Cultura
José Gálvez: entre el progreso social y la Lima que se iba

José Gálvez Barrenechea (Tarma, 1885-Lima, 1957), integrante de la Generación del 900 o arielista, y que por sus tempranos y excepcionales dotes de hombre de letras en 1908 motejaron en las aulas sanmarquinas como el Poeta de la Juventud, es de quien me voy a ocupar en esta nota, resultado, en realidad, de una investigación conexa. Me interesa, puntualmente, comprender desde sus primeras crónicas cómo asumió el cambio que conllevó el desarrollo de los proyectos de modernización urbana, ocurrido ante sus ojos y que echaba abajo edificios y rincones de la vieja Lima, propios de su sello incontrastable.
Dieron inicio a aquella transformación la administración del presidente Balta (1868-1879), que para favorecer nuestra expansión urbana juzgó necesario derribar las murallas que desde 1687 la protegían, teniendo como base el proyecto formulado por Juan Coninck en 1673. En paralelo, débase mencionar la labor edil del alcalde Manuel Pardo (1869-1870), quien en cumplimiento de su oferta electoral del “embellecimiento de Lima”, y poco, al ser electo presidente de la República (1872-1876), mandó acabar de erigir el Monumento a la Victoria del 2 de mayo de 1866 —emplazado en el virreinal Ovalo de la Reina—, realizado en Francia en los talleres de Guillaume y Cugnot, y puesto en su pedestal entre los años 1873 y 1874; el mismo que, si cabe añadir, fue realzado recién algo más de medio siglo después, en 1924, al ser construidos los 8 edificios circundantes de estilo republicano con influencia francés, y que en opinión de Cerna Asencios, supuso una renovación arquitectónica concordante con la propuesta política del régimen de la “Patria Nueva”.
Es importante tener presente que la ejecución de los citados proyectos decimonónicos no afectó el Centro Histórico, a no ser un pequeño número de viviendas y un sector del pueblo del otrora Cercado de indios, inaugurado en 1571, en tiempos del virrey Toledo. Ese impulso reformador urbano adquirió acento al asumir al asumir la dirección del estado Nicolás de Piérola, al frente del Partido Demócrata (1895-1899); y, lo fue tanto que, desde el primer año de gobierno que señalo hasta 1920, constituyó lo que el arquitecto Gunther Doering denomina: “El tercer intento de modernización de Lima” (Lima). Este, comprendió en 1898 el trazado de lo que hoy es el Paseo Colón —que como recordó Porras Barrenechea solo dividió los parques de la Exposición (Lima “La ciudad de los Virreyes”)—, y al año siguiente su homólogo de la avenida La Colmena, iniciado desde la plaza 2 de mayo y realizado en largos cuatro tramos (1899-1909, 1909-1911, 1919-1921—es decir, durante el Oncenio presidido por Leguía y la celebración del Centenario de nuestra independencia y la inauguración de la Plaza San Martín— y el último, 1960-1962 (Lima te cuenta).
Ahora bien, conviene relevar, que un año antes del inicio del comentado periodo 1895-1920 fue cuando la familia de José Gálvez se trasladó a Lima, fecha de la que mantuvo vivo recuerdo, pues posteriormente, en 1921, en su crónica Evocaciones (Mundial), evoca haber frecuentado la plaza San Juan de Dios, “de genuino aspecto colonial” y en cuyo barrio hizo migas con un grupo de mataperros. Tiempo más adelante, en 1901, como es de sobra conocido, el estudiante hizo sus primeras armas como redactor de La Voz Guadalupana.
Desde entonces, José Gálvez fue testigo de aquel periodo de modernización urbana, frente al cual, desde 1910, sin otra arma que el uso de las letras, comenzó a escribir sobre el tema. No había que esperar más, las autoridades y la comba hacían su trabajo. Aparecieron así en el diario La Crónica y en la revista Variedades sus relatos bajo el seudónimo de Picwick, tratando sobre diversos aspectos tradicionales de la vida limeña, en continuo cambio. Estas publicaciones tuvieron un gran éxito, y tras la ocurrencia de un suceso fortuito, estudiantes, intelectuales y el Círculo de Periodistas acordaron publicarlas de conjunto, pidiendo para tal efecto el apoyo de la Municipalidad; pero la gestión quedó trunca, hasta que finalmente en 1921 con ocasión de la celebración del Centenario patrio, con revisiones, nuevas crónicas y depurado el estilo, sus infatigables promotores, que nos ilustran con estos pormenores, pudieron llevarla y sacarla de prensas en la Editorial Euforion.
Ese jalón es Una Lima que se Va. Crónicas Evocativas, Primera serie, que su autor dedicó a la memoria de don Ricardo Palma, de quien había recibido, el 22 de mayo de 1913, el sin par estímulo del obsequio de la pluma con que escribió sus famosas Tradiciones, «a fin de que la entinte para dar a luz cuadros históricos sociológicos de Lima». El insigne tradicionista desde 1910 veía en Gálvez el continuador de su obra. Gálvez, así honrado, reprodujo esta nota manuscrita en el referido libro, a su decir, a manera del mejor de los prólogos.
En la crónica que abre el libro, que lleva el epígrafe: “Visión de una Lima que se va. En la casa de pobres de San Carlos. Las irrespetuosidades del progreso”, dedicada al maestro José Sabogal, autor del grabado que ilustra la carátula correspondiente, Gálvez exterioriza sus motivaciones:
