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Literatura

OSWALDO REYNOSO: «Yo soy marxista y no tengo de qué avergonzarme»

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OSWALDO REYNOSO

«Yo soy marxista y no tengo de qué avergonzarme»

Fotografía César Pérez


Entrevista realizada por Jaime Cabrera, para Perú 21. Aquí la entrevista completa.

Su cabellera blanca resalta en la semipenumbra que domina la pequeña sala de su departamento. No es que sus cabellos brillen sino que los pocos rayos de luz que ingresan caen sobre el lugar donde está sentado. Son casi las nueve de la mañana y me doy cuenta que acabo de interrumpir su desayuno. Luego de abrir la puerta me saluda y mastica apresuradamente un pedazo de pan. Una vez adentro veo sobre la mesa que reposan una taza de leche, un depósito de mantequilla natural -quién sabe si arequipeña- y un periódico abierto en una de sus páginas interiores. Oswaldo Reynoso nos concede una entrevista y procuro estar a la altura.

Siempre le han preguntado desde qué edad empezó a escribir y usted no precisa un momento exacto. ¿Realmente no recuerda cuándo escribió sus primeros textos?
No. He asistido a muchos congresos de escritores y en los testimonios estos dicen que a los nueve años ya habían leído El Quijote, que a los 12 años ya habían escrito a una novela. Y en cada evento cambian de historia (sonríe). Si me dicen a mí en qué momento empecé a escribir, yo de verdad no lo sé, no recuerdo. Pero como el público de los congresos me pide que les responda, yo tengo como diez cuentos sobre el momento en que empecé a escribir y cuando veo al auditorio escojo la mejor historia (sonríe con más ganas).

¿Desde qué edad empezó a leer?
No tengo idea.

¿Y qué empezó a leer primero cuentos o poesía?
Mi padre era un gran lector y en la casa había una buena biblioteca y como la lectura es un contagio, no una imposición, en mi casa todo el mundo leía. Por otra parte, la biblioteca municipal de Arequipa estaba muy bien dotada, y el director era un gran poeta, César Atahualpa Rodríguez. Y como había un tren que partía de Mollendo hacia Buenos Aires llegaban libros a Arequipa antes que a Lima. Y es así que nació mi afición por la lectura.

¿Y es allí que tuvo su primer acercamiento a los poetas franceses Rimbaud y Baudelaire?
Sí, porque en la biblioteca municipal y en mi casa existían traducciones buenas sobre estos poetas.

A los 15 años de edad intuía que quería dedicarse a la docencia y a la creación, ¿Por qué tuvo esa corazonada?
No sé (mueve la cabeza de un lado a otro). A mí me gustaba enseñar porque cuando estaba en el colegio muchos de mis compañeros se acercaban para estudiar conmigo. Lo primero que escribí fue prosa y luego al mismo tiempo escribía poesía. Lo que publiqué cuando era adolescente y joven era poesía. Mis cuentos los tenía muy bien guardados porque, al revés de lo que la gente cree, yo creía que en mis cuentos estaba toda mi personalidad y en mi poesía no.

¿Y cómo explica que su narrativa sea más intimista que su poesía?
Porque es así y sigue siendo así hasta ahora. La poesía no es más que darle un valor agregado a la palabra y este se puede dar en verso o en prosa. Desgraciadamente en el Perú hay muchos prosistas prosaicos. La literatura no es más que la belleza expresada a través de las palabras. Yo puedo leer una novela interesante ahora, pero después de diez años si la releo me aburro. Hay otras novelas que siempre las leo porque el autor ha conseguido esa magia de las palabras y esa magia no desaparece.

¿Por qué dejó de escribir poesía en forma de versos pese a que Luzbel, su primer y único poemario, vislumbraba una prometedora obra?
Porque me empecé a sentir más cómodo escribiendo en prosa.

¿Un novelista o cuentista que no lee poesía puede ser un buen narrador?
Lo que sucede es que ahora se le está dando demasiada importancia a la forma estructural del cuento y de la novela. Entonces vemos que hay escritores de mucho renombre que han conseguido dominar toda una técnica en la estructura del cuento o de la novela y toman personajes ilustres y escriben una novela. Es lo que yo llamaría técnica hollywoodense, pero uno lee esas novelas, se entera de lo que le pasó al personaje y no vuelve a leerlas más.

Se convierten entonces en una recreación de la vida de un personaje histórico
No, ni siquiera historia hay en esas novelas. Por eso en los talleres que dicto no doy recetas de cocina para escribir un cuento o una novela, sino que mi preocupación es guiar a los estudiantes en un manejo poético del lenguaje en prosa.

Entonces leer poesía sí ayuda a un escritor
Por supuesto, porque poesía es imagen. Y la prosa poética también es imagen. No es, como muchos creen, la acumulación de adjetivos. Ya Vicente Huidobro lo había dicho: «Cuando el adjetivo no da vida, mata». Y no han aprendido del gran prosista peruano Abraham Valdelomar, quien tiene tal genialidad que emplea detrás de un sustantivo cuatro adjetivos y ninguno repite la calidad del adjetivo, sino que a través de él está describiendo al sustantivo. Eso se ha perdido en la narrativa peruana.

