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NO SER MÁS

“Cada día nos despertamos ligeramente transformados. Y la persona que fuimos ayer ha muerto. ¿Por qué entonces decimos ‘ten miedo a la muerte’, cuando la muerte viene por nosotros todo el tiempo?”
-John Updike
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Siempre he tenido curiosidad respecto a la muerte. Al decir muerte me refiero al fin de la vida en la única forma en que la conocemos; el momento en que la maquinaria de carne y sangre se apaga y nos convertimos en un cenotafio de nuestra humanidad.
Me intriga aquello que se extingue tras el inmediato cese de nuestras funciones vitales –Alma, ánima, psique -, esa energía que se libera tras el largo y devastador sonido en el monitor cardiaco y que deja el cuerpo inerte, helado y distante de quien alguna vez fuera un pariente, un amigo, una esposa; de alguien que sonrió con nosotros, comió con nosotros y conversó con nosotros y que de pronto ya no es más que una manifestación de nuestra memoria. No es que le busque una explicación al fin de nuestra existencia, a la muerte no la cuestiono, tampoco le temo, pero me consterna por lo que es capaz de hacer, por lo que causa, por lo que le deja a los que seguimos vivos, cargando el dolor a cuestas, intentando olvidarnos de ella a pesar de que la cargamos día a día, y aguarda por nosotros a cada momento.
No hace mucho la tuve cerca, respirándome a la cara desde su invisible pero tan tangible fortaleza. Terminé conectado a un monitor cardíaco tras una terrible infección respiratoria que me obligó a mezclar todo tipo de pastillas e inyecciones que, de forma irreverente, mezclé luego con licor. La mañana del supuesto último día de mi vida desperté con una opresión dolorosa en el pecho que me hizo caminar, trastabillando, hasta la zona de emergencias de un policlínico en el cual una amable recepcionista detuvo a los demás enfermos para pedir que me atendieran de inmediato. Todas mis preguntas eran silenciadas por dos enfermeras que casi chocaban entre ellas tratando de salvar mi vida. Al ver el desfibrilador y el monitor cardíaco abriéndose paso en el estrecho lugar donde era atendido, comprendí que estaba en un terrible aprieto.
Estaba solo, tendido sobre esa cama, lejos de la gente que amaba, distante de haber cumplido los pequeños objetivos que había planteado para mi vida, con un libro de cuentos sin pena y sin gloria, distante de todas las novelas y crónicas que había pensado escribir. “Así que esto es todo”, pensé, mientras mis ojos recorrían el techo del lugar y el dolor parecía romper mi esternón y recordé el poema fúnebre del emperador Adriano, “Animula, vagula blandula / hospes comesques corpori…” (Pequeña alma, blanda y errante, huésped y compañera de mi cuerpo…), que leí en un libro de Youcenar. No soy creyente, así que no hice plegarias. Solo traté de evocar algunos momentos, que de pronto se vieron tan nítidos en mi memoria. Un enfermero sacó el teléfono celular de mi bolsillo y me pidió que le diera el nombre de alguien cercano. Ese día no morí, pero la dura experiencia lejos de asustarme me llenó de optimismo. Me sentí firme en mis convicciones: no me quebré ni le imploré piedad a ningún dios, confirmé quienes eran las personas que amaba porque pensé en ellas antes que en nadie más y, sobre todo, manejé con temple la proximidad de mi fin.
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Tenía seis años cuando falleció mi abuela. Mi madre me había enseñado a decirle “mamita”, una palabra que nunca era pronunciada sin la carga de ternura correcta y que yo asociaba mucho a su presencia física. El rosto de mi abuela era triste, y su cuerpo adelgazaba día tras día. Mi madre me llevaba a visitarla en las tardes, mientras ella se juntaba con sus hermanas para ver la novela y preparar el lonche en la casa donde toda la familia vivía junta. Yo entraba a la pequeña habitación del primer piso y mi abuela, echada en la cama, me extendía sus manos delgadas y reclinaba las piernas cobijadas bajo una manta para que yo pudiera jugar con mis carritos y hacerlos cruzar una ficticia montaña hecha de tela. A veces conversaba conmigo, pero no puedo recordar su voz ni sus palabras, solo su figura delgada y su mirada lánguida. Una tarde se la llevaron al hospital.
Mi madre me hacía llegar sus saludos y yo le mandaba a decir que la extrañaba y que esperaba que pronto estuviera en casa para seguir jugando. El día que falleció, yo me alistaba para la academia de natación y mi madre preparaba el desayuno. No teníamos teléfono en casa y el vecino de al lado, que si lo tenía y que nos lo había ofrecido para cualquier emergencia, le dijo a mi madre que la llamaban del hospital. Mamá dejó el estofado hirviendo y fue a atender la llamada. Segundos después la escuché gritar y salí a buscarla. La puerta de la casa vecina se abrió de par en par y la encontré de rodillas, con las manos juntas, llorando desconsolada y mirando al techo con el rostro descompuesto por la pena. El sol de febrero iluminaba todo en rededor, pero mi madre estaba ahí, llorando, en la oscuridad, como un animal herido en su cueva. Mi abuela no regresó nunca más a casa y no volví a jugar con ella. Pensé que quizá algún día mi madre también se iría y no regresaría nunca. Desde entonces intenté estar siempre cerca de ella.
Mi abuelo, en cambio, pidió que lo libraran del tumulto de enfermeras y malas comidas, y decidió morir en casa, doce años después de la partida de mi abuela. Era un tipo gruñón y licencioso, que vivía atormentado por los titulares de los periódicos chicha donde anunciaban el fin del mundo o una guerra nuclear. Tenía miedo, pero como muchos hombres hechos de la nada y sobrevivientes a duras penas, solía mostrarse duro. Muchas veces su miedo evidenciaba un peso terrible en su conciencia, que él solo tendría que ver cómo reparar o cargárselo a la tumba. Conmigo, sin embargo, hacía muestra de una paciencia y dedicación absoluta. Solíamos pasar las tardes cazando pichones con la carabina, o pegando figuritas en mis álbumes de ciencias e historia natural, los únicos que mi madre me dejaba coleccionar vaya uno a saber sus razones.
Cuando cumplí once años me enseñó los primeros acordes de guitarra, que a decir verdad eran los únicos que sabía (sin que ello le impidiera tocar tantas canciones sin desentonar) y, luego de que ingresé a la universidad, me dicto cátedra de “callao” (juego de dados) y a hacer seco y volteado en demasía. Fue esto último lo que complicó su salud y lo enfermó sin remedio. La gran vida no es eterna, y mi abuelo tuvo que internarse en el hospital mientras sus hijos escuchaban la sentencia. La última vez que lo vi con vida estaba echado en su cama, soportando el dolor del cáncer en su estómago con el estoicismo de un héroe mitológico. Me hablaba de la música de Pinglo y del fin del mundo que tanto había temido y que nunca llegaría a ver. La mañana siguiente uno de mis tíos nos dio la noticia. Fuimos con mi madre a su casa y cuando entramos a su habitación había un aire denso. El cuerpo de mi abuelo yacía echado, con una expresión de dolor en el rostro, la cabeza tirada hacía atrás rebasando la almohada, las manos engarrotadas por el inicio del rigor mortis. Vestía un bivirí, un short marrón y medias negras.
