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Escribir la frontera: Una aproximación a la narrativa de Yuri Herrera

Cuando se concluye la lectura de las tres novelas que hasta la fecha ha compuesto el mexicano Yuri Herrera (Actopan, 1970) se puede postular que su obra trajina las distintas etapas en que el español artístico se aclimata en la Unión Americana con la figuración del denso territorio simbólico y humano denominado por todos como la “migra”.
Que Herrera se concentre en modular los registros del español de frontera no debe eludir el hecho de que con él no migra a los Estados Unidos una literatura popularista, sino una de estirpe culta y depurada vertiente teórica. Herrera formuló su primera novela, Trabajos del reino, bajo el influjo de los talleres de escritura creativa de la Universidad de Texas en El Paso. Este no es un dato menor para encarar los derroteros de su obra: la UTEP es una institución que ha desarrollado su perfil académico en torno del estudio y la promoción de las manifestaciones culturales de frontera entre México y Estados Unidos; es más: su programa de creación literaria afirma principistamente su condición de bilingüe.
Por ello, el programa de escritura creativa de El Paso ofreció a Herrera una formación cuyo locus classicus era las muchas maneras de modular una concepción cultural de frontera, afianzada en la propia encrucijada geopolítica de la institución. Pero también le permitió acceder, por la condición primeramente académica de UTEP, a los más recientes panoramas críticos formulados sobre el arte literario en Latinoamérica, que la universidad norteamericana ha reformulado intensamente en los últimos sesenta años. Como resultado, Herrera concibió una narrativa que reunía una serie de requisitos que se distinguían como señales de evidente renovación y que la crítica desde los Estados Unidos había identificado y promovido como señas de nuevas y desafiantes emergencias estéticas.
Tales rasgos, aunque se habían agrupado bajo el membrete de posmodernidad, reaparecían como distinciones meritorias de arte literario nuevo, sobre todo el que encontraba nuevas formas de perfilar la pluralidad cultural y étnica del país a partir de cuestionar (desconstruir) la literatura más convencional. Señas de ese nueva apuesta pueden enumerarse con relativa facilidad por la importancia que han cobrado progresivamente hasta la fecha: intensidad en lugar de extensión, fragmentación en lugar de causalidad, indeterminación en lugar de enumeración, apelación al lenguaje de las artes antes que a la explicación histórica o sociológica. En síntesis, la superioridad del concepto (la literatura como arte generado y regenerado por la potencia de formular nuevos objetos a partir de fragmentar los antiguos y combinar las piezas a la deriva creativamente) sobre las lógica del relato tradicional.
En esta nueva apuesta estética, los patrones que Herrera asume, no solo como guía, sino como crítica a la literatura latinoamericana inmediatamente anterior, se ejercitan con virtuosismo en su debut novelesco, la aclamada Trabajos del reino. Aunque el libro concede que una nueva ficción aún requiere de un simulacro de argumento para concitar atención (que apele a las prácticas lectoras más convencionales) es, sin duda y por donde se le mire, la ejecución de un concepto que proporciona, por igual, cuotas de goce y conmoción auténtica, inscritas en novedad atisbada por la reflexión de cuño académico. En Trabajos, el asunto de la novela justifica la elección del procedimiento específico y este, a su vez, implica que este se instale como lógica productiva del arte de novelar. Trabajos cuenta cómo un cantor de corridos de narco se une a la corte de uno de los capos para quienes compone sus canciones. En consecuencia, el relato se construye sobre la base de los motivos del narcocorrido.
Se trata de una forma de canción cuyo esquema de base es el corrido tradicional, cuyas funciones narrativas (nacimiento, juventud, correrías, apoteosis y decadencia, por citar algunas) se emplean para referir las peripecias del jefe del protagonista. La novela adquiere así las fobias y las filias del narcocorrido, sus ingenuidades y su sabiduría popularista, su carácter episódico y su propensión a la épica y la tragedia. A esto se añade, como aliciente para quien busca claves de lectura más consabidas, un pretendido enigma de policial. Así, si la tópica del corrido conduce a escenificar la traición del capo mafioso, en la línea del misterio, el lector con ansias de suspense la sigue para averiguar quién lo traiciona y lo entrega a sus enemigos y cómo se efectúa la felonía.
Por ello es más sorprendente cómo el estilo preciso de Trabajos del reino convierte paulatinamente las anécdotas del corrido en escuetos símbolos de un mito de ascenso, apogeo y caída. Debido a sus resonancias alegóricas, la novela puede tomarse la libertad de dejar sin resolución sus misterios. Herrera los empantana en el ámbito de las muchas sugerencias que permite la novela como formato propicio para la connotación. Cuando ella alcanza el punto en que el cantor se encuentra en estado de permanente conmoción, afectado por la insoportable irrelevancia de los acontecimientos finales, consigue un clímax difícilmente igualable en el que confluyen las muchas y brillantes astucias compositivas del libro con una sentida retórica emotiva.
