Opinión
Los ayunos, las procesiones y los sermones de Semana Santa
Por Hélard Fuentes Pastor

Por: Hélard Fuentes Pastor
Recuerdo a mi madre, en Semana Santa, preparando el arroz con leche y la mazamorra morada. Entonces, las familias peruanas tenían la costumbre de recogerse en sus hogares durante los días jueves y viernes santo, mientras compartían una variedad de postres. Por supuesto, no todo era dulces, el domingo de resurrección, acostumbraban a comer el Caldo de Pascua. Además, en esas fechas, la dieta principal de los ciudadanos se prepara en base a pescado, crustáceos y mariscos.
La tradición conocida primigeniamente como Semana Grande, Penosa o de Indulgencia, siempre se ha caracterizado por los feriados, los ayunos, las procesiones y los sermones, es decir, el protagonismo ha sido plenamente sacerdotal, por ejemplo, en los siglos coloniales con la penitencia y el sacramento de la confesión, tal cual detalla el sínodo del Obispado de Arequipa de 1684. Naturalmente, aquellos padrecitos debían tener la aprobación para actuar en calidad de confesores. Otro de los aspectos interesantes son las disposiciones de esos tiempos: que las romerías sean de día, que al retorno a las iglesias se cierren las puertas, que no se predique a esas horas en plazas ni calles, menos en el templo, y evitar cantar los salves.
Semana Santa es una de las pocas tradiciones que tiene numerosos comportamientos festivos o costumbres, además de una exhaustiva planificación que se desprende de las crónicas y apuntes eclesiásticos, por ejemplo, hace más de un siglo, el cura José María Cornejo de la iglesia de Santa Marta, maestro de ceremonias de la Catedral de Arequipa, recitaba novenas y ejercicios piadosos en el santo quinario como preparación para la Semana Santa (Santiago Martínez, 1931). De otra parte, la misma organización de los colegios que estilan prácticas cristianas, programando reuniones al respecto o preparando guiones para la escenificación de los pasajes bíblicos relacionados con la Pasión de Cristo.

Los días que concitaron la atención iban desde el jueves hasta el domingo, sin desmerecer las actividades de los primeros que se realizan algunas procesiones. El lunes sale el Cristo Crucificado, el Señor de los Temblores, el Señor de la Caridad; el martes, Justo Juez, Jesús Crucificado, Jesús Nazareno, Jesús Cautivo y la Macarena; el miércoles, el Señor de la Sentencia, por mencionar algunos; en realidad, depende mucho de cada localidad, de sus iglesias, de sus imágenes y de sus hermandades o cofradías. Eso sí, las ciudades que se han caracterizado por abundante concurrencia son Lima, Cusco, Ayacucho y Arequipa.
Creo que, durante la segunda mitad del siglo XX, los miércoles santo, se introdujeron las representaciones simbólicas del vía crucis en los colegios de tendencia católica, realizando el recorrido interno de estaciones, pronunciando cada una de ellas, inclusive escenificando la pasión de Cristo, esto último sobre todo en lugares más humildes, entiendo que con fines educativos para transmitir el calvario de Jesucristo. Esos primeros días, los maestros o maestras de religión dejan como tarea visitar a las iglesias.
El Jueves Santo, como recuerdo, algunos curas realizaban el lavado de pies a doce pobres, ancianos o niños indigentes, en orfandad, y recorríamos las estaciones. Lo ideal serían catorce iglesias. De niño iba junto a mis padres y de adolescente con los amigos del barrio, y no faltaban en el camino las manzanas acarameladas, algodones de azúcar, confites, alfajores, entre otros dulces. No sé sí alguna vez cumplimos con el propósito, pero llegamos o superábamos los siete templos, tal cual demanda originalmente la costumbre. Ha de ser porque estaban cerquísima uno de otro. En el siglo XVII, difícilmente hubiéramos alcanzado a recorrer todos, ya sea por la distancia o por una disposición eclesiástica que indicaba su cierre a las 10:00 de la noche, como notifica el sínodo de 1684.

Esta costumbre de las estaciones es tan antigua que nos remite a 1675, cuando el virrey Baltasar de la Cueva Henríquez y Saavedra junto a su familia y sus oidores “anduvo” las estaciones en la noche del jueves santo (Josephe Mugaburu y Francisco de Mugaburu, 1918). No podría decir que la práctica se introdujo ese año, menos aún con la existencia de una narración de Ricardo Palma que nos lleva a 1640. Lo cierto es que Mendiburo, dice que en el Virreinato, la máxima autoridad visitaba las iglesias de la Capilla Real, Desamparados, Santo Domingo, San Agustín, La Merced, San Pedro, San Francisco y Catedral, en Lima. Eso quiere decir que sólo se recorrían siete y no catorce como se estila ahora. Así se acostumbró muchos años, tal cual se desprende de un reporte de 1890.
