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Escribir la frontera: Una aproximación a la narrativa de Yuri Herrera

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Cuando se concluye la lectura de las tres novelas que hasta la fecha ha compuesto el mexicano Yuri Herrera (Actopan, 1970) se puede postular que su obra trajina las distintas etapas en que el español artístico se aclimata en la Unión Americana con la figuración del denso territorio simbólico y humano denominado por todos como la “migra”.

Que Herrera se concentre en modular los registros del español de frontera no debe eludir el hecho de que con él no migra a los Estados Unidos una literatura popularista, sino una de estirpe culta y depurada vertiente teórica. Herrera formuló su primera novela, Trabajos del reino, bajo el influjo de los talleres de escritura creativa de la Universidad de Texas en El Paso. Este no es un dato menor para encarar los derroteros de su obra: la UTEP es una institución que ha desarrollado su perfil académico en torno del estudio y la promoción de las manifestaciones culturales de frontera entre México y Estados Unidos; es más: su programa de creación literaria afirma principistamente su condición de bilingüe.

Por ello, el programa de escritura creativa de El Paso ofreció a Herrera una formación cuyo locus classicus era las muchas maneras de modular una concepción cultural de frontera, afianzada en la propia encrucijada geopolítica de la institución. Pero también le permitió acceder, por la condición primeramente académica de UTEP, a los más recientes panoramas críticos formulados sobre el arte literario en Latinoamérica, que la universidad norteamericana ha reformulado intensamente en los últimos sesenta años. Como resultado, Herrera concibió una narrativa que reunía una serie de requisitos que se distinguían como señales de evidente renovación y que la crítica desde los Estados Unidos había identificado y promovido como señas de nuevas y desafiantes emergencias estéticas.

Tales rasgos, aunque se habían agrupado bajo el membrete de posmodernidad, reaparecían como distinciones meritorias de arte literario nuevo, sobre todo el que encontraba nuevas formas de perfilar la pluralidad cultural y étnica del país a partir de cuestionar (desconstruir) la literatura más convencional. Señas de ese nueva apuesta pueden enumerarse con relativa facilidad por la importancia que han cobrado progresivamente hasta la fecha: intensidad en lugar de extensión, fragmentación en lugar de causalidad,  indeterminación en lugar de enumeración, apelación al lenguaje de las artes antes que a la explicación histórica o sociológica. En síntesis, la superioridad del concepto (la literatura como arte generado y regenerado por la potencia de formular nuevos objetos a partir de fragmentar los antiguos y combinar las piezas a la deriva creativamente) sobre las lógica del relato tradicional.

En esta nueva apuesta estética, los patrones que Herrera asume, no solo como guía, sino como crítica a la literatura latinoamericana inmediatamente anterior, se ejercitan con virtuosismo en su debut novelesco, la aclamada Trabajos del reino. Aunque el libro concede que una nueva ficción aún requiere de un simulacro de argumento para concitar atención (que apele a las prácticas lectoras más convencionales) es, sin duda y por donde se le mire, la ejecución de un concepto que proporciona, por igual, cuotas de goce y conmoción auténtica, inscritas en novedad atisbada por la reflexión de cuño académico. En Trabajos, el asunto de la novela justifica la elección del procedimiento específico y este, a su vez, implica que este se instale como lógica productiva del arte de novelar. Trabajos cuenta cómo un cantor de corridos de narco se une a la corte de uno de los capos para quienes compone sus canciones. En consecuencia, el relato se construye sobre la base de los motivos del narcocorrido.

Se trata de una forma de canción cuyo esquema de base es el corrido tradicional, cuyas funciones narrativas (nacimiento, juventud, correrías, apoteosis y decadencia, por citar algunas) se emplean para referir las peripecias del jefe del protagonista. La novela adquiere así las fobias y las filias del narcocorrido, sus ingenuidades y su sabiduría popularista, su carácter episódico y su propensión a la épica y la tragedia. A esto se añade, como aliciente para quien busca claves de lectura más consabidas, un  pretendido enigma de policial. Así, si la tópica del corrido conduce a escenificar la traición del capo mafioso, en la línea del misterio, el lector con ansias de suspense la sigue para averiguar quién lo traiciona y lo entrega a sus enemigos y cómo se efectúa la felonía.

