Opinión
Eugenio Vidal, el amanecer sin esquinas
Lee la columna de Hans Alejandro Núñez

El día 30 de agosto último falleció Eugenio Vidal, comunicador, periodista, deportista, fotógrafo artístico, escritor, músico y amigo de sus amigos. Recordamos su multifacética vida, rescatando su amor por el arte, de quien fuera un gran amigo del gran escritor Oswaldo Reynoso.
Me impresionó al llegar a su velorio su rostro tranquilo y limpio, como si tan solo durmiera, con su skate volteado de costado bajo su féretro y buena música sonando, porque la música que escuchaba Eugenio siempre era bueno. «Esa es, vamos», recuerdo nos decía ante cada propuesta descabellada para una nueva andanza. Siempre dejaba la puerta abierta para una aventura. La suya, su vida, fue eso, una aventura con una sonrisa del tamaño de un sol.
A diferencia de muchos artistas que crean obras muertas, Eugenio supo hacer de su vida una obra de arte, fue puliéndola hasta hacerla un diamante. Hay en la historia del arte un tipo de artistas distinto, y es el que inspira una obra. Eugenio era eso. Pero también tuvo sus incursiones en casi todas las facetas de las artes.
Eugenio quien entrevistó a Oswaldo Reynoso para el libro de Santiago Pedraglio, una serie de entrevistas a personajes relevantes de la escena cultural del siglo XX de Perú, tenía el innegable don del escritor.

«Yo te presento el libro» le dijo Oswaldo años atrás a Eugenio, cuya capacidad en la escritura queda atestigua en el entusiasmo del reconocido escritor arequipeño hacia su talento. Eugenio había escrito un libro de relatos el cual lo presentó a Oswaldo que quedó encantado con su prosa. No obstante, el borrador del libro se perdió.
Una capacidad suya, muy extraña hoy en día, era su natural alegría. Era como si los contratiempos no le importaran mucho, sabía tomar las cosas serias como se tienen que tomar, con sentido del humor, y pasar a otra cosa. Ante momentos desagradables o los problemas, en lugar de frustrarse encontraba siempre Eugenio un atajo para su alegría. Si por ejemplo, ibas en grupo con él pero guiados por Gino, su amigo, después de diez minutos todos acabábamos perdidos, entonces operaba la magia, Eugenio decía algo o hacía algo y terminábamos todos encontrando allí mismo donde nos perdimos el destino de nuestras búsqueda, que por lo general siempre eran parques. Y es que siempre encontraba un atajo para nuestra felicidad y también sabía atajar ese atisbo de mal humor que nos tentaba cada pequeña frustración. Como decía Eugenio, “Regla número 1: no le hagas caso a Gino”.
En esas salidas nocturnas Eugenio se mostraba como un líder que no conduce, sino que agrupa, preocupado siempre por los demás, animándonos, jamás corrigiéndonos, nos aceptaba cómo éramos. Si estábamos por movernos de un sitio a otro nos decía “un momento está viniendo Gero, y Netox y Hoffa está a cinco minutos. ¿Gigi por dónde estás? Estoy acá con Ahumada ya llegó con Arévalo. Apúrate que sombra se va temprano, ya sabes cómo es, se cree Cenicienta, nunca se queda después de la medianoche”. En palabras de su novia Pilar Fonseca, Eugenio fue “un compañero incondicional”. Y todos los que lo conocimos lo sabemos.

Estas andanzas que parecen tan pueriles sin embargo son más significativas de lo que se cree. Yo no lo sabía entonces, pero cien años atrás por el parque del retiro en Madrid, caminaban de noche la tribu de nuestros ancestros, los escritores Pio Baroja, del Valle Inclán, Maeztu, los poetas Pedro Luis Gálvez y Buscarini, la anarco poeta Ana María Martínez Sagi y una serie de animales del arte que hicieron poesía y fueron motivo inspirador de otros que les siguieron. Los parques han sido significativos en la vida literaria, tuvieron su epicentro en México en torno al parque hundido con los poetas infra, pero también con la gloriosa generación del 98 y la del 27. Ese calentarnos caminando juntos por las calles en días lluviosos y fríos hablando de una película o de un libro mientras escuchabas a Pilar a Diego y Rodrigo discutiendo sobre no sé qué verso de Vallejo o Eielson, practicando todos el venerable ejercicio de peatones nocturnos a los que nos impulsaba Eugenio, todo fuera para salir un rato a disfrutar del frío para saber que estábamos vivos. Esa práctica tan literaria es enseñanza de Baudelaire. Y ese caminar con Eugenio era literatura a paso firme.