“La circunstancia de pasar por medio de la finca la Avenida Piérola: que habrá de cortar el Asilo, y el hecho, ya sabido, de que va a venderse la actual propiedad, para lo que se corren los trámites judiciales, nos movió a hacer una información minuciosa sobre esta vieja fundación que se irá también, como también otros rincones tradicionales de la Lima de nuestros abuelos (subrayado nuestro)”.
En esta crónica, redactada con anterioridad al año 1919 en que hasta 1921 se construyó el tercer tramo de la avenida La Colmena, el poeta se conmueve al saber la inminente y pronta desaparición de otro edificio y otros ambientes tradicionales de Lima; pero, al mismo tiempo, todo indica, entiende que es el precio del progreso social, el cual por definición valora positivamente. Las palabras que dispensa al presidente Nicolás de Piérola llevan a esa inequívoca conclusión. Aunque resulte inusual, José Gálvez cierra Una Lima que se Va con una semblanza encomiástica atinente a labor gubernativa de El Califa, cuyo título, por demás expresivo, reza así: “La transformación social por la revolución. Nuevas orientaciones, cambios en los órdenes social, económico, intelectual y político. Tradiciones y esperanzas”.
Gálvez, al mover la pluma, en el primer párrafo fija con rotundidad su parecer. Dice: “Piérola transformó radicalmente el país. No podría marcar ahora el que estas líneas escriben todas las benéficas modificaciones que en todo sentido le debe el país en esta su mesiánica aparición”. Agrega, “De 1895 parte la total transformación de nuestra vida, al punto que admira que en tan poco tiempo hayamos cambiado tanto”. Partidario del cambio, urbano inclusive, añade: “Lima empezó a ser ciudad en todo sentido. Hasta las costumbres se transformaron con rapidez… Cuando Piérola dejó el poder en 1899, otro Perú se alzaba sobre las ruinas del que encontró al asumir el mando”.
Ahora bien, aunque adepto, el poeta y cronista no es un hombre e intelectual de excesos; se percata que los proyectos en desarrollo despojan a Lima de su perfil y espíritu. Expresa: “El encanto aldeano de Lima desapareció, es verdad; muchos espíritus exageradamente modernistas contribuyeron y sigue contribuyendo implacablemente para hacer de Lima una ciudad sin carácter y mucho de la vieja personalidad limeña se ha ido tras el penacho arrebatador del progreso urbano y social”. Pero aun con ese juicio, a guisa de balance, José Gálvez se decanta por esa forma de entender el progreso. Y es que formula dos conclusiones en verdad militantes. La primera: “Y aunque deja una impresión de suave melancolía esta mutación tan honda, no debemos negar que hemos ganado y que parece que nos hemos incorporado ya sin vacilaciones al movimiento de la vida universal”. Y, la segunda, con aire poético —porque ante todo era un poeta—, seguro del acierto que entraña el camino reformador, aún, por cierto, inconcluso, añade: “Pertenezco a generación que ha tenido la fortuna de asistir a una de las más decisivas transiciones del país y aunque me entristece la desaparición de algunos aspectos románticos y característicos de la Lima de la gentil y picaresca leyenda, me complace profundamente, como una pena dulce, reconstruir estas remembranzas que orean mi madurez y traen a mi alma fatigada tantas inquietudes y combates, una brisa cariciosa y aromada de jardín en plena primavera”.
Jorge Falcón, otro dilecto amigo de Gálvez, en Hora del Hombre, revista que en 1957 le dedica como homenaje tras su fallecimiento, entiende su postura frente al reformismo urbano y vivencial limeño. Anota que el poeta y cronista no es “ni pasadista ni añorante; ni aferradamente pegado a la tradición… Gálvez quiere su Lima de principios de siglo. Gusta de la tradición hispánica de la capital…Pero ¡cómo palpita, igualmente ante el espectáculo diario del Columbus Circus!”
Por mi parte, sostengo que con el tiempo el reformismo urbano llevado al extremo expuso a al Centro Histórico de Lima a un peligro mayor, apoyado, como otrora, en la Nueva Ley de Expropiaciones de 1903 (Art. 9, en particular). En 1940, por Resolución Suprema se estuvo en condiciones autorizar la apertura de la avenida Tacna, que echó abajo la iglesia de Santa Rosa de los padres, y desde el año 1947 permitió el ensanchamiento del jirón Abancay, que con indolencia y enorme torpeza se llevó por delante gran parte del antiguo monasterio de monjas de La Concepción, de excepcional valor arquitectónico y artístico no solo capitalino, además de partir en dos el Convento Grande San Francisco de la Provincia de los Doce Apósteles —en su época tan extenso como su par de Sevilla—. Si con mi extinto querido amigo el padre Antonio San Cristóbal en su Arquitectura virreinal religiosa debo repetir que ambos edificios resistieron los desbastadores terremotos de 1687 y 1726; habrá que agregar con Porras Barrenechea, que los alcaldes fueron más letales que los temblores. Técnicamente, ninguna de estas dos ampliaciones fueron la mejor solución para resolver el problema de transitividad y comunicación necesarias, y porque también se hicieron al precio de afectar gravemente la integridad del Centro Histórico de Lima, que debió ser el punto de partida de la reforma urbana.
Cultura
Mincul acepta la renuncia de la directora de la DDC de Pasco tras cuestionamientos
La arqueóloga Cinthya Gloria Cuadrao Mallqui renunció a la dirección de la DDC de Pasco, en medio de cuestionamientos del personal por su escaso impulso a las industrias culturales, la falta de apoyo a artistas locales y la ausencia de diálogo con las comunidades nativas de la región.