Mi madre pidió algodón y ropa. Miré su cuerpo desde la distancia. No encontraba en ese abandono de carne amoratada nada que me recordara a mi abuelo, solo tenía en frente un recipiente vacío. Mi abuelo no estaba ahí, no estaba ya en ningún sitio, salvo en mi memoria. Ya había visto cadáveres antes, pero era la primera vez que tenía frente a mí la envoltura carnal de alguien que había tenido un significado importante en mi vida. Un vacío se imponía entre ese cuerpo y el recuerdo del hombre que, con mala puntería, intentaba sin cansancio derribar un pichón y que con mucho esmero cogía la goma líquida con un palo de fósforo para pegarla sobre mi álbum. Ese vacío era la muerte.
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Mi madre murió tres días después de ingresar al hospital. No hacía mucho que había cumplido sesenta años, y había caído en un estado de depresión insostenible. Recuerdo cada minuto desde la mañana del día miércoles en que recibí la noticia en la oficina, hasta el instante en que echaron el último poco de tierra sobre su tumba y lloraba abrazado junto a mi hermano y a mi padre. Fue en el año de la muerte de mi abuelo cuando me enteré que mi madre padecía de la misma enfermedad que había destrozado a mi “mamita”. Fue también el año en el que le dijeron que sus riñones habían dejado de funcionar y que tenían que hacerle diálisis tres veces por semana.
Una amiga me dijo que el tiempo estimado de vida para los diabéticos con insuficiencia renal era de diez años, pero nunca conversamos de eso en casa. Mi madre había sido una mujer alegre, entusiasta, carismática, y una fiera cuando se trataba de cuidarme y de cuidar a mi hermano, pero tras el diagnóstico, año tras año, la vi demacrarse, enflaquecer, perderse lentamente en los miedos de una enfermedad desbordada que empezaba a empequeñecerla en cuerpo y mente hasta convertirla en un ratoncito asustado mirando los recovecos de cuarto del hospital, donde a menudo solíamos llevarla. Año tras año marqué una línea en mi corazón llevando la cuenta del tiempo que le restaba de vida, como el testigo de la pena de muerte que mira el reloj aguardando por clemencia.
Once años después de la muerte de mi abuelo entré en una habitación del hospital Rebagliati para ver el cuerpo de mi madre. Entre las imágenes que grabaron junto con el dolor está la del viento agitando las cortinas cerradas de par en par y el sol filtrándose entre ellas, iluminando por ratos el cuerpo de mi madre, cubierto por una manta blanca. Encontré a mi padre sentado al pie de la cama, en silencio. Fue la primera vez que estuve cerca, muy cerca de un cuerpo inerte. Sentí la piel fría, toqué sus yagas ya cicatrizadas, que tanto le habían dolido en vida y palpé el vacío que dejaba la ausencia de una de sus piernas bajo la sábana, la cual habían tenido que amputarle años atrás debido a una gangrena. El hospital era de pronto más frío que de costumbre, y todo resultaba distante. Un enfermero llegó al mediodía y movió con tosquedad el cuerpo de mi madre para llevarlo a la morgue, con el desdén rutinario de un tipo cansado de recoger lo que deja la muerte tras de sí. Empujé al tipo y le dije que yo me haría cargo El chirrido de la camilla que yo empujaba hacía eco por el pasadizo del piso once. Bajé por el ascensor hasta el sótano y en cada piso me topé con personas que desistieron de subir al ver el cadáver y optaron tan solo por santiguarse.
Luego todo pasó tan rápido: la capilla ardiente, las flores, el licor para adormecer la pena y mantener el desconcierto, el restallido del vidrio que cubría su ataúd mientras la velábamos de noche, la negativa de los vidrieros al día siguiente, para reparar el ataúd por respeto a la difunta, los abrazos inacabables y las palabras que parecían ser una sola asegurándome que contaba ya con un angelito en el cielo, así, en diminutivo, y luego los días de borrachera y descontrol, de hartazgo y descontrol, de rabia y descontrol. Hicimos tanto por tenerla cerca y la muerte sopló sobre mi madre como si de un castillo de naipes se tratara. Su cuerpo, sin embargo, a pesar de lucirme vacío, me reconfortaba. Su rostro, ligeramente hinchado, lucía calmo, como si estuviera durmiendo. Mirar su cadáver era como mirar una vieja fotografía sin tiempo ni lugar. Pronto se cumplirán seis años de su partida, y ya debo esforzarme para no olvidar su voz.
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Después de hacerme dos electrocardiogramas, el médico que me atendió me dio una severa reprimenda, también algunos consejos que solo he sabido aplicar a medias. Cuida tu corazón, me dijo, la próxima no lo cuentas. Y de repente imaginé lo que sería mi cuerpo inerte en medio de la desolación de unos cuantos enterados de que ya no estoy ahí, de que ya no soy yo, y mi yo, sabrá la ciencia, ha partido lejos o se ha desintegrado, o se ha unido a una fuente de energía mucho más vasta y caótica que la que nuestras limitadas mentes pueden imaginar. ¿Dónde yacerá la envoltura de mi naturaleza antes de quedar a tres metros bajo tierra? ¿Habrá un crucifijo y una capilla ardiente a pesar de mi férreo ateísmo? No imagino más nada. No gasto fuerza en vislumbrar un mundo tan oscuro como la sombra que la muerte traza al llevarse nuestra esencia.
Es natural que nos aferremos al cuerpo, a pesar de que, una vez muertos, el cuerpo ya no nos dice nada en absoluto y es la memoria la que debe hacer su trabajo, la que debe impedir la extinción de aquellos que tanto nos significaron en vida. No he podido, sin embargo, acostumbrarme a la idea de que una lápida reemplace la mejilla que alguna vez besé o la mano que alguna vez tomé, ni a sembrar flores temporales en un espacio donde reposan restos tan similares a muchos otros. Sin embargo sé que es la experiencia consciente de la muerte la que ha cambiado mi forma de ver las cosas y dejó atrás la inocencia con la que veía al mundo. Me alejó de la omnipotencia de la niñez, de la inmortalidad de la juventud. La experiencia del cuerpo vacío y de la ausencia me hizo pensar en la fragilidad de la existencia, en lo efímero del momento, pero sobre todo en la importancia del tiempo presente, de lo real, lo tangible, lo que verdaderamente me pertenece. Cada segundo goza de una belleza plena, cada respiro se me hace tan importante y el futuro no es más una obsesión sino un mero referente de mis acciones presentes.
Es cierto que la muerte trae consigo la tristeza inmediata, la pena profunda, la melancolía que se asienta con el tiempo. Pero son sentimientos necesarios para la introspección y el autoconocimiento, que es la única forma en la que creo que puedo llegar a existir a plenitud, continuar mi vida y aferrarme a ella con la certeza de que siempre se perderá lo que se quiere, pues esa es la regla de este mundo, hasta que finalmente me toque dejar el mismo vacío y encontrar algunas respuestas. La muerte es lo opuesto a todo, decía Susan Sontag. Tal vez la muerte sea en sí misma una respuesta.
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Minedu separa a más de 1000 docentes y administrativos por violación, terrorismo y otros delitos
Medida forma parte de la estrategia Escuelas Seguras, impulsada por el Gobierno para garantizar entornos escolares libres de violencia.

