Cultura
La cultura lleva tu nombre
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3 años agoon
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Se fue hace veinte años. La cultura, sus amigos, su barro, le siguen echando de menos. Y es que no ha habido nadie capaz de tomar su lugar, ni de emular sus logros intelectuales. Este es un testimonio, una revelación, pero es sobre todo una confesión de parte de cómo nos conocimos y cómo, pocos años después, nos despedimos. Si la cultura tuviera un nombre, un apellido, esos son los suyos: Manuel Baquerizo Baldeón.
Hasta entonces solo había leído su nombre en los suplementos culturales y me había solazado con sus impecables críticas de arte. Pero ahora lo tenía allí, frente a mí, con su saco a cuadros y su gorrita de golf, destacando entre las veinte personas que habían asistido a la pinacoteca. Sostenía una copa entre las manos. Me acerqué, menguado, y él estrechó mi mano como se la estrecharía a cualquiera, amable pero distraído. Le planté mi nombre, balbuciente, y entonces se hizo el milagro: “Ah, es usted, mire qué gusto, lo he leído muchas veces”. Lo único que Manuel Baquerizo Baldeón podía haber leído de mí era un artículo raquítico sobre la papa a la huancaína que me había costado la vida publicar en un diario de Huancayo. Mis cuentos permanecían bajo siete llaves. Hasta esa noche poco había conseguido con ellos, pese a haber abandonado dos carreras, haberme peleado con mi familia, haber casi muerto de hambre con tal de llegar a ser un escritor.
Mi pálido éxito radicaba en que dos veces me hubieran nombrado finalista en unos concursos literarios y que una revista me diera la oportunidad de conocer a Julio Ramón Ribeyro. En realidad no había tenido una mano amiga, un preceptor, un cofrade intelectual, ni siquiera enemigos literarios (esos llegarían después) que orientasen mi literatura. Esa era la razón por la que había caminado a tropezones, en la más completa orfandad, confiándole todo al instinto porque de técnicas y recursos no tenía la menor noticia.
Pero parecía que mi fortuna empezaba a cambiar, porque ahí estaba el destino con su saco a cuadros y su gorrita de golf, dándole la oportunidad a mis desvalidos cuentos, por primera vez, de tener a alguien que los ausculte, los diagnostique, los medique. Y no cualquiera. Nadie menos que el maestro. Ya lo había dicho Laura Riesco: “Manuel Baquerizo, él mismo, es un acontecimiento irrepetible de las letras peruanas. Se trata del más acucioso investigador de la literatura peruana, sobre todo andina, capaz de enclavarse en los pliegues más profundos de la cultura de nuestro país. Nunca perdió, sin embargo, la visión del entorno latinoamericano y mundial”. Cuánta razón tenía. Pero ese no era el momento para pedirle que viera mis cuentos. Era el momento de brindar, conversar a flor de agua sobre la muestra pictórica que había reunido al mismo grupo de siempre, ofrecerle un espacio en el diario en el que yo trabajaba para asegurar nuevos encuentros y, en uno de ellos, filtrarle de contrabando mis relatos.
La táctica de ofrecerle una columna en el diario dio un excelente resultado: Manuel Baquerizo se convirtió en un asiduo colaborador de la página cultural y pronto empezó a visitar la redacción. Todavía no estrechábamos la amistad, pues yo seguía esquivo, pero no por altanería como todos creían sino por cortedad, y seguía bajando los ojos cuando él conversaba conmigo, o seguía sintiéndome un sabelonada cuando lo escuchaba hablar de cualquier tema.
El diario donde me deslomaba, Primicia, quedaba en plena Calle Real, en una casona en la que, se decía, había nacido el gran poeta de los polirritmos: Juan Parra del Riego. La redacción quedaba en el segundo piso, pero no teníamos recepción, así que recibíamos a nuestros invitados en el patio. Una noche, Manuel Baquerizo llegó abrazado de la última novela de Mario Vargas Llosa, una sobre un señor que anotaba en un cuaderno sus fantasías eróticas. Admiraba —admiro— tanto a Vargas Llosa que siempre estaba —estoy— a la caza de anécdotas sobre él. Imaginé que Baquerizo, con lo distinguido que era en el mundo intelectual, podía haber alternado con el novelista.
—¿Usted conoce a Vargas Llosa? —le pregunté.
El maestro afirmó con la cabeza. Pese a que mi tarea de editor había quedado inconclusa, lo invité a sentarse en uno de los sillones verdes colocados en el patio, debajo de la arquería, y me senté a escucharlo. Me contó que en una ocasión los críticos Abelardo Oquendo y Carlos Araníbar, integrantes de un círculo de escritores en ciernes de la universidad de San Marcos, lo invitaron a una tertulia de amigos. Entre ellos había un muchacho desconocido del círculo, alto, espigado, que iba por primera vez a la reunión. Le invitaron a leer un cuento y él lo hizo, interrumpiéndose cada tanto, balbuciendo, sobreponiéndose a su propio nerviosismo. “Todos lo escuchábamos con atención. Se trataba de un cuento sobre una extraña mujer que contaba su vida en los cafés y bares de Lima”, recordaba Baquerizo. La reunión, lamentablemente, fue desalentadora para el muchacho: al finalizar, todos lo miraron, guardaron silencio, y cuando reanudaron la conversación empezaron a hablar de otras cosas, evadiendo desdeñosamente su cuento: “Era Vargas Llosa, oiga usted, y era todavía estudiante. No sabe la pena que me causó que nadie le hiciera caso”.
Sinceramente, me fascinó la anécdota, como me fascinó el modo de narrar, de pegar la hebra de Baquerizo, a quien a partir de entonces empecé a ver con muchísimo más respeto. Me enteré que acababa de cesar en la Universidad Nacional del Centro, en el cargo de vicerrector, y que ahora se dedicaba exclusivamente a lo que mejor sabía hacer: potenciar la cultura. Leía desde las seis de la mañana, periódicos, libros y revistas, y por la tarde se sentaba a escribir largos y cerebrados ensayos sobre arte y literatura; es decir, vivía una vida más rica e intensa que la realidad cotidiana, como lo decía él mismo. Nuestra amistad era, todavía, germinal.
Unos meses después, por bocazas, me metí en un embrollo del que no hubiera podido salir sin el socorro de Baquerizo. Eran épocas difíciles, de dictadura civil, y un buen día llegó a la redacción un nuevo director para el periódico: Richard Molinares. Se trataba de un treintón enorme, con calvicie prematura, que —decían— llegaba de un periódico limeño que le servía rastreramente al absolutismo. Al principio medimos nuestras miradas, nos apartamos el uno del otro, sin darnos una tregua. Luego, por cosas del trabajo, fuimos acercándonos, hasta que terminamos por allanar nuestras diferencias. Una noticia remeció el país por esos días: un grupo de terroristas encapuchados secuestró la residencia diplomática del Japón, tomando cautivas a más de treinta personas, entre las que se contaban magistrados, empresarios y congresistas. En la abridora del diario se afirmaba que unos terroristas habían tomado “de” rehenes a treinta personas, y yo (metiche y arrogante) le sugerí a Richard que cambiara la preposición material “de” por la partícula gramatical “en”, puesto que los cánones lingüísticos así lo exigían (en realidad se lo había escuchado decir a Martha Hildebrandt una vez y no me había dado el trabajo de ahondar en el tema). Richard me hizo caso, sin saber que estimulaba el fuego de una trapatiesta magnífica, y al día siguiente el diario, con enormes letras coloradas, informaba que unos “terroristas habían tomado ‘en rehén’ a treinta personas en la residencia del embajador japonés”. Desde muy temprano empezaron a llegar las llamadas telefónicas, algunas mordaces y otras furibundas, pero todas enfiladas contra el titular: “No sean, pues, ignorantes, nos dijo el dueño del periódico, enojadísimo, tirando un ejemplar sobre la mesa de redacción. ¿Desde cuándo se toma ‘en rehenes’ a la gente?”. Hasta media mañana me tocó a mí torear los insultos y las imprecaciones, pero a esa hora llegó Richard y, con cara de yo no fui, le endosé el problema para que lo enfrentara en su condición de conductor del medio. Nadie tuvo compasión con él, nadie le dio el beneficio de la duda, nadie siquiera le palmeó la espalda, así es que a las tres de la tarde se plantó delante de mí para espetarme: “Tú me metiste en esto y ahora me sacas”. Pasaba que ni él ni yo teníamos argumentos sólidos para defender nuestra posición lingüística y, huérfanos e indoctos, estábamos a merced de la maledicencia de la sociedad que nada perdona. Con su sonrisa marcial, con su saco a cuadros y su gorrita de golf, recordé entonces la sabiduría de Manuel Baquerizo. Busqué su número de teléfono en la guía de abonados y me contestó una voz femenina, informándome que el maestro no estaba en Huancayo, que había viajado a Lima. El cielo se desplomó sobre mí. Cuentan mis compañeros de trabajo que me veía desesperado, que recorría la estancia a pasos agigantados, que tenía la marca de la muerte en la cara. Debía ser cierto porque me sentía perdido, sin un pérfido libro donde hacer la consulta, con todas las salidas tapiadas. Pero existe una fuerza interna —lo confirmo— que delimita la supervivencia del hombre. Esa fuerza me condujo a pensar sobre frío: Baquerizo me contaba que siempre que iba a Lima pasaba gran parte de la tarde en la librería El Virrey. Pregunté por el número telefónico de la librería y llamé. Me respondió una contestadora automática, toda una novedad para la época, que me enlazó luego con una recepcionista.
