Connect with us

Cultura

Entrevista a Nicolás López-Pérez, escritor y poeta chileno

Lima Gris conversó con el escritor chileno sobre el panorama de la poesía latinoamericana y la difusión de la cultura en la era digital.

Avatar photo

Published

on

Nicolás López-Pérez es una actualidad de las letras del sur latinoamericano. Nacido en Rancagua (Chile) hace treinta y dos años, representa, por su obstinado estudio y esfuerzo, una realidad y una figura a observar con detenimiento. Viene publicando poemarios de ambicioso estilo, traduciendo poesía y publicando a diferentes autores a través de su contraeditorial Astronómica. Realizamos esta entrevista vía online para todos los lectores de Lima Gris.

Hay una ausencia de lecturas y conocimientos de la poesía chilena en nuestro país; por eso mismo, me gustaría empezar con este punto: si un lector se aventura a conocer la poesía chilena de los últimos años, ¿cómo deberíamos orientarnos?

Me parece preocupante el diagnóstico de la ausencia. Es probable que el panorama lo tengas más claro que yo. A mí me da la impresión que, en cuanto a poesía, el Perú es un lugar bastante letrado. El hecho de conmemorar cada 15 de abril el día del poeta nacional es ya un logro, aunque sepamos que conmemorar —en estos tiempos— es un espectáculo a veces forzado, otras banal. La conmemoración termina agotándose en su continuidad repetitiva y en los procesos de individuación. En fin, de seguro en el Perú se conocen los monumentos de la poesía chilena como Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda. En lo que respecta a la «poesía de los últimos años» me resulta impertinente empezar a chorrear nombres y, más aún, moldear a un lector a partir de un canon personal y basado en mis propias afinidades. Cada generación, cada década tiene su poeta institucional, su poeta polémico, su poeta meloso. Si el desconocimiento es cómo dices, sería un poco infructuoso partir por gente que está en el tramo de los cuarenta años como Héctor Hernández Montecinos o Ernesto González Barnert (ambos editados por la colección digital de la Municipalidad de Lima). Dos poetas que en nada se parecen. Uno rupturista que arma y desarma el poema y la poesía a gusto en vista de la obra. El otro, en cambio, que mantiene ese registro conversacional, coloquial y con chilenismos, aunque muy apegado a lo que se cree es o parece ser un poema. Casi un poeta pop, a veces con reminiscencias al imperialismo cultural gringo o inglés. Yo no lo leo desde la nostalgia. Mucho más infructuoso sería hablar de jóvenes posnoventistas (como dijera la escritora española Luna Miguel para los nacidos en la década finisecular) como Fernanda Martínez Varela o Marcelo Nicolás Carrasco, dos poéticas que han aprendido a construir sobre las ruinas lingüísticas de sus predecesores. De lo infructuoso, de lo improductivo, una poética como crítica del lenguaje, como vehículo de afectos politicos o bien, como una experiencia estética agradable. Nombres hay cientos, insisto, sin embargo, quien esté interesado podría bucear en la etiqueta “poesía chilena” o en cualquiera de las subetiquetas ad hoc, presentes en la mediateca la comparecencia infinita. Pienso que la curatoría es incompleta, pero útil para hacer conexiones. Los lectores se crean a partir de encuentros, casualidades e inquietudes. No quisiera darle a ninguno la excusa para guarecerse en una zona de confort. Los y las poetas están, lo próximo es descubrir y bailar.

En relación a tu trabajo poético, vemos que vienes de una etapa muy vanguardista, para irte decantando por una poesía más sencilla en apariencia, aunque no en hondura, ¿te gustaría contarnos sobre tu itinerario poético último? ¿Sigues trabajando en esa línea? Cuéntanos de tu presente literario.

La otra vez leía una entrevista a un poeta chileno cuyo oficio era el de soldador. Él contaba que un amigo suyo le hacía el paralelo entre la composición de un poema y el valor de la soldadura como enlace. Lo encontré ingenioso. Pensé en esas tareas de una asignatura escolar que se llamó técnico manual y luego, educación tecnológica. No sé si aún existirá, le he perdido la pista y solo ahora vuelve a mí retroproyectada para ilustrar. El profesor del ramo nos pidió una pistola para soldar y soldadura. A decir verdad, nunca fui bueno para las manualidades, pero sí me pareció interesante ver cuando la soldadura se calentaba y se derretía hasta ser una suerte de pegamento hecho de metal. En la adolescencia tuve un amigo que reparaba los audífonos que se echaban a perder de un lado. Lo hacía con soldadura. Parece una buena metonimia para explicar el trabajo poético, aunque yo solo he hecho cosas burguesas para sobrevivir. Cuando partí escribiendo en serio, en sociedad y con una consciencia crítica y nada autocomplaciente de lo que hacía, estaba bastante equivocado. Publiqué una plaquette-libro que iba en una dirección indeseada, obnubilada por un contramensaje, o sea, todo lo que no quería transmitir. Pareció que escribir poemas de amor, pero ya no buscar el amor en la realidad, hizo que el ejercicio escritural para mí no tuviera sentido. No obstante, de ahí comenzó una incursión literaria interesante y que dio paso, a lo que has dicho, a esta etapa vanguardista plasmada en un par de libros: De la naturaleza afectiva de la forma (2020) y Metaliteratura & Co. (2021). La verdad es que, como Oquendo de Amat, tuve miedo y me regresé de la locura. En esta década, pese a la parálisis de la pandemia, han pasado muchas cosas. El tránsito a esa poesía que dices más sencilla, fue una manera de aferrarme a una corriente en la que pudiera nadar y, tal vez, fruto de algunas lecturas como la poesía de Eielson, Kavafis, Larkin, Ashbery y Bolaño. Ferdydurke de Gombrowicz, recomendado por mi querida Virginia Benavides, me ayudó a pensar algunas cosas sobre la forma. Hoy, en realidad, me tomo la escritura con calma. No he cambiado esa idea de escribir libros & hacer libros, tengo muchos poemas escritos a mano, algunos archivos de Word que son semillas que de a poco toman forma. He bajado un cambio y creo que a veces me voy “con el vuelito”, sin acelerar ni mantener la velocidad. El trabajo es mi pan de cada día. Hasta ahí creo que es justo contar. El resto es la vida misma y, por supuesto, la esfera privada de una persona nada excepcional. Un weón más, como se diría en chileno.

Eres un conocedor de poesía latinoamericana, queremos saber más sobre ella. ¿Qué autores nos recomiendas leer?

Creo que aquí insisto con la remisión a la comparecencia infinita y a las distintas etiquetas que tiene esa mediateca, por nacionalidad (aunque no sea el dispositivo que me gusta más). Luego están las diferentes antologías al respecto, un poco para dar a elegir a los curiosos que en verdad quieran saber más. Por ejemplo, el precioso esfuerzo que es Medusario, al cuidado de Kozer, Echavarren y Sefami. Hay varias ediciones. Si mal no me equivoco pasó por las manos del Fondo de Cultura Económico, Mansalva en Argentina y RIL Editores en Chile y España. Esto ya para lectores que quieran dislocarse con la poesía latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Ahora si se quisiera un salto cuántico al siglo XXI, están las tres partes de 4M3R1C4 (de las que hay solo dos publicadas) compiladas por Hernández Montecinos. Para cosas más clásicas está la selección de Piedad Bonnett que tiene, entre otras, a las voces canonicas. No todo es hablar de lo que nace en las repúblicas y estados consolidados, por lo que una mirada a cualquier libro de poesía latinoamericana indígena vendría bien. Por ejemplo, a Los cantos ocultos, al cuidado de Jaime Luis Huenún, editada por LOM en Santiago de Chile el 2008. De todas maneras, la mayoría de estos libros están pirateados en la web, de seguro uno se encuentra con los archivos. Si el deseo es de realidad, quiero decir, para quienes tienen el fetiche del libro en papel, el llamado es ir donde el librero de confianza. En el centro de Lima por donde está el Queirolo hay varios negocios donde encontrar alguna antología para continuar. O bien, donde el poeta Ángel Yzquierdo Duclós que tiene su puesto en Gamarra. Esta es una recomendación que tomo de los textos y experiencias de Julio Barco. Cuando vuelva por Lima iré.

