Recorridos del Hombre Invisible
Domingo 25 de Junio 5 pm. Plaza Manco Capac. La Victoria.
El hombre invisible transitaba la tarde por las calles del centro de Lima en esos recorridos domingueros que suele hacer mientras recorre sus calles llenas de historia y que de lunes a viernes se encuentra apoderada en cada una de sus esquinas por la agobiante informalidad que saca de quicio a cualquiera y que hace unos días cobró entre sus víctimas a dos jóvenes de escasos recursos que trabajaban informalmente en condiciones de esclavitud en la siniestrada Galería Nicolini.
Mientras caminaba apenado por esas dolorosas perdidas que han conmovido a la sociedad peruana tras el incendio, iba observando la gran cantidad de comercio informal a lo largo de la Avenida Abancay hasta llegar alrededor de una céntrica Plaza, ya en el distrito de La Victoria, me llamó la atención un grupo de jóvenes entre los 19 y 25 años realizando diferentes acciones lúdicas con padres de familias y sus hijos, principalmente, niños menores entre los 2 y 9 años de edad.
El hombre invisible se quedó observando unos minutos a los jóvenes y a los niños y los extremos de la Plaza, luego bajó los escalones de la casi centenaria Plaza, cuyo monumento Central fue donado por el Gobierno de Japón con ocasión del primer Centenario de la Independencia del Perú, y que lleva el nombre del Inca que fundó el Imperio Incaico: Manco Cápac.
Mientras se acercaba y se iba haciendo visible, observaba la mitad de la Plaza cercada por unas obras que en el futuro próximo definirán una de las estaciones principales del Metro 2 de Lima que unirá el Callao con Ate Vitarte, Santa Clara y Chosica. Del otro lado de la Plaza, casi frente a la Municipalidad se venía desarrollando una Feria cuasi gastronómica, cuasi agrícola, cuasi artesanal y con un concierto de música entre vernacular y popular y que al igual que la Feria se encontraba cuasi vacía, amén de la inversión que realizan los participantes de ella para tener un stand y tratar de vender sus productos.
Entre tanto, el hombre invisible se acercó a uno de los jóvenes y le preguntó si la actividad era promovida por el Municipio y él atento joven le dijo que no, y explicó “es un proyecto nuestro, como estudiantes universitarios de comunicaciones, para poder interactuar con los padres de familia y sus hijos y poder enseñarles algunos elementos que los puedan orientar cuando tengan más edad y puedan denunciar o contar a sus padres si alguien comenten bullying contra ellos o si les ofrecen drogas o cosas que les pueden hacer daño” y ¿cómo se llama el proyecto? le pregunté, “Paradero Familia”, y ¿podrías darme datos? Para poder hacer una nota. “Si encantado pero ahorita estamos terminando una actividad con unos niños y sus padres, si nos puedes esperar uno de los miembros del grupo te puede atender” y así fue, mientras podíamos ver como los niños y sus padres disfrutaban de un juego parecido al de la gallinita ciega, que se llama “Soy tu Guía” donde los niños tienen que esquivar obstáculos con una caja en la cabeza en forma de gallina, luego de finalizar el recorrido otros jóvenes simulando tener un timón, como si fueran choferes, llevan al grupo de niños y padres hacia otro espacio en el mismo lado de la Plaza para poder seguir divirtiéndose y de manera lúdica aprender valores que los proteja cuando tengan más edad y enfrentar tal vez los riesgos que siempre existen en la adolescencia, y sobre todo en distritos como La Victoria, lamentablemente abundan sobremanera.
Después de unos 10 minutos conversamos con Vania Mendiola, estudiante de comunicaciones de la PUCP quien nos explicó que la intención de Paradero Familiar es ir creando distintas estaciones donde “los padres reconozcan la importancia de jugar con sus hijos para poder acercarse más a ellos, cada paradero está diseñado pensando en que desarrollen habilidades como la comunicación, escucharse, trabajo en equipo, ingredientes que son serios para que se pueda desarrollar lazos fuertes entre padres e hijos.”
