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JULIO RAMÓN RIBEYRO, PERIODISTA

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Un día como hoy hace 20 años murió Julio Ramón Ribeyro. Reconocido como el mejor cuentista de nuestra literatura contemporánea, Ribeyro era también un feroz periodista que escribía de todos los temas. Muy poco se sabe de esta faceta de nuestro escritor. Con esta crónica lo encontramos como cronista.

1.

La tapa de color verde con la imagen de una vieja máquina de escribir marca Remington y una cuartilla donde se lee “ensayos literarios” de su libro “La caza sutil” (Editorial Milla Batres. Lima 1976.), nos retorna a revisar la vida de escritor de Julio Ramón Ribeyro. Tal como sucede con los poetas del modernismo, para muchos, la herencia periodística es pobre en relación a la obra literaria. José Martí en Cuba nos deja 18 de sus 26 enormes volúmenes, solo de periodismo. Rubén Darío igual, es celebrado por su poesía pero su registro en prensa es descomunal. Gutiérrez Nájera en México es un agudo periodista antes que iluminado poeta. Igual sucede con Ribeyro. Del libro de marras, Los veintiún textos escritos entre los años 1953 y 1975 en Lima, París y Múnich –la mayoría de ellos publicados en el diario El Comercio—son exclusivamente de periodismo.

No es una vergüenza ser periodista. Lo fue José Carlos Mariátegui y César Vallejo. Ribeyro es un caso. Tiene ojo de ser brillante en el cuento pero nadie observa que esa mirada es la de un “perro de presa”. Si hoy estuviese vivo y joven seguro que trabajaría en cualquier Unidad de Investigación de un diario, revista o la televisión. Uno que conoce este oficio, no puede soslayar a ese ser especial que todo lo veía noticias o novedades. El “homo curioso”. “Ribeyro era atento, paciente, tranquilo, sigiloso y contemplativo, inclinado a escudriñarlo todo y predispuesto naturalmente a oír lo que otros decían más que a decir lo suyo”, dice el escritor Fernando Ampuero, su amigo.

Si existiese hoy seguro que sería amante de todos los programas de la farándula –lamentablemente, los de mayor audiencia—de la televisión. Ribeyro, como buen periodista era “chismoso”. Virtud de los limeños de pura cepa. Era él la paradoja en pie. Un escéptico en la elegancia discreta de la consternación. Delgado, muy delgado y tímido. Él era el escritor perdurable, de miles y fraternas páginas, de cientos de personajes inolvidables. Aquel de los hechos cotidianos convertidos en la real ficción del lenguaje sencillo sobre el soporte de un estilo transparente y una mirada recorriendo el alma de las cosas, de cada uno, de cada quien. Pero era el enigma también y la soledad más deslumbrante.

2.

Ya lo había escrito en otro texto que era raro este Julio Ramón. Que esa vez estaba contento y firmaba dedicatorias a sus libros que una fila de lectores portaban anhelantes esperándolo más de una hora debajo de los viejos ficus en la Feria de Libro Ricardo Palma de Miraflores. Lo repito, Julio Ramón jamás quiso aceptarme una entrevista y mucho menos para la televisión. “Con las justas hablo conmigo. Qué diablos voy a decir frente a una cámara”, solía decirme.

Y esa tarde de noviembre del 1993, yo traidor, intoxicado reportero de televisión, estaba con cámara, con camarógrafo, con asistente, con luminotécnico y con un micrófono prendido. Todos en el simulacro de ser sus apasionados lectores en la fila de lectores, todos grabándolo todo. El periodismo, el vil de los oficios. El periodismo, el único registro para testimoniar nuestra admiración. Y le jugué sucio y ahora lo confieso. Y de pronto Julio Ramón sorprendido por mi curiosidad y las luces y la bendita cámara y el bendito micrófono. Y me sentí mal. Pero ya le estaba preguntando: ¿cómo le va, maestro?

Raro este Julio Ramón. No le molestó, al contrario, sabía de vilezas sanas. Y estaba contento, lo repito. Y hablamos del Perú, de Lima, de sus gentes, de los libros, de la “cultura combi”, de su barrio de Miraflores, del cebiche, del valse, del Señor de los Milagros, de la democracia, de Vargas Llosa, del terrorismo, del hambre y hasta de Dios. Julio Ramón parecía un poseso y hablaba y contaba y sonreía y se acordaba de todo y raro este Julio Ramón, lo juro, estaba contento.

Y tuvo amigos, esa especie de seres a veces dañina que se reclaman siempre ser los íntimos del escritor y que suelen promulgar el copyright sobre su delicada memoria. Ese vínculo del que hablan algunos y que para demostrarlo, cuentan anécdotas, traicionando confidencias y revelando aquello que sólo puede conocerse desde el sagrado recinto de la amistad. Me temo, pertenecer sin olvidos a esa especie.

3.

Existe un testimonio excepcional del compositor Manuel Acosta Ojeda: “Mi amigo Julio Ramón entre poemas y carambolas”. (Publicado en “Julio Ramón Ribeyro: penúltimo dossier” Jorge Coaguila. Tierra Nueva Ediciones. Iquitos 2008.). El texto nos describe a un Ribeyro de barrio, con metástasis de esquina, un jijuna. En el billar miraflorino de la Av. Ricardo Palma, Ribeyro demuestra su vena de periodista nato. Cierto, luego del juego se iban al bar “El triunfo” de Surquillo. No era credo, era religión. Después de diez horas de piscos, cervezas y cigarros a Ribeyro le competía hacer un resumen. Y Julio Ramón contaba, por episodios, todo lo ocurrido en aquella jornada que había tenido de billar, bares, callejones y jaranas.