Manejas no solo un blog de difusión diaria de poesía, sino también uno de difusión de ensayos. ¿Qué tanto consideras que se puede hacer en tiempos de digitalidad por la cultura?

Depende de la voluntad y del tiempo para hacer activismo cultural. Detrás de cada esfuerzo virtual, hay, aunque sea ínfimo, un efecto en el mundo real. Sea individual, compartido o afín. Con lo último quiero decir, una puerta que abre otra. Preliminarmente, dos problemas. El financiamiento y el impacto. Por una parte, la gestión de un espacio cultural (incluso virtual) requiere, digámoslo en jerga leguleya, de un lucro cesante. O sea, de dinero que permita no solo ponerlo en movimiento, sino también cubrir o remunerar ese tiempo que emplea el gestor. La dificultad se ve caso a caso. De por sí, hay una inversión del recurso tiempo. Por otra, el impacto, el alcance de lo que se hace, por ejemplo, gestionar un espacio cultural frecuentado por cuatro gatos o por un número no despreciable de personas. Puede que esto sea balanceado la mayor parte de la vida del proyecto de que se trata. O puede que no. Tanto los espacios como los personeros que pertenezcan a un campo cultural (reconocidos o no como tales) son esencialmente pasajeros. El accidente es ya tener público y plata. Entre talón de Aquiles y el orgullo, por eso la autogestión se celebra, piensa que logra franquear esas barreras. Y sí, pero el asunto es la permanencia en el tiempo. Tanto la comparecencia infinita como los tiempos postergados son, desde un punto de vista, ejes desgastantes. No obstante, los veo como una dicha no solo para los que se han suscrito a las actualizaciones, sino para el archivo que se crea y al que cientos pueden llegar al día. Basta con una pequeña ayuda de Google y estamos. Me agrada la idea de que el encuentro sea fortuito. Luego están las redes sociales como plataforma, pero a decir verdad son otra inversión de tiempo y energía. Si el trabajo es cooperativo y no solitario, mejora. Aunque atraer a la gente implica participar de las dinámicas de entretención. Al final, todo es contra la cultura. Me conformo, a veces, con que haya algunos que no la miren como un adorno o un bien de consumo. Al menos eso es lo que está detrás de mi no-activismo, sino solo porfía e idealismo de que alguien sufra una catarsis con la poesía y con la literatura. El resto son asociaciones inusitadas, conexiones provisorias y puntos de llegada.

De tu experiencia en Italia, sumergiéndote en las fauces de otro idioma distinto del que has estado acostumbrado toda tu vida, ¿qué nos puedes decir de su literatura y de su cultura?

Siento que para mí sería un poco apresurado ya emitir juicios categóricos. De lo que he visto, es una aproximación más en términos de profundizar lo que se conoce o superficialmente o en modo caricaturesco. Desde fuera hay cosas que se ven luminosas o sombrías, pero es la distancia la que calibra el prejuicio y el juicio. La literatura de un país es siempre vasta y depende de donde la mires van surgiendo nuevas cosas. Hay un cauce canónico que forja la tradición de lo más conocido y allí puedes agrupar, al menos en Italia, a tipos como Torcuato Tasso, Guido Cavalcanti, Dante Alighieri, esos del Dolce stil novo y Giovanni Boccaccio que con su Decamerón logró transmutar la forma del derecho en la literatura. Al respecto hay un ensayo precioso de un querido profesor e intelectual chileno Raúl Rodríguez Freire. Y si sigues tirando del hilito te encuentras con obras fascinantes como las de Giacomo Leopardi con sus cantos y su sorprendente Zibaldone (una obra de ensayo escrita en 15 años y que agrupa más de 4500 páginas). O con una novela de culto que es I promessi sposi de Alessandro Manzoni que cuenta la historia de Renzo y Lucia, en una prosa y una trama que haría temblar al mismísimo Shakespeare. O poetas como Alda Merini o Chandra Livia Candiani que conjugan el erotismo y lo místico. O poetas como Sandro Penna o el gran Pier Paolo Pasolini que supieron lo que es reventar el margen. A mí la antología de Carlos Germán Belli de poesía italiana me enseñó mucho. Es un librito del 2018 de Casa de la Literatura Peruana. En general, el resto lo dejo a la experiencia, al escuchar con respeto a los demás y el idealizar en la justa medida. La cultura también es vasta, desde parques arqueológicos hasta modos de comer que tienen su historia. Otra lengua te pone a prueba cada día y, al menos en mi caso, me ha hecho seguir el consejo de Ezra Pound a propósito de la vanidad.

¿Qué ensayistas de nuestros tiempos nos recomiendas leer?

No quisiera moldear y modular un lector en base a mis gustos. Depende también si hay quienes tienen las capacidades y desean dejarse interpelar por otra lengua. No siempre la traducción viene al rescate. Roberto Calasso, de fortuna que está disponible en español, es una persona que habla de su experiencia con los libros y el mundo editorial, te hace pensar que no todo es un negocio y que aún hay lugar para la cultura que se hace a partir de la porfía, la curiosidad y la persistencia. Los ensayos de Louise Glück, la última poeta laureada con el Premio Nobel de Literatura, son interesantes. En los tiempos postergados hay algo de eso. Trabaja la velocidad de la experiencia como si trabajase la piedra. No sé si está disponible en español, pero en inglés incluso se encuentra para descarga en plataformas digitales. El libro se llama American Originality. Tuve algunos sentimientos encontrados con un ensayo titulado I poeti sono impossibili: come fare il poeta senza diventare insopportabile que compré en una librería en Roma. Un poco tiene algo del oficio de poeta, eso de ser insoportable. Tal vez se encuentra algo de paz en un ensayo de Pierre Bayard: Cómo hablar de los libros que no se han leído. Es un antídoto no sé si tan eficaz a esa soberbia intelectual y al hecho de sentirse superior por ser una persona que lee (cuando en realidad no es tan así). El último ensayo que leí fue Elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki. Lo conocía hace años. Es una edición pequeña, de bolsillo, que publicó la editorial Siruela. Tanizaki que es de vocación novelista, más en la línea de Soseki (el de la historia del gato), marca el límite entre occidente y Japón a propósito del tratamiento estético de la sombra. Y me ha golpeado un buen poco, toda vez que en occidente suele mitigarse, del mismo modo que sucede con el vacío. Cualquier ensayo es actual si produce la continuidad de una idea en quien lee. O si, digamos, pone preguntas donde antes había respuestas. Los ensayos no se quedan porque la tapa es bonita.

Dentro de tu editorial, llevas publicando tres libros del poeta peruano Julio Barco. ¿Qué te motiva a seguir difundiendo su arte?

