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Pesca exploratoria de la anchoveta

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

La ministra Produce, Choquehuanca y su vice de Pesca, León Chempén, que casi poco o nada saben, de biodiversidad pesquera; evidentemente digitadas por la SNP, ahora presidida por Eduardo Ferreyros, “regalando jurel a las ollas comunes de Ayacucho; están próximas a poner el Requiescat in pace (descansa en paz) a la anchoveta, como ya sucedió en la historia reciente con la sardina y el falso volador.

Una pesca exploratoria, es una pesca de investigación SIN FINES COMERCIALES y sirve para “determinar la existencia de recursos pesqueros presente en un área y obtener estimaciones cualitativas o cuantitativas”.

Lo más grave de esto, es el “entreguismo científico” del IMARPE, que desoye los análisis y monitoreo del ENFEN (Comisión del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño), que señala con certidumbre científica, la probabilidad  que las condiciones cálidas del mar peruano continúen hasta diciembre.

Por ello ante la certidumbre es de aplicación directa el Principio de Prevención y se recomienda la pesca exploratoria, no para hacer de ella, como pretende la SNP usando con sus dádivas a las ollas comunes y por cierto a la ministra Choquehuanca y a la inefable vice de Pesca León Chempén.

Otro sí: por cierto a diferencia de Chile, que está construyendo su barco de investigación el Dra. Barbieri por 14 millones de dólares, en el Perú, el IMARPE no tiene ni una chalana a remo y usa para sus investigaciones los barcos de la SNP, con las facilidades brindadas por sus “servicios científicos”.

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Geopolítica y cosmovisión del Partido Cívico OBRAS

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

La población y en concreto el elector tienen el derecho de recibir verdades. La otra cara de la moneda es que el ciudadano no se deje engañar.

En ese contexto, una premisa imprescindible y de primer orden es que los partidos políticos en el Perú, salvo el Partido Cívico OBRAS, no están haciendo su tarea de prepararse con absoluta conciencia y transparencia para los retos y los problemas globales del presente.

Partido político que vaya a las próximas elecciones generales en Perú, sea el 2025 o el 2026, sin antes haber realizado un sesudo y profundo análisis de la coyuntura internacional, sencillamente va muerto; pero acaso eso no sea lo más grave, sino que encima, con su ignorancia o desidia, terminará finalmente traicionando a la patria y a los electores. Y eso ningún peruano pensante lo quiere; por tanto, elijamos bien.

De todos los líderes de los partidos y frente a sus potenciales candidatos, no veo -salvo el caso de Ricardo Belmont- que alguien tenga una lectura clara o voluntariosa del escenario mundial en sus más diversos capítulos. Por ejemplo, una visión del latinoamericano; del devenir continental americano (con EE.UU. presente como potencia mundial en dificultades); del bloque occidental (incluyendo a las Europas); y del plano intercontinental frente a los hegemones de Rusia, India y China.

La segunda premisa es que un auténtico partico político peruanista, y el Partido Cívico OBRAS lo es, no puede soslayar darle la importancia, la tribuna y la proyección a la gran carga totalizadora o civilizadora de nuestros antiguos peruanos y ancestros.

En este aspecto, el aporte de los Andes tiene que ser bien comprendido y ello implica revisar, adherir y destacar la cultura inca, la cultura peruana andina y su gran presencia como una de las siete más grandes civilizaciones del mundo en los últimos cinco mil años de historia, junto a la caldeo-asiria, a la egipcia, la china, la griega, etc.

De manera que un elemento aglutinador y totalizador para los 33 millones de peruanos está en sabernos herederos de una cultura portentosa como la incaica, la que enriquecida por el aporte español hoy deberá a empezar a cumplir un rol protagónico mayor.

Es decir, hoy no se puede olvidar, menos renegar o ignorar, del legado de la civilización andina, de sus aportes a la ciencia, al arte, la cultura, la agricultura, la medicina, la ingeniería, etc.

Eso quizá nos da ventaja y sobre todo nos obliga dada la gran responsabilidad que nos corresponde para darle al Perú ese brillo que antaño lo tuvo con el imperio incaico; y así como hace 5,000 años, hoy el Perú debe prepararse para liderar, comerciar e interactuar con los países que también son herederos de grandes culturas.

Por lo pronto es y será un “leit motiv”, un “elan vital”, la renovadora relación que vamos a tener con China continental, a la luz del megapuerto de Chancay y de cara a Shangai.

Seremos una potencia portuaria y temas como ese deben ser materia de prospectiva, análisis y acción política respecto de otras experiencias, llámese frente a Rusia, Brasil, España, EE.UU., Inglaterra o el medio oriente. Por ello, volvemos al inicio de esta columna, es menester que nuestros líderes políticos conozcan dónde está el mundo y hacia dónde va.

Hoy más que nunca, ningún país es una isla, y no debe serlo frente a un mundo cambiante y dinámico, pues lo que pasa a 10,000 kilómetros puede ser más contundente para la vida peruana de lo que pasó a 100 kilómetros.

Por tanto, frente a los desafíos del ad portas segundo cuarto del siglo XXI, como las migraciones, el cambio climático, la inteligencia artificial, la energía barata o el armamentismo, no pueden ser materia de advenedizos ni de pillos que se han metido a la política con fines bajos y ruines.