En el marco de las acciones orientadas a garantizar espacios seguros para los estudiantes, el Ministerio de Educación (Minedu) separó, entre el 1 de abril de 2024 y el 19 de junio de 2025, a 1031 personas (889 docentes y 142 trabajadores administrativos) que tienen condenas o procesos en curso por delitos como violación a la libertad sexual, terrorismo, homicidio, feminicidio, parricidio, entre otros. Estas personas ejercían funciones en 897 instituciones educativas públicas y 134 privadas en todo el país.
Del total, 163 personas con sentencia firme del Poder Judicial fueron separadas definitivamente del sistema educativo. Asimismo, 868 personas con procesos judiciales vigentes fueron separadas de manera preventiva, conforme a la normativa vigente.
El delito con mayor número de implicados corresponde a violación a la libertad sexual, con 868 personas (755 docentes y 113 administrativos). Le siguen los delitos de terrorismo y apología del terrorismo, con 80 personas (67 docentes y 13 administrativos), y el tráfico ilícito de drogas, con 22 personas (18 docentes y 4 administrativos).
“El Minedu trabaja de manera permanente para identificar y retirar del sistema educativo a quienes representen un riesgo para nuestros estudiantes. Nuestro compromiso es claro: las escuelas deben ser espacios seguros y protegidos”, afirmó el ministro de Educación, Morgan Quero.