Desde los tres o cuatro años Eugenio leía. Testigo es su biblioteca la cual atesoraba libros de filosofía, de cine, tenía el Tractatus de Wittgenstein y una joya bibliográfica única: la primera edición de 1998 de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, el de la pasta blanca. Dios mío como he codiciado ese libro. Eugenio no tenía libros, los libros lo tenían a él.
Eugenio también fue actor, participó en la película El soñador (2016, dirigido por Adrián Saba), y fue documentado en la película Prometeo Descadenado (también conocido como Homeless riders), dirigido por Jackie Coogan (Pseudónimo de Gabriel Zamalloa), un documental imprescindible en tanto retrato juvenil de una época, donde aparecen, además del mismo Eugenio Vidal, su novia la escritora Pilar Fonseca y el poeta Rodrigo Ahumada.

Además de actor y personaje documentado, Eugenio se desempeñó como periodista, músico (era un excelente pianista, quien, según su madre, Margarita Sánchez, él mismo explicaba que «lo que compongo es lo que siento en este momento»). Fanático de los libros, del cine y la música era también un amante del skate, siendo uno de sus más destacados retratistas a través de su buen ojo fotográfico.
El cineasta y crítico de cine, Mario Castro Cobos, lo recuerda así. «Un día me enseñó un trago diciéndome, «esto es exquisito y sé que te va a gustar». Cada vez que me tomo un negroni digo salud por él».
La temprana pérdida de Eugenio es grande. Si nos apresuramos pareciera que no dejara muchas obras detrás, sin embargo, una mirada más minuciosa nos revela algo diferente: su presencia fue estimulante en la escena cultural más alternativa y joven. No hay casi nadie en Lima menor de 40 años que no hubiese alguna vez tratado con Eugenio y su rigurosa alegría que entusiasmaba vigorosamente la escena. Podías verlo en cineclubes, en galerías de arte o practicando el skate, como también en cafés y bares. Su presencia era suficiente para saber que algo nuevo, distinto e interesante estaba ocurriendo. Era del tipo de personas que forman esa fauna cultural que inspiran a los artistas. Si existe la musa, también debe existir el muso, y él era ese eterno joven que iluminaba la noche, que ofrecía la calidez de su voz en los días más fríos de nuestra soledad. Eugenio era un amigo. Era alguien a quien tenías que conocer y a quien tenías que compartir, porque él inspiraba con esa sonrisa suya que era un amanecer sin esquinas.
Su pérdida es también la pérdida de una pieza clave de la escena cultural urbana limeña, el de la personificación más ecuánime de una parte de nuestra juventud global que vivía la cultura con pasión y entrega. Podríamos hablar de él como la imagen de una época, de la mejor época de nuestras vidas, del retrato de nuestra juventud, de esa Lima en rock. Ahora queda en los que lo conocimos el deber de preservar ese acervo que fue su presencia, porque la cultura no son películas, ni libros, ni pinturas, la cultura son las personas que motivan la aparición de esas obras, los que la inspiran porque hacen de sus vidas la cultura misma, y él mismo dejó como legado la frescura de su existencia. En una época como la actual, seca y árida, dónde casi todo parece momificado, Eugenio fue, y es también ahora en su recuerdo, una ventana abierta que deja entrar el viento para que no nos sofoquemos.
Eugenio Vidal es un artista de la vida. Nunca te vi enojado Eugenio, ni de mal humor, tampoco triste ni amargado. Era como si siempre la pasases bien. No podía comprender hasta que te fuiste, Eugenio, que era tan fácil disfrutar de la vida, que es algo que tenemos al alcance de la mano y además gratis, y a la cual tú le sacabas el jugo e incluso nos lo compartías como quien rota un cigarro en una noche fría. Hoy que te velaron llovió, era como si se despidiera Lima de ti, esta ciudad que recorrías en skate como si tuvieras veinte años, porque tú siempre tuviste veinte años, tú eres la imagen de nuestra juventud. Y ahora que te has ido serás por siempre joven. Eugenio, francamente nunca te imaginé viejo. Tu si entendías la vida. Esa es, Eugenio. Esa es.