El Ministerio de Cultura (Mincul) aceptó la renuncia de Cinthya Gloria Cuadrao Mallqui al cargo de directora del Órgano Desconcentrado de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Pasco, función que asumió desde el 25 de junio de 2024, durante la gestión de la entonces cuestionada ministra Leslie Urteaga Peña.
La aceptación de su renuncia fue oficializada mediante la Resolución Ministerial N° 000157-2025-MC, firmada el 30 de junio por el actual ministro de Cultura, Fabricio Valencia Gibaja.

Cuadrao Mallqui es arqueóloga por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y trabajó previamente en el Proyecto Qhapaq Ñan del Ministerio de Cultura, donde estuvo a cargo de la gestión del tramo La Raya–Desaguadero, en Puno. Además, figura como accionista de la empresa Cika Construcciones Generales S.A.C. y fue socia de Imaina Consultores SAC.

Sin embargo, su gestión durante un año en la DDC de Pasco generó críticas internas. Fuentes consultadas en el Ministerio de Cultura señalan que Cuadrao Mallqui mantenía una relación conflictiva y de discordia con parte del personal, y que existieron tensiones relacionadas con contrataciones de locadores (politólogos, antropólogos y comunicadoras) cuyos resultados habrían sido insatisfactorios. También se le atribuye haber maltratado a subordinados, incluidos colegas arqueólogos.
Asimismo, indican que solicitó licencia del 16 de junio al 15 de agosto para dedicarse a su proyecto de investigación. Según información a la que tuvimos acceso, los proyectos que se desarrollaban en Oxapampa quedaron bajo la supervisión del arqueólogo Alex Guevara Liau, sin mayor participación de otros colegas especialistas como se hacía anteriormente. ¿Por qué solo se enviaba a Guevara Liau?