—Buenas tardes, disculpe, llamo de Huancayo —empecé.
—Sí, ¿en qué puedo ayudarlo? ¿Desea un catálogo?
—No, muchas gracias —dije—. En realidad llamo porque quisiera saber si el doctor Manuel Baquerizo está en la librería.
—Manuel Baquerizo —repitió la recepcionista—. No, aquí no trabaja.
—Ya sé que no trabaja con ustedes —repliqué—. Es un cliente y siempre se pasa horas en la librería.
—No, pues, no conocemos a nadie con ese nombre.
—Entonces hágame un favor, señorita —imploré—. Mire si en las mesas hay un señor con saco a cuadros y una gorrita de cuero.
La respuesta de la recepcionista, casi inmediata, me restituyó una brizna de esperanza: “Sí, allá al fondo hay un señor con esas características”. Le pedí que por favor me comunicara con él y ella, raro modelo entre las de su especie, accedió, imagino, levantándose de hombros. Segundos más tarde la voz de Manuel Baquerizo, enérgica y francota, sonaba en el auricular.
—Aló, ¿con quién hablo?
—Soy Bossio, doctor, buenas tardes.
—Ah, don Sandro, qué sorpresa.
—Sí, disculpe que lo importune, pero se trata de un asunto de vida o muerte.
En seguida le puse al corriente de lo ocurrido y, al final, con una súplica, le solicité asistencia. “No se preocupe, don Sandro, me dijo. Estamos en el lugar ideal. Déjeme revisar unos libros y lo llamo en una hora”. Manuel Baquerizo era un hombre cumplidor, escrupuloso con los tiempos, y ese día lo constaté: una hora después sonó el teléfono y ahí estaba de nuevo su voz intensa: “Sí, don Sandro, tiene usted toda la razón. El Diccionario de Seco y el manual de Lázaro Carreter están de acuerdo con su planteamiento. Lo que pasa es que ‘rehén’ es sinónimo de ‘prenda’ y hay que trabajar con todas sus preposiciones. O sea, decir ‘quedaron en rehén’ equivale a decir ‘quedaron en prenda’. Esa es la razón”. De inmediato le alcancé a Richard los esclarecimientos correspondientes y al día siguiente sacamos una nota aclaratoria con las explicaciones de Baquerizo. Nadie ya dijo esta boca es mía.
A las pocas semanas conocí a Eleodoro Vargas Vicuña, a quien entrevisté con gran ilusión, porque accedió a darme una audiencia, pese a que hacía muchísimos años que se negaba a conversar con la prensa. Me precio de haber sido el último periodista en haberle hecho una larguísima entrevista, que luego publiqué en mi periódico y dupliqué en algunos medios de Lima. En cuanto se divulgó, Manuel Baquerizo me llamó a la redacción y, por primera vez, me invitó a una copa. Fuimos a una panadería del centro, aledaña a la catedral, donde el maestro era querido y respetado, y donde —según me dijo— se preparaba el mejor “caliente” de Huancayo. Supe entonces que Baquerizo era un buen bebedor, culto y refinado, y que el ron Caldas era su favorito. Esa noche me felicitó, me dijo que había hecho una excelente entrevista, y que había logrado con Vargas Vicuña lo que nadie había conseguido hasta entonces: que confesara su nacimiento en Acobamba, Tarma, en contraposición a Arequipa, de donde se reclamaba por pecaminoso orgullo. Bebimos tres rondas del delicioso trago sin apartar de nuestra mesa las técnicas y los recursos literarios más efectivos. Ese encuentro me brindó los arrestos necesarios para, a la semana siguiente, presentarme en su casa sin previo aviso: habiéndome llenado de valor, llegaba a ella con una carpeta bajo el brazo, continente de cinco cuentos, corregidos y recorregidos para ver si pasaban su prueba de fuego. Se los entregué al maestro con el pedido de que los revisara. Él le dio una mirada a los papeles, luego cerró la carpeta, y afirmó: “perfecto, dijo, los veo y le llamo”. Fueron las semanas más angustiosas de mi vida. Mientras esperaba la llamada del maestro, un sudor helado recorría mi cuerpo, como ramalazos, y me decía que si Baquerizo les cortaba la cabeza, habría fracasado en mi intento de ser escritor, y doce años de trabajo se habrían ido por el excusado. A los pocos días me llamó, pero no para alcanzarme una crítica, sino para pedirme autorización para corregir los cuentos. “Haga con ellos lo que crea conveniente, doctor, al final están preparados para todo”, le respondí. Quince días después recibí de nuevo su llamada, citándome en su casa, a donde acudí puntualmente. Hablamos varias horas, de otras cosas que nada tenían que ver con mis cuentos, mientras yo me consumía en ansiedad, hasta que ya cerca de las diez de la noche sacó la carpeta y me la entregó mientras me decía: “He leído todos sus cuentos, don Sandro, y todos me han gustado. Pero hay dos que realmente me han impactado: el de la enfermera y el de la pianista. Son realmente excepcionales”. Pero había un grave problema —me dijo— que no permitía que mis cuentos alcanzaran su esplendor: la prosa. Entonces eché una mirada a los papeles y me escalofrié con la cantidad de palabras tachadas, de frases sustituidas, de calificativos eliminados, de preposiciones agregadas. Realmente, poco quedaba de lo que yo alguna vez había escrito, y entre los jeroglíficos y las tachaduras solo de vez en cuando reconocía una o dos palabras que habían quedado en pie. “Tiene que evitar el circunloquio”, me dijo. Llegué a casa con los ánimos por los suelos, pensando que mi carrera literaria tocaba a su fin. La desesperanza hizo presa de mí durante unos días, pero al cabo de ellos estaba de nuevo sobre el caballo, repasando las correcciones de Baquerizo, escrutándolas, estudiándolas, colonizándolas con lápiz y papel, remitiéndome al diccionario. Semanas después, de tanto haber reescrito los cuentos con las correcciones, y de tanto haber estudiado el uso de los infinitivos y los gerundios, estaba realmente maniatizado. Hice varias versiones más de los cuentos y, para probarme una vez más, los metí en un sobre y los envié al concurso de cuentos de una empresa petrolera.
Entretanto, seguí cultivando mi amistad con Baquerizo. Nos reuníamos semanalmente en su casa (recuerdo con agrado ese patio solariego donde arrimaba cómodos sillones para conversar en la intemperie y, además, el olor delicioso de las maderas barnizadas de su sala en el segundo piso) o, a lo mejor, en un café. Y conversábamos. La mayoría de las veces él hablaba (monologaba) y yo me embebía en su verbo, en sus vivencias, en su mundo pasado. Pero a veces yo inquiría y él respondía. Así me enteré de muchísimos pasajes de su vida: que había empezado trabajando en la universidad San Cristóbal de Huamanga, que había tenido una fuerte polémica filosófica con Abimael Guzmán Reynoso, que una vez había bebido más de lo necesario con Ciro Alegría y habían terminado en un rinconete de baja monta, que a veces firmaba sus escritos como J. Barquero, que había dirigido varios suplementos culturales (del que más orgulloso se sentía era de Proceso), que había sido gran amigo de José María Arguedas. ¿Por qué el maestro, con ese verbo y esa nombradía, se había quedado a vivir en Huancayo? Un día se lo pregunté y me respondió que vivir en provincia le permitía seguir las incidencias literarias del mundo, del país y del interior al mismo tiempo. Amaba, realmente, a su tierra, a la que llamaba “su barro”. En verdad, había leído todos los libros, todos, los clásicos, los contemporáneos y a veces pensaba que aún los que estaban por escribirse. En otra ocasión le pregunté por su biblioteca y me llevó a conocerla. El momento en que ingresé en ella parece haberlo descrito Carlos Ruiz Zafón en su novela sobre libros malditos: “Un laberinto de corredores y estanterías repletas de libros ascendía desde la base hasta la cúspide, dibujando una colmena tramada de túneles, escalinatas, plataformas y puentes que dejaban adivinar una gigantesca biblioteca de geometría imposible”.
