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Opinión

La ciudad de los culpables, de Rafael Inocente

Un artículo de Rodolfo Ybarra.

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Nunca mejor puesto en el título de una novela que se va para una pronta tercera re-edición y que se difundió rápidamente vía radio bemba, como decía el gordo Oswaldo Reynoso, incluso antes de ser publicada y que circulaba vía fotocopia en San Marcos y otras universidades, debido a la crudeza de sus historias y a la calidad de la prosa del autor: La Ciudad de los Culpables, de Rafael Inocente.

Hoy que el Perú entero se declara en insurgencia ante la violenta implantación de una dictadura militar con monigote civil, hoy que los pueblos del Perú verdadero e hiriente sienten en lo más profundo de su alma el desprecio por esa ciudad enferma repleta de hez y rateros, una ciudad sin ciudadanos porque todos odian la ciudad en la que malviven, una ciudad de reguetoneros tuberculosos, arribistas endeudados disfrazados de “emprendedores”, una ciudad invadida por millones de caribes antropófagos, todos opuestos y/o indiferentes a las luchas que se libran al interior del país para rescatarlo de la infamia, hoy esta novela resulta imprescindible para comprender el por qué del pasotismo, la pasividad y la estolidez de una ciudad fundada por bandidos españoles sobre ruinas prehispánicas, una ciudad que castra a sus habitantes desandinizándolos mediante el baile, la música y el racismo hipócrita y su cultura aspiracional. Una ciudad que mira al mar con el peligro de ahogarse en su propio vómito y miseria humana. 

Si queremos entender por qué Lima hoy no se levanta debemos leer esta gran novela, en palabras del inmenso escritor piurano universal Miguel Gutiérrez. En sus páginas no nos encontraremos con la Lima actual de los emprendedores atrabiliarios y los exitosos de cuarto de hora. No. Nos encontraremos con la Lima de antes del boom de la gastronomía y los polos Marca Perú, la Lima  antes del Metropolitano y las escaleras amarillas. Es la Lima de un Tren Eléctrico con piezas de segunda mano que nunca se estrenó, del boom de las bombas, de los despidos masivos y las huelgas indefinidas. Una Lima cercada por lo que alguna vez ciertos radicales llamaron “cinturones de hierro de miseria”. Una Lima que aún no se terminaba de aturdir por una plandemia y sus 200 mil muertos, que sirvió para calatear la verdadera esencia de este sistema neoliberalfascista cuyo canto de sirena fue, ya somos del primer mundo, cholos, no sean resentidos, vivan la vida, sean felices, todo está en su mente, la paz de los cementerios como realidad superlativa.

La ciudad de los culpables es un relato que se lee de un par de patadas porque carece de pretensiones ridículas y porque sus personajes principales (Orlando, Sebastián, Julia, Lucía, Sofía) no son héroes ni mártires. Los protagonistas de esta novela son seres comunes y corrientes hermanados por la miseria material en unos casos; y, en otros, víctimas de la miseria moral de un sistema depravado. De la rabia a la pasión transitan las historias que nos trasmite Inocente y que reflejan un capítulo de nuestra historia que los energúmenos dominantes quisieron prohibir a toda costa a la manera de los extirpadores de idolatrías, pero que ahora les revienta en la cara como una bolsa de excremento.

Y en estos días de lucha y levantamientos se siente como si esos personajes entrañables, llenos de rabia, pasión e ideas políticas, hubiesen saltado desde la ficción a las calles, pueblos y plazas de nuestra patria y estuviesen allí lanzando su escupitajo de desprecio y su piedra esperanzada contra una dictadura cívico-militar y fascismo lorcho que nos habla en quechua: Ama llakikuychu, Dina Boluarte dixit, reencarnación contranatura del oprobioso fujimontesinismo con sus marchas por la paz inventadas, con su servicio de inteligencia ahora sin salita, desde la cual se digitan los ametrallamientos, las detenciones y los psicosociales; y su prensa chatarra siempre mintiendo más de la cuenta y queriendo tapar el sol con un dedo y ya no con una mano.

Autores acompañados por el escritor Miguel Gutiérrez.

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Dejamos aquí, por razones de actualidad, parte de una entrevista que le hiciera Niko Velita a RI en su blog:
 https://nikovelita.blogspot.com/2019/02/entrevista-rafael-inocente-la-ciudad-de.html

Los escenarios son básicamente urbanos de la Ciudad Enferma o Ciudad de los Culpables, según el título. ¿Por qué ese juego de nombres?

