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CUENTO: “El Angel” de Luis Humberto Moreno Córdova

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EL ANGEL

Por Luis Humberto Moreno Córdova


Después de hacer unos trámites en la municipalidad, fui a la avenida Aramburú, a la estación de buses OLTURSA, para recoger la encomienda que mi primo había enviado. Me había dicho que eran cosas para toda la familia, pero que sin duda yo sería el más interesado: había encontrado varias fotos de mi madre cuando joven y las estaba enviando para que yo las tuviera.

No quería demorarme. Si había comida en esa encomienda era posible que el calor de marzo la echara a perder en cuestión de horas.

Estacioné en la entrada principal, dejando mi auto apretado entre dos camionetas enormes. Dentro, los pasajeros aguardaban la llamada a embarque. La mayoría eran extranjeros. No me extrañó. Los peruanos sólo pueden liberarse cuando hay un viernes o lunes que cae feriado, sino deben resignarse a su esclavitud de oficina, a mirar las ofertas que llegan a sus correos electrónicos.

Máncora, Piura, Chiclayo, eran algunos de los destinos que empezaban a sonar por el altoparlante. Cruce la sala de espera hacía el hall donde estaba la zona de embarque y venta de pasajes. Luego bajé unas breves escaleras hasta el despacho de encomiendas. Un jovencito leía el periódico. Me acerqué y le pregunté por la encomienda. El joven revisó unas hojas, sujetas a una tablilla de madera. Luego de unos segundos, su mirada se aguzó, sus facciones mostraban cierto desconcierto. Intente ayudarlo dándole el nombre del remitente. Los ojos del tipo volvieron a recorrer las hojas. Una sonrisa en el rostro del muchacho me tranquilizó. Lo vi internarse en el despacho. “Un momento”, me dijo mientras desaparecía por la puerta. Un vigilante se acercó. “Tome asiento”, me dijo.

Subí las escaleras. Había dos hileras de sillas, frente a frente. El jovencito que había tomado mi pedido se estaba demorando más de la cuenta, pero no me importaba esperar. Saqué mi blackberry para entretener la espera.

El ruido de un bolso golpeando el suelo me intrigó. El bolso estaba frente a mí, a lado de dos piececillos calzados por unas sandalias. Un pantalón ceñido, fue lo que siguió de inmediato, mientras levantaba lentamente mi mirada. Después, unas manos delgadas, con brazaletes de fantasía, los brazos desnudos, un polo blanco manga cero por donde traslucía un inquietante brassiere. Unos ojos negros, anclados en un rostro celestial, parecían castigar mi curiosidad. Llevaba el cabello negro, suelto, la faz sin maquillaje. Lucía cansada. Se sentó frente a mí y al igual que yo, empezó a distraerse con su celular.

La forma de su rostro de ángulos perfectos, su mirada intensa, sus pies, pequeños, rebelándose al débil orden de las sandalias, le conferían un halo de misterio. Estaba sola. Algo –o a alguien- esperaba. Pero sobre todo, era bella.

Sus dedos se movían con prisa por el teclado de su celular. ¿Le estaría escribiendo a alguien? ¿Un novio quizá?, sus labios se movían apenas, como si repasara verbalmente lo que estaba escribiendo. Se liberó de las sandalias, dejando sus piececitos al aire libre, apenas separados del suelo. Levantó la mirada, pero desvié la mía a tiempo. Sentía sus ojos, una vez más, criticando mi curiosidad. No me atreví a mirarla.

Tomé mi celular y abrí mi facebook. “En Oltursa. Sentado frente a un ángel”, escribí.

Casi de inmediato, un amigo mío hizo un comentario: “Foto, foto, foto”

Mi mente se enturbió, algunas ideas cruzaron fugaces, mientras sentía un helor naciendo en mi espalda y llegando hasta el último rincón de mi cuerpo. Párate, pensé. Ponte de pie. La saliva se secó en mi boca, mi garganta árida, se sabía próxima al ridículo. Yo era un cobarde, un cobarde por naturaleza, una criaturita timorata que tardaba años en hacer cosas que otros resolvían en minutos. Párate, me dije nuevamente, hazlo de una vez.

-Disculpa –le dije. Sentí el peso de todo el terminal sobre mis hombros. Una vocecita en mi interior me auguraba una inminente vergüenza.

Ella levantó sus ojos. Su rostro mantenía una expresión nula. Mi mente mantenía la misma nulidad.

Oí mi nombre. Venía del despacho de encomiendas. El joven había dado con mi paquete. El vigilante que me ofreció asiento repitió mi nombre, agitó sus manos llamándome.

Fue quizá un reflejo. No recuerdo haber tenido conciencia de lo que hice. Simplemente le entregué mi celular, con el comentario que había puesto en el facebook.

El tiempo avanzaba con la pesadez de un día de oficina, mi actitud la desconcertó, todo la llevó a leer lo que había escrito. Yo estaba dispuesto a recibir cualquier reproche; quizá un insulto; quizá un golpe. Era posible que me echaran del terminal por tamaño exceso.

Pero esa sonrisa, su sonrisa, fue un anticipo del cielo.

Mi nombre, otra vez, repetido hasta el hartazgo por el malhumorado joven que empezó a golpear la mesa del despacho para apurarme. Por mí podía traer a la policía si quisiera, pero no me iba a mover de ahí. No sin disfrutar de esa sonrisa como premio a mi ocurrencia. Sus labios empezaron a moverse. El vigilante subió las escaleras dispuesto a tomarme del cogote para que recoja la encomienda. Madre, discúlpame, pensé. Entonces me habló.

-No sé qué decir. Gracias

Su voz parecía el sonido del viento soplando en la tarde. Yo había imaginado una voz más dulce, acorde con su figura, con sus facciones, con sus manos y pies delicados. La perfección no existe, pensé, pero ella estaba muy cerca de eso.

