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Opinión

En memoria de Don Lizardo Salvatierra Paredes, fundador de San Juan de Lurigancho

Lele el artículo de Percy Vílchez Salvatierra

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El 31 de octubre de 1930 nació Lizardo Salvatierra Paredes. Muy joven ingresó a la empresa Backus & Johnston donde laboró por 32 años de 1949 hasta 1991. Allí fue dirigente sindical dado que la política y la defensa de los derechos de los trabajadores fueron parte integrante de su día a día. Tal es así que fue fundador de la Federación Cervecera Cristal.

En ese sentido, como, por sobre todas las cosas, fue aprista desde muy temprano (creció en Cartavio en los años inmediatamente posteriores al Holocausto del Año de la Barbarie y el Apra, entonces, era no solo una organización legendaria sino una promesa y una esperanza para el pueblo en el Norte) y en Lima se hizo dirigente del Partido de la Estrella en San Juan de Lurigancho, distrito grandísimo cuya fundación como tal le debe a sus acciones todo aunque en conjunción con la de otros esforzados vecinos más Ramiro Prialé que auspició las gestiones correspondientes desde su posición fundamental en la escena nacional.

En estos lares, asumió la investidura de Gobernador en los años amargos de la guerra contra la subversión terrorista de la extrema izquierda y fue respetado incluso por aquellos que en esos tiempos no tenían ningún problema con hacer volar a los dirigentes y representantes cuyas acciones atentaban contra los intereses del pueblo o incidían en las innúmeras formas que la corrupción tiene en nuestro país desde antaño dado que siempre sirvió al pueblo y no se sirvió de la política para satisfacer bajezas de ningún tipo.

Amaba al país y le gustaba el futbol. Auspició a un equipo llamado «Once Amigos» y fue socio del Club Sporting Cristal (el #208).

Criollo espléndido y guapo, colorado en verano y rosado en invierno, nunca pálido, escorpio nato, seductor, aunque severo, serio, pero dueño de grandes alegrías. Tenía visos de melancolía que aparecían de vez en cuando dejando en presencia del gran hombre un cierto rastro de poesía y bruma sobre su horizonte de tribuno de la plebe.

He atravesado tantas formas de vida que a veces creo haber avergonzado a mi padre si es que no he estado a la altura de la ética que él exigía a la familia y a todo aquel que apreciaba al menos en apariencia y según la mayoría de reportes (nadie es santo y nadie es pecador al 100%). Sin embargo, he tratado de no incidir en acciones nefastas pues el gran hombre me enseñó que la honestidad es el valor fundamental para ser un hombre de bien, algo que, para él, que conocía a fondo la política, era la virtud más importante y la más escasa en la escena pública y por eso la cultivaba en todas sus formas.

Facilitó todo a sus hijos e incluso a sus nietos a tal punto que jamás tuve un solo apremio hasta su muerte cuando ya tenía trece años. Sin mi abuelo (más propiamente mi padre) andé en el mundo sin rumbo y esa es la grave orfandad que me tocó, pero siempre que he tratado de poner en práctica la bonhomía lo he tenido presente como un genio tutelar, un lar o un penate.

II.

Es muy difícil comprender a las personas que queremos, sobre todo, en nuestro ámbito familiar más estricto.

A veces nunca nos ponemos de acuerdo o no expresamos todo lo que sentimos. A veces es todo lo contrario y eso es una muestra breve de lo que debe ser el infierno.

Varios rinden absoluta admiración al pasado de sus antepasados y son unos pobres diablos en lo personal respecto de sus propios “prestigios”. Otros, se inventan abuelos importantes o buscan vincularse con políticos, luchadores sociales o héroes sin ningún rubor, tan solo para parecer algo más de lo que son y hallar así, por lo menos, indirectamente, un respaldo popular.

A mí, en cambio, no me interesan mis antepasados ni mis familiares cercanos respecto de enaltecer alguna gloria pasada o cualquier cosa por el estilo aunque los quiera a todos de la manera que a cada uno le corresponde y según lo merezcan, más o menos, pero si hubo alguien a quien quise sin reservas fue mi abuelo materno y  no solo porque fue el único que conocía sino porque era un buen hombre, un hombre honesto de verdad que no aceptaba ni el más mínimo favor sin recompensar a quien lo hacía o denegando el gesto si creía que era algo que le comprometiese.

Parecía no deberle nada a nadie y así era en gran medida. Era un caballero a la antigua usanza con códigos de conducta y toda esa onda que solo puede merecernos el mayor de los respetos. En síntesis, un señor cabal y absoluto, muy señor de sí mismo y de sus dominios que eran el alcance de sus propiedades y cargos y, sobre todo, el ámbito perfecto de su palabra férrea y sagrada.

Lo quise una vez y lo sigo queriendo todavía, aun cuando nunca lo comprendí de ninguna forma y aun cuando no he sido el mejor de sus hijos.

En todo caso, mi abuelo murió cuando yo tenía trece años, aunque casi no hablábamos desde que cumplí mi primera decena en esta Tierra. Ya en aquellas épocas, que no podía imaginar que serían las ultimas, mi entendimiento del mundo y mi talante me llevaba a contrariarle hablándole de la revolución y de Mariátegui y a ser muy irreverente cuando el viejo me decía que la verdadera revolución estuvo siempre del lado del APRA, pero no sé si no entendía o no quería decirme, dada mi edad tan temprana o dada mi insolencia, que el mismo pueblo aprista y revolucionario que él conoció, cuando era apenas un chiquillo fascinado por los ecos trágicos que el Año de la Barbarie había impuesto como una pátina sangrienta sobre todo Trujillo y el Norte entero, había sufrido varias veces la negativa de los directivos de la cúpula del partido para no llevar a cabo el incendio jacobino del que solo remedaron La Marsellesa y nada más. Quizás no me consideraba un compañero para tratar esos asuntos, pero la verdad creo que lo debe haber motivado la practicidad de los hombres experimentados que ya han pasado de todo y que han asumido una diversidad de cargos de representación relevantes: secretario de defensa del sindicato de Backus y Johnston, gobernador del distrito de San Juan de Lurigancho, etc.

Además, estas últimas conversaciones se dieron cuando yo había transgredido el umbral de los niños bien educados y me estaba tornando el rebelde impenitente que he sido toda la vida, cosa que el viejo, acostumbrado a la severidad y a la disciplina, personal y hasta partidaria como todo aprista antiguo, veía con los ojos severísimos, pero distantes que tuvo siempre, salvo cuando le cubría las pupilas la tristeza, cosa que ocurría rara vez, pero cuando pasaba era desconcertante puesto que el coloso exhibía, entonces, una grieta en su carácter de acero. Cierta vez, en este sentido, lo sorprendí mirando el horizonte desde la ventana de su estudio y ese debe haber sido mi primer contacto con ciertas manifestaciones que solo la poesía más profunda puede despertar en nuestros sentimientos, un instante muy humano y terrible que uno no puede comprender al primer golpe de vista y que nos lleva a hacernos preguntas y preguntas sin encontrar nunca una respuesta satisfactoria.

Sé que el abuelo tenía muchos motivos para sentir ese desamparo que le cubría a veces. Sabíamos todos que era huérfano de padre desde la edad de cinco años, aunque él nunca haya hecho la menor referencia a su vida pasada, pues él siempre era el hombre del presente y hasta del futuro, siempre estaba lleno de planes y proyectos y llevó a cabo la mayoría de ellos, aunque le faltó tiempo y a alguien que secundase sus ideas pues no tuvo continuidad alguna, al menos no de modo inmediato. En realidad, hablaba muy poco con los de la casa a quienes dominaba solo con detener su vista sobre todos y aun conmigo hablaba poco, aunque hubo un buen tiempo en el que salíamos a todas partes, al sindicato, al local del partido, al hospital, al banco, a la bolsa de valores, a los restaurantes naturistas que frecuentaba siempre para tratar de curarse de sus diversas dolencias, etc.

