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Opinión

De Aristóteles a Pedro Castillo

Lee la columna de Carlos Alfonso Villanueva.

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El filósofo Aristóteles (384 a.C-322 a.C.) es autor de un libro que reúne reflexiones, ensayos y lecciones sobre la política realizados a lo largo de su vida, de ahí que lleve por título: Política, considerado desde antiguo un tratado clásico de la teoría del Estado. En particular, volver a él, y más específicamente examinar el Libro V, Sobre la inestabilidad de los regímenes políticos resulta enteramente pertinente en esta difícil hora, toda vez que la postura reflexiva y los sólidos conceptos del filósofo, proyectados en el tiempo y el espacio, pueden ayudar a comprender la parte sustantiva en que radica el problema político peruano; y, por consiguiente, contribuir a entender lo que debemos hacer para superarlo con acierto, objetivo más que necesario, vital.

El Estagirita sostiene que no basta un régimen y el Estado cuenten con el mejor cuerpo de leyes para el logro del buen gobierno tanto como salvarlo de las asechanzas; son necesarios otros requisitos que juzga importantes. A estos denomina: Cualidades del hombre de Estado y que es imprescindible poseerlas si lo que el politikon pretende, sobre todo, es ejercer las «magistraturas supremas». ¿A cuáles se refiere en concreto? En primer lugar, que solo se puede ser hombre de Estado quien manifiesta «amor al régimen establecido»; o sea, quien respeta el orden legal. En tal sentido, debe «evitar con el más escrupuloso esmero el atentar contra este ni en poco ni en mucho», porque su encadenamiento solo conduce a la destrucción del sistema político y la anarquía social. Ahora bien, sostener esto no equivale a renunciar al propósito de modificar un determinado corpus normativo en busca de su mejora; sin embargo, es imprescindible hacerlo con versación sobre cada materia para acertar, estar en correspondencia con el contexto social y proceder de forma legal.

En segundo lugar, que esté dotado de capacidad administrativa; y entendamos bien, Aristóteles no se refiere a cualquier nivel de la misma, pues pone énfasis en que debe poseer la «mayor competencia en las tareas de su cargo»; tareas que solo son propias de los mejores, los más capaces. La meritocracia, se infiere, es la consideración para aspirar a participar en la administración de cualquier régimen político. De tal modo, el hombre de Estado no puede ser un inepto; muy por el contrario, requiere, necesariamente, encontrarse y ser reconocido entre los mejores, entendible, porque su ámbito funcional es el de la compleja solución de los problemas de la Rēs pūblica (cosa pública).

En tercer y último lugar —aspecto central en situaciones anómalas como la nuestra—, el hombre de Estado debe poseer y hacer demostración inquebrantable de virtud moral y observancia de la justicia. La justicia es parte integrante de las virtudes (Retórica), y la virtud en conjunto, la capacidad benéfica, cuya función es la vida buena, por lo cual es el bien perfecto (Ética Eudemia).  Aristóteles sostiene que el hombre, en principio, a diferencia de los animales, tiene la capacidad de actuar con moralidad toda vez que está dotado de razón y libertad; posee el hábito de obrar bien, tanto al elegir como actuar, sin necesidad de que lo haga por mandato de la ley, pues actúa en acatamiento de la razón natural, que juzga rectamente distinguiendo en toda circunstancia lo bueno de lo malo. Afirma, por tal razón, que el hombre de Estado debe mostrarse moral en su vida individual y, de manera muy especial, colectiva (pública), al par que su comportamiento en toda circunstancia ha de ser ético. Añade que, si bien la virtud moral se manifiesta en todos los seres, para él, y esto es capital, «el ser que manda debe poseer la virtud moral en toda su perfección», evitando con ello que se anteponga al bien común el particular; dicho de otro modo, que el interés personal prime o desplace al bien común. De ocurrir esto último, se colige, el mandatario quedaría despojado de autoridad, predicamento y la adhesión de los ciudadanos, que ya no lo seguiría porque habría dejado de ser spoudaios (ser valioso, confiable por ser virtuoso y dispuesto a servir). La virtud moral y la política, en conceptos del filósofo griego, no solo están estrechamente unidas, sino que además se condicionan mutuamente.