Julio, como se decía de Marcelo Bielsa en Chile, es un loco lindo. Un tipo cuya pasión y desenfreno me parece excepcional. La relación entre publicar y ser publicado, yo la veo como un acto de confianza. Publicar un libro y, luego, en el mejor de los casos, volverlo público mediante un lanzamiento, es como organizarle la fiesta a un amigo que, a su vez, vela al cadáver que es el libro. Si bien no he estado detrás de las presentaciones de Julio, me ha hecho sentir bien la difusión de su trabajo, sobre todo en un mundo donde la poesía tiene tanto en contra. No es que yo pueda hacer mucho, pero seguiré contribuyendo a que ese fuego no se apague. Feliz. E incluso de abrir ventanas con una poética que sabe efectuar la combustión sobre los materiales que entrega la vida misma. Recuerdo que el trabajo editorial surgió espontáneamente. Era el 2020 y la pandemia nos mantenía con un ojo en la realidad y otro en la virtualidad, Julio me mandó el borrador de Mosaico y yo sentí que merecía la pena convertirse en un hermoso libro. Lo conversé con Ana Abregú de Metaliteratura y voilá, hicimos una preciosa coedición Chile-Argentina. Las siguientes aventuras corrieron más que nada por mi cuenta: Made in Perú y Siete arengas populares. Libros extraños, fragmentarios que transmiten un potente mensaje polifónico estético. El primero, en la antesala del viaje de Julio a Alemania invitado al festival Latinale, fue pensado como un panorama de su trayectoria de diez años en la literatura. Lo discutimos, nos reímos, pusimos manos a la obra y usamos como base una eventual antología de su poesía que se iba a publicar en México, incluso yo ya tenía el prólogo listo. El segundo, ahora en el contexto de la agitación social en el Perú, viene como una oportunidad de extender el pensamiento literario de Julio a modo de aforismos o, como le digo yo, pequeñas molotov intelectuales. Estoy contento que esta obra haya sido reeditada en Huaral. Julio es un romántico cree que el arte nos puede desempeorar como especie. Estoy de acuerdo con él.

Sabemos que manejas cinco idiomas y sueles traducir poesía. ¿Qué autores nuevos descubriste en este periplo? ¿Te gustaría darnos una recomendación?

Gracias por el piropo. Buceando en Internet se descubren tantas cosas. A veces por casualidad, un diario o una revista (de las que sigo) presentan tal o cual autor desconocido para mí. O incluso en librerías, en viajes o hasta mirando la Wikipedia que conecta gente con más gente. Hay otras veces en que algún amigo me habla de algún autor. El freno a la traducción es no lograr traerlo al español, digamos en palabras y sentido. O bien, cuando hay una traducción que creo inmejorable. Aunque sabiendo que podría llegar alguien —no yo— que haría una con otro ritmo, otra sintonía, pero siempre en esa áurea del poema. Para traducir no hay solo una receta, pero implica ser exigente con los propios conocimientos y el respeto al otro, porque podría eventualmente volverse público en un lugar hasta entonces desconocido para él. Todo gracias a uno. Me agrada la idea de traducir algunos autores que pese a estar traducidos, con una simple búsqueda en Google no aparecen los poemas con facilidad. Entiendo el asunto de la compra de los libros y el derecho de autor que se paga a los traductores, pero en el fondo se trata del acceso a la cultura. Si a veces puedo ser un mediador o un puente a un autor, me basta. Recientemente descubrí a Diane Seuss, una poeta gringa nacida en 1956, cuya poesía es un eco en loop. Fue por casualidad, creo que en The Poetry Foundation. Mi amiga Raquel Madrigal, incansable traductora del portugués al español, también me mantiene curioseando en la poesía lusófona. De hecho, gracias a ella he conocido a grandes poetas africanos de lengua portuguesa como Luís Carlos Patraquim, Hirondina Joshua, João Vário, Tânia Tomé, Zetho Cunha Gonçalves. Franco Arminio, un poeta italiano nacido en 1960, me pareció desde el inicio un buen desafío para establecer una conversación de lingua a idioma. Más que recomendación, un consejo a quienes son más curiosos, probar el estudio de un nuevo idioma, cuestionar también lo que se vaya leyendo y poner ojo en las expresiones locales y metafóricas. Lo último, tal vez una riqueza de la que va quedando menos. Me sorprenden algunas traducciones espléndidas de poesía latina publicadas a fines del siglo XIX, pero hay otras bastante dudosas de hace sesenta, setenta años. Fernando Pessoa todavía se traduce y traduce.

Finalmente, dados los últimos acontecimientos políticos y sociales de Latinoamérica, los giros a la izquierda, a la derecha, los movimientos sociales, ¿cómo crees que la poesía irrumpe en esas dinámicas?

Pese a que a mí entender la poesía latinoamericana es una gran galaxia, cada país, territorio, nación tiene sus particularidades históricas. Así también se refleja en las vicisitudes de la poesía a lo largo del tiempo. La poesía latinoamericana es un campo ubérrimo de batallas y experimentación. Y, en cierta medida, de contrapoder, esto es, de ser un discurso crítico respecto al poder, al establishment. Cuando me refiero a esto último, pienso en el poder del mundo editorial, de la industria cultural e, igualmente, en la política partidista y de la presunta representación popular. La dificultad aquí radica en saber qué es un poema político. Desde mi punto de vista es más o menos claro el qué no es un poema político. Porque la definición positiva es problemática y nos podemos quedar atrapados allí por quizás cuánto. Si político tiene que ver con la raíz griega, polis y polemos, depende de la instalación de un discurso y de la disputa por la hegemonía. La poesía, por lo menos en Chile, a nivel de la conducción política del país, durante los años ochenta dio una bofetada simbólica. En efecto, cómo la protesta durante la dictadura de Pinochet no podía ser explícita, gente como Raúl Zurita, Carmen Berenguer, Carlos Cociña, Rodrigo Lira o Elvira Hernández lustraron el poder de la palabra como una resistencia no solo al apagón del campo cultural, sino que a los lenguajes que instalaba paulatinamente el proyecto contrarrevolucionario del régimen autoritario. Con el estallido social de 2019, tengo mis serias dudas respecto al rol de la poesía. Bajo el influjo neoliberal y pos Guerra Fría la utopía se transforma en una fuerte zona de frontera. De un lado, la promesa de la libertad. Del otro, la esperanza (centrada en ese porvenir). La poesía se deja capturar por una suerte de neobucolismo (una romantización de la propia vida en el modelo) o por los procesos de individuación que en realidad buscan el reconocimiento (y seguir viviendo bajo el modelo) antes que la transformación radical de la sociedad. La palabra poética se debilita y obedece a las lógicas de una genuina despolitización o a un efectismo sentimental que busca que el poema y la poesía tengan como desembocadura un suspiro. Puede que todo esto sea impopular, pero si los poetas, la poesía y los poemas no pasan de moda, es que todavía es una zona estratégica para impulsar cambios. Lo importante es la astucia y saber que se trata de una tarea colectiva, más allá del relato o narrativa a defender, que de verdad trabaje los tres verbos que agrupó Antonio Gramsci en una columna del día del trabajo de 1919: instruirse, conmoverse y organizarse. Y aquí tenemos que estar casi todos, jamás podremos estar todos. Siempre hay quien está del lado del poder, un emplazamiento siempre incómodo para la poesía.

Comentarios
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cultura

FIL de Lima, en la cola de las ferias del libro de la región [VIDEO]

Una comparación de la Feria del Libro de Lima con otras ferias de la región. Aquí el resultado.

Avatar photo

Published

on

Las ferias del libro son eventos culturales temporales dedicados a la exposición, venta y promoción de libros. Se realizan en lugares públicos como centros de convenciones, plazas o escuelas, y reúnen a editoriales, librerías, escritores, lectores y profesionales del mundo del libro.

