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LO QUE GUARDO DE ELLA

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Escribo esto camino al cementerio, por la carretera, mientras mi padre conduce. Hemos almorzado casi sin cruzar palabras –como lo hacemos las pocas veces que podemos almorzar juntos- y comprado un arreglo floral con astromelias, gladiolos y girasoles. Los girasoles a mi madre le gustaban mucho.

La carretera es un lugar horrible, una larga y gruesa línea de cemento que parece prolongarse hasta el infinito, sobre la cual desfilan a velocidades voraces vehículos de toda calaña, con maniobras temerarias y echando vapores horrendos. Siempre he tenido miedo de morir en la carretera. El paso de los años no hace sino acrecentar nuestras ansiedades. Mi madre también le temía a la muerte. Varias noches, cuando a veces yo estaba sumergido en la computadora, la escuchaba decir: “ahí pasa la hurraca, cortando la mortaja”, luego escuchaba el chirrido del ave por encima del techo que nos cobijaba. Nos quedábamos en silencio. Entonces seguía en lo mío, desestimando su angustia. A veces los ojos de mi madre se humedecían y me decía “¿Sabes que te amo, hijo?”

Un par de años antes de su final, caminando por el cementerio, vio una tumba al pie de un árbol alto y frondoso. “Cuando muera quiero que me entierren así”, comentó, dejándome la impresión de estar acompañada por un fantasma. Nunca quería usar su conjunto color plomo, de saco y pantalón. “Ese lo voy a usar en mi velorio”, decía. Conforme sus males aumentaban sus referencias a la muerte se hacían constantes. Primero por miedo, luego por necesidad. En los días finales casi parecía abrazarse a la invisible figura de la parca. Duele mucho saber que la persona que amas puede irse en cualquier momento. Duele mucho más saber que la persona que amas desea abandonar este mundo. Es un acto egoísta y lastimero aferrarnos a lo que queremos, intentar hacerlo nuestro a toda costa, cuando en realidad la vida termina enseñándonos tarde o temprano que solo regimos nuestra circunstancia. Mi madre sufría, era justa su partida. Por entonces yo creía en Dios y me quedaba el consuelo de tener un ángel en el cielo que me cuidaría siempre.

A veces me preguntan por qué voy al cementerio si ya no creo en Dios. Qué sentido tiene visitar el camposanto católico si no creo en el más allá; si soy, además, un hereje. Para ser honesto, no sé qué hacer cuando estoy frente a la tumba de mi madre. No le rezo. A veces trato de recordar las cosas que vivimos juntos en los buenos años, antes que la enfermedad la convirtiera en una persona cargada de ansiedades y penas. Recuerdo, por ejemplo, su mano enorme llevando la mía, mientras caminábamos por la carretera central, en Huánuco; su otra mano en mi espalda empujándome en el columpio; recuerdo la vez que me enseñó a bailar vals, recorriendo la pista de un lado a otro, sin quitar los ojos de mi pareja; los días en que, con rigor militar, nos obligaba a mi hermano y a mí a cumplir con los quehaceres del hogar. Y de pronto estoy parado sobre la tierra que cubre sus huesos, frente a una lápida de mármol que tiene grabado su nombre, sin nada que decir. Los recuerdos que guardo de ella se hacen más difusos con el paso del tiempo. La memoria a veces me traiciona. Tengo recuerdos de mi madre que nunca existieron, tengo otros que preferiría que no hubieran existido. Sé que mi madre no existe más, que no habrá juicio alguno sobre mis actos y que no la veré en el cielo que me prometieron cuando niño. Es terrible llevarse secretos a la tumba. Es desquiciante no poder confesarle tus culpas a nadie. Nadie quiere oír las penas ajenas. Ponte a chillar en una red social para que veas como el número de amigos empieza a decrecer, como la gente empieza a postear que te busques un sicólogo y no le jodas la existencia. Luego desean tener amigos leales de por vida. Mi madre era una persona que le escuchaba las penas a todos. Tenía amistades a prueba de balas. Es una de las pocas buenas cosas que aprendí de ella.

