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LA VOZ EN OFF, DE MANUEL VILLANUEVA

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El poeta que se suicidó por una reseña de Marco Aurelio Denegri

Conocí a Manuel Meza a inicios de la década de 1990. Era un flaco, larguirucho, con algunas pecas y el cabello ensortijado; solía estar acompañado de su viejo amigo, el poeta Percy Hinostroza, con quien formaba una mancuerna litigiosa y bastante controversial cuando se trataba de disquisiciones, charlas o reuniones catárticas.

Fue así como empezamos nuestra amistad en el local del Museo de Arte, en una de las clases del profesor Baldeón, que se atareaba en enseñar las técnicas del subverso, la cultura helenística y el bermaniano “todo lo sólido se desvanece en el aire” a un grupo de bardos que encabezaba la musa utópica Milenka O’Brien.

Fui yo quien los invitó a formar parte de una asociación de poetas que funcionaba dentro de la desparecida ANEA, un grupo de intelectuales, pintores y amantes de las letras que editábamos la revista Aedosmil (AE2000), único órgano de difusión y propaganda de la Asociación de Poetas Dos Mil –esa era la única esperanza en aquella época: llegar como sea al segundo milenio– y de la cual llegué a ser su presidente en 1991. Mientras tanto, el poeta Manuel Meza –al que, en ese tiempo, llamábamos así y que, luego, por un asunto personal, devendría en Manuel Villanueva– solo vivía para escribir. Alguna vez me pasó sus textos para que los leyera y le diera mi opinión. Su lírica era bastante delicada, y sus versos y él mismo buscaban, anhelaban la perfección apolínea.

Alguna vez trabajamos juntos por unos días en la casa de un amigo que tenía una computadora 286, en la que teníamos que turnarnos para escribir, digitar por primera vez nuestros poemas en una CPU. La meticulosidad de Manuel lo hacía rodearse de libros de consulta, diccionarios, tratados, vademécums, y siempre se mostraba temeroso ante cualquier posible error o duda. Recuerdo que, después de patalear en el teclado y en sus, entonces, raros botones, leíamos, unos a otros, los primeros poemas cibernéticos. Pero Manuel insistía en la corrección y dudaba de la sugerencia que la máquina hacía sobre las palabras mal escritas: “La poesía viene del espíritu, y el espíritu es quien escribe nuestros textos. Hay que dudar de la máquina y hay que dudar de nosotros. Hay que dudar de todo”.

Quizás, por ello, se tardó muchos años en publicar su primer libro: Voz en off, que vio la luz recién en 2003 por la editorial Tránsito, a cargo de los escritores Julio Fabián y Claudio Ogosi, la misma que vino con un exordio del académico Marco Martos: “[…] solo un intenso amor por la palabra, solo una dedicación sin desmayos puede dar un fruto temprano y ya maduro como Voz en off, hermoso conjunto, del que se puede decir al bondadoso lector, como lo hizo Carlos Oquendo de Amat: abra el libro como quien pela una fruta”. Y es que Martos daba en el clavo con la primera expresión, pero el fruto no era temprano, era una planta con raíces, hojas y flores que le brindaba cierto camuflaje al autor; de ahí el título y los versos que arrancan con “Sí, a veces me he sentido una sombra/que persigue su cuerpo, su momento y su/camino…”, y la ausencia de datos del autor en la contratapa, solo esas palabras justas y a la medida de la austriaca Ingeborg Bachmann y que, por cierto –he ahí un guiño de atmósfera citadina–, había usado C. Rengifo en su cuentario urbanófobo Criaturas de la sombra: “Los datos personales siempre son aquellos que menos tienen que ver con uno mismo”.

Nuestra amistad en la desaparecida ANEA se incrementaba por los libros que intercambiábamos o recomendábamos unos a otros. Todos los viernes eran las reuniones en el viejo cafetín del fondo a la derecha en el jirón Puno 421 del Centro de Lima. Entonces, más de treinta poetas, narradores, pintores, filósofos, sofistas, etc., compartíamos una mesa larga como la de un buffet. Entre los comensales, estaban los jovencísimos Julio Aponte, Apu Runco, Juan Benavente, Ángel Izquierdo Duclós, Retamozo, César Días, Alfredo Cárdenas, Víctor Bradio, etc., y los pintores Galagarza, Theo, Ackerman, etc. El poeta Meza era tímido, en público solo hablaba lo necesario, pero, cuando se trataba de opinar sobre poesía, no dudaba en dar su crítica, siempre fraterna y aguda cuando el caso lo exigía.

