Ramón Mujica conversando con el público en el conversatorio.
Una pena que no haya venido más público al conversatorio sobre «La cultura como documento para la construcción de la memoria histórica 1980-2000», ayer en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social. Recibimos un lujo de informaciones gracias a una brocheta de oro reunida en la mesa “de manera informal” según dijo su directora Denise Ledgard.
Ramón Mujica, director de la Biblioteca Nacional, hizo un recuento amplio, bien documentado y muy entusiasta de las manipulaciones de la Historia mediante el arte a través de la colonia española, pasando por la República y sus caricaturas de prensa, para llegar a Marcel Velaochaga, Álex Ángeles, Ángel Valdez y Alfredo Márquez. «La Caja negra» de los dos últimos parecía como el apoteosis de su demostración. Fue realmente lindo y me encantó el fuego inspirado con el que hablaba.
Interesante también fue la presentación de Luis Alvarado sobre la música tratando de violencia, empezando en 1971 con Tiempo Nuevo, fundado como consecuencia de los Talleres de la Canción Popular, de Celso Garrido-Lecca, pasando por la movida subte de finales de 1970 y los 1980, hasta el Noise de finales de 1980.
Ricardo Bedoya, que si bien no parece poder mencionar cine peruano sin aplaudir a Francisco Lombardi (que no lo merece tampoco tanto, comparado con tan buena producción reciente) ni poder hablar de cine sin mencionar que «ya no se hace cine como antes» con una vulgata curiosamente conservadora en donde el video no «filma» sino «graba» y por esta razón no sería considerado «cine».
Igualmente nos presentó un interesante despliegue de 5 categorías de películas vinculadas a la guerra interna: 1) las que tejieron su guión a partir de la guerra interna, como La boca del lobo de Lombardi o La vida es una sola (1992, de Mariann Eyde). 2) Las que tratan de la guerra a través de ojos inocentes de niños, como Las malas intenciones de Rosario García-Montero, calificada la más pertinente entre tres otras. 3) Las «post-memoria» como La Teta asustada de Claudia Llosa, que muestran la herencia de la violencia de forma pasiva e inconsciente. 4) Lo mejor es la 4ª categoría que llamó «amnesia benevolente» en que se muestra todo menos la realidad de los 1980. Ejemplos sobran, Asumare y A los 40 siendo los blockbusters con más de un millón de entradas (¿por qué tantos van al cine para encontrarse con las novelas de la tele?). 5) Su última categoría probablemente la más débil, pues la llamó «cine regional» como si fuera aparte, indicando bien que su fabricación era en gran mayoría «defectuosa» (por ser hecha en video, CQD) pero que daba a conocer otra perspectiva del país, que descentraba y multiplicaba la visión del cine peruano.
Filme «La vida es un sola»
Jorge Villacorta, Víctor Vich y sobre todo Ponciano del Pino (los dos últimos investigadores asociados al Instituto de Estudios Peruanos) anunciaron su visión para el LUM por el cual están reescribiendo el guión presentado en febrero pasado por Miguel Rubio (director de la tropa Yuyachkani). Ahí, el que habló más claro fue Víctor Vich, que apeló a entender la Memoria no tanto como constitutiva de un relato nacional sino como constituida de casos particulares entendidos siempre en su complejidad, en su «impureza» como añadió luego Del Pino. Como si la memoria fuera ya constituida y no un proceso de recuperación y conformación constante.
De la crítica severa –aunque dicha de la voz suave de Jorge Villacorta– al edificio del los arquitectos Barclay & Crousse, que impondría un recorrido y con ello parte del discurso de la museografía, entiendo que no gusta a este equipo las determinaciones espaciales que hacen la fuerza y belleza del edificio. El recorrido del majestuoso edificio enfrentado al acantilado ofrece unas tensiones espaciales que dignifican al visitante y confiere a ese elefante blanco una razón de ser. ¿Es realmente una desventaja para un museo (memorial, llámenlo como quieran) que su arquitectura tenga algo que decir? Eso me parece un debate interesante de llevar al nivel internacional con muchos ejemplos fascinantes del siglo XX.
