Cultura
La cultura lleva tu nombre

Se fue hace veinte años. La cultura, sus amigos, su barro, le siguen echando de menos. Y es que no ha habido nadie capaz de tomar su lugar, ni de emular sus logros intelectuales. Este es un testimonio, una revelación, pero es sobre todo una confesión de parte de cómo nos conocimos y cómo, pocos años después, nos despedimos. Si la cultura tuviera un nombre, un apellido, esos son los suyos: Manuel Baquerizo Baldeón.
Hasta entonces solo había leído su nombre en los suplementos culturales y me había solazado con sus impecables críticas de arte. Pero ahora lo tenía allí, frente a mí, con su saco a cuadros y su gorrita de golf, destacando entre las veinte personas que habían asistido a la pinacoteca. Sostenía una copa entre las manos. Me acerqué, menguado, y él estrechó mi mano como se la estrecharía a cualquiera, amable pero distraído. Le planté mi nombre, balbuciente, y entonces se hizo el milagro: “Ah, es usted, mire qué gusto, lo he leído muchas veces”. Lo único que Manuel Baquerizo Baldeón podía haber leído de mí era un artículo raquítico sobre la papa a la huancaína que me había costado la vida publicar en un diario de Huancayo. Mis cuentos permanecían bajo siete llaves. Hasta esa noche poco había conseguido con ellos, pese a haber abandonado dos carreras, haberme peleado con mi familia, haber casi muerto de hambre con tal de llegar a ser un escritor.
Mi pálido éxito radicaba en que dos veces me hubieran nombrado finalista en unos concursos literarios y que una revista me diera la oportunidad de conocer a Julio Ramón Ribeyro. En realidad no había tenido una mano amiga, un preceptor, un cofrade intelectual, ni siquiera enemigos literarios (esos llegarían después) que orientasen mi literatura. Esa era la razón por la que había caminado a tropezones, en la más completa orfandad, confiándole todo al instinto porque de técnicas y recursos no tenía la menor noticia.
Pero parecía que mi fortuna empezaba a cambiar, porque ahí estaba el destino con su saco a cuadros y su gorrita de golf, dándole la oportunidad a mis desvalidos cuentos, por primera vez, de tener a alguien que los ausculte, los diagnostique, los medique. Y no cualquiera. Nadie menos que el maestro. Ya lo había dicho Laura Riesco: “Manuel Baquerizo, él mismo, es un acontecimiento irrepetible de las letras peruanas. Se trata del más acucioso investigador de la literatura peruana, sobre todo andina, capaz de enclavarse en los pliegues más profundos de la cultura de nuestro país. Nunca perdió, sin embargo, la visión del entorno latinoamericano y mundial”. Cuánta razón tenía. Pero ese no era el momento para pedirle que viera mis cuentos. Era el momento de brindar, conversar a flor de agua sobre la muestra pictórica que había reunido al mismo grupo de siempre, ofrecerle un espacio en el diario en el que yo trabajaba para asegurar nuevos encuentros y, en uno de ellos, filtrarle de contrabando mis relatos.
La táctica de ofrecerle una columna en el diario dio un excelente resultado: Manuel Baquerizo se convirtió en un asiduo colaborador de la página cultural y pronto empezó a visitar la redacción. Todavía no estrechábamos la amistad, pues yo seguía esquivo, pero no por altanería como todos creían sino por cortedad, y seguía bajando los ojos cuando él conversaba conmigo, o seguía sintiéndome un sabelonada cuando lo escuchaba hablar de cualquier tema.
El diario donde me deslomaba, Primicia, quedaba en plena Calle Real, en una casona en la que, se decía, había nacido el gran poeta de los polirritmos: Juan Parra del Riego. La redacción quedaba en el segundo piso, pero no teníamos recepción, así que recibíamos a nuestros invitados en el patio. Una noche, Manuel Baquerizo llegó abrazado de la última novela de Mario Vargas Llosa, una sobre un señor que anotaba en un cuaderno sus fantasías eróticas. Admiraba —admiro— tanto a Vargas Llosa que siempre estaba —estoy— a la caza de anécdotas sobre él. Imaginé que Baquerizo, con lo distinguido que era en el mundo intelectual, podía haber alternado con el novelista.
—¿Usted conoce a Vargas Llosa? —le pregunté.
El maestro afirmó con la cabeza. Pese a que mi tarea de editor había quedado inconclusa, lo invité a sentarse en uno de los sillones verdes colocados en el patio, debajo de la arquería, y me senté a escucharlo. Me contó que en una ocasión los críticos Abelardo Oquendo y Carlos Araníbar, integrantes de un círculo de escritores en ciernes de la universidad de San Marcos, lo invitaron a una tertulia de amigos. Entre ellos había un muchacho desconocido del círculo, alto, espigado, que iba por primera vez a la reunión. Le invitaron a leer un cuento y él lo hizo, interrumpiéndose cada tanto, balbuciendo, sobreponiéndose a su propio nerviosismo. “Todos lo escuchábamos con atención. Se trataba de un cuento sobre una extraña mujer que contaba su vida en los cafés y bares de Lima”, recordaba Baquerizo. La reunión, lamentablemente, fue desalentadora para el muchacho: al finalizar, todos lo miraron, guardaron silencio, y cuando reanudaron la conversación empezaron a hablar de otras cosas, evadiendo desdeñosamente su cuento: “Era Vargas Llosa, oiga usted, y era todavía estudiante. No sabe la pena que me causó que nadie le hiciera caso”.
Sinceramente, me fascinó la anécdota, como me fascinó el modo de narrar, de pegar la hebra de Baquerizo, a quien a partir de entonces empecé a ver con muchísimo más respeto. Me enteré que acababa de cesar en la Universidad Nacional del Centro, en el cargo de vicerrector, y que ahora se dedicaba exclusivamente a lo que mejor sabía hacer: potenciar la cultura. Leía desde las seis de la mañana, periódicos, libros y revistas, y por la tarde se sentaba a escribir largos y cerebrados ensayos sobre arte y literatura; es decir, vivía una vida más rica e intensa que la realidad cotidiana, como lo decía él mismo. Nuestra amistad era, todavía, germinal.
Unos meses después, por bocazas, me metí en un embrollo del que no hubiera podido salir sin el socorro de Baquerizo. Eran épocas difíciles, de dictadura civil, y un buen día llegó a la redacción un nuevo director para el periódico: Richard Molinares. Se trataba de un treintón enorme, con calvicie prematura, que —decían— llegaba de un periódico limeño que le servía rastreramente al absolutismo. Al principio medimos nuestras miradas, nos apartamos el uno del otro, sin darnos una tregua. Luego, por cosas del trabajo, fuimos acercándonos, hasta que terminamos por allanar nuestras diferencias. Una noticia remeció el país por esos días: un grupo de terroristas encapuchados secuestró la residencia diplomática del Japón, tomando cautivas a más de treinta personas, entre las que se contaban magistrados, empresarios y congresistas. En la abridora del diario se afirmaba que unos terroristas habían tomado “de” rehenes a treinta personas, y yo (metiche y arrogante) le sugerí a Richard que cambiara la preposición material “de” por la partícula gramatical “en”, puesto que los cánones lingüísticos así lo exigían (en realidad se lo había escuchado decir a Martha Hildebrandt una vez y no me había dado el trabajo de ahondar en el tema). Richard me hizo caso, sin saber que estimulaba el fuego de una trapatiesta magnífica, y al día siguiente el diario, con enormes letras coloradas, informaba que unos “terroristas habían tomado ‘en rehén’ a treinta personas en la residencia del embajador japonés”. Desde muy temprano empezaron a llegar las llamadas telefónicas, algunas mordaces y otras furibundas, pero todas enfiladas contra el titular: “No sean, pues, ignorantes, nos dijo el dueño del periódico, enojadísimo, tirando un ejemplar sobre la mesa de redacción. ¿Desde cuándo se toma ‘en rehenes’ a la gente?”. Hasta media mañana me tocó a mí torear los insultos y las imprecaciones, pero a esa hora llegó Richard y, con cara de yo no fui, le endosé el problema para que lo enfrentara en su condición de conductor del medio. Nadie tuvo compasión con él, nadie le dio el beneficio de la duda, nadie siquiera le palmeó la espalda, así es que a las tres de la tarde se plantó delante de mí para espetarme: “Tú me metiste en esto y ahora me sacas”. Pasaba que ni él ni yo teníamos argumentos sólidos para defender nuestra posición lingüística y, huérfanos e indoctos, estábamos a merced de la maledicencia de la sociedad que nada perdona. Con su sonrisa marcial, con su saco a cuadros y su gorrita de golf, recordé entonces la sabiduría de Manuel Baquerizo. Busqué su número de teléfono en la guía de abonados y me contestó una voz femenina, informándome que el maestro no estaba en Huancayo, que había viajado a Lima. El cielo se desplomó sobre mí. Cuentan mis compañeros de trabajo que me veía desesperado, que recorría la estancia a pasos agigantados, que tenía la marca de la muerte en la cara. Debía ser cierto porque me sentía perdido, sin un pérfido libro donde hacer la consulta, con todas las salidas tapiadas. Pero existe una fuerza interna —lo confirmo— que delimita la supervivencia del hombre. Esa fuerza me condujo a pensar sobre frío: Baquerizo me contaba que siempre que iba a Lima pasaba gran parte de la tarde en la librería El Virrey. Pregunté por el número telefónico de la librería y llamé. Me respondió una contestadora automática, toda una novedad para la época, que me enlazó luego con una recepcionista.
