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Tres escenas de la irrelevancia de la cultura en el Perú

Una mirada a la destrucción de La máquina de arcilla en Huanchaco, el caso de la fortaleza Kuélap en Amazonas y sobre la boda monumentalmente ridícula en Trujillo.

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La cultura en el Perú es tan ‘la última rueda del coche’ que la boda de Belén Barnechea, repostera en boga en ciertos medios e hija de un político vano que ha sobresalido sólo por la minusvalía de los demás candidatos, incidental candidato presidencial que cree merecer gobernar cuando nunca ha tenido ningún mérito y, sobre todo, un buen relacionista público —recuérdese los audios con Rómulo León, etc.— ha recibido más atención mediática  que el derrumbamiento de Kuélap o la mutilación irreversible de La Máquina de Arcilla de Huanchaco, muestra de land art creada por Emilio Rodríguez Larraín.

Claro que como todo el mundo sabe el motivo del escándalo no fue la boda en sí sino la parafernalia adyacente, es decir, la puesta en escena del homenaje que propusieron o consintieron los involucrados que, por supuesto, no merecen tener ninguna crítica excepto la de haber incidido en una huachafería tremenda y en un entreguismo, acaso ciego y hasta inocente pero entreguismo al fin y al cabo, que es la marca característica de la ‘élite’ que ha dominado la economía y la política en el país durante los últimos doscientos años, es decir, una pseudocasta abiertamente proextranjera, convenida y débil que se postró ante los ‘libertadores’ (las anécdotas acerca de los comportamientos de los criollos burgueses cuando el paso de Bolívar por estas tierras son injuriantes hasta para el más inmoral de los canallas), se postró ante los chilenos, se postró ante el capital inglés y, luego, ante el estadounidense y, como no puede ser olvidado, se postró una y mil veces ante los mandatarios (más o menos connacionales) más obtusos de la Historia respecto de amar al Perú como Sánchez Cerro (de quien se dice que hizo un harén con las más conspicuas representantes de esta clase social que fueron por su propia mano o entregadas por los alcahuetes de sus familiares más cercanos) y Fujimori, etc.

La máquina de arcilla.

El extenso párrafo anterior se justifica porque el único motivo de crítica que debe formularse contra la puesta en escena de marras es haber accedido a sobajar al Perú prehispánico ante un descendiente de aristócratas españoles y su gente, es decir, el novio y su familia.

Todo lo demás es superfluo pues han equivocado el tiro tanto los indignados indigenistas que han malinterpretado la Danza de la Soga (como si fuera una mera representación del esclavismo) y los que han defendido la estupidez de los realizadores del pasacalle en cuestión al considerar que la Danza de la Soga es representativa de la región o un vestigio directo de la cultura Moche cuando, en realidad, no se sabe bien como se pudo llevar a cabo esa danza recuperada o inventada hace poco menos de un siglo y que tiene como base a varias imágenes de antiguos ceramios (en los que, dicho sea de paso, el esplendor moche distaba tanto de los miserables ejecutantes de la danza actual como pueden distanciarse, mutuamente, un diamante respecto de un coprolito minúsculo). Al parecer, los danzantes de la soga si bien no son sólo esclavos, son prisioneros de guerra que son conducidos al sacrificio, algo acaso mucho más grave e ignominioso que la esclavitud misma aunque en esto no ha reparado casi nadie.