Un tiempo se organizaron recitales internos, y todos escuchábamos la lectura de poemas como si fuera un mensaje presidencial o psicofonías de algún personaje famoso. Pero Manuel Meza siempre optaba por la autoexigencia y no se permitía errar en sus versos y mucho menos en alguna opinión que se intersecase con la poesía. Recuerdo que, cierta vez, cuando organizamos una exposición de poesía visual en la galería Pancho Fierro, el poeta inventó ciertas triquiñuelas para leer su texto vedado, para lo cual había que apertrecharse de un espejo y, mirando de espaldas, en ciertos grados longitudinales, el poema se manifestaba en su verdadera expresión. Y es que siempre estaba buscando nuevas formas de expresarse, nuevas formas de entender la poesía, su poesía. Las exposiciones que se hicieron luego en la galería El Túnel, en la UNI, en 1992, y las de la misma ANEA tuvieron cierta acogida, no fueron cantos en el desierto –como se pensaba en los cenáculos de entonces–, e incluso varios diarios, como La República o El Comercio, venciendo sus diletancias, hicieron reportajes y notas informativas en los que destacaban el trabajo que unía la poesía con las artes plásticas y la música de aquel grupo de rapsodas, que, con el tiempo, irían tomando diversos rumbos.

Un día los Aedosmil decidieron que era tiempo de salir a pregonar los poemas en la calle, declamar los textos en La Parada, “a voz en cuello”, como decía el vate y librero Ángel Izquierdo Duclós; o ir de campamento a la playa solo y exclusivamente a escribir y leer poesía e intentar vivir como poetas aunque sea una semana. Fueron días felices para Manuel, quien no se perdía ninguna de estas salidas, que no eran planificadas al milímetro, sino que sucedían casi espontáneamente; por eso, la vez que estuvimos en Trapiche, ese pueblito que queda rumbo a Santa Rosa de Quives, tuvimos que dormir pegados unos a otros, porque nadie había llevado una carpa o una bolsa de dormir y la gélida noche nos agarró con lo que teníamos puesto; pero fácil hubiera sido regresarnos y perder esa hermosa Luna que empezaba a relumbrar en nuestras cabezas. Además, yo los alenté diciendo que el mejor hotel del mundo, el hotel de mil millones de estrellas era ese, el que se nos presentaba al aire libre y el que había que disfrutar solo con nuestras ropas puestas, leyendo poesía, inventando versos, cantando canciones, conversando del Conde de Maldoror, de Bretón o de los Black Mountain, de los surrealistas, los nadaístas, los situacionistas, la beat generation, los herméticos, etc.

Manuel reía y bailaba sobre los peñascos; escribía versos en la arena; le declamaba poemas a las olas, a los peces, nereidas o monstruos marinos. Por ratos se quedaba contemplando el horizonte. Su mirada se perdía en la inmensidad. El parnaso, la verdadera patria de los poetas, estaba muy lejos, pero tenía que seguir a pie y sin zapatos; el camino sería largo, tedioso y lleno de cambrones, pero la recompensa sería mayor.

La poesía valía la pena, y tendría que intentarlo aunque sea una vez. Era una de sus metas. Me lo dijo una noche mirando cómo se mecían unos barcos en altamar, una noche de esas en que uno habla dormido o duerme hablando: “Ybarra, querido amigo, no sirvo para nada más que para escribir versos, no sé si estará mal esto, lo siento por mi familia, pero es lo único que sé hacer bien o creo hacer bien. ¿Sabes lo que significa eso? Tengo que publicar mi primer libro de poesía”.

Cuando la ANEA perdió su local por un juicio con la Municipalidad de Lima y la Beneficencia, Manuel recaló junto a todos los sobrevivientes y náufragos del barco hundido –o secuestrado– en el jirón Quilca, en lo que, en ese tiempo, se denominaba “Bar Las Rejas”, en el Queirolo, o en los altos de don Lucho, más conocido como “La Rockola”, donde continuaban las reuniones como si fuera nuestro propio espacio. Incluso se pasaba lista, se firmaba un acta, y la lectura de poemas no dejaba de hacerse por ningún motivo. Los brindis y las conversaciones se alargaban hasta la madrugada. No obstante, el poeta no se sentía a gusto, había algo que no terminaba por convencerlo: lo dionisiaco no era lo suyo, el poeta no se sentía parte de. Algo dentro de él lo hacía irse temprano, alejarse del grupo, extraviarse en la noche.

Fue entonces que empezó a retraerse, ya no salía de casa, no le interesaba mucho el mundo. Los estados de depresión lo empezaron a asaltar en todo momento. Muchos años después, nos enteramos, por sus propios familiares, de que Manuel tenía cuadros severos de melancolía y angustia y de que se encerraba en su cuarto días de días para hacer la vida de un asceta o ermitaño; quería que lo dejaran solo. Sus familiares cercanos lo ayudaban, lo sosegaban, pero lo que tenía Manuel era una tristeza del mundo que se había hecho carne y uña con la poesía. Y solo la poesía lo podía regresar a la realidad. Él lo sabía, pero parece que nadie más.