El título apareció durante el sueño. Como anota Rodolfo Ybarra, mi novela quise titularla primero Ciudad Enferma, con el subtítulo de Veinte años de vida en diez minutos, luego La Niña del diablo fuerte, en alusión a una de las protagonistas, Lucía Goicochea, quien en su niñez y adolescencia se había aficionado al trabajar la madera, a darle forma y moldearla, e incluso retornaba a esta noble afición cada vez que se sentía sola o desolada, que por otro lado, es algo que a mí siempre me ha fascinado, al igual que la talabartería. Jugando con estos títulos, escribí algunos otros, como me sugirieron amigos mayores, pero de pronto, una madrugada en que no podía conciliar el sueño, se me apareció así el nombre, La Ciudad de los Culpables, a la vez que hacía juego con el apellido del autor y así quedó. Ya luego, a un nivel más racional, se me ocurrieron varios correlatos a este título. Siempre he pensado que existe un inconsciente psico histórico que para bien o para mal (des) estructura a las ciudades. La ruptura del equilibrio biológico-emocional (o espiritual) producida por la violación histórico-social que nos dio origen ha causado una pérdida del sentido de la función en el conjunto de la cultura a la que pertenece la ciudad que habitamos. Me explico: Lima es ya una megaurbe en la que malviven casi 10 millones de seres humanos procedentes de todo el Perú, pero fundamentalmente de la sierra. Lima se define por la migración. Los migrantes y sus descendientes han —hemos— configurado una ciudad que a la vez nos devuelve tramposamente el vuelto. Traemos un back ground ancestral: memes y genes se entremezclan caóticamente en una polis que hace mortal metástasis en un medio preñado de carencias y una infraestructura bastardeada —asentamientos humanos miserables, pistas y veredas llenas de huecos y basura, parques sin árboles, servicios de agua, desagüe y telefonía colapsados, parque automotor viejo y monstruosamente tóxico, choferes de combi asesinos, taxistas asaltantes, policía corrupta, barras bravas y pandillaje pernicioso, barrios rodhesianos como Chacarilla o Asia, todo configura el caos— mantenida por una estructura centralista políticamente y corrupta en todos sus estamentos, desde el tombo que te pide coima porque envidia tu carro hasta el presidente de la República que participa solapa en negociados de gas y petróleo. El hombre que crece en estas ciudades está confundido, pervertido y corrompido. Es un hombre que carece de espiritualidad y que respira de manera inconsciente: ergo, no es dueño de su voluntad ni de sus acciones, las que son manejadas por los que dirigen los medios masivos de comunicación. Estas ciudades se han vuelto entonces ciudades confundidas. ¿Cuál es la psique que configura esta polis? ¿Cuál es el mundo psíquico, o mejor submundo psíquico del habitante de estas ciudades confundidas, como muchas de las megaurbes sudamericanas? ¿No se te ha ocurrido relacionar esta atrofia espiritual con la terrible cifra de accidentes de tránsito que ocurren a diario en Lima o con la anomia de los neolimeños frente al abuso y la corrupción que campean en el país?

En todas las grandes culturas cada ciudad formaba parte de una red de polis. Y el incario no era excepción. Cada ciudad tenía en el entramado de urbes una misión material específica (política, social, productiva, militar) y también espiritual. Cuando el tejido hace necropsia, las ciudades se pudren y la cultura y los individuos generados en ellas enloquecen.  No saben cuál es su origen, no saben —o fingen no saber— quién es su padre ni quién es su madre. No es casual que la identidad genérica de Lima sea femenina, como lo evidencia su música, arte, letras y comida, ahora tan privilegiada gracias a la astucia de la burguesía nativa. Lima es una ciudad-mujer-joven y facilona, veleta y aficionada a aderezar potajes rijosos, que desprecia a su madre y tiene dudas sobre su padre. Su madre fue abusada primero por un español borracho y analfabeto, luego por un inglés flemático y enfermizo y ahora malvive con un norteamericano pederasta y cocainómano. Por eso Lima mira atolondrada cual putita barata a la ciudad-cortesana Miami, pero no vuelve la vista a las ciudades del interior, que es de donde viene el cambio. Lima, al igual que las mestizas de las primeras épocas, al igual que el prosti-vedetismo —que promovió el liberalismo fujimonte-cinismo— y que se ha instalado en el imaginario colectivo cholo, se desarrolló para recibir a los invasores. Primero a los españoles, luego a los ingleses y ahora a los norteamericanos. Ya lo dijo alguien: sierra macho, costa hembra, selva madre. Lima hembra asesina a la selva. Lima hembra desprecia a su madre serrana. La llama despectivamente india y cuando una hija desprecia a su madre, no bebe de ella, carece de fuerza interna y está condenada a repetir su destino. Lima hembra desconoce al padre, a las ciudades del interior, a la cultura prehispánica, y se refugia en la narcosis de las drogas. Lima hembra prefiere al padrastro que la desprecia y tiraniza. Históricamente, su origen está relacionado con el servilismo y la funcionalidad para fines de los invasores: poderes públicos, centralismo político, militar y religioso; jerarquías sociales, narcotráfico y prostitución, todo sigue revuelto y reconcentrado en Lima.

El desequilibrio biológico-emocional del que habló Antonio Díaz Martínez en Ayacucho, hambre y esperanza, ha hecho que nuestra psico-historia pierda el rumbo y que la megapolis llamada Lima, ciudad de culpables, sea ahora variante de una mujer desdichada que busca, en la narcolepsia de la cocaína, la fuerza masculina que no tiene. No es casual que sea en las clases dominantes en donde se encuentre el mayor porcentaje de varones cocainómanos (desprecian a la madre, no tienen la fuerza masculina del padre) y que tanto en Lima como el Callao —en general la costa peruana— haya logrado mayor votación el varón más inseguro de su masculinidad que hemos tenido en la presidencia en las últimas décadas: un gigoló inescrupuloso y ambiguo que no duda en hacerse de las mujeres de sus correligionarios, que se presenta en la televisión como padre ejemplar, obligando a la mujer oficial a aparecer junto al hijo habido en otra y luego ordena tirotear a todo un pueblo en la selva: pura fanfarronería fascista rayana en la histeria para suplir la auténtica fuerza masculina de la que carece. Por eso la militarización, las dosis extremas de violencia masculina expresadas en las drogas fuertes, el american way of life de las series familiares de Yankilandia.

El papel de la mujer en tu novela es de fuerza y lucha, no es ente decorativo, ni pasivo.

