El domingo pasado, mientras retornaba de hacer deporte, observé a dos policías que se dirigían a mí raudamente; verlos tan ansiosos me puso en alerta. Sin embargo, pensé: No creo que estos dos tombos que parecen guardias de asalto me detengan por cualquier motivo. Grande fue mi sorpresa cuando uno de ellos me preguntó amablemente: ¿Usted, es Tino Santander?
-Sí. Respondí. El rostro del policía cambió inmediatamente y con una sonrisa franca me dijo: “mucho gusto en conocerlo, los policías leemos sus artículos de la insurgencia y la gran mayoría estamos de acuerdo”. Me acerqué a ellos y los abracé; les dije: “queridos compañeros tenemos que rebelarnos contra los podridos de la clase política que han hecho de la policía un instrumento de poder y de viles negociados”.
Hablaban con dolor e indignación: “Los policías estamos atados de mano con la delincuencia, porque, los fiscales y jueces protegen a los delincuentes con una legislación que garantiza la impunidad y que castiga la autoridad policial; el acuerdo plenario N° 05/2019/CJ/116 prohíbe el “uso desmedido de la fuerza en intervenciones policiales”; esto es una prueba de que el sistema judicial es corrupto y favorece al crimen organizado”. Tenía la impresión de que iban a llorar de impotencia.
Les pregunté ¿si podemos organizar una movilización o una huelga contra la corrupción política? pensé que me iban a decir que ellos no son una fuerza deliberante, sin embargo, ambos me miraron sonrientes y me dijeron que pronto volverían a buscarme; me contaron que tienen conversaciones con varias organizaciones sociales y que solo la unidad del pueblo nos hará fuertes contra el crimen organizado que controla a los políticos.
Les dije: “Ustedes saben que si queremos tener seguridad ciudadana tenemos que rebelarnos contra el sistema y hacerlo de manera transparente”. La rebelión no es una ilusión, sino una realidad que crece todos los días en la conciencia de la gente.
No solo fueron los policías que tomaron contacto con nosotros; también, los dirigentes apristas de bases encabezados por César Castro y Víctor Raúl Huamán, que me buscaron para decirme que: “las bases del Apra, se unen a la insurrección democrática contra el oligopolio de los bancos usureros, el monopolio farmacéutico y contra el sistema neoliberal”. Huamán, apasionadamente decía: “El Apra, se creó para transformar el Perú, si los dirigentes y la cúpula están al lado del fujimorismo económico es su problema. El pueblo aprista los repudia a todos ellos y los maldice en nombre de Haya de La Torre y de los miles de hombres que lucharon por la gran transformación del Perú. Nosotros somos miles y estamos acostumbrados a la lucha larga y prolongada”.
Esta era una señal de que el pueblo aprista vuelve al redil socialdemócrata de izquierda. La prueba de esta aseveración es que Jorge Del Castillo, connotado dirigente de la cúpula aprista está presionado por las bases populares del Apra, por eso, lanzó un Twitter condenando tibiamente las usureras tasas de interés que pretenden cobrar los bancos por los créditos de consumo (más del 112 %) con la autorización del BCR con la excusa de cubrirse del riesgo moratorio y ser una alternativa al crédito gota de los extorsionadores. Ahora, esperamos que las bases del Apra se movilicen contra los bancos y rebasen a sus dirigentes aliados menores del fujimorismo económico.
La rebelión crece día a día. No es una conspiración de un grupo de iluminados que quiere imponer un programa lleno de fantasías y ficciones ideológicas; al contrario, la inmensa mayoría quiere seguridad ciudadana, educación y salud de calidad; minería y agricultura, carreteras seguras; crédito barato para el desarrollo del país.
Los viejos podridos y los aspirantes a podridos que creen que la farsa electoral del 2026 todo seguirá igual. No saben que todo lo interesante sucede en las sombras. No saben nada de la ira y odio a los podridos.