Respecto de los hispanistas sólo cabe decir que su volición propeninsular o antinegrolegendaria los hace reaccionar de una manera airada contra los victimizados indigenistas (vaya maldición nacional que en buena parte sean izquierdistas) o fantasear con un Trujillo utópico en el que han sabido coexistir todos los pasados del país cuando, en realidad, en esta villa norteña sólo hubo, siempre, una gran complacencia de todas las clases sociales respecto de ser palanganas o jactanciosos para no crearse mayores conflictos al mismo tiempo que optaron por vivir una mentira tras otra sin ningún asomo de crítica (salvo por uno o dos individuos que no son causa suficiente de redención para nadie), no en vano el Apra estuvo tantos años en el poder pese a no tener ninguna propuesta moderna ni pertinente y el Fujimorismo arrasa en todas las elecciones desde hace una década sin ninguna oposición importante (a estas alturas, debe ser claro para todos que el antifujimorismo ordinario es solo una punta de lanza de la izquierda más ciega y malintencionada que, como siempre, arrastra a algunos personajes de bien aunque sumamente ingenuos, sin obtener ningún fruto de provecho para la gente). Es curioso todo esto pues Trujillo no puede ser un referente de ninguna condición importante para el país en tanto no nos ha propuesto en décadas ni intelectuales ni políticos de fuste (salvo una o dos excepciones desde hace más de medio siglo), pero esa es otra historia.

Pese a lo expuesto, esto no ha sido lo más grave pues los victimizados indigenistas e izquierdistas falsamente reinvindicacionistas del mundo prehispánico, soslayan que en aquellos tiempos hubo tanta o más devastación que cuando los españoles. Tampoco han entendido que su concepción del pasado imperial-virreinal que suelen llamar ‘colonial’ es un lastre para el Perú pues ‘el sueño del pongo’ y las fantasías endebles de Arguedas no significan nada para un Perú mestizo y achorado que no necesita de tutelas ni de tergiversaciones históricas para hacer valer sus derechos. De hecho, para cualquier peruano promedio sería útil tener presente que hasta las Reformas Borbónicas, este país fue un hegemón continental tan valioso que cuando las guerras de independencia empezaron, los dos frentes existentes tuvieron como meta final aniquilar el poderío hispano-peruano para consolidar la libertad de sus propios territorios. Imagino, en este orden de cosas, la exposición orgullosa de un peruano del futuro acerca de la importancia del Perú durante muchos siglos sin incidir en el victimismo francamente patético de los indigenistas. Entonces, seríamos un pueblo mucho más pleno y poderoso libre de estigmas y acomplejamientos pues sólo un demente puede torcer la historia y lo que sucedió en nuestro país pues aquí no hubo ‘colonia’ sino un reino importantísimo y tampoco hubo un exterminio al modo de los yanquis contra los pieles rojas; hubo, no cabe duda, grandes holocaustos y muertes, pero en nada distantes de las que hicieron los Incas con los Chancas y las que hicieron otros pueblos con sus rivales en aquellas épocas más sanguinarias.

Hija de Barnechea se casa con nieto de conde de España y adornan su boda  con mujeres indígenas
Boda de la hija de Barnechea.

Entonces, si hubiera que elegir entre un tipo de relación con España, en lugar de insistir en la maldita utopía arguediana indigenista que es más susceptible de ser asimilada por los pieles rojas respecto de los yanquis, debería optarse por la relación que tienen los yanquis con los británicos. Es decir, un peruano promedio debería estar en condiciones de exaltarse orgullosamente por lo que ha recibido de España (como por algunos elementos prehispanos distintos de los Incas) y, al mismo tiempo, como buenos descendientes de españoles, mandar a los peninsulares, según corresponda, a ‘tomar por culo’ o a ‘pasárselos por los cojones’ junto a su macilenta aristocracia, en el caso de que aquellos crean estar en una posición superior (en caso contrario, la confraternidad no tendría porqué ser mal recibida; recuérdese como Chocano no sólo inflaba el pecho por su filiación imperial indígena —poéticamente inventada— y por su ficticio origen aventurero blanco sino que, además, en uno de sus usuales momentos de clarividencia celebró que su fantasía proviniera de ‘un abolengo moro’, crisol y más crisol de razas espléndidas en una inteligencia de primer orden.

Por desgracia para el Perú, los auténticos conceptos elevados y reales acerca de nuestros orígenes son silenciados y encubiertos por quienes, en teoría, dominan las humanidades y manejan la precaria ‘academia’ existente, ahora mismo, que exhibe las severas taras que hacen ver siempre al peruano promedio como el fruto de un atentado cuando debería verse como el producto de una mezcla magnífica aún cuando, luego los burócratas y mediocres criollos se hicieran del poder por un tiempo tan prolongado y nefasto como los últimos doscientos años casi sin excepciones.

