, donde el intercambio económico, comercial y cultural es posible incluso arrasado con las “identidades regionales”, requiere de un análisis profundo.
Durante el final de la década de 1960 y principios de los años 1970, el pensador Marshall McLuhan (1911-1980) acuñó el término «aldea global» para describir la interconexión humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación. La “globalización” es la resultante de esa comunicación a escala nunca antes imaginada.
Para McLuhan, la civilización (“aldea global”) es equiparable a la cultura de la escritura y, por tanto, divide la historia en cuatro fases: Agrícola, Mecánica, Eléctrica (medios de comunicación) y Tecnológica (la etapa de mayor relevancia en su investigación).
Aunque es en la tercera fase (Eléctrica) en la que se produce la eclosión de los medios masivos de comunicación, la mayor parte de la investigación de McLuhan se centra en la etapa Tecnológica, cuyo estudio tiene línea abierta por el propio autor a través del “Programa McLuhan en Cultura y Tecnología” de la Universidad de Toronto, centrado en el análisis de la influencia de las nuevas tecnologías en el cambio social.
Marshall McLuhan planteó que todos los cambios sociales son el efecto que las nuevas tecnologías de la información y comunicación ejercen sobre el orden de nuestras vidas sensoriales. Su concepto de aldea global ha dado origen al de globalización, que define la autonomía de la persona en la sociedad de la información.
Hoy en día vivimos en un mundo cambiante en donde existe un nuevo juego, hay nuevas reglas y se deben aplicar nuevas estrategias. El triunfo del capitalismo sobre el comunismo, y la consiguiente globalización mundial, bajo las reglas de libertad económica, propiedad privada y en general los pilares de dicho sistema social, nos impone cambiar y ser más eficientes, competitivos y dinámicos, para insertarnos exitosamente en un mundo interconectado mediante la “autopista de la información”.
En el artículo titulado “Efectos de la globalización en América Latina” (https://tinyurl.com/5c97c5v2), se cita al analista Lester Thurow, quien afirma: “Vivimos en un mundo sin comunismo, en donde el cambio tecnológico hace que las industrias se basen en la capacidad intelectual, con índices demográficos nunca antes vistos, bajo un proceso de globalización acelerado y en donde parece no existir un poder político o militar dominante que maneje al mundo sin algún tipo de resistencia económica”.
Pero hay un problema que pocos quieren ver: los procesos de globalización están incrementando la brecha entre los países desarrollados y el mundo subdesarrollado.
Lo que era competitivo en un mercado regional o nacional no está resultando serlo en el nuevo mercado globalizado. En suma, la globalización nos impone el reto de afrontarla y sobrellevarla con inteligencia y creatividad, sin renegar de nuestra identidad. Nuestros Estados y gobiernos tienen la obligación de no dejarse avasallar, pero tampoco esconderse en una “cápsula de cristal”, porque no podemos ser ajenos a lo que pasa en el resto del mundo.
¿Qué riesgos tiene la globalización? ¿Hasta qué punto la comunicación global es solo un espejismo? ¿Cómo lidiar con los temas de las culturas minoritarias, de la exclusión social y el desarraigo local? Son algunas de las preguntas que pretendemos abordar en este artículo.
Solamente en el respeto de la individualidad, en el reconocimiento de la identidad regional, será posible una verdadera y auténtica justicia social.
Es cierto que la globalización podría encarnar el “progreso de la humanidad”, pero para los críticos más severos aquella es la punta de lanza de la dominación económica y cultural, porque a través del impacto tecnológico –afirman sus detractores– los países poderosos pretenden imponer formas económicas, de producción y de comercialización, así como modos y estilos de vida ajenas a las culturas nativas o locales.
Incluso la ONU, en un documento sobre los Objetivos del Desarrollo del Milenio. (ODM), exige un replanteamiento del enfoque de la globalización.
Uno de los retos que tienen tanto los países en vías de desarrollo como los desarrollados, es cómo combatir los problemas sociales, ambientales y sanitarios que conlleva la globalización.
Se habla de una internacionalización de los males, o de problemas a escala global: deterioro atmosférico, peligro nuclear, escasez de agua, epidemias como el sida, narcotráfico, tráfico de armas, terrorismo nacional e internacional, desempleo, violación de los derechos humanos, neofascismo y neonazismo, pobreza, explotación y exclusión social, tráfico de seres humanos como esclavos y la trata de personas.