Al rayar el fin del milenio, a un grupo de amigos se nos ocurrió fundar un semanario de interés público llamado Página 20. Al principio fue una publicación más, llena de material de relleno, hasta que una compañera y yo tomamos el control y, con la venia de Enrique Melgar Moscoso, el financista, decidimos convertir el medio en una plataforma de resistencia política. Recuerdo mucho a gente valiosísima como Mario Castillo, Toño Bráñez, Paúl Cárdenas y Hernando Torres que no tuvieron empacho en arriesgar hasta la vida por cumplir con las difíciles comisiones que les encargábamos. Este nuevo espacio también contó con la pluma de Manuel Baquerizo, quien, además, corregía nuestros textos (en una ocasión Mario Castillo se presentó en la redacción, muy deprimido, diciendo que el doctor había “despedazado” su texto). Fue la época en que la Academia Peruana de la Lengua lo incorporó como Miembro Correspondiente y nosotros, claro, le dimos una portada. Se alegró mucho y nos dijo que había sido una noticia inesperada: “Lo cierto es que yo no me dedico al trabajo intelectual en forma sistemática y orgánica. Escribo sobre un tema, solamente cuando me agrada y cuando siento placer o satisfacción en hacerlo”. Fue la época también en que entró en nuestra vida Jair Pérez, un leído estudiante de literatura de San Marcos que tenía una bonita taberna, donde empezamos a reunirnos los viernes por la noche para dar recitales y conversar y emborracharnos sin disimulo. Gracias a Baquerizo (sobre todo durante el congreso de literatura que organizó con Nicolás Matayoshi por aquella época) conocí a mucha gente. Mis amistades legadas por él se cuentan por montones, pero puedo recordar a Miguel Gutiérrez, a Oswaldo Reynoso, a Virginia Vilchez, a Zein Zorrilla, a Samuel Cárdich, a Washington Delgado, a María Teresa Zúñiga. Con muchos de ellos me encontraría años después en Europa, o en México, o en Argentina, en las diferentes ferias de libros a las que asistiría, pero entonces yo era apenas un pobre periodista iluso que vivía casi del aire. Otro amigo muy cercano presentado por Baquerizo es Jorge Jaime Valdez.
La aventura de Página 20 terminó dramáticamente, con dos de nosotros encarcelados y perseguidos por la dictadura, llenos de deudas, pero con la satisfacción de haber puesto el pecho en su oportunidad. Los chicos que aprendieron con nosotros, poco después, publicaron un valiente periódico universitario con el molde de nuestro desaparecido semanario.
Por entonces tenía una enamorada con la que nos veíamos a hurtadillas, en un departamento de soltero que había habilitado para fines bélicos, y una tarde en que estaba con ella, retozando a oscuras, sonó el teléfono. Reconocí de inmediato la voz de Baquerizo. Ahí estaba otra vez, hablándome con gran entusiasmo, casi con frenesí: “Don Sandro, me acaba de llamar González Vigil, de Petroperú, y me dice que tres de sus cuentos han quedado finalistas en el concurso de este año”. Desde luego, quedé pasmado, entrelazados mis dedos con los de la enamorada fugaz, perdido en las tinieblas azules de la habitación. “Aló, don Sandro, ¿está ahí?”. Claro que estaba ahí, escuchando la voz llena de ímpetus del maestro, su exaltación. Me vestí de inmediato y fui en su búsqueda. Me llevó a la presentación de un libro y se encargó de que dieran la buena nueva por el micrófono. Tiempo después me enteré que Baquerizo había comprado un buen lote de los libros donde se publicó uno de los cuentos finalistas, el más breve, y que lo obsequiaba a mis espaldas a todos sus amigos, diciéndoles que en Huancayo había también buena literatura.
A los pocos meses de cerrarse el semanario político, el doctor me llamó para proponerme la dirección de otro medio de comunicación escrito, “independiente y culto”, según me dijo. Después de algunas tratativas, concordamos con Ricardo Soto, el propulsor, que yo me haría cargo de la plana periodística del nuevo semanario y que Manuel Baquerizo dirigiría un suplemento cultural mensual. Varias fueron las reuniones para determinar los nombres: finalmente el medio se llamó Nuevo siglo y el suplemento Ciudad letrada. Trabajamos tres meses, denodadamente, pero la situación política era atroz y, pese a habernos hecho el firme propósito de no tocar temas gubernativos, el medio empezó a virar hacia ellos, hasta convertirse, otra vez, en una trinchera de combate a la dictadura. La organización que nos subvencionaba trabajaba independientemente, pero temía represalias del gobierno, así es que un buen día nos sentamos a conversar amigablemente y decidimos ponerle fin al medio. “Lo único que les pido, les dije, es que matemos a la madre, pero no al cordero”. Entendieron mi demanda y fue así como Ciudad letrada se independizó y se posicionó en las esferas literarias del país. “Me siento complacido de tener en mis manos este mensuario nutrido y acorde con los tiempos. Es halagüeño saber que las ediciones se terminan y las tiradas crecen mes a mes, pues hemos empezado a llegar a Lima, Puno, Huánuco, Iquitos y otros lugares distantes”, diría Baquerizo tiempo después en una larga entrevista periodística.
Fueron los últimos meses de vida del maestro. Salieron veinte números de Ciudad letrada y yo colaboré muchísimo con ella. En una ocasión, incluso, representé a Baquerizo en el Club Huancayo de Lima para presentar la revista a un gremio de abogados huancaínos. Y es que el maestro, sin que nos diéramos cuenta, había caído enfermo.
Era la época en que yo, con todo lo aprendido, escribía una novelita de amor ambientada durante el terremoto de 1746, y había entrado a trabajar en la universidad que Baquerizo —cosas del destino— había abandonado hacía poco.
Un día me enteré que el maestro estaba internado en el hospital de la seguridad social. Fui a verlo y le llevé un libro. Me dijo que el mal había empezado con un zumbido en el oído y que ahora, después de varias pruebas, no podían diagnosticarlo, así que debía trasladarse a Lima. En efecto, en el mes de noviembre de 2001, se lo llevaron al hospital Guillermo Almenara. Me llamó varias veces. Me contaba que tenía dolores insoportables en los músculos, que había bajado de peso, que los médicos continuaban buscando la enfermedad. Y me recomendaba que no descuidara la edición de Ciudad letrada. Un día me enteré que, finalmente, habían dado con el mal y que se trataba de una miopatía. Entonces fui a una tienda de ropa y le compré una camisa de franela, roja y a cuadros como a él le gustaban, y viajé con ella a Lima para saludarlo. Lo encontré postrado, marchito, pero aún rebosante de la vitalidad que nunca le abandonó. Conversamos interminables horas.
Entretanto, a escondidas de todos, envié la novelita a un concurso literario patrocinado por el Banco Central de Reserva, pensando que si no ganaba, nadie se enteraría que había participado.
Baquerizo murió en febrero. Ese día me llamó Carolina Ocampo para echarme el mundo encima y recuerdo que, ebrio de furia y desaliento, recorrí las casas de los amigos más cercanos informándoles de lo acontecido. Las exequias fueron fastuosas: el alcalde de Huancayo, Dimas Aliaga Castro, le hizo un homenaje y cubrió su ataúd con la bandera de la ciudad. En el cementerio la familia me hizo el honor de ser uno de los oradores sombríos del cortejo. Mientras sellaban el nicho y alguien cantaba ese huaynito que tanto le gustaba al maestro “…Ay, la vida se me está yendo como se fue mi suerte…” sentí que el dolor de la garganta, como una represa fracturada, se derramaba en lágrimas arrasadoras. Al voltear, Jair Pérez también lloraba, y más allá Ana Espejo, y más allá Giovanna Almonacid, y más allá Sergio Castillo, y más allá Abel Montes de Oca. Llegaron cartas de pésame de todas partes del mundo y con Nicolás Matayoshi decidimos publicar un número de homenaje de Ciudad letrada con las decenas de epigramas y obituarios arribados.