“Señor, por favor”, me dijo el vigilante. Ella estiró su mano, intentando devolverme el celular. Iba a irme, cuando el joven del despacho apareció frente a nosotros. Traía una pequeña caja y el formulario que debía firmar. “Señor, disculpe la demora, aquí está su paquete”, me dijo.

No me tomó muchos segundos deshacerme de ellos. Ella tenía mi celular aún, se animó por leerlo una vez y volvió a sonreír.

-¿Debo sentirme halagada, Gabriel?

-¿Cómo sabes que me llamo Gabriel?

-Está en tu facebook; también en esa caja –me dijo, apuntando al paquete.

Que imbécil, pensé.

-Bueno. No lo sé. Tal vez te sientas acosada.

Me miró, sin que sus labios felices perdieran el brillo.

-Con tanta seguridad aquí, no lo creo. Además tienes facebook, amigos, comentarios, un paquete que te ha enviado un familiar. De hecho no creo que seas un tipo peligroso.

Si. Ella estaba muy cerca de la perfección. Me hablaba sin perder la sonrisa, sus ojos no me abandonaban en ningún momento. Seguía descalza. Pensé en sentarme a su lado.

-No quise incomodarte. Quería ser sincero.

Me devolvió el celular. Lo guardé en mi bolsillo. Tuve la impresión de que buscaba las palabras precisas. Andaba con cuidado. No era tonta. Estaba en Lima.

-Es triste dejar a la familia, lejos, quizá hasta el próximo año. Llegar sola, tomar el taxi sola, irse a casa sola. Por un minuto me has sacado de esa horrible rutina. Gracias.

Moví las manos, encogí mis hombros, sonreí. La voz por el altoparlante anunciaba la salida con destino a Trujillo.

-¿Qué te han enviado? –me preguntó, mirando el paquete.

-Muchas cosas, para toda mi familia. Y unas fotos de mi madre cuando era joven.

-Veo. Se sentirá feliz cuando las vea.

-La verdad las fotos son para mí. Mi mamá murió hace dos años.

Sus labios se entristecieron.

-Qué pena. Yo extraño a mi familia sabiendo que volveré a verla; imagino cómo te debes sentir.

Me quedé en silencio. Nos quedamos en silencio. Había cavado un hoyo y enterrado todo. Me jodía llevar las conversaciones por un sendero tan deprimente. La gente nunca está dispuesta a sufrir contigo, es cansino e incomodo. Las penas siempre son solitarias, siempre.

-¿Quieres tomar algo?

-Estoy esperando mi equipaje. En realidad debo ir a recogerlo.

-Te ayudo –insistí.

-No es nada. No te preocupes. De verdad.

El equipaje era una maleta enorme. Enorme como nunca en mi vida había visto. Pesaba, vaya que pesaba. Yo no tenía ni la menor idea de cómo hubiera podido salir con esa maleta.

-¿Te has llevado toda tu casa encima? –le dije, mientras intentaba avanzar con la maleta y mi paquete, escaleras arriba.

-Sólo lo que no entró en el bolso –me dijo, riendo.

Luego del suplicio de las escaleras, el camino se hizo más fácil. Regresamos por el corredor de embarque hasta la sala de espera.

-He estado desde navidad con mi familia –añadió-. Siempre hago lo mismo, todos los años, pero son más las cosas que traigo que las que he llevado. Muchos regalos.

-Pero el calor de Piura debe ser terrible, Areliz.

Ella detuvo su paso, pero sonrió de inmediato al fijarse en la etiqueta engrampada al mango de su maleta.

-¿La misma cucharada, eh? –preguntó, sin dejar de sonreír. Me sentí tranquilo al notar que las cosas retomaban su cauce.

-Mi familia es pequeña –dije, retomando la conversación, mientras el peso de la maleta me hacía añicos y una de las esquinas del paquete que envió mi primo se clavaba en mi estómago-. Somos muy pocos.

-¿Viven contigo?

-Viven cerca.

-Quien cómo tú –me dijo, mientras hurgaba en su bolso.

-¿Pero te quedarás en Lima para siempre? –Insistí. No quería ser demasiado curioso, pero mi genio se imponía. Empecé a transpirar. No faltaba mucho para llegar a la puerta principal.

-La idea es terminar mi maestría, y trabajar acá.

-¿Te gusta?

-La verdad, lo único que me gusta de Piura, es mi familia.

Llegamos a la puerta. Areliz tenía su billetera en la mano. Yo rogaba por tener un pañuelo para secarme el atisbo de sudor que empezaba a poblar mi frente. La vi mirar a la fila de taxis. Parecía dudar. Miraba los rostros de los taxistas. No se fiaba.

-He venido en auto. Si quieres te puedo llevar a tu casa –propuse.

Areliz volteó a mirarme. Su sonrisa era enorme, sus ojos estaban rasgados por una feliz ironía.

-Qué oportuno que eres, ¿verdad?

Tuve que cargar la maleta un trecho más. Me arrepentí de no haberme estacionado más cerca de la entrada. Unos taxistas desviaron sus miradas lascivas hacia Areliz, miradas cómplices, que notaban en ella lo mismo que yo había notado, pero con morbo. El polo blanco, casi transparente era suficiente para alterar a cualquiera. Taxistas de mierda. Les tiré una mirada con maldición incluida. Se rieron de mí. No me importó.

Por un momento dudé si la enorme maleta de Areliz entraría en la cajuela de mi auto. Con un poco de suerte, y moviendo algunas cosas a los costados de la maletera, pude conseguirlo.

-¿No te molesta que la llave de tuercas quede encima?

-No. No me molesta. Pero me pregunto dónde pondremos el paquete.

Pondremos. Eso me sonó bonito.