—Buenas tardes, disculpe, llamo de Huancayo —empecé.
—Sí, ¿en qué puedo ayudarlo? ¿Desea un catálogo?
—No, muchas gracias —dije—. En realidad llamo porque quisiera saber si el doctor Manuel Baquerizo está en la librería.
—Manuel Baquerizo —repitió la recepcionista—. No, aquí no trabaja.
—Ya sé que no trabaja con ustedes —repliqué—. Es un cliente y siempre se pasa horas en la librería.
—No, pues, no conocemos a nadie con ese nombre.
—Entonces hágame un favor, señorita —imploré—. Mire si en las mesas hay un señor con saco a cuadros y una gorrita de cuero.
La respuesta de la recepcionista, casi inmediata, me restituyó una brizna de esperanza: “Sí, allá al fondo hay un señor con esas características”. Le pedí que por favor me comunicara con él y ella, raro modelo entre las de su especie, accedió, imagino, levantándose de hombros. Segundos más tarde la voz de Manuel Baquerizo, enérgica y francota, sonaba en el auricular.
—Aló, ¿con quién hablo?
—Soy Bossio, doctor, buenas tardes.
—Ah, don Sandro, qué sorpresa.
—Sí, disculpe que lo importune, pero se trata de un asunto de vida o muerte.
En seguida le puse al corriente de lo ocurrido y, al final, con una súplica, le solicité asistencia. “No se preocupe, don Sandro, me dijo. Estamos en el lugar ideal. Déjeme revisar unos libros y lo llamo en una hora”. Manuel Baquerizo era un hombre cumplidor, escrupuloso con los tiempos, y ese día lo constaté: una hora después sonó el teléfono y ahí estaba de nuevo su voz intensa: “Sí, don Sandro, tiene usted toda la razón. El Diccionario de Seco y el manual de Lázaro Carreter están de acuerdo con su planteamiento. Lo que pasa es que ‘rehén’ es sinónimo de ‘prenda’ y hay que trabajar con todas sus preposiciones. O sea, decir ‘quedaron en rehén’ equivale a decir ‘quedaron en prenda’. Esa es la razón”. De inmediato le alcancé a Richard los esclarecimientos correspondientes y al día siguiente sacamos una nota aclaratoria con las explicaciones de Baquerizo. Nadie ya dijo esta boca es mía.
A las pocas semanas conocí a Eleodoro Vargas Vicuña, a quien entrevisté con gran ilusión, porque accedió a darme una audiencia, pese a que hacía muchísimos años que se negaba a conversar con la prensa. Me precio de haber sido el último periodista en haberle hecho una larguísima entrevista, que luego publiqué en mi periódico y dupliqué en algunos medios de Lima. En cuanto se divulgó, Manuel Baquerizo me llamó a la redacción y, por primera vez, me invitó a una copa. Fuimos a una panadería del centro, aledaña a la catedral, donde el maestro era querido y respetado, y donde —según me dijo— se preparaba el mejor “caliente” de Huancayo. Supe entonces que Baquerizo era un buen bebedor, culto y refinado, y que el ron Caldas era su favorito. Esa noche me felicitó, me dijo que había hecho una excelente entrevista, y que había logrado con Vargas Vicuña lo que nadie había conseguido hasta entonces: que confesara su nacimiento en Acobamba, Tarma, en contraposición a Arequipa, de donde se reclamaba por pecaminoso orgullo. Bebimos tres rondas del delicioso trago sin apartar de nuestra mesa las técnicas y los recursos literarios más efectivos. Ese encuentro me brindó los arrestos necesarios para, a la semana siguiente, presentarme en su casa sin previo aviso: habiéndome llenado de valor, llegaba a ella con una carpeta bajo el brazo, continente de cinco cuentos, corregidos y recorregidos para ver si pasaban su prueba de fuego. Se los entregué al maestro con el pedido de que los revisara. Él le dio una mirada a los papeles, luego cerró la carpeta, y afirmó: “perfecto, dijo, los veo y le llamo”. Fueron las semanas más angustiosas de mi vida. Mientras esperaba la llamada del maestro, un sudor helado recorría mi cuerpo, como ramalazos, y me decía que si Baquerizo les cortaba la cabeza, habría fracasado en mi intento de ser escritor, y doce años de trabajo se habrían ido por el excusado. A los pocos días me llamó, pero no para alcanzarme una crítica, sino para pedirme autorización para corregir los cuentos. “Haga con ellos lo que crea conveniente, doctor, al final están preparados para todo”, le respondí. Quince días después recibí de nuevo su llamada, citándome en su casa, a donde acudí puntualmente. Hablamos varias horas, de otras cosas que nada tenían que ver con mis cuentos, mientras yo me consumía en ansiedad, hasta que ya cerca de las diez de la noche sacó la carpeta y me la entregó mientras me decía: “He leído todos sus cuentos, don Sandro, y todos me han gustado. Pero hay dos que realmente me han impactado: el de la enfermera y el de la pianista. Son realmente excepcionales”. Pero había un grave problema —me dijo— que no permitía que mis cuentos alcanzaran su esplendor: la prosa. Entonces eché una mirada a los papeles y me escalofrié con la cantidad de palabras tachadas, de frases sustituidas, de calificativos eliminados, de preposiciones agregadas. Realmente, poco quedaba de lo que yo alguna vez había escrito, y entre los jeroglíficos y las tachaduras solo de vez en cuando reconocía una o dos palabras que habían quedado en pie. “Tiene que evitar el circunloquio”, me dijo. Llegué a casa con los ánimos por los suelos, pensando que mi carrera literaria tocaba a su fin. La desesperanza hizo presa de mí durante unos días, pero al cabo de ellos estaba de nuevo sobre el caballo, repasando las correcciones de Baquerizo, escrutándolas, estudiándolas, colonizándolas con lápiz y papel, remitiéndome al diccionario. Semanas después, de tanto haber reescrito los cuentos con las correcciones, y de tanto haber estudiado el uso de los infinitivos y los gerundios, estaba realmente maniatizado. Hice varias versiones más de los cuentos y, para probarme una vez más, los metí en un sobre y los envié al concurso de cuentos de una empresa petrolera.
Entretanto, seguí cultivando mi amistad con Baquerizo. Nos reuníamos semanalmente en su casa (recuerdo con agrado ese patio solariego donde arrimaba cómodos sillones para conversar en la intemperie y, además, el olor delicioso de las maderas barnizadas de su sala en el segundo piso) o, a lo mejor, en un café. Y conversábamos. La mayoría de las veces él hablaba (monologaba) y yo me embebía en su verbo, en sus vivencias, en su mundo pasado. Pero a veces yo inquiría y él respondía. Así me enteré de muchísimos pasajes de su vida: que había empezado trabajando en la universidad San Cristóbal de Huamanga, que había tenido una fuerte polémica filosófica con Abimael Guzmán Reynoso, que una vez había bebido más de lo necesario con Ciro Alegría y habían terminado en un rinconete de baja monta, que a veces firmaba sus escritos como J. Barquero, que había dirigido varios suplementos culturales (del que más orgulloso se sentía era de Proceso), que había sido gran amigo de José María Arguedas. ¿Por qué el maestro, con ese verbo y esa nombradía, se había quedado a vivir en Huancayo? Un día se lo pregunté y me respondió que vivir en provincia le permitía seguir las incidencias literarias del mundo, del país y del interior al mismo tiempo. Amaba, realmente, a su tierra, a la que llamaba “su barro”. En verdad, había leído todos los libros, todos, los clásicos, los contemporáneos y a veces pensaba que aún los que estaban por escribirse. En otra ocasión le pregunté por su biblioteca y me llevó a conocerla. El momento en que ingresé en ella parece haberlo descrito Carlos Ruiz Zafón en su novela sobre libros malditos: “Un laberinto de corredores y estanterías repletas de libros ascendía desde la base hasta la cúspide, dibujando una colmena tramada de túneles, escalinatas, plataformas y puentes que dejaban adivinar una gigantesca biblioteca de geometría imposible”.