Un mes después, me llamó el propio Luis Jaime Cisneros para felicitarme por haber obtenido el premio del Banco Central de Reserva. Mi novelita, escrita a la loca en una difícil situación económica, vencía. Después la historia es conocida: me entrevistaron en todos los periódicos y en la televisión, me dieron un cheque nada despreciable, publicaron mi libro, se multiplicaron las ediciones, me invitaron a viajar por varias partes del mundo, pero nunca tuve el premio que realmente apetecía: que Manuel Baquerizo Baldeón, mi maestro, leyera la novela fraguada con sus propias manos. Y, claro, que usara la camisa roja que se quedó sin abrir.
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Proyecto Mikage llega a Perú
La música tradicional japonesa se reinventa en un espectáculo único.
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1 día agoon
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El reconocido trío japonés MIKAGE PROJECT, famoso por su innovadora fusión de sonidos tradicionales y contemporáneos, llega por primera vez al Perú para ofrecer un concierto que promete una experiencia musical sin precedentes.
La esperada presentación se llevará a cabo el sábado 22 de marzo a las 19:30 pm en el Teatro Manuel A. Segura (Jr. Huancavelica 265, Cercado de Lima), gracias a la organización de la Fundación Japón Lima y la Municipalidad de Lima.
Compuesto por tres talentosos músicos japoneses —Koki Sato (shakuhachi, flauta de bambú), Sho Asano (Tsugaru shamisen, instrumento de cuerdas) y Takashi Honma (koto de 25 cuerdas)—, MIKAGE PROJECT ha revolucionado la música tradicional nipona con una propuesta fresca y vanguardista. Su sonido combina melodías folclóricas con géneros como jazz, funk, rock y música latina, dando como resultado un espectáculo envolvente y lleno de energía.
Desde su formación en diciembre de 2020, el grupo ha lanzado cuatro EP y ha participado en reconocidos programas de la cadena NHK. En 2023, inició su primera gira internacional en Tailandia y Malasia, colaborando con artistas locales. En 2024, fueron parte de eventos de renombre como Otakon en Estados Unidos y el Festival Internacional Cervantino en México , consolidándose como referentes de la música japonesa contemporánea.
El público peruano tendrá la oportunidad de disfrutar de este espectáculo de primer nivel a precios accesibles. Las entradas están disponibles en Joinnus desde S/ 25 hasta S/ 40.
Cultura
Lima será sede del primer Encuentro Universitario de Improvisación
El evento gratuito será este 1 de marzo y reunirá a seis elencos universitarios en una jornada de creatividad, aprendizaje y música en vivo.
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2 días agoon
20/02/2025
La improvisación teatral sigue ganando terreno en el Perú, y con ello, llega el 1er Encuentro Universitario de Impro, organizado por UPC Cultural. El evento, que reunirá a seis elencos de jóvenes, se realizará este 1 de marzo en el teatro de la UPC en San Miguel y promete ser una jornada de creatividad y diversión para todo el público.
“Este encuentro, además de destacar el talento de los jóvenes improvisadores de diversas universidades, busca también fomentar el intercambio de experiencias y fortalecer la comunidad de improvisación teatral a nivel universitario. También es una gran oportunidad para mostrar el nivel y la pasión que hay en las nuevas generaciones por este arte”, comenta Feffo Neyra, organizador del evento y director del elenco de impro de la UPC y de Di Que Sí.
El evento contará con la participación de los elencos de la UPC, San Marcos, UNI, Cayetano Heredia y ESAN, quienes compartirán una jornada de integración y exploración escénica junto a la compañía profesional Di Que Sí. Como cierre, a partir de las 8:00 p.m., se presentará la “Impro Big Band”, un espectáculo donde las historias se crearán en el momento al ritmo de guitarra y cajón, utilizando la técnica del soundpainting, que fusiona teatro y música en tiempo real.
«La impro es una gran herramienta para que los jóvenes desarrollen su creatividad, aprendan a trabajar en equipo y sepan adaptarse a situaciones inesperadas. Estas habilidades no solo son valiosas en el ámbito artístico, sino que también son de gran utilidad en el futuro profesional, permitiéndoles desenvolverse con mayor seguridad, comunicarse eficazmente y enfrentar desafíos con creatividad y resiliencia en cualquier entorno laboral”, agrega Neyra.
Este Encuentro Universitario de Impro se realizará el 1 de marzo a las 8:00 p.m. en el teatro de la UPC en San Miguel. El ingreso es libre con previa inscripción a través del siguiente formulario: https://forms.gle/4EKi93u6rPdjGJs46. Para más información, visita las redes sociales de UPC Cultural.
Cultura
Stephanie Boyd y Miguel Araoz nos hablan sobre su película «Karuara, la gente del río»
Los directores del filme Karuara, conversaron con Lima Gris sobre todos los detalles detrás del documental. La nueva película peruana se estrena mañana 20 de febrero en todos los cines.
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2 días agoon
19/02/2025
Tras un largo trabajo de 10 años, Stephanie Boyd y Miguel Araoz han logrado una poderosa obra cinematográfica que revela los mitos, secretos y problemáticas de la Amazonia. En el filme, el río se convierte en la columna vertebral por donde navegan historias que día a día viven diversas comunidades en la selva.
En la película, la cosmovisión amazónica se hace presente con un detallado trabajo de animación, que permite sumergirnos en un mundo onírico que se mantiene más vivo que nunca, a pesar de los derrames de petróleo, la tala y la minería ilegal.
En esta entrevista, los directores del filme nos hablan del proceso de la película y las anécdotas que vivieron para concretar «Karuara, la gente del río».
¿Por qué deciden grabar en la Amazonía peruana?
Miguel Araoz: En algún momento tuve contacto con la selva, que es un lugar fascinante; es uno de los lugares donde la vida esta más plena. Cuando he estado en la selva, he sentido la necesidad de expresarme que esos espacios deben de cuidarse.
Stephanie Boyd: Siempre he buscado temas de medioambiente, derechos humanos y especialmente cuando las empresas transnacionales están abusando de la gente. Como yo vengo del extranjero, me veo como un puente entre los dos mundos. En el caso de esta historia específicamente, la historia nos buscó.
¿Qué tiempo les tomó filmar la película?
Miguel Araoz: 10 años en realidad nos demoró.
Stephanie Boyd: Al inicio tenía pelo (risas).
Miguel Araoz: Tenía pelo y no tenía canas (risas).
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¿En estos 10 años qué fue lo más difícil para ustedes?
Miguel Araoz: Yo soy pintor, tengo experiencia filmando, pero no es mi profesión. Por ejemplo, con todo el equipo con el que hemos trabajado nadie sabía de animación, y hemos tenido que aprender todo el proceso. La selva exige también esfuerzo físico. Los rodajes son hermosos, pero exigen mucho al cuerpo. Para mí ha sido una experiencia fuerte, pero a la vez hermosa. Lo más difícil ha sido sostener la película estos 10 años. En un tiempo corto lo haces con gran impulso, pero cuando tienes 10 años en la espalda, por ratos es pesado.
Stephanie Boyd: Al final terminó siendo un proyecto más grande. Al inicio hicimos un libro bilingüe en español y kukama con las historias que los ancianos nos contaban y las ilustraciones hechas por los niños en la comunidad.
Hacer cine en el Perú es difícil. ¿Cómo han podido sostener económicamente la película? ¿Qué estrategias han tenido?
Stephanie Boyd: Mucha gente aquí nos apoyaba voluntariamente. Yo logré sacar un puesto de voluntariado con una ONG que me mandó al Perú. Entonces, ellos me tenían como voluntaria trabajando con las mujeres en las capacitaciones y los cortometrajes durante los primeros cinco años del proyecto. También hemos pedido apoyo de diferentes formas, pero siempre hemos tenido el control editorial y económico del proyecto. Pedíamos desde pequeñas becas de fundaciones de medioambiente, fundaciones de cine y tras concursar tres años seguidos finalmente conseguimos una beca de DAFO.
