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Cultura

La crisis poética y literaria peruana

A propósito de la presentación del libro Crisis Poética del poeta Harold Wilson

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Escribe: Héctor Ñaupari[1]

Harold Wilson, joven poeta que estudió en el Colegio Salesiano, como Gustavo Valcárcel, Manuel Scorza (que ayer cumplió años), Marco Martos, Tulio Mora, Andrés Alencastre Gutiérrez, llamado Killku Waraka, a quien José María Arguedas consideró el poeta quechua más importante del siglo XX, el colombiano Rómulo Mora Saénz, el nicaragüense Julio Valle Castillo, el español José Hierro, entre otros, nos presenta hoy su libro de poesía Crisis Poética. Tengo el honor y el privilegio de llevarlo a ustedes, lectores, con estas palabras.

Debemos preguntarnos si las crisis son el tiempo para la poesía. Heberto Padilla, el gran poeta cubano mancillado por la dictadura que todavía oprime su patria, escribió Dicen los viejos bardos: “No lo olvides, poeta. En cualquier sitio y época/en que hagas o en que sufras la Historia, siempre estará acechándote algún poema peligroso”. De allí que la poesía sirva para golpear, con gran riesgo para su creador, con el poder que se martilla al enunciarla, al plexo de los peligrosos enemigos con los que nos enfrentamos como ciudadanos, como escritores, como pensadores.

Escribir en tiempos de crisis es también respirar, terminar con el dolor abatido del silencio de las calles vacías, sobreponerse a no ver la luz al final del camino, a resistir una crisis que nos golpea, sacude y cerca, pero sobre todo es no olvidar que siempre “nos queda la palabra” como decía Blas de Otero. Pero hay que ser capaces de leerla, de poseerla y de sacarle todo el partido posible, saboreando la sangre que nos deja en la comisura de los labios al pronunciarla, como lo hace Harold Wilson en Crisis Poética, para no perder la esperanza y sobreponerse, o dejar la piel en la pelea, vendiendo cara nuestra derrota, porque la literatura y la poesía reivindican nuestra capacidad de reconstituirnos como seres humanos, aún si sucumbimos frente a la peor adversidad. “El hombre no está hecho para la derrota; un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”, sentenció el autor de El viejo y el mar cuando todos lo creían acabado. Así, la crisis es el único tiempo que la poesía y la literatura conocen.

Por otra parte, la poesía funciona como una instantánea capaz de recoger en palabras, en un solo vistazo, en un breve golpe de luz, las imágenes que enfoca. Sólo la poesía salva del olvido. Todo poema es profecía y memoria, al mismo tiempo. Una nación, una cultura pueden reconstruir su pasado, presente y futuro, si ésta ha sido devastada, en la medida en que su poesía los reproduce con sus palabras. La Grecia antigua aparece ante nosotros, viva, tras miles de años de desaparecida, porque Homero la retrató con genialidad y brillantez. Dante nos conduce presto y hierático por los infiernos, proyectando el medioevo de lepra, cruzadas y catedrales en nuestras mentes. Walt Whitman pudo captar con sus versos directos la fuerza de las mujeres y los hombres que edificaron los Estados Unidos en el siglo XIX, tanto como Henry David Thoreau el individualismo pacífico, civilmente desobediente, que fue su estandarte, alejado de la ciudad, la industria y sus terrores. Con el Víctor Hugo poeta leemos los labios de la boca de la sombra de su romanticismo parisino, el liberalismo en literatura, según el autor de Los Miserables lo definiera. Sin el poeta Aleksandr Pushkin, rebelde, romántico, mujeriego y duelista, Rusia sería en el recuerdo una gran estepa con cadáveres congelados en el frío y zares crueles, tal como es hoy, por desgracia. Junto a ellos, el joven Harold Wilson escribe sobre el tiempo deslavado y desamparado que le toca vivir, el tiempo de la crisis, cuando dice:

Se me olvidaron algunas cosas:

la decencia entre la ropa,

la vergüenza entre los dientes,

los mensajes en la cama

de los perros solitarios

Pastan verdes azulejos

los que el viejo de mi padre puso poco a poco para saberse más útil.

