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«Universo», un cuento de Alfredo de Cossío

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La noticia me agarró por sorpresa. Caminaba por la calle Berlín, rodeado de turistas en busca de una dosis de alcohol diurno, cuando recibí el mensaje de texto que me anunciaba tu llegada a Lima. Me encontraba entusiasmado, acababa de comprar unos libros en El Virrey; por fin tenía en mi poder las novelas de Sebald que tanto quería leer y agregar como joyas literarias en mi cada vez menos austera biblioteca. Debo decir que esa noticia, aún caliente en mi teléfono, me distrajo, me sacó de esa mezcla de orgullo y satisfacción que siento cada vez que tengo un libro nuevo entre mis manos, y me hizo volar hacia atrás en el tiempo, no muy lejano, de unos cinco años atrás: de aquel año en Barcelona, a donde llegamos con la intención de ser parte de la escena literaria, aquella selva de letras y plumas, en el que todos los escritores, hasta los más nóveles, luchan por el derecho a unas pocas gotas de tinta. ¿Te acuerdas? Estoy seguro de que sí.

            Desde muchos años antes, desde nuestra adolescencia, soñábamos con escribir. Pero escribir de verdad. No hacerlo a escondidas, a oscuras, y sin que nuestros poemas y relatos salieran a la luz. La vida, al inicio, pareció traicionarnos, darnos la espalda en este viaje que aún no habíamos comenzando, ­­pero en el que ya nos sentíamos en pleno desplazamiento, al llevarnos por caminos profesionales más seguros, pero, definitivamente, más decepcionantes. Tú con la publicidad y yo con el derecho (que vergüenza). Sobrevivimos aquellos años, intentando no ahogarnos como un náufrago en medio del océano, cada año un manotazo más desesperado, haciendo lo posible para no dejarnos tragar por las aguas.

            Una maestría en creación literaria. Esa fue tu idea. No me siento seguro de mi escritura, me dijiste. ¿Por qué no intentarlo y, de paso, conocer gente nueva, escritores? No vale la pena contar el camino tortuoso por el que tuvimos que pasar para poder llegar finalmente a la tierra de los sueños a orillas del Mediterráneo. Lo importante fue que llegamos juntos, como los mejores amigos que fuimos, un apoyo, una muleta debajo del brazo del otro. Nuestros miedos e inseguridades rondaron esos primeros días, casi al punto de considerar la posibilidad de coger el primer vuelo de vuelta a Lima y regresarnos a los pocos días de haber empezado las clases. A ti te intimidaba la poesía, el poder simbólico del lenguaje, los sentidos, la búsqueda de la verdad; a mí me aterrorizaba el cuento, el formato corto, el engranaje perfecto, las estructuras circulares, la economía.

            ¿Te acuerdas de las clases? Cómo no te vas a acordar, si al inicio fuiste el más preguntón del salón. Algunos profesores te adoraban porque los hacías sentir escuchados, relevantes; otros, te detestaban porque no hacías más que interrumpir las clases con preguntas que, seamos sinceros, no siempre venían al caso. Tu sonrisa socarrona no era de ayuda tampoco. ¿La hacías a propósito o te salía natural? Me acuerdo cuando le dijiste al profesor del curso de novela que un escritor estaba obligado a matar toda tradición, y más aún a la nacional. Matar a Vargas Llosa, Alegría y Ribeyro, dijiste. ¡Maten a Borges y a Cortázar de una buena vez!, les gritaste a los argentinos del salón, influenciado por las tres copas de vermut que habías tomado en una de nuestras tantas excursiones post clases a bares. Tus ojos estaban encendidos, y cualquiera que no te conociera tanto como yo no hubiera dudado en asegurar que estabas ardiendo por dentro y que la violencia podría haberse hecho presente en cualquier momento. Todos nos quedamos mudos. A pesar de que te conocía, debo confesar que aquella noche vi algo en tu mirada que no había encontrado antes y sentí miedo. Sentí miedo de mi amigo. Desde aquella ocasión no fuiste bien visto por nuestros compañeros, pero yo permanecí a tu lado, como me correspondía. Para eso están los amigos, ¿no?