La estrategia Escuelas Seguras es una prioridad del Gobierno de la presidenta de la república, Dina Boluarte, para garantizar aulas libres de violencia y asegurar la integridad de nuestros niños, niñas y jóvenes. Por ello, desde el primero de enero a la fecha se ha separado a más de 1819 docentes y personal administrativo con sentencia firme o procesos judiciales abiertos por delitos graves, como violencia sexual, homicidio y terrorismo, consolidando así una política firme y sostenida de protección a los estudiantes.
Adicionalmente, el Minedu mantiene bloqueados en el Sistema de Administración de Plazas a más de 2000 docentes denunciados por presuntas faltas muy graves, como violación sexual y terrorismo. Esta medida impide su contratación o nombramiento en instituciones educativas del país, como parte del compromiso del sector con la seguridad e integridad de los escolares.
Estas acciones se desarrollan en cumplimiento de la Ley 29988, que establece medidas extraordinarias para separar del servicio a personal docente y administrativo implicado en delitos de terrorismo, violación sexual y tráfico ilícito de drogas en instituciones educativas públicas y privadas.
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Guerra entre hermanos: Arturo y Carlos Álvarez se lanzan ‘puyazos’ por su progenitor
Arturo no le perdonaría que su hermano haya difundido un informe psiquiátrico sin su autorización, acusándolo de ser un “trome” para la imitación: “Es hora de quitarle la careta”.

Álvarez contra Álvarez. En pantallas todo es risa y espectáculo, pero apagadas las luces los hermanos Arturo (54) y Carlos Álvarez (61) no pueden verse frente a frente por unas recientes declaraciones del candidato a la presidencia de la República, quien dejó muy mal parado al progenitor de ambos, calificándolo como un “lastre” y resaltando sus problemas con el alcoholismo durante toda su vida.
Ante ello, Arturo, comediante e imitador al igual que su hermano, salió en defensa de su padre fallecido, acusando a su hermano que en realidad todos los actos que viene realizando, supuestamente benéficos, tienen un trasfondo calculador, dirigidos para mejorar su imagen en campaña. “Mi hermano ayuda mucho a los niños, no sé si para tener réditos o lo hace de corazón”, indicó.
Mientras que Arturo ha decidido mantenerse en el mundo del espectáculo y la comedia, su hermano Carlos durante los últimos meses viene probando suerte en la política, anunciando su candidatura presidencial. Al respecto, Arturo viene mostrando su desacuerdo con la idea de que la gente vote por su hermano solo porque es un gran artista, sin considerar su esfera privada, la misma que viene siendo revelada por su propio pariente.
“Muchos lamentablemente votan porque como es un gran artista debe ser presidente, entonces disculpa, yo tengo amigas, entonces mi amiga la Pánfila va a ser ministra”, expresó Arturo con ironía.