Para Aristóteles, el hombre de Estado, configurado como «hombre bueno» (u hombre de bien, valioso…), es la más efectiva garantía del objetivo central de la práctica política: la felicidad de los ciudadanos, el bien de la polis, que es traducción política de su pensamiento esencial: el fin supremo de la vida humana es la felicidad, o sea alcanzar la eudemonía. Esta calificación es tan importante para el destino de los pueblos que llega a estampar su famosa frase-concepto: «Un Estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas leyes buenas». Dicho así, claro está, pero sin dejar de insistir y advertir, que «un digno gobernante es bueno y sabio» a la vez. Con ello, el filósofo pone al hombre de Estado, necesariamente datado de valores morales inquebrantables, como clave de la prosperidad social, y donde no de la desgracia de su sociedad.

Compulsorio

A la luz del pensamiento aristotélico, conocida a actuación pública de Pedro Castillo Terrones se ubica en la antípoda —en un punto diametralmente opuesto— de las indispensables cualidades que tiene que reunir un hombre de Estado, un presidente de la República. No es esta la ocasión de ocuparnos de sus múltiples muestras de ineptitud; pero sí de poner necesariamente en cuestión su moral pública, pues tras las investigaciones realizadas por el Ministerio Público, existe contra él el largo número de 191 elementos de convicción, calificados como graves y fundados, y que lo señalan, nada menos, como jefe de una presunta organización criminal, misma que ha dado lugar a la presentación por parte del citado organismo persecutor del delito de una fundamentada denuncia constitucional, ante el Congreso de la República, ya admitida a trámite por la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales.

Pedro Castillo Terrones, desde los presuntos ilícitos cometidos en la casa del pasaje Sarratea al inicio de su gobierno, como por la participación en ellos de su núcleo familiar, parte de cuyos miembros se encuentran prófugos o se suman como implicados, hasta las declaraciones, delaciones y pruebas aportadas por integrantes del entorno político administrativo más cercano a él, o por las empresarias López y Goray Chong, y las contundentes denuncias públicas y pruebas directamente comprometedoras ofrecidas el día de ayer por Fernández Latorre, ex jefe de la DINI, y el señor Butters, se muestra ante los peruanos como un ciudadano indigno de ejercer la presidencia del Perú. La revelación pública de estos hechos conduce a comprender la insólita fuga de implicados; la agresividad de Castillo y su Ejecutivo contra los poderes públicos encargados de investigar el delito e impartir justicia, y también contra miembros de la Policía Nacional; asimismo, sus constantes ataques a la prensa de investigación no adicta y hasta la inaceptable amenaza pública a los ciudadanos mediante la promoción y exhibición de grupos de cariz paramilitar; y, tras los reveces jurídicos experimentado por su defensa ante las autoridades competentes y las consecuencias derivadas de la colaboración eficaz, su intento ilegal de hacer confianza al objeto cerrar el Congreso y convocar a una asamblea constituyente de corte autoritario en busca de impunidad.

¿Qué hacer?   

Volvamos a Aristóteles. Si tenemos presente con él que el rasgo que mejor define al ciudadano es su participación en comunidad, y que «su tarea es la seguridad de esta», bien se sostiene, por extensión, que en actual problema político, nos compete el cuidado del régimen democrático, y por ello  exigir cívica y patrióticamente al poder legislativo, ante el cual se ventila la controversia, el cumplimiento de sus deberes de control y sanción del presidente de la República para que asuma las consecuencias constitucionales que se desprenden de su reiterada contravención a la moral pública, que supone la naturaleza y su grado de participación en la comisión de actos de corrupción. Y si bien es verdad que la Constitución señala que: «El mandato presidencial es de cinco años» (Art. 112), también lo que el cumplimiento de este periodo está condicionado a la observancia de una conducta moral pública impecable, pues de lo contrario, como ocurre con el presidente Pedro Castillo desde el inicio de su gobierno, se está sujeto a sanción, es decir, el presidente debe ser destituido del cargo: «La Presidencia de la República vaca por: […] 2. Su permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso» (Art. 113)». Para tal objetivo, se cuenta con la Moción de Orden del Día 4904/2022, que precisamente propone declarar la permanente incapacidad moral del presidente de la República, que debatida en el pleno ha sido aprobada y notificada al mandatario, para que ejerza su defensa, el día de hoy, 7 de diciembre a las 15 horas.