 

LOS INOCENTES Y LA CIUDAD QUE CONOCIÓ

Cuenta Reynoso que una vez nuestro gran poeta Martín Adán se le acercó y luego de leer Los inocentes (1961), aquel magnífico conjunto de cuentos le tocó el hombre y le dijo: «siento mucha preocupación por usted». Era un libro transgresor para su época, en la narrativa urbana de entonces se usaba «hijo de p…» «vete a la m…» y nadie hasta entonces tuvo la osadía de utilizar la jerga callejera. Cincuenta años después este libro está más vigente que nunca y podríamos decir que hasta los nietos de Colorete, uno de los personajes, lo siguen leyendo.

Los inocentes, dice usted, es la menos autobiográfica de sus obras y nació de la observación de la calle.
No creo que sea la menos autobiográfica, allí estoy presente.

Pero decía usted que surgió a partir de la observación de la ciudad…
A partir de la observación de la calle y de mi introspección. Porque muchos de los problemas que afrontan estos jóvenes yo los he tenido.  Si los relatos, después de 50 años, siguen teniendo vigencia es precisamente por esa forma poética y porque, además, voy al fondo de la situación psicológica de los jóvenes no de entonces, sino de los jóvenes de siempre.

¿Cuál ha sido el comentario más conmovedor que ha recibido de un joven que haya leído este libro?
Lo más conmovedor que me pasó ocurrió en un colegio que me invitó para que leyera uno de los cuentos de Los Inocentes. Todos los alumnos se pusieron de acuerdo en que lea Colorete. Al momento de que los alumnos hicieron preguntas, me empezaron a preguntar sobre esas teorías literarias que enseñan. Cuando salí del aula los alumnos salieron a bombardearme de preguntas: «¿Usted conoció a Colorete?» «¿cómo era Colorete?» Otra alumna dijo «¡Qué se habrá creído esa Juanita por qué lo trata así a Colorete!». Esas fueron las preguntas que debieron hacerse en el aula y no en el patio. Otra alumna me entregó un regalo que había preparado para Colorete. Le expliqué que Colorete es un personaje de ficción que escribí hace 50 años, y si vive debe tener como 60 años. Entonces me dijo que no importaba y me dio el regalo. Abrí el paquete y encontré un bombón. Ha sido el bombón más agradable que he comido en mis 80 años.

Usted llegó a Lima en 1952 y cuenta que la ciudad lo impresionó muchísimo. Algunos veían caos, tugurización y delincuencia. ¿Qué era lo que le impactó de esa urbe que empezaba a convertirse en más provinciana que criolla?
Yo venía de Arequipa que era una ciudad pequeña, de calles estrechas y me llamó la atención de Lima las grandes avenidas. En ese entonces los provincianos no teníamos una idea cabal de Lima, no había televisión. Las fotografías eran en blanco y negro, o sea que el imaginario de Lima en los provincianos era diferente a la realidad. Todo en conjunto me llamaba la atención y la gente también. Me era muy difícil comprender a los limeños porque hablaban de forma muy rápida.

¿Y qué impresión tiene de Lima hoy más de 50 años después?
Está totalmente cambiada. Antes había un deseo de escribir una novela sobre Lima, pero ahora solo queda que cada autor hable de un sector de Lima y ahora cada autor está creando un mural de Lima, porque un autor que hable de todo Lima va a ser difícil.

Cuando usted dice que le molesta la literatura light ¿a qué se refiere? ¿A historias poco trascendentes o a libros que solo apuntan a ser los más vendidos?
Esto no es exacto. Literatura light siempre ha habido. ¿Light qué significa? Suave, ligera. Shakeaspeare escribió grandes tragedias, pero también escribió comedias, muy graciosas por cierto. Los grandes escritores al lado de sus obras fundamentales que tocan problemas importantes del ser humano también tienen cuentos de divertimento. Esa es una forma de literatura light. En el Perú se ha confundido la palabra light. Lo que muchos autores en el Perú hacen no es literatura light, sino literatura basura, descartable. Por eso reivindico la literatura light cuando es buena. En cambio la literatura basura uno la lee y nunca más en nuestra vida la vamos a volver a leer porque no tiene nada.

 ¿Es basura por los argumentos de la obra?
Por todo, sobre todo por la forma cómo está escrita. Una obra es total.

 ¿Y qué debe tener un buen libro?
En primer lugar un buen trabajo del lenguaje. La literatura es lenguaje y lo que va a quedar es eso, no la historia. Yo he estado en algunos pueblos de la sierra y los viejos contadores de relatos cuentan la misma historia y de pronto la gente se va donde uno y no donde otro, porque este encanta con la palabra. Allí está la esencia.

Siempre comenta que en el fondo ha escrito un solo libro con diferentes títulos y personajes. Si todo escritor tiene demonios o fantasmas que aparecen en sus obras, ¿en su caso podemos afirmar que estos son la homosexualidad y el despertar de la sensualidad?
Esa es una cosa, pero lo fundamental es la búsqueda de una expresión poética, eso es lo que une a todos mis libros. En cada una de mis obras hay un proceso de creación del lenguaje.

¿Cuánto de lo que ha escrito no ha publicado?
No sé, pero hay un montón.