Porque debemos poner término  y punto final a quienes han depravado la política peruana en medio de los Rolex, de los Bentley o de encubrir a mafias que han tomado instituciones como el Ministerio Público, los gobiernos regionales o el propio Congreso de la República.

Aquél que quiera participar en las elecciones presidenciales y congresales tiene que tener muy claro cuál es el escenario donde transcurre la vida peruana y deberá estar a la altura de los retos y problemas del presente, pues de lo contrario, si no tiene el debido vuelo analítico internacional, va a seguir llevando el Perú a la deriva.

Nuestro país necesita a un político con una clara base humanista y con una filosofía sólida, capaz de encender los motores del Perú y llevarlo a los grandes logros de una nación madura, haciendo de nuestra patria un orgulloso referente y un gran líder mundial.

Eso no es difícil si todos los peruanos nos unimos contra las taras de los politicastros que han venido gobernando el país hasta hoy.

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Ricardo Terrones y la maestría en la pintura

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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La pintura peruana, salvo épocas de espasmo o crisis, siempre ha estado en auge. Así desde el origen más remoto pasando por Toquepala y Lauricocha hace 10,000 años o el taller de Zurbarán o las obras de Tilsa Tsuchiya (valorizadas hoy en 800,000 dólares), los protopintores y pintores peruanos nos han mostrado la realidad en sus diversas formas y en sus diferentes corrientes modernas. En este contexto cabe resaltar entre pocos, la punta de lanza actual, en pleno 2024 y sin temor a equivocarnos o exagerar: Ricardo Terrones.

Nacido en Chepén, la tierra de la recientemente desaparecida, poeta Julia Wong, y familia de agricultores; Terrones hubiera vivido una vida “normal” como estudiante de la carrera de Electrónica hasta que un día, según nos cuenta, fue a una exposición de arte y se dio cuenta que lo suyo eran los colores, las texturas y el ensueño que se enmarcaba en una realidad distinta.  Así es como opta por venir a Lima y estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú. Se convierte en un alumno aplicado y de la mano de maestros como Yoshi Tokuda, se da cuenta que tiene que pintar mirándose a sí mismo, mirando su identidad y no perdiendo de vista a su pueblo. Como Buda mirándose el ombligo para entender al mundo a través de su interior.

Y esta visión desde la pintura lo equipara y lo vincula a José María Arguedas quien quería ser universal, pero desde su pueblo, Andahuaylas, Lima, Chimbote, el norte, etc., que tuvo un punto de inflexión en el debate que este sostuvo con Julio Cortázar quien planteaba lo contrario: ser universal desde las periferias, desde Paris, etc. (Acordémonos de la carta de Cortázar al poeta y pintor Eduardo Jonquières, donde nos habla sobre Jackson Pollock).

Pero no nos alejemos de la plástica y el tema que nos ocupa. Ricardo Terrones Mayta ha paseado su obra por Alemania, Estados Unidos, México, España, Rumanía, Francia, Chile, Ecuador y Bolivia, entre otros países. “La experiencia europea fue maravillosa, nunca pensé viajar, lo digo honestamente y agradezco a Dios por la oportunidad, esa disposición de poder conocer galerías, museos han alimentado mi obra, ahora cuando yo voy a Europa o voy a otros países de Latinoamérica es algo maravilloso porque muestro algo genuino con una obra que tiene identidad y también mi esencia, es esencia peruana que echa raíces en un provinciano, pero a través de un discurso propio y una interpretación universal.”

Siempre llevando esa propuesta y conceptualización antropológica, sociológica y filosófica desde su obra. Lo interesante de este trabajador del arte es que no solo sus cuadros hablan por él. Es decir, a la suma de los colores, intervenciones o deslumbramientos en su pintura hay que agregar que Terrones desde su estro poético, se nos presenta como un teórico moderno o postmoderno llevando planteamientos más allá de la pintura misma y elevando la crítica a un nivel nom plus ultra.

En las conversas internas que hemos tenido en estos últimos meses, no queda títere sin cabeza. “Los artistas peruanos no se trazan metas porque están viviendo el momento”. Los mésters de la pintura peruana o, mejor dicho, el establishment de la pintura peruana se ve cuestionada en sus puntos álgidos. Algo que me parece se ha visto poco. Quizás por razones de formalidad o formas, pátinas, etc. Y ya sea desde la teoría (revisar su conferencia “Cultura, Innovación de Tecnología). o desde la práctica porque la pintura —su pintura— habla por sí misma.

Así, sus monstruos, esqueletos o criaturas agolpadas desde un vértice de sus cuadros nos dicen cosas. Sus personajes parecen salidos de un cuento de hadas sin hadas. Una teratología con poco parangón. Galaxias o universos contritos que entrechocan entre sí. Naturaleza muerta y viva con ríos que salen de sus cauces y nos llevan al terreno de la imaginación. Colores intraterrenos o extraterrenos y que se sazonan en su paleta o en su estudio de Chepén para un mundo real y concreto, un mundo competitivo donde es un error equivocarse, valga la figura literaria. O como decía el mismo Van Gogh: “Las pinturas tienen una vida propia que se deriva del alma del pintor”. Y quizás por eso gusta, por eso sorprende, su visión 24/7 de la plástica, todoterreno y que está captando la atención de la crítica especializada.

