― No dejes de ir al gimnasio ―dijo cuando se despidió de mí.
Así de genial es la personalidad de Jorge Eslava Calvo, poeta y narrador que ha hecho del bolígrafo y el papel un itinerario de viaje. Curiosamente, todos los caminos conducen a él. Primero, la pasión por la escritura; segundo, la diversidad del lenguaje y los géneros literarios; y, finalmente, que sus padres se llevan tantos años como sucede con los míos. Su historia comenzó en Lima, cuando Jorge Florencio Eslava Álvarez, profesor de veintinueve años, conoció a la jovencita Luzmila Calvo Robalino, natural de Iquitos que frisaba los dieciséis. Entonces, Luzmila no solo era menor de edad, sino huérfana de padre, por lo tanto, su madre autorizó el matrimonio, tal cual figura en la inscripción del acta, en el distrito de Magdalena del Mar, un 23 de febrero de 1952.
Jorge Pablo ―como lo bautizaron― nació en Clínica Lozada, el 26 de diciembre de 1953, cerca de las 8:45 de la mañana. He aquí otro aspecto que me conecta a él, precisamente porque mi hermana menor celebra su cumpleaños el mismo día y mes. Por esos años, la familia Eslava Calvo se estableció en la avenida San Miguel n.° 160.
Su padre era una persona culta, disciplinada, metódica, practicaba deporte y leía bastante, por ejemplo, la literatura clásica que influyó notablemente en el escritor, más aún porque desarrolló su carrera en San Marcos.
― Mi padre tenía vocación pedagógica. Era mi padre, pero además fue un maestro muy severo en la casa, con siete hijos, una prole numerosa a la que educó de manera casi estoica. Todos mis hermanos somos bien guerreros.
Su papá siempre está presente en su quehacer literario y nos cuenta que admiraba a dos grandes poetas peruanos: «con uno atinó y con el otro se equivocó», declaró Jorge con la honestidad que le caracteriza. Él, elogiaba a los modernistas.
― Tuvo como gran poeta a José Santos Chocano, por encima de Eguren ―afirmó sorprendido, desencantado―. Hoy ningún crítico, con dos dedos de frente, podría afirmar que Chocano es más poeta que Eguren. La otra figura que mi padre reverenciaba era Vallejo, personaje continental, probablemente el poeta de lengua castellana más leído, más estudiado ―agregó orgulloso.
Por esos años, César Vallejo no era tan popular como ahora, y su padre compró la primera compilación que hizo Georgette Vallejo con Raúl Porras Barrenechea; lo cual permitió que a los doce o trece, Jorge leyera su obra, y, más tarde, a los autores clásicos. Ese periodo se caracterizó por el teatro en verso y la colección de libros Jackson que atesoraba en casa. No en vano, en sus charlas y/o conferencias suele citar algunas reflexiones griegas y también ha escrito el poemario: Itaca (1983), premio de la I Bienal de Poesía Copé 1982.
― Yo estudié la primaria en un colegio religioso, católico, del que no tengo buena recordación. Todo lo contrario. Luego, pasé a un colegio pequeño, particular, donde tuve buenos maestros, pero aprendí literatura por mi padre y sus libros.
Jorge fue un adolescente enamoradizo y tuvo como primera experiencia la poesía, naturalmente, le escribió al desamor, porque tal cual manifiesta, el amor se celebra de otra manera. Después, pasó a la Universidad de San Marcos, donde percibió una fuerte inclinación a la literatura peruana y española, sobre todo, de la generación del 27 (García Lorca, Cernuda, Dámaso, etc.); pero aquel veinteañero, obstinado, descubrió en la obra de Cesare Pavese, autor de raíces italianas, una suerte de poesía narrativa que lo sedujo.
Acercándose a los treinta, descubrió a otro de sus autores favoritos, el poeta neogriego Constantino Cavafis, cuando llegó a sus manos un ensayo de Marguerite Yourcenar, escritora francesa a la que admira por su feminismo, su humanismo, y porque dio a conocer a dicho vate en Europa. Entonces, Jorge vivía en Madrid y quedó fascinado con su poesía:
― Fue la primera vez que yo leía una poesía donde se confrontaba el mundo clásico, la sensualidad y sensibilidad clásica, con el mundo cotidiano. Cavafis era homosexual y esa manera desenfadada de hablar del amor homosexual, de la relación homoerótica, sin ningún desparpajo, me asombró. No se parecía en nada a lo que leí en la escuela y en la universidad, pues estaba más vinculado a la tradición hispánica. Cavafis fue un impacto para mí.
