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Cultura

Jorge Eduardo Eileson: nudo y desnudo

Una crònica de Eloy Jàuregui

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1.

A Jorge Eduardo Eielson apenas le quedaban 30 mil Euros esos días finales del 2005. En su casa de la isla de Cerdeña, en Italia, su existencia era como siempre, serena y muy apacible. Sus amistades del pueblo de Barisardo, entre las montañas sardas y el mar calmoso, sabían no obstante que el cáncer que padecía era irreversible y que ya no lo volverían a ver. Plácido Deplano, su carpintero y amigo cuenta que lo tuvo que cargar al barco que lo trasladó a Milán. “Pesaba un poco más de 30 kilos y ya no podía caminar”, me cuenta. Eielson supuso que con ese dinero le quedaba para un mes de hospitalización en la clínica milanesa y cuando calculó exactamente su muerte, entonces recién aceptó que lo internen. Ya era tarde, Eielson falleció el 8 de marzo del 2006 pero se fue de este mundo sin deudas, en medio de sus increíbles nudos, desnudo como había llegado.

Detrás del río y entre los árboles, Jorge Eduardo Eielson me espera ahora entre los promontorios de pinos y olivos. En medio del Mar Mediterráneo, en la isla de Cerdeña, Italia, está su morada. En el pabellón donde yace, su lápida es la más sencilla. Apenas su nombre y las fechas: 13 4 1924 – 8 3 2006. Luego dos versos: “e soltanto la mia cenare / che riserca la tua cenere”. Traducido: “Y sólo mis cenizas / para buscar sus cenizas”. Más allá, el mausoleo familiar de su amigo, el artista Michele Mulas. Luego solo el silencio, la eterna soledad del infinito. Me he demorado casi un mes para llegar a sus dominios y al fin lo encontré, siempre sereno, siempre tranquilo, con la dignidad de los genuinos creadores.

Eielson, luego de obtener en Lima el Premio Nacional de Poesía en 1945 cuando tenía 21 y al siguiente año, el Premio Nacional de Teatro, con sus amigos, Sebastián Salazar Bondy y Javier Sologuren, editaron un libro fundamental, la antología La poesía contemporánea del Perú, (Lima, 1946). Eielson en ese tiempo asistió a la Academia de Bellas Artes de Lima, gracias a la amistad con el director, el artista Ricardo Grau, quien al mismo tiempo lo desanimaba a seguir una carrera académica. Esto, ocasionó y para darle razón, que un año luego y junto a Fernando de Szyszlo, expusiera en la única galería de Lima, una muestra personal que evidenciaba su talento. Dibujos, acuarelas, óleos, construcciones en madera quemadas, objetos surrealistas, y ‘mobiles’ de metales en forma de espirales, explicaban que Eielson era un artista fuera de lo común. Un hombre que con sus 22 años había convulsionado el ambiente intelectual de Lima.

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Eloy Jáuregui en el cementerio de Barisardo en Cerdeña junto a la tumba de Eielson y su amigo sardo Plácido Deplano.

2.

El pueblo de Barisardo apenas aparece en los mapas y se ubica entre las montañas de la provincia del Nuoro y Gardalis en Cerdeña. En el verano está a un tris de ser el mismo paraíso porque al fresco de su clima hay que sumarle su río diáfano y más allá el mar calmo y transparente. Treinta años antes, Eielson decidió instalarse en la casa de su amigo Michele Mulas quien era natural de esa zona privilegiada. Para ello convirtieron la vieja casona familiar en una verdadera casa factoría donde cada uno fijó su atelier con techos muy altos y enormes ventanales que atrapaban los paisajes de aquel lugar de ensueño. Un sendero entre las viñas, olivos, robles, almendros, cerezos, naranjos, y una gran variedad de flores silvestres y yerbas perfumadas, lleva a la carretera que comunica la casa con el pueblo a menos de diez minutos y que colinda con el balneario de Tortolí, todo en medio de un silencio apacible donde solo se oyen, de tanto en tanto, las gotas de lluvia esmaltando el paisaje.

Limeño. Eielson antes que peruano fue un limeño de aquellos de ralea con la fatalidad de no tener familia. Su padre, un norteamericano de origen escandinavo, se marchó al año de haber nacido Jorge Eduardo y a su madre no se le ocurrió otra idea de argumentar que se había muerto. Antes de los siete años, se cría en el seno de una familia de clase medio no ajeno a los conflictos con sus parientes pero muy pegado a las tendencias artísticas. Así, aprende piano y dibujando todo su entorno al carboncillo. Ya maduro reconoció que había asimilado cuatro culturas, la española, italiana, sueca y nazca. En eso fue distinto. Eielson, repito, era limeño, pero tuvo la fortuna de ser alumno de José María Arguedas quien lo inició en el conocimiento de las antiguas culturas peruanas, más que ignoradas, soterradas por la cultura oficial anti indigenista. Aquello lo salvó.