Era un viejo enorme y fuerte, pero la enfermedad lo fue minando y cuando murió pesaba la mitad de los kilos que había conocido en su plenitud cuando era un tipo robusto como un toro. Paradójicamente, fue, también, un gran aficionado a la tauromaquia. El hombre, así, podía jactarse de su poder físico y moral, un toro y un patriarca.

El viejo era, en todo caso, la imagen del padre y el poder y todas las otras referencias psicológicas que pueden devenir de esta estructura natural y contra su sistema y su forma de entender el mundo me rebelé y perdí y caí y volví a levantarme solo pues ya no había nadie a mi lado y así seguí hasta que empecé a ganar y hasta que aprendí a caer y a seguir levantándome con la frente en alto y sin ningún rastro ni acción que pudiese conducirme a la vergüenza.

El viejo a quien ahora recuerdo y que parecía estar siempre en lo correcto no estuvo conmigo en los momentos definitivos y concluyentes de las vidas que cursé y nunca recibí un consejo ni un alcance suyo además de la imagen viva de su conducta. Por eso es que jamás respeté a nadie que no fuera, verdaderamente, un campeón y una persona genuina y honesta porque él era la medida que yo exigía al mundo entero para poder reconocerle algún valor. (El viejo fue aprista desde la edad de 8 años, es decir, desde el bienaventurado año de 1938 y aun en sus fotos de niño parecía un héroe). Hasta la fecha, pese a mis mil máscaras, no puedo fingir que “respeto” a un estafador o a un corrupto, etc.

Quizás yo haya deambulado casi siempre por rumbos que no eran permeables a la bonhomía, pero así es la vida a veces. A mí, en todo caso, me basta con no haberme corrompido jamás y en ser fuerte, algo que aprendí con el paso de los años porque yo he buscado esa fuerza y he buscado superarme por encima del promedio en todos los niveles.

Bien vistas las cosas, creo que tampoco necesité aquellos consejos que he mencionado pues fui y soy muy soberbio y me he enfrentado a todo lo que lo ha merecido un enfrentamiento, aunque no me hubiera hecho daño evitar algunos conflictos y ser más sereno.

En todo caso, me expuse a todo y dejé que la vida y la muerte me brindaran su sabiduría hasta que me hice un hombre pleno y entendí que mis mejores reflexiones acerca del orden moral no provenían de los miles de libros que leí ni de mis propias especulaciones sino que de alguna manera remota servían al propósito de honrar a mis mayores, pero no he podido enaltecer a ninguno salvo a mi abuelo Lizardo y a mi abuela Agustina pues el resto han sido espejismos y está bien ponerlo por escrito en alguna parte. Todo esto puede ser una impresión falsa provocada por la necesidad de poner en orden al mundo, al propio mundo interno de uno mismo, en mi caso, pero podría ser que no y que fuera una forma de tributo a la raíz y al cable a tierra que todo mortal necesita para estabilizarse.

Mi impresión final es que si no fuera por mis abuelos podría decir que yo he estado solo en el mundo con todo lo que eso conlleva.

Es algo muy curioso todo esto pero así me he sentido hoy cuando se cumplen noventa y tres años del nacimiento de mi abuelo, quien falleció hace casi treinta años y a quien nunca pude llorar sino hasta una cierta noche cuando veía dormir a mi hija pues todo el amor del mundo estuvo pendiente entre mis ojos y el rostro de mi niña dormida y entonces me dí cuenta de cuanto quise salvar a mi abuelo cuando estuvo muy enfermo y ya nadie pudo abrazarlo y decirle lo mucho que lo quisimos. Entendí, sobre todo, cuanto quise llorarlo cuando se fue.

III.

1.

En invierno la niebla cubría el malecón y llegaba hasta la entrada de nuestra casa situada a tres cuadras del río Rímac. El frío era confrontado por el café hirviendo que el viejo se servía en un tazón horrible al que le decía “pocillo” al borde de las cinco de la mañana en bividí y ya perfumado. Ese pocillo, su reloj de dijes de escorpiones, sus guayaberas, sus correas de cuero grueso a la antigua usanza con sus iniciales en la hebilla, sus lentes de carey atigrado, el seguimiento de Radio Cora desde la madrugada y su bello nombre son los elementos más fáciles de reconocer en mi memoria en relación con mi abuelo Lizardo Salvatierra.

2.

El día era aún la noche, pero aquel ya había empezado en la casa, más precisamente, en el departamento que ocupaba mi abuelo. Se levantaba siempre muy temprano y prendía su radio para escuchar las noticias más recientes y las más antiguas canciones. También, le gustaba sintonizar algunas emisoras de A.M. (Radio Cora creo que siempre estuvo en Amplitud Modulada), pero no recuerdo cuales.

3.

Lizardo se iba a trabajar temprano porque entraba a las ocho de la mañana y no regresaba a casa, generalmente, hasta las cinco de la tarde luego de salir de la fábrica a las cuatro. Ocho horas diarias durante treinta y tres años como se hacían antes los hombres duros. Detestaba la impuntualidad, la deshonestidad, la flojera, la “sinvergüencería” y la corrupción a tal punto que hasta el día de su muerte me parecía imposible imaginarlo haciendo alguna acción que no se ajustase a su estricto sentido de la ética aunque sin duda debió haber cometido algunas ligeras excepciones puesto que cuando no tenía el rostro duro de gran señor que resuelve todos los problemas sin decir una sola palabra fuera de lugar parecía un niño travieso y eso lo hacía plenamente humano. Lo vi así dos o tres veces en el curso de los trece años que viví con él y aún brillan en mis pupilas sus ojos alegres y su rostro colorado, hermoso como el sol. Por lo demás, siempre parecía ser muy serio, aunque a veces la tristeza le embargaba y ocultaba raudamente su dureza habitual. En relación a esa seriedad sabemos que es la mejor manera de ocultar o de refrenar a un pícaro. En relación a esa tristeza súbita que le tocaba debe ser que había en él algo de poeta y no sé qué otras penas recónditas que fui conociendo poco a poco.

4.

Cuando lo conocí, es decir cuando recuerdo haberlo conocido era grande y fuerte como un toro. Cuando partió era la mitad de corpulento y era ya un hombre debilitado por la enfermedad y creo que por la incomprensión de sus seres queridos. Quizás no tanto como El Rey Lear, pero casi. Tal vez el destino de todos los individuos fuertes sea ser incomprendidos por los seres que aman. Quizás haya sido la falta de comunicación. El viejo hablaba muy poco y generalmente lo que él decía se acataba y se cumplía sin ningún tipo de objeción y sin embargo, ah, sin embargo.

5.

Siempre me pareció un hombre poderoso y de alguna manera lo fue. Fue sindicalista en Backus & Johnston, varias veces fue delegado y ostentó el ejercicio de diversas secretarias. Sobre todo, la importante Secretaría de Defensa en una época cuando los sindicatos tenían mucho poder. De él, por supuesto, proviene todo lo que aprendí a reconocer como bueno en un político y todo lo que de malo he aprendido a repudiar y a combatir.

6.

Era, simplemente, fuerte, severo y digno como creo yo que fueron los antiguos romanos devotos de la república. Sin duda, había en él algo tan antiguo como ellos.

7.

Paseábamos mucho juntos cuando era yo muy pequeño y el hombre me parecía un coloso. A todo lugar donde llegábamos, la gente lo saludaba con respeto. Lo admiraba entonces y lo admiro ahora, aunque generalmente no lo comprendía.

Una vez, por ejemplo, paseábamos solos por la zona de los bancos de Zárate, aunque vivíamos entonces como a doce cuadras exactas de dicho lugar. Le pedí casi caprichosamente que me comprara un helado grande, no recuerdo si un sándwich o una copa D’Onofrio, pero uno de los más caros que había entonces. Me dijo que no porque nos estaban esperando en la casa para almorzar y porque a mis hermanos seguro, también, les debía haber provocado comer un helado aquel mediodía. Hasta ahora recuerdo la bronca que tuve.

En ese momento, padecí de un injustificado berrinche interior que no llegué a exteriorizar, por supuesto, porque ante el viejo era imposible contrariarlo o hacer una pataleta, su sola mirada te abstenía de tener cualquier arranque así de ridículo.