¿Más del 50%? Acaso en un futuro tendremos la oportunidad de ver mucha obra inédita…
A lo mejor (ríe).

Si una editorial con alcance internacional como Alfaguara o Planeta le pidieran publicar sus obras ¿aceptaría? Miguel Gutiérrez, quien ha sido muy crítico de este tipo de editoriales, ahora publica en Alfaguara.
De ninguna forma publicaría con una trasnacional porque yo escribo para el Perú. No me interesa que se lean mis libros fuera del Perú y si se leen ya no es problema mío. Yo publico con editoriales peruanas para un público peruano.

En Argentina dijeron que usted era, literariamente hablando, nuestro secreto mejor guardado…
Sí, pero eso yo no lo busco. Mucha gente cree que publicar en una trasnacional es ya tener un nivel internacional. Eso no me interesa.

¿Es la literatura lo más importante en su vida?
Por supuesto. Yo desde que era joven leía Las cartas a un joven poeta de Rilke, en el que este le dice a un muchacho que quería saber si podía ser un poeta: «Cuando usted esté solo hágase la siguiente pregunta ‘¿yo podría vivir sin escribir?’ Depende de la respuesta que usted dé».

 

HUAMANGA, ABIMAEL GUZMÁN Y LA EXPERIENCIA EN CHINA

 Al hablar de Martín Adán, Reynoso se emociona y de pronto, sin avisarnos se pone de pie. Se desplaza hacia una de las habitaciones de su departamento e inmediatamente nos lee un texto que piensa publicar sobre el autor de La casa de cartón. «Solo diré, frente a este mar de tu vida, heme triste de belleza y cómo no abrí las puertas de tu casa de cartón para salir a las plazas, a las calles, a la campiña, no mirando el mar sino los volcanes de Arequipa para recitar contigo en alta voz en dolorosa adolescencia. No quiero ser feliz con permiso de la policía», recita don Oswaldo. Es hora de darle un giro a la conversación.

Dice que nunca le ha avergonzado su cercanía al marxismo. ¿Se considera un escritor comprometido que busca que sus libros generen cambios en la sociedad? ¿O esa concepción sartreana ya ha perdido vigencia?
No me avergüezo, yo soy marxista y no tengo de qué avergonzarme. Todos los escritores estamos comprometidos. Todo escritor tiene su ideología y tiene su clase social, y cuando escribe esta se evidencia. ¿O el escritor es un robot? Para mí todos los escritores están comprometidos, hay algunos comprometidos con la derecha, otros con la izquierda en sus distintos matices. Desde el momento que escogen un tema, que desarrollan un personaje y utilizan las palabras, allí está su ideología.

¿Sigue escribiendo esa novela sobre la época que le tocó ser profesor de la Universidad de Huamanga antes de la violencia de Sendero Luminoso?
Sí, está en pleno proceso. En esa novela hablo sobre mi experiencia como profesor. El título de la novela es Huamanga, Huamanga.

¿Cuánto le falta para publicarla?
Muy poco.

En Ayacucho usted trabajó y conoció a Abimael Guzmán.
Yo lo conocí en Arequipa. Cuando llegué a la universidad de Huamanga lo encontré allí, pero la amistad con él viene de Arequipa.

Decía sobre él que tenía «una gran preparación, que era muy inteligente y conocía mucho de literatura».
Por supuesto. Era muy inteligente, con gran conocimiento de literatura, le agradaba la música, la pintura. Era verdaderamente un humanista.

¿Por qué cree que este respetable profesor universitario empezó con la denominada lucha armada?
Mire, usted, en el año 70 en la universidad peruana se dio un debate ideológico como nunca antes se había dado. Tanto la derecha como la izquierda discutían la caracterización de la sociedad peruana y si había necesidad de cambiar o no al país. Y se hablaba de condiciones objetivas y subjetivas. Hay dos partidos políticos que dieron el paso al frente: Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). A eso se debe, y los demás pasaron a hacer una política para llegar al Parlamento o tomar sindicatos.

Y ya con el paso de los años, ¿no cree que este paso ha sido negativo para el país?
No me parece, porque el Perú no ha resuelto sus problemas. Los problemas del Perú se han agudizado y Sendero y el MRTA son una etapa en el proceso histórico del país.

¿Usted los considera grupos terroristas?
No, porque en ese caso tendríamos que decir que (Barack) Obama es un terrorista, que ordena bombardeos en ciudades. ¿Eso no es terrorismo? Esos son términos que habría que revisar. Siempre el que vence es el santo y el que pierde el criminal.

¿Su experiencia en China cambió su perspectiva de la literatura? Tiene usted dos obras, aunque es Los eunucos inmortales la que más se centra en su paso por ese gigantesco país.
No, al contrario. He escrito en el tiempo que viví allá aunque no publiqué.

Hay una frase en esa novela que dice «la vida sin libertad no solo es fea, sino sucia». ¿Esta refleja su decepción por esa China que le tocó ver?
No. Lo que pasa que yo entré a China un año después de la muerte de Mao Tse Tung, que es cuando se inicia un proceso de restauración del capitalismo que estamos viendo ahora. Eso no quiere decir que me haya decepcionado del marxismo, sino que en ese país se vivió una vuelta al capitalismo.

