Año 2021. En pleno apogeo de la admiración casi obsesiva a la imagen del fiscal José Domingo Pérez como la encarnación de la lucha contra la corrupción me tomé el atrevimiento de cuestionar su papel como un competente fiscal que tomaba los casos mediáticos y sensibles (como el proceso contra Keiko Fujimori y los sobornos de la constructora Odebrecht a los diferentes presidentes) y que desde luego requerían inteligencia y cautela de sabueso y los más altos estándares de objetividad al ser la Fiscalía, guardián de la legalidad y que ellos mismos (Vela y Pérez) lo recalcaban en sus distintos despachos ante programas de televisión.
Pérez aclaraba que cumplían una labor técnica lejos de cualquier intento de politización de su trabajo, distante de tendenciosos usos o vendettas a favor de un sector político. Desde una coalición de medios, el IDL, Vizcarra, los analistas y abogados caviares tejieron todo un andamiaje para celebrar que este par de arlequines iban a ser la prolongación de sus venganzas para atornillarse en el sistema de justicia. Nunca pensaron en cómo enfrentar a unos sujetos a escala corporativa capaces no solo de sobornar a políticos sino de tejer un sofisticado sistema de pagos y una mafia lista para enfrentar las circunstancias de su crimen y las salidas legales (económicas y administrativas) que desde luego debían organizar cuando les tocara la justicia de los respectivos países donde ganaron licitaciones. Cuando vieron que tenían al frente a ese par de fiscales figuretis dijeron ¡Bingo!
Jóvenes abogados, intrépidos hombres y mujeres de la ley premunidos de su jerga abogadil (y evidentemente antinfujimoristas y progresistas) me salieron al fresco refutando mis afirmaciones por considerarlas inconsistentes y rozar con mi chusca pluma el tan inmaculado nombre que debía estar a lado de Santa Rosa de Lima. El tiempo ha puesto las cosas en su sitio. Pérez lo tuvo todo: prensa, aliados legales, encuestas favorables, hasta se le perdonaban excesos contra sus superiores o cualquier magistrado al cual podía acusar de coludirse con la mafia o tratar de boicotear su trabajo por el simple hecho de exponer una crítica.
Hago memoria y recuerdo claramente las horas de audiencia en el caso Keiko transmitidas por Justicia TV y en cadena nacional por todos los canales de televisión abierta. Para Jaime Chincha, Mávila Huertas, Nicolás Lucar, Glatzer Tuesta, Gorriti entre otros los peruanos teníamos el deber moral de cuidar a nuestros fiscales que se enfrentaban a la mafia. ¿Era un deber moral aplaudir los abusos de estos fiscales en aras de una lucha anticorrupción? Todos se enamoraron de esta dupla. A nadie pareció sorprenderles las prisiones preventivas, persecuciones, amenazas, los juegos en pared informativo entre IDL-Reporteros y el Equipo Lava Jato contaminando los procesos.
La Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de San Agustín organizó el 15 de julio del 2019 un Foro Anticorrupción “Caso Lava Jato”. Participaron José Domingo Pérez, Rafael Vela, Richard Concepción Carhuancho, los periodistas Graciela Villasis y Gustavo Gorriti ¿No debía preservarse una imagen de independencia del sistema de justicia en un momento donde más se requería autonomía y objetividad de los casos? Pasión y venganza política. Peligroso coctel, pero solo debíamos aplaudir. Y la muchachada estudiantil se creyó ese delicioso cuento.
El youtuber Carlos Orozco le dedicó hace cuatro años “¿Cómo argumenta José Domingo Pérez?” (https://www.youtube.com/watch?v=rBGjqwr2xIA) donde despliega su admiración por luchar contra la mafia y entonces “va más allá” y resume: Capacidad de organización para seguir el hilo de los puntos.
Orozco premunido de una zalamería romántica, una efusiva admiración de fanático sostiene que “[…]este es el estilo Domingo Pérez no verbal coge la prueba lee el testimonio o lo que los documentos oficiales hayan recabado y cuando lo hace mira al juez Richard Concepción Carhuancho cuando termina, es decir, para el remate mira directamente a los defensores, la impresión que es fuerte un tipo con alta preparación bagaje y habilidad retórica que se sabe seguro de sus posiciones y ojo porque la retórica no es un detalle menor estamos hablando de las reglas que esto implica”.
¿Domingo Pérez era ese fiscal moderno encarnando los más altos valores del derecho peruano? ¿Estábamos ante un reformista salvador del Ministerio Público? ¿era un teórico de la justicia o de la filosofía del derecho? ¿era verdaderamente un Demóstenes capaz de sorprender a cualquier auditorio?