La universidad es un recuerdo sólido en la vida de todo profesional. Eslava piensa con gratitud en los maestros sanmarquinos, a quienes recuerda como personas generosas. No solo enseñaban, también prestaban sus libros y conversaban con los estudiantes en los cafetines que había en el campus.
― San Marcos era ciudad de nadie. Si un trabajador estaba en problemas, levantaba cuatro maderas, unas esteras y ya tenía su negocio. Los estudiantes íbamos a los cafés y departíamos con los profesores ―comentó.
De esa época, un maestro como el entrañable Wáshington Delgado fue decisivo en su vida. Pero, ¿qué recuerdos guarda de este ilustre personaje?
― Muy pronto me brindó su amistad. Recuerdo cuando me invitó a su cumpleaños, a su casa. Yo no lo podía creer. Un poeta que admiraba, que para mí era un sabio y lo sigue siendo. Mi tesis de maestría es sobre la poesía de Wáshington Delgado. Él es un maestro cuyo émulo más cercano es Marco Martos, que tiene la sabiduría, esa calidez humana que tuvo el profesor. El duelo por su muerte, lo he mantenido durante años y he tenido la suerte de haber editado, con el apoyo de la universidad, su obra completa.
Otro profesor que lo marcó fue Constantino Carvallo, director y creador de Los Reyes Rojos, donde trabajó cerca de diez años. Jorge vivió en esa comunidad y estuvo ―codo a codo― con Constantino, amigo a quien extraña y considera como una figura indispensable «para enmendar los caminos de la educación peruana».
Lo cierto es que, aquel jovencito, no solo estuvo llamado a la escritura, también al deporte.
― Desde que tengo casi uso de razón me gustan los fierros y me gusta el box. Me he ahorrado el psiquiátrico, el manicomio y los terapeutas con el gimnasio, que me ha obligado a ser disciplinado, metódico, autocompetitivo, cuidadoso con mi alimentación, desde que tenía veinte años ―refiere―. Yo no utilizo celular. No he usado nunca y creo que a estas alturas ya no voy a usarlo. He logrado sortear esta necesidad.
En este camino de las letras y el deporte, lo ha acompañado su esposa María del Rosario De La Hoz Linares, con quien se casó en 1979. Al poco tiempo se suscribieron a una revista de nutricionismo llamada: Vida Sana. Por ese motivo, uno de los momentos más difíciles ocurrió en tiempos de la pandemia, pues tuvo que afrontar un desprendimiento de retina que lo dejó postrado cerca de siete meses. Pero, las cosas ocurren por algo, y en ese momento, durmiendo boca abajo sin poder ejercitarse, inspiró su poemario Gimnasium (2022).
― De acuerdo a la tradición grecolatina clásica, «gymnasium» es el lugar del ocio, donde podías hacer el amor o debatir sobre las artes y crear. Era el espacio de esparcimiento.
Jorge también nos enseña que la escritura es un reto constante y requiere de vivencias que permitan ejercitar la conciencia del autor. A inicios de los años noventa, Eslava convivió por cuatro meses con muchachos que delinquían en Lima, para escribir una novela que tituló: Navajas en el paladar (1995).
― Todos hemos tenido una experiencia difícil y retadora en la vida. Una experiencia durísima que tuve fue hace 30 años, cuando conocí a un grupo de chicos de la calle, chicos llamados por la Sociología de alto riesgo porque son considerados irrecuperables para la sociedad, con un elevado grado de drogadicción, con el cuerpo completamente tasajeado, que provenían de estos hogares destrozados que dejó el Conflicto Armado Interno y estas familias desplazadas, sobre todo, del sur andino del Perú, llegaban a la capital, pobres entre los pobres, y la delincuencia era un camino de sobrevivencia ―manifestó Jorge, recordando a los jóvenes que vendían cigarrillos y chicles en la histórica Plaza San Martín, Plaza Grau y Parque Universitario.