Es que sinceramente yo me encuentro harto de esas figuras de mujer prefabricadas que nos venden la televisión y las canciones de moda, las baladitas fresa y las porquerías de miniseries nacionales. Yo estaba, estoy, seguro que existen mujeres que sin estar revueltas contra la belleza o el afeite, sin rescindir de su condición de hembras, son además seres conscientes de su rol en el mundo, que ya no solo como mujeres, sino ante todo como seres humanos. Esas mujercitas arquetipo de la pituca mononeuronal o la izquierdista oenegera habitúe barranquina, trovera y progresista, pero que asquea de los conos y la piel cobriza, ya pasaron al olvido. La mujer ahora debe ante todo estar consciente de que al igual que el hombre es manipulada por un sistema productivo que controla hasta las horas de las que dispone para hacer el amor y que es en su vientre y en su corazón en donde se gesta el destino de la humanidad. Luego que vengan los discursos de género, el escribir diciendo los, las, nuestros, nuestras, ellos, ellas y demás cojudeces de feministas aturdidas por la ausencia de un buen tallo de jade que las sacuda de su medianía burguesa.

Miguel Gutiérrez ha comentado tu libro antes de que salga a la luz. ¿Cuál es tu apreciación sobre él, quien viene desarrollando la crítica y la novela de alto nivel?

Miguel Gutiérrez es un grande en el Perú, en España o en la China. Sólo puedo decirte que es tal vez el escritor peruano más grande de los últimos tiempos, injustamente postergado, debido solo a su incorrección política. Recuerdo que hace años, cuando preguntaba por sus obras en Grau, nadie lo conocía. Incluso los libreros me ofrecían, cuando insistía, las obras de Gutiérrez, pero las de Gustavo, el de la Teología de la Liberación. Cosa rara, la calidad inocultable de su obra narrativa no ha podido ser soslayada y las propias editoriales del sistema pelean ahora por publicarlo. Allá los intonsos que lo condenan por publicar en “editoriales capitalistas”. Su obra narrativa y sus ensayos, polémicos, lúcidos y divertidos, perdurarán en el tiempo.

Con respecto a Miguel Gutiérrez, se ha generado mucha polémica, primero, porque incluyó a Abimael Guzmán como un intelectual importante en su libro de La generación el 50, incluso Ivan Thays hizo comentarios fuertes contra Gutiérrez; segundo, porque publicó su última novela con Alfaguara, dado que este representa el imperialismo de alguna forma.

Efectivamente, he releído hace poco ese texto que considero fundamental, La Generación del Cincuenta. Lo hice a raíz de una crítica maledicente del pobre Thays. Es cierto, Gutiérrez incluye a Abimael Guzmán en su condición de intelectual y miembro de la Generación del Cincuenta. Eso es lo que generó el mayor encono y la rasgadura de vestidura de los popes de la cultura criollo-burguesa. Pero como el mismo Gutiérrez aclara, Guzmán es un intelectual. Es filósofo, abogado e ideólogo. Apasionado y equivocado y para mí, arrugón, pero un intelectual a fin de cuentas. Quizá si Abimael hubiera muerto con un fusil en la mano disparando al enemigo como Allende o Ernesto Guevara, otro hubiese sido el destino del Perú. Solo atinó a decir: “Me tocó perder”. Rodeado de mujeres en una cómoda mansión rodhesiana, se dejó coger como un mínimo viejo, mientras miles de muchachos se inmolaban en los montes o siguen pudriéndose en las cárceles. Pero, volviendo a tu pregunta, si coincidimos en que una generación está conformada por la totalidad de coetáneos que nacieron en un mismo momento histórico y comparten determinados ideales en relación a la sociedad a la cual pertenecen, no veo por qué razón no incluir a Guzmán junto a intelectuales y luchadores como Luis de la Puente Uceda, Juan Pablo Chang, Guillermo Lobatón e incluso, como anota Miguel, figuras controversiales como Hugo Blanco, Héctor Béjar o Ismael Frías. De allí a señalar a Miguel, como pretendieron algunos críticos y analistas, como el torpe Alonso Alegría, el ser cómplice de los setenta mil muertos que consigna la CVR y sorprenderse de que no haya dado con sus huesos en la cárcel, solo denota prejuicio, odio y envidia cochina. En el prólogo a la nueva edición Miguel hace una reflexión certera sobre este tema: si, como dice Mao, la práctica es el único criterio de la verdad, entonces la contundente derrota revela que la línea ideológico-política, la estrategia y las tácticas que él impulsó y desarrolló fueron erróneas o incorrectas. Lo que me jode es que Abimael esté preso, pero los otros genocidas que dirigieron la guerra interna, y no sólo quienes cumplieron órdenes, estén libres y dando cátedra o gobernando: Belaúnde murió en su lecho, Fujimori está en cárcel dorada y pacta por lo bajo con lo más infame del APRA para hacerse del poder mediante su horrenda hija en el 2011 y el genocida Alan García dirige nuevamente y en complicidad con la ultraderecha, un país que cree ilusamente en el desarrollo capitalista.

Finalmente, ¿qué proyectos tienes como escritor?

Vivir, vivir y vivir. Leer, leer y leer. Escribir, escribir y escribir. En ese orden. Está en prensa Discursos contra la Bestia Tricéfala, a tres manos con Delgado Galimberti y Rodolfo Ybarra. Está en prensa No todas van al paraíso y trabajo en una novela que cuenta al Cusco y a Lima nuevamente, al turismo “vivencial” y a los genocidas IDF del ejército judío que después de matar palestinos en Gaza vienen a Sudamérica en trips esotéricos para curar las heridas de su alma tomando ayawaska.