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La verdad más temida / La sombría realidad peruana: entre víctimas y terrucos

Lee la columna de Virginia Amodeo

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Por Virginia Amodeo

Olvidando las críticas cinematográficas, la controversia sobre la cinta ‘La piel más temida’ demostraría el limitado conocimiento sobre los horrores perpetrados por el movimiento subversivo Sendero Luminoso, donde todos provincianos ‘los terrucos’ y los blanquiñosos son víctimas.

Todopoderosa postura que divide en ‘terrucos’ y ‘víctimas’ a los protagonistas de las barbaries, terruqueando a quienes exponen teorías sobre el origen de Sendero o aquellos que intentan explicar la realidad de la población que permaneció atrapada entre ambos bandos.

De esta manera, la cinta muestra la compasión de Alejandra (Juana Burga) y Dominga (María Luque) ante la convalecencia el encarcelado senderista Pedro Rojas, enronchando a más de un peruano, acusando de traición a la patria a quienes humanizan los últimos días de agonía de aquel responsable de la matanza de una comunidad campesina.

Y sí, es cierto. Es una situación compartida por los espectadores, quienes, espantados, observamos el indulto concedido al personaje subversivo, con dinero e influencias de por medio, en un país donde este tipo de amnistías no aplican a sentenciados por traición a la patria o terrorismo.

Entonces, siendo justos, el público también debería repudiar la concesión de dicho derecho de gracia, sentir compasión por las condiciones de pobreza de la anciana madre del subversivo, impotencia ante la falta de centros médicos para enfermos terminales y otros puntos indignantes pero expuestos en el filme.

Abrumadoras realidades que, por estar lejos de Lima, parecieran no existir.  

Sin embargo

“Es apología al senderismo”, dicen algunos, “Victimización a los terrucos”, escupen los otros. Olvidando que, pese a ser ficción, estos casos persisten en lo más recóndito de la patria. Campesinos temerosos, exterroristas reticentes y exmilitares recelosos ocupando el mismo espacio geográfico, bajo la latente posibilidad de encender la mecha de un nuevo conflicto armado.

Hipótesis basada en el fundamentado resentimiento hacia los privilegios de Lima, síntoma de abandono en las zonas donde la nieve mata al ganado y congela a los pobladores junto a la enorme falta de representatividad de los padres de la patria y la autoproclamada madre de todos los peruanos.

Quizás, la polémica trilogía anunciada por el director Joel Calero, señalado como pro-Sendero por tener como contacto de Facebook al emerretista Peter Cárdenas, debería abrir los ojos a quienes creen ciegamente en la erradicación de Sendero Luminoso, el MRTA o algún rezago terrorista. Quizá, ‘La piel más temida’ debe impulsar un verdadero cambio, enfocado en hacernos responsables del futuro del país, atentos a aquel abominable pasado que jamás debe volverse a repetir.

Empezando, tal vez, por no dirigirse a “aplicar mayores filtros a la cinematografía nacional”, como declaró la ministra de cultura Leslie Urteaga, si no en brindar apoyo para producciones como Yana-Wara, Willaq Pirqa o La Pampa; las cuales ni siquiera llegaron a proyectarse al interior del país.

Quizás, insisto, deberíamos ampliar la exposición de los verdaderos problemas que atormentan a nuestros compatriotas: la trata de personas, explotación sexual infantil, la violencia de género, el hambre, el pandillaje y la delincuencia, tan sólo para recordarnos que Lima no es el Perú.

#TerrorismoNuncaMas

Datos

El informe final de La Comisión de la Verdad y la Reconciliación reconoció 23.969 casos de personas fallecidas y «desaparecidas» durante el conflicto.

Aproximadamente medio millón de desplazados forzados, por agentes del Estado y por los grupos armados de oposición.

Sendero Luminoso es responsable por casi el 54% de los muertos y desaparecidos 12.500 víctimas fatales: 11.000 civiles asesinados y 1.500 desaparecidos.

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Hija de vendedora de chicha triunfa en la NASA

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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En la película basada en hechos reales, A millones de kilómetros, un migrante mexicano logra con mucho esfuerzo y en muchos años llegar a ser astronauta de la NASA. Algo así, salvando las distancias, ha pasado con Thalía Leyton Reto, la joven peruana de escasos recursos que a sus 22 años y, tras un esfuerzo titánico de superación, ingresó a trabajar en la NASA.

Su madre y su abuela vendían chicha de jora en Pueblo Nuevo de Colán y por eso, Leyton sabía que tenía que aprovechar y ganar todas las becas, pasantías y concursos desde los 13 años y en más de cuatro países y estudiar en el Colegio de Alto Rendimiento de Piura (COAR-PIURA) y en la UTEC de Lima; y continuó su formación académica en la École Polytechnique de París, una de las instituciones de ingeniería más prestigiosas del mundo. Allí, sigue una maestría en Ingeniería Biomédica, interesada en el estudio de hidrogeles biodegradables para la liberación progresiva de fertilizantes y agua en cultivos.