Por lo tanto, si la poesía peruana no nos permite afrontar nuestra adversidad como nación, si no nos salva del olvido, si no es remembranza y presagio, si no es recuerdo y conjuro, entonces, la poesía peruana enfrenta una severa crisis. Es la Crisis Poética que, entre líneas, Harold Wilson detalla en su libro. Es una crisis de aproximación y análisis de la propia poesía peruana como expresión artística, que toma ciegamente al colectivo, al género, y por último, a la vida pública y política nacional como elementos excluyentes y exclusivos de interpretación de la obra poética de los bardos peruanos, yendo de la revolución cubana a la dictadura velasquista, y de allí a la infame metáfora de “violencia política” (siguen resistiéndose a llamarlo por su nombre: terrorismo) hasta el término, vaciado de todo contenido, de “neoliberalismo”, creyendo que la poesía son sólo documentos de barbarie, negando la creatividad e individualidad del poeta, sus influencias y evolución propia, aferrándose profundamente a sus contradicciones, parafraseando a Wilson.

Otra crisis de la poesía peruana, más grave aún que la anterior, es la ideológica, donde el velo del templo ideológico marxista, todavía mayoritario entre los literatos peruanos, ya rasgado en dos por la realidad, la historia y el criterio de las gentes, está contra el tratamiento de la poesía en particular, ante la amenaza que ya nadie incendie el mundo, pues pretende aplicar las reglas de una doctrina económica fracasada a la creación pura e inmanente, que no tiene ninguna; y una crisis de los propios poetas, la que llamo el “Síndrome Vallejo”: ser incapaces de entender que vivir de la literatura nunca ha sido el propósito último de los que escriben, y que los trabajos alimenticios, además de proveer sustento a los creadores, resultan un insumo insoslayable a la hora de componer sus creaciones, como prueba la historiadora literaria italiana Daaria Galateria en su libro Trabajos forzados, los otros oficios de los escritores. El poeta peruano, como versa magistralmente Wilson, está “cansado de buscar/encuentro el sentido/siempre estuvo entre mis dedos/y yo tan ciego sin saberlo” y es de observar como acomete en forma genial ese síndrome vallejiano en su poema “Trabajar”.  

La poesía peruana está en crisis poética porque sus intérpretes y críticos no la dejan salir del marasmo literario donde la asfixian desde hace sesenta años. Estos sepulcros blanqueados literarios persisten en sus estériles y falsas disyuntivas, como la que se planteaba hace algunos años entre la “poesía social” y la “poesía pura”. El poeta cubano Eliseo Diego disolvió esta falsa querella con bastante fineza cuando dijo que la poesía, si realmente lo es, termina por ser de todos: el buen poema es un poema social por naturaleza; mientras que, por el contrario, un poema cuyo único sustento es el propósito supuestamente social, colectivo o popular de su contenido termina siendo mero simulacro didáctico. Harold Wilson nos muestra que es posible el poema que termina siendo de todos, cuando escribe:

Cuentan bien los muertos

que antes de morir se vive,

que antes de cantar se piensa,

que antes de gozar se muere varias veces,

que antes de bailar se pisa,

que antes de morir se come,

que antes de barrer se ensucia,

que antes de vivir se pierde….

Por enésima oportunidad, los muertos vivientes de la crítica literaria peruana acometen con el manoseado lugar común del compromiso político y la literatura, para clasificar a los poetas, como si fueran costureras proletarias, entre comprometidos y apóstatas, según la década: antes castristas y gusanos, revolucionarios y reaccionarios, como ahora feministas frente a defensores del patriarcado opresor. Olvidan que, desde hace décadas, la política desmenuzó a la poesía y la volvió bastardo panfleto. Allí están, para la historia universal de la infamia poética, de la que forman parte, la Oda a Stalin de Pablo Neruda: “hay que aprender de Stalin/su intensidad serena, su claridad concreta, su desprecio al oropel vacío, a la hueca abstracción editorial” …” “Stalin es el mediodía, la madurez del hombre y de los pueblos”, el poema Una Canción a Stalin de Nicolás Guillén: “Stalin, Capitán, a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún”. Allí están, para el oprobio literario nacional, el panegírico de Javier Heraud al dictador Fidel Castro, “vi a Fidel de piedra movediza/escuché su voz de furia incontenible hacia los enemigos”, el elogio de Antonio Cisneros a este sátrapa, en su poema In memoriam, “cuando Cuba y Fidel y todas esas cosas fueron peso y color y la fuerza y la belleza necesaria a un mamífero joven”, o el silencio deliberado contra César Calvo, de lejos el mejor poeta de esa generación, quizás porque fue uno de los jurados que no cedió a las presiones de los comisarios del régimen cubano, y no se retractó a otorgar el Premio Julián del Casal en 1968 a Heberto Padilla por su poemario Fuera de juego, que le valió a este último el repudio, la cárcel, la autoinculpación y el exilio.