En cambio, en Señales que precederán al fin del mundo, su segunda novela, Herrera ya no apela al auxilio de un modelo estéticamente convencional para asegurar que su invención sea legible. Sabiéndose hábil para inventar formar novedosas de novelar, asume una empresa de suyo ambiciosa: desplegar un ciclo mítico precolombino como concepto que instale la peripecia de la migración mexicana a Estados Unidos en el siglo XXI con vivacidad y justicia. Por la formación de Herrera en El Paso y su propia circunstancia migratoria — entonces académico extranjero en el programa de doctorado de la Universidad de California en Berkeley— es una tarea que le viene impuesta con naturalidad: la frontera es el asunto central del programa universitario en que se gestó Trabajos, y la migración es el acontecimiento cultural más radicalmente transformador del rostro social y político de los Estados Unidos.
En Señales, las nueve etapas del desplazamiento de los difuntos por el inframundo náhuatl son los nombres del mismo número de capítulos. En ellos narra cómo Makina, la joven telefonista de un pueblo del norte árido de México, se adentra ilegalmente en territorio norteamericano. No lo hace por voluntad, sino en busca de su hermano, quien la precedió atraído por la promesa de una herencia, luego de lo cual le perdió su pista. Si en Trabajos del Reino el concepto fundador fue el narcocorrido—un género musical híbrido—,en Señales la hibridación misma es el concepto que produce la novela. De principio, ello ocurre en el ámbito más general de la reescritura de los incidentes de la “migra” en términos del pasaje por el inframundo (desde el mismo cruce de Rio Grande), pero simultáneamente en el más especifico de la frase literaria en español, cuya constitución expresa la hibridación de lenguas y culturas del territorio limítrofe (resultado, también, de las resistencias y de las voluntarias obliteraciones de los migrantes).
La textura del español tejano, dúctil para el símbolo, el mito y acaso el absurdo es aquí el logro más vertiginoso de Herrera. No obstante, conviene señalar que el viaje de Makina y el desplazamiento ritual no calzan con exactitud. Es decir, el formato mítico y la peripecia contemporánea, antes que proyectar simetrías paralelas, presentan vacíos arbitrarios y disímiles que posibilitan que una secuencia se fusione con la otra en vez de meramente reflejarse. Por lo mismo, el acto de novelar en Señales es consustancial a la naturaleza de la hibridación. Aquí el mestizaje es un concepto proliferante en el mismo fundamento del objeto artístico, que lo ejecuta radicalmente y lo modela.
No obstante el quehacer original y hasta aquí exitoso de Herrera, en La transmigración de los cuerpos, su tercera y última novela, la alianza entre concepto e hibridación sufre un desplazamiento inesperado. El tránsito de Trabajos a Señales indicaba que la escritura de Herrera buscaba conseguir la textura cada vez más compleja de la novedad híbrida de frontera, y ello hacía prever que la siguiente novela la destilase con mayor furor y originalidad o, al menos, fuese un logro cualitativamente superior en esa dirección. La transmigración, sin embargo, oblitera la apelación, prima fascie, a la novedad y se inscribe sin mayores complicaciones dentro del género negro.
En consecuencia, aparecen los rasgos más característicos del policial: roles antagónicos, cuyas psicologías tortuosas se ven favorecidas por los enfrentamientos que deparan las bien conocidas tensiones del género (crímenes, enigmas, revelaciones inesperadas). La novela, en Herrera, vuelve, entonces, por un camino que antaño rechazó porque consideró que rendía honores a una literatura excesivamente domesticada por los convencionalismos, pero es un regreso bajo su condiciones particulares: el relato yuxtapone a los clisés la inventiva más celebrada del autor. La firma de Herrera, así, se reconoce en el carácter ritual del tiempo en que ocurren los hechos y su distintiva clave geopolítica.
Si en Trabajos del Reino es el tiempo de la épica crepuscular del narco, y en Señales es el del tránsito al inframundo en la “migra”, en La transmigración se trata de la cuarentena por una epidemia en una ciudad innominada al sur de Río Grande. Es, como en los otros libros, la modulación de las voces de la frontera en el marco de una atmósfera apocalíptica. Es más, si en algún aspecto ha persistido la radicalización de los procedimientos estéticos de Herrera, es justo en el empleo libérrimo y poético de su español mestizo del migrante. Así, como en ninguna de las novelas anteriores, su frase luce colorida y fluida, dúctil y sensible, capaz de impostar con suficiencia los vericuetos de la oralidad espontánea.
En la proliferación de sus puntos de vistas híbridos, en su discurrir sutilmente eufónico y, sobre todo, en su comentario idiosincrásico, pervive y se acrecienta la apuesta por la novedad de su obra previa. Otro sí, el argumento de La transmigración da testimonio de sus meditadas transacciones con el género, que amplia su marco de legibilidad, sus apuestas peculiares y sus pacientes logros para conseguir circular con el capital literario propio en el territorio altamente codificado del policial. Así, el relato lo protagoniza el característico antihéroe; para el caso, el Alfaqueque, un burócrata canijo, que malvive en una pensión con la dueña de esta y con otros dos inquilinos peculiares: un estudiante universitario insensible e idiota y un muchacha a la que se llama la Tres Veces Rubia, quien hace, para todo caso, las veces de femme fatale.