El periodista Umberto Jara consultado sobre el fiscal Pérez ante su evaluación como candidato a juez a comienzos del 2023 declaró:
“Los periodistas que encumbraron a Pérez jamás se tomaron el afán de ver su hoja de vida o, peor, si la vieron decidieron ocultar sus incapacidades. Nunca tuvo capacidades para asumir un caso de la dimensión de Odebrecht. Por eso, ahora que fue a rendir examen para ser juez terminó desaprobado. Era fácil darse cuenta de su escaso nivel: bastaba escucharlo hablar con las muletillas que usa, bastaba notar que nunca tuvo una exposición brillante en las tantas horas de televisión que le dieron. Era notorio, menos para la maquinaria mediática que lo inventó. La farsa entonces alcanza a José Domingo Pérez y a quienes lo inventaron” (Diario Expreso, 06 Jun 2023).
Una exposición donde se evidencian las limitaciones de Pérez es la audiencia para revocar la prisión domiciliara de Pedro Pablo Kuczynski. (Fuente: LP. Pasión por el derecho. Audiencia de prisión preventiva [Caso PPK]: https://www.youtube.com/watch?v=vsxEYdO02qs) donde César Nakazaki de manera brillante disgrega las imputaciones de Pérez y destruye sus cimientos acusatorios desde una sólida teoría y conocimientos procedimentales. Pérez no racionaliza ni ejercita la lógica en amparo de revelar lo complejo de un proceso, es un ingenuo repetidor de datos, citas de códigos y referencias procesales las cuales redimensiona con un ejercicio de grandilocuencia. Tampoco es un estudioso o portador de una disciplina de penalista laborioso. Pérez, desesperado se limitaba a gritar ante la oralidad apasionada con poder argumentativo de Nakazaki. Libros, cerebro y ley.
Año 2024 y no tenemos ningún avance sobre los procesos, Jorge Barata salió ganando con sus propiedades, la movilidad de su fortuna y la constructora vendió la represa Chaglla y pagó S/610 millones de soles como reparación civil y en cómodas cuotas de 20 años. Nos dejaron sin nada y además nos denunciaron ante el CIADI por US$1.200 millones y tampoco tenemos sentenciados. Lo más sorprendente fue la firma de un Acuerdo de Colaboración Eficaz que nadie sabe su contenido como si fuera el secreto mayor de un país que solo reclamaba justicia y transparencia.
Los funcionarios de la constructora ahora se desdicen o cambian sus versiones al gusto de sus intereses que obviamente fueron defendidos por el equipo de fiscales. Recuérdese esa frasecita repetida como mantra por los periodistas (o ese coro de abogados que defendían el papel de los fiscales como Omar Cairo y Luciano López) afines a Vela Barba de que Barata y sus cómplices no podían mentir en amparo del acuerdo y por la férrea voluntad de unos fiscales a los cuales habían tratado como marionetas. No solo mintieron, sino que ahora se ríen en nuestra cara pelada.
Pérez se creyó su papel de superhéroe por encima del bien y del mal. Fue tan cobarde que cuestionó el voto del magistrado del TC Carlos Ramos Núñez del 2019 cuando el colegiado ordenó la liberación de Keiko Fujimori expresando desde su pedantería: “Esta decisión del TC, como bien lo ha señalado el fiscal superior Rafael Vela Barba, es incongruente, contradictoria y sospechosamente tiene tintes políticos. Por lo tanto, podría ser fácilmente declarada nula si lo solicitan quienes se encuentran legitimados, y es inejecutable”. Jaime de Althaus opinó en el 2020 de las capacidades de negociación de estos fiscales “Si mandan a Vela y Domingo Pérez a negociar con Chile por Arica, vuelven sin Tacna…” Pérez nuevamente amenazó: “¿Cuál es el mensaje que nos está dando Jaime De Althaus con esos ataques a nuestro trabajo? Que no es una persona imparcial”. Nadie podía cuestionarlo.
Ante las declaraciones de Jaime Villanueva sobre la injerencia de Gorriti en su despacho niega tal confabulación y culpa por negligente al fiscal Reinaldo Abia por no preguntar correctamente acerca de que si cuando Villanueva afirmaban que Gorriti dirigía la investigación del Caso Cocteles no quería decir que lo hacía desde la oficina de Pérez. Luego remata: “¿Cuál es la relevancia penal que el señor Gorriti investigue la corrupción? ¿Cuál es la relevancia de que el periodista pueda comunicarse con los fiscales?«, (Entrevista con Jaime Chincha, Canal N,13/02/2024). Pérez se cree inteligente, se eleva en la sombra de sus naderías, se alucina un delicado sofista que maneja la sorna cruel y que todos los demás somos unos ignorantes que no sabemos distinguir un texto declarativo de un colaborador y culpa como siempre a la mafia, a la cual cobardemente no se atreve a señalarla con claridad sino echarlos colgándose de declaraciones de otros que le hacen la comparsa como José Ugaz o Jorge Salas Arenas o desde sus aliados de poder como Gorriti y el IDL.
Sus lamentos de héroe caído, sus fantasmas, sus delirios de persecución y fracaso en el Equipo Especial Lava Jato no son más que la consecuencia triste de sus limitaciones. Pero lo endiosaron y le prendieron velitas cuando era un ser humano apocado, un fanfarrón abusivo. Cuando naufraguen los casos que llevará a juicio oral con todo a su favor saldrá a llorar y culpar a sus fantasmas.