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¿Los terroristas merecen ser tratados como seres humanos?

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Nuestra historia reciente vive una confrontación entre los terruqueros, los filosenderistas, los defensores de los derechos humanos, los académicos, los legalistas, etc. Un círculo vicioso del cual no se sale y —parece— no se quiere salir. Pero esta dinámica (que se renueva en cada debate político) se resuelve con la siguiente pregunta: ¿Un terrorista debe tener los mismos derechos que usted o no?

De acuerdo al orden jurídico actual los seres humanos tenemos los mismos derechos y obligaciones: no hay ciudadanos de segunda categoría.

En ese marco, quienes han delinquido, se someten a la potestad sancionadora del estado y aceptan las consecuencias de sus actos. En el caso puntual: los terroristas —de acuerdo al orden jurídico existente— deben ser tratados como sujetos de derecho y deben ser pasibles de sanción. Es decir, se les debe juzgar, sin menoscabar sus derechos como ciudadanos. O lo que es lo mismo: tienen derecho a un juicio justo y sin arbitrariedades.

Eso, de acuerdo al orden legal existente. Sin embargo, el juicio moral excede al campo jurídico y es desde ahí donde se avanzan las opiniones sobre lo que es justo o no, sobre lo que es permisivo o no. Mal que bien, todo ciudadano debe aceptar el estado de derecho; incluso a regañadientes, todo ciudadano tiene que aceptar que el orden jurídico impide ejercer un trato inhumano contra los acusados de terrorismo: los terroristas tienen derechos humanos.

Por ello, es en el nivel moral —que está más allá de lo jurídico— donde se enraízan los debates en torno a las distintas interpretaciones del terrorismo y los terroristas.

Así pues, en el nivel moral, es válido preguntarse: ¿Debe tener un terrorista los mismos derechos que usted? ¿El terrorista cambia? ¿Se pueden analizar los fenómenos terroristas? ¿Eran bienintencionados los terroristas o eran simplemente unos sanguinarios? ¿Es válido elogiar algún aspecto concerniente al terrorismo?

Y junto a estas preguntas vienen otras, que no son menos importantes: ¿Los militares, que se enfrentaron al terrorismo, son los salvadores de la patria? ¿Fue válido que se utilizara cualquier método, excediendo el marco jurídico, en la lucha antiterrorista? ¿Estamos enfeudados moralmente a los militares por su lucha contra el terrorismo? ¿Un patriota debe negar los derechos humanos de los terroristas?

Una vez más se reitera, que las preguntas arriba expuestas se desarrollan en el campo moral; no en el campo jurídico. En lo jurídico, la norma es clara; todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos y deberes: no se puede exceder el marco constitucional. Los terroristas son ciudadanos y por ende sujetos de derecho. Y la apología al terrorismo es considerada un delito.

Respondamos, entonces, la pregunta central y las derivadas: ¿Debe tener un terrorista los mismos derechos que usted? La respuesta moral requiere la ubicación del individuo en torno a los hechos: a) Si es que el individuo se vio afectado directamente por el terrorismo o b) Si es que el individuo se vio  indirectamente afectado por el terrorismo.

  1. Si el individuo se vio directamente afectado es válido que su construcción moral se base en el desprecio a todo lo que signifique el terrorismo y los intentos de los terroristas por insertarse a la vida social. Esto no es óbice para que respete, aunque no le guste, el sistema jurídico que proclama la igualdad de derechos. En su fuero interno, en su fuero moral, este individuo tiene el derecho a despreciar íntimamente cualquier alusión al terrorismo; como también puede darse el caso de alguien que —aunque afectado directamente por el terrorismo— decide pasar la página y creer en una reconciliación social.
  • Si el individuo se vio indirectamente afectado por el terrorismo es válido que en su construcción moral decida despreciar todo lo que signifique el terrorismo, como también es válido que decida creer en una reconciliación social y nadie debería recriminar esta actitud con el argumento de: “no has vivido esa época” o “ no te ha afectado directamente”. Toda construcción moral se gesta en el fuero interno y una vez construida es que puede ser pasible  de discusión.
Cabecillas terroristas junto a Abimael Guzmán.

¿El terrorista cambia?

Igual que en el caso anterior la respuesta dependerá de la ubicación individual del sujeto: si se ha visto directa o indirectamente afectado por el terrorismo. Igual que en el caso anterior habrá quienes, aunque afectados directamente, decidan creer en un cambio genuino por parte de los terroristas y habrá quienes, afectados indirectamente, decidan no creer en una posible cambio. Ambas posturas son válidas moralmente.

¿Se pueden analizar los fenómenos terroristas?

Todo fenómeno que subvierte la estructura social, aunque sea sanguinario, debe ser analizado. El nazismo se ha visto clarificado por obra del análisis. El análisis enriquece el debate, promueve el intercambio de ideas y da luces sobre el proceso. No debe ser condenado ningún tipo de análisis.