Foto: Difusión

 

Por ello es más sorprendente cómo el estilo preciso de Trabajos del reino convierte paulatinamente las anécdotas del corrido en escuetos símbolos de un mito de ascenso, apogeo y caída. Debido a sus resonancias alegóricas, la novela puede tomarse la libertad de dejar sin resolución sus misterios. Herrera los empantana en el ámbito de las muchas sugerencias que permite la novela como formato propicio para la connotación. Cuando ella alcanza el punto en que el cantor se encuentra en estado de permanente conmoción, afectado por  la insoportable irrelevancia de los acontecimientos finales, consigue un clímax difícilmente igualable en el que confluyen las muchas y brillantes astucias compositivas del libro con una sentida retórica emotiva.

En cambio, en Señales que precederán al fin del mundo, su segunda novela, Herrera ya no apela al auxilio de un modelo estéticamente convencional para asegurar que su invención sea legible. Sabiéndose hábil para inventar formar novedosas de novelar, asume una empresa de suyo ambiciosa: desplegar un ciclo mítico precolombino como concepto que instale la peripecia de la migración mexicana a Estados Unidos en el siglo XXI con vivacidad y justicia. Por la formación de Herrera en El Paso y su propia circunstancia migratoria — entonces académico extranjero en el programa de doctorado de la Universidad de California en Berkeley— es una tarea que le viene impuesta con naturalidad: la frontera es el asunto central del programa universitario en que se gestó Trabajos, y la migración es el acontecimiento cultural más radicalmente transformador del rostro social y político de los Estados Unidos.

En Señales, las nueve etapas del desplazamiento de los difuntos por el inframundo náhuatl son los nombres del mismo número de capítulos. En ellos narra cómo Makina, la joven telefonista de un pueblo del norte árido de México, se adentra ilegalmente en territorio norteamericano. No lo hace por voluntad, sino en busca de su hermano, quien la precedió atraído por la promesa de una herencia, luego de lo cual le perdió su pista. Si en Trabajos del Reino el concepto fundador fue el narcocorrido—un género musical híbrido—,en Señales la hibridación misma es el concepto que produce la novela. De principio, ello ocurre en el ámbito más general de la reescritura de los incidentes de la “migra” en términos del pasaje por el inframundo (desde el mismo cruce de Rio Grande), pero simultáneamente en el más especifico de la frase literaria en español, cuya constitución expresa la hibridación de lenguas y culturas del territorio limítrofe (resultado, también, de las resistencias y de las voluntarias obliteraciones de los migrantes).

 

La textura del español tejano, dúctil para el símbolo, el mito y acaso el absurdo es aquí el logro más vertiginoso de Herrera. No obstante, conviene señalar que el viaje de Makina y el desplazamiento ritual no calzan con exactitud. Es decir, el formato mítico y la peripecia contemporánea, antes que proyectar simetrías paralelas, presentan vacíos arbitrarios y disímiles que posibilitan que una secuencia se fusione con la otra en vez de meramente reflejarse. Por lo mismo, el acto de novelar en Señales es consustancial a la naturaleza de la hibridación. Aquí el mestizaje es un concepto proliferante en el mismo fundamento del objeto artístico, que lo ejecuta radicalmente y lo modela.

No obstante el quehacer original y hasta aquí exitoso de Herrera, en La transmigración de los cuerpos, su tercera y última novela, la alianza entre concepto e hibridación sufre un desplazamiento inesperado. El tránsito de Trabajos a Señales indicaba que la escritura de Herrera buscaba conseguir la textura cada vez más compleja de la novedad híbrida de frontera, y ello hacía prever que la siguiente novela la destilase con mayor furor y originalidad o, al menos, fuese un logro cualitativamente superior en esa dirección. La transmigración, sin embargo, oblitera la apelación, prima fascie, a la novedad y se inscribe sin mayores complicaciones dentro del género negro.