― ¿Y las navajas? ―pensé. Jorge, como adivinando mientras conversamos en la terraza del Hotel Bon Repost, respondió:
― Recuerdo que un día bebiendo cerveza con ellos en una cantina de mala muerte, me contaron dónde tenían las navajas y uno de los chicos, sin utilizar las manos, con la punta de la lengua sacó la mitad de una gillette, de una de las encías y esa imagen, filosa, en una zona tan delicada como la boca fue traumática para mí.
Finalmente, nos recomienda leer a Nietzsche, porque es un filósofo que conecta a los lectores con lo más duro y trágico de la vida. La existencia es eso. Jorge ha leído tanto como ha escrito, por ese motivo, si tuviera que definirlo, lo haría con las mismas palabras que empleó al citar a Vallejo como escritor poliédrico, es decir: Vallejo poeta, Vallejo narrador, Vallejo dramaturgo, Vallejo ensayista, Vallejo periodista. Eslava es múltiple como Vallejo. Un intelectual a tiempo completo.
Se detiene frente a su interlocutor y expresa racionalmente su concepción filosófica del mundo: materialismo dialéctico. El cabello canoso y la casaca negra, marxista recalcitrante a la intemperie con un ventarrón a Alejandro Toledo, imparte sus principios a cualquiera, a quien quiera debatir en medio de la bulla y el smog que asesina los pulmones de los limeños. No impone sus ideas: afila, las expone. La gente (un nutrido caldo de viejitos, estudiantes universitarios, profesores, etc) se aglomera. Dos viejos, uno con gorro, atajan las irrupciones en el diálogo. Un niño que vende marcianos de lúcuma se acerca. Un joven que vende sus libros en el suelo coloca un ejemplar de La madre, otro de Siete ensayos, otro de Qué hacer de Lenin. Quién será ese loco. Una señora venezolana, que pasa vendiendo café, mira con curiosidad, casi riéndose. Discute a la vera del teatro Colón. Habla con cancha, claridad y argumento. Silabea, endulza, cuadra bien sus planteamientos. Entre las luces del crepúsculo, van los taxistas aburridos, los turistas en short, las señoras que llevan a sus hijos de paseo a Jirón de la Unión. Para filósofo callejero todo es mayéutica. Plantea la cuestión de manera tajante: solo hay dos caminos, comunismo y capitalismo, ¿a cuál sigues? Si el contertulio es un recalcitrante idealista, el debate se prolongará con su inevitable ají amarillo en la punta de la cólera y menciones a la lógica de Santo Tomás. Si se trata de un seguidor del nacionalismo incaico se debatirá sobre la lucha de clases en las épocas de Pachacútec. Jaimito no pierde la paciencia. Discute, apela a Adam Smith, Marx, Mao, Lenin, Milton Friedman. Nuestro amigo también es digital: sus vídeos en Youtube alcanzan las doce mil vistas y llegan a más de dos mil comentarios. Le preguntan si para el Comunismo falta mucho, Jaimito afirma que ellos (el poder) están trabajando para que se instaure la Revolución. ¿Y cómo? Reprimiendo a los mercados. Señor, le responden, esa lucha lleva siglos. Sí, pero el propio sistema capitalista crea su destrucción, ¿comprendes? Bien, pueden dejar su Ya Pe en este IQ.
¿Perdió el filo, o todavía no? -También parece un slogan-. Quien domina las imágenes domina el mundo. Es verdad, claro, y parece que casi no sirve de nada saberlo. ¿Y entonces, qué se puede hacer? Si algo muestra Schmeerguntz es lo que esconde la palabra o el concepto ‘ideal’ en las imágenes que nos venden, que nos introducen por todos los orificios, en el estilo de vida que nos ordenan vivir, o desear, sin poder por definición nunca llegar a conseguir; así que la lluvia radioactiva publicitaria si bien puede tener una apariencia paradisíaca (sensualidad apetitosa y cliché) muestra al mismo tiempo lo monstruosa que es. Y por cierto, lo más monstruoso de todo tal vez sea que hemos dejado de sentir la esencia de la monstruosidad en la que estamos metidos. Y eso que quien escribe no intenta ser moralista.