Por eso, si hubiera un cielo, sé que mi madre se lo merecería. Y no lo digo como hijo. Lo digo con toda la objetividad de una persona adulta y dañada por el paso del tiempo. Mi madre era una gran persona; lo sé porque el tiempo nos permite darnos cuenta que estamos rodeados de gente de mierda, de viejas de mierda, de persona malsanas, chismosas, envidiosas, cizañeras, personas que desean a diario que te vaya mal en la vida, te pise un camión o que te caiga un piano encima. Mi madre no tenía corazón para esas cosas. Siempre ayudaba a quien podía, sin distinción alguna. No digo que sea una santa, porque pecados tuvo, como todos y quizá peores. Pero en este mundo así nomás no se empeña la vida por ayudar a un desconocido. A veces tus vecinos no dejan ni que cruces el cable de TV por su techo: eso ya dice bastante de lo desagradables que podemos a llegar a ser con nuestro prójimo.

Sé que mi madre anhelaba tener un hijo. Quería ser madre con toda la ilusión de su época, con la ilusión de una mujer criada para atender a su marido y encargarse de su casa. Pero mi madre trabajaba, por necesidad y por ayudar a sus dos padres y unir fuerzas con los ocho hermanos que tenía. Sin perder la esperanza, tuvo tres o cuatro embarazos que terminaron diluyéndose cargados de pena e impotencia. Luego quedo embarazada de Aldo. Tras nueve meses fueron al médico porque no hacía labor de parto. Los médicos le dijeron que el bebé tenía tres días de fallecido. Tardaron tres días más en sacarlo. Los bebés de los diabéticos crecen más rápido, pero ella no lo tomó en serio, como tampoco tomó en serio la enfermedad que la terminó aniquilando. Después del parto fue con mi padre a comprar ropa para vestirlo, luego a buscar un pequeño ataúd, blanco como el corazón de los pequeños que por entonces se iban al limbo católico. Cuando pienso en lo mucho que mi madre nos amó se me parte el corazón de imaginarla haciendo ese trayecto, vestir a su hijo muerto, ver como sus esperanzas se marchan con él. Sé lo que es esa pena, porque yo hice el mismo trayecto solitario cuando ella murió, empujando una camilla rechinante con su cuerpo desnudo cubierto por una sábana blanca, mientras el celular de la empresa en la que trabajaba no dejaba de sonar.

Mi madre decidió renunciar a su trabajo para poder tener un parto seguro. Entonces nací, entre miedo y angustia. Una llegada al mundo más que complicada, con el riesgo de muerte acechando a cada minuto. Nací a los ocho meses. Todos mis llantos preocupaban a mi madre. Siempre creía que me estaba ocurriendo algo malo. Vivir con el temor de que tu sueño cumplido se evapore de un momento a otro es como andar con la vida con un cuchillo al cuello, como caminar por una cuerda floja mirando al vacío.

Es jodido ser el bebé más esperado, es jodido ser la esperanza de la familia, es jodido que tus padres quieran que seas todo lo que ellos no fueron. El infierno esta hecho de buenas intenciones, entendí eso a buena edad. Llegué a desear que Aldo no hubiera muerto, que todas las esperanzas y anhelos recayeran en él. El día que me despidieron de mi primer empleo mi madre me pidió encarecidamente que dijera que estaba de vacaciones. El licor es bueno, el licor adormece los sentidos, anula la conciencia, te llena de felicidad, hace llevadera la existencia. La literatura también salva, en todo el sentido opuesto a lo que el licor hace. Quizá esa relación antípoda los complementa.

Pero mi madre no supo ponerle un alto al licor. Y no tuvo literatura que la salvara. La vida se le fue, lentamente, con mucho dolor. Fueron días y días de arrepentimiento. “Si no hubiera hecho esto”, “si no hubiera hecho esto otro”, “si no hubiera bebido tanto, fumado tanto, comido tanto, pero no hice caso”. Luego se dormía en la misa, otras veces lloraba, y a veces el cura venía a casa a darle la comunión. Quería estar en paz con su conciencia, en paz con el único ser que podía salvarle la vida, convencida de esa fantasía egocéntrica que es Dios. Recuerdo que hice una cadena de oración una semana antes de que ella falleciera. Mi otrora conciencia cristiana diría que Dios me escuchó. Él sabe por qué hace las cosas, me decía el jesuita que me instruyó en la fe. Mi madre sufrió mucho pero murió rápido y sin dolor, solo con una profundad depresión que aún no logro espantar de mi retina. La casa se volvió un lugar silencioso y frío. Mi madre yacía muda con los brazos cruzados sobre la mesa del comedor y la cabeza apoyada sobre ellos: Ya no quería saber nada de la vida.