No me asombra que Eielson sea reconocido y celebrado en Italia mucho más que en el Perú. Antes, solo dos cineastas peruanas habían llegado a la casa de Cerdeña. Patricia Pereyra quien en el 2005 realizó el filme “Eielson des-nudo” (estrenado recién en el 2014) y Gaby Yepes, autora meses más tarde del documental “Vivir es una obra maestra”, lamentablemente sin lograr entrevistar en cámaras a Eielson porque éste ya estaba muy enfermo, falleciendo días después. No obstante, ambos documentos fílmicos son invalorables porque en ellos podemos ver a un Eielson artista, tierno y genial. Luego, otra vez solo el silencio entre Milán y Barisardo.

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Eloy Jáuregui y la poeta y profesora uruguaya Martha Canfield quien hoy dirige el Centro de Estudios Eielson de la Universidad de Florencia. 

3.

En 1948 Eielson viaja a París con una beca del gobierno francés. Allí vivió la efervescencia intelectual de la posguerra porque era habitúe del Barrio Latino contagiado de la agitación existencialista y, junto a otros artistas y escritores, coincidiendo en que la Ciudad Luz era el centro de la cultura universal y el foco de toda ejercicio de creatividad. Luego obtiene otra beca, la de Unesco y se traslada a Ginebra donde modifica su forma de escribir por un texto en un espacio visual o de espacio teatral. En 1951, con el poeta Javier Sologuren, viajan a Italia. Ya en Roma, Eielson entiende, que había encontrado la tierra de su elección y decide quedarse a vivir en territorio italiano hasta el fin de sus días.

Para llegar a Cerdeña primero visité lo que fue su casa en Milán, en la vía Stampa 4, cerca de vía Torino y no lejos del Duomo milanés. El piso está alquilado ahora y solo quedan los recuerdos. Luego contacté con quien es su vigilante, amiga y protectora, la poeta y profesora uruguaya Martha Canfield quien hoy dirige el Centro de Estudios Eielson de la Universidad de Florencia. La sorpresa fue de ellos, que un peruano esté interesado en una investigación sobre los últimos días de Eielson en Italia. Debo confesarlo, aunque el viaje fue difícil y caro, en cambio el afecto de tantos amigos del artista peruano me ayudaron a sortear algunos obstáculos que genera trabajos de esta clase.

En esas semanas también, otro de los peruanos interesados en la obra de Eielson, el poeta y editor Víctor Ruiz Velazco, junto a la Dra. Canfield habían publicado en Lima para Lustra editores, el tercer tomo de la obra reunida Poesía escrita bajo el título Poeta en Milán (de antes son los volúmenes de Poeta en Lima y Poeta en Roma), un trabajo necesario para conocer definitivamente la obra poética de Eielson. Paradójico resulta comprobar que a él no le gustaba la etiqueta de poeta a lo que replicaba: “Yo solo soy un trabajador de la palabra, de la imagen, del color y del espacio”.

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4.

Cuando uno le pregunta a Martha Canfield cómo eran esos últimos días de Eielson en Milán ella afirma: “Pese a que estaba muy enfermo, encontró a una señora peruana que era una experta como trabajadora del hogar. Ella le devolvió la alegría porque Jorge Eduardo andaba triste y no quería curarse. La señora le agarró un cariño especial e incluso le hacía las compras de la casa. Pero hubo otro detalle, ella conocía un mercado donde vendían productos peruanos. Entonces le preparaba postres como Arroz con leche y todas las mazamorras a base de chancaca. Parece mentira, aquello le hizo renovar sus recuerdos de la cocina peruana, y así fue como empezó a sentirse un poco mejor y a comer bien otra vez”.

Desde que Eielson partió a Europa en 1948 solo regresó a Perú y brevemente en tres oportunidades. Sin embargo jamás aceptó ser un ciudadano italiano aunque bien se lo merecía. Mi investigación en Cerdeña ha posibilitado algunas hipótesis de este conflicto con el Perú. Que como le contó a Julio Ramón Ribeyro –otro desarraigado–, no tenía muy buenos recuerdos de su vida en el Perú. Lo alentaba sí el tener algunos buenos amigos, y se acordaba de Javier Sologuren. A otros les decía que no regresaba a su patria por los malos recuerdos, que su padre lo haya abandonado y que lo hayan dado en adopción. A Patricia Pereyra le confesaría: “porque simplemente no tengo a quién visitar” y finalmente, y lo digo yo, porque detestaba ese maledicencia limeña y la opresión que imperaban en la capital.

Hace más de diez años que murió Eielson pero su obra y su vida son de tal dimensión que parecería que sigue vivo. Para muchos es tan genial como César Vallejo y para otros, falta mucho para entender su arte magistral. En Barisardo, el pueblito en la isla de Cerdeña, los vecinos guardan como tesoros, las pinturas y esculturas que Eielson les obsequiba como muestra de sus afecto. Placido Deplano me cuenta que no solo era un esteta a la hora de la creación artística sino que cocinaba como los mejores chefs. Sus platos en base de pescado y mariscos –a los que añadía hierbas y aliños propios de la cocina peruana— todavía se extrañan. En realidad, en Barisardo, Eielson es un héroe. Un personaje llegado desde ese remoto país llamado Perú y que los lugareños todavía no se explican pero que aman porque para ser amigo, Eielson también fue genial.