Es esta una medida política excepcional, nada agradable, por cierto, pero absolutamente necesaria. Para su mejor comprensión, una vez más el Estagirita acude en nuestra ayuda a través de la repetida Política, al ocuparse De las cualidades naturales que deben tener los ciudadanos de la República. Sostiene: «Puede decirse sin temor de engañarse que un pueblo debe poseer a la vez inteligencia y valor, para que el legislador pueda conducirle fácilmente por el camino de la virtud». Pues bien, siguiendo este razonamiento, diríamos: inteligencia, para comprender, más allá de los intereses y e incluso errores cometidos, qué es lo que realmente está en juego y en peligro; y eso, con un mandatario y gobierno acorralado legalmente, es el régimen de libertad bajo el cual juramos todos vivir desde 1821, y que hoy compromete el futuro de más de 33 millones de peruanos. Por último, valor, para reaccionar y rectificarse. Esto es, ante la existencia de tan sólidos indicios o bien pruebas incriminatorias, el Congreso de la República reúna los 87 votos necesarios para, dentro del estricto orden constitucional, vacar al presidente Pedro Castillo Terrones, por su manifiesta incapacidad moral para gobernarnos.

 Será este el primer paso de una nueva oportunidad que debemos darnos los peruanos, y ha de ser seguido por una reforma política y electoral serias, el compromiso firme de llegar a un consenso sobre políticas públicas que siente las bases de una sociedad del bienestar, fruto del capital y el trabajo, liquidadora de la exclusión y pobreza; consenso a la vez, que de una la mayor eficacia y trasparencia de la administración general del Estado, favorezca la participación y renovación de los partidos políticos, y, sobre todo, se muestre muy duro con la corrupción que mina y frustra nuestro desarrollo, nos desmoraliza como sociedad y golpea sobre todo a los más pobres. Por sobre nuestras aflicciones, recordemos a Jorge Basadre: «El Perú es un problema, pero también es una posibilidad».

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Optar por el modelo de comunicación política de Ricardo Belmont

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

Hoy que la violencia se enseñorea frente a la incapacidad de Dina Boluarte y el colapsado sistema de partidos, no le queda más opción a la seudo clase dirigente (que tiene a Perú entre sus garras) que dejar sus mezquindades y aprender de una vez por todas a mirar los problemas del Perú con sentido crítico para actuar sobre ellos con resolución y eficiencia.

Sabemos que este trance no es pacífico pues quienes controlan el poder difícilmente querrán dejarlo. Empero, bajo esa dialéctica negativa y perversa los poderosos solo continuarán empeorando la vida peruana a causa de su codicia y de su falta de liderazgo, consiguiendo para el horizonte cercano del Perú más caos y una criminalidad peor e irreversible.

Por tanto, la única manera de salvar a la patria, donde hoy existen instituciones públicas y privadas corroídas por la corrupción, es realizar un reseteo general, así como aprender a escuchar, a reflexionar y actuar dentro del marco comunicacional que ha venido promoviendo Ricardo Belmont Cassinelli, pues está haciendo de profeta del XXI y lo ha hecho bien, porque no por gusto viene analizando la realidad nacional en los últimos 53 años, siendo evidente que sus advertencias se cumplieron, como por ejemplo, cuando el 2018, previó la violencia ligada a la inmigración extranjera.

Pero, en medio de esta posverdad a la que Ricardo Belmont llama la posvergüenza, la seudo clase dirigente del país ha preferido mirar de costado, como también es cómplice de la corrupción generalizada en la administración pública al punto de que hoy se vislumbra que en pocos años la destrucción de la República será un hecho y que la conflictividad será inmanejable y catastrófica.

En consecuencia, es el momento donde la inmensa mayoría de peruanos tiene que corregir el rumbo con un golpe de timón, por el amor a su familia y a su patria, buscando un destino mejor para sus hijos. No obstante, lo cierto es que un hombre, un compatriota, como Ricardo Belmont, exalcalde y excongresista de la República, perdió todo al ingresar a la política. Igualmente, cuando quiso hacer una comunicación social responsable y seria, precisamente para prevenir el alto grado de delincuencia que se vive hoy, solo recibió agravios y fue declarado “enemigo de la industria” por parte del poder mediático tradicional, ese que le sirve de perro guardián de la plutocracia oligopolista que mantiene a Dina Boluarte en la Casa de Pizarro.

Así, Ricardo quiso adecentar la política, pero a cambio recibió el ninguneo, la muerte civil, la persecución y el silenciamiento oficial. Sin embargo, él se ha revelado contra esa adversidad caótica y violentista que gobierna el Perú, y postula como alternativa una filosofía estoica y espartana donde sus piedras angulares son su pedagogía política y su modelo de comunicación social.

De consuno estas partes y conceptos integrantes de su filosofía constituyen en la práctica un método general para la solución de conflictos y será este el método que permita la pacificación y el desarrollo del Perú, que no es cualquier país, porque nuestra patria es una que fue cuna de una de las principales civilizaciones del mundo y ese legado no debemos pisotearlo jamás.