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Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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Opinión

¿La sociedad de minería y su títere de palacio buscan criminalizar la protesta minera?

Buscarían crear las condiciones para generar caos y violencia con elementos infiltrados y así justificar la captura de sus principales dirigentes y asesores para descabezar a la CONFEMIN.

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Por Jorge Paredes Terry

En los últimos años, los gobiernos de turno han perfeccionado un método represivo para neutralizar las demandas sociales: la criminalización de la protesta. Bajo el pretexto de mantener el «orden público», se estigmatiza a los movimientos sociales, se infiltran agentes provocadores, y se judicializa a los dirigentes legítimos.

Hoy, este riesgo acecha a la Confederación Nacional de la Pequeña Minería y Minería Artesanal (CONFEMIN) quienes se encuentran en una movilización pacífica frente al Congreso de la República.  

El pretexto: un informe policial sospechoso.

Según el Memo 012-2025 de la Dirección de Seguridad del Estado, se alerta sobre una supuesta «toma violenta» del Congreso por parte de los mineros artesanales, argumentando que habría «infiltrados» para generar caos. Este lenguaje es clásico en los manuales de criminalización: se sataniza la protesta antes de que ocurra, justificando una represión desmedida.  

Lo grave es que, tras este operativo, podrían estar las grandes compañías mineras y consultoras de seguridad internacional, interesadas en debilitar a los pequeños mineros para imponer sus proyectos extractivos sin resistencia.  

El objetivo: descabezar el movimiento.

El verdadero peligro no es solo la represión en las calles, sino la detención selectiva de dirigentes y asesores, acusándolos de sedición, disturbios o terrorismo. Así se busca quebrar la organización, sembrar miedo y desarticular la lucha.  

Llamado a la prudencia y la resistencia legal.  

Frente a esto, los mineros deben:  

1. Mantener la protesta pacífica, sin caer en provocaciones.  

2. Documentar todo acto represivo (grabaciones, testimonios).  

3. Exigir veeduría internacional para evitar abusos.  

4. Preparar defensa legal anticipada, ante posibles detenciones arbitrarias.  

El pueblo no olvida. Si el gobierno insiste en reprimir en lugar de dialogar, quedará claro quiénes defienden al pueblo y quiénes protegen los intereses de las grandes mineras.

Que la lucha no se apague con la cárcel, sino que crezca con la verdad!

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Opinión

Caso Cócteles: entre el show de Domingo Pérez y el blindaje a Keiko Fujimori

El caso “Cócteles” dejó de ser un simple proceso judicial y se ha convertido en el reflejo de una guerra política que agota al país. ¿Hasta cuándo la opinión pública tolerará esta disputa interminable entre caviares y conservadores, donde la justicia sirve de arma política?

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El caso “Cócteles” lleva años arrastrándose en el sistema judicial peruano, y lejos de aclarar responsabilidades o establecer verdades jurídicas, se ha convertido en otro episodio de la agotadora pugna política entre los bandos que dominan el debate nacional: los autodenominados «caviares» y la derecha conservadora.

Esta semana, el fiscal José Domingo Pérez volvió a aparecer ante los medios con nuevas acciones persecutorias contra Keiko Fujimori, en el marco de la investigación por presunto lavado de activos a través de falsos aportes a su campaña presidencial del 2011. Según la fiscalía, los llamados “cócteles” sirvieron como fachada para ingresar fondos irregulares, incluyendo donaciones de la empresa Odebrecht.

Aunque la gravedad de las acusaciones no debe minimizarse, el estilo del fiscal Pérez sí genera cuestionamientos. Su permanente exposición mediática, sus frases calculadas para el impacto, y la forma teatral con la que presenta sus argumentos, alimentan la idea de que no busca solo justicia, sino protagonismo. El Ministerio Público no puede comportarse como una figura televisiva. Si la intención es desarticular redes de corrupción, la sobriedad institucional debería ser la regla, no la excepción.

En abril pasado se cayó el juicio oral contra Keiko Fujimori por el caso ‘Cócteles’, tras anulación del PJ.

Sin embargo, la crítica no puede quedarse en el plano del Ministerio Público. Cada vez que Keiko Fujimori enfrenta un revés legal, sus aliados de la derecha conservadora reaccionan con indignación automática. Invocan una supuesta persecución política, acusan al sistema de querer bloquear su participación electoral, y construyen un discurso victimista que choca con su habitual defensa del “orden” y la “legalidad”.

Hay algo profundamente incoherente en esa defensa cerrada, casi corporativa, de una figura con tantos cuestionamientos judiciales. El “espíritu de cuerpo” con el que blindan a Keiko no es un gesto de principios democráticos, sino una estrategia para mantener una figura útil al statu quo conservador.

Así, el caso “Cócteles” ya no es solo un expediente fiscal, sino el reflejo de una guerra política que cansa y divide al país. ¿Hasta cuándo la opinión pública debe tolerar esta disputa interminable entre caviares y conservadores, donde la justicia se usa como arma y escudo según convenga?

Lo que el Perú necesita es un sistema judicial que no sea espectáculo ni herramienta política. Y una clase política que entienda que la corrupción —venga de donde venga— no se combate con discursos hipócritas ni con defensas interesadas, sino con coherencia y respeto por la ley.