Si la única opción es considerar a los poetas peruanos de los últimos sesenta años como fieles amigos de dictadores, que mandan en sus países después de muertos; como devotos de otros tiranos que son santones de ex presidentes corruptos y sus hermanos; como feroces mastines o divertidos falderos, según se trate, de las revoluciones de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa en el Perú, ese tratamiento no es la respuesta. Es una afrenta. Si el objetivo de señalar a los poetas peruanos como tristes arlequines de siniestras dictaduras o corifeos de revueltas sanguinarias, en definitiva, ese objetivo no nos representa.

Digamos, por nuestra parte, que el único compromiso del escritor es con su literatura. Para T.S. Eliot se trata más bien de una jerarquía de responsabilidades: “Podemos decir que el compromiso del poeta, como poeta, con el pueblo, es sólo indirecto. El compromiso directo es con su lengua”. Observemos que la lengua es un bien común que incluye no sólo a los hablantes vivos, sino también a los muertos y a los que nacerán con dicha lengua por herencia. Digamos también que si lo que trasciende no es el poeta sino la poesía, pues, a fin de cuentas, es el idioma el que elige a los suyos, es esa manifestación de trascender, ese “volar sin ser humano que me detenga” como escribe el poeta que presentamos hoy, que se ejerce con la individualidad, la creatividad, la pericia, la disciplina y el talento, no con la adhesión al marxismo o a la perspectiva de género, lo que debemos analizar y reproducir.

Por eso es tan importante el libro de Harold Wilson. La poesía es crisis siempre, porque es orden y caos simultáneamente. Porque, citando a Samuel Beckett, “encontrar una forma que exprese el caos, ésa es la tarea del artista actual”. Porque si la poesía actual discute con sus métodos es porque discute fieramente con ella misma, como lo hace Harold Wilson, “es una sombra de miedo que no da miedo”. Es una zona, dentro del lenguaje, de reinvención y, por lo mismo, de inestabilidad, como es sus poemas “Libre luz” y “Polvo/calle/seco/pasto”. Para una lengua la poesía es su gran laboratorio. De ella pueden surgir fusiones atómicas, especies híbridas, nuevos materiales con propiedades desconocidas o monstruosos clones. Allí el poeta es historiador y profeta, protector del cayado y oráculo. Como cuando Wilson escribe: “Se han perdido mis amigos/en el tiempo y en los vasos. He gastado mis palabras sin encontrarlos. Se han perdido los colores/del recuerdo de vivirlos/por hacerme de las letras con las que escribo mi desdén”.

Termino este comentario de esta estupenda obra de Harold Wilson con el autor de El extranjero. Albert Camus escribió en el verano de 1954 una breve colección de ensayos titulada El verano. Y un fragmento de esa obra es imprescindible para los tiempos de crisis y pandemia que vivimos y, creo también, transmite fielmente lo que Harold Wilson nos quiere decir, de fondo, con su Crisis Poética. Dice Camus: “En medio del odio descubrí que había, dentro de mí, un amor invencible. En medio de las lágrimas descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos descubrí que había, dentro de mí, una calma invencible. En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque esto dice que no importa lo duro que el mundo empuja contra mí; en mi interior hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta”.


[1] Héctor Ñaupari (Lima, 1972). Poeta, ensayista, abogado, conferencista internacional y profesor universitario. Preside el Instituto de Estudios de la Acción Humana. Ha sido Presidente de la Red Liberal de América Latina (RELIAL). Es autor de los libros de poesía En los sótanos del crepúsculo, Rosa de los vientos, Malévola tu ausencia y La boca de la sombra, libro este último que reúne toda su poesía. Poemas suyos han sido seleccionados en breves antologías individuales tituladas Incendio que me envuelve, Toda rama es aire y Salammbo. Publicó los libros de ensayos Páginas libertarias, Libertad para todos, Sentido liberal, Liberalismo es libertad y Por esta libertad en las más importantes editoriales de pensamiento liberal en Hispanoamérica. Ha compilado los libros de ensayos Políticas liberales exitosas 2, La nueva senda de la libertad, y Borges, Paz, Vargas Llosa: literatura y libertad en Latinoamérica. Es coautor de las antologías literarias peruanas Poemas sin límites de velocidad, antología poética 1990–2002 y La hoguera desencadenada, antología poética del Movimiento Cultural Neón 1990–2015.

