Cultura
Adelanto de la novela «La casa de los vientos» del escritor Gabriel Rimachi Sialer
Primer capítulo de la nueva novela del escritor Gabriel Rimachi Sialer.

1
Era martes cuando empezó el verano en Lima. Octavio lo recordaría así tiempo después: era martes y acababa de regresar de la clínica cuando sonó el teléfono. Al otro lado de la línea, la voz de su madre le anunciaba la gran noticia: Acabamos de vender la casa a una constructora, tenemos una semana para mudarnos, la demolerán en quince días ¿No te alegra, guapo? Van a levantar un edificio de esos modernos y nos darán dos departamentos, tu tía hizo un buen trato. Octavio no recordaría lo que había respondido entonces, solo que tuvo la conciencia de que algo en su pecho se derrumbaba con violencia, como derrumbarían días después la casa de su infancia.
Faltaban apenas tres días para la navidad y varias calles habían sido decoradas con luces de colores que titilaban al ritmo del sonido sintético de los villancicos. Octavio estaba acostado en su cama pensando en la noticia de la casa, en la imagen de las paredes cayéndose con los bulldozers pasándole encima, pero los villancicos atravesaban las ventanas y le provocaban una angustia que ya conocía porque venía de tiempos muy lejanos, de momentos que hubiera preferido no recordar. Se levantó, cogió su casaca y las llaves del auto y salió rumbo a la casa de sus padres. Cruzó Belén, Angamos y Santa Cruz, el parque Baden Powell y Manuel Tovar. Pasada la medianoche la ciudad suele estar poblada de sombras que se diluyen brevemente entre la luz de los postes y las luces navideñas que sobreviven enredadas como decoración en los árboles de los jardines. Lima es, a esas horas, una ciudad silenciosa y oscura donde la vida se esconde entre los matorrales, los oscuros pilares de los edificios o las esquinas alejadas de la avenida Arequipa.
Estacionó el auto en Triana con Retiro. Octavio apagó el motor y se quedó mirando la enorme casona en la que había crecido. Las buganvilias arrojaban ya sus flores por sobre la pared que rodeaba la casa y el gran jardín interior donde alguna vez sembraron astromelias; en el segundo piso alguien acababa de apagar la luz del baño ¿Sería mamá? Sus padres se habían divorciado hacía mucho tiempo. El reloj del auto marcaba las dos de la mañana y el cielo encapotado apenas si dejaba distinguir algo parecido a una luna. Apoyados los brazos sobre el timón, Octavio se quedó mirando la puerta principal mientras lo devoraba la noche. ¿Cuántas veces habría atravesado esa puerta durante el tiempo que vivió en ella? ¿Cuántos silencios encerraban esas paredes? Apoyó el mentón sobre sus brazos y sintió un ligero temblor recorriendo su columna.
—¿No olvidas tu botella de refresco?
—No, mami, ya la metí en mi lonchera.
—¿Y tu sándwich, guapo?
—También, mamá, ¿ya nos vamos? Mis amigos me están esperando en el colegio, hoy es la actuación del tercer grado.
—Espera que te acomodo la corbata, tan guapo mi poeta precioso —le apretó ligeramente las mejillas, Octavio sonrió—, mi Antonio Machado chiquito que ya está en el tercer grado. Listo, ya está.
El Inmaculado Corazón quedaba cerca de su casa y la caminata siempre resultaba refrescante “Un buen ejercicio para el espíritu”, le había dicho mamá alguna vez. En la esquina del colegio ya se veía a los alumnos caminar solos o acompañados de otros chicos, rumbo al ingreso principal donde la Miss Teresa los esperaba con una sonrisa, agitando el brazo para que llegaran a tiempo. Mamá había entrado y le había dado un beso en la frente “Que te vaya bien, mi amor, tu papá te va a estar viendo desde la sala de profesores, yo me voy por ahí a esperar la actuación”. Octavio la vio alejarse y entrar en la cafetería. Su papá, que enseñaba filosofía a los alumnos del quinto año, conversaba con sus colegas en un apartado del patio. Era el profe para todos sus estudiantes. Para él, era su papá.
Cuando Octavio encontró a sus compañeros, ya estaban organizando la formación para rezar el padrenuestro de cada mañana. El padre Richard los dirigía haciendo señales con los brazos. Era alto, muy gordo y de barba espesa. Debía odiar el dirigir a los niños todas las mañanas porque su rostro se encendía cuando alguien no respetaba la formación. Octavio vio a Mariano en una de las filas y se sonrieron. Uno de los chicos, que estaba en la parte de atrás, le dio un codazo al compañero de al lado y le dijo:
—Mira, mira, mira… ahí va el marica narizón.
—Uy, el hijo del profe, el delicadito ¿Por qué no me la agarras un rato como me la agarra tu mamá, cabrito? —dijo el otro frotándose la entrepierna.
Octavio borró su sonrisa, agachó la cabeza y siguió caminando. Se formó delante de Mariano y todos empezaron a rezar.
La clase de matemáticas era la primera del día; no había cosa más aterradora y aburrida que empezar la semana entre sumas y restas. Octavio podía memorizar largos poemas de poetas latinoamericanos o europeos, pero las matemáticas eran otra cosa. Por eso el recreo era el escape que él y sus amigos necesitaban para olvidarse de los números. Cuando sonaba la campana, el viento fresco de la libertad entraba en el salón para aclararlo todo. Alejar las brumas. Los chicos corrían al patio con una pelota bajo el brazo, formaban grupos y se distribuían los puestos: tú serás arquero, tú defensa, nosotros delanteros, y así. Los demás iban a la cafetería o simplemente se quedaban dando vueltas, conversando sobre la última película que habían visto en la televisión la noche anterior.
Nadie iba a jugar al jardín que estaba detrás de la capilla, solo Octavio, Mariano y Juan Carlos, que lo habían convertido en su espacio personal. Apenas llegaban, dejaban las loncheras con estampado de los Muppets, se aseguraban de que no hubiera nadie más que ellos, y Mariano ponía su cara de puchero:
—¿Qué telenovela vamos a interpretar hoy? —preguntaba entornando los ojos—. Yo quiero ser Fiorella Menchelli, el viernes vimos con mi mamá el capítulo entero de Carmín y estaba linda.
—Ah, no, pues —se quejaba Octavio— yo quería ser Fiorella, además soy igual de flaca y bonita.
—¿Bonita? —reía Juan Carlos— con esa nariz no podrías besar al profesor Tovar.
—Es cierto, Octavio —decía Mariano, con un tono condescendiente— con esa nariz, nou nou nou. Además, yo soy más bonita.
—Bueno, ya, está bien, tú serás Fiorella Menchelli, y Juan Carlos, como siempre, será nuestro galán hermoso de ojos negros. Yo seré entonces la tía mala…
A los ocho años tienes la conciencia de que hay cosas que están bien y cosas que están mal. Octavio sabía que esos juegos, donde él y sus amigos eran completamente libres, no eran buenos porque no eran comunes, pero ¿a quién le importaba si ese mundo, su mundo, era todo lo que les importaba durante los quince minutos que duraba el recreo?
—Hoy vas a recitar en la actuación ¿no? —preguntó Juan Carlos.
—Sí, me aprendí un poema muy hermoso de Antonio Machado ¿sabían que es brasileño? ¿Han leído sus poemas? Son hermosos.
—No —respondió Juan Carlos— no me gusta mucho la poesía, yo de grande quiero ser actor de telenovelas.
—Y yo seré una actriz hermosa —intervino Mariano, modulando su voz; era bonito, Mariano, sus facciones eran finas, sus ojos eran claros, su cabello era dócil.
—Sí —dijo Octavio— serás la más hermosa de todas, más hermosa incluso que Fiorella Menchelli.
Sonó la campana y todos salieron disparados rumbo al salón. Cuando entraron, dos de los chicos que estaban sentados al fondo le silbaron a Octavio como si fuera una chica, ¡Ahí viene el poeta cabrito! ¡Cabrito narizón! Gritaron. Entonces entró la Miss Carmen y todos quedaron en silencio.
Le decían la jirafa porque era una mujer enorme, altísima, su cabeza casi llegaba al umbral de la puerta del salón. “La jirafa…”, susurró Octavio, cuarenta años después, sonriendo en su auto. La mirada era brillante ahora bajo la noche sin luna que cobijaba Lima a esas horas. “Mi querida jirafa… tan enorme como su corazón…”, susurró.
—¿Y cómo están ahora, chicos?
—¡Muy bien, Miss Carmen! —respondieron todos a una sola voz.
—¿Ya están listos los que actuarán el día de hoy en “El día del padre Rector”?
—¡Pregúntele al poeta! —gritaron del fondo, todos se rieron.
Miss Carmen dirigió su mirada a Octavio y Mariano y les preguntó:
—Chicos, ¿ya están listos?
—Sólo Octavio, Miss Carmen —respondió Mariano, entornando los ojos— él recitará el poema de un brasileño y también bailará negroide, yo no haré nada.
—Bueno, Octavio, confío en que todo saldrá Okey. Tú no te preocupes que estaremos apoyándote. Recuerda: subes, recitas el poema, haces la reverencia, bajas del estrado y corres al salón de al lado donde estarán los demás chicos preparándose para el baile. Te vistes rápido, yo estaré ahí para ayudarte y listo. Todo saldrá bien, ¿sí? Mi niño lindo… —le dijo la Miss Carmen, acariciándole la cabellera.
Octavio asintió con una sonrisa enorme. Adoraba a la Miss Carmen y ella lo adoraba a él. Era el niño que mejor se portaba desde que había empezado el primer grado, el que mejores notas tenía y el que menos problemas daba. Y ahora, además, iba a representar al salón por haber ganado el concurso de poesía de los juegos florales del Inmaculado Corazón. Tremendo honor.
Primaria y secundaria se había reunido en el patio. Eran poco más de novecientos alumnos en total. No hacía mucho calor así que nadie lo pasaba mal; además, siempre era mejor estar de pie en una actuación que sentados en clases aburridas esperando el timbre del recreo. Octavio había escuchado esto último en boca de algunos chicos durante uno de los recreos más largos, pero estaba convencido de que eso estaba mal. Al colegio se iba a estudiar y aprender, a pedirle a Jesús cada mañana por los más necesitados, y a querer cada día más a la Miss Carmen.