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Opinión

El sueldo de la vergüenza

La presidenta Dina Boluarte gobierna sin resultados, pero cobra como reina. En plena crisis nacional, se premia con un sueldo de S/35 mil mensuales, demostrando un profundo cinismo y total desconexión con un pueblo que sobrevive con migajas.

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En medio de un país herido por la inseguridad, sumido en la informalidad laboral, con servicios públicos colapsados y una clase trabajadora que sobrevive con el salario mínimo, la presidenta Dina Boluarte Zegarra ha decidido que su prioridad no es el pueblo que dice representar, sino su propio bolsillo. Su reciente aumento de sueldo a más de S/35,000 mensuales, convalidado por el ministro de Economía Raúl Pérez Reyes y refrendado en Consejo de Ministros, revela no solo una desconexión absoluta con la realidad, sino una clara señal de desprecio hacia la ciudadanía que día a día se esfuerza por sobrevivir.

La voracidad de Dina Boluarte: entre viajes inútiles y salarios insultantes.

Este gesto, que supera el 125 % de incremento respecto al salario presidencial vigente, no solo es inoportuno, sino profundamente inmoral. Mientras los ciudadanos son víctimas de extorsiones, asesinatos y desempleo, la presidenta ha optado por priorizar la valorización de su cargo como si se tratara de una ejecutiva en una multinacional, y no de una funcionaria pública al servicio de una nación en crisis. ¿Cuáles son los méritos para semejante retribución? ¿Qué logros justifica semejante gasto en medio de recortes y deudas externas?

Desde el 2006, cuando Alan García corrigió el abuso cometido por el corrupto Alejandro Toledo al imponerse un sueldo presidencial de S/42,000 mensuales, todos los sucesores –incluido Pedro Castillo– mantuvieron el salario en S/15,600. Fue un gesto político que por lo menos marcó un mínimo de respeto institucional. Pero Dina Boluarte, cuya gestión se caracteriza por su precariedad técnica, falta de transparencia, represión social y opacidad administrativa, ha elegido romper con absoluta indolencia ese pacto tácito con el sentido común. Con apenas legitimidad política, sin partido, sin bancada sólida y con un país sumido en múltiples crisis, la mandataria parece decidida a asegurarse su propia prosperidad mientras el país se desangra.

Lo más grave es que este aumento no fue transparente. Un documento fechado el 10 de febrero de 2025 (Oficio N.º 001180-2025-DP/SSG) enviado desde su propio despacho a la Presidencia del Consejo de Ministros da cuenta del inicio del proceso que terminaría en el Decreto Supremo que oficializa su nuevo sueldo. Primero negaron su existencia y luego intentaron ocultarlo bajo la figura de “documento confidencial”. El cinismo de este mandato presidencial no conoce límites.

El ministro de Economía, Raúl Pérez Reyes, con un discurso timorato, justificó el aumento comparando el salario de Boluarte con el de otros mandatarios latinoamericanos. Lo que no dijo es que esos países, en su mayoría, tienen economías más estables, mejores índices de seguridad ciudadana y servicios públicos más eficientes. El argumento del “salario competitivo” no aplica para una presidenta cuyo gobierno reprime y no da explicaciones de sus investigaciones a la opinión pública, cuyo liderazgo es inexistente, y cuya gestión ha endeudado al país por más de S/13 mil millones para adquirir 24 aviones de guerra que ningún conflicto bélico actual justifica.

En vez de invertir en hospitales, cárceles o vías de transporte, el gobierno destinó más de S/13 mil millones a aviones de guerra.

Este aumento, además, podría marcar un nefasto precedente. Si la presidenta chalhuanquina puede duplicar su sueldo sin mayor oposición, ¿qué impide que ministros, directores, gerentes públicos y demás funcionarios empiecen a reclamar lo mismo? No se trata de populismo ni de demonizar el gasto público, sino de responsabilidad política y ética. En un país donde el sueldo mínimo apenas alcanza los S/1,025, donde la canasta básica se vuelve inalcanzable, y donde la desigualdad se acentúa día tras día, este tipo de decisiones son provocaciones directas al pueblo.

¿Y después qué? ¿Una pensión vitalicia de S/35,000? Aunque la Ley n.º 26519 establece S/15,600 mensuales para los expresidentes, la práctica política peruana ha demostrado que lo legal importa poco cuando el poder se ejerce sin escrúpulos. Si expresidentes de transición como Merino y el ‘morado’ Sagasti intentaron cobrarla, ¿qué impedirá a Boluarte hacerlo, ahora con un sueldo duplicado?

Joyas, cirugías, y viajes ¿en qué momento gobierna Dina Boluarte?

Dina Boluarte Zegarra pasará a la historia no como una lideresa, sino como un símbolo de la desconexión del poder. Una mandataria más interesada en los beneficios personales que en el bienestar colectivo. Gobernando entre vuelos diplomáticos y decretos ocultos, mientras el Perú se incendia, y la clase trabajadora –la verdadera columna vertebral de esta nación– es ignorada, despreciada y ahora, burlada.

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Opinión

Ministro Schialer, ¿con la Fiscalía y la transparencia o con el secretismo y el poder oculto?  

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

¿Hay un poder oculto en el Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE)? Es innegable a estas alturas de las investigaciones del Ministerio Público sobre funcionarios de la Cancillería (Carpeta Fiscal N° 506015505-2025-144-0).

