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Cultura

Marcial Luna: “Argentina es uno de los países donde menos se lee”

El periodista argentino nos cuenta sobre su hallazgo de las publicaciones del escritor Roberto Arlt en la ciudad Azul y, además, nos retrata las realidades y situaciones del periodismo, la cultura y la política de su país, en medio de un liberalismo encabezado por el presidente Javier Milei.

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Al sur del continente, en una ciudad llamada Azul de la República Argentina, diariamente el periodista, profesor de Historia y músico, Marcial Luna, golpea las teclas para escribir historias. Su buena pluma ha retratado temas políticos, judiciales, policiales, sociales y culturales en las páginas del diario El Tiempo. Fue así que una de sus investigaciones sobre el escritor argentino Roberto Arlt llegó a mis manos.

Han pasado siete años desde que leí sobre el hallazgo del autor de Los siete locos. Un riguroso trabajo de investigación que aparece en el libro titulado Arlt en Azul, las crónicas publicadas en El Régimen y otros textos (1927-1929). Debo confesar que soy un admirador de la literatura de Roberto Arlt, pero también de su forma de abrazar la escritura. “El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula”, nos dice Arlt en el prólogo de Los Lanzallamas.

Detrás de una historia siempre hay otra historia que jamás acaba, y muchas veces esa historia jamás es contada. En esta extensa conversación, el periodista Marcial Luna, revela detalles sobre la presencia de Arlt en la ciudad de Azul, pero, además, nos habla sobre la situación de la crisis económica en Argentina, una crisis que en los últimos años viene golpeando a más de 46 millones de argentinos. Y los efectos de esta crisis también se ven reflejados en la educación y la cultura.  En esta entrevista el periodista argentino además señala que la corrupción y las dictaduras son heridas abiertas en América Latina.

EL HALLAZGO DE ARLT EN AZUL

¿Cómo se inicia la investigación sobre las publicaciones del escritor Roberto Arlt  en la ciudad de Azul?

Cuando ingreso en el diario, que fue en el año 1989, escuché el rumor en la redacción, entre tantas cuestiones que se escuchan, de que Roberto Arlt había pasado por Azul como tipógrafo. Esa es una de las tantas cosas que había realizado, pero no había hechos, no había ningún tipo de referencia. Esa fue la primera vez que escuché y allí quedó el tema. Nuestro jefe de redacción en aquel momento, Miguel Oyhanarte, quien fue uno de los periodistas decanos de acá, nos formó en lo que es el ámbito del trabajo en un diario y un personaje muy querido. Miguel nos tenía cortito con las cuestiones, notas y demás, pero se le podía tratar. Falleció a principios de los 2000. A él no le gustaban que ni le sacaran fotos, que ni lo entrevistaran, muy perfil bajo. Escribió una columna acá en el diario que se llamaba Baldosas Flojas, su columna duró 60 años.

Entonces, digo, bueno, yo no puedo hablar de él, porque hay que respetar su memoria, hacer una biografía de Oyhanarte no le veía sentido, pero sí una memoria de las Baldosas Flojas. Digo ¿con qué me voy a encontrar? y así surgió la posibilidad de ese libro. Un libro que se llamó Salpicones de Madrugada, que era el subtítulo que tenía la sección. Así empecé todo un trabajo de investigación en la hemeroteca, ya que la colección principal del diario está en custodia y preservación. Me fui con una serie de elementos, escáner, cámara de fotos para digitalizar cada columna. Ese fue el primer paso. El segundo, tipear todo y armar unos volúmenes por décadas, y a partir de ahí empezar a ver qué podía llegar a agrupar, cómo armar el libro y formatearlo.

Entre las miles y miles de columnas, creo que una de 1968, se publicó un sueltito, donde dice Roberto Arlt, famoso escritor argentino, que estuvo trabajando en el diario El Régimen de Azul como cronista, y no da mucha más referencia. Yo había empezado por la primavera ese trabajo, cuando me voy de vacaciones a la costa me llevo el material. En algún momento siempre toca un día de lluvia o algo,  y sigo trabajando.

Al regresar a Azul, llamo al encargado, que es Ernesto Ruiz, y le digo: no me abre la hemeroteca, necesito revisar. ¿El diario El Régimen le suena? Sí, sí, no hay mucho. Hay dos o tres tomos. Claro, luego me entero que había funcionado de 1927 a 1930. Eran tres años y era un diario de un par de hojas, no era muy voluminoso. Voy un sábado, no sé, llegué un viernes de vacaciones, al día siguiente me habilitaron y me abrieron la casa para mí. Bajo el primer tomo, primera página, arriba está el titular que dice El Régimen. Eso lo podés ver si visitás la hemeroteca. Primera nota «Impresiones de un porteño en Azul», R.A. firmado. En esa época no se firmaba ninguna nota. Digo, es esto. Acá está. ¿Qué ocurre? Miro la fecha, 31 de julio, el diario estaba encuadernado al revés, de 31 hacia atrás. Por eso abro la primera página y está la primera nota. Y así llegan, son 5 hasta el 26, creo. 

Dario El Régimen, 30 de julio de 1927.

Luego de encontrar esas cinco notas, sigo revisando, leyendo la hoja. En una, una despedida, que dice: “bueno, esta noche hacemos la cena, despedida, a Robertito”. Y explica que estamos agradecidos porque vino a hacer una suplencia a un reportero de acá.

¿Quiénes eran los dueños del diario El Régimen?

El Régimen es, como casi todos los diarios de pueblo de aquella época de una familia. En ese caso, una familia de apellido Elizagaray. El director era Jorge C. Elizagaray.

¿Cómo se contactó con Roberto Arlt? 

Elizagaray tenía muchos contactos por haber estado mucho tiempo vinculado con lo que después fue el peronismo. Pero ya en esa época, más bien el Partido Conservador, en los años que estamos hablando, 1927 a 1930, estuvo vinculado con Bidegain, que fue Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, además, azuleño. Y campeón mundial de tiro. Elizagaray tenía mucho contacto con Buenos Aires, por la vía política y evidentemente periodística.

Bartolomé J. Ronco también tenía una conexión bastante fuerte con escritores y con la gente intelectual de Buenos Aires, sobre todo con la gente que participaba de la revista Sur.

Tal vez hubo algún puente, yo lo que logré precisar es que Ronco tenía un segundo, una suerte de jefe de redacción y subdirector de la revista Azul, que también está en custodia de la hemeroteca, creo que son 11 publicaciones. Pablo Rojas Paz, tucumano, venido a Buenos Aires a trabajar al diario Crítica. Al diario Crítica, claro. En el mismo momento en que Crítica, en la sección policial, estaba Roberto Rojas Paz, sin embargo, era poeta y cuando lo fue a ver al dueño de Crítica, lo mandó a deportes. Así que, poeta usted, mañana empiezan deportes a cubrir Boca, ni más ni menos.

Y Rojas Paz firmaba como El Negro de la Tribuna. Y luego hay una referencia en que, claro, se armaban tipográficamente las planchas, la hoja, ¿no? Ocurre que una estuvo mal prensada y se vinieron todos los tipos, se cayeron. Y era una hoja cultural. Y nadie sabía, porque se habían extraviado ya, o pasaba a otra sección. Los originales, cómo armar y había que imprimir. Y en esa factura estuvieron Rojas Paz, Roberto Arlt y un par de periodistas más, y lograron armar esa página cultural y meterla en impresión a un diario que estaba en ese momento tirando 100.000 ejemplares. En el diario Crítica el vínculo Rojas Paz y Arlt está, existió. Eso se pudo confirmar. Incluso en el escrito que hice, en uno de los capítulos habla de eso. Así que es probable que, por lo menos a la revista Azul, de Ronco, Arlt haya llegado vía Rojas Paz. Porque lo que Arlt publica es un adelanto de la novela Lanzallamas. Un capítulo que, si nosotros leemos lo que se publica en Azul, finalmente tiene una reescritura. Una pequeña modificación, pero el vínculo está.

