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¡MADRID, YA ESTOY AQUÍ!

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Llegaron al amanecer a la estación sur. El viaje no había durado más de seis horas, contando la parada a medio camino para que el chofer descansara y los pasajeros estiraran las piernas. Un bar de carretera en el que hacía tanto frío que se le descompuso el estómago. No era capaz de dormir en los autobuses y mirar por la ventana en un trayecto nocturno era estar horas mirándose al espejo.

Tampoco podía leer porque apagaron las luces para que los demás durmieran tranquilos, así que se había pasado seis horas intentando averiguar qué podía esperar de aquella aventura. Un año antes tomó la decisión de ser director de cine, tenía la cabeza llena de ideas originales y transgresoras y muchas historias que contar, sólo le faltaba aprender a hacerlo.

Quería emular a Almodóvar o a Alex de la Iglesia. El primer paso era irse a Madrid y entrar en la escuela de cinematografía. Las clases empezaban en octubre y había preferido llegar unos meses antes para instalarse y acostumbrarse a la ciudad. Los cambios bruscos le costaban un esfuerzo psicológico extra. Además debía buscar trabajo para pagarse los gastos. En principio iba a vivir en casa de uno de los hermanos de su padre así que no tendría que preocuparse por el alojamiento por un tiempo y eso le daba más margen de maniobra.

Se encendieron las luces y poco a poco los pasajeros se fueron desperezando. Brazos por todas partes, bolsas y mochilas saliendo de los compartimentos de equipaje. Todo el mundo parecía tener prisa por salir de allí. Él no, siguió sentado esperando a que se calmara el enjambre. Estaba cansado, dolorido por permanecer en la misma postura tanto tiempo, con los ojos hinchados por la falta de sueño. Se bajó del autobús atontado, mareado y mirando a todas partes buscando una cara conocida. Su tío le recibió con una palmada en la espalda, una sonrisa de oreja a oreja, y esperó a que recogiera su equipaje.

No venía de visita sino a quedarse. Y aquella estación tan fría, inhóspita, fue su primer contacto con la capital. Su tío parloteaba sin parar sobre las increíbles oportunidades que tendría en aquella ciudad tan grande. Él había llegado hacía veinte años y aunque los comienzos fueron duros, las cosas le iban francamente bien. Veinte minutos más tarde paró el taxi y le invitó a bajar. Le abrió el maletero y le entregó su macuto.

-Te he buscado un hostal. Estarás más cómodo que en casa. Si necesitas cualquier cosa llama. Tienes mi teléfono. ¿Ves el cartel? Está justo ahí. La paloma. Pregunta en recepción. Tienen una habitación a tu nombre-

-Gracias- contestó aún incrédulo. La amabilidad de la familia siempre le sorprendía.

El hostal tenía un aspecto triste y abandonado por fuera, ni siquiera se quería imaginar como sería por dentro. En recepción, una chica muy delgada que se limaba las uñas con fricción le entregó la llave y le mandó escaleras arriba, al segundo piso. El ascensor no funcionaba. Las paredes desconchadas del pasillo, en aquel tono verde mostaza descolorido, le deprimieron lo suficiente como para no sentirse completamente hundido al entrar en la habitación. El retrete inexistente le confundió. Descolgó el teléfono y oyó la carcajada de la recepcionista.

-La primera puerta a la derecha nada más llegar a la planta es el excusado- y colgó.

Un solo cuarto, sin intimidad ninguna, la persiana a media altura y las cortinas ausentes. El lavabo y el cubículo de la ducha frente a la cama. La colcha oscura que la cubría no hacía el entorno más acogedor. Sin embargo, estaba muerto. Abrió la cama y se tumbó vestido. Necesitaba dormir aunque solo fueran unas horas.

Ya había pasado un mes de su llegada a Madrid y por lo menos tenía casa. Un piso de 50 m que compartía con Oscar, un actor depresivo al que conoció por un anuncio que estaba pegado en la puerta de la cafetería donde desayunaba cada mañana. Llevaba días buscando piso por la zona pero su presupuesto no daba ni para meterse en el más infecto cuchitril. Él no era delicadito y cualquier cosa le parecía mejor que seguir en el hostal. Aquella mañana el camarero tardaba en hacerle caso y él se dedicó a mirar hacia la puerta y lo encontró.

Un grito de auxilio. Una habitación en alquiler a un precio bajísimo y ni se lo pensó. Llamó desde la primera cabina que encontró y una voz cadenciosa le respondió con desidia. Aunque cambió el tono en cuanto le empezó a preguntar por la habitación, se volvió meloso y atento y se pusieron de acuerdo sin verla siquiera, sin conocerse de nada. Esa misma tarde se presentó allí. El no 25 de la calle Artistas, muy cerca de su hostal. Un edificio de color rojo de tres plantas. Llamó al portero del 2oA y le abrieron enseguida. Sin ascensor, tampoco era un gran problema, sólo eran dos tramos de escaleras. Oscar, el tipo con el que había hablado, le esperaba con la puerta abierta.

Una escultura de Giacometti de piel extremadamente blanca, rasgos suaves, mirada indescifrable y pelo rubio platino. Le invitó a entrar tras un apretón de manos cuando menos confuso por lo sutil. Desplazaba su cuerpo con tal parsimonia que el recorrido de escasos tres metros de aquel pasillo azul que les conducía al salón se hizo eterno. Quiso ver su habitación antes de nada y Oscar abrió la puerta a la izquierda del pasillo. Un cuarto cuadrado con las paredes pintadas de color albero y una ventana que daba al patio interior, con rejas para evitar intrusiones. La cama era de hierro, ancha y espaciosa, pero dejaba la habitación convertida en nada, medio metro a cada lado para moverse, una mesilla de noche minúscula y un armario de madera antiguo y chirriante tras la puerta.