Por la salud de la República y la diplomacia peruana, no se puede seguir mirando de costado desde el sillón ministerial, especialmente cuando la Casación N° 18558-2024 del pasado 2 de abril, emitida por la Primera Sala de Derecho Constitucional y Social Transitoria de la Corte Suprema, confirmó la nulidad del procedimiento administrativo abierto por Popolizio y De Zela contra el embajador Fortunato Quesada, debido a graves irregularidades, a la vulneración del debido proceso y la confirmación de que hubo un complot desde el MRE para destituirlo.

No le queda más alternativa al canciller Schialer que cumplir los principios de la administración pública: legalidad, veracidad, integridad, probidad, honestidad, transparencia y ética en la función pública, y con ello estará cooperando institucionalmente con la Fiscalía, entidad que investiga a altos funcionarios diplomáticos por un supuesto tráfico de influencias.

Empero, urge una mirada más profunda y pesquisas contundentes por parte de la Fiscalía pues habría otros delitos y no solo el de tráfico de influencias; y si bien la Primera Fiscalía Provincial Corporativa Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios – Quinto Despacho, viene haciendo un importante trabajo, bien podría valorar y ponderar hechos y declaraciones que configurarían más ilícitos que se habrían cometido por parte de los investigados en la Carpeta N° 506015505-2025-144-0.

Así, una serie de declaraciones atestiguan la existencia de un poder oculto y una argolla que vendría actuando por años y por encima del ordenamiento administrativo del MRE, y esto es peor a partir de un diálogo entre el funcionario Pedro Rubín y el fenecido José Boza, tal como consta en el expediente administrativo disciplinario abierto por la Cancillería contra el embajador Quesada. Asimismo, está la declaración del chef Jesús Alvarado Zegarra del Carpio, que trabajó en la embajada del Perú en Israel, y es fundamental su carta pública del 1 de abril del 2025, donde señaló con nombre propio quiénes son los funcionarios de la Cancillería que habrían actuado fuera de la ley.

Efectivamente, urge valorar por parte del Ministerio Público la confesión reveladora, mediante entrevista periodística del referido señor Jesús Alvarado, que consta en fuente abierta y puede verse en la red social YouTube, con su respectivo enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=E26xNCzhYKQ&t=194s, titulado: “CHEF JESÚS ALVARADO CORROBORA COMPLOT CONTRA EMBAJADOR QUESADA”.

También se justifica un mayor análisis y nuevas pesquisas a la luz de los siguientes hechos todavía no valorados, contenidos en el artículo del periodista Herbert Mujica, jefe de la Unidad de Investigación del Diario UNO, del lunes 24 de febrero del 2025, titulado “Quesada, complot y escándalo y no hay culpables”. Igualmente, resulta revelador su otro artículo titulado “Sacan de Egipto a embajador peruano José Betancourt”, cuyo enlace web es:

https://senaldealerta.pe/sacan-de-egipto-a-embajador-peruano-jose-betancourt/.     Pues, los hechos estarían en relación con los supuestos delitos de omisión funcional y organización criminal, y debe ponderarse la nota periodística de la agencia de noticias INFOBAE, del 20 de setiembre del 2024, escrita por el periodista Ricardo Mc Cubbin, y titulada: “Perú retira a su embajador en Egipto luego de acusaciones de mal comportamiento con altos funcionarios”, y cuyo enlace web es: https://www.infobae.com/peru/2024/09/20/peru-retira-a-su-embajador-en-egipto-luego-de-acusaciones-de-mal-comportamiento-con-altos-funcionarios/

Porque en medio de todo esto resultan contradictorias las Resoluciones del MRE, pues por un lado retira al embajador José Betancourt de Egipto, mediante Resolución Suprema N° 151-2024-RE, del 10 de setiembre del 2024, cuyo enlace web es: https://www.gob.pe/institucion/rree/normas-legales/6207474-151-2024-re; y, por otro lado, la Cancillería lo premia en un puesto dorado, de asesor especializado de Recursos Humanos en Lima, mediante Resolución Ministerial N° 0871-2024-RE, cuyo enlace web es: https://www.gob.pe/institucion/rree/normas-legales/6200953-0871-2024-re.

Esta blandura puesta en perspectiva, y a la luz de toda la documentación de la Cancillería existente en sus Oficina de Recursos Humanos (ORH), evidencia el trato desigual brindado a José Betancourt, exembajador peruano en la República Árabe de Egipto, respecto del abusivo proceso disciplinario impuesto contra el entonces embajador Fortunato Quesada, quien tenía función representativa oficial de nuestro país en Tel Aviv (Israel).

Es más, una profunda investigación de la Fiscalía no podría dejar de lado el testimonio y las aseveraciones del referido diplomático de carrera, Fortunato Quesada, brindadas al Canal N, sobre el complot en su contra y cuyo enlace web es el siguiente: https://canaln.pe/video/cuentas-claras/fortunato-quesada-exembajador-peru-israel-responsabilizo-al-excanciller-popolizio-y-zela-complot-su-contra-n5476, pues con ellas se tiene un panorama claro del supuesto “iter criminis” en su contra y la relación de los investigados en la Carpeta Fiscal N° 506015505-2025-144-0.

También existe abundante documentación oficial en la sede del MRE sobre LOS 31 FOLIOS OCTUBRE DEL 2020 donde se evidenciaría la organización y programación de un escándalo mediático e ilegal, usando los cargos públicos para llevarlo a un programa dominical (“Panorama” de Panamericana Televisión); y también en el INFORME (ORH) N. 011 DE DICIEMBRE DEL 2020, donde la propia Cancillería señala el nombre de cuatro funcionarios involucrados en la trampa (Popolizio Bardales, José Boza, Pedro Rubin y Hugo de Zela) y que se habría configurado una serie de ilícitos penales, los mismos que hoy tienen que ser esclarecidos por el Ministerio Público.

