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CINCO HISTORIAS DE BARRIOS ALTOS

Escribe Rodolfo Ybarra
1.-EL NEGRO PEPE
En Barrios Altos la vida no vale nada y donde por un sol te pueden cortar el pescuezo. Aquí estoy paseando con el negro Pepe, “Caporal”, “Taita” de los más bravos, puros chuzos, huecos de bala y callos en las manos, con 85 años de dinosaurio sableado y cazado por pistoleros furtivos de uniforme o con pañuelo de media cara; y, a pesar de todo, sobreviviente de sus propias batallas y que aún trabaja de cachinero y ha estado en casi todos los penales del Perú, menos en el SEPA, tal y como afirma categóricamente. Nadie lo “huevea” –te lo dice señalándote con el dedo– y las cosas claras y el chocolate espeso.
Nos dirigimos por La Carroza y la Huerta Perdida, sus lugares de paso, y por otras callecitas donde el mismo diablo no entra, tratando de terminar de construir otro de los personajes para una futura novela. Consejo: si quieres escribir y que te crean, pues tienes que ensuciarte los zapatos y arriesgar el pellejo. El resto es sentarse a teclear, buscar un editor que confíe en ti y que no te estafe y entrar a la imprenta. Eso sí, amigos, aquí los premios literarios no interesan. La vanidad no tiene lugar en este no-lugar, es más, hasta puedes ser atravesado por un verduguillo. Esto es lo que Nietzsche decía que era mirar el abismo, el único detalle es no dejarse caer o, simplemente, no caer. Ahora si quieres fama, viajecitos, televisión y prensa servil y complaciente, pues dedícate a otra cosa.
2.-COLEGIO NACIONAL 1028, “REPÚBLICA ARGENTINA”
No sé cómo así, de un día para otro, y cuando pensaba que mi vida era estar entre niños de bien y con asesoría espiritual de monjes salesianos y hermosas niñas de cabello lavado con colas de caballo y con perfumen Johnson & Johnson, llegué al colegio nacional “República Argentina”, ubicado en el jirón Miró Quesada 1340, en pleno Barrios Altos, ahí mismo donde la gente hablaba gritando y los niños y las personas mayores, en general, lucían bastante feos, sucios, desaliñados y con un lenguaje lleno de procacidades, insultos y palabrotas que, en ese tiempo, apenas lograba entender.
Mi madre me fue llevando de la mano, recuerdo que la fachada, grande y virreinal, era de color celeste y blanco, a la entrada había una estatua gigante y de bronce del general San Martín que te daba el recibimiento con los brazos abiertos como el Cristo Corcovado. Al asomar por una de las puertas con vitrales nos encontramos con una señora de lentes que nos preguntó qué deseábamos. Recuerdo que era febrero y hacía un calor insoportable y, para llegar ahí, habíamos tenido que sortear una lluvia de globos y baldazos de agua que caían de los techos y las quintas maltrechas y cochambrosas que rodeaban el jirón Puno, el jirón Huánuco y Cinco Esquinas que quedaba a una cuadra y media de la que sería mi “alma máter”. Lo cierto es que la señora nos dijo que ella era la directora y se presentó: “soy Nelly Morón de Miranda y este colegio, República Argentina, les da la bienvenida”. Las vacantes eran infinitas porque, como era un colegio del Estado, podían meter decenas o, quizás centenas de estudiantes en una sola aula y todo se justificaba bajo el concepto de que la educación primaria y secundaria es un derecho y el Estado provee y se asegura de que el educando reciba lo necesario para formarse como un hombre de bien y bla, bla, bla.
Antes de irnos nos pidieron dos fotos tamaño carné y un certificado de salud o placa radiográfica de pulmones, ya que, por esa época, a mediados de los setentas, la tuberculosis era una plaga que había infectado a gran parte de la población. Recuerdo que fuimos corriendo donde un chino fotógrafo que quedaba en la plaza Buenos Aires y que trabajaba en horario de oficina, al costado de la panadería y pastelería Azato, cuyo producto más preciado eran unos panecillos dulces espolvoreados con azúcar impalpable y cuyo olor a canela aún guardo en mi memoria.
El chino me entregó un peine desdentado y un lavatorio de agua y me dijo “arréglate”. Yo me mojé la cara porque estaba sudando como un chancho y me peiné con raya a un costado mientras mi madre pagaba el importe de las fotos a una vieja regordeta que estaba en silla de ruedas. El chino presionó el flash y, después de media hora, nos entregó las fotos que previamente había cortado con una tijerita de mano y metido dentro de un sobre transparente donde podía verme a mí mismo con mi cara de asustado y los pelos parados. Y de ahí nos fuimos corriendo al hospital “Dos de Mayo” que estaba a tres cuadras de ahí, entramos por la puerta de la avenida Grau, pagamos en ventanilla y nos dirigimos al pabellón de neumología; en ese tiempo y por la epidemia, atendía todo el día, ahí había una larga cola de niños, como yo, que estaban esperando su turno. Recuerdo que mi madre me compró unos quequitos sueltos en forma de bomba y compró una gaseosa marca Pasteurina. Después de dos horas de espera, me llamaron por mi nombre: “Señor Rodolfo Ybarra, señor Rodolfo Ybarra”.
El encargado de hacer las placas era un hombre esquelético forrado con unas mantas blancas que daba la impresión de ser una momia. Me dijo que me quitara el polo y que me pusiera encima de un taburete. El hombre presionó un botón y una plancha metálica se acercó como si fuera a triturarme contra la pared. “Tienes que abrazar al fierro y aguantar la respiración”, me dijo el cadavérico. Y después de bajar una palanca y de un sonido como de caja de cambio de carro viejo, el técnico dijo que todo había salido bien y que en dos horas podíamos recabar los resultados. Así que, con mi madre abanicándose el rostro con los papeles del colegio, me quedé mirando a los enfermos de traumatología que estaban al frente de nosotros. Ahí había personas a las que les habían serruchado las piernas, gente con férulas o con muletas se movían de un lado para otro, muchos de ellos se quejaban o daban estruendosos alaridos y yo le agradecía a diosito por tener las dos piernas y los dos brazos en perfecto estado de salud.
Después de deambular por ahí y cuando mi madre se estaba quedando dormida, volvieron a mencionar mi nombre en voz alta: “Señor Rodolfo Ybarra, acérquese por favor, aquí tiene su certificado, atención…”. Los resultados de las placas habían salido “negativo”, o sea, que no tenía tuberculosis y podían matricularme sin ningún problema. Así que regresamos al colegio de marras, casi al terminar la tarde. La misma directora nos atendió y nos dijo que teníamos que rellenar unos papeles y firmar para que todo estuviera en orden con la UGEL, que era la que se encargaban de fiscalizar a los colegios nacionales. Y sin más trámites burocráticos y en pleno gobierno militar del general Velasco Alvarado, me convertí en egregio alumno del excelentísimo colegio “República Argentina” nro. 1028 de Barrios Altos.