¿Eran bienintencionados los terroristas o eran simplemente unos sanguinarios?

Los terroristas, a los que nos referimos, deseaban subvertir el orden social y constitucional por considerarlo injusto. Por eso se enfrentaron al estado en una guerra interna que todos, mal que bien, conocemos. El método, la táctica, que utilizaron estos individuos para luchar contra el Estado se llama jurídicamente terrorismo: utilizar el terror para diezmar las bases del Estado. Por el lado del Estado se respondió, también – en muchos casos – con el empleo del terror para sofocar los avances de las hordas terroristas.

Entonces hay que separar. ¿Es injusto el orden social y constitucional? Claro que es injusto: un breve repaso a la historia reciente y pasada demuestra el profundo desequilibrio e injusticia que existe en la sociedad. ¿Es válido el uso del terror para luchar contra esta injusticia? En un estado de derecho no es válido y todo uso del terror debe ser condenado; se tiene que luchar contra las injusticias por intermedio de mecanismos democráticos. ¿Los terroristas tenían buenas intenciones? Al constatar la injusticia social y desear cambiar el problema, se puede decir que utilizaron su racionalidad para observar algo evidente. Si desearon cambiar este orden de cosas, era una postura válida; pero, cuando eligieron el método del terror para sus propósitos, se convirtieron en sanguinarios y cualquier construcción o pensamiento en contra de la injusticia se vio manchado por su estrategia criminal.

¿Es válido elogiar algún aspecto concerniente al terrorismo?

Jurídicamente, si se cumple con ciertos requisitos de tipicidad, constituye el delito de apología al terrorismo; pero aquí no se está hablando del orden jurídico sino del fuero moral, interno. Quien decida elogiar el sueño de una lucha contra el sistema injusto, es libre de hacerlo; pero debe saber que para construir ese sueño  —válido— los terroristas utilizaron el terror en contra de los mismos ciudadanos, a quienes decían defender. Quien decida elogiar la mística, la entrega, el sacrificio de los terroristas para luchar por su ideal, debe saber que toda esa mística y esa entrega se materializaron en el crimen, el abuso y la matanza de inocentes.

¿Los militares, que se enfrentaron al terrorismo, son salvadores de la patria?

No, el concepto de salvadores de la patria es un concepto amplio, que se presta a malentendidos. Los militares que lucharon contra el terrorismo cumplieron las órdenes emanadas del poder político, que se amparaba en un orden legal. Los militares sirven al estado. Quienes lucharon contra el terrorismo deben ser reconocidos por ello, pero eso no implica una superioridad moral de su parte, ni tampoco implica que tengan el monopolio de la discusión cuando se habla de la lucha antiterrorista.

¿Fueron válido el comportamiento militar y el comportamiento jurídico del Estado en la lucha contra el terrorismo?

Desde el orden jurídico, los actos en combate son válidos, pero no las ejecuciones extra – judiciales ni los procesos jurídicos, que vulneraron los derechos humanos de los terroristas; es por ello, que luego de la caída del  fujimorismo, se iniciaron una serie de procesos contra el Estado peruano, por parte de familiares de terroristas, para que se vean amparados sus derechos, de acuerdo al orden legal vigente.

Pero, otra vez, aquí no hablamos de lo jurídico, sino de lo moral. Desde el plano de moral habría que comprender la dinámica de la lucha antiterrorista. Si los militares luchaban una guerra, por mandato del orden jurídico ¿Tenían que tratar con humanidad a sus enemigos? Y sobre eso, otra pregunta más específica: Si los militares ya tenían controlada una parcela de lucha ¿Era válido que utilicen el terror contra terroristas y sus familiares desarmados? La respuesta es compleja, pero se puede avanzar: sería un despropósito juzgar las dinámicas y las estrategias militares en el mismo campo de batalla, al fragor de la guerra; pero es condenable todo acto contra individuos desarmados y sus familias.

¿Estamos enfeudados moralmente a los militares?

No. Los ciudadanos no tienen una deuda moral con los militares, eso implica otorgarle una superioridad moral a los militares, con lo cual se extendería una jerarquía de valores hacia lo sociedad: los militares en la cúspide y los civiles abajo. Un despropósito. Eso no implica dejar de reconocer la entrega y el cumplimiento de servicios de los militares que lucharon contra el terrorismo, pero no se puede pasar del reconocimiento y del respeto a la idolatría o a la idea de una superioridad.

Más aún, contemporáneamente existe una narrativa política que arroga los pergaminos de la lucha antisubversiva a los ex – altos mandos de la lucha antisubversiva y a otros mandos militares, que no tuvieron una participación directa en la época del terrorismo; cuando fue la tropa, es decir los militares de bajo rango, quienes sufrieron los estragos de la batalla. Y estos militares de tropa siguen siendo ninguneados, no reconocidos e invisibilizados, cuando se habla de la lucha antiterrorista.