Las imágenes machaconas de una vida irreal incluso para quienes pueden procurársela. Mujeres esbeltas, maquilladas y bonitas, concursantes (a miss lo que tú quieras) como marionetas… Tan dúctiles. La mentira, la operación indesmayable de la reducción de las mujeres a papeles y funciones de adorno y esclavas, de tan escandalosa y grosera, pero de bombardeo abrumadoramente incesante necesitaba contra ella una incisión, un hueco, una disonancia, un respiro de aire fresco, una película collage (casi sientes las tijeras y la goma en varios momentos) que con su aspecto de artesanía inocente, de pequeño mecanismo que rasguña como puede, sea totalmente incisiva, política, y feminista en el mejor sentido posible.
¿Podemos hacer algo para que las imágenes de los mercaderes no nos destruyan? (esos a quienes se cuenta que Jesucristo expulsó por haber convertido al templo de su padre en una cueva de ladrones). ¿O ya estamos destruidos y solo nos dedicamos a contemplar con mayor o menor lucidez nuestra propia destrucción? Alguien irónico replicaría. A nivel de constelaciones de dioses falsos, el cine experimental y/o de vanguardia se reclama como el único y verdadero dios. Idea ridícula, dirán. Pero el cine es un campo de batalla. Si no lo es, es publicidad del poder.
La salida es ser prosaico, crudo, directo, un inodoro, una mujer vomitando, una mujer desnuda con un tampón, bebés cagando y siendo limpiados, imágenes en principio tan inocuas, toman venganza de las otras, mientras seguimos entre embrujados y hartos.
En 2024, Perú cerró el año con una estadística negativa. Indecopi ordenó el bloqueo de más de 400 sitios web que ofrecían ilegalmente contenido protegido, incluyendo películas, series, música y eventos deportivos. Esta medida se enmarcó en la séptima fase de la iniciativa internacional «Operación 404», con la participación de autoridades de Brasil, Paraguay, Argentina y Reino Unido.
Muchos usuarios optan por ingresar a páginas de streaming para ver películas al estilo Netflix o transmisiones de partidos de fútbol de la liga peruana. Sin embargo, la piratería no solo implica la descarga o visualización ilegal de contenido, sino que también expone a los usuarios a serias amenazas cibernéticas, incluyendo la instalación de virus y malware. También existen muchas ofertas de suscripción pirata a plataformas como Netflix, Disney+ o Prime Video, de forma compartida, con un pago mensual o único. En la mayoría de los casos, estas terminan en estafas.
Es común encontrar múltiples botones de «Play» o «Descargar». Algunos de estos botones están diseñados para ejecutar scripts que instalan malware en los dispositivos de los usuarios al hacer clic. Las personas que acceden a contenido pirata no solo enfrentan riesgos legales por infringir derechos de autor, sino también la posibilidad de que sus dispositivos sean infiltrados y utilizados para actividades delictivas sin su conocimiento.
Todo nace del Tribunal Constitucional, convertido en apéndice de las mafias, estos «tribunos de la Cosa nostra» han firmado el acta de defunción de la justicia peruana.
El Tercer Juzgado Colegiado de la Corte Superior Nacional tomó la decisión de declarar nulo el juicio oral contra Keiko y su organización, decisión cuestionable, no solo porque representa una burla a las víctimas de la corrupción, sino que sienta un precedente peligrosísimo para la impunidad en el país.
Su reciente resolución por el caso «Cócteles» que ordena su retroceso a la etapa intermedia, es un golpe devastador para la lucha contra la corrupción y una victoria resonante para las fuerzas del crimen organizado.
La resolución, amparada en supuestas «irregularidades» en la acusación, ignora la montaña de evidencia que vincula a Fujimori y a su presunta organización criminal con el lavado de activos y la financiación ilícita. No se trata de una simple anulación técnica; es una maniobra calculada para dilatar el proceso indefinidamente, enterrando bajo el peso del tiempo la posibilidad de una condena justa. La resolución se apoya en el precedente del caso José Chlimpler, un precedente que, lejos de ser un faro de justicia, se erige como un ejemplo de la manipulación del sistema judicial para proteger a los poderosos.
Es crucial entender que esta decisión no implica la inocencia de Keiko Fujimori ni el archivo del caso «Cócteles». La resolución anula el juicio oral, pero la acusación sigue en pie, la evidencia sigue existiendo, y la sombra de la preesunta corrupción sigue planeando sobre la lideresa fujimorista y su entorno. Intentar presentar esta resolución como una absolución es una manipulación descarada de la verdad. Es una victoria pírrica para las mafias, una victoria que se celebra en la oscuridad, mientras la justicia peruana agoniza.