La práctica nunca se perdió de vista, pues los gobiernos republicanos como el de 1863, consideraba en su calendario institucional la visita a la Catedral y las estaciones. La gente acomodada, señorial, adoptó esta costumbre. En algunos registros, he leído que también lo hacían de día, precisamente, Jorge Basadre (1968) refiere al empleo de un quitasol. La costumbre fue arraigada y extendida con los años, por lo que en muchas regiones del país, los fieles presididos por sus obispos recorrían las estaciones, por ejemplo, en Ayacucho del siglo XX.
Al día siguiente, viernes, todas las iglesias están cerradas en señal de duelo. Tanto en la colonia como en la república, todo estaba prohibido para los niños. Hay un ayuno riguroso, un silencio arrollador y el sermón de las tres horas. Gustavo Rodríguez (1995), cuenta que sólo se escuchaba música clásica en la radio y la gente concurría al centro de la ciudad con trajes oscuros. Decía en su reseña “el Viernes Santo, todo está bendito” y únicamente se consume pescado ―los arequipeños el tradicional chupe de viernes―. Más tarde, en algunos lugares y tiempos, se da la procesión del Santo Sepulcro o la visita al templo que lo guarda, en medio de una desolación tremenda. Así es como a mediados del siglo XX, los jueves se popularizaron como el día de confesiones y comuniones, y los viernes en calidad de ayuno. Actualmente, en algunas ciudades, sacan en procesión al Cristo Yacente. Así pasa en Tacna.

Recién, el Sábado Santo o Sábado de Gloria, las iglesias abren sus puertas para recibir a los feligreses. Se anunciaba el día con cantos devotos. En los años 60, solía realizarse la misa de gloria a la medianoche. Hay quienes ofrecen el rezo del Santo Rosario y la Vigilia Pascual. En tanto, el Domingo de Resurrección, de Pascua o de La Anunciación, hay una solemne eucaristía en varias oportunidades, durante el día, a fin de que los creyentes participen de dichas misas. Cualquier saludo es motivo de una frase: ¡Felices Pascuas!
La Quema de Judas es otra actividad popular dentro del folklore de Semana Santa. Algunos lo realizan los sábados ―en la Lima señorial, según Ricardo Palma―, sin embargo, usualmente es la mañana del domingo. Gustavo Rodríguez (1995) decía que la Quema es un espectáculo pirotécnico. Lo es, pero antes de encender esa creación grotesca, se produce la lectura del testamento, un texto satírico escrito por una persona ocurrente donde se hace burla de los famosos de la ciudad o del país ―políticos, artistas, gente conocida―. Judas, aquí, es un muñeco relleno de papel, trapos viejos y hasta cohetes. Recuerdo que en mi barrio, que no era Siete Esquinas ni Yanahuara y Cayma, en Arequipa, organizaban esa actividad en el parque del BO2.
Ahora, también recuerdo que durante la semana, la gente tenía la costumbre de bendecir en las iglesias algunos ramitos ―de mapurito, de albahaca, etc.― para colocarlos en sus hogares con el propósito de ahuyentar o protegerse de los malos espíritus o augurios. Mis padres iban a la iglesia con este fin, pero llevando su cruz de palma y solía hacerlo el Domingo de Ramos, antes del inicio de la Gran Semana. Sé que en Tacna, por mencionar un caso, también se realiza a las afueras del templo, en el Arco Parabólico, cuidando la fecha festiva. Este día es especial, porque desde el siglo XIX, según tengo datado para el caso de México, ya se realizaban las bendiciones con una oración de Ramos. Asimismo, es en buena cuenta, la representación simbólica de la entrada de Jesús a Jerusalén y de que ese hogar le ha dado la bienvenida.