Se ha dicho de él que era tímido. No creo. Era retraido, digo yo con cariño, pero se las sabía todas. Su pasión, es verdad, era el universo literario y su ejecución en una escritura sicologista y de estilo barroco seco. Luego se sabría que en el plano intelectual se destacaba por la independencia moral, su armadura ética y estética. Así, nos dejó en sus jóvenes lectores el estilo para responder al siniestro misterio de la hoja en blanco. ¿De qué recursos valernos para contar nuestro tiempo? ¿Cómo organizarnos para darle un mínimo de coherencia a una realidad sin freno? ¿Cuáles son los interrogantes que nos tocan a todos y las batallas que, como colectivo, corresponde enfrentar? Bien, ese es el asunto del periodista. Y esa era la nota de Ribeyro.

Lo he contado en otras ocasiones, aquella vez de la última entrevista en 1994, Ribeyro me recibió en su departamento de Barranco con un bolerazo: “Perdón” en la voz de Daniel Santos. Cómo sabía Julio Ramón que a mí me gustaba los boleros. No sé. Esa es tarea de un buen periodista. Ribeyro hablaba de todo y de todo escribía, con precaución. Y vuelvo a regresar a esa tarde, fría y de neblinas, frente al mar y los acantilados limeños. En realidad no hablamos de poesía ni cuento, solo de periodismo. Por ello él decía que al ensamblar la historia fáctica y el texto “crónico”, se articulaba a un tejido único con la literatura, que no es más que el arte de escribir lo narrado con belleza encarecida.

Ribeyro decía que había una estética periodística auténtica en tanto sus límites con la literatura son sus puentes para un arte mayor. Y en el periodismo es más eficaz su golpe –el estrago causado en el lector—cuando esa fina película que lo separa de la literatura simplemente desaparece. Ribeyro cultivó la literatura periodística como género integral y donde lo poético se hacía global a tal punto que el texto que cuenta un suceso de noticia, se transfigura en un texto te[x]stimonial con música y claves de adivinación que envuelto en una sinfonía de palabras y semas armónicos y logra vence a los sordos poderes de la muerte.

Julio Ramón supo de esas poéticas periodísticas que encuentran sus verdades en sus claves narrativas de su espacio y sus historias. Sus mordientes informativas serán útiles en tanto borraban la amnesia nacional que padecemos y se establecía un soporte literario en el que se van construyendo otros textos más vitales y más sensuales para construir espacios libres y orgiásticos, degollar las galeras de la oscuridad. Cualquier texto de Julio Ramón tiene calle pero va recorriendo el mundo y observando con clarividencia, ternura y una actitud crítica y rigurosa los paisajes diversos y las conductas, hábitos y actitudes ante el mundo y la vida de los transeúntes de la constante comedia humana. Nada de pintoresquismos sino periodismo de verdad para acercarse a las exactitudes de ese mundo embarazado de perplejidad y deliciosos asombros.

Y yo recordaba entonces que antes Julio Ramón fue amigo de mi padre, allá en su pequeña librería del Parque Universitario. “Habla poco el hombre, pero dice muchas cosas”, me dijo el viejo aquella vez que terminaron al fin poniéndose de acuerdo –luego de citar a Kid Chocolate, “Sugar” Ray Robinson y Floyd Paterson– en que Mauro Mina debió ser campeón mundial de los pesos semipesados. Y en aquella neblinosa tarde en la avenida Larco, cuando 20 años después lo abordé presentando mis escudos y otros firuletes, comprendí que mi padre tenía razón. Entonces Julio Ramón me pareció un experto y/o gastado cowboy sin botas, extraído de una cinta de John Ford, caminando entre las luces y sombras de sus calles de Miraflore detrás de las moreras y entre sus misterios y sus hojas, ¿escritas?.

4.

Y cuando a los 65 años murió víctima de un cáncer, nos quedamos muy triste porque sabíamos de su eternidad y enfermedad. Aquella terrible musa vestida de cangrejo se lo fue tragando desde 1973. Y Julio Ramón murió un 4 de diciembre de 1994 –Ah terrible diciembre, tan próxima a las muertes trágicas de José María Arguedas y Manuel Scorza, un luto sucesivo para la narrativa peruana– castigando la piedad de los médicos y el oráculo de su brebajes. Y debo recordar al poeta Antonio Cisneros cuando triste como todos los que amamos el ají limo le escribió desde su ventana: “Mi querido Julio, justo ahora que se anuncian los frutos del verano se te ocurre dejarnos. Tu terraza está vacía y este sol que brilla como un trompo sobre el mar de Barranco carece de sentido por completo. Qué diablos voy a hacer con mi pobre alma. Apenas queda una bicicleta sin jinete, una botella de Burdeos intocada, la Copa Libertadores que se viene y donde da lo mismo si ganamos o perdemos. Ah, Julio Ramón. Sólo el viento golpea sobre los acantilados. Y el mar se retira para siempre”.