La situación ha pasado de ser un mero conflicto familiar a una disputa judicial cuando se supo que Carlos le habría entregado un informe psiquiátrico de su hermano a un programa de farándula, con la intención de desacreditarlo.
“Es un golpe bajo y un delito que mi abogado va a tomar cartas en el asunto. Me duele porque lo hace gente de su campaña. Pero si él está jefaturando esto, él debe dar el visto bueno a eso (…) No es malo. Creo que estamos en una sociedad enferma. Lo malo sería no acudir estando mal”, indicó.
“Más que en contra mía, está en contra de todo lo que le impida llegar al poder. Carlos es un trome en la imitación, entonces mucho ojo, oiga con lo que voy a decir. Es muy trome, pero es hora de quitarle la careta”, advirtió Arturo sobre su propio hermano, deslizando la idea de que efectivamente todo se trataría de una enorme puesta en escena para ganarse el apoyo de los ciudadanos en su postulación.
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Perú al borde del abismo: solo un milagro la mantiene con vida rumbo al Mundial 2026
La blanquirroja en la cuerda floja.

La selección peruana atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente en las Eliminatorias Sudamericanas. Con los resultados de la fecha 16 ya definidos y el empate sin goles ante Ecuador en el Estadio Nacional de Lima el pasado 10 de junio, la Bicolor se encuentra en una situación desesperante que requiere de un verdadero milagro para mantener vivas sus aspiraciones mundialistas. Al 13 de junio de 2025, Perú ocupa la novena posición de la tabla con apenas 12 puntos, producto de dos victorias, seis empates y ocho derrotas en 16 partidos disputados. La diferencia de gol de -11 refleja las dificultades ofensivas que han caracterizado el proceso dirigido por Óscar Ibáñez.
El nuevo panorama sudamericano
El panorama actual de las Eliminatorias Sudamericanas presenta un escenario donde solo Argentina ha asegurado matemáticamente su clasificación al Mundial 2026, liderando la tabla con 35 puntos y una diferencia de gol de +19. Detrás del combinado albiceleste, Ecuador y Brasil están bien posicionados en la tabla, pero aún no han asegurado matemáticamente su pase al mundial tras el empate conseguido en Lima, sumando 25 puntos que los mantienen en los primeros lugares. La nueva realidad del Mundial de 48 equipos ha ampliado las posibilidades para Sudamérica, que ahora cuenta con seis cupos directos más uno adicional para el repechaje intercontinental, una ventaja que paradójicamente no ha beneficiado a Perú debido a su pobre rendimiento.
Paraguay ocupa la quinta posición con 24 puntos, mientras que Uruguay se ubica cuarto con la misma puntuación pero mejor diferencia de gol. Colombia, que empató 1-1 con Argentina en la misma fecha, mantiene 22 puntos en el sexto lugar, cerrando momentáneamente la zona de clasificación directa. Venezuela, con 18 puntos en la séptima posición, controla actualmente el cupo del repechaje, seguida por Bolivia con 17 puntos. La eliminación matemática ya tocó la puerta de Chile, que suma apenas 10 puntos tras su derrota 2-0 ante Bolivia en El Alto, convirtiéndose en el primer país sudamericano prácticamente fuera de la carrera mundialista.
Las casas de apuestas internacionales han ajustado dramáticamente las cuotas relacionadas con las posibilidades peruanas de clasificación, reflejando el pesimismo generalizado tras los últimos resultados. Las probabilidades de clasificación directa de Perú han caído por debajo del 5%, mientras que las opciones de alcanzar el repechaje oscilan entre 15% y 20% según diferentes operadores. Betano, una de las plataformas más populares entre los aficionados peruanos, ha lanzado promociones especiales para atraer nuevos usuarios durante esta fase decisiva de las eliminatorias, ofreciendo bonos de bienvenida atractivos para quienes se registren durante junio. Los interesados pueden acceder a estas ofertas revisando el código promocional Betano términos y condiciones, donde se detallan los requisitos y beneficios disponibles para apostadores primerizos. Estas estimaciones reflejan tanto el rendimiento reciente del equipo como las proyecciones de los modelos estadísticos utilizados por las casas de apuestas.
La ecuación matemática casi imposible
La matemática cruel muestra que Perú necesita una combinación casi perfecta de resultados para mantener vivas sus esperanzas. Con solo dos fechas restantes en las eliminatorias, la selección nacional debe ganar sus dos partidos restantes (ante Uruguay de visita y Paraguay de local). Sin embargo, estos resultados por sí solos no garantizan nada, ya que Venezuela debe tropezar significativamente en sus compromisos pendientes para que Perú pueda desplazarla del séptimo puesto que otorga el repechaje.
El equipo dirigido por Ibáñez ha mostrado cierta solidez defensiva en condición de local, manteniendo la portería en cero en tres de sus últimos cinco partidos en Lima. Pedro Gallese continúa siendo una figura confiable bajo los tres palos, liderando las estadísticas de pases completados entre los arqueros de la competición con 34 intentos exitosos en la última jornada. La dupla defensiva central formada por Carlos Zambrano y Renzo Garcés ha demostrado experiencia y carácter, aunque la falta de gol sigue siendo el talón de Aquiles de un equipo que promedió menos de un tanto por partido durante todo el proceso eliminatorio.
Venezuela, el principal rival directo de Perú en la lucha por el repechaje, afronta sus partidos restantes con la ventaja psicológica de manejar su destino. La Vinotinto recibe a Paraguay y visita a Colombia en sus dos compromisos finales, encuentros donde un triunfo y un empate le garantizarían mantener su posición privilegiada. Bolivia, aunque matemáticamente viva, enfrenta un calendario complejo que incluye visitas a Brasil y Argentina, lo que reduce considerablemente sus opciones reales de alcanzar los 20-21 puntos que históricamente han sido suficientes para el séptimo lugar.
La historia no acompaña a la Bicolor
El factor histórico tampoco favorece a Perú en esta recta final. La selección nacional no logra vencer a Uruguay en Montevideo desde 1999, mientras que Paraguay siempre se ha mostrado como un rival incómodo en Lima. Ecuador, que ya tiene su clasificación prácticamente asegurada, podría presentar un equipo alternativo en la última fecha, aunque tradicionalmente los equipos sudamericanos mantienen la competitividad hasta el final de las eliminatorias por respeto al torneo y a sus propios procesos formativos.
Un futuro incierto
La realidad indica que las posibilidades peruanas de clasificar al Mundial 2026 son mínimas, requiriendo una conjunción de resultados favorable que bordea lo imposible. La eliminación matemática podría confirmarse incluso antes de la próxima fecha si Venezuela suma puntos ante Paraguay. Para una selección que alcanzó el repechaje en dos procesos consecutivos bajo la conducción de Ricardo Gareca, la actual situación representa un retroceso doloroso que obliga a una reflexión profunda sobre el futuro del fútbol peruano y la urgente necesidad de renovación generacional que permita recuperar el nivel competitivo perdido en los últimos años.
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Estudiantes de la UNFV toman desde anoche la sede principal [VIDEO]
Universitarios denuncian que muchos de ellos hasta la fecha no aparecer registrados como matriculados, y exigen una mayor celeridad de parte de la administración de esa casa de estudios para regularizar sus matrículas.