Tarde nos enteramos de que Manuel ya había intentado varias veces quitarse la vida y, por cuestiones fortuitas –o porque “no era su hora”, según reparó una de sus hermanas–, lo habían auxiliado, y el susto no había pasado a más de un par de muñecas cortadas, ambulancias, el hospital y luego pastillas para la depresión: Frisium, Valium, Fluoxetina, para sentirse bien, y mucha atención de los que le rodeaban y, cómo no, de sus amigos. Aun así, esa gran ancla o palanca de la poesía seguía anidando en su espíritu, y Manuel le tenía mucho respeto, mucho amor; quizás por eso trató de alguna manera de alejarse, de comportarse y ser una persona normal, sin nada literario que decir y quizás con mucho que hacer. “Lo manual le podía ayudar a entender lo espiritual”, manifestó alguna vez, moviendo la cabeza como si fuera una verdad incondicional que tuviera que aceptar sin mayores reclamos.

Un día lo visité en su casa de Canto Grande, junto con el economista Javier Parra y el novelista Carlos Rengifo, y mayúscula fue nuestra extrañeza cuando Manuel, una de las más notables promesas poéticas que había tenido la ANEA-AE2000 en sus última fase, había decidido renunciar a las letras y convertirse en mecánico de carros, siguiendo la profesión de su señor padre. Cuando lo vimos con su overol manchado de grasa, la camisa arremangada rezumando el aceite quemado de mil motores, sentí la misma sensación cuando los canales de televisión mostraron al ajedrecista Julio Granda arando a puño limpio su chacra en Camaná, requintando a este mundo miserere que no podía entender a un iluminado. Ahí estaba Manuel, el que discutía de Hegel, el que podía hablar fluidamente de la poesía de Eliot o Ezra Pound, el que construía poemas con sistemas de relojería y entendía a Leonardo, a Tesla, a Baudrillard, a Todorov, a Roland Barthes y a todos los estructuralistas y posestructuralistas.

Simplemente, se había dejado ganar por el mundo. Había subido un poco de peso y, contradictoriamente a lo que cualquiera de nosotros pudiera pensar, se mostraba feliz. Era el vivo ejemplo del yo es otro rimbaudiano, de la metamorfosis kafkiana, del homus novis de Mariátegui en El alma matinal. Esa tarde comimos y brindamos. Tratamos de no hablar de poesía, tampoco queríamos hablar de fierros y motores Perkins, Cummins o Volvo; conversamos de la vida, un poco de política y del tiempo, que es el tema en el cual todos podemos echarle la culpa de nuestras penas a ese organismo estéril que es el Senamhi y fingir una sonrisa, un “salud” con tintinear de copas rebosantes de vino cuitado. Antes de irnos, Manuel nos confesó que estaba de amores con una linda chica, una Maga morelliana, y, al parecer, el asunto iba para mayores. “Blasfemia”, “profanación” y “anatema”, fueron las palabras que Manuel había establecido para definir su actual situación. No lo dijo ese día, pero se sentía en el ambiente, era tácito, y todos tratamos de ignorarlo.

Por ese entonces, me crucé varias veces con él, abrazado de su musa, acompañándola por las calles de Lima, entrando a un fast food, al cine o a comer algunos bocadillos en ese viejo cafetín republicano que funcionaba al frente del cine Le Paris. No sabíamos si a su Nadja le gustaban las artes o era amante secreta de la poesía. Lo que sí sabíamos era que Manuel, Manuelito –como le decíamos– estaba cada vez más lejos de las letras. Su mundo se había vulgarizado, el amor había echado por la borda todos esos años de trabajo secreto, todas esas amanecidas de lecturas obligadas y de escritura cuasi automática por la poeisis, por todo lo que él consideraba sagrado.

Unos años después, y cuando ya imaginábamos a Manuel como un obeso mecánico apretando las tuercas de una llanta con una llave inglesa o metido para siempre debajo de esos armatostes, manejando tecles y gatas hidráulicas, al lado de una esposa exigente y convencional que le lavaba las ropas y le servía los alimentos, nos dimos con la sorpresa de que nuestro amigo había ingresado a la Universidad San Marcos y asistía puntualmente a las clases del taller de poesía que amable y solícitamente dirigían y dirigen Marco Martos y Hildebrando Pérez Grande. Ahí terminó por perfilar y darle forma a su primer libro: Voz en off, y regresar otra vez al redil.