El padre Rector estaba sentado en primera fila observando los actos artísticos. Los demás curas sonreían entre sí murmurando algo durante y después de cada actuación. Los profesores civiles estaban también ubicados en los asientos principales. Los padres de Octavio no aparecían por ningún lado. Octavio subió al estrado, se puso delante del micrófono y sintió las miradas encima suyo. Los chicos de su salón le hacían muecas desde sus sitios, le hacían señales con los dedos; otros ni siquiera lo miraban. Los demás alumnos solo miraban al cielo esperando a que se acabara todo eso lo más pronto posible.
Al fondo, cerca de la puerta, vio por fin a su mamá y a su papá haciéndole señas de aplausos. Octavio entonces aclaró la garganta y empezó.
“Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que una fontana fluía / dentro de mi corazón. / Di, ¿por qué acequia escondida, / agua, vienes hasta mí, / manantial de nueva vida / de donde nunca bebí? / Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que una colmena tenía / dentro de mi corazón; / y las doradas abejas / iban fabricando en él, / con las amarguras viejas / blanca cera y dulce miel. / Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que un ardiente sol lucía / dentro de mi corazón. / Era ardiente porque daba / calores de rojo hogar, / y era sol porque alumbraba / y porque hacía llorar. / Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que era Dios lo que tenía / dentro de mi corazón… Muchas gracias”.
Los aplausos estallaron al fondo del ambiente y fue creciendo hacia adelante. Octavio, con sus ocho años a cuestas, sintió el calor de la gratitud por el poema aprendido. Mamá y papá también aplaudían al fondo, aunque papá no tenía la misma sonrisa de mamá, pero qué importaba, el acto había salido bien.
Apenas termines el poema, bajas y corres al salón para ponerte el traje de negroide, le había dicho la Miss Carmen, y así lo hizo. Octavio bajó del estrado con cuidado y luego corrió al salón donde estaban los demás muchachos que iban a actuar con él. Todos ellos eran parte del coro del colegio y tenían su misma edad o eran uno o dos años mayores. El coro era una actividad interesante dentro de las propuestas artísticas del colegio porque les permitía algunas veces salir a participar en eventos o concursos con otros colegios que también tuvieran un coro. Octavio y Mariano eran parte del coro, pero solo Octavio bailaría con todos los chicos un negroide que había ensayado durante semanas. Dentro de su corazón solo estaba la alegría de que mamá y la Miss Carmen lo habían oído recitar perfectamente cada verso.
Entró corriendo al salón y cerró la puerta tras de sí.
—Chicos, ¿ya están listos para el baile? —Preguntó emocionado y feliz.
Eran veinticinco los niños de ocho, nueve y diez años que estaban en el salón. La Miss Carmen no estaba por ningún lado, seguro había ido a la cafetería o a coordinar el sonido de la canción con los encargados de la consola. No había ningún otro adulto. Los chicos rodearon a Octavio.
—Miren pues, al cabrito —dijo uno de ellos.
—El poeta narizón —dijo otro.
—Poeta maricón, más bien —dijo un tercero, más grande que los demás.
—Mi papá dice que a los maricas les gusta la caca —dijo alguien por ahí.
—Qué asco… —intervino otro —aunque, a lo mejor a nuestro poeta le encanta la caca también… ¿por qué no lo bautizamos?
Los gritos de los chicos se confundían con los aplausos del patio donde se realizaba la actuación. Mientras lo rodeaban, Octavio buscaba desesperado con la mirada a la Miss Carmen, pero era inútil, ella no llegaría sino hasta mucho rato después, luego de que le llenaran la camisa de basura y cáscaras de fruta que sacaron del tacho, luego de bañarle el cabello con escupitajos y flemas, después de salpicarle la cara y los brazos con témperas y tierra de alguna maceta. ¡Píntenle las piernas al cabrito! Gritaron, y Octavio se sacudía en el piso para intentar liberarse de las manos que le agarraban el trasero, que le pellizcaban los testículos, que la jalaban las tetillas, ¡Por favor, por favor!, gritaba, pero sus lamentos se ahogaban entre las risas y los golpes y la basura entre su cuerpo y la camisa. ¡Por favor, por favor! Rogaba, pero era en vano. Dos chicos más grandes lo agarraron de las manos mientras otro le pintaba la cara con un plumón verde en medio de las risas y los insultos. Arrastrándose casi a ciegas por las lágrimas que se mezclaban con las témperas que chorreaban de sus cabellos, logró liberarse de los compañeros y salió corriendo hacia un salón cercano. Entró y cerró la puerta, quería respirar, pero no podía, el llanto lo ahogaba, el cuerpo le temblaba. Al niño de ocho años, la estrella del coro, no le alcanzaba la voz para llamar con un grito ahogado a su mamá, que lo buscaba con la mirada en el patio de honor. Vio entonces una carpeta y se metió debajo de ella. Enroscado como un caracolito intentó controlar su respiración. Se preguntaba por qué, por qué, por qué… y entonces estalló en llanto.
Cuando la pena que uno lleva dentro es más grande que uno mismo, todos los sonidos exteriores desaparecen. Octavio nunca supo si fueron segundos, minutos u horas el tiempo que permaneció debajo de aquella carpeta, solo recordaba una eternidad de llanto y después haber visto un brazo adulto aparecer bajo la carpeta, con una pulsera dorada en la muñeca, una mano que se abría y cerraba, y una voz —la de la Miss Carmen— atravesada por la pena, que le decía: “Tranquilo, tranquilo, conmigo estás seguro, Octavio, no va a pasar nada, mi niño, estás seguro, ven conmigo, tranquilo… qué te han hecho, mi poeta…”. Entonces Octavio se abandonó a esas manos cálidas que lo sacaron y lo abrazaron hasta que llegó su papá y se lo llevó cargado entre sus brazos. Octavio no recordaba con claridad cómo había salido en ese momento del colegio, cómo es que a su papá le habían dado de pronto permiso para retirarse del trabajo y llevárselo a su casa; pero sí estaba seguro de que él no le había dicho absolutamente nada durante todo el camino, solo lloraba desconsoladamente; el hombre grande que él adoraba no le había preguntado qué era lo que le había pasado, por qué estaba así con la ropa rota y orinada de espanto, lleno de basura y flemas y témperas en el cabello; solo lo había cargado hasta la casa a donde ya había llegado su mamá hecha un mar de lágrimas.
—Baña al niño —le ordenó papá— y acuéstalo, que descanse. Conversaremos de esto en la cena.
Pero llegó la noche y no se habló de nada. Octavio comió, con ese suspiro acelerado que tienen los que lloran con el corazón, mientras su madre lo miraba en silencio.
—¿No vas a decir nada sobre lo que le pasó al niño? Si no llega la Miss Carmen ¿qué hubiera pasado? —preguntó mamá, pero papá solo se puso de pie y se fue a su dormitorio, mudo, y apagó la luz.
Aquella noche Octavio soñó que caminaba por la orilla de un río de barro, y que una mujer vieja, con un largo mechón blanco entre sus cabellos negros, se le acercaba mientras le decía que él iba a ser “un gran varón, un gran varón, un gran varón”. Eso recordó al despertar, como un eco lejano que se iba perdiendo con la claridad de la mañana. Al día siguiente no fue al colegio y tampoco los días que siguieron. El fin de semana papá se apareció con un saco que llenó de arena y colgó en el jardín.
—Ven acá, Octavio, hoy vas a aprender a defenderte de los demás.
Octavio se acercó con miedo. Él era sumamente delicado, lo sabía, era consciente de eso, no le gustaba la violencia ni las peleas ni la sangre y prefería leer poesía y ver telenovelas antes que pensar siquiera en golpear a alguien. Pero papá también lo sabía.
Estiró los brazos y papá le cerró los puños con violencia. En el jardín el sol quemaba la piel al mediodía y evaporaba el agua con que habían regado el jardín por la mañana, y Octavio estaba ahí, frente al costal de arena, dándole golpes una y otra y otra vez.
—¡Así no, carajo! —gritaba papá —¡Tienes que golpear girando la espalda! Toda la fuerza está en la espalda, nace de ahí —decía mientras lo cogía con fuerza de los hombros y lo ubicaba frente a su adversario de yute relleno de arena— y luego sigue la ruta del brazo y el puño. ¡Golpea!
Octavio temblaba. Lanzó un golpe.
—¡Golpea bien, carajo! ¡Así! —y papá lanzaba un golpe que hacía girar el costal.
Octavio entonces golpeó una y otra y otra vez y las lágrimas empezaron a brotar y seguía golpeando y los brazos le dolían, las muñecas le dolían, los dedos le dolían, los nudillos pelados le dolían. “Ya no puedo, papá, —dijo en algún momento— ya no puedo”. Pero tenía que seguir dándole al costal hasta que se le doblaron las rodillas y el llanto nuevamente y la saliva que salpicaba y papá mirándolo con cólera porque no era, no iba a ser jamás, el hombrecito que él había esperado. Desde la ventana de la cocina, apretando entre sus manos el secador de los platos, mamá miraba toda la escena con el grito contenido.
¿Por qué tenía que soportar toda esa mierda si no les había hecho nunca nada? Pensaba Octavio, apoyado en el timón de su carro mientras la noche empezaba a disiparse y las luces navideñas se apagaban poco a poco. ¿Por qué si era tan solo un niño?
Pero no tenía respuesta. Solo más y más preguntas en ese rostro ya adulto y surcado por las lágrimas, con un gran vacío en el corazón.
Cultura
MINCUL: La cuestionada designación del CAS de Karla Alarcón
¿Cómo ganó el concurso? la arqueóloga Alarcón no cumple con el requisito clave: haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia se limita al trabajo técnico de oficina dentro del Ministerio de Cultura, sin evidencia de liderazgo en campo ni dirección de PMA, evaluaciones o gestiones de CIRA.