3.-“MOLOCHE”
Hace muchos años que, por uno u otro motivo, no regresaba a Barrios Altos. Así que hace unos días decidí volver al jirón Lucanas con jirón Miró Quesada y, de pronto, me encontré cara a cara con esa leyenda viviente, leyenda negra, además, que es “Moloche” o “Moloch”, el demonio del quinto infierno y cuyo verdadero nombre significa más bien lo contrario: Gabriel o el “arcángel” Gabriel. Un hombre barbado y con una ropa lustrosa a quien conocí a mediados de los setenta cuando yo estudiaba en ese colegio premilitarizado que era el República Argentina 1028, en plena época de golpes de Estado, cuando aquí gobernaba Velasco Alvarado y en la tierra gaucha mandaba Videla.
Y es que “Moloche” era un hippie viejo cuya melena o África look me daba mucho temor cada vez que me lo cruzaba en la calle y más todavía porque andaba con un pantalón a cuadros viejísimo y con unas campanas enormes que acababan en unos macarios de color guinda. Lo cierto fue que, en mi adolescencia, gracias a un guitarrista llamado Micky, compositor y amigo de los Dudó, me acerqué a Moloche que sabía mucho de rock y que, para mi asombro, según cuenta él mismo y lo pudimos comprobar, nunca se había subido a un carro, microbús o vehículo que se alimente de combustible. Es lo que hoy en día se llama un neoludita. Y vive en una casona antigua que casi no tiene ventanas, salvo el agujero que él mismo cavó en una pared que da a un descampado.
“Moloche”, en esos años de revueltas políticas y militares, era un conocido roquero que parloteaba en las esquinas haciendo piruetas con las llaves, las que lanzaba hacia el cielo y recogía con las piernas dominándola como si fuera una pelota. También tenía un extenso repertorio de piropos poéticos y elegantes que lanzaba a las chicas con mucho cuidado y con voz de poeta. No obstante y aun cuando él hizo de Cirano de Bergerac muchas veces y ayudó a matrimoniar a decenas de amigos, él mismo nunca se casó ni nunca se le vio con alguna mujer. Quizás porque lo veían un poco loco y delirante o quizás porque siempre se llevó bien consigo mismo y no necesitó de nadie más.
Todavía recuerdo su saludo a la gente del barrio y su chasquear de dedos y sus pasos medidos como si estuviera en una pasarela.
Curiosamente, muchos años después, yo tendría una melena más larga que la suya y, seguro, en su momento, me tocaría atemorizar a otros niños como yo lo era en ese entonces.
4.-YO ESCUCHÉ CANTAR A ANAMELBA
Anamelba era una mujer gorda de voz aguda y potente que vivía a unas cuadras de mi casa de B. A. La recuerdo como si fuera ayer porque ella vendía unos adoquines de fruta y «marcianos» multicolores con los que financiaba su carrera de artista y con los que yo me enfermaba para no ir al colegio. Cada vez que iba a buscar a Anamelba me decía «cómo está el niño lindo» –un viejo cumplido que le repetía a todos los niños del barrio– y me acariciaba el cabello y yo la miraba con ojos de cordero degollado o con los ojos de un alumno con el complejo de Edipo refractado en su profesora.
Alguna vez, dentro de esa extraña y helada complicidad, me cantó una canción a capella porque yo se la pedí. Fue una mañana de abril, el verano ya empezaba a amainar y yo con mi uniforme nuevo, mi camisita blanca, mi pantalón plomo oscuro y mis zapatos negros lustrados “al duco”, caminaba orondo por aquellas callecitas de mi antiguo barrio. Ahí en la sala de su casa y mordisqueando el hielo la escuché entonar completita una canción que hablaba del desamor, aunque en ese tiempo yo no entendía nada solo me preocupaba de que esos sonidos agudos no me destemplaran los dientes. Imagino, ahora, que ese era el desamor que sentía por Julio Jaramillo, el cantante ecuatoriano de pasillos, con el que tuvo un tórrido romance y con el que grabó a tándem algunos temas que aún las pasan en radios del recuerdo, esas que están muy a la derecha o muy a la izquierda del dial.
Aunque nunca me gustaron los boleros, cada vez que camino por una vieja calle y escucho alguna cancioncita antigua siento que otra vez estoy parado frente a la puerta de fierro de Anamelba, en la tercera cuadra del jirón Lucanas, o persiguiendo con mis 11 años a la hija de Vicky Jiménez, «la reina del bolero» –en esos tiempos la competencia directa de Anamelba–, que vivía a un par de cuadras de mi casa, la niña presumida que siempre se encargaba de subirme la autoestima diciendo que yo no era na die y que su mamá era una artista, una cantante reconocida y que, por lo tanto, no podía ser mi amiga, y, mientras decía todo esto, iba mostrándome todos los regalos que su madre (“la muñequita del bolero”, así la había bautizado un conocido presentador de televisión) le había traído de sus viajes por Europa; y yo mirándola me iba enamorando hasta el tuétano de los huesos, hasta el reconcho de la médula ósea, hasta lo más hondo del alma, sí, siempre sí… pero de mí mismo.
Aquellos boleros no los volví a escuchar más. De adolescente me dediqué a escuchar rock, jazz, frejazz, new age, y otros géneros llamados “cultos”, más “evolucionados”, más “técnicos”, más “progresivos”, etc., etc. Pero un tiempo me alejé de todo esto, dejé de escuchar música, dejé de escribir. Me fui de viaje por remotos parajes y así anduve mucho tiempo yendo de aquí para allá con los mochileros y artesanos con los que me acompañaba una trocha para después seguir el camino trazado hasta que un día me volví sedentario. Y cuando alguien, por alguna razón extraña, me preguntaba de boleros yo negaba en todos los idiomas posibles que supiera algo de este, ahora, género marginal.
Han pasado más de 40 años y recuerdo claramente que aquella canción a voz en cuello que entonó Anamelba en una mañana de fines de los años setenta fue «Aceptaré». Con respecto a aquella niña engreída, hija de Vicky Jiménez, me olvidé hasta de su nombre, sólo recuerdo sus frases entrecortadas y sus “tú no eres nadieS”. Y ahora con ese “Aceptaré” de fondo trágico puedo decir que yo me sigo preguntando lo mismo: en efecto, chiquilla de mis peores sueños, yo no soy nadieS, yo sólo soy el testigo de un tiempo que se esfumo entre mis manos, de un pasado que a veces regresa como un boomerang y nos da un golpe en el pecho; pero, al fin y al cabo, yo solo soy testigo de mí mismo.
5.-UNA VIEJA PELEA EN BARRIOS ALTOS
Cuando estaba en la primaria, existía en el salón de clase el clásico matoncito de barrio que reproducía en su forma de ser su tortuosa relación familiar: padre borracho, pegalón y gritero; madre desaseada y desordenada; hermanos egoístas, pendencieros y abusadores. Lo cierto es que este bocón y roba-loncheras no tenía rival, dada a su estatura (puesto que había repetido tres veces), su verbo florido y su gordura elefantiásica con la que eventualmente (y literalmente) aplastaba a quien osara retarlo.
Cierto día que me había insultado y jalado de la chompa, zamaquéandome como un tentetieso para que le ayude en las tareas, se me escapó un insulto, una palabrota que quedó retumbando en el aula. El matoncito, hábil en las «malas palabras» y en las diatribas, no pudo hacer nada en ese momento porque entró el auxiliar a pasar lista y ver el asunto del cuaderno de control y las firmas de los padres. El matoncito me dijo en silencio, casi susurrando, raspando las palabras y frunciendo el ceño: “te cagaste Ybarra a la salida te rompo la cara…”. Yo con mis 9 años recién cumplidos empecé a temblar, mis dientes cascabeleaban como si tuviera frío, se me erizaron los pelos de la cabeza, pero respiré hondo y me dije: al diablo, no tengo nada que perder, si me pega me pega, pero algo haré con este abusivo que me llevaba algo más que una cabeza y como 30 kilos más.
A las afueras de ese colegio religioso –claretiano, para más detalles– esperaban las barras, casi todos los oprimidos, niños con formación católica e hipócrita; muchachitos pequeños y enclenques tenían vagas esperanzas en que yo los reivindicará con algún golpe en esa panza grotesca y aguanosa. Uno de ellos me miro y se persignó. Tuve miedo pero pasé saliva y me tragué mis fobias y con ellas los 30 kilos de diferencia.
Observé al niño gordo como si fuera un luchador de Sumo, no sé porque lo imaginé calato y con ese jebe horroroso en el trasero, tirando sal a la esquina contraria y exhibiendo su peso; peso que aprovechó inmediatamente para empujarme contra un grupo de ayayeros (no de mi lado) que estaban detrás de mí y que me devolvieron rápidamente al ruedo como si fuera un resorte a los puños del pequeño gorila quien aprovechó para hincharme un ojo y reír a mandíbula batiente mientras su séquito, otros dos de su calaña, se burlaban.
En un breve descuido y aprovechando que mi rival se jactaba de mi debilidad física aproveché para darle un cabezazo con todas las fuerzas como jamás había imaginado, hasta entonces, que tenía en mi cuerpo. Me lancé hacia delante con la testa como un toro y cerré los ojos. Mi misión era embestir con mi pequeña humanidad a ese pequeño monstruo, tirano y dictadorzuelo. Resultado: le bajé todos los dientes de adelante. En mi cabeza se abrieron cuatro orificios notorios (bajo mi corte de pelo alemán) que destilaban sangre pero que no eran nada comparado con la hemorragia y los borbotones que le salían de la boca al matoncito de barrio. Para mí fue una pelea épica, casi bíblica, me había bajado a Goliat, el endriago había sido derrotado, y no con una honda sino con mi cabeza. Aún conservo esas viejas cicatrices y una hoja de mi primera expulsión escolar.
COTA
El «negro Pepe» se despide de este mundo, dice que le duelen todos los huesos, ya no puede caminar y solo respirar se le hace difícil y que ahora sí «se va para la Habana» o como dice el poeta Carlos Oliva: «La muerte es y trato de alcanzarla». Con el cuerpo puro hueco de tanta bala que le entró por todos lados y una-vida-al-servicio-de-los-más-pobres. Dice que robó a los de arriba para comer y para dar de comer a los de abajo. Ahora nada tiene (los policías le quitaron todo y se quedaron con su botín) solo los recuerdos que se diluyen en su voz carrasposa. Además, dice que se equivocó de carrera, quizás lo suyo hubiese sido ser presidente.
¡Hasta siempre «negro Pepe»!
(PUBLICADO EN LA REVISTA IMPRESA LIMA GRIS N° 18)
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Pisaq y Tipón bajo amenaza: turistas defecan en nuestro patrimonio por falta de baños
Una denuncia ciudadana revela que, por falta de baños y señalización, turistas estarían utilizando zonas arqueológicas como letrinas