El Papa Francisco dejó una frase que hoy ya no resulta para nada controversial: “hagan lío”. Hagan lío, sí. Porque como en el mundo, en esta ciudad pareciera que el calor derrite las conciencias y el silencio desde hace mucho ya es innegable complicidad. Porque lo que ocurre en Piura ya no es negligencia: es traición. Y no de esas tibias, sino de las que deberían costar el puesto, el pellejo, el nombre.
En esta ciudad de historia y polvo, la Municipalidad y el Gobierno Regional han elegido ser sepultureros del espíritu. Y lo hacen con un entusiasmo digno del depredador. ¿Qué han inaugurado? ¿Qué legado dejan? ¿Qué aman? Nada. Nada que no se venda, nada que no se pueda enrejar, demoler o asfaltar con pintura donada por contratistas.
El alcalde —sí, ese cuya cara aparece en gigantografías con una sonrisa acomodada por el photoshop— celebra su gran hito: un parque enrejado. Como si la infancia fuera un peligro público. Como si el árbol diera miedo. Como si el aire necesitara permiso. Mientras tanto, el Gobernador Regional sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: no estar. No estar cuando se inunda, no estar cuando se quema, no estar cuando se marchita la ciudad. Un cargo con nombre, pero sin alma.
Y como broche de oro: quieren destruir la Plaza Tres Culturas para instalar un tanque de agua. Oh, Eureka, visionarios de la nada. Genios del desastre urbano. Es como si su misión fuera borrar sistemáticamente cualquier trazo de belleza, memoria o verde piurano. Hay que tener una imaginación muy pobre y un desprecio muy profundo por Piura para mirar un espacio simbólico y decir: pongamos un tanque, pues. Ni en las dictaduras tropicales se animaron a tanto.
Piura, la que fue primera ciudad fundada por los de castilla, la tierra de Merino, de Salaverry y de Grau. ¿Qué pensarían ellos al ver que sus herederos políticos no distinguen un ficus de un tubo PVC? ¿Que su mayor preocupación es cuántos likes saca su publicación de campaña?
Habría que preguntárselo, de frente, sin media voz: Señor Alcalde, señor Gobernador: ¿qué saben de Piura? ¿Saben dónde murió Salaverry? ¿cómo interpretan Taita Yoveraqué? ¿Qué sintieron al mirar el sortilegio pictórico de Escudero”? ¿Han escuchado Tondero alguna vez sin estar en campaña? ¿Han sentido las lagunas de Huancabamba más allá del selfie turístico? ¿Han cargado al Cautivo alguna con fe y bajo el cálculo político? ¿Conocen siquiera la cosmogonía Tallán? ¿Entienden qué significo para el Perú el martirio petrolero de Alejandro Taboada? ¿Sienten algo al pasar por el río Turicaramí?
Porque si no lo entienden, no deberían estar ahí. ¡Porque si no les duele Piura, entonces no la gobiernen por dios! Porque si no la aman, váyanse. Pero como siempre se quedan, sepan de una buena vez que estamos rebien hartos.
Hartisísimos de que todo se piense en función de qué necesita un mall. De que los únicos que celebran logros sean los centros comerciales. De que los niños no conozcan un teatro y crean que el arte es un show de TikTok. De que nadie se pregunte qué significa vivir sin estadio, sin coliseos, sin parques, sin árboles, sin río, sin alma. Hartos de esta especie de “urbanismo a la parrilla” donde todo se chamusca y se enreja.
¿Y el río? El río Piura —viejo Dios que todo lo ve— es para ustedes un estorbo, “el problema”. Lo contaminan, lo encajonan, lo desprecian. No hay un solo plan serio, una sola idea digna. No comprenden que sin nuestro lengash fundacional, regulador vital y espiritual de la piuranidad, no hay ciudad, no hay historia, no hay futuro.