Si bien Roberto Arlt es un escritor bastante reconocido actualmente, creo que también es por parte del trabajo que hizo Ricardo Piglia, que se dedicó a estudiar y difundir su obra a pesar de la resistencia en los sectores literarios.  ¿Cómo se recibió la confirmación de la presencia de Arlt en la ciudad de  Azul y en Buenos Aires?

Yo supongo que esa resistencia que ha tenido, no sé si no tiene todavía, o la falta de reconocimiento, no solo como novelista, sino ya en términos como periodista. Las Aguasfuertes  es algo increíble.

No hubo ni siquiera desde el ámbito periodístico un reconocimiento del trabajo de Arlt, ya no solo el literario. Y más o menos lo mismo ocurrió con este hallazgo, hubo una mínima repercusión en el momento, lo levantaron algunas agencias, pero lo cierto es que cuando hago todo el trabajo más profundo, investigación, el detalle de cada uno de los artículos, porque además de esos primeros cinco artículos que habla, son de Azul, particularmente, luego siguió mandando otros, esporádicamente, entre 1928 y 1929, a El Régimen. Nota que seguramente las vendería, no sé, bueno, de eso no ha quedado constancia.

Estas cinco crónicas azuleñas de Arlt, en realidad son una suerte de prehistoria de las Aguasfuertes, porque las Aguasfuertes aparecen un año después de que Arlt estuvo en Azul, ya tienen todos los elementos de lo que va a ser las Aguafuertes Porteñas. La nota seriada, el tipo de nota, el encuadre. El trabajo de investigación y el hallazgo lo ofrecí sinceramente a varias editoriales, algunas  “especializadas” en Arlt,  no se interesaron. Si hubiera sido en Buenos Aires, sí, pero fue en un diario del interior, en el medio de la Pampa, qué importancia puede tener. Esa cuestión sigue perdurando, me parece.

Hace poco escuché en un podcast que hablaban de cómo se está regresando a lo que Arlt dejó impreso. ¿Se ha cumplido un ciclo?

De repente percibes eso en lo que se vive ahora, digamos, el tema político, la efervescencia social, que es marcado en la escritura de Roberto Arlt, ¿no? Sí, es posible. No sé si se cumplió un ciclo.

Me parece que se caen en los mismos errores que generan las reacciones, si bien son sociedades diferentes, las de los años 20, 30 y parte del 40, ¿no?, que es donde enfocan, por lo menos en Aguasfuertes y también en los libros, en sus novelas, también en sus obras de teatro. Hay una cuestión que es como endémica acá en Argentina. La desigualdad, la injusticia, la pobreza, son elementos que están presentes en cada una de las décadas, atravesados por distintos gobiernos constitucionales, dictatoriales. No hubo, en ese sentido, ningún tipo de alteración.

O sea, se mantienen los grandes temas. La diferencia está en quién recoge. Me ha quedado la sensación de que durante algunas décadas no hay periodistas de la talla, ¿verdad? Que contamos en los años 20, 30, y que pudo haber el siglo pasado, ¿no? El siglo 20, la década de los fines de los 80, principios de los 90, con todo lo que fue el periodismo generado por Página 12, que era periodismo generado por escritores, básicamente.

Estaban Miguel Briante, Osvaldo Soriano, Brustein, bueno, tantos otros que empezaron, desde lo periodístico, a hilvanar una mirada profunda, como la que tenía Arlt, con los temas vigentes en ese momento. Arlt habló de la corrupción, del ideogenismo, por ejemplo. Que ahora sería el kirchnerismo.

Claro, este momento que estoy mencionando de Página 12, fue su época de oro, hoy es otra cosa, fue el menemismo. A ellos les toca, como a nosotros acá en ese momento, transcurrir la época menemista, que fue realmente terrible en muchísimos sentidos. Así que me parece que por ahí faltan. ¿Quién recoge esos temas? Hay muchos operadores de prensa, y no tantos periodistas.

PERIODISMO Y CULTURA

Uno se pregunta ¿cuál va a ser el recambio del periodismo en medio de una transición tecnológica muy fuerte? porque lo que vemos es cada vez menos buenas plumas, menos investigación, menos cuestionamiento ¿en qué va a terminar el periodismo si sigue así?

La formación evidentemente ha caído notablemente, pero además Argentina es uno de los países donde menos se lee. No hace mucho leí un informe que está entre los países que menos lecturas tienen, percápita, ¿no? Y ya no se trata solo de una cuestión de costos de libros, porque hay otra manera de leer textos, hay desde los libros digitales, en algún caso también los pirateados, o sea, el acceso al libro está, sin embargo no se lee. En consecuencia, a eso se le suman a un paulatino deterioro del sistema de educación público con distintos gobiernos. 

Argentina siempre ha sido reconocido como uno de los países con una efervescencia cultural bastante fuerte. Los escritores como Borges, por ejemplo, son referentes a nivel mundial. ¿En qué momento se podría decir que sucede esta especie de quiebre cultural?

Yo nací en 1968, ya me parece que por ahí está el declive. De ahí en adelante, con las sucesivas dictaduras y gobiernos constitucionales que no le dieron importancia ni las reformas necesarias para mejorar todo lo que es el sistema educativo puntualmente, formativo. Creo que mitad de siglo en adelante ya se puede ver un deterioro significativo.

Has mencionado algo importante, las dictaduras. En Argentina una de las dictaduras que se recuerda más es la de Videla. Curiosamente el tema de la dictatura está presente en la literatura, el cine y en las artes plásticas. Todavía hay una herida abierta, una especie de dolor que no se cura.

Sí, y de momento no tiene remedio. Pero es tal cual, es tal cual. Yo creo que en ese sentido fueron exitosas las dictaduras. En el largo plazo cumplieron un objetivo previsto o no, no lo sé. Así como están los 30.000 desaparecidos, otras cosas, sin embargo, también perduran y seguirán siendo arrastradas. Algunos hablan de una grieta o no lo sé. Son consecuencias planificadas o no, pero de una cuestión antinatural que es un régimen de estas características. Un régimen autoritario, militarista, contrario a lo dictado por la Constitución argentina del siglo XIX.

Se pensó un país que paró en un lado y terminó dirigiéndose para otro desde el día uno. Si nosotros necesitamos hacer un trayecto, una línea de tiempo de la corrupción, nos tenemos que remontar a Rivadavia, que es una suerte de primer presidente argentino. Estamos hablando de 1826. Y sistemáticamente esta cuestión va a estar presente. El problema es que va a estar presente en gobiernos de corte dictatorial pero también en los constitucionales. Entonces, ese deterioro nos ha llevado a esto en el largo plazo. Y no hay manera de que mejore, todo lo contrario.

En lo político Argentina está partida. Existe la izquierda, la derecha y los libertarios. ¿crees en estos rótulos de izquierda y derecha?

 No. Es algo más periodístico que real, me parece. Más de uso periodístico. Lo que sí veo es que hay dos modelos de país, dos mentalidades. Una que no ha prosperado, que tiene que ver con un desarrollo del país en todo sentido. Ya Favaloro hablaba de la decadencia del sistema de educación como una de las principales problemáticas de la historia argentina. Y también planteaba que más o menos en los años 50 había comenzado la decadencia. Por el nivel de lectura inclusive en los textos escolares. Un chico que sale de un secundario ahora no es capaz de interpretar un texto. Cuando antes terminaban una escuela primaria, leyendo hasta algunas cuestiones de Borges o Quiroga.

En algún punto los liberales argentinos son “cómicos”, porque están contradiciendo al padre del liberalismo y autor de la Constitución, que es Alberti. Entonces, es una sumatoria de grandes contradicciones, pero con resultados nefastos. Y ahí entra todo, desde un hecho de corrupción hasta la desaparición de una criatura como Loan, que tiene un entramado muy complejo.

CORRUPCIÓN E INJUSTICIA

En Argentina hay casos que tienen más de 20 años y todavía siguen abiertos. O casos donde no se ha llegado capturar al culpable. Como por ejemplo, el caso del asesinato del periodista José Luis Cabezas; el caso de la AMIA y el caso del fiscal Nisman. ¿La justicia argentina se ha visto afectada por la corrupción?  