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TRES POEMAS

Ceremonia solitaria bajo la luz de la luna

La masturbación es un caballo blanco

Galopando entre el jardín

Y el baño de mi casa

La masturbación se aprende

Mirando y mirando la luna

Abriendo y cerrando puertas

Sin darse cuenta que la entrada y la salida

Nunca han existido

Jugando con la desesperación

Y el terciopelo negro

Mordiendo y arañando el firmamento

Levantando torres de palabras

O dirigiendo el pequeño pene oscuro

Posiblemente hacia el alba

O hacia una esfera de mármol tibio y mojado

O en el peor de los casos

Hacia una hoja de papel como ésta

Pero escribiendo tan sólo la palabra

LunaEn una esquina

Pero sobre todo

Haciendo espuma de la noche a la mañana

Incluidos sábado y domingo.

Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

Penetro tu cuerpo tu cuerpo

De carne penetro me hundo

Entre tu lengua y tu mirada pura

Primero con mis ojos

Con mi corazón con mis labios

Luego con mi soledad

Con mis huesos con mi glande

Entro y salgo de tu cuerpo

Como si fuera un espejo

Atravieso pelos y quejidos

No sé cuál es tu piel y cuál la mía

Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo

Tu sangre brilla en mis arterias

Semejante a un lucero

Mis brazos y tus brazos son los brazos

De una estrella que se multiplica

Y que nos llena de ternura

Somos un animal que se enamora

Mitad ceniza mitad latido

Un puñado de tierra que respira

De incandescentes materias

Que jadean y que gozan

Y que jamás reposan

En el corazón del otoño

Este taller dorado, señora,

Si usted suelta sus cabellos,

Su corsé, sus abundantes senos,

Arderá.

La Muerte vestida,

Calavera de viejo sombrero,

Con plumas de pato en la nuca,

Vendrá, si usted llora, señora,

Desnuda en el bosque, si llora.

Hermosa señora, qué viento,

Qué viejo ya el día, las flores,

La cera y el vino, sus ojos, señora.

Este taller dorado, señora, es el otoño.

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Cultura

Día Internacional del Libro 2025: en promedio, menos de dos libros al año lee un peruano

Este 23 de abril se celebrará importante fecha en distintos países del orbe y en comparación con otros países de la región estamos muy por debajo en lectura.

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Uno de los inventos más grande de la humanidad no requiere de electricidad, ni de modernas tabletas, y tampoco del pago de una suscripción, solo sostener en sus manos aquellas hojas que conforman una historia fascinante, misteriosa, reveladora o sumamente intrigante.

Cada libro es una historia diferente, puede que el tema sea el mismo, pero la manera y estilo de escribirlo, y sobre todo de imaginar cómo se desarrolla la trama, hace que ninguno de ellos sea idéntico. También influye la etapa en que lo leamos, ya sea de muy jóvenes, ya adultos o en nuestros años otoñales.

En épocas de inteligencias artificiales, mega computadoras, plataformas que encadenan a las personas a deslizar su dedo de abajo hacia arriba, los libros han quedado relegados en algún rincón de la casa. Ya pocas personas se toman el tiempo de ‘desconectarse’ de la vorágine del mundo entrampado a un enchufe y una conexión a internet; podría calificarse como ‘rara avis’ a aquellas personas (hombres, mujeres o niños) que están en la calle concentrados en algún capítulo de su novela favorita.

A propósito del Día Internacional del Libro a celebrarse este miércoles 25 de abril, cabe recordar que menos del 50 % de peruanos ha leído un libro, según la Encuesta Nacional de Lectura (ENL) realizada en el año 2022, teniendo como universo de encuestados a personas entre los 18 y 64 años.

En estricto, de acuerdo a las cifras arrojadas por la ENL, el peruano en promedio lee 1.9 libros al año, cifra sumamente baja a comparación de otros países en la región. Por ejemplo, en Argentina sus ciudadanos leen 6.4 libros año, de acuerdo a la Cámara Argentina del Libro. En tanto, en Brasil se lee 4.7 libros. Nuestro vecino país de Chile lee en promedio 3.9 libros al año, de acuerdo a data recabada por la Biblioteca Nacional de Chile.

Nuevas generaciones optan por los contenidos digitales. Foto: Gobierno del Perú.

Factores del bajo nivel de lectura en el Perú

Una crítica que se tiene que realizar a todos los padres de familia es el no acostumbrar a sus hijos a coger un libro en su tiempo libre, optando por entregarles un celular para su distracción lo que hace que a la larga se pierda el hábito de la lectura de manera voluntaria.

Otro de los factores es la aparición de distintos medios digitales. Los peruanos se han ‘mal acostumbrado’ a leer solo las portadas y un poco de texto, desechando cualquier otro tipo de información más detallada.