Otro punto crítico fue la aparente falta de coordinación con comunidades nativas, con quienes, según norma administrativa, se deben realizar mesas de trabajo para garantizar el enfoque intercultural. Además, no se habría promovido suficientemente a artistas, danzantes u otros gestores culturales de la región, lo que generó descontento en el sector.
La salida de Cuadrao Mallqui deja a la DDC de Pasco nuevamente sin una dirección estable, en un contexto donde se reclama mayor cercanía con las comunidades y el impulso real a las expresiones culturales locales.
Cultura
Entrevista: Luis Castellanos nos habla sobre su infancia, su paso por Bellas Artes y su exposición por sus 30 años de trayectoria [VIDEO]
En el nuevo episodio del podcast de Lima Gris, tuvimos como invitado al talentoso artista plástico Luis Castellanos, quien viene presentando una exposición individual en el ICPNA del centro de Lima.

Hay artistas que pintan por oficio, otros por catarsis, y unos pocos —los más raros, los más necesarios— que lo hacen como quien respira o sueña. Luis Castellanos pertenece a esa casta secreta. En el nuevo episodio del podcast de Lima Gris, conversamos con él, en medio de la melancolía y la lucidez, sobre su infancia, su paso por Bellas Artes y la manera en que la vida —esa vieja maestra caprichosa— lo fue modelando con la paciencia de un escultor.
Su más reciente exposición, La intuición de la extrañeza, presentada en el ICPNA del centro de Lima, no es solo una muestra, sino una retrospectiva íntima, donde confluyen los fantasmas y las revelaciones de treinta años de creación. En cada trazo hay una interrogante suspendida, una sospecha del mundo. Castellanos no busca retratar lo visible, sino ese temblor invisible que habita en las formas y se escapa de las palabras. Su obra es una meditación estética, un lenguaje de lo incierto, una poética de la duda.
Escuchar a Castellanos es como mirar uno de sus cuadros: uno sale distinto, con una inquietud nueva, con la impresión de haber asomado a un espejo que devuelve algo más que el reflejo.
El dato: la presentación del libro de la muestra de Luis Castellanos será el 11 de julio a las 7 pm en el ICPNA del Centro de Lima.
Aquí la entrevista completa.
Cultura
Trabajadores del Ministerio de Cultura de Cusco anuncian la toma de Machu Picchu [VIDEO]
La ciudadela inca se encuentra en una lista negra y a punto de ser tomada por los propios trabajadores del Ministerio de Cultura del Cusco ante la inoperancia del ministro Fabricio Valencia.

La problemática del Ministerio de Cultura se intensifica. No solo hay cuestionamientos contra el ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja. Además, los empleados de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco, exhaustos y humillados, claman a la presidenta Dina Boluarte que lo reemplace. Y como si el drama fuera aún poco, lo último que se sabe es que estos trabajadores planean tomar Machu Picchu. No por vandalismo, sino por desesperación. Porque el Estado los ha dejado solos, igual que al Santuario.
A esto se suma que Machu Picchu ha sido incluida en la lista negra por el portal Travel and Tour World, que recomienda no visitar la ciudadela inca.
Mediante una comunicación telefónica, Andy Ancasi, representante del Sitracas, nos da todos los detalles de lo que viene sucediendo en Cusco.
Aquí el video del programa.
Cultura
Julio Barco Premio Juegos Florales de la UNI
El poeta peruano recibe reconocimiento en los Juegos Florales Túpac Amaru de la UNI.

