Literatura
José Rosas Ribeyro «Santiago Roncagliolo me dijo: estoy haciendo un guión sobre Javier Heraud, y no tengo ni idea quién es Javier Heraud»

Published
12 años agoon
JOSÉ ROSAS RIBEYRO
«Santiago Roncagliolo me dijo: estoy haciendo un guión sobre Javier Heraud, y no tengo ni idea quién es Javier Heraud»
Entrevista Luis Chávez A.
Comencé a morir el cinco de marzo. Yo nací un cinco de marzo, y eso es estrictamente cierto, porque todo el mundo empieza a morir el día de su nacimiento. Te imaginas si es que fuéramos eternos; qué aburrimiento.
Por un instante, al oírle hablar así, me acordé que Jorge “Veguita” el librero más querido de Lima, que hoy no respira más el aire turbio de este mundo, decía: “La eternidad debe ser más aburrida que la puta madre”.
José Rosas Ribeyro piensa lo mismo al decir eso, y al escribirlo en su poemario “Contemplaciones” (Apuntes de un sobreviviente), recientemente presentado a su paso por Lima, solo nos hace la más pura y esencial revelación de que somos todo y nada, vida y muerte, y sobre todo, más cuerpo que espíritu, porque eso sí, a la hora de escribir los versos, necesariamente tendrá que estar en un estado particular.
Luego de visitar a los amigos dejados en el tiempo limeño, Rosas Ribeyro en el fragor de la tertulia, nos habló de su pena de muerte que obviamente no se ejecutó, de su deportación en el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, de su paso por el movimiento infrarrealista de México, y del bendecido Octavio Paz. Así como de su amistad con el desaparecido Roberto Bolaño, y su experiencia en la revista Marka, tanto como la maldición de los Ribeyro…en la que Julio Ramón le reveló sus impresiones en algún momento.
– Háblanos de tu último poemario Contemplaciones. ¿Por qué, apuntes de un sobreviviente?
Porque como se ve en la foto que puse al comienzo del libro, estoy allí con tres personajes, Roberto Bolaño, Mario Santiago (Papasquiaro) y Cuauhtémoc Méndez, tres de los poetas que eran del movimiento infrarrealista en México, bueno, Roberto Bolaño chileno, pero formaba parte de ese grupo. Y un día me di cuenta al ver esa foto, y me digo, pucha Roberto está muerto, Cuauhtémoc está muerto, y yo soy el único sobreviviente, entonces creo que ahí quedó lo del sobreviviente. Soy el único sobreviviente de esta amistad con estos tres cuates. Y después hay otras cosas, pues, soy sobreviviente también de una pena de muerte que me puso el ejército de Liberación Nacional, por indisciplina, cuando hacía mi preparación para ser guerrillero, y nunca me fusilaron, pero el hecho formal es que se me condenó a muerte. Y soy sobreviviente de una “ahogada” cuando tenía doce años, donde casi muero.
– En el poemario también veo que hay prosas que al parecer han estado guardadas para enfriar a través de tus años, en el que reflexionas sobre la vida, y en especial reivindicas al “cuerpo” como instrumento de vida.
Yo parto de la teoría de que toda la literatura es cuerpo. Es decir, que sin cuerpo no hay literatura, ahora, hay quienes dicen que no. La vez pasada cuando publiqué la novela País sin nombre, yo decía que una novela no es más que una confrontación de cuerpos, y no puedo escribir fuera del cuerpo, porque es lo único que tengo, porque yo no soy creyente, y no creo en espíritus, en las almas, ni nada; y lo único que tengo en esta vida, y por lo cual estoy vivo; es el cuerpo, y un día se muere el cuerpo, y desparezco yo. Y estos apuntes son los apuntes de este cuerpo en diferentes estados, sobre la vida, sobre el cuerpo, y mucho sobre la muerte, ahora hace un momento me llamó una periodista y me dijo: oye José, lo acabo de leer, y ¡no te mueras ah! Porque en tu libro hay mucha muerte.
– Mucha muerte pero que está llena de vida
Sí, es una muerte llena de vida. Cuando dice: “comencé a morir el cinco de marzo” yo nací un cinco de marzo, y eso es estrictamente cierto, porque todo el mundo empieza a morir el día de su nacimiento, y yo tengo la teoría que dice que cuando hay una mujer que pare, da vida, yo digo que no, que se da muerte. Y justamente porque tenemos la muerte es que pues, vivimos, sino, te imaginas si es que fuéramos eternos; qué aburrimiento.
– ¿Eres un escritor que escribe poesía, o eres un poeta que escribe narrativa? ¿Crees en esas clasificaciones?
No. Yo escribo lo que convenga con el momento. La única diferencia que yo haría, es que quizá al escribir poesía, hay una mayor preocupación por la música, por el ritmo interno del texto, y de la misma manera que puedo escribir una crónica, o narrativa directamente, necesito un poco de disciplina y sentarme enfrente de la computadora, y ya está. Por el contrario, no puedo ser así para escribir este tipo de texto, y tengo que estar en un estado particular.
– La deportación que sufriste en la época del general Velasco Alvarado ¿te hizo un bien? Pues luego pudiste viajar mucho.
Lo que no mata engorda, decían los antiguos, y es evidente que es negativo que un día te cojan del trabajo y te metan en una…y no sabes si te van a matar, y pasas unos días preso, pues hasta el día de hoy considero que ha sido uno de los momentos más horribles de mi vida, y si me condenaran a diez o quince años de prisión, no sé qué hago, me muero, o me suicido, pero yo pasé diez días y fueron insoportables. Después te echan, y vas a un país, y caes bien, porque es el país que querías llegar, dónde tenías algunos amigos, etc. entonces finalmente no hay mal que por bien no venga, porque después te llegan cosas, y sin la deportación, probablemente nunca hubiera encontrado a esta gente, y mi vida no hubiera sido igual, y no sé si me hubiera ido a Europa.
– Los infrarrealistas de tu época decían que tenían que volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial, y eran contestatarios y algo iconoclastas, ¿Crees que ha sido un fracaso para los jóvenes poetas y narradores de los sesentas o setentas que buscaban revertir el sistema desde el punto de vista político?
Desde el punto de vista político no. Porque desde ese punto de vista, todo ha sido una desgracia, toda la izquierda de América latina en esa época fue muy bonito, y nadie te quita lo bailado.
– Porque fue una moda.
Y claro, porque había algo que seguía interesando a los jóvenes, porque había vida, era intenso, había joda, había calle, había todo. Y eso no está mal, pero políticamente fue una desgracia, y el resultado es lo que pasa hoy, pero eso no quiere decir que no haya habido cosas positivas. De hecho, hoy día el mundo literario peruano no es el mismo que era cuando yo era chico, porque era un mundo de cuatro gatos, cuatro personas, y nadie entraba a ese mundo. Y ahora se ha abierto, ahora hay miles de poetas, de todas partes, que vienen de todo sitio, y en México igual, cuando antes del infrarrealismo, había unos pequeños grupitos de poetas alrededor de un mandarín, de un Papa, Octavio Paz, o fulanito, o sultanito, y se acabó. Y a partir del infrarrealismo, ya era toda una corriente, toda una serie de jóvenes; yo he ido a México a participar con dos infrarrealistas en las afueras, en una de esas ciudades enormes y muy populares, y hay toda una cantidad de gente que te recibe, ¡pucha los infrarrealistas! Y no sé qué, y todos quieren escribir, hacen talleres de poesía, y todo el rollo, y eso que decía Lautréamont “La poesía puede ser hecha por todos” y por eso los recitales de poesía no tienen por qué ser cosa de niños “bien” en sus pequeños salones, sino que pueden salir a otros lugares.