Por lo menos limpia y ordenada, pulcra como toda la casa. La cocina funcional, estrecha y bien equipada. El baño cumplía las necesidades básicas. El salón con decoración minimalista, una alfombra y muchos cojines de colores, una mesa baja y algunas estanterías llenas de libros. Daba a la calle y tenía terraza, tan espaciosa que solo cabían ellos dos. El trajín de la Glorieta de Cuatro Caminos quedaba atrás, era una zona tranquila. Desarmó el macuto, metió su ropa en el armario y sacó la foto enmarcada de Lolo. La puso sobre la mesilla. Cómo le echaba de menos, llevaban juntos tantos años. Todavía no podía traérselo del pueblo. Oscar era alérgico a los perros y él se sentía tan solo sin su compañero.

El dinero que trajo de casa se le acababa y seguía buscando trabajo en lo suyo. Se defendía como fotógrafo, era un buen dibujante y tenía talento para las artes plásticas. Oscar no era exigente con los plazos y él intentaba estirar todo lo posible el pago del último mes de alquiler para no quedarse a cero. Por fin consiguió un encargo de un diseñador de modas muy conocido con fama de quisquilloso pero también de pagar bien. Tenía que hacer los bocetos de la última colección que había preparado. Fueron semanas dedicado a dejarlos perfectos, a ajustarse a cada detalle que se le exigía. El día que los fue a entregar, orgulloso de su trabajo, se los recibieron y quedaron en avisarle para hacer el pago. Espero y esperó y el teléfono no sonaba nunca así que se presentó allí. Necesitaba el dinero de verdad, Oscar se impacientaba. La secretaria le puso mala cara cuando le vio y tardó más de una hora en atenderle. Recibió una llamada y le recomendó que volviera otro día. Él era capaz de entender que estaban muy ocupados así que hizo lo que le indicaron, sin embargo, después de varias visitas infructuosas, se hartó y preguntó directamente a aquella mujer que le observaba incómoda cual era el problema. Ella ni se inmutó, descolgó el teléfono y lo volvió a colgar. Con voz autoritaria le informó que su trabajo no cumplía los requisitos necesarios pero los bocetos eran propiedad del diseñador, por supuesto no le iban a pagar. Pálido, confuso y sin saber como reaccionar se fue.

Consiguió trabajo en un sex-shop de la calle Montera poco después, hacía el turno de mañana. Los primeros días iba de susto en susto. Aunque dos semanas más tarde ya se había acostumbrado a todo. Era un local pequeño con una puerta de entrada y otra de salida con más trafico que una estación de metro, pero no eran clientes precisamente, el cañi, el mueco, Leoncio, la fauna de la esquina, pasaban corriendo, juntos o de uno en uno, delante de la policía, delante de otros camellos, delante de la puta a la que acababan de timar o de su chulo, o de los dos. Él saludaba y seguía a lo suyo. Le animaban la mañana por lo menos.

Al llegar todos los días veía a la puta del portal de al lado y ella le saludaba sonriente. Hasta que un día la conoció. La Chari entró en el sex-shop con dos cafés en la mano y ganas de charla. Se había instalado en aquel portal el mismo día que él entró a trabajar allí y ella lo veía como una señal. Le cayó bien, la saludaba todos los días. En realidad era el único que lo hacía, le parecía un chico moderno y educado. No le gustaba desayunar sola y le pareció la mejor manera de hacer las presentaciones. Los primeros días solo hablaban del frío, del calor, de la contaminación de Madrid, de la poca clientela que tenía el sex-shop a esas horas, de lo complicado que era hacer la calle desde que había tanta puta junta. Los vecinos les daban el coñazo porque estropeaban la imagen del barrio.

-Pero si ha sido la calle de las putas de toda la vida, ¡Coño!-.

La Chari venía de un pueblecito de Burgos. Una mujer de formas rotundas, muslos gruesos, pechos grandes y caderas amplias y redondeadas. Sus carnes, un poco descolgadas, se bamboleaban a cada paso que daba. Enfundada en un vestido estampado de leopardo, bien pegado a la piel, y con unas sandalias de tacón que resonaban en la calzada cuando pasaba, se contoneaba aleteando un bolsito rojo como si fuera marca de la casa. Tenía una voz atiplada y unas pestañas falsas muy largas. Se pintaba los ojos con colores estridentes y sus voluminosos labios de un rojo brillante. No tenía más de treinta años, los ojos marcados por profundas arrugas, puro desgaste de falta de sueño y cansancio.

No era fea, tenía rasgos suaves y ojos bonitos, aunque uno de ellos se distraía de vez en cuando. Él trataba de no mantenerle la mirada mucho tiempo. Intentando averiguar cuando volvería ese ojo a su lugar perdía la concentración y dejaba de escucharla. Le gustaba hablar de sus clientes, no tenía chulo y no trabajaba en cualquier antro porque había descubierto que haciendo la calle por su cuenta los ingresos eran más altos. Tenía clientes fijos que la llamaban por teléfono, hacía jornadas de ocho horas, mañana y tarde, y los servicios los hacía allí mismo, en el portal, porque ellos siempre tenían prisa. En invierno era más jodido por lo del frío y alguno que otro le salía remilgado y tocaba alquilar habitación por horas. Había un hostal a la vuelta de la esquina que usaban todas las putas de allí y les hacían precios especiales, aunque si el cliente pagaba la habitación tocaba rebajarle la tarifa y no salía a cuenta.