Incluso, más recientemente, siendo un hecho público la nota del diario Perú 21 sobre la Casación del Poder Judicial frente a un posible complot, sería pertinente que la Fiscalía a cargo del doctor Néstor Rivera Navarro, pondere el contenido de la noticia titulada: ”Según investigación, audios fueron manipulados. Embajador Fortunato Quesada gana juicio a la Cancillería y deberá ser repuesto”, cuyo enlace web es: https://peru21.pe/politica/embajador-fortunato-quesada-gana-juicio-la-cancilleria-0/, publicada el 11 de junio del 2025, donde se hace referencia a audios manipulados.

En suma, lo recomendable es profundizar en cada aspecto y trazar nuevas líneas de investigación hacia otros posibles delitos (omisión de funciones, abuso de autoridad, organización criminal, falsedad genérica, etc.) ya que no solo existiría el de tráfico de influencias. La pelota está en la cancha de la Cancillería, pero el ministro Schialer, ¿será el árbitro, un jugador o solo un espectador desde la tribuna? Por lo pronto mantiene como su asesor ad honorem al embajador Hugo de Zela, cuando hay una sentencia judicial de la Corte Suprema en su contra (que le anuló una resolución arbitraria y abusiva). No es esto una seria contradicción moral y ética.

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Opinión

Dos preguntas a un cineasta outsider

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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-¿Crees que tu opción -la de hacer cine sin dinero, sin ayudas de fondos, con cámaras baratas, sin guion, con trabajos con toques experimentales (por decir lo menos) y sin una narrativa que acaricie los hábitos mentales de espectadores promedio- tiene sentido?

-Para mí no es ni siquiera una opción, te diría que, a la luz de las circunstancias (externas e internas) es la única opción para mí. He llegado a pensar que mis razones son acaso muy distintas a las de la mayoría de gente que conozco, quiero decir ‘la gente de cine’ aquí en mi país.

No soy, no llego a ser plenamente un cineasta experimental; como bien dices, hay aspectos experimentales en lo que hago, pero aún no me atrevo a ser todo lo radical que debería ser, si de algo sirve la confesión.

Me interesé en el cine pasados los 25, llegué tarde a la fiesta. Me puse a ver películas como un poseído. Conforme fui avanzando en el conocimiento me di cuenta que la gente de por aquí no valoraba las obras de vanguardia, no les interesaban o no las entendían. No eran para ellos. Luego me di con la palabra perfecta: colonizados. No había vida, casi no había cine para ellos, más allá de Hollywood. Hasta hoy siento vergüenza ajena por eso. Siento incluso una repulsión íntima por la miseria de este entorno…

-Ya. Déjame adivinar. Entonces ¿te creías más que los demás y pensaste que podrías dar un aporte real para mejorar ‘el estado de las cosas’?

-No niego que al tener una formación mínima en literatura y filosofía y una cierta cultura digamos en sentido general, percibía ciertos huecos bastante vistosos entre ‘la gente de cine’. También pude notar que cosas tales como la fama, el dinero, el poder, la figuración social, estaban lejos de serles indiferentes a varios. ¿Pero gente, esto no trataba de cine?

También acabé desertando de la cinefilia entendida y vivida como una auténtica enfermedad. Había editado y escrito en revistas, programaba y exponía en cineclubs y hasta formé parte de un festival. Nada de lo anterior me terminaba de hacer sentir feliz.

¿Qué me faltaba? Expresar algo más de mí, quizá lo principal. Y eso no tiene precio. No lo cambio por nada. Así que métanse sus ansias de minucias por donde les quepa. Porque no hay nada como crear.

Películas

https://www.youtube.com/@marszproject7155/videos

Críticas

https://limagris.com/author/mario-castro-cobos

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Opinión

Milenka O’brien (1969-2025)

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Me llaman por teléfono para decirme que Milenka O’Brien ha partido. Desde muy joven se dedicó a la poesía, incluso tengo un libro escrito a dos manos con ella. Nunca lo publicamos. Éramos todavía adolescentes. Pero ahí están los papeles trazados a puño y letra. La leo y se me nublan los ojos. Teníamos solo 16 o 17 años.

La conocí en el Museo de Arte de Lima, ella seguía unos talleres de poesía con el profesor Baldeón y yo pasaba por ahí con una vieja guitarra. Eran los tiempos del Rockacho, la No Helden y el Hueco. Y un día la encontré bailando en círculo, mirando el cielo por Paseo Colón. Nos hicimos muy amigos y caminamos por Lima buscando no sé qué.

En las redes sociales le escribí esto: Adiós, Milenkita, adiós. Me quedo con nuestra adolescencia entre poemas, guitarras y cigarrillos. Me quedo con ese día en el cafetín de Arte, todavía niños y tú mirándome a los ojos mientras caía la lluvia y preguntándome si era músico. Y yo diciéndote que sí, solo porque admirabas a esos roqueros sin afeitar de casacas de cuero, solo porque te gustaba esa música estridente para olvidarlo todo. Y así me enseñaste tus primeros poemas y así nos quedábamos días y noches en mi casa de Lima o en tu casa de San Felipe. O venías a las cinco de la mañana para ir a Bellas Artes en el jirón Ancash a tomar desayuno con los tickets que nos daban los que sí eran artistas. Y aprovechábamos que eras rubia y así se nos abrían las puertas para todos lados hasta una vez que en una batida policial nos levantaron y pensaban que eras turista y nos soltaron y hasta nos dieron para nuestros pasajes. Y yo fui el primero que te llevó al jirón Quilca un día y el viejo declamador Hudson Valdivia se nos acercó y te dijo un poema y tú te subiste a la mesa y bailaste, danzaste con tus manos estiradas hacia arriba y varios poetas te dedicaron páginas enteras, hasta sé que apareces en varias novelas y en un texto que escribió Carlitos Rengifo:  La Morada del Hastío. Y así un día me dijiste, “Rodolfo, me voy”. Y te fuiste.”