            Es un cliché, pero, a pesar de eso, a pesar de que, como escritor, en teoría, debería evitarlos —a veces es inevitable caer en algunos vicios—, puedo decir que conocimos hasta el último rincón de Barcelona. Lima era veinte veces su tamaño, pero nuestra nueva casa la sentíamos más grande, inacabable e inabarcable. Respiramos su aire como si cada bocanada fuera la última. Vivimos la ciudad hasta exprimirle el último soplo de vida, hasta casi matarla. Me acuerdo que tu lugar preferido era ese cruce anodino —diría anónimo— entre la calle Roselló y el Paseo Sant Joan. Te gustaba sentarte en una de las bancas del paseo y hablar de literatura, del futuro, de las novelas que publicaríamos y del futuro literario de nuestra amistad. ¿Nos matará la literatura?, te preguntabas —¿o me preguntabas a mí?— con la mirada fija hacia el oeste, quizá hacia Lima.

Recuerdo que fuimos asiduos de toda cantina en la que valiera la pena poner los pies. Las terrazas de los bares en las plazas del Sol, de la Virreina y de la Villa de Gracia, en el barrio del mismo nombre donde instalamos nuestra guarida. El bar de todo a un euro, en la calle Aribau, en Eixample, donde una noche me tomé quince cañas y tuviste que llevarme cargado hasta el piso. Los chiringuitos en La Barceloneta, el Razzmatazz y el Hi Jau, en el Poblenou, un hueco en el que escuchábamos a bandas de la movida indie catalana. Y las turistas. Las suecas, inglesas, alemanas y rusas. ¿Viajamos miles de kilómetros para buscar a las de fuera y no a las locales?, te quejabas. Pero conocías mi debilidad por las rubias, las teutonas; tú te inclinabas por las catalanas. Esa misma suerte no nos acompañó con nuestras compañeras de clases, pero con las de la maestría en edición otro fue el cantar. La chilena para ti y la argentina para mí, recuerdo que me dijiste. Intentaste en varias oportunidades impresionarla —aún te puedo oír— hablándole de literatura, acerca de autores de culto alemanes, austriacos y rusos; yo, por mi parte, le hablaba acerca de los latinoamericanos, pero más acerca de su compatriota Bolaño, de cómo el autor chileno había escrito en España la gran novela mexicana, y que yo, un peruano, iniciaría mi carrera literaria escribiendo una novela acerca de Bolaño. Un peruano en España escribiría una novela acerca de la vida de ese chileno que años atrás escribió en España la gran novela mexicana.

Pero, finalmente, lo que nos importaba eran los libros. Esa era nuestra misión: la literatura. No dejamos pasar una sola oportunidad de ser parte de aquel mundo que desde Lima nos parecía lejano, imposible. Pasábamos horas en las librerías, saltando de estante en estante, revisando novelas que casi nunca —por falta de medios— llegábamos a comprar. La Central, en la calle Mallorca, y Nollegiu, en Pons i Subira, fueron como un segundo hogar para nosotros, donde convivíamos casi diariamente con nuestros héroes. Aparte de las charlas y clases que nos daba la universidad, fuimos asiduos a toda presentación de libros —recuerdo que te presentabas como escritor, a pesar de que nunca habías publicado nada—, conferencia, conversatorio, muestras y demás eventos literarios y culturales a los que podíamos poner nuestros pies adentro. Tal fue nuestro afán de participación que varios de los asistentes, frecuentes como nosotros, empezaron a reconocernos. O al menos eso creíamos, o queríamos creer. Éramos como estrellas, cuerpos luminosos que llenaban de luz todo lugar al que nos presentáramos, una luz cargada con nuestra juventud y nuestros sueños, y de la que nadie podía librarse.

