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LA VOZ EN OFF, DE MANUEL VILLANUEVA

El poeta que se suicidó por una reseña de Marco Aurelio Denegri
Conocí a Manuel Meza a inicios de la década de 1990. Era un flaco, larguirucho, con algunas pecas y el cabello ensortijado; solía estar acompañado de su viejo amigo, el poeta Percy Hinostroza, con quien formaba una mancuerna litigiosa y bastante controversial cuando se trataba de disquisiciones, charlas o reuniones catárticas.
Fue así como empezamos nuestra amistad en el local del Museo de Arte, en una de las clases del profesor Baldeón, que se atareaba en enseñar las técnicas del subverso, la cultura helenística y el bermaniano “todo lo sólido se desvanece en el aire” a un grupo de bardos que encabezaba la musa utópica Milenka O’Brien.
Fui yo quien los invitó a formar parte de una asociación de poetas que funcionaba dentro de la desparecida ANEA, un grupo de intelectuales, pintores y amantes de las letras que editábamos la revista Aedosmil (AE2000), único órgano de difusión y propaganda de la Asociación de Poetas Dos Mil –esa era la única esperanza en aquella época: llegar como sea al segundo milenio– y de la cual llegué a ser su presidente en 1991. Mientras tanto, el poeta Manuel Meza –al que, en ese tiempo, llamábamos así y que, luego, por un asunto personal, devendría en Manuel Villanueva– solo vivía para escribir. Alguna vez me pasó sus textos para que los leyera y le diera mi opinión. Su lírica era bastante delicada, y sus versos y él mismo buscaban, anhelaban la perfección apolínea.
Alguna vez trabajamos juntos por unos días en la casa de un amigo que tenía una computadora 286, en la que teníamos que turnarnos para escribir, digitar por primera vez nuestros poemas en una CPU. La meticulosidad de Manuel lo hacía rodearse de libros de consulta, diccionarios, tratados, vademécums, y siempre se mostraba temeroso ante cualquier posible error o duda. Recuerdo que, después de patalear en el teclado y en sus, entonces, raros botones, leíamos, unos a otros, los primeros poemas cibernéticos. Pero Manuel insistía en la corrección y dudaba de la sugerencia que la máquina hacía sobre las palabras mal escritas: “La poesía viene del espíritu, y el espíritu es quien escribe nuestros textos. Hay que dudar de la máquina y hay que dudar de nosotros. Hay que dudar de todo”.
Quizás, por ello, se tardó muchos años en publicar su primer libro: Voz en off, que vio la luz recién en 2003 por la editorial Tránsito, a cargo de los escritores Julio Fabián y Claudio Ogosi, la misma que vino con un exordio del académico Marco Martos: “[…] solo un intenso amor por la palabra, solo una dedicación sin desmayos puede dar un fruto temprano y ya maduro como Voz en off, hermoso conjunto, del que se puede decir al bondadoso lector, como lo hizo Carlos Oquendo de Amat: abra el libro como quien pela una fruta”. Y es que Martos daba en el clavo con la primera expresión, pero el fruto no era temprano, era una planta con raíces, hojas y flores que le brindaba cierto camuflaje al autor; de ahí el título y los versos que arrancan con “Sí, a veces me he sentido una sombra/que persigue su cuerpo, su momento y su/camino…”, y la ausencia de datos del autor en la contratapa, solo esas palabras justas y a la medida de la austriaca Ingeborg Bachmann y que, por cierto –he ahí un guiño de atmósfera citadina–, había usado C. Rengifo en su cuentario urbanófobo Criaturas de la sombra: “Los datos personales siempre son aquellos que menos tienen que ver con uno mismo”.
Nuestra amistad en la desaparecida ANEA se incrementaba por los libros que intercambiábamos o recomendábamos unos a otros. Todos los viernes eran las reuniones en el viejo cafetín del fondo a la derecha en el jirón Puno 421 del Centro de Lima. Entonces, más de treinta poetas, narradores, pintores, filósofos, sofistas, etc., compartíamos una mesa larga como la de un buffet. Entre los comensales, estaban los jovencísimos Julio Aponte, Apu Runco, Juan Benavente, Ángel Izquierdo Duclós, Retamozo, César Días, Alfredo Cárdenas, Víctor Bradio, etc., y los pintores Galagarza, Theo, Ackerman, etc. El poeta Meza era tímido, en público solo hablaba lo necesario, pero, cuando se trataba de opinar sobre poesía, no dudaba en dar su crítica, siempre fraterna y aguda cuando el caso lo exigía.
Un tiempo se organizaron recitales internos, y todos escuchábamos la lectura de poemas como si fuera un mensaje presidencial o psicofonías de algún personaje famoso. Pero Manuel Meza siempre optaba por la autoexigencia y no se permitía errar en sus versos y mucho menos en alguna opinión que se intersecase con la poesía. Recuerdo que, cierta vez, cuando organizamos una exposición de poesía visual en la galería Pancho Fierro, el poeta inventó ciertas triquiñuelas para leer su texto vedado, para lo cual había que apertrecharse de un espejo y, mirando de espaldas, en ciertos grados longitudinales, el poema se manifestaba en su verdadera expresión. Y es que siempre estaba buscando nuevas formas de expresarse, nuevas formas de entender la poesía, su poesía. Las exposiciones que se hicieron luego en la galería El Túnel, en la UNI, en 1992, y las de la misma ANEA tuvieron cierta acogida, no fueron cantos en el desierto –como se pensaba en los cenáculos de entonces–, e incluso varios diarios, como La República o El Comercio, venciendo sus diletancias, hicieron reportajes y notas informativas en los que destacaban el trabajo que unía la poesía con las artes plásticas y la música de aquel grupo de rapsodas, que, con el tiempo, irían tomando diversos rumbos.
Un día los Aedosmil decidieron que era tiempo de salir a pregonar los poemas en la calle, declamar los textos en La Parada, “a voz en cuello”, como decía el vate y librero Ángel Izquierdo Duclós; o ir de campamento a la playa solo y exclusivamente a escribir y leer poesía e intentar vivir como poetas aunque sea una semana. Fueron días felices para Manuel, quien no se perdía ninguna de estas salidas, que no eran planificadas al milímetro, sino que sucedían casi espontáneamente; por eso, la vez que estuvimos en Trapiche, ese pueblito que queda rumbo a Santa Rosa de Quives, tuvimos que dormir pegados unos a otros, porque nadie había llevado una carpa o una bolsa de dormir y la gélida noche nos agarró con lo que teníamos puesto; pero fácil hubiera sido regresarnos y perder esa hermosa Luna que empezaba a relumbrar en nuestras cabezas. Además, yo los alenté diciendo que el mejor hotel del mundo, el hotel de mil millones de estrellas era ese, el que se nos presentaba al aire libre y el que había que disfrutar solo con nuestras ropas puestas, leyendo poesía, inventando versos, cantando canciones, conversando del Conde de Maldoror, de Bretón o de los Black Mountain, de los surrealistas, los nadaístas, los situacionistas, la beat generation, los herméticos, etc.
Manuel reía y bailaba sobre los peñascos; escribía versos en la arena; le declamaba poemas a las olas, a los peces, nereidas o monstruos marinos. Por ratos se quedaba contemplando el horizonte. Su mirada se perdía en la inmensidad. El parnaso, la verdadera patria de los poetas, estaba muy lejos, pero tenía que seguir a pie y sin zapatos; el camino sería largo, tedioso y lleno de cambrones, pero la recompensa sería mayor.
La poesía valía la pena, y tendría que intentarlo aunque sea una vez. Era una de sus metas. Me lo dijo una noche mirando cómo se mecían unos barcos en altamar, una noche de esas en que uno habla dormido o duerme hablando: “Ybarra, querido amigo, no sirvo para nada más que para escribir versos, no sé si estará mal esto, lo siento por mi familia, pero es lo único que sé hacer bien o creo hacer bien. ¿Sabes lo que significa eso? Tengo que publicar mi primer libro de poesía”.
Cuando la ANEA perdió su local por un juicio con la Municipalidad de Lima y la Beneficencia, Manuel recaló junto a todos los sobrevivientes y náufragos del barco hundido –o secuestrado– en el jirón Quilca, en lo que, en ese tiempo, se denominaba “Bar Las Rejas”, en el Queirolo, o en los altos de don Lucho, más conocido como “La Rockola”, donde continuaban las reuniones como si fuera nuestro propio espacio. Incluso se pasaba lista, se firmaba un acta, y la lectura de poemas no dejaba de hacerse por ningún motivo. Los brindis y las conversaciones se alargaban hasta la madrugada. No obstante, el poeta no se sentía a gusto, había algo que no terminaba por convencerlo: lo dionisiaco no era lo suyo, el poeta no se sentía parte de. Algo dentro de él lo hacía irse temprano, alejarse del grupo, extraviarse en la noche.
Fue entonces que empezó a retraerse, ya no salía de casa, no le interesaba mucho el mundo. Los estados de depresión lo empezaron a asaltar en todo momento. Muchos años después, nos enteramos, por sus propios familiares, de que Manuel tenía cuadros severos de melancolía y angustia y de que se encerraba en su cuarto días de días para hacer la vida de un asceta o ermitaño; quería que lo dejaran solo. Sus familiares cercanos lo ayudaban, lo sosegaban, pero lo que tenía Manuel era una tristeza del mundo que se había hecho carne y uña con la poesía. Y solo la poesía lo podía regresar a la realidad. Él lo sabía, pero parece que nadie más.