Y es cierto que uno aprende a querer a un escritor leyendo sus libros casi como un amigo. Y con Julio Ramón ocurría otra cosa. Uno lo quería como amigo y lo leía con ternura sin sus libros aunque como personaje que inventaba aquel que era el escritor amigo. Otro poeta, Abelardo Sánchez-León, lo despidió así: «El final de su vida se parecía a uno de sus cuentos, pero los dos o tres veranos últimos fueron, así pensábamos, lo mejorcito. A su rutina le añadió unos paseos en bicicleta con amigos, que hasta llegaron a llamarlos «los regios». Ya me imagino a Julio Ramón de regio, aunque pinta nunca le faltó y su capacidad seductora no disminuyó ni un ápice. Julio Ramón fue un narrador dotado de ángel y seducción, que se leía entre todas las edades porque, llana y sencillamente, gustaba Julio Ramón gustaba a la gente».

Julio Ramón Ribeyro era un viejo conocido a través de los antihéroes de sus perfectos cuentos cicatrizados por el karma de los no triunfadores que no es lo mismo que esos a quienes llaman fracasados. En su mayoría, eran peruanos que usaban bividí, dormían con piyama a rayas, se persignaban ante cualquier iglesia y escuchaban rancheras de José Alfredo Jiménez después de hacer el amor, no importa con quién o la mujer de quién. Entonces yo suponía que sus protagonistas los sacaba de las páginas anodinas de los diarios, Esos actores del lugar común y los tópicos que para muchos pasan inadvertidos pero que para Julio Ramón eran sus quijotes victoriosos de los fastos y gestas triviales.

Antes, en sus primeras cortas visitas para sus veranos limeños, siempre lo encontraba en la Plaza de Acho, con todos sus amigos, conversando de la supina ignorancia de Hemingway sobre los toros, en todo caso, nos quedábamos con Corrochano. Y estaban ahí Felix Arias Schereiber y Jorge Pimentel y Miguel Burga y terminamos en “Sevilla” –que así llamaba el maestro «Al Alimón» a los bajos de los tendidos de Sol– entre vinos, cervezas y anticuchos. Y dijo Julio Ramón cierto domingo después de una desastrosa corrida y parafraseando a Holderlin: “Si el alma del torero no alcanza su fuero divino en el ruedo, no debe dormir en el lecho de nuestra pasión”. No dijo más y apuró una copa grande de espeso vino tinto, inmensa como la estampa de un Miura.

5.

En un texto publicado por Fernando Ampuero en la revista “Buen Salvaje” Nro. 3, se lee una explicación al libro tan preciado de Ribeyro y que cito: “La edición original de La caza sutil, impresa bajo el sello de Milla Batres –de 1976–, contenía ya ensayos como “Gustave Flaubert y el Bovarismo”, “Del espejo de Stendhal al espejo de Proust” o “E.R. Curtius y la literatura francesa”; y crónicas tan sabrosas como la que titula “Peruanos en París”. También destacan su sensible reseña de Los ríos profundos de Arguedas, su disertación sobre “Las alternativas del novelista” y el ensayo “Lima, ciudad sin novelistas”, texto envejecido y a estas alturas solo de importancia histórica, desde que Vargas Llosa rompió fuegos en 1963 con La ciudad y los perros, abriendo brecha para que irrumpieran incontables novelas urbanas”.
Y aquella edición de La caza sutil de Milla Batres, es cierto, ya no se encuentra ni en las librerías de Quilca ni de la Feria de Amazonas. Hace casi cuarenta años de un libro que tuvo apenas una edición que paso casi inadvertida y que hoy es de exclusivo lujo de coleccionistas. Pero el año pasado, debido a una justa y constante revaloración de nuestro gran cuentista en España y América Latina, apareció en Chile una reedición de la Universidad Diego Portales: La caza sutil y otros textos. Julio Ramón Ribeyro. Lima, 1929 – 1994. (Santiago. Ediciones UDP 2012) con el agregado de doce textos dispersos, entre los que destacan los dedicados a Maupassant y a Lezama Lima y Proust, y un prólogo del escritor Diego Zúñiga.
Cuando Ribeyro nos dejo de enseñar sus textos primeros y sus crónicas de joven, nos dejo también mudos. Por eso me he preguntado sobre las razones de ese quehacer, el de escribir, aquello de confirmar en grafías las ideas y los sueños, pues no siempre estoy de acuerdo con los otros; esos que también escriben. Ribeyro me decía que le interesaba el hablar al oído dudando a más no poder. No a las certezas tajantes, jamás a las afirmaciones inapelables. En ese proceso de grado cero de la escritura, hipótesis e impulsos eléctricos, ganan la necesidad de hallar la certeza a partir de sus opuestos. Con Julio Ramón y su periodismo, en el fondo, ese “escribir” tiene sobre cualquier otra cosa, bastante de experimento, voluntad más de aprender que de enseñar, esfuerzo por mejorar el mundo, humanizar a tanto usureros, liberarse de la angustia de las miserias todas, hacerse conocido más que famoso y construir un mundo para que lo habiten menos imbéciles. Todo ello está en esa Caza sutil. La de Ribeyro de planilla y de cierre de edición.

6.