Miguel Araoz: En realidad, Stephanie es una súper productora. Hacer animación no es barato, y parte del tiempo de hacer el documental nos ha tomado tres años hacer las filmaciones. Yo siempre bromeo y digo que la teoría de la relatividad toma cuerpo en la animación, porque trabajas tres años para 15 minutos de animación. Además, tuvimos que sostener todo un equipo de animación. En el mejor momento hemos llegado a ser siete para animación. Stephanie siempre se ha dado cuenta de que para hacer los documentales tienes que buscar pequeños fondos, porque un fondo grande al inicio no lo vas a conseguir y vas a desmayar en ese espacio. Lo que Stephanie hizo siempre es buscar fondos pequeños; así hemos generado como subproductos —el libro es un caso— que teníamos que entregar para sustentar el trabajo. Para ganar DAFO tres veces hemos llegado a la final; la tercera vez pensé que perdíamos, pero me dieron la sorpresa de que ganamos. Otro fondo interesante ha sido la Ford, que apoyó porque la empresa tiene una parte que se dedica a cuestiones de medioambiente y derechos humanos.
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¿Incluyeron la animación por lo complicado que era retratar la cosmovisión amazónica o fue parte del proyecto?
Miguel Araoz: Fue una mezcla de cosas. Por un lado, a mí me gusta la animación. Por otro lado, es complejo filmar debajo de un río. No soy buen buceador; el río Marañón es oscuro y encima lo tendría que filmar con espíritus. Otra cosa que pasaba es que cuando viajábamos a las comunidades, siempre a las seis de la tarde, cuando finaliza el día, la gente prende un motor y se junta en su casa para ver la televisión, y lo que ven son novelas. Entonces, con Stephanie, Leonardo y Mariluz, conversábamos y dijimos que sería bonito volver este espacio al lugar de los cuentos y los mitos amazónicos de su propia cultura. Un poco así nacieron las animaciones.
Stephanie Boyd: Las animaciones fueron narradas por gente mayor kukama; estas son historias reales. En los documentales muchas veces la gente usa el recuerdo de recrear algo que pasó, y la animación es eso: ponemos imágenes, pero la historia que ha sido narrada es una historia real, por eso nos califican como documental.
Han tocado con mucho tino las problemáticas que viven las comunidades en la selva. Si bien filmaron en Loreto, la historia tiene personajes muy bien logrados que se enfrentan al olvido del Estado y a la discriminación de su propia gente. ¿Cómo manejaron el tratamiento?
Miguel Araoz: Creo que, como han pasado 10 años y en general los personajes del documental son cercanos a nosotros, ahora son nuestros amigos. Pues no mostraría a un amigo de manera incorrecta. Es decir, hay que mostrar los problemas, pero no denigrar a las personas.
Stephanie Boyd: Mariluz es la coproductora del documental, y la niña que habla es su hija, y ambos piensan que esta historia, a pesar de que es muy dolorosa, es importante que los de fuera la conozcan porque le está pasando a muchos jóvenes en la selva.
Miguel Araoz: Por otro lado, hemos trabajado con Leonardo Tello, y desde el comienzo en todo el trabajo siempre estuvo muy atento a esos detalles.
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Otro de los temas del documental es la contaminación de los ríos a causa de los derrames de petróleo y la tala ilegal. Aquí nuevamente el tratamiento es acertado, ya que no se cae en un mensaje panfletario. ¿Existió alguna asesoría legal para enfocar estos temas?
Miguel Araoz: Al inicio del proceso me pregunté qué historia íbamos a contar. Y al final la historia que hemos contado es la historia del río, y el río es más que un río, ya que también son las personas que habitan a su alrededor y los personajes que viven dentro del río, es decir, todo ese universo. Cuando me hice esa pregunta, la respuesta fue que el río tiene olas, toda una serie de cosas que suceden. Entonces, ir al Marañón y no tocar el tema de los derrames de petróleo sería faltar a la verdad. Durante los 10 años que hemos vivido ahí, yendo y viniendo, siempre hemos escuchado que cada vez hay menos peces. Esto es por los derrames de petróleo que son constantes; son 30 años de derrames de petróleo.
Stephanie Boyd: Con Radio Ucamara hemos coproducido un corto titulado “Por qué callaron los ríos”, son 10 minutos sobre los derrames, porque queríamos sacar algo con urgencia cuando sucedieron los derrames del 2016 y 2017. La federación de mujeres Kukama también ha coproducido el documental con Radio Ucamara. Ellos encontraron la asesoría del Instituto de Defensa Legal (IDL), y con ellos las mujeres querían hacer una demanda para proteger sus ríos.
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En Perú tenemos un gran problema: ¿Cómo guardamos la memoria cinematográfica que también es la historia de nuestro país, sin la existencia de una cinemateca nacional?
Miguel Araoz: La cinemateca es súper necesaria. Acá tenemos todo el trabajo pictórico de las animaciones, que son docenas de cajas. Quizá si estaríamos en otro país, para una universidad o para una filmoteca sería un material que les interesaría. Por eso es necesaria una buena ley de cine para poder distribuir, porque ahora vamos a poner la película en los cines y no sabemos hasta el último momento en qué sala nos van a poner, cuánto tiempo va a durar y, además, el horario tal vez sea a las 2 o a las 10 de la mañana para poder rápidamente retirarte de las salas. Finalmente, una mejora se logra con leyes; se necesita una protección a la producción nacional.
Stephanie Boyd: También la televisión; en otros países hay leyes que indican que un porcentaje de la programación tiene que ser nacional, y eso implica mostrar cierta cantidad de películas nacionales.
¿Cómo han sentido la recepción de su película en los festivales?
Stephanie Boyd: Primero hemos entrado en festivales, ahora estamos haciendo la difusión en salas, y luego vienen las proyecciones comunitarias, que eso es lo más divertido para mí. El estreno mundial de la película se dio en el Festival Internacional de Cine de Toronto, que es uno de los festivales más grandes en el mundo, y después hemos tenido el estreno en el Festival Internacional de la India. Nunca esperamos entrar ahí, pero fue una experiencia muy bonita y con muy buena respuesta del público.
Ya que mencionaste el cine comunitario, ¿tienen pensado proyectar la película en el lugar que grabaron?
Miguel Araoz: donde se grabó, ya lo hemos proyectado. Particularmente, ha sido la proyección que más me ha gustado. En la comunidad conocemos a los niños desde que tenían cinco años; ahora tienen quince. Entonces, fue muy divertido porque el ambiente de la muestra fue especial. En una hora estuvo repleta la sala.
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Antes de grabar su documental, ¿revisaron algunas películas filmadas en la selva?
Miguel Araoz: Sí revisamos, aparte, mi padre participó en la película Aguirre, la ira de Dios como extra. Y por lo que conversamos muchas veces, creo que he hecho el viaje de mi papá de otra manera, pero con el cine de por medio.
¿Qué mensaje les darían a los jóvenes que quieren hacer cine?
Stephanie Boyd: Ahora hay más oportunidad que nunca, porque con la tecnología puedes grabar un cortometraje en tu celular. No temas si no tienes la mejor cámara. Empieza haciendo cortometrajes y los vas mandando a festivales y así vas ganando experiencia y contactos. Ayúdense entre ustedes, formen colectivos.
Miguel Araoz: Soñar siempre va a ser increíblemente bueno. Cuando sueñas, vas a tener que sacrificarte para poder hacerlo realidad. Se pueden hacer las cosas. También quiero decir que la gente de la selva siente tanto por el Perú, pero nuestro país siente tan poco por ellos. Eso es triste. Las únicas escuelas que existen en las comunidades se inundan en la selva. Eso puede ser una metáfora del Estado, porque han construido de espaldas a la realidad.
El dato:
Karuara, la gente del río se estrena mañana 20 de febrero en todos los cines peruanos. Una película que no debes perderte.
Cultura
Movidas académicas en la Escuela Nacional de Folklore José María Arguedas
Ana Socorro Polo Vásquez, directora general de la Escuela, habría realizado acciones que van en contra de la ética profesional, por haberle cedido su puesto y darle la ‘encargatura’ de la dirección general —solo por un día— al director académico para que este le otorgue y firme su titulación profesional.
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3 días agoon
19/02/2025
La Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas nació en 1949 con el nombre de “Escuela de Música y Danza Folclórica Peruana” y desde hace 37 años otorga titulo a nombre de la Nación y actualmente, ya cuenta con rango universitario, e incluso puede otorgar grado de bachiller y licenciatura, como así se le otorgó a Ana del Socorro Polo Vásquez, actual directora general de dicha casa de estudios.