Tarde nos enteramos de que Manuel ya había intentado varias veces quitarse la vida y, por cuestiones fortuitas –o porque “no era su hora”, según reparó una de sus hermanas–, lo habían auxiliado, y el susto no había pasado a más de un par de muñecas cortadas, ambulancias, el hospital y luego pastillas para la depresión: Frisium, Valium, Fluoxetina, para sentirse bien, y mucha atención de los que le rodeaban y, cómo no, de sus amigos. Aun así, esa gran ancla o palanca de la poesía seguía anidando en su espíritu, y Manuel le tenía mucho respeto, mucho amor; quizás por eso trató de alguna manera de alejarse, de comportarse y ser una persona normal, sin nada literario que decir y quizás con mucho que hacer. “Lo manual le podía ayudar a entender lo espiritual”, manifestó alguna vez, moviendo la cabeza como si fuera una verdad incondicional que tuviera que aceptar sin mayores reclamos.
Un día lo visité en su casa de Canto Grande, junto con el economista Javier Parra y el novelista Carlos Rengifo, y mayúscula fue nuestra extrañeza cuando Manuel, una de las más notables promesas poéticas que había tenido la ANEA-AE2000 en sus última fase, había decidido renunciar a las letras y convertirse en mecánico de carros, siguiendo la profesión de su señor padre. Cuando lo vimos con su overol manchado de grasa, la camisa arremangada rezumando el aceite quemado de mil motores, sentí la misma sensación cuando los canales de televisión mostraron al ajedrecista Julio Granda arando a puño limpio su chacra en Camaná, requintando a este mundo miserere que no podía entender a un iluminado. Ahí estaba Manuel, el que discutía de Hegel, el que podía hablar fluidamente de la poesía de Eliot o Ezra Pound, el que construía poemas con sistemas de relojería y entendía a Leonardo, a Tesla, a Baudrillard, a Todorov, a Roland Barthes y a todos los estructuralistas y posestructuralistas.
Simplemente, se había dejado ganar por el mundo. Había subido un poco de peso y, contradictoriamente a lo que cualquiera de nosotros pudiera pensar, se mostraba feliz. Era el vivo ejemplo del yo es otro rimbaudiano, de la metamorfosis kafkiana, del homus novis de Mariátegui en El alma matinal. Esa tarde comimos y brindamos. Tratamos de no hablar de poesía, tampoco queríamos hablar de fierros y motores Perkins, Cummins o Volvo; conversamos de la vida, un poco de política y del tiempo, que es el tema en el cual todos podemos echarle la culpa de nuestras penas a ese organismo estéril que es el Senamhi y fingir una sonrisa, un “salud” con tintinear de copas rebosantes de vino cuitado. Antes de irnos, Manuel nos confesó que estaba de amores con una linda chica, una Maga morelliana, y, al parecer, el asunto iba para mayores. “Blasfemia”, “profanación” y “anatema”, fueron las palabras que Manuel había establecido para definir su actual situación. No lo dijo ese día, pero se sentía en el ambiente, era tácito, y todos tratamos de ignorarlo.
Por ese entonces, me crucé varias veces con él, abrazado de su musa, acompañándola por las calles de Lima, entrando a un fast food, al cine o a comer algunos bocadillos en ese viejo cafetín republicano que funcionaba al frente del cine Le Paris. No sabíamos si a su Nadja le gustaban las artes o era amante secreta de la poesía. Lo que sí sabíamos era que Manuel, Manuelito –como le decíamos– estaba cada vez más lejos de las letras. Su mundo se había vulgarizado, el amor había echado por la borda todos esos años de trabajo secreto, todas esas amanecidas de lecturas obligadas y de escritura cuasi automática por la poeisis, por todo lo que él consideraba sagrado.
Unos años después, y cuando ya imaginábamos a Manuel como un obeso mecánico apretando las tuercas de una llanta con una llave inglesa o metido para siempre debajo de esos armatostes, manejando tecles y gatas hidráulicas, al lado de una esposa exigente y convencional que le lavaba las ropas y le servía los alimentos, nos dimos con la sorpresa de que nuestro amigo había ingresado a la Universidad San Marcos y asistía puntualmente a las clases del taller de poesía que amable y solícitamente dirigían y dirigen Marco Martos y Hildebrando Pérez Grande. Ahí terminó por perfilar y darle forma a su primer libro: Voz en off, y regresar otra vez al redil.
Una tarde de invierno, por la avenida Colón, cuando salía de un conocido cineclub, me alcanzó su libro y me hizo una rápida dedicatoria. En una revisada a vuelo de pájaro, mientras conversábamos de los viejos tiempos y eludíamos a la masa de estudiantes presurosos que salían de las academias, quedé confundido por no haber incorporado ninguno de los textos que le había leído en las épocas de la ANEA. El nuevo Manuel Villanueva –ese era su nombre ahora– se había encargado de sepultar al antiguo Manuel Meza. Los poemas de Voz en off no eran tan largos, no había retruécanos o vallas ni triquiñuelas que eludir. Todos sus nuevos textos habían sido pasteurizados, homogeneizados y pasado por un control de calidad ISO, que incluía a varios profesores universitarios. Pero, aun así, aun después de publicado su libro, Manuel seguía teniendo serias dudas. Su espíritu inconforme volvía a torturarlo. Recuerdo que, cuando puso el libro en mis manos, me pidió que lo leyera varias veces y le diera mi opinión sincera, que no le perdonara ningún error o falencia, así sea este de carácter de imprenta. Le dije que lo haría, que no se preocupara y que no se dejara llevar por los decires y menos si esos provenían de un “crítico literario” o de algún letrateniente a sueldo fijo. Reímos de esto a carcajadas y nos despedimos en la avenida Wilson con un gran abrazo.
Quizás por esa inseguridad que funcionaba como un autoflagelo, Manuel decidió alcanzarle su texto al polígrafo Marco Aurelio Denegri, a quien veía todos los fines de semana y a quien escribía secretamente al correo que aparecía en la pantalla del televisor, aun cuando nunca recibía respuesta; de repente, escucharle decir alguna palabra celebratoria, algún aliento o venia de aceptación hubiera sido un espaldarazo para él.
Pero pasó lo que tenía que pasar y cierto viernes en la noche, cuando Manuel encendió el viejo televisor, ilusionado por una crítica que lo empujase hacia delante y continuar así el camino trazado, Marco Aurelio cogió el libro, como una mantis religiosa coge a su víctima, y se despachó una de las peores reseñas a un libro de poesía, que terminó por sepultar a gargajos no solo un buen primer texto, sino todo un futuro que podría haber sido brillante.
Manuel entró en crisis, sus amigos cercanos, que sabíamos lo que había pasado, tratábamos de darle aliento. Le dijimos, lo que es verdad, que el señor Denegri no es ninguna autoridad en poesía, que no entiende las metáforas, que no sabe nada de imágenes ni de figuras literarias y que quiere aplicar un racionalismo cartesiano protofascista a algo que solo puede entenderse a través de los sueños o de las quimeras. Además, cómo es posible que MAD crea que una paloma no puede hincarse porque no tiene rodillas, o que el sol, astro regente, no tiene fauces y no se puede tragar a un hombre, o que es imposible hacer poesía con coprolalia, escatología o con elementos salidos de una teoría de los esfínteres, etc. Pero nada funcionó.
Manuel empezó a sentir que el mundo no tenía sentido, que si él no podía aportar siquiera un buen verso a esta realidad decadente, pues, entonces nada tenía razón de ser y que, sin poesía, no había futuro y todo estaba perdido, al menos para él, que había vivido para la poesía durante años, que había renunciado al mundo feliz de Huxley, a la felicidad convencional de El secreto y del casa-mujer-auto-perro y que, en estos momentos en que empezaba a dar sus primeros pasos, no tenía mayor opción que agarrarse a los versos y caminar hacia la luz, seguir intentando el logos, la hybris desencadenante, o apagar el interruptor.
Cierto día, aprovechando que había pocas personas en casa, Manuel cerró con llave la puerta de su cuarto, sacó su deshojado cuaderno de apuntes, que guardaba debajo de su colchón, y se puso a leer; las lágrimas le empezaron a caer por el rostro y lloró como cuando era niño, lloró hasta sentir que sus ojos estaban secos como un desierto. Lloró y lloró hasta encontrarse con la risa o con la desesperación. Y, entonces, quizás cuando veía solo su fracaso como poeta –porque eso es lo que había dicho ese viejo aristarco de la televisión en cuyas opiniones confiaba ciegamente– sacó una filuda cuchilla, le pidió perdón a todos los dioses de las letras, la música y las artes, Apolo, Bragi, Ganesha, etc., y se hizo unos tajos profundos en los antebrazos, unos cortes estudiados y perfectos, como para que nadie pudiera hacer nada por él. Y se sentó a escribir, ahora sí seguro, sin dudas y sin trastabilleos, lo que sería su último e insondable poema.
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Paro Nacional de Transportistas: más asesinatos y un gobierno ausente
Mientras las mafias siguen matando a transportistas en todo el país, Dina Boluarte guarda un silencio cómplice. La falta de acción y de liderazgo ha convertido las carreteras en territorios sin ley. Los transportistas paralizarán el país este 18 de junio exigiendo lo que siempre se les garantizó: seguridad y justicia.