-Bueno –respondí- como tú viajarás a mi lado, no hay problema con que el paquete vaya en el asiento trasero. Tu bolso también puede ir ahí.

-No te preocupes –me cortó rápidamente- el bolso va conmigo.

Estaba en Lima. Había cruzado una línea enorme, pero aún desconfiaba.

Cerré la maletera, luego abrí las puertas del carro para que se ventile del calor de la tarde. Puse el paquete en el asiento trasero. Areliz miraba los autos en la avenida. El sol empezaba a morirse.

-¿No vas a abrir la caja? –me preguntó de repente. Me tomó por sorpresa.

-¿Acá?

-Podemos ir a tomar algo, como dijiste. Y de paso que me enseñas las fotos de tu mamá.

Dudé. No me pareció una buena idea. Areliz insistió.

-Anda. Sería chévere.

Abrir el paquete, menudo detalle. No sabía lo que habría dentro, ni como lo habrían guardado. Rogué para que mi primo haya sido cauteloso al momento de guardar las cosas. Puse la caja sobre el capó del auto, con las llaves de mi casa rompí las cuerdas, luego corté las cintas adhesivas. Un olor ranció salió de la caja. Areliz se acercó a curiosear, pero no pudo evitar llevarse la mano a la nariz.

-Asu –exclamó- ¿Qué te han enviado?

Revisé la caja, había paquetes sobre paquetes, posiblemente carne seca y quesos, algo de grano, tal vez mote o cancha serrana; era posible, también, que hubiesen enviado harina. Todo estaba bien acomodado, pero el olor trascendía. Vi un sobre rojo, pequeño, envuelto en una bolsa plástica, y sellado con kilómetros de cinta adhesiva; por el grosor supuse que serían las fotos.

Tomé el sobre y dejé el paquete en el asiento trasero. Areliz dio unas palmaditas de emoción. Cerramos todo con llave para regresar al terminal. Nos sentamos en la cafetería.

Dos aguas minerales, heladas, fue todo lo que pedimos. Areliz metía sus manos intentando ayudarme a romper la cinta que envolvía el sobre. Yo fingía que me estorbaba, pero era placentero sentir sus manos frías entre las mías, sus dedos rozando mi piel, su sonrisa traviesa, la confianza que de pronto volvía a juntarnos cuando apenas media hora antes éramos dos completos extraños.

-Ábrelo ya –decía.

Tuvimos que prestarnos una tijera. En realidad lo hizo ella. Cortamos con cuidado la envoltura. El sobre era de plástico con unos botones blancos que servían para mantenerlo cerrado. Dentro estaban las fotos, y una pequeña carta. Areliz dejó la carta de lado, a mí tampoco me importó. Las fotos, todas, estaban en blanco y negro o en sepia. No me había percatado, pero había pegado su silla a la mía, estábamos juntos, como dos amigos de toda la vida.

En la primera foto aparecían tres jovencitas, tal vez de quince años. No me costó reconocer a mi madre. Su rostro no había cambiado a pesar del tiempo. Ni siquiera su muerte había cambiado en algo su expresión serena. En la foto, sonreía, llevaba una banda, como llevan las reinas de belleza. Las otras dos chicas llevaban también las bandas.

-¿Cuál de ellas es tu mamá? –preguntó Areliz. La señalé.

-Es linda.

-Muy linda –añadí, algo distraído.

-Hay algo más –me dijo, mientras levantaba sus cejas, animando mi curiosidad.

Tomé un sorbo de agua. Areliz sonreía, siempre sonreía.

-Creo que esta chica de al lado –lo dijo señalando a la jovencita que estaba a la derecha de mi madre-. Es mi tía.

-¿Segura?

-Dije creo.

Enseguida sacó su celular. Marcó un número. “Aló, tía ¿Aurora?, soy Arelita”, dijo. Luego abandonó la mesa y se fue a la entrada del terminal. Se me ocurrió buscar las llaves de mi auto. Estaban en el bolsillo. Me quedé tranquilo. Areliz seguía conversando, su figura delgada, iba y venía por la entrada, a veces estorbando el paso de la gente. Sus sandalias se arrastraban con gracia, su rostro compilaba la tarde. Cuando termino la llamada, desvié mi atención a la pantalla plana donde pasaban cámaras escondidas para entretener a los viajeros de la sala de espera.

-Así que Arelita, ¿no?

-Ni se te ocurra.

Nos quedamos callados.

-¿Y? –pregunté.

-¿Qué?

-¿Es o no es tu tía?

-Dice que es posible. Va a buscar entre sus fotos y me llamará.

-¿Ahorita?

-No seas malo pues –me dijo, mientras se animaba por un sorbo de su botella de agua.

-¿Y como sabré si es o no es?

¿Por qué quieres saber si es o no es?

-Porque escribo.

-¿Y?

Me abrí de brazos.

-No te hagas el obvio conmigo, Gabriel.

Me encantó escucharla pronunciar mi nombre. Hubiera sido feliz de escucharla diciéndolo a cada momento.

-Sería interesante, ¿no crees? –expliqué.

Se quedó callada. Seguimos viendo las fotos. Eran fotos de viajes, de almuerzos en el hogar, con gente que yo no conocía, había fotos con mis tíos, con mis abuelos, todas en huertas, en granjas, montando a caballo, descansando en el río. De rato en rato me preguntaba por el nombre de los lugares. Yo no tenía ni idea.

-Están bonitas –me dijo.

-Tengo un álbum, con todas las fotos de ella. Las pondré ahí.

-La querías mucho.

-Demasiado.

Me dio dos palmaditas en mi mano. Mi mente me pidió calma. Era un gesto hermoso, demasiado hermoso. No estuve preparado para las palabras que vinieron.

-Debes dejarla ir.