En consecuencia, aparecen los rasgos más característicos del policial: roles antagónicos, cuyas psicologías tortuosas se ven favorecidas por los enfrentamientos que deparan las bien conocidas tensiones del género (crímenes, enigmas, revelaciones inesperadas). La novela, en Herrera, vuelve, entonces, por un camino que antaño rechazó porque consideró que rendía honores a una literatura excesivamente domesticada por los convencionalismos, pero es un regreso bajo su condiciones particulares: el relato yuxtapone a los clisés la inventiva más celebrada del autor. La firma de Herrera, así, se reconoce en el carácter ritual del tiempo en que ocurren los hechos y su distintiva clave geopolítica.

Si en Trabajos del Reino es el tiempo de la épica crepuscular del narco, y en Señales es el del tránsito al inframundo en la “migra”, en La transmigración se trata de la cuarentena por una epidemia en una ciudad innominada al sur de Río Grande. Es, como en los otros libros, la modulación de las voces de la frontera en el marco de una atmósfera apocalíptica. Es más, si en algún aspecto ha persistido la radicalización de los procedimientos estéticos de Herrera, es justo en el empleo libérrimo y poético de su español mestizo del migrante. Así, como en ninguna de las novelas anteriores, su frase luce colorida y fluida, dúctil y sensible, capaz de impostar con suficiencia los vericuetos de la oralidad espontánea.

En la proliferación de sus puntos de vistas híbridos, en su discurrir sutilmente eufónico y, sobre todo, en su comentario idiosincrásico, pervive y se acrecienta la apuesta por la novedad de su obra previa. Otro sí, el argumento de La transmigración da testimonio de sus meditadas transacciones con el género, que amplia su marco de legibilidad, sus apuestas peculiares y sus pacientes logros para conseguir circular con el capital literario propio en el territorio altamente codificado del policial. Así, el relato lo protagoniza el característico antihéroe; para el caso, el Alfaqueque, un burócrata canijo, que malvive en una pensión con la dueña de esta y con otros dos inquilinos peculiares: un estudiante universitario insensible e idiota y un muchacha a la que se llama la Tres Veces Rubia, quien hace, para todo caso, las veces de femme fatale.

Mientras crecen las posibilidades de  una aventura con ella debido a la cuarentena general, el Alfaqueque recibe la llamada del Delfín, un abogado lumpen y antiguo jefe, quien lo contrata para que, valiéndose de sus peculiares talentos, averigüe el paradero desconocido de su hijo. Son tales dones, prendas indispensables para ser detective en el género, los que permiten, por contrario,  que Herrera consiga con el Alfaqueque una nueva modalidad de “hombre de ley”, distinta del policía intelectual o del investigador violento, y amplíe el campo de la caracterización del protagonista.

En La transmigración, el Alfaqueque es, en oposición a los “hombres de acción”, un “hombre de palabra” y ello le  basta para resolver sus casos. No es, ni por asomo, un individuo brillante ni uno confiado en la habilidad de sus puños. Pero ha comprendido que el cuidado en la selección y uso de las palabras permite hacer preguntas cuyas respuestas son ineludibles, decir la verdad —por más terrible que sea— sin que a nadie ofenda, y formular compromisos que contenten a tirios y troyanos por la rigurosidad y el cuidado que se dedica a la confección de cada uno de sus términos. Poseer tales dones en los barrios que el hampa controla convierte al Alfaqueque en un investigador altamente competente, respetado y cotizado, sobre todo entre gente que, por cualquier lio mezquino, recurre a las balas. Ahí, su intervención es garantía de paz. El clímax de la novela, un intercambio de cadáveres entre familias enemigas —los cuerpos que “transmigran”—, se permite un último y supremo guiño al policial clásico y su viejo aforismo, el que reza que “un crimen nuevo siempre tiene su origen en un crimen antiguo” (o quizás, como en Trabajos, también a la tragedia clásica: “los hijos cargan las culpas de sus padres”).