¿Qué tipo de novelas nunca podría escribir?
Novelas en las que tome a un personaje equis y aplicar determinadas técnicas. Para mí la novela es búsqueda, es creación.

 

EL ESCRITOR QUE NO BUSCA LA INMORTALIDAD

El año pasado, Oswaldo Reynoso recibió muchos homenajes. El narrador cumplía 80 años de edad y se conmemoraba los 50 años de la publicación de su primer libro de relatos, Los inocentes. «Que me lo den en vida», dice la letra de una salsa y es que este narrador arequipeño no cree en la inmortalidad.

 Sus padres nacieron en Tacna en la época de la ocupación chilena y cuando vivieron en Arequipa se volvieron extranjeros en su propia tierra. ¿Esto le afectó mucho cuando usted era un niño? A don Luis Reynoso y a doña Rosa Díaz les decían «los chilenos» porque tenían incluso el acento de los sureños.
Sí, por supuesto. Pero no todos los arequipeños los marginaban, sino grupos. Cuando hubo la rebelión del 50 contra Odría mi casa fue invadida por la Policía y luego lo llevaron preso a mi padre como espía chileno. Eso lo dañó mucho y cuando él estaba para morir me dijo: «Muero sin patria».

¿Qué opinión tiene del «boom» latinoamericano?
Lo que me interesa es leer la obra si es buena o es mala, sea o no del boom.

¿Qué escritor peruano no recibió o no ha recibido la atención y respeto que merecía por la calidad de sus obras?
Yo no creo en eso. El escritor que escribe lo hace porque siente placer al escribir. Que lo reconozcan o no ya es otro problema que no tiene que ver con el auténtico escritor.

A los 80 años, diría que la edad no ha afectado en absoluto su ritmo de escritura.
No en absoluto. Estoy bien de salud ahora.

¿A qué le dedica más tiempo a la escritura o a la lectura?
A todo. Depende del humor en que amanezca. Hay veces que me paso todo el día cocinando, otras veces me paso tomando licor en cantinas. No tengo un horario fijo, no soy un oficinista de la literatura.

¿Cómo le gustaría ser recordado cuando ya no esté con nosotros?
No me interesa, porque nadie va ir a contarme cuando esté en la tumba,

¿Cuál de todos sus libros le gustaría que sea leído dentro de cien años?
Todos. Ya no será problema mío porque estaré muerto.

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Literatura

Padre e Hija Escritores Peruanos Reciben Distinciones Internacionales

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En un emotivo evento celebrado en el Hotel Crowne Plaza de Miraflores, el periodista y escritor peruano Richard Morris Riofrio fue reconocido con dos distinciones internacionales por su novela histórica de ficción, “Rosalba de Altagracia”. La Lic. Issa Arguetas tuvo el honor de entregar estos prestigiosos reconocimientos, uno otorgado por la Real Academia de Arte y Literatura, Filial de los Estados Unidos de América, y el otro por el Consejo Mundial de la Paz, en el marco de su participación en el 1er Congreso Mundial de la Paz y las Artes celebrado en Michoacán, México, en 2024.

Richard Morris, quien también es Mensajero para la Paz de la ONU, se encuentra en el proceso de lanzamiento de su nueva novela de autoficción, “La Noticia Inversa”, un proyecto que promete generar un gran impacto en la comunidad literaria. Su compromiso con la paz y la promoción del arte continúa marcando su carrera como escritor.

Por su parte, su hija, Kiara Morris Rodríguez, a sus 13 años, ya es una figura destacada en el ámbito literario. Actualmente, es embajadora cultural del Bicentenario y recibió la Distinción Internacional Infantil Líder de Paz en Ecuador, otorgada por su contribución a la paz y la cultura. Su obra “Érase una vez en Moore” ha sido adaptada al teatro, lo que subraya su talento y su capacidad para conectar con diferentes públicos a través de las artes.

Ambos escritores representan un claro ejemplo del potencial creativo peruano, mostrando que la literatura puede ser un vehículo poderoso para la paz y la cultura. Richard y Kiara se han comprometido a seguir promoviendo el arte y la literatura, con la esperanza de inspirar a las futuras generaciones.

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Literatura

Hijo de Mario Vargas Llosa afirma que su padre está bien de salud

Tras la cancelación del viaje de MVLL a Madrid para recibir un homenaje, y luego de filtrarse información que indicaba que su estado de salud se encuentra en un nivel muy delicado, su hijo Álvaro ha salido a responder que el Nobel ha tenido que reducir sus actividades debido a su avanzada edad.

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El escritor Mario Vargas Llosa no asistió a la gala de la ‘Catedra Vargas Llosa’ en San Lorenzo de El Escorial en Madrid, en la cual iba a ser homenajeado y se quedó en Lima tras cancelar su viaje. En tanto, en su representación asistió su hijo Álvaro Vargas Llosa, quien aprovechó para afirmar que su padre, se encuentra bien. A pesar que su familia desde hace algunos meses se ha resistido a comentar sobre su real estado de salud.   

«Mi padre tiene casi 89 años, está en el umbral de los 90 años, es una edad a la que uno tiene que reducir un poco la intensidad de sus actividades y él lo ha hecho», afirmó el hijo del Nobel de Literatura en un acto público.