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Cultura

 “Cenizas culturales”, exposición de Carlos Atoche

Carlos Atoche es un pintor, grabador y street artist .

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Carlos Atoche (Lima, 1984) realizó sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Roma (2003-2008) y reside en Italia hace más de 20 años. El artista ofrecerá la exposición “Cenizas Culturales” en la galería Martín Yépez (Av. Nicolás de Piérola 938, Plaza San Martín, Centro de Lima) en el mes de febrero.

En esta muestra se reúne 90 obras de su producción, con una serie de pinturas en blanco y negro con figuras expresionistas que se funden con fondos abstractos. También se presentará la serie de Monocromos con composiciones surrealistas, la serie de grabados Soñadores de Noche y Retratos Renacentistas, así como una selección de ilustraciones realizadas para libros de la editorial El Gato Descalzo (Lima). Además, el artista presentará una serie reciente de esculturas realizadas en hierro y papel maché.

La sala principal de la exposición alberga Cenizas Culturales, una serie inspirada en la iconografía del antiguo Perú. Atoche, quien es conocido en Roma (ciudad donde reside desde 2003) por sus murales de acuarios y fondos marinos habitados por peces tropicales y vestigios del pasado, explica que ahora siente la necesidad de reencontrarse con sus raíces y desde 2018 ha vertido su experimentación artística en el estudio de la iconografía ancestral, reinventando y combinando imágenes de huacos, máscaras, cabezas clava, animales y guerreros con colores fluorescentes y fuertes pinceladas expresionistas, que nos muestran un lado más maduro de su producción pictórica.

“Cenizas Culturales” es el redescubrimiento de una cultura a partir de sus vestigios: una cultura tan profunda como desarticulada, que hoy resurge de sus cenizas para mostrar su grandeza: maravillas de sociedades que practicaron sapientemente la astronomía, el arte, la arquitectura y la ingeniería y de las que todavía tenemos mucho que descubrir y aprender, para convertirlas en fuente constante de inspiración para la actual y las futuras generaciones” explica el artista.

Por su parte, Juan Peralta, curador de la exposición añade: “En sus composiciones, Atoche recurre a iconografía prehispánica, especialmente norteña, como el felino, el tumi o el mono, y las inserta en lenguajes visuales europeos que oscilan entre el expresionismo, el simbolismo y la abstracción sintética. La exposición se complementa con grabados, ilustraciones y pinturas anteriores que, más allá de su base académica, revelan una maestría en el manejo de la línea, el cuerpo y, sobre todo, la expresividad de la mancha”.

La exposición se inaugurará el 1 de febrero a las 7 p.m., en la galería Martín Yépez (Plaza San Martín) y podrá ser visitada hasta el 28 de febrero, de lunes a sábado, de 10 a.m. a 6 p.m. El ingreso es libre.

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Cultura

«El Silencio de la Hierba», el primer cortometraje animado que retrata la masacre de Putis

En el marco de la masacre de Uchuraccay, recordado cada 26 de enero, estudiantes de Toulouse Lautrec anuncian cortometraje que retrata la pérdida de inocencia durante la época del terrorismo.

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Un grupo de talentosos estudiantes de la Escuela Superior Toulouse Lautrec trabaja en el cortometraje animado “El Silencio de la Hierba”, el cual visibiliza una de las tragedias más impactantes de la historia del Perú: la masacre de Putis. A través de esta obra, los realizadores esperan generar reflexión y conciencia sobre los conflictos internos que marcaron al país, rindiendo homenaje a las víctimas y a sus familias.

El Silencio de la Hierba es un cortometraje animado que explora cómo la inocencia de los niños fue afectada durante la época del terrorismo en el país. La historia está inspirada en los hechos ocurridos en Ayacucho durante la década de 1980. La obra narra la vida de Chun, un niño de 6 años que tiene mudismo y vive en el campo junto a su madre Sumaq, en el distrito de Putis, Huanta. El conflicto inevitablemente toca su puerta, perturbando su tranquilidad y alterando irreversiblemente el rumbo de su vida y la de su progenitora.