Uno se pregunta, ¿por qué suceden estas cosas? Parte de la corrupción tiene que ver con el Poder Judicial, sin duda. Y esto lo dijo un jefe editorial de un diario como La Nación. El Poder Judicial en Argentina fue creado para que funcione mal y se remontó al siglo XIX, con la creación de los códigos y demás.

Cómo es sancionado y encarcelado alguien que robó una fruta y está el ladrón de guantes  blancos, al que Arlt hacía referencia. Esa es una cuestión también interesante del cronista, ¿dónde interfería? Porque Arlt entraba a un bar y se juntaba a tomar un café con maleantes de la época. Periodistas que pisaban la calle con hocinas. Y también cuando le tocaba hablar con un juez, no la pasaba nada bien ese juez; ni hablar de los políticos.

Pero bueno, volviendo a la cuestión central, parte del problema argentino neurálgico es la justicia. País sin justicia es una mesa a la que le falta una pata. Tenemos un periodismo que también, digamos, no es el soporte necesario para, ni siquiera exponer los casos, ya no digo para investigar, pero digamos, hay una decadencia en muchas instituciones, y es un combo bastante particular, interesante para analizar, pero que en el mediano plazo no se ve alguna modificación hacia lo positivo.

PERIODISMO Y TECNOLOGÍA

¿Cómo ves este avance a paso agigantado de la tecnología?

En principio se presenta como irreversible. Cada vez son menos los que se siguen aferrando al papel, al periódico, pero también al libro. El libro digital no se ha desarrollado, como en algún momento se pensó que se iba a desarrollar. Todavía el papel sigue teniendo presencia. Pero hay una cuestión, Argentina es uno de los países de habla hispana que menos lee, entonces también está esa cuestión, ¿no? ¿Cuántos acceden al papel? Ya no por razones económicas, sino por una cuestión de interés. No se lee. Con los diarios pasa un poco también lo mismo, ¿no? Ha cambiado el tipo de lector. Si yo comparo los años 80, 90 con la actualidad, no interpretan los lectores un título.

Nos ha ocurrido presentar una nota y luego en los comentarios comentan y te das cuenta que no entendieron algo sencillo. En consecuencia, toda esa problemática que hoy hablamos en el sistema educativo, ya es palpable. Hay gente que no está interpretando textos básicos como son los periodísticos, son bien neutros, ¿no? Un título, una bajada. Entonces, para los diarios hoy se está en una etapa de transición, de salir del papel hacia lo digital. También con un cambio en el formato de la crónica. Volver a una pirámide invertida de 3, 4, 5, 6 párrafos. Pero se estaría perdiendo de esa manera lo que por ahí en el papel todavía se conserva, que es la profundidad de la investigación, una nota a dos páginas, que lleva en profundidad o una entrevista a fondo de dos o tres páginas. Lamentablemente también se está perdiendo eso.

AZUL, CULTURA Y FÚTBOL

¿Cómo ves la vida cultural de la ciudad Azul? 

Yo creo que, en la ciudad, pero también en el país, es el lugar de resistencia por naturaleza. Por lo general, yo también formo parte, porque además soy músico. Como hay autogestión, hay proyectos permanentes. Algunos vuelven, hay nuevos, otros se van reciclando, pero se va generando una movida. Pero tampoco es amplia, ni le interesa a todo el mundo. Lo más habitual, acá o en la capital, es ir a ver un concierto de una banda de jazz y encontrar con 10, 15, 20 personas. O una presentación de un libro. Autores que ya tienen un renombre internacional, que han hecho una presentación con 60 personas.

Pero hay un tema puntual que tiene que ver con la cultura que les ha ido bien. Me refiero al fútbol. Un fenómeno cultural que a Argentina le ha ido muy bien en los últimos años. Campeones Mundiales, dos veces campeones de la Copa América, y mantiene una liga bastante competitiva.

Es lo único que parecería funcionar más o menos bien. Y depende con qué técnico. Al actual lo vapulearon bastante en su momento. Bueno, y tiene esa dualidad Argentina. Ese rango de intolerancia que quizás también es una secuela de la dictadura, o de las dictaduras.

Yo cuando mencioné la de los años 60, que es el famoso onganiato, del 66, 68, 69, con el cordobazo, ahí hay una persecución cultural muy grande. Hay un ataque directo, hay ingreso de tropas de caballería en las universidades, a los palos contra alumnos, profesores, hasta un catedrático norteamericano que había llegado a dar una charla. Hubo un garrotazo y nunca entendió qué le había pasado. ¿Cómo explicarlo? Esto es una dictadura, bienvenido a la Argentina.

Y ahí se nota un declive muy, muy importante en todo lo que es el ámbito educativo y todo lo que conlleva, y muy pocos focos de resistencia. En algún punto, algún ejemplo periodístico, como lo fue en aquel momento, ya en el 68, 79, con el diario de la CGT de los argentinos, donde escribió Rodolfo Walsh.

Gran periodista y autor del libro  “Operación Masacre.

Claro, nada menos. Pero bueno, lamentablemente llegamos a estos tiempos donde no hay referente, salvo futbolístico, mientras le vaya bien.

Periodista argentino Rodolfo Walsh.

¿Como escritor y periodista qué te interesa en un texto?

Yo tengo una formación en historia, por lo tanto leí muchísimos años material de historia universal, de historia mundial particularmente, y latinoamericana, y argentina. Y luego me he dedicado más a la ficción, novela. Los autores del nuevo periodismo, y algunos que tenía rezagados. Por ejemplo, el año pasado leí toda la obra de Roberto Bolaño, que había leído a salpicones.

Los Detectives Salvajes

Sí, me pareció un tipo fascinante. Lo mismo con Cortázar. Lo de Arlt lo había hecho antes y lo volví a hacer después, con el libro, porque buscaba distintas referencias de Azul en su obra, y aparece. Lo que busco en principio es nutrirme. Ver las texturas, cómo manejan las estructuras. También cómo ver uno desde dónde puede llegar a innovar algo. Y es cada vez más difícil. Hay autores excelentes. Estuve leyendo crónicas de Manuel Vicent, que había leído en el diario El País, pero luego me volqué a los libros. Una pluma excelente.

¿Qué otros escritores te llamaron la atención del boom latinoamericano? 

He leído algo de Fuentes. García Márquez es indiscutible. Pero me quedé pensando en el García Márquez periodista. No solo como novelista. Noticia de un secuestro, por ejemplo. Pero luego las crónicas, las que aparecen en Textos costeños y tantas otras.

JAVIER MILEI, LA ECONOMÍA Y LAS MALVINAS

¿Cómo has visto estas últimas elecciones y el inicio del gobierno  del presidente Javier Milei? 

Un mal recurrente. La aparición de personajes políticos a través del escenario mediático o propulsado por el escenario mediático a Argentina ya le ha traído problemas. Ya en los 90, en el 2000 y en el 2023 también. El año pasado vuelve a tropezar siempre con la misma piedra. Entonces, tiene un voto mayoritario juvenil. Y yo te hacía referencia a muchos de esos jóvenes que no son capaces de interpretar textos. Entonces, proponerle algo más complejo como es un análisis político a la hora de elegir un candidato en el cuarto oscuro en una elección es un problema. Es un problema grave.

Cuando hablamos con los  jóvenes de 16, 17, 18, 19 años, te dicen: pintaba bien el loquito. Pero tienes que estar hablando de un presidente. Esto se ve mucho en el aula. Y podrán corroborarlo los profesores que tengan este tipo de diálogo con los chicos más allá de la materia. No saben por qué no votaron un gobierno de masas que puede tener un montón de cuestionamientos, pero el que es históricamente el que ha volcado lo que tenía que volcar a la sociedad en defensa, digamos, de derechos y un montón de cuestiones. Ya tenemos experiencia con Brasil y Bolsonaro o el padre de toda esta cuestión si nos referimos a Estados Unidos, con varios candidatos, Trump, entre ellos.