Y si, finalmente, lo que importaba eran los libros, lo que importaba más aún eran los propios; o aquellos que escribiríamos, debería decir, porque todavía no habíamos escrito ninguno. ¿Fue ahí, acaso, donde todo se fue al diablo? ¿Ese fuego que se siente al escribir, ese calor intenso en la boca del estómago que sienten los creadores al entregar todo lo que tienen dentro fue demasiado para ti? Escuchaba tus gritos, los insultos dirigidos ti mismo desde el interior de tu habitación. Mientras más avanzaba con mi novela que, al igual que tú, debía entregar, por lo menos una primera parte, al final de la maestría, más encerrado te mantenías, hermético; te veía cada vez menos o, mejor dicho, te veía deambular por el piso, pero en silencio, lívido y flotante, como si estuvieras ausente. Otra vez sentí miedo de mi amigo. Recuerdo que, durante los últimos meses, cuando nuestra aventura europea estaba llegando a su inevitable final, no querías salir a tomar una copa ni ir a buscar chicas o ir a presentaciones. Salía solo —una luz solitaria—, sintiéndome culpable de no poder hacer nada más por ti. Pero ¿qué podía hacer? No se le puede ayudar a alguien que no quiere aceptar ayuda, no me importa que digan lo contrario.

El tiempo de regresar a casa, a Lima La Horrible, como te gustaba llamarla a veces, había llegado. Entregué ochenta páginas de mi novela, la que sería mi opera prima, con un resultado del que no me pude quejar. Tú no entregaste nada. Mientras mi entusiasmo, mezclado con una cuota de exaltación, iba creciendo cada día más con cada página que llenaba de palabras, tu desazón con la maestría y conmigo —ahora que lo recuerdo, me parece que también— llegaba a sus picos más altos. Intenté ayudarte a que terminaras tu trabajo, pero de partir de cierto momento ya ni me dejabas ver tu texto. Terminé tirando la toalla. Nunca había visto a una persona tan frustrada —y frustrante— en mi vida. Una tarde, caminando por Via Laietana, me dijiste que te quedabas, que no volverías a Perú. Te respondí que ese no era plan, que la idea era llegar juntos e irnos juntos, que más valía intentar vivir de las letras, de la escritura y de la literatura en nuestro país, donde conocíamos gente, y no ahí, donde éramos unos simples estudiantes latinoamericanos. Serás un sudaca más tratando de sobrevivir, te increpé. Mis consejos y advertencias fueron en vano. Tus últimas palabras antes de irme al Prat, a tomar el avión de vuelta —al menos eso recuerdo— fueron que preferías ser un sudaca en Barcelona que un perdedor en Lima.

Con el tiempo, por algunos amigos en común —la verdad es que poco a poco he ido dejando de ver a muchas caras de nuestra juventud—, me fui enterando de tu vida. Me contaron que trabajaste de mesero, luego de cajero de supermercado; que a los pocos meses de mi partida conociste a una catalana, te enamoraste y terminaron viviendo juntos; que gracias a ella acabaste trabajando como asistente en el estudio de abogados de su padre. De todos modos, eso no duró. Que automáticamente volviste a los trabajos de medio pelo, sirviendo mesas y manejando cajas registradoras, hasta que otra mujer entró en tu vida, una sueca que vivía en Barcelona —¿no era turista? — con la que te casaste y tuviste dos hijos. No recuerdo mucho detalle acerca de lo que me fui enterando con el pasar de los años, pero lo que sí puedo recordar, sin problema, es que nada de lo que escuchaba tenía que ver con la bendita literatura ni mucho menos acerca de algún intento de tu parte en escribir o de publicar por lo menos un cuento.

Te puedo decir que mi camino tampoco ha sido fácil. ¿Escribí? Sí. ¿Publiqué? Eventualmente. Ahora soy un humilde profesor de colegio y me dedico día a día a enseñar lo poco que he aprendido a niños y adolescentes. No es la vida que me había imaginado, pero el sueño se ha mantenido intacto todos estos años, a pesar de que me faltara aquella muleta que me ayudaría a no tropezar durante tiempos difíciles, a pesar de que el amigo que mejor entendía los miedos que sentimos las personas que nos dedicamos a este ingrato oficio ya no estuviera conmigo. ¿Cómo así se pierde la magia de un día para otro? ¿Eres feliz sabiendo que abandonaste tus sueños y que lo tiraste todo por la borda? Por lo menos, y a pesar de todo, durante todos estos años logré que mi estrella siguiera brillando, sentirme un cuerpo luminoso; y tuve la certeza de que esa luz, cargada aún de mis sueños y de mi juventud, que emanaba, que iluminaba el mundo, no solo llenaría de fulgor mi camino, sino que trascendería el reino terrenal y viajaría por el cosmos, hasta posarse como una supernova en medio del universo.