Mientras crecen las posibilidades de una aventura con ella debido a la cuarentena general, el Alfaqueque recibe la llamada del Delfín, un abogado lumpen y antiguo jefe, quien lo contrata para que, valiéndose de sus peculiares talentos, averigüe el paradero desconocido de su hijo. Son tales dones, prendas indispensables para ser detective en el género, los que permiten, por contrario, que Herrera consiga con el Alfaqueque una nueva modalidad de “hombre de ley”, distinta del policía intelectual o del investigador violento, y amplíe el campo de la caracterización del protagonista.
En La transmigración, el Alfaqueque es, en oposición a los “hombres de acción”, un “hombre de palabra” y ello le basta para resolver sus casos. No es, ni por asomo, un individuo brillante ni uno confiado en la habilidad de sus puños. Pero ha comprendido que el cuidado en la selección y uso de las palabras permite hacer preguntas cuyas respuestas son ineludibles, decir la verdad —por más terrible que sea— sin que a nadie ofenda, y formular compromisos que contenten a tirios y troyanos por la rigurosidad y el cuidado que se dedica a la confección de cada uno de sus términos. Poseer tales dones en los barrios que el hampa controla convierte al Alfaqueque en un investigador altamente competente, respetado y cotizado, sobre todo entre gente que, por cualquier lio mezquino, recurre a las balas. Ahí, su intervención es garantía de paz. El clímax de la novela, un intercambio de cadáveres entre familias enemigas —los cuerpos que “transmigran”—, se permite un último y supremo guiño al policial clásico y su viejo aforismo, el que reza que “un crimen nuevo siempre tiene su origen en un crimen antiguo” (o quizás, como en Trabajos, también a la tragedia clásica: “los hijos cargan las culpas de sus padres”).
Luego de tres novelas, cabe reiterar que Herrera ha hecho un recorrido que es, para tantos otros escritores, el de la invención literaria en español en los Estados Unidos del siglo XXI. Como otros de su generación, ejercitó su vocación en programas de escritura creativa y por ello también adquirió una aproximación crítica y teórica a las letras latinoamericanas. Acorde con una invocación general al relevo de las convenciones de la literatura latinoamericana, prefirió una escritura definida por la invención de conceptos propios para novelar, aunque ello no lo hizo rechazar la búsqueda de conmoción, que aún se identifica en su arte. En sus dos primeras novelas, Los trabajos del reino y Señales que precederán al fin del mundo, llevó a cabo su proyecto, que convirtió a la frontera misma en un concepto para formular una novelística. Pero en La transmigración de los cuerpos levantó la cuarentena que estableció para los lugares comunes, aunque intervenidos por su singular capacidad de innovación. En este último estadio, su prosa ha ganado en amplitud y potencia.
Es lógico preguntarse, a qué responde esta incursión de Herrera, un escritor tan innovador, en el género. Naturalmente, está el desafío que implica renovar un territorio que luce casi petrificado. En ese supuesto, Herrera ha buscado ser imprevisible yendo a escribir una literatura hace largo tiempo vista como previsible. Pero con La transmigración ha conjurado también la hipotética objeción de que el desaire hacia la literatura tradicional podía implicar impericia artística para ejecutarla. Queda clarísimo que Herrera sabe narrar un relato de argumento y picos de suspense y lo hace con ocurrencias y personajes memorables. La transmigración, sin más, porta una galería de nuevos tipos humanos de primer para el género de primer orden, entre los que destacan el Ñandertal, un matón melancólico, y la enfermera Vicky, suerte de forense del equipo, cada uno de los merecería sendos análisis. En esta circunstancias, también cabe preguntar ¿cuál es la siguiente novedad de Herrera?
Visto su trabajo anterior, puede muy bien ampliar sus límites invadiendo, bajo sus reglas, el convencionalismo de la novela latinoamericana, de logros y rasgos bien reconocibles y, por ello mismo, dispuestas para su reformulación en clave herreriana. Y puede también volver a su proyecto de inventar nuevos procedimientos para nuevas y singulares maneras de narrar. Y también pueda ser que opte por un punto intermedio, que, en su caso, dista visiblemente de la moderación. Así, si el género policial sucumbió ante Herrera, y con la novela latinoamericana, pensándola como género, puede ocurrir otro tanto, parece un tentación irresistible imbuirla del lenguaje de la “migra”, que permea todos sus trabajos, y que concibió para innovar el arte literario hispanohablante en los Estados Unidos.
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Condenaron a 20 años de prisión a integrantes de ‘Los injertos del Tren de Aragua’
Proxenetas venezolanos pensaron que en el país la impunidad aún manda.