Diré que fue ese agosto 1994 el año feliz y triunfal de Julio Ramón, el del consagratorio Premio Rulfo ¬–bien le venían los cien mil dólares del premio–, el de la publicación de sus Cuentos completos por editorial española Alfaguara, el de la Semana de Homenaje en Madrid. Entonces este cronista era reportero del programa Panorama del Canal 5 y jamás imaginó que la entrevista que le hizo aquella tarde gris en su casa-estudio de Barranco y que en realidad fue una suerte de conversión informal, sería el último testimonio de Julio Ramón para la televisión. Y así fue o así debió ser.
Lo llamé un día antes. Julio Ramón al otro lado de la línea se resistió tajante al principio, dijo que estaba escribiendo sus memorias, una suerte de autobiografía nada o casi personal, dijo también que estaba descompuesto, que los periodistas lo tenían podrido. Le dije –casi le rogué– que si no le hacía ese reportaje me botaban del Canal –el viejo truco del periodista en terapia laboral–, que mi vida dependía de su tiempo. Entonces Julio Ramón aceptó jodido por esas mentada amistad. Supongo que le importaba un bledo el rating de esa televisora de pacotilla. “Mañana a las 4 de la tarde en mi casa”, respondió y colgó, imagino fastidiado y molesto más que conmigo, con él mismo.
Julio Ramón recibió la noticia unos minutos antes y quedó mudo. Había ganado el Rulfo. Y desde ese momento debía atender a decenas de periodistas, a centenares de amigos, de curiosos, de intrusos. Y aquella privacidad tantos años defendida a capa y espada iba a quedar horadada. Y aquel espacio reservado para la discreta soledad de su genio iba a reducirse irremediablemente a la nada. Y Julio Ramón vivía como uno se lo imaginaba, completamente solo, salvo con sus benditos demonios, su música y sus misterios. Esa tarde, en su piso con vista a los acantilados, cuando tocamos el intercomunicador con Carlos Otiniano, el camarógrafo, Julio Ramón contestó resignado: «suban», es que jamás le gustaron las entrevistas, nunca estuvo a gusto con las fotos –salvo aquellas para las tapas de sus libros o las otras ocasionales que le tomaron sus íntimos y donde aparecía con su esposa Alida o su hijo Julio–, siempre se opuso a ser sujeto público y la fama, después me confesó, le importaba un reverendo rábano.
Era tímido, ya lo dije, pero esa vez, mientras yo le contaba mi deuda con el banco, que no me gustaba el locro, y que seguía enamorado de Liz Taylor, Julio Ramón se fue soltando y mientras nos mostraba tímido sus recuerdos enigmáticos y escondía sus pecados –completamente vencido ante mi obsesiva curiosidad–, nos leyó la primera parte de uno de sus cuentos más entrañables: “Nosotros somos como la higuerilla, como esa planta salvaje que brota y se multiplica en los lugares más amargos y escarpados…”; encendió cigarros tras cigarros y recién habló de su familia, de sus pasiones y de sus increíbles fobias. Inquilino al fin de su propia ficción, y mientras en su terraza que ve el océano, con un frío de los mil diablos, tomándonos un gran Bordeaux, dijo que le habían prohibido terminantemente los cigarrillos pero que eso era una vaina porque él, que no era afecto a recetas, sabía que necesariamente cuando escribía debía tener un pucho en los labios, entonces si dejaba de fumar, simplemente no podía escribir, entonces también, siguió fumando y hasta que la muerte nos separe, nos confesó con la tristeza y resignación más terrible vista en un ser humano.

7.

«La gente cree que soy corrosivo y benigno, cruel y piadoso, pero no es así, soy una persona normal que un día de 1952 dejó la carrera de Derecho y con una beca se fue a España a seguir cursos de periodismo. Pocos saben por ejemplo que soy especialista en fotomecánica a color, que he trabajado como profesor en la Universidad de Huamanga en la ciudad de Ayacucho y que jamás pensé en ser lo que soy, un escritor profesional y a tiempo completo. Y pocos saben también que a pesar de haber publicado Los gallinazos sin plumas, mi primer libro en 1955, hoy mismo me llaman de México, de Argentina y de Estados Unidos para preguntarme quién soy, donde vivo y qué cosas he escrito. Otros se sorprenden al descubrir que soy peruano. Es terrible ¿no?».
Y uno tuvo que responderle que sí, que es terrible. Sentados en el balcón con el solsito desmayado, contó del genio de su mujer, de que su hijo era cineasta y no le hallaba el gusto a la literatura, de que no perdonaban una mañana sin su amante café con leche, que su médico se consideraba un fracasado porque le había pronosticado un mes de vida y ya llevaba diez años vivito y coleando. Y llegamos a la música después de pasar por sus admirados Stendhal y Proust, de sus amigos Bryce y Scorza y Vargas Llosa –en ese orden– amén de los poetas peruanos del Boulevard Saint Germain, incluyendo al real-maravilloso cajamarquino Alfredo Pita. Y llegamos al bolero, no como género músical sino como la metafísica de la obstinación. Porque según su teoría, el bolero se bailaba (en su caso: se escuchaba) con las hormonas más encabritadas antes que con los pies o la pelvis. Luego, prendió su equipo y se animó a cuadrar un CD de Daniel Santos que arrancaba con el bolero «Perdón», ese himno universal para ciertos amantes en cuarentena y elíxir alcanforado para aquellos que nos enamoramos de cualquier cosa que tenga mamas.
Ya cuando el sol se fue marchando por el ojal del crepúsculo, me reveló un secreto que divulgaré cuando cumpla cien años. Al final y mientras agradecía a sus editores peruanos Scorza, Milla Batres y a Jaime Campodónico. Y sus comprensibles lectores peruanos, de perfil se quedó abrazado a su estar solo. Hoy que lo recuerdo aternurado como los viejos retratos en la penumbra de una sala atiborrada de sus personajes: el «territorio literario propio», ojalá alguien pueda arrancarlo de mi corazón durante el resto de su incalculable muerte.