Desde que me dijo que no hasta que me dijo que iba a comprar un peziduri para comer todos juntos en la casa no deben haber transcurrido ni siquiera un par de segundos, pero a mí me pareció un lapso tan extenso que dio lugar a todo lo que acabo de describir. Sin duda, pese a sus buenos esfuerzos y su noble ejemplo yo era un niño más o menos engreído y no alcanzaba a darme cuenta de la grandeza de ese acto. De hecho, por mucho tiempo, pesó en mí más ese gesto suyo de negarme ese helado personal antes que entender la necesidad de compartir con la familia. Así, nos enseñaba como debían ser las cosas, pero no todos advertimos esas formas casi indirectas con las que nos transmitía su sabiduría.

8.

Fue gobernador de San Juan de Lurigancho y, en ese periodo, cierta vez que fuimos a la feria de Chacarilla de Otero, el carnicero habitual que frecuentaba la familia no quiso cobrarle una cantidad descomunal de carne que acababa de elegir. El viejo le agradeció con sus maneras bellas y cortantes de gran señor y pagó como si nada. Y así podría enumerar dos mil anécdotas más.

Recordar esa escena y pensar en la clase de políticos que existen en este momento me provoca escupir el rostro de esos canallas que serían capaces de venderse hasta por unos mendrugos. Como escribió Hemingway en “París era una fiesta”, hay seres que traslucen su trascendencia como un caballo fino su pureza de sangre y otros que traslucen su falta de dignidad como chancros ulcerosos. 

El viejo era fino, pero no como un caballo pura sangre sino como un toro de lidia. Por supuesto, era aficionado a la tauromaquia, al box y a todos esos entretenimientos de antes que ahora escandalizan la moral de los progres.

Durante su gestión, a veces, era citado a altas horas de la noche a dialogar en los barrios más alejados del distrito y en estricto cumplimiento de sus funciones y, sobre todo, atendiendo siempre al bienestar de la ciudadanía iba siempre, sin miedo, y dialogaba con todos, absolutamente con todos y todos lo respetaban. Entendí así que cuando una persona actúa rectamente sin dañar a los demás puede enfrentar y dialogar hasta con los seres más intransigentes sin riesgo.

Fue aprista y honesto y sirvió al pueblo entendiendo el viejo lema de “primero, el pueblo” y al parecer lo respetaron hasta los terroristas de la extrema izquierda porque cierta vez que en la puerta de nuestra casa fue dejado un coche extraño no duró ni media hora en ser trasladado hasta la esquina donde explotaría al cabo de un rato y donde no representaba ningún atentado contra la autoridad.

9.

La leyenda familiar nos indicaba que había quedado huérfano de padre a los cinco años. Su madre hermosa, aunque humilde debió abandonar su pueblo natal debido a las tentaciones peligrosas que despertaba la joven viuda en un entorno sin protección ni defensa alguna para ella. Y así, luego de atravesar durante varios días el camino de Santiago de Chuco hacia la costa, el niño y su madre, no al revés, llegaron a Cartavio.

Era la mitad de la década del treinta y los sembríos inmensos de caña de azúcar como un océano esmeralda pese a su belleza vespertina no podían acallar los influjos revolucionarios y el holocausto sufrido por el pueblo aprista hace apenas un lustro ni el fuego infernal de la zafra podía silenciar los lamentos y los gritos revolucionarios de oposición ante la muerte o, mejor dicho, el genocidio realizado durante el infame “año de la barbarie”.

Ser aprista, entonces, era ser revolucionario. Era ser, sin duda, muy valiente. Y, así, Lizardo, no sé bien cómo hasta la fecha, fue aprista desde los ocho años. Corrobora este recuerdo el hecho de haber visto en mi niñez un carné de tapas rojas y papel amarillo en el que constaba el año 1938 como su marca de afiliación. Al principio me sorprendía que un menor de edad formase parte de una organización política clandestina y proscrita, pero luego entendí que el niño trabajaba en los campos de caña desde los cinco años recogiendo los restos que los tractores no podían recoger y, también, que eso solo podía suceder en Cartavio, la cuna de la revolución y elogio y gloria perenne del aprismo más rancio y duro de La Libertad.

10.

Llegó a Lima en su juventud luego de haber intentado el camino del espíritu al haber estudiado para ser pastor en un seminario metodista. Dicen que al principio caminaba desde el Rímac hasta Chorrillos en busca de trabajo y se oficiaba en todo lo que podía. Constructor o albañil, pescador, eventual administrador de negocios informales y otro centenar de oficios hasta que ingresó a la fábrica de cerveza en la que trabajó durante 33 años.

11.

Siempre tuvo dinero pues era un varón precavido y además de las acciones que Backus otorgaba a sus trabajadores sabía invertir en la Bolsa de Valores respecto de otras empresas. Así construyó hasta dos casas grandes. Sin embargo, una vez cuando era muy muchacho caminando por los Barrios Altos lo asaltaron unos palomillas. Él se defendió, pero lo superaron en número y por medio de la amenaza de navajas le sustrajeron el sueldo que recién había cobrado. Según nos contaron, como a muchas otras personas del barrio, un faite de la zona reprendió a los rateros de esa ocasión casi de inmediato e hizo que le devolvieran el dinero y le dijo que si iba caminar por ciertos caminos mejor debía llevar a la mano un filo o una navaja. Lizardo nunca requirió dicho filo, pero nunca más nadie lo asaltó. Al cabo del tiempo su apariencia física fue tan imponente que muy pocos se hubiesen atrevido a llegar hasta él.

No dijo nunca quién era ese faite de los Barrios Altos que lo ayudó cuando era todavía tan jovencito. Quizás no supo cómo reconocerlo luego o simplemente no le interesaba vincularse con nadie que formase parte de los bajos fondos. Siempre hemos creído que era Tatán.

12.

Fue uno de los fundadores principales de Zárate y uno de los principales impulsores de la formación del distrito de San Juan de Lurigancho.

13.

Fue cargador del Señor de los Milagros y devoto de la Virgen de la Puerta de Otuzco.

14.

Fue socio del Club de Leones de Zárate y del Club San Fernando de Campoy

15.

Fue aficionado a los toros y al box.

16.

Fue hincha y socio del Club Sporting Cristal.

17.

Fue criollo y amigo de todos los artistas famosos del criollismo de los años sesentas y setentas entre ellos Rafael Amaranto. Escribir el recuento de sus denodadas jornadas jaraneras daría un tono demasiado festivo a este recuerdo y homenaje, pero es válido apuntarlo como contrapunto pues pese a su legendaria seriedad tuvo, también, un lado más o menos bohemio.

18.

Fue aprista toda su vida y murió siendo aprista el 25 de noviembre de 1995.

19.

Tuvo una hija, un hijo y varios nietos. A veces, pese a que ha transcurrido tanto tiempo desde su partida tenemos ganas de que esté con nosotros y que estemos todos juntos de nuevo como antes.

20.

Lizardo Salvatierra más que mi abuelo fue mi padre y hoy, 31 de octubre, cumpliría noventa y tres años. Que sirvan estas palabras para hacer saber al mundo y a mí mismo que lo amé toda la vida, aunque no recuerdo habérselo dicho ni una vez.

21.

Mi padre era prudente al hablar y yo hablaba todo el tiempo sin reserva alguna. Espero que haya tenido siempre presente, en medio de su silencio habitual y mi barullo permanente, lo mucho que lo quería y admiraba… lo mucho que lo quiero, que lo admiro y que lo extraño.

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Opinión

Mario Vargas Llosa (1936-2025)

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Ha muerto Vargas Llosa nuestro premio Nobel y también de España y República Dominicana, último país que le entregó la nacionalidad en 2023.  Escritor de libros emblemáticos como La ciudad y los perros, la casa verde, Conversación en la Catedral y otros. Y gran propagandista de las ideas liberales desde Tatcher hasta la derecha chicha de Alberto Fujimori, su antiguo rival electoral en 1990. Escritor monárquico como Eliot o ultra-francoderechista como Cela.