Creyeron que en el Perú todo se podía hacer sin consecuencias. Pero no fue así. Cuatro integrantes de la banda criminal venezolana ‘Los injertos del Tren de Aragua’ fueron condenados a 20 años de prisión por el delito de explotación sexual de 10 mujeres extranjeras en el distrito limeño de San Martín de Porres.
Tony Suárez (22), María Griman (27), Izmaury Galindo (26) y Yohan Pedra (34) deberán además pagar, de forma solidaria, una reparación civil de S/ 20 000 a favor de las víctimas, según informó la Fiscalía Provincial Especializada en Delitos de Trata de Personas de Lima Norte.

La investigación reveló que las mujeres habían sido engañadas con la promesa de trabajo en Chile. Pero al llegar a Lima, se les informó que no podían continuar su viaje. Allí comenzó la pesadilla: fueron retenidas y obligadas a ejercer la prostitución, bajo amenazas de muerte.
Ante la gravedad de los hechos y tras recibir pedidos de auxilio, las autoridades lograron ubicar el 3 de septiembre de 2022 un inmueble en la urbanización Fiori, en Lima norte, donde operaba esta red criminal. Allí fueron detenidos los delincuentes venezolanos y se rescató a las víctimas.
La fiscal Luisa Inés Quispe Asmat presentó pruebas contundentes en el juicio: peritajes psicológicos, testimonios, actas de intervención, informes policiales y documentos incautados. Todo confirmó el accionar violento y sistemático del grupo criminal.
Este caso deja una lección clara: el Perú no es tierra sin ley, y quienes llegan del extranjero a delinquir creyendo que no habrá castigo, se equivocan. La justicia puede tardar, pero llega. Y en este caso, fue firme contra quienes buscaron lucrar con el sufrimiento humano.
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Más de 140 mil escolares se benefician con mejoras en 168 colegios
El Ministerio de Educación invierte más de 14 millones de soles para garantizar ambientes seguros y adecuados para el aprendizaje.

El Ministerio de Educación (Minedu) ha destinado más de S/14 millones para mejorar las condiciones de 168 colegios públicos en 31 distritos de Lima Metropolitana, beneficiando directamente a casi 140 mil escolares. Esta intervención incluye desde reparaciones estructurales hasta la entrega de mobiliario escolar, con el objetivo de asegurar entornos seguros y funcionales para estudiantes y docentes.
Las obras se vienen realizando de forma progresiva durante todo el año y contemplan la instalación de mallas raschell contra la radiación solar, renovación de carpetas, sillas y mesas, mantenimiento de estructuras metálicas, y acondicionamiento de puertas, ventanas y otros ambientes. Ante las lluvias persistentes, se ha priorizado la atención en los distritos más afectados, como San Juan de Miraflores y Villa María del Triunfo. En estos sectores ya se trabaja en instituciones como Sol de Los Milagros, Juan Guerrero Quimper, José Olaya Balandra y Bartolomé Mitre.
La intervención se ha dividido en cuatro etapas. Las dos primeras, desarrolladas entre marzo y mayo, beneficiaron a más de 57 mil estudiantes en 61 colegios con una inversión de S/4.5 millones. Actualmente, se ejecuta una tercera fase en 51 instituciones, con S/4.7 millones destinados para mejorar la educación de más de 40 mil escolares. A partir del 7 de julio, arranca una cuarta etapa que atenderá a 56 colegios adicionales, con una inversión similar y más de 41 mil beneficiarios.