-A otras les pasa, pero a mí no se me va ninguno sin pagar- decía, riéndose y levantando el puño amenazante.

Su tos áspera y constante, cuando encendía uno de aquellos cigarillos que fumaba en boquilla, le preocupaba y más de una vez intentó convencerla de que dejara de fumar, pero la Chari era cabezona.

-Si no fumo tanto, sólo con el café. Y la tos es porque tengo los pulmones debiluchos por culpa de una tuberculosis que me cogí hace diez años. Un vaso mal lavado. ¡No te jode! Si estoy hecha una mierda-. Otra carcajada y luego se atascaba tosiendo y tragándose el humo como una profesional.

Hacía una pausa para aclararse la garganta y darle un par de sorbos al café y seguía hablando.

-Tengo un niño, vive con mis padres en el pueblo. Lo tuve de jovencita. Ya tiene 12 años. Es más guapo, se parece al cabrón de su padre pero tiene mis ojos. Casi me muero cuando lo parí. Tuve preclansia o algo así. La tensión se me subió a lo burro y desde entonces no puedo coger peso ni hacer esfuerzos demasiado exagerados-.

-¿Pero con tu profesión?-.

-Eso no es nada, mientras no tenga que cogerlos en brazos no hay problema, Jajaja. Ya llegó Mateo me tengo que ir, es un habitual-.

Y salía corriendo dejando los vasos de plástico vacíos encima del mostrador. No estaba seguro de si ella tenía algún problema de atención porque escuchaba la misma historia cada mañana.

Los primeros meses Oscar y él apenas se veían pero cada vez pasaba más tiempo en casa y hablaban de vez en cuando. Nunca fue un charlatán pero si un buen oyente y Oscar pasaba por una mala racha, cansado y desencantado de su profesión. Ya no buscaba papelitos en obras de teatro, ya no se conformaba con hacer de figurante ni con aquella única línea que le permitía salir al escenario. Un amigo le había conseguido un espectáculo en un local de ambiente y recitaba un monologo allí tres veces por semana.

Aunque al principio le entusiasmó la idea, después de unos meses se sentía un verdadero fracasado. Cinco años antes había llegado desde Vitoria esperando convertirse en una estrella, debutar en un teatro cómo el María Guerrero y ver su nombre en letras grandes junto a actores consagrados, sin embargo, estaba confinado en un antro oscuro representando el papel de un vampiro que solo daba discursos sobre la muerte y el miedo a envejecer. Eso pagaba sus gastos pero no sabía cuanto tiempo podría seguir haciéndolo.

-Tener que preocuparse por cosas tan mundanas como pagar la renta o rellenar la nevera no es propio de un artista. Creí que encontraría un mecenas que se ocupara de mí pero no pasó-. Un largo suspiro y se tumbaba en la alfombra.

Se quejaba continuamente de lo difícil que le resultó dejar su casa, las discusiones interminables que tuvo con su padre defendiendo su talento como actor, ahora todo eso no tenía sentido. Los días que la conversación iba por esos derroteros, aunque intentara hacerse la víctima, en su tono de voz había cierto desprecio por la gente común, la que no tenía su talento, su sensibilidad.

-A lo mejor mi padre tiene razón y debería ocuparme de gestionar el negocio de la familia como hizo él cuando el suyo se jubiló. Es una pequeña empresa de tejidos que ha sobrevivido a muchas crisis, mi abuelo era un genio y mi padre se defiende bien-. Él seguía dibujando mientras Oscar no dejaba de hablar. De pie, yendo y viniendo de la terraza hasta su habitación.

-¿Sabes qué trabajé como un perro para pagarme los cursos de interpretación? Fui camarero, sólo al principio, pagaban mal. Luego me llamaron para ser relaciones públicas de una discoteca de alto standing, de esas a las que solo se entra con invitación, en la zona VIP por supuesto, el sueldo era muy bueno pero lo tuve que dejar porque vivir de noche y dormir de día es muy malo para la piel. El trabajo más divertido que tuve y el mejor pagado fue en una línea erótica. Era un local con veinte cubículos diminutos.

Había de todo, hombres, mujeres, gordos, flacos, eran tan feos todos pero las voces no estaban nada mal. En realidad era lo único importante. Eso me lo enseñó Marta. 100 kilos de mujer adulta con voz de Lolita que causaba sensación. Su teléfono no dejaba de sonar. Aprendí de ella frases, trucos, ideas originales que aplicaba en su justa media. Ella era muy vulgar y yo quería dar más clase a mis conversaciones, aunque el tema no daba para mucho. Los demás creían que mataría de aburrimiento a mis clientes pero mi teléfono sonaba. ¡Como tengo la voz tan bonita!- Sonreía y se miraba al espejo del pasillo. Había puesto espejos por toda la casa.

La primera vez que le despertó a media noche gritando y llorando se asustó.

-Me acabo de suicidar- le dijo y él se incorporó de inmediato.

-Vamos al hospital. Te tienen que hacer un lavado de estómago. Llamaré un taxi o mejor una ambulancia-.

-Me he tragado un frasco de pastillas, ¡Ya no aguanto más! ¡No hagas nada!-.