Y cómo no soslayar el hecho de los altos precios de algunos libros, espantando a muchos ciudadanos de querer adquirirlos. Cabe recordar que nuestro país es mayoritariamente informal y acceder a un libro, ganando solamente el sueldo mínimo, puede representar un gasto considerable en la economía de una persona.

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Cultura

Mariana Enríquez: «El Papa era el poderoso más compasivo»

«Una cosa que sí me enseñó Francisco fue a bajar diez cambios con el anticlericalismo» la escritora argentina Mariana Enríquez se despide del Papa Francisco en sus redes con un mensaje de una agnóstica que deja de lado el orgullo y reconoce que hay puntos de encuentro y aceptación en las discrepancias que el magisterio de Francisco dejó. Tal vez aquí empieza el milagro.

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Recientemente vimos un post en la cuenta de la escritora argentina Mariana Enríquez que no pudo dejar de sentir la muerte de Francisco como algo propio:


«Una vez, o dos, lo vi cuando era arzobispo de Buenos Aires en el subte E yendo para la villa. No me caía bien entonces: Jorge Bergoglio tuvo posiciones cuestionables. Cuando lo anunciaron como Papa me asusté. Con los años no me hice más ni menos católica, pero si me di cuenta de que se convirtió en un enorme líder y un buen pastor para sus fieles. Gente que jamás hubiese imaginado que podría siquiera respetar a un Papa le tenía afecto. Me incluyo. Solo conozco las acciones más visibles de su pontificado, porque no me pasé estos años prestando atención: no soy religiosa. Pero me da mucha pena su muerte y me da orgullo que haya sido alguien como Francisco el primer papa de América Latina. Se que estaba en contra de muchas cosas que me parecen elementales, pero está bien, no le pido a la Iglesia que vaya en contra de su doctrina, es un capricho eso. Sí me acuerdo que su primera misa fuera de Roma fue en Lampedusa y habló de los migrantes, una situación que sigue igual y que permanece bastante afuera de la conversación pública. Una vez, en Roma, en una heladería, se dieron cuenta de mi acento, gritaron «como el Santo Padre» y me regalaron un gelatto BENDECIDO. ¿Qué es esa pavada de ahora, de que hay que hablar del muerto y no de uno? ¿Cómo se hace eso? Esas son las necrológicas y las hacen los profesionales. Habrá muchos, espero, que puedan escribir sobre Francisco y dimensionar su figura. Lo normal es recordar lo personal, qué más vamos a hacer, y más aún en la despedida de un gran hombre. Me alegra por él y por los creyentes que haya podido dar la bendición de Pascua en la Plaza. Una cosa que si me enseñó Francisco fue a bajar diez cambios con el anticlericalismo y ser tolerante con los demás, con su fe y sus contradicciones. Los agnósticos somos muy arrogantes y nos creemos por encima del barro humano, a veces. Esta foto del Vaticano en la pandemia es mi favorita. Y ahora CONCLAVE: que DÍAS por delante. Espero que sea mejor que esa película horrenda que le gustó a todo el mundo. Un gran abrazo a mis amigos católicos y a todos los que sentimos que el Papa era el poderoso más compasivo y con más criterio de este Occidente».

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Cultura

Mario: una leyenda

Lee la columna de Alexander Campos Soto

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Conocí a ese señor por mi papá. Vivíamos lejos de la ciudad, en medio de unas colinas que tocaban el paraíso. Y solo los fines de semana íbamos al pueblo por suministros. A mí me gustaba ir, sobre todo, por las películas que pasaban en televisión abierta los sábados y domingos después del mediodía. Y siempre me llevaba alguna sorpresa. Mi hermano Haya —quien vivía con los abuelos— me esperaba en la puerta, corría hacia mí y sacaba de adentro de su polo (holgado como esos que usan los jugadores de béisbol) un VHS. Le he robado a doña Dorila…, me decía riéndose. Doña Dorila era una señora flaquita, de cabeza pequeña como la de un gorrión, y temperamento de hierro. En su casa, estaba nuestro Cinema Paradiso. Ella vendía y alquilaba películas en VHS y, desde luego, las que nos gustaban tratábamos de hacerle olvidar y, rara vez, se la devolvíamos.

En uno de esos fines de semana, papá cogió su carcacha y fue al pueblo sin nosotros. Recuerdo que me enojé mucho pues la semana anterior habían anunciado una película sobre un perro gigante que volaba. Y ya no la podía ver. Entonces, mamá me llevó hasta la casa de la familia Sánchez Quiroz (los únicos que tenían paneles solares en sus techos de teja); pero una lluvia intensa, acompañada de granizo, hacía bailar a la antena parabólica y era imposible terminar de ver la película. La pantalla se veía como bolitas de granizo que estaban golpeando sobre los vidrios de las ventanas.