Mi casa se convirtió en un cenotafio luego que la enterramos. Cada rincón guarda una historia, una figura y un tipo de llanto: El jardín lleno de plantas y flores que ahora no es más que gras quemado y tierra removida por mi perro; la gran ventana donde se ponía a esperar la llegada de la tarde, cuyas cortinas no abro porque a veces creo verla regando el jardín con su cigarrillo en la mano; la sala donde me enseñó a leer con la didáctica más severa, y la cocina que desde siempre fue su fortín de manjares y gentilezas. Están también las escaleras por donde la subimos con mi hermano durante tantas noches como si fuera una reina en su anda; la habitación donde la vi desangrarse, perder la conciencia, sufrir espasmos y colindar con la locura; el hall en donde se atascaba su silla de ruedas y el comedor, donde hace mucho tiempo almorzaba una familia, y donde luego la vi rendirse y abrazar, como si fuera una vieja amiga esperada por años, a la muerte.

Mi madre quiso ser madre. Y creo que, entre sus dudas y tormentos, trató hacer lo mejor que pudo. Y vaya que no es sencillo. Puedo imaginar lo difícil que es hacerse cargo de una vida, echarse al hombro la responsabilidad de construir a una buena persona, sin que el orgullo, la vanidad o la ignorancia echen tu trabajo por tierra. Voy al cementerio porque todavía soy parte de una familia –mi hermano ya formó la suya-, así parezca ser yo el último miembro. Trato de recordar a mi madre porque en su recuerdo me permito vivir aún la calidez de tiempos remotos, porque su sabiduría sigue vigente y porque fue el verdadero pilar de mi casa. Son cosas que solo ahora puedo saberlo, una vez que se ha perdido, y creo que es así que llega siempre la sabiduría. Cuando veo mi casa a la deriva, el jardín marchito y el silencio, pienso en ella, y entiendo cuán grande fue su espíritu, cuán importante fue su presencia. A veces me topo con mi padre, y daría lo que fuera por recorrer con él las calles que recorríamos cuando estábamos todos juntos, por almorzar en aquellos lugares donde mi madre me reprendía por jugar con la comida o llenarme con el refresco. Pero ya no estamos completos, los caminos se han bifurcado, la vida no es la de antes. Ya ni siquiera creemos en el Dios que mi madre adoraba. Todo en nosotros parece estar al borde del extravío. Somos casi como dos extraños que apenas intercambian los buenos días. Y es en esa nostalgia que uno aprende a valorar lo que tuvo, lo que perdió y lo que le queda. Mi madre no podrá saber cuánto he cambiado desde aquella vez en que me porté como un imbécil con ella, la última vez que la vi con vida.

La carretera termina, empieza el camino de grava y los carros desfilan en procesión. Algunas personas van a pie, agobiadas por el calor, con escuálidos ramos de flores y globos plastificados, mi padre estaciona el carro. ¿Aquí estará bien?, me pregunta. Pon las flores, le digo, yo voy a traer un poco de agua. Visitar el cementerio es una de las pocas cosas que todavía podemos hacer juntos, y eso me hace amar más el recuerdo de mi madre porque, como esas estrellas distantes, sigue brillando en mi cielo personal, a pesar que hace mucho que dejó de existir; y aún después de muerta todavía sabe cómo hacer para mantener a su familia unida. Aunque la distancia y el silencio hayan terminado separando nuestras vidas, aún somos uno cuando pensamos en ella.

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Luis Humberto Moreno Córdova (Lima 1979) Escritor, estudió Gestión de Recursos Humanos en la universidad de San Martín de Porres. Ha publicado su libro de cuentos "La horas imperfectas".

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Dictan 6 meses de prisión preventiva a sujeto que vandalizó la Piedra de los 12 Ángulos [VIDEO]

En tanto, el Mincul solicitó más de 5 millones de soles como reparación civil contra Gabriel Roysi Melanio.

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Durísima sanción. Seis meses de prisión preventiva de la libertad dictó ayer el Poder Judicial (PJ), a través de la Corte del Cusco, contra Gabriel Mariano Roysi Melanio, de 30 años, investigado por atentar contra la Piedra de los Doce Ángulos en el centro histórico de la ciudad del Cusco.

La decisión fue dispuesta por el Segundo Juzgado Penal de Investigación Preparatoria Transitoria de Flagrancia del Cusco.