El Tribunal Constitucional, con la resolución sobre el caso Chlimpler, se convierte en cómplice de la impunidad. Su responsabilidad histórica será inmensa, su legado, una mancha indeleble en la historia del Perú. La lucha contra la corrupción no se detiene con esta resolución; al contrario, se intensifica. La sociedad civil, los fiscales y los jueces honestos deben redoblar esfuerzos para contrarrestar este golpe y exigir la rendición de cuentas de aquellos que se creen por encima de la ley. La impunidad no es una opción; la verdad, sí. La lucha continúa.
Arturo Delgado Galimberdi nos sorprende con este libro sobre la vida, discografía y demás hechos resaltantes en la vida de Paul McCartney (PM). Ya antes ha escrito Karma instantáneo para Jhon Lennon donde nos plantea una ucronía exquisita: Lennon vive y McCartney muere. Eso aparte de otros libros importantes como La Ruptura, una novela corta que trata sobre el padre y Los espejos de infierno, otro texto urbano donde se filtra un manifiesto de vida y que tuvo elogios de Oswaldo Reynoso entre otros destacados escritores.
Esta vez, ADG solo firma como A. G. Galimberti y nos lleva como por un tobogán para mostrarnos al verdadero líder de The Beatles. (Los derechos de autor todavía se siguen discutiendo si se firma Lennon-McCartney o McCartney-Lennon). Tanto así que parece un texto escrito por un fan y no precisamente por un novelista. Pero Galimberti que es versado en el tema, nos demuestra que las cosas no son tan así de fácil. Por algo no ha tenido programa de radio dedicado al rock y ha escrito en su blog La Secta del Ruido y reseñado decenas de artículos sobre el género en diferentes medios periodísticos.
El libro repasa de manera erudita apelando a una amplia bibliografía sobre el tema e incide en esa competencia natural entre los dos másters de The Beatles, incluso después de separarse. Lennon con con Yoko Ono y McCartney con Linda y los Wings. Y las demás grabaciones con otros músicos destacados como Michael Jackson, Stevie Wonder, los exnirvanas o el “The-Ballad-Of-Skeletons”, un poema político de Allen Ginsberg: “El-esqueleto-de internet-dijo:-Cree-mentiras./-El-esqueleto-de-la-publicidad-dijo:-¡No-seas-sabio!”. Así como una discografía completa en las que se incluyen títulos que pirateados por la banda nacional We All Together.
El autor nos recuerda que PM es “un hijo de la clase trabajadora de Liverpool” y le dedica el primer capítulo a ello, pero no hay un capítulo a su nombramiento como “Sir” por parte de la reina Isabel II. Y aunque PM y los Beatles rompieron récords tanto en conciertos como en las listas nros unos; también es cierto que otros músicos más humildes y con menos recursos como, por ejemplo, Dámaso Pérez Prado con su pieza “Patricia” (usado en la Dolce Vita) y otras más estuvo casi 15 semanas en el Hit Parade de Estados Unidos arriba de Elvis Presley y The Beatles.
La asociación Iquitos Cultural junto al consulado de Colombia en la ciudad de Iquitos y la Logia Masónica 5 N° 25, presentó este pasado 30 de diciembre de 2024 un conversatorio con motivo del centenario de la publicación de esa novela de José Eustasio Rivera. Este evento cultural daba apertura a los 161 años de aniversario como puerto fluvial a la ciudad de Iquitos.
La Vorágine es una novela que nos invita a reflexionar cien años después de su primera edición sobre la situación real de nuestras fronteras, cuánto hemos avanzado como sociedad, si el Estado tiene presencia efectiva en estos territorios y si sus habitantes llevan una vida digna con los servicios básicos de agua, desagüe, electrificación, tecnología, salud, educación, entre otros beneficios.
El Dr. Carlos Barreto Vargas, Encargado de las Funciones Consulares del Consulado de Colombia en Iquitos, saludó fervorosamente que se realicen este tipo de eventos que fortalecen los lazos de buen entendimiento y hermandad entre los países de Perú y Colombia. Asimismo, comprometió a las nuevas generaciones a despertar el hábito por la lectura de otros autores como Gabriel García Márquez que también nos habla de este tipo de realidades.
