Cultura
Entrevista a Nicolás López-Pérez, escritor y poeta chileno
Lima Gris conversó con el escritor chileno sobre el panorama de la poesía latinoamericana y la difusión de la cultura en la era digital.

Nicolás López-Pérez es una actualidad de las letras del sur latinoamericano. Nacido en Rancagua (Chile) hace treinta y dos años, representa, por su obstinado estudio y esfuerzo, una realidad y una figura a observar con detenimiento. Viene publicando poemarios de ambicioso estilo, traduciendo poesía y publicando a diferentes autores a través de su contraeditorial Astronómica. Realizamos esta entrevista vía online para todos los lectores de Lima Gris.
Hay una ausencia de lecturas y conocimientos de la poesía chilena en nuestro país; por eso mismo, me gustaría empezar con este punto: si un lector se aventura a conocer la poesía chilena de los últimos años, ¿cómo deberíamos orientarnos?
Me parece preocupante el diagnóstico de la ausencia. Es probable que el panorama lo tengas más claro que yo. A mí me da la impresión que, en cuanto a poesía, el Perú es un lugar bastante letrado. El hecho de conmemorar cada 15 de abril el día del poeta nacional es ya un logro, aunque sepamos que conmemorar —en estos tiempos— es un espectáculo a veces forzado, otras banal. La conmemoración termina agotándose en su continuidad repetitiva y en los procesos de individuación. En fin, de seguro en el Perú se conocen los monumentos de la poesía chilena como Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda. En lo que respecta a la «poesía de los últimos años» me resulta impertinente empezar a chorrear nombres y, más aún, moldear a un lector a partir de un canon personal y basado en mis propias afinidades. Cada generación, cada década tiene su poeta institucional, su poeta polémico, su poeta meloso. Si el desconocimiento es cómo dices, sería un poco infructuoso partir por gente que está en el tramo de los cuarenta años como Héctor Hernández Montecinos o Ernesto González Barnert (ambos editados por la colección digital de la Municipalidad de Lima). Dos poetas que en nada se parecen. Uno rupturista que arma y desarma el poema y la poesía a gusto en vista de la obra. El otro, en cambio, que mantiene ese registro conversacional, coloquial y con chilenismos, aunque muy apegado a lo que se cree es o parece ser un poema. Casi un poeta pop, a veces con reminiscencias al imperialismo cultural gringo o inglés. Yo no lo leo desde la nostalgia. Mucho más infructuoso sería hablar de jóvenes posnoventistas (como dijera la escritora española Luna Miguel para los nacidos en la década finisecular) como Fernanda Martínez Varela o Marcelo Nicolás Carrasco, dos poéticas que han aprendido a construir sobre las ruinas lingüísticas de sus predecesores. De lo infructuoso, de lo improductivo, una poética como crítica del lenguaje, como vehículo de afectos politicos o bien, como una experiencia estética agradable. Nombres hay cientos, insisto, sin embargo, quien esté interesado podría bucear en la etiqueta “poesía chilena” o en cualquiera de las subetiquetas ad hoc, presentes en la mediateca la comparecencia infinita. Pienso que la curatoría es incompleta, pero útil para hacer conexiones. Los lectores se crean a partir de encuentros, casualidades e inquietudes. No quisiera darle a ninguno la excusa para guarecerse en una zona de confort. Los y las poetas están, lo próximo es descubrir y bailar.
En relación a tu trabajo poético, vemos que vienes de una etapa muy vanguardista, para irte decantando por una poesía más sencilla en apariencia, aunque no en hondura, ¿te gustaría contarnos sobre tu itinerario poético último? ¿Sigues trabajando en esa línea? Cuéntanos de tu presente literario.
La otra vez leía una entrevista a un poeta chileno cuyo oficio era el de soldador. Él contaba que un amigo suyo le hacía el paralelo entre la composición de un poema y el valor de la soldadura como enlace. Lo encontré ingenioso. Pensé en esas tareas de una asignatura escolar que se llamó técnico manual y luego, educación tecnológica. No sé si aún existirá, le he perdido la pista y solo ahora vuelve a mí retroproyectada para ilustrar. El profesor del ramo nos pidió una pistola para soldar y soldadura. A decir verdad, nunca fui bueno para las manualidades, pero sí me pareció interesante ver cuando la soldadura se calentaba y se derretía hasta ser una suerte de pegamento hecho de metal. En la adolescencia tuve un amigo que reparaba los audífonos que se echaban a perder de un lado. Lo hacía con soldadura. Parece una buena metonimia para explicar el trabajo poético, aunque yo solo he hecho cosas burguesas para sobrevivir. Cuando partí escribiendo en serio, en sociedad y con una consciencia crítica y nada autocomplaciente de lo que hacía, estaba bastante equivocado. Publiqué una plaquette-libro que iba en una dirección indeseada, obnubilada por un contramensaje, o sea, todo lo que no quería transmitir. Pareció que escribir poemas de amor, pero ya no buscar el amor en la realidad, hizo que el ejercicio escritural para mí no tuviera sentido. No obstante, de ahí comenzó una incursión literaria interesante y que dio paso, a lo que has dicho, a esta etapa vanguardista plasmada en un par de libros: De la naturaleza afectiva de la forma (2020) y Metaliteratura & Co. (2021). La verdad es que, como Oquendo de Amat, tuve miedo y me regresé de la locura. En esta década, pese a la parálisis de la pandemia, han pasado muchas cosas. El tránsito a esa poesía que dices más sencilla, fue una manera de aferrarme a una corriente en la que pudiera nadar y, tal vez, fruto de algunas lecturas como la poesía de Eielson, Kavafis, Larkin, Ashbery y Bolaño. Ferdydurke de Gombrowicz, recomendado por mi querida Virginia Benavides, me ayudó a pensar algunas cosas sobre la forma. Hoy, en realidad, me tomo la escritura con calma. No he cambiado esa idea de escribir libros & hacer libros, tengo muchos poemas escritos a mano, algunos archivos de Word que son semillas que de a poco toman forma. He bajado un cambio y creo que a veces me voy “con el vuelito”, sin acelerar ni mantener la velocidad. El trabajo es mi pan de cada día. Hasta ahí creo que es justo contar. El resto es la vida misma y, por supuesto, la esfera privada de una persona nada excepcional. Un weón más, como se diría en chileno.