Será investigado por el delito de destrucción de bienes culturales, daño ocasionado con un martillo. Cabe recordar que la ciudad del Cusco es protegida al ser Patrimonio Cultural de la Nación desde 1972 y Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco desde 1983.

Por su parte, el Ministerio de Cultura (Mincul), a través del procurador público Henmer Alva Neyra, solicitó como reparación civil e indemnización 5 millones 350,000 soles al imputado de dañar con un martillo la Piedra de los 12 Ángulos.

El fiscal del caso sustentó la medida coercitiva a partir de las pericias del Mincul y de la Policía Nacional que confirman que tras el impacto metálico hubo pérdida de material y hendiduras, que fue calificado como “muy grave” al haber “alteración irreversible en un bien arqueológico de alto valor histórico y cultural”.

Además, hubo “una alteración en la fisura superficial comprometiendo la estabilidad del elemento y exponiendo a un deterioro. El daño compromete no solo la integridad física del bien, sino también su valor histórico, estético cultural al modificar su percepción visual y su autenticidad”.

fuente: tv peru.

El dato:

Un turista que observó los daños reportó la agresión a una tienda de la zona y tras visualizar los registros se constató que Roysi Melano golpeó tres veces el bien cultural y luego se fue. El mismo día, alrededor de las 10:40 horas, la Policía Nacional y la fiscalía ubicaron y detuvieron al causante en la calle Suytuhatu del barrio de San Blas.

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Norvial anuncia que suspenderá temporalmente el cobro de peajes en Pasamayo y Serpentín [VIDEO]

Desde primeras horas de la mañana de hoy se observa a los vehículos pasar sin pagar el peaje.

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Luego de varias protestas por parte de los transportistas que usualmente se dirigen hacia el norte del país, denunciando que la empresa concesionaria Norvial aún continuaba cobrando el peaje en la Variante de Pasamayo y el Serpentín de Pasamayo, pese a que más adelante se encuentra derrumbado el puente Chancay, Norvial informó la suspensión temporal de dicho cobro.

La concesionaria de la Red Vial 5 de la Panamericana Norte precisó que la medida estará vigente por seis días calendario o hasta que se culmine con la instalación del puente modular que permita recuperar la transitabilidad en el kilómetro 76+200 donde se ubicaba el colapsado puente Chancay.

Sostuvo que la medida se adoptó en virtud del Oficio N° 0658-2025-MTC/19 expedido por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), en aplicación del numeral 9.9 del Contrato de Concesión.

A través de su cuenta oficial en Facebook Norvial dio a conocer este comunicado donde reiteró su compromiso por la seguridad y transitabilidad en la vía.

Como se recuerda, el jueves 13 de febrero, cerca de la medianoche, se produjo el colapso de una de las vías (de norte a sur) del puente Chancay lo que provocó la caída de un bus interprovincial lleno de pasajeros y de un automóvil particular. El accidente dejó tres personas fallecidas y cerca de 40 heridas, algunas de ellas aún se encuentran internadas.

Ante el colapso del puente, que obligó a suspender el tránsito en ese tramo de la Panamericana Norte, el titular del MTC, Raúl Pérez Reyes, anunció que un puente modular reemplazará a la infraestructura dañada. La instalación del citado puente demandaría entre ocho a 15 días.

fuente: exitosa.

Ante la suspensión del tránsito vehicular en Chancay, los transportistas que salen o se dirigen a Lima toman como ruta alterna el camino que conduce a la ciudad de Huaral para luego dirigirse a Aucallama y en este lugar retomar la Panamericana Norte.

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Concesionaria Norvial continúa cobrando peajes en Ancón y Huacho pese a colapso de puente Chancay [VIDEO]

Choferes se muestran disconformes en cobro de peaje, tomando en consideración el derrumbe del puente y la altísima congestión vehicular en la zona.

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Siguen cobrando pese a un servicio deficiente. El director de la Cámara Internacional de la Industria del Transporte (CIT), Martín Ojeda, denunció que se sigue cobrando peaje a pesar de las limitaciones del tránsito vehicular, tras el colapso del puente Chancay, en Huaral, que se registró la noche del jueves, 13 de febrero.

En entrevista para RPP, Ojeda señaló que persiste el cobro en los peajes de Ancón y Huacho, por lo que exigió la suspensión del pago hasta que culminen los trabajos de remediación después la caída del puente Chancay, a la altura del kilómetro 75 de la Panamericana Norte.  