¿Un patriota debe negar los derechos humanos de los terroristas?

Un patriota es alguien que ama a su país. Amar al país no implica odiar a los terroristas, estos sentimientos pueden unirse y también ir por cuerdas separadas. Habrá quienes odien a los terroristas y quieran a su país y habrá quienes crean en una reconciliación y amen a su país. Pero no se puede amar al país si se está de acuerdo con el empleo del crimen para subvertir el orden social. Tampoco se puede amar al país si se considera que quien desea cambiar el orden existente, usando las vías democráticas, debe ser reprimido violentamente.

¿Por qué son necesarias estas preguntas?

Por una cuestión de honestidad moral. En estos tiempos no vivimos una guerra interna pero sí existe mucho debate en torno al tema, desde distintas aristas, que encubren los sentimientos, opiniones y valoraciones morales de los individuos. Se usa de mascarada el academicismo, la intelectualidad, la legalidad, o cualquier categoría que pueda dotar de objetividad a los sentimientos y las filias internas.

Y es que desde los feudos locales, están los que han tenido y tienen contacto con ex – terroristas, los que conocen o tienen amistad con terroristas redomados, los que han tenido familiares que se enrolaron a las filas del terrorismo, los que, en el fondo, admiran la mística que utilizaron los terroristas, los que creen que fue una gesta heroica intentar subvertir el orden social, los que han hecho docencia analizando el fenómeno de la lucha armada, los que trabajan en instituciones que defienden el debido proceso, etc. ¿Todo esto es delito? No. Pero deberían ser sinceros y decir: yo provengo de aquí, yo tengo amistad con este y con aquél, yo creo en esto y en aquello, esta es mi postura moral.

Y desde otros planos, están también los familiares de los militares que lucharon contra el terrorismo, los militares que se enfrentaron a los terroristas, los que tienen filia por las botas y la represión, los que avalan el orden social injusto y terruquean a todo aquel que utiliza la democracia para cambiar el estado de cosas, los que se benefician con los mecanismos del sistema y no quieren que nada cambie, etc. ¿Todo eso delito? No. Pero deberían, en un ejercicio de honestidad, decir yo provengo de aquí, creo en esto y aquello, estos son mis valores.

Esta visibilización necesaria de las filias internas de quienes opinan sobre el fenómeno terrorista, no implica en ningún caso un aval para el mapeo y el fichamiento. Porque, como es evidente, aunque sean de bandos contrarios, todos estos individuos se conocen bien entre sí.

No sólo se conocen, se huelen, se leen, se odian íntimamente.

Los represores y amantes de las botas conocen a los filosenderistas: los siguen, los mapean, están pendientes de ellos. Y los filosenderistas hacen lo mismo: conocen a los represores y a los terruqueros: los siguen, están pendientes de ellos, los evocan. Esta visibilización no es, pues, para el contrario: entre ellos se conocen hasta la sombra. La visibilización tiene que orientarse hacia el gran público, hacia la ciudadanía, hacia aquellos que no conocen ni a uno ni a otro, pero sí los escuchan discutir, debatir y querellarse. Hacia ellos debería dirigirse este ejercicio de honestidad intelectual, para que el ciudadano, completamente informado, de quien enuncia algo y porqué, decida, con toda la información disponible, qué postura toma frente a este contexto.

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Nubes Flotantes (Ukigumo, 1955)

Lee la columna de Rodolfo Acevedo Palomino

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Nubes Flotantes (1955) de Mikio Naruse (Yotsuya, 1905 – Tokio, Japón, 1969), narra el proceso amoroso que viven Yukiko y Tomioka, desde que se conocen durante la II Guerra Mundial, trabajando en la Indochina francesa, hasta el final de su tortuosa relación, varios años después, en el Japón de posguerra. Es el encuentro entre dos seres que huyen de sus intolerables existencias: Yukiko trata de reponerse de la violación que sufrió del hermano de su cuñado –un tipo sin escrúpulos que en la posguerra se dedicará a la estafa en un falso templo de sanación-, mientras que Tomioka, hastiado de la enfermedad de su esposa, se refugia, lo más lejos posible, en su trabajo de guarda forestal y en una serie de relaciones pasajeras que no le generan vínculos importantes. (La excepción será Yukiko).