Nuestro país, nuestro Perú. Muy dado a las celebraciones y días festivos desde la época colonial, siempre mantuvo la “obligación” de sus principales fiestas católicas, por lo que hubo muchos feriados. Para Manuel de Mendiburu, en la segunda mitad del siglo XIX, esto era un despropósito, dijo: “poco cuesta inferir que este fomento del ocio y del abandono, en un país en que todo abunda y en donde era tan fácil subsistir sin fatiga, contribuyó eficazmente a arraigar malas costumbres y dar incremento a los vicios. De aquí los desórdenes de la plebe y su perniciosa holganza (…)”. Eso mismo decía. Resulta que, en la colonia, el Papa Benedicto XIV ―a pedido del Rey Fernando VI― resolvió que sean fechas de guarda: 1er y 2do días de la Pascua de Resurrección y Espíritu Santo.
Mendiburo no era único crítico de los feriados religiosos, en 1889 una nota publicada en Perú Ilustrado recordó que la policía llegaba a intervenir para clausurar los locales de comercio que atendían los viernes santo. Claro que, algunos conseguían saltar la norma, pero debían hacerlo a hurtadillas, cómo si trabajar fuera pecado, tal cual se concibió en los antiguos pueblos critianos. En la segunda mitad del siglo XIX, la prensa limeña, más aún masónica, luchó contra el almanaque eclesiástico por la cantidad de días de guarda que existían. En ese sentido, jueves y viernes eran días feriados fijados por la Iglesia nacional.
La rigidez de los días de guarda debió flexibilizarse con los años y en la primera mitad del siglo XX, en los años de 1939-40, luego de un amplio debate en el Senado, se estableció como feriado único, el viernes de Semana Santa. No obstante, la tradición jurídica, inalterable desde el decreto del 29 de marzo de 1822 fijó como feriado judicial desde el jueves hasta el Sábado Santo, manteniendo dicha práctica institucional hasta el siglo pasado. Apenas, en los años 80 ―según la Ley Orgánica del Trabajo de los años 70 u 80― comenzó a extenderse el Jueves Santo como una fecha curiosa, pues se declaraba libre a partir del mediodía o de la 1:00 de la tarde. Ocurrió así, cuando ya en Italia, por ejemplo, era no laborable. Recién, durante el gobierno de Alberto Fujimori, con el Decreto Legislativo 713 del 7 de noviembre de 1991, se declararon ambos días como descanso remunerado. El turismo, naturalmente, se vio beneficiado, porque hoy en día, se aprovecha el fin de semana largo para viajar a diferentes lugares del país.
Eso, en resumen, es la Semana Santa.

Por Rafael Romero
He tenido la oportunidad de escribir algunas notas sobre el Club Alianza Lima. Por ejemplo, el 22 de julio del 2022 en EXPRESO, cuando publicamos el título “Pablo Lavandera, futbolista del pueblo” (https://www.expreso.com.pe/opinion/pablo-lavandeira-futbolista-del-pueblo/). Pero en el segundo párrafo de esa columna ya hacía referencia al Pirata Hernán Barcos con estos términos:
“El 2021, Barcos mostró su liderazgo y lo sigue haciendo, pero este 2022 Lavandeira aporta lo suyo a un grande del fútbol peruano. Sin ir muy lejos, en los últimos años, Alianza Lima ha consolidado su porte y marca en el plano futbolístico e institucional, y eso gracias a sus dirigentes, socios, hinchas y cuerpo técnico -en buenas manos como las del profesor Carlos Bustos-, sin dejar de lado lo que siempre ha caracterizado a esta escuadra, es decir, su pasión, mística y “corazón” sobre el gramado, potenciados por el respaldo popular que no abandona ni deja de alentar, lo cual constituye una fortaleza para el club “blanquiazul”.
Empero, han pasado cuatro años, y hoy, en la era de Pipo Gorosito, la figura de Hernán Barcos reluce con gran vigor y se ha hecho del corazón aliancista y de millones de peruanos.
No cabe duda que actualmente Barcos es un líder de marca mayor, realidad que nace de su esencia humana, por ser una buena persona que trasciende al fútbol y al club para convertirse en un referente a imitar por su don de gentes, por su humanismo y sus nobles sentimientos de respeto a propios y extraños, amén de su sensibilidad social, especialmente para con los niños, a quienes les lleva alegrías incluso cuando están en su lecho de recuperación médica, proporcionándoles el 9 de Alianza Lima su ayuda y optimismo.
En el presente 2025, Hernán Barcos, a sus 41 años, ha ratificado una vez más su grandeza blanquiazul desde Porto Alegre, al anotar el gol de empate frente a Gremio, con lo cual no solo selló el 3 a 1 a favor de Alianza Lima sino que enmudeció a un estadio que tenía más de 60,000 almas y demostró la “ciencia y saber” del Club Íntimo, tal como reza la letra de la clásica polca “¡Arriba Alianza!”, compuesta por el profesor Óscar Corcuera Osores (1924 – 2020), coetáneo, paisano cajamarquino y amigo de mi padre, Uladislao Romero Araujo (1921 – 2021).