Leyton es consciente del problema del agua que aqueja a los agricultores de Piura y en otras partes del mundo por eso afirma: “Una forma muy innovadora qué encontramos en la literatura científica, era aprovechar el sistema que se usa para entregar fármacos en el cuerpo, utilizando hidrogeles, encapsulando pastillas para cierto tipo de enfermedades. Entonces dijimos, hay que aplicarla a la agricultura, pero en vez de que se aplique al cuerpo que se aplique a un cultivo en el que se pueden capturar el agua y los fertilizantes. Así fue como nació todo, desde allí empezamos primero en una fase teórica y el año pasado una de las integrantes del equipo lo pudo hacer en el laboratorio. Pero seguimos trabajando”.

Thalía Leyton ha sufrido en carne propia la segregación y el estigma de las familias humildes del Perú, por eso escribió en su Facebook: “La hija de la ‘chichera de La Capilla’ (leerse con el tono despectivo con el que han tratado a mi madre, a mi abuela y a todas las mujeres que venden chicha de jora en mi pueblo) está trabajando en la NASA”.  Y se despide diciendo: “Traigo a mi familia, a mi pueblo y al Perú conmigo en cada sueño profesional cumplido para mejorar la salud de las personas y contribuir a la medicina a través de la ingeniería”.

(Columna publicada en Diario UNO)

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La piel más temida, de Joel Calero (2023)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Curiosa la calidad de la actividad mental de los que, según ellos, se encuentran con algo temible, o temerario, en La piel más temida; una película que, me temo, es, más bien, bastante tímida y temerosa: no abandona su segura superficie, la de la cómoda medianía, la del lugar común, de lo más inofensivo y conformista que uno pueda imaginar en realidad. ¿Y Calero por qué se juega? A mí me parece (a diferencia de quienes la atacan o la defienden) una película que, en resumidas cuentas, no se decide a jugarse a fondo por nada.

La piel más temida no quiere —o no puede— ser mucho más que, básicamente, una ‘enunciación teórica’; es decir: la confección descuidada de una lista de clichés de compra de mercado, esperando que el receptor sea tan frívolo como el emisor (sin desmontaje, sin desmenuzamiento, sin mayor análisis crítico) acerca de un tema —qué duda cabe— importante para nosotros a nivel individual y social. Tema al que, tristemente, no aporta nada… O muy poco. ¿O es que alguien pensó que solo bastaba que pareciera hacerlo?

Su tibieza rítmico-narrativa puede rápidamente anestesiarte y, en vez de procurar ser fiel —¡por qué no lo hizo!— al drama personal tanto como al colectivo (y a la relación entre ambos, un gran campo para una valiosa exploración) resulta, en cambio, una película que no se atreve a… o que no tuvo nunca, en primer lugar, intención de trabajar para formular alguna idea nueva. O si esto es mucho pedir… para defender con energía renovada viejas ideas. O para examinar con cierto detenimiento, con cierta seriedad, posiciones opuestas o diferentes… Lo cual hubiera constituido un verdadero diálogo, porque valoramos la democracia, verdad, ¿o no?

La película como tal (bien oída) tiene, y no poco, de lectura dramatizada de un guion, pero sin saber esperar revelaciones, omitiendo o tragándose pausas y matices enriquecedores, con un ritmo ligeramente acelerado en dicha ‘lectura’, lo mismo (en consecuencia) que en la sucesión de planos y escenas —como si tuviera claro que no podía pasarse del límite de las dos horas—. Las dos horas temidas. Llámalo, si quieres, cine de guion, ilustrado por imágenes. Y no de la mejor manera.

Un ejemplo. En un aspecto digamos ‘tonal’ la protagonista es más pausada y el personaje del tío va sin duda bastante más rápido en su respiración, en su pronunciación de las palabras. El desajuste podía resolverse (o tematizarse) con más minutos… o con menos escenas y diálogos. Así, el personaje mejor trabajado, tanto en diálogos como en actuación, es el de la abuela, pero claro, eso no basta en un sentido global pero sí que da una muy buena idea de lo que pasa cuando ‘dejas ser quien es’ a tu personaje, cuando tocas ‘su esencia’ y entonces la cosa sí que fluye con naturalidad y libertad.    

Otro ejemplo. La sumisión al guion es tal que llega a lo absurdo. Al inicio, con la llegada de la protagonista a la casona en venta de su familia, ésta observa ‘unas flores hermosas’ (geranios, flores bastante comunes) y la cámara a duras penas hace un giro-paneo tan rápido (que incluso parece ralentizado) convirtiendo lo que iba a ser un momento de contemplación, de descanso, una pausa (de esas en las que la película evita meterse), si se quiere, un momento de comunión con la naturaleza, en un ‘solo hacemos un barrido miserable por las flores porque aparece, maldita sea, escrito así en el guion… y encima lo hacemos mal’. Se me podrá decir que es un detalle pequeño, pero evidencia toda una mentalidad.

La cámara no se acerca ni se detiene ‘más de lo necesario’ en las caras (no las escruta ni las deja ‘respirar’ lo suficiente como para que no te den algo más de lo que se supone que dice el guión que tienen que decir), no busca silencios incómodos, ‘duelos de miradas’ (bueno, hay uno, medio abortado) ni planos entregados a la observación que sean capaces de captar la ambigüedad y la complejidad, en vez del énfasis tonto de lo ya sabido, de lo aburridamente obvio.