Una tarde de invierno, por la avenida Colón, cuando salía de un conocido cineclub, me alcanzó su libro y me hizo una rápida dedicatoria. En una revisada a vuelo de pájaro, mientras conversábamos de los viejos tiempos y eludíamos a la masa de estudiantes presurosos que salían de las academias, quedé confundido por no haber incorporado ninguno de los textos que le había leído en las épocas de la ANEA. El nuevo Manuel Villanueva –ese era su nombre ahora– se había encargado de sepultar al antiguo Manuel Meza. Los poemas de Voz en off no eran tan largos, no había retruécanos o vallas ni triquiñuelas que eludir. Todos sus nuevos textos habían sido pasteurizados, homogeneizados y pasado por un control de calidad ISO, que incluía a varios profesores universitarios. Pero, aun así, aun después de publicado su libro, Manuel seguía teniendo serias dudas. Su espíritu inconforme volvía a torturarlo. Recuerdo que, cuando puso el libro en mis manos, me pidió que lo leyera varias veces y le diera mi opinión sincera, que no le perdonara ningún error o falencia, así sea este de carácter de imprenta. Le dije que lo haría, que no se preocupara y que no se dejara llevar por los decires y menos si esos provenían de un “crítico literario” o de algún letrateniente a sueldo fijo. Reímos de esto a carcajadas y nos despedimos en la avenida Wilson con un gran abrazo.

Marco Aurelio Denegri. Foto: El Comercio.

Quizás por esa inseguridad que funcionaba como un autoflagelo, Manuel decidió alcanzarle su texto al polígrafo Marco Aurelio Denegri, a quien veía todos los fines de semana y a quien escribía secretamente al correo que aparecía en la pantalla del televisor, aun cuando nunca recibía respuesta; de repente, escucharle decir alguna palabra celebratoria, algún aliento o venia de aceptación hubiera sido un espaldarazo para él.

Pero pasó lo que tenía que pasar y cierto viernes en la noche, cuando Manuel encendió el viejo televisor, ilusionado por una crítica que lo empujase hacia delante y continuar así el camino trazado, Marco Aurelio cogió el libro, como una mantis religiosa coge a su víctima, y se despachó una de las peores reseñas a un libro de poesía, que terminó por sepultar a gargajos no solo un buen primer texto, sino todo un futuro que podría haber sido brillante.

Manuel entró en crisis, sus amigos cercanos, que sabíamos lo que había pasado, tratábamos de darle aliento. Le dijimos, lo que es verdad, que el señor Denegri no es ninguna autoridad en poesía, que no entiende las metáforas, que no sabe nada de imágenes ni de figuras literarias y que quiere aplicar un racionalismo cartesiano protofascista a algo que solo puede entenderse a través de los sueños o de las quimeras. Además, cómo es posible que MAD crea que una paloma no puede hincarse porque no tiene rodillas, o que el sol, astro regente, no tiene fauces y no se puede tragar a un hombre, o que es imposible hacer poesía con coprolalia, escatología o con elementos salidos de una teoría de los esfínteres, etc. Pero nada funcionó.

Manuel empezó a sentir que el mundo no tenía sentido, que si él no podía aportar siquiera un buen verso a esta realidad decadente, pues, entonces nada tenía razón de ser y que, sin poesía, no había futuro y todo estaba perdido, al menos para él, que había vivido para la poesía durante años, que había renunciado al mundo feliz de Huxley, a la felicidad convencional de El secreto y del casa-mujer-auto-perro y que, en estos momentos en que empezaba a dar sus primeros pasos, no tenía mayor opción que agarrarse a los versos y caminar hacia la luz, seguir intentando el logos, la hybris desencadenante, o apagar el interruptor.

Cierto día, aprovechando que había pocas personas en casa, Manuel cerró con llave la puerta de su cuarto, sacó su deshojado cuaderno de apuntes, que guardaba debajo de su colchón, y se puso a leer; las lágrimas le empezaron a caer por el rostro y lloró como cuando era niño, lloró hasta sentir que sus ojos estaban secos como un desierto. Lloró y lloró hasta encontrarse con la risa o con la desesperación. Y, entonces, quizás cuando veía solo su fracaso como poeta –porque eso es lo que había dicho ese viejo aristarco de la televisión en cuyas opiniones confiaba ciegamente– sacó una filuda cuchilla, le pidió perdón a todos los dioses de las letras, la música y las artes, Apolo, Bragi, Ganesha, etc., y se hizo unos tajos profundos en los antebrazos, unos cortes estudiados y perfectos, como para que nadie pudiera hacer nada por él. Y se sentó a escribir, ahora sí seguro, sin dudas y sin trastabilleos, lo que sería su último e insondable poema.

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Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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Sodalicio acata orden del Vaticano y queda oficialmente suprimida

Tras décadas de denuncias por abuso sexual, psicológico y físico, el Vaticano ha puesto fin al Sodalicio de Vida Cristiana.

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Perdieron el rumbo en el camino y hoy les toca acatar la orden directa del Santo Padre. El Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) ha dejado de existir oficialmente desde ayer, luego de que el superior general de la comunidad firmara el decreto de supresión como Sociedad de Vida Apostólica laical.

La disolución fue confirmada por el propio SVC a través de un comunicado en su sitio web.

La decisión, aprobada por el papa Francisco, pone fin a una institución marcada durante años por denuncias de abusos físicos, psicológicos y sexuales contra sus integrantes, perpetrados por sus líderes y fundadores.

“Con dolor y obediencia aceptamos esta decisión”, señala el comunicado.