Fue participe de escándalos como el premio “Rómulo Gallegos”, dinero que habiendo prometido donar a Cuba y que más bien le sirvió para comprarse una casa en Los Pulpos, barrio residencial playero al sur de Lima. El caso Uchuraccay donde MVLL era el presidente de la comisión investigadora llegó a conclusiones inverosímiles: los comuneros asesinaron a los periodistas porque confundieron las cámaras fotográficas con armas de fuego, controversia que se acentuó cuando se revelaron los rollos de Willy Retto (periodista del desaparecido “Observador”) y se ve en la foto que hubo diálogo previo a la matanza; esta visión cavernícola nunca fue aceptada por los especialistas ni por la opinión popular y marito se ganó las críticas por su ineficiencia.

Su apoyo a los banqueros en el sonado caso de la estatización de la banca empujado por Alan García en su primer desastroso gobierno. Quizá otro hecho escandaloso fue el que se nacionalizara español cuando perdió las elecciones de 1990 —y motivo por el cual también lo celebraran allá— cuando más se le necesitaba como intelectual en la lucha contra Fujimori. Otros escándalos menores quedan en la memoria, el asunto del ojo moreteado que le dejó a García Márquez o el caso de la tía Urquidi con quien tenía un entuerto por asuntos de derecho de autor con la novela “La tía Julia o el escribidor”. Su fracaso como político (y, también, como cineasta) terminó por empujar al novelista a no salirse de la pluma y el papel en una perseverancia que ha merecido el saludo de muchos escritores y de quienes lo admiran.

En este último tiempo, después de su fracaso con la socialité Isabel Preysler, se la pasó revisitando sus otrora lugares emblemáticos como La Catedral, ese célebre bar de la avenida Alfonso Ugarte, el colegio militar “Alfonso Ugarte” y también el jirón Huatica. Antes de morir dejó dicho que quería una ceremonia fúnebre en privado sin ceremonias.
Sus libros le sobreviven. 

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Vargas Llosa: La dictadura del resentimiento. ¿Por qué callan las escritoras?

Son innumerables los homenajes a Mario, pero resaltan también unos silencios casi paradigmáticos. Escritoras canónicas y autores jóvenes develan un hedor en el ambiente literario progresista. ¿Por qué?

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¿Mario en la era de la cancelación?

Especial sorpresa genera no ver en los perfiles de Instagram de autoras canónicas como Enríquez, Ojeda o Schweblin una minina referencia a la partida Mario. Quiero pensar que tal vez en otra red social se me desmiente, pero resulta hiriente esta aparente ley del hielo al suceso cultural del año, la muerte del último sobreviviente del Boom. Quiero pensar que me equivoco y que la autora de Huacoretrato, la peruana Wiener si posteó un storie que sus 24 horas de vida no me ha permitido encontrar a ver. A ella a la que Mario abrazó con cariño una vez hace no tanto tiempo.

Me objeto el considerar la memoria como algo obligatorio, pero soy rencoroso y al tratarse de un autor al que otro autor difícilmente puede resultarle ser ignorado (¿Qué escritor hispanoamericano ignoraría el aprecio literario que merece Conversación en la Catedral?), me resulta todo esto sintomático de otra cosa. De la brecha de autores jóvenes y no tanto que viven felices el puritanismo asfixiante de la cancelación hacia todo lo que discrepe con un pensamiento unidimensional. Y esto no se trata de izquierdas y derechas, va más allá, es la creación de un culto al resentimiento hecho dictadura. Y cuando hablo de resentimiento se muy bien de lo que hablo. Hay algo de Fernando Navales en todo esto.

Incluso el acérrimo Hildebrandt compartió una evaluación dura pero justa hacia el escritor: «Inevitable y necesario comenzar por MVL (…) De su conservadurismo extremo no va quedar sino la pena de quienes queríamos admirarlo sin fisuras y en todo momento (…) Es evidente que nadie alcanzó las alturas narrativas de Mario, ni Mario mismo, Ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la catedral (…)  Yo estudié en colegio militar pero recién cuando leí La ciudad y los perros me enteré de que se trataba el colegio militar».

Tal vez ese querer amar una memoria sin fisuras es la razón que devela tanto odio. Las personas no son monumentos, esa es la gracia de ser humano. Y por último las estatuas más bellas son las griegas, precisamente porque están rotas como nosotros por dentro y fuera. Cómo nos hace falta leer a De Prada, para vernos en un espejo negro tal y cuál somos.

Si hasta los políticos lo han conmemorado:

Boric lo retrató como «escritor gigante y demócrata». Sheimbaun reconoció lo obvio, «hay que reconocer a un gran escritor», Sánchez de España lamentó la perdida del «maestro universal de la palabra». Y Macron dijo algo no dicho sobre ningún otro autor latinoamericano, «Mario Vargas Llosa fue de Francia, por la Academia, por su amor a nuestra literatura y a lo universal». Esto solo demuestra lo pequeña que es la mezquindad de quienes se aferran a la discrepancia sacrificando la literatura. Porque en lo político Mario era demócrata, denunció años atrás al libertario Alex Káiser al rechazar una dictadura menos mala pues Castro y Pinochet resultaban lo mismo frente a la libertad.

Quizá es el periodista Federico Castillo de Uruguay quien deja claro la naturaleza del ataque a MVL en este tiempo, como lo dejo bien claro en su cuenta en X:

«Si vas a poner algo sobre la muerte de Vargas Llosa fíjate que quede recontra bien claro que vos lo bancabas como escritor pero no por sus ideas políticas, no sea cosa que haya confusión y la gente se quede con la idea de que al final sos un falso progre. Ojo».

Pero especial atención genera el encono a veces expreso, pero sobre todo tácito en el silencio de algunas autoras mujeres comercialmente establecidas pero al parecer políticamente adversas. Es como si reconocerle algo de mérito a Mario fuese una causa de vergüenza.

Más allá de lo político, lo que los culturetas no le perdonan a MVL es haber tenido éxito. Traducido a 30 idiomas con millones de lectores. En fin, este es un oficio lleno de envidiosos. 

Hay quienes reclaman un boom también de mujeres que no ha terminado al sobrevivir un par de nombres, sin embargo… Desengáñense sus señorías, el boom eran 4 personas, Fuentes de México, Cortázar de Argentina, Márquez de Colombia y Vargas Llosa en Perú. Ese movimiento es una creación impulsada por Barral y la señora Carmen Balcells. El boom terminó. 

Escritores y periodistas fieles a la honestidad intelectual 

Escritores como la española Irene Vallejo que lo recordó con gran afecto, la peruana Mariana de Althaus que compartió esa entrañable foto de Mario con su pandilla de autores peruanos. La también peruana Kareen Spano que lo recordó cuando Mario fue a verla actuar en la obra el loco de los balcones. Hay muchos, son muchos los que lo celebran, lo recuerdan con cariño más allá de toda polémica. Son más las personas que lo han querido en este último momento por encima de toda diferencia política para quedarse con Mario Vargas Llosa el escritor. Aquí un breve recuento de algunos escritores del mundo que lo despidieron con afecto:

El periodista uruguayo Fernando Medina tuvo palabras preciosas para Mario: «se terminó la segunda mitad larga del siglo XX para las letras”. Lo describió como un autor biblioteca y además destacó su faceta de novelista histórico de Latinoamérica.

Magaly T. Ortega, la chica de Chismesito literario no estuvo ajena a conmemorarlo en redes en sus stories. Tan solo ver lo que nos compartió, el quiosco mexicano con todas las portadas de los periódicos mexicanos con el rostro de Mario Vargas Llosa. Es un gran homenaje, nos hizo ver a todos sus lectores dispersos lo imponente que resulta su ausencia. México lo celebraba en su prensa como si el que hubiese muerto Octavio Paz. Perú puede ver en esas impresiones algo que no volverá a tener en poco o mucho tiempo, y es haber gozado de un Embajador como ninguno.