El profesor universitario de Lengua y Literatura, especialista en Crítica Literaria, Dr. Manuel Marticorena Quintanilla, asumió la responsabilidad de hacer un resumen de la obra de José Eustasio Rivera, concluyendo que la forma como está publicada es una imitación a la obra del Quijote de la Mancha ya que el novelista colombiano coincide con Cervantes aseverando que él no escribió la obra, sino que fue Arturo Cova, protagonista de la novela. El autor más que novelista es poeta y en esta obra vamos a encontrar esa calidad poética hermosísima a lo largo de toda la novela. La visión del escritor es inmensurable, se hizo mucha propaganda cuando la publicaron en la Unión Soviética, estigmatizándola como socialista, y no es así, pues tiene una visión enteramente cristiana, comenzando por el aspecto formal, es decir la forma como está escrita. La obra se divide en tres partes: la sierra, la selva y el llano, son tres regiones que pertenecen a Colombia que equivalen a lo que Dante Alighieri describe en “La Divina Comedia” el infierno, el purgatorio y el paraíso; y en esta novela es al revés, comienza con el paraíso y termina en el infierno. El crítico literario Seymour Menton menciona que en diferentes espacios de la novela se encuentran agrupaciones de tres y que ratifica que hubo señal de una visión cristiana.
El Dr. Fernando Bravo Reátegui hizo una breve reseña de la vida del autor de la novela que se empezó a escribir en 1922, indicando que “José Eustasio Rivera nació en un ambiente campestre en Neiva; su niñez fue fecunda ya que abrazó su amor por la naturaleza, tuvo un padre muy correcto, se crió en un ambiente propicio para ejercer su vena literaria; luego, paso a estudiar la Normal en Bogotá, ejerciendo la carrera de profesor, y posteriormente se recibió de abogado. Siendo profesor ocupó cargos administrativos donde quiso innovar cambios y recibió resistencia, esto motivó para que predominara en su vida la profesión de abogado y ahí encuentra una brecha para la política, llegando a ser miembro del parlamento colombiano donde hace escuchar su voz ante los abusos de la clase dominante hacia los más desvalidos, haciendo eco de las denuncias del periodista peruano Benjamín Saldaña Roca hacia la casa Arana en el Putumayo; eso le valió muchos enemigos a tal punto cuando es publicada La Vorágine, es desmerecida por vacíos que argumentaban sus oponentes. Sin lugar a duda, esta novela marca un hito en la literatura latinoamericana porque aglutina una mixtura de géneros como el periodismo, la poesía, la naturaleza, el paisaje, la fotografía, una obra novedosa para la época escrita con un lenguaje elegante, engolado y depurado. Muere muy joven a los 40 años dejando un gran legado para recordar a este escritor con mucha satisfacción que se enfrentó y denuncio al régimen, apoyando y solidarizándose ante esas minorías que estaban rezagadas en la selva, haciendo que tengan voz, eso es meritorio y trascendente”.
José Eustacio Rivera.
El Venerable Maestro Menotti Yáñez Ramírez saludó la presencia de todos los participantes y enalteció lo dicho por el Dr. Marticorena, más aún, cuando se refirió a la carrera de ser profesor; “es una profesión tan venida a menos últimamente, pero sino fuera por los maestros el futuro no estaría garantizado y muchas veces nos olvidamos de ellos, es un honor ser maestro; probablemente, en el estatus profesional de la cultura oriental, precisamente en Japón, el ser maestro está en el pináculo de la sociedad en el lugar más alto porque en ellos se confía el futuro del país sobre todo en los maestros de primaria porque ahí se sientan las bases para el futuro sin desmerecer a los docentes universitarios que también hacen un esfuerzo orientando a la juventud. Esta noche estamos reunidos para celebrar la centuria de la novela La Vorágine, si José Eustasio Rivera pudiera vernos estaría más que regocijado de saber que nos hemos reunido para conmemorar lo que él