Los gremios de transportistas han anunciado un paro nacional para este miércoles 18 de junio, en protesta por la alarmante ola de violencia que azota a su sector. La medida, que iniciará a las 00:00 horas y se extenderá hasta las 23:59, incluirá concentraciones en puntos clave de Lima, Callao y otras regiones.
La Confederación Nacional de Transportistas del Perú (CNTP), la Asociación Nacional de Transportistas (ANTRA) y otros colectivos lideran esta jornada de protesta, tras registrar al menos 15 conductores asesinados en lo que va del año. Las mafias que cobran cupos y extorsionan operan con total impunidad en las rutas del país, mientras el Ejecutivo, encabezado por Dina Boluarte, guarda un silencio cómplice.
Los puntos de movilización en Lima incluyen el Óvalo Santa Anita, el puente Los Ángeles (SJL) y la Plaza Bolognesi. En el Callao, el Óvalo La Perla será el epicentro. El impacto será grave: rutas interprovinciales y urbanas paralizadas, con serias consecuencias para el transporte de pasajeros y mercancías.
Los gremios exigen un plan nacional de seguridad para el sector transporte, mayor presencia policial en zonas críticas y, sobre todo, una respuesta política firme. Pero hasta el momento, el Gobierno no ha emitido ningún pronunciamiento, demostrando su total desconexión con la realidad que viven miles de trabajadores diariamente.
El silencio del Ejecutivo frente a las extorsiones, asesinatos y amenazas sistemáticas refleja una grave irresponsabilidad. Dina Boluarte ha optado por mirar a otro lado, mientras los transportistas mueren en las carreteras y los ciudadanos quedan a merced del crimen organizado.
La protesta no es solo por ellos, advierten los voceros de los gremios. La seguridad en las vías es un problema nacional que afecta la economía, la movilidad y la vida misma de todos los peruanos. Si no hay una respuesta inmediata, el paro podría volverse indefinido.
La indiferencia del Gobierno de Dina Boluarte ya no es tolerable. La ciudadanía exige acción, no excusas.
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¿Se cae Larcomar? Municipalidad de Miraflores clausura temporalmente centro comercial
Tras inspección municipal se detectaron grietas, instalaciones expuestas y fallas en medida de seguridad.