“El proyecto se realizó durante los talleres de segundo a cuarto ciclo de la carrera de Animación Digital, y estamos convencidos del impacto que puede generar.  A través de El Silencio de la Hierba, buscamos transmitir un poderoso mensaje de reflexión, plasmar esta parte olvidada de nuestra historia a las nuevas generaciones, lograr llevarla a festivales internacionales y a futuro compartir el corto en instituciones educativas. Para lograrlo, hemos lanzado una campaña de crowdfunding que nos permitirá obtener los recursos necesarios para culminar aspectos clave del cortometraje y garantizar su calidad”, explica Emma Vega, directora del proyecto.

El equipo creativo, compuesto por Lucero Vereau (productora), Pedro Rodríguez (director de animación), Jahaira Mavila (directora de posproducción) y María Rengifo (directora de arte), destaca la importancia de financiar elementos esenciales como la animación, la producción de audio y la edición final. Además, los fondos recaudados permitirán realizar una presentación especial en Ayacucho, lugar que inspiró la historia, e inscribir el cortometraje en festivales internacionales para llevar su mensaje a una audiencia global. Para más detalles sobre este conmovedor proyecto, te invitamos a ver el teaser aquí.

Si deseas apoyar esta iniciativa, puedes hacerlo a través de la página de donaciones https://ko-fi.com/rattoonsstudios/tiers. ““El Silencio de la Hierba” es un recordatorio de que el arte puede ser una herramienta transformadora para preservar la memoria y promover el cambio social. Además, este proyecto demuestra cómo nuestros estudiantes pueden vivir de lo que aman, poniendo en práctica su talento y creatividad para generar impacto en la sociedad ”, señala Renzo Guido, coordinador de carreras digitales de Toulouse Lautrec.

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Cultura

Miguel Ángel Velit expone «Urbano» en la galería de la librería Vallejo en San Isidro

Puedes visitar la muestra hasta el 12 de febrero. Ingreso libre.

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El artista peruano Miguel Ángel Velit, egresado de la Facultad de Bellas Artes de la Plata Argentina 1990, inauguró el 10 de enero pasado la individual titulada “URBANO VELIT 2025” en la Librería Café Vallejo.  

La sala de exposición se encuentra ubicada en Av. Camino Real 1119, San Isidro junto al Centro Cultural de la Católica. En esta nueva exposición Velit presenta pintura urbana y seis dibujos de pequeño formato.

Las obras del artista están inspiradas en las grandes urbes de Miraflores, Lima, San isidro, distritos en los cuales Velit ha vivido. En sus obras representa sus grandes historias urbanas y la transformación del barrio con el paso del tiempo. En su pintura y dibujos, Velit representa grandes Edificios Voladores que se construyen alrededor de la gran ciudad limeña.

En su exposición se refleja el tren, el Metropolitano, el bus repleto de pasajeros que viaja por el mundo, las Combis Asesinas, Paola en Bicicleta, los Tablistas de la Playa la Herradura, cuadro inspirado en el gran ‘chino’ Malpartida y ‘chato’ Rojas.

Entre otros espacios resalta La Huaca Pucllana, la Chica del Embassy, el orate de parque Kennedy, personaje callejero que esperaba a su novia todos los días a las 5 de la tarde en la Av. Diagonal, donde le escribía cartas de amor a su novia que había muerto. También podemos apreciar el Mototaxi, el Inka Navegante, Un Inka Viaja a la Bienal en Bicicleta, obra que ha participado en la Bienal de Costa Rica 2024.

En resumen, la exposición de Miguel Ángel Velit es una fascinante síntesis vivencial que captura la evolución de las ciudades y sus paisajes humanos a través del tiempo. Con una mirada única y profunda, Velit nos invita a recorrer Miraflores, San Isidro y Lima, desde los años 70 hasta la actualidad, reflejando no solo los cambios urbanos, sino también las anécdotas y personajes que marcaron su historia.

Sus cuadros, mapas e historias urbanas funcionan como un baúl de recuerdos, donde cada trazo, cada rincón, y cada detalle nos transporta a esos momentos vibrantes y transformadores de la ciudad. A través de su obra, Velit logra encerrar en cada imagen un pedazo de vida, un testimonio de las huellas que dejaron los que vivieron y caminaron por estos lugares.