Él, desesperado, fue al baño a comprobar que nivel de estupidez había hecho Oscar. El frasco seguía sobre el lavabo, lleno hasta la mitad. No era tan grave, aún así le obligó a vomitar y se quedó a su lado hasta que se durmió. Desde entonces cada quince días se repetía la escena y él se portaba como un autómata. Café con sal y palmaditas en la espalda hasta que el estómago de Oscar se quedaba completamente vacío. Y un día Oscar decidió que no merecía la pena sufrir de esa manera, hizo las maletas y se volvió a su casa. Le dejó una nota en la puerta de la habitación: ¨El mes está pagado. Gracias por todo. A lo mejor vuelvo cuando esté más tranquilo. Un abrazo. Oscar¨.

-¡Qué cabrón!- fue lo primero que se le pasó por la cabeza.

Dos meses antes de la fuga de Oscar conoció a las vecinas del 3oB. La primera vez que las vio fue un viernes. Oscar llegó tan borracho que pasó la noche delante de la puerta de casa, tumbado todo lo largo que era como un felpudo del carne, envuelto en su capa vampírica de forro rojo bermellón, con el maquillaje aún perfecto. El salía con prisa como todas las mañanas y lo encontró tirado. Por un momento pensó en dejarlo allí, saltar por encima y largarse.

Tenía llaves. Ya entraría cuando se despertara. Fue una iniciativa fugaz, no era capaz de hacerle eso. Así que a rastras, porque la diferencia de tamaño y el peso muerto que era Oscar en aquel momento no le permitía hacer otra cosa, le llevó al salón y le dejó sobre la alfombra, desmadejado pero seguro. Le iba a doler todo cuando se levantara. El pasillo era demasiado estrecho y habilidad para manejar fardos no tenía. Le tapó con una manta y salió disparado escaleras abajo.

Estuvo a punto de arrollar a las chicas, se disculpó pero ellas ni siquiera le escucharon, le saludaron con desgana y siguieron subiendo con una pachorra agónica, ojerosas, derrotadas. Iban maquilladas, nada excesivo, aunque de eso debía hacer muchas horas, probablemente venían de una fiesta y no muy contentas. No sabía por qué pero una le recordaba a un cocker spaniel y la otra a un galgo. Le gustaban los perros y siempre acababa identificando a las personas con alguno de estos animales. Desde el primer día pensó que Oscar era un dálmata y la Chari un Chow Chow.

Esa tarde las volvió a ver en el supermercado del final de calle, trabajaban de cajeras por las tardes. Atendían a los clientes una con gesto de fastidio, el galgo, y la otra atenta y amable. Y por la noche las vio bajarse de un taxi, cargando unos bultos envueltos en papel de embalar y sujetos con cuerdas, debían pesar demasiado porque hicieron turnos de guardia para ir metiéndolos en el portal. Él contemplaba la escena desde la terraza y decidió bajar a ayudarlas. Desde que llegó a Madrid las únicas personas con las que hablaba eran la Chari y Oscar.

No era mala idea ampliar su círculo. Aceptaron su ofrecimiento, eufórica una, condescendiente la otra, y fue entonces cuando supo que se llamaban Elena, la chica amable, y Clara, la distante. El traslado por las escaleras fue duro, apenas había espacio y aquellos paquetes pesaban de verdad y se desvencijaban continuamente. Le explicaron que eran cuadros y los traían de una exposición. Clara intentaba entrar en Bellas artes y Elena sólo quería vivir de su trabajo. Cuando llegaron por fin a su piso le invitaron a tomar algo para agradecerle el esfuerzo y el aceptó encantado. Las chicas prepararon algo rápido y los tres comieron como limas sin apenas cruzar palabra. Luego vino el café y las confidencias.

Nunca entendió por qué todo el mundo le contaba sus penas sin conocerle de nada pero se limitaba a sonreír y a escuchar, a veces hasta ponía cara de confesor. Ellas habían conseguido hacer su primera exposición después de meses de duro trabajo. En una galería modesta y mal situada pero eso no era lo importante. Empezaron a desembalar los cuadros y los fueron alineando en el salón para enseñárselos. Elena era la encargada de ir mostrándolos uno a uno, le llamó la atención hasta que punto valoraba la obra de Clara y que poca confianza tenía en la propia.

Los precios, aún indicados en el marco de los cuadros con una etiqueta blanca. Los de Clara demasiado altos como si el valor de la obra se lo dieran los ceros, los de Elena demasiado bajos como si necesitara venderlos a cualquier precio, pensando más en cubrir costes. Las dos buscaban el reconocimiento, ser descubiertas, pero no tuvieron suerte. Los visitantes entraron en la galería para protegerse de la lluvia y observaron los cuadros con escaso interés. Recibieron elogios de amigos que se acercaron a apoyarlas y hubo ausencias destacadas. El dueño de la galería se quedó con un cuadro de cada una como pago por las molestias y aún se quejaban por los que había elegido, sobre todo Clara.

-Al final ni siquiera compensamos los gastos en materiales pero hemos dado un primer paso- decía Elena, poco convencida, Clara seguía con aquel gesto agrio al recordar el fiasco. Ellas soñaban con exponer algún día en Arco y él nunca supo si llegaron a hacerlo. No volvieron a coincidir y cuando se fue ya se habían ido.

Ingresó en la escuela de cinematografía y, aunque la especialidad de dirección era terreno vedado, se hizo un hueco en escenografía gracias a los trabajos anteriores que acumulaba en su book. El primer día de clase tuvo que presentarse en la escuela con el macuto en la mano. La fuga de oscar le complicó la vida de tal forma que estaba otra vez ejerciendo de indigente. Con su sueldo del sex-shop no podía pagar el alquiler completo y el casero le había puesto de patitas en la calle el día anterior. Sólo consiguió una noche de gracia.