Pero hay otros aspectos preocupantes, como la tendencia a la privatización de los servicios de salud y educación, que son obligación del Estado, así como la relativización de los derechos laborales y la depredación del medio ambiente en plena crisis climática global. Sin duda, hay que estar alertas.
Opinión
Ediciones póstumas y textos apócrifos
Lee la columna de José Emilio Caro Gómez

Published
3 horas agoon
03/12/2023
Por José Emilio Caro Gómez
En esta nueva columna abordaremos dos tradiciones: la europea y la latinoamericana, poniendo especial enfoque en el Perú con autores como Vallejo, Lumbreras y Oswaldo Reynoso; centrándonos especialmente en la edición póstuma Capricho en azul.
Cuando un productor de textos (filósofo, poeta, narrador, entre otros) deja el mundo material, lo que queda de él es la resma de su lucha contra la cultura, la resistencia de lo finito contra lo infinito. Esta resma consta de textos publicados y no publicados.
Posterior al siglo XX se tiene una forma clara de tratar los textos, esta es a través de las ediciones críticas que buscan “fijar” el texto de manera definitiva. Es en el devenir de la historia que cada lector nuevo puede abordarlos sin el inconveniente de tener muchas versiones de los textos.
En la tradición europea, Alemania es muy rica en cuanto a la filosofía; pero puntualizando como ejemplo, en el sistema de pensamiento de Friedrich Nietzsche tenemos que hacer un corte en su producción. Cuando la enfermedad consumió al autor por completo, la tutela de él y de sus derechos de autor recayeron en su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche. Es sabido que ella tomó las riendas de las publicaciones, sobre todo con un fin netamente comercial, buscando solo réditos. Es decir, en la creación del archivo, el filósofo estuvo impedido de opinar; en consecuencia, alargaron sus textos y muchos otros eran apócrifos. En otras palabras, a la custodia no le importó vincular el pensamiento ajeno al partido nacional socialista, es más, lo impulsó.
En cuanto a Latinoamérica, tenemos al autor de El Aleph, Jorge Luis Borges. Este nunca quiso que se publicaran algunos de sus textos por considerarlos de menor valía, y ¡quiénes somos nosotros para contradecir semejante afirmación! Sin embargo, las ventas y el comercio de los libros tuvieron y tienen una influencia importante en el circuito de producción del libro, muy a pesar de Borges, quien de seguro se mostraría en total desacuerdo con semejante oprobio.
Por otro lado, en el Perú tenemos el caso de César Vallejo con Poemas Humanos, que es una publicación no autorizada por el vate, el cual nunca le dio esa arquitectura, ni mucho menos el nombre.
En este punto quiero destacar un caso que me tocó resolver, en relación a la reedición de “Ayllus del Sol: anarquismo y utopía andina” (Se presenta este jueves 30 de noviembre, por promoción se llevan el poemario “Alabastros”) donde encontramos un análisis del historiador Luis Guillermo Lumbreras. Este texto estaba redactado con componentes de la oralidad, y preparamos uno más orientado a la escritura formal, la pronta partida de mi paisano, nos impidió pedirle la autorización para hacer las modificaciones; por ello, nos vimos en la necesidad de respetar la integridad del mismo.
Otro escritor al cual le asigno mi admiración es a Oswaldo Reynoso y su pulcritud en el idioma, reconocida por férreos críticos, como es el caso de Marco Aurelio Denegri.
Los textos de Reynoso tienen ediciones de colección como: En octubre no hay milagros, editado en Argentina y su edición italiana; la edición príncipede El escarabajo y el hombre; entre otras, pero también tiene ediciones menos logradas, diseñadas para difundir los textos y como una estrategia para combatir la piratería, Oswaldo Reynoso se pirateaba a sí mismo.
Capricho en azul merece una especial mirada, sobre todo de mi parte, pues fui testigo de su creación (presencial) y de su publicación (sin ser consultado) esta última de forma totalmente alejada, a grosso modo debemos recordar que existen formas de abordar los manuscritos inéditos. Creo que es necesario anticipar al lector, si es una versión de los manuscritos o un manuscrito fijado filológicamente, ya que podrían confundir al lector especializado.
En mi opinión, si ponemos la edición de Capricho en azul junto con las ediciones de colección, esta no llega a cubrir las expectativas. En este sentido, considero que esta edición póstuma tiene un muy buen prólogo; pero el texto mismo, la sustancia carece de espíritu, y está creado con el único propósito de difundir la obra reynosiana; no obstante, creo que Oswaldo merece una edición crítica a su vuelo y altura.