Lo que hace particularmente interesante esta exposición es el enfoque histórico que Velit incorpora en sus obras, trayendo a la luz las huellas de las antiguas culturas Lima, Huari e Ychma, que en el pasado adoraban al mar y al planeta en el santuario de la Huaca Pucllana. A través de este contraste, el artista nos invita a reflexionar sobre cómo la ciudad moderna ha crecido sobre estos vestigios de un pasado sagrado, transformando un espacio de contemplación y reverencia en una urbe bulliciosa, rodeada de autopistas y edificios. La tensión entre lo ancestral y lo contemporáneo se convierte en un hilo conductor que no solo narra la historia de Lima, sino también la de sus habitantes, quienes, a pesar de las transformaciones, siguen anclados a sus orígenes.

URBANO es, por lo tanto, una exposición de mirada crítica y sensibilidad profunda. Velit no solo retrata la ciudad, sino que la siente, la cuestiona, y la celebra, reconociendo tanto lo perdido como lo ganado. El arte se convierte en un puente entre el pasado y el presente, un espacio donde las historias de antaño se preservan y se transforman en una nueva narrativa que, al mismo tiempo, honra las raíces de Lima y cuestiona su futuro.

El dato

Velit invita a apreciar su exposición hasta el 12 de febrero del 2025 de lunes a domingo de 8am a 10 pm Camino Real 1119 en San Isidro.

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Cultura

Hamlet, el clásico de William Shakespeare en el Teatro Municipal de Lima

Protagonizado por Fernando Luque en el papel del trágico Príncipe Danés.

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La trágica historia de traición y venganza regresa a pedido del público luego de agotar todas sus localidades el 2024. Hamlet será nuevamente interpretado por el actor Fernando Luque y acompañado por los actores Alonso Cano, Patricia Barreto, Amaranta Kun y Maria Grazia Gamarra. Regresa el sábado 01 de marzo solo por 13 funciones.

Hamlet, la obra clásica más famosas de la historia y una obra maestra de William Shakespeare, regresa a los escenarios del Teatro Municipal de Lima bajo la dirección de Jean Pierre Gamarra. La temporada va del 1 al 22 de marzo, de jueves a sábados 8 pm. y domingos 7 pm. Entradas en Joinnus.

Con este montaje de Hamlet, el director Jean Pierre Gamarra se consagra como el Enfant terrible del teatro limeño, gracias a una propuesta arriesgada, potente, monumental y trasgresora que abarrotó la sala del Teatro Municipal de Lima en octubre del año pasado y que volverá verse del 1 al 22 de marzo. Gamarra es considerado a nivel nacional e internacional el director peruano más importante de su generación y Premio Luces 2023. Con Hamlet, el joven director explorará temas tan universales como la vida y la muerte, la razón y su debilidad, la locura y el transcurso del profundo dolor a la desmesurada ira.

Hamlet será protagonizada por el reconocido actor Fernando Luque en el papel del trágico Príncipe Danés, junto a un elenco de lujo: Alonso Cano como el Rey Claudio, Patricia Barreto como la Reina Gertrudis, Amaranta Kun como Ofelia, Martín Aliaga como Polonio, Maria Grazia Gamarra como Horacio, Oscar Yepez como Laertes, Stefano Salvini como Ricardo y Alejandro Tagle como Guillermo.

La impactante escenografía está a cargo del escenógrafo italiano Lorenzo Albani, quien ya anteriormente ha deslumbrado con su potente trabajo en obras como Carmen, La Périchole y la Bohème en el Gran Teatro Nacional, La vida es sueño, Otelo y Tosca en el Teatro Municipal de Lima, entre otras. Sus trabajos más importantes en Europa incluyen Liquidation de Imre Kertesz y Pulcinella de Stravinsky para el Teatro Nacional de Estrasburgo, Alzira de Verdi en el Palacio Euskalduna de Bilbao y la Opera Real de Valonia en Bélgica y Mademoiselle Julie de Strindberg en el Teatro del Atelier de París.

Hamlet vuelve al Teatro Municipal de Lima del 1 al 22 de marzo, de jueves a sábado a las 8 p.m, domingos 7 p.m.