Como no soy poeta tengo que citar a otro poeta para debidamente saludarte.
XL
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer,
Y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio,
el cual la ponga en el cielo
y en su gloria,
y aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.
(Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre. Siglo XV)
Hasta pronto Eugenio, nos vemos más tarde.
A la memoria de Eugenio Vidal. Te recuerdan tu madre, tu novia, tu hermano, tus amigos y los skates cada vez que dan una pirueta.
Opinión
29 Festival de Cine de Lima: Punku, un cine experimental tedioso
Lee la columna de Edwin Cavello

Hay películas que se parecen a sueños mal recordados: fragmentarios, inconexos, cargados de símbolos que no conducen a ninguna parte. Punku, del director Juan Daniel Fernández Molero, es una de esas películas. Pretende ser un portal hacia un cine nuevo, “descolonizado”, libre de las ataduras narrativas del occidente, pero acaba siendo un callejón sin salida donde se acumulan pretensiones estéticas y un experimentalismo vacío que confunde lo críptico con lo profundo.
La cinta, ambientada en la ciudad de Quillabamba, se presenta como un retrato caleidoscópico de personajes locales. Pero lo que se vende como observación poética es en realidad un catálogo de anécdotas deshilachadas, carentes de conflicto, emoción o siquiera una mínima intención dramática. El espectador se ve obligado a contemplar una sucesión de imágenes que más parecen material de archivo que cine en sentido pleno. ¿Dónde está la historia? Ni siquiera el exotismo, que tantas veces ha sido el salvavidas de ciertas películas tropicalistas, aparece aquí con algún vigor.
Fernández Molero parece obsesionado con la ruptura: rompe con la estructura narrativa, con la continuidad visual, con la lógica emocional. Recurre a múltiples formatos —Super 8, 16 mm, digital— como si el mero cambio de textura pudiese suplir la ausencia de contenido y de talento. El resultado es un ejercicio que no dialoga con el público, sino que lo margina, como si la incomprensión fuese parte del mérito.
Lo más preocupante, sin embargo, no es la audacia formal, sino la costra de seudo-intelectualidad que recubre cada plano. Punku no invita a pensar; obliga a soportar. Ni siquiera el desfile del concurso de Miss Sirena —que en otra película podría ser un momento de humor o crítica social— logra romper la monotonía general. Todo permanece encapsulado en una solemnidad forzada, como si el director temiera ser entendido.
¿Qué hace esta obra en la competencia de ficción del festival? No lo entendemos, pero Fernández Molero, sigue atrapado en el umbral de una idea que nunca llega a desarrollarse, continúa explorando un cine que parece escrito en clave, y que desprecia al espectador.
Punku significa puerta, pero esta puerta no se abre ni conduce a ningún lado: es un muro disfrazado de cine.

Por Rafael Romero
He tenido la oportunidad de escribir algunas notas sobre el Club Alianza Lima. Por ejemplo, el 22 de julio del 2022 en EXPRESO, cuando publicamos el título “Pablo Lavandera, futbolista del pueblo” (https://www.expreso.com.pe/opinion/pablo-lavandeira-futbolista-del-pueblo/). Pero en el segundo párrafo de esa columna ya hacía referencia al Pirata Hernán Barcos con estos términos:
“El 2021, Barcos mostró su liderazgo y lo sigue haciendo, pero este 2022 Lavandeira aporta lo suyo a un grande del fútbol peruano. Sin ir muy lejos, en los últimos años, Alianza Lima ha consolidado su porte y marca en el plano futbolístico e institucional, y eso gracias a sus dirigentes, socios, hinchas y cuerpo técnico -en buenas manos como las del profesor Carlos Bustos-, sin dejar de lado lo que siempre ha caracterizado a esta escuadra, es decir, su pasión, mística y “corazón” sobre el gramado, potenciados por el respaldo popular que no abandona ni deja de alentar, lo cual constituye una fortaleza para el club “blanquiazul”.
