Julio Granda. Foto: Perú21
ESCRIBE JULIO GRANDA
«No he de callar por más que con denuedo, silencio avisen o amenacen miedo»
Hace pocos días publiqué aquí, una reseña biográfica centrada básicamente en mis inicios como ajedrecista y logros deportivos más importantes. Conmemoro este 2016, treinta años como gran maestro y mi carrera como tal, está marcada por dos etapas: la primera, desde que consigo el título en 1986 al empatar el primer lugar en el tradicional magistral «Capablanca in Memoriam», hasta que me retiro de la competición en 1998.
En ese lapso conseguí ganar muchos torneos nacionales e internacionales, destacando especialmente los dos fuertes magistrales «Donner Memorial», Amsterdam 1995 y 1996, donde se habían dado cita algunos de los mejores jugadores del mundo del momento.
La segunda etapa tiene dos tramos; mi retorno al ruedo en el 2002 y el otro cuando en el 2006, tomo la decisión de sacar la residencia para vivir con mi familia en España, país en el que resido a la fecha de hoy. Nunca antes había tenido la intención de dejar el Perú y el hecho de emprender la incierta aventura de radicar en el extranjero con una familia numerosa como la mía, significaba tremendo desafío.
Prevalecieron sobre todo circunstancias familiares y el deseo de competir de una manera más estable en un medio exigente como el europeo y tratar de demostrar que aún podía seguir ganando torneos.
También influyó cuando el 2005 participé en el Continental de Buenos Aires cubriéndome todos los gastos y luego de clasificar a la Copa del Mundo realizada ese mismo año en Siberia, Rusia, las autoridades deportivas peruanas no quisieran asumir el largo y costoso viaje al llamado continente helado. Sólo lo hicieron a regañadientes ante la presión periodística, con el agravante de que el máximo dirigente deportivo se retrató como tal, al decir que «Granda no le iba a ganar a nadie y que sólo pretende vivir de su pasado».
Todos tenemos derecho a opinar lo que consideramos conveniente, pero es especialmente insultante cuando lo hacen con ese aire despectivo y prepotente. Por supuesto que no me quedé callado… tal vez ahora tenga que agradecer tan particular incentivo.
Desde el 2008 y luego de superar muchos trámites, resido oficialmente con toda mi familia en la ciudad de Salamanca, España. Creo que el estar en continua competencia en mi sostenida estancia europea, me ha permitido especialmente en los últimos años, subir mi puntuación ELO y obtener algunos importantes resultados. De todos, hay uno que sobresale claramente: el Continental Absoluto de las Américas. Lo había ganado en Cali, Colombia el 2007 y pese a obtener un título panamericano, había poco interés de parte de las autoridades peruanas en enviarme a las siguientes ediciones.
Los dirigentes en el Perú, salvo honrosas exepciones, están muy mal acostumbrados a hacer lo que les venga en gana y creen que cuando gestionan algo inherente a su cargo, los deportistas deben rendirles pleitesía, mostrarles incondicional gratitud y de ninguna manera cuestionar sus muchas veces arbitrarias decisiones, como si uno tuviera hipotecada la conciencia.
El 2012 me animé otra vez a viajar por mi cuenta al Continental de Mar del Plata, Argentina, pudiendo felizmente ganar el torneo y nuevamente clasificar a la Copa del Mundo. Gané sucesivamente también las ediciones del 2013 y 2014 realizadas en Bolivia y Brasil respetivamente.
Tuve el mérito de ganar tres campeonatos seguidos del máximo evento panamericano y ahora me llama más la atención que ni las autoridades ni la prensa deportiva de mi país, destacaran un logro que básicamente discrimina una actividad como el ajedrez en la que el Perú tiene reconocido éxito internacional y tremendo potencial.
Soy tetracampeón panamericano y sin embargo parece que eso no basta para que haya un poco de consideración cuando se trata de alguna participación mía en los pocos torneos oficiales del calendario internacional. El Continental de este año está programado del 27 de mayo al 7 de junio en el hermano país de El Salvador y sin comunicarme nada, ni mostrar el más mínimo interés en mi asistencia a tan importante torneo, la Federación Deportiva Peruana de Ajedrez, ha decidido no enviarme.
Lo insultante de todo esto es que me envían un correo en marzo para gestionar mi viaje a la Olimpíada Mundial de Ajedrez por equipos, prevista para setiembre de este año en Bakú, Azerbaiyán e ignoran olímpicamente el Continental de El Salvador, previsto para mayo.
Ante mi reiterada insistencia para que me den una explicación coherente que justifique una decisión que me atañe directamente como deportista y que además resido en el extranjero, me mandan un correo de copiar y pegar, extraído de un artículo de un diario en internet, en el que se recomienda a ciudadanos del llamado primer mundo a que no viajen a El Salvador, por su alta criminalidad.
Basta decir que ajedrecistas de países como Estados Unidos y Canadá, han decidido participar y en esa lista también figura nuestro compatriota el GM Emilio Córdova y destacados representantes del amplio espectro latinoamericano. ¿Cómo creen que se sentiría cualquier deportista ante una discrimación tan arbitraria y abusiva? Mi reacción no se hizo esperar ya que en lugar de tener el viaje debidamente resuelto, tuve que escribirle al presidente de la federación, mostrándole mi extrañeza y malestar. En su forzada respuesta, y ante su falta de argumentos, una vez más se hizo patente su consabido modo de operar, que no es otro que recurrir al insulto y la amenaza. Ante la imposibilidad de mantener un diálogo alturado con este señor, me veo obligado a hacer público este desagradable asunto y denunciar con contundencia este atropello a la razón.
El ajedrez peruano en los últimos años, ha tenido una evidente mejoría y a los destacados nombres de los hermanos Cori y Emilio Córdova, hay que sumarles una pléyade de jóvenes talentos que han conquistado muchos títulos panamericanos en sus respectivas categorías. Es un fenómeno curioso porque en realidad no se ha hecho un trabajo serio y sostenido como desde afuera y por los mismos resultados, se pueda intuir; es más bien la conjunción de una serie de factores, destacando un talento especial del peruano para jugar al ajedrez.
Como ya lo había expresado en alguna oportunidad, la dirigencia del deporte ciencia no está en sintonía y más bien, ha atraído a varios oportunistas que por sus propios actos sólo buscan sacarle el máximo provecho material al cargo y ven como enemigos a los que no se prestan a su evidente e incorrecto proceder. Mal asunto si en mi situación; ni siquiera me pueden avalar mi larga trayectoria y tangibles últimos resultados. Casi como que tendría que pedir perdón por ser el número uno del Perú por 30 años y a mis 49 cumplidos, sea actualmente el ajedrecista de más edad con mejor ELO del mundo.
No obstante, no todo es negativo y hay que reconocer con gratitud, el esfuerzo del estado peruano en mejorar las condiciones de los que verdaderamente hacemos del deporte, una disciplina. Hace ya varios años que por medio del Instituto Peruano del Deporte se ha instaurado una significativa remuneración económica a los más destacados deportistas.
Lo que habría que promover son mecanismos que vayan superando las notorias deficiencias de la Ley del Deporte. Siento mucha frustración que el estado canalice a los deportistas dinero de todos los peruanos y la debilidad del sistema impida que en este caso un deportista pueda representar exitosamente al Perú. Por un sentido elemental de dignidad, renuncio a seguir recibiendo esa ayuda económica y para no ser cómplice de la estulticia, no participaré en campeonatos oficiales mientras no haya un palpable ánimo de rectificación. No tendría sentido cobrar un dinero público y luego no poder competir.