La relación que empieza como un amorío circunstancial, va desarrollándose a lo largo de la película como un proceso que intenta recomenzar una y otra vez, para derrumbarse en cada nueva oportunidad. La historia de los dos amantes que buscan -una con más ahínco que el otro-, volver a encontrar ese momento idílico en el que aparentemente “fueron felices”, nos remite además al esfuerzo de los protagonistas por tratar de encajar, cada uno por su lado, en un país que no ofrecía muchas oportunidades, tanto en lo afectivo, como en lo económico. El drama que transcurre en el proceso de reconstrucción japonés, retrata ese clima social al mostrar a sus personajes caminando por calles atestadas de gente buscando sustento, por los destartalados mercados populares, o por las barriadas con sus endebles viviendas. (Ese contexto material en crisis, aparece también en los paseos y conversaciones de la pareja por zonas despobladas en las afueras de la ciudad. Las ruinas y el vacío que allí se ven, acompañan el andar melancólico y expectante de los protagonistas).

A partir de una narración concisa y el uso extensivo de la elipsis, Naruse enfatiza en las contrastantes situaciones individuales de la pareja. Una cierta “estabilidad” se lee y ve en Tomioka, la esposa y su familia representan un lugar al que siempre puede regresar, las reglas sociales facultan esa clase de tratos. Yukiko en cambio, desvinculada de su familia –salvo por el hermano de su cuñado que la acecha-, transita sola por una serie de empleos y algún amante ocasional para sostenerse.  (Incluso volverá por un tiempo con su violador, quien le ofrecerá casa y algunos lujos. Aunque finalmente lo dejará, robándole el dinero de sus estafas en el templo del sol). Naruse imprime un aire trágico a su figura femenina, al mismo tiempo que expresa valores como la integridad y la constancia. Yukiko atravesará un país que aún no ha reconocido sus derechos de igualdad, y hará lo que pueda para mantenerse, con ciertos límites, y volverá recurrentemente a Tomioka para intentar reconstruir algo de ese amor que vivió durante la guerra. Pero esa creencia en la posibilidad de llegar a construir un futuro con Tomioka, se estrella constantemente en la indiferencia de él, en su apatía y en su búsqueda intrascendente de nuevas amantes.

La cámara pone mucho énfasis en los comportamientos, en los detalles de los personajes, en sus fallos y virtudes. (Con planos cortos concatenados con tremenda fluidez). No hay gestos “grandilocuentes” o desesperados arrebatos. En algunos casos, las lágrimas y los reproches, por ejemplo, se diluyen en la asunción de un contexto difícil, en donde lo importante es sobrevivir. Y las miserias son parte del paisaje asumido, aunque no justificado. (Los personajes pueden vengarse, como Yukiko). Las interacciones entre la pareja revelan las debilidades de una relación amorosa que se alarga –con sus promesas-, revelando, lo vemos en las secuencias de sus reuniones cargadas de alcohol, cierta incapacidad, cierto suelo frágil sobre el que construyen sus esperanzas. (En particular ella). 

Tanto Yukiko como Tomioka tratan de recomponer una relación amorosa que parece haberse quedado en el espacio y tiempo de la guerra. Sus intentos, en paralelo por encontrar un sentido a sus vidas y un “lugar” en el Japón de la época, se deshacen por distintas circunstancias. Algo asola los destinos de la pareja. Quizás sean ellos mismos. El último acto  lo constituirá el viaje de Tomioka a una isla lejana, para volver a ejercer un trabajo de guarda forestal. Allí irá con Yukiko, en un intento final por re-unirse. La muerte de ella producto de una enfermedad, cerrara el círculo y su historia definitivamente.

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La nueva ola de la nostalgia desde New York: Erni Lu reversiona ‘Despídete con un beso’

Lee la columna de Renzo Lobato

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En la urdimbre de la nostalgia, la música peruana siempre ha tejido un hilo dorado de recuerdos y emociones. Erni Lu, con su sencillo ‘Despídete con un beso’, no solo retoma este legado, sino que lo reinventa, añadiendo un condimento nostálgico a una pieza ya impregnada en la memoria colectiva latinoamericana.

Desde las vibrantes calles de Nueva York, Erni aparece como un puente entre generaciones y geografías. Su versión de ‘Despídete con un beso’, original del ícono chileno Buddy Richard, es un homenaje y a la vez una reinvención. Con la ciudad como telón de fondo, Erni Lu infunde nueva vida a la Nueva Ola, llevando la esencia de Lima a la gran manzana.

Escucha la versión original:

La trayectoria de Erni Lu es un mosaico de influencias y colaboraciones. Su participación en proyectos como Paracutá y su rol como guitarrista de La Mecánica Popular son solo el preludio de una carrera que promete ser tan diversa como su música. Junto a su esposa, Jeanne Montalvo, ha producido temas que resuenan con fuerza en el panorama musical actual.

‘Siempre’, su disco debut, trae consigo colaboraciones con artistas como Renee Goust, Audry Funk y Nicolás Duarte, el álbum es un crisol de culturas y sonidos que define el espíritu de Erni Lu: siempre innovador, siempre resonante.