Entonces, plantear ese escenario en Argentina en un momento en que tampoco había grandes índices de recuperación sí se estaba mandando en Provincia de Buenos Aires, pero no a nivel nacional. Era como un punto justificado por la pandemia, justificado desde el propio poder, pero bueno la situación que nosotros estamos observando es sumamente, en principio contradictoria, entre el discurso electoralista y los hechos que se van concatenando y concretando ahora. Pero ya no solo el arco libertario, porque leyes que ha votado el Congreso ha tenido, por ejemplo, el apoyo del radicalismo, el voto de leyes antipopulares apoyadas por un partido centenario que ha resurgido de las cenizas o intenta resurgir de sus cenizas como la Unión Cívica Radical. Yrigoyen no hubiese votado este tipo de leyes. Perón no hubiese votado este tipo de leyes y, sin embargo, hay periodistas y radicales que apoyan su bolsillo, en definitiva me parece que pasa por ahí, es una cuestión muy mezquina.  No hubo tampoco un recambio generacional en la política porque estos nuevos actores que aparecen en política ya estaban pero ocultos, eran asesores. Sus familiares trabajaban en la Cámara de Diputados, hay todo un escenario muy complejo, una nueva política que en realidad no es tal y que está llevando a la Argentina a un callejón sin salida en el corto plazo.

Presidente argentino Javier Milei.

¿Cómo sintetizas la situación económica de tu país actualmente?

Es otro mal endémico, revisando cuando hice toda la recopilación de la obra de Don Miguel Oyhanarte de las Baldosas Flojas, ahí en los años 50, 60 y 70, muchísimas referencias, notas sueltas a la inflación o a la recesión o al costo de vida. Yo tomo uno de esos textos de 1956, de 1963 o de 1974 y lo publico hoy sin decir que es de esa fecha y se encuentra en plena vigencia. O sea, parece escrito hoy, entonces, son los mismos problemas. Cómo puede ser que se vengan arrastrando 70, 80, 90 años los mismos problemas y atacados con las mismas soluciones que terminaron, no siendo soluciones obviamente, sino, con crisis abruptas, con huidas presidenciales en helicóptero, adelantamiento de elecciones en algún caso, con golpes de Estado Eso es un poco la historia argentina.

Mario Vargas Llosa se preguntó ¿en qué momento se jodió el Perú? Yo te preguntaría ¿en qué momento se jodió Argentina?

Nos tenemos que remontar me parece a la traición que sufre Mariano Moreno, no casualmente periodista, también líder ideológico de lo que era la Revolución de Mayo. Tendríamos que mirar nuevamente el plan económico de Belgrano que lo mandaron a la guerra, pero en realidad era economista y abogado.  El plan económico que tenía para América Latina y ahí está el punto, no era Argentina, era América; y San Martín, sin duda el padre de la patria, que termina exiliándose porque lo matan. ¿Cómo San Martín va a terminar en Francia? Es una gran pregunta, una gran contradicción y algo que realmente es terrorífico.

¿Realmente la guerra de Las Malvinas generó una hermandad entre Perú y Argentina? 

Está muy valorado por los veteranos de guerra, por ejemplo, que Perú haya enviado aviones y equipos mecánicos de aviación que estuvieron aquí, cerca en Tandil, a 100 kilómetros, pero no ha calado en la sociedad. Pero ya no solo el tema Perú, no ha calado el tema Malvinas. Entonces, la barbaridad que puede decir una canciller como Diana Mondino, en torno al tema Malvinas, o los desprecios que se han hecho a los combatientes para efemérides como pueden ser los actos protocolares como el 9 de Julio. Realmente es lamentable pero afecta, digamos, lo que vemos a los propios combatientes.

Hoy, sumado a una ausencia del Estado en la cuestión psíquica, hubo una desaparición en el sentido que es reconocida por ellos mismos. Sabemos lo que es una purgada, o sea, la hemos estudiado, la hemos vivido, y requiere una atención. Pasó con la gente de Vietnam, pasó con la gente de Malvinas, aunque había una desaparición común. En Vietnam también hubo una ausencia del Estado, pero bueno, ya es un Estado que se ha perdido por naturaleza. Hoy, este pueblo de Malvinas está vigente por los veteranos.

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Edwin Cavello Limas. Periodista y cinéfilo. Es CEO y director de la revista, radio y TV Lima Gris. Fue editor de la revista ONCE, Actualmente es columnista del diario La Razón, Editor de Cultura de Diario UNO y conductor del programa Lima Gris que se transmite por Radio Planicie 91.5.FM.

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Cultura

Luiz Carlos Reátegui: «Es necesario democratizar la literatura peruana» [VIDEO]

Nuestro invitado vive entre la literatura y la política. En esta entrevista nos cuenta su experiencia literaria y su incursión en la arena política peruana. Además, conversamos sobre lo bueno y lo malo de la FIL de Lima.

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A dos meses de que se inicie la Feria Internacional del Libro de Lima, tuvimos como invitado en el podcast de Lima Gris a Luiz Carlos Reátegui, un talentoso escritor que en el 2018 ganó el Premio Copé con su cuento La casa abuela. Además, con su relato Prohibido besar a las cholas obtuvo el premio internacional Planeta Cuba. Una historia que se volvió viral, agotando el libro a pocos días de su presentación en la FIL de ese mismo año.

En la obra de Reátegui se destaca su aguda sensibilidad social y su capacidad para retratar las tensiones culturales del Perú contemporáneo. Su trabajo ha sido celebrado por su autenticidad, su mirada regional y su compromiso con las voces marginadas del país. A lo largo de su carrera, Reátegui ha cultivado diversos géneros, desde el cuento hasta la novela, como su obra histórica Isabella Nápoles, siempre con un estilo evocador y honesto que interpela al lector.

Su literatura no solo narra, sino que también denuncia, reflexiona y rescata, convirtiéndose en una herramienta de memoria y resistencia cultural.

En esta entrevista nos habla de su experiencia como escritor, su incursión en la política y su búsqueda por el sillón municipal de Jesús María. También lanza algunos dardos sobre la gestión de la Feria Internacional del Libro de Lima y recomienda algunas mejoras que debería hacer la Cámara Peruana del Libro.

Aquí el podcast completo por Neo TV.

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Cultura

Geometría y acero bajo el mismo cielo

El hombre Pentágono y el misterio de las formas: esa es la nueva bipersonal de Mónica González Tobón y Percy Zorrilla. Va en La Galería de San Isidro hasta el 6 de junio.

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En su taller de Cieneguilla el silencio se quiebra solo con el sonido del metal al ser moldeado. Mónica González Tobón y Percy Zorrilla han construido algo más que esculturas: una vida. Ella, colombiana de nacimiento y peruana por elección; él, limeño de raíces andinas. Ambos, nacidos en 1971, se conocieron en las aulas de la Facultad de Arte de la PUCP.

Desde entonces, Mónica —ganadora del Primer Premio en Escultura— y Percy —destacado por su audacia en pintura y volumen— iniciaron un viaje creativo que hoy, tres décadas después, desemboca en El hombre Pentágono y el misterio de las formas, bipersonal que inauguran el 14 de mayo en La Galería de San Isidro.

Ambos —ella con nueve individuales y premios en Dubái y Alemania, y Percy, con obras en Vietnam y Argentina— representan esa rara conjunción de talento y tenacidad. «En los 90, el arte en Perú era un acto de fe», recuerda ella, mientras señala los certificados de sus logros: el Premio Hobart (2013) por una escultura pública en San Miguel, o su mención en el Museum of Americas (2007) por explorar lo femenino en el acero.

Percy, por su parte, acumula distinciones como el Premio Nacional de la Juventud (2003) y participaciones en diferentes bienales, desde el Chaco hasta Da Nang. «Nuestras obras viajan más que nosotros», bromea, refiriéndose a las piezas que habitan plazas en Lima, Büdelsdorf y Buenos Aires.