Aquí quiero hacer una acotación a la creación de Capricho en Azul y de Huamanga Huamanga. Reynoso fue un adelantado a su época, pues usaba sin saberlo un sistema de control de versiones, o como en programación el “Git” (un sistema de control de versiones distribuido de código abierto). Su sistema inventado por pura intuición era, al terminar un libro, distribuir el texto a diferentes áreas del conocimiento, interactuando con amigos de diferentes índoles, a los cuales les pedía anotaciones y opiniones en el texto que retornaban. Luego de ello, revisaba su versión para así hacer los cambios respectivos, muchas veces tan profundos que transformaba gran parte del texto. Luego hacía este mismo proceso con dos personas de mayor confianza, o como él decía sus iguales.
Capricho en Azul tiene una versión consolidada y muchas otras versiones menores, productos del proceso ya mencionado líneas arriba. La que veo publicada presenta censura, falta alguna estampa un poco escandalosa, posee un orden diferente; la estructura fue alterada, el índice seguro destripado en una mesa de edición y una edición donde los márgenes del texto son tan grandes que hacen difícil la lectura; por no hablar, entre otras cosas, de la concordancia y congruencia que fueron resueltos en la versión consolidada.
Opinión
La comida peruana en la poesía de Raúl Jurado
Lee la columna de Julio Barco

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1 día agoon
02/12/2023By
Julio Barco
La literatura termina consumiendo de su propia realidad para afirmarse, para sellar una tradición o crearla. Ya José Gálvez anunciaba lo que terminaría siendo: el proceso de una nueva sensibilidad, originada de las experiencias locales, con ansias de tradición y novedad.
Este proceso es natural en todas las literaturas, porque se llegan a beber a sí mismas; así Joyce hace su obra maestra sobre su propio pueblo y Tolstoi afirmará que no hay nada más universal que un pueblo. La ruta que toma la poesía peruana en el siglo siguiente es la de beber de la realidad para nutrir la expresividad. En ese sentido, Escritura del fogón (2020) de Raúl Jurado nos asevera el rigor de una propuesta muy peruana y muy original. En el prólogo, el autor afirma que “La poesía es un pretexto infinito para escribir sobre lo que uno quiere”.
En ese sentido, el rigor de estos poemas nace de la libertad de la experiencia culinaria. El hombre peruano, abierto a una realidad inquietantemente cruel y despiadada, encuentra en la cocina un brebaje contra todos los males: comer en el Perú es un acto sagrado. Poemas sobre el pisco, el licor de menta, la uña de gato, o el cebiche al lado del mar nos dan una idea del inventario, nos llevan a ese acto de comer, que el poeta resuelve en el ritmo abierto de una poesía por instantes lírica (la saliva besa el cielo/ se completa el jardín marino/ con el paraíso del mero) y a veces con la sencillez de las odas elementales nerudianas (el corazón verde/ se junta/ a la blanca yuca/ y con la roja carne/ enrojecen/ el cielo) Un poema clave es el Chifa.
Ese probar nuevas texturas da como resultados versos donde se unen las culturas (las cascadas azules y la mirada cerrada/ son el cierre para tomar/ el último sorbo del té jazmín/ leyendo a Li Po/ bajo la luna). Raúl Jurado se integra a una lista de poetas que hunden sus propuestas en temáticas nuestras; así conjuga muy bien lo nuevo con la tradición. Recordemos que Ricardo Palma usó la historia nacional para crear las tradiciones; Jurado nos invita a pensar poéticamente nuestra relación con un acto tan peruano como comer.
(Columna publicada en Diario UNO)
Opinión
El gran ‘Zambo’ Cavero
Lee la columna de Raúl Villavicencio

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2 días agoon
01/12/2023
Por Raúl Villavicencio
Un 29 de noviembre de 1940 nació una de las voces más reconocibles del criollismo peruano; me refiero al inolvidable Arturo ‘Zambo’ Cavero, aquel cantante que hacía que las noches no tengan día y que los días no tengan noche debido a las interminables jaranas que se armaban cuando el ‘Zambo’, apelativo dado por el periodista de espectáculos Guido Monteverde, y compañía se juntaban en alguna peña o callejón hasta las últimas consecuencias.