El sismo de magnitud 6.1 ocurrido el pasado domingo afectó a todos los limeños sin distinguir clases social o distrito. Varias viviendas, colegios, instituciones públicas y centros comerciales resultaron afectados de manera diversa. A propósito de los últimos, la Municipalidad de Miraflores empezó a realizar inspecciones inopinadas en diferentes lugares de su jurisdicción.
Tras la inspección de Visita de Inspección Seguridad en Edificaciones (VISE) personal de la municipalidad identificó grietas en zonas de tránsito de visitantes, instalaciones eléctricas expuestas y deficiencias en la implementación de medidas de seguridad, entre otros problemas.

Al respecto, señalaron que estas observaciones ponían en riesgo la integridad física de los vecinos, turistas nacionales y extranjeros, por lo que también se revocó el certificado ITSE (Defensa Civil) de Larcomar.
En tanto, el municipio miraflorino anunció que ampliará las inspecciones a otros espacios públicos del distrito, como la Huaca Pucllana, el café Buenavista, el Beso Francés, playas de estacionamiento y locales ediles, con el objetivo de verificar el cumplimiento de las normas de seguridad.

Estadio Manuel Bonilla bajo riesgo de colapso
Otro emblemático centro miraflorino que se encuentra muy cerca del acantilado es el Coliseo Niño Héroe Manuel Bonilla, que hasta la fecha se encuentra clausurada de manera permanente por detectarse severos problemas en el suelo del recinto deportivo, haciendo casi imposible cualquier plan para su refacción. Es más, expertos indican que probablemente esté al punto del colapso.
Uno de los principales obstáculos para la recuperación del coliseo Manuel Bonilla es la presencia de corrientes de agua y humedad bajo el suelo, lo que complica cualquier intento de remodelación. Según explicó el asesor legal de la municipalidad de Miraflores, Lino de la Barrera, estas condiciones requieren una cimentación profunda y especializada, lo que eleva los costos de reparación a aproximadamente 50 millones de dólares. Este monto, según indicó, está fuera del alcance del presupuesto municipal actual.

Durante décadas, el coliseo Manuel Bonilla funcionó como un importante escenario deportivo y cultural. Este espacio fue utilizado para diversos eventos, como competencias de voleibol, básquetbol, boxeo y actividades culturales, siendo uno de los recintos más representativos de la ciudad.
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Lecturas para aprender a jugar a póker y no perder la casa en el intento
Libros recomendados. Todo lo que tienes que saber sobre el póker.