Ahora bien, con  cargo de proporcionar más detalles del modelo de comunicación política o social de Ricardo Belmont, a través de próximos artículos desde la Revista Lima Gris, que es el medio que me proporciona un asilo periodístico, pues por el solo hecho de ser amigo del Hermanón se me han cerrado muchas puertas, hoy solo quiero invitar a los peruanos sin excepción a fin de que investiguen en internet acerca de la “filosofía Belmont”, que insurgió sobre la base histórica del programa periodístico “Habla el Pueblo” (ver, por ejemplo, https://www.youtube.com/watch?v=1HngCgc6VsM), porque este llamado es para todos los peruanos con el objetivo de salvar a la nación y a la peruanidad de la barbarie.

En suma, la filosofía Belmont, su pedagogía y su modelo de comunicación servirán en la teoría y práctica gubernativa como un método para la solución de conflictos y constituyen un libro abierto para todos los peruanos y latinoamericanos.

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¡Basta de Humillación! ¿Estamos en cola para Besar el culo de Trump?

La indignación por las palabras del presidente Trump, quien se jacta de que los países le «besan el culo» para negociar aranceles, debería ser unánime. Sin embargo, la silenciosa complicidad del gobierno, del Congreso y de algunos sectores políticos resulta aún más escandalosa. ¿Dónde están las voces de la izquierda antimperialista? ¿Dónde están Cerrón, Bermejo y Verónika Mendoza, quienes tanto se proclaman defensores de la soberanía nacional? Su silencio ensordecedor ante esta afrenta es, cuanto menos, sospechoso.

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Por: Jorge Paredes Terry

Mientras Trump insulta a nuestro país con una vulgaridad inaudita, estos líderes, que se autodenominan antimperialistas, permanecen callados. ¿Acaso la defensa de la soberanía solo se aplica cuando conviene? ¿O es que la indignación selectiva es la nueva estrategia política? Su silencio es una traición a los principios que dicen defender y una bofetada a la cara de todos aquellos que esperaban una respuesta contundente ante la humillación a la que nos somete el gobierno estadounidense.

Perú, según las palabras del propio Trump, estamos en la cola para «besarle el culo». Esta frase, lejos de ser una simple bravuconada, refleja la realidad de una nación que, por falta de liderazgo y decisión política, se ve sometida a las exigencias de un gobierno extranjero. Y la ausencia de pronunciamiento de figuras como Cerrón, Bermejo y Mendoza, quienes deberían ser los primeros en levantar la voz contra esta humillación, solo confirma la gravedad de la situación.

¿Es que acaso temen las represalias de Estados Unidos? ¿O es que su antimperialismo es solo una fachada, una estrategia política para ganar votos, sin verdadera convicción?

Del gobierno de Bolaurte y del Congreso no se espera nada.

La reciente declaración del presidente Trump, donde asegura que los países le están «besando el culo» para negociar aranceles, no solo es una muestra de su vulgaridad y prepotencia, sino una afrenta a la dignidad de las naciones que se ven obligadas a negociar bajo su yugo. ¿Y el Perú? ¿Dónde está nuestra respuesta? ¿Dónde está nuestra soberanía?

Mientras los mercados globales tiemblan ante la inestabilidad económica generada por las políticas arancelarias de Trump, el mandatario se jacta de su éxito, utilizando un lenguaje soez e inaceptable para un líder mundial. Su afirmación, lejos de ser una simple bravuconada, revela una peligrosa realidad: la falta de un liderazgo firme y decidido en muchos países que, por miedo o conveniencia, se someten a las exigencias del gobierno estadounidense.

Pero, ¿hasta cuándo permitiremos esta humillación? La frase ofensiva de Trump no es solo un insulto personal; es un ataque directo a la soberanía de las naciones que, en lugar de defender sus intereses, parecen estar en una competencia vergonzosa por la atención del déspota. La incertidumbre económica que genera su política es un daño colateral inaceptable.

El gobierno peruano y el Congreso de la República deben reaccionar con firmeza e indignación. El silencio cómplice ante estas declaraciones es una muestra de debilidad y una traición a la dignidad nacional. No podemos permitir que nuestro país sea tratado como un vasallo, obligado a mendigar favores y a tolerar insultos.

Exigimos al gobierno peruano una respuesta contundente y soberana. No se trata solo de una cuestión económica; se trata de defender nuestra identidad, nuestra dignidad y nuestro derecho a ser tratados con respeto en el concierto internacional. El Perú merece un liderazgo que defienda sus intereses con firmeza, sin temor a las represalias de un mandatario que se cree por encima del bien y del mal.