Casa tomada. Ya estamos a mitad de año, pero increíblemente decenas de estudiantes de la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) se encuentran en una condición sui géneris. Van a clases, rinden exámenes, ingresan a sus facultades con sus libros y anotaciones, pero en papeles ¡no son estudiantes de esa casa de estudios!
A pesar de que las clases en la sede de la UNFV, ubicada en la avenida Nicolás de Piérola, iniciaron en el mes de abril, increíblemente los universitarios no cuentan con una matrícula formal y es que, según cuentan los manifestantes, el área administrativa de esa universidad no los tiene registrados. Ellos, explican, que esto le trae una serie de inconvenientes como el acceso al comedor universitario o el beneficio del medio pasaje en el transporte público que le otorga su carné universitario.
“Estamos a mitad de año, ya pasaron los exámenes parciales y aún no se ha abierto la matrícula para estudiantes de segundo a quinto año en la Facultad de Humanidades. Sin matrícula, nuestros esfuerzos no serán reconocidos, perderemos el acceso a servicios y corremos el riesgo de perder el año académico”, expresó uno de los dirigentes estudiantiles a través de un megáfono durante la protesta.
Pero eso no es todo. Los manifestantes sostienen que ese problema también se da en la facultad de Ciencias, donde se estarían perjudicando alrededor de 300 estudiantes de esa universidad nacional.
Los estudiantes indicaron que tras varias semanas de marchas pacíficas y reclamos decidieron tomar una medida más drástica para exigir una mayor celeridad en la regularización de sus matrículas. Indicaron que esperan en la brevedad un pronunciamiento de la rectora Cristina Alzamora, caso contrario continuarán de manera indefinida con la toma de esa sede.
Además, mostraron preocupación por las próximas elecciones estudiantiles, ya que no existe un padrón claro de alumnos habilitados para participar. “Se vienen las elecciones a cogobierno y no se sabe quiénes son oficialmente los estudiantes. Ya hicimos más de tres plantones, pero las autoridades no nos dan solución, por eso tomamos la sede central”, indicaron.
Por su parte, la UNFV anunció a través de su página oficial en Facebook que las clases se desarrollarán de manera remota hasta el domingo 22 de junio, como medida temporal para evitar mayores inconvenientes en las actividades académicas y administrativas mientras se resuelve el conflicto.
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En menos de tres meses, mueren profesor y estudiante tras caídas en la UTEC de Barranco [VIDEO]
La UTEC asegura activar protocolos de seguridad, pero en poco más de dos meses hay dos fallecidos. Mientras tanto, la universidad guarda silencio, limita la información pública y alega que los casos aún están en investigación.