Enriquecerse jugando a póker está al alcance de muy pocos. Lo peor que le puede pasar a alguien que quiera dedicarse a esto es que tenga mucha suerte en alguno de los primeros torneos que juegue, gane y crea que sus habilidades le van a llevar a dejar su trabajo habitual.
En el largo plazo, la habilidad, es decir, el factor humano, va a ser determinante. De hecho, uno de los mejores jugadores de póker de la historia, Daniel Negreanu, contaba que sólo entre un 2 y un 5% del total de la gente que tiene como objetivo ganarse la vida con ello lo conseguía.
Jugar mucho a póker no basta. El método ensayo/error sin ninguna base puede llevar a quienes lo intenten a perder grandes cantidades de dinero. Es necesario tener un conocimiento teórico previo que permita ser capaz de analizar cada mano con unos parámetros probabilísticos que ayuden a tomar las mejores decisiones.
Es por eso que a continuación te presentamos algunos de los libros o manuales más recomendados para aprender cómo funciona desde un punto de vista más científico el mundo del póker.
“La teoría del póker” (David Sklansky)
Este libro es el mejor para todos aquellos que estén buscando un primer contacto con este deporte. La introducción de los conceptos básicos, empezar a aprender a calcular manos o entender algunas de las máximas para captar la esencia del juego son algunas de las herramientas que nos facilita el autor del libro. Así lo resalta Good Reads.
David Sklansky, conocido como “El matemático” dentro del mundo del póker, siempre ha destacado por su gran habilidad para el cálculo mental rápido y por su facilidad a la hora de transmitir sus conocimientos.
Este hombre de 77 años, antes de dedicarse profesionalmente al póker, trabajaba en una agencia de ventas de seguros. Allí se dio cuenta de que tenía un don para el cálculo de riesgos. Sin embargo, el trabajo era muy limitado para su potencial, así que decidió dejarlo y probar suerte en el póker. No le fue nada mal.
No obstante, hay que destacar que, como el libro data de 1999, algunos de los jugadores de la actualidad consideran que esta obra ha quedado un poco anticuada y que no capta la evolución que ha tenido este deporte en los últimos años. Dejémoslo en que como primer contacto con otros jugadores e el jogo de poker es ideal.
“Teoría moderna del póker” (Michel Acevedo)
Este libro supone un paso adelante respecto a “La teoría del póker”. Se trata de algo totalmente lógico teniendo en cuenta que a los dos manuales les separan 24 años por lo respecta a su fecha de publicación: 1999 y 2023.
En este texto, Michel Acevedo pone énfasis en el GTO (Game Theory Optimal). El GTO busca aplicar la teoría de juegos de Nash para conocer desde un punto de vista matemático qué es lo mejor que se puede hacer en cada situación de juego (retirarse, igualar, subir o ir all in).
Evidentemente, entran en juego tantas variables que la complejidad del propio póker con la posibilidad de farolear complica mucho la buena utilización de este método, pero en cualquier caso supone una clara evolución en comparación al libro de David Sklansky.
Leerlo implica tener unos conocimientos previos, por lo que si vuestra idea es empezar a jugar con este libro, es muy probable que lo dejéis en las primeras páginas.
“El juego mental del póker” (Jared Tendler)
El autor es un golfista que nunca llegó a ser profesional pese a intentarlo. Se dio cuenta de que en el plano mental le fallaban muchas cosas en su juego y no encontraba ninguna explicación científica.
Así pues, se pasó años investigando sobre la psicología aplicada al mundo del golf. Aunque nunca pudo ser Tiger Woods, sí que pudo reinventarse como “coach” mental de este deporte, asesorando a los mejores.
Un día el golf le permitió conocer a Barry Carter, jugador y periodista de póker, que mostró mucho interés en su aproximación a la psicología y ambos decidieron adaptarla al popular juego de cartas.
Conceptos como el miedo, la confianza o la motivación son abordados a lo largo del libro. Para que no todo quede en un plano teórico, algún capítulo enseña a identificar y controlar algunas de estas emociones, de tal modo que termine siendo una fortaleza y no una debilidad.
En definitiva, estos tres libros pueden darnos algunas herramientas para poder mejorar nuestras habilidades a la hora de jugar a póker. Así como jugar durante dos años seguidos no significa pasar a ser un buen profesional que se gane la vida con esto, leer estos libros tampoco implica una mejora inmediata.
La combinación de la teoría y la práctica, la paciencia y, sobre todo, ser consciente de que sólo unos muy pocos elegidos pueden llegar a dedicar su vida a este juego de cartas son algunos de los ingredientes en la receta de iniciación al póker. Quedáis avisados.
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Comunidad LGBTI+ anuncia que este sábado 28 se realizará la marcha, pero hasta ahora no cuentan con el permiso del alcalde López Aliaga
Aseguran que no solo se tratará de un desfile por el orgullo, sino que también será una “protesta colectiva”.

Va porque va y se quieren hacer sentir. Alistan las plumas, los globos y la voz de protesta de miles de personas que son parte o se identifican con la comunidad LGBTI+ en el país, es así que se vienen preparando para lo que será la Marcha del Orgullo 2025, la misma que está prevista a recorrer las principales calles del Cercado de Lima este 28 de junio.
La concentración se realizará desde las nueve de la mañana y partirá a las tres de la tarde desde el Campo de Marte, ubicado en el distrito de Jesús María. Aunque la ruta y el destino aún no se conocen, los organizadores indicaron que la misma recién se conocerá este jueves 19.

«Que este 2025 quede claro: fuimos miles, hicimos historia, y gritamos con fuerza: ¡el orgullo es lucha y libertad!», dicen.
Dicho colectivo mencionó para el diario Perú21 que cuentan con todas las autorizaciones de la Municipalidad de Lima, aunque falta el visto bueno de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU) para establecer el plan de desvíos.
Hasta el momento, no estaría prevista la Plaza San Martín como parte del recorrido.
Alcalde de Lima mira de lejos a comunidad LGBTI+
En tanto, el burgomaestre capitalino, Rafael López Aliaga, hasta la fecha no ha emitido un mensaje de aprobación a tal marcha, a pesar que desde setiembre del año pasado los organizadores han enviado cartas a la Gerencia de Movilidad Urbana para los permisos.
Al parecer, el alcalde de Lima aún tiene en la retina la imagen de Santa Rosa de Lima caracterizada por una persona gay, motivo por el cual le haría inclinar por desistir a los petitorios de los organizadores de la Marcha del Orgullo.