El lunes, por la mañana, escuchamos la carcacha de papá estacionarse en el patio de la escuela. Yo no lo quería ver, por supuesto; pero Coco, mi otro hermano, se levantó de su cama y fue corriendo a su encuentro. Escuchaba su voz y la voz de mi mamá y la de mi hermano pequeño diciendo: ¿Me has traído el rompecabezas del hombre araña? Y papá se lo entregó y él llegó hasta mi cuarto y me decía: ¡Mira lo que me han regalado! Y bailaba dando vueltas de alegría.

Fui a comer y papá seguía en la mesa. Y cuando me vio, me dijo: Para ti, he traído el mejor regalo. Está ahí, en esa caja. Era una caja pequeña, aún más pequeña que una caja de zapatos de los que él compraba. Inmediatamente, sentí una ligera exaltación. Me había dicho que, si ese año aprendía a resolver una raíz cuadrada, me compraba un minitelevisor, de esos que funcionaban a pilas y tenían la pantalla pequeña, casi como de unas gafas de sol. No podía ser otra cosa; mi sueño se había hecho realidad. Abrí la caja apresuradamente y encontré, en vez de un minitelevisor, un libro de carátula blanca con la fotografía y el nombre de ese señor. Seguí buscando y había más libros parecidos. Entonces, miré a papá y le dije sorprendido: Pero, yo pensé que era el minitelevisor. Y papá, muy sereno, me dijo: Sí, de alguna manera, lo es. Si lees con cuidado y te concentras bien, esas páginas se van a transformar en imágenes, en colores, en voces, en sensaciones; y las podrás ver más claras y reales que las del televisor. Y, ¿dónde las podré ver?, le dije. Enseguida, respondió: Dentro de tu cabeza. Además, puedes tú participar en la historia. Pero, ¿cómo?, le dije. Arreglándola a tu modo, así como de los dramas que inventas con tus compañeros o los cuentos que mamá te leía de más pequeño. Y mamá dijo: ¿Te acuerdas de Ernesto, el niño que andaba a caballo con su papá y era huérfano de madre? Claro que me acuerdo, mamá: el que asistía a un internado y lo cuidaban unos curas. Mamá asentía con la cabeza. ¿Y recuerdas, también, que creábamos otras cosas sobre Ernesto?; que tenía mamá y papá y hermanos y amigos que lo querían. Sí, claro; me acuerdo, mamá. ¿Y quién las inventó? No lo sé, le dije. Y luego, ella pronunció su nombre: Arguedas. Sí, él; claro, mamá. Y ahora, ese señor que ves en las carátulas de esos libros hace lo mismo, inventa muchos Ernestos. Y luego, me alcanzó un libro: Los cachorros, de Mario Vargas Llosa, ese hombre entrecano de mirada seria e imperturbable.

Desde entonces, Mario, me has acompañado toda la vida. Te conozco más de lo que tú crees. Tú no me has visto crecer porque estabas demasiado ocupado pensando sobre este desafortunado país en cual nos tocó nacer. En cambio, yo sí te he visto andar como actor de cine, llevando el nombre del Perú por todos los confines de la tierra; andando como un sol entre las élites académicas más importantes del mundo; diciendo el Perú existe, yo soy el Perú. Y, en verdad, lo eres. Has dado luz al mundo a través de tus historias. Me alumbraste en la etapa más triste de mi vida porque, en algún momento, en mi sueño más irrealizable, quise ser como tú. Pero, un amigo de Arequipa —que te quiere tanto o más que yo— me dijo: Mario solo hay uno. Y aterricé en la realidad.

                Y te cuento, brujo de las palabras, que fue papá quien me hizo conocerte. Y también, hace un par de horas, fue papá quien entró a mi cuarto, con celular en mano y me dijo: Vargas Llosa ha muerto. Lo primero que se hace frente a la incertidumbre es no creer, que es algo imposible que el Perú haya muerto. Y, desde ahora, es demasiado triste saber que ese sol ya no nos alumbra. Saber que ya no te podemos buscar para mirarte desde lejos por los malecones de Barranco o Miraflores. Y Orlando, con sus dos metros de estatura y señalando con su dedo índice a tu casa, ya no me podrá decir: Hoy, veremos a Mario. Pero nunca nos acercamos. Te respetábamos mucho y también sabíamos que el sol nos puede quemar.  Ahora, todos los peruanos —aquellos que fueron tus críticos y nosotros, los devotos— quisiéramos ser cómo tú, Mario: ¡una leyenda!

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Cultura

Mario Vargas Llosa falleció en Lima

Su familia confirmó su deceso.

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La literatura hispanoamericana ha perdido a uno de sus más grandes exponentes. Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista, polemista y Premio Nobel de Literatura 2010, falleció este domingo en Lima a los 89 años, según informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana. Su muerte cierra un capítulo trascendental de la narrativa en español y deja un vacío imposible de llenar.

Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa fue un autor universal. Desde sus primeras obras como Los jefes y La ciudad y los perros hasta su despedida con Le dedico mi silencio, su producción literaria moldeó el imaginario colectivo de generaciones de lectores. Dueño de un estilo poderoso y de una inteligencia feroz, supo retratar los entresijos del poder, la violencia y la resistencia con una lucidez pocas veces vista en la literatura contemporánea.