También dijo que los transportistas son desviados del peaje de Ancón hacia Huaral, por una vía de trocha que dificulta el tránsito y, además, genera una congestión vehicular de entre una a cuatro horas.

fuente: exitosa.

Para ejemplificar el panorama que brindó Ojeda, un conductor se comunicó en vivo con RPP y relató que, en su trayecto de Lima a Chancay, estuvo más de tres horas atascado en el tráfico. 

“Y en el mejor de los casos, cuando no hay tráfico, se demora hora con veinte minutos. Y el día de ayer, en la noche, se ha demorado de tres a cuatro horas. Hay una larga fila de buses porque nos meten por calles que no son carreteras, no son autopistas, es una ciudad… lo peor de todo, que nos cobran los peajes”, declaró Martín Ojeda.

“La fluidez y la conectividad se rompió y están cobrando el peaje de norte a sur y de sur a norte en Huacho; y están cobrando el peaje en Ancón, norte y sur, sur y norte”, agregó.

El director de la CIT comentó que en los peajes se cobra 10.40 soles por eje y los camiones tiene hasta seis; por lo que un transportista podría llegar a pagar 62.40 soles.

“Eso es lo que nos están cobrando: por nada”, enfatizó.

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Atentado cultural en Cusco [VIDEO]

‘La piedra de los doce ángulos’ forma parte de un Palacio Inca en la calle Hatun Rumiyoq y hoy fue seriamente vandalizada por una persona que con un objeto contundente la golpeó fuertemente. Como se recuerda, hace 11 años dos vándalos chilenos pintaron el gran bloque e hicieron un grafiti con sus iniciales.

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La madrugada de este martes la ‘piedra de los doce ángulos’ ubicada en la zona monumental de la ciudad de Cusco, sufrió un grave atentado. Lima Gris accedió a imágenes exclusivas del momento del acto vandálico, cuando una persona en aparente estado de ebriedad golpea fuertemente la piedra con un objeto sólido que sostiene en su mano. Funcionarios del Ministerio de Cultura llegaron hasta el lugar para evaluar los daños.

¿Dónde está ubicada exactamente la ‘Piedra de los doce ángulos’?

La piedra de los doce ángulos es un bloque de piedra de la cultura inca que forma parte de un palacio ubicado en el centro de la ciudad, en la calle Hatun Rumiyoq (que junto con otras calles se unen a la plazoleta de San Blas con la plazoleta de la Almudena) en la zona monumental de Cusco, Perú.

El gran bloque de arquitectura inca y que está compuesta por una formación diorita presenta un gran acabado y bordeado perfeccionista, al no existir asimetrías en sus uniones. Y actualmente es considerado Patrimonio Cultural de la Nación del Perú. Asimismo, la piedra forma parte de la sede del Palacio Arzobispal de Cusco, que anteriormente fue la residencia de Inca Roca, el sexto soberano del Curacazgo del Cusco.

Hace 11 años sufrió un acto vandálico

Como se recuerda, el 8 de marzo de 2014 la piedra sufrió un grave atentado mediante una irresponsable pinta que significó un acto vandálico, pese a la constante vigilancia de los ciudadanos cusqueños. En dicha fecha, dos sujetos chilenos desadaptados hicieron un grafiti con sus iniciales. Felizmente, los servidores de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco lograron borrarlas sin dañar la superficie.

Lima Gris accedió a estas exclusivas imágenes captadas por Darwin Santander.

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Taxis por aplicativo sí podrán ingresar al nuevo aeropuerto Jorge Chávez, según nuevas indicaciones de la ATU

Asimismo, precisaron que los buses “AeroDirecto” estará permitido el traslado de maletas tipo ‘carry on’.

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Taxis y malestas, sí, pero ahora solo falta cómo ingresar. La Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) informó el pasado fin de semana que los taxis por aplicativo sí podrán ingresar al nuevo aeropuerto internacional Jorge Chávez, que se inaugura este 30 de marzo.

A través de un comunicado, precisó que este tipo de autos sí podrán ingresar con pasajeros al nuevo terminal de Lima y que “el control y la seguridad de estos vehículos estarán a cargo tanto de la entidad como de la Policía Nacional del Perú”.