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Motociclistas rechazan propuesta de Defensoría que busca restringir su circulación

Tras la propuesta de la Defensoría del Pueblo que quiere que las motos lineales no salgan de 6 p.m. hasta las 6 a.m. el vocero de la Asociación de Motociclistas del Perú, David Montes, rechaza la restricción horaria y le responde: «La gente no trabaja solo hasta las 5 p.m.»

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El vocero de la Asociación de Motociclistas del Perú, David Montes Quiñones, rechazó la propuesta de la Defensoría del Pueblo de restringir la circulación de motos entre las 6 p.m. y las 6 a.m. como medida para reducir la ola criminal y el sicariato. En ese sentido, refirió para Exitosa que la Defensoría está «promoviendo» que se vulnere el derecho al libre tránsito de «personas de bien».

«La Defensoría del Pueblo está promoviendo que se vulnere el derecho al libre tránsito de personas de bien, de personas que van a trabajar. Las personas no trabajan hasta las 5 de la tarde. Muchas personas viven lejos de su zona de trabajo y no podrán usar su moto porque el defensor del Pueblo tiene la primacía de la realidad muy alejada de la que vivimos», aseveró Montes Quiñones. Asimismo, indicó que en Colombia se adoptaron medidas similares, pero que no funcionaron para disminuir la criminalidad.

Comunicado de Defensoría del Pueblo que restringe el uso de motocicletas.

«La delincuencia está campando a sus anchas a nivel nacional. No negamos que deben tomarse medidas drásticas para reducir la delincuencia, pero que sean efectivas. Hemos mostrado informes y estudios de lugares donde también se ha ejecutado esta medida, como Colombia, que señalan que esta disposición no funciona», sostuvo.

Afirma que restricción afectará a más de 3 millones de moteros

Por otro lado, David Montes continuaba arremetiendo contra la Defensoría del Pueblo y advirtió que la propuesta de la Defensoría de restringir la circulación de motos lineales por una franja de 12 horas, afectará a cerca de 3.5 millones de personas a nivel nacional.

Comunicado de la Asociación de Motociclistas del Perú en su red social.

«Estamos hablando de afectar a cerca de 2 millones de personas en Lima o 3.5 millones de personas a nivel nacional por un impacto que ni siquiera está propuesto. En esta propuesta, ni siquiera se menciona cuál podría ser el resultado beneficioso para la seguridad ciudadana», concluyó.

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Migraciones ordenó expulsión de más de 760 venezolanos que violaron la ley

La entidad adscrita al Mininter realizó más de mil operativos de verificación migratoria, junto a la PNP en diversas regiones del país. A los extranjeros intervenidos se les aplicó el Procedimiento Administrativo Sancionador Especial Excepcional (PASEE), que establece su expulsión en un plazo máximo de 24 horas.

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La Superintendencia Nacional de Migraciones, en un trabajo conjunto con la Policía Nacional del Perú (PNP), realizó 1,123 operativos de verificación y fiscalización migratoria, entre enero y marzo del presente año, y ha ordenado la expulsión de más de 760 personas extranjeras de nacionalidad venezolana, por haber vulnerado la legislación migratoria.

Desde julio de 2024 venezolanos deberán tener ‘visa’ y ‘pasaporte vigente’ para ingresar a Perú.

Los operativos se realizaron en 16 regiones

Del total de operativos que efectuó Migraciones, 20.93 % se realizaron en Puno, 11.84% en Pucallpa, 10.15 % en Tumbes, 9.26 % en Tarapoto, 7.21 % en Lima, 5.88 % en Arequipa, 5.25 % en Chimbote, y el resto de porcentaje lo completan Callao, Chiclayo, Cusco, Huancayo, Ica, Iquitos, Puerto Maldonado, Trujillo y Tacna. En los operativos se verificó los documentos de los extranjeros intervenidos, para poder acceder al control de sus identidades y conocer sus situaciones migratorias, mediante la corroboración en tiempo real de la información proporcionada, a través del uso de tabletas electrónicas, que se encuentran interconectadas a la base de datos de Migraciones.

Según CPI, el 95 % de peruanos exigía la inmediata expulsión de delincuentes venezolanos.

A los 760 ciudadanos venezolanos se les aplicó el Procedimiento Administrativo Sancionador Especial Excepcional (PASEE), que establece la rápida expulsión de los infractores en un plazo máximo de 24 horas, por haber ingresado al Perú sin cumplir con la normativa migratoria y/o representar una amenaza para la seguridad nacional y el orden interno. El PASEE consta de una fase instructora y otra sancionadora, mediante la cual se les comunica a los infractores las respectivas imputaciones en su contra. Tras finalizar dicho proceso, Migraciones, a través de sus jefaturas zonales, emite las órdenes de expulsión, que inmediatamente son ejecutadas por la Policía Nacional del Perú (PNP).

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Don ‘Mashico’ cumplió 125 “añitos” [VIDEO]

El hombre más longevo del Perú se alimentaba con frutos y verduras de su huerto, llevando una vida sana y libre de químicos.