Eres un conocedor de poesía latinoamericana, queremos saber más sobre ella. ¿Qué autores nos recomiendas leer?
Creo que aquí insisto con la remisión a la comparecencia infinita y a las distintas etiquetas que tiene esa mediateca, por nacionalidad (aunque no sea el dispositivo que me gusta más). Luego están las diferentes antologías al respecto, un poco para dar a elegir a los curiosos que en verdad quieran saber más. Por ejemplo, el precioso esfuerzo que es Medusario, al cuidado de Kozer, Echavarren y Sefami. Hay varias ediciones. Si mal no me equivoco pasó por las manos del Fondo de Cultura Económico, Mansalva en Argentina y RIL Editores en Chile y España. Esto ya para lectores que quieran dislocarse con la poesía latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Ahora si se quisiera un salto cuántico al siglo XXI, están las tres partes de 4M3R1C4 (de las que hay solo dos publicadas) compiladas por Hernández Montecinos. Para cosas más clásicas está la selección de Piedad Bonnett que tiene, entre otras, a las voces canonicas. No todo es hablar de lo que nace en las repúblicas y estados consolidados, por lo que una mirada a cualquier libro de poesía latinoamericana indígena vendría bien. Por ejemplo, a Los cantos ocultos, al cuidado de Jaime Luis Huenún, editada por LOM en Santiago de Chile el 2008. De todas maneras, la mayoría de estos libros están pirateados en la web, de seguro uno se encuentra con los archivos. Si el deseo es de realidad, quiero decir, para quienes tienen el fetiche del libro en papel, el llamado es ir donde el librero de confianza. En el centro de Lima por donde está el Queirolo hay varios negocios donde encontrar alguna antología para continuar. O bien, donde el poeta Ángel Yzquierdo Duclós que tiene su puesto en Gamarra. Esta es una recomendación que tomo de los textos y experiencias de Julio Barco. Cuando vuelva por Lima iré.
Manejas no solo un blog de difusión diaria de poesía, sino también uno de difusión de ensayos. ¿Qué tanto consideras que se puede hacer en tiempos de digitalidad por la cultura?
Depende de la voluntad y del tiempo para hacer activismo cultural. Detrás de cada esfuerzo virtual, hay, aunque sea ínfimo, un efecto en el mundo real. Sea individual, compartido o afín. Con lo último quiero decir, una puerta que abre otra. Preliminarmente, dos problemas. El financiamiento y el impacto. Por una parte, la gestión de un espacio cultural (incluso virtual) requiere, digámoslo en jerga leguleya, de un lucro cesante. O sea, de dinero que permita no solo ponerlo en movimiento, sino también cubrir o remunerar ese tiempo que emplea el gestor. La dificultad se ve caso a caso. De por sí, hay una inversión del recurso tiempo. Por otra, el impacto, el alcance de lo que se hace, por ejemplo, gestionar un espacio cultural frecuentado por cuatro gatos o por un número no despreciable de personas. Puede que esto sea balanceado la mayor parte de la vida del proyecto de que se trata. O puede que no. Tanto los espacios como los personeros que pertenezcan a un campo cultural (reconocidos o no como tales) son esencialmente pasajeros. El accidente es ya tener público y plata. Entre talón de Aquiles y el orgullo, por eso la autogestión se celebra, piensa que logra franquear esas barreras. Y sí, pero el asunto es la permanencia en el tiempo. Tanto la comparecencia infinita como los tiempos postergados son, desde un punto de vista, ejes desgastantes. No obstante, los veo como una dicha no solo para los que se han suscrito a las actualizaciones, sino para el archivo que se crea y al que cientos pueden llegar al día. Basta con una pequeña ayuda de Google y estamos. Me agrada la idea de que el encuentro sea fortuito. Luego están las redes sociales como plataforma, pero a decir verdad son otra inversión de tiempo y energía. Si el trabajo es cooperativo y no solitario, mejora. Aunque atraer a la gente implica participar de las dinámicas de entretención. Al final, todo es contra la cultura. Me conformo, a veces, con que haya algunos que no la miren como un adorno o un bien de consumo. Al menos eso es lo que está detrás de mi no-activismo, sino solo porfía e idealismo de que alguien sufra una catarsis con la poesía y con la literatura. El resto son asociaciones inusitadas, conexiones provisorias y puntos de llegada.
De tu experiencia en Italia, sumergiéndote en las fauces de otro idioma distinto del que has estado acostumbrado toda tu vida, ¿qué nos puedes decir de su literatura y de su cultura?
Siento que para mí sería un poco apresurado ya emitir juicios categóricos. De lo que he visto, es una aproximación más en términos de profundizar lo que se conoce o superficialmente o en modo caricaturesco. Desde fuera hay cosas que se ven luminosas o sombrías, pero es la distancia la que calibra el prejuicio y el juicio. La literatura de un país es siempre vasta y depende de donde la mires van surgiendo nuevas cosas. Hay un cauce canónico que forja la tradición de lo más conocido y allí puedes agrupar, al menos en Italia, a tipos como Torcuato Tasso, Guido Cavalcanti, Dante Alighieri, esos del Dolce stil novo y Giovanni Boccaccio que con su Decamerón logró transmutar la forma del derecho en la literatura. Al respecto hay un ensayo precioso de un querido profesor e intelectual chileno Raúl Rodríguez Freire. Y si sigues tirando del hilito te encuentras con obras fascinantes como las de Giacomo Leopardi con sus cantos y su sorprendente Zibaldone (una obra de ensayo escrita en 15 años y que agrupa más de 4500 páginas). O con una novela de culto que es I promessi sposi de Alessandro Manzoni que cuenta la historia de Renzo y Lucia, en una prosa y una trama que haría temblar al mismísimo Shakespeare. O poetas como Alda Merini o Chandra Livia Candiani que conjugan el erotismo y lo místico. O poetas como Sandro Penna o el gran Pier Paolo Pasolini que supieron lo que es reventar el margen. A mí la antología de Carlos Germán Belli de poesía italiana me enseñó mucho. Es un librito del 2018 de Casa de la Literatura Peruana. En general, el resto lo dejo a la experiencia, al escuchar con respeto a los demás y el idealizar en la justa medida. La cultura también es vasta, desde parques arqueológicos hasta modos de comer que tienen su historia. Otra lengua te pone a prueba cada día y, al menos en mi caso, me ha hecho seguir el consejo de Ezra Pound a propósito de la vanidad.