En una ceremonia cargada de símbolos y solemnidad, el poeta Julio Barco fue galardonado con el segundo puesto en los Juegos Florales La Familia Túpac Amaru, organizados por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), una de las instituciones académicas más prestigiosas del Perú. El reconocimiento fue acompañado por un premio de S/. 4,000 y una ovación cálida por parte del jurado, autoridades y asistentes.
La distinción no solo celebra el talento literario de Barco, sino también la creciente necesidad de reconciliar la ciencia con la sensibilidad, la técnica con la poesía. Que una universidad dedicada históricamente a la formación de ingenieros rinda homenaje a la palabra escrita es, sin duda, un signo de que el arte aún pulsa en los espacios más racionales del país.
Con más de treinta libros publicados, Julio Barco ha construido una obra intensa, vital, crítica. Su participación en este certamen reafirma su compromiso por llevar la poesía al centro del debate cultural peruano. «Este premio me impulsa —dijo al recibir el reconocimiento—. Tengo tantos proyectos para revolucionar el arte en nuestro país. La poesía no ha muerto, solo está esperando que le hablemos desde otro ángulo».
El evento se realizó el 27 de junio de 2025 en el campus principal de la UNI. La entrega de premios fue precedida por palabras de homenaje a la familia Túpac Amaru, símbolo de lucha, dignidad y resistencia cultural —valores que resuenan también en la poesía de Barco—.
Con esta distinción, el autor de Me da pena que la gente crezca y Cantar de Chancay suma un nuevo capítulo en su incansable travesía por devolverle a la poesía peruana su fuerza originaria.
Cultura
MINCUL: La cuestionada designación del CAS de Karla Alarcón
¿Cómo ganó el concurso? la arqueóloga Alarcón no cumple con el requisito clave: haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia se limita al trabajo técnico de oficina dentro del Ministerio de Cultura, sin evidencia de liderazgo en campo ni dirección de PMA, evaluaciones o gestiones de CIRA.

La convocatoria CAS N.° 216-2025-MC, lanzada en abril de 2025 por el Ministerio de Cultura (Mincul), tenía como objetivo contratar a un(a) Coordinador(a) para la Dirección de Certificaciones. Se trataba de un puesto clave, pues esta dirección es responsable de coordinar, planificar y ejecutar acciones orientadas a preservar, proteger y conservar el patrimonio arqueológico inmueble del país.

Fuente: Mincul.
Entre sus principales funciones, figura la revisión, aprobación y seguimiento de Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) y de los Planes de Monitoreo Arqueológico (PMA), documentos indispensables para el desarrollo de proyectos de inversión pública y privada.
Concluido el proceso en mayo, la arqueóloga Karla María Alarcón García fue anunciada como la ganadora del concurso. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Sin embargo, una revisión detallada de los requisitos y de la trayectoria de la ganadora revela una serie de inconsistencias que comprometen la transparencia del proceso y siembran dudas sobre su legitimidad.

¿Se cumplían los requisitos?
El perfil exigido para el cargo incluía, como mínimo, título universitario en arqueología con colegiatura vigente, formación complementaria en gestión o patrimonio cultural, así como experiencia general de al menos siete años en el sector público o privado. Más aún, se pedía una experiencia específica de al menos cuatro años en funciones vinculadas al cargo, o tres años en el sector público en áreas similares. Pero lo más importante: el postulante debía acreditar dos años de experiencia en la dirección de Planes de Monitoreo Arqueológico y/o Proyectos de Evaluación Arqueológica y/o gestión de CIRAs.

Karla Alarcón no cumple con requisitos de 2 años como directora de PMA y CIRA.
Este último punto no es un detalle menor. Se trata de un filtro clave, pues quien asume la coordinación de la ‘Dirección de Certificaciones’ debe tener conocimiento de campo y experiencia comprobada en dirigir intervenciones arqueológicas. No basta con conocer los documentos, hay que haber estado en terreno. De otro modo, resulta inviable liderar técnicamente la instancia más estratégica del sector.
¿Y cómo pasó Karla Alarcón la evaluación?
Según los documentos revisados, la arqueóloga Karla Alarcón no cumple con el requisito específico de haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia laboral no evidencia dirección alguna de PMA, proyectos de evaluación ni gestiones de CIRA en campo. Es más, su trabajo ha sido siempre de oficina, como técnica dentro del propio Ministerio. Sin embargo, en su ficha de postulación, consignó haber ejercido la “gestión de CIRAs”, una frase y/o formulación ambigua que se asemeja a una leguleyada y parece haber sido suficiente para que pasara la evaluación curricular, etapa que por norma es eliminatoria.

Karla Alarcón se amparó en una palabra, para validar su postulación.
Aquí surge la primera gran interrogante: ¿cómo validó el comité evaluador esa experiencia? ¿Desde cuándo dar conformidad a documentos administrativos desde un escritorio equivale a dirigir una intervención arqueológica en el campo?
La respuesta no es técnica, es política. Lo que aquí se ha validado es una interpretación forzada del término “gestión”, que abre peligrosamente la puerta para que personas sin experiencia real en campo postulen y ganen puestos clave, mientras otros profesionales con trayectoria probada quedan fuera.