La directora general de la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas, Ana del Socorro Polo Vásquez desde hace muchos años tiene un estrecho vinculo laboral con dicha casa de estudios. Primero como docente y luego como directora, debido a que tuvo la encargatura de la Dirección General, desde septiembre a diciembre del 2022.
Posteriormente, el 17 de enero de 2024 según Resolución Jefatural N° 00200-2024-MINEDU/VMGI-DRELM/DIROAD, nuevamente se le encargó en el puesto y funciones de directora general, hasta el 31 de diciembre del mismo año. Y en poco menos de dos meses transcurridos, el 04 de marzo, con la competencia que le daba su alta jerarquía, Polo Vásquez le encargó a Idelindo Mamani Chambi el cargo de Director Académico de la Escuela.
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¿Cuál es la función de un ‘director académico’ en la Escuela José María Arguedas?
En su rol de director académico de la “Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas”, Mamani Chambi se encargaba de todas actividades que existen dentro de la malla curricular de la escuela, con actividades como exámenes finales, así como encargarse de la CEPRE, y de los talleres.
Directora general ‘encargó su puesto’ para que su ‘reemplazante’ firme su titulo profesional
Posteriormente, la directora general, Ana del Socorro Polo Vásquez se tomó un día libre a cuenta de vacaciones, e hizo que por ese día—17 de julio del 2024—la reemplace Idelindo Mamani Chambi, y a través de la Resolución Directoral N° 00323-2024-ENSFJMA/DG-SG, ella le encargó a él formalmente que asuma la dirección general de la escuela, en adición a sus funciones de Director Académico, quien unos días atrás ya había aprobado la sustentación de tesis presentada por Polo Vásquez.
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Resolución Directoral N° 00323-2024-ENSFJMA/DG-SG.
Justamente, ese 17 de julio, Mamani Chambi, ya como director general interino—solo por un día—firmó la Resolución Directoral N° 00325-2024-ENSFJMA/DG-SG, nombrando al jurado Calificador y fijó la fecha de sustentación que se realizó el 19 de julio, para que luego la señora Polo Vásquez pueda optar el título de Licenciada en Educación Artística, especialidad Folklore, con mención Danza y cuyo asesor de tesis fue su esposo Eduardo Fiestas Peredo.
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Resolución Directoral N° 00325-2024-ENSFJMA/DG-SG firmado por Mamani Chambi.
Lo mismo sucedió el 01 de agosto del mismo año, que través de la Resolución Directoral N° 00338-2024-ENSFJMA/DG-SG, Ana del Socorro Polo Vásquez nuevamente le encargó a Mamani Chambi el puesto de director general de la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas, porque se tomó un día libre a cuenta de vacaciones, para que él la reemplace solo por esa fecha.
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Resolución Directoral N° 00338-2024-ENSFJMA/DG-SG.
¿Qué realizó Mamani Chambi ese único día como director general encargado?
Ese primero de agosto del 2024, el ‘provisional’ director general, Idelindo Mamani Chambi emitió la Resolución Directoral N° 00341-2024-ENSFJMA/DG-SG y en ella resuelve otorgar el titulo de Licenciada en Educación Artística, especialidad de folklore-danza, a su “superior”, Ana del Socorro Polo Vásquez, quien por un día dejó de ser directora general de la escuela de folklore, con el objetivo de que el “encargado” firme la respectiva resolución de licenciatura. Ya que ella misma no podría refrendar su propio título, mientras fuera directora general.
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Resolución Directoral N° 00341-2024-ENSFJMA/DG-SG que otorga título profesional a la directora general Polo Vásquez.
No obstante, aproximadamente tres semanas antes de otorgársele el título profesional, el 05 de julio para ser más exactos, mediante Resolución Directoral N° 00310-2024-ENSFJMA/DG-SG, Idelindo Mamani Chambi en su condición de Director Académico de la Escuela de Folklore, y antes de que le encarguen la dirección general, declaró expedita a su “superiora” Ana del Socorro Polo Vásquez, para que pueda obtener el titulo de licenciada en Educación Artística en la especialidad folklore-danza, tras haber egresado luego de concluir sus estudios en el año 2011.
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Resolución Directoral N° 00310-2024-ENSFJMA/DG-SG, firmada por Idelindo Mamani Chambi.
Asimismo, se conoce que la directora general Polo Vásquez también forma parte de la Comisión de Instalación para la Creación de la Universidad de Folklore José María Arguedas, instalada a fines de enero del 2025 y según nuestra fuente, el esposo de Ana del Socorro Polo Vásquez, fue docente de baile en la misma escuela de Folklore JMA, durante los años 2022, 2023 y 2024, mientras ella continuaba siendo directora general en dicha casa de estudios.
Lima Gris se comunicó con la directora general de la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas, para que brinde sus descargos y esto fue lo que respondió: “Yo me he titulado hace años, no recuerdo el año, pero yo soy titulada de hace años. Y cuando uno no está, siempre el director académico asume el cargo de director general. Yo puedo ausentarme un día, dejar mi cargo un día y el director académico tiene que asumir ese cargo”.
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Fuente: SUNEDU.
Y cuando se le cuestionó por qué le dio la encargatura al señor Mamani Chambi para que él autorice su titulación, ella respondió: “No. No es así. Y por favor envíe un documento para aclararle”.
Por lo visto, la directora general de la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas, habría realizado acciones que van en contra de la ética profesional.
Cultura
Lanzamiento del Carnaval de Junín 2025
El lanzamiento oficial se realizó en el auditorio de Promperú en Lima.
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3 días agoon
19/02/2025
Con danzas, platos típicos y con una variada agenda cultural se lanzó el Carnaval de Junín 2025. En la conferencia de prensa participaron autoridades de las diferentes municipalidades de la región y Julio Abanto, Director de Comercio Exterior y Turismo del Gobierno Regional de Junín.
El Carnaval de Junín 2025 que está lleno de color y tradición para su lanzamiento llegaron a Lima delegaciones de distintas ciudades como Tarma, Satipo, Jauja y Huayucachi (Huancayo). Cada una de ellas llegó con majestuosos trajes típicos, listos para exhibir lo mejor de sus danzas y costumbres en una de las festividades más esperadas del año.
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Tamaya Rodríguez con solo 4 años, se convirtió en la estrella más joven del Carnaval de Junín 2025. A pesar de su corta edad y su estatura de poco más de un metro, esta talentosa niña del distrito de Sapallanga (Huancayo) deslumbra con su destreza en el zapateo y su gracia al interpretar la tradicional danza Akshu Tatay.
Su presentación en el estrado principal generó emoción entre los asistentes, quienes quedaron cautivados por su energía, ritmo y alegría contagiosa. Tamaya es una pieza clave en el elenco de danzantes de su comunidad, destacándose como una promesa del folclore andino.
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Las celebraciones, que iniciaron la semana pasada con la “Ruta del Huaylas”, se extenderán hasta abril, ofreciendo a los visitantes una experiencia única de música, danza y gastronomía. Se espera la llegada de más de 200,000 turistas, tanto nacionales como extranjeros, para lo cual se han habilitado más de dos mil establecimientos de hospedaje, incluyendo alojamientos en comunidades nativas que brindarán una inmersión cultural auténtica.
El Carnaval de Junín no solo es una fiesta de alegría, sino también un testimonio del legado cultural de la región. Entre las danzas emblemáticas que se presentarán destacan: La Chonguinada, La Huaconada de Mito, reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, La Huayligia y El Huaylarsh Wanka.
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Además, tres eventos culturales de la región están en proceso de ser declarados Patrimonio Cultural de la Nación, lo que refuerza el compromiso de preservar y difundir las tradiciones ancestrales del pueblo juninense.
Este 2025, el Carnaval de Junín promete ser una celebración inolvidable, donde la música, la danza y el espíritu festivo de su gente se unirán para mostrar al mundo la riqueza cultural del Perú.
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Conversamos con Julio Abanto, quien nos brindó detalles de las celebraciones.
Cultura
Eugénie Bastie, el azote del feminismo: El periodismo cultural como trinchera
Política y culturalmente incorrecta, Eugénie ha emergido primero como azote del feminismo para finalmente convertirse en el rostro de la transformación cultural francesa dominada por los ultras.
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4 días agoon
18/02/2025
Eugénie Bastié, natural de Toulouse y nacida apenas ayer en 1991, es periodista, columnista, polemista y ensayista francesa. Le Point y Le Temps la clasifican entre los conservadores, la misma Wikipedia la categoriza como reaccionaria.