Luego de tres novelas, cabe reiterar que Herrera ha hecho un recorrido que es, para tantos otros escritores, el de la invención literaria en español en los Estados Unidos del siglo XXI. Como otros de su generación, ejercitó su vocación en programas de escritura creativa y por ello también adquirió una aproximación crítica y teórica a las letras latinoamericanas. Acorde con una invocación general al relevo de las convenciones de la literatura latinoamericana, prefirió una escritura definida por la invención de conceptos propios para novelar, aunque ello no lo hizo rechazar la búsqueda de conmoción, que aún se identifica en su arte. En sus dos primeras novelas, Los trabajos del reino y Señales que precederán al fin del mundo, llevó a cabo su proyecto, que convirtió a la frontera misma en un concepto para formular una novelística. Pero en La transmigración de los cuerpos levantó la cuarentena que estableció para los lugares comunes, aunque intervenidos por su singular capacidad de innovación. En este último estadio, su prosa ha ganado en amplitud y potencia.

Es lógico preguntarse, a qué responde esta incursión de Herrera, un escritor tan innovador, en el género. Naturalmente, está el desafío que implica renovar un territorio que luce casi petrificado. En ese supuesto, Herrera ha buscado ser imprevisible yendo a escribir una literatura hace largo tiempo vista como previsible. Pero con La transmigración ha conjurado también la hipotética objeción de que el desaire hacia la literatura tradicional podía implicar impericia artística para ejecutarla. Queda clarísimo que Herrera sabe narrar un relato de argumento y picos de suspense y lo hace con ocurrencias y personajes memorables. La transmigración, sin más, porta una galería de nuevos tipos humanos de primer para el género de primer orden, entre los que destacan el Ñandertal, un matón melancólico, y la enfermera Vicky, suerte de forense del equipo, cada uno de los merecería sendos análisis. En esta circunstancias, también cabe preguntar ¿cuál es la siguiente novedad de Herrera?

Visto su trabajo anterior, puede muy bien ampliar sus límites invadiendo, bajo sus reglas, el convencionalismo de la novela latinoamericana, de logros y rasgos bien reconocibles y, por ello mismo, dispuestas para su reformulación en clave herreriana. Y puede también volver a su proyecto de inventar nuevos procedimientos para nuevas y singulares maneras de narrar. Y también pueda ser que opte por un punto intermedio, que, en su caso, dista visiblemente de la moderación. Así, si el género policial sucumbió ante Herrera, y con la novela latinoamericana, pensándola como género, puede ocurrir otro tanto, parece un tentación irresistible imbuirla del lenguaje de la “migra”,  que permea todos sus trabajos, y que concibió para innovar el arte literario hispanohablante en los Estados Unidos.

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Alexis Iparraguirre (Lima, 1974) es narrador y crítico literario. Recibió el Premio Nacional de la Pontificia Universidad Católica del Perú en Narrativa 2004 por su libro de cuentos El Inventario de las Naves, cuyas historias se han incluido en diferentes antologías peruanas e internacionales. Es máster de bellas artes en Escritura Creativa en Español de New York University (NYU), licenciado en Lingüística y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y candidato a doctor en Literaturas y Lenguas Hispánicas y Lusobrasileñas de The City University of New York (CUNY). Prepara la publicación de su segundo libro de relatos.

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ATU y el Metropolitano: 15 años de promesas incumplidas

La ATU ha convertido la modernización del Metropolitano en una promesa eternamente postergada. Ahora, su presidente David Hernández vuelve a anunciar avances, mientras los usuarios siguen padeciendo a diario un servicio caro, colapsado, restringido en buses, y cada vez más deplorable e indigno.

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A quince años de su puesta en funcionamiento, el Metropolitano —el sistema de buses de tránsito rápido que alguna vez simbolizó modernidad en Lima— continúa circulando con una flota envejecida, desbordada y deteriorada. Ahora, el presidente de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), David Augusto Hernández Salazar, ha anunciado una esperada renovación: nuevos buses operativos para el 2026.

Una fecha que, aunque necesaria, suena más a postergación que a solución. Sin embargo, mientras los discursos se repiten, los usuarios siguen enfrentando a diario un servicio deteriorado, con buses antiguos, demoras constantes y estaciones colapsadas.

La renovación parece siempre estar en el horizonte, pero nunca llega. La ATU insiste en proyectar una imagen de avance y modernidad, cuando en realidad lo que predomina es la postergación embustera. Y mientras tanto, Lima paga el precio con un transporte público que se vuelve cada vez más insuficiente e indigno.