Al rayar el fin del milenio, a un grupo de amigos se nos ocurrió fundar un semanario de interés público llamado Página 20. Al principio fue una publicación más, llena de material de relleno, hasta que una compañera y yo tomamos el control y, con la venia de Enrique Melgar Moscoso, el financista, decidimos convertir el medio en una plataforma de resistencia política. Recuerdo mucho a gente valiosísima como Mario Castillo, Toño Bráñez, Paúl Cárdenas y Hernando Torres que no tuvieron empacho en arriesgar hasta la vida por cumplir con las difíciles comisiones que les encargábamos. Este nuevo espacio también contó con la pluma de Manuel Baquerizo, quien, además, corregía nuestros textos (en una ocasión Mario Castillo se presentó en la redacción, muy deprimido, diciendo que el doctor había “despedazado” su texto). Fue la época en que la Academia Peruana de la Lengua lo incorporó como Miembro Correspondiente y nosotros, claro, le dimos una portada. Se alegró mucho y nos dijo que había sido una noticia inesperada: “Lo cierto es que yo no me dedico al trabajo intelectual en forma sistemática y orgánica. Escribo sobre un tema, solamente cuando me agrada y cuando siento placer o satisfacción en hacerlo”. Fue la época también en que entró en nuestra vida Jair Pérez, un leído estudiante de literatura de San Marcos que tenía una bonita taberna, donde empezamos a reunirnos los viernes por la noche para dar recitales y conversar y emborracharnos sin disimulo. Gracias a Baquerizo (sobre todo durante el congreso de literatura que organizó con Nicolás Matayoshi por aquella época) conocí a mucha gente. Mis amistades legadas por él se cuentan por montones, pero puedo recordar a Miguel Gutiérrez, a Oswaldo Reynoso, a Virginia Vilchez, a Zein Zorrilla, a Samuel Cárdich, a Washington Delgado, a María Teresa Zúñiga. Con muchos de ellos me encontraría años después en Europa, o en México, o en Argentina, en las diferentes ferias de libros a las que asistiría, pero entonces yo era apenas un pobre periodista iluso que vivía casi del aire. Otro amigo muy cercano presentado por Baquerizo es Jorge Jaime Valdez.
La aventura de Página 20 terminó dramáticamente, con dos de nosotros encarcelados y perseguidos por la dictadura, llenos de deudas, pero con la satisfacción de haber puesto el pecho en su oportunidad. Los chicos que aprendieron con nosotros, poco después, publicaron un valiente periódico universitario con el molde de nuestro desaparecido semanario.
Por entonces tenía una enamorada con la que nos veíamos a hurtadillas, en un departamento de soltero que había habilitado para fines bélicos, y una tarde en que estaba con ella, retozando a oscuras, sonó el teléfono. Reconocí de inmediato la voz de Baquerizo. Ahí estaba otra vez, hablándome con gran entusiasmo, casi con frenesí: “Don Sandro, me acaba de llamar González Vigil, de Petroperú, y me dice que tres de sus cuentos han quedado finalistas en el concurso de este año”. Desde luego, quedé pasmado, entrelazados mis dedos con los de la enamorada fugaz, perdido en las tinieblas azules de la habitación. “Aló, don Sandro, ¿está ahí?”. Claro que estaba ahí, escuchando la voz llena de ímpetus del maestro, su exaltación. Me vestí de inmediato y fui en su búsqueda. Me llevó a la presentación de un libro y se encargó de que dieran la buena nueva por el micrófono. Tiempo después me enteré que Baquerizo había comprado un buen lote de los libros donde se publicó uno de los cuentos finalistas, el más breve, y que lo obsequiaba a mis espaldas a todos sus amigos, diciéndoles que en Huancayo había también buena literatura.
A los pocos meses de cerrarse el semanario político, el doctor me llamó para proponerme la dirección de otro medio de comunicación escrito, “independiente y culto”, según me dijo. Después de algunas tratativas, concordamos con Ricardo Soto, el propulsor, que yo me haría cargo de la plana periodística del nuevo semanario y que Manuel Baquerizo dirigiría un suplemento cultural mensual. Varias fueron las reuniones para determinar los nombres: finalmente el medio se llamó Nuevo siglo y el suplemento Ciudad letrada. Trabajamos tres meses, denodadamente, pero la situación política era atroz y, pese a habernos hecho el firme propósito de no tocar temas gubernativos, el medio empezó a virar hacia ellos, hasta convertirse, otra vez, en una trinchera de combate a la dictadura. La organización que nos subvencionaba trabajaba independientemente, pero temía represalias del gobierno, así es que un buen día nos sentamos a conversar amigablemente y decidimos ponerle fin al medio. “Lo único que les pido, les dije, es que matemos a la madre, pero no al cordero”. Entendieron mi demanda y fue así como Ciudad letrada se independizó y se posicionó en las esferas literarias del país. “Me siento complacido de tener en mis manos este mensuario nutrido y acorde con los tiempos. Es halagüeño saber que las ediciones se terminan y las tiradas crecen mes a mes, pues hemos empezado a llegar a Lima, Puno, Huánuco, Iquitos y otros lugares distantes”, diría Baquerizo tiempo después en una larga entrevista periodística.
Fueron los últimos meses de vida del maestro. Salieron veinte números de Ciudad letrada y yo colaboré muchísimo con ella. En una ocasión, incluso, representé a Baquerizo en el Club Huancayo de Lima para presentar la revista a un gremio de abogados huancaínos. Y es que el maestro, sin que nos diéramos cuenta, había caído enfermo.
Era la época en que yo, con todo lo aprendido, escribía una novelita de amor ambientada durante el terremoto de 1746, y había entrado a trabajar en la universidad que Baquerizo —cosas del destino— había abandonado hacía poco.
Un día me enteré que el maestro estaba internado en el hospital de la seguridad social. Fui a verlo y le llevé un libro. Me dijo que el mal había empezado con un zumbido en el oído y que ahora, después de varias pruebas, no podían diagnosticarlo, así que debía trasladarse a Lima. En efecto, en el mes de noviembre de 2001, se lo llevaron al hospital Guillermo Almenara. Me llamó varias veces. Me contaba que tenía dolores insoportables en los músculos, que había bajado de peso, que los médicos continuaban buscando la enfermedad. Y me recomendaba que no descuidara la edición de Ciudad letrada. Un día me enteré que, finalmente, habían dado con el mal y que se trataba de una miopatía. Entonces fui a una tienda de ropa y le compré una camisa de franela, roja y a cuadros como a él le gustaban, y viajé con ella a Lima para saludarlo. Lo encontré postrado, marchito, pero aún rebosante de la vitalidad que nunca le abandonó. Conversamos interminables horas.
Entretanto, a escondidas de todos, envié la novelita a un concurso literario patrocinado por el Banco Central de Reserva, pensando que si no ganaba, nadie se enteraría que había participado.
Baquerizo murió en febrero. Ese día me llamó Carolina Ocampo para echarme el mundo encima y recuerdo que, ebrio de furia y desaliento, recorrí las casas de los amigos más cercanos informándoles de lo acontecido. Las exequias fueron fastuosas: el alcalde de Huancayo, Dimas Aliaga Castro, le hizo un homenaje y cubrió su ataúd con la bandera de la ciudad. En el cementerio la familia me hizo el honor de ser uno de los oradores sombríos del cortejo. Mientras sellaban el nicho y alguien cantaba ese huaynito que tanto le gustaba al maestro “…Ay, la vida se me está yendo como se fue mi suerte…” sentí que el dolor de la garganta, como una represa fracturada, se derramaba en lágrimas arrasadoras. Al voltear, Jair Pérez también lloraba, y más allá Ana Espejo, y más allá Giovanna Almonacid, y más allá Sergio Castillo, y más allá Abel Montes de Oca. Llegaron cartas de pésame de todas partes del mundo y con Nicolás Matayoshi decidimos publicar un número de homenaje de Ciudad letrada con las decenas de epigramas y obituarios arribados.
Un mes después, me llamó el propio Luis Jaime Cisneros para felicitarme por haber obtenido el premio del Banco Central de Reserva. Mi novelita, escrita a la loca en una difícil situación económica, vencía. Después la historia es conocida: me entrevistaron en todos los periódicos y en la televisión, me dieron un cheque nada despreciable, publicaron mi libro, se multiplicaron las ediciones, me invitaron a viajar por varias partes del mundo, pero nunca tuve el premio que realmente apetecía: que Manuel Baquerizo Baldeón, mi maestro, leyera la novela fraguada con sus propias manos. Y, claro, que usara la camisa roja que se quedó sin abrir.
Cultura
La historia detrás de los mensajes de WhatsApp enviados al ministro de Cultura
Detrás del escándalo por el recorte del polígono de protección de las Líneas de Nasca y Palpa se esconde algo más grave: una historia de favores y componendas en las altas esferas del Ministerio de Cultura. Mensajes enviados por Alberto Martorell al ministro Fabricio Valencia revelan una posible oferta de cargos a cambio de beneficios, abriendo la puerta a un caso que podría comprometer la integridad de la gestión pública en el sector Cultura.