Su presupuesto le permitía pagar unos días en un hostal pero poco más. Metió el macuto con dificultad en la taquilla que le fue asignada y tardó en darse cuenta de que le observaban. Esmeralda, una veterana, diez años mayor que él se le acercó y le interrogó con soltura intentando averiguar si tenía problemas de alojamiento. Él no era muy dado a ventilar sus dramas pero acabó confesando y ella le ofreció posada. Esmeralda asistía a la escuela de vez en cuando, más para conseguir contactos que para terminar la carrera.

-Este oficio se aprende sobre el terreno. Todo se basa en los contactos, ni siquiera en tus habilidades. Los títulos no sirven de nada-. Ella era amable pero animando al personal era única.

Vivía en un piso fantástico de la Latina y él se instaló esa misma tarde. Lo que en principio iban a ser solo unos días se volvió permanente, a Esmeralda le encantaban los perros y le permitió traer a Lolo a la primera oportunidad. Estaba muy bien relacionada y viajaba mucho así que él le cuidaba la casa. Le consiguió trabajo en una serie como ayudante de vestuario y ahí empezó su verdadera andadura en el mundo del cine y la televisión.

Habían pasado 15 años y seguía siendo ayudante de vestuario, ahora tenía un nombre e incluso había sido jefe de vestuario en más de una ocasión, en producciones pequeñas. Había trabajado con muchos directores conocidos nacionales e internacionales y estaba muy desencantado de la profesión. Demasiados arribistas, demasiada mierda que había tenido que aguantar. Era un trabajo inestable, bien pagado pero no todo el año. A veces trabajaba durante tres meses y vivía de eso otros tres y cuando ya creía que le llegaba la soga al cuello algo surgía de la nada que le cubría los gastos los próximos meses.

Seguía viviendo en el piso de la Latina pero Esmeralda se había ido hacía un año, se trasladó a Londres como la mayoría de sus conocidos. Les iba bien y le intentaban convencer de que siguiera sus pasos pero él se aferraba a esa casa, a Madrid, esperando que le llegara su gran oportunidad. De momento, con algunos trabajos esporádicos y alquilando el cuarto de Esmeralda a turistas, al más puro estilo cama caliente, pagaba los gastos.

En un ataque de nostalgia volvió a Cuatro caminos pero ya nada era como antes. El comedor subvencionado era ahora una peluquería. La de veces que había comido allí cuando andaba muy mal de presupuesto. El puente había desaparecido. La vagabunda de los gatos debió irse antes, ella vivía allí. Desde el primer día la observaba con curiosidad. Con aquella mata andrajosa de pelo blanco, un vestido negro que le llegaba por los tobillos y le permitía imaginar lo escuálida que era, arrastrando un carro de supermercado lleno de cajas, alambres, desechos varios y entre unas mantas una camada de gatitos chillones. Aquellos animales no crecían nunca, pasaban meses y seguían siendo crías.

Nunca quiso pararse a pensar que hacía con ellos. Sin embargo, ella era un referente de la Glorieta. Taciturna y solitaria. Paseando bajo el puente, sentada junto a su carro, mascullando en voz baja. Desde la mañana a la noche. Más vieja que el puente parecía. Se fue ella, se fue el puente y toda la Glorieta se transformó. Así había sido su periplo por Madrid. Ahora se planteaba dejarlo todo. Volver al pueblo a dar clases. Tenía suficiente experiencia acumulada para empezar de cero. Camino de la parada de metro, cabizbajo, recordó que acababa de inscribirse en un curso de maquillador de muertos, le habían dicho que en ese oficio había trabajo de sobra y tampoco era tan terrible. Visto un muerto, vistos todos.

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Estefanía Farias Martínez. Cartagena, España (1970). Doctora en Filología Árabe por la Universidad de Granada. ¨Lo que hace un nombre¨ en Los omniscientes (julio 2014); ¨Yolanda¨ en Revista Contra Estudio y -¨Un acuerdo sin palabras¨ en Periódico Irreverentes.

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Dictan 6 meses de prisión preventiva a sujeto que vandalizó la Piedra de los 12 Ángulos [VIDEO]

En tanto, el Mincul solicitó más de 5 millones de soles como reparación civil contra Gabriel Roysi Melanio.

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Durísima sanción. Seis meses de prisión preventiva de la libertad dictó ayer el Poder Judicial (PJ), a través de la Corte del Cusco, contra Gabriel Mariano Roysi Melanio, de 30 años, investigado por atentar contra la Piedra de los Doce Ángulos en el centro histórico de la ciudad del Cusco.

La decisión fue dispuesta por el Segundo Juzgado Penal de Investigación Preparatoria Transitoria de Flagrancia del Cusco.

Será investigado por el delito de destrucción de bienes culturales, daño ocasionado con un martillo. Cabe recordar que la ciudad del Cusco es protegida al ser Patrimonio Cultural de la Nación desde 1972 y Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco desde 1983.

Por su parte, el Ministerio de Cultura (Mincul), a través del procurador público Henmer Alva Neyra, solicitó como reparación civil e indemnización 5 millones 350,000 soles al imputado de dañar con un martillo la Piedra de los 12 Ángulos.

El fiscal del caso sustentó la medida coercitiva a partir de las pericias del Mincul y de la Policía Nacional que confirman que tras el impacto metálico hubo pérdida de material y hendiduras, que fue calificado como “muy grave” al haber “alteración irreversible en un bien arqueológico de alto valor histórico y cultural”.