Lugar de la Memoria (abril 2013)
El panel era mayoritariamente gente de las artes, por lo tanto se entiende que las preguntas hayan ido hacia las artes plásticas, el cine y la música. Pero queda pendiente saber la orientación histórica que tomará el LUM cuando por fin inauguren sus salas. ¿Cómo construir la Historia de este país si todos los museos dimiten de entrada en hacer un recuento el más objetivo posible? La crítica que hice del Museo Metropolitano de Lima hace dos años en PAR era precisamente contra su perspectiva anti-histórica, anti-dialéctica, basada sobre la ilusión de un relato nacional telenovelesco. El mismo Víctor Vich publicó una crítica virulenta también al respecto. ¿Tendremos el contrario en el LUM? ¿Será la ambición de este museo que no asuma su nombre fabricar relatos micro-históricos, transitorios y revocables a golpe de exposiciones temporales? Con tantos modelos por el mundo de memoriales, historiales y museos de la memoria, desde Ayacucho hasta Santiago de Chile, es de esperar que se pueda presentar aquí en Lima una visión histórica razonablemente ecuánime de la guerra acabada… ¿O será que no se acabará la guerra mientras los asesinos sigan vivos y con altos cargos gubernamentales? Falta la voz de historiadores, al igual que en el Museo Metropolitano y Jorge Valdez no encontró su sitio en el no-debate para esclarecer la posible orientación del LUM.
La conclusión de Vich a su presentación usando la expresión atribuida a Derrida, “La comunicación empieza donde acaba el diálogo”, parecía avalar con pesimismo la imposibilidad de discusión razonada entre ponentes adversos. De aquel diálogo de sordos, demasiado común en los debates en Perú como bien decía Vich, quedaría así un eco permitiendo a cada dialogante quedarse con la huella del discurso del otro y digerirlo en la privacidad de sus pensamientos. Lindo fue su analogía entre este mismo eco y las prácticas artísticas que permiten incrustarse en el intersticio dejado por los testimonios antagónicos de la guerra interna y los silencios que pesan tanto sino más. Por cierto, estuvo desconcertante la falta de diálogo entre los ponentes de la mesa. Las intervenciones se seguían sin recalcar los parentescos y disonancias entre ellas. Fue extraño por ejemplo que ninguno de la mesa, ni tampoco de la sala, refute la afirmación de Del Pino que no hubo obras artísticas que denunciaran las violencias de Sendero Luminoso y MRTA en los 1980. Faltó seguramente la presencia de Herbert Rodríguez para dar su posición con sus intervenciones de Arte-Vida. ¿Será cierto que ningún otro artista se posicionó contra Sendero?
No quedó claro tampoco si todos en la mesa tenían la misma concepción del arte en tanto distinguido de la cultura, pues quedó abierta la pregunta de Villacorta “¿Es posible cambiar la cultura?”, ingeniosamente asociada al “Mis compañeros querían cambiar la música; yo quería cambiar la cultura” de Johnny Rotten. Parece bien lejana la oposición entre arte y cultura que levantaba controversia en los años 1950-60 en Francia con Jean Dubuffet. La Cultura consagrando según el profeta del Art Brut la parte conservadora y hasta reaccionaria de las prácticas cotidianas humanas, mientras el Arte sería la fuerza activa, en revolución permanente contra la sociedad establecida. Las manifestaciones de teatro, artes plásticas y cine que se van presentando en el LUM desde junio, ¿son arte o cultura, experiencia o espectáculo? ¿Ayudan a fomentar la memoria colectiva o entraron en el circuito del espectáculo y el consumo limeño de la cultura?
La “informalidad” en que se inauguró el LUM a principios de junio, sin el aval presidencial y con la presencia de ministros “a título personal”, sigue operando con la escasa difusión que se hace, principalmente vía Facebook (en donde 555 dicen que irán cuando acuden menos de cien), lo cual no ayuda a generar una convocatoria amplia a todas las partes concernidas. Se ha mencionado en el muro del evento la falta de miembros de la sociedad civil directamente involucrados por la guerra interna: las víctimas y sus familiares, así como la falta de representación del género femenino en la mesa. Lo cierto es que muchos debates quedan todavía por hacerse, y con más pugna y gente para alimentarlo. Villacorta anunció que dentro de un mes estarían publicando el nuevo guión museográfico. Apúntense todos a la página del LUM, vengan en masa la próxima vez que convocan aún fuera tan discretamente.