El plan para el recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa se vino conversando desde fines de 2024, pero la propuesta tomó más fuerza en febrero del 2025 por presión e intereses de las bancadas de Fuerza Popular y Alianza Para el Progreso (APP). Según fuentes de Palacio de Gobierno esto se le comunicó al ministro. La decisión había sido encomendada a Valencia Gibaja y debía ejecutarse. Pero el ministro de Cultura tenía un obstáculo fuerte en Ica, se trataba de la presencia de Alberto Martorell Carreño, quien por esos días era el director de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica.
El ministro Valencia sabía que con Martorell como director de la DDC Ica, ejecutar la orden de Palacio era complicado, ya que Martorell Carreño siempre fue un acérrimo defensor del patrimonio cultural. Desde esa fecha, una de las primeras acciones del ministro fue eliminar a Martorell de Ica.

Ministro de Cultura dando indicaciones en su viaje de comisión.
La ejecución exprés del recorte del polígono de las Líneas de Nasca entró en marcha en marzo pasado, fecha donde Alberto Martorell renunció al cargo de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica. Altos funcionarios del Ministerio de Cultura han revelado que días antes de su salida, la asesora del titular del Mincul llamó a Martorell. En esa llamada se le solicitó que con urgencia se presente en el piso 8 de la sede central del Ministerio de Cultura en Lima. Tras unas horas de espera y ante la ausencia del ministro, le comunicaron el siguiente mensaje: “Él (Fabricio Valencia) quiere hacerte una oferta”. Luego de ello, otro mensaje fue enviado a Martorell mediante otro asesor: “Anda presentando tu renuncia, que te quiere hacer una oferta”.
Días después, según fuentes del piso 8 de la sede central del Mincul, el ministro Fabricio Valencia y Alberto Martorell se reunieron en privado. Fue en esa reunión que el ministro le ofreció el cargo de director del Museo de Antropología a Martorell. Su propuesta fue rechazada inmediatamente, y Martorell se negó a renunciar. Valencia jamás explicó porque eliminó al exdirector de la DDC de Ica, pero lo que sí hizo al pie de la letra, fue cumplir con la orden de Palacio.

Ministro Fabricio Valencia y Alberto Martorell.
Durante esos días de marzo, varios mensajes de WhatsApp fueron dirigidos al celular de Martorell. Altos funcionarios del Mincul presionaron para que presente su renuncia. Tras idas y venidas el ministro Fabricio Valencia le exigió la renuncia y a cambio prometió designarlo en el Qhapaq Ñan. Pero las semanas pasaron y su resolución jamás salió.
Esta semana ya se preparaba la resolución de Martorell para ser designado en el Qhapaq Ñan, pero una fuente del Mincul nos comentó: “La viceministra Moira Novoa ya estaba armando la resolución de Martorell pero cuando Lima Gris lanzó lo del chat al ministro, cancelaron la designación”.
El chat enviado al ministro Fabricio Valencia
El fin de semana tuvimos acceso a un chat de WhatsApp privado con tres mensajes dirigidos al ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja. El mensaje fue enviado por Alberto Martorell Carreño. Esto fue confirmado por el propio Martorell, tras nuestra consulta. Además, nos mencionó que no sabe cómo esto fue publicado desde su propio celular. Cuando se le preguntó sobre los detalles de los mensajes al ministro, Martorell se negó a responder. Lo que sí dejó en claro, es que durante su gestión como director de la DDC de Ica, nunca se habló del recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa.
Para entender cada uno de los mensajes enviados al teléfono del ministro Fabricio Valencia, hay que conocer el contexto, por ello, conversamos con dos de nuestras fuentes de la sede central del Ministerio de Cultura. “Lo que buscó el ministro fue deshacerse de Alberto Martorell. Fabricio sabía que el doctor no le iba a aceptar el recorte del polígono”, nos señala un alto funcionario.
Los mensajes que Martorell envía son del jueves 12 de junio. La hora del primer mensaje es de las 6:22 am. Ese día fue clave para el Gabinete, porque el Premier Eduardo Arana junto a sus ministros —incluido Fabricio Valencia Gibaja— llegaron al Congreso de la República para pedir el voto de confianza.
En ese mensaje se lee: “Buenos días Fabricio. Ayer se logró una buena parte de lo mío, pero falta aún bastante. Creí que anoche saldría la RM (Resolución Ministerial) publicada, pero no la encuentro aún. Tengo que insistir en que se publique ya y pedirte que demos el paso a los definitivo, que es la designación del QÑ (Qhapaq Ñan). Piensa que son tres meses sin ingresos, y claro, con la certeza de que sabrás solucionarlo, rechazando otras alternativas. Cada día cuenta”.

Es decir, Martorell lo que buscaba es que el ministro Fabricio Valencia cumpla con su palabra. Recordemos que la “oferta” del ministro fue que Martorell renuncie a la DDC de Ica y a cambio le daría su designación para el Qhapaq Ñan. Este primer mensaje fue enviado luego de casi tres meses de espera, ya que Valencia no cumplía con su oferta.
El segundo mensaje fue enviado casi tres horas después, exactamente a las 9:11 am. En este nuevo mensaje el tono de Martorell cambia, e increpa al ministro diciéndole: “Acabo de averiguar y no has firmado la RM. Fabricio, no estás frente a una persona que puedas dejar a la espera y permitir que suceda todo lo que ha sucedido. Estarás muy ocupado, pero merezco que me digas exactamente la hora de la forma (firma). Y yo he cumplido. Sigo confiando en tu palabra”.

Nos preguntamos: «¿En qué cumplió Martorell?» Pues en presentar su renuncia, pero el que no cumplió fue el ministro Valencia. Esto claramente generó una molestia en el que alguna vez fue el profesor del ministro de Cultura. Desde el piso ocho se puso mil excusas para que no salga el nombramiento de Martorell. Todo indica que lo estuvieron meciendo.
En el tercer mensaje, enviado a las 9:13 am, es decir, solo dos minutos después del segundo mensaje, Martorell insiste en que el ministro cumpla su palabra: “Tienes mil preocupaciones. Pero esto ya escapa de lo racional y lo humano. Piensa con una mano en el corazón lo que está pasando y actúa como corresponde, que yo he demostrado saber hacerlo y pienso seguir en el camino de lo recto y correcto”.

Esta línea final nos deja con varias preguntas: ¿Alberto Martorell tal vez conoce más sobre los malos pasos del ministro Fabricio Valencia? ¿Por qué señalar lo recto y lo correcto en una conversación entre dos “amigos”? Tal vez fue una advertencia. Lo cierto es que, Martorell fue enfático en decirnos que él desconocía lo que se pretendía hacer con las Líneas de Nasca y Palpa.
La historia detrás de los mensajes de WhatsApp no solo revela la negociación del ministro Fabricio Valencia, sino también su “habilidad” para ofertar puestos de trabajo y no cumplir. Es así como opera el ministro de Cultura ante las exigencias de Palacio de Gobierno, y es así como Palacio presiona a sus ministros a pedido de dos bancadas y empresas privadas con intereses oscuros en las tierras de Nasca.
Una pausa y un ministro rebelde
Tras el escándalo del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa, varios congresistas de APP y Fuerza Popular se pusieron nerviosos ante las movilizaciones que se iban coordinando en Lima, Cusco y en Ica. Fue por eso que algunos parlamentarios llamaron al ministro de Cultura y a Palacio para pedir que se ponga una pausa a la Resolución Viceministerial N° 000128-2025-VMPCIC/MC firmada por Moira Novoa Silva, ya que en las calles podría originarse enfrentamientos entre la población.
Ante la presión en el parlamento, los medios de comunicación y la sociedad civil organizada, se logró que el gobierno de Dina Boluarte anule el recorte del 42% de las líneas de Nasca y Palpa. El comunicado, coincidentemente, fue publicado por el Ministerio de Cultura el 08 de junio por la mañana, fecha en que se conmemora el fallecimiento de María Reiche.
Todo fue rápido, hecho al caballazo. Esa misma semana, según fuentes palaciegas, le habrían pedido su renuncia al ministro Fabricio Valencia. Sorprendentemente, el ministro se habría negado. Pero esta negativa habría estado acompañada de un contundente mensaje: “Si me sacan, yo hablo”. Queda claro que Valencia Gibaja juega su propio juego.

Ministro de Cultura y su realidad virtual.
Desde el Palacio y en la sede central del Mincul, señalan que el cambio se dará; es solo cuestión de días, pero a Fabricio Valencia lo van a reciclar en algún cargo fuera del país. Por estos días su silencio tiene un precio, y parece que las Líneas de Nasca y Palpa también, ya que el gobierno no piensa retroceder en su deseo de reducir el polígono; por ahora el plan es socializar cueste lo que cueste.
Mientras esto sucede, la Fiscalía viene investigando el caso Shirley Hopkins. Hoy podemos decir que, frente al Congreso, el ministro de Cultura mintió de forma descarada. Un viaje con la señora Hopkins revelaría más indicios de esta presunta relación sentimental que ha sido negada en señal abierta.
ACTUALIZACIÓN
Minutos antes de la publicación de nuestro informe, Alberto Martorell publicó un video con sus descargos en su cuenta oficial de Facebook. Es importante señalar que el video se basa en nuestro adelanto sobre el chat que comentamos en nuestro programa de radio y podcast pero no en este reciente informe completo.
Cultura
“El tropiezo del sol” de Sonia Cunliffe en la librería de Lima
Los comentarios estarán a cargo del narrador Gabriel Ruiz Ortega

En el marco de los sábados culturales de la librería de Lima, primera librería anticuaria del Centro Histórico de Lima, Sonia Cunliffe presentará la reimpresión de su segunda entrega narrativa El tropiezo del sol (Planeta, 2025). Según Maribel Acosta Damas “El tropiezo del sol es una pieza coral. Una novela corta, que se lee de un tirón y relata desde personajes, espacios y sonidos distintos el drama de nuestro tiempo: las migraciones”. La novela cuenta con 152 páginas y 20 capítulos y en la contratapa podemos leer “dos movimientos telúricos, uno de baja y otro de gran intensidad, sitúan a sus personajes en un mismo lugar para hacer que se redescubran y darle un nuevo rumbo a sus historias”. Un libro aparentemente distante geográficamente, la primera historia comienza en la India y la segunda en México D.F., pero más cercano que nunca luego del reciente movimiento sísmico que ha inquietado nuestra ciudad. Una novela ideal para leer en un proceso de duelo o atravesar una ruptura.
La autora cuenta además con la factura literaria de A la izquierda en el desvío (Planeta,2023), obra que nos sitúa en la cooperativa azucarera de Paramonga, escenario donde trascurrió la infancia de Sonia. Cabe resaltar que la narradora Cunliffe es una reconocida artista visual y activista de la fotografía, estudió Artes Visuales y Fotografía en la Escuela Panamericana de Sao Paulo (Brasil) y entre sus últimas exposiciones podemos mencionar «Documentos extraviados: niños de Chernóbil en Cuba» (III Bienal de Asunción, Paraguay) y «“Todos los nombres” de Bullón [y los tiempos indelebles de Cunliffe]» en el Centro Cultural Inca Garcilaso (2022).