En el mismo documento, el disuelto grupo pide perdón por los maltratos y abusos cometidos en la comunidad.

“Nuestra mirada se dirige también a las víctimas; les reiteramos nuestro sincero pedido de perdón por los maltratos y abusos cometidos en nuestra comunidad. Pedimos perdón también a toda la Iglesia y a la sociedad por el dolor ocasionado”, señala el texto.

Asimismo, se da a conocer el nombramiento de monseñor Jordi Bertomeu Farnós como comisario apostólico, encargado de la ejecución del proceso de supresión.

Previo a la entrega del decreto de disolución, se identificaron las propiedades y fundaciones vinculadas al Sodalicio con el fin de evaluar su destino como parte del proceso de reparación a las víctimas y el sustento de los miembros que dependían de la comunidad.

Como se recuerda, hace dos décadas surgieron denuncias de exmiembros que fueron profundizadas por investigaciones periodísticas, las cuales expusieron los abusos sistemáticos perpetrados por su fundador, el laico peruano Luis Fernando Figari, quien fue finalmente expulsado del grupo en agosto de 2024.

Luis Fernando Figari, uno de los fundadores del Sodalicio. Foto: archivo GEC.

El dato:

El SVC se resistió a formalizar su disolución, a pesar de la orden del papa Francisco emitida en enero de 2025.Según el abogado José Ugaz, representante de seis víctimas no indemnizadas, el SVC maniobró para vaciar sus bienes y fondos antes de la disolución, con el fin de evitar que sean gestionados por el Vaticano. Ugaz alertó al Vaticano sobre esta posible fuga de dinero y ocultamiento de patrimonio en una carta enviada el 24 de marzo.

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El hampa chalaca quiere erradicar a los extorsionadores venezolanos con sus propias manos [VIDEO]

Delincuentes del primer puerto indicaron que extranjeros han “roto” todos los códigos del bajo mundo.

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En el mundo donde la bala suena primero que la palabra, sangre con sangre se paga. Ni cuarenta estados de emergencia decretados por Dina Boluarte han hechos temblar a los extorsionadores extranjeros ante la reciente advertencia del hampa del primer puerto, quienes furiosos de que los foráneos empiecen a meterse con los ciudadanos del Callao, cobrándoles cupos, han rastrillado sus armas para lanzarles una durísima advertencia.

Y es que bien saben los delincuentes extranjeros que con otras mafias no se puede ‘negociar’ como con algunas autoridades, salvo tengan un interés en común, ahora vienen analizando a detalle qué tan ciertas sean las amenazas del hampa chalaca.

Uno de sus líderes, a través de una filmación, advirtió a todos los extranjeros que “han desatado una guerra abierta”, al considerar que se han equivocado de zona para extorsionar. “Ya no te vamos a tolerar ni una. Aquí estamos los chalacos, una sola idea, compadre. Todos contra todos ustedes”, se llega a escuchar en el video.

Advierten a venezolanos no ingresar al Callao

El discurso se ha extendido como una consigna en los barrios más convulsos del puerto. En Carrillo Albornoz, uno de los jirones con mayor presencia policial, los vecinos reconocen que el temor a una guerra declarada es cada vez más tangible. “Cualquiera que esté ahí lo veamos haciendo delivery, así lo vamos a bajar también”, dijo un encapuchado durante la grabación.

Las amenazas no solo se limitan a los miembros de bandas extranjeras. El mensaje apunta a cualquier ciudadano extranjero, incluso aquellos sin vínculos delictivos. “Sabemos que también hay venezolanos que trabajan, pero lastimosamente justos por pecadores, y así va a ser”, sostuvo uno de los pandilleros entrevistados por el equipo de Panorama.

Al parecer, dentro de estos días o semanas, se verán teñidas de sangre las calles del primer puerto, consecuencia directa de la inoperancia del gobierno de Dina Boluarte que continúa repitiendo todos los días que se encuentra luchando contra la delincuencia, bien sentada en su denominado ‘Cuarto de Guerra’, pero sin salir a recorrer las calles más álgidas de Lima y Callao.

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Metro de Lima: Cierran estaciones La Cultura y Nicolás Arriola por persona herida en rieles [VIDEO]

Como es habitual, la Línea 1 del Metro de Lima ha emitido un comunicado indicando que el cierre temporal se debe a un “incidente ajeno a su operación”. Sin embargo, cada cierto tiempo aquellos incidentes consisten en intentos de suicidios de personas que fortuitamente deciden arrojarse a los rieles de la vía ante la inoperancia de los miembros de seguridad.

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Alrededor de las 10.30 de la mañana de este lunes 14 de abril, se reportó un nuevo incidente en la Estación La Cultura de la Línea 1 del Metro de Lima. De acuerdo a la información preliminar, una persona resultó herida y fue evacuada al centro de salud más cercano para recibir atención médica. Sin embargo, como es habitual, a través de un comunicado ambiguo, el servicio de transporte público anunció el cierre temporal de las estaciones La Cultura y Nicolás Arriola, indicando que dicho cierre se debe a un incidente ajeno a su operación, evitando informar las verdaderas razones de la suspensión.