En síntesis, en torno a todos estos sucesos, el pasacalle de la  boda de Belén Barnechea implica un sobajamiento ostensible como siempre ha hecho la clase dominante económica y políticamente en el Perú ante los extranjeros.

También, se ha dado un victimismo ridículo entre los ‘críticos, pero, eso no niega que, en la parte opositora a este indigenismo victimista, haya una ceguera increíble de acuerdo a las razones que he expuesto.

Kuélap y La Máquina de Arcilla, por otro lado, representan algo muy distinto pues el derrumbamiento de la primera se debió a una deficiente gestión de parte del Ministerio de Cultura y la mutilación de la segunda se debió a la desidia de una población a la que nunca le interesó valorar la propuesta de Rodríguez Larraín y como el mismo autor no dejará de advertir, si esa propuesta no caló en la ciudadanía, su fin no es ni un tragedia ni una cosa que merezca tener ninguna relevancia pues cumplió con su cometido. Esto es interesante pues el Mincul no puede preocuparse por caprichos civiles cuando tiene muchísimas obligaciones públicas que incumple y no atiende pese a las advertencias de los expertos pues debe entenderse que un derrumbamiento como el sucedido en Kuélap no se da de la noche a la mañana sino que es un proceso que ha demorado años y en todo ese período la ineficacia gubernamental ha sido absoluta a tal punto que se ha preferido invertir en el teleférico para los visitantes antes que en la preservación del monumento en sí, grosero error de óptica debido a que prevalece una mentalidad ‘turística’ antes que ‘cultural’ en el sector en cuestión.

Vamos a recuperar Kuélap", precisó el ministro de Cultura, Alejandro Salas
Kuélap y la desidia del ministro Alejandro Salas.

Particularmente, deploro la perdida de La Máquina de Arcilla, pero, es menester recordar que estuvo abandonada y expuesta a siniestros desde el primer momento. Es una lástima lo que ha sucedido con ella, sin duda, y los responsables deben ser identificados y sancionados, pero no debemos olvidar que el abandono de parte de la ciudadanía ha sido el primer detonante de su destrucción.

Finalmente, retomando el tema de la boda del momento, la supuesta ‘élite’ nacional nació caduca y enfermiza. Los últimos doscientos años no han hecho sino agravar esas taras tal cual se ha evidenciado en el evento que medio mundo ha criticado sin advertir que todos han estado envueltos en marañas de mentiras y desviaciones tan o más graves como el victimismo indigenista que de nada sirve a la consolidación de una identidad nacional potente y orgullosa.

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Un viaje sin retorno

Lee la columna de Raúl Villavicencio

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Por Raúl Villavicencio

Dejar tu país de nacimiento puede ser una experiencia amarga, o en ocasiones puede ser liberadora si la finalidad es encontrarte con esa que llega a ser tu complemento. Lastimosamente, el primer caso se cumple mayoritariamente, y más aún en Sudamérica. Una reciente encuesta me dejó impactado, pues exponía que miles de jóvenes peruanos (y no tan jóvenes) tienen pensado abandonar el país en los próximos tres años; hastiados de la inseguridad y la corrupción, así como de las pocas oportunidades que se le brindan para trabajar.

El sondeo resulta deprimente, pero a la vez esperanzador. Por un lado, quedaría evidenciado que vivir aquí se ha vuelto una lucha constante para que no te arrebaten tus cosas, tus sueños, tus ganas por querer salir adelante; chocándose con una enorme barrera que impide tu crecimiento, no solo económico sino también profesional e intelectual. Los jóvenes se sienten estancados porque no ven cambios a su alrededor, no ven que se captura al delincuente, al corrupto, al padre abusador o al vecino escandaloso o discriminador.