Hay muchas ferias del libro importantes en todo el mundo. Entre ellas destacan: la Feria del Libro de Frankfurt en Alemania; la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en México; la Feria del Libro de Londres, en Reino Unido; la Feria del Libro de Bolonia en Italia; la BookExpo América en Estados Unidos; el Salon du Livre de París (Salun di libro de parrís) en Francia; y la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en Argentina.

En Latinoamérica, la FIL de Guadalajara es la feria del libro más importante en el mundo de habla hispana y una de las más grandes del mundo. Se realiza cada año en México, usualmente entre noviembre y diciembre y reúne a más de 800 mil visitantes, con autores y editoriales de todo el mundo y cada año tiene un país o región invitada de honor.

La FIL Lima también reúne a escritores, nacionales e internacionales; sin embargo, no suele invitar a literatos de la talla de un Nobel. Por otro lado, hay que reconocer que viene posicionándose cada vez mejor en la región y en 2024 registró un récord de más de 530,000 asistentes, superando la cifra del año anterior en un 23%. Y para la edición de este año 2025 se prepara un Homenaje que será dedicado al escritor peruano Mario Vargas Llosa, en reconocimiento a su legado literario.

En resumen, las ferias del libro son más que simples eventos comerciales: son celebraciones de la lectura, la cultura y el pensamiento. En esencia, nos recuerdan que leer es una forma de libertad y que los libros siguen siendo herramientas poderosas para entender el mundo y transformarlo.

Aquí el podcast de Lima Gris con todos los detalles de la FIL de Lima.

Comentarios
Continue Reading

Cultura

San Juan de Lurigancho se convierte en un “Museo al Aire Libre” con más de 20 artistas urbanos

Arte en las calles del distrito más poblado del Perú.

Avatar photo

Published

on

En conmemoración del Día Internacional de los Museos, el distrito de San Juan de Lurigancho se prepara para acoger un evento que promete transformar su paisaje urbano en una explosión de color y creatividad. Los días 24 y 25 de mayo, la estación Bayóvar de la Línea 1 del Metro de Lima será el escenario de “Museo al Aire Libre”, una intervención artística sin precedentes organizada por POPULART, colectivo reconocido como Punto de Cultura por el Ministerio de Cultura.

Más de 20 artistas y colectivos del arte urbano peruano —entre muralistas, ilustradores, diseñadores y gestores visuales— se reunirán para convertir muros grises en lienzos vibrantes. La propuesta va más allá del arte: busca reivindicar el espacio público como un lugar de encuentro, memoria e identidad, acercando el arte a la comunidad como herramienta de inclusión y transformación social.

Entre los nombres confirmados destacan reconocidos referentes de la escena urbana como Ilustronauta, Jimbo, Jhoel Mamani, Roberto Peremese, Huansi, Majez, Robin Vela, Kaer y Blue Stef. Junto a ellos, propuestas innovadoras como Módulo.Lab, Gatonegro, y artistas emergentes como Crocketa, Sukey y Murgamdh, conforman un mosaico de estilos y generaciones que dialogan en un mismo espacio.

El evento cuenta con el respaldo de aliados como Línea 1, Barrroco, Colombia Tools y Canal Museal, y forma parte de una apuesta por la descentralización cultural, que busca llevar el arte a todos los rincones de Lima Metropolitana, más allá del circuito tradicional.

“Museo al Aire Libre” es de ingreso libre y abierto a todo público. La ciudadanía está invitada a ser parte de esta experiencia que hará de San Juan de Lurigancho una galería viviente y una referencia cultural en la ciudad.

Comentarios
Continue Reading

Cultura

Dibujar las sombras

Crítica literaria al poemario Sombra Celeste de Ximena López Bustamante por Julio Barco (1)

Avatar photo

Published

on

Interior VI

“Mañana salgo de viaje enviaré una postal desde el centro del fuego” nos dice la voz poética de Interior VI técnica mixta (Aletheya, 2022) de Ximena López Bustamante y acaso nos manifiesta la construcción de una poética como un relato ardiente. Así, en este libro es latente la energía telúrica, un desborde que propicia la escritura fluida del poema en prosa. A este ir y venir, se añade la imagen que se sitúa de una frase versal a otra generando, siempre en fragmentos y destellos (como en Joyce) y propicia una caligrafía automáticamente mental: “(…) como quien anda con el corazón hecho polvo una gran culpa transformar las cenizas extinguir el nombre multiplicar el polen dejarlo en el aire en el intento por prescindir la palabra…” (pág. 6).    
      La emotividad del sentimiento genera un desborde musical y ético: detrás de la cantata hay un deseo de extender la bondad, la poesía y la libertad. Y poner, “todo mi amor reproduciéndose mil veces por segundo” (pág. 12)
       Sin embargo, también se permite paisajes más existenciales: ¿Por qué escribir? / ¿Así de doloroso es cuando te crecen alas? / ¿Quién sino tuya? / ¿Cómo sino poseída por unamisma? (pág. 28). Así, el subtítulo del libro se comprende como una advertencia de las diversas técnicas literarias que aborda: prosa poética, poemas con versos reflejados y encadenados a los dos puntos (:); o poemas con forma de carta. 

Sombra Celeste

     Por otro lado, en Sombra Celeste (Comba, 2025) recorremos por un trabajo repleto de nocturnidad y creación. Ahora estamos frente a un poemario de breve aliento: las imágenes del desborde se contienen. La búsqueda similar: la luz y sombra de la individualidad.  En ese sentido, se acerca a poetas como Pizarnik o Varela que se perfilan por una búsqueda intrapersonal. Además, se trata de un trabajo sistemático: todos los poemas llevan el rótulo de noches.

     Es un escenario determinado: de la noche diecisiete a la noche veinticinco observamos la germinación de mirada particular. En medio de su búsqueda, se inclina por “la lluvia del aire teje desobediencia para zurcir eso/que tampoco entendemos/salvo la pasión qué entendemos salvo la pasión salvo la/pasión.” (pág. 18) Si para los poetas de la Edad Media la noche se situaba como síntoma de la libertad y el desparpajo, o para Novalis solo la noche era infinita, para la poeta es el espacio de liberar la enfermedad: el cuerpo y el síntoma. Entonces cada noche es un espejo, un medio (y médium) de permear las energías líricas. Y es esa pasión la que crea la posibilidad del andamiaje poético, donde los recuerdos y los suplicios se tornan poiesis: éste es el primer verso/donde serás carbón de tortura (pág. 20), porque, así como la poesía es reflejo, también se convierte en una hoguera donde el fuego (¿acaso el que buscaba en su primer poemario?) regresa como quehacer emancipador y significativo.

     El fuego y la palabra liberan. Los que juegan con esas energías, hacen saltar las chispas de las palabras: así nace el fuego. Sin embargo, en la noche diecinueve se advierte: éste debe de ser / el suplicio contemporáneo (pág. 25). Reconocimiento, aceptación, tortura. Es decir, la afirmación de que el vacío —ese síntoma moderno (ese cisne negro) — se cristalice con su terror.

     Pero, para no naufragar, el poetizar se transforma en ritual. Así, aparece, por ejemplo, la voz de la abuela, y entonces “(…) alumbra/ versos hambrientos” (pág. 48). Son esos versos, cargados de un lirismo velado, de sugerir antes que mostrar, los que manifiestan la creación de una mirada propia, es decir, una voz identificadora, o, como señala la poeta, un “morar unamisma”. Como un conflicto entre la danza del cuerpo y la expansión panteísta de la mente, oscilan los versos de Sombra Celeste.