Un nuevo incidente enluta a la comunidad de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). Un estudiante falleció este miércoles 19 de junio tras caer desde un piso alto dentro del campus ubicado en el jirón Medrano Silva, en el distrito de Barranco. La noticia fue confirmada por la propia universidad mediante un breve comunicado en sus redes sociales, donde anunció la suspensión de todas las clases presenciales y virtuales por dos días.
“Dada esta triste situación, hemos activado los protocolos correspondientes”, indicó la institución, agregando que las actividades se retomarían de forma virtual el sábado 21 de junio. Además, señalaron que “se continuará colaborando con las autoridades para esclarecer los hechos”.

No obstante, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, el manejo comunicacional ha sido altamente hermético. No se han brindado detalles sobre las circunstancias del suceso, ni se ha explicado qué tipo de protocolos se han activado específicamente. Esta falta de transparencia genera preocupación y desconcierto, especialmente considerando que este es el segundo caso similar en apenas dos meses y medio.
En abril pasado, un docente también falleció al caer desde uno de los edificios del mismo campus. En esa ocasión, la UTEC emitió un comunicado casi idéntico, anunciando una investigación, suspendiendo clases y expresando condolencias, pero sin ofrecer explicaciones claras ni asumir responsabilidad alguna.

Ambos casos, aunque en investigación, reflejan un patrón preocupante. Si la universidad asegura seguir protocolos de seguridad, ¿por qué no se han reforzado las medidas preventivas en los diferentes pisos y estructuras del campus?
Las muertes trágicas de un profesor y ahora un estudiante no pueden quedar reducidas a comunicados breves y silencios institucionales. La comunidad universitaria y la opinión pública merecen respuestas claras, acciones visibles y un compromiso real con la prevención y la seguridad.
Estudiante de la UTEC cae al pavimento en las instalaciones de la universidad y fallece. @UTECuniversidad pic.twitter.com/HF9l8aZOVV
— Revista Lima Gris (@Limagris) June 19, 2025
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Jesús María vivió su propia Champions League: exitosa primera edición reunió a más de 200 vecinos
16 equipos compitieron por la Copa “𝙅𝙚𝙨𝙪́𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝘾𝙝𝙖𝙢𝙥𝙞𝙤𝙣𝙨 𝙇𝙚𝙖𝙜𝙪𝙚”.

Con emoción, goles y espíritu vecinal se vivió la primera edición del campeonato relámpago “𝙅𝙚𝙨𝙪́𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝘾𝙝𝙖𝙢𝙥𝙞𝙤𝙣𝙨 𝙇𝙚𝙖𝙜𝙪𝙚!”, organizado el pasado sábado 14 de junio como parte de las celebraciones por el Día del Padre. El evento, que congregó a más de 200 vecinos y vecinas, se convirtió en una verdadera fiesta deportiva con transmisión y narración en vivo, almuerzo comunitario y una final de infarto definida por penales.
Aunque inicialmente se tenía previsto realizar el torneo en las canchas del Club Lawn Tennis, los equipos fueron sorprendidos al llegar y encontrarse con la negativa de uso del espacio por “orden superior”, sin explicación clara. No es la primera vez que ocurre algo similar: ya durante el Día de la Madre, otra actividad vecinal programada en el restaurante “Megapollo” fue suspendida tras una clausura de última hora por parte del área de fiscalización del municipio. Sin embargo, gracias a la rápida reacción y buena organización del equipo de Luiz Carlos Reátegui, aquella actividad logró realizarse exitosamente en otro local, reuniendo a más de 600 madres jesusmarianas.

Este campeonato relámpago pese a los intentos vanos de impedirlo y obstaculizarlo, siguió adelante gracias a la buena predisposición, apoyo, cariño, respaldo vecinal y el entusiasmo de los participantes. En total, más de 16 equipos de categoría libre (conformados por vecinos de distintas edades y zonas del distrito) disputaron partidos intensos y llenos de camaradería. La gran final fue digna de una Champions League: ambos equipos ingresaron en formación por el centro de la cancha, ante los aplausos de los asistentes, y el título se definió con goles que son amores, elevando la emoción al máximo.
El evento fue transmitido en vivo a través de la fanpage oficial de Luiz Carlos Reátegui, quien además animó la jornada junto al narrador deportivo del evento, con humor, cercanía y mucho carisma. El stream(transmisión) obtuvo miles de reproducciones.

Durante la premiación, los campeones alzaron la Copa a escala real en medida y peso oficial de la Champions League, que simbolizó el esfuerzo y la pasión de todos los vecinos participantes. Luiz Carlos Reategui cerró el evento anunciando que este campeonato se repetirá cada año, como parte de su propuesta de convertirlo en una tradición deportiva para Jesús María durante su próxima gestión.
El equipo de Reátegui de la mano de su liderazgo ha vuelto a salir airoso una vez más, demostrando con resultados evidentes la capacidad de dirección, organización y gestión.
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Paro Nacional de Transportistas: más asesinatos y un gobierno ausente
Mientras las mafias siguen matando a transportistas en todo el país, Dina Boluarte guarda un silencio cómplice. La falta de acción y de liderazgo ha convertido las carreteras en territorios sin ley. Los transportistas paralizarán el país este 18 de junio exigiendo lo que siempre se les garantizó: seguridad y justicia.