El escritor MVLL ingresó a la Academia de la Lengua Francesa.

Álvaro, además mencionó que la familia está “muy unida” y que su madre Patricia, “está muy pendiente de su padre”, y que “probablemente estará en Perú hasta fin de año” y que no puede dar una fecha exacta para su próximo viaje.

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Literatura

Han Kang se convierte en la primera escritora surcoreana en ganar el Premio Nobel de Literatura

Escritora se impuso a autores como Can Xue, Haruki Murakami o Anne Carson, quienes se encontraban entre los más voceados.

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Contra todo pronóstico, la Academia Sueca decidió otorgarle el Premio Nobel de Literatura a la escritora surcoreana Han Kang, quien fue galardonada “por su intensa prosa poética, que saca a la luz traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, según declaró el secretario permanente de la Academia, Mats Malm.

Para los miembros del jurado, la autora ilumina la “conexión entre el cuerpo y el alma, los vivos y los muertos”, y su “estilo experimental” supone una innovación en la prosa contemporánea.

La escritora de 53 años es hija del también escritor Han Seung –won. Nació en Gwangju en 1970, pero creció en Seúl desde los once años. Estudió Literatura Coreana en la Universidad Yonsej de Seúl y se licenció en 1993. Debutó con poemas que aparecieron en la revista Literatura y Sociedad, pero se dio a conocer como prosista.

En 1994, ganó el premio literario del periódico Seoul Shinmun. Posteriormente, publicó varios volúmenes de relatos. En 1999, ganó el premio a la mejor novela coreana. En 2000, el «Premio para Jóvenes Artistas de Hoy», del ministerio de Cultura y Turismo. Y, por último, en 2005, el premio de Literatura Yi-Sang.

La reciente galardonada con el Nobel de Literatura ha trabajado como periodista para las revistas Water of the Deep SpringJournal of Publications y Spring. Su primera novela, La vegetariana (2007), fue llevada al cine en 2010 y recibió el prestigioso premio Booker Internacional en 2016. Está traducida al castellano, al igual que otra novela suya, La clase de griego. En la actualidad, Han enseña escritura creativa en el Instituto de las Artes de Seúl.

Foto: difusión.

Un galardón inesperado

Como todos los años, las especulaciones sobre los posibles galardonados no se hicieron esperar. El chino Can Xue, la canadiense Anne Carson, el escritor indio-británico Salman Rushdie y el japonés Haruki Murakami eran considerados candidatos prometedores. Algunos se consideran ya eternos favoritos y, una vez más, se han ido con las manos vacías.

Después del Nobel de la Paz, el de Literatura es el más reconocido. Los galardonados y sus editores también se benefician de ello gracias al aumento de la demanda de libros.

Según contó Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, cuando llamó a la autora para comunicarle la buena noticia, Han Kang estaba almorzando con su hijo. La escritora ha prometido acudir a Estocolmo para la ceremonia de entrega del galardón, el 10 de diciembre.

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Literatura

Jack Martínez, de mototaxista en SJL a ser catedrático de Literatura en Nueva York

Escritor peruano es en la actualidad profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Hamilton.

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Sus primeros diez años los pasó en las alturas de La Oroya (Pasco), entre recios obreros de la mina como su padre, bares de mala muerte donde no era extraño ver a uno que otro borrachín, olor a azufre y tierra recién escarbada. La madre de Jack Martínez siempre quiso una mejor vida para su menor hijo; es así que no lo pensó dos veces cuando la empresa donde laboraba su esposo le ofreció vivir en la capital.

Fue así que el pequeño Jack, ya de 11 años, y su madre llegaron al convulso y desordenado distrito de San Juan de Lurigancho (SJL).

“La primera vez que llegué nos bajamos en lo que era el último paradero de ese arenal, que hoy es la estación Santa Rosa. No recuerdo una noche tan oscura. Sin luz eléctrica, eran chozas y había que tantear con los pies para avanzar y así fue que llegamos. Al día siguiente, al despertar, lo primero que sentí fue el sol terrible sobre la arena (era verano). Fue un choque fuerte. No solo en lo material, sino también en lo cultural”, recuerda Jack.

De esta etapa rescata que pudo conocer un micropaís ahí y crecer con ellos positivamente; “había gente que venía del norte, del sur, de la selva. Gente que se veía diferente a mí y yo diferente a ellos. Crecí junto con el distrito. Recuerdo la primera vez que pusieron el agua y desagüe, fue una fiesta para todos”, relata el escritor para la agencia Andina. Hasta los 16 años, Jack fue parte de la educación estatal, y aunque su vocación y talento no afloraron de inmediato, fue la tradición oral la que lo hizo acercarse a este mundo.

Soñaba con ser periodista deportivo y Ovación era su dial favorito. La academia preuniversitaria era el paso obligado si quería estudiar Comunicación Social en la Universidad San Marcos.

Sin embargo, tuvo un extraordinario profesor que les narraba con gran habilidad diversos contenidos y que una vez delante del jovencísisimo Jack recibió su paga en efectivo.