De pronto, sentí que toda su belleza desaparecía; una fuerte indignación empezó a oprimir mi pecho, y mi lengua empezó a afilarse, a raspar mis dientes mientras se cargaba con las palabras más feroces. Mocosa de mierda, ¿quién chucha se ha creído para decirme lo que debo hacer o no hacer?, fue lo primero que cruzó mi mente. Abrí mis labios, pero no tuve tiempo de desatar mi ira. Areliz volvió a tomar mi mano. Su piel era suave. Me contuvo.

-O debes dejar que yo me vaya. Como supongo que otras se han ido, como supongo que otras también se irán.

No supe que decirle. La temperatura en mi cabeza descendió hasta despejar mi mente, dejándola en blanco.

-No sería justo que te quedes solo –añadió.

Nervioso, tomé las fotos, las puse nuevamente en el sobre. Areliz sujetó su cabello negro, se hizo una cola compleja, sacó unos lentes oscuros de su bolso y se los colocó.

-No hagas eso –le reproché.

El sol empezó a morir en la sala de espera del terminal. Areliz se quitó los lentes, los devolvió a su bolso. Tomamos nuestras botellas de agua y fuimos hacía mi auto. Traté de no distraerme, pero las palabras de Areliz resonaban en mi conciencia. ¿Y si le hubiera dicho lo que pensaba? ¿Si me hubiera indignado terriblemente? Si así hubiera sido, esta chica, este ángel, no hubiera permanecido a mi lado. Me hubiera quedado solo, nuevamente, de regreso a la rutina en casa, al encierro en busca de historias feroces que nunca me lastiman. Hubiera echado una tarde completa al vacio, a la intrascendencia.

Abrí las puertas. El olor a queso del paquete había invadido todo el ambiente. Maldita sea. Areliz echó a reír con fuerza, mientras me repetía lo tonto que era. Me eché a reír también, mientras prendía el aire acondicionado y abría las ventanas, rogando que el olor desapareciera pronto. Guardé el sobre rojo en la guantera, y me deshice del paquete.

-Ven –me pidió Areliz, cuando terminé con todo eso.

Me acerqué, ella apoyó su espalda en mi pecho, levantó su brazo. En si mano tenía una cámara digital que disparó sin previo aviso.

-Otra, por si acaso –añadió.

Volvió a disparar. Aunque esta vez tuve tiempo de darle una sonrisa a la cámara. Areliz guardó el aparato en su bolso y subió al auto. Cerré su puerta, di la vuelta y subí. Nos quedamos en silencio un momento, mientras el motor rugía luego de hacer contacto.

-Creo que no me equivoqué al escribir en mi facebook –le dije, luego de pensar nuevamente en lo que me había dicho en la cafetería.

Ella me miró por un rato, sus dientes asomaban como perlitas traviesas entre su sonrisa. Retrocedí el auto y salí por Aramburú. El tráfico empezaba a avanzar como una manada de elefantes barritando, fieros. Aproveché la lentitud de la vía para mirarla una vez más, mirarla solitaria, tal vez, igual que yo, como si alguien la hubiera enviado el cielo, como si a pesar de todo, este mundo insistiera en regalarme esas hermosas coincidencias.

-Disculpa, Areliz –le dije, mientras el ruido de los cláxones empezaban a emerger en el final de la tarde.

-¿Qué paso?

Me pareció que sería obvio.

-No me has dicho dónde vives.

Había en ella algo de bondad y misterio, como el primer párrafo de una larga historia. Sus manos frágiles, sus piececillos delicados, la belleza que reposaba en su rostro. De pronto, todo eso empezaba a pertenecerme. Areliz sonreía. Siempre sonreía.

-Es porque aún no quiero ir a casa –me dijo.

-De acuerdo –contesté.

Di media vuelta, rumbo a Miraflores. Decidí perderme con ella esa noche; perderme con ella el resto de mi vida.

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Ángeles guardianes: Cuatro jóvenes brindan ayuda a los animalitos callejeros

En colaboración con el albergue temporal ‘Misi Miau’ ofrecen cuidados y alimentos a los animales sin hogar, pero buscan donaciones para mantenerlos.

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Xiomara, Aramir, Fabrizzio y Gabriela son cuatro jóvenes de la Toulouse Lautrec y sonamantes de los animales, y como parte de un proyecto han creado una página de Instagram de nombre ‘Paw Protectors’ en donde publican casos de animalitos rescatados, así como las leyes vigentes relacionadas a su defensa, y consejos si uno se encuentra con un caso de maltrato animal.

En colaboración con el albergue temporal ‘Misi Miau’ estos chicos que fluctúan entre los 17 a 21 años se encargan de darle una segunda oportunidad a los animalitos callejeros o que han sido abandonados por sus anteriores dueños, ofreciéndoles un lugar cálido, alimentación y cuidados.

Lima Gris conversó con Xiomara, una de las integrantes, comentándonos que tratan de realizar diversas actividades para solventar los gastos, como la venta de galletas o rifas solidarias, sin embargo, eso no es suficiente para los diversos tratamientos.

Ella nos contó que en la actualidad el albergue temporal cuenta con más de 70 animales rescatados y ya está llegando a su límite, es por ello que aparte de las actividades que vienen realizando los cuatros, por redes sociales, también buscan la colaboración de personas caritativas que se sumen a su proyecto, sea por Yape, transferencias bancarias, o con medicinas o alimentos.

“En lo personal me gustan muchísimo los animales, en casa tengo 7 gatitos y 3 perros, y aparte doy de comer a los animalitos de la calle; y a mis compañeros les gusta también los animalitos. En clase nos pidieron elegir una problemática que sea apto para nosotros en poder solucionarlo y que nos llame la atención. A los cuatro nos gustan los animales y creemos que ayudarlos era más para nuestro alcance, entonces decidimos elegir esta problemática, y ya más adelanto fuimos viendo las formas en concientizar a las personas en que el maltrato no es solo golpes sino también es psicológico, como por ejemplo cuando el dueño de la mascota le grita constantemente, tenerlo encerrado mucho tiempo o no alimentarlo bien. Por medio de nuestra página de Instagram queremos hacerle saber eso a las personas, brindamos información sobre las leyes existentes que protegen a los animales, o las vías para poder denunciar cualquier tipo de maltrato”, nos comentó Xiomara, la más joven del grupo.