Una plaza con nombre propio
El contexto del concurso no ayuda a disipar las dudas. Según fuentes cercanas al proceso, la convocatoria habría estado originalmente dirigida a Ruth Quispe Calderón, amiga cercana de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Moira Novoa Silva. Sin embargo, ante la filtración de esta información, se habría descartado ese nombramiento para evitar un escándalo mayor. Como alternativa, se habría optado por Karla Alarcón, quien ya se desempeñaba como directora encargada de la Dirección de Certificaciones y, por tanto, era una figura “de confianza” dentro del sector.

Viceministra Moira Novoa, la misma que firmó la Resolución Viceministerial para el recorte de las Líneas de Nasca y Palpa.
En este punto, el proceso se vuelve aún más cuestionable. La convocatoria fue ganada por Luis Felipe Mejía Huamán, pero mediante una fe de erratas se corrigió el resultado, otorgándole el puesto a Alarcón García en calidad de accesitaria. Mejía no habría llegado a firmar el contrato, y en un giro curioso pero conveniente, Alarcón asumió el cargo de forma oficial, pasando de ganar S/4,500 a más de S/11,264 mensuales.

El CAS fue ganado por Luis Felipe Mejía Huamán, pero luego corrigieron el resultado.
¿Quién dio la orden?
La pregunta es inevitable: ¿quién intervino para asegurar que Karla Alarcón se quedara con el puesto? Todo apunta a decisiones tomadas desde las más altas esferas del Mincul. Tanto la Oficina General de Recursos Humanos como la Alta Dirección —es decir, el ministro Fabricio Valencia y la viceministra Moira Novoa— estarían al tanto del proceso. Con el nombre de Ruth Quispe ya comprometido, y para no arriesgar la llegada de un profesional externo, se habría optado por consolidar a una figura que ya venía ejerciendo el cargo sin concurso y que, además, respondería fielmente a los intereses de quienes manejan el sector.

El 11 de junio convocaron como ganadora a Karla Alarcón García.
El cargo más codiciado
No se debe olvidar que la Dirección de Certificaciones es la joya de la corona del Ministerio de Cultura. Por esa oficina pasan todos los proyectos de inversión del país que requieren una evaluación arqueológica previa: minería, infraestructura, hidrocarburos, construcción, telecomunicaciones. Cualquier obra pública o privada necesita un CIRA o un PMA. Es decir, quien dirige esa oficina no solo tiene poder técnico, sino capacidad de incidencia en decisiones multimillonarias.
Por eso resulta tan preocupante que el proceso de selección no haya sido riguroso, ni transparente. En lugar de optar por la meritocracia, se ha preferido perpetuar prácticas que favorecen el amiguismo y el control político de una dirección técnica. Y si se valida como experiencia el trabajo administrativo desde una oficina, pronto veremos a otros funcionarios, sin experiencia real, disputando cargos estratégicos bajo el mismo criterio.
¿Y ahora qué?
Lo ocurrido en la convocatoria CAS N.° 216-2025-MC debe ser revisado con seriedad por los órganos de control del Estado. No se trata solo de un concurso más, sino de un proceso que compromete la legitimidad del sistema de contrataciones públicas, la credibilidad del Ministerio de Cultura y, sobre todo, la adecuada protección del patrimonio arqueológico del país.
Porque si quienes deben garantizar la conservación del patrimonio no saben ni siquiera cómo se ejecuta una intervención en campo, ¿Qué nos queda como ciudadanos? Solo mirar desde lejos cómo el poder se distribuye a puertas cerradas, mientras las formas legales se ajustan, como siempre, al tamaño de los intereses.
Cultura
Machu Picchu en la lista negra: el precio de la desidia
Machu Picchu, orgullo milenario del Perú, se tambalea bajo el peso de su propio éxito: hoy, más que una joya cultural, es una advertencia global sobre el turismo desbordado.