La convocatoria CAS N.° 216-2025-MC, lanzada en abril de 2025 por el Ministerio de Cultura (Mincul), tenía como objetivo contratar a un(a) Coordinador(a) para la Dirección de Certificaciones. Se trataba de un puesto clave, pues esta dirección es responsable de coordinar, planificar y ejecutar acciones orientadas a preservar, proteger y conservar el patrimonio arqueológico inmueble del país.

Fuente: Mincul.
Entre sus principales funciones, figura la revisión, aprobación y seguimiento de Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) y de los Planes de Monitoreo Arqueológico (PMA), documentos indispensables para el desarrollo de proyectos de inversión pública y privada.
Concluido el proceso en mayo, la arqueóloga Karla María Alarcón García fue anunciada como la ganadora del concurso. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Sin embargo, una revisión detallada de los requisitos y de la trayectoria de la ganadora revela una serie de inconsistencias que comprometen la transparencia del proceso y siembran dudas sobre su legitimidad.

¿Se cumplían los requisitos?
El perfil exigido para el cargo incluía, como mínimo, título universitario en arqueología con colegiatura vigente, formación complementaria en gestión o patrimonio cultural, así como experiencia general de al menos siete años en el sector público o privado. Más aún, se pedía una experiencia específica de al menos cuatro años en funciones vinculadas al cargo, o tres años en el sector público en áreas similares. Pero lo más importante: el postulante debía acreditar dos años de experiencia en la dirección de Planes de Monitoreo Arqueológico y/o Proyectos de Evaluación Arqueológica y/o gestión de CIRAs.

Karla Alarcón no cumple con requisitos de 2 años como directora de PMA y CIRA.
Este último punto no es un detalle menor. Se trata de un filtro clave, pues quien asume la coordinación de la ‘Dirección de Certificaciones’ debe tener conocimiento de campo y experiencia comprobada en dirigir intervenciones arqueológicas. No basta con conocer los documentos, hay que haber estado en terreno. De otro modo, resulta inviable liderar técnicamente la instancia más estratégica del sector.
¿Y cómo pasó Karla Alarcón la evaluación?
Según los documentos revisados, la arqueóloga Karla Alarcón no cumple con el requisito específico de haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia laboral no evidencia dirección alguna de PMA, proyectos de evaluación ni gestiones de CIRA en campo. Es más, su trabajo ha sido siempre de oficina, como técnica dentro del propio Ministerio. Sin embargo, en su ficha de postulación, consignó haber ejercido la “gestión de CIRAs”, una frase y/o formulación ambigua que se asemeja a una leguleyada y parece haber sido suficiente para que pasara la evaluación curricular, etapa que por norma es eliminatoria.