Pasajes en los buses del Metropolitano subieron a S/.3.20 y S/.3.50 desde julio del 2022.

Lo cierto es que prometer para dentro de un año y medio, en un país donde la inestabilidad política y la lentitud burocrática son la norma, suena poco convincente. ¿Por qué se necesita una adenda contractual de cuatro meses y otros ocho para la llegada de buses? ¿Dónde quedó la previsión de una entidad que debería planificar con años de antelación?

El problema del transporte público en Lima es estructural, no administrativo. Las medidas paliativas —como el servicio Aerodirecto hacia el nuevo aeropuerto Jorge Chávez— no deben distraer de las reformas urgentes. Este nuevo servicio, todavía en fase de «marcha blanca», con horarios limitados y señalización deficiente, confirma que improvisar sigue siendo el modus operandi.

Durante el verano de 2025 usuarios del Metropolitano se bajaban de los buses debido al asfixiante calor.

Peor aún es el estado de precariedad en que se encuentra el servicio del Metropolitano. Buses que fallan, rutas sobresaturadas, estaciones sin mantenimiento y, por supuesto, el eterno problema de la informalidad. Es por ello que resulta irónico escuchar a Hernández Salazar exigir “vehículos registrados y formales” para los taxis por aplicativo, cuando la ATU ni siquiera puede garantizar formalidad ni calidad en su propio sistema de transporte urbano.

Respecto al debate sobre estas plataformas, el discurso de la ATU es ambiguo. Por un lado, reconoce que el modelo tecnológico es positivo; por otro, busca encajonarlo en una normativa sin que exista una estrategia clara de implementación. Mientras tanto, miles de usuarios siguen expuestos a un servicio sin regulación efectiva y con vacíos legales evidentes.

Lima necesita un transporte digno, no más anuncios para 2026. La ciudadanía ya no quiere promesas, quiere resultados. Y los quiere ahora.

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Mincul quiso aumentar el aforo de Machu Picchu a 27 mil turistas por día y la DDC del Cusco le dijo que era “inviable”

Cartera del ministro Fabricio Valencia está desesperada por lucrar lo más que se puede en una de las nuevas maravillas del mundo. En la actualidad solo se permiten 4500 turistas al día.

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¡De locos! Hace unos meses, el Ministerio de Cultura (Mincul) presentó un proyecto para incrementar el aforo diario al parque arqueológico de Machu Picchu de 4500 a 27,000, argumentando que con ello se facilitaba el ingreso a una mayor cantidad de turistas con un costo de ingreso de 35 soles, pero la duración de las visitas se acortaría a tan solo ¡una hora!

Esta propuesta no solo es un evidente incremento en el aforo a Machu Picchu, sino que implicaría un deterioro considerable en suelo del sitio arqueológico, de acuerdo a lo explicado por Nino del Solar, jefe del parque arqueológico, quien enfatizó que esto atentaría severamente en la conservación y preservación de la famosa ciudadela inca.

Ante ello, desde la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) del Cusco rechazaron rotundamente tal desvarío del ministro Valencia, siendo calificada de “inviable”.

Cuenta además el funcionario que actualmente el Mincul, en coordinación con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) vienen trabajando en otro proyecto para ampliar el aforo.

“Estamos evaluando aumentar el aforo de Machu Picchu y si es posible elevar la capacidad”, manifestó el ministro Valencia en declaraciones para Tv Perú en abril pasado.

Venta de boletos para ingresar a la llaqta es un caos

La propuesta del Mincul no aparece de un momento a otro, sino que estaría ligada a las largas colas que se originan en la entrada a la ciudadela de Machu Picchu. En la actualidad, en temporada baja se pueden vender 4500 boletos, mientras que en temporada alta esa cifra se incrementa a 5600 boletos; que comprende los meses de abril hasta diciembre, es decir, nueve de los doce meses del año.

De esa cantidad, 1000 boletos se expenden en la misma boletería de ingreso (como último recurso si no se adquirieron con anticipación los boletos) y el resto son vendidas de manera virtual en la plataforma del Estado “Tuboleto.cultura.pe”, del Mincul.