      ¿De qué sombra hablamos entonces? De la sombra de la creación de una identidad a través de un oxímoron (sombra, como conflicto; celeste, como purificación) Esta sombra celeste es un telón a desplegar: ahí yace el corazón y su canto. Y esto genera una suerte de noche oscura del cuerpo, donde se intuye la pasión y la gracia, el desgarro de ser y estar. Es decir, se trata, como en Edipo Rey, de un descubrimiento de la identidad última: ahí la sombra, ahí lo celeste. ¿Y qué es ese lugar? Es el poema el lugar donde la poeta se hace materia de sí misma, conflicto y mutación.

Reflexión final

Finalmente, adentrándonos en la poesía arequipeña (donde podríamos encajar a Ximena, como también en la poesía escrita en el siglo XXI, en la poesía de menores de cuarenta años, etc) encuentro que su voz mantiene y explora el perfil subjetivo de las poetas sureñas (Medina Rondón, Román, entre otras) que buscan una redención interior en versos gráciles y amargos. Como en el ecuánime Alberto Hidalgo, la poesía brota del geiser del ser.

  • Autor de más de 33 libros, profesor, columnista y dirige Café Barco, programa cultural.
Comentarios
Continue Reading

Cultura

Julio Hevia: el psicoanalista que caminó la ciudad con alma de calle

Julio Hevia pensó al Perú, lo caminó, lo escuchó y lo acarició con palabras. Desde su mirada profunda nos enseñó que la calle es la verdadera escuela de sabiduría, y que la eternidad pertenece a quienes piensan con belleza y verdad.

Avatar photo

Published

on

Cómo no recordarlo. Cómo no pensar en ese andar ágil pero pausado, esa mirada escudriñadora de niño rebelde, ese verbo certero con el que diseccionaba la ciudad y sus habitantes. Este 20 de mayo, Julio Hevia Garrido-Lecca habría cumplido 72 años. Setenta y dos vueltas al sol que, de haber continuado, sin duda seguirían alumbrando con lucidez las veredas del pensamiento peruano. Pero un día gris, el 27 de junio de 2018, mientras permanecía internado en una clínica limeña, Julio partió. Y con él, una voz entrañable del psicoanálisis y de la reflexión crítica sobre el Perú urbano.

El velorio tuvo lugar en la iglesia Virgen de Fátima, en Miraflores. Allí acudieron sus alumnos, colegas, lectores y amigos. Algunos llevaban libros subrayados; otros, anécdotas en el bolsillo. Todos, sin excepción, llevaban dentro el eco de sus ideas lúcidas.

Julio era barranquino no solo por dirección postal, sino por identidad profunda. Su casona de estilo republicano, ubicada en una arteria tradicional del distrito, parecía brotar del mismo espíritu del barrio: bohemio, culto y resistente. Allí vivía con su familia. Y allí, además de libros y conversaciones, también florecía otra de sus pasiones: la pintura y el dibujo. Porque sí, Julio Hevia también dibujaba y pintaba durante años. Lo hacía con la misma intensidad con la que pensaba, con una línea vibrante que dialogaba con sus obsesiones teóricas. Años después de su partida, se organizó una muestra póstuma que reveló esa veta poco conocida, pero profundamente auténtica.

Obra de Julio Hevia.

Aunque académico de formación, Julio fue, sobre todo, un observador. No del tipo que se oculta tras el vidrio de una biblioteca, sino el que recorre mercados, conversa con las caseras, con choferes, y escucha sin prejuicio. Fue una especie de sociólogo fáctico por vocación, y psicoanalista por convicción, pero por encima de todo, fue un amante de la polis: de sus lenguajes, tensiones, afectos y contradicciones.

Sus libros —“El limeño como estereotipo” (1988), “Pantallas, frecuencias y escenarios” (1994), “Lenguas y devenires en pugna” (2002) y “¡Habla, jugador!” (2008)— son, en el fondo, mapas del inconsciente colectivo limeño. Un archivo afectivo de nuestras maneras de ser, hablar, chonguear y sobrevivir.

Una conversación en Barranco

Un buen día, cuando yo editaba la sección de cultura de un diario local, decidí escribir sobre él y de sus filudos trabajos y publicaciones que siempre le median el pulso a la ciudad y a los habitantes de Perusalén. Y como buenos vecinos nos encontramos en el corazón de Barranco para dar rienda suelta a nuestra conversa, que primero empezó con rígidos enfoques metodológicos de academicismo y terminó con un lenguaje tan coloquial, en una charla chispeante, muy a lo “chocherita” como se decía antes, o a lo “brother”, como aún se sigue diciendo hasta hoy. La entrevista que le realicé en el mes patrio del 2015, la titulé: Julio Hevia: «Tener calle, ya es un valor positivo».

Aquella mañana, hablamos de Lennon, de Kubrick, del cine y de Freud. Saltamos de los barrios bravos del Llauca, la Rica Vicky y el Rímac, a la sabiduría “cayetana”.

Algo que siempre perdurará en el tiempo, es ese principio de la pedagogía fáctica, que nos predica: “Si quieres romper las reglas, primero apréndetelas”. Y entonces le pregunté: si tú fuiste un maestro de cátedras y le rendías tributo a la academia y a la metodología de la investigación, ¿cómo es que tienes tanta calle? Y con la frescura de quien nunca necesitó impostar sabiduría, Julio empezó a romper algunos sagrados mitos y agregó: “Los teóricos de gabinete no sirven de nada si no salen a la calle a contrastar sus epistemes”.

Una mañana de 2015 con Julio Hevia en Barranco. Foto: Luis Felipe Alpaca.

Las calles fueron su aula

Cuando le pregunté sobre su recorrido callejero, él recordó: “Yo siempre pisé la calle, porque tampoco me acomodaba por mi propio estilo al almidón académico, y ahí también experimenté anticuerpos. Yo he caminado mucho en la calle, y el primer libro que publiqué está hecho de experiencias que yo detecté en la calle”.

Fue entonces que le lancé la pregunta que había estado rondando mi mente… ¿si de niño alguna vez jugó la canga, matagente, y el trompo? su respuesta fue honesta: “Yo jugaba canicas. No era muy bueno, y me acuerdo que tenía un vecino que me andaba quebrando las canicas. También he sido pelotero de la calle toda la vida, y además aprendí que yo tenía que ser más rápido que el otro, porque yo no era muy grande”.

Su relato tenía la precisión de una escena de cine neorrealista: sudor, barro, y una pelota improvisada como centro de todo.

Julio Hevia era tan carismático y entrador, que tenía ese raro don de caer bien. Y aquel día me contó entre risas, que una vez subió a un taxi y empezó a hablar con el chofer. Al poco rato, el taxista detuvo el auto, lo miró y le dijo: —“Bájate”—. Sorprendido, Julio preguntó ¿por qué? —Porque yo te iba a cuadrar —le respondió el conductor—, pero me has caído bien. Así que bájate nomás—”.

Hoy, su voz sigue viva en sus textos, en sus otroras alumnos de la universidad de Lima que aún citan sus frases en sus vidas profesionales. En esa muestra pictórica que dejó como legado silencioso, y en esa casona de Barranco que aún parece esperarlo con la puerta entornada.

Julio Hevia no solo pensó al Perú. Lo escuchó, lo caminó, lo acarició con las palabras. Y desde ese lugar profundo —el de los que no se conforman con mirar desde la ventana—, nos enseñó que la calle no es solo un espacio geográfico, sino una gran escuela de sabiduría.