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Alfredo de Cossío Miranda (Lima, Perú) 1982. Comunicador y escritor. Estudió Comunicaciones en la Universidad de Lima, donde desarrolló una afición por la narrativa; además de escribir y dirigir cortometrajes. Después de dedicarse por algunos años al sector corporativo, en el 2015 se propuso escribir su primera novela Tiempos de David, que terminó siendo publicada por el Grupo Editorial Mesa Redonda y presentada en la FIL de Lima en el 2017. Radicó en Barcelona donde estuvo escribiendo su segunda novela y cursando el máster en Creación Literaria en la Universidad Pompeu Fabra. En la actualidad vive Lima.

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Cámaras inoperativas, vehículos de serenazgo en mal estado, equipos defectuosos, todo eso ha encontrado la Contraloría en 248 municipios

Inspección realizada en mayo por la Contraloría ha revelado que muchos gobiernos locales no cuentan con las medidas necesarias para vigilar sus jurisdicciones.

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Desprotegidos. La Contraloría General de la República realizó un operativo a 248 gobiernos locales durante los días del 8 al 14 de mayo, detectando severas deficiencias en los servicios de seguridad ciudadana. El operativo denominado “Servicios de seguridad ciudadana ejecutados por los gobiernos locales” arrojó que en todos eso municipios no existe un correcto funcionamiento en herramientas que deberían de ayudar al personal a combatir la delincuencia urbana.

Así, figuran 1553 cámaras de videovigilancia inoperativas (el 20 % de las 6144 instaladas), siendo las regiones más afectadas Arequipa (255), La Libertad (180) y Lima Provincias (153). Además, el 22 % de las cámaras no almacenan las grabaciones por el plazo mínimo de 45 días, como exige la norma, y el 86 % de las municipalidades no tiene un plan de mantenimiento para estos equipos.

Personal de serenazgo solo estaría viendo una pantalla negra todo el tiempo. Foto: Andina.

Respecto a los equipos de radiocomunicación, se detectaron 1054 unidades inoperativas (el 19 % del total) y se constató que el 32 % de las municipalidades no cuenta con un centro de telecomunicaciones para monitoreo y respuesta ante emergencias.

En cuanto al patrullaje municipal, 378 vehículos (el 14 % del total) están inoperativos, mientras que 34 gobiernos locales no realizan patrullaje conjunto con la Policía Nacional, lo que debilita la coordinación interinstitucional.

El personal de serenazgo también enfrenta condiciones precarias: el 63 % de las municipalidades supervisadas no les proporciona equipo de protección completo, y el 20 % solo les entrega equipamiento parcial, sin chalecos antibalas, rodilleras ni coderas.

De forma aún más crítica, seis municipalidades no cuentan con servicio de serenazgo ni con cámaras de videovigilancia, lo que refleja una ausencia total de presencia municipal en materia de seguridad.

Recomendaciones de la Contraloría

La Contraloría General ha comunicado los resultados del operativo a los titulares de los gobiernos locales visitados con la finalidad de que adopten las medidas preventivas y correctivas que contribuyan a optimizar la gestión de seguridad ciudadana que vienen desarrollando.

Asimismo, ha recomendado la elaboración e implementación obligatoria de planes objetivos específicos para el servicio de serenazgo en todos los gobiernos locales, alineados con directivas nacionales y bajo enfoque de gestión de riesgos. Esto permitirá optimizar el uso de recursos, fortalecer la capacidad operativa y mejorar la articulación del sistema de seguridad ciudadana.

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Caos en la Vía Expresa: Metropolitano colapsó otra vez

Más de 20 buses del Metropolitano quedaron varados en la Vía Expresa de Paseo de la República. Según la ATU, el incidente fue causado por un acto de vandalismo que puso en peligro a un conductor.

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Este lunes 30 de junio, Lima volvió a experimentar lo que para miles de ciudadanos ya no es una excepción, sino una lamentable rutina: el colapso del servicio del Metropolitano. Más de 20 buses quedaron varados durante horas en plena Vía Expresa, entre el Centro de Lima y San Isidro, dejando a cientos de pasajeros atrapados, molestos y sin respuestas claras.