Dicen que Milenka se durmió el 15 del presente. El 24 hubiera cumplido 56 años. La vamos a extrañar.

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D. F. W. Infinito

Lee la columna de Julio Barco

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En los universos expansivos que produce la literatura, la obra del americano David Foster Wallace (1962-2008) es una suerte de big bang. Desmesurado, inclasificable, frontal. Si bien su obra inicia representando la visión posmoderna del mundo (una prosa erudita y visceral), termina siendo un escritor dostoievskiano, es decir, ético y crítico con su realidad.

     En Todas las historias de amor son historias de fantasmas (Debate, 2012) el periodista D.T. Max realiza un preciso viaje al origen del autor cuyo suicidio lo emparentó con Kurt Cobain. En más de cuatrocientas páginas, Max nos presenta un Foster Wallace en crecimiento. El ser hijo de intelectuales (que se leían a Joyce antes de acostarse), con una madre obsesionada con hablar correctamente, impactará en la sensibilidad y personalidad del joven autor. Aparte del estudio, su otro vicio es el tenis, quizás el único deporte cercano a su personalidad individualista-competitiva.

     Después pasamos por la etapa académica en la universidad privada de Amherst. La escoba del sistema, su tesis —que después se publicará como novela— es una narrativa donde se deliberan temas relacionados a la lógica y a la filosofía, dos ejes de su escritura. Pese a su innegable brillantez, no deja de ser un joven tímido, ensimismado, y ya fumador ocasional de cigarrillos de marihuana y bebedor de cerveza. También sufre de depresión, con pensamientos suicidas.

       Por estos motivos, dejará la universidad un par de veces e incluso (en su etapa en Harvard) tendrá que internarse, asunto que se dilatará por un año e iniciará sus más de diez años de abstinencia. Estas circunstancias —el internado, el dejar el campo universitario— serán de vital influencia para su obra principal, La broma infinita (1996), donde, en más de mil páginas, se revisa las adicciones modernas, sea a la imagen o a las sustancias.
     Si bien empezó como autor de culto, se tornó una voz generacional. Reactiva al realismo minimalista de McInerney o Ellis y cercana a las propuestas de Pynchon, DeLilllo o Franzen.

     D.T. Max nos lleva por el universo Wallace para conectar desde adentro con una sensibilidad que ya muestra en alta definición las formas de vivir y sentir de nuestra época.

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La difícil decisión de hacer política en el Perú

Hacer política en este país no es un acto de ambición. Es un acto de resistencia.

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Por: Jorge Paredes Terry

Desde el primer instante en que decides alzar la voz, sabes que firmas un pacto con la adversidad. Los enemigos no duermen. Escarbarán en tu pasado, torcerán tus palabras, magnificarán tus errores y, si no encuentran nada, inventarán. Atacarán a los tuyos, mancharán tu nombre, te llamarán corrupto, traidor, inepto. Te acusarán hasta de lo que no has hecho, porque aquí la política no se juega en las ideas, sino en el barro. 

Y entonces, ¿por qué hacerlo? 

Porque alguien tiene que hacerlo. Porque mientras los poderosos siguen repartiéndose el país como un botín, hay millones que no tienen voz. Porque hay madres que caminan horas para llevar un plato de comida a sus hijos, jóvenes que estudian bajo la luz de una vela, ancianos que mueren esperando una pensión que nunca llega. Porque este sistema está diseñado para que unos pocos vivan bien y muchos sobrevivan mal. 

Yo no vine a la política por un título. Vine porque nunca perdí la capacidad de indignarme. Porque no puedo quedarme callado cuando veo cómo nos humillan, cómo nos roban, cómo nos ignoran. No hay ideología que valga más que la lucha. No hay discurso que reemplace el caminar junto al pueblo, el sudar con ellos, el sufrir con ellos. 

Por eso me lanzo al Senado. No con un partido de trajes elegantes y sonrisas falsas, sino con Pepe Luna, un provinciano como yo, que sabe lo que es levantarse sin privilegios, que conoce el sabor de la tierra y el peso de la injusticia. Juntos, sin banderas prestadas, sin miedo a decir lo que duele. 

Sí, es peligroso. Sí, intentarán destruirnos. Pero el que nada debe, nada teme. Yo no tengo cuentas en paraísos fiscales, no tengo mansiones compradas con coimas, no tengo miedo. Tengo convicción. Y si el pueblo me da la oportunidad, no iré al Senado a enriquecerme, sino a romper el silencio. 

A los jóvenes les digo: el Perú necesita valientes. No los que buscan poder, sino los que están dispuestos a perderlo todo por cambiar las cosas. Si no somos nosotros, ¿entonces quién? Si no es ahora, ¿cuándo? 

La política en este país puede ser un suicidio, pero prefiero morir de pie que vivir de rodillas.

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