La música de Erni Lu es un diálogo entre lo clásico y lo contemporáneo. Percusión latina, guitarras wah-wah y arreglos vocales exquisitos son la firma de un artista que no teme explorar y expandir los límites de la música. Su versión de ‘Despídete con un beso’ es una obra cinematográfica que captura la esencia de un clásico y la proyecta hacia el futuro.

La conexión personal de Erni Lu con ‘Despídete con un beso’ es palpable. La letra, que resonó con él durante sus primeros meses en Nueva York, se convierte en un reflejo de su propia experiencia. Esta canción no necesitaba ser escrita; necesitaba ser sentida y vivida a través de la interpretación de Erni Lu.

La decisión de grabar el sencillo surgió de un momento mágico en el Lincoln Center, donde la respuesta del público fue inmediata y abrumadora. Con la colaboración de su esposa y el talento de Ramera Abraham, galardonada como Productora Vocal del Año 2023, ‘Despídete con un beso’ se transformó en una experiencia sonora única.

Erni Lu nos ofrece un viaje a través del tiempo y el espacio con ‘Despídete con un beso’. La fusión de neo-disco con toques latinos y un final en bolero es un tributo a su evolución artística. Este sencillo es más que una canción; es la historia de un peruano que lleva la música de su tierra a cada rincón del mundo.

Escúchala:

Más música:

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India song, de Marguerite Duras (1975)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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La superficie es la primera capa del abismo… El juego, sublime (debo decir: experimento, de necesidad absoluta) de sonidos, música, imagen, voces, cantos, gritos, alaridos ¿adónde va? No sé si sea posible responder. A mí me produce fascinación esa (aunque para algunos no lo sea) ‘unidad de lo múltiple’ donde lo cotidiano y el misterio parecen la misma cosa (y creo que lo son, la película permite apreciarlos así, eso la hace paradójicamente ‘más natural’, pues lo que sentimos como artificial no es para nada gratuito), esa multiplicidad de tiempos y espacios compactados o estirados cruzándose y tensándose y entretejiéndose conviviendo como una alucinante escritura en/sobre la propia imagen. La disyunción de lo que vemos y oímos es fundamental. Es la película misma.

¿En dónde estoy? ¿A quiénes veo, qué hacen, quiénes son? Preguntas que pueden ser respondidas, sin duda, pero que no agotan ni explican ni lo alucinante ni la fascinación. Admiro esa conversión de la pérdida en, una discutible y problemática, pero, en fin, unidad, esa interacción (¿se acuerdan de Robe-Grillet, se acuerdan de Resnais, de Egoyan?) de fragmentos de memorias como un elegante frankenstein con piezas ensambladas de distintos mundos, que nos componen a todos, porque no es solo la estructura de una película lo que estamos viendo… ¿En algún momento creyeron eso? Este es ‘el más allá’ adonde iba la película.

A la luz del no-entendimiento (condición para entender) o de la ocultación relativa del juego estructural, la evidencia sensorial, es decir, la mostración concreta de un mundo determinado y ambiguo, se impone. Se trata de sentir, de no oponer resistencia, hay que ‘dejarse llevar’. O me dirás que antes que la narración no estaba primero la sensación. ¿Y si narro partiendo de la sensación? ¿Y si la sensación es justamente la materia a narrar? Sentir antes que entender, sentir para entender.  Más de uno podría pensar que es una película muy intelectual pero su punto de partida y su hilo conductor es todo lo contrario, un puro sentimiento que se despliega, eso sí, con un cierto grado de complejidad. En una película, a la vez, tan muda, tan musical, y tan profusamente hablada.

¿Cuántas voces hay en tu cabeza, las reconoces, sabes de dónde provienen, si son realmente tuyas, y qué te dicen? ¿Las puedes escuchar?

Película

(Columna publicada en Diario UNNO)

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“Día del libro” con los libreros de Amazonas

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Este martes 23 de abril se celebrará el “Día Mundial del Libro” y para esto la Asociación Cámara Popular de Libreros (ACPL) ha previsto una serie de actividades artísticas y culturales en coordinación con la Municipalidad Metropolitana de Lima.

El secretario de Educación y Cultura de la ACPL, Sergio Montañez Ferrari, informó que el objetivo de esta actividad es fomentar la importancia del libro y la lectura en la comunidad y especialmente como base de la educación de niños y jóvenes.

Detalló que esta jornada se iniciará a las 11 am. con un gran corso artístico cultural por las principales calles del centro histórico de Lima, organizado por la ACPL en coordinación con la Subgerencia de Educación, Cultura, Recreación y Deporte de la MML y el programa “Lima Lee”.