Empero, han pasado cuatro años, y hoy, en la era de Pipo Gorosito, la figura de Hernán Barcos reluce con gran vigor y se ha hecho del corazón aliancista y de millones de peruanos.
No cabe duda que actualmente Barcos es un líder de marca mayor, realidad que nace de su esencia humana, por ser una buena persona que trasciende al fútbol y al club para convertirse en un referente a imitar por su don de gentes, por su humanismo y sus nobles sentimientos de respeto a propios y extraños, amén de su sensibilidad social, especialmente para con los niños, a quienes les lleva alegrías incluso cuando están en su lecho de recuperación médica, proporcionándoles el 9 de Alianza Lima su ayuda y optimismo.
En el presente 2025, Hernán Barcos, a sus 41 años, ha ratificado una vez más su grandeza blanquiazul desde Porto Alegre, al anotar el gol de empate frente a Gremio, con lo cual no solo selló el 3 a 1 a favor de Alianza Lima sino que enmudeció a un estadio que tenía más de 60,000 almas y demostró la “ciencia y saber” del Club Íntimo, tal como reza la letra de la clásica polca “¡Arriba Alianza!”, compuesta por el profesor Óscar Corcuera Osores (1924 – 2020), coetáneo, paisano cajamarquino y amigo de mi padre, Uladislao Romero Araujo (1921 – 2021).
Sin embargo, más allá del balompié, el Perú y el mundo necesita más “Hernán Barcos”, más “Piratas”, en tanto seres humanos con carácter, determinación, franco compañerismo, en tanto apóstoles que actúan con fuerza espiritual, con compromiso, con voluntad de triunfo y con positivismo para superar los retos.
Es decir, se requiere personas que triunfen, que sean dueños de un especial porte personal, como Hernán, poseedor de un “alma grande” y que en todo ejerzan el liderazgo, pues todos esos elementos constituyen fortalezas y paradigmas no solo para la gente que le sigue en el fútbol sino más allá de los estadios, especialmente entre los más jóvenes y adolescentes. Porque el liderazgo de Barcos es deportivo, pero también es un liderazgo extradeportivo que trasunta bondad, empatía, paz y amistad.
Opinión
Amotape Libros y El Gato descalzo, dos editoriales independientes en la FIL de Lima
Dos propuestas literarios que te recomendados en tu visita a la 29 Feria Internacional del Libro de Lima.

Fotos: Ricardo Mendoza
En medio del bullicio de la Feria Internacional del Libro de Lima —ese carnaval cultural que, año tras año, erige templos efímeros al libro entre avenidas congestionadas y discursos oficiales que suenan más a trámite que a celebración— hay espacios que escapan del espectáculo masivo para recuperar el sentido más íntimo y revolucionario de la lectura: la formación de un lector libre. Es el caso de dos editoriales peruanas que, en esta 29ª edición de la FIL, no se conforman con vender ejemplares: pretenden sembrar mundos.
La primera es Amotape Libros, una modesta pero tenaz editorial que se ha propuesto la osadía de hablarle a los niños no como seres ingenuos, sino como interlocutores capaces de comprender la complejidad emocional del mundo. Sus libros infantiles no recurren al colorinche fácil ni a la moraleja simplona, sino que exploran temas silenciados —la tristeza, la ira, la diversidad— desde una narrativa lúdica y artística. “Muchos de los libros que tenemos para esta feria abordan temas emocionales desde una perspectiva lúdica, narrativa y ficcional”, explica Alfredo Ruiz, su editor. Detrás de esas palabras se advierte una convicción: la literatura no es un ornamento para la infancia, sino una herramienta para entender el caos de estar vivos.

Amotape no solo edita obras propias; también importa títulos cuidadosamente seleccionados, creando un catálogo que desafía el empobrecido panorama de la literatura infantil peruana, dominado por textos escolares y fábulas recicladas. En su stand, diminuto en metros cuadrados pero vasto en imaginación, se respira una pedagogía de la libertad: enseñar a los niños a sentir, a pensar, a imaginar.