La demanda ha superado a la oferta y desde el Mincul se analiza incrementar el aforo a 27 mil turistas por día. Foto: Revista Tour Gourmet.

El problema surge cuando los turistas, nacionales y extranjeros, no toman las previsiones del caso, adquiriendo con bastante tiempo de anticipación sus entradas para el acceso a la llaqta de Machu Picchu, ocasionando una gran aglomeración en el distrito de Aguas Calientes.

La solución para ese problema la vienen brindando varias autoridades, la misma que consiste en incrementar el aforo, sin embargo, como ya se explicó ello traería consigo el rápido deterioro de una de las siete maravillas del mundo, la misma que se mantuvo intacta durante siglos, pero el afán de lucrar de algunas autoridades es mayor a su preservación.

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Demora y confusión durante la “marcha blanca” en el nuevo aeropuerto Jorge Chávez

Diversos pasajeros manifestaron su incomodidad al momento de ingresar y salir del nuevo aeropuerto. Aún hay cosas por mejorar.

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Ayer se inició la denominada “marcha blanca” en el nuevo aeropuerto Jorge Chávez, llamando la atención de distintos medios de prensa que se congregaron para obtener las declaraciones de los primeros viajeros. Fueron ellos, y no funcionarios del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) o de Lima Airport Partners (LAP), quienes podían ofrecer una declaración imparcial sobre el manejo y el funcionamiento de las nuevas instalaciones.

Familiares de uno de los tantos pasajeros que iban a llegar al nuevo aeropuerto manifestaron aún hace falta mayor orientación respecto a la llegada de los vuelos. “No me han dado información clara, un orientador me mandó al otro aeropuerto y al final era aquí. Me confundieron”, comentó para Latina.

Asimismo, otro de los problemas a mejorar durante los 14 días que le restan a la “marcha blanca” es mejorar los tiempos para realizar el trámite de llegada en Migraciones.

“Me he tardado cerca de media hora solo en Migraciones. Son pocas personas las que están atendiendo en los módulos y eso ha ralentizado todo”, comentó una joven para el citado medio.

La confusión también se origina cuando uno quiere ingresar al nuevo aeropuerto. Una señora comentó que el taxista que la trasladó tuvo problemas sobre la ruta de acceso que tenía que elegir: “No hay información clara. Son pocas personas las que pueden orientarte y los letreros no ayudan mucho. Él se fastidió porque no sabía por dónde ingresar”, narró.

A propósito del malestar para el ingreso, un equipo de Latina también sufrió un percance al momento de elegir la ruta correcta. Según la reportera de ese canal, al llegar por la avenida Morales Duárez hay un camino que se divide en un carril derecho y otro izquierdo. El carril izquierdo está marcado como “larga espera”, que significa más de 24 horas, pero no hay nadie que aclare este detalle. Muchas personas que llegaban en taxi han tomado este carril por error y después se han dado cuenta de que no es el estacionamiento donde deberían estar, por lo que han tenido que dar la vuelta para ingresar al carril “corta espera” donde se permite que estén por un lapso máximo de 10 minutos para dejar o recoger pasajeros.

Aún se registra congestión vehicular para ingresar al nuevo aeropuerto. Foto: captura Canal N.

LAP anunció que de manera oficial el nuevo aeropuerto operará al 100 % desde el 1 de junio, fecha en que empezará a recibir a miles de pasajeros al día. Se espera que hasta esa fecha los inconvenientes antes señalados queden resueltos completamente, y que el tráfico que se origina al momento de ingresar al terminal aéreo se reduzca en lo más mínimo.

Finalmente, siempre se recomienda a todos los pasajeros llegar al nuevo aeropuerto tres horas antes de su vuelo.

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Empezó la “marcha blanca” en el nuevo aeropuerto Jorge Chávez [VIDEO]

Nuevo aeropuerto será inaugurado de manera oficial el próximo 1 de junio. Se recomienda acudir con al menos tres horas de anticipación.