Procedente de una familia católica, Eugénie Bastié es hija de un paisajista y de una madre especialista en medicina nuclear. Después del internado en el colegio privado católico de Lectoure, en Gers, ingresó en el Instituto de Estudios Políticos de París en 2009. Se graduó en 2014 con una maestría en asuntos públicos. También obtuvo una Maestría en Filosofía por la Sorbona París-IV.
Políticamente Eugénie se declara partidaria de la economía de mercado y de la libertad de empresa, pero es escéptica sobre el crecimiento exponencial. Comenzó su carrera bajo el patrocinio de Élisabeth Lévy y Natacha Polony, especialmente en el medio de opinión Le Figaro Vox y en la revista Causeur. Luego fue contratada como redactora editorial en Le Figaro y aparece regularmente como columnista editorial en CNews.
Desde su aparición, fue percibida por el establishment globalista como una de las nuevas caras de la derecha, la derecha reaccionaria e incluso de extrema derecha, particularmente por sus posiciones conservadoras y críticas sobre el feminismo, los ideales sociales y las controversias que alimentó en la televisión y las redes sociales. Contribuye al resurgimiento mediático de estos discursos, observado desde finales de la década de 2010, y que han concluido en el triunfo de la batalla cultural de parte de los grupos reaccionarios.
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Pero para comprender mejor a una figura cultural francesa como la de ella, hay que abordarlo a la francesa, es decir desde el contexto político cultural.
Ya en 2015 el medio globalista francés Liberation publicó un artículo sobre el nacimiento de la revista católica Límite, en la que declara: «Tras la Manif pour tous, la joven guardia católica ultraconservadora lanzó una revista que retoma los temas de la ecología y el decrecimiento (…) El sábado por la noche, en la Ciudad Universitaria Internacional de París, durante la fiesta de lanzamiento de la revista Limite, la media de edad apenas alcanzaba los treinta años. El buffet es modesto. Es hora de la sobriedad. Porque es bajo la bandera de la ecología integral que la joven guardia ultraconservadora del catolicismo francés entra en batalla. Vomitando todos los liberalismos, económicos o sociales, abogando por el decrecimiento y soñando con un mundo con Dios. Se consideran revolucionarios. “Nos estamos distanciando de la derecha católica liberal”, proclama Paul Piccarreta, director de la revista (…) Más o menos, todos sus fundadores marcharon contra el matrimonio homosexual. Y participó, en el proceso, en la creación del movimiento Veilleurs. Fue el caso en Lyon, en casa del muy conservador y muy pro vida cardenal Philippe Barbarin, de la emblemática pareja de la revista, Gaultier Bès de Bec y Marianne Durano. Un poco inactivo por estos días, el Manif pour tous ha engendrado descendencia. Niños que reivindican una genealogía inquietante. Al igual que Eugénie Bastié, periodista web de Le Figaro, una de las musas del nuevo (y joven) ultraconservadurismo católico y redactora jefe política de Limite».
Eugenié representa parte de esa juventud francesa étnica que se asume católica, Pero en que no todos viven su fe de la misma manera. Frente al Islam, algunos reivindican las raíces cristianas de Francia: forman el llamado movimiento “identitario”. Para otros, la fe es una fuerza impulsora para transformar la sociedad y reconectarse con el bien común.
De esta manera Eugenié es una clave para entender a la nueva política francesa. Según Pascale Tournier, refiere sobre esta juventud que ha venido a imponerse: «ésta es una generación que busca puntos de referencia, buscará en su biblioteca autores del pasado para formar sus ideas. Podemos citar muchos autores católicos como Bernanos, Bloy, Maritain. Más recientemente, George Orwell, la filósofa judía Simone Weil, autora de “rooting”, palabra que les viene muy bien. Hoy, Michel Houellebecq, Christophe Guilluy, Alain Finkielkraut, Michel Onfray y Jean-Claude Michéa están sentados en sus mesillas de noche. Y por supuesto, el teórico Patrick Buisson ocupa un lugar especial». En resumen, esta generación es una auténtica revolución cultural.
Mucho de esta fenómeno resulta de las cumbres antiglobalización de la década del 2000. Un referente que ofrece coordenadas es Jacques de Guillebon el cual ilustra los vínculos que pueden existir entre los neoconservadores y cierta izquierda. El punto común es el anticapitalismo y la soberanía, cada vez más frecuentes en esta parte del espectro. Siguiendo a lo dicho por Tournier, está generación encabezada en prensa por Eugenié se afirma en el debate siguiendo «los preceptos de Gramsci, invierten el campo cultural y la batalla de la opinión. Tomando el ejemplo del periodista Éric Zemmour, comprendieron que los debates ya no tenían lugar en las salas de conferencias de la Sorbona, sino en los platós de televisión (Cnews, en particular) y en los periódicos (Le Point, Le Figaro, Valeurs actuelles) o en revistas más confidenciales (Limite, l’Incorrect). Por ejemplo, han conseguido imponer sus palabras: arraigo, mundo líquido y bougisme, que también denuncian con tuits/enfrentamientos (…) [sus embajadores en medios son] Entre los periodistas, podemos destacar a Eugénie Bastié (Figaro), Alexandre Devechhio (Figaro), Charlotte d’Ornellas (Valeurs actuelles). En el panorama intelectual, podemos destacar al filósofo François-Xavier Bellamy, al sociólogo quebequense Mathieu Bock-Côté, a la feminista Marianne Durano y a la filósofa Bérénice Levet. Cada uno tiene sus propias aficiones y no están de acuerdo en todo, cuando no tienen celos el uno del otro (…) Han invertido en ecología, en educación, en cuestiones relacionadas con la soberanía nacional, con Europa, con el feminismo… Si hay una idea que recordar es la del límite: frente al progreso, a la tecnología, a los daños de la globalización, a la conquista de los derechos individuales, fuente para ellos de dilución del vínculo social, de decadencia moral de la sociedad y de auge del comunitarismo. La economía sigue siendo un auténtico punto ciego. No sólo sus visiones divergen sobre el tema, sino que a menudo no tienen nada que decir excepto proclamar un antiliberalismo primario (…) Para afilar sus armas contra el progresismo, esta generación comprendió la necesidad de estructurarse intelectualmente. De ahí la revitalización observada de la Acción Francesa, que desde Charles Maurras siempre ha sido un lugar de formación para los jóvenes. Pero también pueden echar un vistazo a las veladas de filosofía de François-Xavier Bellamy o a las conferencias del Abbé Grosjean. Menos conocido, pero no menos influyente es el Instituto de Formación Política situado en el distrito 16 de París. Creada en 2004 por Alexandre Pesey y Thomas Millon, hijo de Charles Millon, ex ministro de Defensa, esta escuela ha formado desde 2004 a más de 1.200 jóvenes militantes de derecha, entre los que se encuentran LR, asistentes parlamentarios, TV Libertés… Incluso Marion Maréchal-Le Pen ha estado allí. También se inspira en el IFP para la escuela que quiere fundar (…) Emmanuel Macron observa con atención a este joven. Si el software de la izquierda está desgastado, incluso obsoleto, su pensamiento, por el contrario, es sistémico. Es elaborado y representa una oposición real a su poder. Están pues en la mira del presidente, que desde su elección ha emprendido una operación para fracturar a la derecha. En sus discursos, escritos por la pluma de Sylvain Fort, les envía muchas señales. Esto se hace, por ejemplo, a través de numerosas referencias religiosas (“cultura de la muerte”, “mártir secular” en referencia al prefecto Erignac). Lo hemos visto durante su discurso ante los obispos de Francia, donde abundan los préstamos de sus palabras. Y entonces, Eugénie Bastié fue recibida en el Elíseo el pasado mes de junio, cuando sólo tenía… ¡27 años!».
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Pero volvamos a Eugenié
El economista Jacques Attali la compara con Eric Zemmour, entonces periodista y columnista de Le Figaro (al que reemplazó en CNews durante su campaña presidencial). También se destaca que intercambia abiertamente en Twitter con Renaud Camus, inventor de la teoría del Gran Reemplazo. Eugenié misma no ha tenido miedo en denunciar el tratamiento “prejuiciado” de la pederastia en la Iglesia.