“Dije , ¡wao! yo quiero que me paguen así… quiero ser profesor. Y comencé a leer. Así postulé a Literatura e ingresé… mis compañeros venían de distintas realidades. Fue impactante ver a compañeros que en lugar de una mochila llevaban sus libros en bolsas de plástico negras y otros que gozaban de muchas comodidades y vivían en lugares que jamás había visitado”. Fueron encuentros que la vida le planteó.

Sin tenerla fácil, en plena crisis, Jack tuvo en aquel entonces trabajar también como mototaxista para solventarse, contando con el apoyo familiar.

De ahí, el Icpna le abriría sus puertas y conocería el mundo de las exposiciones y así pasaron cinco años.

“Un amigo regresó al Perú tras estar becado y él me guió por ese camino y decidí apostar”. Dejó la zona segura, la locura de dejar todo lo establecido e irse a estudiar. “Creo que mi familia pensaba que bromeaba y no me tomaban muy en serio. Igual seguí adelante y cuando llegó el momento le dije a mi novia ´(hoy mi esposa) que me iba y si quería irse también”, recuerda.

“Después de seis años de ese primer viaje, logré invitar a mi mamá. Antes creía seguro que trabajaba en algo más y que lo de la beca era un invento para dorar la píldora, pero luego vio que todo era real”, señala con orgullo tras culminar su maestría en la Universidad de Connecticut.

Al año siguiente, obtuvo otra beca para el doctorado en Northwestern (Chicago). Durante sus años de doctorado, además de investigar y escribir la tesis, publicó su primera novela, Bajo la sombra (2014), que tuvo excelente recepción crítica. En el 2017 se gradúo como doctor y publicó su segunda novela, Sustitución. También ese año empezó como profesor en la Universidad de Hamilton, en Nueva York.

Su mejor novela. Jack es el personaje principal de su historia. Foto: Hamilton College.

En el 2024 acaba de publicar su tercera novela, Te he seguido. En la Universidad de Hamilton enseña escritura creativa, formando jóvenes escritores. También enseña literatura peruana, promoviendo nuestra rica tradición en los estudiantes estadounidenses.

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Literatura

«El jefecito del comedor», un cuento de Giovanna Gutierrez Narrea

Las calurosas vivencias de un empleado de un comedor universitario.

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Cerca de la 1:00 p.m., las colas del comedor seguían aumentando (por la puerta posterior, lateral y frontal), el sol radiante quemaba el rostro y cabeza de los comensales, los gritos bulliciosos: zampón, haz tu cola; amiga, despierta, no dejes que se metan; seguro son los de facufide; las antisonantes voces acompañadas de un megáfono y banderola en son de protesta.  

Tres de la tarde, ni un alma en los alrededores del comedor.

El jefe del comedor estaba fumando cuando tocaron la puerta.

_ Pase _ ordenó

Entró una señorita de buen porte y sonriente le dijo:

_ Buenas tardes, licenciado Abel, quisiera conversar con usted.

_ Sí, dígame

Mientras la coqueta y pícara estudiante se presentaba: me llamo Marifé, soy consejera de la Facultad de Inicial, y miembro de la comisión de almuerzos por el aniversario de mi facultad; quisiera saber qué documentos debo traer para que nuestro pedido sea atendido.

Con la mirada embobada, el jefecito del comedor, escuchaba atentamente el discurso de ese monumento de mujer que tenía en frente: blanquiñosa ella, de ojos grandes y claros, labios carnosos y sensuales, cabellera larga de color castaño, angosta cintura, caderas anchas al igual que sus pechos (todos los hombres son iguales, cuando ven carne blanca hasta podrida la consumen, y si tienen un buen derrier y busto, mejor).

Marifé, inmediatamente notó al hombre de enfrente completamente absorto con su presencia, y en un cruce de miradas hizo que el rostro del licenciado Abel se  ruborizara y dibujara un mohín con sus labios (solito se delataba).

_ Ok, señorita, entiendo. Entonces, puede usted presentar un oficio del decano dirigido a mi persona, solicitando la cantidad de almuerzos que necesitan, adjuntar la resolución de aniversario de decanato y la relación de alumnos matriculados en su facultad.

Tres días después, cerca de las 6:00 p.m., se apareció Marifé por detrás del jefe del comedor, sorprendiéndolo en el momento en que abría la puerta de su carro.

_ Hola, Abel. Perdón, perdón,  quise decir  licenciado Abel. Veo que ya se va, y justo hoy el profesor de estadística se extendió con su clase. Mañana tendré que regresar para presentar la solicitud de almuerzo.

_ No te preocupes, déjamelo y yo mañana lo veo.

_ Qué lindo, gracias. Mmmm, sería mucha molestia si me da una jaladita hasta la puerta de la universidad. Lo que pasa es que ya está oscureciendo y me da miedito bajar sola.

_ Sí, claro, sube. Por dónde vives?

_ En Huaycán, cerca a la Plaza de Armas de Huaycán, en la Av. 15 de julio, cuadra 10. Por lo general me vengo a la universidad con los colectivos y de regreso en combi, pero si tengo suerte, hoy puedo regresar en una camioneta Chevrolet (sonrió la pendeja).

El jefecito del comedor no pudo evitar los ojos brillosos, mejillas sonrojadas y el alargamiento de sus labios, al momento de sonreír.