La otra trinchera se llama El Gato Descalzo. Con 13 años de existencia, esta editorial ha hecho de la resistencia su estética. Sus libros —económicos, sin pretensiones tipográficas pero plenos de contenido— circulan como ediciones libertarios en ferias, calles y plazas. A diferencia de los grandes sellos, que repiten autores y formatos como si de una fábrica se tratara, El Gato Descalzo apuesta por los desconocidos, por los inéditos, por los que escriben desde la periferia.

Durante esta edición de la FIL, no solo presentarán títulos nuevos, sino que han lanzado una convocatoria que parece salida de un sueño de Borges o de Arguedas: Misterios de los Andes, una antología de cuentos de ciencia ficción, fantasía y terror inspirados en los mitos y enigmas de la cordillera. Se trata de una iniciativa que no solo reivindica el imaginario andino, sino que lo reinterpreta desde la ficción contemporánea. Una forma de devolverle a la literatura peruana ese carácter mágico y trágico que alguna vez tuvo, antes de ser domesticada por el mercado editorial o la corrección política.
Estas dos editoriales —tan distintas en forma, tan semejantes en espíritu— nos recuerdan que el libro sigue siendo un acto subversivo en un país donde leer es todavía, para muchos, un privilegio. En un escenario ferial que muchas veces prioriza la selfie con el influencer de turno o la caza de descuentos, Amotape y El Gato Descalzo perseveran en su quijotesca empresa de formar lectores, no consumidores. Y eso, en tiempos donde la banalidad amenaza con vaciarlo todo, es un gesto de valentía y de fe.

Cómo leo lo que veo. Una pantalla perpetuamente azul. Se acabó el juego. Las imágenes ya no sirven para nada. -Si alguna vez sirvieron para algo. Para distraernos, fascinarnos, aburrirnos, engañarnos-. Pero esto es también mentira, o no es rigurosamente cierto. Ante la pantalla monocroma ‘que es una imagen de la nada’ (o del todo, según tu estado de ánimo) proyectarás imágenes de tu mente. La imaginación, el imaginario, la imaginería, las imágenes no cesan. Todo es cine. Las imágenes están por todas partes, aunque trates de espantarlas, desconvocarlas, jubilarlas, asesinarlas. Azularlas. Pero ellas siguen. En la pista de hielo, el mar o el cielo monocolor. Imagen sección de un huevo o de una esfera azul.
Las palabras dichas, susurradas, gritadas, recitadas o cantadas proyectan las imágenes que necesitas. Es el fin de un hombre, de un cineasta. De un manipulador manipulado por las imágenes. Nada más. Qué hacer con esto, sobre todo considerando que tienes aún un poco de tiempo para despedirte. Ah, y además si gracias al sida te estás quedando ciego. Si soy cruel (que conste que no es la intención) diré que este tipo se despide reinventando la radio. No me voy a humedecer los ojos con elogios. Sí alabo este cine conceptual, este minimalismo. Para qué voy a filmar las imágenes yo (y tampoco puedo hacerlo, dadas las simpáticas circunstancias) si te las puedes imaginar tú. Verán. ¿Y Herzog, buscando ‘imágenes puras’? ¿O Brakhage, que te diría que la música está ya en la imagen…?
Por otra parte… Qué paz tan grande, qué descanso. Ya no tienes que llenar el hueco con imágenes. Puedes hablar desde el hueco mismo o desde sus mismos bordes. Antes de ser tragado por el hueco, para decirlo todo. ¿Pero por qué llenar el hueco? ¿Pero qué hacer con él? Tranquilo, que no me olvido del sonido. De aquello que decía Bresson, que el sonido del tren hace visible a la mente toda la estación. Los sonidos tejen lo suyo, que no es, por supuesto, una pantalla uniformemente azul. ¿Los sonidos son la máscara de la nada a la que se refería Mallarmé? Y ojo, que el color solitario puede ser adorable y para nada insultante.
Creo que no hay que estarse muriendo para vérselas con estos límites. Al contrario, hay que estar muy vivo para hacerlo.