– Y hablando de Octavio Paz, en esa época, ustedes detestaban su imagen, ¿llegaron a sabotear algún evento de él?
Allí hay diferentes cosas, porque yo siempre he respetado a Octavio Paz, y me parece uno de los más grandes ensayistas de América latina, y pueden decir lo que sea sobre su posición, pero como ensayista tiene libros absolutamente fundamentales, y el libro sobre Sor Juana Inés de La Cruz, es una maravilla absoluta; “Los hijos del Limo” sobre la poesía contemporánea, o sea, la tradición y la ruptura en la poesía, es magnífico, y como poeta; nunca me gustó demasiado, salvo sus poemas largos, tiene unos largos que son bastante buenos. Entonces, yo nunca detesté a Paz, pero ellos detestaban a Paz porque lo habían sufrido, y lo sufrían en la medida de que ellos no venían, ni estaban en la mafia, y si no estás en su pequeña mafia, en fin. Aunque Octavio Paz, yo creo que tenía valores, pero estaba rodeado de una mafia de mediocres y aduladores, y esos no dejaban entrar a nadie, y entonces Mario Santiago, alguna vez fue a una lectura de Octavio Paz, y Paz leía, y entonces él (Santiago) se levanta con sus propios versos y se pone a leer a gritos al mismo tiempo que Octavio Paz.
– Era todo un provocador
Y por eso lo sacaron a patadas y le rompieron una pierna. Y Bolaño, era menos; él hablaba mal de Paz y todo, pero también lo admiraba, y cuando se fue a España, ya comenzó a reivindicar a Paz, etc. El personaje además tampoco ha sido lo más abominable que hay en el mundo, por todas partes hay peores que Octavio Paz.
– ¿Algo muy singular o entrañable que puedas recordar de Roberto Bolaño, en el grupo que ustedes conformaban?
Mira, en realidad fue una imagen. Cuando yo llegué, todos eran poetas inéditos, pero ahí se las había arreglado Roberto para hacer una pequeña publicación, y entonces sacó una pequeña plaqueta que se llama Reinventar del amor, creo. Y entonces, vamos a la imprenta, y no puedo olvidarme la escena cuando sale de allí con sus plaquetas en la mano saltando como un niño, y me agarra de los brazos, y allí me escribe una dedicatoria, pues yo tengo un ejemplar de Reinventar el amor con un texto de él muy extraño que se pone a escribir, y algún día lo publicaré, y no es exactamente una dedicatoria para fulanito de tal, pues, él se puso a escribir un texto así raro sobre mí, y eso no lo olvidaré porque parece ahí un niño, y estaba tan feliz, y allí me di cuenta de la diferencia que había entre Roberto Bolaño y este otro Mario Santiago. Roberto Bolaño empezaba una carrera literaria, y la rebeldía, y la oposición a todo; era para hacer una carrera literaria, y el otro, Mario Santiago, también era la rebeldía, pero para autodestruirse.
– Bolaño se fue a Europa y le fue muy bien
Sí, además siempre quiso publicar, mientras que el otro no quería publicar, no quería hacer nada, casi lo forzaban, y se perdían los poemas.
– Hablando de las anécdotas que nos cuentas, ¿tienes un diario personal?
Así es, desde 1977 tengo un diario. Cuando llegué a París, y estaba jodido, éste me permitió sobrevivir porque me daba cierta distancia frente a las cosas, porque estaba muy deprimido, de repente yo creí que sabía el francés, y no entendía nada, y entonces este diario comenzó a volverse una especie de manía, y eso es lo que necesitas, plasmar allí, y en el fondo un diario es un poco absurdo, porque es como reproducir la vida en el papel. Pero para mi ha sido fundamental para poder existir, y sigue ahí, aumentando el volumen. Preparé también dos volúmenes como para publicarlos, corrigiéndolos, etc., porque hay ciertas normas frente a un diario, no se puede traicionar por ejemplo, corregir todo, y si dijiste fulano de tal es una mierda, y después dices, no era tan mierda, pero pones fulano de tal es formidable; y eso es traicionar, y no se puede hacer eso, porque si antes lo pusiste, y después diez años después ya no lo crees, pero tiene que aparecer que fulano es una mierda, sino no tiene sentido. Por eso que en el diario de Ribeyro dice que yo soy una mierda, en algún momento “este sobrino es un cabrón”, y Oscar Málaga también dice horrores. Y el diario es eso, pero yo quisiera publicarlo, pero ¿quién me publica un diario?
– Pero, Ribeyro lo hizo.
Sí, claro. Ha publicado tres, y son once volúmenes de diario inéditos que están atracados, y no se pueden publicar, porque la familia se opone, la mujer sobre todo.
– Como no lo hizo la María Kodama viuda de Borges.
Se supone que no lo tiene ni la mujer, ni el hijo, porque si no lo queman. Y a mí me dijo Julio Ramón, que se lo había encargado a una persona.
– Y la experiencia de Estación Reunida, ¿crees que marcó el quehacer literario de los setentas?
Ahora si nos fuimos a la prehistoria (risas). Bueno, allí publicó por primera vez José Watanabe, y hoy Watanabe es un poeta muy reconocido, también lo hizo Tulio Mora, que también es más o menos reconocido, publicó Elqui Burgos, entre otros. En ese sentido sirvió para algo, y yo impulso a lo que llamo el segundo aliento de la generación del 68, porque yo no creo en eso de que haya generación del 60 y 70, sino un solo grupo como el del 68, más o menos como ha hecho Flores Galindo para la historia, y las ciencias sociales. Él habla de una generación del 68, y no veo por qué ese tema no sería aplicable a la literatura, porque es exactamente lo mismo. Entonces hubo el grupo de Heraud, Cisneros, y Hernández, y allí viene una nueva ola, y en esa ola sale primero Estación Reunida. El problema es que Estación Reunida no quiere ser grupo, y casi se diluye, y entonces viene Hora Zero, y ellos se llevan las banderas, porque si hacen grupo, y se ponen parricidas, nosotros (Estación Reunida) nunca quisimos ser parricidas con nadie.
– Hicieron mucho ruido entonces.
Sí, claro. Y nosotros no hicimos ruido, porque nuestra intención era otra, Estación Reunida era mucho más política, además, por algo estaba financiada por Cuba.
– ¿Y tu paso por la revista Marka?
– Te causó los problemas que ya todos sabemos.
Sí. Era un lío también todo eso. Yo llegué a la revista Marka porque me llevó Leoncio Bueno, y Jorge Flores Lama, un ingeniero buena gente que era el que la dirigía, era muy amigo de Leoncio.
– Que hoy increíblemente recibe una pensión de algo de 250 soles.