A la edad de 21 años, el ‘Zambo’ Cavero se graduó como profesor de primaria en el Instituto Nacional Pedagógico, especializándose en administración de la educación en la Universidad de lima. Durante un encuentro entre Haya de la Torre y el ‘Zambo’ Cavero, este, tiempo después, valoró las palabras de su padre sobre la importancia de la educación: “yo no te dejo plata, te dejo la oportunidad que seas grande”.
Ya en la década de 1970 conocería a su inseparable amigo, el maestro Óscar Avilés, magnífico guitarrista con el que sacaría canciones, provenientes de la pluma incomparable de Augusto Polo Campos, como “Cada domingo a las doce”, o el ya denominado segundo himno del Perú “Contigo Perú”, aquella canción que volvería a ser escuchada durante el mundial de fútbol de Rusia 2018.
Ahora millones de peruanos la cantan con orgullo y emoción desde cualquier rincón del país, o como es el caso de muchos de otros connacionales que viven en el extranjero, su piel se pone ‘chinita’ cuando se escuchan las primeras notas de esa canción capaz de soltar unas cuantas lagrimitas del nacido en el Callao, La Victoria, Barrios Altos, Breña o Miraflores.
Cuando se vive muy lejos del lugar que los vio nacer, aquella canción es como una cuerda que nos acerca al barrio donde crecimos, a la comida casera, a las costas, montañas y selvas donde son un recuerdo imborrable para cada uno, y entre esos recuerdos no puede faltar la voz del inmenso ‘Zambo Cavero’. Él se llama Perú y nadie lo podrá negar.
Su fallecimiento se dio el 9 de octubre del 2009 y dos días después su entierro se fue una mistura de aromas, canciones, y colores. Su féretro fue cargado por una cuadrilla del Señor de los Milagros y ese día se declaró duelo nacional.
Opinión
El Congo cuprífero
Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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2 días agoon
01/12/2023
Por Edwin A. Vegas Gallo
En relación a la nota de la edición de hoy 30 noviembre página 13 (Diario La República), “el Congo alcanzó a Perú en el segundo lugar en la producción de cobre y amenaza a Chile desplazarlo del primer lugar”, permítanme comentar lo siguiente:
- En la República Democrática del Congo (nombre oficial), entre 1998 a 2003, ocurrió la segunda guerra mundial africana o simplemente la “guerra del coltan”.
- El coltan es un mineral u “oro gris”, que resulta de la mezcla en la naturaleza de dos minerales raros: el Columbio y el Tantalio.
- En esa guerra oficialmente terminada, pero que siguen las secuelas, por la extracción del coltan y ahora del cobre, murieron 5 millones de congoleños y hubieron 2 millones y medio de desplazados.
- En la RDC, está el 80% de las reservas minerales del coltan, usado por las transnacionales para la telefonía celular, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, cohetes espaciales, misiles entre otros-; sin etiquetado ecológico de procedencia de las minas, en que trabajan niños y siempre vigilados por militares.
- Aún con todo ese desastre humanitario, en este desarrollo con víctimas la RDC (más de 70 millones de habitantes, con esperanza de vida de vida de 47 años y el doble de superficie que el Perú), en el Índice de Desempeño Ambiental, empata con Bolivia el puesto 99, antecediendo a Perú posicionado en el puesto 101.
La paradoja peruana de los magros indicadores de desarrollo, ante su riqueza biológica y mineral, pasa por la ineficiente gestión ejecutiva, el desmadre provocado por el columpio político y la desesperación del Ejecutivo por “dorar la píldora”, que aquí en suelo peruano todo está en calma (chicha), para que la inversión venga a como dé lugar, ofreciendo el oro y el moro, aún a costa de la flexibilidad de los estándares ambientales, prescindiendo de la ciencia en la interfaz: sociedad-política-economía.
Opinión
Themroc, de Claude Faraldo (1973)
Lee la columna de Mario Castro Cobos

Published
3 días agoon
30/11/2023
En un sentido mallarmeano (y digamos que muy moderno), como señala Octavio Paz en Los hijos de limo (1974) —publicado al año siguiente del estreno de esta película— la poesía (o la palabra en su máximo poder) es la ‘máscara de la nada’. ¿Es esto (tan oscuro y profundo, y también claro) algo liberador? Vallejo diría: ¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!
En el caso de Themroc —y está perfecta para ponerla en una clase de escritura de guion como un gancho al hígado— prescindir de la palabra (o de la palabra articulada, es decir, inteligible, ‘significativa’) no sé si sea necesariamente un salto evolutivo, pero, lo que sí es, y cada vez más, es una crítica, sublime, por mordaz, una burla total, visceral, sana y enérgica, y de lo más divertida, contra nuestra triste manera de usar palabras: para no actuar.