Por Tino Santander Joo
El Perú no es una república donde impere el Estado de derecho ni la democracia; somos una confederación de tribus y señoríos informales. Sus antecedentes históricos se remontan al Tahuantinsuyo y al virreinato español, ambos sistemas de poder que, con sus jerarquías y símbolos, han dejado una impronta imborrable. En otros artículos he explicado cómo este proceso tribal se ha desarrollado desde los inicios de la república. Somos tribus antes que clases o castas; cada una con sus tótems, mitos, ritos y símbolos que las definen geográfica, cultural y hasta étnicamente.
La mayoría de los peruanos tiene el alma fragmentada. Buscamos ansiosamente reconocimiento cultural, económico, social y político. La tribu de los banqueros —la más poderosa de todas— domina a las demás tribus. Sus tótems son el dinero y la deuda; nada ocurre en el Perú sin el consentimiento de los cuatro bancos que controlan la economía nacional.
El verdadero poder, el monopolio de la violencia, no reside en el Estado, sino en estas tribus, que lo ejercen de manera informal. Los bancos, por ejemplo, ejercen su violencia a través de leyes que aterrorizan a millones de peruanos; controlan el parlamento, el BCR, la SBS, el poder judicial, la fiscalía y han convertido al Congreso en una simple mesa de partes de sus intereses. Otras tribus, como los mineros —formales e informales—, los frentes de defensa, los gremios empresariales, sindicales, agrarios y las comunidades campesinas, también detentan poder, legal e ilegalmente. Cada tribu tiene su cuota de fuerza al margen del Estado y no duda en usarla. Algunas manipulan la ley a su favor; otras apelan a la extorsión en nombre de la justicia social o, incluso, de la libertad.
Ahora bien, en esta confederación tribal no impera un relativismo ético total. Todas estas tribus, pese a sus diferencias, comparten valores como la ética del trabajo, el esfuerzo individual, la libertad, la solidaridad y una religiosidad que sigue profundamente arraigada. No obstante, hay otros valores incrustados en el alma peruana: la “pendejada” (esa obsesión por sacar ventaja a toda costa), el “achoramiento” (una agresividad defensiva que es, en el fondo, una búsqueda de reconocimiento) y la cobardía (falta de coraje para enfrentar los retos colectivos e individuales). Esta última se traduce en una indiferencia crónica, expresada en ese “me llega al pincho” que domina el lenguaje de los jóvenes.
Acabar con estas formas tribales de pensar, sentir y actuar no será fácil. Requiere una toma de conciencia radical: aceptar que somos una diversidad de comunidades imaginadas, con intereses distintos, que conviven en la informalidad en un territorio llamado Perú. No queda otra salida que una revolución social que demuela la informalidad, el espíritu tribal y el corrupto sistema político. El proceso electoral del próximo año ya está manchado de fraude y corrupción, como lo ha denunciado el propio presidente del Jurado Nacional de Elecciones.
La revolución social no vendrá de los viejos partidos podridos, sino de los jóvenes y de quienes entienden que el Perú está enfermo. No basta con una macroeconomía ordenada; necesitamos un país vivible, donde funcionen la educación, la salud, la seguridad ciudadana, y el transporte. La otra opción es aceptar la república de los podridos y sus cuarenta y tres partidos adocenados. Usted decide, querido lector: ¿seguiremos siendo una confederación de tribus sometida a los corruptos de siempre o nos rebelamos para construir un país libre y digno?
Opinión
El abrazo de José Cueto y Carlos Zeballos, y la unión de Acción Popular y Avanza País
Lee la columna de de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Lo único novedoso en la última entrevista a José Cueto es que tiene la intención de unir a Acción Popular y Avanza País, ambas bancadas a su favor. La lista que busca es la siguiente: Honor y Democracia, Acción Popular, Avanza País y Juntos por el Perú. Sin embargo, conseguir todos los 15 votos, 9 y 6, respectivamente, es una tarea muy complicada, porque en el caso de Avanza País hay una división insalvable, y ahí la mitad no respeta al partido, siendo que por lo menos 2 de ellos votarán por la lista 1. El rumor de división es suficiente para que malogre los planes del postulante de Avanza País. El voto es secreto. En el caso de Acción Popular sí es posible conseguir 9 votos porque manda el partido.