Increíble eso con Leoncio. Entonces Flores Lama, le dijo a Leoncio que se encargara de la sección de cultura, y éste salió con que era un obrero, y que no es así. Y algo de cierto tiene eso, y al mismo tiempo es un excelente poeta. Entonces Leoncio le dice a Flores Lama, –yo te voy a traer a alguien—entonces me busca y me dice –José, tú eres el hombre—eres un jodido para esto—entonces me lleva, y Jorge Flores lo que dijera Leoncio lo aceptaba, porque le tenía una adoración. Y así entré yo a trabajar ahí, como un pelo que cae en la sopa, con gente que nunca había visto, como Humberto Campodónico, que era el que ponía la plata, que tenía estas ediciones Horizonte, y entonces comenzaron hacerme la vida imposible, puesto que iba a ser una revista con fuerte presencia de cultura, y yo tenía la responsabilidad de 4 o 5 páginas, cada quince días, pero tenía que pelearme para que me dejen una o dos páginas, porque con la política invadían todo, y faltaba espacio, y como yo era minoritario y había votado en contra en el consejo de redacción cuando se fundó la revista para escribir el editorial de fundación, y la mayoría planteó un apoyo crítico al gobierno, y entonces votaron por el apoyo crítico, y yo voté en contra, y dije critica sí, ¿por qué vamos a poner apoyo?, critiquemos, y si está mal, no me caso, y nadie me obliga, y todos trataron de sobrevivir, pero igual los echaron a todos, porque la deportación les llegó a todos. Yo era muy joven, tenía 25 años, pero fue bastante difícil, porque cada quince días había unas peleas para tratar de mantener mi página.
– José Miguel Oviedo te antologó en “Estos trece”. Dime ¿Cómo se gestó la antología?
Mira, yo nunca hablé con Oviedo en mi vida, salvo, hace unos años en París que encontré a un Oviedo viejo que arrastraba los pies, pero en aquella época de la antología nunca hablé con Oviedo, pero no sé exactamente como fue, porque Oviedo tuvo esa idea, aunque creo que fue Mirko Lauer y su gente, pero la idea estaba simpática, y Oviedo no conocía a nadie, salvo a Abelardo Sánchez León, que era de buena familia, entonces a él si lo conocía, y quizá a Cillóniz también, y tampoco conocía a los salvajes de Hora zero, pero sin embargo trabajó con Jorge Pimentel, que era algo increíble. Y un buen día me llegó la noticia, y mandé los poemas, y luego envió un cuestionario, y mandé a la mierda diciendo que yo no respondía ese cuestionario, porque era infantil, y nos trataba como niños, con preguntas ¿cómo hace usted deporte? -¿tiene algún hobbie?, etc. y algunos respondieron, y Balo Sánchez León respondió: -sí, yo nado- y quiso hacerlo bien a la americana con esas preguntas ingenuas, pero yo me negué, de esa gran boludez.
– Y hablando de boludeces. En Biarritz, esa ciudad al suroeste de París, te encontraste con Santiago Roncagliolo, y te dijo que él pensaba que los poetas sesenteros no eran “folladores” y que Javier Heraud había muerto virgen.
Mira, él (Santiago) estaba escribiendo un guión para una película sobre Javier Heraud, y no tenía la menor idea de quién era Heraud. Y él estaba invitado a un festival de cine, y de cultura latinoamericana, y entonces nos encontramos con Santiago, a quien yo no conocía particularmente, y al salir nos fuimos a conversar y a tomar unas cervezas hasta tarde, y entre conversa y conversa, le pregunto qué estás haciendo ahora, y me dice: estoy haciendo un guión sobre Javier Heraud, y no tengo ni idea quién es Javier Heraud, pero me han encargado el guión y he comenzado a averiguar. Y a quién has encontrado- le dije- a Arturo Corcuera y a Hildebrando Pérez, y le dije: trata de ver a otros también, porque ahí estás viendo a todos los viudos, pero también anda a ver a Rodolfo Hinostroza que tiene otra versión, porque él estuvo en Cuba con Javier Heraud; y admitió que no tenía idea de que Hinostroza había estado en Cuba con Heraud, y allí me dijo: -oye, yo creo que estos poetas del sesenta no cachaban– y por qué dices eso le pregunté, -por Heraud- respondió. Y le admití lo que yo pensaba sinceramente, -mira, yo creo que era homosexual- pero eso no me ha dicho Corcuera- (insistió Santiago) y le dije – y si Corcuera sabía que era homosexual, tampoco te lo diría, y menos Hildebrando- -pero tenía una noviecita- insistía –sí le dije, una noviecita para ir de la manito, pero no creo que para más. Y la verdad, luego no se qué fue de ese guión, y si puso algo de esa conversa, que fue un poco extraña.
– José tienes un hijo al que le gusta más la matemática que la literatura.
Mira, él ya tiene dieciocho y sí lee, pero su locura son las matemáticas, y también ha habido poetas que han sido matemáticos, en Francia hay un gran poeta que es matemático Jacques Roubaud, y quizá por allí podrá llegar algún día.
– ¿Qué pasa con la prensa local con respecto a tu nombre, es una maldición llamarse JRR?
Me dio una rabia cuando vi eso, y lo puse en el facebook. Y de repente me acordé cuando un día conversaba con Julio Ramón Ribeyro en París, y hablando de sus ediciones que habían sido siempre una porquería, y habían salido horribles, llena de errores, y entonces él me dice: es la maldición de los Ribeyro en la literatura peruana.
– ¿Y lo has tomado deportivamente que te llamen José Ruiz Rosas?
Sí, porque dije mi pobre hígado va a sufrir por esto, y creo que sí, es la maldición de los Ribeyro, porque en verdad somos tres Ribeyro afectados por la maldición. Uno fue Julio Ramón, que publicó mal, las ediciones llenas de faltas, incluso hubo edición que hizo Scorza, que fue una desgracia, pues le faltaban páginas, toda una desgracia. Y yo tuve otro tío que se llamó Eduardo Ribeyro, que quiso ser cuentista toda su vida, y fracasó rotundamente, y se le cerraron todas las puertas, era periodista, trabajaba en La Crónica, y publicó un par de libritos por ahí, que nunca nadie le hizo caso, y se murió hace poco. El otro día encontré no sé adónde, una antología de cuentos peruanos, y noté que le habían antologado; si él hubiera sabido eso, creo que renace, porque el pobre hombre fracasó absolutamente en la literatura, pues, nunca nadie le hizo caso, y ese es otro Ribeyro, y allí en esa antología le ponen un cuento. Y el otro Ribeyro pues, soy yo, que me cambian el nombre, y las cosas que pasan el jueves, la anuncian el viernes, y así me pasa siempre.
– ¿Qué opinas de la movida cultural limeña, crees que ha crecido?
Mira, a mí lo que más me choca de todo esto es que en los años setenta cuando alguien leía, todos estábamos allí, y nos quedábamos, y había un dialogo. Ahora, haces una lectura, y no va casi nadie, no va ningún poeta, y si van, escuchan, y después se mandan a mudar. A mí me llamó mucho la atención eso. Yo participé en la sala Alcedo, había un festival de poesía, que ya no sé si se hace, donde estaban invitados cantidad de poetas, y vi que llegaban algunos poetas, y leía uno, y ya está, y se iba. Y ahí debo reconocer que el único que se quedó para escuchar a cuatro o cinco poetas, fue Arturo Corcuera. Pero ya no hay un espíritu pues, y en eso debo reconocerle a Hora zero, porque yo soy amigo de Hora zero, aunque muchos creen que no, y reconozco cosas que hicieron ellos, de llenar el auditorio de la Biblioteca Nacional para lectura de poesía, más de doscientas y tantas personas, que estaban allí, y que venían, y los otros poetas venían, y estábamos todos, y aquí, y el otro, y nos escuchábamos unos a los otros, y nos interesaba lo que hacían los otros. Ahora, aquí a nadie le interesa lo que hace el otro, es una especie de incomunicación; claro que hay muchos más lugares para la cultura, que en lo que había en el setenta que no había nada, o casi nada, pero ahora todo el mundo anda incomunicado, es una especie de individualismo, pero exacerbado, porque yo también soy individualista, pero les falta interés sobre lo que hacen los demás, y eso es algo que me choca bastante.