Las palabras, dichas así, son NADA, son, más que nada, prescindibles. (Sé que al elaborar esta nota uso palabras, pero las uso para que vean una película que no las usa. ¿Entendido?)
Quítate las palabras; quítate la máscara. Haz algo, estúpido, rebélate.
Esta película lo hace, y te dice: quiero la verdad desnuda del instinto, quiero los deseos reales del hombre. Nada de mentiras consoladoras. No se espera menos de una película gloriosamente anarquista hecha por un obrero. Ya; no quiero mitologizar (o tal vez solo un poquito) pero hay una sabiduría ya en un sentido biológico (¡lean a Wilhelm Reich!), completamente mundana, y curiosamente asentada en bases racionales, a la que me adhiero con audaz fervor y no solo para dar la contra. En fin, qué más se le puede pedir a una comedia que expone en su trama de formas gráficas y simbólicas la destrucción de la maldad, con furia y sonriendo.
La rutina como tal es filtrada por las escenas solitarias o llenas de gente, de manera eficiente y sintética. Todo es evidente, se muestra de manera punzante, el absurdo que nos mata es un completo escándalo, hasta el más simple podría darse cuenta. Piccoli luce perfecto en su papel. Y esa secuencia final, como una gran cantata orgásmica, un coro burlón que sale al mismo tiempo de los rincones más profundos, nos muestra un camino.
Película
https://ok.ru/video/6930474076906
Entrevista con el director
https://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/2010/10/hoy-las-7-themroc-1973-de-claude.html
(Columna publicada en Diario UNO)
Opinión
“La confusión que genera la fiscal Patricia Benavides”, por Umberto Jara
Lee la columna de Umberto Jara

Published
4 días agoon
29/11/2023
El destape de las actividades ilícitas de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, está generando confusión porque, de un lado, el sector caviar pretende utilizar políticamente el episodio; y, del otro lado, la derecha arremete con argumentos emocionales.
1.- La fiscal Patricia Benavides es lo que se llama una falsa heroína. Es un personaje que ha buscado seguir la huella de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez. El guion consiste en construirse una imagen pública de (falsos) héroes para engañar al país y, tras bambalinas, trabajar para sus intereses y los intereses de los investigados.
2.- La fiscal Patricia Benavides obtuvo el respaldo de la opinión pública porque apareció en el escenario denunciando constitucionalmente a Pedro Castillo y se forjó la imagen de artífice en la caída de Pedro Castillo. ¿Realmente es una luchadora contra la corrupción de Pedro Castillo? Los hechos la desmienten.
3.- Toda la investigación sobre Pedro Castillo —Casos Anguía; Asesores en la sombra; Petroperú; Ascensos policiales con sobornos— fue realizada por dos equipos que trabajaron en conjunto: los Equipos Especiales de fiscales y policías contra la corrupción del poder, liderados por la fiscal Marita Barreto y el coronel Harvey Colchado, respectivamente; funcionarios que no fueron ni son del entorno de la Fiscal de la Nación.
4.- Una pregunta central revela algo concreto: Castillo cayó el 7 de diciembre de 2022 y no existe ninguna acción concreta de la fiscal Benavides para acusar a Pedro Castillo. ¿Por qué paralizó las acciones? ¿Por qué la investigación clave, Asesores en la sombra, un año después no muestra resultado alguno y no ha llegado al ámbito judicial? ¿No es la misma ruta de Vela y Pérez para generar impunidad?
5.- En el último año, ¿alguien puede mostrar cuál ha sido el impulso que dio Patricia Benavides al caso Pedro Castillo? ¿Cuál es la investigación más importante, la de Pedro Castillo o la de Sada Goray? ¿Por qué todos los reflectores están puestos en Sada Goray, la sobornadora, y no en Pedro Castillo, el sobornado? ¿Por qué viajó la fiscal Benavides a Miami a entrevistarse con Sada Goray? ¿Por qué el acento de los medios de comunicación está en Sada Goray? porque la información fue filtrada de manera selectiva por Jaime Villanueva Barreto.
