Por: Umberto Jara
Paolo Guerrero destaca por dos razones: lleva 40 años tomado de la mano de su mamá y pudo convertirse en ídolo popular gracias a los 13 goles que anotó en 46 partidos en las Eliminatorias Mundialistas.
Es una cifra sencilla pero, en un país en el que faltan el pan, la honradez y los goles, fue suficiente para convertirse en ídolo popular. El problema es que usa de manera incorrecta el sitial que millones de hinchas le dieron y, en estos días, sin ningún respeto a los peruanos, Guerrero vuelve a ejercer la misma actitud ilegal que ejerció en el famoso (y falso) caso de la llamada “contaminación cruzada” y vuelve a escena el mismo trío: Paolo, doña Peta y el abogado Julio García.
Esta vez, Guerrero firmó un contrato y, de pronto, se arrepintió y como quien devuelve el chupetín que le compró mamá, dice: ya no quiero. Atribuye la culpa a la inseguridad ciudadana. El problema es que la ola de violencia ya existía cuando firmó el contrato. Al igual que con la “contaminación cruzada” , existe otra razón que oculta pero ya se revelará.
Por de pronto hay una extraña suma de hechos. El 13 de febrero, César Acuña, el gobernador regional de La Libertad “reveló el verdadero motivo por el que Paolo Guerrero no quiere jugar en César Vallejo: amenazaron a su mamá”. El anuncio no lo hicieron los directamente afectados: Paolo y su mamá.
Al día siguiente, 14 de febrero, el jefe de la Región Policial La Libertad, general José Antonio Zavala, en una entrevista en Panamericana Televisión, desmintió a César Acuña señalando que no se había registrado ninguna amenaza contra la madre de Paolo Guerrero.
Si bien, según Dina Boluarte, César Acuña es el papá de La Libertad, resulta que no es el papá de Paolo Guerrero. Además, como al pequeño gobernador nadie le creyó, recién el 15 de febrero el futbolista tuvo que aparecer para decir que su madre había recibido amenazas TRECE días atrás. Guerrero sostiene que se trata de un episodio gravísimo pero no lo dijo el 2 de febrero, cuando supuestamente ocurrió, sino trece días después y cuando la policía contradijo el anuncio de Acuña.
En la curiosa cronología aparece también el dato de que la denuncia ante la policía la realizaron recién el 14 de febrero. Si según Paolo el hecho es tan grave a tal punto que no puede cumplir con su contrato ¿por qué la denuncia se hizo recién doce días después?
No se sabe si han entregado a la policía los mensajes amenazantes recibidos vía whatsapp. Tampoco se sabe si se hará el peritaje correspondiente para ver si son reales porque tales mensajes de los “peligrosísimos extorsionadores” son bastante peculiares.
Otro dato: para que exista extorsión el delincuente necesita tener a la víctima al alcance para intentar un secuestro o un acto de violencia directo que obligue a pagar el monto exigido por los extorsionadores. En este caso, Paolo Guerrero y su familia están en Brasil y doña Peta en Lima. Resultan bastante tontos los miembros de la banda “Los pulpos de Trujillo” que, además, presentan su CV en uno de sus mensajes. Todo muy parecido a la farsa de la “contaminación cruzada”.
Algo más. Paolo Guerrero al no lograr convencer pasó a usar un tono altisonante y soberbio contra la periodista Fátima Aguilar, quien, con legitimo derecho por ser trujillana, le hizo notar el daño que le estaba haciendo a su ciudad y a los trujillanos porque estaba convirtiendo a Trujillo en el peor lugar para vivir.
Lo concreto es que Paolo Guerrero firmó un contrato y al momento de firmarlo ya sabía que en Perú existe una ola de violencia y que Trujillo y Pataz tienen un alto índice que no combate el gobernador regional, Cesar Acuña, precisamente el factótum del club que lo contrataba. Entonces, Guerrero ¿a sus 40 ingenuos años no preguntó a dónde iba antes de firmar?
También aparece un argumento insólito en este show montado para incumplir con un contrato. En el programa “Ocurre ahora” el futbolista dijo textualmente: “Yo le dije al señor Richard Acuña que no quiero que las amenazas lleguen a oídos de mi mujer porque eso sí sería fatal y por eso fue la determinación de que yo no iba a cumplir con mi contrato porque mi mujer no quiere”.
Allí hay una pista. No hay que olvidar que el 30 de enero la prensa anunció que Guerrero y su pareja, la brasileña Ana Paula Consorte, habían terminado su relación. Luego hablaron de reconciliación pero en esos días de firma del contrato había revuelo familiar.
Lo cuestionable es que Guerrero vuelve a usar su condición de figura deportiva para eludir sus obligaciones. El mensaje es pésimo hacia los niños y jóvenes porque sugiere que aquel que llega al sitial de ídolo puede hacer lo que le de la gana. Es al revés. Una figura pública, un ídolo está obligado a tener un comportamiento muy correcto en retribución a la confianza que la gente depositó en él.
También es cuestionable el comunicado demagógico tratando de disculparse ante el pueblo trujillano después de haber puesto a Trujillo como un lugar tan peligroso como invivible. Guerrero debería enterarse que la ciudad en que vive, Río de Janeiro, tiene un índice de criminalidad de 77.35 mientras que Trujillo alcanza el 66.83 (Base de datos Numbeo).
Una acotación final. El 5 de octubre de 2017, un examen antidoping halló en la orina de Paolo Guerrero rastros de benzoilecgonina, el principal metabolito de la cocaína. Entonces, el futbolista, doña Peta y el abogado Julio García, armaron toda una farsa para justificar que Paolo había sufrido una “contaminación cruzada” por haber tomado un anís en una taza que tenía residuos de mate coca. Fue una versión absurda y, sobre todo, muy ignorante porque pretendió cuestionar a la ciencia médica. Fracasaron. Guerrero fue sancionado con quince meses de suspensión y no lograron sacarle ni un dólar al Swissôtel. Aquella vez publiqué el libro “Así nos robaron” que contiene la investigación que demuestra la gran mentira de la “contaminación cruzada”.
Esperemos que esta vez, los medios de comunicación no se alineen con Paolo Guerrero como lo hicieron la vez aquella del doping, y cumplan con su deber de investigar. Detrás de este show para no cumplir un contrato, existe algo concreto: entre el 2 de febrero y el 13 de febrero algo ocurrió. ¿Qué es lo que Paolo Guerrero oculta?