– Sobre tu próximo proyecto “No recomendado para señoritas” ¿está en gestación?
Eso sí, está en gestación, por eso va a dejar de ser señorita (risas).
– ¿Y el erotismo va a jugar un papel importante?
Sí, hay algunas cosas que son medio eróticas, pero tampoco hay que esperarse que sea un libro erótico, el título es un poco provocador, hay un cuento que se llama “La hija del diablo” que tiene bastaste erotismo, es una mujer que cuenta su historia sexual, son relatos en forma de monólogos, algunos, y hay otra historia: “Salir de pobre” que es una jovenzuela que se casa con un hombre mayor, y termina matándolo para cobrar su seguro, y cosas así, y están basadas en historias reales, porque yo no tengo imaginación para escribir cien por ciento ficción, y en este libro me he basado en historias de mujeres que me tienen confianza y me cuentan sus historias, y las utilizo para escribirlas. Por ejemplo, una cosa que publiqué, hice una experiencia que no había hecho nunca, publiqué una crónica sobre una aventura en Berlín, cuando me metieron preso en el muro de Berlín, era una historia muy particular, y la publiqué en El hablador, creo que fue mi primera colaboración allí, en tipo de crónica, contando como pasaron las cosas; y aquí en el libro, lo transformo en un monólogo, porque ya no soy yo el que narra, la que narra es la chica de la historia, y se llama “El ponja y la fea” , el ponja, porque es un antiguo narrador que se llama Toshihico, que es el personaje; y la fea, que es una peruana que vivía en París, y que estaba haciendo estudios de germanística, pero no conocía nada de alemán, y nos metió en un lío del carajo en Alemania, y terminamos todos presos. Esa es la historia real, y a partir de allí yo me meto en la cabeza de ella, para que sea la que cuente su versión. Y después hay cuatro partes sobre la madre, es un hijo que habla sobre ella, en cuatro momentos de la vida, el nacimiento, la adolescencia, el resto, y la muerte.
– El ministro de Comercio Exterior José Luis Silva afirma que se marketea bastante al Perú en Francia. ¿Qué de cierto es? ya que tú radicas por allí
Mira, en mi ausencia salió la revista aquella Vogue, sobre el Perú, y esta revista se vende mucho, y está en ciertos círculos, pero luego pasa por las peluquerías, en el consultorio del doctor, pero por lo general es una revista de modas, para pitucos. Pero aparte de eso, no sé dónde está lo que se marketea al Perú en Francia, dime ¿en dónde?
– Los medios hablan de Perú en Francia.
¿De Perú? Perú no existe. El Perú hace años que no existe para nada. El Perú después de Sendero Luminoso, dejó de existir en Francia, o sea se supone que ahora la Marca Perú es Sendero Luminoso, pero ahora nadie habla del Perú.
– ¿A qué huele París?
Me preguntas a qué huele París…ummm. Mira, París no tiene olor, es una ciudad sin olor, es una ciudad que le falta un poco de vida también, aunque antes olía un poco a mierda, porque había mucha mierda de perros, pero ahora toda la gente tiene que llevar su bolsita a la hora de salir con sus mascotas. Pero es muy difícil decir a qué huele París hoy día. En primavera huele porque florecen los arboles, como en el tango: “florecen las plantas, un himno a la vida” como dice lo que cantaba Gardel.
– ¿Y Lima, a qué huele Lima?
No sé. Antes olía a meado, en todo caso he estado mucho en Miraflores, y allí los camiones pasan con manguera y limpian las calles por las noches, pero en otros lugares sigue oliendo a meado, pero aparte de eso, huele a fritanga, a pollo a la brasa, hay mucha fritura, Lima tiene cierto olor, y en ese sentido tiene una cierta vida a través de ese olor, ahora si pudiera ser más agradable que el de los escapes de las combis.
– ¿Cuándo te tenemos de vuelta por el Perú?
El próximo año quizás, porque he decidido vengarme del Perú, viniendo cada vez y publicar un libro. Y me falta corregir, pero me falta dos; una historia que es la de un transexual, y la otra que es la historia de una prostituta que era escritora, que se basa en hechos reales, y estoy en esas dos que tengo que terminar, y luego ya podré publicar, y vendré a martirizar al pueblo peruano con mi literatura. Y después tengo que escribir el libro sobre México, y los infrarrealistas.
– Mucha gente lo está pidiendo
Allí tengo cosas inéditas y algunas fotos inéditas, y tengo hasta el título, pero aún se me queda porque hasta ahora no lo he publicado, y últimamente se me ha ocurrido otra historia que ya tiene titulo también, que se va llamar “La verdadera historia de Pepito Ramos” que habla sobre la historia de un niño en Lima.
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«Un cadáver sobre la ciudad», por Ricardo Piglia
Un texto del libro Formas breves, del escritor y crítico literario argentino.

Published
2 meses agoon
23/01/2025
Una tarde Juan C. Martini Real me mostró una serie de fotos del velorio de Roberto Arlt. La más impresionante era una toma del féretro colgado en el aire con sogas y suspendido sobre la ciudad. Habían armado el ataúd en su pieza, pero tuvieron que sacarlo por la ventana con aparejos y poleas porque Arlt era demasiado grande para pasar por el pasillo.
Ese féretro suspendido sobre Buenos Aires es una buena imagen del lugar de Arlt en la literatura argentina. Murió a los cuarenta y dos años y siempre será joven y siempre estaremos sacando su cadáver por la ventana. El mayor riesgo que corre hoy su obra es el de la canonización. Hasta ahora su estilo lo ha salvado de ir a parar al museo: es difícil neutralizar esa escritura, se opone frontalmente a la norma de hipercorrección que define el estilo medio de nuestra literatura.
Hay un extraño desvío en el lenguaje de Arlt, una relación de distancia y de extrañeza con la lengua materna, que es siempre la marca de un gran escritor. En este sentido nadie es menos argentino que Arlt (nadie más contrario a la «tradición argentina»): el que escribe es un extranjero, un recién llegado que se orienta con dificultad en el vértigo de una ciudad desconocida. Paradójicamente, la realidad se ha ido acercando cada vez más a la visión «excéntrica» de Roberto Arlt. Su obra puede leerse como una profecía: más que reflejar la realidad, sus libros han terminado por cifrar su forma futura.
Los relatos de Arlt (y en especial los extraordinarios cuentos africanos, que son uno de los puntos más altos de nuestra literatura) confirman que Arlt buscó siempre la narración en las formas duras del melodrama y en los usos populares de la cultura (los libros de divulgación científica, los manuales de sexología, las interpretaciones esotéricas de la Biblia, los relatos de viajes a países exóticos, las viejas tradiciones narrativas orientales, los casos de la crónica policial). La fascinación del relato pasa por el cine de Hollywood y el periodismo sensacionalista. La cultura de masas se apropia de los acontecimientos y los somete a la lógica del estereotipo y del escándalo. Arlt convierte ese espectáculo en la materia de sus textos. Sus relatos captan el núcleo paranoico del mundo moderno: el impacto de las ficciones públicas, la manipulación de la creencia, la invención de los hechos, la fragmentación del sentido, la lógica del complot.
Arlt es el más contemporáneo de nuestros escritores. Su cadáver sigue sobre la ciudad. La poleas y las cuerdas que lo sostienen forman parte de las máquinas y de las extrañas invenciones que mueven su ficción hacia el porvenir.
Literatura
«La abeja haragana» de Horacio Quiroga
Un cuento del escritor uruguayo publicado en su libro «Cuentos de la selva».