La presentación del Tropiezo del sol se realizará en la Librería de Lima, ubicada en jirón Cailloma 843 (Centro de Lima) a las 5 p.m. Los comentarios estarán a cargo del narrador Gabriel Ruiz Ortega y el cierre musical, un popurrí de música criolla de salón y trova, gracias a Amatista Ensamble de Hanan Art. Brindis de honor.
Cultura
Onírica Teatro independiente presenta «Naranjas»
Escrita y dirigida por Alejandra Vieira Aliaga.

Bajo la producción de Onírica Teatro Independiente continúa presentándose la temporada de la obra Naranjas, escrita y dirigida por Alejandra Vieira Aliaga. La puesta en escena tiene funciones en el Club de Teatro de Lima, hasta el 12 de julio. Entradas a la venta en Joinnus.
Naranjas nos transporta a un transitado cruce limeño: hora punta, tráfico, vendedores ambulantes, cláxones y contaminación. En una esquina Sara trabaja desde hace varios años vendiendo jugo de naranja con su madre, donde un día llegan al cruce Keyla y Marcela. Pese al rechazo de los demás vendedores al verlas pedir limosna, Sara decide acercarse y rápidamente se hace amiga de Keyla, quien junto su madre ha venido de lejos para buscar atención en el hospital de la capital. Sara y Keyla se la pasan fascinadas con las piruetas de los artistas callejeros del cruce y sueñan con poder juntar suficiente para ir al circo. Al conocer el motivo de su viaje a Lima todos hacen lo que pueden por ayudarlas, pero las largas colas del hospital, la falta de medicinas y la precariedad del trabajo en la calle harán que peligre el sueño de las niñas de lograr ver el circo.
La obra nos muestra, desde la mirada de una niña cerca de terminar el colegio, el descubrimiento de la cruda realidad peruana donde la enfermedad marca una travesía de nunca acabar cuando se carece de privilegios. La protagonista –Sara- es una adolescente que se pregunta por el sentido del esfuerzo: levantarse temprano, trabajar con su madre, ir a estudiar y sacar buenas notas en el contexto en el que vivimos actualmente lleno de desorden, violencia, egoísmo y corrupción. ¿Acaso le puede esperar un futuro distinto? Forman parte del elenco Yaremís Rebaza, Sol Nacarino, Beatriz Ureta, Astrid Villavicencio y Alain Salinas.
“Naranjas es una obra que busca darnos una mirada a ese contexto cercano de la calle por el que transitamos siempre, pero que pocas veces nos detenemos a observar. Cada uno de los personajes tiene una lucha propia: encarnan distintas historias pero que son al fin y al cabo las de miles de compatriotas”, nos dice la directora y dramaturga Alejandra Vieira Aliaga. “Es una historia sobre la persistencia en un contexto hostil y precario, fruto de un sistema que en lugar de protegernos nos vulnera; pero pese a esa acidez es también una historia dulce de dos niñas que encuentran en su amistad una forma amable y esperanzadora de ver el mundo, donde soñar juntas se vuelve la motivación para seguir”. La también docente peruana, egresada de Artes Escénicas y Magíster en Estudios Culturales por la PUCP, es ganadora del Concurso Nacional de Dramaturgia del Ministerio de Cultura (2017) por la obra Este lugar no existe.
Onírica Teatro Independiente fue fundada por Alejandra Vieira Aliaga, Jhoselyn Bernal Mendoza y Yaremís Rebaza, comunicadoras y artistas escénicas peruanas. Su misión es crear teatro que visibilice problemáticas urgentes, promueva reflexiones y fomente acciones reales hacia el cambio social. A través de la exploración e investigación escénica, buscan que cada obra encuentre un lenguaje único que conecte profundamente con el espectador, abordando temas relevantes para el Perú y sus diversas comunidades.
INFORMACIÓN IMPORTANTE
Días de función: viernes 20 y 27 de junio / viernes y sábado 4, 5, 11 y 12 de julio
Horario: 9:15 p.m.
Lugar: Club de Teatro de Lima
Dirección: Av. 28 de julio 183 Miraflores
Entrada general: 40 soles
Estudiantes y Conadis: 25 soles Venta de entradas en Joinnus
Cultura
Ruraq Maki: conflicto y malas artes
Ministerio de Cultura cede ante presión y amplía los cupos para la conocida expo-venta de arte popular tradicional.

Lo que parecía un proceso técnico y transparente se ha convertido en un ejemplo de cómo la “argolla cultural” sigue operando detrás de miradas oficiales. El Ministerio de Cultura anunció de manera sorpresiva la ampliación de participantes en la expo-venta ‘Ruraq Maki’: de 140 a 210 expositores. Es decir, habrá 70 cupos adicionales, incluyendo postulantes rechazados en la selección inicial. Esta decisión faltaría a los principios básicos de pluralidad que, en teoría, sustentan la convocatoria.
Durante la primera convocatoria, realizada entre el 28 de abril y el 5 de junio, se evaluaron postulaciones según criterios públicos y técnicos, seleccionando 140 artesanos ajustados al espacio físico disponible. Y de pronto, mediante una decisión discrecional —sin claridad sobre nuevos criterios, o condiciones de acceso— el Ministerio amplió el grupo de participantes sin explicar cómo se conservará la transparencia del proceso.

Una respuesta oficial emitida por el Mincul habla de su “compromiso con la inclusión”, pero el silencio sobre a quiénes beneficiará realmente esa inclusión, y con qué méritos, ha desatado críticas. ¿Se trata de incluir a nuevas comunidades marginadas o de favorecer a los mismos colectivos que históricamente han tenido acceso privilegiado?
Ruraq Maki (hecho a mano), es una exposición-venta de arte popular tradicional que reúne dos veces al año a decenas de colectividades de artistas tradicionales de diferentes regiones del Perú. ¿Pero realmente se ejerce pluralidad en la convocatoria de los artesanos? ¿O los convocados son los mismos de siempre?
Por su parte, Soledad Mujica Bayly, exdirectora de Patrimonio Inmaterial, creadora de ‘Ruraq Maki’ y despedida del Ministerio de Cultura en junio del 2022 por no contar con título universitario, hace unas horas publicó en su red social:
“Celebro que el Ministerio de Cultura haya ampliado los cupos para participar en RURAQ MAKI de 140 a 210 participantes, qué importante es la opinión pública.
Si van a seleccionar a 70 artistas o colectivos más con las mismas bases y criterios y con el mismo equipo… no tenemos ninguna garantía de que los importantes maestros y maestras… excluidos en el primer proceso sean incluidos. Si quieren ser transparentes, que digan quiénes son los que tomarán las decisiones ahora. Tendremos que estar vigilantes”.
Qué curioso es que ella señale: lo importante que es la ‘opinión pública’. ¿Acaso ejerció presión al Mincul? ¿Qué tanta influencia sigue teniendo la señora Mujica en el proyecto Ruraq Maqui? ¿Quiénes son los maestros excluidos que ella menciona, aparte de Tater Vera?
Al parecer, en este sorpresivo proceso de evaluación en el Mincul, se incrementarían más cupos para las mismas ‘redes de influencia’, y ‘los mismos artesanos de siempre’ con una discutible garantía de acceso plural.
La nueva convocatoria para Ruraq Maki del 25 de junio podría confirmar que la argolla sigue intacta, consolidando el poder de unos pocos y negando la verdadera diversidad cultural que se pretende promover.
Este nuevo episodio de Ruraq Maki nos hace recordar a la argolla literaria que se acostumbró a viajar a las ferias del libro de todo el mundo, con todos los gastos pagados. Aquí hay muchas cosas por investigar, ya que nos han llegado quejas de varios artesanos que en años anteriores han sido maltratados y choleados por una señora que pretende continuar acomodando a sus preferidos.
Los artesanos deberían variar todos los años, Ruraq Maki no es chacra de nadie, es una plataforma de una institución del Estado que tiene la obligación de poner en vitrina a los miles de artesanos de todo el Perú. Basta de feudos culturales.
Cultura
El atentado contra las líneas de Nasca acapara la atención de los medios internacionales más importantes
El patrimonio mundial que son las Líneas de Nasca no ha dejado indiferente a la prensa mundial que viene cubriendo la amenaza de su reducción espacial. Es lamentable que en lugar de buenas noticias sean las peores decisiones del mismo ministerio a cargo de su defensa las que acaparen la atención de la prensa mundial. ¿Acaso no es el momento que la UNESCO actúe?