El esplendor de Machu Picchu, esa ciudadela suspendida entre la niebla y el abismo, ha dejado de ser solo un símbolo de orgullo nacional para convertirse, lamentablemente, en ejemplo de lo que ocurre cuando el patrimonio se subordina al lucro. La reciente inclusión del santuario inca en la lista de destinos que “ya no valen la pena visitar”, elaborada por la publicación internacional Travel and Tour World, es mucho más que una advertencia: es un grito de auxilio.
Junto a destinos igualmente emblemáticos como Venecia o Bali, Machu Picchu aparece ahora en un índice vergonzoso: el de los sitios donde el turismo masivo ha comenzado a erosionar lo que una vez se admiró. Las razones son contundentes: sobresaturación de visitantes, tarifas desproporcionadas y un impacto ambiental alarmante. A ello se suma la advertencia de la Unesco, que evalúa declararla Patrimonio en Peligro si el Estado peruano no actúa con urgencia y decisión.
No es una exageración. Según informes recientes, rutas diseñadas para no recibir más de 450 personas al día han llegado a registrar hasta 700 ingresos. El resultado es predecible: senderos desbordados, piedras milenarias al borde del colapso y una experiencia cada vez más parecida a la de una feria caótica que a la contemplación sagrada de un legado ancestral.
La Contraloría General de la República, por su parte, ha emitido un informe demoledor: aforos incumplidos, ausencia de fiscalización y una Aguas Calientes convertida en una máquina de exprimir turistas, donde los precios suben, pero la calidad se desploma.
El problema, claro está, no es el turismo, sino su pésima gestión. Especialistas en conservación han exigido una reestructuración del sistema de ingreso, la implementación de límites reales y no simbólicos, y un nuevo modelo de turismo sostenible que reconcilie el desarrollo con la protección. No se trata de clausurar el acceso a la maravilla, sino de salvarla de su propia fama.
La inclusión de Machu Picchu en esta lista negra debe interpelarnos como país. ¿Vamos a permitir que uno de nuestros mayores legados se pierda en manos de la improvisación y la codicia? ¿O tendremos, al fin, el coraje de actuar antes de que la historia nos pase la factura?
Mientras tanto, el ministro Fabricio Valencia continúa en su búnker solucionando sus problemas y haciendo seguimiento a la investigación de la fiscalía por el caso Shirley Hopkins.
Cultura
Ministerio de Cultura de Ica: ¿concursos CAS a medida?
Nuevas movidas en la DDC de Ica buscan coronar la dedocracia.

Por Luis Huertas
Desde hace años, las convocatorias CAS en el Ministerio de Cultura, tanto en la sede central como en sus Direcciones Desconcentradas, han sido señaladas por beneficiar a personas del entorno de confianza de ciertos funcionarios. Lo preocupante es que esta práctica no parece detenerse, y ahora el foco está sobre la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Ica.
Surgen preguntas inevitables: ¿Desde cuándo la DDC Ica ha sido terreno fértil para estas maniobras irregulares?, ¿A quién favorecen realmente estas contrataciones?, ¿Por qué en medio de la grave crisis por las Líneas de Nasca, se lanza una convocatoria que despierta tantas sospechas?
Primer intento: CAS N°072-2025-MC
El 4 de febrero de 2025, se publica en la web del Ministerio de Cultura un concurso CAS para cubrir el cargo de subdirector/a de la DDC Ica. El puesto exigía un perfil técnico exigente, con experiencia específica, título en arqueología y colegiatura vigente. El sueldo: S/ 6,906 nuevos soles. Todo parecía estar en regla, hasta que el concurso desapareció.
Fuentes internas revelaron que, el concurso fue retirado tras una denuncia desde la misma DDC Ica, advirtiendo que la subdirección es un cargo de confianza y no debería concursarse vía CAS. Así, el proceso fue abruptamente anulado. Coincidentemente, semanas después, el entonces director Alberto Martorell presentó su renuncia mediante Resolución Viceministerial N° 069-2025-MC. ¿Este CAS era algún premio, orquestado por algunos “amiguitos” para cierto funcionario de la sede Ica? Y todo con el aval del ex director Martorell, hoy involucrado en algunos chats internos con el ministro Valencia. Luego de su renuncia, asume el abogado Víctor Injante la dirección de la DDC Ica y, sorprendentemente, se vuelve a insistir con el mismo CAS pero maquillado con otras aristas.