¿Qué ensayistas de nuestros tiempos nos recomiendas leer?
No quisiera moldear y modular un lector en base a mis gustos. Depende también si hay quienes tienen las capacidades y desean dejarse interpelar por otra lengua. No siempre la traducción viene al rescate. Roberto Calasso, de fortuna que está disponible en español, es una persona que habla de su experiencia con los libros y el mundo editorial, te hace pensar que no todo es un negocio y que aún hay lugar para la cultura que se hace a partir de la porfía, la curiosidad y la persistencia. Los ensayos de Louise Glück, la última poeta laureada con el Premio Nobel de Literatura, son interesantes. En los tiempos postergados hay algo de eso. Trabaja la velocidad de la experiencia como si trabajase la piedra. No sé si está disponible en español, pero en inglés incluso se encuentra para descarga en plataformas digitales. El libro se llama American Originality. Tuve algunos sentimientos encontrados con un ensayo titulado I poeti sono impossibili: come fare il poeta senza diventare insopportabile que compré en una librería en Roma. Un poco tiene algo del oficio de poeta, eso de ser insoportable. Tal vez se encuentra algo de paz en un ensayo de Pierre Bayard: Cómo hablar de los libros que no se han leído. Es un antídoto no sé si tan eficaz a esa soberbia intelectual y al hecho de sentirse superior por ser una persona que lee (cuando en realidad no es tan así). El último ensayo que leí fue Elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki. Lo conocía hace años. Es una edición pequeña, de bolsillo, que publicó la editorial Siruela. Tanizaki que es de vocación novelista, más en la línea de Soseki (el de la historia del gato), marca el límite entre occidente y Japón a propósito del tratamiento estético de la sombra. Y me ha golpeado un buen poco, toda vez que en occidente suele mitigarse, del mismo modo que sucede con el vacío. Cualquier ensayo es actual si produce la continuidad de una idea en quien lee. O si, digamos, pone preguntas donde antes había respuestas. Los ensayos no se quedan porque la tapa es bonita.
Dentro de tu editorial, llevas publicando tres libros del poeta peruano Julio Barco. ¿Qué te motiva a seguir difundiendo su arte?
Julio, como se decía de Marcelo Bielsa en Chile, es un loco lindo. Un tipo cuya pasión y desenfreno me parece excepcional. La relación entre publicar y ser publicado, yo la veo como un acto de confianza. Publicar un libro y, luego, en el mejor de los casos, volverlo público mediante un lanzamiento, es como organizarle la fiesta a un amigo que, a su vez, vela al cadáver que es el libro. Si bien no he estado detrás de las presentaciones de Julio, me ha hecho sentir bien la difusión de su trabajo, sobre todo en un mundo donde la poesía tiene tanto en contra. No es que yo pueda hacer mucho, pero seguiré contribuyendo a que ese fuego no se apague. Feliz. E incluso de abrir ventanas con una poética que sabe efectuar la combustión sobre los materiales que entrega la vida misma. Recuerdo que el trabajo editorial surgió espontáneamente. Era el 2020 y la pandemia nos mantenía con un ojo en la realidad y otro en la virtualidad, Julio me mandó el borrador de Mosaico y yo sentí que merecía la pena convertirse en un hermoso libro. Lo conversé con Ana Abregú de Metaliteratura y voilá, hicimos una preciosa coedición Chile-Argentina. Las siguientes aventuras corrieron más que nada por mi cuenta: Made in Perú y Siete arengas populares. Libros extraños, fragmentarios que transmiten un potente mensaje polifónico estético. El primero, en la antesala del viaje de Julio a Alemania invitado al festival Latinale, fue pensado como un panorama de su trayectoria de diez años en la literatura. Lo discutimos, nos reímos, pusimos manos a la obra y usamos como base una eventual antología de su poesía que se iba a publicar en México, incluso yo ya tenía el prólogo listo. El segundo, ahora en el contexto de la agitación social en el Perú, viene como una oportunidad de extender el pensamiento literario de Julio a modo de aforismos o, como le digo yo, pequeñas molotov intelectuales. Estoy contento que esta obra haya sido reeditada en Huaral. Julio es un romántico cree que el arte nos puede desempeorar como especie. Estoy de acuerdo con él.
Sabemos que manejas cinco idiomas y sueles traducir poesía. ¿Qué autores nuevos descubriste en este periplo? ¿Te gustaría darnos una recomendación?