Sin embargo, más allá del balompié, el Perú y el mundo necesita más “Hernán Barcos”, más “Piratas”, en tanto seres humanos con carácter, determinación, franco compañerismo, en tanto apóstoles que actúan con fuerza espiritual, con compromiso, con voluntad de triunfo y con positivismo para superar los retos.
Es decir, se requiere personas que triunfen, que sean dueños de un especial porte personal, como Hernán, poseedor de un “alma grande” y que en todo ejerzan el liderazgo, pues todos esos elementos constituyen fortalezas y paradigmas no solo para la gente que le sigue en el fútbol sino más allá de los estadios, especialmente entre los más jóvenes y adolescentes. Porque el liderazgo de Barcos es deportivo, pero también es un liderazgo extradeportivo que trasunta bondad, empatía, paz y amistad.
Opinión
Amotape Libros y El Gato descalzo, dos editoriales independientes en la FIL de Lima
Dos propuestas literarios que te recomendados en tu visita a la 29 Feria Internacional del Libro de Lima.

Fotos: Ricardo Mendoza
En medio del bullicio de la Feria Internacional del Libro de Lima —ese carnaval cultural que, año tras año, erige templos efímeros al libro entre avenidas congestionadas y discursos oficiales que suenan más a trámite que a celebración— hay espacios que escapan del espectáculo masivo para recuperar el sentido más íntimo y revolucionario de la lectura: la formación de un lector libre. Es el caso de dos editoriales peruanas que, en esta 29ª edición de la FIL, no se conforman con vender ejemplares: pretenden sembrar mundos.
La primera es Amotape Libros, una modesta pero tenaz editorial que se ha propuesto la osadía de hablarle a los niños no como seres ingenuos, sino como interlocutores capaces de comprender la complejidad emocional del mundo. Sus libros infantiles no recurren al colorinche fácil ni a la moraleja simplona, sino que exploran temas silenciados —la tristeza, la ira, la diversidad— desde una narrativa lúdica y artística. “Muchos de los libros que tenemos para esta feria abordan temas emocionales desde una perspectiva lúdica, narrativa y ficcional”, explica Alfredo Ruiz, su editor. Detrás de esas palabras se advierte una convicción: la literatura no es un ornamento para la infancia, sino una herramienta para entender el caos de estar vivos.

Amotape no solo edita obras propias; también importa títulos cuidadosamente seleccionados, creando un catálogo que desafía el empobrecido panorama de la literatura infantil peruana, dominado por textos escolares y fábulas recicladas. En su stand, diminuto en metros cuadrados pero vasto en imaginación, se respira una pedagogía de la libertad: enseñar a los niños a sentir, a pensar, a imaginar.
La otra trinchera se llama El Gato Descalzo. Con 13 años de existencia, esta editorial ha hecho de la resistencia su estética. Sus libros —económicos, sin pretensiones tipográficas pero plenos de contenido— circulan como ediciones libertarios en ferias, calles y plazas. A diferencia de los grandes sellos, que repiten autores y formatos como si de una fábrica se tratara, El Gato Descalzo apuesta por los desconocidos, por los inéditos, por los que escriben desde la periferia.

Durante esta edición de la FIL, no solo presentarán títulos nuevos, sino que han lanzado una convocatoria que parece salida de un sueño de Borges o de Arguedas: Misterios de los Andes, una antología de cuentos de ciencia ficción, fantasía y terror inspirados en los mitos y enigmas de la cordillera. Se trata de una iniciativa que no solo reivindica el imaginario andino, sino que lo reinterpreta desde la ficción contemporánea. Una forma de devolverle a la literatura peruana ese carácter mágico y trágico que alguna vez tuvo, antes de ser domesticada por el mercado editorial o la corrección política.
Estas dos editoriales —tan distintas en forma, tan semejantes en espíritu— nos recuerdan que el libro sigue siendo un acto subversivo en un país donde leer es todavía, para muchos, un privilegio. En un escenario ferial que muchas veces prioriza la selfie con el influencer de turno o la caza de descuentos, Amotape y El Gato Descalzo perseveran en su quijotesca empresa de formar lectores, no consumidores. Y eso, en tiempos donde la banalidad amenaza con vaciarlo todo, es un gesto de valentía y de fe.