“No hagan payasadas. Después hacen cuadritos y ponen a Santa Rosa con lentes 3D, la ponen en colores multicolores. Respeten, pues. Gente muy cercana a mí, es gay y los respeto, los llamo y son mis amigos. Lo único que les pido es que respeten los valores de la población peruana, […] que no hagan la payasada del año pasado”, mencionó en esa ocasión.
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Barranco y el ruido del Hotel Casa República
Vecinos denuncian ruidos que se producen en el Hotel Casa República y cuestionan la inacción de la alcaldesa Jessica Vargas.

En el corazón de Barranco, una zona declarada patrimonio arquitectónico por el Ministerio de Cultura, la tranquilidad de sus residentes se ha visto severamente afectada por las fiestas ruidosas y constantes escándalos nocturnos provenientes del Hotel Casa República, ubicado en la emblemática calle Sáenz Peña. Lo que alguna vez fue una casona apacible, hoy parece transformarse, semana a semana, en un espacio bohemio sin control ni fiscalización efectiva.
El hotel, operado por la empresa Hotel Group SAC y cuyo gerente general es Juan José Mendoza Arredondo, promociona su propuesta como un “hotel boutique perfecto para quienes buscan un respiro del bullicio limeño”. Sin embargo, los testimonios recogidos por este medio pintan un panorama completamente distinto: música a alto volumen, gritos y conciertos en vivo que invaden la zona hasta altas horas de la madrugada, incluso días de semana. Todo esto también se puede constatar en las fotos y videos publicadas de sus propias redes sociales del hotel.
Uno de los trabajadores de la zona relata con indignación: “Trabajo hace años cuidando autos en Sáenz Peña. Desde hace como seis meses, se escucha una bulla tremenda desde el techo del hotel. Ese sonido rebota en los edificios del frente. Usted puede pasar cualquier día por aquí y verá cómo toda la cuadra parece una discoteca”.

Música en vivo y noches de Alcohol.
Vecinos colindantes con el inmueble denuncian que, pese a múltiples llamadas al serenazgo y quejas formales dirigidas a la Municipalidad de Barranco, las autoridades no actúan con la diligencia que el caso exige. Una vecina indignada señala: “Mi casa está casi a la espalda del hotel. La música claramente sobrepasa los niveles permitidos por ley, más aún en una zona monumental. Hemos llamado al serenazgo más veces de las que puedo contar, pero la municipalidad brilla por su ausencia. No les interesa el bienestar de quienes vivimos aquí”.
Otra residente, recién llegada al distrito, cuenta que el problema es evidente incluso para los recién llegados: “Me mudé hace poco a la Alameda Sáenz Peña, cerca del hotel B. Aunque ese hotel no causa problemas, el ruido del Casa República sí es notable. Hay música en vivo desde las 7 p.m. cualquier día de semana. Ya varios vecinos me han advertido de las molestias constantes”.
Este conflicto no es menor. El inmueble que ocupa el hotel ha sido declarado Patrimonio Arquitectónico por el Ministerio de Cultura, lo que implica normas estrictas de conservación, respeto a la edificación y a su entorno. Sin embargo, la azotea ha sido convertida en un “rooftop” que parece operar sin mayor regulación, burlando el espíritu con el que fue declarada su protección.

Conciertos en vivo generan grotesco ruido en la zona patrimonial.
La respuesta del gerente
Nos comunicamos con el gerente del hotel Juan José Mendoza, para recoger su descargo. Estás fueron sus declaraciones:
«Nos sorprende un poco que nos digan vecinos y que pareciera que fuera hasta una junta vecinal que está preocupada por el ruido que viene del hotel. Nosotros, para empezar, no tenemos ninguna visita registrada en lo que va del año, que recuerde, sobre un tema de ruido. Creo que el serenazgo se toma estas cosas con seriedad, ¿no?», señala el gerente.
Además, menciona: «Nosotros no tenemos ninguna corona ni nada para que el serenazgo no venga a visitar. Nosotros hemos recibido visitas desde la isla de inspección por temas de licencia, como suelen hacer estas visitas de un momento a otro, de todos los entes que tienen que regular un hotel. Y siempre hemos tenido eso: tenemos nuestra licencia en orden, tenemos nuestro sistema, nuestro certificado de seguridad en orden, todo está correcto. O sea, operamos dentro de los márgenes que nos permiten».