El 29 de mayo pasado, desde Lima Gris denunciamos y destapamos el entramado del recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa. Tuvimos acceso a la resolución viceministerial antes que se publique en el diario oficial El Peruano, y fuentes del Ministerio de Cultura señalaron el interés directo de mineros informales.
La denuncia tuvo gran repercusión en el sector cultural y en los espacios especializados de arqueología. Tras tres días de un intenso cuestionamiento y criticas de diversos sectores contra el Ministerio de Cultura, el caso del recorte del polígono saltó a las páginas de los más importantes medios internacionales. Aquí un repaso de la cobertura internacional sobre el escándalo de las Líneas de Nasca y Palpa.
El 3 de junio el medio Independent en español informó:
«Perú permite a mineros solicitar permisos en zona retirada de la protección de las Líneas de Nazca. Perú anunció el martes que los mineros que trabajaban de forma ilegal en una extensa área de reserva arqueológica y protección alrededor de las famosas Líneas de Nazca ahora podrán iniciar trámites para obtener sus permisos y seguir laborando luego que el gobierno redujo el área de protección en 42%. (…) El miércoles, el Ministerio de Cultura redujo —mediante una resolución— el área de protección que circunda a las Líneas de Nazca en 2.397 kilómetros cuadrados. La reserva fue creada en 1993 y en 2004 se precisó que su área era de 5.633,46 kilómetros cuadrados (…) El ministro de Cultura Fabricio Valencia dijo el jueves en un comunicado que la reducción estaba basada en “sesudos estudios por más de 20 años” y señaló que la reserva arqueológica en realidad era solamente de unos 3.200 kilómetros cuadrados (…) La Associated Press revisó la resolución, pero no halló detalles de los estudios que argumentan la reducción. También pidió detalles de los estudios citados por el ministro para reducir el área de protección sin obtener respuesta al momento (…) Algunos creen que las líneas estaban relacionadas con la astronomía y posiblemente fueron una especie de calendario; consideran que los trazos tenían relación con la gestión del agua, un elemento muy escaso en la zona donde casi nunca llueve».

El 4 de junio el medio chileno Reporte Minero informaba:
«Perú reduce área protegida de las Líneas de Nazca y habilita minería en su entorno. Medida oficial recorta en más de 2.300 km² la zona arqueológica y permite regularizar actividades extractivas previamente ilegales. El gobierno peruano autorizó la legalización de actividades mineras en una zona que hasta ahora estaba protegida por su valor arqueológico. Esta decisión se tomó tras la reducción en un 42% del área de protección que rodea las icónicas Líneas de Nazca, Patrimonio de la Humanidad. Según el ministro de Energía y Minas, Jorge Montero, los mineros que operaban en esa área podrán ahora solicitar permisos para continuar su actividad de manera regular. Montero explicó que, debido a esta modificación, las actividades mineras en la región ya no se consideran ilegales, aunque reconoció que aún no se tiene un catastro exacto de cuántas personas están operando en el área. El gobierno planea realizar una evaluación para determinar el alcance de la minería presente. (…) Pese a que se mencionó que la decisión se basó en estudios realizados durante 20 años, la resolución ministerial no incluye detalles específicos sobre estos análisis, y tampoco se entregó información adicional tras ser solicitada por medios como Associated Press. Antecedentes de minería ilegal en la zona. Anteriormente, autoridades y medios reportaron la presencia de minería ilegal dentro del área protegida, y en ocasiones se destruyeron campamentos y maquinaria. Con la nueva delimitación, estos antecedentes cobran nueva relevancia».

8 de junio, El Economista de México informa:
«Gobierno de Perú anula reducción de reserva arqueológica de Líneas de Nazca. El gobierno de Perú anuló el domingo la reducción en un 40% de la extensa reserva arqueológica donde se hallan los milenarios geoglifos de Nasca, una criticada medida que beneficiaba a los mineros ilegales que invaden la zona. La decisión de las autoridades peruanas restablece el área total de 5.633 km2 de la reserva de Nasca, situada 400 kms al sur de Lima en la región Ica, que había sido recortada a 3.235 km2 según una norma del 28 de mayo del Ministerio de Cultura».

También Cuba nos prestó atención. El medio Cuba debate informó hace tres semanas:
«Perú reduce área de la reserva de las Líneas de Nazca en casi 4 000 kilómetros cuadrados. El Ministerio de Cultura de Perú anunció el viernes que reducirá en más de 2.397 kilómetros cuadrados la reserva de las Líneas de Nazca y acotó que ese cambio no “altera ni afecta” el área inscrita como Sitio del Patrimonio Mundial ni su zona de amortiguamiento aledaña que la protege, reconocidas por la Unesco. En un comunicado, el Ministerio de Cultura señaló que su titular, Fabricio Valencia, realizó ese anuncio la víspera durante una sesión de la comisión legislativa de Cultura realizada en la ciudad de Ica, a 314 kilómetros al sur de la capital. El ministro señaló que en el área liberada “se podrán realizar diferentes actividades, en algunos casos con previa autorización del Ministerio de Cultura”, pero no dio detalles. The Associated Press revisó la resolución, pero en ella no se argumentaron las razones de la medida. La AP pidió comentarios al Ministerio de Cultura, pero no obtuvo una respuesta hasta el momento. En 2016, Johny Isla, arqueólogo del Ministerio de Cultura y responsable de la gestión del patrimonio cultural de Nazca, dijo al diario El Comercio que no contaban con el personal ni los recursos necesarios para vigilar el área protegida. Añadió que la minería ilegal había afectado parte de un cementerio de una cultura preinca llamada Nazca luego que mineros realizaron caminos de acceso para sus campamentos».

El medio español EFE informó el 9 de junio:
«El Gobierno de Perú restituye el área original de la reserva de las Líneas de Nazca. Lima (EFE).- El Ministerio de Cultura de Perú modificó este domingo una resolución que recortaba en 2.400 kilómetros cuadrados el área de la reserva de las famosas Líneas de Nazca, una medida que había generado gran polémica y el rechazo de especialistas en el país andino.Una resolución publicada en el diario oficial El Peruano resolvió dejar «sin efecto» el artículo 1 de la anterior resolución viceministerial, que reducía de unos 5.600 kilómetros cuadrados a 3.200 kilómetros cuadrados la reserva de Nazca. Durante una sesión de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso, celebrada en la región sureña de Ica, donde se encuentra Nazca, el ministro dijo que en el área liberada se podrían realizar «diferentes actividades», en algunos casos con previa autorización de su ministerio. Tres días después, Valencia reconoció la presencia de la minería ilegal dentro de la reserva, pero reiteró que la medida que habían tomado «no significa que se potencie, ni que la probabilidad de que alguna afectación por minería informal aumente».
El 3 de junio también el medio español ABC informó:
«Perú da marcha atrás y restituye el área original de las Líneas de Nazca. Se teme el daño a los geoglifos por explotaciones mineras. La decisión del Gobierno de Perú de reducir en 2.400 kilómetros cuadrados el área de reserva de las famosas Líneas de Nazca preocupa a arqueólogos, ambientalistas y en general, a defensores del patrimonio, que temen que la explotación minera ilegal en la zona dañe los geoglifos de 2.000 años de antigüedad. La asociación internacional María Reiche, un colectivo sin ánimo de lucro creado para continuar el legado de la joven alemana que descubrió por casualidad las enigmáticas figuras en el desierto peruano y dedicó su vida a defender e investigar las Líneas de Nazca, emitió ayer una alerta en sus redes sociales: «¡No aceptamos el recorte de un 42% del área de reserva de las líneas y geoglifos de Nasca-Palpa, no se puede permitir que el MinCult destruya nuestro patrimonio cultural universal». El ministro dijo que el recorte del área responde a la necesidad de reflejar de manera más precisa la relación entre los geoglifos y las características físicas registradas en la zona, al asegurar su protección y preservación, según informa Efe. (…) Ante los temores suscitados, el ministro reconoció el sábado la existencia de minería ilegal dentro de la reserva de las famosas Líneas de Nazca. «Lamentablemente, el tema de la minería informal es una actividad que está presente en esta zona, pero la medida que hemos tomado no significa que se potencie, ni que la probabilidad de que alguna afectación por minería informal aumente. Eso no va a pasar», indicó Valencia en la emisora local.