Karla Alarcón se amparó en una palabra, para validar su postulación.
Aquí surge la primera gran interrogante: ¿cómo validó el comité evaluador esa experiencia? ¿Desde cuándo dar conformidad a documentos administrativos desde un escritorio equivale a dirigir una intervención arqueológica en el campo?
La respuesta no es técnica, es política. Lo que aquí se ha validado es una interpretación forzada del término “gestión”, que abre peligrosamente la puerta para que personas sin experiencia real en campo postulen y ganen puestos clave, mientras otros profesionales con trayectoria probada quedan fuera.

Una plaza con nombre propio
El contexto del concurso no ayuda a disipar las dudas. Según fuentes cercanas al proceso, la convocatoria habría estado originalmente dirigida a Ruth Quispe Calderón, amiga cercana de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Moira Novoa Silva. Sin embargo, ante la filtración de esta información, se habría descartado ese nombramiento para evitar un escándalo mayor. Como alternativa, se habría optado por Karla Alarcón, quien ya se desempeñaba como directora encargada de la Dirección de Certificaciones y, por tanto, era una figura “de confianza” dentro del sector.

Viceministra Moira Novoa, la misma que firmó la Resolución Viceministerial para el recorte de las Líneas de Nasca y Palpa.
En este punto, el proceso se vuelve aún más cuestionable. La convocatoria fue ganada por Luis Felipe Mejía Huamán, pero mediante una fe de erratas se corrigió el resultado, otorgándole el puesto a Alarcón García en calidad de accesitaria. Mejía no habría llegado a firmar el contrato, y en un giro curioso pero conveniente, Alarcón asumió el cargo de forma oficial, pasando de ganar S/4,500 a más de S/11,264 mensuales.

El CAS fue ganado por Luis Felipe Mejía Huamán, pero luego corrigieron el resultado.
¿Quién dio la orden?
La pregunta es inevitable: ¿quién intervino para asegurar que Karla Alarcón se quedara con el puesto? Todo apunta a decisiones tomadas desde las más altas esferas del Mincul. Tanto la Oficina General de Recursos Humanos como la Alta Dirección —es decir, el ministro Fabricio Valencia y la viceministra Moira Novoa— estarían al tanto del proceso. Con el nombre de Ruth Quispe ya comprometido, y para no arriesgar la llegada de un profesional externo, se habría optado por consolidar a una figura que ya venía ejerciendo el cargo sin concurso y que, además, respondería fielmente a los intereses de quienes manejan el sector.

El 11 de junio convocaron como ganadora a Karla Alarcón García.
El cargo más codiciado
No se debe olvidar que la Dirección de Certificaciones es la joya de la corona del Ministerio de Cultura. Por esa oficina pasan todos los proyectos de inversión del país que requieren una evaluación arqueológica previa: minería, infraestructura, hidrocarburos, construcción, telecomunicaciones. Cualquier obra pública o privada necesita un CIRA o un PMA. Es decir, quien dirige esa oficina no solo tiene poder técnico, sino capacidad de incidencia en decisiones multimillonarias.
Por eso resulta tan preocupante que el proceso de selección no haya sido riguroso, ni transparente. En lugar de optar por la meritocracia, se ha preferido perpetuar prácticas que favorecen el amiguismo y el control político de una dirección técnica. Y si se valida como experiencia el trabajo administrativo desde una oficina, pronto veremos a otros funcionarios, sin experiencia real, disputando cargos estratégicos bajo el mismo criterio.
¿Y ahora qué?
Lo ocurrido en la convocatoria CAS N.° 216-2025-MC debe ser revisado con seriedad por los órganos de control del Estado. No se trata solo de un concurso más, sino de un proceso que compromete la legitimidad del sistema de contrataciones públicas, la credibilidad del Ministerio de Cultura y, sobre todo, la adecuada protección del patrimonio arqueológico del país.
Porque si quienes deben garantizar la conservación del patrimonio no saben ni siquiera cómo se ejecuta una intervención en campo, ¿Qué nos queda como ciudadanos? Solo mirar desde lejos cómo el poder se distribuye a puertas cerradas, mientras las formas legales se ajustan, como siempre, al tamaño de los intereses.
Cultura
Machu Picchu en la lista negra: el precio de la desidia
Machu Picchu, orgullo milenario del Perú, se tambalea bajo el peso de su propio éxito: hoy, más que una joya cultural, es una advertencia global sobre el turismo desbordado.

El esplendor de Machu Picchu, esa ciudadela suspendida entre la niebla y el abismo, ha dejado de ser solo un símbolo de orgullo nacional para convertirse, lamentablemente, en ejemplo de lo que ocurre cuando el patrimonio se subordina al lucro. La reciente inclusión del santuario inca en la lista de destinos que “ya no valen la pena visitar”, elaborada por la publicación internacional Travel and Tour World, es mucho más que una advertencia: es un grito de auxilio.
Junto a destinos igualmente emblemáticos como Venecia o Bali, Machu Picchu aparece ahora en un índice vergonzoso: el de los sitios donde el turismo masivo ha comenzado a erosionar lo que una vez se admiró. Las razones son contundentes: sobresaturación de visitantes, tarifas desproporcionadas y un impacto ambiental alarmante. A ello se suma la advertencia de la Unesco, que evalúa declararla Patrimonio en Peligro si el Estado peruano no actúa con urgencia y decisión.
No es una exageración. Según informes recientes, rutas diseñadas para no recibir más de 450 personas al día han llegado a registrar hasta 700 ingresos. El resultado es predecible: senderos desbordados, piedras milenarias al borde del colapso y una experiencia cada vez más parecida a la de una feria caótica que a la contemplación sagrada de un legado ancestral.
La Contraloría General de la República, por su parte, ha emitido un informe demoledor: aforos incumplidos, ausencia de fiscalización y una Aguas Calientes convertida en una máquina de exprimir turistas, donde los precios suben, pero la calidad se desploma.
El problema, claro está, no es el turismo, sino su pésima gestión. Especialistas en conservación han exigido una reestructuración del sistema de ingreso, la implementación de límites reales y no simbólicos, y un nuevo modelo de turismo sostenible que reconcilie el desarrollo con la protección. No se trata de clausurar el acceso a la maravilla, sino de salvarla de su propia fama.
La inclusión de Machu Picchu en esta lista negra debe interpelarnos como país. ¿Vamos a permitir que uno de nuestros mayores legados se pierda en manos de la improvisación y la codicia? ¿O tendremos, al fin, el coraje de actuar antes de que la historia nos pase la factura?
Mientras tanto, el ministro Fabricio Valencia continúa en su búnker solucionando sus problemas y haciendo seguimiento a la investigación de la fiscalía por el caso Shirley Hopkins.
Cultura
Ministerio de Cultura de Ica: ¿concursos CAS a medida?
Nuevas movidas en la DDC de Ica buscan coronar la dedocracia.