Por otro lado, también da la sensación de que ellos no se encuentran tan dispuestos a soportar esos actos alejados de la legalidad. Ellos buscan un lugar donde realmente se cumplan las leyes, donde la inseguridad no sea una palabra repetida en cada conversación, donde se pueda crecer sin estar reprimiendo su creatividad. Se sienten aburridos de la clase política, de las mismas vagas promesas, de los mismos programas, de lo anticuado, lo manoseado y repetitivo; no aceptan de buena manera la trampa, el engaño, la farsa publicitaria, el mensaje encriptado de los que supuestamente deberían de gobernar. Están, a todas luces, atrapados en una sociedad mórbida, fallida, carente de respeto, y por eso tienen en mente emigrar hacia otros países.

El Perú no les ofrece lo que ellos buscan, no les parece atractivo ni rentable. El Estado se ha quedado en la edad de piedra y ellos van tan rápido como la tecnología actual se los permite. Sin seguridad y oportunidades muchos ya ven hacia afuera, hacia otros horizontes, decepcionados que no se haga nada por dar con un paliativo.

Para algunos las maletas están listas desde hace mucho tiempo; todo tiene un límite y para ellos esa línea ya se cruzó hace mucho.

(Columna publicada en Diario UNO)

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El Conde, de Pablo Larraín (2023)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Me alegra la idea que al principio me molestaba: no estar seguro de qué diablos he visto. Pues gracias. ¿Esto es sobre Pinochet de verdad? Sí y no, para ser exacto. Lo histórico es un punto, y un punto de partida: que importa, claro, cómo no va a importar; pero con todo creo que la cosa va hacia otros lugares (menos claros pero no necesariamente menos ciertos). Dicho rápido: lugares míticos, más que históricos. La misma historia es usada como mito, o por el mito. De ahí qué se sigue. ¿La historia misma es un mito? ¿El mito es lo más cerca de ‘la verdad’ que podemos llegar? ¿La esencia maligna o ‘el problema del mal’ es un mito, es decir, un invento humano hecho para simplificar algo que es de por sí más complejo?

¿El humor gana? Había planeado empezar este texto de manera ‘más seria’. Solemne. Circunscrita. Tipo esto. El origen del mal. Sí, el mal, como una especie de chiste. Y hasta un mal chiste. La idea. Quitemos peso al horror, a la desgracia, para ver algo que no pudimos ver sin ese tremendo peso. Pero para que la cosa tenga sentido: ¿qué nos hace ver Larraín que no sepamos desde antes de ver su película?

Si algo estaba claro era que Larraín no intentaba una película a lo Claude Lanzmann en Shoah (1985) ni tampoco una que se le parezca al Resnais de Noche y niebla (1956). Más bien puedo acordarme de To be or not to be (1942) de Lubitsch. Solo el chiste nos salvará. Incluso lo que nos parece más horroroso, es relativo. Y si las cosas nunca son tan claras como quisiéramos. Y si con los ojos secos se puede ver mejor que con los ojos empapados. Aunque parezca trivial o escandaloso (o aliviante): divirtiéndose se entiende mejor la vida que llorando. No es muy heroico, pero…   

Más que en la condena explícita o rotunda del mal, con todo el peso o gravedad que esto implica, Larraín está interesado en la ambigüedad. Los datos suministrados evidencian la miseria humana del protagonista ampliamente (por si hacía falta) ¿pero esto sirve para comprender al personaje, aunque fuera como mito? La cuestión era, y es: ¿cómo salir del lugar común para captar algo más?      

(Columna publicada en Diario UNO)

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¡Los podridos siempre mienten!

Lee la columna e Tino Santander Joo

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Por Tino Santander Joo

Los podridos (léase la clase política) siempre mienten y hacen demagogia con los graves problemas nacionales con el objetivo de afirmar su poder y seguir robando con la mayor impunidad. La lucha por el control de la Junta Nacional de Justicia es un ejemplo de la subordinación del “poder judicial”, al poder político. La inmensa mayoría silenciosa no cree en ninguno de ellos, menos en la prensa tradicional que se mueve por las migajas que le arrojan el oligopolio financiero y el monopolio farmacéutico del Interbank.