Lo malo para Cueto es que parte de la premisa equivocada que el abrazo de Carlos Zeballos implica tener el voto de los caviares, sobre todo porque en su agenda no hay ninguna novedad que los tranquilice. Zeballos no es un caviar propiamente, tampoco es el vocero de la bancada Bloque Democrático, está aprovechando el miedo de ellos para ganar protagonismo. Esto es confirmado por el mismo Cueto al admitir que recién al medio día del jueves habrá confirmación al margen del abrazo. Pero incluso un pronunciamiento de bancada no asegura nada. Los caviares tienen autonomía individual.
Es necesario recordar, para los que no conocen qué congresistas son caviares escondidos en la izquierda, que en la bancada Bloque Democrático todos los 5 son caviares, en la Bancada Socialista, hay 4 de 5 son caviares, y en Juntos por el Perú, hay izquierda y caviares, pero también ambigüedad. En el caso de los no agrupados hay 5 de izquierda con un carácter similar a Juntos por el Perú. Pero el tema no es cantidad, porque los caviares de las bancadas Bloque Democrático y Bancada Socialista ejercen liderazgo y presión, por encima de los congresistas de izquierda. Son sus ovejitas últimamente. Esto lo confirma el hecho de que la idea de la llamada lista 3 nació de la bancada Bloque Democrático, no en Juntos por el Perú, por ejemplo. Podemos Perú vendió la idea del liderazgo de Cueto, pero luego de 2 semanas ni el Bloque Democrático ni la Bancada Socialista, le creen su cuento, porque Cueto es un anticaviar, convicto y confeso. A Acción Popular y Avanza País les conviene que se venda la idea de que habrá segunda vuelta para presionar a la lista 1, no porque la lista 2 pueda ganar, sino para que la lista 1 otorgue más concesiones (comisiones y puestos laborales).
Lo más curioso de todo es que en las negociaciones nadie hable de que José Jerí pueda ser un potencial violador o de que actualmente es un promotor del matrimonio homosexual.
Opinión
El juicio a Pedro Castillo: ¿Realmente un Golpe de Estado?
Lee la columna del congresista Guido Bellido

Por: Guido Bellido
En Perú, los golpes de Estado han marcado la historia política, desde intervenciones militares hasta acciones civiles. Un caso emblemático es el autogolpe de Alberto Fujimori en 1992, cuando disolvió el Congreso y el Poder Judicial para imponer la Constitución de 1993, considerada ilegítima por algunos debido a su aprobación en un referéndum cuestionado. A pesar de la gravedad de este acto, Fujimori no fue condenado por el golpe, sino por delitos posteriores relacionados con violaciones a los derechos humanos.
El 7 de diciembre de 2022, el entonces presidente Pedro Castillo intentó un acto similar al anunciar, en un mensaje a la nación, la disolución del Congreso y la creación de un “gobierno de excepción”. Sin embargo, su intento fracasó rápidamente al no contar con el respaldo de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional ni su propio gabinete. El Congreso lo destituyó por “incapacidad moral permanente” con 101 votos a favor, y Castillo fue detenido mientras intentaba llegar a la embajada de México.
Actualmente, Castillo enfrenta cargos por rebelión, abuso de autoridad y alteración del orden público, con una solicitud fiscal de 34 años de prisión. Según el Código Penal peruano, el delito de rebelión (artículo 346) implica “tomar las armas” para alterar el orden constitucional, con penas de 10 a 20 años. No obstante, algunos juristas argumentan que las acciones de Castillo no cumplen este requisito, ya que no hubo movilización armada, lo que podría reducir la pena a entre 5 y 10 años por tentativa, o incluso clasificar el acto como un “delito imposible” al carecer de medios para ejecutarse.
El proceso judicial ha generado controversia por presuntas irregularidades y falta de imparcialidad. Castillo alega que su detención violó su inmunidad presidencial y que su destitución no respetó el debido proceso. Su defensa sostiene que el mensaje a la nación fue un acto meramente declarativo, sin consecuencias materiales, y cuestiona la proporcionalidad de la pena solicitada. Por otro lado, la fiscalía presenta pruebas como testimonios y documentos que sugieren intentos de coordinación con exministros y oficiales, aunque no se ha demostrado una acción armada concreta.