Es hora de dejar de ser espectadores pasivos de este espectáculo de prepotencia. Es hora de exigir a nuestro gobierno que actúe con la valentía y la soberanía que el pueblo peruano merece. ¿O acaso estamos condenados a permanecer en la cola, esperando nuestro turno para besar el trasero a ese déspota.
Dignidad!!

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Ciclo cero para ingreso a universidades

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

Los congresistas genios de la Comisión de Educación, sin ningún pergamino académico ni intelectual, están a punto de aprobar en el Pleno del Congreso de la República, que los estudiantes egresados de la educación secundaria, se inscriban en las Universidades, en un “ciclo cero”, pre universitario y los que culminen con nota aprobatoria de 13, accedan directamente a iniciar su formación profesional.

Esta propuesta “ciclo cero”, es una solución poco imaginativa de los congresistas, para acceder “como única modalidad de ingreso a las universidades del país “, la cual nace de una comprensión incompleta de aquellos, de lo que es la educación, y en particular la terciaria o universitaria, en la que primero, debe predominar la vocación estudiantil, sin que ello implique exclusiones bajo ningún concepto.

La propuesta “ciclo cero”, colisiona con la autonomía académica, consagrada en la Constitución remendada por la Alianza gobernante en el país. Es decir, ni ello toman en cuenta, en su afán de proselitismo político mediocre.

Lo que deben hacer las universidades, sobretodo las públicas, es innovar, evolucionar sus procesos de certificación de admisión, más allá de convertir este, en una suerte de examen de contenido universitario, deben construir un proceso admisorio, respetando escrupulosamente el contenido curricular de la educación secundaria.

Ello, me trae a colación la desmesurada creación de universidades públicas, por parte del Congreso, en verdadera danza de captar votos, evidentemente más re imaginando su propio juego re eleccionario, antes que verdaderamente importarles el futuro de los egresados de la secundaria, en contra del Objetivo de Desarrollo Sostenible, de la Agenda de Naciones Unidas, concretamente el literal ODS 4,7; asegurando la igualdad de acceso a la educación universitaria a personas con discapacidad, los pueblos indígenas y los jóvenes de las comunidades locales que viven en las zonas rurales.

Si desde el Congreso y del Ejecutivo, siguen con esas políticas públicas mediocres, que no proporcionan apoyo a las universidades públicas, en particular, tendremos una formación profesional, técnica y vocacional mediocre, carente de aprendizaje y en lugar de avanzar hacia el desarrollo con dignidad, se retrocederá en la consecución de los Objetivos nacionales de desarrollo.

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Gerardo Castillo: El antropólogo colosal de Iquitos

Lee la columna de Jorge Linares

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Por Jorge Linares

Era una noche fría de noviembre en las calles de Lima y dos amigos iban conversando  sobre los eventos culturales que se acercaban en  Iquitos y es ahí donde uno de ellos  menciona el proyecto de Gerardo Castillo  que desea montar una exposición del trabajo fotográfico de Augusto Falconí y del artístico de Christian Bendayán en Iquitos. Sin lugar a duda, llama la atención que un antropólogo y catedrático universitario de Lima tenga ahínco y preocupación   por la trayectoria de dos artistas iquiteños. Pero, esta incertidumbre se va disipando  cuando exploras los  trabajos de investigación que él lideró, como son el “Alcohol en el Sur Andino”, “¿Una oportunidad perdida?”, “Experiencias mineras locales en el Perú”,  “La ciudad desde la Antropología” y, por supuesto, “La ciudad y el río”.

Castillo al mostrar una inquietud y admiración por una ciudad distante a su natal Lima y a las personas que la habitan, no hace más que reafirmar su sentido perspicaz y genialidad para entender la cultura amazónica variopinta y para ello se ve en la necesidad de presentar en diferentes escenarios su brillante obra “La ciudad y el río” que se pasea desde una barriada de Belén hasta  un salón de conferencias en un hotel lujoso de Iquitos. Él antropólogo se confunde entre la gente, vive y goza al mostrar a cada personaje o momento, pincelado por Bendayán o captado por el lente de Falconí, saca del anonimato al chauchero, al canillita, hasta nos refresca la memoria el recordado colectivo  tragado por una calle frente a la Plaza 28 de julio.  Gracias a esa agudeza que fluye en él, transforma lo simple o sencillo en maravilloso o fastuoso y lo cotidiano en extraordinario; sencillamente, su mirada va más allá de lo común.  