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Bien dicen que cuando nos llevamos un alimento a la boca también estamos ingiriendo algo de los aditivos, pesticidas y microplásticos que frecuentemente van acompañados en las comidas, sea ese tomate, el pollo, o los tubérculos que ponemos en nuestra mesa. Pero la dieta de Marcelino Abad Tolentino, mejor conocido como ‘Mashico’ es ajena a todos esos elementos químicos que ahora se han hecho costumbre en la producción masiva.

Puede que su alimentación sana, sumada a un ambiente limpio de polusión y la actividad física le hayan permitido llevar una vida en armonía con la naturaleza, la cual le viene regalando 125 larguísimos años. Ya muchos darían todo el dinero del mundo por vivir un año, un mes, una semana o solamente un día, ajenos a las enfermedades o los dolores típicos del paso del tiempo, sin embargo, han preferido la modernidad a una vida balanceada con la ‘Madre naturaleza’.

Don ‘Mashico’ no sabe lo que es un cigarro, o una botella del más exclusivo whisky, o sentarse en los más opulentos restaurantes con la calificación michellin, pagando miles de soles para que le den un plato con burbujas y servido por cinco personas. Él solo come lo que produce de su huerto, lo que recoge de su palto o las plantas medicinales que ha sabido reconocer a lo largo de las décadas. ¿El resultado? Mientras miles esperan meses o años para una mesa en un restaurante que ofrece “insumos de altísima calidad”, elaborado por los mejores cocineros del mundo, al centenario anciano solo le bastó cosechar y sembrar para tener una vida más prolongada.

fuente: latina noticias.

Nacido un 5 de abril de 1900, Marcelino Abad, natural de las profundidades de Huánuco, ha visto a presidentes y reyes morir, a pedantes ministros y déspotas dictadores sucumbir ante el levantamiento de las masas, países desaparecer por intereses comerciales o políticos, megaestrellas del cine o el deporte perecer a corta edad víctimas de una vida desbocada u frenética, altivos generales irse de este mundo con sus botas puestas, reinas de belleza corroborar año a año frente a un espejo que solo su corona permanece inmutable.

Con sus 130 centimetros de altura, ‘Mashico’ es el vivo ejemplo de que todo lo podemos conseguir en la naturaleza si la sabemos preservar y respetar, alimentandonos con solo lo necesario y llevando una vida de arduo trabajo en el campo y reconfortante descanso al aire libre.

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Bus de la empresa ‘El Rápido’ es baleado minutos después de iniciarse el paro de transportistas [VIDEO]

Ataque no ocasionó víctimas mortales. Conductores de las empresas de Lima Norte se encuentran desprotegidos ante la pasividad del gobierno de Dina Boluarte.

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¿Y el estado de emergencia? De nada sirven los ‘Cuartos de Guerra’ si la población se encuentra sometida a las organizaciones criminales que día a día tiñen de sangre las calles de la ciudad. Colegios, mercados, ambulantes, emprendedores, taxistas y choferes de transporte público; todos por igual tienen que pagar a los extorsionadores para que los dejen vivir un día más. En tanto, la jefa de Estado se aparece impoluta y adusta bajo la seguridad de sus ministros y comandantes, asegurando que la criminalidad ha disminuido.

Un bus de la empresa de transporte ‘El Rápido’ ha sido baleado esta madrugada, minutos después de que iniciara el paro de transportistas convocado para hoy. Los criminales no dudaron ni un segundo en disparar sobre la unidad móvil pese a encontrarse con pasajeros. Afortunadamente ninguno de ellos recibió un impacto de bala.

Los ataques contra los buses de transporte público se han vuelto más frecuentes durante las últimas semanas y, lamentablemente, 15 transportistas han perdido la vida en lo que va del 2025. El dato fue compartido por la Asociación Nacional de Integración de Transportistas (Anitra), la misma que a través de la protesta exige respuestas de las autoridades para frenar la ola delincuencial.

fuente: bdp.

Transportistas salen a marchar al Congreso por muerte de conductor

Como se recuerda, el último sábado un nuevo atentado contra la empresa de transportes Etuchisa, conocida como ‘Los Chinos’, dejó como víctima mortal al chofer Loymer Noé Benigno, de 38 años. El ataque ocurrió en plena vía pública, en la avenida Alfredo Mendiola, frente a la Universidad César Vallejo, en el distrito de Los Olivos. Dos sicarios a bordo de una motocicleta interceptaron el bus, que en ese momento trasladaba pasajeros, y abrieron fuego directamente contra el conductor. A pesar de los esfuerzos por auxiliarlo, Benigno falleció mientras era trasladado de emergencia a un hospital cercano. Los pasajeros, aunque aterrados, resultaron ilesos.

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El libro ‘Coquito’ es declarado Patrimonio Cultural de la Nación

La legendaria primera edición del texto educativo de Everardo Zapata Santillana, y que contribuyó a la instrucción escolar de millones de peruanos de diferentes generaciones, ha sido reconocida por su trascendencia histórica y pedagógica.

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La primera edición del libro ‘Coquito’, de 1955, del autor Everardo Zapata Santillana, la cual contenía ilustraciones de Raúl Tamayo Calderón y Víctor Valdivia Miranda, fue declarada, mediante Resolución Viceministerial n.° 000081-2025-VMPCIC/MC, del Ministerio de Cultura, como Patrimonio Cultural de la Nación, por su importancia histórica y pedagógica en el país.