6.- Aquí está uno de los temas más graves. Jaime Villanueva, hoy detenido, fue convocado por Patricia Benavides como su asesor principal y su operador político. Entonces, asoma la pregunta que cada quien se puede responder: si la Fiscal de la Nación realmente es una luchadora contra la corrupción de Pedro Castillo ¿por qué convocó como su mano derecha a un filósofo (Villanueva no es abogado) que durante el gobierno de Pedro Castillo trabajó como asesor de los ministros Carrasco Millones y Félix Chero, éste último muy cercano a Castillo? ¿Por qué la “heroína” supuesta autora de la caída de Castillo, convocó a Jaime Villanueva, un hombre vinculado a los asesores en la sombra de Castillo?
7.- Cómo se explica que una supuesta luchadora contra la corrupción de Castillo haya convertido en su mano derecha a quien públicamente exhibió su cercanía a Pedro Castillo. Villanueva es autor de artículos con estos títulos: “Gobierno de izquierda y nueva Constitución” en el que afirma: “el primer deber del nuevo gobierno será el de cumplir con su promesa de una nueva Constitución” o este otro titulado “Voltear la página” en el que sostiene: “El presidente Castillo carga con la responsabilidad de haber sido elegido no para hacer más de lo mismo sino para iniciar una gran transformación del Estado”. ¿La transformación de la gran corrupción?
¿Cómo se explica que la Fiscal de la Nación convoque a este personaje y lo convierta en el todopoderoso de decisiones internas, pactos políticos, archivamiento de denuncias y, sobre todo, paralización de investigaciones sobre Pedro Castillo y sus secuaces?
8.- En el Perú nos cuesta aprender. Ya sufrimos el engaño de los falsos héroes Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez y ahora hay quienes se están rasgando las vestiduras por Patricia Benavides. El argumento que usan es: “El que cuestiona a la fiscal Benavides le hace el juego a los caviares”. No señores. Ese argumento es exactamente igual al que Henry Kissinger, el canciller norteamericano, usaba para justificar a Augusto Pinochet, el dictador chileno: “Pinochet es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Ese cinismo no es válido porque pensar así es autorizar que nuestro país se siga corrompiendo. El tema no es defender a la Fiscal de la Nación por temor a que reaparezcan los caviares. El tema de fondo es detener a los caviares que tanto daño han hecho y para eso se necesita crear opciones. Pero los señores de la derecha se enojan porque le tocan a su falsa heroína en lugar de ponerse a trabajar en alternativas que permitan opciones distintas a los caviares. Les dejan la cancha libre y después se quejan argumentando: “Las cosas están en orden, no muevan nada” y se engañan porque lo que existe es una falsa apariencia de orden. La izquierda sigue trabajando, los caviares, que son ociosos, aprovechan coyunturas como la actual y Sendero Luminoso sigue trabajando. Mientras tanto, la derecha está ocupada en organizar su placentero verano.
9.- Finalmente, Pedro Castillo está preso acusado solamente por el golpe de Estado. Cuando el plazo de esa prisión preventiva se cumpla, saldrá para agitar al país. ¿Saben por qué saldrá? porque desde hace un año la señora Patricia Benavides no ha formalizado ninguna acusación contra Castillo. Exactamente igual que sus colegas de falso heroísmo, los fiscales Vela y Pérez, grandes constructores de impunidad. ¿Y saben por qué la fiscal Benavides no ha formulado ninguna acusación? Porque a cambio de paralizar el Caso Castillo obtiene los votos en el Congreso de Perú Libre, del Bloque Magisterial, de Los Niños y hasta protege a sujetos como Guillermo Bermejo.
Nada está en orden en el país porque nadie hace nada para que haya orden.
Opinión
Dina Boluarte debe renunciar y convocar a nuevas elecciones
Su descredito empezó desde que la izquierda la llamó: ¡traidora! Sin embargo, su traición, la emprendió contra el pueblo, porque primero dijo que se iría de Palacio y convocaría a elecciones generales, pero finalmente se perpetuó en el poder hasta 2026, junto al Congreso, mientras que en las calles exclamaban: ¡Que se vayan todos! Ya es hora que Dina Boluarte dé un paso al costado, porque el país ya no requiere de más desgobierno.

Published
5 días agoon
28/11/2023
Sin duda, para algunos mortales, la vida cambia radicalmente de un día para otro. Y para la mandataria Dina Boluarte no fue diferente. Esta señora que primero postuló sin éxito a la alcaldía de Surquillo, en 2018, con el partido de Vladimir Cerrón cuando aún se llamaba Perú Libertario, y que posteriormente, tentó una curul en 2020, sin poder ser electa, no tuvo más remedio que retornar a su puesto de jefa de una oficina de RENIEC; sin embargo, hoy ella goza de la primera magistratura del Perú y hace lo que quiere… o, mejor dicho, aún no sabe qué hacer con el país, que cada vez más, va perdiendo el rumbo.