Fuente: Ministerio de Cultura.
Segundo intento: CAS N°296-2025-MC
El 10 de junio —en plena tormenta por la reducción del área protegida de las Líneas de Nasca y la crisis de gestión en la DDC Ica— se lanza una nueva convocatoria. Esta vez, el puesto se denomina “Coordinador/a de Subdirección de Patrimonio Cultural, Industrias Culturales e Interculturalidad”. En la práctica, el mismo cargo de subdirección, pero con otro nombre. Lo curioso es que los requisitos ahora son más flexibles:
- Experiencia general: de 6 a 5 años
- Experiencia específica: de 4 a 3 años
- Experiencia en el sector público: de 3 a 2 años
- Sueldo: de S/ 6,906 a S/ 6,000

Fuente: Ministerio de Cultura.
Como para hacerlo más accesible, solo se exige haber sido “especialista” durante un año. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Todo apunta a que, presuntamente, esta nueva convocatoria estaría hecha a medida para la actual subdirectora Jeanette Gutiérrez, quien pasaría de ganar S/ 3,000 a S/ 6,000, con una plaza concursada y mayor estabilidad. Algunos señalan que podría incluso pedir licencia sin goces de haber, de su puesto actual y postular, sin riesgo alguno. Desde hoy se puede postular a este CAS, y todo puede pasar.

Fuente: Ministerio de Cultura.
¿Puestos a la carta?
Lo más preocupante es el trasfondo: ¿Por qué insistir tanto en este puesto? ¿Por qué reducir los requisitos? ¿Por qué en medio de una crisis de credibilidad en la gestión cultural? La DDC Ica no necesita una coordinación adicional, ya que la actual subdirectora cumple esas funciones. Entonces, ¿por qué insistir?
Mientras los titulares nacionales apuntaban al escándalo de las Líneas de Nasca, en silencio se gestaba una convocatoria que huele a favoritismo. El patrón es claro: flexibilización de requisitos, coincidencias con cargos en funciones, y beneficios personales.
Una llamada a la reflexión
Este tipo de maniobras no son nuevas en el aparato estatal, pero es hora de ponerle freno. Si el Estado sigue siendo usado para beneficiar a ciertos círculos de poder, sin meritocracia ni transparencia, estamos condenando la institucionalidad.
La ciudadanía exige respuestas, pero sobre todo decencia en la gestión pública. Desde Lima Gris seguiremos vigilantes. Porque el patrimonio no solo se protege en el terreno, también se defiende en la transparencia de quienes lo administran.
Cultura
Presentación del libro «El misterio de las aves kanchu» de Lizbeth Pretell Romero
El miércoles 25 de junio en la Casa de la Literatura Peruana se presentará el libro “El misterio de las aves kanchu” de Lizbeth Pretell Romero, gestora cultural e investigadora luriganchina, y publicado por el sello editorial Jukucha Ediciones.

Este libro nos permite conocer la historia de las aves kanchu, míticas aves sagradas de quienes se toma el nombre para crear el vocablo Rurikanchu, que a su vez da origen a la denominación del distrito de San Juan de Lurigancho. Un relato que muestra personajes y hechos con trascendencia histórica y ficticia; fruto de una investigación basada en los manuscritos del padre Francisco de Ávila, el libro “Ritos y tradiciones de Huarochirí”, así como en evidencias arqueológicas halladas en el distrito.
El proyecto fue concebido desde el área de museo del Centro de Cultura, Recreación y Educación Ambiental Huiracocha (CREA Huiracocha), el cual estuvo ubicado en el parque zonal del mismo nombre en el distrito de San Juan de Lurigancho. La sala permanente Ruricancho, más conocida entre sus pobladores como el museo de San Juan de Lurigancho, tuvo como propósito difundir y revalorizar la historia del distrito (ubicado en un territorio con aproximadamente 11 000 años de historia) entre sus pobladores y el público en general, mediante visitas guiadas y talleres de educación patrimonial. Gracias a estas actividades y de manera lúdica, se realizaron también jornadas de cuentacuentos para niños, con relatos basados en la historia de la comuna.
En la presentación participarán Lizbeth Pretell Romero, autora del libro; Ricardo Puga Huamán, ilustrador; y Alan Concepción Cuenca, bibliotecólogo. Además, se contará con la participación especial de Gerardo García Chinchay, director de la Dirección de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura del Perú. La cita es el miércoles 25 de junio a las 6:30 p.m. en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana, ubicada en jirón Ancash 207, Centro Histórico de Lima. Ingreso libre con aforo limitado.
El libro podrá ser adquirido el mismo día de la presentación o a través de las redes sociales de la organización cultural Quebrada Canto Grande.
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