Cómo leo lo que veo. Una pantalla perpetuamente azul. Se acabó el juego. Las imágenes ya no sirven para nada. -Si alguna vez sirvieron para algo. Para distraernos, fascinarnos, aburrirnos, engañarnos-. Pero esto es también mentira, o no es rigurosamente cierto. Ante la pantalla monocroma ‘que es una imagen de la nada’ (o del todo, según tu estado de ánimo) proyectarás imágenes de tu mente. La imaginación, el imaginario, la imaginería, las imágenes no cesan. Todo es cine. Las imágenes están por todas partes, aunque trates de espantarlas, desconvocarlas, jubilarlas, asesinarlas. Azularlas. Pero ellas siguen. En la pista de hielo, el mar o el cielo monocolor. Imagen sección de un huevo o de una esfera azul.
Las palabras dichas, susurradas, gritadas, recitadas o cantadas proyectan las imágenes que necesitas. Es el fin de un hombre, de un cineasta. De un manipulador manipulado por las imágenes. Nada más. Qué hacer con esto, sobre todo considerando que tienes aún un poco de tiempo para despedirte. Ah, y además si gracias al sida te estás quedando ciego. Si soy cruel (que conste que no es la intención) diré que este tipo se despide reinventando la radio. No me voy a humedecer los ojos con elogios. Sí alabo este cine conceptual, este minimalismo. Para qué voy a filmar las imágenes yo (y tampoco puedo hacerlo, dadas las simpáticas circunstancias) si te las puedes imaginar tú. Verán. ¿Y Herzog, buscando ‘imágenes puras’? ¿O Brakhage, que te diría que la música está ya en la imagen…?
Por otra parte… Qué paz tan grande, qué descanso. Ya no tienes que llenar el hueco con imágenes. Puedes hablar desde el hueco mismo o desde sus mismos bordes. Antes de ser tragado por el hueco, para decirlo todo. ¿Pero por qué llenar el hueco? ¿Pero qué hacer con él? Tranquilo, que no me olvido del sonido. De aquello que decía Bresson, que el sonido del tren hace visible a la mente toda la estación. Los sonidos tejen lo suyo, que no es, por supuesto, una pantalla uniformemente azul. ¿Los sonidos son la máscara de la nada a la que se refería Mallarmé? Y ojo, que el color solitario puede ser adorable y para nada insultante.
Creo que no hay que estarse muriendo para vérselas con estos límites. Al contrario, hay que estar muy vivo para hacerlo.

Por Tino Santander Joo
El Perú no es una república donde impere el Estado de derecho ni la democracia; somos una confederación de tribus y señoríos informales. Sus antecedentes históricos se remontan al Tahuantinsuyo y al virreinato español, ambos sistemas de poder que, con sus jerarquías y símbolos, han dejado una impronta imborrable. En otros artículos he explicado cómo este proceso tribal se ha desarrollado desde los inicios de la república. Somos tribus antes que clases o castas; cada una con sus tótems, mitos, ritos y símbolos que las definen geográfica, cultural y hasta étnicamente.
La mayoría de los peruanos tiene el alma fragmentada. Buscamos ansiosamente reconocimiento cultural, económico, social y político. La tribu de los banqueros —la más poderosa de todas— domina a las demás tribus. Sus tótems son el dinero y la deuda; nada ocurre en el Perú sin el consentimiento de los cuatro bancos que controlan la economía nacional.
El verdadero poder, el monopolio de la violencia, no reside en el Estado, sino en estas tribus, que lo ejercen de manera informal. Los bancos, por ejemplo, ejercen su violencia a través de leyes que aterrorizan a millones de peruanos; controlan el parlamento, el BCR, la SBS, el poder judicial, la fiscalía y han convertido al Congreso en una simple mesa de partes de sus intereses. Otras tribus, como los mineros —formales e informales—, los frentes de defensa, los gremios empresariales, sindicales, agrarios y las comunidades campesinas, también detentan poder, legal e ilegalmente. Cada tribu tiene su cuota de fuerza al margen del Estado y no duda en usarla. Algunas manipulan la ley a su favor; otras apelan a la extorsión en nombre de la justicia social o, incluso, de la libertad.