hiciera un día. Esta novela ha pasado por prohibiciones y creo que a muchos no nos gusta. Cien años después podemos ver que el argumento de la novela sigue siendo tan potente, las denuncias hechas, la defensa del indígena que le generaron grandes conflictos personales como a muchos otros que en la época del caucho levantaron su voz, y para ello cito el poema Enemigo mío del poeta escocés Charles Mackay. El Dr. Marticorena se refirió a una trinidad en la novela a un profundo contenido cristiano: amor, dolor y muerte, trilogías en las cuales me voy a soportar en una trilogía masónica: libertad, igualdad y fraternidad que no es exclusivamente nuestra, sino que muchas culturas la tienen como postulado y José Eustasio Rivera habló de la libertad como facultad natural, habló de la igualdad en una época que era impensable y casi pecaminoso decir que todos debíamos ser iguales y habló de la fraternidad de la necesidad de ser respetuosos, tolerantes unos con otros y solo así haremos de este mundo un mundo mejor; por tanto, quiero desde aquí brindar un fuerte aplauso para don José Eustasio Rivera para que sepa que estamos conmemorándolo sentando las bases de un futuro y un país mejor donde ser libre sea indispensable, donde ser tolerantes y respetuosos sea la consigna permanente y donde ser fundamentalmente iguales porque somos seres humanos y merecemos ese legado para lo que hoy día estamos reunidos. Asimismo, agradezco a la asociación Iquitos Cultural por haber elegido este lugar que muchas veces es visto como cueva de demonios, piensan que la masonería está distante de la sociedad cuando está mucho más próxima a lo que se puedan imaginar, este es un lugar que nos sirve a los masones como punto de encuentro y también para este tipo de eventos que promueven y fomentan la cultura como es la Logia Unión Masónica 5 N° 25 que tiene fecha de fundación el 24 de junio de 1869”.
Hoy, 13 de enero, la Dra. Martha Hildebrandt habría cumplido 100 años. Falleció cuando tenía 97 años. Guardo, de ella, los mejores recuerdos de mi vida laboral. Fui su asesor de prensa durante ocho años en el Congreso de la República, luego que ella me convocara sólo para trabajar tres meses. Y eso, con muchas dudas por ser periodista. Recuerdo aquella mañana en que, a su pedido, me presenté en su casa portando mi hoja de vida que resumía, en 12 hojas, mi experiencia personal. Ya había sido asesor de varios ministros de Estado, jefe de comunicaciones en el Congreso de la República, Presidencia del Consejo de Ministros, director en varios ministerios, periodista en los más importantes medios de información en Lima de los 70 para adelante. Luego de hojear lo que yo consideraba un contundente currículo, se detuvo, cerró el fólder, me miró fijamente y preguntó.
–Oiga, ¿usted sabe escribir?– me dijo.
–Claro que sí, doctora—respondí muy seguro de mí.
–¿Por qué cree que sabe escribir?– inquirió. Vi, entonces, que sus ojos hincaban a los míos con intriga.
–Es que soy periodista—manifesté
–Mierda, entonces usted no sabe escribir– retrucó, deteniendo, por suerte, mi autoelogio que comprendía los cargos que había ocupado como redactor, editor, editorialista y un largo etcétera.
–El lunes lo espero en mi despacho a las nueve. Y gracias por acompañarme sólo por tres meses—dijo, extendiéndome la mano al despedirse. A los dos días de estar con ella comprendí, efectivamente, que no sabía escribir…con el rigor que ella exigía en la redacción y el uso correcto del lenguaje. Me alegré de que no haya podido escuchar mi autobombo y, con el tiempo, los tres meses se extendieron, por decisión de ella, a ocho años, los más productivos para mí y creo que para ella también, porque nos llevamos muy bien, sin correcciones de fondo, a los que sometía todos los días a sus otros asesores, tanto que ellos eran despedidos con relativa frecuencia. Lo que sí no aceptaba es que, le tomaran la delantera, renunciando. Ella los tenía que destituir.