Nosotros ya no protestamos: aquí resistimos. Aquí hacemos lío con la dignidad de quien sabe que una ciudad no se alquila, no se vende, no se mutila.
Esta Piura de imitaciones no es la nuestra. No aceptamos este simulacro de civilización en que han convertido lo que fue cuna de Correa Suarez, Borrero Vargas y García Baca.
Sépanlo, Piura es el lugar donde bien merece entregar la vida por el derecho a una sombra, a un libro, a un árbol, a una canción. Es tiempo de pedirles cuentas, de preguntarles con nombre y apellido:
¿Usted qué hizo por PIURA? ¿Qué salvó? ¿Qué supo amar?
En el 2022, Cancillería, identificó 10 áreas críticas en dominio amazónico, no considerando la zona costera andina del norte ni el sud andino peruana.
A la fecha, solo hay trabajo burocrático desde Cancillería, sin que exista presupuesto para implementar medidas ejecutivas desde el gobierno central y los sub gobiernos nacionales, en manifiesta ausencia de planificación con sostenibilidad, para con los compatriotas, que moran en aquellas zonas críticas y alcancen su calidad de vida con dignidad y satisfechos con los servicios indispensables en educación y salud, con prosperidad de las generaciones futuras.
En el norte peruano, costero y andino, sumido en problemas como el cambio climático, deforestación, minería ilegal y narcotráfico; hemos identificado cuatro corredores indispensables para el desarrollo integral de la región Piura, tanto en latitud como longitud y más allá de demonizar actividades productivas como la minería y la misma agricultura con siembra de productos como: caña de azúcar, arroz, algodón y palta; causantes del estrés hídrico inminente, amén de la corrupción imperante en los entes administradores del recurso agua; se requiere previamente, trabajo político del gobernador regional y de los congresistas piuranos, para incorporar las áreas de frontera de la Región Piura en el alcance del Decreto Supremo antes mencionado y ni que decir que este tema de cooperación de cruce de fronteras con Ecuador esté colocado en la agenda de los gabinetes binacionales Perú – Ecuador; permitiendo la integración territorial, creación de infraestructuras y la planeación de proyectos comunes.
Estos corredores de Cooperación en el borde de la frontera peruano-ecuatoriana, garantizan que todas las actividades productivas, en su conjunto, sean adecuadamente manejadas, con transparencia política y participación pública, de cara, al bienestar socio-económico-ambiental. En sentido contrario solo será malestar con degradación social, económica y ambiental.
Una vez en una película un narco dijo que él solo vende droga no la consume. De esa forma quería expresar la diferencia entre el fin y el medio, porque mantener esa premisa le permitía hacer las cosas bien, ya que no perjudicaba su trabajo. Esto se puede aplicar a la vida diaria.
Últimamente hay varios políticos que usan las redes sociales, y eso es bueno. En tanto la tecnología se use para expresar tu agenda todo está muy bien. El tema está cuando sin saberlo te conviertes en un instrumento de las redes sociales, en donde ya no generas tu agenda, sino que solo te limitas a seguir la agenda de la mayoría de las redes sociales, a pesar que sabes que esto va en contra de la mayoría de la población. Pensar que los deseos de los adolescentes son derechos humanos, o que las políticas públicas se deben hacer en función de su inestabilidad emocional, es un ejemplo de ello.
Las redes sociales influyeron en los empresarios a tal punto que por ejemplo apoyaron el golpe contra Manuel Merino, y también promovieron a Sagasti y Vizcarra, sin embargo, los resultados de las elecciones les dijeron que estaban en la luna: Los candidatos (caviares) de las redes sociales perdieron. El ganador no tenía ni twitter.