Los podridos hacen gala de su demagogia, ignorancia e improvisación para resolver los problemas nacionales. La inseguridad ciudadana y el desborde de la delincuencia lo pretenden resolver con declaratorias de emergencia y con el patrullaje de las FFAA que se suponen disuaden a los delincuentes de menor cuantía. El gobierno corrupto de Boluarte y el pigmeo Otárola, saben que esas medidas no solucionan el verdadero problema del crimen organizado que se ha insertado en el Estado y en la sociedad peruana.

Lamentablemente, millones de peruanos son cómplices del contrabando en diversas regiones del país; conocen las actividades del narcotráfico; el lavado de activos; la tala de árboles, la minería ilegal, etc. Se relacionan con estas actividades de manera informal; es un mecanismo de sobrevivencia y en algunos casos de reconocimiento y movilidad social. Nada de esto es desconocido en el país. Los podridos que gobiernan, legislan y, supuestamente imparten justicia son cómplices o operadores del crimen organizado.

Por ejemplo, las mafias que rematan bienes de millones de familias que no pueden pagar sus créditos de vivienda, porque, perdieron sus negocios o se quedaron desempleados a causa de la pandemia.  Estas mafias se organizan desde los bancos, con la complicidad de estudios de abogados, jueces y empresas especializadas en martilleo o remate. He sido testigo del sufrimiento de miles de familias ante la indiferencia del parlamento lumpen y de jueces venales.

Los medios de comunicación tradicionales no tratan estos temas; por eso la inmensa mayoría los repudia; viven del escándalo, de la insidia, de buscar quienes son los “asesores” o que norma incumplió tal o cual funcionario. Los problemas de millones de peruanos sin empleo, sin servicios básicos son ignorados. La inmensa mayoría silenciosa percibe que la prensa tradicional es aliada de los podridos, por eso, los llaman prensa basura, aunque muchas veces este calificativo sea injusto y generalice.

La solución a los graves problemas nacionales no pasa por andar los viejos caminos de los podridos, con sus partidos anquilosados, con sus medios de comunicación, sus instituciones “democráticas” sospechosas de estar al servicio de los poderes económicos. La construcción de infraestructura productiva y social que necesitamos para el crecimiento económico; el pacto político que requerimos para que la minería financie la infraestructura agraria; democratizar el crédito y comprender que somos un país pobre e insignificante económicamente no se va a lograr con los podridos de siempre.

NO es una revolución cualquiera, no es una insurgencia callejera que termine en un juego de carnavales con la policía. Nosotros proponemos una revolución social en la que participe la inmensa mayoría silenciosa; primero para que deje de ser indiferente y participe en la solución de los problemas. Necesitamos que los jóvenes, los trabajadores, los agricultores y sobre todo los comuneros con su sabiduría ancestral y las mujeres con su coraje sean la fuerza de afirmación de la libertad económica, social y, política del Perú. ¡Viva la revolución social!

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Hora Zero, óperas primas

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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El profesor y peruanista norteamericano, Zachary Payne, de la universidad de Hawai (USA), me llamó por teléfono para ver qué podíamos hacer para reeditar los tres libros principales de Hora Zero: Un par de vueltas por la realidad de Juan Ramírez Ruíz (JRR), 1971 Kenacort y Valium 10 de Jorge Pimentel, 1970 y En los extramuros del mundo de Enrique Verástegui, 1971.

Habría que conversar con los implicados y escribir unos prólogos para cada libro. Y tipear todos los libros y los manifiestos. Así que nos repartimos la chamba. Recuerdo que Verástegui me firmó una hoja de cuaderno autorizándome la publicación de su ópera Prima. También hablé amablemente con Pimentel y sus hijos para ver esta posibilidad. Con JRR la cosa estuvo un poco más difícil, porque el poeta había fallecido atropellado por un bus interprovincial en junio de 2007, pero Payne logró quedar en un acuerdo con uno de los hijos.