Ahora bien, en esta confederación tribal no impera un relativismo ético total. Todas estas tribus, pese a sus diferencias, comparten valores como la ética del trabajo, el esfuerzo individual, la libertad, la solidaridad y una religiosidad que sigue profundamente arraigada. No obstante, hay otros valores incrustados en el alma peruana: la “pendejada” (esa obsesión por sacar ventaja a toda costa), el “achoramiento” (una agresividad defensiva que es, en el fondo, una búsqueda de reconocimiento) y la cobardía (falta de coraje para enfrentar los retos colectivos e individuales). Esta última se traduce en una indiferencia crónica, expresada en ese “me llega al pincho” que domina el lenguaje de los jóvenes.
Acabar con estas formas tribales de pensar, sentir y actuar no será fácil. Requiere una toma de conciencia radical: aceptar que somos una diversidad de comunidades imaginadas, con intereses distintos, que conviven en la informalidad en un territorio llamado Perú. No queda otra salida que una revolución social que demuela la informalidad, el espíritu tribal y el corrupto sistema político. El proceso electoral del próximo año ya está manchado de fraude y corrupción, como lo ha denunciado el propio presidente del Jurado Nacional de Elecciones.
La revolución social no vendrá de los viejos partidos podridos, sino de los jóvenes y de quienes entienden que el Perú está enfermo. No basta con una macroeconomía ordenada; necesitamos un país vivible, donde funcionen la educación, la salud, la seguridad ciudadana, y el transporte. La otra opción es aceptar la república de los podridos y sus cuarenta y tres partidos adocenados. Usted decide, querido lector: ¿seguiremos siendo una confederación de tribus sometida a los corruptos de siempre o nos rebelamos para construir un país libre y digno?
Opinión
El abrazo de José Cueto y Carlos Zeballos, y la unión de Acción Popular y Avanza País
Lee la columna de de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Lo único novedoso en la última entrevista a José Cueto es que tiene la intención de unir a Acción Popular y Avanza País, ambas bancadas a su favor. La lista que busca es la siguiente: Honor y Democracia, Acción Popular, Avanza País y Juntos por el Perú. Sin embargo, conseguir todos los 15 votos, 9 y 6, respectivamente, es una tarea muy complicada, porque en el caso de Avanza País hay una división insalvable, y ahí la mitad no respeta al partido, siendo que por lo menos 2 de ellos votarán por la lista 1. El rumor de división es suficiente para que malogre los planes del postulante de Avanza País. El voto es secreto. En el caso de Acción Popular sí es posible conseguir 9 votos porque manda el partido.
Lo malo para Cueto es que parte de la premisa equivocada que el abrazo de Carlos Zeballos implica tener el voto de los caviares, sobre todo porque en su agenda no hay ninguna novedad que los tranquilice. Zeballos no es un caviar propiamente, tampoco es el vocero de la bancada Bloque Democrático, está aprovechando el miedo de ellos para ganar protagonismo. Esto es confirmado por el mismo Cueto al admitir que recién al medio día del jueves habrá confirmación al margen del abrazo. Pero incluso un pronunciamiento de bancada no asegura nada. Los caviares tienen autonomía individual.
Es necesario recordar, para los que no conocen qué congresistas son caviares escondidos en la izquierda, que en la bancada Bloque Democrático todos los 5 son caviares, en la Bancada Socialista, hay 4 de 5 son caviares, y en Juntos por el Perú, hay izquierda y caviares, pero también ambigüedad. En el caso de los no agrupados hay 5 de izquierda con un carácter similar a Juntos por el Perú. Pero el tema no es cantidad, porque los caviares de las bancadas Bloque Democrático y Bancada Socialista ejercen liderazgo y presión, por encima de los congresistas de izquierda. Son sus ovejitas últimamente. Esto lo confirma el hecho de que la idea de la llamada lista 3 nació de la bancada Bloque Democrático, no en Juntos por el Perú, por ejemplo. Podemos Perú vendió la idea del liderazgo de Cueto, pero luego de 2 semanas ni el Bloque Democrático ni la Bancada Socialista, le creen su cuento, porque Cueto es un anticaviar, convicto y confeso. A Acción Popular y Avanza País les conviene que se venda la idea de que habrá segunda vuelta para presionar a la lista 1, no porque la lista 2 pueda ganar, sino para que la lista 1 otorgue más concesiones (comisiones y puestos laborales).
Lo más curioso de todo es que en las negociaciones nadie hable de que José Jerí pueda ser un potencial violador o de que actualmente es un promotor del matrimonio homosexual.
Opinión
El juicio a Pedro Castillo: ¿Realmente un Golpe de Estado?