Es decir, el servicio de trenes se ha restringido de la siguiente manera: Desde Villa El Salvador hasta San Borja Sur y desde Bayóvar hasta Gamarra.

No habrá circulación de trenes entre San Borja Sur y Gamarra, por lo que las estaciones afectadas no ofrecerán servicio al público.

Comunicado de la Línea 1 del Metro de Lima.

Las autoridades del Metro de Lima recomiendan a los usuarios considerar otros medios de transporte para sus desplazamientos y agradecen la comprensión del público. Además, solicitan seguir las indicaciones del personal en estaciones.

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Ex operario de Medifarma, acusado por aprobación de suero defectuoso, responde: “Me imputaron esos hechos” [VIDEO]

Roy Chávez Llicán indica que farmacéutica lo coaccionó a admitir responsabilidad, obligándolo además a renunciar.

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Lo niega todo. Para que un medicamente salga al mercado necesita pasar por rigurosos controles, siendo aprobado por distintos químicos farmacéuticos, operarios y tener el visto bueno de las cabezas de área; sin embargo, según la versión de Medifarma, solo existiría un responsable y ese sería un operario.

Roy Chávez Llicán, ahora ex operario de Medifarma, estuvo detenido durante 72 horas acusado de ser el principal responsable de la muerte de 5 personas, ahora ha salido a decir su versión de los hechos de lo que pasó con el suero fisiológico defectuoso y cómo así llegó a distribuirse en los hospitales, negando de raíz todas las acusaciones en su contra, denunciando que Medifarma lo presionó a autoinculparse para liberarlos de cualquier responsabilidad penal.

En entrevista con el dominical Punto Final, Chávez aseguró que fue forzado a firmar su carta de renuncia y que la compañía le imputó toda la responsabilidad sin una investigación adecuada.

“Ellos me obligaron a renunciar, me pusieron una carta de renuncia y me imputaron todos esos hechos”, afirmó.

Tras la visita del equipo periodístico al laboratorio, Guillermo Arboleda, director corporativo de Medifarma, indicó que el producto se preparaba inicialmente con 180 kilos de cloruro de sodio disueltos en mil litros de agua esterilizada dentro de un tanque conocido como triblender. Posteriormente, esta mezcla debía ser trasladada a un segundo tanque, el reactor, donde se agregaban hasta 20 mil litros de agua adicional, lo que permitía alcanzar la concentración final adecuada de 0.9% de sodio por litro.

Según Medifarma, Chávez habría omitido el encendido del reactor durante la preparación del suero, lo que impidió una correcta disolución del sodio. Además, se le acusa de haber tomado muestras de un tanque distinto, impidiendo detectar el error a tiempo. El trabajador rechazó ambas acusaciones y sostuvo que ha sido utilizado como “chivo expiatorio”.

fuente: punto final.

La Fiscalía deberá determinar si lo ocurrido fue consecuencia de negligencias concatenadas o de una conducta deliberada. Mientras tanto, las familias de las víctimas siguen esperando justicia y respuestas claras frente a una pérdida irreparable.

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Paralizan obras del hotel Sol Ollantaytambo Boutique ante presuntas irregularidades en su construcción

Desde tempranas horas del día, DDC del Cusco intervino construcción salpicada por presuntos actos de corrupción.

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Lo que mal empieza, mal termina. Luego de hacerse pública la denuncia de Andrés Bravo Pinedo, presidente del Frente de Defensa de los Intereses del Distrito de Ollantaytambo, respecto a un presunto acto de corrupción perpetrado nada menos que por el alcalde de Ollantaytambo Paul Palma, en colusión con la propietaria del hotel Sol Ollantaytambo Boutique, Lucinda Miranda Farfán, y su administrador Derik Miranda Farfán, la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) del Cusco, con apoyo de los efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP) paralizaron la construcción del mencionado recinto hotelero como parte de una “medida cautelar” dispuesta por el despacho de Cultura.

Personal de la DDC del Cusco interviniendo la obra del hotel ubicado en la calle Ventiderio, Ollantaytambo.

La labor fiscalizadora, en principio, le corresponde a la municipalidad de Ollantaytambo, encabezada por Paul Palma, sin embargo, al estar dicha autoridad involucrada en las investigaciones, la encargada de realizar la medida preventiva fue la DDC del Cusco.

Y es que como ya se publicara en este medio, Andrés Bravo Pinedo viene denunciando una presunta red de tráfico de influencias y abuso de autoridad por parte del alcalde Paul Palma y los representantes del hotel Sol Ollantaytambo Boutique.