Los asesores le duraban, en promedio, unos meses: eran licenciados por ella y otros, optaban por la hábil retirada para recuperar la paz. Pero, ni aun así, se escapaban del amargo trance del despido. En una ocasión, uno de ellos, formado en la PUCP, decidió marcharse a la semana de haber llegado al congreso. El estilo Hildebrandt no iba con él. Y se fue, como llegó, sin avisar, de puro corajudo. Además, llevaba un apellido aristocrático, como era del agrado de la parlamentaria. Entonces, la Dra. Hildebrandt era presidenta del congreso. Una mañana, en que yo despachaba entrevistas pendientes con ella, pidió a la secretaria llamar al doctor xx. No está doctora, respondió la secretaria. ¿Qué?, ¿dónde está?, indagó la presidenta. Renunció ayer, doctora, ya no vino, explicó la secretaria. ¡Ah, no. Qué se ha creído!. Llame, usted, al abogado y que venga mañana a las nueve, ordenó a gritos. Al día siguiente, nos encontrábamos, algunos asesores, despachando con ella, cuando la secretaria anunció que había llegado el abogado a la hora indicada. Que pase, ordenó. Cuando el renunciante intentaba acercar una silla para sentarse, la doctora lo detuvo en seco: así nomás, dijo. No es necesario que tome asiento, señaló, moviendo los dedos de izquierda a derecha y viceversa ¿De manera que, usted, renunció al trabajo?, continuó. Y antes de escuchar la respuesta, en medio de un sepulcral silencio, su voz retumbó: sepa, usted, que a mí nadie me renuncia. Soy yo quien decide cuándo se va. Está, usted, despedido. Puede retirarse, sentenció, moviendo los dedos de atrás para adelante. Martha Hildebrandt no aceptaba que otros decidan por ella.
Hoy que la recuerdo, me viene a la memoria tantos hechos que, convertidos en anécdotas, me hacen sonreír con gratitud. Fue una intelectual brillante, reconocida por el mérito de sus investigaciones en los principales foros del mundo. Su labor académica fue reconocida con distinguidas menciones. Premio Nacional de Cultura en 1949, Premio Nacional de Ensayo en 1961, Premio Nacional de Fomento a la Cultura Javier Prado en 1969. Orden de las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta en 1999, Medalla de Honor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el grado de Gran Cruz, Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú en el grado de Gran Cruz, Condecoración Orden Cultural Andrés Bello de Venezuela, Condecoración Orden al Mérito Cultural de Polonia. Dirigió el Instituto Nacional de Cultura en el Perú, fue subdirectora general de la UNESCO y congresista de la República en varios períodos, además de autora de numerosos libros de su especialidad, en el campo de la lingüística y de la cultura y mejor paro de contar.
El cineasta Christopher Nolan, estudió literatura antes de sumergirse en el mundo del cine, de ahí nacería su exigencia por el desarrollo de los guiones. Su filme Interestelar que acaba de cumplir 10 años, es un viaje épico entre agujeros negros y ecuaciones gravitacionales. A pesar de que ha pasado una década de su estreno, su película sigue emocionando y cuestionando las relaciones humanas y la fragilidad de nuestra existencia.
Con su estreno en el 2014, Interestelar logró que masivamente el público se haga preguntas filosóficas y científicas, pero también abrió algunas heridas como la del llamado padre ausente. En el filme, a través de los años, la ausencia del padre se convierte en un vacío que Murph intenta llenar con ciencia, ira y, finalmente, perdón. En este sentido, Nolan nos recuerda que el tiempo es una fuerza implacable que puede golpear los lazos más fuertes, pero también puede sanar heridas cuando se atraviesa con amor.
La película plantea preguntas sobre la naturaleza del tiempo, la gravedad, la posibilidad de vida más allá de nuestro planeta y sobre las emociones humanas: ¿qué estamos dispuestos a sacrificar por aquellos que amamos? ¿Cómo lidiamos con la pérdida y la ausencia? ¿Qué nos motiva a seguir adelante cuando todo parece perdido?
En el aspecto científico, Interestelar ha seguido siendo relevante. La representación del agujero negro Gargantúa se basó en cálculos del físico Kip Thorne, asesor de la película y ganador del Nobel en 2017. Con el tiempo, los avances en astronomía han confirmado la precisión de varios elementos del filme, aunque algunas cuestiones siguen siendo materia de debate. ¿Es posible realmente viajar a través de un agujero de gusano? ¿Podremos algún día manipular el tiempo y la gravedad a nuestro favor? La ciencia avanza, pero las grandes preguntas aún siguen sin respuesta.
Una década después, Interestelar continúa siendo una obra que nos obliga a mirar más allá del horizonte y a reflexionar sobre nuestro lugar en el universo. En un mundo donde la tecnología y el conocimiento avanzan a pasos agigantados, la película nos recuerda que, en realidad, seguimos siendo niños explorando el desconocido infinito.
Al final del filme Murph está feliz de que su padre (Cooper) regresó peroella le dice que se vaya de todos modos, diciéndole que “Ningún padre debería verse obligado a ver morir a su propio hijo”.