Además, hubo “una alteración en la fisura superficial comprometiendo la estabilidad del elemento y exponiendo a un deterioro. El daño compromete no solo la integridad física del bien, sino también su valor histórico, estético cultural al modificar su percepción visual y su autenticidad”.

fuente: tv peru.

El dato:

Un turista que observó los daños reportó la agresión a una tienda de la zona y tras visualizar los registros se constató que Roysi Melano golpeó tres veces el bien cultural y luego se fue. El mismo día, alrededor de las 10:40 horas, la Policía Nacional y la fiscalía ubicaron y detuvieron al causante en la calle Suytuhatu del barrio de San Blas.

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Norvial anuncia que suspenderá temporalmente el cobro de peajes en Pasamayo y Serpentín [VIDEO]

Desde primeras horas de la mañana de hoy se observa a los vehículos pasar sin pagar el peaje.

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Luego de varias protestas por parte de los transportistas que usualmente se dirigen hacia el norte del país, denunciando que la empresa concesionaria Norvial aún continuaba cobrando el peaje en la Variante de Pasamayo y el Serpentín de Pasamayo, pese a que más adelante se encuentra derrumbado el puente Chancay, Norvial informó la suspensión temporal de dicho cobro.

La concesionaria de la Red Vial 5 de la Panamericana Norte precisó que la medida estará vigente por seis días calendario o hasta que se culmine con la instalación del puente modular que permita recuperar la transitabilidad en el kilómetro 76+200 donde se ubicaba el colapsado puente Chancay.

Sostuvo que la medida se adoptó en virtud del Oficio N° 0658-2025-MTC/19 expedido por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), en aplicación del numeral 9.9 del Contrato de Concesión.

A través de su cuenta oficial en Facebook Norvial dio a conocer este comunicado donde reiteró su compromiso por la seguridad y transitabilidad en la vía.

Como se recuerda, el jueves 13 de febrero, cerca de la medianoche, se produjo el colapso de una de las vías (de norte a sur) del puente Chancay lo que provocó la caída de un bus interprovincial lleno de pasajeros y de un automóvil particular. El accidente dejó tres personas fallecidas y cerca de 40 heridas, algunas de ellas aún se encuentran internadas.

Ante el colapso del puente, que obligó a suspender el tránsito en ese tramo de la Panamericana Norte, el titular del MTC, Raúl Pérez Reyes, anunció que un puente modular reemplazará a la infraestructura dañada. La instalación del citado puente demandaría entre ocho a 15 días.

fuente: exitosa.

Ante la suspensión del tránsito vehicular en Chancay, los transportistas que salen o se dirigen a Lima toman como ruta alterna el camino que conduce a la ciudad de Huaral para luego dirigirse a Aucallama y en este lugar retomar la Panamericana Norte.

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Concesionaria Norvial continúa cobrando peajes en Ancón y Huacho pese a colapso de puente Chancay [VIDEO]

Choferes se muestran disconformes en cobro de peaje, tomando en consideración el derrumbe del puente y la altísima congestión vehicular en la zona.

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Siguen cobrando pese a un servicio deficiente. El director de la Cámara Internacional de la Industria del Transporte (CIT), Martín Ojeda, denunció que se sigue cobrando peaje a pesar de las limitaciones del tránsito vehicular, tras el colapso del puente Chancay, en Huaral, que se registró la noche del jueves, 13 de febrero.

En entrevista para RPP, Ojeda señaló que persiste el cobro en los peajes de Ancón y Huacho, por lo que exigió la suspensión del pago hasta que culminen los trabajos de remediación después la caída del puente Chancay, a la altura del kilómetro 75 de la Panamericana Norte.  

También dijo que los transportistas son desviados del peaje de Ancón hacia Huaral, por una vía de trocha que dificulta el tránsito y, además, genera una congestión vehicular de entre una a cuatro horas.

fuente: exitosa.

Para ejemplificar el panorama que brindó Ojeda, un conductor se comunicó en vivo con RPP y relató que, en su trayecto de Lima a Chancay, estuvo más de tres horas atascado en el tráfico. 

“Y en el mejor de los casos, cuando no hay tráfico, se demora hora con veinte minutos. Y el día de ayer, en la noche, se ha demorado de tres a cuatro horas. Hay una larga fila de buses porque nos meten por calles que no son carreteras, no son autopistas, es una ciudad… lo peor de todo, que nos cobran los peajes”, declaró Martín Ojeda.

“La fluidez y la conectividad se rompió y están cobrando el peaje de norte a sur y de sur a norte en Huacho; y están cobrando el peaje en Ancón, norte y sur, sur y norte”, agregó.

El director de la CIT comentó que en los peajes se cobra 10.40 soles por eje y los camiones tiene hasta seis; por lo que un transportista podría llegar a pagar 62.40 soles.

“Eso es lo que nos están cobrando: por nada”, enfatizó.

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Atentado cultural en Cusco [VIDEO]

‘La piedra de los doce ángulos’ forma parte de un Palacio Inca en la calle Hatun Rumiyoq y hoy fue seriamente vandalizada por una persona que con un objeto contundente la golpeó fuertemente. Como se recuerda, hace 11 años dos vándalos chilenos pintaron el gran bloque e hicieron un grafiti con sus iniciales.