Hay actos que no solo denotan ignorancia, sino un desprecio inconsciente –y por eso más brutal– por la historia que nos sostiene. Lo que está ocurriendo en los Parques Arqueológicos de Pisaq y Tipón no es una simple anécdota escatológica, como algún burócrata desganado podría resumir en un parte olvidable. Es, en verdad, una forma sutil y cruel de profanación.
El 29 de junio, según denuncias de guías turísticos, visitantes defecaron y orinaron entre las piedras sagradas de nuestros ancestros. Y no lo hicieron por rebeldía o vandalismo gratuito, sino porque no hay baños. Así de sencillo. Así de grotesco.
La escena sería cómica si no fuera tan trágica: turistas desesperados, buscando dónde aliviarse, mientras la brisa andina arrastra los ecos de un pasado glorioso convertido en letrina. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo es posible que un país que se llena la boca hablando de su riqueza patrimonial no sea capaz de instalar un baño seco, una letrina digna, un mísero cartel que diga “por aquí no”?
El problema no es nuevo. Lo nuevo es la frecuencia con la que se repite, la indiferencia con la que se recibe, y la absoluta desidia de quienes deben solucionarlo. La Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, órgano que debería velar por estos santuarios, parece vivir en un letargo administrativo. La escasa señalización, la falta de personal de resguardo y la inexistencia de puntos de información para los visitantes no son fallas técnicas: son síntomas de una renuncia institucional a proteger lo que nos define.