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Después de cinco meses de demora, el nuevo aeropuerto Jorge Chávez empezará a operar y por ello se ha dispuesto que a partir de hoy se inicie una “marcha blanca” que consistirá en una prueba real que servirá para sacar conclusiones en tiempo real sobre algunas deficiencias que se puedan originar a causa de este nuevo cambio de sitio, como por ejemplo el tráfico vehicular, el funcionamiento de los embarques, la llegada y salida de los pasajeros, así como los tiempos entre una y otra operación. Luego de ello, el 1 de junio, empezará de manera ya oficial a operar el tan esperado aeropuerto.

Por estos 15 días de “marcha blanca” estarán funcionando solo cinco aerolíneas en la nueva sede: Aerolíneas Argentinas, Volaris, Arajet, Air Europa y Aero República (Wingo Colombia), las cuales tendrán un promedio de 8 a 10 vuelos hacia el exterior.

fuente: rpp.

Como se trata de un nuevo sistema, se recomienda a las personas que hayan adquirido boletos con esas aerolíneas tomar sus previsiones para evitar cualquier demora o contratiempo para abordar su avión. Aquí algunas recomendaciones:

  • Vaya al nuevo aeropuerto con al menos 3 horas de anticipación. Debido al tráfico que se produce en la única vía de acceso, sobre todo en las horas punta, esto podría ocasionar una demora considerable de alrededor de 45 a 60 minutos.
  • Pasaporte vigente: recuerde que el nuevo aeropuerto no contará con una oficina de migraciones. La oficina de Migraciones más cercana estará ubicada en el antiguo aeropuerto y le tomará unas cuantas horas realizar todo el trámite para sacar el pasaporte de urgencia. Para los demás trámites que no sean urgentes, los pasajeros deberán movilizarse hasta la sede de Migraciones en Breña.
  • El transporte público no puede llegar al nuevo aeropuerto: Aerodirecto, línea oficial del nuevo aeropuerto es la única línea de bus autorizada para llegar hasta el terminal aéreo. Asimismo, los buses turísticos, automóviles particulares, taxis de aplicativos autorizados, también podrán ingresar al aeropuerto y tendrán solo 10 minutos para el desembarque.

Una vez dentro del terminal, los usuarios encontrarán módulos digitales para obtener su tarjeta de embarque y etiquetas de equipaje, además de los tradicionales counters de las aerolíneas. Posteriormente, se pasará por controles de seguridad equipados con tomógrafos de visión 360 grados, tanto para equipajes de mano como de bodega.

El ingreso a la zona restringida será exclusivo para pasajeros. Quienes los acompañen podrán llegar solo hasta el control de tarjetas de embarque, previo al área de seguridad y migraciones.

Sobre los taxis

El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) ha establecido tres zonas diferenciadas para organizar el tránsito vehicular:

Nivel 3 – Zona de desembarque directo: permite dejar pasajeros con acceso inmediato al terminal. Los taxis tendrán una tolerancia de permanencia de 10 minutos. Pasado ese tiempo, se cobrará una tarifa establecida por el concesionario. Solo se podrá dejar pasajeros, no recoger.

Nivel 2 – Zona de recojo y descenso rápido: ubicada a pocos metros del terminal, permite dejar o recoger pasajeros en casillas señalizadas, sin detenerse por periodos prolongados. Desde aquí, quienes arriben deberán cruzar el bulevar para ingresar al terminal y quienes salgan podrán reunirse con su taxi previamente coordinado.

Nivel 1 – Exclusivo para unidades autorizadas: espacio reservado para vehículos que cuenten con permiso previo otorgado por Lima Airport Partners (LAP).

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Lujoso hotel de López Aliaga y su oscura permanencia en Machu Picchu por 6 mil dólares mensuales [VIDEO]

En el nuevo podcast de Lima Gris, todo sobre el caso del lujoso hotel del alcalde de Lima en Machu Picchu.

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Como se recuerda, el 4 de diciembre de 2024, la empresa de López Aliaga solicitó al Gore-Cusco una ampliación de la concesión por 64 meses, alegando que en 2020 tuvo pérdidas económicas superiores a los 11 millones de dólares, atribuidas a los efectos de la pandemia de la Covid-19. Y en febrero último el juez Eliot Zamalloa concedió una medida cautelar a favor de que la empresa Perú Belmond continúe operando el hotel hasta que se convocara una nueva licitación.