La señora Boluarte y compañía, fue electa primera vicepresidenta en las elecciones presidenciales de Perú de 2021, acompañando la lista del iletrado Pedro Castillo, y ocupó el cargo desde el 28 de julio de 2021, hasta el 7 de diciembre de 2022; tras la pateadura del tablero que emprendió el chotano, cuando decidió anunciar un inconsumado golpe de Estado. Eso sin contar, que Boluarte se aprovechó para ser ministra de Desarrollo e Inclusión Social del Perú, entre julio de 2021 y noviembre de 2022.
Si el comunista Jorge Salas Arenas, hubiera cumplido cabalmente con su rol de magistrado coherente en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), quizá hoy no tendríamos que criticar el indeseable mandato de la apurimeña; y aunque le impidieron postular al Congreso, finalmente, fue habilitada para postular como parte de la plancha presidencial de Perú Libre.
Hoy, el resto es historia… viajes pomposos, vestidos de diseñador y tratamientos no invasivos para rejuvenecer su rostro; aunque la parte retórica, la descuidó, y no se tomó el menester de contratar al menos un profesor de comunicación política, pero al menos sabe leer con pausas en los mensajes a la nación.
Todas esas falencias son de forma; sin embargo, hay graves carencias de fondo, que empiezan desde el plano moral, y en especial, en el plano de la capacidad y competitividad. No basta saber de gestión pública; digamos que, a través del sentido común y la sensatez, se puede pretender poner la primera piedra para un cambio positivo en el rumbo del país, ¿Y cómo? Rodeándose de técnicos y expertos, que además tengan el valor de la honestidad; hoy sabemos que no fue así.
Dina Boluarte traicionó y mintió al pueblo peruano
Su descredito empezó desde que el ala radical de la izquierda la llamó: ¡traidora! Y por más que esa sindicación en su momento provocó riñas y peleas entre zurdos y conservadores, lo cierto es que sí. Dina Boluarte es una real traidora. Primero lo fue con el partido que la llevó a Palacio, cuando afirmó que “nunca abrazó la ideología del Perú Libre” y ante ello, el secretario general del partido, Vladimir Cerrón, la expulsó y publicó un tuit: “Siempre leales; traidores nunca”.

Y posteriormente traicionó a Pedro Castillo, porque cuando era vicepresidenta le preguntaron muchas veces, que, si el presidente llegara a ser vacado, ¿ella renunciaría a la sucesión? Y su respuesta siempre fue enfática y positiva… ¡yo también renunciaré!
Ante el escozor de los fanáticos de izquierda, colegimos que Dina Boluarte sí es traidora; más no, usurpadora. Ella asumió el sillón presidencial licita y legítimamente, ciñéndose al mandato constitucional; más allá, de que no haya sido santo de nuestra devoción y que no tuviera ni idea de cómo gobernar. Sin embargo, su traición, la extendió hasta el Perú entero, y la emprendió contra el pueblo, porque primero aseguró que se iría de Palacio porque convocaría a elecciones generales, y de pronto cambió de opinión, y en contubernio con el Congreso de la República, finalmente decidieron perpetuarse en ambos Poderes del Estado, hasta 2026; dándole la espalda al sentir de la opinión pública, y que incluso en las encuestas reflejaban una desaprobación de ambos poderes, mientras exclamaban: ¡Que se vayan todos!
Errores no; despropósitos sí de la presidente Dina Boluarte
¿Desde cuándo Perú anda a la deriva? Empezó con el proyecto de Pedro Castillo, pero por más que pretendamos responsabilizar al chotano como autor primigenio de esta barbarie política y económica, él ya no existe en la escena institucional política y ya empezó a descomponerse como cadáver político.
En tanto, la responsabilidad para Boluarte Zegarra empezó desde el 7 de diciembre de 2022, y es ella, quien tiene que rendir cuentas a todos los administrados, porque es la que hoy ostenta la investidura. Sin embargo, siempre rehúye a las preguntas incomodas de la prensa, como cuando se negó a responder por las decenas de muertes durante las marchas violentistas y al final le echó la culpa al Ejército peruano: “Yo comando las FF.AA. pero no mando”.
Eso sin contar la tremenda recesión económica, que cuyo PBI retrocedió en 0.63%, acumulando un cierre de fin de año en negativo, algo nunca visto desde hace 33 años.