Pero la responsabilidad no termina ahí. El Ministerio de Cultura, que debería ser la conciencia vigilante del país, se ha convertido en una oficina de trámites opacos, más preocupada en sostener convenios insólitos con asociaciones ufológicas que en evitar que las ruinas se llenen de heces.
Lo que ocurre en Pisaq y Tipón no es solo un atentado físico contra las piedras: es una erosión simbólica. Cada micción entre muros incas es una bofetada a nuestra identidad. Cada excremento, una prueba de que el Estado se desentiende de su misión civilizatoria. Porque eso es, al final, el patrimonio: un recordatorio de que venimos de algo más alto que nosotros mismos.
No basta con declarar la indignación. Urge que el Estado reaccione, que asigne presupuesto, que entienda –de una buena vez– que la defensa del patrimonio no es un lujo, sino una urgencia nacional. Que los caminos del turismo no pueden estar sembrados de basura, ni los templos ancestrales convertidos en urinarios.
Si no somos capaces de proteger ni siquiera las huellas de quienes nos precedieron, ¿cómo aspiramos a dejar alguna huella nosotros?
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Respuesta a Carta Notarial de Hotel Casa República
El gerente general del ‘Hotel Casa República’ envió una carta notarial requiriendo que se rectifiquen las supuestas expresiones falsas y difamatorias publicadas en una nota periodística del 17 de junio en nuestra web. Esta es la respuesta de Lima Gris.