Y es así cómo esta fabulosa óperas-primas de los poetas héroes de los setenta vio la luz en España bajo el sello Amargord Ediciones en 2016. Recuerdo cuando le llevé el libro a Verástegui, este saltó de su silla y me dijo “vamos a celebrar” y nos tomamos un vino y comimos un arroz chaufa, su plato preferido del vate. Ahí le confesé que una de las cosas que siempre quise hacer fue publicar ese hermoso libro que venía con “luces de patrullero” (Ampuero dixit) y el mismo que Pablo Guevara llevó a Cuba para editarlo masivamente y no encontró los buenos fueros.

En estos libros está plasmado el vitalismo, el antiacademicismo y la voz libertaria de Hora Zero. Una voz que será lava volcánica y farol no solo para los poetas de las generaciones posteriores sino para la sociedad y la coyuntura política-económica en el Perú y Latinoamérica (ver escritos de Bolaño).

Curiosamente, cuando el libro estaba en prensa llamaron de Lima al editor en España diciéndole que ese libro no podía salir, que se iban a meter en problemas legales y otras amenazas que no fueron escuchadas.

Y la triantología se vendió como pan caliente en España. Muchos ejemplares llegaron a Lima y fueron “atrapados” en el aire. Para los malpensados, diré que tanto Zachary Payne como este servidor hicimos todo este esfuerzo ad honorem, solo porque nos gusta y porque sin poesía no habría mundo.

(Columna publicada en Diario UNO)

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No me hable en difícil, señor

Las preocupaciones de un lector detallista.

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Un lector me escribe para preguntarme por qué en algunas novelas actuales siente que, literariamente, hay una suerte de “subida y bajada en el lenguaje”. Y que la preocupación le asalta porque su hijo se resiste a leer los clásicos, pues “no son de su época” y porque en esas novelas —que han trascendido el tiempo— la gente habla “diferente”.

Uno de los grandes daños que la modernidad tecnológica le ha infligido a nuestra sociedad está en la lectura y la escritura. Escribimos todo el tiempo, en post de Facebook, en Instagram, brevísimos textos en Twitter, textos todo el día en el WhatsApp. ¿Se han preguntado alguna vez si utilizan bien las comas cuando escriben en estas plataformas? La más de las veces podemos leer en redes sociales uno o dos párrafos plagados de horrores ortográficos, ideas sin conexión, expresiones extremadamente básicas de adultos apurados o jóvenes apurados extremadamente básicos. Esta forma de afectación al lenguaje —que se observa además en la escritura— afecta a toda la sociedad, y también a no pocos jóvenes (y no tan jóvenes) escritores.

¿Qué le preocupaba exactamente al lector? Pues el empleo del habla contemporánea —básica y plagada de anglicismos— en los diálogos de los personajes de las novelas que su hijo tenía como lecturas obligatorias en el colegio. Si aceptamos la idea de que el cerebro es un músculo que está en constante entrenamiento, y de que, además, uno es lo que consume, entonces tenemos un problema serio. Pero aquí el problema no es solamente de lectura: el ser humano está constantemente captando información, muchas veces inconscientemente.

Por ejemplo, con la música contemporánea como el reggaetón o el trap, o con las cosas que uno encuentra en Tik Tok. En tiempos donde se privilegia el divertimento básico y mínimo, y donde se defiende con furia la libertad de ser muy básico y muy mínimo, cabe preguntarse si aún se puede hacer algo para recuperar, de alguna manera, una forma distinta de comunicarse, donde las palabras digan algo más allá de lo básico, donde la voz no sirva sólo para conseguir algo con qué alimentarse, sino y, sobre todo, para transmitir alguna idea elaborada y desarrollar el pensamiento crítico. Sólo no olvidemos algo: la responsabilidad empieza por casa. Visiten www.circulodelectores.pe