Animales rescatados reciben alimentos y tratamiento en ese albergue temporal.

El albergue temporal ‘Misi Miau’ se ubica frente a StarBucks Coffee de la avenida Mariscal Castilla cruce con la avenida Castellana – Surco, a 6 cuadras del Ovalo Higuereta, y su administradora es Consuelo Garrido.

Todas las cuentas están a nombre de la administradora del albergue. Los cuatro jóvenes les estarán muy agradecidos.

•           Yape: 995 090 085

•           BCP: 19105406127033

•           Código interbancario: 00219110540612703352

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Congresista Pasión Dávila regresó a sus labores en el Congreso y dice no estar arrepentido por haber golpeado a Juan Burgos

Tras haber cumplido suspensión de 120 días, parlamentario manifestó que puñetazo a su colega fue una “acción simbólica”.

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De vuelta al ‘ring’. El congresista de la bancada del Bloque Magisterial, Pasión Dávila, retomó sus actividades en el Congreso tras golpear a Juan Burgos y aseguró que esta agresión a su colega parlamentario fue “una acción, de repente, simbólica”, pero que no volverá a repetirse.

El parlamentario, quien fue suspendido 120 días por golpear a su colega Juan Burgos durante la sesión plenaria del pasado 11 de diciembre, retornó a sus actividades en el Congreso de la República.

En declaraciones para RPP, indicó que toda acción negativa tiene consecuencias. Además, aseguró que no volvería a agredir a otro congresista. Sin embargo, afirmó que su accionar, de repente, fue simbólica.

“Más que arrepentimiento, hay una reflexión. En este caso, toda acción negativa hay que reconocerla como corresponde y que sirva de reflexión (…) Jamás en la vida va a pasar eso (sobre volver a golpear a un colega). Soy un educador. Somos personas que dialogamos. Fue una acción, de repente, simbólica“, afirmó.

Al ser consultado sobre si fue justa la suspensión de 120 días, aseguró que nunca se arrepintió y que asumió con responsabilidad la decisión de sus colegas. “Nunca me arrepentí. Asumí con responsabilidad los 120 días. Nunca pise el Parlamento los 120 días. Hay que respetar las normas y las acciones como corresponden. Eso se llama disciplina”, enfatizó.

El rincón del box. Legislador Dávila propina puñetazo al parlamentario Juan Burgos y luego se va corriendo; acto seguido, el agredido va a buscar venganza. Foto: captura video.

Pasión Dávila justifica agresión hacia su colega

Al ser consultado sobre por qué aseguró que el golpe al congresista Juan Burgos fue una acción simbólica, indicó que lo hizo porque se sintió maltratado.

“Todos los días hay golpes en el Parlamento. Todos los días hay maltratos y ahí están las consecuencias. Eso no debe existir, Debemos respetarnos en todos los niveles. ¿Quién ha juzgado lo que dijo? ¿Alguien dijo eso? Nadie. O sea, ¿fui loco para agredir a alguien? Y eso también hay que igualar. Hay que ser igualitario. ¿Saben ustedes lo que me dijo? Me dijo terrorista, violentista, incapaz. ¿Eso lo vamos a soportar? No, pues” argumentó.

Por último, afirmó que -hasta el momento- no se ha reunido con Burgos, pero espera hacerlo en los próximos días. “Hasta ahorita no conversamos y espero estos días conversar”, finalizó.

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Población pide el desafuero para congresistas ‘Mocha sueldos’

Subcomisión de Acusaciones Constitucionales admitió a trámite denuncias contra cuatro parlamentarias.

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Ahora las ‘mochadas’ serían ellas. La Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC) admitió a trámite los cuatro informes de calificación de las denuncias presentadas en contra de las parlamentarias Rosío Torres, Katy Ugarte, Magaly Ruiz y María Acuña por el presunto delito de concusión.

Por unanimidad la SAC aprobó las cuatro denuncias constitucionales contra las congresistas acusadas por el presunto recorte de sueldos a sus trabajadores.

Los cuatro informes de calificación contra las parlamentarias Rosio Torres, Katy UgarteMagaly Ruiz y María Acuña fueron admitidos a trámite, a fin de que sean elevados a la Comisión Permanente.

Estas denuncias fueron presentadas por ciudadanos y ante ello un congresista debía tomar el cargo para formular el pedido. De eso se encargó la congresista Kira Alcarraz como delegada.

En el caso de Rosio Torres (APP) fueron 18 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones en el informe de calificación 361 y 370. Por Katy Ugarte fueron 19 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones en relaciones al informe de calificación 362.

En el caso de Magaly Ruiz (APP) fueron 19 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones en relación con el informe de calificación 363.

Por último, respecto al informe de calificación 364, con respecto a María Acuña (APP), se logró 19 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones. 

Asimismo, durante la sesión de la Subcomisión se acordó que el congresista Juan Carlos Lizarzaburu sea el delegado de la denuncia constitucional contra la congresista Heidy Juárez.

Comisión presidida por la legisladora Camones determinó nombrar a Juan Carlos Lizarzaburu para las investigaciones contra las cuatro ‘Mocha sueldos’. Foto: diario El Peruano.

¡Que se vayan todas!