Comentarios
Continue Reading

Cultura

Luiz Carlos Reátegui: «Es necesario democratizar la literatura peruana» [VIDEO]

Nuestro invitado vive entre la literatura y la política. En esta entrevista nos cuenta su experiencia literaria y su incursión en la arena política peruana. Además, conversamos sobre lo bueno y lo malo de la FIL de Lima.

Avatar photo

Published

on

A dos meses de que se inicie la Feria Internacional del Libro de Lima, tuvimos como invitado en el podcast de Lima Gris a Luiz Carlos Reátegui, un talentoso escritor que en el 2018 ganó el Premio Copé con su cuento La casa abuela. Además, con su relato Prohibido besar a las cholas obtuvo el premio internacional Planeta Cuba. Una historia que se volvió viral, agotando el libro a pocos días de su presentación en la FIL de ese mismo año.

En la obra de Reátegui se destaca su aguda sensibilidad social y su capacidad para retratar las tensiones culturales del Perú contemporáneo. Su trabajo ha sido celebrado por su autenticidad, su mirada regional y su compromiso con las voces marginadas del país. A lo largo de su carrera, Reátegui ha cultivado diversos géneros, desde el cuento hasta la novela, como su obra histórica Isabella Nápoles, siempre con un estilo evocador y honesto que interpela al lector.

Su literatura no solo narra, sino que también denuncia, reflexiona y rescata, convirtiéndose en una herramienta de memoria y resistencia cultural.

En esta entrevista nos habla de su experiencia como escritor, su incursión en la política y su búsqueda por el sillón municipal de Jesús María. También lanza algunos dardos sobre la gestión de la Feria Internacional del Libro de Lima y recomienda algunas mejoras que debería hacer la Cámara Peruana del Libro.

Aquí el podcast completo por Neo TV.

Comentarios
Continue Reading

Cultura

Geometría y acero bajo el mismo cielo

El hombre Pentágono y el misterio de las formas: esa es la nueva bipersonal de Mónica González Tobón y Percy Zorrilla. Va en La Galería de San Isidro hasta el 6 de junio.

Avatar photo

Published

on

En su taller de Cieneguilla el silencio se quiebra solo con el sonido del metal al ser moldeado. Mónica González Tobón y Percy Zorrilla han construido algo más que esculturas: una vida. Ella, colombiana de nacimiento y peruana por elección; él, limeño de raíces andinas. Ambos, nacidos en 1971, se conocieron en las aulas de la Facultad de Arte de la PUCP.

Desde entonces, Mónica —ganadora del Primer Premio en Escultura— y Percy —destacado por su audacia en pintura y volumen— iniciaron un viaje creativo que hoy, tres décadas después, desemboca en El hombre Pentágono y el misterio de las formas, bipersonal que inauguran el 14 de mayo en La Galería de San Isidro.

Ambos —ella con nueve individuales y premios en Dubái y Alemania, y Percy, con obras en Vietnam y Argentina— representan esa rara conjunción de talento y tenacidad. «En los 90, el arte en Perú era un acto de fe», recuerda ella, mientras señala los certificados de sus logros: el Premio Hobart (2013) por una escultura pública en San Miguel, o su mención en el Museum of Americas (2007) por explorar lo femenino en el acero.

Percy, por su parte, acumula distinciones como el Premio Nacional de la Juventud (2003) y participaciones en diferentes bienales, desde el Chaco hasta Da Nang. «Nuestras obras viajan más que nosotros», bromea, refiriéndose a las piezas que habitan plazas en Lima, Büdelsdorf y Buenos Aires.

-Cosmogonía de metal-

La muestra —que incluye una pieza conjunta, seis esculturas de Mónica y cuatro de Percy— es un homenaje a la geometría sagrada. «El pentágono es el hombre buscando su lugar en el universo», explica ella, mientras ajusta un relieve que parece flotar. Para Percy, el material es un aliado: «El acero nos permite vencer la gravedad, como si las leyes físicas cedieran ante lo espiritual».

Influenciados por Oteiza y Winternitz, pero también por los frisos Ychsmas de Cieneguilla, sus obras son «vacíos activos» que dialogan con Kandinsky y Turrell. «No es minimalismo —aclara Mónica—, es lenguaje del alma».

La dinámica de creación es tan singular como su historia: cinco hijos, árboles plantados juntos y discusiones sobre ángulos y vacíos. «Nuestra pieza colaborativa (‘El hombre pentágono’) es como nuestro matrimonio: dos visiones que se complementan», confiesa Percy. Mónica añade: «Él piensa en grande; yo, en lo esencial». Esta síntesis se plasma en la distribución de la muestra, donde sus obras no compiten, sino que «orbitan como planetas», según el curador.

-Ritual de lo habitual-

Así, desde el 14 de mayo San Isidro será testigo de cómo el acero se vuelve poesía. Entre las piezas destacan “Microcosmos” (Mónica), una estructura que atrapa la luz del atardecer, y “Tawantinsuyu” (Percy), un homenaje a la cosmovisión andina. «Queremos que el público sienta que el arte es un ritual», dicen.

Con esta exposición —que luego viajará a Alemania—, los Zorrilla no solo celebran su trayectoria, sino que desafían la indiferencia hacia el arte público en Perú. «Seguiremos plantando esculturas como si fueran árboles», prometen. Y uno les cree: después de todo, ya lo han hecho en medio mundo. Aplausos.

Lugar: La Galería

Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro

Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 pm. Sábados de 3 a 7 pm

Hasta: 6 de junio.

Comentarios
Continue Reading

Cultura

Un amigo escritor para Hitler: El obituario del Premio Nobel 

Lee la columna de Hans Herrera Núñez

Avatar photo

Published

on

Si usted cree que Vargas Llosa es controversial, es porque no conoce a Knut Hamsun. Se cumplen 80 años en que el 30 de abril murió Hitler en la Cancillería de Berlín. Una semana después, en Noruega, la leyenda de la literatura escandinava, Hamsun, escribiría un obituario en honor del Gran Dictador de Europa.

Hamsun en 1945 tenía 86 años, el famosos novelista y premio Nobel, era una leyenda viviente entonces, autor de obras maestras como Hambre y Pan que desarrollan la novela psicológica heredera de Dostoievski en una exploración acertada del monólogo interior de sus protagonistas.

Durante el ascenso de Hitler y luego durante la ocupación de Noruega por Alemania, el inmortal escritor se mostró favorable a Hitler.

El obituario de Hitler

Knut Hamsun escribió en mayo de 1945, estando la guerra perdida, un obituario de Adolf Hitler en el periódico Aftenposten. El panegírico de Hamsun a Hitler sirvió como artículo principal del periódico colaboracionista sobre la muerte de Hitler.

El breve obituario dice en su totalidad:

«No soy digno de hablar en nombre de Adolf Hitler, y su vida y sus acciones no me incitan a ninguna provocación sentimental. Hitler fue un guerrero, un guerrero por la humanidad y un predicador del evangelio de la justicia para todas las naciones. Fue un reformador de primer orden, y su destino histórico fue actuar en una época de brutalidad sin igual, que al final le falló.

Así puede el ciudadano europeo occidental mirar a Adolf Hitler. Y nosotros, sus seguidores más cercanos, inclinamos la cabeza ante su muerte”, escribió Knut Hamsun.

El obituario se publicó la noche del 7 de mayo de 1945, una semana después de la muerte de Hitler.

Cuando su hijo Tore le preguntó sobre el motivo de este obituario, Knut Hamsun respondió: “Fue un gesto de caballerosidad hacia un gran caído”.