Por Luis Huertas
Desde hace años, las convocatorias CAS en el Ministerio de Cultura, tanto en la sede central como en sus Direcciones Desconcentradas, han sido señaladas por beneficiar a personas del entorno de confianza de ciertos funcionarios. Lo preocupante es que esta práctica no parece detenerse, y ahora el foco está sobre la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Ica.
Surgen preguntas inevitables: ¿Desde cuándo la DDC Ica ha sido terreno fértil para estas maniobras irregulares?, ¿A quién favorecen realmente estas contrataciones?, ¿Por qué en medio de la grave crisis por las Líneas de Nasca, se lanza una convocatoria que despierta tantas sospechas?
Primer intento: CAS N°072-2025-MC
El 4 de febrero de 2025, se publica en la web del Ministerio de Cultura un concurso CAS para cubrir el cargo de subdirector/a de la DDC Ica. El puesto exigía un perfil técnico exigente, con experiencia específica, título en arqueología y colegiatura vigente. El sueldo: S/ 6,906 nuevos soles. Todo parecía estar en regla, hasta que el concurso desapareció.
Fuentes internas revelaron que, el concurso fue retirado tras una denuncia desde la misma DDC Ica, advirtiendo que la subdirección es un cargo de confianza y no debería concursarse vía CAS. Así, el proceso fue abruptamente anulado. Coincidentemente, semanas después, el entonces director Alberto Martorell presentó su renuncia mediante Resolución Viceministerial N° 069-2025-MC. ¿Este CAS era algún premio, orquestado por algunos “amiguitos” para cierto funcionario de la sede Ica? Y todo con el aval del ex director Martorell, hoy involucrado en algunos chats internos con el ministro Valencia. Luego de su renuncia, asume el abogado Víctor Injante la dirección de la DDC Ica y, sorprendentemente, se vuelve a insistir con el mismo CAS pero maquillado con otras aristas.

Fuente: Ministerio de Cultura.
Segundo intento: CAS N°296-2025-MC
El 10 de junio —en plena tormenta por la reducción del área protegida de las Líneas de Nasca y la crisis de gestión en la DDC Ica— se lanza una nueva convocatoria. Esta vez, el puesto se denomina “Coordinador/a de Subdirección de Patrimonio Cultural, Industrias Culturales e Interculturalidad”. En la práctica, el mismo cargo de subdirección, pero con otro nombre. Lo curioso es que los requisitos ahora son más flexibles:
- Experiencia general: de 6 a 5 años
- Experiencia específica: de 4 a 3 años
- Experiencia en el sector público: de 3 a 2 años
- Sueldo: de S/ 6,906 a S/ 6,000

Fuente: Ministerio de Cultura.
Como para hacerlo más accesible, solo se exige haber sido “especialista” durante un año. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Todo apunta a que, presuntamente, esta nueva convocatoria estaría hecha a medida para la actual subdirectora Jeanette Gutiérrez, quien pasaría de ganar S/ 3,000 a S/ 6,000, con una plaza concursada y mayor estabilidad. Algunos señalan que podría incluso pedir licencia sin goces de haber, de su puesto actual y postular, sin riesgo alguno. Desde hoy se puede postular a este CAS, y todo puede pasar.

Fuente: Ministerio de Cultura.
¿Puestos a la carta?
Lo más preocupante es el trasfondo: ¿Por qué insistir tanto en este puesto? ¿Por qué reducir los requisitos? ¿Por qué en medio de una crisis de credibilidad en la gestión cultural? La DDC Ica no necesita una coordinación adicional, ya que la actual subdirectora cumple esas funciones. Entonces, ¿por qué insistir?
Mientras los titulares nacionales apuntaban al escándalo de las Líneas de Nasca, en silencio se gestaba una convocatoria que huele a favoritismo. El patrón es claro: flexibilización de requisitos, coincidencias con cargos en funciones, y beneficios personales.
Una llamada a la reflexión
Este tipo de maniobras no son nuevas en el aparato estatal, pero es hora de ponerle freno. Si el Estado sigue siendo usado para beneficiar a ciertos círculos de poder, sin meritocracia ni transparencia, estamos condenando la institucionalidad.
La ciudadanía exige respuestas, pero sobre todo decencia en la gestión pública. Desde Lima Gris seguiremos vigilantes. Porque el patrimonio no solo se protege en el terreno, también se defiende en la transparencia de quienes lo administran.
Cultura
Presentación del libro «El misterio de las aves kanchu» de Lizbeth Pretell Romero
El miércoles 25 de junio en la Casa de la Literatura Peruana se presentará el libro “El misterio de las aves kanchu” de Lizbeth Pretell Romero, gestora cultural e investigadora luriganchina, y publicado por el sello editorial Jukucha Ediciones.

Este libro nos permite conocer la historia de las aves kanchu, míticas aves sagradas de quienes se toma el nombre para crear el vocablo Rurikanchu, que a su vez da origen a la denominación del distrito de San Juan de Lurigancho. Un relato que muestra personajes y hechos con trascendencia histórica y ficticia; fruto de una investigación basada en los manuscritos del padre Francisco de Ávila, el libro “Ritos y tradiciones de Huarochirí”, así como en evidencias arqueológicas halladas en el distrito.
El proyecto fue concebido desde el área de museo del Centro de Cultura, Recreación y Educación Ambiental Huiracocha (CREA Huiracocha), el cual estuvo ubicado en el parque zonal del mismo nombre en el distrito de San Juan de Lurigancho. La sala permanente Ruricancho, más conocida entre sus pobladores como el museo de San Juan de Lurigancho, tuvo como propósito difundir y revalorizar la historia del distrito (ubicado en un territorio con aproximadamente 11 000 años de historia) entre sus pobladores y el público en general, mediante visitas guiadas y talleres de educación patrimonial. Gracias a estas actividades y de manera lúdica, se realizaron también jornadas de cuentacuentos para niños, con relatos basados en la historia de la comuna.
En la presentación participarán Lizbeth Pretell Romero, autora del libro; Ricardo Puga Huamán, ilustrador; y Alan Concepción Cuenca, bibliotecólogo. Además, se contará con la participación especial de Gerardo García Chinchay, director de la Dirección de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura del Perú. La cita es el miércoles 25 de junio a las 6:30 p.m. en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana, ubicada en jirón Ancash 207, Centro Histórico de Lima. Ingreso libre con aforo limitado.
El libro podrá ser adquirido el mismo día de la presentación o a través de las redes sociales de la organización cultural Quebrada Canto Grande.
Cultura
Escándalo en el Ministerio de Cultura: ¿Un Convenio Extraterrestre?
Desde Cusco exigen la anulación del convenio y denuncian la incongruencia del Ministerio de Cultura.

Un nuevo escándalo remueve los cimientos del Ministerio de Cultura del Perú. El 24 de septiembre de 2024, esta institución firmó un convenio con la Asociación Pi Rambla Heritage, dirigida por el conocido español Anselmo Pi Rambla. ¿El propósito? Avalar “investigaciones” que rozan la pseudociencia, en sitios arqueológicos del Cusco.
Pi Rambla sostiene que los muros del Coricancha datan de hace 4000 años y fueron construidos por una «sociedad solar, intraterrestre». Afirmaciones sin sustento arqueológico, que niegan el legado de los pueblos andinos, y reescriben la historia con relatos místicos de civilizaciones perdidas y leyendas celtas. El retorno de su proyecto “Avalón en los Andes”, impulsado hace más de dos décadas, plantea serias amenazas al patrimonio cultural peruano, disfrazadas de exploración científica.
Sorprendentemente, el convenio fue realizado por el exdirector de la DDC de Cusco, Régulo Gilberto Franco Jordán, quien luego de firmar mencionó: “Mediante este convenio estamos impulsando la investigación interdisciplinaria para continuar ampliando los conocimientos de las culturas pre incas e inca que habitaron en la ciudad de Cusco”.