Poco costaba suponer que el drama familiar iba a ser, con el correr de los minutos, más importante —o menos— que el interesantísimo y picantísimo asunto de Sendero Luminoso. Pero no. ¿El director dudó entre ir más por o bien por lo uno o bien por lo otro y hasta, tal vez, ¡qué atrevido! por tratar ambas cosas a la vez? Y lo que sucedió fue que no se lanzó por ninguna de las tres posibilidades. Pero vamos, quedaba aún otra opción, tal vez no la más valiente: que haya decidido, desde un principio, no atreverse a nada; quiero decir a nada interpretable por la temperatura ambiente de derecha matonesca como un poquito demasiado peligroso. Y dejar (eso sí) guiños, muecas, trazos y simulacros de algo que nunca desarrollaría ni profundizaría. Es decir, haces como que tratas, o que vas a tratar un tema, pero…

Qué más. Tal vez, con la intención de darle un toque ‘documental’ a la cosa, la cámara se mueve un poquito, pero lo que notas es una cámara en mano titubeante y no el uso de un recurso de manera eficaz. Al fin parece que no se produjo la decisión de fijarla en paz en un trípode como tampoco la de moverla más, porque la cámara también puede moverse o ser movida para sacarles cosas escondidas o desapercibidas a los humanos; reveladora indecisión.

En cuanto a una manera de usar la música, aprecio la diferencia entre el oído absoluto y no tener en absoluto oído: el recurso reiterado y poco inspirado de coser planos vía colita musical al final de un plano anunciando su final y anunciando que ya viene… otro plano. Qué temor al silencio o a la magia del corte ‘simple’.

El tema económico está muy presente, y de una manera un tanto rara, en esta película. Y no es el tema de la injusticia estructural que causa la pobreza en nuestra sociedad, sino el de lo bien que les va económicamente a los protagonistas. La venta de la casa de la familia, lo que harán con el dinero, los problemas para lograr un buen precio, etc., ocupan varios minutos. Parece más bien una digresión, una pérdida de tiempo, cuando sobraban otros temas más importantes que eso. Muy clasemediero el asunto. ¿Cuál sería, entonces, el objetivo?    

Hay intentos, entre desconcertantes, patéticos, y divertidos, de aludir ‘nuestro drama histórico’, dos con retablos y uno con una pintura en una iglesia, en ellos se ve la desgracia de los pueblos, las matanzas, etc., que presencia de pasadita la turbada y esforzada protagonista venida desde lejos. Pero tranquilos, no hay ningún peligro, su ‘toma de conciencia’ no se dará. La protagonista ha ido por un asunto económico y no metafísico o filosófico o moral o intelectual o cognitivo. Se irá en ese sentido tal cual vino. Muy neoliberal… Ejemplar de cierta izquierda… Muy limitado el personaje, que se supone es, además, tengo entendido, la protagonista.

¡Tanto costaba hablar en serio por 5 minutazos sobre nuestro pasado no tan lejano! ¿Está prohibido intentar ser inteligente o profundo? ¡O es un tabú! Yo diría que hay síntomas de autocensura. O de simple tontería.

-Y esto antes de la probable intervención de la institución estatal peruana que financia las películas (que no es por otra parte ininvestigable), es decir, antes de que probablemente las películas peruanas sean aún más planas de lo que generalmente son-.

La derecha, toda corazoncito gamonal (tan inocentes, tan preocupados por la justicia, siempre tan solidarios y sensibles… con sus privilegios y prebendas) temen (¿no era según ustedes que su héroe pillo acabó para siempre con el terrorismo?) al lobo, o lo que entrevieron, que no era más que su sombra… en una película que no llega, o llega, apenas, a penitas, con las re justas, a ser la sombra de un tierno corderito que les bala dos o tres débiles slogans. Vaya, que así esta película va a transformar conciencias…

Ya termino. Resulta sintomático cómo el director ‘resuelve’ o nunca resuelve, con miradas que tendrían que impresionarnos y conmovernos por lo cargadas de significado (muy impostadas, más a brochazos que con pincel, muy escuelita de teatro) entre padre e hija. Y al plano siguiente ‘el terco terruco con mamitis’ ya está bien muerto, y lo están velando acuáticamente (que sí es una escena lograda que, por cierto, y para ser completamente franco, parece de otra película). Es como si Calero cerrara el tema antes de abrirlo de verdad. Más que sutil…

Cualquier director amante o curioso de las posibilidades de la dramaturgia salivaría por ver una manera bella o eficiente (y convincente) de representar semejante situación-límite (o momento cumbre, que podía ser resuelto también con un anticlímax) con elegancia, sutileza, potencia emotiva, cómo modelaría el enjambre de emociones involucradas, etc. Otro momento que deja a las claras lo poco que importa todo si se procede de manera rutinaria y sin tomar retos o riesgos.

El personaje del terrorista, si me da terror, es por lo estereotipado: su presencia es inútil; tanto es así que les propongo un juego: imaginen que nunca hubiera aparecido, en carne y hueso, pero que se hablara mucho de él, digamos, como la pieza que explicaría muchas cosas… de él mismo, d ellos demás, de toda una sociedad, de lo humano en general… Eso hubiese sido -de lejos- más provechoso, para la película y para los espectadores. Pero en una película que no supera el standard, la literalidad, por supuesto, manda.