Según la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), la causa de este nuevo episodio de caos fue un “acto de vandalismo” que afectó a uno de los conductores. Si bien el comunicado oficial señala que el servicio fue “restablecido”, la realidad es que no existen protocolos efectivos para enfrentar imprevistos, ni mucho menos un plan de contingencia que priorice a los usuarios.

La ATU se limitó a publicar en redes sociales: “Se ha superado el incidente”, como si con eso bastara para justificar horas de retraso y desorden en el servicio. Es inaceptable que un sistema de transporte que moviliza a miles de personas a diario dependa del azar, sin medidas preventivas ni capacidad de reacción frente a emergencias mínimas.

Como si fuera poco, la estación Naranjal del Metropolitano también sufrió bloqueos debido a manifestantes. Aunque finalmente se dispersaron con apoyo policial, el daño ya estaba hecho: más demoras, más caos, y más ciudadanos afectados.

La ATU parece olvidar que gestiona un servicio esencial para la vida diaria de la ciudad. La falta de inversión en infraestructura de respaldo, la carencia de información oportuna a los usuarios y la absoluta ausencia de un plan de manejo de crisis evidencian un sistema colapsado por la improvisación.

Los limeños no merecen más excusas ni comunicados vacíos. Necesitan un sistema de transporte urbano que funcione, que sea seguro, previsible y, sobre todo, respetuoso con su tiempo y su dignidad. Si la ATU no puede garantizar eso, entonces la pregunta es obligada: ¿para qué existe?

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TC determinó que demolición de muro en la plazuela de la iglesia San Francisco no vulneró ningún patrimonio

Máximo intérprete de la Constitución indicó que demolición de cerco perimétrico fue completamente legal.

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Se acabaron las barreras. El Tribunal Constitucional (TC) puso punto final a la controversia legal sobre la demolición del muro perimétrico que rodeaba la plazuela San Francisco, en el Cercado de Lima.

A través de una sentencia emitida esta semana, el colegiado declaró infundada la demanda de amparo presentada por la Provincia Franciscana de los Doce Apóstoles contra la Municipalidad Metropolitana de Lima y el Ministerio de Cultura (Mincul).

De acuerdo con el fallo, el muro, que fue construido en 1989 como medida de seguridad, no contaba con protección como patrimonio cultural, ni a nivel nacional ni internacional.

El fundamento 16 de la sentencia señala que la construcción original respondió a necesidades de seguridad durante la época del terrorismo y comercio ambulatorio en el Centro de Lima. «Esta situación ha variado […] ya no sería necesario», indicó el TC, respaldando el criterio municipal. 

Por el contrario, incluso la Unesco respaldó su demolición al considerar que no formaba parte de los elementos reconocidos como parte del valor universal excepcional del Centro Histórico de Lima.

El TC también precisó que la demolición, realizada por la comuna limeña en febrero de 2022, fue parte de un plan integral de recuperación y peatonalización del entorno monumental.

La decisión se sustentó en que el muro estaba levantado sobre un bien de propiedad pública y no generaba derechos adquiridos que impidieran su retiro.

En su sentencia, el tribunal descartó que la medida haya afectado la libertad religiosa o las actividades propias del convento y la iglesia San Francisco. Los magistrados señalaron que no se acreditó ninguna restricción al ingreso de fieles ni a las celebraciones litúrgicas.

Finalmente, el TC exhortó a la Municipalidad de Lima y a la comunidad franciscana a establecer mecanismos de coordinación para garantizar que los proyectos de mejoramiento urbano no interfieran con el normal desarrollo de las actividades religiosas.

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Hallan muerto a José Miguel Castro, exfuncionario clave del caso Susana Villarán

Degollaron al testigo clave que iba a declarar contra la ex alcaldesa Susana Villarán. PNP descarta suicido por la escena encontrada.

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Hoy, 29 de junio, la Policía Nacional del Perú halló sin vida a José Miguel Castro Gutiérrez, de 51 años, exgerente municipal de la gestión de Susana Villarán y testigo clave en el caso de financiamiento ilegal de campañas políticas en Lima. Castro fue encontrado en el baño de su domicilio, ubicado en la calle Madrid, distrito de Miraflores, con un profundo corte en el cuello de aproximadamente 14 centímetros.