Estas acciones del Minedu se respaldan en las leyes 32272 y 32260, que permiten intervenciones inmediatas y financiamiento directo en instituciones educativas públicas afectadas por daños estructurales o emergencias climáticas.
Los colegios intervenidos están ubicados en distritos como Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho, El Agustino, Lurín, Ate, Los Olivos, Comas, Chorrillos, Ventanilla, entre otros, abarcando un amplio sector de Lima Metropolitana.
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Mineros informales bloquean siete carreteras tras ser excluidos del REINFO
La exclusión de más de 50 mil mineros del REINFO expone el fracaso de una política de formalización que nunca llegó a los territorios.

Las tensiones en el sector minero estallaron este lunes 7 de julio, luego de que el Gobierno excluyera a más de 50.000 mineros de la pequeña minería y minería artesanal del Registro Integral de Formalización Minera (REINFO). La medida ha desencadenado bloqueos en al menos siete vías nacionales, interrumpiendo el tránsito en regiones clave como La Libertad, Arequipa, Cusco e Ica.
El ministro de Energía y Minas, Jorge Montero, señaló que solo 31.500 mineros han cumplido parcialmente con los requisitos del REINFO y deberán completar cinco etapas adicionales antes de diciembre de 2025. Estas incluyen la formalización laboral, acuerdos de acceso a superficie, firma de contratos con los titulares de concesiones y la incorporación al nuevo Fondo Minero, un mecanismo diseñado para canalizar recursos hacia el desarrollo sostenible del sector.
Por su parte, la presidenta Dina Boluarte justificó la exclusión afirmando que cerca de 45.000 mineros llevaban más de cuatro años sin avanzar en su formalización, a pesar de una prórroga otorgada desde noviembre de 2024. Además, se identificaron 1.500 casos de uso irregular de permisos, incluyendo su alquiler o tercerización en zonas ya concesionadas, lo que habría generado conflictos legales y sociales.
Siete carreteras bloqueadas
De acuerdo con el último reporte de la Superintendencia de Transporte Terrestre de Personas, Carga y Mercancías (Sutran), todas las interrupciones en vías nacionales están vinculadas directamente a protestas por parte de mineros informales y pequeños productores. El monitoreo realizado en coordinación con la Policía Nacional, Defensa Civil y concesionarias viales muestra las siguientes rutas afectadas:
Trujillo – Agallpampa – Quiruvilca (km 121), La Libertad: interrumpida por huelga de mineros.
Longitudinal de la Costa Sur (km 443), Ica, Nasca: bloqueada por protesta de la Confederación Nacional de Pequeña Minería.
Mara – Velille (km 37+600), Cusco, Chumbivilcas: vía cerrada por manifestación de mineros artesanales.
Mara – Velille (km 121), Cusco, Chamaca: nuevo punto de bloqueo reportado por la misma confederación.
Costa Sur (km 619), Arequipa, Chala: interrupción por movilización de pequeños mineros.
Costa Sur (km 782), Arequipa, Camaná: manifestación de pobladores vinculados a la minería informal.
Sierra Norte (km 129+500), La Libertad, Quiruvilca: protesta de mineros artesanales.
La situación genera serias afectaciones al transporte de carga, alimentos y personas, además de evidenciar un problema estructural no resuelto: la informalidad minera y la incapacidad del Estado para implementar una política de formalización efectiva y sostenida en el tiempo.
Desde el Gobierno, el mensaje es claro: quienes no cumplan con los pasos establecidos quedarán fuera del proceso. Sin embargo, la falta de acompañamiento técnico, la demora institucional y la débil presencia estatal en zonas mineras explican en parte el fracaso de la formalización. Hoy, esa deuda estalla en las carreteras.
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Miguel Ángel Requejo: una ‘tentativa de homicidio’ que exige justicia
La jueza Kharla Orellana Sánchez dictó nueve meses de prisión preventiva contra Miguel Ángel Requejo, acusado de embestir con su camioneta en el restaurante ‘El Charrúa’.