No solo fue novelista, sino también un intelectual en el sentido más clásico: comprometido, activo y provocador. Desde su tribuna en la prensa, como su recordada columna Piedra de Toque en El País, abordó con valentía y convicción los grandes debates de su tiempo, sin temor a contrariar sensibilidades ni a polemizar con sus propios lectores. Fue, hasta el final, un defensor apasionado de la libertad individual, aún a costa de las críticas que sus posturas políticas —liberales en lo económico, progresistas en lo moral— le granjearon.

Su partida, según sus hijos, será despedida en la más estricta intimidad, como él mismo lo pidió: sin ceremonias públicas, con la serenidad que caracterizó su madurez. “Deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, dice el comunicado. Y no hay frase más certera. Vargas Llosa ya era inmortal mucho antes de morir.

Obras como Conversación en La Catedral, La casa verde, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo consolidaron una carrera marcada por el rigor narrativo y la ambición temática. Fue parte del célebre boom latinoamericano, junto a Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, pero también un autor que se distanció de modas, que evolucionó hacia nuevos territorios sin perder la fidelidad a su esencia: contar la verdad a través de la ficción.

El Nobel, que muchos creían esquivo por razones ideológicas, le fue otorgado en 2010 por su “cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Recibió también los más altos honores literarios: el Cervantes, el Rómulo Gallegos, el Príncipe de Asturias, el Planeta. Fue miembro de la Real Academia Española y, desde 2021, inmortal de la Académie Française. Su ambición no fue solo literaria: aspiraba a incidir, a influir, a incomodar.

Quiso ser presidente del Perú y perdió. Escribió sobre dictaduras, corrupción, historia y pasiones privadas con idéntica intensidad. En El pez en el agua, sus memorias, relató tanto su educación sentimental como su derrota política, con la honestidad de quien entiende que todo, incluso el fracaso, forma parte de una obra mayor.

Su vida fue una novela en sí misma, atravesada por amores, rupturas, amistades rotas (como la célebre con García Márquez) y pasiones ideológicas. Pero nunca se convirtió en estatua, como temía. Siguió escribiendo hasta el final, como si la literatura fuera una forma de derrotar a la muerte.

En su discurso del Nobel afirmó que “la lectura inocula la rebeldía en el espíritu humano”. Vargas Llosa fue, hasta el último aliento, un rebelde que eligió la palabra como su arma más poderosa. Y como los grandes escritores, vivirá mientras lo lean. Ha muerto el hombre; queda el legado.

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Cultura

Francisco de Zela, una cuestión pendiente con Panamá ¿Es hora de repatriar su cadáver­?

Hay algo que Dina Boluarte debería hacer, y es lo que hizo el alcalde del Cusco con la repatriación simbólica del hijo de Tupac Amaru, y es traer de vuelta a Francisco de Zela, prócer que murió en una cárcel de Panamá.

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La leyenda cuenta que el 28 de julio de 1821 moría en una oscura cárcel en Panamá el prócer de la patria Francisco de Zela. Aunque en la década de 2010 el entonces embajador de Perú en Panamá, intentó buscar los restos del prócer, esto de manera autónoma y sin apoyo de la Cancillería peruana, las circunstancias resultaron en su momento infructuosas. Cabe mencionar que es muy probable que Zela en condición de traidor a la madre patria fuera enterrado en una fosa común. Cabría esperar del actual gobierno una búsqueda más infructuosa de dichos restos o al menos repatriar simbólicamente a Zela como se hizo con el hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas recientemente. No debemos olvidarnos que el grito de Zela en Tacna fue el primer grito de independencia en Perú desde el grito ahogado en sangre de Tupac Amaru, esto en 1811. Grito que fue condenado en una mazmorra realista en Panamá.

Un héroe olvidado

Zela fue después de Tupac Amaru el primero luego de treinta años de silencio en lanzar el primer grito libertario del Perú en la ciudad de Tacna el 20 de junio de 1811. Eso lo hace meritorio de ser considerado el líder de la primera insurrección armada por la independencia del Perú. Su rebelión de Tacna estuvo en estrecho contacto con la Revolución Argentina, que se inició en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. Si bien los argentinos enviaron un ejército a la Provincia de Charcas (Bolivia), al mando del general Antonio González Balcarce y del abogado (¿Quién envía a un abogado?) Juan José Castelli. Los rioplatenses enviaron proclamas a varias ciudades del sur del Perú, invitándolos a continuar con la revolución.

Zela, tal vez apresuradamente fue el primero en responder y en un «Bando al pueblo de Tacna» declaró su adhesión a la Junta de autogobierno de Buenos Aires y su fidelidad al rey de España, de acuerdo con la posición de la Junta (recuérdese que Fernando VII estaba apresado por Napoleón y en España reinaba José Bonaparte que no era reconocido ni por los españoles americanos ni por los peninsulares) y pretende asumir la jefatura político-militar de la plaza militar imponiéndose él mismo el título de «Comandante Militar de las Fuerzas Unidas de América». 