Según el parte policial, al que este medio tuvo acceso, fue su padre, Julio Sergio Castro Gómez, de 81 años, quien halló el cuerpo alrededor de las 10:15 a. m. al ingresar a los servicios higiénicos del inmueble. Castro Gutiérrez había sido visto por última vez a las 10:00 p. m. del día anterior y se encontraba en pijama, tendido en el piso y con signos evidentes de sangrado.

Al lugar acudieron agentes policiales y personal del SAMU, quienes constataron la muerte. El paramédico Kenneth Encinas Panduro indicó que el cuerpo presentaba una herida cortante en el cuello. Además, se hallaron en la escena un cuchillo de cocina con mango de color negro, manchado de sangre, y otro cuchillo con mango de color rojo con similares características.

El hecho ocurre a pocas semanas de que Castro declarara nuevamente ante la Fiscalía en el marco del proceso que investiga la presunta recepción de aportes ilegales de Odebrecht y OAS a las campañas del «No a la revocatoria» y la reelección municipal de Villarán. La Fiscalía ya había incluido a Castro como colaborador eficaz.

La noticia ha generado conmoción y suspicacias en sectores políticos y de la opinión pública, dado el contexto judicial que enfrentaba. El Ministerio Público ha iniciado las diligencias correspondientes para esclarecer si se trató de un suicidio, como sugiere el informe preliminar, o si hay indicios de participación de terceros.

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NEO TV irrumpe en la televisión peruana: arte, análisis, cultura y política en una nueva señal

Una nueva propuesta televisiva.

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Una nueva forma de ver televisión ha llegado al Perú. Se trata de NEO TV, un canal diferente, audaz y necesario, que apuesta por contenidos de calidad, pensamiento crítico y conexión con lo esencial: el arte, la cultura, la información y el análisis profundo de la realidad.

NEO TV ya está disponible en múltiples plataformas de acceso nacional, incluyendo Win, Win Plus, TV 360 de Bitel, Zapping, Best Cable, Megatel, Bantel, Yotta TV y en señal abierta a través del canal 18.6 de la Televisión Digital Terrestre.



Bajo el lema “La nueva televisión ya está aquí”, NEO TV presenta una propuesta fresca y comprometida con el contexto actual del Perú, ofreciendo una programación diversa y de alta calidad, pensada para un público exigente, curioso y con ganas de ver más allá del entretenimiento vacío.

Estos son algunos de sus programas emblema:

• Tecnología y Negocios con Juan José Sandoval – los protagonistas de la innovación y el mundo empresarial comparten su visión.
• Ver para Crear con Luis Agusti – entrevistas íntimas con los artistas más importantes del país.
• Lima Gris – periodismo de investigación con la conducción de Edwin Cavello.
• Lo que es y no lo que parece con Ian Paredes – análisis político directo y sin concesiones.
• Hombro a Hombro – el entorno natural bajo la lupa: clima, mareas y sostenibilidad.
• El Ojo está en la Cabeza – una exploración del mundo a través de la fotografía.
• Viajando con Uchi Vargas – rutas y destinos que inspiran y conmueven.
• Al final del día con César Sánchez Torrealva – un late night con conversaciones inteligentes.
• Influencer de la semana con Milagros Salinas – un podcast fresco, con voces que importan.
• La homilía del Padre Arens – espiritualidad y reflexión en tiempos de cambio.

NEO TV no es solo un canal, es una declaración de principios. Es la respuesta a una audiencia que pide algo distinto. Es la televisión que pone en valor el contenido, el talento nacional y la mirada crítica sobre nuestro presente.


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Pronunciamiento de la Asociación de Bibliotecólogos del Perú ante el caos que reina en la BNP

Asociación muestra su “profunda preocupación” por la designación de personal sin experiencia dentro de la Biblioteca Nacional.

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Descompaginados. La reciente designación de Keila Miroslava Garrido Gonzales como directora de la Dirección de Desarrollo de Políticas Bibliotecarias ha ocasionado que la Asociación de Bibliotecólogos del Perú (ABP) dé un grito al cielo debido a que la mencionada funcionaria se especializa en criminología y no cuenta con experiencia comprobada en el área de bibliotecología.