Cuando le pidieron más detalles sobre la existencia de esta actividad ilegal en la reserva, el ministro señaló que «hay algunos yacimientos mineros», pero que no tiene «la información exacta de qué tipo de mineral hay ahí», según indica Efe.»
ABC también puso énfasis en el descubrimiento de nuevos geoglifos:
«Gracias a la inteligencia artificial se descubrieron en 2024 más de 300 nuevas líneas misteriosas con más de 2.000 años de antigüedad, que se sumaron a los 430 geoglifos descubiertos previamente. Científicos de la Universidad Yamagata, liderados por Masato Sakai, e IBM Japón, investigaron una zona que cubría inicialmente cerca del 9% de la pampa de Nazca, pero debido a sus buenos resultados, la ampliaron a su totalidad y señalaron a ABC que como resultado, habían encontrado «1.309 candidatos que tienen una alta probabilidad de ser geoglifos». De todos ellos, realizaron estudios de campo en el 26%, que son los que presentaron, pero Sakai señaló su intención de realizar prospecciones sobre el 74% restante. Es posible, por tanto, que aún se conozcan más en un futuro».
El 2 de junio la noticia arribó a EEUU . The Guardian informa :
«Indignación por la decisión de Perú de reducir casi a la mitad el área protegida cerca de las Líneas de Nazca. La impactante decisión ha suscitado temores de que un antiguo sitio con geoglifos de casi 2.000 años de antigüedad sea explotado por mineros ilegales. Arqueólogos y ambientalistas han expresado su indignación por la sorprendente decisión del Ministerio de Cultura de Perú de reducir a casi la mitad el parque arqueológico protegido alrededor de las Líneas de Nazca , excluyendo un área casi del tamaño de la ciudad de Lima, la capital del país. (…) “Están intentando borrar la historia”, declaró Ana María Cogorno Mendoza, presidenta de la Asociación Internacional Maria Reiche, una organización sin fines de lucro creada para proteger las Líneas de Nazca.

“El área que se está separando es exactamente donde se llevaban a cabo algunos de los rituales más antiguos, según nuestra investigación”. Maria Reiche fue una matemática de origen alemán pionera en la investigación de las Líneas de Nazca en el siglo XX. (…) Los críticos de la medida dicen que debilitará décadas de protección ambiental y abrirá la Reserva Arqueológica de Nazca a la minería informal e ilegal , justo cuando los precios internacionales del oro alcanzan su punto máximo. (…) “No ha habido suficientes estudios para decir que no tiene valor cultural ni arqueológico”, dijo César Ipenza, abogado ambientalista que ha seguido de cerca la toma de decisiones en el caso.
“Esta zona, que pertenece a nuestros antepasados, requiere una protección real y no sólo una conveniencia política”. Luis Jaime Castillo, ex ministro de Cultura y arqueólogo que ha estudiado los geoglifos, dijo que el área protegida ya estaba “infestada de minería ilegal y plantas de procesamiento de minerales”. Sidney Novoa, director de tecnología de la ONG Amazon Conservation, quien ha mapeado el sitio, dijo que el área ahora excluida de la zona arqueológica protegida ascendía a más de 2.000 kilómetros cuadrados y estaba superpuesta por alrededor de 300 concesiones propiedad de mineros en un controvertido registro de mineros informales supuestamente en proceso de formalizar sus operaciones, conocido como Reinfo. Ipenza dijo que el registro permitió que la minería ilegal continuara con impunidad y sin supervisión estatal, y agregó que el gobierno favorecía la minería por encima de la protección del medio ambiente. La medida “expone [a la reserva] a riesgos muy graves y a daños acumulativos”, declaró Mariano Castro, exministro de Medio Ambiente. “El Ministerio de Cultura no está considerando la expansión de cientos de actividades mineras extractivas que impactarán acumulativamente las sensibles zonas arqueológicas existentes en Nazca».
CNN en español el 5 de junio informó:
«Perú reduce área protegida de líneas de Nazca y se teme avance de actividad minera. El Gobierno de Perú disminuyó el área protegida de las líneas de Nazca, generando preocupación por la vulnerabilidad de los antiguos geoglifos ante operaciones mineras informales cercanas. La Unesco las declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994».
El 3 de junio CNN informaba en un artículo extenso que aquí abreviamos:
«La UNESCO declaró a The Associated Press que las autoridades peruanas no han notificado ningún cambio en los límites del sitio declarado Patrimonio de la Humanidad, cruciales para su protección. La organización solicitará más información a las autoridades. “Existe una alianza entre el Gobierno actual y los sectores mineros informales”, dijo el abogado ambientalista Ipenza. “El marco legal continúa flexibilizándose para beneficiarlos”. Un día después de la decisión del 30 de mayo, el ministro de Cultura de Perú, Fabricio Valencia, reconoció la existencia de minería ilegal dentro de la reserva».

30 de mayo DW TV informaba:
«Líneas de Nazca: Perú reduce esta reserva arqueológica. El ministro de Cultura confirmó la reducción del área de la reserva de las Líneas de Nazca, de 5.600 a 3.200 kilómetros cuadrados. Autoridades alegan conflicto con asentamientos. Crítico apunta a la minería informal. (…) Agregó [Valencia] que en el área liberada se podrán realizar “diferentes actividades”, en algunos casos con previa autorización de su ministerio. “No afecta el patrimonio mundial”. Según el ministro, este cambio “no altera ni afecta el área inscrita como sitio del patrimonio mundial ni su zona de amortiguamiento reconocidos por la Unesco, por lo que el Valor Universal Excepcional (VUE) del bien cultural permanece intacto, al igual que su autenticidad e integridad”. En la reunión celebrada en Ica, participaron el presidente de la Comisión de Cultura del Congreso, Edgard Reymundo, la congresista Martha Moyano, la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Moira Novoa; y el alcalde provincial de Ica, Carlos Reyes, además de otras autoridades locales y regionales. Reymundo saludó la decisión del Ministerio de Cultura de delimitar el área protegida poligonal donde se encuentran las famosas Líneas de Nazca y los geoglifos de Palpa, y calificó la reunión de muy productiva. “Es un anuncio muy importante, puesto de que se había generado un problema social con los asentados, justamente en Nazca, en relación con el polígono”, acotó. ¿Pedido de mineros informales? El abogado especializado en derecho ambiental y docente de la Universidad del Pacífico César A. Ipenza, sin embargo, criticó la medida y la relacionó en X con un reciente pedido de mineros informales para “precisar” la zona. Entretanto, el diario El Comercio recuerda que, el pasado febrero, intensas lluvias en la región Ica activaron la quebrada San Martín y provocaron la caída de huaicos en el distrito de El Ingenio, afectando parte de tres de los conocidos geoglifos de las Líneas de Nazca por el deslizamiento de lodo y piedras: el árbol, la mano y el lagarto»

4 de junio El País de España informa:
«Perú reduce el área protegida de las líneas de Nazca pese a la presencia de minas informales. El grupo de geoglifos contará con menor protección, pese a la oposición del gremio de arqueólogos, que presentará recurso ante el Ministerio de Cultura. Pese a su valor histórico, el Ministerio de Cultura redujo el plano perimétrico del área protegida intangible en un 42%, pasando de 5.600 kilómetros cuadrados a 3.200 . Fabricio Valencia, el titular del sector, explicó que la disminución permitirá una “optimización de la gestión del lugar”. Pieter van Dalen Luna, decano del Colegio de Arqueólogos del Perú, asegura que esta información no es real, debido a que el estudio no ha contemplado lo necesario al haberse realizado en solo una parte del territorio arqueológico por temas presupuestales. El gremio sostiene que la justificación del Ministerio de Cultura de optimizar la gestión del sitio no será posible mientras las líneas de Nazca sigan a cargo de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica. Lo óptimo, indican, sería la creación de una unidad ejecutora para generar políticas de protección, gestión y recuperación del sitio arqueológico con fines culturales, históricos y artísticos. Además, esta reducción ha dejado fuera áreas “expuestas a la vulnerabilidad y la destrucción por varios factores como la minería ilegal y la expansión agrícola”, explican. Si bien el Ministerio de Cultura insiste en que la protección será la misma pese a la reducción, aceptó la existencia de yacimientos mineros en la zona y que no cuenta con información exacta del tipo de mineral que se extrae en los campamentos. Ante ello, el Colegio de Arqueólogos del Perú ha emitido una alerta: la decisión podría sentar un precedente dañino para otros patrimonios como Caral o Machu Picchu, por lo que han solicitado reuniones con la Comisión de Cultura del Congreso de la República y con la presidenta Dina Boluarte para pedir la destitución del ministro Valencia. Van Dalen Luna adelantó a EL PAÍS que presentará un recurso de nulidad ante el Ministerio de Cultura para revertir la medida. (…) El sociólogo Santiago Alfaro remarca que la reducción supone la renuncia a la protección del patrimonio de parte del Ministerio de Cultura. “El área reservada de las líneas de Nazca no solo tiene como objetivo amortiguar la influencia de actividades económicas sino proteger un espacio que aún no está plenamente investigado”, señala. El ojo público apunta hacia Fabricio Valencia, titular del sector desde septiembre del 2024. Como se recuerda, este abogado especialista en patrimonio cultural y museología es recordado por defender a Juan José Santiváñez, exministro del Interior censurado por el Congreso debido a su incapacidad para controlar la ola delictiva en todo el país. En estos días será citado a la Comisión de Fiscalización».