Cuestionado arqueólogo Régulo Franco.
Desde Cusco señalan que esto no se trata de un simple debate académico. Es una ofensiva simbólica que intenta reemplazar la historia real de las civilizaciones precolombinas con relatos foráneos sin base científica. Es una forma de neocolonialismo cultural. El Ministerio de Cultura, en lugar de rechazar estas ideas, ha abierto las puertas a una organización esotérica que ya ha causado daños documentados al patrimonio.

Páginas 26 y 27 de la revista Mas Alla, correspondiente al N°144/ 2/ 2001, nótese a Anselm Pi presidente de la empresa Boric Ruz SAC , el buscador del Avalón.
Entre 2001 y 2003, Pi Rambla lideró excavaciones en Cusco en busca de «tesoros», actividades que terminaron siendo denunciadas por el propio Instituto Nacional de Cultura ante la UNESCO. Aquella intervención fue paralizada por los daños que generó, pero hoy, más de 20 años después, se le otorga nuevamente carta blanca para operar.
La Asociación de Comunidades Campesinas del Parque Arqueológico de Sacsayhuamán ha levantado la voz. Exigen la anulación del convenio y denuncian la incongruencia de un Ministerio que se supone custodio del patrimonio, pero que termina validando delirios ufológicos. ¿Qué intereses se esconden detrás de esta decisión?

Amselmo Pi excavando Coricancha.
¿Red de corrupción y destrucción Patrimonial?
El problema no es nuevo. El 14 de diciembre del 2000, el diario El Comercio denunció que Boric Ruz S.A.C., empresa vinculada a Pi Rambla, realizaba intervenciones destructivas en el Coricancha. En lugar de sancionar, el Estado salió a defender. Luis Enrique Tord, entonces director del INC, viajó a Cusco a justificar las acciones de la empresa, desestimando las advertencias de profesionales del propio ministerio, entre ellas la destacada antropóloga Arminda Gibaja, madre del actual ministro de Cultura.
¿Qué clase de funcionario defiende a quien atenta contra uno de los templos más importantes de la civilización inca? La respuesta puede encontrarse en la densa red de favores y corrupción del gobierno fujimorista.
Hay más. Pi Rambla, en sus declaraciones, decía estar tras “un inmenso tesoro” oculto en el Coricancha. Poco después, en octubre del 2000, Vladimiro Montesinos huía del país en el velero Karisma, que unos años antes había sido propiedad de Anselmo Pi pero terminó en manos de José Lizier Corvetto. ¿Coincidencia? Cuesta creerlo. Lo que se dibujaría es un entramado de encubrimiento y complicidad que permitió a Pi actuar con total impunidad.
Este caso no solo revela negligencia institucional. Devela un patrón: la permisividad del Estado frente a intereses personales que se disfrazan de investigación, mientras destruyen, roban y tergiversan. Es urgente saber quiénes autorizaron este nuevo convenio y por qué. Sabemos que Régulo Franco recibió la orden pero ¿Quién ordenó?
No se trata de una simple polémica académica. Es una agresión directa contra nuestra historia, una amenaza al patrimonio y una muestra del desprecio por la verdad histórica. El Perú no necesita buscar Avalon. Necesita proteger Machu Picchu, Sacsayhuamán y el Coricancha. Y necesita, sobre todo, autoridades que entiendan la diferencia entre ciencia y superstición.
Piden que convenio sea derogado
Mediante un oficio enviado al ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja el 03 de enero pasado, la Unión de Comunidades de Indígenas del Parque Arqueológico Sacsayhuamán señaló: «Hemos tomado conocimiento que la persona que ha firmado el convenio y es el que dirige dicha asociación es el señor Anselmo Pi, quien en el año 2000 junto con el arqueólogo Ernesto García Calderón puso en peligro el templo de Santo Domingo por hacer excavaciones de manera indiscriminada, por tal motivo el Instituto Nacional de Cultura suspendió dichas excavaciones«.
Además, agregan: «No es posible que el Ministerio de Cultura se esté prestando para avalar cuestiones de ufología, lejanas de la ciencia académica de la arqueología. Por tal motivo, pedimos señor ministro, que dicho convenio sea derogado, así también solicitamos que no se le dé ningún permiso de excavación a la referida asociación».
Primero fue el recorte de las Líneas de Nasca y Palpa, ahora nos quieren sorprender con un convenio.
Mientras todo esto ocurre, el ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja se niega a dar una entrevista a Lima Gris.

Cultura
Diego Lazarte presenta su novela “Última salida de Palomino”
El autor conversará con Mónica Delgado Ch. este sábado 28 de junio a las 6.00 p. m. en la Librería de Lima.

En Última salida de Palomino, Kennedy, su joven protagonista, ve alterada su tranquilidad con la llegada de Dulcinea, un personaje tan excéntrico como inquietante, que habla con impostado acento español, y que irrumpe en su casa y transforma su rutina en una lucha por recuperar su espacio. Con una prosa cargada de imágenes urbanas, humor corrosivo y referencias al cine slasher y la cultura pop, esta novela nos invita a recorrer una Lima mítica, marginal y brutalmente desbordada por la violencia de sus habitantes.
El escritor Diego Lazarte presentará su primera novela junto a la crítica de cine, comunicadora social, docente universitaria y directora de Desistfilm Mónica Delgado Ch. este sábado 28 de junio a las 6.00 p. m. en la Librería de Lima, Jr. Cailloma 843, Centro Histórico de Lima. El cierre musical estará a cargo de la banda de indie rock Electroma.
Sobre la novela, el escritor español Alberto Girao ha dicho: “Escrita con una valentía impropia de una primera novela, Lazarte combina gracejo quijotesco y desenvoltura quinqui para componer una obra memorable y divertida. El lenguaje se tensa en la impureza, articula argot, videojuegos o cinefilia; todo ello ensamblado en diálogos ingeniosos y frenéticos. Y, al fondo, siempre Lima: paisaje crudo sobre el que se tejen los retratos de personajes tiernos e incisivos a partes iguales”.
Por su parte, la escritora Paloma La Hoz, afirma: “Es una novela sobre crecer entre ruinas, reírse del caos y encontrar ternura en lo improbable. Poblada de antihéroes de los márgenes limeños, para quienes perderse no es un error, sino el único camino posible. Porque en esta ciudad, sin el humor como forma de resistencia —como diría La Polla Records—, no somos nada”.
Diego Lazarte (Lima, 1984) retornó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos luego de dos lustros, y amenaza con egresar de la Escuela de Derecho y vestir ternos en 2025. Ha transcurrido veintidós años desde La clavícula de Salomón, su ópera prima en poesía, y dos desde la reedición de su séptimo libro, Calaveras retóricas, publicado en México. Aprendió a escribir esta novela leyendo a Dostoyevski y viendo maratones de películas slashers y de serie B, durante su autoexilio en el piso 15 de un condominio en Lima Norte.
Actualmente es director del Festival de Poesía de Lima y de la productora audiovisual Cinemapoesía. Tiene en desarrollo documentales sobre los poetas peruanos Enrique Verástegui, José Ruiz Rosas y Juan Cristóbal.