-Cosmogonía de metal-

La muestra —que incluye una pieza conjunta, seis esculturas de Mónica y cuatro de Percy— es un homenaje a la geometría sagrada. «El pentágono es el hombre buscando su lugar en el universo», explica ella, mientras ajusta un relieve que parece flotar. Para Percy, el material es un aliado: «El acero nos permite vencer la gravedad, como si las leyes físicas cedieran ante lo espiritual».

Influenciados por Oteiza y Winternitz, pero también por los frisos Ychsmas de Cieneguilla, sus obras son «vacíos activos» que dialogan con Kandinsky y Turrell. «No es minimalismo —aclara Mónica—, es lenguaje del alma».

La dinámica de creación es tan singular como su historia: cinco hijos, árboles plantados juntos y discusiones sobre ángulos y vacíos. «Nuestra pieza colaborativa (‘El hombre pentágono’) es como nuestro matrimonio: dos visiones que se complementan», confiesa Percy. Mónica añade: «Él piensa en grande; yo, en lo esencial». Esta síntesis se plasma en la distribución de la muestra, donde sus obras no compiten, sino que «orbitan como planetas», según el curador.

-Ritual de lo habitual-

Así, desde el 14 de mayo San Isidro será testigo de cómo el acero se vuelve poesía. Entre las piezas destacan “Microcosmos” (Mónica), una estructura que atrapa la luz del atardecer, y “Tawantinsuyu” (Percy), un homenaje a la cosmovisión andina. «Queremos que el público sienta que el arte es un ritual», dicen.

Con esta exposición —que luego viajará a Alemania—, los Zorrilla no solo celebran su trayectoria, sino que desafían la indiferencia hacia el arte público en Perú. «Seguiremos plantando esculturas como si fueran árboles», prometen. Y uno les cree: después de todo, ya lo han hecho en medio mundo. Aplausos.

Lugar: La Galería

Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro

Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 pm. Sábados de 3 a 7 pm

Hasta: 6 de junio.

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Cultura

Un amigo escritor para Hitler: El obituario del Premio Nobel 

Lee la columna de Hans Herrera Núñez

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Si usted cree que Vargas Llosa es controversial, es porque no conoce a Knut Hamsun. Se cumplen 80 años en que el 30 de abril murió Hitler en la Cancillería de Berlín. Una semana después, en Noruega, la leyenda de la literatura escandinava, Hamsun, escribiría un obituario en honor del Gran Dictador de Europa.

Hamsun en 1945 tenía 86 años, el famosos novelista y premio Nobel, era una leyenda viviente entonces, autor de obras maestras como Hambre y Pan que desarrollan la novela psicológica heredera de Dostoievski en una exploración acertada del monólogo interior de sus protagonistas.

Durante el ascenso de Hitler y luego durante la ocupación de Noruega por Alemania, el inmortal escritor se mostró favorable a Hitler.

El obituario de Hitler

Knut Hamsun escribió en mayo de 1945, estando la guerra perdida, un obituario de Adolf Hitler en el periódico Aftenposten. El panegírico de Hamsun a Hitler sirvió como artículo principal del periódico colaboracionista sobre la muerte de Hitler.

El breve obituario dice en su totalidad:

«No soy digno de hablar en nombre de Adolf Hitler, y su vida y sus acciones no me incitan a ninguna provocación sentimental. Hitler fue un guerrero, un guerrero por la humanidad y un predicador del evangelio de la justicia para todas las naciones. Fue un reformador de primer orden, y su destino histórico fue actuar en una época de brutalidad sin igual, que al final le falló.

Así puede el ciudadano europeo occidental mirar a Adolf Hitler. Y nosotros, sus seguidores más cercanos, inclinamos la cabeza ante su muerte”, escribió Knut Hamsun.

El obituario se publicó la noche del 7 de mayo de 1945, una semana después de la muerte de Hitler.

Cuando su hijo Tore le preguntó sobre el motivo de este obituario, Knut Hamsun respondió: “Fue un gesto de caballerosidad hacia un gran caído”.

Para el propio Hamsun, el obituario y otras declaraciones y escritos llevaron a su arresto poco después del fin de la guerra. Sin embargo, los cargos en su contra se suavizaron cuando el profesor Gabriel Langfeldt y el médico jefe Ørnulv Ødegård determinaron que tenía “capacidades mentales permanentemente deterioradas”.

Antes de morir fue acusado de traición y finalmente fue seriamente multado y calificado de loco. En 1948, tuvo que pagar una suma ruinosa al gobierno noruego de 325.000 coronas (65.000 dólares o 16.250 libras esterlinas en aquel entonces) por su presunta afiliación al Nasjonal Samling y por el apoyo moral que brindó a los alemanes, pero fue absuelto de cualquier afiliación nazi directa. Si era miembro del Nasjonal Samling o no, y si sus capacidades mentales estaban deterioradas, es un tema muy debatido incluso hoy en día.

Hamsun declaró que nunca migró a ningún partido político. Escribió su último libro a los 90 años, Paa giengrodde Stier (Sobre senderos cubiertos de maleza), en 1949, un libro que muchos consideran una prueba de su capacidad mental.  En él, critica duramente a los psiquiatras y a los jueces y, con sus propias palabras, demuestra que no está enfermo mental. Hamsun murió en 1952.

Después de la guerra, los noruegos quemaron libros de Hansum y su recuerdo sigue siendo espinoso entre sus compatriotas. Como dijo una escritora de su país, ningún noruego habla abiertamente de Hansum pero todos tienen al menos un libro suyo en casa.

El autor danés Thorkild Hansen investigó el juicio y escribió el libro “El juicio de Hamsun” (1978), que causó revuelo en Noruega. Entre otras cosas, Hansen declaró: “Si quieres conocer idiotas, ve a Noruega”, pues consideraba indignante ese trato al veterano autor ganador del Premio Nobel. En 1996, el cineasta sueco Jan Troell basó la película “Hamsun” en el libro de Hansen. En “Hamsun”, el actor sueco Max von Sydow interpreta a Knut Hamsun; su esposa, Marie, es interpretada por la actriz danesa Ghita Nørby.

El profesor Atle Kittang, de la Universidad de Bergen, escribió sobre el legado de Hamsun en el sitio web del Centro Knut Hamsun. Afirmó que existían razones complejas detrás de la publicación del obituario por parte de Hamsun. Señala que, tras su único encuentro en 1943, Hitler no ocupaba un lugar destacado en la evaluación de Hamsun. En consecuencia, Kittang cree que el obituario debería considerarse parte de la necesidad de provocación de Hamsun, como lo demuestran su vida y obra.

Hamsun, la leyenda de la literatura

Más de medio siglo antes, un joven Hamsun se oponía al realismo y al naturalismo. Argumentaba que el objeto principal de la literatura modernista debía ser la complejidad de la mente humana, que los escritores debían describir el «susurro de la sangre y la súplica de la médula ósea». Hamsun se convertiría muy pronto hacia 1800 a ser considerado el «líder de la revuelta neorromántica de principios del siglo XX». 

Entre sus admiradores se encontraban Thomas Mann, Hermann Hesse, Robert Musil, Arthur Schnitzler, Jakob Wassermann, Stefan Zweig, Martin Buber, Arnold Schoenberg y Alfred Einstein. Todos ellos contribuyeron a la publicación conmemorativa que se publicó en Alemania con motivo del 70º cumpleaños de Hamsun. Al Festschrift publicado en Noruega con el mismo motivo también contribuyeron Maxim Gorki, Gerhart Hauptmann, Heinrich Mann, Tomáš Garrigue Masaryk y André Gide. Otros admiradores incluían a Ernest Hemingway, Franz Kafka, John Galsworthy, Henry Miller e incluso el joven Bertolt Brecht. Uno de los periodistas y escritores más conocidos de Alemania en aquel momento, Kurt Tucholsky, también confesó en un breve artículo en el Vossische Zeitung del 1 de enero de 1928: “Kurt Tucholsky ama… a Hamsun”

Todo empezó en 1888, cuando el barco de vapor danés Thingvalla en que viajaba un Hamsun pobre y desconocido se encontraría con la musa. Fue en ese viaje en que su barco estuvo amarrado en Kristiania durante un día en su camino de EEUU a Copenhague, que dicha ciudad danesa le trajo recuerdos desagradables del año 1886, cuando tuvo que soportar allí un duro período de hambre, sin trabajo. Hamsun no abandonó el barco y esa noche escribió las primeras líneas de la novela, que ya capturan la atmósfera opresiva de todo el libro: 

«Fue en ese tiempo cuando yo vagaba y me moría de hambre en Cristianía, en esa ciudad extraña de la que nadie se va hasta que ha sido marcado por ella”.