Cultura
Más Arte Galería: presenta la exposición Erótica, el cuerpo como arte y el deseo como lenguaje
Una exposición que desnuda el arte del deseo y convierte al cuerpo en un manifiesto visual de libertad.

En un rincón de Miraflores, donde la ciudad respira cultura entre cafés bohemios y galerías que aún se atreven a provocar, una exposición rompe el silencio con imágenes que no gritan, pero susurran. ERÓTICO, la muestra internacional organizada por la plataforma +51 Platform, se presenta como una invitación a repensar el cuerpo humano, despojado de prejuicios, convertido en territorio estético y político.
Hasta el 28 de junio, Más Arte Galería alberga este mosaico de miradas que dialogan desde Perú, Argentina, Brasil, México y Estados Unidos. Son más de veinte fotógrafos que, en tiempos de hipersexualización vacía y voyeurismo algorítmico, se atreven a construir una poética del deseo sin recurrir al morbo ni al cliché.
«Queríamos crear un espacio necesario en Lima para observar y dialogar sobre cómo los artistas contemporáneos abordan el erotismo hoy», comenta Martín Orbegoso, director de +51 Platform y co-curador de la muestra junto al fotógrafo Inon Sani. La propuesta no es una provocación gratuita, sino un intento serio —y bellamente osado— por recuperar al erotismo como experiencia estética, como interrogante sobre la mirada, el consentimiento y la diversidad infinita del cuerpo.
En un país donde aún se susurra la palabra “deseo” como si fuera un tabú heredado del confesionario, ERÓTICO ofrece una ruptura necesaria. No hay aquí cuerpos para consumir, sino cuerpos para pensar. La intimidad cruda de Verónica Cerna, la energía de Giuseppe Falla, la melancolía formal de Thomas Locke Hobbs o la mirada certera de Yayo López nos obligan a enfrentarnos a lo que somos y a lo que, en secreto, deseamos.
Cada sala se convierte en una pequeña revolución, en un ensayo visual sobre la identidad, el placer y sus representaciones. No se sale indemne de este recorrido: hay belleza, sí, pero también duda, confrontación, deseo transformado en imagen.
Participan también artistas como Diego Alvarado, Luis Chiang Chang Way, Carolina Cochachez, Javier Cuadra, Marte del Pozo, Rafael Escardó, Ronald Hinostroza, Ximena Lévano, Pedro Pablo Mantegazza, Pablo Padilla, Ignacio Rafael, Shamal, Luis Felipe Soto, Hiroshi Yoshimoto & Carlo Vitalino, Nayeli Acevedo, Nathan Braga, Acha Di Mario, y por supuesto, el propio Inon Sani.
La propuesta no se agota en las paredes. A lo largo del mes, +51 Platform ha programado conversatorios y visitas guiadas que buscan ampliar el diálogo, sumar voces, escuchar preguntas y desafiar certezas. Porque si el arte no nos obliga a pensar distinto, ¿entonces para qué?
ERÓTICO no es solo una exposición de fotografía erótica. Es un manifiesto visual sobre la libertad del cuerpo, sobre la dignidad del deseo, sobre la posibilidad de mirar sin condenar.
El dato
Lugar: Más Arte Galería – Calle Mariano Odicio 282, Miraflores (a dos cuadras de la Estación Ricardo Palma del Metropolitano).
Fecha: Del 5 al 28 de junio.
Horario: Lunes a viernes de 10 a.m. a 6 p.m. / Sábados de 10 a.m. a 2 p.m.
Cultura
Lima Gris Podcast: el arqueólogo Gori Tumi desmiente al ministro de Cultura tras su interpelación en el Congreso [VIDEO]
Se caen las mentiras del ministro Fabricio Valencia. Además, mostramos un chat revelador dirigido al titular del Mincul que demostraría un negociado de cargos.

En el Podcast de Lima Gris, el conductor Edwin Cavello entrevistó al arqueólogo Gori Tumi Echevarría López. Durante la conversación, Cavello cuestionó cómo era posible que el ministro de Cultura, Fabricio Valencia, quien siempre se ha mostrado como defensor del patrimonio cultural y conocedor de las leyes, terminara negando la importancia de la UNESCO. Además, criticó que, al ser consultado sobre si se había pedido permiso a la UNESCO para modificar el área protegida (la poligonal), el ministro respondiera que no era necesario.
Por su parte, el arqueólogo Tumi Echevarría señaló que una decisión tan delicada como recortar el perímetro del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa debió ser consultada no solo con la UNESCO, sino también con el Colegio de Arqueólogos del Perú. Según él, eso habría dado mayor responsabilidad y respaldo técnico, científico y académico al informe que dio origen a la resolución viceministerial firmada por la viceministra Moira Novoa Silva.
Para Echevarría, lo ocurrido demuestra que al ministro Valencia Gibaja no le importó mentir en medio de su interpelación. El presidente de la Asociación de Arte Rupestre del Perú, subrayó que desde el Mincul tomaron la decisión de recortar el polígono a pesar de conocer las posibles consecuencias y sin contar con un respaldo sólido ni institucional.
Aquí la entrevista completa y un chat dirigido al ministro de Cultura, que evidenciaría el oscuro manejo detrás del escándalo de las Líneas de Nasca y Palpa.
Cultura
Coreografía solar
María Fe Florez-Estrada despliega una poética visual tejida en foil y acrílico que entrelaza memorias íntimas y referencias ancestrales en una coreografía de luz, textura y contemplación. Está en La Galería de San Isidro hasta el 6 de julio.

Siete obras tramadas en foil metálico sobre acrílico coloreado y tres esculturas dedicadas a Mariella Agois vibran con una energía ciertamente sutil, pero envolvente. Al tiempo de revelar una obsesión meticulosa por la materialidad como lenguaje, la repetición del método sugiere ya un manifiesto: la exploración sistemática de un mismo proceso para extraer variaciones infinitas, como si cada obra fuera un verso de un poema visual.
Más o menos así son estas Remembranzas, la más reciente exposición de María Fe Florez-Estrada (Lima, 1979) en la sala II de La Galería de San Isidro. “Cada tejido nuevo empieza a partir de un recuerdo”, dice la artista. “Una sensación de aquel tiempo dotándola de una nueva interpretación”. La técnica del foil, que viene desarrollando desde hace más de 14 años, se ha convertido para ella en una suerte de caligrafía emocional: cada trama es un mapa afectivo.
De manera que lo personal y lo colectivo se funden en este corpus reciente. Tres de las piezas llevan los nombres de sus hijos —Nisso, Rafael y Sienna— y en ellas se advierte un colorido cálido y pulsante que parece traducir lo indecible del amor maternal. La memoria aquí no es nostalgia: es celebración transformada en forma, en vibración, en partitura visual.

–
Silencio luminoso-
La artista entiende su obra como una exploración del tiempo a través de la materia. El foil —láminas doradas, plateadas y cobrizas— deviene en metáfora de la luz capturada, del instante suspendido. Estas superficies actúan como espejos fragmentados que reflejan tanto la presencia del espectador como la ausencia de aquello que se recuerda. En “Recuerdo de un eclipse”, por ejemplo, el brillo metálico evoca la corona solar: un destello atrapado en la oscuridad, una imagen suspendida entre lo visible y lo secreto.
El contraste entre los materiales industriales y las referencias a los textiles andinos no es casual. “Para mí es una manera de exteriorizar este presente con colores vibrantes y transparentes que proyectan luz y a la vez se mezclan con la trama de foil”, explica. En esa tracción entre lo ancestral y lo industrial se manifiesta una de las claves del arte contemporáneo peruano: la coexistencia de lo originario y lo global en una coreografía de contradicciones y mestizajes.
Por su parte, las tres esculturas en homenaje a Mariella Agois profundizan la búsqueda. “Siento gran admiración por su obra, es un deleite para los sentidos”, comenta Florez-Estrada. “Compartimos la constante búsqueda de expresión sensorial apuntando a generar efectos visuales de volumen y movimiento a través del uso del color y de las composiciones lineales”. En estas piezas tridimensionales, la línea se vuelve arquitectura. Y el homenaje se transforma en diálogo.

Así, Remembranzas no es solo una exposición: es una constelación de sentidos en movimiento. Una apuesta por la contemplación en un mundo saturado de estímulos. La serialidad de las obras, la minuciosa repetición del tejido, el juego con la luz y la geometría, remiten al ritual más que a la industria. Al arte como acto meditativo, como gesto de resistencia ante lo fugaz. Una trama de recuerdos.
Donde cada destello de foil es una palabra no dicha. Y en ese silencio luminoso la artista alcanza lo inasible: hacer visible lo que el tiempo quiso borrar. Y, como la luz en un eclipse, sigue iluminando aún después de desaparecer.
Muestras: Remembranzas de María Fe Florez-Estrada y La arquitectura del ser de Daniel Defilippi y
Lugar: La Galería.
Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro.
Fechas: Del 10 de junio al 5 de julio.
Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m. y sábados de 3 a 7 p.m.
Ingreso: Libre.
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