En un país donde la impunidad muchas veces se confunde con indulgencia, el Poder Judicial ha ordenado nueve meses de prisión preventiva contra Miguel Ángel Requejo Astochado, el sujeto imputado por tentativa de homicidio calificado, omisión de socorro y otros cargos, tras haber embestido con su vehículo el restaurante «El Charrúa», en La Molina. Este hecho, que dejó cuatro heridos y cuantiosos daños materiales, pudo haber terminado en una tragedia de dimensiones mayores.
La noche del miércoles 2 de julio, Requejo Astochado —según la acusación fiscal— condujo y estrelló su automóvil directamente contra el establecimiento gastronómico, poniendo en grave riesgo la vida de comensales y trabajadores. Entre los lesionados figuran Augusto Fernando Ramengui Quintanilla, Mario Rodolfo Barbacci Quintanilla, Aníbal Aliaga Masías y Dante Ricardo Consiglieri Chávez. Más allá del impacto físico y económico, lo ocurrido revela una profunda irresponsabilidad criminal que hoy intenta disfrazarse de arrepentimiento.
Durante la audiencia, la fiscal Karen Rosario Cueva Quispe fue categórica: el acusado no solo huyó de la escena sin brindar auxilio a los heridos —lo cual evidencia su desprecio por la vida ajena— sino que además tiene antecedentes por lesiones dolosas. A pesar de autodenominarse empresario, no presentó prueba alguna de arraigo laboral. ¿Cómo confiar entonces en que no intentará fugar del país?
Lo más llamativo, sin embargo, fue el cambio de actitud del imputado al escuchar la decisión de la jueza Kharla Orellana Sánchez, quien finalmente acogió el pedido fiscal, dictando 9 meses de prisión de preventiva y dispuso su reclusión hasta abril de 2026. En ese momento, el acusado rompió en llanto y pidió perdón entre balbuceos, apelando a la conmiseración con frases como «El restaurante es como mi casa» o “no sé qué pasó, perdí mis lentes”.
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Técnicos de la FAP son investigados por robar componentes aeronáuticos en Iquitos
Grave escándalo en la Fuerza Aérea del Perú: red de corrupción, robo de componentes aéreos y presuntos vínculos con sicarios comprometen al Grupo Aéreo N.º 42 en Iquitos.

Por Jorge Linares
El pasado 7 de enero del presente año fue hallado el TIP FAP Boris Meléndrez Seminario en una situación comprometedora con una caja conteniendo diversas piezas pertenecientes a las aeronaves DHC6-Twin Otter Series 300/400, dentro de uno de los almacenes del Grupo Aéreo N° 42 en la ciudad de Iquitos.
Asimismo, se pudo comprobar que no es la primera vez que el TIP FAP Meléndrez incurre en estos actos perniciosos contra la Fuerza Aérea del Perú, como consta en la carpeta fiscal N° 1328-2024, donde se le investiga por ser el único responsable de la pérdida de 4 componentes aéreos: 2 unidades FCU (unidad de control de combustible) y 2 unidades gobernadores de hélices, valorados aproximadamente en medio millón de dólares.
Según las investigaciones de este caso, llama la atención que dos de los testigos claves —el TIP FAP Ronal Borbor Reátegui y el TC3 FAP César Vega Paredes— expresan contradicciones con respecto a la presencia de ambos en un área restringida como es el almacén de alto costo.

De acuerdo con las investigaciones por parte de la Policía y el Ministerio Público, se viene descubriendo más nombres relacionados a otros hechos similares y se puede vincular con una organización criminal dentro de la institución aérea, porque estas personas se han valido de los servicios de un sicario para atentar contra la vida del personal denunciante o de cualquier persona que atente contra sus intereses. Esta afirmación lo corroboró el SO3 FAP Gonzalo Jesús Espinoza Camacho en una colaboración notarial (16 de julio de 2024) al verse descubierto y ser parte de esta estructura criminal, como consta en la carpeta fiscal 17-2025, derivada de la carpeta fiscal 1161-2024.
El SO2 FAP (r) Carlos Andrés Burgos Huapaya, quien en su momento fue abogado de los implicados, manifestó que había dejado de llevar la defensa legal del SO3 FAP Anghelo Albornoz Córdova porque era indefendible ante las evidencias que hay en su contra por haber envenenado al perro guardián para ingresar sin autorización al hangar del Escuadrón de Mantenimiento N° 426 del Grupo Aéreo N° 42 el 13 de julio del 2024 a las 3:40 a.m. y que contó con la participación de los técnicos TC3 FAP César Vega Paredes, SO2 FAP Julio Gonzáles Ramírez y el sicario, quien hasta la fecha no está identificado; pero hay una probabilidad de que sea un mal miembro de la PNP del grupo terna. Burgos también aseveró que este robo de piezas de aviones es una práctica antigua en el Grupo Aéreo N° 42.