Es así que vehículos de los aplicativos como como Uber, Yango, Cabify, Didi y Easy Taxi podrán ingresar al terminal con pasajeros.

Para operar en el nuevo terminal aéreo, los taxis por aplicativo deberán cumplir con varios requisitos de seguridad y formalización. Las unidades deben estar debidamente identificadas con la placa correspondiente al servicio de taxi y contar con la autorización de la ATU.

Además, los conductores deberán tener una licencia de conducir vigente, contar con el SOAT obligatorio y pasar una inspección vehicular actualizada. Entre los implementos de seguridad exigidos se incluyen un botiquín de primeros auxilios, un extintor y señales distintivas como casquete y cartilla informativa.

Detalló asimismo que los buses de “Aerodirecto” son vehículos de transporte público urbanos de pasajeros, como los que prestan servicio en la ciudad, en los cuales está permitido el traslado de maletas tipo carry on (con ruedas) y mochilas de viaje, es decir, el equipaje que suele ir en la cabina de los aviones”.

Finalmente, la ATU reiteró su compromiso de apoyar los servicios de movilidad urbana hacia y desde el nuevo aeropuerto Jorge Chávez dentro de los estándares de formalidad que la autoridad exige, a la par de ir implementando nuevos servicios que permitan un desplazamiento seguro de los ciudadanos y visitantes.

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A propósito del Día del Amor y la Amistad: cada vez más peruanos prefieren casarse pasados los 30 años

El año pasado se realizaron 68,559 matrimonios, situándose casi a cifras prepandemia.

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Dar el “sí, acepto” es una de las decisiones más importantes de la vida y para muchos se tienen que dar ciertas condiciones para pasar el resto de sus vidas que su ser amado. Los tiempos han cambiado y ya no se frecuenta ver bodas entre jóvenes veinteañeros, sino a dos adultos de 35 años para arriba.

Y es que varios factores entran a tallar para la unión ante Dios. Muchos jóvenes dan prioridad a su vida profesional y laboral, dejando en segundo plano las nupcias. Otro factor importante es el soporte económico ya que muchas de las nuevas parejas buscan un hogar donde habitar que no sea el segundo piso de la casa de sus padres. Otro detalle a considerar es que muchos de los encuestados no se sienten emocionalmente preparados para “dar el salto” a la fila de los recién casados, prefiriendo entre otras cosas su libertad como solteros, su juventud y su etapa donde no son tan responsables.

Según información del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) en 2024 se han registrado 68,559 matrimonios; lo que indica una recuperación con respecto a los números prepandemia. En 2019 la cifra fue de 73,802, y evidentemente por la coyuntura de la crisis por Covid-19 en 2020 se redujo a 43,608 bodas. En años posteriores la cifra se fue recuperando, teniendo un pico alto en 2022 con 80,605 matrimonios.

En los años posteriores esa cifra no se mantuvo, reduciéndose considerablemente: 2023 con 66,142 bodas, y 2024 con 68,559.

El año anterior más de 39 mil peruanos se casaron entre los 30 y 59 años; siendo Lima, Arequipa y Cusco las regiones que lideran este ranking por rango de edad.

Ciudadanos ahora priorizan otros aspectos de su vida como la profesional, emocional o económica antes de casarse. Foto: El Peruano.

Día del Amor, día de casarnos

Por otro lado, Reniec informó que en el 2024 se registraron 757 matrimonios el 14 de febrero, fecha en la que se celebra el Día del Amor o Día de San Valentín. Esto representa una disminución del 25.6% versus el 2023, cuando se casaron 1018 parejas a nivel nacional.

En comparación con el año prepandemia (2019), se experimentó una caída del 38.7% en el número de matrimonios inscritos que fueron 1234.

Reniec también señaló que, en los últimos seis años, un total de 4892 parejas eligieron contraer matrimonio el Día de San Valentín.

Las parejas que han unido sus vidas y sellado su amor en esta fecha especial son las siguientes: en 2019 (1234), 2020 (1476), 2021 (14), 2022 (393), 2023 (1018) y en 2024 (757).

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Dos personas fallecidas y decenas de heridos tras caída de Puente de Chancay [VIDEO]

Bus interprovincial cayó al turbulento río Chancay. Entre los heridos se encuentran tres menores de edad.