Zela quien tuvo un apoyo tanto de criollos, mestizos e indígenas, como es el caso del cacique de Tacna, Toribio Ara, y el cacique de Tarata y Putina, Ramón Copaja. No obstante, su insurrección no tuvo éxito.

Derrotado a causa del fracaso de la campaña de los rioplatenses que fueron aplastados por los realistas en Charcas se vio finalmente apresado por los españoles.

Así los principales dirigentes de la rebelión fueron sometidos a juicio, entre ellos Zela, quien fue llevado a Lima. Allí, gracias al nepotismo (algunas costumbres no cambian), es decir las influencias de su familia y a la mediación (compadrazgo) de importantes personajes se le conmutó la pena de muerte por la de encierro perpetuo en el morro de La Habana. No obstante, se consiguió modificar aún más la sentencia: una pena de diez años de presidio en la cárcel de Chagres, en Panamá, y terminados éstos, expatriación perpetua. Su prisión en Lima duró cuatro años y en 1815 fue trasladado a Panamá. Afectado por el clima tropical y las duras condiciones de su encierro, falleció algunos años después, en 1819. Una versión muy difundida que más huele a leyenda romántica afirma que su fallecimiento se produjo el 28 de julio de 1821, el mismo día de la Proclamación de la Independencia del Perú. Lo cierto es que murió en 1819, un 18 de julio, a la edad de 50 años.

La búsqueda del cuerpo del prócer

Allá por la década del 2010, el embajador de Perú en Panamá, Guillermo Russo Checa recordó la historia de Zela y se propuso encontrar sus restos. Sin instrucciones ni directrices o apoyo de Torre Tagle, buscó por las iglesias de Panamá y entré archivos donde podría descansar los restos del héroe. Consultó incluso con el entonces presidente de Panamá, el locuaz y alangarciesco presidente Martinelli. Finalmente, y tomando en cuenta que en su condición de traidor a la corona muy probablemente Zela fuera enterrado en una fosa común, hubo de parar sus investigaciones. No obstante, en un parque de Panamá se rindió homenaje a la memoria del héroe a través de un busto que recuerda al paseante distraído que en algún lado de Panamá todavía duerme el ilustre tacneño que espera el retorno a su patria libre.

Considerando la reciente repatriación simbólica al Cusco desde Madrid, del hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas, es momento, aprovechando la visita del presidente Mulino en Perú, de recuperar los restos, aunque sea simbólicamente de Zela. Es momento que Zela regrese al Perú independiente tal y como un día de 1811 soñó.

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Cultura

La princesa Gominola

La nueva tragicomedia escrita por Helen Hesse.

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Tras años de ausencia, Alejandra regresa al Perú con un único propósito: recuperar a su hijo Santi, a quien dejó al cuidado de sus abuelos cuando apenas tenía 7 años. Lo que parecía una sencilla reunión familiar se convierte en un escenario cargado de emociones, secretos y revelaciones inesperadas. En una cena familiar donde los recuerdos y las emociones están a flor de piel, una dolorosa verdad saldrá a la luz, ¿será capaz Alejandra de reconstruir lo que perdió?

“La princesa Gominola” es una tragicomedia escrita por Helen Hesse y forma parte de una serie de tres obras breves que forman parte de un innovador ciclo de microteatro inmersivo. Presentada por Paso de Gato Teatro, cada obra está diseñada para sumergir al espectador en una experiencia única, donde no solo serás testigo, sino también protagonista de las historias que se desenvuelven ante tus ojos.

Disfruta de una propuesta teatral en la que los límites entre el público y los personajes se desdibujan, creando una conexión emocional profunda y momentos inolvidables.

El dato

Estreno: Miércoles 09 de abril  a las 8:00 pm

Dirección: Milagros López Arias

Dramaturgia: Helen Hesse

Actrices: Pilar Delgado, Milagros López Arias y Sergio Velasco.

Las obras estarán todos los miércoles y jueves de abril hasta 01 de mayo a las 8:00 pm.

Lugar: La Residencia (Sáenz Peña 107 Barranco)

Entradas: Joinnus o al 959528540.

No te pierdas esta oportunidad de vivir el teatro como nunca antes lo habías hecho.

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Cultura

De la orilla al lienzo

Camila Rodrigo regresa a Lima con un sobrio conjunto de abstractos. La forma resignificada se inaugura el 9 de abril en La Galería de San isidro.

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El inicio de su travesía en la abstracción surgió de manera intuitiva. Un día en la playa, conversando con su madre, recordó la pared vacía de su departamento y decidió pintarla. A partir de esa carencia física nació un proceso que convirtió el vacío en superficie, la nada en estructura. Fue un encuentro con el orden y la proporción, donde líneas y formas geométricas empezaron a definir un lenguaje propio.