En Copenhague alquiló una habitación en el ático y, padeciendo nuevamente hambre, continuó escribiendo. Presentó el manuscrito inacabado a Edvard Brandes, el editor de arte del periódico Politiken. Profundamente conmovido, Brandes persuadió a Carl Behrens para que publicara partes del libro de forma anónima en la revista danesa Ny jord (Nueva Tierra) en noviembre. La obra llamó inmediatamente la atención por la radicalidad de su representación y su ruptura con el concepto aún joven del nuevo realismo. La revista Dagblad pronto reveló el misterio que rodea la identidad del autor. Hamsun continuó trabajando en la obra, que fue publicada íntegramente, aunque todavía de forma anónima, en 1890. Ese mismo año fue publicada en traducción alemana por Samuel Fischer.

Hambre narra en primera persona el declive físico y psicológico de un joven escritor y periodista fracasado en Kristiania, la actual Oslo. De vez en cuando logra vender un artículo a un periódico, pero sus ganancias rara vez son suficientes para cubrir comida y alojamiento, por lo que deambula por la ciudad hambriento y a veces incluso sin hogar. Al intentar ocultar su precaria situación, el narrador en primera persona la empeora aún más. Describe su estado mental con gran detalle y de forma vívida; Su estado de ánimo fluctúa entre la depresión, la euforia, la desesperación y la vergüenza.

El narrador anónimo en primera persona sale de su habitación y camina sin rumbo por Cristianía. Cuando conoce a un hombre pobre, a pesar de su propia situación, empeña su chaleco y le da la mayor parte del dinero que recibe. Poco después, persigue a una mujer,  luego busca un empleo y fracasa, después se le ocurre un texto brillante y escribe lo que intuyo es una obra maestra, envía el manuscrito a un editor, sin un centavo y viviendo en la calle se le ocurre entrar furtivamente a la habitación que alquilaba y de donde lo echaron por deudor, y es entonces que descubre una carta, su libro tiene suerte y le han adelantado 10 coronas. Aquí empieza la historia.

El autor y crítico danés Erik Skram elogió la obra como un “acontecimiento literario de primer orden”, y el crítico noruego Carl Nærup escribió en 1895 que “sentó las bases de una nueva literatura en Escandinavia”. Muchos críticos consideran que la novela es la mejor obra de Hamsun. El autor se hizo famoso de la noche a la mañana, fue un invitado bienvenido en los círculos intelectuales y fue invitado a dar lecturas en los EE.UU.

Influenciado por la psicología de Dostoievski (el narrador recuerda ciertos rasgos de Raskolnikov, el antihéroe de Crimen y castigo, pero también protagonista de El sótano) y por el naturalismo de Zola, Hamsun, en Hambre, prefigura también los escritos de Kafka y de la literatura existencialista del siglo XX.

Recepción en el siglo XXI: En su novela de 2017 Suleika abre sus ojos, Gusel Jachina retoma una imagen de Hamsun: la gente intenta superar el hambre cortándose con un cuchillo y chupándose la sangre de los dedos.

Respecto a esta raza de artistas vagabundos descrito en Hambre, Virginia Nicholson escribe en Among the bohemians: Experiments in Living 1900-1939:

«Después de cincuenta años podríamos juzgar que la pobreza de Dylan Thomas era noble, mientras que la de Nina Hamnett no tenía sentido. Sin embargo, una artista menor y sin dinero se vuelve igual de famélica que un genio. ¿Qué los impulsó a hacerlo? Creo que tales personas no sólo escogieron el arte, sino también la vida de artista. El arte les ofreció un estilo de vida diferente, uno que creyeron les compensaba de la pérdida de comodidades y respetabilidad».

Tal vez Hamsun viera en Hitler a aquel artista frustrado que como él vivió el hambre y la soledad del anonimato en esa otra Christiania llamada Viena.

«En aquel tiempo tenía hambre y vagaba por Christiania, esa extraña ciudad de la que nadie sale sin llevar sus marcas…»

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Cultura

El poeta y el mimo

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Por Edwin Sarmiento

(Estando yo en un pueblito, por las alturas de Lima, y sin Internet, se murió mi amigo Jorge Acuña, el mimo más grande que tuvimos en la década del 70 en el Perú. Se nos fue a la edad de 94 años. Las redes sociales se llenaron de nostalgia al informar de este desenlace. Y pensar que Jorge era un tipazo fuera de serie. Hace cuatro años yo publiqué en mi muro una semblanza de dos amigos: el poeta Reynaldo Naranjo y el mimo Jorge Acuña, con quienes aparezco en una fotografía de esas que nos tomamos, casi siempre, con el corazón. Muerto Naranjo, hace unos años, y ahora Acuña, hace unos días, deseo compartir este texto a modo de homenaje a ambos y a esas épocas doradas que nos tocó vivir)

I

Debió ser en la Casa de la Literatura, al costado de Palacio de Gobierno, cuando algún amigo nos tomó esta fotografía. No recuerdo, exactamente, el año. Aquí estoy junto al poeta y periodista Reynaldo Naranjo y el actor peruano, mimo y promotor del teatro de la calle, Jorge Acuña (al centro y de pelo cano). Él debe estar cumpliendo, ahora, 91 años, en Suecia, donde radica, mientras que Naranjo nos dejó cuando tenía 84, hace dos años, al ser atropellado por un camión, cuando cruzaba, una mañana, la avenida Benavides, en Miraflores. Con ambos alterné en situaciones distintas de mi vida. Al poeta lo recuerdo con la sonrisa y picardía criolla, permanentes. Fue uno de los mejores tituleros que tenía el periodismo de los 70. Convivieron en él la creatividad del poeta social, con la neurosis de los cierres de edición en las salas de redacción de diarios y revistas, en los cuales trabajó como periodista. Cuando coincidíamos en el bar Palermo de la Av. Colmena, yo recitaba este poema, escrito en 1968:  (A un edificio en construcción) “Obreros y cemento/ curiosos e ingenieros/ ingresan a la gran mezcladora// Mientras el ruido gira/ va naciendo el gigante/ hijo robusto/ que ha de crecer/ hasta el veintavo piso// Danza de músculos/ de cerebros y días// Nos pararemos/ en el piso más alto/ tal los conquistadores/ de las altas montañas// Alzaremos los brazos/ para tocar el cielo/ y el flamante ascensor,/ como nave dorada,/ nos dejará en la tierra/ con las manos vacías// Vendrá la burocracia// Gerentes, policías,/ padrinos y ahijados// Contratarán porteros/ y nos serán cerradas/ las puertas que pusimos” Luego de un reverencial silencio, yo preguntaba, ¿recuerdas quién escribió este tremendo poema? Y él, soltando esa carcajada que llegaba hasta la Casona de San Marcos, decía, creo que fue un tal Reynaldo Naranjo. Y yo gritaba: ¡respuesta correcta! Junto a César Calvo, Javier Heraud, Arturo Corcuera, Mario Razzeto fue una las figuras representativas de la denominada generación del sesenta. Naranjo, Calvo y el poeta uruguayo Alfredo Zitarrosa fundaron, en algún momento, la Casa de la Poesía, en el distrito de Barranco. Luego, grabaría con Calvo y el músico Carlos Hayre, el disco Poemas y Canciones, que los muchachos de entonces, escuchábamos en el LP que circulaba de mano en mano, prestadito nomás.