Published
2 meses agoon
22/01/2025
Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo.
Era, pues, una abeja haragana. Todas las mañanas apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo día. Zumbaba muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir, y así se lo pasaba todo el día mientras las otras abejas se mataban trabajando para llenar la colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién nacidas.
Como las abejas son muy serias, comenzaron a disgustarse con el proceder de la hermana haragana. En la puerta de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que están de guardia para cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen ser muy viejas, con gran experiencia de la vida y tienen el lomo pelado porque han perdido todos los pelos al rozar contra la puerta de la colmena.
Un día, pues, detuvieron a la abeja haragana cuando iba a entrar, diciéndole:
—Compañera: es necesario que trabajes, porque todas las abejas debemos trabajar.
La abejita contestó:
—Yo ando todo el día volando, y me canso mucho.
—No es cuestión de que te canses mucho —respondieron—, sino de que trabajes un poco. Es la primera advertencia que te hacemos.
Y diciendo así la dejaron pasar.
Pero la abeja haragana no se corregía. De modo que a la tarde siguiente las abejas que estaban de guardia le dijeron:
—Hay que trabajar, hermana.
Y ella respondió en seguida:
—¡Uno de estos días lo voy a hacer!
—No es cuestión de que lo hagas uno de estos días —le respondieron—, sino mañana mismo. Acuérdate de esto. Y la dejaron pasar.
Al anochecer siguiente se repitió la misma cosa. Antes de que le dijeran nada, la abejita exclamó:
—¡Si, sí, hermanas! ¡Ya me acuerdo de lo que he prometido!
—No es cuestión de que te acuerdes de lo prometido —le respondieron—, sino de que trabajes. Hoy es diecinueve de abril. Pues bien: trata de que mañana veinte, hayas traído una gota siquiera de miel. Y ahora, pasa.
Y diciendo esto, se apartaron para dejarla entrar.
Pero el veinte de abril pasó en vano como todos los demás. Con la diferencia de que al caer el sol el tiempo se descompuso y comenzó a soplar un viento frío.
La abejita haragana voló apresurada hacia su colmena, pensando en lo calentito que estaría allá adentro. Pero cuando quiso entrar, las abejas que estaban de guardia se lo impidieron.
—¡No se entra! —le dijeron fríamente.
—¡Yo quiero entrar! —clamó la abejita—. Esta es mi colmena.
—Esta es la colmena de unas pobres abejas trabajadoras le contestaron las otras—. No hay entrada para las haraganas.
—¡Mañana sin falta voy a trabajar! —insistió la abejita.
—No hay mañana para las que no trabajan— respondieron las abejas, que saben mucha filosofía.
Y diciendo esto la empujaron afuera.
La abejita, sin saber qué hacer, voló un rato aún; pero ya la noche caía y se veía apenas. Quiso cogerse de una hoja, y cayó al suelo. Tenía el cuerpo entumecido por el aire frío, y no podía volar más.
Arrastrándose entonces por el suelo, trepando y bajando de los palitos y piedritas, que le parecían montañas, llegó a la puerta de la colmena, al tiempo que comenzaban a caer frías gotas de lluvia.
—¡Ay, mi Dios! —clamó la desamparada—. Va a llover, y me voy a morir de frío. Y tentó entrar en la colmena.
Pero de nuevo le cerraron el paso.
—¡Perdón! —gimió la abeja—. ¡Déjenme entrar!
—Ya es tarde —le respondieron.
—¡Por favor, hermanas! ¡Tengo sueño!
—Es más tarde aún.
—¡Compañeras, por piedad! ¡Tengo frío!
—Imposible.
—¡Por última vez! ¡Me voy a morir! Entonces le dijeron:
—No, no morirás. Aprenderás en una sola noche lo que es el descanso ganado con el trabajo. Vete.
Y la echaron.
Entonces, temblando de frío, con las alas mojadas y tropezando, la abeja se arrastró, se arrastró hasta que de pronto rodó por un agujero; cayó rodando, mejor dicho, al fondo de una caverna.
Creyó que no iba a concluir nunca de bajar. Al fin llegó al fondo, y se halló bruscamente ante una víbora, una culebra verde de lomo color ladrillo, que la miraba enroscada y presta a lanzarse sobre ella.
En verdad, aquella caverna era el hueco de un árbol que habían trasplantado hacía tiempo, y que la culebra había elegido de guarida.
Las culebras comen abejas, que les gustan mucho. Por eso la abejita, al encontrarse ante su enemiga, murmuró cerrando los ojos:
—¡Adiós mi vida! Esta es la última hora que yo veo la luz.
Pero con gran sorpresa suya, la culebra no solamente no la devoró, sino que le dijo: —¿qué tal, abejita? No has de ser muy trabajadora para estar aquí a estas horas.
—Es cierto —murmuró la abeja—. No trabajo, y yo tengo la culpa.
—Siendo así —agregó la culebra, burlona—, voy a quitar del mundo a un mal bicho como tú. Te voy a comer, abeja.
La abeja, temblando, exclamo entonces: —¡No es justo eso, no es justo! No es justo que usted me coma porque es más fuerte que yo. Los hombres saben lo que es justicia.
—¡Ah, ah! —exclamó la culebra, enroscándose ligero —. ¿Tú crees que los hombres que les quitan la miel a ustedes son más justos, grandísima tonta?
—No, no es por eso por lo que nos quitan la miel —respondió la abeja.
—¿Y por qué, entonces?
—Porque son más inteligentes.
Así dijo la abejita. Pero la culebra se echó a reír, exclamando:
—¡Bueno! Con justicia o sin ella, te voy a comer, apróntate.
Y se echó atrás, para lanzarse sobre la abeja. Pero ésta exclamó:
—Usted hace eso porque es menos inteligente que yo.
—¿Yo menos inteligente que tú, mocosa? —se rió la culebra.
—Así es —afirmó la abeja.
—Pues bien —dijo la culebra—, vamos a verlo. Vamos a hacer dos pruebas. La que haga la prueba más rara, ésa gana. Si gano yo, te como.
—¿Y si gano yo? —preguntó la abejita.
—Si ganas tú —repuso su enemiga—, tienes el derecho de pasar la noche aquí, hasta que sea de día. ¿Te conviene?
—Aceptado —contestó la abeja.
La culebra se echó a reír de nuevo, porque se le había ocurrido una cosa que jamás podría hacer una abeja. Y he aquí lo que hizo:
Salió un instante afuera, tan velozmente que la abeja no tuvo tiempo de nada. Y volvió trayendo una cápsula de semillas de eucalipto, de un eucalipto que estaba al lado de la colmena y que le daba sombra.
Los muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto.
—Esto es lo que voy a hacer —dijo la culebra—. ¡Fíjate bien, atención!
Y arrollando vivamente la cola alrededor del trompito como un piolín la desenvolvió a toda velocidad, con tanta rapidez que el trompito quedó bailando y zumbando como un loco.
La culebra se reía, y con mucha razón, porque jamás una abeja ha hecho ni podrá hacer bailar a un trompito. Pero cuando el trompito, que se había quedado dormido zumbando, como les pasa a los trompos de naranjo, cayó por fin al suelo, la abeja dijo:
—Esa prueba es muy linda, y yo nunca podré hacer eso.
—Entonces, te como —exclamó la culebra.
—¡Un momento! Yo no puedo hacer eso: pero hago una cosa que nadie hace.
—¿Qué es eso?
—Desaparecer.