Juan José Mendoza, gerente general del hotel.
«Ponemos música en vivo, que toca una persona con una guitarra, o a veces hay una persona con un saxofón, pero no es que cobremos una entrada. Obviamente, seguramente algo se puede filtrar, y nosotros siempre estamos atentos, tenemos protocolos para cuidar esos niveles de volumen. Lo que menos queremos es generar un malestar a nadie, ni a ningún cliente, ni mucho menos a nuestra comunidad alrededor. Estamos siempre dispuestos a hablar, y a mejorar, y a aplicar los correctivos que sean necesarios, pero que se nos acerquen», manifiesta Juan José Mendoza, reconociendo los eventos con música en vivo en su azotea.
Luego recordó que una vecina se le acercó para cuestionarle sobre el ruido que produce el hotel: «Yo hablé con una vecina, no sé si será esta misma persona, hace como dos semanas o tres semanas, que me dijo que sus inquilinos habían tenido estas molestias, y que estaba volviendo a alquilar. Creo que todavía no lo había hecho, o por esta fecha se iba a hacer, y ya le preocupaba el tema de poder que sus inquilinos se quejen de esto nuevamente. Y yo le dije: «Por favor, verifícalo tú misma». Y me dijo: «Yo voy a estar el fin de semana, y cualquier cosa te voy a escribir directo de mi departamento, que es el que más cerca tenemos. Nunca me escribió, o sea, no se comunicó conmigo, no volvió a comunicarse conmigo».
Finalmente mencionó: «Nosotros tenemos es un bar todo con mobiliario que es movible, o sea, nosotros tenemos una casona que es patrimonial, que la cuidamos, que está dentro, que no hemos alterado en nada la casona patrimonial, incluso tenemos, me gustaría también que hagas mención a los eventos culturales que realizamos, a las inauguraciones de arte. O sea, tenemos ahorita una exhibición de arte que habla sobre Barranco. Me parece que se enfocan ustedes mucho, o pretenden enfocarse más en estos temas tan puntuales. Si hay algo que podamos nosotros todavía corregir, estamos abiertos a corregirlo, pero no nos quieran encasillar y pintar como si fuéramos un bar de fiesta, o un bar que promueve conciertos masivos».
Sorprende algunas respuestas del gerente, ¿De verdad la solución para el ruido es que cada vecino realice una auditoría acústica casera? ¿Ese es el estándar de diálogo que propone el hotel?
¿La fiscalización municipal?
La pregunta que muchos vecinos se hacen es evidente: ¿hasta cuándo las autoridades municipales permitirán que un negocio turístico imponga su lucro por encima del derecho al descanso y la salud mental de los residentes? ¿Acaso la alcaldesa Jessica Vargas permitirá que Barranco se transforme en una zona de impunidad acústica?
Tenemos conocimiento que la alcaldesa también visita los espacios del hotel. Aquí una fotografía de la burgomaestre Vargas en las instalaciones de Casa República. Sería importante que la alcaldesa también ponga atención a situaciones que incomodan a los vecinos del distrito.

Alcalde Jessica Vargas.
¿Qué tipo de licencia tiene el hotel? recordemos que la Municipalidad de Barranco, es responsable directa de hacer cumplir las normas de zonificación, fiscalización ambiental y protección del patrimonio. Aquí se requiere una inspección inmediata, mediciones sonoras rigurosas y sanciones ejemplares. Porque si proteger la riqueza patrimonial de Barranco es una prioridad, entonces garantizar la calidad de vida de sus vecinos debe ser una exigencia irrenunciable.
Actualidad
Lima y Callao no paran de temblar
Viviendas, colegios, centros comerciales y hasta sedes municipales muestran severas grietas tras sismo del pasado domingo.

El sismo de magnitud 6.1 vivido el último domingo terminó con la vida de una persona de 36 años, representando la única víctima mortal de ese fenómeno natural, sin embargo, 48 horas después de ocurrido el movimiento telúrico van a apareciendo los verdaderos daños.
El sismo, con epicentro a 30 kilómetros al suroeste del Callao, ha dejado cuantiosas pérdidas económicas para cientos de familias, en particular de Lima Norte, que ven con preocupación la aparición de enormes grietas y fisuras en techos y paredes de sus viviendas.

Hasta el momento ya se vienen dando hasta tres movimientos sísmicos, teniendo siempre como epicentro el norte de Lima. Diversos informes televisivos muestran varios colegios en Independencia con ventanas rotas y paredes resquebrajadas, haciendo imposible el retorno de los menores de edad a sus aulas; cerca de 120 colegios muestran los rezagos del temblor y 10 de ellos han optado a la virtualidad.
En Comas, una escuela de marinera también ha resultado severamente dañada, obligando a su dueña, una reconocida campeona de marinera, tener que suspender de manera indefinida las clases. “Es un sustento que se detiene. Esta era mi fuente de ingresos y también el trabajo de otras personas. No nos queda más que agradecer a los alumnos por su apoyo y cuidar su integridad”, mencionó para el programa Buenos Días Perú.

En el mismo distrito también el centro educativo Estados Unidos ha sido afectado tras el sismo. En fotografías compartidas por los padres de familia se aprecia parte de su estructura con rajaduras. Otros colegios en Puente Piedra, Los Olivos, Ancón o San Martín de Porres presentan grietas en sus techos y muros, llamando la atención sobre la manera en que han sido construidos.
En tanto, en San Juan de Lurigancho (SJL) la comisaría de La Huayrona se vio afectada con la caída de parte de su techo.
Lima no está preparada para un terremoto de magnitud 8
Los especialistas no andan con rodeos y son bien claros al respecto, sin pretender ser alarmistas. Aparte de que miles de personas construyen sus casas en quebradas, riberas y laderas, sin la asesoría de un profesional, a esto hay que sumar la alta densidad de personas que viven en un solo lugar. Aproximadamente 11 millones de personas solo tiene Lima, concentrando la tercera parte del total de la población peruana.

Si un sismo de magnitud 6 tuvo como resultado que un centenar de viviendas terminen con grietas y fisuras, un terremoto de escala 8 o superior resultará catastrófico.
Si el sismo de este último domingo se sintió fuerte, uno de magnitud 8.8 tendría efectos devastadores: derrumbes masivos, interrupción de servicios básicos, colapso de hospitales y una amenaza directa para miles de personas. Incluso el transporte, las telecomunicaciones y la logística urbana podrían paralizarse por completo.
Gran parte de la responsabilidad recae en los municipios al permitir edificaciones que no se alinean a normativas técnicas o de zonificación, pero también no hay que olvidar que son los propios pobladores lo que ponen en juego el futuro de sus descendientes.
Actualidad
Perú sin alertas sísmicas: un gobierno sin prevención
Mientras México y Chile protegen a sus ciudadanos con alertas sísmicas eficaces, Perú continúa con promesas incumplidas. Que hoy sea Google —y no el Estado— quien advierta a los peruanos de un sismo inminente, es una vergüenza nacional.