_ ¿Te molesta si te tuteo?

_ No, total ya estamos fuera de la universidad.

_ ¿Y tú por dónde vives?

_ En Tarazona

_ Qué pena.

_ ¿Por qué?

_ Porque unos metros más y ya me tengo que bajar. Entonces, mañana te busco para recoger la copia de mi solicitud con el sello de tu oficina (despidiéndose aparentemente con un beso en la mejilla, pero se lo dio en la comisura de los labios).

Al día siguiente, 4:30 p.m., Marifé se acercó al container que fungía como oficina del jefe del comedor, llevando Caramandungas para tomar lonche, pues días anteriores la ofrecida esta se había percatado de la cafetera y hervidora que descansaban en una mesita, ubicada fijamente en una de las esquinas del vagón.

Abel la miró y sonrió, se sacó los lentes y se restregó los ojos. Luego cortó un pedazo de papel higiénico y limpió las lunas con esmero (mientras pensaba qué decir). Los trabajadores se iban retirando con un hasta mañana jefe, todo limpio jefe, todo cerrado jefe, que descanse jefe, cuidado jefe.

_ Gracias por las rosquitas Marifé, pero ya me tengo que ir. Te prometo que mañana temprano me los como en el desayuno.

Aquí puedes continuar leyendo el cuento completo.

https://cuentroversia.blogspot.com/2024/08/el-jefecito-del-comedor-cerca-de-la-100.html

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Literatura

Presentación de libro Gaza ante la historia, de Enzo Traverso

Conoce una de las novedades de la Feria Internacional del Libro de Lima.

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En el marco de la 28° Feria Internacional del Libro de Lima (FIL), gracias a la librería Contragolpe, se llevará a cabo la presentación del libro Gaza ante la historia, del reconocido historiador Enzo Traverso. El evento se realizará el lunes 29 de julio, en el auditorio José María Arguedas, a las 3 p.m. La presentación del libro estará a cargo del politólogo Alberto Adrianzén y la artista Daniela Ortiz.

¿Es la destrucción de Gaza una consecuencia del ataque del 7 de octubre o el epílogo de un largo proceso de opresión y erradicación? ¿Tienen los palestinos derecho a resistirse a la ocupación? ¿Hablar de genocidio es antisemitismo? En Gaza ante la historia, Enzo Traverso, uno de los historiadores más autorizados de nuestro tiempo, va a la raíz del conflicto israelopalestino poniendo en cuestión la historia del conflicto y ofrece una interpretación crítica que da la vuelta a la perspectiva unilateral desde la que nos hemos acostumbrado a observar lo que ocurre en Gaza.

Se suele describir a Israel como una isla democrática en medio de un océano oscurantista y a Hamás como un ejército de bestias sedientas de sangre. La historia parece remontarse al siglo XIX, cuando Occidente perpetró genocidios coloniales en nombre de su misión civilizadora. Sus supuestos esenciales siguen siendo los mismos: civilización frente a barbarie, progreso frente a atraso. Junto a las declaraciones rituales sobre el derecho de Israel a defenderse, nadie menciona nunca el derecho de los palestinos a resistir una agresión que dura desde hace décadas. Pero si en nombre de la lucha contra el antisemitismo permitimos que se desate una guerra genocida serán nuestras propias orientaciones morales y políticas las que se vean empañadas, serán los supuestos de nuestra conciencia moral los que se verán socavados: la distinción entre el bien y el mal, el opresor y el oprimido, los perpetradores y las víctimas.

Fecha: lunes 29 de julio

Hora: 3 pm

Lugar: auditorio José María Arguedas de la FIL (Parque Próceres de la Independencia, Jesús María, alt. cd. 16 de av. Salaverry)

Presentan:

– Alberto Adrianzén

– Daniela Ortiz

Organiza: librería Contragolpe  

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Literatura

«Por Facebook», un cuento de Giovanna Gutierrez Narrea

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Por Giovanna Gutierrez Narrea

Te miro por el face y vienen a mí los años de esplendor al lado tuyo. Una relación amorosa de tres años: compartiendo anécdotas, viajando juntos, experimentando emociones, conociendo un poco de ingeniería mecánica y tú aprendiendo un poco más sobre el sistema de la lengua (tú en la UNI y yo en la UNE-Cantuta). Dé repente, tu ausencia se empezó a justificar porque tenías que estudiar para tus prácticas calificadas, luego los trabajos de grupo y, finalmente, tus exámenes parciales y finales. Un par de meses después me dijiste haber conocido a una chica (rubia superficial, por cierto, tez blanca, delgada, caderona y bien tarrajeada; la típica mujer por la que el 99.9 % de hombres pierden la cabeza). Enamoramiento que te duró menos de un año, puesto que tu nueva conquista terminó yéndose con un hombre, muchos años mayor que tú; interesante cargo en la política de la universidad y de atractiva billetera. Supongo que mi poco atrevimiento sexual y la falta de coquetería fueron en gran parte, también, las causas del enfriamiento sentimental, razones por las que terminaste conmigo.