Al ser consultada porque habían decidido por la Plaza Manco Cápac, Vania nos explicó “Decidimos estar acá porque es un espacio público donde habían muchas familias que a veces no pueden estar en otros lugares y de alguna manera mientras más pequeños se trabajen estas actividades podrán ir reforzando lazos para que cuando se encuentren en situaciones difíciles ellos puedan saber que pueden recurrir a su papá o a su mamá y advertirles si alguien les ofreció droga o si los están molestando o fastidiando, etc”
Luego le preguntamos si recibieron alguna ayuda de la municipalidad, y ella nos dijo “bueno, no en el diseño pero al menos si en la autorización”, y eso me hizo pensar que hay cosas que nunca cambian en los municipios, como por ejemplo eso: “te damos todo el apoyo, pero no hay presupuesto”, y al menos estos muchachos –aunque se molesten conmigo por lo que voy a decir– merecerían que las autoridades les den algo para sus movilidades, porque finalmente están haciendo algo por la gente del distrito: sana diversión y educando en valores.
Finalmente, Vania, nos dijo que venían a la Plaza Manco Cápac desde el mes de marzo, “estamos desde las 4 pm y estamos hasta las 5 y 20 o 5 y 30 pm”. Luego les pedí si podían reunirse para tomarles una foto porque me parecía excelente que ofrecieran una alternativa sana y saludable a familias de escasos recursos en espacios públicos como el de la Plaza Manco Cápac. Les tomé una foto y luego me fui como llegué, pensando en cómo escribir esta experiencia. Me acordé que cuando salía con mis hijos a edad que tienen hoy los niños que participan de Paradero Familia, solíamos ir a museos o las calles del centro y contarles un poco su historia, el por qué se llamaban así y cuando hacía alguno que otro evento con artistas plásticos siempre busqué hacerlo dirigido como si fuesen para mis propios hijos, y un poco acordándome de la parodia del Chavo del Ocho con el Sr. Barriga, cuando éste tenía una comezón en la espalda y les hacía bromas que les gustaba como la de ir a comprar un polo a Gamarra o los Polvos de todos los colores que abundan en Lima y preguntar al vendedor “si tenían polos con la foto del hombre invisible” y a veces se quedaban pensando y decían “¿el hombre invisible? No, no tengo joven pero ya va a llegar”, “¿Cuándo?” –Les decía– y me decían “la próxima semana, están acabando el diseño nomas”. “A ya, me avisas” y cuando volvía la siguiente semana, el mismo vendedor me sacaba un polo de color cualquiera y sin ningún dibujo y me decía “ahí esté ve, y con toda la familia junto”. “Ah sí, de veras” le decía, y me compraba el polo feliz, y me iba luciendo mi polo de color entero con la foto del hombre invisible y familia incluida.
Al irme el domingo a casa, después de dejar la Plaza Manco Cápac me fui con sentimientos encontrados por un lado me fui alegre por “Paradero Familia”, que me hizo recordar momentos gratos con mis hijos cuando eran pequeños y me trajo a la memoria al hombre invisible que siempre estaba ahí para ayudar en momentos difíciles y atrapar criminales en una serie “gringa” de los 80s que pasaba la TV peruana y por qué Paradero Familia es una alternativa que nace voluntariamente de chicos jóvenes, quienes donan no una hora y media sino tal vez 4 o 5 entre ir y venir de su casa un domingo por la tarde y de otro lado me iba triste pensando bajo el cielo gris de Lima en la hijita de DJ Jovi, quien nunca podrá tener a su papi llevándola de la mano en un juego familiar donde aprendan valores desde niños. No hay que esperar a que sucedan tragedias para poder cambiar las cosas, no quiero que ni pensar si lo de Las Malvinas hubiese sido en Gamarra, justamente en La Victoria.
Si de niños tal vez esos jóvenes que perecieron hace unos días hubiesen tenido ese tipo de orientación, o sus padres o familiares que hoy están sufriendo su perdida, hubiesen podido denunciar que eran encerrados, que trabajaban casi en condiciones de esclavitud y que tenían derecho a trabajar 8 horas y no 12 horas por 20 soles como sucedía con ellos, y que tal vez ellos no lo sabían, y por eso aceptaban esas condiciones laborales.
Mientras apoyaba mi cabeza en la luna del micro me puse a pensar si de niño aprendemos valores y algunos de nuestros derechos, podremos combatir esa informalidad que abunda en el Perú y no tendremos miedo de denunciar a los delincuentes o a los que nos ofrecen droga o algún arreglo bajo la mesa. El tema está en saber elegir a nuestras autoridades y que estas no hipotequen su integridad moral a cambio de favores a distintos grupos de poder. Finalmente, el verdadero poder está en los jóvenes y en la educación, muy bien Paradero Familia, para quitarse el sombrero.