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Un país sin puentes. Resulta sumamente preocupante la falta de planificación y monitoreo de los puentes del país. Han pasado más de dos años y un puente en Huachipa aún no se puede terminar de construir; peor aún, no existe un puente de acceso al nuevo aeropuerto Jorge Chávez; diversos puentes vienen siendo golpeados en sus bases por buses y tráileres de carga pesada, dificultando la transitabilidad de los demás vehículos; y qué decir de los demás puentes en el interior del país que cada año son debilitados tras la llegada de un huayco, sin que exista un control posterior de las autoridades competentes sean distritales, regionales o centrales; y ahora último el Puente de Chancay se ha caído al río, llevándose consigo dos personas inocentes fallecidas.

De acuerdo con información del titular del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), Raúl Pérez – Reyes, un bus interprovincial cayó a las aguas del río Chancay a la altura del kilómetro 75 de la Panamericana Norte, luego de que el puente se desplomara. Posteriormente, se tuvo conocimiento de que un auto particular también cayó a la corriente fluvial.

El hecho ocurrió aproximadamente a las 11:55 p.m. del último jueves, cuando la infraestructura cedió justo en el momento en que una unidad de la empresa Cruz del Norte y un automóvil de color negro transitaban por la vía.

Bomberos y agentes de la Policía Nacional del Perú (PNP) trabajaron en conjunto para rescatar a los pasajeros atrapados dentro del ómnibus, algunos de los cuales quedaron entre los fierros retorcidos. Con herramientas especializadas, lograron abrir paso entre los restos del vehículo, mientras otros socorristas brindaban primeros auxilios. Los afectados fueron trasladados a los hospitales de Chancay y Huaral.

Por otro lado, se conoció que en el mes de noviembre se realizó mantenimiento al puente derrumbado, sin embargo, no se han brindado mayores detalles sobre el tipo de mantenimiento. Desde el año 2003 la empresa encargada del mantenimiento del puente es Norvial.

fuente: latina.

Ministro de Transportes acudió hasta el puente derrumbado

Ante esta emergencia, el ministro de Transportes llegó hasta Chancay en horas de la madrugada para intentar buscar alternativas de vías de comunicación debido a que se ha paralizado la carretera en sentido norte a sur producto del colapso del puente. 

Los pobladores de la zona se mostraron totalmente indignados con su presencia y llegaron a increparle en el lugar. Sin embargo, el titular del MTC se concentró en mencionar que lo importante era salvaguardar la vida de las víctimas

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Usuarios del Metropolitano se bajan de los buses debido al asfixiante calor [VIDEO]

Unidades de transporte no cuentan con aire acondicionado, eso sumado a la gran conglomeración en hora punta hace que muchos de esos vehículos vayan repletos de pasajeros.

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El sofocante calor se siente en muchas partes de la capital, registrándose en algunos distritos temperaturas por encima de los 30 grados, teniendo sensaciones de calor los 33 o 34 grados. Si eso calor se suma estar en un lugar cerrado y con poca ventilación como los buses del Metropolitano dicha temperatura fácilmente puede bordear los 37 o 38 grados, resultando para muchos una “olla a presión”.

Anoche, en la estación Naranjal del Metropolitano, decenas de usuarios de ese servicio de transporte no pudieron más el intenso calor y decidieron bajarse de las unidades a modo de protesta por la escasa implementación de aire acondicionado o sistemas de ventilación.

Y a pesar que anoche se registró una intensa lluvia en gran parte de la capital, la sensación de calor no se redujo, teniendo una media de 25°C incluso hasta altas horas de la noche.

“No es ventilado, la verdad. Como todos los días, es algo normal que haya aglomeraciones. El calor está muy fuerte”, dijo a Panamericana TV una pasajera que aguardaba abordar en la estación Naranjal. Otra usuaria agregó: “Es un horno estar en el trayecto. La gente está apiñada, no hay ventilación. Las ventanas no sirven de mucho porque son pequeñas y algunas están malogradas”.

fuentes: bdp.

En esa estación los pasajeros debieron esperar al menos 45 minutos debido a la congestión generada por el mal tiempo. Sin embargo, el panorama se replicó en otros puntos, donde usuarios reportaron que la lluvia generó desorden y acumulación de suciedad en los embarques.

Los peatones también manifestaron que las estaciones no están diseñadas para soportar precipitaciones prolongadas. En varias de ellas, se registró acumulación de agua en el piso, lo que dificultó el acceso y generó riesgo de resbalones.

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