Por otra parte, la empresa Ipsos Perú elaboró un estudio para el diario Perú 21 para conocer la opinión de la población de las ‘mocha sueldos’. Cerca del 75% de sus encuestados es de la idea de que las parlamentarias mencionadas deberían ser desaforadas de sus curules y que se dicte prisión contra ellas porque cometieron un delito que, en este caso, sería el de concusión.

En el desglose de esta cifra, el 80% de Lima Metropolitana rechaza la práctica de las congresistas Cordero, Ugarte, Torres, Acuña, Ruíz y Juárez. En tanto, el 73% del interior del país tiene similar postura frente a este escándalo.

Por su parte, el 19% considera que solo deben ser desaforadas o expulsadas del Legislativo. En tanto, el 3% menciona que deberían recibir una suspensión y continuar en sus escaños. Finalmente, el 3% no cuenta con una opinión formada del último cuestionamiento del Parlamento que no hace más que perjudicar la deteriorada imagen de este poder del Estado ante la opinión pública.

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Congresista Noelia Herrera presenta PL para que estudios cursados en institutos puedan ser convalidados en universidades públicas

Parlamentaria de Renovación Popular sostiene que “el acceso a la educación (superior) está condicionada a la economía del estudiante”.

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Proyecto de Ley con controversias y distintas aristas, pero que podría beneficiar a miles de estudiantes de bajos recursos; sin embargo, el precio sería una reducción de la calidad educativa. La congresista de Renovación Popular, Noelia Herrera, a través de un cambio en la Ley N° 30220 Ley Universitaria, pretende que los estudiantes de institutos superiores puedan convalidar sus estudios en universidades públicas.

Entre las funciones de la SUNEDU, se pretende señalar que esta pueda “establecer los criterios técnicos para la convalidación de planes de estudios de institutos superiores públicos licenciados a fin de convalidarlos en una universidad pública licenciada”. Esto con el fin de que los estudiantes puedan obtener el grado de bachiller y posteriormente ostentar un título profesional, siempre y cuando cumpla con las exigencias de la institución.

En total son cuatro artículos que se pretender cambiar. El 57.11 señalaría que son las Asambleas Universitarias las que evalúan y aprueban los planes de estudios de los institutos. Asimismo, se permiten convenios entre las instituciones para “la determinación de la correspondencia de los sílabos, de los créditos obtenidos y convalidados para continuar los estudios superiores”.

Asimismo, queda en manos de las universidades determinar el número de vacantes que deben simbolizar al menos el 5% de plazas existentes. “Los postulantes se sujetan a una evaluación individual, a la convalidación de los estudios realizados en atención a la correspondencia de los sílabos, a la existencia de vacantes y a los demás requisitos que establece cada universidad”, se lee en los planteamientos.

La autora del proyecto de ley señala que la población económicamente activa no creció significativamente en el 2021, siendo “uno de los factores la falta de formación técnica y profesional, lo que provoca la carencia de mano de obra calificada”. Asimismo, lamenta que “el acceso a la educación está condicionada a la economía del estudiante”. Por ello promueve que el Estado permita la convalidación de estudios de quienes tuvieron acceso a una educación técnica.

“Actualmente la formación obtenida a los egresados de institutos superiores no les beneficia cuando quieren seguir estudios universitarios; pues están en las mismas condiciones que los postulantes que recién egresan de educación secundaria y no tiene formación técnica o que ya laboran en actividades semejantes a las que desean ingresar en la universidad”, se lee en el texto presentado la semana pasada.

Legisladora Herrera Medina es la autora del proyecto de ley. Foto: Congreso.

De aprobarse la medida, la autora considera que logrará en avanzar en objetivos del Estado como eliminar las brechas de calidad entre la educación pública y privada, mejorar la calidad de la educación superior pública, universitaria y no universitaria, así como la educación técnica adecuada a nuestra realidad, crear mecanismos de certificación que aumenten las exigencias para la institucionalización de la educación y promover la educación entre jóvenes y adultos.

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Desde hoy entra en vigencia el uso obligatorio de una contraseña única en trámites de telefonía móvil

Osiptel señala que medida busca evitar fraudes como la suplantación de identidad del titular de la línea.

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Más candados para la seguridad de sus datos personales. El Organismo Supervisor de Inversión Privada en Telecomunicaciones (OSIPTEL) informa que, desde hoy, viernes 31 de marzo, entra en vigencia el uso obligatorio de la contraseña única, como mecanismo adicional de seguridad, para validar la identidad de los abonados en la contratación de una línea adicional, reposición de chip o cambio de titularidad del servicio móvil.

Lo que busca esa medida es evitar fraudes vinculados al servicio móvil, como la suplantación de identidad y las contrataciones no solicitadas. Solo en el año 2022 las empresas operadoras registraron más de 10 mil cuestionamientos de titularidad de servicios móviles. De este total, Entel (4472) y Claro (4379) reportaron el mayor número de cuestionamientos de titularidad, seguidas de Bitel (940) y Movistar (332).

Durante ese mismo año, las cuatro empresas operadoras más grandes también registraron 77 597 reclamos de abonados por la contratación no solicitada del servicio móvil. En Movistar se presentó la mayor cantidad: 61 126 reclamos. Luego, se ubicaron Claro con 8214 reclamos, Entel con 7374 y Bitel con 883.

Según lo dispuesto por el OSIPTEL, las empresas operadoras del servicio móvil, desde el 12 de junio de 2022, están obligadas a entregar la contraseña única e informar sobre su uso a sus abonados; y desde el 31 de marzo de 2023, su uso es obligatorio en tres trámites: contratación de una línea móvil adicional, reposición de chip móvil o cambio de titularidad del servicio móvil. Además, los usuarios pueden personalizar esta clave.

Esta contraseña única no reemplaza a la verificación biométrica de huella dactilar, sino que es un mecanismo adicional de seguridad (un candado más) para validar la identidad de los abonados en los trámites anteriormente mencionados.