—¿Cómo? —exclamó la culebra, dando un salto de sorpresa—. ¿Desaparecer sin salir de aquí?
—Sin salir de aquí.
—¿Y sin esconderte en la tierra?
—Sin esconderme en la tierra.
—Pues bien, ¡hazlo! Y si no lo haces, te como en seguida — dijo la culebra.
El caso es que mientras el trompito bailaba, la abeja había tenido tiempo de examinar la caverna y había visto una plantita que crecía allí. Era un arbustillo, casi un yuyito, con grandes hojas del tamaño de una moneda de dos centavos.
La abeja se arrimó a la plantita, teniendo cuidado de no tocarla, y dijo así:
—Ahora me toca a mí, señora culebra. Me va a hacer el favor de darse vuelta, y contar hasta tres. Cuando diga «tres», búsqueme por todas partes, ¡ya no estaré más!
Y así pasó, en efecto. La culebra dijo rápidamente:» uno…, dos…, tres», y se volvió y abrió la boca cuan grande era, de sorpresa: allí no había nadie. Miró arriba, abajo, a todos lados, recorrió los rincones, la plantita, tanteó todo con la lengua. Inútil: la abeja había desaparecido.
La culebra comprendió entonces que, si su prueba del trompito era muy buena, la prueba de la abeja era simplemente extraordinaria. ¿Qué se había hecho?, ¿dónde estaba?
No había modo de hallarla.
—¡Bueno! —exclamó por fin—. Me doy por vencida. ¿Dónde estás?
Una voz que apenas se oía —la voz de la abejita— salió del medio de la cueva.
—¿No me vas a hacer nada? —dijo la voz—. ¿Puedo contar con tu juramento?
—Sí —respondió la culebra—. Te lo juro. ¿Dónde estás?
—Aquí —respondió la abejita, apareciendo súbitamente de entre una hoja cerrada de la plantita.
¿Qué había pasado? Una cosa muy sencilla: la plantita en cuestión era una sensitiva, muy común también aquí en Buenos Aires, y que tiene la particularidad de que sus hojas se cierran al menor contacto. Solamente que esta aventura pasaba en Misiones, donde la vegetación es muy rica, y por lo tanto muy grandes las hojas de las sensitivas. De aquí que, al contacto de la abeja, las hojas se cerraran, ocultando completamente al insecto.
La inteligencia de la culebra no había alcanzado nunca a darse cuenta de este fenómeno; pero la abeja lo había observado, y se aprovechaba de él para salvar su vida.
La culebra no dijo nada, pero quedó muy irritada con su derrota, tanto que la abeja pasó toda la noche recordando a su enemiga la promesa que había hecho de respetarla.
Fue una noche larga, interminable, que las dos pasaron arrimadas contra la pared más alta de la caverna, porque la tormenta se había desencadenado, y el agua entraba como un río adentro.
Hacía mucho frío, además, y adentro reinaba la oscuridad más completa. De cuando en cuando la culebra sentía impulsos de lanzarse sobre la abeja, y ésta creía entonces llegado el término de su vida.
Nunca, jamás, creyó la abejita que una noche podría ser tan fría, tan larga, tan horrible. Recordaba su vida anterior, durmiendo noche tras noche en la colmena, bien calentita, y lloraba entonces en silencio.
Cuando llegó el día, y salió el sol, porque el tiempo se había compuesto, la abejita voló y lloró otra vez en silencio ante la puerta de la colmena hecha por el esfuerzo de la familia. Las abejas de guardia la dejaron pasar sin decirle nada, porque comprendieron que la que volvía no era la paseandera haragana, sino una abeja que había hecho en sólo una noche un duro aprendizaje de la vida.
Así fue, en efecto. En adelante, ninguna como ella recogió tanto polen ni fabricó tanta miel. Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban:
—No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. Yo usé una sola vez de mi inteligencia, y fue para salvar mi vida. No habría necesitado de ese esfuerzo, sí hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá, como trabajando. Lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí aquella noche. Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos —la felicidad de todos— es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja.

Por Alexander Derek Benites Negrete
Diario 1:
14/10/2058
¡Por fin! Después de años de investigación lo hemos logrado. ¡Creamos la máquina del tiempo! Nos hemos unido las mentes maestras del mundo Matías, Cristel y quien escribe esto, Alexander. Unos villanos, Pepe y Guillermo, también lo lograron, pero ellos han alterado el pasado. Tenemos tiempo limitado para arreglarlo o se alterará el presente. Todo esto estará en 3 diarios: el número uno está a mi cargo, el dos a cargo de Cristel y el tercero a cargo de Matías.
(Viajan en el tiempo)
16/09/1070
Primera parada, estamos aproximadamente por el año 1100 d.c. con los hermanos Ayar; en esta línea temporal, han alterado el canon al convencer a Ayar Manco, Ayar Uchu y Ayar Auca de no encerrar a Ayar Cachi; pero como no sabemos quechua no nos podemos comunicar con ellos.
17/09/1070
Nos quedamos el primer día practicando en duolingo, así que hoy Matías irá a convencerlos de encerrarlo, ya que es peligroso, mientras Cristel y yo nos quedamos protegiendo nuestra pequeña cabaña de madera, que se encuentra en un lugar montañoso, rocoso y con mucho sol, además de que tiene mucha vegetación.
(30 minutos después)
¡Matías ya volvió! Logró convencerlos, ya salvamos una de las líneas temporales, pero Pepe y Guillermo han alterado más……
11/08/1482
¡Hola!, este es el diario dos, soy Cristel y estoy a cargo de este diario, ahora hemos viajado a la época dorada del imperio incaico. En esta línea temporal han destruido los tambos, los cuales tenían muchas reservas de comida y, para rematar, también destruyeron los andenes y las qochas, dejando este imperio en cenizas. Ahora todo se ve gris, el suelo ya no es fértil, etc. Para ayudarlos iremos todos a apoyarlo a reconstruir; si lo hacemos bien, arreglaremos todo en menos de un año, tendremos que viajar por el Antisuyo, Collasuyo, Contisuyo y Chinchaysuyo.
(9 Meses y medio después)
¡Ya acabamos! Fue más fácil al ya saber quechua. Para no alterar el futuro, les dijimos que no nos den reconocimiento alguno; la misión fue un éxito y una delicia, ya que durante nuestra estancia comimos muchos alimentos, algunos de esos alimentos son la papa, el camote, la yuca, el chuño, el maíz, el cuy, la quinua, el pescado, la lúcuma, etc. Ahora sólo nos quedan dos líneas temporales más por salvar.
10/10/1524
En esta línea temporal, el trio de la conquista, conformado por Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Hernando de Luque, fue convencido de no zarpar por ser muy peligroso. El plan será que Alexander los haga cambiar de opinión, ya que en la vida los riesgos son necesarios.
(30 Minutos después)
¡Funcionó!, Alexander ya volvió y logró convencerlos de partir, la misión fue un éxito. Vamos por la última línea temporal.
08/04/1533
Ya llegamos a la última línea temporal. Estamos en la batalla de los españoles contra los incas, pero antes de que pudiéramos reaccionar encontramos a Pepe. Con un ataque sorpresa, lo lograríamos atrapar. Él me comentó que por más que nos esforcemos no lograríamos cambiar nada porque tenían planes para neutralizar tres de las principales causas de la caída del Tahuantinsuyo, así que tuvimos una reunión de emergencia. Matías comentó que deberíamos dividirnos y lograr que no se ejecutaran los planes. Alexander y yo asentimos con la cabeza. Justo antes de que nos fuéramos comenté: “¡Esperen!, mejor dejemos a Pepe con un aldeano para evitar que escape”.