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La madrugada de este martes la ‘piedra de los doce ángulos’ ubicada en la zona monumental de la ciudad de Cusco, sufrió un grave atentado. Lima Gris accedió a imágenes exclusivas del momento del acto vandálico, cuando una persona en aparente estado de ebriedad golpea fuertemente la piedra con un objeto sólido que sostiene en su mano. Funcionarios del Ministerio de Cultura llegaron hasta el lugar para evaluar los daños.

¿Dónde está ubicada exactamente la ‘Piedra de los doce ángulos’?

La piedra de los doce ángulos es un bloque de piedra de la cultura inca que forma parte de un palacio ubicado en el centro de la ciudad, en la calle Hatun Rumiyoq (que junto con otras calles se unen a la plazoleta de San Blas con la plazoleta de la Almudena) en la zona monumental de Cusco, Perú.

El gran bloque de arquitectura inca y que está compuesta por una formación diorita presenta un gran acabado y bordeado perfeccionista, al no existir asimetrías en sus uniones. Y actualmente es considerado Patrimonio Cultural de la Nación del Perú. Asimismo, la piedra forma parte de la sede del Palacio Arzobispal de Cusco, que anteriormente fue la residencia de Inca Roca, el sexto soberano del Curacazgo del Cusco.

Hace 11 años sufrió un acto vandálico

Como se recuerda, el 8 de marzo de 2014 la piedra sufrió un grave atentado mediante una irresponsable pinta que significó un acto vandálico, pese a la constante vigilancia de los ciudadanos cusqueños. En dicha fecha, dos sujetos chilenos desadaptados hicieron un grafiti con sus iniciales. Felizmente, los servidores de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco lograron borrarlas sin dañar la superficie.

Lima Gris accedió a estas exclusivas imágenes captadas por Darwin Santander.

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Taxis por aplicativo sí podrán ingresar al nuevo aeropuerto Jorge Chávez, según nuevas indicaciones de la ATU

Asimismo, precisaron que los buses “AeroDirecto” estará permitido el traslado de maletas tipo ‘carry on’.

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Taxis y malestas, sí, pero ahora solo falta cómo ingresar. La Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) informó el pasado fin de semana que los taxis por aplicativo sí podrán ingresar al nuevo aeropuerto internacional Jorge Chávez, que se inaugura este 30 de marzo.

A través de un comunicado, precisó que este tipo de autos sí podrán ingresar con pasajeros al nuevo terminal de Lima y que “el control y la seguridad de estos vehículos estarán a cargo tanto de la entidad como de la Policía Nacional del Perú”.

Es así que vehículos de los aplicativos como como Uber, Yango, Cabify, Didi y Easy Taxi podrán ingresar al terminal con pasajeros.

Para operar en el nuevo terminal aéreo, los taxis por aplicativo deberán cumplir con varios requisitos de seguridad y formalización. Las unidades deben estar debidamente identificadas con la placa correspondiente al servicio de taxi y contar con la autorización de la ATU.

Además, los conductores deberán tener una licencia de conducir vigente, contar con el SOAT obligatorio y pasar una inspección vehicular actualizada. Entre los implementos de seguridad exigidos se incluyen un botiquín de primeros auxilios, un extintor y señales distintivas como casquete y cartilla informativa.

Detalló asimismo que los buses de “Aerodirecto” son vehículos de transporte público urbanos de pasajeros, como los que prestan servicio en la ciudad, en los cuales está permitido el traslado de maletas tipo carry on (con ruedas) y mochilas de viaje, es decir, el equipaje que suele ir en la cabina de los aviones”.

Finalmente, la ATU reiteró su compromiso de apoyar los servicios de movilidad urbana hacia y desde el nuevo aeropuerto Jorge Chávez dentro de los estándares de formalidad que la autoridad exige, a la par de ir implementando nuevos servicios que permitan un desplazamiento seguro de los ciudadanos y visitantes.

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A propósito del Día del Amor y la Amistad: cada vez más peruanos prefieren casarse pasados los 30 años

El año pasado se realizaron 68,559 matrimonios, situándose casi a cifras prepandemia.

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Dar el “sí, acepto” es una de las decisiones más importantes de la vida y para muchos se tienen que dar ciertas condiciones para pasar el resto de sus vidas que su ser amado. Los tiempos han cambiado y ya no se frecuenta ver bodas entre jóvenes veinteañeros, sino a dos adultos de 35 años para arriba.

Y es que varios factores entran a tallar para la unión ante Dios. Muchos jóvenes dan prioridad a su vida profesional y laboral, dejando en segundo plano las nupcias. Otro factor importante es el soporte económico ya que muchas de las nuevas parejas buscan un hogar donde habitar que no sea el segundo piso de la casa de sus padres. Otro detalle a considerar es que muchos de los encuestados no se sienten emocionalmente preparados para “dar el salto” a la fila de los recién casados, prefiriendo entre otras cosas su libertad como solteros, su juventud y su etapa donde no son tan responsables.

Según información del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) en 2024 se han registrado 68,559 matrimonios; lo que indica una recuperación con respecto a los números prepandemia. En 2019 la cifra fue de 73,802, y evidentemente por la coyuntura de la crisis por Covid-19 en 2020 se redujo a 43,608 bodas. En años posteriores la cifra se fue recuperando, teniendo un pico alto en 2022 con 80,605 matrimonios.

En los años posteriores esa cifra no se mantuvo, reduciéndose considerablemente: 2023 con 66,142 bodas, y 2024 con 68,559.

El año anterior más de 39 mil peruanos se casaron entre los 30 y 59 años; siendo Lima, Arequipa y Cusco las regiones que lideran este ranking por rango de edad.

Ciudadanos ahora priorizan otros aspectos de su vida como la profesional, emocional o económica antes de casarse. Foto: El Peruano.