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La llegada de Denise Pozzi-Escot al MUNA

Lee la columna de Edwin Cavello

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La veterana arqueóloga Denisse Pozzi-Escot, hizo su aparición la semana pasada en el Museo Nacional del Perú, a pedido de la inamovible ministra de Cultura Leslie Urteaga, quien le ha dado el encargo de ser una especie de coordinadora provisional del MUNA, a pesar de ser la Directora del Museo de Sitio y Santuario Arqueológico de Pachacamac. Esta especie de doblete laboral sucede tras los apagones, inundaciones y el hurto de 220 baterías valorizadas en casi un millón de soles. Una canibalización sistemática al museo que vendría acompañada de la sustracción de pantallas de TV y tablets. Todo un escándalo que será motivo de una nueva investigación.

La llegada de Pozzi-Escot al MUNA fue una especie de remedo de la ministra Leslie Urteaga, debido a que también se convirtió en otra nueva gritona del Valle de Lurín. Según nuestra fuente, Denise Pozzi-Escot no sabe tratar a los trabajadores, atropella con sus gritos al personal de seguridad, limpieza, guías y otros funcionarios del museo, esa forma perversa de sentirse superior humillando a los trabajadores.

Si bien la denuncia del hurto de las 220 baterías se hizo de manera inmediata en la Comisaría de Pachacamac por el personal del MUNA, esta denuncia no habría gustado mucho a la sede central del Ministerio de Cultura, ya que evidenció la pésima gestión de la ministra de Cultura Leslie Urtega. Por este motivo se pretendería sacar del MUNA a un pequeño grupo que se atrevió de manera valiente y correcta a hacer pública la denuncia.

A estas alturas Pozzi-Escot se ha convertido en una mensajera —con ojos y oídos— de la ministra. Lo que nos preguntamos es ¿Acaso su llegada pretende bloquear las investigaciones oficiales en el MUNA? Parece imposible tapar el sol con un dedo, pero la preocupación se hace más relevante al tener conocimiento que desde la denuncia del hurto de las 220 baterías, no se ha hecho presente la Fiscalía. Los únicos que han regresado han sido efectivos de la Comisaría de Pachacamac, pero esto fue para atender el llamado del personal de limpieza de la empresa WELEV, quienes denunciaron el sábado pasado que en el MUNA no les pagan.

La empresa WELEV es representada por Tania Landa Castillo, esposa de William Zegarra, familiar de la presidente Dina Boluarte y recordado por ser parte del Club Apurímac. ¡Qué bonita familia!

(Columna publicada en Diario UNO)

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Carreras universitarias sin control

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Foto: La República.

El hecho que 56 universidades hayan abierto 2250 programas de pre y posgrado, como consecuencia de la vigencia de la ley 31520, es una prueba determinante, que no existe UN PLAN DE DESARROLLO UNIVERSITARIO PERUANO, porque nunca se preocuparon los rectores y los políticos de turno de crearlo. Mientras que en otros países, las carreras universitarias responden a la planificación del desarrollo país.

Por eso se crean carreras sin ton ni son y sólo se hacen, para la competencia, no de conocimientos sino la comercial para la captación de  los estudiantes.

A las universidades les debe interesar el desarrollo del Perú, y su enseñanza, debe pasar por los cuatro pilares de la educación de la UNESCO: “aprender a conocer”, “aprender a hacer”, “aprender a vivir juntos” y “aprender a ser”.

Antes y ahora se han creado carreras, sin considerar, la Nomenclatura Internacional de la UNESCO para los campos de la Ciencia y Tecnología.

Lo anterior lo gráfico, en el hecho de una reciente carrera, relacionada con la gastronomía, ofertada por una universidad capitalina, desconociendo aquella que la carrera, no está  considerada en las áreas y sub áreas, del conocimiento de la UNESCO.

Otro ejemplo, es el de otra universidad capitalina que creó una especialidad, no considerada siquiera, en la Nomenclatura de profesiones del Instituto Nacional de Estadística e Informática.