Keiko Fujimori, López Aliaga, Vladimir Cerrón y Guido Bellido, están haciendo buen uso de las redes sociales, en el marco de las próximas elecciones. Sin embargo, deben recordar que en tanto generen su agenda propia todo estará muy bien, pero si solo son instrumentos de la moda, todo irá mal. ¿Cuál es el límite? No hay algo claro, sino solo mirar sus raíces, la ideología que defienden, y la agenda que promueven. Por ejemplo, si defienden o atacan el modelo económico, la situación económica de los más pobres o la lucha contra la corrupción, el medio ambiente de unos pocos o el derecho al desarrollo de la mayoría, la ideología de género, los derechos del consumidor, etc.
El presocrático Heráclito sentenciaba: —Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos—. Aquel aforismo nos enseña que, en la vida todo fluye y cambia constantemente. Es decir, nunca podremos repetir, ni presenciar una misma situación en otro momento, mes o año.
Las oportunidades siempre tocarán nuestra puerta, pero solo estarán disponibles una vez, y nunca más las veremos pasar por nuestro orbe. Vendrán otras; pero nunca serán las mismas.
¿El destino determina nuestra vida? Probablemente, si optamos por dejarlo al ‘azar’ de manera inconsciente, aquel camino de vida esté predestinado. Sin embargo, en el plano religioso, Dios es quien determina el destino de nuestras vidas. Asimismo, grandes pensadores y filósofos le han atribuido diversas dimensiones traducidas en una amalgama de circunstancias y visiones.
¿Acaso escogemos nuestro nombre, elegimos a nuestros padres y hermanos? Y en última instancia ¿pudimos elegir nuestro sexo y fisonomía? Quizá ello sea parte del destino como predeterminación de lo que nunca podremos controlar. Pero, por otro lado, podemos elegir a nuestros amigos y en qué lugar vivir, así como qué profesión y oficio ejercer y finalmente adónde viajar.
Es decir, todos somos dueños de nuestras ideas y pensamientos y por lo tanto, tenemos la capacidad de tomar decisiones, aunque estas sean grandes o pequeñas… muy relevantes o quizá menos importantes, lo cierto es que jugarán un papel muy influyente en nuestras vidas.
Así las cosas, todos podemos forjar nuestro destino con las decisiones que tomemos y en parte, el futuro podría estar determinado. Sin embargo, es inevitable confrontar al ‘azar’, porque siempre aguardará en algún pasaje de nuestras vidas, y estará allí como el boleto de lotería que alguna vez quisimos comprar para cambiar nuestro futuro. Simplemente es un fenómeno ‘aleatorio’ que rompe con todo determinismo.
Generalmente, todos los mortales asentimos y nos rendimos ante la ‘casualidad’ y creemos fielmente en ella. Nos encomendamos a la suerte y esperamos grandes réditos de ella. Sin embargo, muy poco hablamos y evocamos a la ‘causalidad’ como parte de nuestra vida. Toda causa encuentra un efecto y cada acto que emprendamos tendrá una consecuencia.
La vida tiene sentido y es maravillosa en la medida que cobres conciencia y la hagas mejor con cada acción que le prodigues. Ergo, ¡El destino es uno mismo!
No cabe duda que este par de señoras, Dina-Nadine, ostentan el repudio de todas las mujeres del Perú, que rechazan verse reflejadas en ellas y que no pierden la esperanza de ver que la justicia existe. Asimismo, no habrá un Congreso que dure ‘de por vida’ para seguir protegiendo a la aún inquilina de Palacio. Así las cosas, el destino de ambas, tarde o temprano, sin duda será el encierro en un establecimiento penitenciario.
Si algo tienen en común Nadine Heredia Alarcón y Dina Boluarte Zegarra, es ese afán de angurria desmedida, con harta capacidad de trepamiento, con el único propósito de conseguir el poder, para así poder saciar sus dizques exquisiteces; llámese, viajes por el mundo, vestidos de diseñador, cirugías estéticas y joyas costosas.
Sin embargo, la más estrecha simbiosis que une en cuerpo y alma a estas dos mujeres, es la capacidad de mentir y el embuste que tienen arraigados en sus entrañas. Es decir, ambas se han convertido en dos bacterias que se han beneficiado de ello, como una especie de mutualismo.