Simón Soto escritor de Chile compartió un artículo brillante:

«Uno se pregunta cómo llegaba a esos entramados, qué ocurría en la cabeza del escritor para encontrar el diseño estructural de Conversación en La Catedral, por ejemplo, donde las temporalidades se deforman, se pliegan y se abren en torno a esa jornada de cervezas y revelaciones, saltando al pasado y volviendo otra vez al que es posiblemente el diálogo más indeleble de la literatura latinoamericana, ese donde las palabras agrias de Zabalita y el negro Ambrosio exponen el horror latinoamericano como una condena persistente y arquetípica».

En Perú pocos son los jóvenes lectores valientes que le rinden un homenaje con tanto amor como es el del periodista y poeta Martin Carrasco, quien jamás renegó de su amor a la obra de Mario. Quizá las suyas sean las palabras más sentidas, las que estoy seguro perdurarán una vez el odio que ennegrece a tantos lectores peruanos haya muerto:

«Hablo de esa generación que se atrevió a soñar con Macondo, a buscar a la Maga en las calles más húmedas, a cuestionar las victorias y las derrotas de la Revolución mexicana desde los ojos de Artemio Cruz. Hablo también de esa generación que nos hizo asomarnos a los muros del colegio castrense Leoncio Prado para hablarnos de sus miserias y heroísmos, al lado del Poeta, el Jaguar y el Esclavo (…) Lo leí con esmero desde que descubrí las primeras páginas de Zavalita cruzando la Colmena. Continué con el barrio de Huatica y con la Pies Dorados. Compré y leí todo cuanto pude de él. Varias veces me pregunté por qué me sentía tan atraído hacia su biografía y su obra. Y es que me hacía feliz pensar que uno puede escapar de las garras de un padre tirano. Me hacía feliz compartir sus novelas con amigos. Me hacía feliz ver un amor tan desmedido por una vocación: la literatura. Y lo perseguí cuantas veces pude. En la Universidad de Lima, en librerías o en cuanta presentación tuviera en el Perú. Salté de mi cama aquella vez que me enteré de que había ganado el Nobel, y el país parecía haberse reconciliado con su escritor más premiado. Alguna vez pude darle la mano un par de veces y hablarle cuanto me lo permitió la timidez y la emoción. Aquella segunda vez fue en la firma de libros de una novela suya. La presentación era abierta al público, pero antes hubo una reunión privada a la que fui invitado por el jefe de la librería. Recuerdo que regresé emocionado a contarle a mi abuelito mi gran hazaña, y él me sonrió: sabía cuánto significaba para mí. Hoy ya no están ninguno de los dos, pero les agradezco haber estado».

Finalmente, el escritor católico chileno Rafael Gumucio describe en Mario a la naturaleza del escritor hispanoamericano, es decir de escritor y político:

«Una sola cosa en común tienen todos los premios Nobel latinoamericanos: fueron o quisieron ser escritores de vanguardia y fueron o terminaron por ser hombres políticos. Es, por lo demás, lo que suele reprochárseles: a Neruda su comunismo, a Paz su lucidez, a Vargas Llosa su liberalismo. Es lo que les impide ser figuras de consenso en sus propios países. Si todos esos genios se hubiesen dedicado solo a escribir –dicen los amantes de la literatura pura, de la pura literatura–, si no hubiesen cantado a Stalingrado, no hubiesen sido candidatos a presidente, si no hubiesen pasado su tiempo alimentando polémicas y fatigando cuerpos diplomáticos, si les hubiese gustado menos el poder y más los libros otro gallo nos cantaría a todos sus seguidores (…) El boom solo se puede comparar a la llamada edad de oro de la novela rusa. Vargas Llosa, Donoso, Edwards y García Márquez solo tienen parangón con Gógol, Tolstói, Turguénev y Dostoievski, una generación o dos de escritores y de libros que de un momento a otro pusieron en primer plano de la historia una literatura, la rusa, hasta entonces completamente marginal. La censura a los libros de ensayo (que se disfrazaron de novelas) y la crítica básicamente política de Belinski marcó ese brusco florecimiento. En Rusia, como sucedería entre nosotros, la conspiración política fue una forma de arte, y la literatura una forma de conspiración política. (…) ¿Es de verdad la política el pecado que debemos perdonarles a nuestros premios Nobel o es quizá la marca de fábrica de nuestra literatura? Lo que la hace la heredera más leal de las preocupaciones y los sueños del siglo XIX es que la novela pretendía contar la vida privada de las naciones. En Bélgica la vida interior puede ser apasionante y la política banal. Sucede todo lo contrario en Perú, Venezuela e incluso Chile. En el centro cívico de sus respectivas capitales es difícil no encontrarse con la vitalidad desnuda, temible a veces, apasionante, que en otras latitudes algunos buscan en drogas alucinógenas y en pesadillas intertextuales. (…) La vitalidad de la literatura latinoamericana nace en parte de su relación convulsa con esa otra rama de la ficción que es la política. Vitalidad es quizás, justamente, lo único que uno podría echar en falta en las nuevas generaciones de escritores latinoamericanos, llenas de talentos seguros y probables. A primera vista, y a riesgo de apresurarme, diría que en ella sobran aciertos y faltan errores. La consagración de Mario Vargas Llosa, con sus logros y sus extravíos, sus obras de teatro, sus candidaturas, sus novelas y sus reportajes, vuelve a probar que no hay otro destino para quien escribe en este continente y en este idioma que asumir todos los riesgos hasta el final. Vargas Llosa confirma así que toda la gracia –y mucha de la desgracia– de nuestra literatura consiste en que escribir aquí es todavía una aventura».

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Opinión

Ministro Morgan Quero fracasa frente a la deserción escolar

Politólogo con estudios en Francia tiene una mediocre gestión en el Ministerio de Educación. Cifras demuestran que solo 180 000 peruanos han retomado sus estudios, frente a casi 9 millones que aún carecen de una educación básica concluida.

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En el marco del vigésimo aniversario de la Educación Básica Alternativa (EBA), el Ministerio de Educación (MINEDU) ha difundido con entusiasmo una nota de prensa destacando que “más de 180 000 personas retoman sus estudios gracias a la Educación Básica Alternativa”. Lo que evidencia el reconocimiento del fracaso y el desinterés que le han puesto a la gestión de Morgan Quero a la política educativa de deserción escolar, que debería ser protagonista para la lucha contra la pobreza y la precariedad del empleo.

Sin embargo, más allá de la cifra que pretende ser alentadora, urge analizar con objetividad y crudeza el verdadero alcance de la modalidad Educación Básica Alternativa y el papel que el Estado ha desempeñado —o dejado de desempeñar— en la reducción de la brecha educativa en el Perú. ¿Se dan cuenta de la magnitud de este fracaso? Solo 1 de cada 55 ciudadanos en situación de deserción escolar ha logrado reincorporarse al sistema.

Peor aún, el discurso institucional peca de triunfalismo: se habla de “oportunidades”, de “certificaciones” y de “beneficio económico para las familias”, pero nada se dice sobre la alarmante tasa de deserción dentro del mismo sistema EBA, CEBAs públicos con aulas vacías, son el reflejo de la ausencia de una política sostenida de seguimiento y acompañamiento a quienes retornan.

¿Acaso el Ministerio de Educación busca deliberadamente el fracaso de los CEBA para justificar su futuro cierre? ¿Están preparando el terreno para culpar a los CEBA por una política pública deficiente que nunca tuvo el apoyo real del Estado?

El Ministerio de Educación prefiere ignorar una realidad, mientras celebra «logros» que son apenas gotas en un océano de negligencia, lo cierto es que los CEBA siguen operando con recursos escasos, infraestructura limitada, escasa difusión pública y una planificación curricular descontextualizada, la actual es similar a la de Educación Básica Regular y nada tiene que ver con las necesidades de la modalidad. ¿Cómo puede una política educativa ser efectiva si quienes deberían beneficiarse de ella ni siquiera conocen su existencia?

La realidad es aún más escandalosa cuando profundizamos en los números. Si consideramos que existen 1,400 CEBAs públicos y solo 18,000 estudiantes regresaron a las aulas durante el 2025, estamos hablando de un promedio de 12 estudiantes por CEBA al año. ¡Doce!