En este certamen habrá un concurso de representación de personajes de la literatura peruana y universal. El pasacalle tendrá como punto de partida la Feria de Libros del Jr. Amazonas con participación de los asociados de la institución. Participarán las bandas de músicos de la MML y del colegio “Andrés A. Cáceres” de Comas. Además, delegaciones de estudiantes de los colegios “Arturo Jiménez Borja”, “San José Artesanos”, I.E. N° 1038 “María Parado de Bellido”, el grupo de danza “Carnaval de Congalla-Huancavelica” de la UNMSM, grupos de zanqueros y batucada juvenil Inmediatamente después, a las 12 del día, se realizará una ceremonia institucional en la Sala Alzedo – Teatro Segura con los representantes de la Municipalidad, el programa “Lima Lee”, así como del Fondo de Cultura Económica, la Casa de la Literatura Peruana (CASLIT), Biblioteca Nacional del Perú (BNP) y Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Allí se realizará la premiación del concurso de personajes literarios.

CONVERSATORIO SOBRE EL LIBRO

A las 3 pm se desarrollará el conversatorio “El libro y el fomento a la lectura” en la Biblioteca Comunitaria de la ACPL en la Feria de Libros del Jr. Amazonas. Los expositores serán el director del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas de la BNP, Alex Alejandro Vargas; el docente y promotor cultural, Paolo Astorga; el profesor José Antonio Mezagil y un representante de la Editorial Fondo de Cultura Económica.

Posteriormente, a las 5 pm tendrá lugar el “Libro visitante” con participación de una delegación de la Casa de la Literatura, quienes presentarán su producción y una dinámica artística cultural.

Finalmente, a las 6 pm se presentará la danza “Tunantada” del Barrio Centro La Juve de Muquauyo como parte de la ceremonia clausura, brindis de honor y compartir, dirigida por el presidente de la ACPL, Pedro Vicente Cruzado.

Como se sabe, el “Día Mundial del Libro es una conmemoración promovida por Unesco y celebrada cada 23 de abril en más de cien países para fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual y los derechos de autor. Es un día simbólico para la literatura mundial, ya que ese día, en 1616, fallecieron los escritores Miguel de Cervantes, Inca Garcilaso de la Vega y William Shakespeare.

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Obrismo versus fujimorismo: repensando el Perú del siglo XXI

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

El Partido Cívico OBRAS (PCO) nació primero que el fujimorismo bajo el formato de un movimiento independiente fundado por Ricardo Belmont Cassinelli el 8 de julio de 1989.

Cuatro meses después, Ricardo Belmont ganaría las elecciones municipales de la ciudad capital del Perú, iniciando funciones el 1 de enero de 1990.  Igualmente, por ese tiempo, aparecería Cambio 90, ocurriendo que cuatro meses después Alberto Fujimori derrote a Mario Vargas Llosa pasando a ocupar la presidencia de la República.

No obstante, el primer outsider de nuestro país -y en buena parte de América Latina- es Ricardo, y sobre la base de esa plantilla de un ciudadano independiente metido en la política, Fujimori supo capitalizar ese contexto político-electoral y repitió la fotografía del outsider Belmont.

Recordemos que Ricardo les ganó a las fuerzas partidarias más grandes y tradicionales de entonces, e incluso al poderoso FREDEMO, conformado por el Movimiento Libertad de Mario Vargas Llosa, a Acción Popular de Belaunde y al PPC de Bedoya. Es decir, el candidato de apellido Inchaustegui fue aplastado por el Movimiento OBRAS.

Eran otros tiempos, sin Odebrecht ni caviares, al menos frente a las grandes obras realizadas para la ciudad de Lima. El caso concreto es que Belmont fue reelegido sin problemas en noviembre de 1992, reeditando una gestión exitosa el 1 de enero de 1993, pero las zancadillas políticas no faltaron, ya que para entonces Fujimori estaba en el gobierno y con más poder que el normal dado su golpe del 5 de abril de 1992.

Además, se acercaba 1995, por lo que Vladimiro Montesinos empezó a corromper todo para que Fujimori no perdiera la reelección. Incluso dictaron un decreto para quitarle las rentas a la Municipalidad de Lima y movieron todo el aparato estatal para inclinar la cancha a su favor. Para entonces ya el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) había sido transformado por la Carta Política que nació del CCD, consagrando para las justas electorales a la ONPE y el RENIEC.

De manera que hoy, treinta años después, en la práctica las dos fuerzas políticas mayores y populares para las elecciones del 2025 o 2026, según dure Dina Boluarte en la casa de Pizarro, son el Partido Cívico OBRAS y el fujimorismo; y esto a la luz del continuo desmejoramiento de otros partidos políticos antiguos como el PAP, AP y el PPC.