De acuerdo a los primeros informes obtenidos, la municipalidad de Ollantaytambo otorgó, sin pasar por las comisiones técnicas correspondientes, el permiso de restitución volumétrica para dicha obra, la misma que hasta la fecha no cuenta con una orden de demolición.

“La tardanza en la anulación y la ausencia de una orden de demolición sugieren complicidad o negligencia por parte de las autoridades, permitiendo que el daño al patrimonio continúe”, se lee en la nota publicada el pasado 2 de abril del año en curso.

Asimismo, continúa el informe, “entre las autorizaciones otorgadas de forma irregular se encuentran las siguientes: autorización N° 001-2023-GDUR – MDO, autorización N° 016-2024-GDUR – MDO, y la autorización N° 020-2024-GDUR – MDO.  Además, la ejecución de obras no cumple con la normativa vigente, donde los propietarios deberían presentar el expediente respectivo al procedimiento administrativo, en concordancia al Reglamento de Intervenciones Arqueológicas vigente aprobado mediante Decreto Supremo Nº 011-2022-MC, de fecha 23 de noviembre del 2022”.

La nota completa en el siguiente enlace:

Ollantaytambo: atentado al Patrimonio Arqueológico revela presuntos actos de corrupción, tráfico de influencias y abuso de Autoridad

Finalmente, se tuvo conocimiento que la diligencia realizada esta mañana no acudió personal de la Fiscalía, impidiéndose la incautación de las herramientas y maquinarias, y constatando que al término del encintado aún habían obreros trabajando dentro de dicho inmueble.  

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En Comas madre de familia rompe en llanto y remata su tienda por culpa de extorsionadores [VIDEO]

Una comerciante emprendedora se vio obligada a cerrar y trasmitir en vivo para subastar las prendas de su negocio ‘RubyLiz Boutique’ para poder recaudar una fuerte suma de dinero que vienen exigiéndole una banda de extorsionadores.

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Mientras que el premier Gustavo Adrianzén asegura que la declaratoria de emergencia ha sido un “éxito que se viene observando”, la ola criminal continúa extorsionando y asesinando a los ciudadanos de a pie. Por lo que una comerciante de Comas reveló que se ha visto obligada a rematar su negocio debido a que extorsionadores le exigen una fuerte suma de dinero para no atentar contra su vida.

Entre lágrimas anunció ser víctima de extorsionadores

A través de su red social TikTok, la fundadora de ‘RubyLiz Boutique’, no pudo contener las lágrimas y contó en una trasmisión a sus seguidores que su situación es complicada tras ser víctima de las bandas extorsivas. A pesar de 10 años de dedicación y trabajo en su negocio, la madre de familia no pudo encontrar otra solución, debido a que no contó con el apoyo de la Policía.

En pleno llanto, la comerciante contó que, debido a la constante exigencia de los criminales, tuvo que tomar la decisión de rematar todas sus prendas de ropa en línea para poder juntar el dinero que tanto le exigen los extorsionadores.

“Estimados amigos y clientela, en estos momentos me comunico con ustedes a través de esta plataforma para informarles que voy a hacer una transmisión de remate porque necesito conseguir dinero muy fuerte para mañana. Es de vida o muerte. Espero contar con el apoyo de todos ustedes», expresó la comerciante y reveló que su negocio en Lima Norte dejará de funcionar porque priorizará el bienestar y la integridad de su familia, por lo que pidió contar con el apoyo de sus clientes para que pueda cubrir los pagos de los cupos que le exigen los criminales.

“Lamentablemente (la empresa) dejará de laborar. Ya no atenderá en almacén y quizás ya no vuelvan a verlo en redes sociales por un buen tiempo. Para mí lo más importante es la tranquilidad de mi familia, pero necesito conseguir un dinero muy fuerte», culminó entre sollozos la comerciante extorsionada.

fuente: 24 horas.

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Extorsionadores frenan nuevamente al país ante fracaso de medidas adoptadas por el Gobierno [VIDEO]

Gremio de transportistas continúa recibiendo amenazas de los extorsionadores que no dudan en disparar a sus unidades repletas de pasajeros.

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Todo mal. Militares resguardando Larcomar, las estaciones del tren, el parque Kennedy, parados, solo viendo la gente pasar; policías que solo dan vueltas por las avenidas más transitadas, llamándolo a ello “patrullaje”, sin que se atrevan a ingresar a las zonas más peligrosas de la ciudad, intervenciones sin sentido, detenciones a personas con antecedentes penales pero que ya purgaron condena, o a microcomercializadores de drogas, todo para que en la estadística del denominado “Cuarto de Guerra” se indique que han “desarticulado” a una “organización criminal”. Se atrapan a los ‘peces pequeños’, pero jamás a las cabezas.

La jefa de Estado, Dina Boluarte, bien acompañada de los comandantes de las Fuerzas Armadas, repite y repite que la criminalidad ha disminuido, pero minutos después sale una noticia sobre un chofer baleado a plena luz del día, y metros más adelante están los policías y militares parados, sosteniendo sus rifles.