“Cierto”, dijo Alexander. Así fuimos rápido a dejarlo; luego, nos dividimos de esta manera: Matías se encargará de efectuar la captura de Atahualpa, yo de hacer que los pueblos se unan al imperio español y Alexander de evitar que el chasqui le lleve la información de la cura de las enfermedades al Amauta. El primero en completar su misión fue Matías, ya que le comentó a Francisco Pizarro el plan principal y los planes alternativos de tal forma que ganó mucha confianza y aceptó.
Yo fui la segunda, porque les hice acordar a los pueblos todo lo que sufrieron cuando los conquistaron, y todos nos reunimos para la misión de Alexander, ya que no teníamos forma de saber dónde se encontraba el chasqui o la casa del Amauta. Al final, llegamos después del Amauta y cuando creímos que habíamos fallado, nos dimos cuenta que a Guillermo se le había olvidado traducir todo al idioma quechua, entonces rápidamente nos llevamos las hojas y las rompimos. Misión Completada, además las consecuencias de la caída de este imperio fueron la expansión del castellano y la religión católica, también hay cambios en la gastronomía y finalmente la pérdida de oro y plata.
¡Hi!, el que escribe esto es Matías, el cual está a cargo de este diario. Por fin volvimos a nuestro presente, sólo que nueve meses, dos semanas y tres días después, que es el tiempo que estuvimos en las líneas temporales. Nuestro presente está un poco cambiado, ya que nos demoramos mucho, ahora sólo toca esperar que todo vuelva a la normalidad. Alexander preguntó mientras tanto: “¿Por qué no vemos cómo cambió nuestro presente?”.
“Claro”, respondí. Así que fuimos a ver como cambió, primero observamos que al no zarpar los tres socios de la conquista, no trajeron alimentos esenciales como la lechuga, la uva, la lima (limón), el arroz, el trigo, el ajo, la cebolla, la carne de pollo y de vaca; luego, observamos que si el imperio incaico hubiera caído antes de la conquista por parte de los españoles, no llegarían a conquistar tanto, por lo cual no se juntarían con tantos pueblos, por lo que no tendríamos tan buena gastronomía, ya que este fue de los primeros sincretismos culturales del Perú. Cuando terminamos la caminata, Alexander dijo: “Bueno, finalmente lo logramos sólo queda esperar”.
“Sí”, dijimos Cristel y yo; de repente, Cristel dijo: “¡Esperen!, ¿Qué nos asegura que Guillermo no haya llevado cosas del presente para salvar a Pepe?” Hubo un silencio por unos dos segundos, hasta que comenté: “si ya lo han hecho tenemos que estar preparados, usaremos las botas voladoras y un gancho triple para cada uno, esto todavía no se ha acabado…” (CONTINUARÁ)
(*) Es el autor, nacido el 20 de abril del 2014. No envió su cuento inédito hasta el día de hoy, y espera que sea del agrado de todos.
Literatura
Comenzó la Ruta Lectora en SJL: Biblioteca sobre ruedas de la «Ruriteca Móvil»
Nuevo espacio literario en SJL

Published
4 meses agoon
30/11/2024
Con el objetivo de democratizar el acceso al libro y la lectura a la comunidad , la Municipalidad de San Juan de Lurigancho, a través de la Biblioteca Municipal Ciro Alegría inicia el recorrido de su servicio de extensión de biblioteca rodante.
RURITECA MÓVIL recorrerá parques, colegios, losas, barrios llevando lectura, talleres, juegos, para miles de escolares y familias, complementando los servicios culturales que habitualmente ofrece la biblioteca municipal ahora en todas partes del distrito.
La RURITECA MÓVIL, es una iniciativa del Alcalde Jesús Maldonado que surge como una respuesta a la necesidad de fomentar la lectura y la educación en zonas donde hay dificultad a acceso a servicios culturales.
Conoce la ruta lectora de la RURITECA MÓVIL:
📚Viernes 29 noviembre
I.E. Antenor Orrego (Zárate)
8:00 am – 5:00 pm
📚Lunes 02 diciembre
I.E. Micaela Bastidas (Motupe)
9:00 am – 4:00 pm
📚Miércoles 04 diciembre
I.E. Antonia Moreno de Cáceres (Mariscal Cáceres)
9:00 am a 4:00 pm
📚Viernes 6 de diciembre
I.E. 052 José Carlos Mariátegui
(Av. Ampliación Oeste s/n)
10:00 am a 1:00 pm
Turno Mañana primaria
📚Miércoles 11 diciembre
I.E. Gotitas de Amor
(Av. Héroes del Cenepa)
9:00 am – 4:00 pm
📚Jueves 12 diciembre
I.E. San José Obrero
(Mariscal Cáceres)
9:00 am – 4:00 pm
📚Domingo 15 de diciembre
Festival de Mangomarca
Parque Cívico Mangomarca
8:00 am a 9:00 pm
📚Martes 17 de diciembre
I.E. 128 La Libertad
(Urb. Inca Manco Capac)
2:00 pm a 5:00 pm
Turno tarde secundaria
Literatura
Padre e Hija Escritores Peruanos Reciben Distinciones Internacionales

Published
5 meses agoon
29/10/2024
En un emotivo evento celebrado en el Hotel Crowne Plaza de Miraflores, el periodista y escritor peruano Richard Morris Riofrio fue reconocido con dos distinciones internacionales por su novela histórica de ficción, “Rosalba de Altagracia”. La Lic. Issa Arguetas tuvo el honor de entregar estos prestigiosos reconocimientos, uno otorgado por la Real Academia de Arte y Literatura, Filial de los Estados Unidos de América, y el otro por el Consejo Mundial de la Paz, en el marco de su participación en el 1er Congreso Mundial de la Paz y las Artes celebrado en Michoacán, México, en 2024.
Richard Morris, quien también es Mensajero para la Paz de la ONU, se encuentra en el proceso de lanzamiento de su nueva novela de autoficción, “La Noticia Inversa”, un proyecto que promete generar un gran impacto en la comunidad literaria. Su compromiso con la paz y la promoción del arte continúa marcando su carrera como escritor.
Por su parte, su hija, Kiara Morris Rodríguez, a sus 13 años, ya es una figura destacada en el ámbito literario. Actualmente, es embajadora cultural del Bicentenario y recibió la Distinción Internacional Infantil Líder de Paz en Ecuador, otorgada por su contribución a la paz y la cultura. Su obra “Érase una vez en Moore” ha sido adaptada al teatro, lo que subraya su talento y su capacidad para conectar con diferentes públicos a través de las artes.
Ambos escritores representan un claro ejemplo del potencial creativo peruano, mostrando que la literatura puede ser un vehículo poderoso para la paz y la cultura. Richard y Kiara se han comprometido a seguir promoviendo el arte y la literatura, con la esperanza de inspirar a las futuras generaciones.
Literatura
Hijo de Mario Vargas Llosa afirma que su padre está bien de salud
Tras la cancelación del viaje de MVLL a Madrid para recibir un homenaje, y luego de filtrarse información que indicaba que su estado de salud se encuentra en un nivel muy delicado, su hijo Álvaro ha salido a responder que el Nobel ha tenido que reducir sus actividades debido a su avanzada edad.