Anoche vi a Javier -me contó Mary-. Pensé que eras tú la que estaba con mi primo (estos chicos no cambian, terminan y luego regresan -me dije-…). Yo estaba comprando salchipapas en la esquina de mi casa, cuando pasaron por detrás mío, y mi primo ni cuenta se dio, y al voltear miré a la chica, quien tenía tu misma estatura, el cabello negro y lacio como lo tienes tú, y de perfil muy parecido a ti (pudiendo tener una original, se buscó una copia), pero por la oscuridad no la pude ver con exactitud. Sin embargo,  esa relación no le duró mucho tiempo, porque luego lo vi salir con su actual pareja, un poco feíta la nueva prima, pero es odontóloga. Ni modo amiga, será mi primo pero que se joda… Mejor estabas tú.

Aquí el cuento completo: https://cuentroversia.blogspot.com/2024/06/por-facebook-te-miro-por-el-face-y.html

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Literatura

Invitación a comer un chaufa: el nuevo libro de Julio Barco

Lee la columna de Nicolas López-Pérez

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Por Nicolas López-Pérez

A la industria editorial en crisis: lo primero es tomar por sorpresa a la hegemonía con un ramo de dientes de león. Luego, al ver los rostros entre la confusión y el estupor, soplar con dulce violencia cada una de las partículas que componen la flor. Esa es la fuerza literaria de Julio Barco (1991), señoras y señores. El poeta de El Agustino que viste y calza. No me detendré en la identidad de qué género o de qué tipo es el último libro publicado. Lo cierto es que Chaufa es un homenaje a la opacidad de la palabra y el lenguaje. En sus páginas se narra, se ensaya, se canta, se baila y se come. Como si la literatura peruana y su estado actual fuese el tema de un banquete digno de Platón, una reunión que armoniza reflexión y sentimiento.

A ustedes, señoras y señores de la industria editorial, huelga deciros que este libro es una incisión en las maneras de leer el insalvable abismo entre lo popular y lo culto; entre la periferia y el centro; entre el margen y el cuadro. Al mismo tiempo, su prosa nos muestra a un escritor audaz y resiliente ante el histórico vapuleo contra quien no tiene santos en la corte. Un escritor que se desenreda, como si fuera un ovillo de lana, para golpear la mesa y declarar una nueva profesión de fe literaria. Tal vez, señoras y señores de la industria editorial en crisis, la literatura que os presentáis es, a grandes rasgos, ominosamente homogénea y continúa a mostrarnos un Perú desconectado de sus bases. Puede que esta afirmación categórica se malinterprete, pero ante un mar de literatura pituca y aspiracional en que la finalidad es conmover o divertir con historias más o menos fascinantes, escribir desde las entrañas de nuestras ciudades es un ejercicio de resistencia y estrategia. Chaufa articula la palabra como un antídoto contra la apatía que vuestra literatura vierte sobre la clase trabajadora peruana.

En un hadiz islámico se lee que el estómago es el centro de todas las enfermedades. Desde ahí, una ética del cuidado de lo que se come. En el Perú, no obstante, todavía se habla de hambre; todavía hay poblaciones enteras donde escasea la comida y no solo por el aumento en el costo de la vida ni por la falta de empleos, sino por el individualismo y, además, la insuficiencia de las políticas públicas para llegar a cada rincón de una escandalosa, pero preciosa geografía. Recuerdo un dossier de 2018, publicado en Unidiversidad, una revista de pensamiento y cultura de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y titulado “Perú: los poemas del hambre”. Paolo de Lima, el compilador, enfatiza el hambre como tópico en los versos de un considerable número de autores. Y esos poemas y poetas no son los primeros que orbitan en torno a la comida, también obras como “Primicias de cocina peruana” (2005) de Rodolfo Hinostroza, “Comer en los mercados peruanos” (2019) de Mirko Lauer o incluso “Tratado de la yerbaluisa” (2012) de Enrique Verástegui son ejemplos del vínculo entre literatura y comida. El estómago se conecta con el corazón y el cerebro, ¿y ustedes señoras y señores de la industria editorial qué hacen al respecto con las problemáticas sociales de las mayorías? Una paradoja: Perú, potencia gastronómica a nivel mundial e incapaz de erradicar el hambre en su territorio.

Barco nos encuentra en el Chifa, aunque puede que otros platos que nos acomunan sean el ceviche o la salchipapa. Lo encomiable está en el imaginario popular que este escritor construye: precisamente, en ese punto en que todos los archivos se tocan y donde no originan una identidad que confronta los ánimos, sino una capaz de generar una potencia solidaria donde el Perú se construye con tradiciones, afectos y palabras. Barco apuesta, en definitiva, por un manifiesto que conjura un sentimiento social, bullendo desde un problema inmanente y trascendente: el sentido de seguir luchando juntos por un mejor Perú. A ustedes, señoras y señores de la industria editorial, ¿cuántos libros tenéis que ingeniosamente pueden remecer a los sectores más populares? Una fuerte resistencia contra la literatura pequeño-burguesa, tanto como guiones que tienen éxito en Netflix y Hollywood. Barco escribe como se prepara un chaufa. Auguro que su lectura tendrá sabor a la simpleza y santidad de ese plato. Girados y apreciad la maestría del verbo. Chaufa es imperdible en este 2024 de las letras peruanas. Imperdible.

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