El antropólogo reconoce que de manera tardía conoció la selva peruana, pero eso no fue un impedimento para tener más de cinco presentaciones de su muestra y quizá lleva la delantera a muchos que viven en la ciudad.  “Mi primer contacto con la Amazonía es por una investigación de la catedrática y antropóloga de la PUCP Norma Fuller sobre un trabajo de investigación de masculinidades en tres ciudades: Cusco, Lima e Iquitos, creó que ahí empezó todo mi interés inicial por la Amazonía y fue más académico; cuando yo ingresé a la universidad mi conocimiento del Perú era Lima y la costa norte, la zona rural era desconocida por mi persona, empiezo a tener mi primera experiencia con comunidades campesinas del Cusco. Y, realmente para mí la antropología andina fue un descubrimiento personal que despertó mi atracción, trabajé ahí durante cinco años aproximadamente. Me sedujo la migración rural – urbana, haciendo que viaje a estudiar una maestría en Inglaterra y luego un doctorado en geografía en Australia, ambos estudios fortalecieron mis conocimientos académicos, tuve una mejor visión del paisaje bajo conceptos sociales y del imaginario del mismo. Fui invitado a ser profesor en la Escuela de Antropología de la PUCP y junto a mi esposa Laura teníamos que optar en qué ciudad íbamos a desarrollar la investigación ¿Cómo son representados los paisajes culturales?, inicialmente pensé entre las ciudades de Piura e Iquitos, bajo la conceptualización del río. Abordar esa relación en términos laborales, sociales, artísticos, culturales y literarios era fascinante; al bajar del avión me quedé absolutamente maravillado de Iquitos y decidí que acá empezamos este gran proyecto, el río es intrínseco en la vida del amazónico, el río es comunicación, el río es vida; es decir, el río siempre fue y será una fuente de inspiración, suficiente razón para estar nosotros en esta bella ciudad”.

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Los satélites de Keiko Fujimori: Cansada de que hasta “un panetón” le gane en las encuestas, la hija del dictador prepara una estrategia para el 2026

Lee la columna de Jorge Paredes Terry

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Por: Jorge Paredes Terry


Keiko Fujimori ya no puede ganar elecciones por sí sola. Lo sabe. El electorado le ha dado la espalda, las encuestas la humillan con memes comparándola hasta con un panetón, y su apellido, antes sinónimo de poder, hoy arrastra el peso de los procesos judiciales y el desgaste de tres derrotas presidenciales consecutivas. Pero en la política peruana, donde la ambición y el oportunismo son moneda corriente, la heredera del fujimorismo tiene un as bajo la manga: su ejército de satélites, esos personajes que, por dispersos o contradictorios que parezcan, terminan orbitando alrededor de su maquinaria.

Rafael López Aliaga, el «cristiano» que pacta con cualquier demonio con tal de arañar votos; César Acuña, el meme andante, el eterno candidato que compra conciencias y personajes como quien adquiere franquicias de pollo a la brasa; Vladimir Cerrón, el ideólogo radical que hoy se codea con los mismos a los que antes llamaba «fachos»; Carlos Álvarez, el operador de Montesinos, el cómico que mueve hilos en las sombras; Philips Butters, el comunicador que pasó de criticar a Keiko a justificarla; Carlos Neuhaus, el tecnócrata que sueña con revivir un fujimorismo «light»; Hernando de Soto, el economista que un día la respalda y al siguiente la abandona; Rafael Belaunde, el aristócrata que busca relevancia en un partido desconocido y desenganchado de la realidad popular; y Fiorella Molinelli, heredera de los despojos de Kuczynski, que intenta lavar la imagen de una estructura carcomida por la corrupción. Todos, en su propia medida, son piezas de un rompecabezas que Keiko arma con paciencia de ajedrecista.

El cálculo es simple: mientras más dividido esté el espectro político de derecha y centro derecha más Perú Libre, más chances tiene ella de colarse en una segunda vuelta. Acuña y Cerrón, por ejemplo, ya le hacen el trabajo sucio en el Congreso, manteniendo a flote a un gobierno débil como el de Dina Boluarte, quien, según rumores de pasillo, ya habría pactado una salida controlada que beneficie a la lideresa de Fuerza Popular. No es casualidad que la bancada naranja evite hundir a la presidenta, a pesar de los escándalos de sangre,represión, corrupción con sus wuaykis, el escandaloso caso de las cirugías a cambio de puestos en el estado, etc. Todo forma parte de una estrategia fría: desgastar a los rivales, fragmentar el voto antisistema y esperar que, en 2026, el cansancio ciudadano lleve a los peruanos a elegir, una vez más, entre «el mal menor».