¿Dónde está la inversión real? ¿Dónde están las campañas masivas de información? ¿Dónde está el presupuesto digno para la modalidad EBA, y para docentes que trabajan en condiciones precarias? Si una persona se desangra y le ponemos una curita, ¿merecemos felicitaciones? Eso es exactamente lo que hace el Ministerio con su nota de prensa triunfalista. El paciente — la Educación Básica Alternativa— necesita cirugía de emergencia, no banditas ni publicidad engañosa.

La deuda educativa de este gobierno, se refleja en vidas truncadas, en talentos desperdiciados, en generaciones condenadas a la precariedad laboral. Es preocupante que, a 20 años de su creación, la EBA siga siendo tratada como una solución paralela y no como parte integral del sistema educativo. El Ministerio de Educación no puede seguir presentando como éxito lo que en realidad es el reflejo de un Estado ausente, incapaz de atender con justicia a quienes fueron históricamente excluidos de la educación básica regular.

Las cifras no mienten: el 98% de las personas que abandonaron a la Educación Regular aún permanecen fuera del sistema educativo. No basta con abrir aulas o firmar convenios; se necesita una política nacional intersectorial de gran escala, sostenida, con inversión, seguimiento y enfoque territorial. Conmemorar 20 años del servicio sin una autocrítica profunda, sin un plan de emergencia nacional, y sin escuchar a los propios estudiantes y docentes que luchan día a día en condiciones adversas, es no solo una omisión, sino una burla.

Necesitamos un plan de emergencia nacional para la Educación Básica Alternativa, un presupuesto real, docentes capacitados, ¿Cuántas capacitaciones promovió el Minedu para los docentes de Educación Básica Alternativa en el año 2024 y 2025? Ninguna.

Los CEBA necesitan dejar de estar albergados en IE del nivel secundaria. Es urgente una infraestructura exclusiva para los 1400 CEBA públicos, y un currículo que responda a las necesidades reales de la EBA. Porque si no actuamos ahora, dentro de otros veinte años estaremos lamentando las mismas cifras, celebrando los mismos fracasos, mientras millones de peruanos siguen esperando que algún día su derecho a la educación sea más que un artículo olvidado en una constitución que nadie cumple.

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Opinión

La caída de los traidores: Justicia histórica para Ollanta Humala y Nadine Heredia 

Hoy es un día que quedará grabado en la memoria del Perú. La justicia, esa que tantas veces nos ha fallado, esa que ha sido burlada por los poderosos, hoy ha hablado con firmeza. Quince años de prisión efectiva para Ollanta Humala y Nadine Heredia no son solo una sentencia; son un mensaje claro: las traiciones, la corrupción y el abuso de poder tienen consecuencias.

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Por: Jorge Paredes Terry

Ollanta Humala llegó al poder vendiéndose como el adalid del nacionalismo, como el defensor de los más pobres, como el hombre que iba a cambiar el Perú. Pero su gobierno no fue más que una farsa. Traicionó sus ideales, traicionó los preceptos del nacionalismo que decía defender y, sobre todo, traicionó al pueblo peruano.  Junto a Nadine Heredia, convirtieron la política en un negocio sucio, en un mecanismo para enriquecerse a costa de los sueños de millones. 

El dinero de Odebrecht manchó sus manos, pero también manchó su alma. No contentos con haber defraudado al Estado, intentaron burlar a la justicia, creyendo que su impunidad sería eterna. Pero hoy, la verdad ha triunfado. Hoy, los fiscales valientes, aquellos que no se doblegaron ante el poder, aquellos que investigaron sin miedo, han logrado lo que muchos creían imposible: que los corruptos paguen**. 

Este fallo es histórico. No solo por la condena en sí, sino por lo que representa: el Perú ya no aguanta más la corrupción.  Ya no somos un país donde los poderosos roban y salen impunes. Esto es un triunfo de todos los peruanos honestos, de aquellos que denunciamos cuando nadie más lo hacía, de aquellos que no nos callamos ante la injusticia. 

Hoy el Perú celebra porque hay esperanza. Porque, a pesar de todo, la justicia peruana ha dado un paso firme hacia la recuperación de nuestra dignidad.

Los que luchamos desde el principio, los que no nos vendimos, los que creímos en un país mejor, hoy podemos decir con orgullo: No fue en vano! La justicia tarda, pero llega. Y hoy, por fin, ha llegado.

El largo proceso judicial contra Ollanta Humala y Nadine Heredia: Crónica de una condena histórica.

Los orígenes del caso: Dinero de Odebrecht y campañas sucias

Todo comenzó a destaparse con los escándalos de Lava Jato y las confesiones de ejecutivos de Odebrecht, que revelaron una red de sobornos a políticos latinoamericanos. En el Perú, se descubrió que la constructora brasileña había entregado millones de dólares en coimas para ganar contratos públicos. 

En el caso de Humala y Heredia, las investigaciones se centraron en los US$ 3 millones que Odebrecht habría entregado para financiar sus campañas electorales de 2006 y 2011. Estos fondos nunca fueron declarados, violando las leyes de transparencia y financiamiento político. 

El Ministerio Público, liderado por fiscales como Germán Juárez Atoche y Rafael Vela, recopiló pruebas contundentes: 

– Testimonios clave: Excolaboradores de Odebrecht, como Jorge Barata, confirmaron los pagos ilegales. 

– Documentos financieros: Se rastrearon transferencias y cuentas opacas vinculadas a Humala y Heredia. 

– Declaraciones de arrepentidos: Exmiembros del Partido Nacionalista admitieron el manejo irregular de fondos. 

A pesar de las defensas dilatorias y los intentos de Humala y Heredia por desacreditar a los fiscales, la investigación avanzó.

El proceso judicial, que comenzó formalmente en 2017, estuvo lleno de obstáculos: 

– Intento de sobreseimiento: La defensa argumentó falta de pruebas, pero el Poder Judicial rechazó sus pedidos. 

– Cambios de estrategia: Humala y Heredia pasaron de negar todo a alegar que los fondos eran «donaciones privadas». 

– Presión mediática: Hubo acusaciones de persecución política, pero los jueces mantuvieron su independencia. 

Finalmente, el Tercer Juzgado Penal Colegiado condenó a 15 años de prisión al expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia por lavado de activos, en el caso de los aportes ilícitos al Partido Nacionalista Peruano. Ambos estarán recluidos en penales hasta el 28 de julio de 2039.

Esta sentencia es histórica porque: 

Demuestra que ningún poder es intocable (ni siquiera un expresidente) Refuerza el trabajo de fiscales y jueces independientes, sienta un precedente para otros casos de corrupción.

Aunque Humala y Heredia apelarán, el Perú ha dado un paso gigante en su lucha por la justicia. Hoy, más que nunca, queda claro: el que roba y traiciona, tarde o temprano, cae. 

¡Viva la justicia! ¡Viva el Perú!

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Opinión

Catedral Vargas Llosa

Lee la columna de Julio Barco

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A veces me pregunto qué épocas fueron positivas para los escritores. Pensemos en el Siglo de Pericles o el Renacimiento, donde el apoyo de los mecenas pudo conseguir un buen afianzamiento artístico, y facilitar el desarrollo del arte.

Sin tiempo para realizar el arte, no hay arte. Y la sociedad actual no da tiempo para el proceso artístico. En ese sentido, se observa que la vida de un escritor es una lucha contra la adversidad. Y eso es lo que pienso hoy sobre Vargas Llosa: cómo luchó contra todo lo que impedía que su obra se realizara. Si bien Mario tuvo un talento extraordinario, también la suerte lo ubicó en el camino. Si suerte y talento van de la mano, el resultado es genial.
No todos los escritores peruanos tuvieron la suerte del Nobel. Ahí donde un escritor vive de sus obras, hay otros miles que malviven y que aguardan en las sombras. Sin ir muy lejos: ahora mismo hay un escritor peruano llamado Guillermo Gutiérrez que después de ocho días sigue en la Morgue a la espera de saber si será enterrado o arrojado a una fosa, ¿qué pasa con el Ministerio que no realiza una gestión al respecto? Y ningún canal de televisión sacará la nota, ni reproducirá el caso. Así son los matices de la realidad. Y esto no implica mezclar lo público con lo artístico: lo que interesa es el arte, la obra artística.