Llegó a nuestra redacción una carta notarial fechada el 25 de junio de 2025, recibida con fecha 2 de julio del presente, enviada por el gerente general del Hotel Casa República, señor Juan José Mendoza Arredondo, en la que se nos requiere la rectificación de una nota periodística publicada el 17 de junio de 2025 en el portal digital de la revista Lima Gris, titulada: “Barranco y el ruido del Hotel Casa República”, bajo el argumento de que la misma contendría afirmaciones «falsas y difamatorias».
Al respecto, como medio de comunicación debidamente constituido y en ejercicio legítimo de la libertad de prensa, respetuosamente expresamos lo siguiente:
- Libertad de información y de expresión protegidas constitucionalmente
La publicación realizada por Lima Gris responde a la labor periodística de informar sobre hechos de interés público, en este caso, las quejas y preocupaciones de vecinos del distrito de Barranco respecto al impacto de ciertas actividades nocturnas en su entorno urbano y patrimonial. Esto se encuentra amparado por el artículo 2 inciso 4 de la Constitución Política del Perú, que reconoce el derecho fundamental a «buscar, recibir y difundir información de toda índole por cualquier medio de comunicación». Este derecho no solo ampara a los periodistas, sino también a la ciudadanía que tiene derecho a ser informada.
- Veracidad y sustento de la información publicada
Contrario a lo afirmado en su carta notarial, la publicación en mención no contiene expresiones difamatorias ni afirmaciones falsas. La información difundida ha sido elaborada con base en fuentes verificables, incluyendo testimonios directos de residentes, material audiovisual y reportes ciudadanos disponibles en redes sociales y otras plataformas. En ningún momento se ha atribuido de manera maliciosa o con intención de dañar, la generación de «escándalos nocturnos» al hotel sin fundamento fáctico.
- No existe animus difamandi
El contenido publicado se enmarca en un ejercicio legítimo de crítica y fiscalización periodística. Como lo ha sostenido reiteradamente el Tribunal Constitucional del Perú y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el debate público admite expresiones incluso severas cuando se trata de asuntos de interés común. La publicación no ha tenido como propósito afectar la imagen de su representada, sino evidenciar un problema urbano percibido por un sector de la comunidad.

- Exigencia desproporcionada y amedrentamiento a la prensa
La amenaza de iniciar acciones penales y civiles en caso de no acceder a un pedido de «rectificación total en 24 horas» constituye una forma de censura indirecta y presión indebida sobre la libertad de prensa, prohibida por el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Resulta preocupante que un actor privado pretenda condicionar la labor informativa mediante la judicialización de contenidos críticos.
- Posibilidad de réplica o descargo
Como corresponde a un medio que respeta el pluralismo, reiteramos que el Hotel Casa República pudo ejercer su derecho a réplica en el mismo portal, en vista que pudimos comunicarnos telefónicamente con el gerente Juan José Mendoza Arredondo, y cuyas versiones fueron debidamente transcritas en la misma publicación en calidad de descargo.
Por lo tanto, no existe obligación legal de rectificar contenidos que han sido redactados de buena fe, con base en hechos y bajo un interés informativo legítimo. En consecuencia, rechazamos el requerimiento de rectificación exigido en su carta notarial.
Sin otro particular, reafirmamos nuestro compromiso con el periodismo independiente, crítico y respetuoso del estado de derecho.
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Sujeto embiste su camioneta en conocido restaurante porque local lo había expulsado debido a que se encontraba presuntamente bajo los signos del alcohol [VIDEO]
Miguel Ángel Requejo Astochado ahora será denunciado por tentativa de homicidio.

Un demente al volante. La noche de ayer, comensales del restaurante ‘El Charrúa’, ubicado en el distrito de La Molina, previo el incidente, indicaron que Miguel Ángel Requejo (51 años), había discutido con los mozos del local, quienes procedieron a expulsarlo ya que el sujeto había ingerido bastante alcohol y estaba incomodando a los demás comensales.
Minutos después, el sujeto se sube en su moderna camioneta para conducir sin frenos hasta la fachada del local, colisionando sin importarle que adentro se encontraban personas consumiendo.
Producto del salvaje impacto resultaron heridas dos personas, además del daño material ocasionado por el irresponsable conductor.
Uno de los afectados mencionó que procederá a denunciar penalmente a Requena, calificando el hecho de tentativa de homicidio, tildando además de “enfermo mental” al ebrio chofer, quien no paraba de gritar en todo momento, relata el agraviado, que era un magnate y podía hacer cualquier cosa.
«Ya está detenido. Es un enfermo mental. Esto es un intento de homicidio. Nosotros estamos pidiendo la cuenta y pagando. En un principio estaba sentado y me levanté no sé cómo segundos antes de que el carro se empotre por eso que estaba a un costado e igual me hizo volar», detalló a Canal N.
En tanto, el restaurante ‘El Charrúa’, lamentó el incidente ocurrido anoche, manifestando que colaborará directamente con la Policía para suministrar las grabaciones dentro del local.
«Desde ‘El Charrúa’, reafirmamos nuestro firme compromiso con la seguridad y el bienestar de todos nuestros clientes y colaboradores. Como medida preventiva y con el objetivo de reforzar nuestros protocolos internos, hoy miércoles 3 de julio permaneceremos cerrados», indicaron.
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Clínica Delgado-Auna responde a sanción de Susalud por filtración del historial médico de Shakira
Centro de salud privado indicó que el caso se encuentra en “proceso de revisión” y que apelará multa de más de 600 mil soles.

Quieren ir hasta las últimas. La Clínica Delgado-Auna recientemente emitió un comunicado respondiendo a la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) por el caso que los involucra con la cantante colombiana Shakira. Al respecto, indicaron que dicho caso aún se encuentra en “proceso de revisión”, pues no existe hasta el momento una resolución final.
Como se recuerda, en febrero pasado, el historial clínico de la cantante barranquillera fue divulgado públicamente por personal de ese centro de salud privado, constituyéndose una grave vulneración a la confidencialidad de los datos de las personas, sean nacionales o extranjeras.
Es así que Susalud le impuso una multa a la clínica equivalente a S/668,750 por la difusión no autorizada del parte médico de la cantante Isabel Mebarak Ripoll, mejor conocida como Shakira.
Al respecto, la Clínica Delgado-Auna también indicó que apelará la millonaria sanción, argumentando que el caso se encuentra bajo evaluación por el Tribunal de Susalud, contando para ello con 15 días hábiles para presentar formalmente su impugnación.
“Clínica Delgado presentará la impugnación correspondiente para que el caso sea evaluado por el Tribunal de SuSalud, conforme lo establece el debido proceso, confiando en la solidez de los argumentos que nos respaldan. Cabe señalar que contamos con un plazo de 15 días hábiles para impugnar”, concluye el comunicado.