Pero hay un problema: estos satélites le serán leales un tiempo. Acuña quiere ser presidente desde hace décadas, Cerrón sueña con una revolución marxista falsa y no le importa casarse con cualquiera que le dé espacio , López Aliaga se cree el mesías de la derecha, y los demás solo buscan su tajada. Sin embargo, a Keiko no le importa. Porque en el Perú de hoy, donde la política es un negocio de egos y supervivencia, la dispersión es su mejor aliada. Mientras sus rivales se devoran entre sí, ella sigue ahí, paciente, esperando que el pánico a un país ingobernable haga que incluso sus críticos terminen votando por ella, solo para evitar algo peor.

El 2026 se acerca, y aunque muchos se burlen del panetón, la historia podría repetirse: en un mar de candidatos mediocres y ambiciones desordenadas, Keiko Fujimori, la eterna candidata, podría volver. No por mérito propio, sino porque sus satélites, sin quererlo, le allanan el camino.

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Un cielo para Guillermo Gutiérrez

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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El poeta insigne de Kloaka se ha ido. Ya no los veremos por las calles del centro de Lima o por VES buscando libros, conversando con los vecinos de las esquinas o muy preocupado por sus perros “Tupacamaru” y “Micaela”. Hace poco más de un año partió su señora madre. Su metamorfosis en el “Tío Factos” para los flashes, le hizo olvidar por un momento de todas sus penas, hambre, frío y sus noches de vendedor de libros junto a otros amigos de la resistencia y vanguardia cultural.

Hace poco nomás había publicado su fabuloso poemario: “Un Infierno Iluminado” que contó con la ayuda del gran Gonzalo Portals para su edición. Y yo escribí “Un infierno para GG” que tuvo un reclamo que yo acepté porque, en realidad, GG nunca nos habló del lado negativo de Dante Alighieri sino de la luz, el cielo, el paraíso. Y se lo dije y me dio un gran abrazo.

Recuerdo que en la feria que dirige Juancito Mayanga, en la plaza de La Solidaridad, apareció Guillermo “El tío Factos” desesperado y me dijo: “ayúdame a buscar a mi perrito” y salimos a peinar las calles arenosas de VES. Esas eran sus mayores preocupaciones. Leer al destajo sobre contracultura, cine, rock, filosofía, cómics, etc. Y últimamente su programa en streaming con Roro y Network.

Había publicado otros libros: “Ulkadi” (1987) y La Muerte de Raúl Romero (1987) y muchos textos sueltos que enviaba vía correo o colgaba en sus páginas. El maestro Alfonso Torres Valdivia le dedica varios párrafos y capítulos en su novela “Kloaka” y también en su relato “El Xenófono” donde incluso pone una foto suya.

El domingo por la noche estuvo llamando y mandando mensajes de voz y de texto a varios amigos. Ahí les hacía saber que se sentía muy mal. “las cosas como son y acá no hay casualidades. Como la Roro ya es empresa, han jugado con sus criterios torpes empresariales. No valoraron el programa. Ni antes. (…) ha provocado un fuerte ataque de depresión en mí. No pánico ni ansiedad, pero si angustia. Lo resuelvo yendo a vender libros en la calle y hablar hxxvxdas con la gente de ahí. Uno trata de hacer algo y es troleado, insultado, humillado, mangoneado, y al final, lárgate mxxrdx. En este país los miserables triunfan y los tranquilos los cxgxn.”

Que c/u saque sus conclusiones.

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Entonces José Cerna

Lee la columna de Julio Barco

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Gran parte de la aventura poética de la generación del 70 —especialmente de Hora Zero— se fundó en la búsqueda de un lenguaje que pueda atrapar la existencia. Así, en esa feroz batalla con la forma, hay un imperativo de demostrar que la realidad está hecha de palabras. En esos horizontes de hibridación, ubicamos “Entonces” (2024) de José Cerna.

La propuesta destaca tanto a nivel de la edición como de la apuesta poética. Por el lado editorial, el libro es inusitado: expande los típicos A5 por una suerte de documento naranja que se abre como quien pela una fruta. Otro detalle es que las hojas no se encuentran cocidas ni pegadas a un lomo. En relación a la escritura, confirmamos el tono coloquial ya imperante en su anterior libro (Ruda), aunque ahora matizado por crear estructuras diversas a nivel estrófico.