En fin. Me temo en general (sin negar un puñado de momentos pasables, sobre los que pueden leer en otros textos) una falla con la potencialidad de lo que se cuenta, o la obediencia al manual (o ambas cosas), lo cual hace que dé lo mismo que le pase lo que le pase a quien sea que le pase: da lo mismo que vomite quien vomite (si todos los vómitos suenan igual y duran lo mismo) o que sufra quien sufra o que se muera quien se muera o que resucite… o que todos hayan sido terroristas o que ninguno lo haya sido, ni siquiera en sueños…

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Jorge Eslava: el escritor poliédrico de nuestro tiempo

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Por: Hélard Fuentes Pastor

― No dejes de ir al gimnasio ―dijo cuando se despidió de mí.

Así de genial es la personalidad de Jorge Eslava Calvo, poeta y narrador que ha hecho del bolígrafo y el papel un itinerario de viaje. Curiosamente, todos los caminos conducen a él. Primero, la pasión por la escritura; segundo, la diversidad del lenguaje y los géneros literarios; y, finalmente, que sus padres se llevan tantos años como sucede con los míos. Su historia comenzó en Lima, cuando Jorge Florencio Eslava Álvarez, profesor de veintinueve años, conoció a la jovencita Luzmila Calvo Robalino, natural de Iquitos que frisaba los dieciséis. Entonces, Luzmila no solo era menor de edad, sino huérfana de padre, por lo tanto, su madre autorizó el matrimonio, tal cual figura en la inscripción del acta, en el distrito de Magdalena del Mar, un 23 de febrero de 1952.

Jorge Pablo ―como lo bautizaron― nació en Clínica Lozada, el 26 de diciembre de 1953, cerca de las 8:45 de la mañana. He aquí otro aspecto que me conecta a él, precisamente porque mi hermana menor celebra su cumpleaños el mismo día y mes. Por esos años, la familia Eslava Calvo se estableció en la avenida San Miguel n.° 160.

Su padre era una persona culta, disciplinada, metódica, practicaba deporte y leía bastante, por ejemplo, la literatura clásica que influyó notablemente en el escritor, más aún porque desarrolló su carrera en San Marcos.

― Mi padre tenía vocación pedagógica. Era mi padre, pero además fue un maestro muy severo en la casa, con siete hijos, una prole numerosa a la que educó de manera casi estoica. Todos mis hermanos somos bien guerreros.

Su papá siempre está presente en su quehacer literario y nos cuenta que admiraba a dos grandes poetas peruanos: «con uno atinó y con el otro se equivocó», declaró Jorge con la honestidad que le caracteriza. Él, elogiaba a los modernistas.

― Tuvo como gran poeta a José Santos Chocano, por encima de Eguren ―afirmó sorprendido, desencantado―. Hoy ningún crítico, con dos dedos de frente, podría afirmar que Chocano es más poeta que Eguren. La otra figura que mi padre reverenciaba era Vallejo, personaje continental, probablemente el poeta de lengua castellana más leído, más estudiado ―agregó orgulloso.

Por esos años, César Vallejo no era tan popular como ahora, y su padre compró la primera compilación que hizo Georgette Vallejo con Raúl Porras Barrenechea; lo cual permitió que a los doce o trece, Jorge leyera su obra, y, más tarde, a los autores clásicos. Ese periodo se caracterizó por el teatro en verso y la colección de libros Jackson que atesoraba en casa. No en vano, en sus charlas y/o conferencias suele citar algunas reflexiones griegas y también ha escrito el poemario: Itaca (1983), premio de la I Bienal de Poesía Copé 1982.

― Yo estudié la primaria en un colegio religioso, católico, del que no tengo buena recordación. Todo lo contrario. Luego, pasé a un colegio pequeño, particular, donde tuve buenos maestros, pero aprendí literatura por mi padre y sus libros.

Jorge fue un adolescente enamoradizo y tuvo como primera experiencia la poesía, naturalmente, le escribió al desamor, porque tal cual manifiesta, el amor se celebra de otra manera. Después, pasó a la Universidad de San Marcos, donde percibió una fuerte inclinación a la literatura peruana y española, sobre todo, de la generación del 27 (García Lorca, Cernuda, Dámaso, etc.); pero aquel veinteañero, obstinado, descubrió en la obra de Cesare Pavese, autor de raíces italianas, una suerte de poesía narrativa que lo sedujo.

Acercándose a los treinta, descubrió a otro de sus autores favoritos, el poeta neogriego Constantino Cavafis, cuando llegó a sus manos un ensayo de Marguerite Yourcenar, escritora francesa a la que admira por su feminismo, su humanismo, y porque dio a conocer a dicho vate en Europa. Entonces, Jorge vivía en Madrid y quedó fascinado con su poesía:

― Fue la primera vez que yo leía una poesía donde se confrontaba el mundo clásico, la sensualidad y sensibilidad clásica, con el mundo cotidiano. Cavafis era homosexual y esa manera desenfadada de hablar del amor homosexual, de la relación homoerótica, sin ningún desparpajo, me asombró. No se parecía en nada a lo que leí en la escuela y en la universidad, pues estaba más vinculado a la tradición hispánica. Cavafis fue un impacto para mí. 

La universidad es un recuerdo sólido en la vida de todo profesional. Eslava piensa con gratitud en los maestros sanmarquinos, a quienes recuerda como personas generosas. No solo enseñaban, también prestaban sus libros y conversaban con los estudiantes en los cafetines que había en el campus.