Insisto, sin un plan de desarrollo universitario, concordante con el modelo de desarrollo del país, poco o nada podemos esperar de la Universidad peruana.

Es de esperar que la Comisión de Educación del Congreso, en sus Audiencias Públicas Descentralizadas sobre Educación Superior y Universidades; recoja los elementos necesarios para sentar las bases de UN PLAN DE DESARROLLO UNIVERSITARIO.

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En defensa de la juventud del siglo XXI

Lee la columna de Raúl Allain

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La septicemia cultural que se generaliza en las realizaciones juveniles por medio del uso inadecuado de nuestras oscuridades legales, medios de comunicación (masivos, auxiliares o alternativos) y telecomunicación y al parecer el uso sustancias psicoactivas, necesita una reformulación educacional constante que nos induzca a añadir variables socioeducativas relacionadas a los procesos pedagógicos latinoamericanos. La relación existente entre educación social y la Pedagogía Social halla así mayor cimiento para que sus planteamientos vislumbren un mayor conocimiento de nuestras circunstancias. La comunicación y la educación como fenómenos de la práctica social revelan las posibilidades de la Comunicación Social como fuente y herramienta para la educación liberadora.

Este proyecto socioeducativo debe implicar casos de predominancia como la unión civil entre individuos del mismo sexo, adecuada en los últimos años a “matrimonio encubierto”, argucia que suma condiciones para el establecimiento de la perversión social circundante. No debe considerarse una igualdad del matrimonio, ni incentivar con esta consideración –en consecuencia– que los menores puedan declarar que ostentan una condición que difícilmente pueden comprender integralmente, considerando el factor psicológico. Con esta visión se ridiculiza la justificación, por situaciones diversas (siendo la depresión la más recurrente), de que un menor declare sobre su supuesta condición homosexual.

La posición natural sobre la regulación de determinados campos electromagnéticos que surgirá cuando el uso maquiavélico de instrumentos comunicativos y telecomunicativos se haga de conocimiento popular poseería un carácter de reformulación mundial. La forma en que la información se comunica bombardea perniciosamente la psiquis poblacional y concretamente de los adolescentes, aprovechando la incertidumbre y curiosidad imperante, para moldearlos a los fines del actual contexto social.

La principal causa es que los ideales que desempeñan los medios de comunicación están más cercanos al mundo que anhelan los jóvenes con visión inmediatista, al que algún día se incorporarán. El individualismo del ganador, el dinero como criterio de éxito y fracaso en la vida, el estatus social como único indicador de ser alguien en esta vida. Esta imagen debiera difundirse con el mismo poderío que sucesos de lejana importancia, pues sólo consiguen producir psicopatías a través una plasmación sin importancia y superficial.

Por otro lado, las sustancias psicoactivas que son empleadas sin control y ninguna pretensión curativa y médica debieran ser recurrentemente cuestionadas, pues la constante incurrencia de estas drogas en el comportamiento de jóvenes demanda en consecuencia un ineludible proceso de rehabilitación y reinserción social. Las instituciones juveniles deberían cobrar presencia con respecto a estos padecimientos de la sociedad y no lucrar pasiva y sistemáticamente por medio de propagandas que incentivan el uso inadecuado de nuestros derechos en los medios comunicacionales que subliminalmente conducen y alientan el uso de sustancias psicoactivas como síntoma de la enfermedad de los jóvenes.

Se hace preponderante reflexionar en torno al vínculo entre educación social y la pedagogía Social para educar al ciudadano en su vida cotidiana hacia la comprensión crítica de la información y los conocimientos que ellos proporcionan. Se reconocen los medios de comunicación como agentes de socialización, lo cual los vincula directamente con el proceso educativo y permite reconocer estos argumentos teórico-educativos como especialmente válidos en la labor socioeducativa del comunicador social, el cual desde la perspectiva analizada deviene en “el más vil de los oficios”.

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