Ambos libros comparten el verso de corte épico, que canta y cuenta, donde lo predominante es el habitar la ciudad y la sinestesia de lo cotidiano: “En esta esquina de Carabaya y Colmena/ un árbol seco extiende la mano”. En ese sentido, el poemario refleja los caminos más populares por donde transita la multitud de peruanos. Poetiza las avenidas, respira detalles y movimiento en medio del agitado vivir urbano. Sin embargo, no hablamos de una escritura espontanea —ni del alocado tecleo del enter para provocar los espacios en blanco— sino del trabajo de mostrar la respiración del caos en diferentes sedimentos. En medio de las aliteraciones, se observa el propio discurrir del yo poético mientras escuchamos la voz de la ciudad. Entonces del bucle (hombre-ciudad) surgen las imágenes galopando incesantes y las capas líricas se unen, rompen, golpean, desatan y desparraman por la mente del lector.

     ¿Qué pasa cuando un poeta abre los ojos y observa su realidad? Posiblemente, llora o se queda mudo. A veces, claro, escribe. Y Cerna sabe aguantarlo todo y versar. En relación a la tradición, se acerca a obras como Un par de vueltas por la realidad o Los extramuros del mundo. Lo único malo del libro: vale 150 soles, un lujo inaccesible para las grandes mayorías.

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Al estilo Charles Bronson:  sanguinaria ancianita mata a dos presuntos ocupas en México [VIDEO]

La política de abrazos y no balazos del gobierno mexicano sucumbe como lo hicieron dos presuntos ocupas, padre e hijo, que encontraron la muerte a manos de una anciana que se hartó de que atropellaran sus derechos.

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A sangre fría y sin mayor dilación la mujer disparó a quemarropa a dos hombres cuyas edades sumadas no alcanzaban la edad de la mujer (ella tiene 74, sus víctimas 51 y 19 años). El nombre de la adulta mayor es Carlota. 

Sin lugar para los débiles 

Los hechos ocurrieron el pasado 1 de abril y dejaron como saldo la muerte de un hombre adulto y un adolescente. La investigación apunta a que el incidente estaría relacionado con un conflicto por la posesión de un inmueble ubicado en la colonia Unidad Habitacional Ex Hacienda de Guadalupe, en el poblado de La Candelaria Tlapala, dentro del municipio de Chalco.

Doña Carlota llegó al lugar de los hechos en un vehículo Ford Fiesta de color gris, acompañada por un hombre y otra mujer. Según se observa en las imágenes, tanto la mujer de la tercera edad como su acompañante masculino portaban armas de fuego.

En la grabación, se aprecia cómo doña Carlota desciende del automóvil y, junto con su acompañante, amenaza a las personas que se encontraban en el inmueble. En un momento dado, la mujer dispara contra un hombre que estaba en el patio de la casa. Posteriormente, un adolescente vestido con un short rojo intenta auxiliar a la víctima, pero también recibe un disparo que le causó la muerte minutos después.

El pasado viernes, por la tarde, Doña Carlota “N”, así como sus dos hijos, Eduardo “N” y Mariana “N”, fueron llevados al Penal de Chalco, ubicado en los límites del municipio de Chalco, en el Estado de México (Edomex), y la alcaldía Tláhuac, en la Ciudad de México (CDMX).

Se ha señalado que la hija de la perpetradora, de nombre Mariana fue quien ordenó a Carlota asesinar a las víctimas, diciéndoles: “mátalos mamá, párteles su madre”, por lo que está siendo investigados por el delito de homicidio en contra de un joven de 19 años de edad y un adulto de 51 años de edad.

No es país para viejos

La anciana mujer fue capturada durante un operativo por parte de elementos de la Secretaría de Seguridad Estatal y de Policías Municipales de Chimalhuacán. En las imágenes, se pueden ver a los agentes rodeando el inmueble y subiendo a la azotea del lugar para evitar cualquier intento de fuga… de una septuagenaria.

Ahí, una jueza dictó prisión preventiva justificada contra Carlota “N” y sus dos hijos, sin embargo, la mujer de la tercera edad, quien tiene 74 años, podrá llevar su proceso en libertad.

Trascendió que Mariana “N”, el día de los hechos, habría increpado a los supuestos invasores, diciéndoles que “si no se salieron por las buenas será por las malas, hijos de su puta madre”. Tras decir esto, volvió al vehículo en el que llegó y del que descendieron Carlota y Eduardo, uno de sus hijos, con un arma de fuego.

En redes su accionar ha recibido elogios de los internautas mexicanos mientras la violencia delincuencial no deja de aumentar cada día.

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