Para el propio Hamsun, el obituario y otras declaraciones y escritos llevaron a su arresto poco después del fin de la guerra. Sin embargo, los cargos en su contra se suavizaron cuando el profesor Gabriel Langfeldt y el médico jefe Ørnulv Ødegård determinaron que tenía “capacidades mentales permanentemente deterioradas”.

Antes de morir fue acusado de traición y finalmente fue seriamente multado y calificado de loco. En 1948, tuvo que pagar una suma ruinosa al gobierno noruego de 325.000 coronas (65.000 dólares o 16.250 libras esterlinas en aquel entonces) por su presunta afiliación al Nasjonal Samling y por el apoyo moral que brindó a los alemanes, pero fue absuelto de cualquier afiliación nazi directa. Si era miembro del Nasjonal Samling o no, y si sus capacidades mentales estaban deterioradas, es un tema muy debatido incluso hoy en día.

Hamsun declaró que nunca migró a ningún partido político. Escribió su último libro a los 90 años, Paa giengrodde Stier (Sobre senderos cubiertos de maleza), en 1949, un libro que muchos consideran una prueba de su capacidad mental.  En él, critica duramente a los psiquiatras y a los jueces y, con sus propias palabras, demuestra que no está enfermo mental. Hamsun murió en 1952.

Después de la guerra, los noruegos quemaron libros de Hansum y su recuerdo sigue siendo espinoso entre sus compatriotas. Como dijo una escritora de su país, ningún noruego habla abiertamente de Hansum pero todos tienen al menos un libro suyo en casa.

El autor danés Thorkild Hansen investigó el juicio y escribió el libro “El juicio de Hamsun” (1978), que causó revuelo en Noruega. Entre otras cosas, Hansen declaró: “Si quieres conocer idiotas, ve a Noruega”, pues consideraba indignante ese trato al veterano autor ganador del Premio Nobel. En 1996, el cineasta sueco Jan Troell basó la película “Hamsun” en el libro de Hansen. En “Hamsun”, el actor sueco Max von Sydow interpreta a Knut Hamsun; su esposa, Marie, es interpretada por la actriz danesa Ghita Nørby.

El profesor Atle Kittang, de la Universidad de Bergen, escribió sobre el legado de Hamsun en el sitio web del Centro Knut Hamsun. Afirmó que existían razones complejas detrás de la publicación del obituario por parte de Hamsun. Señala que, tras su único encuentro en 1943, Hitler no ocupaba un lugar destacado en la evaluación de Hamsun. En consecuencia, Kittang cree que el obituario debería considerarse parte de la necesidad de provocación de Hamsun, como lo demuestran su vida y obra.

Hamsun, la leyenda de la literatura

Más de medio siglo antes, un joven Hamsun se oponía al realismo y al naturalismo. Argumentaba que el objeto principal de la literatura modernista debía ser la complejidad de la mente humana, que los escritores debían describir el «susurro de la sangre y la súplica de la médula ósea». Hamsun se convertiría muy pronto hacia 1800 a ser considerado el «líder de la revuelta neorromántica de principios del siglo XX». 

Entre sus admiradores se encontraban Thomas Mann, Hermann Hesse, Robert Musil, Arthur Schnitzler, Jakob Wassermann, Stefan Zweig, Martin Buber, Arnold Schoenberg y Alfred Einstein. Todos ellos contribuyeron a la publicación conmemorativa que se publicó en Alemania con motivo del 70º cumpleaños de Hamsun. Al Festschrift publicado en Noruega con el mismo motivo también contribuyeron Maxim Gorki, Gerhart Hauptmann, Heinrich Mann, Tomáš Garrigue Masaryk y André Gide. Otros admiradores incluían a Ernest Hemingway, Franz Kafka, John Galsworthy, Henry Miller e incluso el joven Bertolt Brecht. Uno de los periodistas y escritores más conocidos de Alemania en aquel momento, Kurt Tucholsky, también confesó en un breve artículo en el Vossische Zeitung del 1 de enero de 1928: “Kurt Tucholsky ama… a Hamsun”

Todo empezó en 1888, cuando el barco de vapor danés Thingvalla en que viajaba un Hamsun pobre y desconocido se encontraría con la musa. Fue en ese viaje en que su barco estuvo amarrado en Kristiania durante un día en su camino de EEUU a Copenhague, que dicha ciudad danesa le trajo recuerdos desagradables del año 1886, cuando tuvo que soportar allí un duro período de hambre, sin trabajo. Hamsun no abandonó el barco y esa noche escribió las primeras líneas de la novela, que ya capturan la atmósfera opresiva de todo el libro: 

«Fue en ese tiempo cuando yo vagaba y me moría de hambre en Cristianía, en esa ciudad extraña de la que nadie se va hasta que ha sido marcado por ella”.

En Copenhague alquiló una habitación en el ático y, padeciendo nuevamente hambre, continuó escribiendo. Presentó el manuscrito inacabado a Edvard Brandes, el editor de arte del periódico Politiken. Profundamente conmovido, Brandes persuadió a Carl Behrens para que publicara partes del libro de forma anónima en la revista danesa Ny jord (Nueva Tierra) en noviembre. La obra llamó inmediatamente la atención por la radicalidad de su representación y su ruptura con el concepto aún joven del nuevo realismo. La revista Dagblad pronto reveló el misterio que rodea la identidad del autor. Hamsun continuó trabajando en la obra, que fue publicada íntegramente, aunque todavía de forma anónima, en 1890. Ese mismo año fue publicada en traducción alemana por Samuel Fischer.

Hambre narra en primera persona el declive físico y psicológico de un joven escritor y periodista fracasado en Kristiania, la actual Oslo. De vez en cuando logra vender un artículo a un periódico, pero sus ganancias rara vez son suficientes para cubrir comida y alojamiento, por lo que deambula por la ciudad hambriento y a veces incluso sin hogar. Al intentar ocultar su precaria situación, el narrador en primera persona la empeora aún más. Describe su estado mental con gran detalle y de forma vívida; Su estado de ánimo fluctúa entre la depresión, la euforia, la desesperación y la vergüenza.

El narrador anónimo en primera persona sale de su habitación y camina sin rumbo por Cristianía. Cuando conoce a un hombre pobre, a pesar de su propia situación, empeña su chaleco y le da la mayor parte del dinero que recibe. Poco después, persigue a una mujer,  luego busca un empleo y fracasa, después se le ocurre un texto brillante y escribe lo que intuyo es una obra maestra, envía el manuscrito a un editor, sin un centavo y viviendo en la calle se le ocurre entrar furtivamente a la habitación que alquilaba y de donde lo echaron por deudor, y es entonces que descubre una carta, su libro tiene suerte y le han adelantado 10 coronas. Aquí empieza la historia.

El autor y crítico danés Erik Skram elogió la obra como un “acontecimiento literario de primer orden”, y el crítico noruego Carl Nærup escribió en 1895 que “sentó las bases de una nueva literatura en Escandinavia”. Muchos críticos consideran que la novela es la mejor obra de Hamsun. El autor se hizo famoso de la noche a la mañana, fue un invitado bienvenido en los círculos intelectuales y fue invitado a dar lecturas en los EE.UU.

Influenciado por la psicología de Dostoievski (el narrador recuerda ciertos rasgos de Raskolnikov, el antihéroe de Crimen y castigo, pero también protagonista de El sótano) y por el naturalismo de Zola, Hamsun, en Hambre, prefigura también los escritos de Kafka y de la literatura existencialista del siglo XX.

Recepción en el siglo XXI: En su novela de 2017 Suleika abre sus ojos, Gusel Jachina retoma una imagen de Hamsun: la gente intenta superar el hambre cortándose con un cuchillo y chupándose la sangre de los dedos.