Cabe recordar que la venta de chips para celulares de manera ambulatoria se encuentra prohibida; no arriesgue sus datos personales. Foto: GLR.

Seis datos importantes sobre la contraseña única

1.         La entrega de la contraseña debe realizarse al momento de la contratación del servicio o en cualquier otro en el que la identidad del abonado sea validada a través del sistema de verificación biométrica, en sus oficinas o centros de atención, así como puntos de venta habilitados para trámites en provincias y a través de otros mecanismos aprobados por el regulador.

2.         Para generar la contraseña única, la operadora puede enviar un enlace al correo electrónico que el abonado previamente indicó, o un mensaje de texto (SMS), entre otros. En caso no cuenten con su contraseña única o desean recuperarla, los abonados deben solicitarla a su empresa operadora, la cual indicará el procedimiento a seguir y sus canales habilitados.

3.         En caso un abonado no reciba la contraseña única en una nueva contratación o cuando la haya solicitado a la empresa operadora, puede reportar su caso a Osiptel para evaluar las acciones a ser adoptadas y gestionar la entrega de su contraseña.

4.         Cada empresa determina la extensión y las características de la contraseña única. Por ejemplo, los usuarios de Movistar podrán usar 6 caracteres numéricos; mientras que los de Entel, de 6 a 8 caracteres numéricos. Por su parte, los usuarios de Claro pueden optar por una clave alfanumérica de 8 a 12 caracteres; y los de Bitel, de 6 a 12 caracteres alfanuméricos (incluye símbolos).

5.         El ente regulador ha dispuesto que bajo ninguna circunstancia el sistema implementado por las empresas operadoras permitirá que su personal de atención tenga acceso a la contraseña única de los usuarios.

6.         A través del uso de la contraseña única, se busca evitar fraudes vinculados al servicio móvil, como la suplantación de identidad y las contrataciones no solicitadas.

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Lilia Paredes narra supuesta última conversación con Pedro Castillo: “Les dejo a ustedes en la embajada de México y yo me regreso a luchar con todo mi pueblo” [VIDEO]

Singular versión de los hechos de la ex primera dama contrasta con las imágenes que todos vimos el pasado 7 de diciembre.

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Lo coloca como prácticamente un héroe nacional que prefirió quedarse en su país para continuar luchando por su tan mentado pueblo. Lilia Paredes, investigada por el Ministerio Público, brindó un breve mensaje desde México, país que le brindó asilo político a ella y sus dos hijos en diciembre del año pasado.

Sobre la docente recaen acusaciones, desde mediados del 2022, por su presunta colaboración en una organización criminal. Dicha red, según la tesis fiscal, estaba liderada por su esposo, el expresidente Pedro Castillo, desde Palacio de Gobierno.

Loco amor. Versión dada por Lilia Paredes coloca al ex mandatario como un mártir que se inmoló por su familia y sus seguidores. Foto: composición.

A través de una videoconferencia, Paredes Navarro narró una supuesta conversación que tuvo con su cónyuge el último siete de diciembre, fecha en la que el exmandatario dictó un golpe de Estado no respaldado por las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y la Policía Nacional del Perú (PNP).

“Quiero contarlo al Perú y al mundo entero lo último que pude hablar con mi esposo él me dijo: ‘Me calumniarán, me difamarán, pero nunca traicionaré a mi pueblo’. Son las últimas palabras que él me dijo”, manifestó.

A ello, agregó que el ex jefe de Estado es un “preso político” puesto que no “hubo acto de rebelión”. Actualmente, sin embargo, este permanece en prisión preventiva en el penal de Barbadillo (Ate), tras el fallo del juez Juan Carlos Checkley, por los presuntos delitos de “rebelión, conspiración y abuso de autoridad”.

“Me dijo: ‘Vamos, les dejo a ustedes en la embajada de México y yo me regreso y voy a luchar junto con todo mi pueblo peruano porque desde un inicio nunca me dejaron trabajar. Me acusaron de muchas cosas, me difamaron, pero yo nunca traicionaré a mi pueblo’”, agregó Paredes.

Por ahora, el expresidente residirá en la citada sede penitenciaria por 18 meses. Además de ello, también enfrenta un nuevo pedido para cumplir con una prisión preventiva de 36 meses en el marco de la denuncia constitucional, presentada en octubre del año pasado por la Fiscalía, por la presunta comisión de los delitos de organización criminal, colusión agravada y tráfico de influencias.

El fallo del magistrado Checkley Soria, también a cargo de esta solicitud, se resolverá este jueves nueve de marzo a las tres de la tarde.

“Algunos medios dijeron que se estaba escapando y eso es mentira, porque él nunca se iba a separar de su pueblo. ‘Me separaré de mi familia, pero no de mi pueblo’Fueron las últimas palabras que él me lo dijo”, afirmó Lilia Paredes mediante la mencionada videoconferencia.

Dichas declaraciones son completamente opuestas a lo que se vio en vivo y en directo en ese nefasto 7 de diciembre cuando el ex presidente Castillo se desplazaba, junto con su familia, rumbo a la embajada de México. Hecho no caprichoso porque minutos antes intentó dar un golpe de Estado a través de un mensaje a la Nación en señal abierta. Ni tampoco el destino es casual, pues es harto conocido que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es muy cercano a Castillo Terrones.

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Congresista Magaly Ruíz habría cobrado ‘cupos’ a sus trabajadores por mantener sus puestos de trabajo dentro del Parlamento [VIDEO]

Uno de sus ex trabajadores, Carlos Marina Puscan, denunció que mensualmente le recortaban 1 500 soles de su sueldo.

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No solo quieren vivir como ricos, sino también les recortarían el sueldo a sus propios trabajadores; la avaricia de algunos parlamentarios raya con lo inverosímil y estarían dispuestos a hacer lo que sea por obtener más y más dinero.