Las dos mintieron groseramente con el afán de satisfacer sus oscuros fines. Boluarte Zegarra, lo hizo en diciembre del 2022 desde que asumió la Presidencia de la República, cuando prometió que renunciaría al cargo para luego convocar a nuevas elecciones generales; sin embargo, nunca lo hizo y de pronto pateó el tablero y con la complicidad parlamentaria se quedó el Palacio de Gobierno.
Posteriormente, aseguró que los relojes Rolex que lucía en eventos oficiales, eran de antaño. “Lo que tengo es fruto de mi esfuerzo y de mi trabajo. Es un artículo de antaño (…). He entrado al Palacio de Gobierno con las manos limpias y saldré con las manos limpias, como lo he prometido», refirió, hasta que se descubrió que las joyas que tanto ostentaba le habían sido entregadas por el investigado gobernador de Ayacucho, Wilfredo Oscorima.
Y así continúo mintiendo al país entero, al mencionar que su hermano Nicanor no tenía nada que ver con el aparato estatal; sin embargo, a través de informes periodísticos se reveló que habría introducido a sus amigos cercanos a puestos claves en el Estado, a través del IPD y otras entidades. Asimismo, la mandataria mintió sobre su operación estética y la negó desde el principio. Y tras meses de investigaciones fiscales no le quedó más remedio que reconocer que había sido intervenida quirúrgicamente; aunque, continúa insistiendo que fue por un tema de salud.
Dina Boluarte se autodestruyó desde que empezó su mandato presidencial.
Por su parte, Nadine Heredia Alarcón siempre le mintió al país, desde que estuvo en campaña electoral apoyando a su marido. Y en 2011, al momento de ascender a ser Primera Dama de la Nación, continuó mintiendo, al decir que, desde el Gobierno de su esposo, el condenado Ollanta Humala, no habría espacio para la corrupción.
Entre tanto, su más abominable embuste lo lanzó el pasado martes 15 de abril, precisamente, el día que fue condenada a 15 años de prisión por lavado de activos. Y justificó su ausencia en la audiencia de adelanto de lectura de sentencia, utilizando como coartada su estado de salud. Y en lugar de encontrarse en una clínica local, Heredia Alarcón estaba orquestando su fuga del país y se refugió en la embajada de Brasil para pedir un asilo que de manera exprés le fue otorgado por el gobierno de su amigo Lula da Silva, con la venia del Gobierno de Dina Boluarte, quien, con las gestiones del todavía presidente del Consejo de Ministros Gustavo Adrianzén, le emitieron el salvoconducto en tiempo récord.
No olvidar que este sujeto, anteriormente fue esbirro de la prófuga exprimera dama y cumplió con la ‘consigna’ de “protegerla” y tras deshacerse de la procuradora Julia Príncipe para que no continúe investigando a Nadine Heredia, él también salió por la puerta falsa. Como se recuerda, el 20 de octubre de 2015 este oscuro personaje renunció al cargo de ministro de Justicia y huyó para nunca más volver. No obstante, volvió para ser arropado en el mandato de Dina Boluarte Zegarra.
Un vasallo de Nadine que se convirtió en Premier.
La justicia tarda, pero llega
No cabe duda que este par de señoras, Dina-Nadine ostentan el repudio de todas las mujeres del Perú, que rechazan verse reflejadas en ellas y que no pierden la esperanza de ver que la justicia existe. Y pese a que la mandataria, quizá habría allanado el camino para ir corriendo a la embajada de Brasil en un futuro próximo también para solicitar asilo político y huir al país carioca como la típica fugitiva que se resiste a pagar sus cuentas con la justicia peruana; tampoco es menos cierto que, tras el término del periodo presidencial de Lula en 2027, quizá Nadine ya pueda ser extraditada a nuestro país, para que cumpla su condena de 15 años por el delito de lavado de activos y para que continúe siendo procesada por el delito de ‘colusión agravada’ por el caso Gasoducto Sur Peruano.