II

Jorge Acuña es un tipazo, un actor de primera, un mimo que empezaba su función, al aire libre, en la plaza San Martín, a las tres de la tarde. Lo hacía colocando, primero, un letrerito sobre cartón y escrito a plumón que decía: «Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él” (César Vallejo). Luego, procedía, lentamente, a maquillarse la cara, mientras los curiosos se iban aglomerando, formando un semicírculo que él había trazado, previamente, con tiza, muy cerca del monumento al libertador San Martín. Las tardes, si eran de invierno, empezaban a calentarse a medida que la gente, mayormente de rostro cobrizo, empezaba a compactarse codo a codo, hombro a hombre, uno detrás de otro, hasta que empezaba la función. El mimo iniciaba su trabajo con una explicación sobre el teatro, señalando la función del artista en un país pobre como el nuestro, la necesidad de que el buen arte debería salir a las calles a buscar al pueblo, lejos de esperar en salas pequeñas y selectivas, sólo al alcance de quienes podían pagar una entrada y en este chamullo, que la gente escuchaba en silencio, el actor terminaba citando a Vallejo, a Mariátegui, también al Che Guevara, a Marx y a un largo etcétera marxista, maoísta, pensamiento Mao Tze Tung. Y sus amigos, que no éramos pocos, nos arrancábamos con unos aplausos, seguidos por un público que por casualidad pasaba, esa hora de la tarde, por la plaza San Martín. Ya en el “tempo” exacto del buen arte, Acuña se arrancaba con su lenguaje corporal moviendo manos, brazos y piernas, o abriendo los ojos, lo más que podía, o cerrándolos, si sus historias tenían que ver con trepar las paredes, abrir las puertas, cocinar una sopita, asombrarse de algo o soportar el terror de una mala noticia, en fin. El público reía a rabiar, comentaba en voz alta, aquello que el mimo los iba describiendo, en silencio, sólo con el movimiento de su cuerpo. Dos horas más tarde, el público seguía aplaudiendo y él decía que al artista no había que explotarlo, porque era un trabajador como cualquiera y tenía derecho a ser recompensado. Aclaraba que esa recompensa sería voluntaria y gracias por su apoyo, compañeros. Es cuando sus ganchos, o sea, nosotros, le ayudábamos a pasar el sombrero entre el público que iba soltando un sol, dos soles, una china, a veces un caramelo, como después descubriríamos al hacer el recuento en el bar Palermo, a eso de las seis de la tarde, cuando, en una mesa, hacia el extremo del bar, nos instalábamos para acompañarlo hasta pasada la medianoche. Él formaba montoncitos de diez soles cada uno y cuando ya no había nada que contar, Acuña, separaba la mitad de lo que había en la mesa, lo guardaba en un bolsillo y decía que el resto sería para disfrutar la noche y así era.  Ahora que ya no estará con nosotros, me viene la nostalgia. Fue un tipazo.

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Cultura

Rodolfo Muñoz, un modelo desnudo lleno de historias [VIDEO]

Un recuerdo del querido personaje bellasartino.

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El jueves 24 pasado se conoció el fallecimiento del Hércules de Bellas Artes. Rodolfo Muñoz trabajó por más de 60 años en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, su trabajo era despojarse de su ropa para que los alumnos de la ENSABAP lo inmortalicen con sus primeros trazos.

En el reciente podcast de Lima Gris, Edwin Cavello y Luis Felipe Alpaca recordaron lo entrañable del querido personaje que fue pintado por maestros como Humareda, Szyszlo, Tilsa, Tola, Ángel y Gerardo Chávez, entre otros.

Aquí el podcast especial sobre Rodolfo Muñoz.

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Cultura

Falleció Jorge Acuña, el mimo que habló con el alma

Su familia confirmó el deceso. El extrañable personaje falleció a los 94 años en la ciudad de Estocolmo en Suecia.

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El Perú ha perdido una de sus almas más silenciosas. Jorge Acuña, el emblemático mimo peruano que durante varios años convirtió la Plaza San Martín en un escenario de poesía muda, falleció recientemente, según confirmó su familia. Tenía el don raro de decir mucho sin palabras, de conmover sin un solo sonido. Hoy, el eco de sus gestos queda flotando en el aire como un susurro entre adoquines y palomas.

Acuña fue más que un artista callejero; fue un testigo del tiempo. A finales de los años sesenta, cuando el país se debatía entre la incertidumbre política y la efervescencia cultural, él apareció como un oasis de belleza en medio del caos. Su rostro pintado de blanco y sus movimientos precisos eran una forma de resistencia, una poesía viviente que se ofrecía gratuitamente a todo transeúnte que supiera detenerse a mirar.

“Ser mimo no es disfrazarse, es desnudarse”, dijo alguna vez en una entrevista para Lima Gris. Esa frase —que hoy resuena con una fuerza mayor— resume la filosofía de vida de Acuña: el arte no como espectáculo sino como verdad desnuda, como entrega absoluta. En esa misma entrevista, también confesó: “La calle me enseñó a ser humilde, pero también me hizo fuerte. No hay escenario más honesto que el pavimento”.

Jorge Acuña dedicó más de cuatro décadas a su arte. Viajó, enseñó, formó discípulos en talleres y escuelas independientes, pero nunca se desligó de la calle, su primer amor y su escuela más sincera. “Podría estar en un teatro con luces y telón, pero prefiero el aplauso de una niña que me mira desde la vereda”, dijo con una sonrisa tímida, sin quitarse el maquillaje.

Sus personajes —el anciano que lucha contra el viento, el niño que juega con una mariposa invisible, el obrero cansado que carga el peso del mundo— no eran simples pantomimas. Eran espejos de un país que muchas veces no se detiene a mirarse. Y él, sin pedir nada a cambio, ofrecía esos reflejos todos los días, bajo el sol o bajo la llovizna limeña.

La noticia de su muerte ha conmovido a quienes lo conocieron y a quienes alguna vez se detuvieron, siquiera por un instante, a contemplar su arte. No hay grandes homenajes, no hay titulares ruidosos. Pero en la Plaza San Martín, donde tantas veces detuvo el tiempo con un gesto, alguien ha dejado una flor. Y eso basta.

Porque Jorge Acuña no ha muerto del todo. Vive en cada silencio que conmueve, en cada gesto que dice más que las palabras, en cada niño que se detiene a mirar a un artista callejero con los ojos bien abiertos.

Su cuerpo se ha ido. Su arte perdurará.

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Cultura

Czar Gutiérrez autor de Bombardero: «Nunca me sentí influenciado por la prosa de Vargas Llosa» [VIDEO]

En un nuevo episodio del podcast de Lima Gris, conversamos con el escritor y periodista cultural César Gutiérrez.

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Czar Gutiérrez es ampliamente reconocido como uno de los más destacados periodistas culturales del país, pero también —y quizás con mayor intensidad— como un escritor de singular talento que, durante años, ha mantenido un silencio tan enigmático como elocuente. Gutiérrez Rivas no es un autor cualquiera: en 2008 dejó una marca indeleble en la literatura peruana con la publicación de Bombardero, una obra que reveló su formidable capacidad narrativa y lo consagró como una de las voces más potentes y originales de su generación.

Con su libro Bombardero, Czar Gutiérrez irrumpió en la literatura peruana con una prosa que desafía las convenciones, un torrente verbal tan desbordante como preciso, que evoca y provoca vértigo narrativo.

En una reciente entrevista para el podcast de Lima Gris, conversamos con Czar Gutiérrez sobre su silencio literario, Mario Vargas Llosa y el periodismo cultural. El autor de Bombardero no se calla nada. Aquí la entrevista completa.

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Cultura

Xavier Bacacorzo: un retrato íntimo

Lee la columna de Hélard Fuentes Pastor

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Por: Hélard André Fuentes Pastor

Recuerdo el día que lo conocí con la nitidez propia de mis veinte años. En ese entonces, presidía el Centro de Estudios Históricos para el Desarrollo Social (CEHDES) “Guillermo Galdós Rodríguez”, que organizó una única actividad: el Primer Congreso Regional de Historia del Arte Popular en la Alianza Francesa de Arequipa.