Gracias por el piropo. Buceando en Internet se descubren tantas cosas. A veces por casualidad, un diario o una revista (de las que sigo) presentan tal o cual autor desconocido para mí. O incluso en librerías, en viajes o hasta mirando la Wikipedia que conecta gente con más gente. Hay otras veces en que algún amigo me habla de algún autor. El freno a la traducción es no lograr traerlo al español, digamos en palabras y sentido. O bien, cuando hay una traducción que creo inmejorable. Aunque sabiendo que podría llegar alguien —no yo— que haría una con otro ritmo, otra sintonía, pero siempre en esa áurea del poema. Para traducir no hay solo una receta, pero implica ser exigente con los propios conocimientos y el respeto al otro, porque podría eventualmente volverse público en un lugar hasta entonces desconocido para él. Todo gracias a uno. Me agrada la idea de traducir algunos autores que pese a estar traducidos, con una simple búsqueda en Google no aparecen los poemas con facilidad. Entiendo el asunto de la compra de los libros y el derecho de autor que se paga a los traductores, pero en el fondo se trata del acceso a la cultura. Si a veces puedo ser un mediador o un puente a un autor, me basta. Recientemente descubrí a Diane Seuss, una poeta gringa nacida en 1956, cuya poesía es un eco en loop. Fue por casualidad, creo que en The Poetry Foundation. Mi amiga Raquel Madrigal, incansable traductora del portugués al español, también me mantiene curioseando en la poesía lusófona. De hecho, gracias a ella he conocido a grandes poetas africanos de lengua portuguesa como Luís Carlos Patraquim, Hirondina Joshua, João Vário, Tânia Tomé, Zetho Cunha Gonçalves. Franco Arminio, un poeta italiano nacido en 1960, me pareció desde el inicio un buen desafío para establecer una conversación de lingua a idioma. Más que recomendación, un consejo a quienes son más curiosos, probar el estudio de un nuevo idioma, cuestionar también lo que se vaya leyendo y poner ojo en las expresiones locales y metafóricas. Lo último, tal vez una riqueza de la que va quedando menos. Me sorprenden algunas traducciones espléndidas de poesía latina publicadas a fines del siglo XIX, pero hay otras bastante dudosas de hace sesenta, setenta años. Fernando Pessoa todavía se traduce y traduce.
Finalmente, dados los últimos acontecimientos políticos y sociales de Latinoamérica, los giros a la izquierda, a la derecha, los movimientos sociales, ¿cómo crees que la poesía irrumpe en esas dinámicas?
Pese a que a mí entender la poesía latinoamericana es una gran galaxia, cada país, territorio, nación tiene sus particularidades históricas. Así también se refleja en las vicisitudes de la poesía a lo largo del tiempo. La poesía latinoamericana es un campo ubérrimo de batallas y experimentación. Y, en cierta medida, de contrapoder, esto es, de ser un discurso crítico respecto al poder, al establishment. Cuando me refiero a esto último, pienso en el poder del mundo editorial, de la industria cultural e, igualmente, en la política partidista y de la presunta representación popular. La dificultad aquí radica en saber qué es un poema político. Desde mi punto de vista es más o menos claro el qué no es un poema político. Porque la definición positiva es problemática y nos podemos quedar atrapados allí por quizás cuánto. Si político tiene que ver con la raíz griega, polis y polemos, depende de la instalación de un discurso y de la disputa por la hegemonía. La poesía, por lo menos en Chile, a nivel de la conducción política del país, durante los años ochenta dio una bofetada simbólica. En efecto, cómo la protesta durante la dictadura de Pinochet no podía ser explícita, gente como Raúl Zurita, Carmen Berenguer, Carlos Cociña, Rodrigo Lira o Elvira Hernández lustraron el poder de la palabra como una resistencia no solo al apagón del campo cultural, sino que a los lenguajes que instalaba paulatinamente el proyecto contrarrevolucionario del régimen autoritario. Con el estallido social de 2019, tengo mis serias dudas respecto al rol de la poesía. Bajo el influjo neoliberal y pos Guerra Fría la utopía se transforma en una fuerte zona de frontera. De un lado, la promesa de la libertad. Del otro, la esperanza (centrada en ese porvenir). La poesía se deja capturar por una suerte de neobucolismo (una romantización de la propia vida en el modelo) o por los procesos de individuación que en realidad buscan el reconocimiento (y seguir viviendo bajo el modelo) antes que la transformación radical de la sociedad. La palabra poética se debilita y obedece a las lógicas de una genuina despolitización o a un efectismo sentimental que busca que el poema y la poesía tengan como desembocadura un suspiro. Puede que todo esto sea impopular, pero si los poetas, la poesía y los poemas no pasan de moda, es que todavía es una zona estratégica para impulsar cambios. Lo importante es la astucia y saber que se trata de una tarea colectiva, más allá del relato o narrativa a defender, que de verdad trabaje los tres verbos que agrupó Antonio Gramsci en una columna del día del trabajo de 1919: instruirse, conmoverse y organizarse. Y aquí tenemos que estar casi todos, jamás podremos estar todos. Siempre hay quien está del lado del poder, un emplazamiento siempre incómodo para la poesía.
Cultura
Mincul acepta la renuncia de la directora de la DDC de Pasco tras cuestionamientos
La arqueóloga Cinthya Gloria Cuadrao Mallqui renunció a la dirección de la DDC de Pasco, en medio de cuestionamientos del personal por su escaso impulso a las industrias culturales, la falta de apoyo a artistas locales y la ausencia de diálogo con las comunidades nativas de la región.