El periódico Brain la llama » la chica it de la extrema derecha”, mientras que Libération la describe como una “estrella en ascenso de la esfera reaccionaria”, e informa que el politólogo Gaël Brustier ve en ella una heredera, en particular, del “intelectual reaccionario de los años 1930 Thierry Maulnier. Richard Werly, en el periódico Le Temps de Suiza, la describe como «conservadora, razonable, seductora e intrigante”.
A propósito de su carrera
Se convirtió en redactora jefe del departamento político de la revista «Ecología integral» Limite, que creó en 2015 con Gaultier Bès , Marianne Durano , Camille Dalmas y Paul Piccarreta, que se define como «una revista cultural y política de combate, de inspiración cristiana», considerada por el diario Libération como «la joven guardia católica ultraconservadora». Abandonó la revista en 2019 debido a desacuerdos sobre la línea editorial, justo antes de que la revista cerrara y ella fuera reclutada por CNews.
EnSeptiembre de 2015, invitada al plató de Ce soir (ou jamais!), se enzarza en un duelo oratorio con Jacques Attali sobre la llamada crisis migratoria, durante el cual declara: “¡El viejo mundo ha vuelto, señor Attali!»; Su respuesta causó un gran revuelo mediático en Internet.
EnAbril de 2016 publica su primer ensayo Adieu, Mademoiselle. La derrota de las mujeres en las ediciones Cerf. Ella dice que cree en la noción de «patrimonio», pero no en la de «progreso». El ensayista realista Gérard Leclerc escribió sobre este ensayo en la revista Royaliste: «ante todo, dialécticamente cincelado, muy informado y que golpea en el corazón mismo de uno de los debates más cruciales de la época». Libération le critica por haber escrito «un libro entero sobre el feminismo ocultando espectacularmente la violencia sexual salvo para hablar de Colonia y estigmatizar a los musulmanes». Con este ensayo, emerge, junto a Marianne Durano y Thérèse Hargot, como una figura del antifeminismo según Mediapart 15.
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En septiembre de 2016, tiene una columna en la revista Actualidad, en France 2. Su contratación desata polémica en Twitter; Ella dejó el programa el mes siguiente, al parecer por presiones del stablishment globalista.
Ella ha sido, desdeAbril 2017, periodista del departamento “debates y opiniones” del diario Le Figaro . EnJunio de 2017, fue recibida en el Palacio del Elíseo junto a Alain Finkielkraut y Régis Debray por Sylvain Fort, quien les sugirió moderar sus ataques a los aspectos más liberales de la política de Emmanuel Macron. Este detalla el peso de su voz en el ambiente político francés.
En Octubre de 2018Su segundo ensayo, El chivo expiatorio: ¿terror o contrarrevolución ?, es publicado por Éditions du Cerf, una obra que emprende una crítica del movimiento #MeToo. Invitada por France Inter con motivo de esta publicación, Léa Salamé citó una frase de su libro: «Creo que una mano en el trasero nunca ha matado a nadie». Ante el clamor suscitado por esta frase, Eugénie Bastié declaró entonces: «Si tuviera que rehacer el libro hoy, ya no escribiría esta frase».
Durante la temporada 2019-2020, fue columnista del programa Et en même temps de BFM TV (presentado por Apolline de Malherbe) los domingos por la noche; Todos los jueves participa también en la segunda parte del programa de las 19 horas de Ruth Elkrief para un debate sobre la actualidad junto a Alain Duhamel.
EnJulio de 2020Fue reclutada por CNews como editorialista. L’Obs, fuente de esta revelación, califica este reclutamiento como un «gran golpe de efecto» para CNews y valida, según La Dépêche, el giro hacia la derecha del canal de información continua. DeMayo de 2021, presenta su propio programa en el canal Place aux idées todos los sábados a las 19 horas, junto a la periodista Clélie Mathias . En Septiembre 2021Ante la orden de la CSA de computar el tiempo de palabra de Éric Zemmour en el marco de la campaña presidencial, Eugénie Bastié, Mathieu Bock-Côté y Charlotte d’Ornellas sustituyen a este último en Face à l’info, un programa presentado por Christine Kelly.
Desde el inicio del curso escolar 2022, presenta el programa Le Club des idées en Figaro TV, así como la revista de prensa “Revue des hebdos et des idées” en Europe 1.
Es columnista ocasional del programa Historiquement Show del canal Histoire TV. Su último libro es La dictadura de los sentimientos, 2023.
Cultura
Ministro de Cultura y sus ‘14 mil años de orgullo’
Fabricio Valencia Gibaja en su papel de ayayero quedará en los anales de la historia.
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5 días agoon
17/02/2025
Es por demás incomprensible ver a un otrora defensor del patrimonio cultural, que emprendió batallas y cuestionamientos contra las nocivas gestiones en el Ministerio de Cultura; y que ahora, ya convertido en ministro de Cultura, simplemente haya olvidado su afán proteccionista para ceñirse a la agenda política que le ordena la “línea editorial” de su jefa, la presidenta Dina Boluarte.
Se trata de Fabricio Valencia Gibaja, un abogado cusqueño con vasta experiencia en el tratamiento jurídico del patrimonio cultural, con maestrías y posgrados en Museología, Gestión Cultural, Patrimonio y Turismo Sostenible. Y, por si fuera poco, ya había sido jefe del Área de Patrimonio Cultural y de la Oficina de Asesoría Legal del Ministerio de Cultura; así como miembro de la Comisión que elaboró el Reglamento de la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación. Incluso, integró el Comité Científico Internacional de Asuntos Legales, Administrativos y Financieros de Icomos. Y antes que asumiera la cartera de Cultura, desde la sociedad civil defendió legalmente a la Orden Franciscana por el atropello que sufrió la Plazuela San Francisco, y que por orden de Prolima y la MML, derribaron el enrejado perimetral, pese a que éste contaba con el refrendo de Unesco.
Sin embargo, todo este “speech” de introducción en favor de Fabricio Valencia, no sirvió de nada y todas las acreditaciones académicas previas, prácticamente han ido a parar al tacho y se escurrieron entre los “dedos de las manos” del “papel que aguantó todo”. En otras palabras, el especialista y confeso defensor del patrimonio cultural, con su nueva faceta de ministro de Cultura, se ha convertido en un arlequín que danza al unísono con el resto de bufones y ayayeros ministeriales que despachan, respiran y viven—no sin antes cobrar sus S/30 mil mensuales— para adular a la inefable inquilina de Palacio de Gobierno.
En tal sentido, resultó tan grotesco, e incluso agraviante escuchar hace unos días a Valencia Gibaja afirmar que Dina Boluarte lo llena de mucho orgullo por ser la primera mujer que dirige nuestros destinos en 14 mil años de presencia de la especie humana. Mientras, los peruanos nunca olvidaremos la destacada presencia de la ‘Dama de Cao’, una poderosa líder Moche que gobernó en el norte peruano aproximadamente en el siglo V.
(Columna publicada en Diario UNO)
Cultura
Exposición “La historia del Callao en planos”
La muestra de documentos, planos, fotografías y mapas que datan de hace más de 300 años está abierta al público en general con el fin de que conozcan los hechos más resaltantes e históricos que acontecieron en el puerto chalaco.
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1 semana agoon
14/02/2025
Durante todo el mes de febrero del 2025, la Municipalidad Provincial del Callao a través de su programa ‘Progresamos Callao’, presenta su exposición temporal «La Historia del Callao en planos» que se realiza en la Biblioteca Pública Municipal del Callao «Teodoro Casana Robles».
La muestra consta de planos y mapas desde el siglo XVI al XX, permitiendo ver la evolución de la ciudad portuaria del Callao a través de los años, resaltando los hechos históricos más importantes, como la incursión de piratas, corsarios, y fenómenos naturales como el terremoto y maremoto que azotaron la provincia chalaca. Asimismo, el registro de las guerras y revoluciones acontecidas en el puerto.
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Esta exposición también recoge una colección de medallas de instituciones chalacas de los siglos XIX y XX, así como documentos de su creación política en 1839 y de los diversos títulos adquiridos debido al patriotismo de sus vecinos.
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El dato:
Exposición: «La Historia del Callao en planos».
Fecha: va hasta el viernes 28 de febrero de 2025.
Horario de visitas: de lunes a viernes de 8am a 5pm.
Lugar: Biblioteca Pública Municipal del Callao «Teodoro Casana Robles».
Jr. Pedro Ruiz Gallo, esquina con jr. Colón, Callao.
Ingreso libre.
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