Es así que la ABP viene señalando, mediante un pronunciamiento publicado en sus redes sociales, su “profunda preocupación y enérgico rechazo” a lo que sería una designación de una persona sin perfil idóneo para tan importante cargo dentro de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP).

“Hemos tomado conocimiento, con gran inquietud, la designación de la Sra. Keila Miroslava Garrido Gonzales en la Dirección de Desarrollo de Políticas Bibliotecarias y la Dirección de Gestión y Articulación de Bibliotecas. Es ALARMANTE que una funcionaria con una trayectoria profesional ajena al ámbito bibliotecario y cultural, especializada en criminología, ocupe puestos donde se necesita personal técnico con conocimiento del tema”, se lee en el pronunciamiento de hoy.

En efecto, según su perfil profesional, Keila Miroslava se dedica a la criminología, trabajando previamente para el Ministerio del Interior que en ese momento lo dirigía el exministro Vicente Romero.

Fuente: LinkedIn.

La ABP espera una pronta rectificación por el bienestar y correcto funcionamiento de la BNP, respetándose esta vez la meritocracia y la experiencia requerida.

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Respuesta a Carta Notarial de Lita Aimé Verástegui Soto

La excoordinadora de Incorporación y Desarrollo de la Oficina de Gestión del Talento del Pronabec envió una carta notarial solicitando el retiro de información sobre su persona, publicada en una nota periodística del 19 de junio de 2019 en nuestra web. Esta es la respuesta de Lima Gris.

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Llegó a nuestra redacción una carta notarial enviada por la señora Lita Aimé Verástegui Soto, excoordinadora de Incorporación y Desarrollo para la Oficina de Gestión del Talento, del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (PRONABEC) solicitando el retiro de la información publicada, concerniente a su persona, de una nota periodística publicada en nuestra web el 19 de junio de 2019, titulada: “Lita Aimé Verástegui Soto, denunciada por presunta estafa ahora trabaja en el Ministerio de Educación”, Según su comunicación, el contenido de dicha nota generaría, un perjuicio en su contra, tanto en el ámbito laboral, familiar y social.

Asimismo, la señora Verastegui Soto, pese a que no nos envió documentación correspondiente del Poder Judicial que corrobore lo que actualmente afirma, indica que el proceso penal que se le incoara en calidad de denunciada por el presunto delito de estafa en agravio del Banco GNB, fue declarada: “No ha lugar a la apertura de instrucción”, según manifiesta, mediante resolución del 16 de noviembre del 2023, por el Juzgado Penal Liquidador de la Corte Superior de Justicia de Lima, y que posteriormente, quedó consentida mediante resolución del 28 de diciembre del 2023, archivándose definitivamente los actuados.

Carta Notarial enviada por Lita Aimé Verástegui Soto.

Es preciso aclarar, que cuando la señora Verástegui Soto, en su misiva se basa en el inciso 6 del artículo 2° de la Constitución Política del Perú, que reconoce su derecho, a que toda plataforma informática no afecte su intimidad personal y familiar. Debemos aclararle que la nota publicada en la cual se hace mención de su nombre, no tuvo el objetivo, ni mucho menos invadió su esfera íntima y familiar. Lo que se difundió en el informe periodístico fue considerado de interés público, toda vez que, en ese momento, ella se desempeñaba como una funcionaria pública y por ende tenía la condición de servidora del Estado; y, por tanto, la denuncia periodística era pertinente.

Asimismo, si bien, la señora Verástegui Soto también ha pedido la supresión de sus datos personales; es fundamental recordar que el artículo 2, inciso 7 de la Constitución Peruana reconoce a toda persona el derecho a solicitar rectificación ante información que considere agraviante. No obstante, este derecho, según jurisprudencia reiterada del Tribunal Constitucional, debe ejercerse dentro de un plazo razonable. La doctrina jurídica y la práctica constitucional han establecido que dicho plazo no puede exceder los 60 días desde la publicación del contenido cuestionado.