El Ministerio de Cultura (Mincul) aceptó la renuncia de Cinthya Gloria Cuadrao Mallqui al cargo de directora del Órgano Desconcentrado de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Pasco, función que asumió desde el 25 de junio de 2024, durante la gestión de la entonces cuestionada ministra Leslie Urteaga Peña.
La aceptación de su renuncia fue oficializada mediante la Resolución Ministerial N° 000157-2025-MC, firmada el 30 de junio por el actual ministro de Cultura, Fabricio Valencia Gibaja.

Cuadrao Mallqui es arqueóloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y trabajó previamente en el Proyecto Qhapaq Ñan del Ministerio de Cultura, donde estuvo a cargo de la gestión del tramo La Raya–Desaguadero, en Puno. Además, figura como accionista de la empresa Cika Construcciones Generales S.A.C. y fue socia de Imaina Consultores SAC.

Sin embargo, su gestión durante un año en la DDC de Pasco generó críticas internas. Fuentes consultadas en el Ministerio de Cultura señalan que Cuadrao Mallqui mantenía una relación conflictiva y de discordia con parte del personal, y que existieron tensiones relacionadas con contrataciones de locadores (politólogos, antropólogos y comunicadoras) cuyos resultados habrían sido insatisfactorios. También se le atribuye haber maltratado a subordinados, incluidos colegas arqueólogos.
Asimismo, indican que solicitó licencia del 16 de junio al 15 de agosto para dedicarse a su proyecto de investigación. Según información a la que tuvimos acceso, los proyectos que se desarrollaban en Oxapampa quedaron bajo la supervisión del arqueólogo Alex Guevara Liau, sin mayor participación de otros colegas especialistas como se hacía anteriormente. ¿Por qué solo se enviaba a Guevara Liau?

Otro punto crítico fue la aparente falta de coordinación con comunidades nativas, con quienes, según norma administrativa, se deben realizar mesas de trabajo para garantizar el enfoque intercultural. Además, no se habría promovido suficientemente a artistas, danzantes u otros gestores culturales de la región, lo que generó descontento en el sector.
La salida de Cuadrao Mallqui deja a la DDC de Pasco nuevamente sin una dirección estable, en un contexto donde se reclama mayor cercanía con las comunidades y el impulso real a las expresiones culturales locales.
Cultura
Entrevista: Luis Castellanos nos habla sobre su infancia, su paso por Bellas Artes y su exposición por sus 30 años de trayectoria [VIDEO]
En el nuevo episodio del podcast de Lima Gris, tuvimos como invitado al talentoso artista plástico Luis Castellanos, quien viene presentando una exposición individual en el ICPNA del centro de Lima.

Hay artistas que pintan por oficio, otros por catarsis, y unos pocos —los más raros, los más necesarios— que lo hacen como quien respira o sueña. Luis Castellanos pertenece a esa casta secreta. En el nuevo episodio del podcast de Lima Gris, conversamos con él, en medio de la melancolía y la lucidez, sobre su infancia, su paso por Bellas Artes y la manera en que la vida —esa vieja maestra caprichosa— lo fue modelando con la paciencia de un escultor.
Su más reciente exposición, La intuición de la extrañeza, presentada en el ICPNA del centro de Lima, no es solo una muestra, sino una retrospectiva íntima, donde confluyen los fantasmas y las revelaciones de treinta años de creación. En cada trazo hay una interrogante suspendida, una sospecha del mundo. Castellanos no busca retratar lo visible, sino ese temblor invisible que habita en las formas y se escapa de las palabras. Su obra es una meditación estética, un lenguaje de lo incierto, una poética de la duda.
Escuchar a Castellanos es como mirar uno de sus cuadros: uno sale distinto, con una inquietud nueva, con la impresión de haber asomado a un espejo que devuelve algo más que el reflejo.
El dato: la presentación del libro de la muestra de Luis Castellanos será el 11 de julio a las 7 pm en el ICPNA del Centro de Lima.
Aquí la entrevista completa.
Cultura
Trabajadores del Ministerio de Cultura de Cusco anuncian la toma de Machu Picchu [VIDEO]
La ciudadela inca se encuentra en una lista negra y a punto de ser tomada por los propios trabajadores del Ministerio de Cultura del Cusco ante la inoperancia del ministro Fabricio Valencia.

La problemática del Ministerio de Cultura se intensifica. No solo hay cuestionamientos contra el ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja. Además, los empleados de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco, exhaustos y humillados, claman a la presidenta Dina Boluarte que lo reemplace. Y como si el drama fuera aún poco, lo último que se sabe es que estos trabajadores planean tomar Machu Picchu. No por vandalismo, sino por desesperación. Porque el Estado los ha dejado solos, igual que al Santuario.
A esto se suma que Machu Picchu ha sido incluida en la lista negra por el portal Travel and Tour World, que recomienda no visitar la ciudadela inca.
Mediante una comunicación telefónica, Andy Ancasi, representante del Sitracas, nos da todos los detalles de lo que viene sucediendo en Cusco.
Aquí el video del programa.
Cultura
Julio Barco Premio Juegos Florales de la UNI
El poeta peruano recibe reconocimiento en los Juegos Florales Túpac Amaru de la UNI.