Camila Rodrigo (Lima, 1983) concibe el lienzo como un espacio de transformación. Su proceso creativo está marcado por una metódica construcción de capas, donde el color y la textura emergen en un rito de serenidad y concentración. La tela, en su estado inicial, yace en el suelo, expectante. El negro, un tono fundamental en su obra, se convierte en un eje transcendente y el pigmento, diluido en agentes fluidos, se asienta sobre la superficie como una piel que se va formando en un orden temporal que la artista organiza y supervisa con exigente minuciosidad.

Geometría líquida

La artista recuerda con nitidez los diseños limpios de su abuelo y su padre, arquitectos. Su conexión con la materialidad se remonta a su infancia, cuando paseaba por La Punta y recogía piedritas en la orilla del mar. Hoy, esos recuerdos se transforman en una serie de obras que exploran la textura y la composición, como se evidencia en La forma resignificada, muestra que inaugura el 9 de abril en La Galería de San Isidro. Sus pinturas, de una estética minimalista, sugieren paisajes internos y una rigurosa investigación sobre la materia.

No en vano su obra transita entre el diseño y la pintura, el instinto y la precisión geométrica. Formada en Diseño Gráfico en la Universidad San Ignacio de Loyola (2010), complementó su aprendizaje con estudios de fotografía en el Centro de la Imagen de Lima (2006) y en el Rhode Island School of Design (2009). Su carrera ha estado marcada por una evolución que la llevó del arte figurativo y la ilustración infantil hacia una exploración profundamente abstracta, donde la forma y el equilibrio son el núcleo de su lenguaje visual.

Lenguaje que madura y desarrolla en su estudio en Las Condes, Santiago de Chile, donde trabaja de 8:30 a.m. a 3 p.m., cuando sus hijos están en el colegio. Allí se entrega por completo al proceso creativo, sin interrupciones. En ese silencio ha descubierto que su pintura es una traducción de su percepción de la vida. «Después de pasar tiempo en el taller, mirando los cuadros en soledad, empiezas a pensar lo que hay detrás de lo que pintas», reflexiona.

Así, las piedras, recurrentes en su imaginario, se convierten en una metáfora del lastre vital, de esas formas que, convertidas en peso, se resisten al cambio. En su pintura, Rodrigo busca liberarse de esas imposiciones, recuperar la espontaneidad y la ligereza de la infancia. Su taller, más que un espacio de trabajo, es un refugio donde la libertad toma forma y color, como alguna vez imaginó de niña. Este 2025 su obra ha sido seleccionada para ser presentada en el Stand de La Galería en la feria Pinta PArc, un reconocimiento a su creciente impacto en la escena artística contemporánea.

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Cultura

Seminario: «De los griegos a los juglares: la naturaleza antropológica del poeta en occidente como cantor sagrado en la épica, la lírica y el teatro»

Un seminario que recorre la poesía, el teatro, lo regioso y político.

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El Centro Cultural de la Universidad de Piura los invita a participar de este seminario en el que se abordará las raíces de la civilización occidental en su poesía, la naturaleza del poeta desde un sentido antropológico/esotérico (los poetas arcaicos como mediums de la divinidad), la configuración del relato político, y la aparición del teatro como síntesis religioso y político.

Especial énfasis se dará en los vínculos del teatro trágico griego y su influencia en el drama moderno «Historia de una escalera» de Antonio Buero Vallejo. Así como también una comparativa de dos obras de tragedia clásica: La Electra de Sófocles frente a la Electra de Eurípides.

Dirigido a actores, dramaturgos y público en general.

SOBRE EL DOCENTE:

Alejandro Herrera. Bachiller de Derecho de la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica. Periodista cultural especializado en poesía y narrativa. Es corresponsal del medio Contrapunto El Salvador Centroamérica, es también asesor literario, ghostwriter y editor. Cronista parlamentario en Perú para la revista Lima Gris.

SESIONES:

  • Narrando el Mito Griego: poetas épicos, líricos y autores trágicos
  • Roma, tuyo es el poder y la gloria: La política como teatro. De poetas bucólicos a oradores políticos.
  • La Espada, la Dama y la fe: de los cantares de gesta a los juglares y el ideal caballeresco medieval y la reaparición del teatro como evento sagrado.

Inicio: 3 Sesiones: martes 22 y 29 de abril, 06 de mayo
De 7:00 p.m. a 8:30 p.m.
Modalidad presencial: Casona Pardo (Calle Coronel Inclán 120, Miraflores – Lima)
Certificación a nombre de la Universidad de Piura
Inversión: 150 soles
Inscripciones: enlace:
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScL44vg3O9kHpn4I4mojzBJBm9kPxzC3W0T49rK9uBVCX33-A/viewform?fbclid=PAY2xjawJeQbVleHRuA2FlbQIxMAABp8dcK4M01J7Dn8FaYp9SEwmQfiBwr1kitAZzKqxvSaUF8ywzNruEr8JXZ105_aem_-Ad4HYI_aFr0M8Tqp7THag

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