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Cultura

“Mostros”, el nuevo libro de cuentos de José Vadillo Vila

El libro se presentará el martes 21 de enero, a las 7:00 p.m. en La Cuina de Bonilla, en Miraflores.

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¿Qué es lo monstruoso? Es la pregunta que motiva Mostros (Lima, Maquinaciones Narrativa, 2024) el nuevo libro de cuentos del escritor y periodista José Vadillo Vila.

“El término ‘mostro’ es una palabra con sus propias contradicciones. Por un lado, se trata de un término desusado (lo señala el Diccionario de la lengua española). Pero como peruanismo adquiere una mayor riqueza; complejizamos sus acepciones. En el Perú, ‘mostro’ no solo señala lo espantoso. Lo usamos como adjetivo que significa ‘bueno, excelente’, e interjección de admiración o de complacencia”, explica el autor.

Espectros de caminos y hoteles; un general atormentado en el Real Felipe del Callao; detectives decrépitos en busca de una última gloria; y, colonos en una selva deshumanizada, entre otros personajes, son los “mostros” que habitan en el nuevo libro de Vadillo Vila.

Se trata de siete cuentos que el escritor limeño había publicado en distintas antologías y colecciones temáticas y que, por primera vez, edita y reúne en un único volumen. 

Presentación

Mostros se presentará el martes 21, a las 7:00 p.m. en La Cuina de Bonilla (calle Manuel Bonilla n.° 124, Miraflores). Los comentarios estarán a cargo de la escritora Kristina Ramos, el investigador literario Giancarlo Stagnaro y el editor José Donayre Hoefken.  

José Vadillo Vila es periodista, escritor y cantautor. Ha publicado los libros de cuentos Historias a babor (2003), Hábitos insanos (2013), El largo aliento de las historias apócrifas (2022) y Mostros (2024); y el libro de perfiles periodísticos Apus musicales. Héroes de la canción andina peruana Vol. 1 (2019).

Como cantautor, ha publicado en solitario los álbumes Elemental (2001) y Primera parada (1997-2016) (2016). Ha sido periodista cultural en el Diario Oficial El Peruano y coordinador y programador del Gran Teatro Nacional.

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Cultura

Las confesiones de Nicolás Yerovi sobre los presidentes del Perú y el Ministerio de Cultura

En una entrevista, el periodista y humorista, reveló su experiencia con el Ministerio de Cultura y sus anécdotas con algunos presidentes del Perú.

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El recientemente fallecido Nicolás Yerovi, hace dos años brindó una entrevista a Lima Gris, donde habló de nuestra calamidad política, la crisis actual en que se encuentra sumergido nuestro país, su experiencia frente de la revista «Monos y Monadas» y reveló algunas anécdotas que le tocó vivir tras dirigir más de 500 ediciones de la revista que fundó su abuelo Leónidas Yerovi.

Además, contó que unos alumnos suyos presentaron un proyecto creado por él al Ministerio de Cultura pero al proyecto fue rechazado negándole el apoyo económico.

Aquí la entrevista completa.

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Cultura

San Juan de Lurigancho y su improvisada Feria del Libro [VIDEO]

Sale a la luz la incapacidad de la gestión del alcalde Jesús Maldonado.

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La Municipalidad de San Juan de Lurigancho comenzó su feria del libro con el pie izquierdo. Los propios libreros y otros participantes se quejaron de la desorganización y la falta de energía eléctrica el primer día de feria.

En el programa del viernes, en radio Lima Gris, Edwin Cavello y Luis Felipe Alpaca, contaron detalles de la Feria del Libro de SJL, calificándola como un mamarracho.

Aquí el video.

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Cultura

María Maricón: ¿obra de la PUCP producto del adoctrinamiento? [VIDEO]

Todo sobre la polémica que provocó la obra LGTB.

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La comunidad LGTB es una minoría que busca ganar hegemonía. Mediante la provocación buscan llamar la atención, curiosamente avalados por la Universidad Católica, pero tras las críticas al afiche de la obra «María Maricón», el centro de estudios anunció la suspensión del festival Saliendo de la Caja.

Además, el Ministerio de Cultura anunció que recibió la carta de renuncia de la funcionaria que avaló la obra como espectáculo cultural.

Aquí todos los detalles en el programa de radio de Lima Gris, que es conducido por Edwin Cavello y Luis Felipe Alpaca por radio Planicie 91.5 FM.

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