En una ceremonia cargada de símbolos y solemnidad, el poeta Julio Barco fue galardonado con el segundo puesto en los Juegos Florales La Familia Túpac Amaru, organizados por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), una de las instituciones académicas más prestigiosas del Perú. El reconocimiento fue acompañado por un premio de S/. 4,000 y una ovación cálida por parte del jurado, autoridades y asistentes.
La distinción no solo celebra el talento literario de Barco, sino también la creciente necesidad de reconciliar la ciencia con la sensibilidad, la técnica con la poesía. Que una universidad dedicada históricamente a la formación de ingenieros rinda homenaje a la palabra escrita es, sin duda, un signo de que el arte aún pulsa en los espacios más racionales del país.
Con más de treinta libros publicados, Julio Barco ha construido una obra intensa, vital, crítica. Su participación en este certamen reafirma su compromiso por llevar la poesía al centro del debate cultural peruano. «Este premio me impulsa —dijo al recibir el reconocimiento—. Tengo tantos proyectos para revolucionar el arte en nuestro país. La poesía no ha muerto, solo está esperando que le hablemos desde otro ángulo».
El evento se realizó el 27 de junio de 2025 en el campus principal de la UNI. La entrega de premios fue precedida por palabras de homenaje a la familia Túpac Amaru, símbolo de lucha, dignidad y resistencia cultural —valores que resuenan también en la poesía de Barco—.
Con esta distinción, el autor de Me da pena que la gente crezca y Cantar de Chancay suma un nuevo capítulo en su incansable travesía por devolverle a la poesía peruana su fuerza originaria.
Cultura
MINCUL: La cuestionada designación del CAS de Karla Alarcón
¿Cómo ganó el concurso? la arqueóloga Alarcón no cumple con el requisito clave: haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia se limita al trabajo técnico de oficina dentro del Ministerio de Cultura, sin evidencia de liderazgo en campo ni dirección de PMA, evaluaciones o gestiones de CIRA.

La convocatoria CAS N.° 216-2025-MC, lanzada en abril de 2025 por el Ministerio de Cultura (Mincul), tenía como objetivo contratar a un(a) Coordinador(a) para la Dirección de Certificaciones. Se trataba de un puesto clave, pues esta dirección es responsable de coordinar, planificar y ejecutar acciones orientadas a preservar, proteger y conservar el patrimonio arqueológico inmueble del país.

Fuente: Mincul.
Entre sus principales funciones, figura la revisión, aprobación y seguimiento de Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) y de los Planes de Monitoreo Arqueológico (PMA), documentos indispensables para el desarrollo de proyectos de inversión pública y privada.
Concluido el proceso en mayo, la arqueóloga Karla María Alarcón García fue anunciada como la ganadora del concurso. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Sin embargo, una revisión detallada de los requisitos y de la trayectoria de la ganadora revela una serie de inconsistencias que comprometen la transparencia del proceso y siembran dudas sobre su legitimidad.

¿Se cumplían los requisitos?
El perfil exigido para el cargo incluía, como mínimo, título universitario en arqueología con colegiatura vigente, formación complementaria en gestión o patrimonio cultural, así como experiencia general de al menos siete años en el sector público o privado. Más aún, se pedía una experiencia específica de al menos cuatro años en funciones vinculadas al cargo, o tres años en el sector público en áreas similares. Pero lo más importante: el postulante debía acreditar dos años de experiencia en la dirección de Planes de Monitoreo Arqueológico y/o Proyectos de Evaluación Arqueológica y/o gestión de CIRAs.

Karla Alarcón no cumple con requisitos de 2 años como directora de PMA y CIRA.
Este último punto no es un detalle menor. Se trata de un filtro clave, pues quien asume la coordinación de la ‘Dirección de Certificaciones’ debe tener conocimiento de campo y experiencia comprobada en dirigir intervenciones arqueológicas. No basta con conocer los documentos, hay que haber estado en terreno. De otro modo, resulta inviable liderar técnicamente la instancia más estratégica del sector.
¿Y cómo pasó Karla Alarcón la evaluación?
Según los documentos revisados, la arqueóloga Karla Alarcón no cumple con el requisito específico de haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia laboral no evidencia dirección alguna de PMA, proyectos de evaluación ni gestiones de CIRA en campo. Es más, su trabajo ha sido siempre de oficina, como técnica dentro del propio Ministerio. Sin embargo, en su ficha de postulación, consignó haber ejercido la “gestión de CIRAs”, una frase y/o formulación ambigua que se asemeja a una leguleyada y parece haber sido suficiente para que pasara la evaluación curricular, etapa que por norma es eliminatoria.

Karla Alarcón se amparó en una palabra, para validar su postulación.
Aquí surge la primera gran interrogante: ¿cómo validó el comité evaluador esa experiencia? ¿Desde cuándo dar conformidad a documentos administrativos desde un escritorio equivale a dirigir una intervención arqueológica en el campo?
La respuesta no es técnica, es política. Lo que aquí se ha validado es una interpretación forzada del término “gestión”, que abre peligrosamente la puerta para que personas sin experiencia real en campo postulen y ganen puestos clave, mientras otros profesionales con trayectoria probada quedan fuera.

Una plaza con nombre propio
El contexto del concurso no ayuda a disipar las dudas. Según fuentes cercanas al proceso, la convocatoria habría estado originalmente dirigida a Ruth Quispe Calderón, amiga cercana de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Moira Novoa Silva. Sin embargo, ante la filtración de esta información, se habría descartado ese nombramiento para evitar un escándalo mayor. Como alternativa, se habría optado por Karla Alarcón, quien ya se desempeñaba como directora encargada de la Dirección de Certificaciones y, por tanto, era una figura “de confianza” dentro del sector.

Viceministra Moira Novoa, la misma que firmó la Resolución Viceministerial para el recorte de las Líneas de Nasca y Palpa.
En este punto, el proceso se vuelve aún más cuestionable. La convocatoria fue ganada por Luis Felipe Mejía Huamán, pero mediante una fe de erratas se corrigió el resultado, otorgándole el puesto a Alarcón García en calidad de accesitaria. Mejía no habría llegado a firmar el contrato, y en un giro curioso pero conveniente, Alarcón asumió el cargo de forma oficial, pasando de ganar S/4,500 a más de S/11,264 mensuales.