Poder Judicial rechazó casación interpuesta por Nadine Heredia y seguirá siendo procesada por colusión agravada, por el caso Gasoducto Sur Peruano.
Asimismo, no habrá un Congreso ‘vitalicio’ que dure ‘de por vida’ para seguir protegiendo a Dina Boluarte Zegarra y tampoco habrá ‘tiempo que lo resista’. Es decir, en menos de lo previsto, la aún inquilina de Palacio de Gobierno, perderá la inmunidad presidencial y tendrá que permanecer en el país—si es que antes no se fuga—para afrontar sus acusaciones fiscales por presuntos delitos de corrupción, encubrimiento, violaciones de derechos humanos y hasta abandono del cargo. Así las cosas, “todos los caminos conducen a Roma” y el destino de ambas señoras, sin duda será el encierro en un establecimiento penitenciario.
El gobierno de Lula da Silva, otrora sindicalista y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, acaba de dar un golpe mortal a su propia credibilidad al conceder asilo político a Nadine Heredia, esposa del traidor y corrupto Ollanta Humala y figura central en los escándalos de corrupción que mancharon su gobierno.
Con esta decisión, Brasil no solo abre sus puertas a una de las caras más conocidas del entramado corrupto del humalismo, sino que envía un mensaje claro a los delincuentes de la región: aquí encontrarán refugio.
Lula, quien en el pasado se presentó como un defensor de los pobres y un luchador contra la impunidad, hoy se desdibuja como otro cómplice más de la podredumbre política que azota a América Latina. ¿Dónde quedaron esos discursos sobre justicia social y transparencia? ¿En qué momento el líder obrero se convirtió en el protector de los corruptos? La respuesta es simple: el poder corrompe, y Lula no es la excepción.
Nadine Heredia, sentenciada a 15 años de cárcel en nuestra patria por lavado de activos y vinculada a la red de Odebrecht, ahora podrá vivir tranquilamente en Brasil, protegida por un gobierno que alguna vez criticó a las élites depredadoras. La ironía es cruel. Mientras el pueblo peruano exige justicia, Lula le ofrece impunidad. Mientras las víctimas de la corrupción claman por reparación, Brasil se convierte en el santuario de quienes saquearon las arcas del Estado.
Pero esto no es solo una traición a su pasado, es una señal peligrosa. Si Brasil está dispuesto a blindar a figuras como Heredia, ¿quién más encontrará cobijo bajo el manto del «asilo político»? ¿Qué otros prófugos de la justicia llegarán próxima mente? Tal vez Vizcarra? kuczynski o Dina Boluarte? El mensaje es claro: la justicia en América Latina sigue siendo selectiva, y los poderosos siempre tendrán una puerta giratoria que les permita evadirla.
Lula ha tirado al tacho de basura su propia historia. Ya no es el sindicalista que enfrentó a las dictaduras, ni el presidente que impulsó políticas sociales. Hoy es el hombre que protege a los corruptos, el que normaliza la impunidad. Y Brasil, bajo su mandato, se perfila como el nuevo paraíso de los delincuentes.
Atención, delincuentes peruanos! Brasil los espera con los brazos abiertos.
Cuando se habla de Vittorio De Sica, la conversación suele detenerse –casi automáticamente– en El ladrón de bicicletas (1948), pero el verdadero corazón, la obra cumbre, el punto de inflexión emocional y estético del cineasta, personalmente pienso que es El techo (1956). Es allí donde se conjugan el humanismo, la sencillez narrativa, y una ternura que golpea más que cualquier drama.