Que el Cusco, la capital arqueológica de América, la Ciudad Sol de Clorinda Matto o la Ciudad Puma o como quieran denominarla, tiene una magia especial, no hay quien lo dude. Pero si a ello unimos la singularidad que le otorgó el escritor y periodista mexicano Alejandro Alonso Aguirre, dándole un toque surrealista pero especialmente fantástico con su novela EL ESCULTOR, ya son palabras mayores.
Y fue un escritor cusqueño, Mario Guevara Paredes, el mismo que tuvo la osadía mayúscula de editar por cerca de treinta años una de las revistas culturales más representativas del sur peruano, sin auspicios institucionales, quien la editó en agosto del 2024, con el mismo sello de la revista en mención, SIETECULEBRAS. La carátula, tan misteriosa como el contenido del libro, es obra del artista Carlos Olivera.
¿Quién es él?
El mexicano Alonso, un día cualquiera, tomó unos cuantos bártulos y, saliendo de Ciudad de México, fue caleteando de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, hasta llegar al Cusco. Quizá en este recorrido quiso emular a sus antepasados mayas o aztecas, que según dicen las viejas historias remontaron nuestras costas hasta afincarse en Lambayeque. El escritor prefirió llegar hasta la cima de las montañas y decidió habitar en alguna casa de la calle Qorycalle, teniendo como norte la famosa fortaleza de Sacsayhuamán y poniéndose bajo el amparo del Apu Ausangate.
De allí a ser uno de los consuetudinarios contertulios del legendario y hoy desaparecido Café Extra de la calle Espaderos, cubículo en donde recalaban los poetas, políticos trasnochados, periodistas, pintores y toda clase de seres amantes del arte, del café y la tertulia, a veces avinagrada por alguna mala noticia, no fue cosa de nada.
¿Qué lo motivó a crear esta novela, EL ESCULTOR? No lo sabemos. Solamente que él, como lo hicieron sus contemporáneos y paisanos Francisco Tario, Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Bernardo Esqunca, estaba inmerso en el mundo mágico religioso de sus pueblos, en donde se cuentan las leyendas de La Llorona, El Carro Rojo de las Brujas, La Enfermera del Hospital General o aquella del Callejón del Aguacate, que me gustó e impresionó al mismo tiempo cuando la leí en una recopilación hace años.

Armando, como buen comunicador, en Cusco se hizo de amigos y compinches y así fue construyendo la trama de esta novela, poniendo de protagonistas a estos amigos.
La novela que se desarrolla en los años anteriores a la pandemia, propiamente en el 2006, se inicia con un estallido proveniente del Sacsayhuamán que sacude a toda la ciudad. En una narrativa de racconto, nos va acercando hacia el origen de este estruendo, mezclando diversas situaciones y personajes hasta llegar al final, en donde aclara por fin el misterio.
Lo interesante de este relato —la novela consta de 28 capítulos esparcidos en 127 páginas— es la compenetración del autor con el alma cusqueña. Se diría que la parte mágica de la ciudad terminó apoderándose de su intelecto sin darle tregua a una escapatoria.
De ahí que el misterioso escultor, que viene a ser una alegoría de lo que es o, según Alonso, podría ser el verdadero artista, captura la atención del lector y lo impele a terminar de leer la obra para descubrir su secreto. Y vaya qué secreto. Creo que con este personaje, tan lleno de esoterismo, se ha querido presentar lo que es el verdadero creador. Para la sociedad, para el establishment, podría ser un monstruo, un ser indefinido y lejos de lo normal, especialmente si es contestatario, pero en esta aparente deformidad, se quiere demostrar que radica su esencia, su verdadero talento. Cuando se claudica con fines comerciales o, en el caso del escultor, para ganarse la simpatía de los demás, muere el talento y desaparece el artista.

En este argumento, se entrelazan personajes reales, así los pintores Luis Vargas, Mario Curasi, el bachiller —que podría ser imaginario—, el poeta Chino Velásquez, la independiente Clara —¿otro supuesto?—, el escritor sicuaneño Elver Pizarro, los hijos de Mario Guevara, Toto y Mayita, el mismo Mario Guevara Paredes y su hermano Juan.
Un subfondo y a la vez el leitmotiv de la narración es la supuesta cuarentena que se ha impuesto a la ciudad por una pandemia causada por los perros. Una situación de mucha tensión y que causa la muerte de Pizarro y del escritor Mario Guevara, según el argumento. Sin quererlo, el autor se adelantó a lo que viviría no solo el Cusco, sino el país y el mundo entero con la pandemia del Covid, años después.
Saludamos la anuencia de este librito que muestra la otra cara de Cusco, como la Luna mostraba la suya al escultor. Pero esta no es oscura como aquella, sino llena de misterio y de interrogantes que ni siquiera los cusqueños pueden responder.
Para completar la presentación de Alejandro Alonso, añadimos que es Premio Nacional en Periodismo México, por su labor como narrador audiovisual en pro de la cultura científica y ambiental.
La Editorial Porrúa le editó los libros de corte fantástico El fabricante de estrellas en el 2009 y La serpiente emplumada en el 2020. Actualmente radica en México.
Cultura
La historia detrás de los mensajes de WhatsApp enviados al ministro de Cultura
Detrás del escándalo por el recorte del polígono de protección de las Líneas de Nasca y Palpa se esconde algo más grave: una historia de favores y componendas en las altas esferas del Ministerio de Cultura. Mensajes enviados por Alberto Martorell al ministro Fabricio Valencia revelan una posible oferta de cargos a cambio de beneficios, abriendo la puerta a un caso que podría comprometer la integridad de la gestión pública en el sector Cultura.

El plan para el recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa se vino conversando desde fines de 2024, pero la propuesta tomó más fuerza en febrero del 2025 por presión e intereses de las bancadas de Fuerza Popular y Alianza Para el Progreso (APP). Según fuentes de Palacio de Gobierno esto se le comunicó al ministro. La decisión había sido encomendada a Valencia Gibaja y debía ejecutarse. Pero el ministro de Cultura tenía un obstáculo fuerte en Ica, se trataba de la presencia de Alberto Martorell Carreño, quien por esos días era el director de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica.
El ministro Valencia sabía que con Martorell como director de la DDC Ica, ejecutar la orden de Palacio era complicado, ya que Martorell Carreño siempre fue un acérrimo defensor del patrimonio cultural. Desde esa fecha, una de las primeras acciones del ministro fue eliminar a Martorell de Ica.

Ministro de Cultura dando indicaciones en su viaje de comisión.
La ejecución exprés del recorte del polígono de las Líneas de Nasca entró en marcha en marzo pasado, fecha donde Alberto Martorell renunció al cargo de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica. Altos funcionarios del Ministerio de Cultura han revelado que días antes de su salida, la asesora del titular del Mincul llamó a Martorell. En esa llamada se le solicitó que con urgencia se presente en el piso 8 de la sede central del Ministerio de Cultura en Lima. Tras unas horas de espera y ante la ausencia del ministro, le comunicaron el siguiente mensaje: “Él (Fabricio Valencia) quiere hacerte una oferta”. Luego de ello, otro mensaje fue enviado a Martorell mediante otro asesor: “Anda presentando tu renuncia, que te quiere hacer una oferta”.
Días después, según fuentes del piso 8 de la sede central del Mincul, el ministro Fabricio Valencia y Alberto Martorell se reunieron en privado. Fue en esa reunión que el ministro le ofreció el cargo de director del Museo de Antropología a Martorell. Su propuesta fue rechazada inmediatamente, y Martorell se negó a renunciar. Valencia jamás explicó porque eliminó al exdirector de la DDC de Ica, pero lo que sí hizo al pie de la letra, fue cumplir con la orden de Palacio.