Desde el inicio de las investigaciones hasta la fecha, ninguno de los investigados se presentó a dar sus declaraciones, dejando entrever una posición obstruccionista y sospechosa para esclarecer estos hechos execrables que son materia de investigación, a excepción del SO3 FAP Gonzalo Jesús Espinoza Camacho, quien se ratificó de su primera manifestación en la sede policial y fiscal. Todos los implicados pertenecían al área de mantenimiento de motores del Grupo Aéreo N° 42 y ya fueron dados de baja, a excepción del TIP FAP Ronal Borbor Reátegui, quien pidió de manera voluntaria su pase a retiro, despertando mayor sospecha en su persona ya que tenía una carrera militar ascendente.
Es de mucha valía que las autoridades del Ministerio de Defensa y de la Fuerza Aérea del Perú, brinden importancia a este escándalo de corrupción dentro de la institución aérea, porque más allá del evidente robo millonario que le vienen haciendo al país estos malos efectivos, perjudican de manera directa la gran labor social que realiza el Grupo Aéreo N° 42 en la Amazonía peruana.
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Pisaq y Tipón bajo amenaza: turistas defecan en nuestro patrimonio por falta de baños
Una denuncia ciudadana revela que, por falta de baños y señalización, turistas estarían utilizando zonas arqueológicas como letrinas

Hay actos que no solo denotan ignorancia, sino un desprecio inconsciente –y por eso más brutal– por la historia que nos sostiene. Lo que está ocurriendo en los Parques Arqueológicos de Pisaq y Tipón no es una simple anécdota escatológica, como algún burócrata desganado podría resumir en un parte olvidable. Es, en verdad, una forma sutil y cruel de profanación.
El 29 de junio, según denuncias de guías turísticos, visitantes defecaron y orinaron entre las piedras sagradas de nuestros ancestros. Y no lo hicieron por rebeldía o vandalismo gratuito, sino porque no hay baños. Así de sencillo. Así de grotesco.
La escena sería cómica si no fuera tan trágica: turistas desesperados, buscando dónde aliviarse, mientras la brisa andina arrastra los ecos de un pasado glorioso convertido en letrina. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo es posible que un país que se llena la boca hablando de su riqueza patrimonial no sea capaz de instalar un baño seco, una letrina digna, un mísero cartel que diga “por aquí no”?
El problema no es nuevo. Lo nuevo es la frecuencia con la que se repite, la indiferencia con la que se recibe, y la absoluta desidia de quienes deben solucionarlo. La Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, órgano que debería velar por estos santuarios, parece vivir en un letargo administrativo. La escasa señalización, la falta de personal de resguardo y la inexistencia de puntos de información para los visitantes no son fallas técnicas: son síntomas de una renuncia institucional a proteger lo que nos define.

Pero la responsabilidad no termina ahí. El Ministerio de Cultura, que debería ser la conciencia vigilante del país, se ha convertido en una oficina de trámites opacos, más preocupada en sostener convenios insólitos con asociaciones ufológicas que en evitar que las ruinas se llenen de heces.
Lo que ocurre en Pisaq y Tipón no es solo un atentado físico contra las piedras: es una erosión simbólica. Cada micción entre muros incas es una bofetada a nuestra identidad. Cada excremento, una prueba de que el Estado se desentiende de su misión civilizatoria. Porque eso es, al final, el patrimonio: un recordatorio de que venimos de algo más alto que nosotros mismos.
No basta con declarar la indignación. Urge que el Estado reaccione, que asigne presupuesto, que entienda –de una buena vez– que la defensa del patrimonio no es un lujo, sino una urgencia nacional. Que los caminos del turismo no pueden estar sembrados de basura, ni los templos ancestrales convertidos en urinarios.
Si no somos capaces de proteger ni siquiera las huellas de quienes nos precedieron, ¿cómo aspiramos a dejar alguna huella nosotros?
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Respuesta a Carta Notarial de Hotel Casa República
El gerente general del ‘Hotel Casa República’ envió una carta notarial requiriendo que se rectifiquen las supuestas expresiones falsas y difamatorias publicadas en una nota periodística del 17 de junio en nuestra web. Esta es la respuesta de Lima Gris.