El caso es que las demás tiendas políticas solo son clubes electorales o vulgares vientres de alquiler donde los tránsfugas pululan en medio de un pobrísimo nivel de debate y de propuesta. Precisamente por eso el OBRISMO y el fujimorismo deben repensar el Perú seriamente de cara al caos que se vive, a la inseguridad ciudadana que se agrava y a la corrupción que se generaliza.

No pueden ser dos organizaciones políticas más dentro del montón y ya mismo deberían de empezar a construir partido sólidos y sostenibles en el tiempo, corrigiendo taras y dotando a sus propuesta de basamento filosófico e ideología consistentes, con madurez política, y por qué no hasta propender para el mediano plazo a establecer en el país no más de tres o cuatro fuerzas políticas, para no imitar experiencias lejanas como la identidad e idiosincrasia sajonas, que tienen en el bipartidismo una fortaleza democrática-electoral.

El Perú ya tiene bastante con expresidentes procesados por corrupción como Toledo, Humala, PPK, Pedro Castillo o Dina Boluarte. De modo que, en manos de la alta política está la solución y por ahí deberían de conducirse el OBRISMO y el fujimorismo, convocando a los mejores para construir una clase política y dirigente de cara a los tres cuartos de siglo que quedan y eso se logra con madurez, pedagogía, sentido común y amor al Perú.

A contrapelo, el elector no debe votar por votar. Por eso resulta positivo que Ricardo se haya preocupado de dotar a su organización de una filosofía política, la espartana y estoica, así como en el plano del fundamento histórico de su movimiento esta la revaloración de nuestros mayores y de nuestros héroes republicanos.

Por su parte el fujimorismo, que nació a la palestra tras el golpe del 5 de abril de 1992, todavía manifiesta vacíos y deficiencias ideológicas, y debe dejar de ser reactivo. Es decir, debe salir de su aparición a la vida peruana como una simple reacción pragmática al terrorismo, porque hoy por hoy las naciones necesitan conductores y líderes proactivos.

Por último, la musa de la historia, Clío, tiene caprichos curiosos y podría darse el caso de que en las próximas elecciones se enfrenten dos movimientos populares de finales del siglo pasado, una suerte de revancha al proceso electoral de 1995, entonces viciado por el factor corruptor de Vladimiro Montesinos, uno de los principales culpables de haber generalizado la destrucción de la vida peruana.

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CONGRESISTAS PIRATAS

Lee la columna de Edwin Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

Estas perlas negras de los congresistas piratas, que cada semana nos enteramos por la prensa, no hace más que confirmar, que ni los electores fuimos prolijos en su elección y que mucho menos los elegidos, en muchos casos, con ayuda financiera de economías ilegales, estaban prestos para dar la talla, por el fortalecimiento de la democracia.

Estos congresistas piratas – hay un mínimo minimorum de excepciones-; arribaron para saquear el erario nacional a diestra y siniestra, con seducciones y violaciones políticas, evitando en contubernio de supervivencia que el barco se hunda o encalle antes del 2026, que es adonde han dirigido el norte de su brújula.

Entre ellos se blindan, tapando sus fechorías y que el loro pirata no hable, sin que la fachada de su “Comisión de Ética” funcione y lo más grave de todo, es que pensando en su norte electoral, de seguro veremos a esos piratas, como senadores de la República.

Sólo queda seguir insistiendo desde la prensa libre, con una campaña de sensibilización ciudadana, por forjar democracia y desarrollo, como dos caras de la misma moneda, impidiendo que estos piratas u otros, asalten el barco de la democracia peruana.

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El Perú, frente a los podridos

Lee la columna de Tino Santander Joo

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Por Tino Santander Joo

El Perú nace administrativamente con la conquista española y tiene como antecedente el Tahuantinsuyo. El virreinato fue el inicio del mestizaje y del pacto entre curacas y encomenderos para enriquecerse robándole al rey el impuesto del quinto real. Los primeros querían reconstruir los viejos reinos y señoríos que precedieron al incario y los españoles querían hacerse nobles y ricos. La independencia no emancipó ni al mestizo, ni al indígena; fue la libertad de los criollos que se convirtieron en clase dominante.

La clase dominante se convirtió en una plutocracia corrupta que puso al Estado al servicio de sus intereses. El militarismo resguardó los intereses plutocráticos. La plutocracia se enriqueció con el caucho, el guano y la mano de obra barata del campo y la ciudad. Sin embargo, el ideal de “justicia social” cruzo el atlántico y llegaron las ideas anarquistas y el marxismo. El movimiento popular las hizo suyas y las ideas se trataron de imponer a la realidad.

El movimiento popular ansioso de libertad creía que el socialismo lo podíamos construir en pocos años. La revolución mexicana, la soviética, y posteriormente la China, promovieron en el tercer mundo la fantasía ideológica frente a la realidad. Queríamos colectivizar los medios de producción sin tener fábricas, queríamos ingenuamente crear riqueza sin capital, ni infraestructura. NO habíamos leído bien el capital de Marx, ni comprendido el proceso de acumulación capitalista.