El CAS fue ganado por Luis Felipe Mejía Huamán, pero luego corrigieron el resultado.
¿Quién dio la orden?
La pregunta es inevitable: ¿quién intervino para asegurar que Karla Alarcón se quedara con el puesto? Todo apunta a decisiones tomadas desde las más altas esferas del Mincul. Tanto la Oficina General de Recursos Humanos como la Alta Dirección —es decir, el ministro Fabricio Valencia y la viceministra Moira Novoa— estarían al tanto del proceso. Con el nombre de Ruth Quispe ya comprometido, y para no arriesgar la llegada de un profesional externo, se habría optado por consolidar a una figura que ya venía ejerciendo el cargo sin concurso y que, además, respondería fielmente a los intereses de quienes manejan el sector.

El 11 de junio convocaron como ganadora a Karla Alarcón García.
El cargo más codiciado
No se debe olvidar que la Dirección de Certificaciones es la joya de la corona del Ministerio de Cultura. Por esa oficina pasan todos los proyectos de inversión del país que requieren una evaluación arqueológica previa: minería, infraestructura, hidrocarburos, construcción, telecomunicaciones. Cualquier obra pública o privada necesita un CIRA o un PMA. Es decir, quien dirige esa oficina no solo tiene poder técnico, sino capacidad de incidencia en decisiones multimillonarias.
Por eso resulta tan preocupante que el proceso de selección no haya sido riguroso, ni transparente. En lugar de optar por la meritocracia, se ha preferido perpetuar prácticas que favorecen el amiguismo y el control político de una dirección técnica. Y si se valida como experiencia el trabajo administrativo desde una oficina, pronto veremos a otros funcionarios, sin experiencia real, disputando cargos estratégicos bajo el mismo criterio.
¿Y ahora qué?
Lo ocurrido en la convocatoria CAS N.° 216-2025-MC debe ser revisado con seriedad por los órganos de control del Estado. No se trata solo de un concurso más, sino de un proceso que compromete la legitimidad del sistema de contrataciones públicas, la credibilidad del Ministerio de Cultura y, sobre todo, la adecuada protección del patrimonio arqueológico del país.
Porque si quienes deben garantizar la conservación del patrimonio no saben ni siquiera cómo se ejecuta una intervención en campo, ¿Qué nos queda como ciudadanos? Solo mirar desde lejos cómo el poder se distribuye a puertas cerradas, mientras las formas legales se ajustan, como siempre, al tamaño de los intereses.
Cultura
Machu Picchu en la lista negra: el precio de la desidia
Machu Picchu, orgullo milenario del Perú, se tambalea bajo el peso de su propio éxito: hoy, más que una joya cultural, es una advertencia global sobre el turismo desbordado.

El esplendor de Machu Picchu, esa ciudadela suspendida entre la niebla y el abismo, ha dejado de ser solo un símbolo de orgullo nacional para convertirse, lamentablemente, en ejemplo de lo que ocurre cuando el patrimonio se subordina al lucro. La reciente inclusión del santuario inca en la lista de destinos que “ya no valen la pena visitar”, elaborada por la publicación internacional Travel and Tour World, es mucho más que una advertencia: es un grito de auxilio.
Junto a destinos igualmente emblemáticos como Venecia o Bali, Machu Picchu aparece ahora en un índice vergonzoso: el de los sitios donde el turismo masivo ha comenzado a erosionar lo que una vez se admiró. Las razones son contundentes: sobresaturación de visitantes, tarifas desproporcionadas y un impacto ambiental alarmante. A ello se suma la advertencia de la Unesco, que evalúa declararla Patrimonio en Peligro si el Estado peruano no actúa con urgencia y decisión.
No es una exageración. Según informes recientes, rutas diseñadas para no recibir más de 450 personas al día han llegado a registrar hasta 700 ingresos. El resultado es predecible: senderos desbordados, piedras milenarias al borde del colapso y una experiencia cada vez más parecida a la de una feria caótica que a la contemplación sagrada de un legado ancestral.
La Contraloría General de la República, por su parte, ha emitido un informe demoledor: aforos incumplidos, ausencia de fiscalización y una Aguas Calientes convertida en una máquina de exprimir turistas, donde los precios suben, pero la calidad se desploma.
El problema, claro está, no es el turismo, sino su pésima gestión. Especialistas en conservación han exigido una reestructuración del sistema de ingreso, la implementación de límites reales y no simbólicos, y un nuevo modelo de turismo sostenible que reconcilie el desarrollo con la protección. No se trata de clausurar el acceso a la maravilla, sino de salvarla de su propia fama.
La inclusión de Machu Picchu en esta lista negra debe interpelarnos como país. ¿Vamos a permitir que uno de nuestros mayores legados se pierda en manos de la improvisación y la codicia? ¿O tendremos, al fin, el coraje de actuar antes de que la historia nos pase la factura?
Mientras tanto, el ministro Fabricio Valencia continúa en su búnker solucionando sus problemas y haciendo seguimiento a la investigación de la fiscalía por el caso Shirley Hopkins.
Cultura
Ministerio de Cultura de Ica: ¿concursos CAS a medida?
Nuevas movidas en la DDC de Ica buscan coronar la dedocracia.