― San Marcos era ciudad de nadie. Si un trabajador estaba en problemas, levantaba cuatro maderas, unas esteras y ya tenía su negocio. Los estudiantes íbamos a los cafés y departíamos con los profesores ―comentó.

De esa época, un maestro como el entrañable Wáshington Delgado fue decisivo en su vida. Pero, ¿qué recuerdos guarda de este ilustre personaje?

― Muy pronto me brindó su amistad. Recuerdo cuando me invitó a su cumpleaños, a su casa. Yo no lo podía creer. Un poeta que admiraba, que para mí era un sabio y lo sigue siendo. Mi tesis de maestría es sobre la poesía de Wáshington Delgado. Él es un maestro cuyo émulo más cercano es Marco Martos, que tiene la sabiduría, esa calidez humana que tuvo el profesor. El duelo por su muerte, lo he mantenido durante años y he tenido la suerte de haber editado, con el apoyo de la universidad, su obra completa.

Otro profesor que lo marcó fue Constantino Carvallo, director y creador de Los Reyes Rojos, donde trabajó cerca de diez años. Jorge vivió en esa comunidad y estuvo ―codo a codo― con Constantino, amigo a quien extraña y considera como una figura indispensable «para enmendar los caminos de la educación peruana».

Lo cierto es que, aquel jovencito, no solo estuvo llamado a la escritura, también al deporte.

― Desde que tengo casi uso de razón me gustan los fierros y me gusta el box. Me he ahorrado el psiquiátrico, el manicomio y los terapeutas con el gimnasio, que me ha obligado a ser disciplinado, metódico, autocompetitivo, cuidadoso con mi alimentación, desde que tenía veinte años ―refiere―. Yo no utilizo celular. No he usado nunca y creo que a estas alturas ya no voy a usarlo. He logrado sortear esta necesidad.

En este camino de las letras y el deporte, lo ha acompañado su esposa María del Rosario De La Hoz Linares, con quien se casó en 1979. Al poco tiempo se suscribieron a una revista de nutricionismo llamada: Vida Sana. Por ese motivo, uno de los momentos más difíciles ocurrió en tiempos de la pandemia, pues tuvo que afrontar un desprendimiento de retina que lo dejó postrado cerca de siete meses. Pero, las cosas ocurren por algo, y en ese momento, durmiendo boca abajo sin poder ejercitarse, inspiró su poemario Gimnasium (2022).

― De acuerdo a la tradición grecolatina clásica, «gymnasium» es el lugar del ocio, donde podías hacer el amor o debatir sobre las artes y crear. Era el espacio de esparcimiento.

Jorge también nos enseña que la escritura es un reto constante y requiere de vivencias que permitan ejercitar la conciencia del autor. A inicios de los años noventa, Eslava convivió por cuatro meses con muchachos que delinquían en Lima, para escribir una novela que tituló: Navajas en el paladar (1995).

― Todos hemos tenido una experiencia difícil y retadora en la vida. Una experiencia durísima que tuve fue hace 30 años, cuando conocí a un grupo de chicos de la calle, chicos llamados por la Sociología de alto riesgo porque son considerados irrecuperables para la sociedad, con un elevado grado de drogadicción, con el cuerpo completamente tasajeado, que provenían de estos hogares destrozados que dejó el Conflicto Armado Interno y estas familias desplazadas, sobre todo, del sur andino del Perú, llegaban a la capital, pobres entre los pobres, y la delincuencia era un camino de sobrevivencia ―manifestó Jorge, recordando a los jóvenes que vendían cigarrillos y chicles en la histórica Plaza San Martín, Plaza Grau y  Parque Universitario.

― ¿Y las navajas? ―pensé. Jorge, como adivinando mientras conversamos en la terraza del Hotel Bon Repost, respondió:

― Recuerdo que un día bebiendo cerveza con ellos en una cantina de mala muerte, me contaron dónde tenían las navajas y uno de los chicos, sin utilizar las manos, con la punta de la lengua sacó la mitad de una gillette, de una de las encías y esa imagen, filosa, en una zona tan delicada como la boca fue traumática para mí.

Finalmente, nos recomienda leer a Nietzsche, porque es un filósofo que conecta a los lectores con lo más duro y trágico de la vida. La existencia es eso. Jorge ha leído tanto como ha escrito, por ese motivo, si tuviera que definirlo, lo haría con las mismas palabras que empleó al citar a Vallejo como escritor poliédrico, es decir: Vallejo poeta, Vallejo narrador, Vallejo dramaturgo, Vallejo ensayista, Vallejo periodista. Eslava es múltiple como Vallejo. Un intelectual a tiempo completo.

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Opinión

Leocadio Mamani y la lucha de clases

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Por Tino Santander Joo

Los dos artículos anteriores sobre la lucha de clases en el capitalismo contemporáneo han provocado una gran controversia; me escriben críticos inteligentes, sarcásticos, señalando la falsedad de la lucha de clases. También, he recibido adhesiones románticas por el “coraje” de escribir sobre un tema tan polémico.