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Fiscalía investiga a Johny Isla y a Jeanette Águeda Gutiérrez por caso ‘Líneas de Nasca’
El Ministerio Público abrió una investigación preliminar contra los dos funcionarios de la DDC de Cultura de Ica y el alcalde de Nasca, William Jorge Bravo Quispe, por presunto atentado contra las Líneas y geoglifos de Nasca, Patrimonio Mundial de la Unesco.

El Primer Despacho de la Segunda Fiscalía Penal Corporativa de Nasca, a cargo del fiscal provincial José Alejandro Meléndez Curasi, ha iniciado una investigación preliminar de 60 días —con posibilidad de ampliarse— contra dos funcionarios de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Ica y el alcalde de la Municipalidad Provincial de Nasca. Están siendo investigados por los presuntos delitos de atentado contra monumentos arqueológicos, omisión de deberes funcionales y abuso de autoridad, en agravio del Estado Peruano.

Los involucrados son la arqueóloga Jeanette Águeda Gutiérrez Achulla, responsable interina de la DDC de Ica, Johny Augusto Isla Cuadrado, arqueólogo responsable del Sistema de Gestión Nasca-Palpa de dicha dirección; y William Jorge Bravo Quispe, actual alcalde de Nasca.

La investigación se origina tras la modificación del área de reserva arqueológica de las Líneas y geoglifos de Nasca y Palpa, declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco. Esta zona protegida fue delimitada inicialmente en 1993 y reafirmada en 2004, cubriendo un total de 5,633.47 km². Sin embargo, una reciente resolución viceministerial —la N° 000128-2025-VMPCIC/MC, firmada a fines de mayo por la viceministra de Patrimonio Cultural, Moira Novoa Silva— redujo esta área a solo 3,235 km². Es decir, se recortaron 2,397 km² de territorio protegido.
La denuncia sostiene que esta reducción no cumplió con los procedimientos legales requeridos. Además, acusa que la resolución habría sido emitida como una “maniobra falaz” para encubrir posibles irregularidades.

El Ministerio Público investiga si la resolución favoreció intereses mineros. Se han detectado petitorios mineros en las zonas que quedaron fuera de la protección, así como posibles vínculos familiares y políticos entre los involucrados. También se denunció la exclusión de más de 100 sitios arqueológicos, y se presume la existencia de una red político-económica que habría actuado para facilitar la reducción del área protegida con fines de lucro y tráfico de terrenos.
Este caso surge semanas después de que el ciudadano Leonardo Favio Rojas Escajadillo denunciara ante la Fiscalía Especializada de Restos Arqueológicos y Monumentos de Nasca y Palpa a varios altos funcionarios, incluyendo al ministro de Cultura, Fabricio Valencia, y a la viceministra Novoa Silva.

En la acusación también figuran el director de la DDC de Ica, Injante Tipismana; Miriam Moquillaza Ramos; Johny Isla; Henmer Alva Neyra; el gobernador regional Jorge Hurtado Herrera; Javier Borjas Olaechea; el alcalde William Bravo Quispe y el ministro de Energía y Minas, Jorge Luis Montero Cornejo. Sin embargo, la Fiscalía por el momento inició investigación preliminar contra las tres personas indicadas en la introducción de esta nota.
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Ilusión de control: ¿Qué tan común es este fenómeno en el juego en línea?
Conoce más sobre el viejo mecanismo del cerebro.