La revolución era un sentimiento, una ideología, un mito que se imponía sobre la razón; así empezamos a luchar por los derechos sociales olvidando nuestros deberes. Entramos en la lógica de los podridos que utilizaban la ley para imponer sus intereses. Los derechos laborales, las luchas por infraestructura básica; los presupuestos locales y regionales se convirtieron en un negocio. Millones de peruanos se refugiaron en el crimen organizado que lava dinero del narcotráfico y de la minería ilegal, el contrabando, la tala ilegal de árboles; todo ello con la participación del oligopolio bancario. El viejo pacto virreinal esta más fuerte que nunca.

Los gremios empresariales han coaptado a las centrales sindicales, incluso, marchan juntos “por la seguridad ciudadana”; conviven en saraos y seminarios sobre “la gobernabilidad democrática”. La prensa tradicional resalta el espectáculo y la noticia policial. Todo esto bajo la hegemonía política del fujimorismo. Los podridos de izquierda y de derecha supuestamente antitéticos se disputan el poder para enriquecerse.

Ante esta dramática realidad varios colectivos sociales se han reunido y han aprobado un programa para el debate que resumimos:  1) pacto político para que la gran minería financie la infraestructura agraria, educativa, y de salud; 2) democratizar el crédito y acabar con el oligopolio bancario a través de la competencia  financiera; para lograr este objetivo hay que cambiar la ley de bancos y modificar la SBS; 3) políticas públicas para derrotar al crimen organizado y la corrupción política; 4) reforma del proceso de regionalización y los gobiernos locales; 5) construir la red ferroviaria que una toda la costa, los andes y la amazonia; 6) agua y desagüe para las diez millones de familias que carecen de este servicio; 7) construcción de viviendas populares dignas y no las ratoneras de los gobiernos neoliberales; 8) reforma integral del poder judicial hecha por la comunidad jurídica para evitar su politización.

Los colectivos promueven la insurgencia democrática que expulse a los podridos del poder. No habrá transformación con contubernios electorales, ni pactos con los gremios empresariales, ni sindicales vendidos al sistema, ni con los partidos políticos tradicionales. No hay marcha atrás. Ha llegado la hora de la gran revolución social. 

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Opinión

18 años sin Fabián Bielinsky

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Han pasado 18 años desde la muerte del cineasta argentino Fabián Bielinsky, recuerdo claramente que gocé con su película titulada “Nueve Reinas”, que se proyectó en el 5to Festival Latinoamericano de Cine de Lima. “Nueve Reinas” era un guion que Bielinsky había trabajado durante 15 años, un guion que ya había sido presentado en otros concursos pero que extrañamente pasó desapercibido.

Luego de un año apareció otro concurso de guiones en Buenos Aires, un amigo cercano le cuenta a Bielinsky que participara, y le dice: “por qué no te presentas”. Bielinsky respondió: “no, ya lo presenté el año pasado y creo que ni siquiera lo leyeron”. Su amigo que trabajaba como asistente de dirección le responde: “si me lo permites, ya que presento el mío, voy a llevar el tuyo”. A lo que Bielinsky le dice: “bueno, haz lo que quieras”.

Así comenzaría el reconocimiento a uno de los grandes directores del cine argentino. Con su película “Nueva Reinas” ganó 21 premios en diferentes festivales a nivel mundial. Bielinsky decía que “La película es una especie de gran salto de comunicación con el espectador. A mí me interesa el cine, a mí lo que más me interesa —por sobre todos los conceptos temáticos que uno maneja— es el cine. Y explorar las herramientas y usarlas, y disfrutar y encontrar el placer y la belleza de lo estrictamente cinematográfico”.

Entre los trabajos que realizaba también se encontraba la publicidad. Es así que luego de participar en los premios Cóndor de Plata donde ganó seis estatuillas por su película “El Aura”, aparece un viaje a Brasil para realizar un casting para filmar una publicidad. Se hospedó en el hotel Marriot de Sao Paulo. Esa noche la pasó en silencio, sin llamadas y sin pedir nada, curioso detalle, que al día siguiente 28 de junio de 2006, se convertía en el día de la muerte de Fabián Bielinsky.

Ese oscuro día, para ingresar a su habitación el personal del hotel tuvo que derribar la puerta, luego de unos golpes, pudieron ver el cuerpo de Bielinsky sumergido en un profundo sueño; estaba muerto. La cortina de su habitación salía por la ventana acariciada por el tibio viento que apuntaba en dirección a su país, a su Argentina.

Bielinsly dejó una esposa viuda, un hijo de 11 años y dos joyas cinematográficas en el cine argentino.

(Columna publicada en Diario UNO)

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