Resolución Viceministerial n.° 000081-2025-VMPCIC/MC.

De acuerdo al dispositivo del Mincul, los textos escolares creados por el educador arequipeño próximo a cumplir 99 años de edad, son considerados como un hito en la enseñanza de la lectura y escritura en Perú y en otras regiones de América Latina. Para hacerse acreedor al importante reconocimiento que le da la condición de patrimonio cultural, la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) indicó cuatro criterios: el legado del autor, la contribución de la obra al desarrollo social y educativo, la singularidad de la primera edición, así como sus características materiales.

‘Coquito’ es considerado un hito en la enseñanza de la lectura y escritura nacional, y ha formado a varias generaciones de estudiantes en el Perú y de otras partes de Latinoamérica.

Everardo Zapata Santillana, autor del libro Coquito.

‘Coquito’ será llevado al cine

Asimismo, el libro del educador arequipeño Everardo Zapata Santillana será llevado al cine con la cinta: ‘Coquito, la película’, dirigida por Eduardo Guillot, cineasta que en su haber tiene películas como ‘Caiga quien caiga’ (2018) y ‘La Pasión de Javier’ (2019). Según información, el rodaje será en Arequipa.



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Crisis en el Hospital Carrión de Huancayo por falta de suero

Pese a que cuentan con el 100 % de stock de sueros de Medifarma, el hospital ha suspendido su utilización debido a la orden de inmovilización del lote defectuoso ordenada por el Minsa, perjudicando de esa manera a 49 mil pacientes.

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El Hospital Daniel Alcides Carrión de Huancayo, uno de los principales nosocomios de la macrorregión centro del Perú, también ha quedado desabastecido de suero fisiológico, debido a la disposición emitida por el Ministerio de Salud de que se inmovilizara un lote de 60 mil frascos del laboratorio Medifarma, como medida de prevención, ante las muertes de cuatro pacientes por haber sido administrados con sueros defectuosos que excedían los porcentajes reglamentarios de sodio.

Hospital Carrión de Huancayo atiende a más de 49 mil pacientes

Por su parte, el director del hospital, Gustavo Llanovarced, confirmó que ya no hay suero para los pacientes y aseveró que la escasez los afecta gravemente.

“El Hospital Carrión es el más importante de toda la macrorregión centro. Nos dimos con la sorpresa la madrugada del día domingo que el lote de Medifarma, el cual tenemos el 100% por cierto en nuestro stock, había sido suspendido. Nos esperanza bastante el nuevo decreto en el cual se pueda activar el flujo normal de estos sueros, porque no estamos, según la Digemid, en la lista de los que hayan tenido algún tipo de ocurrencia en su elaboración. Nosotros atendemos a más de 49 mil pacientes por mes”, alertó el médico.

Hospital Daniel Alcides Carrión de Huancayo actualmente se encuentra sin suero.

Asimismo, Llanovarced, contó que, ante el desabastecimiento, el personal médico viene utilizando soluciones alternativas como dextrosa, agua destilada con sodio y Ringer lactato, aunque estos líquidos no son equivalentes al suero fisiológico. Mientras tanto, los pacientes más afectados tienen que comprar el insumo en las farmacias particulares, donde también hay escasez debido al excesivo aumento de la demanda.

Como se sabe, el hospital Carrión de Huancayo también atiende a pacientes de Junín, Huancavelica, Ayacucho, Pasco, Huánuco, Cusco y Ucayali, por lo que esta crisis de abastecimiento afecta a varias regiones del país.

Boticas y farmacias de Lima se quedaron sin suero fisiológico

Los establecimientos de la capital que expenden fármacos y sueros fisiológicos han reportado desabastecimiento. Entre tanto, el presidente de la Asociación Nacional de Boticas y Farmacias Independientes del Perú (ANABIF) Aly Carlos Villarroel señala que ello se debe a la decisión del ministro de Salud, César Vásquez, al ordenar la inmovilización de todos los sueros de Medifarma.

“Son lamentables las soluciones que ha planteado el Ministerio de Salud, porque al suspender el registro sanitario y ordenar la inmovilidad del suero fisiológico ha provocado un desabastecimiento en el sector público, lo cual ha provocado una escasez en el sector privado. Esto ha generado un problema en todo el sector farmacéutico que se va a trasladar en los próximos días a los pacientes”, afirmó el representante de ANABIF.

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Padres de bebé que murió por suero defectuoso denunciarán a clínica SANNA y “los que resulten responsables” [VIDEO]

En tanto, el Minsa ha ordenado el cierre del laboratorio Medifarma por lotes de suero fisiológico defectuoso.

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¿Se volverán a limpiar las manos? La cuarta víctima del suero fisiológico resultó nada menos que una bebé de tan solo un año y dos meses, la cual ingresó a la clínica SANNA con un cuadro de fiebre y diarrea, pero durante el tratamiento se le suministró el suero defectuoso ocasionándole convulsiones que la llevaron a la muerte.

Cuentan los afligidos padres de Kayla que cerca de 15 médicos estuvieron junto a su menor hija sin hacer más que mirarla mientras convulsionaba. Ellos denuncian negligencia por parte del personal médico que estuvo presente, adelantando que presentarán una denuncia contra la clínica y “los que resulten responsables”.