Published
5 meses agoon
18/10/2024
El escritor Mario Vargas Llosa no asistió a la gala de la ‘Catedra Vargas Llosa’ en San Lorenzo de El Escorial en Madrid, en la cual iba a ser homenajeado y se quedó en Lima tras cancelar su viaje. En tanto, en su representación asistió su hijo Álvaro Vargas Llosa, quien aprovechó para afirmar que su padre, se encuentra bien. A pesar que su familia desde hace algunos meses se ha resistido a comentar sobre su real estado de salud.
«Mi padre tiene casi 89 años, está en el umbral de los 90 años, es una edad a la que uno tiene que reducir un poco la intensidad de sus actividades y él lo ha hecho», afirmó el hijo del Nobel de Literatura en un acto público.

Álvaro, además mencionó que la familia está “muy unida” y que su madre Patricia, “está muy pendiente de su padre”, y que “probablemente estará en Perú hasta fin de año” y que no puede dar una fecha exacta para su próximo viaje.
Literatura
Han Kang se convierte en la primera escritora surcoreana en ganar el Premio Nobel de Literatura
Escritora se impuso a autores como Can Xue, Haruki Murakami o Anne Carson, quienes se encontraban entre los más voceados.

Published
6 meses agoon
10/10/2024
Contra todo pronóstico, la Academia Sueca decidió otorgarle el Premio Nobel de Literatura a la escritora surcoreana Han Kang, quien fue galardonada “por su intensa prosa poética, que saca a la luz traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, según declaró el secretario permanente de la Academia, Mats Malm.
Para los miembros del jurado, la autora ilumina la “conexión entre el cuerpo y el alma, los vivos y los muertos”, y su “estilo experimental” supone una innovación en la prosa contemporánea.
La escritora de 53 años es hija del también escritor Han Seung –won. Nació en Gwangju en 1970, pero creció en Seúl desde los once años. Estudió Literatura Coreana en la Universidad Yonsej de Seúl y se licenció en 1993. Debutó con poemas que aparecieron en la revista Literatura y Sociedad, pero se dio a conocer como prosista.
En 1994, ganó el premio literario del periódico Seoul Shinmun. Posteriormente, publicó varios volúmenes de relatos. En 1999, ganó el premio a la mejor novela coreana. En 2000, el «Premio para Jóvenes Artistas de Hoy», del ministerio de Cultura y Turismo. Y, por último, en 2005, el premio de Literatura Yi-Sang.
La reciente galardonada con el Nobel de Literatura ha trabajado como periodista para las revistas Water of the Deep Spring, Journal of Publications y Spring. Su primera novela, La vegetariana (2007), fue llevada al cine en 2010 y recibió el prestigioso premio Booker Internacional en 2016. Está traducida al castellano, al igual que otra novela suya, La clase de griego. En la actualidad, Han enseña escritura creativa en el Instituto de las Artes de Seúl.

Un galardón inesperado
Como todos los años, las especulaciones sobre los posibles galardonados no se hicieron esperar. El chino Can Xue, la canadiense Anne Carson, el escritor indio-británico Salman Rushdie y el japonés Haruki Murakami eran considerados candidatos prometedores. Algunos se consideran ya eternos favoritos y, una vez más, se han ido con las manos vacías.
Después del Nobel de la Paz, el de Literatura es el más reconocido. Los galardonados y sus editores también se benefician de ello gracias al aumento de la demanda de libros.
Según contó Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, cuando llamó a la autora para comunicarle la buena noticia, Han Kang estaba almorzando con su hijo. La escritora ha prometido acudir a Estocolmo para la ceremonia de entrega del galardón, el 10 de diciembre.
Literatura
Jack Martínez, de mototaxista en SJL a ser catedrático de Literatura en Nueva York
Escritor peruano es en la actualidad profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Hamilton.

Published
7 meses agoon
12/09/2024
Sus primeros diez años los pasó en las alturas de La Oroya (Pasco), entre recios obreros de la mina como su padre, bares de mala muerte donde no era extraño ver a uno que otro borrachín, olor a azufre y tierra recién escarbada. La madre de Jack Martínez siempre quiso una mejor vida para su menor hijo; es así que no lo pensó dos veces cuando la empresa donde laboraba su esposo le ofreció vivir en la capital.
Fue así que el pequeño Jack, ya de 11 años, y su madre llegaron al convulso y desordenado distrito de San Juan de Lurigancho (SJL).
“La primera vez que llegué nos bajamos en lo que era el último paradero de ese arenal, que hoy es la estación Santa Rosa. No recuerdo una noche tan oscura. Sin luz eléctrica, eran chozas y había que tantear con los pies para avanzar y así fue que llegamos. Al día siguiente, al despertar, lo primero que sentí fue el sol terrible sobre la arena (era verano). Fue un choque fuerte. No solo en lo material, sino también en lo cultural”, recuerda Jack.
De esta etapa rescata que pudo conocer un micropaís ahí y crecer con ellos positivamente; “había gente que venía del norte, del sur, de la selva. Gente que se veía diferente a mí y yo diferente a ellos. Crecí junto con el distrito. Recuerdo la primera vez que pusieron el agua y desagüe, fue una fiesta para todos”, relata el escritor para la agencia Andina. Hasta los 16 años, Jack fue parte de la educación estatal, y aunque su vocación y talento no afloraron de inmediato, fue la tradición oral la que lo hizo acercarse a este mundo.
Soñaba con ser periodista deportivo y Ovación era su dial favorito. La academia preuniversitaria era el paso obligado si quería estudiar Comunicación Social en la Universidad San Marcos.
Sin embargo, tuvo un extraordinario profesor que les narraba con gran habilidad diversos contenidos y que una vez delante del jovencísisimo Jack recibió su paga en efectivo.
“Dije , ¡wao! yo quiero que me paguen así… quiero ser profesor. Y comencé a leer. Así postulé a Literatura e ingresé… mis compañeros venían de distintas realidades. Fue impactante ver a compañeros que en lugar de una mochila llevaban sus libros en bolsas de plástico negras y otros que gozaban de muchas comodidades y vivían en lugares que jamás había visitado”. Fueron encuentros que la vida le planteó.
Sin tenerla fácil, en plena crisis, Jack tuvo en aquel entonces trabajar también como mototaxista para solventarse, contando con el apoyo familiar.
De ahí, el Icpna le abriría sus puertas y conocería el mundo de las exposiciones y así pasaron cinco años.
“Un amigo regresó al Perú tras estar becado y él me guió por ese camino y decidí apostar”. Dejó la zona segura, la locura de dejar todo lo establecido e irse a estudiar. “Creo que mi familia pensaba que bromeaba y no me tomaban muy en serio. Igual seguí adelante y cuando llegó el momento le dije a mi novia ´(hoy mi esposa) que me iba y si quería irse también”, recuerda.
“Después de seis años de ese primer viaje, logré invitar a mi mamá. Antes creía seguro que trabajaba en algo más y que lo de la beca era un invento para dorar la píldora, pero luego vio que todo era real”, señala con orgullo tras culminar su maestría en la Universidad de Connecticut.
Al año siguiente, obtuvo otra beca para el doctorado en Northwestern (Chicago). Durante sus años de doctorado, además de investigar y escribir la tesis, publicó su primera novela, Bajo la sombra (2014), que tuvo excelente recepción crítica. En el 2017 se gradúo como doctor y publicó su segunda novela, Sustitución. También ese año empezó como profesor en la Universidad de Hamilton, en Nueva York.

En el 2024 acaba de publicar su tercera novela, Te he seguido. En la Universidad de Hamilton enseña escritura creativa, formando jóvenes escritores. También enseña literatura peruana, promoviendo nuestra rica tradición en los estudiantes estadounidenses.

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