Esta película, escrita junto a Cesare Zavattini –compañero de batallas neorrealistas–, sigue a una joven pareja que, al casarse, no tiene más remedio que construir su propio hogar en una Roma hostil, en un barrio donde la ley es clara: si el techo está terminado antes del amanecer, no pueden echarlos. Esta historia retrata la dignidad humana cuando se encuentra en su forma más vulnerable.
La pasión de De Sica por esta película fue tal que durante la filmación insistió en que todo fuera auténtico: desde los ladrillos hasta el polvo de las calles. El director quería que el sudor fuera real, que el cansancio no fuera actuación. Y se nota. Cada plano huele a cemento fresco y desesperación.
El techo en comparación con El ladrón de bicicletas ofrece una mirada más matizada, más madura, sin renunciar al dolor. Es un retrato de la esperanza que no se grita, se susurra. Y en ese susurro, hay más verdad que en muchos discursos sociales.
Vittorio De Sica fue actor antes que director, y quizás por eso comprendía tan bien la expresión humana. Nació en 1901 en Sora, y aunque gozó de la fama gracias a filmes como Milagro en Milán o Umberto D., jamás se olvidó de los que vivían en los márgenes. Él mismo decía: “He sido un privilegiado, pero siempre filmé como si no lo fuera”.
De Sica murió en 1974, pero su legado se niega a marcharse. En tiempos donde las historias parecen hechas en serie, El techo nos recuerda que el cine puede ser pequeño en presupuesto y gigante en emoción.
Quizás lo que más nos falta en Latinoamérica –y en Perú, particularmente– no son recursos, sino cineastas dispuestos a mirar de verdad. A vivir con sus personajes. A ensuciarse los zapatos. A construir techos a punta de sudor y lágrimas. Espero que algún día en el Perú tengamos un mejor cine.
Entre los ecos subterráneos que se rastrean en Vocación de Náufrago –Premio Juan Gil-Albert XLII– nuevo poemario de Nilton Santiago, intuimos una relación con el mundo griego. En la reunión de poemas, en cuatro columnas ejes, observamos la relación de diálogo con la cultura clásica. Evoquemos Edipo Rey.
En esta obra, Sófocles plantea un hecho policiaco con el fin de conocer al culpable de la peste de Tebas. Los poemas de Santiago siguen la anagnórisis: buscan una reflexión epifánica, una respuesta ante la crisis interna.
Es decir, muestran el punto donde yo poético descubre su verdad. En ese sentido esos poemas se encuentran empapados en una pesquisa. Por un lado, podemos rastrear que se busca comprender las dimensiones de la poesía (A); por otro, la identidad del propio sujeto poético(B); finalmente, la dimensión familiar (C). En esos ejes, lo poético se vuelve prosa y reflexión. Nos recuerda al de la poeta Premio Nobel de literatura Wisława Szymborska.
Detengámonos aquí, ¿cómo así la poesía de la segunda mitad del siglo XX de Polonia se empapó de la reflexión filosófica? Si algo caracteriza esta vertiente –con autores como Czeslaw Milosz o Zagajewski – podemos notar que la poesía recae en la mirada de la experiencia sobre la realidad. Entre la idea A y la B hay una intersección simple: la poesía se piensa a sí misma. En cambio, la C resulta más expansiva.
Nilton Santiago escribe: Yo leo a Szymborska//y es como si una medusa inmortal//me leyese la suerte. Aquí la recreación de la mente del artista en la del lector, nos acerca al diálogo de la poesía. Ambos, se conectan por el escepticismo: no es posible conocer qué es la palabra, qué es la verdad o la poesía. Estamos destinados al naufragio, oficio más necesario que la del marinero. A la vacuidad. El autor pregunta: ¿Son los libros, entonces, los que nos pasan página?
El nuevo trabajo de Nilton Santiago apuesta por imponernos una intersección entre el poema del lenguaje y el juego. Es un trabajo embalsamado de dudas y preguntas, pero también certezas: Los libros no hacen más que esparcir nuestras cenizas…