Por Luis Huertas
Desde hace años, las convocatorias CAS en el Ministerio de Cultura, tanto en la sede central como en sus Direcciones Desconcentradas, han sido señaladas por beneficiar a personas del entorno de confianza de ciertos funcionarios. Lo preocupante es que esta práctica no parece detenerse, y ahora el foco está sobre la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Ica.
Surgen preguntas inevitables: ¿Desde cuándo la DDC Ica ha sido terreno fértil para estas maniobras irregulares?, ¿A quién favorecen realmente estas contrataciones?, ¿Por qué en medio de la grave crisis por las Líneas de Nasca, se lanza una convocatoria que despierta tantas sospechas?
Primer intento: CAS N°072-2025-MC
El 4 de febrero de 2025, se publica en la web del Ministerio de Cultura un concurso CAS para cubrir el cargo de subdirector/a de la DDC Ica. El puesto exigía un perfil técnico exigente, con experiencia específica, título en arqueología y colegiatura vigente. El sueldo: S/ 6,906 nuevos soles. Todo parecía estar en regla, hasta que el concurso desapareció.
Fuentes internas revelaron que, el concurso fue retirado tras una denuncia desde la misma DDC Ica, advirtiendo que la subdirección es un cargo de confianza y no debería concursarse vía CAS. Así, el proceso fue abruptamente anulado. Coincidentemente, semanas después, el entonces director Alberto Martorell presentó su renuncia mediante Resolución Viceministerial N° 069-2025-MC. ¿Este CAS era algún premio, orquestado por algunos “amiguitos” para cierto funcionario de la sede Ica? Y todo con el aval del ex director Martorell, hoy involucrado en algunos chats internos con el ministro Valencia. Luego de su renuncia, asume el abogado Víctor Injante la dirección de la DDC Ica y, sorprendentemente, se vuelve a insistir con el mismo CAS pero maquillado con otras aristas.

Fuente: Ministerio de Cultura.
Segundo intento: CAS N°296-2025-MC
El 10 de junio —en plena tormenta por la reducción del área protegida de las Líneas de Nasca y la crisis de gestión en la DDC Ica— se lanza una nueva convocatoria. Esta vez, el puesto se denomina “Coordinador/a de Subdirección de Patrimonio Cultural, Industrias Culturales e Interculturalidad”. En la práctica, el mismo cargo de subdirección, pero con otro nombre. Lo curioso es que los requisitos ahora son más flexibles:
- Experiencia general: de 6 a 5 años
- Experiencia específica: de 4 a 3 años
- Experiencia en el sector público: de 3 a 2 años
- Sueldo: de S/ 6,906 a S/ 6,000

Fuente: Ministerio de Cultura.
Como para hacerlo más accesible, solo se exige haber sido “especialista” durante un año. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Todo apunta a que, presuntamente, esta nueva convocatoria estaría hecha a medida para la actual subdirectora Jeanette Gutiérrez, quien pasaría de ganar S/ 3,000 a S/ 6,000, con una plaza concursada y mayor estabilidad. Algunos señalan que podría incluso pedir licencia sin goces de haber, de su puesto actual y postular, sin riesgo alguno. Desde hoy se puede postular a este CAS, y todo puede pasar.

Fuente: Ministerio de Cultura.
¿Puestos a la carta?
Lo más preocupante es el trasfondo: ¿Por qué insistir tanto en este puesto? ¿Por qué reducir los requisitos? ¿Por qué en medio de una crisis de credibilidad en la gestión cultural? La DDC Ica no necesita una coordinación adicional, ya que la actual subdirectora cumple esas funciones. Entonces, ¿por qué insistir?
Mientras los titulares nacionales apuntaban al escándalo de las Líneas de Nasca, en silencio se gestaba una convocatoria que huele a favoritismo. El patrón es claro: flexibilización de requisitos, coincidencias con cargos en funciones, y beneficios personales.
Una llamada a la reflexión
Este tipo de maniobras no son nuevas en el aparato estatal, pero es hora de ponerle freno. Si el Estado sigue siendo usado para beneficiar a ciertos círculos de poder, sin meritocracia ni transparencia, estamos condenando la institucionalidad.
La ciudadanía exige respuestas, pero sobre todo decencia en la gestión pública. Desde Lima Gris seguiremos vigilantes. Porque el patrimonio no solo se protege en el terreno, también se defiende en la transparencia de quienes lo administran.
Cultura
Presentación del libro «El misterio de las aves kanchu» de Lizbeth Pretell Romero
El miércoles 25 de junio en la Casa de la Literatura Peruana se presentará el libro “El misterio de las aves kanchu” de Lizbeth Pretell Romero, gestora cultural e investigadora luriganchina, y publicado por el sello editorial Jukucha Ediciones.

Este libro nos permite conocer la historia de las aves kanchu, míticas aves sagradas de quienes se toma el nombre para crear el vocablo Rurikanchu, que a su vez da origen a la denominación del distrito de San Juan de Lurigancho. Un relato que muestra personajes y hechos con trascendencia histórica y ficticia; fruto de una investigación basada en los manuscritos del padre Francisco de Ávila, el libro “Ritos y tradiciones de Huarochirí”, así como en evidencias arqueológicas halladas en el distrito.
El proyecto fue concebido desde el área de museo del Centro de Cultura, Recreación y Educación Ambiental Huiracocha (CREA Huiracocha), el cual estuvo ubicado en el parque zonal del mismo nombre en el distrito de San Juan de Lurigancho. La sala permanente Ruricancho, más conocida entre sus pobladores como el museo de San Juan de Lurigancho, tuvo como propósito difundir y revalorizar la historia del distrito (ubicado en un territorio con aproximadamente 11 000 años de historia) entre sus pobladores y el público en general, mediante visitas guiadas y talleres de educación patrimonial. Gracias a estas actividades y de manera lúdica, se realizaron también jornadas de cuentacuentos para niños, con relatos basados en la historia de la comuna.
En la presentación participarán Lizbeth Pretell Romero, autora del libro; Ricardo Puga Huamán, ilustrador; y Alan Concepción Cuenca, bibliotecólogo. Además, se contará con la participación especial de Gerardo García Chinchay, director de la Dirección de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura del Perú. La cita es el miércoles 25 de junio a las 6:30 p.m. en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana, ubicada en jirón Ancash 207, Centro Histórico de Lima. Ingreso libre con aforo limitado.
El libro podrá ser adquirido el mismo día de la presentación o a través de las redes sociales de la organización cultural Quebrada Canto Grande.
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