Día del Amor, día de casarnos

Por otro lado, Reniec informó que en el 2024 se registraron 757 matrimonios el 14 de febrero, fecha en la que se celebra el Día del Amor o Día de San Valentín. Esto representa una disminución del 25.6% versus el 2023, cuando se casaron 1018 parejas a nivel nacional.

En comparación con el año prepandemia (2019), se experimentó una caída del 38.7% en el número de matrimonios inscritos que fueron 1234.

Reniec también señaló que, en los últimos seis años, un total de 4892 parejas eligieron contraer matrimonio el Día de San Valentín.

Las parejas que han unido sus vidas y sellado su amor en esta fecha especial son las siguientes: en 2019 (1234), 2020 (1476), 2021 (14), 2022 (393), 2023 (1018) y en 2024 (757).

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Dos personas fallecidas y decenas de heridos tras caída de Puente de Chancay [VIDEO]

Bus interprovincial cayó al turbulento río Chancay. Entre los heridos se encuentran tres menores de edad.

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Un país sin puentes. Resulta sumamente preocupante la falta de planificación y monitoreo de los puentes del país. Han pasado más de dos años y un puente en Huachipa aún no se puede terminar de construir; peor aún, no existe un puente de acceso al nuevo aeropuerto Jorge Chávez; diversos puentes vienen siendo golpeados en sus bases por buses y tráileres de carga pesada, dificultando la transitabilidad de los demás vehículos; y qué decir de los demás puentes en el interior del país que cada año son debilitados tras la llegada de un huayco, sin que exista un control posterior de las autoridades competentes sean distritales, regionales o centrales; y ahora último el Puente de Chancay se ha caído al río, llevándose consigo dos personas inocentes fallecidas.

De acuerdo con información del titular del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), Raúl Pérez – Reyes, un bus interprovincial cayó a las aguas del río Chancay a la altura del kilómetro 75 de la Panamericana Norte, luego de que el puente se desplomara. Posteriormente, se tuvo conocimiento de que un auto particular también cayó a la corriente fluvial.

El hecho ocurrió aproximadamente a las 11:55 p.m. del último jueves, cuando la infraestructura cedió justo en el momento en que una unidad de la empresa Cruz del Norte y un automóvil de color negro transitaban por la vía.

Bomberos y agentes de la Policía Nacional del Perú (PNP) trabajaron en conjunto para rescatar a los pasajeros atrapados dentro del ómnibus, algunos de los cuales quedaron entre los fierros retorcidos. Con herramientas especializadas, lograron abrir paso entre los restos del vehículo, mientras otros socorristas brindaban primeros auxilios. Los afectados fueron trasladados a los hospitales de Chancay y Huaral.

Por otro lado, se conoció que en el mes de noviembre se realizó mantenimiento al puente derrumbado, sin embargo, no se han brindado mayores detalles sobre el tipo de mantenimiento. Desde el año 2003 la empresa encargada del mantenimiento del puente es Norvial.

fuente: latina.

Ministro de Transportes acudió hasta el puente derrumbado

Ante esta emergencia, el ministro de Transportes llegó hasta Chancay en horas de la madrugada para intentar buscar alternativas de vías de comunicación debido a que se ha paralizado la carretera en sentido norte a sur producto del colapso del puente. 

Los pobladores de la zona se mostraron totalmente indignados con su presencia y llegaron a increparle en el lugar. Sin embargo, el titular del MTC se concentró en mencionar que lo importante era salvaguardar la vida de las víctimas

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Usuarios del Metropolitano se bajan de los buses debido al asfixiante calor [VIDEO]

Unidades de transporte no cuentan con aire acondicionado, eso sumado a la gran conglomeración en hora punta hace que muchos de esos vehículos vayan repletos de pasajeros.

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El sofocante calor se siente en muchas partes de la capital, registrándose en algunos distritos temperaturas por encima de los 30 grados, teniendo sensaciones de calor los 33 o 34 grados. Si eso calor se suma estar en un lugar cerrado y con poca ventilación como los buses del Metropolitano dicha temperatura fácilmente puede bordear los 37 o 38 grados, resultando para muchos una “olla a presión”.

Anoche, en la estación Naranjal del Metropolitano, decenas de usuarios de ese servicio de transporte no pudieron más el intenso calor y decidieron bajarse de las unidades a modo de protesta por la escasa implementación de aire acondicionado o sistemas de ventilación.

Y a pesar que anoche se registró una intensa lluvia en gran parte de la capital, la sensación de calor no se redujo, teniendo una media de 25°C incluso hasta altas horas de la noche.

“No es ventilado, la verdad. Como todos los días, es algo normal que haya aglomeraciones. El calor está muy fuerte”, dijo a Panamericana TV una pasajera que aguardaba abordar en la estación Naranjal. Otra usuaria agregó: “Es un horno estar en el trayecto. La gente está apiñada, no hay ventilación. Las ventanas no sirven de mucho porque son pequeñas y algunas están malogradas”.

fuentes: bdp.

En esa estación los pasajeros debieron esperar al menos 45 minutos debido a la congestión generada por el mal tiempo. Sin embargo, el panorama se replicó en otros puntos, donde usuarios reportaron que la lluvia generó desorden y acumulación de suciedad en los embarques.

Los peatones también manifestaron que las estaciones no están diseñadas para soportar precipitaciones prolongadas. En varias de ellas, se registró acumulación de agua en el piso, lo que dificultó el acceso y generó riesgo de resbalones.

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