Lee la columna del congresista Guido Bellido

Por: Guido Bellido
En Perú, los golpes de Estado han marcado la historia política, desde intervenciones militares hasta acciones civiles. Un caso emblemático es el autogolpe de Alberto Fujimori en 1992, cuando disolvió el Congreso y el Poder Judicial para imponer la Constitución de 1993, considerada ilegítima por algunos debido a su aprobación en un referéndum cuestionado. A pesar de la gravedad de este acto, Fujimori no fue condenado por el golpe, sino por delitos posteriores relacionados con violaciones a los derechos humanos.
El 7 de diciembre de 2022, el entonces presidente Pedro Castillo intentó un acto similar al anunciar, en un mensaje a la nación, la disolución del Congreso y la creación de un “gobierno de excepción”. Sin embargo, su intento fracasó rápidamente al no contar con el respaldo de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional ni su propio gabinete. El Congreso lo destituyó por “incapacidad moral permanente” con 101 votos a favor, y Castillo fue detenido mientras intentaba llegar a la embajada de México.
Actualmente, Castillo enfrenta cargos por rebelión, abuso de autoridad y alteración del orden público, con una solicitud fiscal de 34 años de prisión. Según el Código Penal peruano, el delito de rebelión (artículo 346) implica “tomar las armas” para alterar el orden constitucional, con penas de 10 a 20 años. No obstante, algunos juristas argumentan que las acciones de Castillo no cumplen este requisito, ya que no hubo movilización armada, lo que podría reducir la pena a entre 5 y 10 años por tentativa, o incluso clasificar el acto como un “delito imposible” al carecer de medios para ejecutarse.
El proceso judicial ha generado controversia por presuntas irregularidades y falta de imparcialidad. Castillo alega que su detención violó su inmunidad presidencial y que su destitución no respetó el debido proceso. Su defensa sostiene que el mensaje a la nación fue un acto meramente declarativo, sin consecuencias materiales, y cuestiona la proporcionalidad de la pena solicitada. Por otro lado, la fiscalía presenta pruebas como testimonios y documentos que sugieren intentos de coordinación con exministros y oficiales, aunque no se ha demostrado una acción armada concreta.
Este caso pone a prueba la imparcialidad del Poder Judicial peruano. Irregularidades en el proceso podrían llevar a que el caso sea revisado por instancias internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, afectando la reputación del país. Mientras tanto, el juicio, iniciado en marzo de 2025, sigue generando debate sobre si Castillo debe enfrentar el proceso en libertad, dada la falta de daño concreto, y si su destitución cumplió con los principios constitucionales.
El desenlace del juicio será crucial para la democracia peruana. El Poder Judicial tiene la oportunidad de demostrar transparencia y corregir posibles abusos, garantizando un proceso justo que refleje el compromiso del país con el estado de derecho.
Opinión
Carlos Zeballos es tránsfuga, pero tiene condiciones para ser presidente del Congreso
Lee la columna de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Carlos Zeballos tiene la nota de 16. Está en la bancada progresista o caviar llamada «Bloque Democrático». Es su quinta bancada, por ello comparte la corona de ser el más tránsfuga del Congreso con Héctor Acuña, quien también está en Honor y Democracia. Ambos tienen el perfil de ser progresistas de derecha o progresista de izquierda, que a veces parecen de centro. Dicho perfil le ha permitido conversar con todas las bancadas.
Si lo miramos desde ese punto de vista, Carlos Zeballos, tienen capacidad de consenso con todas las bancadas: centro, izquierda, derecha y progresistas. Es un pragmático por excelencia que apoyó inicialmente al Gobierno de Pedro Castillo y luego al Gobierno de Dina Boluarte. Actualmente dice que es de “oposición”. Algunos dirán que es un oportunista y por lo tanto un mal ejemplo a seguir. Otros, que simplemente es un reflejo de la política local.
Pero lo que más llama la atención no es que sea tránsfuga, sino que en cada una de las cinco bancadas donde ha estado siempre ha mostrado liderazgo, siempre ha conseguido su agenda, y siempre ha dado la hora.
En este momento de indecisiones en el Congreso, «Carlos Zeballos está siendo Carlos Zeballos», está aprovechando el «odio político» de los progresistas (o caviares) hacia José Cueto, porque este último es anti caviar, convicto y confeso. Carlos Zeballos quiere ser la versión parlamentaria de Martín Vizcarra. Cueto se lleva mejor con la izquierda, pero no con los progresistas. La novela de José Cueto y su capacidad de consenso fue creada por Podemos Perú, no nació de la izquierda ni mucho menos de los caviares.