Carlos Marina Puscan, ex trabajador del Congreso de la República, denunció a la legisladora de la bancada Alianza para el Progreso, Magaly Ruíz Rodríguez, de apropiarse de parte de su sueldo. De esta manera, los parlamentarios continúan en la mira y cuestionamientos graves ante esta nueva acusación contra la congresista.

“Yo creo que este quiebre se da a raíz de mi negativa a seguir contribuyendo el pago de un cupo. Este cupo está valorizado en 1.500 soles que tenía que hacer un aporte mensual, en uno o dos días de haber recibido el abono del sueldo en mi cuenta bancaria”, mencionó Marina Puscan a la última edición del programa Punto Final.

Carlos labora para la congresista desde el 14 de febrero del 2022 tras ser contratado como auxiliar de la Comisión de Protección a la Infancia; precisamente, presidida por Ruíz Rodríguez. El sueldo del extrabajador ascendía a S/4.200, entre la remuneración y bono de alimentación. Sin embargo, el puesto de trabajo se trataría también de un supuesto “apoyo económico”.

“La condición es que hagas un aporte voluntario de 1500 soles para concepto de caja chica, ya que la congresista está enfocada a hacer apoyo a los niños en desprotección”, afirmó Marina.

El extrabajador contó que se le había indicado que el dinero que brindaba iba a estar destinado a niños vulnerables, lo cual al principio no se opuso. Sin embargo, cuando se realizó una campaña a favor de los infantes con cáncer del Hospital Guillermo Almenara Irigoyen, se le volvió a pedir una colaboración, a lo que él respondió que ya existía una caja chica. Esto fue el inicio de su sospecha.

fuente: punto final.

Asesor de congresista sería la persona encargada de recibir los pagos

Carlos Marina Puscan afirma que la persona que solicitaba estos pagos era Jhonny Romero Nima, asesor principal de la congresista Ruiz. “(Él) era el encargado de cobrarnos mensualmente los 1.500 soles”, detalló.

El dinero se entregaba en un sobre cerrado en efectivo y en puertas cerradas. Nos llamaba el asesor Jhonny Romero al celular personal y nos decía: ‘vengan, traigan el sobre’. Eso era lo que siempre nos decía, uno se acercaba a un cuarto cerrado con llave, donde nadie más tenía acceso; y así sea la entrega del efectivo dentro del edificio del Parlamento”, narró el denunciante.

Foto: captura video Punto Final.

De acuerdo con el citado medio, Romero Nima acompaña a la congresista desde su campaña congresal, que además fue aportante. Este asesor le habría confesado al extrabajador que el dinero tenía un destino final a favor de la legisladora.

“El dinero que ustedes están aportando es para el bolsillo de la congresista, porque ella está endeudada hasta el cuello de campaña”, habrían sido las palabras del asesor de la parlamentaria hacia Marina Puscan.

Romero Nima continúa laborando como asesor de la congresista Ruíz. Foto: captura video Punto Final.

Marina Puscan presentó su denuncia formal ante el ex oficial Mayor del Congreso, José Cevasco Piedra. Es así como, el oficio llegó a la Comisión de Ética, siendo uno de los miembros la propia parlamentaria.

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Yace en el lugar de la luz, de Ayrton Mallma (2022)

Lee la columna de Mario Castro Cobos.

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Cuidado con el pre-juicio. Ya ves. No era tan difícil. El rompimiento del cerco (aunque para varios no es solo difícil, es imposible, y es una desgracia, para ellos, por supuesto). ¿A qué me refiero? A hacer películas como te han dicho que tienen que hacerse. ¿No hay otra manera? Mejor está no ser tan obediente y hacer películas como quieres -simplemente como puedas- con lo que tengas a la mano. Justo aquí, justo ahora.

Por cierto: qué me parece que hay, en este caso. De entrada, una sensibilidad particular. Espontáneamente poética, diría que sí, y hasta lírica. Veo: imágenes frescas. Y hermosas. Tomadas de la vida. Como al pasar. Como al vivir. Como un par de manos que recogen agua. Una pequeña canción hecha de naturaleza y luz. Una cámara en mano que tiembla levemente o que titubea un poquito, tímida y atrevida, entre la inexperiencia, la decisión y la emoción de una primera vez. Un estilo de registro. Casi furtivo. Una urgencia me resulta clara: una necesidad total de, ya lo dije, y no hay que temerle a esta palabra: poesía. 

Imágenes, sencillas, y con encanto, que articulan una búsqueda de delicadas armonías que se muestran, si uno sabe verlas, y otras que subyacen en el reino de lo invisible. ¿O es que lo invisible también puede verse y no solo sentirse? Son, también, momentos de paz, arrancados a la locura del ritmo más mecánico, apresurado y apabullante de la ciudad y nosotros, sus esclavos y sus disidentes. Hay que detenerse un poco, ahí podría situarse la poesía, en el ‘entre’, en el descanso, justo en el momento cuando te relajas, respiras, y dejas de correr.

Qué amamos del cine, o de cierto tipo o zona o estado de gracia que encontramos en el cine, sino son esos pequeños momentos que el recuerdo cobija largamente y profundiza, que el recuerdo con su azaroso o preciso proyector interior nos hace revivir una y otra vez. Por qué tratar de registrar algo de eso…

El acontecimiento, lo que marca la diferencia del día, puede ser, no ‘una historia’ sino algo menos, o algo más: la hoja de un árbol, sus nervaduras; el canto de un pájaro, repentino. Algo sutil que la desatención urbana con frecuencia ignora o infravalora.

Y en efecto, como desliza el título, el tema es la luz, la presencia cierta y suave y poderosa de la luz. Por la que todos viven y por la que muchos, en su oscuridad evidente, ni sienten ni piensan ni sueñan ni se dejan envolver por ella.

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