En ese sentido, la Ley N.º 26847, en su artículo 2, establece que el derecho de rectificación debe solicitarse dentro de los 15 días naturales posteriores a la difusión de la información. En este caso, la publicación data del 19 de junio de 2019. La carta notarial de la señora Verástegui Soto fue recibida más de 2,196 días después, es decir, tras 6 años y 6 días. Esta dilación supera ampliamente cualquier criterio de razonabilidad o vigencia del derecho que ahora pretende ejercer.

Por tanto, consideramos que dicho pedido ha caducado por inacción. De acuerdo con el marco normativo vigente y el principio de preclusión de derechos, ya no resulta procedente ningún pedido. La demora en su solicitud, además de carecer de sustento legal, debilita cualquier pretensión de afectación a la intimidad personal.

Conforme al principio de veracidad y responsabilidad que guía nuestra labor periodística, reafirmamos que Lima Gris actuó dentro del marco legal y ético que regula el ejercicio de la libertad de prensa. Ergo, la nota en cuestión constituye parte del archivo periodístico histórico de nuestro medio.

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El impulso de las energías renovables en el Perú

El proyecto de ley 4565/2022-PE se aprobó en diciembre del 2024 en el Congreso y ahora esta pendiente su reglamentación.

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El Proyecto de Ley N° 4565/2022-PE, aprobado por el Parlamento busca modificar la Ley N° 28832, conocida como la Ley para Asegurar el Desarrollo Eficiente de la Generación Eléctrica. El objetivo central del proyecto es impulsar la participación de las energías renovables (ER) en el mercado eléctrico nacional, facilitando su acceso y comercialización.

Según la Sociedad Peruana de Energías Renovables, esto permitiría acelerar la transición energética del país, abriendo la puerta a una mayor inversión en tecnologías limpias como la solar, eólica y biomasa. Según especialistas, esta medida no solo contribuiría a combatir la crisis climática, sino también a reducir la dependencia de combustibles fósiles y mejorar la seguridad energética del Perú.

En los últimos años, la Sociedad Peruana de Energías Renovables (SPR) ha consolidado su posición como actor clave en la promoción de inversiones en proyectos de energía. Entre los rostros actuales más visibles aparecen: Ricardo Tapia, presidente de la SPR (Grenergy); Juan Pedro Aramburú, vicepresidente de la SPR (Zelestra); y Raquel Carrero, gerente general de la SPR.

Con una ambiciosa cartera que supera los US$ 2 000 millones y más de 90 proyectos eólicos y solares por más de 20 000 MW en evaluación, la SPR trabaja decididamente por descentralizar la matriz energética. Por ello, la SPR continúa con su campaña para el ingreso de la tecnología verde.

Dentro del trabajo que viene realizando la SPR, destaca el impulso o ingreso de centrales RER en regiones como Arequipa, Moquegua, Ica y San Martín. Según datos de la Sociedad Peruana de Energías Renovables, se espera cuadruplicar la capacidad solar con 1 773 MW adicionales para 2026, de los cuales Arequipa concentra más de 9 000 MW proyectados. San Martín y Marcona, aunque menos mencionados en cifras, forman parte del plan estratégico de diversificación del portafolio para llevar inversión y desarrollo sostenible a zonas fuera de Lima.

“Las energías renovables, tanto la eólica como la solar, son baratas y rentables”, ha señalado la SPR. También enfatizó que la combinación de fuentes renovables y almacenamiento “puede garantizar un suministro constante y confiable”. Además, agregaron que “aprovechar las energías renovables bajará tarifas eléctricas para millones”. Con el liderazgo de Ricardo Tapia y Juan Pedro Aramburú, la SPR sigue impulsando  el potencial solar y eólico del Perú, manifestando que “está entre los mejores del mundo”.

Recordemos que en mayo de 2025, la SPR eligió a Ricardo Tapia como presidente para el periodo 2025–2028. Tapia resaltó el reto de expandir la generación renovable en regiones como Arequipa, Moquegua e Ica, y la necesidad de corregir “distorsiones que impiden competencia justa entre tecnologías”. Bajo su liderazgo, la SPR impulsa un enfoque normativo robusto y una planificación descentralizada.

La SPR también ha planteado la creación de una agenda sectorial con enfoque descentralizado, vinculada a la planificación eléctrica territorial, permisos y acceso a terrenos, como también enfatizó Tapia.

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