El Nobel fue neoliberal acérrimo, el Tío Factos un anti sistema. Y lo que interesa, al final de cuentas, es su trabajo artístico. Porque uno puede ser comprometido con cualquier causa, pero carece de talento. Este Perú tiene tantos contrastes. Y esta noche, en la muerte de Vargas Llosa, los siento, huelo, palpo, sintetizo. ¡Cuántos talentos se perdieron en esta realidad hostil! El Perú se devora así mismo. Y eso es lo que me fascina de la vida de Vargas Llosa: el triunfar como escritor en un mundo donde pocos lo consiguen. Entre sus obsesiones de juveniles —la obra de Sartre, las novelas de literatura erótica francesa, la prosa de los surrealistas, los poemas de Germán Belli, las obras de Borges— el acercamiento a Rubén Darío fue significativo.
Tanto Darío (padre del Modernismo) como Mario (fundamental en el Boom) fueron lectores de Víctor Hugo (iniciador del romanticismo francés). Mario le dedicó su tesis universitaria, un trabajo apadrinado por Porras Barrenechea. Y si uno lee esa tesis con pausa se dará cuenta de los vínculos entre ambos creadores: búsqueda de un mestizaje creativo, forma sobre fondo, reinvención de la tradición, escritura desde la lectura constante y creativa.

He ahí el eco de las figuras que representaron cada uno en su época. Víctor Hugo tuvo una despedida multitudinaria, igual Darío, pero Mario afirma que desea algo privado. Los tres son escritores que pueden iluminar tres siglos de literatura, y destacan por sus aportes literarios como por la vastedad de su literatura. A ese dúo podemos agregarle un mar de influencias y lecturas que se sintetizaron en La verdad de las mentiras y sus ensayos literarios Historia de un deicidio, La utopía arcaica, La orgía perpetua, etc.

Pienso en los escritores que no tienen ni tumba donde apretujar sus huesos, pienso en el Perú sin Ministerio de Cultura, pienso en el Perú lleno de sicarios, pienso en la escritura como una liberación al caos social y la realidad que vivimos, pienso en la literatura en medio del infierno. Pienso en lo mucho que me fui alejando de su obra, en cómo mi vida cambió al leer algunas de sus tantas obras, y después me alejé. Pienso que el último libro que leí de Vargas Llosa me enojo. Me enojó porque dejaba mal parado a los poetas. Pienso en lo fácil que resulta atacar al Vargas Llosa anciano recibiendo una medalla de Dina y pienso en también lo difícil que resulta separar al autor de la obra y valorar solo las obras y dejar al autor de lado. Pienso en Borges anciano. Pienso en Vargas Llosa anciano. Pienso en la curiosa coincidencia de que Vargas Llosa haya muerto el mismo día en que nació Jorge Eduardo Eielson.

Pienso en este Perú dividido entre fujimoristas y el resto. Y si no piensas igual, no perteneces ni eres válido. Pienso en muchos escritores con mucho talento que ninguneaban a Vargas Llosa por ser de derecha, o por escribir “baja literatura”, o por envidia. Pienso que si perdemos la palabra (es decir, la literatura) estamos jodidos. Pienso, ¿en qué momento se jodió el Perú?
¿Y qué importa eso?

Lo que importa es qué hacer al respecto. Y cómo seguir. Eso.

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Opinión

Vargas Llosa y Piura una simbiosis de vida

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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La partida física al eon eterno, del peruano universal y Laureado Nobel de Literatura JORGE MARIO PEDRO VARGAS LLOSA, deja un vacío difícil de llenar en la novela peruana y latinoamericana.

Él mismo, con ocasión de su investidura de Doctor Honoris Causa, en la Universidad Nacional de Piura, reconocía la influencia de Jean Paul Sartre (filósofo, dramaturgo y escritor francés, autor de El ser y la nada, que en 1964 rechazó el Premio Nobel concedido por la Academia Sueca); como su gran maestro e inspirador por su pasión sobre la novela.

Asimismo, en su clase doctoral hace 23 años atrás, explicó el cordón umbilical que lo unía a Piura, a pesar que solo vivió 18 meses, en distintas etapas de su vida adolescente y juvenil. Fue precisamente en Piura la inspiración señera para sus primeras contribuciones literarias como Los Jefes, Los Cachorros y la Casa Verde, que hicieron entrar a Piura, en la historia de la literatura universal.

Piura y el Nobel mantuvieron una relación simbiótica, que el Laureado en su discurso de investidura, lo explicó así: “las personas con las ciudades son tan misteriosas, como las que tienen con otras personas. Hay ciudades que nos caen simpáticas y hay ciudades que nos son antipáticas. Hay ciudades que pasan en nuestra vida sin dejar casi una huella en la memoria y hay otras en cambio que se graban profundamente y se quedan para siempre allí, ciudades cuyos recuerdos luego se incorporan y pasan a formar parte como un ingrediente esencial en nuestras vidas”.

Así eran las ciudades de Piura para el Nobel, a quién acompañé en su periplo por Paita, Sullana, Chulucanas, Morropón; quedando gratamente encantado con la gastronomía, cerámica y el escenario paisajístico de sus valles, a decir de él no gestionados por sus autoridades para locaciones de películas.

Gracias MAESTRO MARIO VARGAS LLOSA, por tu obra literaria fecunda llena del misticismo de las ciudades piurana en la que alternas te y que te encumbraron a la eternidad.

Ahora sólo queda que las generaciones jóvenes conozcan y les enseñen tu obra, tal como desde la Universidad Nacional de Piura creamos la cátedra MARIO VARGAS LLOSA, para que tu pensamiento literario y político, inspirado en la libertad pregonada por tu mentor Sartre, quede en la memoria hasta la última generación de peruanos.

DESCANSA EN LA PAZ ETERNA LAUREADO NOBEL.

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Un Nobel en Iquitos

Lee la columna de Percy Vílchez Vela

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Por: Percy Vílchez Vela

En el viaje a París encontré en cierta calle algo sumamente maravilloso. Era el poema “El barco ebrio” de Arthur Rimbaud. El mismo ocupaba toda una cuadra con dibujos y es una de las mejores cosas que queda de esa Europa ahora amenazada por una nueva guerra. Y uno se pregunta por qué en las paredes, los murales, los cercos de calamina o madera de Iquitos, o de cualquier urbe amazónica, no se escriben algunos poemas de los vates amazónicos. O de la presencia de algún autor de prestigio bien ganado, como Ventura García Calderón, Víctor Morey Peña, Ciro Alegría Bazán, y Ernesto Cardenal Martínez, entre otros.

En nuestra ciudad, donde hasta ahora predominan los avisos comerciales, los anuncios de parrandas, las celebraciones de bodas y casorios vanos, acaba de aparecer un circuito que de todas maneras enriquece la visión de Iquitos. Es la ruta que siguió el futuro Nobel en la ciudad, mientras escribía la urticante y corrosiva sátira contra los militares que ayer nomás quemaron algunos libros de “La ciudad y los perros” y hoy alaban al famoso escritor que fue cadete en el Leoncio Prado.

Es indigno que en la fronda peruana no se lea en las aulas cualquiera de las obras selváticas del referido novelista. “El Hablador”, por ejemplo, que es un homenaje a los hombres y mujeres que hacen de la palabra oral una opción de vida. Es por ello, que “Los caminos de Mario Vargas Llosa en Iquitos y la Amazonia”, es un acierto indudable del ciudadano Jorge Linares Peña.

Para nosotros, el autor de tantos libros valiosos es un maestro indiscutible de la literatura continental. Es el peruano que más brilló y brilla en el ámbito internacional de las letras. Es a la vez, un ejemplo que pocos podrían seguir ahora, en un mundo asediado por negociantes de la cultura, escribas de escaso talento, impresentables abimaelistas y otros bandoleros de la escribanía. ¿Quién ahora mismo puede levantarse a escribir, lejos de oficios ridículos, profesiones vanas?