La ilusión de control es un sesgo cognitivo donde una persona cree influir sobre resultados en realidades definidas por el azar. En el contexto de los casinos en línea, donde gran parte depende del azar, este fenómeno puede intensificarse. Esto ocurre porque las personas suelen buscar patrones y apoyo incluso en los detalles más pequeños, tratando de mantener el control sobre situaciones inciertas, como el juego.
A continuación, verás cómo se manifiesta, en qué juegos es más evidente, por qué conviene conocerla y cómo se puede manejar.
¿Qué es la ilusión de control?
En los mejores sitios de juegos de azar —ya sea en Perú, España u otros mercados bien desarrollados— vas a encontrar todo tipo de opciones. Si entras a cualquier buen casino online español, te vas a topar con juegos en vivo, ruletas, slots, blackjack… y cada uno ofrece distintos niveles de participación por parte del jugador.
Hay momentos en los que el azar es el único protagonista: tiras los dados, apretas un botón en la tragamonedas o eliges un número en la ruleta, esperando que sea el indicado. Pero si sientes que tu decisión tuvo algo que ver con el resultado —aunque racionalmente sepas que no—, eso es la ilusión de control. Un viejo mecanismo del cerebro.
La psicóloga Ellen Langer acuñó este término hace ya más de cincuenta años, y lo cierto es que el fenómeno sigue más presente que nunca. Hoy en día, con tantos juegos disponibles al alcance de un clic, es fácil sentir que estamos tomando decisiones clave. Las personas, en general, tienden al optimismo y a confiar demasiado en sus habilidades, lo que alimenta esta ilusión. Forma parte de esas pequeñas ilusiones positivas que ayudan a sobrellevar la vida… aunque, en contextos de juego, pueden jugar en contra.
Manifestaciones en los casinos en línea
En general, las personas tienden a buscar patrones y a predecir resultados, incluso en situaciones donde el azar manda. Durante una sesión en un casino online, hay momentos en los que esa ilusión se vuelve especialmente sutil. Estas son algunas de las formas más comunes en que puede aparecer:
Máquinas tragamonedas y “near-misses”
Cuando los símbolos casi coinciden, el cerebro se activa como si hubiera ganado. Ese “casi” no pasa desapercibido. Según Frontiers in Psychiatry, una revista científica de prestigio, los jugadores tienden a seguir apostando después de una “casi victoria”, motivados por la ilusión de estar cerca.
Juegos con interacción física simulada
Lanzar los dados o girar la ruleta con un gesto da la sensación de agencia. Pero no cambia las probabilidades. Estudios confirman que esa interacción refuerza la percepción (falsa) de control.
Bonificaciones y programas de fidelidad personalizados
Incluso los bonos, promociones y programas de fidelidad, si no se usan con responsabilidad, pueden reforzar la sensación de control. Estos incentivos personalizados hacen que los jugadores se sientan recompensados por sus elecciones y lealtad, lo que aumenta la creencia de que sus acciones influyen en los resultados, aunque en realidad el azar sigue siendo el factor clave.
¿Por qué vale la pena identificarla?
Porque cuando usted cree que tiene el control, lo pierde. Entender la ilusión de control es como quitarse una venda: le permite tomar decisiones más lúcidas, sin la trampa del “esta vez sí gano”. Como advierte la psicóloga Dra. Clark, de la Universidad de Cambridge, este sesgo está ligado a un menor autocontrol durante el juego. Al reconocer que el azar manda, es más fácil frenar la escalada de apuestas y evitar ese ciclo en que se apuesta más para recuperar lo perdido. El resultado: menos ansiedad, menos pérdidas, y una relación más sana con el juego. Al final, el juego no debería ser una fuente de estrés, sino un pasatiempo que aporte disfrute, emoción y momentos agradables.
¿Cómo combatir esta ilusión?
No se trata de dejar de jugar, sino de jugar con los ojos abiertos. Una forma efectiva de romper la ilusión de control es establecer límites de tiempo y dinero antes de empezar, cuando la cabeza todavía manda sobre el impulso.
También ayuda evitar juegos que imitan control con botones, gestos o decisiones irrelevantes. Pensar críticamente —¿esto depende de mí o del azar?—es clave.
Y ojo: estudios recientes destacan el valor de mensajes personalizados que alertan sobre patrones de riesgo. A veces, una simple notificación puede ser un freno necesario.
Antes de hacer clic otra vez
La ilusión de control no es un monstruo invisible ni un invento de los expertos en comportamiento. Es una voz suave que le susurra: “Esta vez sí puedes ganar”. Y lo hace justo cuando usted más quiere creerlo. Aparece en las tragamonedas que casi aciertan, en cada gesto que simula decisión.
Detectarla no significa dejar de jugar. Significa jugar con criterio. Con límites. Con la conciencia de que, en la mayoría de los casos, no hay una estrategia mágica, ni un toque especial, ni un presentimiento acertado. Solo azar.
Antes de hacer clic otra vez, pregúntese: ¿es esta decisión realmente mía… o solo parece serlo?
Actualidad
Imponen multa de más de 600 mil soles a Clínica Delgado -Auna por filtrar historial médico de Shakira
Susalud indicó que vulneración de confidencialidad de datos de la artista colombiana configura como una “falta grave”.

Tremenda multaza que le acaba de caer a la Clínica Delgado–Auna, la misma que en pandemia recibió una ola de críticas por el excesivo cobro de “garantías” cuando un paciente se quería hospitalizar por Covid-19, llegando a pagar hasta 60 mil soles, y que la misma era solo una fracción del monto total.
Sí, el karma existe, y ahora le tocó el turno a la mencionada clínica privada, luego que la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud), entidad adscrita al Ministerio de Salud (Minsa) le impusiera una sanción administrativa equivalente a S/668,750 por filtrar información confidencial sobre la salud de la cantante colombiana Isabel Mebarak Ripoll, mejor conocida en el mundo artístico como ‘Shakira’, quien sufriera un malestar estomacal el pasado mes de febrero.
Como se recuerda, la cantante barranquillera ingreso de emergencia a la mencionada clínica luego de acusar un severo malestar estomacal que le impidió poder presentarse en la primera fecha de sus conciertos previstos en Lima. Horas después, personal que ya fue identificado por la propia clínica difundió parte de su historial clínico en las redes sociales. Ante ello, el centro de salud privado se pronunció sobre lo ocurrido, precisando que ya se había iniciado una “investigación exhaustiva”.
«Siempre hemos actuado con el máximo respeto por nuestros pacientes, su privacidad y cumpliendo con el marco normativo existente. El incidente ocurrido, en el que se filtró información confidencial de uno de nuestros pacientes, no representa en absoluto la ética profesional que rige nuestra institución. Lamentamos, profundamente lo sucedido y reiteramos nuestra tolerancia cero contra todo acto que vulnere la información personal de nuestros pacientes», indicó.
Más allá de las investigaciones iniciadas por la Clínica Delgado-Auna, Susalud mencionó que tal divulgación de datos representaba una “falta grave” y por ello ameritaba una sanción pecuniaria.
«Susalud enfatiza que, toda persona usuaria de los servicios de salud, independiente de su nacionalidad, seguro, y tipo de establecimiento donde se atienda, tiene derecho a ser atendido con pleno respeto de su dignidad e intimidad, con la garantía de la confidencialidad y protección de los datos referidos a su atención», se puede leer en el portal web de la institución.