Ministro Fabricio Valencia y Alberto Martorell.
Durante esos días de marzo, varios mensajes de WhatsApp fueron dirigidos al celular de Martorell. Altos funcionarios del Mincul presionaron para que presente su renuncia. Tras idas y venidas el ministro Fabricio Valencia le exigió la renuncia y a cambio prometió designarlo en el Qhapaq Ñan. Pero las semanas pasaron y su resolución jamás salió.
Esta semana ya se preparaba la resolución de Martorell para ser designado en el Qhapaq Ñan, pero una fuente del Mincul nos comentó: “La viceministra Moira Novoa ya estaba armando la resolución de Martorell pero cuando Lima Gris lanzó lo del chat al ministro, cancelaron la designación”.
El chat enviado al ministro Fabricio Valencia
El fin de semana tuvimos acceso a un chat de WhatsApp privado con tres mensajes dirigidos al ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja. El mensaje fue enviado por Alberto Martorell Carreño. Esto fue confirmado por el propio Martorell, tras nuestra consulta. Además, nos mencionó que no sabe cómo esto fue publicado desde su propio celular. Cuando se le preguntó sobre los detalles de los mensajes al ministro, Martorell se negó a responder. Lo que sí dejó en claro, es que durante su gestión como director de la DDC de Ica, nunca se habló del recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa.
Para entender cada uno de los mensajes enviados al teléfono del ministro Fabricio Valencia, hay que conocer el contexto, por ello, conversamos con dos de nuestras fuentes de la sede central del Ministerio de Cultura. “Lo que buscó el ministro fue deshacerse de Alberto Martorell. Fabricio sabía que el doctor no le iba a aceptar el recorte del polígono”, nos señala un alto funcionario.
Los mensajes que Martorell envía son del jueves 12 de junio. La hora del primer mensaje es de las 6:22 am. Ese día fue clave para el Gabinete, porque el Premier Eduardo Arana junto a sus ministros —incluido Fabricio Valencia Gibaja— llegaron al Congreso de la República para pedir el voto de confianza.
En ese mensaje se lee: “Buenos días Fabricio. Ayer se logró una buena parte de lo mío, pero falta aún bastante. Creí que anoche saldría la RM (Resolución Ministerial) publicada, pero no la encuentro aún. Tengo que insistir en que se publique ya y pedirte que demos el paso a los definitivo, que es la designación del QÑ (Qhapaq Ñan). Piensa que son tres meses sin ingresos, y claro, con la certeza de que sabrás solucionarlo, rechazando otras alternativas. Cada día cuenta”.

Es decir, Martorell lo que buscaba es que el ministro Fabricio Valencia cumpla con su palabra. Recordemos que la “oferta” del ministro fue que Martorell renuncie a la DDC de Ica y a cambio le daría su designación para el Qhapaq Ñan. Este primer mensaje fue enviado luego de casi tres meses de espera, ya que Valencia no cumplía con su oferta.
El segundo mensaje fue enviado casi tres horas después, exactamente a las 9:11 am. En este nuevo mensaje el tono de Martorell cambia, e increpa al ministro diciéndole: “Acabo de averiguar y no has firmado la RM. Fabricio, no estás frente a una persona que puedas dejar a la espera y permitir que suceda todo lo que ha sucedido. Estarás muy ocupado, pero merezco que me digas exactamente la hora de la forma (firma). Y yo he cumplido. Sigo confiando en tu palabra”.

Nos preguntamos: «¿En qué cumplió Martorell?» Pues en presentar su renuncia, pero el que no cumplió fue el ministro Valencia. Esto claramente generó una molestia en el que alguna vez fue el profesor del ministro de Cultura. Desde el piso ocho se puso mil excusas para que no salga el nombramiento de Martorell. Todo indica que lo estuvieron meciendo.
En el tercer mensaje, enviado a las 9:13 am, es decir, solo dos minutos después del segundo mensaje, Martorell insiste en que el ministro cumpla su palabra: “Tienes mil preocupaciones. Pero esto ya escapa de lo racional y lo humano. Piensa con una mano en el corazón lo que está pasando y actúa como corresponde, que yo he demostrado saber hacerlo y pienso seguir en el camino de lo recto y correcto”.

Esta línea final nos deja con varias preguntas: ¿Alberto Martorell tal vez conoce más sobre los malos pasos del ministro Fabricio Valencia? ¿Por qué señalar lo recto y lo correcto en una conversación entre dos “amigos”? Tal vez fue una advertencia. Lo cierto es que, Martorell fue enfático en decirnos que él desconocía lo que se pretendía hacer con las Líneas de Nasca y Palpa.
La historia detrás de los mensajes de WhatsApp no solo revela la negociación del ministro Fabricio Valencia, sino también su “habilidad” para ofertar puestos de trabajo y no cumplir. Es así como opera el ministro de Cultura ante las exigencias de Palacio de Gobierno, y es así como Palacio presiona a sus ministros a pedido de dos bancadas y empresas privadas con intereses oscuros en las tierras de Nasca.
Una pausa y un ministro rebelde
Tras el escándalo del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa, varios congresistas de APP y Fuerza Popular se pusieron nerviosos ante las movilizaciones que se iban coordinando en Lima, Cusco y en Ica. Fue por eso que algunos parlamentarios llamaron al ministro de Cultura y a Palacio para pedir que se ponga una pausa a la Resolución Viceministerial N° 000128-2025-VMPCIC/MC firmada por Moira Novoa Silva, ya que en las calles podría originarse enfrentamientos entre la población.
Ante la presión en el parlamento, los medios de comunicación y la sociedad civil organizada, se logró que el gobierno de Dina Boluarte anule el recorte del 42% de las líneas de Nasca y Palpa. El comunicado, coincidentemente, fue publicado por el Ministerio de Cultura el 08 de junio por la mañana, fecha en que se conmemora el fallecimiento de María Reiche.
Todo fue rápido, hecho al caballazo. Esa misma semana, según fuentes palaciegas, le habrían pedido su renuncia al ministro Fabricio Valencia. Sorprendentemente, el ministro se habría negado. Pero esta negativa habría estado acompañada de un contundente mensaje: “Si me sacan, yo hablo”. Queda claro que Valencia Gibaja juega su propio juego.

Ministro de Cultura y su realidad virtual.
Desde el Palacio y en la sede central del Mincul, señalan que el cambio se dará; es solo cuestión de días, pero a Fabricio Valencia lo van a reciclar en algún cargo fuera del país. Por estos días su silencio tiene un precio, y parece que las Líneas de Nasca y Palpa también, ya que el gobierno no piensa retroceder en su deseo de reducir el polígono; por ahora el plan es socializar cueste lo que cueste.
Mientras esto sucede, la Fiscalía viene investigando el caso Shirley Hopkins. Hoy podemos decir que, frente al Congreso, el ministro de Cultura mintió de forma descarada. Un viaje con la señora Hopkins revelaría más indicios de esta presunta relación sentimental que ha sido negada en señal abierta.
ACTUALIZACIÓN
Minutos antes de la publicación de nuestro informe, Alberto Martorell publicó un video con sus descargos en su cuenta oficial de Facebook. Es importante señalar que el video se basa en nuestro adelanto sobre el chat que comentamos en nuestro programa de radio y podcast pero no en este reciente informe completo.
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