Llegó a nuestra redacción una carta notarial fechada el 25 de junio de 2025, recibida con fecha 2 de julio del presente, enviada por el gerente general del Hotel Casa República, señor Juan José Mendoza Arredondo, en la que se nos requiere la rectificación de una nota periodística publicada el 17 de junio de 2025 en el portal digital de la revista Lima Gris, titulada: “Barranco y el ruido del Hotel Casa República”, bajo el argumento de que la misma contendría afirmaciones «falsas y difamatorias».
Al respecto, como medio de comunicación debidamente constituido y en ejercicio legítimo de la libertad de prensa, respetuosamente expresamos lo siguiente:
- Libertad de información y de expresión protegidas constitucionalmente
La publicación realizada por Lima Gris responde a la labor periodística de informar sobre hechos de interés público, en este caso, las quejas y preocupaciones de vecinos del distrito de Barranco respecto al impacto de ciertas actividades nocturnas en su entorno urbano y patrimonial. Esto se encuentra amparado por el artículo 2 inciso 4 de la Constitución Política del Perú, que reconoce el derecho fundamental a «buscar, recibir y difundir información de toda índole por cualquier medio de comunicación». Este derecho no solo ampara a los periodistas, sino también a la ciudadanía que tiene derecho a ser informada.
- Veracidad y sustento de la información publicada
Contrario a lo afirmado en su carta notarial, la publicación en mención no contiene expresiones difamatorias ni afirmaciones falsas. La información difundida ha sido elaborada con base en fuentes verificables, incluyendo testimonios directos de residentes, material audiovisual y reportes ciudadanos disponibles en redes sociales y otras plataformas. En ningún momento se ha atribuido de manera maliciosa o con intención de dañar, la generación de «escándalos nocturnos» al hotel sin fundamento fáctico.
- No existe animus difamandi
El contenido publicado se enmarca en un ejercicio legítimo de crítica y fiscalización periodística. Como lo ha sostenido reiteradamente el Tribunal Constitucional del Perú y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el debate público admite expresiones incluso severas cuando se trata de asuntos de interés común. La publicación no ha tenido como propósito afectar la imagen de su representada, sino evidenciar un problema urbano percibido por un sector de la comunidad.

- Exigencia desproporcionada y amedrentamiento a la prensa
La amenaza de iniciar acciones penales y civiles en caso de no acceder a un pedido de «rectificación total en 24 horas» constituye una forma de censura indirecta y presión indebida sobre la libertad de prensa, prohibida por el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Resulta preocupante que un actor privado pretenda condicionar la labor informativa mediante la judicialización de contenidos críticos.
- Posibilidad de réplica o descargo
Como corresponde a un medio que respeta el pluralismo, reiteramos que el Hotel Casa República pudo ejercer su derecho a réplica en el mismo portal, en vista que pudimos comunicarnos telefónicamente con el gerente Juan José Mendoza Arredondo, y cuyas versiones fueron debidamente transcritas en la misma publicación en calidad de descargo.
Por lo tanto, no existe obligación legal de rectificar contenidos que han sido redactados de buena fe, con base en hechos y bajo un interés informativo legítimo. En consecuencia, rechazamos el requerimiento de rectificación exigido en su carta notarial.
Sin otro particular, reafirmamos nuestro compromiso con el periodismo independiente, crítico y respetuoso del estado de derecho.
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Sujeto embiste su camioneta en conocido restaurante porque local lo había expulsado debido a que se encontraba presuntamente bajo los signos del alcohol [VIDEO]
Miguel Ángel Requejo Astochado ahora será denunciado por tentativa de homicidio.

Un demente al volante. La noche de ayer, comensales del restaurante ‘El Charrúa’, ubicado en el distrito de La Molina, previo el incidente, indicaron que Miguel Ángel Requejo (51 años), había discutido con los mozos del local, quienes procedieron a expulsarlo ya que el sujeto había ingerido bastante alcohol y estaba incomodando a los demás comensales.
Minutos después, el sujeto se sube en su moderna camioneta para conducir sin frenos hasta la fachada del local, colisionando sin importarle que adentro se encontraban personas consumiendo.
Producto del salvaje impacto resultaron heridas dos personas, además del daño material ocasionado por el irresponsable conductor.
Uno de los afectados mencionó que procederá a denunciar penalmente a Requena, calificando el hecho de tentativa de homicidio, tildando además de “enfermo mental” al ebrio chofer, quien no paraba de gritar en todo momento, relata el agraviado, que era un magnate y podía hacer cualquier cosa.
«Ya está detenido. Es un enfermo mental. Esto es un intento de homicidio. Nosotros estamos pidiendo la cuenta y pagando. En un principio estaba sentado y me levanté no sé cómo segundos antes de que el carro se empotre por eso que estaba a un costado e igual me hizo volar», detalló a Canal N.
En tanto, el restaurante ‘El Charrúa’, lamentó el incidente ocurrido anoche, manifestando que colaborará directamente con la Policía para suministrar las grabaciones dentro del local.
«Desde ‘El Charrúa’, reafirmamos nuestro firme compromiso con la seguridad y el bienestar de todos nuestros clientes y colaboradores. Como medida preventiva y con el objetivo de reforzar nuestros protocolos internos, hoy miércoles 3 de julio permaneceremos cerrados», indicaron.
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