Asimismo, recalcó que los centros médicos deben de proteger datos acerca del diagnóstico, tratamiento y condición médica de los pacientes, y que resaltó que esta información no puede ser revelada sin consentimiento previo, de su familiar responsable o representante legal.
«La garantía de este derecho tiene su amparo en la Constitución Política del Perú, la Ley General de Salud, así como la Ley que establece los derechos de las personas usuarias de los servicios de salud, que reconocen el derecho fundamental de toda persona a su dignidad, a la intimidad personal y familiar, así como, guardar la reserva de la información en salud», añadió.
Actualidad
Nombramientos Irregulares en la UNSAAC: nepotismo y despilfarro de recursos públicos
El derrumbe institucional de la UNSAAC. Una historia que incluye a un familiar de la presidenta Dina Boluarte.

La Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, otrora símbolo de sabiduría andina y resistencia intelectual, atraviesa uno de los momentos más oscuros de su historia reciente. Las paredes coloniales que la rodean ya no resguardan el espíritu crítico, sino los ecos de la indignación. Una federación estudiantil en pie de guerra, docentes que denuncian a gritos el desmoronamiento ético de su alma máter, y autoridades que —con el silencio como único argumento— se atrincheran tras resoluciones y formalismos.
La causa inmediata de esta crisis: el proceso de nombramiento de docentes contratados, amparado en la Ley N.º 32171, convertido en botín político y familiar. La ley, que buscaba regularizar a miles de docentes precarios, se ha transformado en Cusco en un instrumento para beneficiar a allegados, parientes y amigos de autoridades universitarias, bajo el manto cómplice de la burocracia y la opacidad.
El Rector Eleazar Crucinta Ugarte y la vicerrectora Paulina Taco han sido señalados públicamente por actos de presunto nepotismo. Más de seis artículos documentadas han encendido las alarmas. Mientras tanto, la comunidad estudiantil —en un acto que recuerda las viejas huelgas universitarias— tomó las instalaciones, exigiendo que las actividades se trasladen a la virtualidad, como si el problema pudiera esconderse tras una pantalla.
El caso más escandaloso, sin embargo, lo protagoniza la Escuela Profesional de Antropología. En un documento fechado el 26 de junio de 2025, los docentes de dicha escuela denuncian un proceso plagado de irregularidades: nombramientos sin sustento técnico, ampliación indiscriminada de plazas sin análisis de carga académica, y vínculos familiares que rozan el tráfico de influencias.

Entre los casos más indignantes figura el del director del Departamento Académico, Dr. Máximo Cama Tito, cuya esposa, Alejandra Tito Tica, aparece nombrada. Similar situación se presenta con el Antropólogo David Ugarte Vegacenteno, cuya hija —Luz Gabriela Ugarte Boluarte, sobrina de la presidenta de la República— figura entre las beneficiadas, pese a no cumplir con los requisitos de la ley. ¿Coincidencia? ¿Amnesia legal? ¿O simple impunidad disfrazada de meritocracia?
La evaluación de candidaturas parece haberse realizado con la ligereza de quien selecciona nombres al azar. Morvely Karen Núñez del Prado, declarada «apta», jamás figuró como docente contratada durante el semestre exigido por ley. Su inclusión en el listado revela la precariedad —y quizás la perversidad— de los criterios utilizados. En cualquier administración seria, este sería motivo suficiente para anular el proceso. En Cusco, sin embargo, todo sigue igual.
La Federación Universitaria del Cusco, en su oficio N.º 036-2024-FUC-SAG, ha denunciado incluso el pago de sueldos a docentes sin carga académica. Es decir, funcionarios que cobraban sin enseñar. Entre ellos, una vez más, la ya mencionada Luz Gabriela Ugarte Boluarte. ¿Quién autoriza estos pagos? ¿Quién los supervisa? ¿Quién los encubre?

Peor aún, el acuerdo firmado el 8 de mayo entre el rector y el Centro Federado de Estudiantes, donde se comprometía a priorizar la demanda real antes de los nombramientos, fue flagrantemente ignorado. No solo se incumple la palabra dada; se traiciona a una comunidad entera.
Para hablar de estos temas, nos comunicamos con el rector Eleazar Rucinta, pero hasta el cierre del artículo no tuvimos respuesta.

UNSAAC en cuidados intensivos
La UNSAAC está enferma. Y su enfermedad no es solo burocrática, sino moral. La corrupción, ese viejo mal peruano que se infiltra en los pasillos del poder como una hiedra venenosa, ha encontrado terreno fértil en la universidad más antigua del sur del país.
La pregunta ya no es si estas denuncias son ciertas —los documentos hablan por sí solos—, sino cuánto tiempo más la sociedad cusqueña y el Estado peruano permitirán que esta situación se prolongue. ¿Dónde están los organismos fiscalizadores? ¿Dónde está la Sunedu? ¿Dónde está la presidenta, cuya sobrina es parte del escándalo?
Urge una intervención que no sea decorativa. Una auditoría real. Un castigo ejemplar. Porque si dejamos que la UNSAAC se hunda, con ella se hundirá también una parte esencial de nuestra historia académica, de nuestro futuro colectivo. Y lo más terrible: no nos daremos ni cuenta.
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