La crítica que más resalto proviene de un dirigente campesino cusqueño: Leocadio Mamani, comunero, exdirigente gremial y testigo de la reforma agraria velasquista, de la guerra senderista y profundo conocedor de las formas de pensar, sentir, y actuar del campesino andino. Transcribo sus apreciaciones:

“Compañero Tino, he leído sus dos artículos sobre la lucha de clases, le digo, que no estoy de acuerdo. No hay tal lucha de clases, es un invento de los doctores que vienen a las comunidades a hablarnos de clases sociales, de producción agraria, de mercado y no saben nada de los campesinos. Esa lucha de clases es un cuento de los políticos, que nos prometen todo y no hacen nada.

Compañero, sabes que siendo un q’ala chaki   wayna (joven descalzo) estuve en la toma de tierras de la hacienda San Pedro en Ongoy, en Andahuaylas.  Mi Tayta, era militante de Vanguardia Revolucionaria. Después he visto la formación de las cooperativas y las Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS) en Anta- Cusco. Mi Tayta, decía: “lo hicimos en nombre de la lucha de clases y sacamos a los gamonales explotadores”.

Los campesinos eran dueños de la tierra y no tenían nada. Las cooperativas y las SAIS estaban dirigidas por unos suas (ladrones) que robaron y nos llevaron a la pobreza. No te acuerdas acaso, cuando fuimos juntos con los compañeros de la universidad a ver la parcelación de tierras de las cooperativas en Anta y en Puno que hubo luchas a muerte con Sendero. Esa era una guerra entre campesinos pobres y no había lucha de clases, sino, ladrones contra agricultores que querían su tierra. La parcelación de tierras fue la verdadera reforma agraria.

Tus artículos sobre el pacto por la minería y la agricultura, contra los políticos podridos, contra los suas (ladrones) de los bancos siempre leemos con atención. Nosotros no queremos ser campesinos pobres, sino, agricultores que exportan. Solo queremos trabajar o te has olvidado todas nuestras luchas y marchas, por las puras, siempre nos han engañado con ideas extrañas, los agricultores necesitamos canales de riego, reservorios, carreteras, crédito barato, asesoramiento técnico como tienen los gringos y los japoneses. Nada más. Después veraz como llevamos nuestros productos andinos al mundo, como los Incas.

Te acuerdas de mi hermano el Gilberto, que llegó a Lima a vivir en los arenales de Villa El Salvador. Te acuerdas cuando tomamos unas cervezas en su casita de madera vendía moliente en su carretilla, ahora, tiene una fábrica de muebles, casa en La Molina, sus hijos estudian en Inglaterra, para él no había lucha de clases. Voy a ir a Lima en junio, llevare unos tawa chaquis (cuatro patas, denominación que le dan al cuy) y tomaremos unas cervezas.

No te olvides compañero, tenemos que organizar otro movimiento, otra política, olvidarnos del pasado. Los jóvenes de la comunidad van a la universidad, no quieren trabajar como lo hacíamos nosotros, usan computadora y quieren vivir en el extranjero, aprenden inglés y trabajan en los hoteles. El Huacaruntu, está sembrando paltas y las exporta a España.

Compañero, un abrazo y nos vemos en junio, ¡Kausachum Qosqo!

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Opinión

Mayo, un mes clave en el almanaque

Un mes que rememora acontecimientos importantes.

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El día del trabajo reivindica a la clase laboral desde hace 135 años. Se oficializó el 1 de mayo de 1889, en reivindicación de los mártires de Chicago que fueron ejecutados por protestar por la jornada laboral de ocho horas. Los peruanos felicitamos a los amigos por tener la dicha de ostentar un trabajo; “privilegio” que no alcanza al 75% de la PEA, que no sabe lo que es una planilla, vacaciones pagadas, CTS y mucho menos la carta de liquidación.  

En honor al combate del Callao de 1866, en 1874 se inauguró en el centro de Lima, la Plaza 2 de mayo, que luce el “Monumento a la Victoria del 2 de mayo”. Quién diría que uno de sus hermosos edificios de arquitectura parisina con diseños del francés Claudio Sahut y el polaco Ricardo Malachowski, terminaría destrozado y abandonado por causa de un incendio ocurrido en octubre de 2014.

El 5 de mayo fue el aniversario de mi ‘alma mater escolar’, la Gran Unidad Escolar Ricardo Bentín. Manuel Odría inauguró en 1951 esta gran escuela que formó hombres de bien y que abrió sus aulas con el nombre de Colegio Nacional José Granda. Actualmente se denomina Colegio Emblemático desde 2010 y de sus aulas egresaron ilustres, como el ‘poeta de la Zurda’ César Cueto, el nene Cubillas, el humorista Guillermo Rossini y los escritores Cronwell Jara y César Toro Montalvo.

Este mes, a pesar de tener fechas conmemorativas que merecen celebrarse, la más importante y que nos acompaña desde el inicio de nuestras vidas, es el día de la madre. Cada segundo domingo de mayo, más de 35 países y el Perú entero se copan de amor fraterno. Como dice el dicho —madre solo hay una— y a pesar de vivir épocas convulsas, donde campean la inseguridad, la recesión económica y un nivel de pobreza nunca antes visto en el país, en el día de la madre todos nos alentamos por abrazar a nuestras progenitoras que dieron todo por nosotros. Bienaventurados los que aún tienen la dicha de tenerla viva, porque gozan del privilegio de recibir la bendición que solo una madre nos envió desde que permanecimos en su bendita entraña.

(Columna publicada en Diario UNO)

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