«Cuando estaba en hospitalización, ya habían pasado más de 4 horas con el suero, mi bebé empieza a temblar y convulsionar fuerte. El personal médico que estaba con nosotros no sabía qué hacer. El papá de mi bebé es quien presiona el botón de emergencia para que se puedan acercar a auxiliar a mi bebé, pero todos los que ingresaban solo miraban. No tenían varios implementos», declaró la joven madre.

Asimismo, aseguró que la clínica estaba más preocupada en que pague por los medicamentos que se utilizaron para la atención de su bebé, detallando que el gasto total fue de 2 mil soles.

«La clínica de lo que más se preocupaba era por el tema del pago (…) La clínica lo más preocupado que estuvo era de que yo firmara o que cancelara. Estaban preocupados por anotar qué medicamento terminaron de usar en UCI pediátrico, o sea todo. Lo primero para ellos era el cobro (…) Más de dos mil hemos gastado en mi bebé», agregó.

fuente: latina.

Minsa ordena el “cierre temporal” de Medifarma

En tanto, el Ministerio de Salud (Minsa), a través de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), ha ordenado el “cierre temporal” del laboratorio Medifarma S.A. luego de detectarse que habría más de un lote defectuoso del suero fisiológico.

Según el escrito, para confirmar la calidad del producto, el laboratorio de control de calidad Hypatia S.A. realizó pruebas en las que se detectó una alteración en la concentración de cloruro de sodio. Los análisis revelaron que los niveles de sodio en el suero variaban entre 63.8 % y 644.0 % por encima del estándar permitido.

La recomendación es no consumir ningún lote de esta marca por precaución. En tanto, Medifarma informa que retirará todos los lotes de suero fisiológico de su marca en circulación.

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Ingresó con gripe a la clínica SANNA y terminó con muerte cerebral [VIDEO]

Exigen justicia por la muerte cerebral de Alejandra Landers en la clínica SANNA: ¿negligencia e impunidad?

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La tragedia que ha golpeado a la familia de Alejandra Landers ha dejado una profunda herida no solo en sus seres queridos, sino también en la sociedad, que observa con creciente indignación la posible negligencia médica que pudo haber causado su muerte. Alejandra, de solo 26 años, ingresó a la clínica SANNA de San Borja con un simple resfrío. Sin embargo, tras recibir un suero fisiológico contaminado, su estado empeoró rápidamente hasta llegar a la muerte cerebral. Su padre no escatima en palabras: “Mi hija llegó sana y me la entregaron muerta”, declaró, denunciando la aparente falta de cuidado y vigilancia médica en el tratamiento de su hija.

La historia de esta joven, que parece un error evitable, plantea serias dudas sobre la gestión de la clínica y el control de calidad de los insumos médicos que se suministran a los pacientes. De acuerdo con el relato de la madre, Eliana, la joven fue admitida en urgencias a las 9:17 p.m. Sin embargo, horas después, presentó síntomas graves, como convulsiones y pérdida de conciencia. La desesperación de los padres aumentó al ver que la clínica tardó tres horas en realizarle exámenes, a pesar de la evidente gravedad de su condición. “Cuando la toqué, su cara estaba mojada de saliva y su cuerpo orinado”, narró Eliana entre lágrimas, destacando la falta de una respuesta rápida y adecuada.

La situación no solo pone en evidencia una aparente falta de protocolos médicos adecuados, sino que también subraya un sistema de salud que parece proteger más a las instituciones involucradas que a las víctimas. La familia de Alejandra ha denunciado, además, la burocracia que ha rodeado la posibilidad de iniciar acciones legales contra los responsables de este trágico suceso. Su abogado denuncia que, a pesar de los esfuerzos por presentar una denuncia penal, las autoridades se niegan a aceptar el caso, alegando problemas de competencia. Es un ejemplo más de la obstrucción al acceso a la justicia, en la que las víctimas y sus familias se enfrentan a un laberinto legal que favorece la impunidad.

Para colmo, el Ministerio de Salud cambió en 2024 la normativa relacionada con la notificación de reacciones adversas a medicamentos, extendiendo el plazo para reportarlas de 24 horas a 7 días. Esta medida, que podría haber sido pensada para aliviar la carga administrativa, en la práctica podría favorecer la impunidad, al dificultar el rastreo oportuno de situaciones como la ocurrida con Alejandra, donde la contaminación del suero fue el detonante de su muerte cerebral.

A pesar de la gravedad de los hechos, tanto la clínica SANNA como la farmacéutica Medifarma han ofrecido cubrir los gastos médicos y han mencionado la posibilidad de una indemnización. Sin embargo, el padre de Alejandra rechazó cualquier compensación económica, buscando únicamente la verdad. “No queremos dinero, queremos la verdad”, afirmó contundente, dejando claro que la justicia y la responsabilidad de los involucrados son lo que realmente importa para la familia.

Este caso plantea una reflexión profunda sobre la falta de responsabilidad y el sistema de salud que parece más preocupado por proteger su reputación que por rendir cuentas ante hechos tan graves. La familia de Alejandra y la sociedad en su conjunto exigen justicia y que este tipo de tragedias no queden impunes. Es esencial que se asuman responsabilidades, se tomen medidas preventivas y se garanticen los derechos de los pacientes, para que casos como este no se repitan.

Panorama conversó con los padre Alejandra. Aquí todos los detalles.

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