Los gremios de transportistas han anunciado un paro nacional para este miércoles 18 de junio, en protesta por la alarmante ola de violencia que azota a su sector. La medida, que iniciará a las 00:00 horas y se extenderá hasta las 23:59, incluirá concentraciones en puntos clave de Lima, Callao y otras regiones.
La Confederación Nacional de Transportistas del Perú (CNTP), la Asociación Nacional de Transportistas (ANTRA) y otros colectivos lideran esta jornada de protesta, tras registrar al menos 15 conductores asesinados en lo que va del año. Las mafias que cobran cupos y extorsionan operan con total impunidad en las rutas del país, mientras el Ejecutivo, encabezado por Dina Boluarte, guarda un silencio cómplice.
Los puntos de movilización en Lima incluyen el Óvalo Santa Anita, el puente Los Ángeles (SJL) y la Plaza Bolognesi. En el Callao, el Óvalo La Perla será el epicentro. El impacto será grave: rutas interprovinciales y urbanas paralizadas, con serias consecuencias para el transporte de pasajeros y mercancías.
Los gremios exigen un plan nacional de seguridad para el sector transporte, mayor presencia policial en zonas críticas y, sobre todo, una respuesta política firme. Pero hasta el momento, el Gobierno no ha emitido ningún pronunciamiento, demostrando su total desconexión con la realidad que viven miles de trabajadores diariamente.
El silencio del Ejecutivo frente a las extorsiones, asesinatos y amenazas sistemáticas refleja una grave irresponsabilidad. Dina Boluarte ha optado por mirar a otro lado, mientras los transportistas mueren en las carreteras y los ciudadanos quedan a merced del crimen organizado.
La protesta no es solo por ellos, advierten los voceros de los gremios. La seguridad en las vías es un problema nacional que afecta la economía, la movilidad y la vida misma de todos los peruanos. Si no hay una respuesta inmediata, el paro podría volverse indefinido.
La indiferencia del Gobierno de Dina Boluarte ya no es tolerable. La ciudadanía exige acción, no excusas.
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¿Se cae Larcomar? Municipalidad de Miraflores clausura temporalmente centro comercial
Tras inspección municipal se detectaron grietas, instalaciones expuestas y fallas en medida de seguridad.

El sismo de magnitud 6.1 ocurrido el pasado domingo afectó a todos los limeños sin distinguir clases social o distrito. Varias viviendas, colegios, instituciones públicas y centros comerciales resultaron afectados de manera diversa. A propósito de los últimos, la Municipalidad de Miraflores empezó a realizar inspecciones inopinadas en diferentes lugares de su jurisdicción.
Tras la inspección de Visita de Inspección Seguridad en Edificaciones (VISE) personal de la municipalidad identificó grietas en zonas de tránsito de visitantes, instalaciones eléctricas expuestas y deficiencias en la implementación de medidas de seguridad, entre otros problemas.

Al respecto, señalaron que estas observaciones ponían en riesgo la integridad física de los vecinos, turistas nacionales y extranjeros, por lo que también se revocó el certificado ITSE (Defensa Civil) de Larcomar.
En tanto, el municipio miraflorino anunció que ampliará las inspecciones a otros espacios públicos del distrito, como la Huaca Pucllana, el café Buenavista, el Beso Francés, playas de estacionamiento y locales ediles, con el objetivo de verificar el cumplimiento de las normas de seguridad.

Estadio Manuel Bonilla bajo riesgo de colapso
Otro emblemático centro miraflorino que se encuentra muy cerca del acantilado es el Coliseo Niño Héroe Manuel Bonilla, que hasta la fecha se encuentra clausurada de manera permanente por detectarse severos problemas en el suelo del recinto deportivo, haciendo casi imposible cualquier plan para su refacción. Es más, expertos indican que probablemente esté al punto del colapso.
Uno de los principales obstáculos para la recuperación del coliseo Manuel Bonilla es la presencia de corrientes de agua y humedad bajo el suelo, lo que complica cualquier intento de remodelación. Según explicó el asesor legal de la municipalidad de Miraflores, Lino de la Barrera, estas condiciones requieren una cimentación profunda y especializada, lo que eleva los costos de reparación a aproximadamente 50 millones de dólares. Este monto, según indicó, está fuera del alcance del presupuesto municipal actual.

Durante décadas, el coliseo Manuel Bonilla funcionó como un importante escenario deportivo y cultural. Este espacio fue utilizado para diversos eventos, como competencias de voleibol, básquetbol, boxeo y actividades culturales, siendo uno de los recintos más representativos de la ciudad.
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