Respecto a esta raza de artistas vagabundos descrito en Hambre, Virginia Nicholson escribe en Among the bohemians: Experiments in Living 1900-1939:

«Después de cincuenta años podríamos juzgar que la pobreza de Dylan Thomas era noble, mientras que la de Nina Hamnett no tenía sentido. Sin embargo, una artista menor y sin dinero se vuelve igual de famélica que un genio. ¿Qué los impulsó a hacerlo? Creo que tales personas no sólo escogieron el arte, sino también la vida de artista. El arte les ofreció un estilo de vida diferente, uno que creyeron les compensaba de la pérdida de comodidades y respetabilidad».

Tal vez Hamsun viera en Hitler a aquel artista frustrado que como él vivió el hambre y la soledad del anonimato en esa otra Christiania llamada Viena.

«En aquel tiempo tenía hambre y vagaba por Christiania, esa extraña ciudad de la que nadie sale sin llevar sus marcas…»

Comentarios
Continue Reading

Cultura

El poeta y el mimo

Lee la columna de Edwin Sarmiento

Avatar photo

Published

on

Por Edwin Sarmiento

(Estando yo en un pueblito, por las alturas de Lima, y sin Internet, se murió mi amigo Jorge Acuña, el mimo más grande que tuvimos en la década del 70 en el Perú. Se nos fue a la edad de 94 años. Las redes sociales se llenaron de nostalgia al informar de este desenlace. Y pensar que Jorge era un tipazo fuera de serie. Hace cuatro años yo publiqué en mi muro una semblanza de dos amigos: el poeta Reynaldo Naranjo y el mimo Jorge Acuña, con quienes aparezco en una fotografía de esas que nos tomamos, casi siempre, con el corazón. Muerto Naranjo, hace unos años, y ahora Acuña, hace unos días, deseo compartir este texto a modo de homenaje a ambos y a esas épocas doradas que nos tocó vivir)

I

Debió ser en la Casa de la Literatura, al costado de Palacio de Gobierno, cuando algún amigo nos tomó esta fotografía. No recuerdo, exactamente, el año. Aquí estoy junto al poeta y periodista Reynaldo Naranjo y el actor peruano, mimo y promotor del teatro de la calle, Jorge Acuña (al centro y de pelo cano). Él debe estar cumpliendo, ahora, 91 años, en Suecia, donde radica, mientras que Naranjo nos dejó cuando tenía 84, hace dos años, al ser atropellado por un camión, cuando cruzaba, una mañana, la avenida Benavides, en Miraflores. Con ambos alterné en situaciones distintas de mi vida. Al poeta lo recuerdo con la sonrisa y picardía criolla, permanentes. Fue uno de los mejores tituleros que tenía el periodismo de los 70. Convivieron en él la creatividad del poeta social, con la neurosis de los cierres de edición en las salas de redacción de diarios y revistas, en los cuales trabajó como periodista. Cuando coincidíamos en el bar Palermo de la Av. Colmena, yo recitaba este poema, escrito en 1968:  (A un edificio en construcción) “Obreros y cemento/ curiosos e ingenieros/ ingresan a la gran mezcladora// Mientras el ruido gira/ va naciendo el gigante/ hijo robusto/ que ha de crecer/ hasta el veintavo piso// Danza de músculos/ de cerebros y días// Nos pararemos/ en el piso más alto/ tal los conquistadores/ de las altas montañas// Alzaremos los brazos/ para tocar el cielo/ y el flamante ascensor,/ como nave dorada,/ nos dejará en la tierra/ con las manos vacías// Vendrá la burocracia// Gerentes, policías,/ padrinos y ahijados// Contratarán porteros/ y nos serán cerradas/ las puertas que pusimos” Luego de un reverencial silencio, yo preguntaba, ¿recuerdas quién escribió este tremendo poema? Y él, soltando esa carcajada que llegaba hasta la Casona de San Marcos, decía, creo que fue un tal Reynaldo Naranjo. Y yo gritaba: ¡respuesta correcta! Junto a César Calvo, Javier Heraud, Arturo Corcuera, Mario Razzeto fue una las figuras representativas de la denominada generación del sesenta. Naranjo, Calvo y el poeta uruguayo Alfredo Zitarrosa fundaron, en algún momento, la Casa de la Poesía, en el distrito de Barranco. Luego, grabaría con Calvo y el músico Carlos Hayre, el disco Poemas y Canciones, que los muchachos de entonces, escuchábamos en el LP que circulaba de mano en mano, prestadito nomás.

II

Jorge Acuña es un tipazo, un actor de primera, un mimo que empezaba su función, al aire libre, en la plaza San Martín, a las tres de la tarde. Lo hacía colocando, primero, un letrerito sobre cartón y escrito a plumón que decía: «Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él” (César Vallejo). Luego, procedía, lentamente, a maquillarse la cara, mientras los curiosos se iban aglomerando, formando un semicírculo que él había trazado, previamente, con tiza, muy cerca del monumento al libertador San Martín. Las tardes, si eran de invierno, empezaban a calentarse a medida que la gente, mayormente de rostro cobrizo, empezaba a compactarse codo a codo, hombro a hombre, uno detrás de otro, hasta que empezaba la función. El mimo iniciaba su trabajo con una explicación sobre el teatro, señalando la función del artista en un país pobre como el nuestro, la necesidad de que el buen arte debería salir a las calles a buscar al pueblo, lejos de esperar en salas pequeñas y selectivas, sólo al alcance de quienes podían pagar una entrada y en este chamullo, que la gente escuchaba en silencio, el actor terminaba citando a Vallejo, a Mariátegui, también al Che Guevara, a Marx y a un largo etcétera marxista, maoísta, pensamiento Mao Tze Tung. Y sus amigos, que no éramos pocos, nos arrancábamos con unos aplausos, seguidos por un público que por casualidad pasaba, esa hora de la tarde, por la plaza San Martín. Ya en el “tempo” exacto del buen arte, Acuña se arrancaba con su lenguaje corporal moviendo manos, brazos y piernas, o abriendo los ojos, lo más que podía, o cerrándolos, si sus historias tenían que ver con trepar las paredes, abrir las puertas, cocinar una sopita, asombrarse de algo o soportar el terror de una mala noticia, en fin. El público reía a rabiar, comentaba en voz alta, aquello que el mimo los iba describiendo, en silencio, sólo con el movimiento de su cuerpo. Dos horas más tarde, el público seguía aplaudiendo y él decía que al artista no había que explotarlo, porque era un trabajador como cualquiera y tenía derecho a ser recompensado. Aclaraba que esa recompensa sería voluntaria y gracias por su apoyo, compañeros. Es cuando sus ganchos, o sea, nosotros, le ayudábamos a pasar el sombrero entre el público que iba soltando un sol, dos soles, una china, a veces un caramelo, como después descubriríamos al hacer el recuento en el bar Palermo, a eso de las seis de la tarde, cuando, en una mesa, hacia el extremo del bar, nos instalábamos para acompañarlo hasta pasada la medianoche. Él formaba montoncitos de diez soles cada uno y cuando ya no había nada que contar, Acuña, separaba la mitad de lo que había en la mesa, lo guardaba en un bolsillo y decía que el resto sería para disfrutar la noche y así era.  Ahora que ya no estará con nosotros, me viene la nostalgia. Fue un tipazo.

Comentarios
Continue Reading
Advertisement

LIMA GRIS TV

PUBLICIDAD

PRNEWS

PARTNER

 

CONTACTO

Síguenos en Twitter


LIMA GRIS RADIO

Trending