El gran problema de Carlos Zeballos es que está en la bancada equivocada. Si él estuviese en la bancada Acción Popular, por ejemplo, tendría mayores probabilidades, porque Acción Popular sí es una bancada de centro y porque Zeballos sí tiene condiciones políticas para ejercer el cargo de presidente del Congreso.
Ahora bien, la llamada lista 3 de Carlos Zeballos se enfrenta diametralmente no necesariamente contra la lista 2 de José Cueto, porque este último tiene pocas probabilidades de ser presidente, sino que el oportunismo del discípulo de Yonhy Lescano se opone a los intereses de Acción Popular y Avanza País, que buscan una vicepresidencia. En efecto, el dolor de cabeza es para estas dos bancadas porque al estar vigente la narrativa y esperanza, aunque sea falsa, de que hay probabilidad para la lista 2, la capacidad de negociación de ambos aumenta con relación a la lista 1. Así, por ejemplo, Acción Popular, buscaba al inicio la presidencia y ahora la primera vicepresidencia, pero no la segunda vicepresidencia ofrecida por la lista 1. Mientras que Avanza País sigue aferrándose a tener por lo menos una tercera vicepresidencia. El anuncio de una lista 3 otorga mayor capacidad de negociación a la lista 1 para colocar en las vicepresidencias a las bancadas que ellos consideren pertinente, sin ningún tipo de presión y condicionamiento.
Dicho lo anterior, alguien se preguntará, entonces por qué los llamados caviares, no la izquierda, están impulsando la lista 3, a pesar que saben que tienen menos oportunidad que José Cueto. La respuesta es muy sencilla: Los caviares solo quieren dar un mensaje político planteando una lista simbólica. Ellos saben que van a perder, pero piensan que con este gesto están dando un mensaje a sus electores, equivocados o no, de ser la reserva moral del país.

Ozzy Osbourne se acaba de jubilar como cantante junto a su banda Black Sabbath. Ellos eran de un barrio de Birmingham y pertenecían a familias proletarias. Eran pobres. Ozzy ni siquiera tenía baño en su casa y un día se robó un televisor y lo metieron preso. Tommy Iommi, guitarrista, trabajaba en una empresa metalmecánica y accidentalmente se voló los dedos; y cuando ya no tenía opción se hizo unas prótesis con plástico derretido, aflojó las cuerdas e inventó el heavy metal. Era el año 1968.
Todas las cosas estaban hechas para que fracasen. No tenían equipos. Nadie daba un céntimo por ellos. Pero el padre de Ozzy haciendo muchos esfuerzos le compró un equipo de sonido y un micrófono a su hijo y eso fue el motivo para ser aceptado en la banda. Ozzy Osbourne se apoderó de los escenarios. Tenía una locura natural y cometía cosas insólitas como comerse un murciélago vivo o pelear con Sharon, su esposa y mánager, y raparse la cabeza hasta despellejarse y salir con la cabeza ensangrentada en pleno concierto.
Dicen que muchos metaleros querían seguirle el ritmo pensando que Ozzy hacía estas cosas para ganar notoriedad. Y así en una gira les planteó a los Mötley Crüe que inhalen hormigas. El baterista Tommy Lee cuenta: “Era como una especie de competencia para ver quién podía ser más rockstar y superar a los demás (…). Y eso significaba hacer cosas más locas, más extremas, y definitivamente más asquerosas”.
Con melodías oscuras y el uso del tritono o el tono del diablo que era castigado en el medievo, Black Sabbath logra crear temas como War Pigs, Cerdos de Guerra, una canción contra la fatalidad y los conflictos armados y en plenos bombardeos contra Vietnam y gritan: “Making war just for fun” (hacen la guerra solo por diversión) “Evil minds that plot destruction” (Mentes malvadas que traman la destrucción).
Aunque Ozzy Osbourne fue expulsado de la banda en 1979 y su reemplazo James Dio fue realmente espectacular y con un mejor registro, lo cierto es que Ozzy era un completo frontman, interactuaba con el público, les aventaba agua y compartía con los fans.
Pero todo tiene su final. Y el camino de excesos de Ozzy le cobró con varias enfermedades que lo han mantenido retirado hasta el 5 de julio del presente en que diferentes bandas le dieron un tributo masivo en vida.
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