El pasado domingo 15 de junio, en plena celebración del Día del Padre, un sismo de magnitud 6.1 sacudió la provincia constitucional del Callao. Mientras los ciudadanos sintieron el remezón a las 11:35 a.m., sus celulares sonaban con una notificación urgente: una alerta sísmica enviada por Google. La sorpresa fue doble: por un lado, la eficiencia del sistema de alertas de Android, y por otro, la total ausencia de comunicación oficial por parte del Estado peruano. ¿Dónde estaba Sismate, el supuesto sistema nacional de alertas tempranas?
La respuesta oficial del presidente del Instituto Geofísico del Perú (IGP), Hernando Tavera, fue más que desconcertante: Sismate no es un sistema de alerta sísmica, sino de mensajería. A pesar de que en 2019 el gobierno de Martín Vizcarra anunció la implementación del sistema, destinando más de 41 millones de soles a su desarrollo, hoy el propio Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) reconoce que Sismate no tiene la capacidad de advertir sobre un inminente terremoto.

Mientras tanto, México y Chile han implementado con éxito sistemas de alerta temprana que permiten a sus ciudadanos ganar segundos vitales antes de que llegue un sismo. En México, por ejemplo, el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) funciona desde hace más de dos décadas y ha salvado incontables vidas gracias a su red de sensores y emisores. En Chile, el sistema ONEMI activa sirenas y alertas celulares que advierten a la población con segundos de antelación. Perú, en cambio, sigue en la fase de promesas.
SASPe aún está en implementación
El país sí tiene un proyecto llamado Sistema de Alerta Sísmica Peruano (SASPe), bajo la gestión del Instituto Geofísico del Perú (IGP) y el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci). Pero aún está «en implementación». Este sistema pretende activar sirenas electrónicas en zonas costeras ante sismos de magnitud superior a 6.0. Sin embargo, su cobertura es limitada y no hay claridad sobre cuándo funcionará plenamente. Mientras tanto, seguimos dependiendo de empresas extranjeras para saber cuándo correr.
El reciente sismo dejó una vez más en evidencia la cruda realidad: en Perú, la población está desprotegida ante un desastre natural. La falta de una alerta oficial no es solo una falla técnica, sino un síntoma de desidia institucional y negligencia en la gestión del riesgo. La tecnología existe, el dinero se invirtió, pero el sistema no funciona.
Que Google sea hoy quien avisa a los peruanos que un sismo se avecina no debería ser motivo de asombro, sino de vergüenza nacional.
Actualidad
Lima y Callao no soportarán un terremoto
Casi el 70 % de las edificaciones en la capital y la provincia constitucional son construidas de manera empírica, siendo erigidas en terrenos poco propicios para soportar un sismo de magnitud 7 o superior.

No estamos preparados. El último sismo vivido ayer nos demostró, de manera indubitable, que muchas viviendas en Lima y Callao se caerán a pedazos por lo mal construidas que están. A consecuencias de esa precariedad, un joven de 36 años perdió la vida cuando le cayó un pedazo de pared que se desprendió de la fachada de una casa. Su muerte fue instantánea.
Eso deja mucho que pensar, pues poco o nada, más allá de lo que indique el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) o el propio Gobierno Central, estamos haciendo como sociedad por mejorarlo. La informalidad no solo la podemos encontrar en el tránsito vehicular, los vendedores ambulantes, los mototaxis, las motos lineales, sino que también desde el lado urbanístico somos un desastre y no se está exagerando.
Casas de tres, cuatro cinco pisos o más levantadas en un cerro o en una quebrada, viviendas construidas con la ayuda de un maestro de obras, terminadas con material precario, en zonas tugurizadas donde no le dan espacio a los rayos del sol, enrevesadas por ‘telarañas’ de cables de telecomunicación, en callejones sin salida donde lo último que se piensa es en una vía de escape. Así el peruano pujante, pero imprudente, trata de sobresalir en esta caótica ciudad.
El temblor de ayer, de 6.1 grados, pudo ser para muchos solo un tema anecdótico, de risas y motivo de conversación entre amigos y vecinos, pero el tema sinceramente es muy serio. Lo que puede hacer INDECI o las municipalidades en un breve periodo es ilusorio. Si durante varias décadas han permitido el crecimiento desordenado de varios distritos, es poco probable que cambien esa realidad en unos cuantos años. Es por ello que también existe responsabilidad en aquellas personas que quieren construir uno o dos pisos en sus terrenos, sin embargo, lo hacen de mala manera buscando ahorrar unos cuantos soles. Ese supuesto “ahorro” les terminará costando caro a ellos o a terceros, como el caso del joven de 36 años.

Todos quieren tener su casa, pero a qué costo
Un estudio realizado el año pasado por el Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) reveló que el 69 % de las viviendas en Lima y Callao son autoconstruidas, significando que millones de peruanos optan por la vía informal, muchas de ellas levantadas en la periferia de la ciudad, encontrándose también en distritos históricos como el Rímac, Barrios Altos o Cercado de Lima.
Asimismo, el mencionado estudio indicó que casi el 100 % de esas construcciones tardaron cerca de 16 años en terminar el primer nivel, y 22 para completar el segundo, cifras que sobrepasan por lejos el plazo de una construcción formal; y, aunque parezca increíble, la autoconstrucción resulta un 33 % más cara por metro cuadrado que la construcción a través de vías formales.
Está claro que la mayoría de los peruanos opta por hacer su casa ‘con sus propias manos’, desechando la opción de hacerse de los servicios de un ingeniero, un arquitecto o un topógrafo. Las consecuencias de eso es este enorme monstruo de ‘siete cabezas’ que trata de sobresalir contranatura.
Miles de casas están a punto de colapsar y los signos se exponen en sus fachadas agrietadas o resquebrajadas. Algunos optarán por darle una pasada con yeso o cemento, otros sencillamente lo ignorarán y continuarán levantando más pisos, y otros, esos pocos, realmente tomarán conciencia de lo que se viene. Así como la lluvia, el temblor también caerá para todos.

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