El gremio de transportistas está cansado de tantas mentiras, de tanto “estado de emergencia” que suena imponente, pero que en la realidad es solo un día más; nada cambia, los delincuentes cada vez son más avezados y se graban cuando disparan sin compasión a un conductor, sin siquiera ponerse a pensar que están dejando a dos o tres niños sin su padre.

Segundo paro solo en esta semana. Los grandes perjudicados somos todos los ciudadanos que tenemos que utilizar un medio de transporte para llegar a nuestros centros de trabajo, demorándose para ello dos o tres horas, caminando otros largos trayectos para que ese día no les descuenten; en tanto, sus ministros se ocupan más en asistir a interpelaciones del Congreso que ponerse a atacar frontalmente el problema. Nadie pone de su parte.

fuente: atv matinal.

Desde las cinco de la madrugada nuevamente Lima y Callao se encuentran paralizados. Los transportistas han anunciado que cerca de 20 mil unidades apagarán sus motores en señal de protesta por las extorsiones y atentados que vienen sufriendo a diario.

Por su parte, las universidades ya se fueron preparando ante el anuncio de los transportistas, avisando a sus alumnos que las clases se realizarán de manera virtual; similar respuesta se ha dado desde los colegios particulares y estatales, pero la realidad de estos últimos les impide a muchos de los estudiantes poder acceder a una conexión estable de internet, y es que en gran parte de la ciudad, sobre todo en las partes más alejadas, la conectividad aún es deficiente.

Es más que probable que culminado este paro nuevamente otro chofer caiga ante la ira descontrolada de los extorsionadores, que día a día van tomando control de toda la ciudad, con o sin estado de emergencia.

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Transportistas del Callao realizan paro tras asesinato de chofer de combi por extorsionadores

Transportistas del Callao se encuentran desesperados y salieron a las calles para alzar su voz de protesta y exigir justicia, tras los atentados contra dos de sus compañeros choferes. “Que se vaya Dina Boluarte, porque no hace nada por el pueblo. No hay seguridad, no estamos seguros”, expresó un conductor chalaco, en señal de frustración.

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Debido a la indiferencia e inacción del Gobierno para contener a la criminalidad que mata todos los días a nuestros compatriotas, un grupo de transportistas del Callao vienen realizando un paro este miércoles 9 de abril, tras los recientes atentados a dos de sus compañeros choferes, en los cuales, uno de ellos perdió la vida tras ser acribillado por sicarios extorsionadores.

Un gran grupo de transportistas, familiares y vecinos del Callao con una actitud enfurecida y con indignación debido a la ola de inseguridad ciudadana, extorsiones y sicariato, que los azota diariamente salieron a las calles chalacas para alzar su voz de protesta y exigir justicia al Gobierno por el ataque y la muerte de sus compañeros mientras cubrían sus respectivas rutas de transporte, como los recientes casos registrados el día de ayer, 8 de abril.

El primer ataque ocurrió alrededor de las 11:30 a.m. en la cuadra 52 de la avenida Venezuela, contra una combi de placa AJU-943 de la empresa de transportes Emisca S.A., que trasladaba a pasajeros de Lima-Callao. El conductor, identificado como Luis Chinchay (65) fue baleado por sicarios que iban a bordo de una moto lineal. Producto del ataque, el vehículo se descarriló y chocó contra la fachada de un almacén. El chofer quedó herido y tuvo que ser llevado al Hospital Naval para una operación. Actualmente, su estado se mantiene en reserva.

Daniel Alexis Guillermo Díaz, de tan solo 25 años, otro chofer de combi que cubría la misma ruta que Chinchay, también falleció, tras ser herido de bala por delincuentes motorizados.

Mañana jueves 10 de abril se viene otro paro de transportistas: «No queremos más choferes muertos».

Transportistas piden que se vaya Dina Boluarte

Los enardecidos transportistas llegaron hasta el cruce de las avenidas Venezuela con Elmer Faucett, donde también llegó un gran contingente policial para impedir que sigan avanzando más y mantener la calma en la zona. Asimismo, uno de los trabajadores del transporte, cuestionó la inacción del Gobierno de Dina Boluarte para acabar con las bandas criminales.

«Seguridad y justicia por Daniel. Estamos cansados por pagar (S/5 soles diarios) en distintas partes, Lima-Callao. El gobierno dice que hay seguridad, pero no es así. (…) ¡Que se vaya Dina Boluarte, porque no hace nada por el pueblo! No hay seguridad, no estamos seguros. ¡Mañana también vamos a parar!», exclamó.

Asimismo, lamentó que los choferes del transporte público se hayan convertido en el nuevo blanco de los extorsionadores. Por ello pidió justicia por la muerte de su compañero Daniel Guillermo Diaz y pidió la renuncia de la presidenta de la República Dina Boluarte, porque «no hace nada por el país».

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