Durante la organización del evento, y motivado por razones familiares, propuse la participación del doctor Xavier Bacacorzo como ponente magistral. Una noche, lo visité en la Facultad de Filosofía y Humanidades, donde dictaba cátedra. Me acerqué con la ingenuidad de un universitario, mencionando que había sido profesor de mi padre y tras una breve conversación evocando ese recuerdo, respondió a la invitación con una serie de quejas sobre el funcionamiento de la Universidad de San Agustín, cuyo letargo, como lo viví después, ha generado impotencia y frustración en más de uno.

Recuerdo la expresión de decepción en su mirada cuando me dijo: “Participaré cuando estemos en la Católica con doble C”, dando a entender que el evento lo organizaba San Agustín y prefería no asistir. No quise ser cargoso; porque insistir o explicarle ―pensé―, lo impacientaba aún más.

Siempre lo vi y leí con admiración, y quizás por eso, a lo largo de estos catorce años, mi sentimiento de reconocimiento hacia su obra se mantuvo intacto. Su legado no solo se refleja en cerca de una decena de títulos, sino también en una actividad cultural impresionante, especialmente a mediados del siglo XX, y en una valiosa contribución periodística como columnista en diversos medios, entre ellos Arequipa Al Día. Este sentimiento persiste en mí, a pesar de los encuentros y desencuentros que vivimos, tan propios de los intelectuales, artistas y literatos.

Xavier Bacacorzo no era cortesano; no esperaba caer bien ni mal. Comunicaba lo que pensaba, lo que había leído o lo que intuía a través de los astros y sus conexiones espirituales, aunque a veces no lo hacía de la mejor manera.

Un día lo encontré caminando por el Portal de Flores, con una visible cojera que, sin embargo, no le impedía recorrer largos tramos del Centro Histórico. Me acerqué a él, mencionando mi nombre, pero al alzar la mirada, con sus ojos esquivos, no respondió a mi saludo. Esta vez, porfiado, insistí un par de veces, y cerca del quiosco de periódicos en la intersección con la calle Mercaderes, le dije:

—Soy el autor del libro del 50… La lucha del pueblo arequipeño (…).

Con eso, arranqué de sus labios una respuesta.

—Por cierto —dijo—, muy mal escrito.

Yo sonreí y, sin perder el ánimo, le pregunté las razones por las que pensaba eso. Entonces, señalándome el McDonald’s, me dijo:

—¿Tienes tiempo?… Vamos por un café.

Conversamos mucho. Le conté que su hermano Jorge había dado por muerto a un niño en un poema. Le mencioné que había leído sus artículos sobre el movimiento popular de junio de 1950 y que incluso había empleado su división cronológica en mi libro. Creo que también se lo entregué ese día.

Hablamos de poesía, de un poemario que estaba por publicar. Corrigió algunos versos de mi poema Noctámbulo. También conversamos sobre mi tío abuelo, Pedro Luis González, de quien —según me contó— había sido jurado de tesis y quiso sorprenderlo con un trabajo voluminoso (con un “sillar”).

En medio de todo, me preguntó por mi signo zodiacal, entre otras cosas. Luego, avanzamos hasta una fotocopiadora, donde hizo copiar algunos de sus artículos, uno sobre la visita de Pablo Neruda a Arequipa —a quien había recibido personalmente—, y otra a color de una pintura en honor a Francisco Mostajo, a quien retrató en vida.

Antes de despedirse, me dijo:

—Serás mi discípulo.

Yo, que no creía mucho en esas cosas, porque no son de mi tiempo, solo sonreí y le respondí:

—Doctor, creo que cada quien hace su propio camino, pero es un honor escucharlo.

Me lo encontré incontables veces en el Panorámico, en Mercaderes y en San Francisco. A veces, acompañado de su esposa, María Esther Basurco. En una de esas ocasiones, nos detuvimos a conversar sobre Mariano Melgar. Unos estudiantes de antropología lo habían invitado a dar una charla sobre el vate arequipeño.

Me preguntó:

—¿Irás?

—No puedo, doctor, porque en las mañanas enseño en un colegio. Allá… en Mariano Melgar —respondí.

Luego, me preguntó qué tema me gustaría que tratara, y yo le dije:

—Quizás sobre la naturaleza fenotípica o étnica de Melgar, recordando los dibujos que lo representan como un europeo y aquellos que lo muestran como un hombre mestizo con rasgos predominantemente andinos.

La ocasión más difícil ocurrió un atardecer en Mercaderes, a la altura de una sede de la Librería San Francisco. Me acerqué para saludarlo, pero cuando escuchó mi nombre, visiblemente molesto, me dijo que no quería saber nada de mí. Me dejó consternado.

Resulta que unos amigos suyos, abogados, le dijeron que yo había escrito un libro sobre Melgar, cosa que nunca ocurrió, y que, además, no citaba su trabajo. Entonces, traté de aclararle la situación, y creo que logré demostrarle que lo único que había escrito sobre Melgar era un artículo que aparece en mi obra sobre el Cementerio de la Apacheta, y que, aunque no tenía su libro, sí lo citaba. Le expliqué que cómo no lo iba a citar si alguna vez nos habíamos encontrado y conversado al respecto.

—¡Evento al que no asististe! —me dijo.

Y yo le respondí:

—Estaba trabajando, doctor, como le mencioné en aquella ocasión.

Se tranquilizó. Sin embargo, debo confesar que en ese momento experimenté desconcierto. Preocupado por su edad y por el impacto que mi acercamiento pudo haber tenido, decidí alejarme.

Años después, en 2018, organizamos un homenaje a Carlos Meneses Cornejo, con la publicación de un libro sobre su vida y un opúsculo de saludos. Sabiendo que María Esther había publicado en Arequipa Al Día (que dirigió don Carlitos), la invité a escribir unas palabras de homenaje. Grata fue mi sorpresa cuando respondió, además, con un segundo texto suscrito por los hermanos Gustavo y Xavier Bacacorzo. ¡Genial! Y aún más grato fue que asistiera al evento, realizado en la Biblioteca Mario Vargas Llosa, espacio vinculado a un novelista del que discrepó y renegó en más de una ocasión. En medio de la incertidumbre que domina los sentidos, me acerqué y el doctor me saludó con familiaridad. Le dije: «¿Y usted cuándo se deja hacer un homenaje?», mientras me mostraba, de un cartapacio que llevaba en las manos, una serie de artículos y algunas biografías de él, pues su trayectoria aparece en diccionarios locales y nacionales.

Lo más inolvidable aún fue el abrazo que se dieron con Eusebio Quiroz, con quien habían tenido una serie de polémicas académicas sobre temas como la Guerra del Pacífico o la llamada “Revolución del 50”. Ambos se preguntaron cómo estaban y se desearon lo mejor.

Luego llegó la pandemia, y no volví a verlo. Supe de él por los correos electrónicos que compartimos con su esposa, cuando lo invité a participar en el libro Voces de la poesía peruana (Parihuana, 2021).

En ciertos libros, he leído que nació en 1931. En mi antología aparece el año que consulté en registros oficiales, 1930. Sin embargo, en una de nuestras comunicaciones, María Esther me comentó que fue en 1932. Todo en él siempre fue un misterio, lo que lo convierte en un intelectual único, sin igual.

Xavier fue un personaje excepcional por múltiples razones; pero era, en esencia, hombre; un hombre de letras, y ser un hombre de letras implica profundas lecturas, inolvidables diálogos, polémicas, reflexiones humanísticas, aciertos y desaciertos. Por eso, resulta más sencillo comprender al hombre que fue, al que hoy recordamos, porque la congoja y el pesar que acompañan el ocaso de la existencia, nos permiten entender de mejor manera el orden de las cosas, asimilar los recuerdos con reconciliación y valorar esos buenos momentos, apreciando cada circunstancia de aprendizaje, cercanía y alejamiento en nuestras vidas. Xavier fue uno de los personajes de la vieja escuela, cuya obra es clave para comprender los procesos históricos-literarios del siglo XX y una época crucial en nuestra ciudad.

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