Este caso pone a prueba la imparcialidad del Poder Judicial peruano. Irregularidades en el proceso podrían llevar a que el caso sea revisado por instancias internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, afectando la reputación del país. Mientras tanto, el juicio, iniciado en marzo de 2025, sigue generando debate sobre si Castillo debe enfrentar el proceso en libertad, dada la falta de daño concreto, y si su destitución cumplió con los principios constitucionales.
El desenlace del juicio será crucial para la democracia peruana. El Poder Judicial tiene la oportunidad de demostrar transparencia y corregir posibles abusos, garantizando un proceso justo que refleje el compromiso del país con el estado de derecho.
Opinión
Carlos Zeballos es tránsfuga, pero tiene condiciones para ser presidente del Congreso
Lee la columna de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Carlos Zeballos tiene la nota de 16. Está en la bancada progresista o caviar llamada «Bloque Democrático». Es su quinta bancada, por ello comparte la corona de ser el más tránsfuga del Congreso con Héctor Acuña, quien también está en Honor y Democracia. Ambos tienen el perfil de ser progresistas de derecha o progresista de izquierda, que a veces parecen de centro. Dicho perfil le ha permitido conversar con todas las bancadas.
Si lo miramos desde ese punto de vista, Carlos Zeballos, tienen capacidad de consenso con todas las bancadas: centro, izquierda, derecha y progresistas. Es un pragmático por excelencia que apoyó inicialmente al Gobierno de Pedro Castillo y luego al Gobierno de Dina Boluarte. Actualmente dice que es de “oposición”. Algunos dirán que es un oportunista y por lo tanto un mal ejemplo a seguir. Otros, que simplemente es un reflejo de la política local.
Pero lo que más llama la atención no es que sea tránsfuga, sino que en cada una de las cinco bancadas donde ha estado siempre ha mostrado liderazgo, siempre ha conseguido su agenda, y siempre ha dado la hora.
En este momento de indecisiones en el Congreso, «Carlos Zeballos está siendo Carlos Zeballos», está aprovechando el «odio político» de los progresistas (o caviares) hacia José Cueto, porque este último es anti caviar, convicto y confeso. Carlos Zeballos quiere ser la versión parlamentaria de Martín Vizcarra. Cueto se lleva mejor con la izquierda, pero no con los progresistas. La novela de José Cueto y su capacidad de consenso fue creada por Podemos Perú, no nació de la izquierda ni mucho menos de los caviares.
El gran problema de Carlos Zeballos es que está en la bancada equivocada. Si él estuviese en la bancada Acción Popular, por ejemplo, tendría mayores probabilidades, porque Acción Popular sí es una bancada de centro y porque Zeballos sí tiene condiciones políticas para ejercer el cargo de presidente del Congreso.
Ahora bien, la llamada lista 3 de Carlos Zeballos se enfrenta diametralmente no necesariamente contra la lista 2 de José Cueto, porque este último tiene pocas probabilidades de ser presidente, sino que el oportunismo del discípulo de Yonhy Lescano se opone a los intereses de Acción Popular y Avanza País, que buscan una vicepresidencia. En efecto, el dolor de cabeza es para estas dos bancadas porque al estar vigente la narrativa y esperanza, aunque sea falsa, de que hay probabilidad para la lista 2, la capacidad de negociación de ambos aumenta con relación a la lista 1. Así, por ejemplo, Acción Popular, buscaba al inicio la presidencia y ahora la primera vicepresidencia, pero no la segunda vicepresidencia ofrecida por la lista 1. Mientras que Avanza País sigue aferrándose a tener por lo menos una tercera vicepresidencia. El anuncio de una lista 3 otorga mayor capacidad de negociación a la lista 1 para colocar en las vicepresidencias a las bancadas que ellos consideren pertinente, sin ningún tipo de presión y condicionamiento.
Dicho lo anterior, alguien se preguntará, entonces por qué los llamados caviares, no la izquierda, están impulsando la lista 3, a pesar que saben que tienen menos oportunidad que José Cueto. La respuesta es muy sencilla: Los caviares solo quieren dar un mensaje político planteando una lista simbólica. Ellos saben que van a perder, pero piensan que con este gesto están dando un mensaje a sus electores, equivocados o no, de ser la reserva moral del país.
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