La ciudad de Iquitos, la urbe más novelesca del mundo, según el escritor francés Jean Echenoz, no puede ser vista ahora como sentina de borracheras u orgias carnales, lugar de tiktokers sin contenido, sino como un lugar donde se pueden enriquecer los conocimientos con esta ruta turística cultural.

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Gobierno de Dina Boluarte mató el legado de Vargas Llosa y su búsqueda por la verdad y la reconciliación

El actual gobierno que mató a media centena de personas nos quiere sin memoria, sin reconciliarnos con las verdades.

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El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ha registrado su nombre en el libro de la inmortalidad, documento que solo los Titanes tienen reservado un lugar. El Premio Nobel de Literatura ha destacado no solo por su brillante carrera literaria, sino también por su activa participación en la vida política y cultural de nuestro país.

Hoy 14 de abril, en el día declarado duelo nacional por la muerte del más laureado escritor peruano, recuerdo como este gobierno, el más inculto y desmemoriado, de un solo trazo, cual niño que ensaya sus primeras grafías que luego desecha, ha descartado toda actividad en el Museo de la Memoria en Perú, un proyecto que busca preservar el recuerdo del terrorismo en el Perú, ese que enlutó al país entre 1980 y 2000.

Lugar que nos recuerda, el episodio más sangriento del Perú, el terrorismo, ese que enfrentó al Estado con grupos subversivos, principalmente Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Este enfrentamiento dejó un saldo trágico de aproximadamente 70,000 víctimas, en su mayoría campesinos quechuahablantes de las zonas más pobres del país. Además de miles de hijos de la patria, militares y policías que enlutaron al país en más de una oportunidad acaparando portadas numerosas.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), establecida en 2001 tras la caída del régimen autoritario de Alberto Fujimori, documentó las violaciones a los derechos humanos cometidas por ambas partes del conflicto. Su informe final, publicado en 2003, recomendaba la creación de espacios para la memoria y la reflexión como parte del proceso de reconciliación nacional. El 28 de agosto de 2025 se cumplirán 22 años de la entrega del Informe.

En 2009, Alemania ofreció dos millones de euros para construir un museo sobre el conflicto armado interno. El entonces presidente Alan García rechazó inicialmente la donación, alegando que “el Perú tiene otras prioridades”, lo que generó duras críticas, incluida la de Mario Vargas Llosa: «Por razones obvias, Alemania es sensible a estos temas y no es extraño que un país que ha hecho un admirable esfuerzo para enfrentarse a un pasado atroz con sentido autocrítico y ha conseguido superarlo y es por eso, ahora, una sociedad sólidamente democrática, haya querido apoyar la iniciativa de la Comisión de la Verdad»

Ante la presión pública y el desconcierto expresado incluso por el gobierno alemán, García reconsideró su postura. Finalmente, designó a Vargas Llosa como presidente de la comisión encargada de implementar el Museo de la Memoria, con la misión de asegurar una representación objetiva y amplia de la violencia vivida en el país durante las décadas finales del siglo XX.Lo que resultó sorprendente para muchos fue la firmeza con la que Vargas Llosa defendió la necesidad del museo. El escritor argumentó que, independientemente de las ideologías políticas, era fundamental para Perú enfrentar su pasado como paso previo hacia la reconciliación.

Bajo el liderazgo de Vargas Llosa, la comisión trabajó en la conceptualización del museo, que eventualmente sería denominado «Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social» (LUM). El proyecto arquitectónico, a cargo del arquitecto Sandra Barclay, se ubicó en un terreno de 7,500 metros cuadrados en el distrito limeño de Miraflores, con vista al océano Pacífico.

En una declaración para El Comercio de Ecuador, en diciembre del 2009, el autor de “La Fiesta del Chivo”, sostuvo en relación a la museo de la memoria: “Es un museo sobre la violencia, sobre lo que significa la destrucción de la legalidad, la creencia de que el fin justifica los medios y de que destruyendo y secuestrando se ganan conquistas sociales”.

Su defensa del museo demostraba una comprensión más matizada del terrorismo en el Perú, Sin embargo, el camino no estuvo exento de dificultades. El 13 de septiembre del 2010, Vargas Llosa renunció a la comisión luego de la publicación de la promulgación del Decreto Legislativo 1097 que permitía el archivamiento de procesos por graves violaciones a los derechos humanos. El 21 de marzo del 2011 el Tribunal Constitucional declararía en parte la inconstitucionalidad del Decreto.

Días después de su renuncia, el 7 de octubre de 2010 el autor de “Conversación en La Catedral”, recibió la llamada más importante de su carrera, Peter Englund, el secretario general de la Academia Sueca, le informó que había sido galardonado con el Nobel de Literatura. En un acto de reconciliación con la historia, la humanidad entera escucharía el discurso titulado; “Elogio de la literatura y la ficción” en el que con enérgica voz sostuvo: “Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral’ a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura”.

A pesar de los obstáculos, el LUM fue inaugurado en diciembre de 2015, durante el gobierno de Ollanta Humala, como un espacio para la memoria, el debate y la reflexión sobre el conflicto armado. Su exposición permanente ofrece una visión equilibrada, reconociendo los crímenes de Sendero Luminoso y el MRTA, así como los excesos de las fuerzas del orden.

Desde su apertura, el museo ha enfrentado cuestionamientos. En el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, se retiró una fotografía de Alberto Fujimori por considerarse parcial. En la campaña presidencial de 2021, el LUM volvió a ser objeto de controversia: sectores de derecha lo acusaron de enfatizar los crímenes estatales, mientras que la izquierda defendió su valor como espacio para recordar las violaciones a los derechos humanos.

La memoria de mi padre, SOT2 PNP (F) Leonardo Serrano Vílchez, está preservada en el Lugar de la Memoria a través de una placa conmemorativa que recuerda cómo, el 4 de febrero de 1993, diecisiete efectivos policiales —incluido el Mayor Roberto Morales— entregaron su vida combatiendo a los terroristas de Sendero Luminoso.

Hoy, lunes 14 de abril de 2025, el gobierno peruano ha declarado duelo nacional por la muerte de nuestro escritor más laureado. En un país como el Perú, donde las heridas del conflicto armado aún no han cerrado y las tensiones políticas persisten, espacios como el LUM resultan fundamentales para la reflexión colectiva.

El exdirector del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM), el historiador y exrector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Manuel Burga Díaz, sostuvo tras su inexplicable destitución en una entrevista para Ojo Público: “En los lugares de la memoria no es que se cuente la historia, sino que se presentan las memorias”. Y advirtió con claridad: “Los políticos piensan convertir al LUM en un lugar de creación de discursos. Eso sería un atentado contra las familias de los afectados”.

Señora presidenta Dina Boluarte, con indignación expresé en febrero de este año cómo su gobierno le dio la espalda a miles de familias al mantener inerte el Lugar de la Memoria (LUM). Mientras usted continúa repartiendo medallas en pomposas ceremonias a los “Defensores de la democracia”, miles de peruanos siguen esperando que la memoria de sus héroes no se desvanezca entre los pasillos del museo. La cancelación de actividades programadas y la falta de comunicación oficial han generado una justificada percepción de censura y desarticulación en el LUM. Estas decisiones no solo debilitan el rol del museo como espacio de reflexión, sino que también profundizan la herida de quienes aún esperan verdad, justicia y reparación.

Debe saber que el LUM constituye hoy un símbolo de la compleja relación de la sociedad peruana con su pasado reciente. El legado de Mario Vargas Llosa en este proyecto trasciende las divisiones políticas tradicionales y nos recuerda que la cultura de la memoria es un elemento esencial en toda democracia que aspire a la madurez y la estabilidad.

En un mundo donde los autoritarismos de diverso signo ideológico suelen promover narrativas históricas selectivas o directamente falsificadas, bajo la pos verdad es necesaria la defensa de espacios como el Museo de la Memoria representa una apuesta decidida por la verdad, por incómoda que esta resulte. Y en ello, la voz de uno de los más grandes escritores latinoamericanos continúa resonando con particular claridad y vigencia. Descasa en paz Dr. Mario Vargas Llosa.

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