¿Y cuándo cesarán los excesos en los ministerios de este gobierno?, en especial, en las carteras de Cultura, Transportes, Vivienda, Educación y la Mujer. Y con respecto a la PCM, total desfachatez e impunidad; mientras que el calentón premier Otárola, favorece ilegalmente, a sus amiguitas personales con plata del Estado, la señora Boluarte mira para otro lado, y lo baña de inmunidad. Así como a su asesor tras las sombras, su hermano mayor Nicanor, que se mueve con los “prefectos” para impulsar su nuevo partido político Ciudadanos por el Perú.
Así es la presidente viajera que gastó más de un millón S/330 mil en viajes en solo cuatro itinerarios. En realidad, solo fue a pasear al APEC, con toda su excesiva comitiva; mientras su “Plan Boluarte” fue todo un fracaso, con declaraciones de emergencias inefectivas y que encima alertaron a los criminales. Todos los días, ellos continúan extorsionando y matando a nuestros compatriotas. Y en el colmo de la indolencia, el gobierno emitió un Decreto Legislativo para el deshacinamiento de las cárceles, para sacar a los delincuentes de las cárceles y retornarlos a las calles.

Poder Ejecutivo vs Fiscalía de la Nación
Justamente, antes de llegar a fin de año, la escena política nuevamente se encuentra convulsionada tras el destape de la existencia de una presunta organización criminal de carácter vertical en el Ministerio Público y que sería liderada por su titular, Patricia Benavides. Esta noticia ha vuelto a enfrentar a facciones de izquierda y derecha.
Por un lado, los huestes caviares en sintonía con grupos de izquierda radical piden la cabeza de la fiscal Benavides; y por el otro, radicales de ultraderecha, defienden su permanencia en el cargo, para lograr que los actuales miembros de Junta Nacional de Justicia (JNJ) sean extirpados, y así evitar que la lagarta Zoraida Ávalos, por ser más antigua, retorne al cargo de Fiscal de la Nación.
Es decir, es una especie de guerra de mafias, acaso con el propósito de ostentar el poder judicatorial, para eventualmente archivar los casos de correligionarios políticos que tienen procesos penales por corrupción y otros ilícitos.
Precisamente, esa dinámica es la que se ha evidenciado en la reciente detención del exasesor de la Fiscal de la Nación, Jaime Villanueva, y en cuyo chats de WhatsApp se revelan conversaciones con un presunto congresista, para negociar con el favor de más de 37 legisladores, el cambio y la recomposición de la JNJ, y a cambio, el asesor de Benavides ofrecía archivar los procesos penales de varios parlamentarios denominados “Los Niños”; todo ello con la presunta venia, de su jefa, la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
Tras la “bomba”, ambas mujeres se han visto enfrentadas. Benavides se lo ha tomado como algo personal y en una conferencia de prensa denunció por asesinato a la mandataria Boluarte, a su premier Otárola y otros ministros.

Esta guerra, esta vez no va a acabar bien, porque los sectores políticos están más friccionados que nunca y los Poderes del Estado ya están muy desgastados, tanto el Congreso como el Ejecutivo. En tanto, las supuestas alianzas entre ellos corren el riesgo de ser concluidas, y ambos podrían pedir sus “cabezas”, en un contexto que ya no da para más, ya que el próximo 7 de diciembre se vendría una masiva asonada de protestas en Lima, y que con todo pedirán la salida de Dina Boluarte, en conmemoración del primer año del golpe de Castillo, en Palacio de Gobierno.
Entre tanto, en los medios de comunicación el ministro de Justicia, Eduardo Arana Ysa, viene afirmando sandeces, con tal de pasarle la mano a su jefa Dina Boluarte, y ha aseverado que la mandataria se despojará de su inmunidad presidencial para llevar su investigación. Esa es la actitud de este gobierno que continúa mintiendo descaradamente. ¿Qué mandatario puede renunciar a su inmunidad? Eso es imposible, e inviable porque es una prerrogativa constitucional que por decisión propia uno no se la puede despojar.
Finalmente, ya es hora que la señora Dina Boluarte no les haga más daño a los peruanos y que dé un paso al costado, no solo por la capacidad de embuste que tiene su figura, sino, porque el país ya no requiere de más desgobierno.
Renuncie ya, señora Boluarte, y convoque nuevas elecciones generales, por lo menos, para que ambos poderes del Estado, no continúen con sus contubernios y gollerías hasta 2026.

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