Esto motivó a la cadena hotelera a comunicar que no entregaría el inmueble en la fecha pactada. Sin embargo, El Cuarto Juzgado Especializado en lo Civil de Cusco, a cargo de la jueza Fanny Pérez, en el mes de abril declaró improcedente la acción de amparo presentada por 73 trabajadores de la empresa y revocó la medida cautelar que permitía a la compañía, continuar operando el hotel ubicado en Machu Picchu.

Para la Comisión de Juristas Contra la Corrupción del Cusco, el Juzgado de Lima y la empresa hotelera cometen un “abuso del derecho” contra la región imperial, al extender ilegítimamente la concesión del hotel; y denuncian que existe una estrategia coordinada para perpetuar la concesión que vence en los próximos días, porque prioriza los intereses económicos de la multinacional —del alcalde López Aliaga— sobre los derechos de la región del Cusco.

El Gobierno Regional del Cusco liderado por Werner Salcedo aún no podría tomar posesión del bien; debido a que persiste el proceso de arbitraje, que finalmente definirá la administración del lujoso recinto ubicado al ingreso a la llaqta de Machupicchu.

Por lo visto, y pesar que pagan una suma irrisoria por el alquiler del espacio, el Hotel Sanctuary Lodge desearía perpetuarse en Cusco y continuar ganando miles de dólares.

Todos los detalles de la investigación en este podcast de Lima Gris, donde Edwin Cavello y Luis Felipe Alpaca dan detalles de lo que viene sucediendo en Machu Picchu.

Aquí el video del podcast y el reportaje.

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¡Qué frío! Temperatura en Lima Este cae de manera brusca hasta los 13 grados

Desde el último fin de semana ya se siente un cambio notorio en el clima, obligando a los ciudadanos a sacar las casacas más abrigadoras.

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A desempolvar las frazadas. La temperatura mínima en Lima Este descendió hasta los 13 grados, especialmente en los distritos de La Molina, Ate y Santa Anita, de acuerdo a la información del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi).

David Garay, especialista de dicha institución, explicó que hay dos factores que influyen en la baja temperatura en la capital, que ayer amaneció con cielo nublado: el descenso de la temperatura superficial del mar y los vientos que vienen desde el sur.

Garay explicó que, en gran parte de la costa central, el otoño avanza de manera gradual hacia el invierno (prevista que iniciará en el hemisferio sur el próximo 20 de junio). Precisó que las temperaturas más bajas se registran en zonas alejadas del litoral, mientras que en los distritos cercanos al mar la sensación de frío es menor debido el efecto termorregulador del océano, que atenúa el descenso térmico.

«En la mayor parte de la costa, hacia el centro, estamos en la transición del otoño a invierno; entonces la tendencia es que (las temperaturas) vayan disminuyendo progresivamente. Estimamos que en invierno se mantengan los valores normales, los mínimos 14 o 16 grados», respondió para Andina.

Cambio brusco en la temperatura agarró desprevenidos a miles de limeños.

En otoño e invierno, sobre todo en la noche y la madrugada, Lima Este se convierte en una zona más fría por distintos factores, como la topografía, el terreno, la vegetación, el tipo de material de las casas, pero la más importantes es su lejanía del mar.

El mar actúa como un termorregulador y hace que las temperaturas no desciendan ni asciendan bruscamente en las zonas aledañas; de esto se benefician distritos como Magdalena, Miraflores, Barranco, Chorrillos y el Callao. En cambio, los del Este de la capital encontrarán temperaturas que tienden a disminuir de forma repentina en invierno y a subir en verano.

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Oscuros manejos en la UNSAAC: Red de poder, impunidad y nexos con el Caso Sheraton

Documentos fiscales revelan una investigación contra profesores de la UNSAAC por el presunto delito contra la Administación Pública y Corrupción de Funcionarios en la modalidad de peculado. A pesar de esto, Alfredo Mormontoy y Patricia Arroyo Abarca siguen enseñando en la universidad cusqueña bajo la protección del rector Eleazar Rucinta.

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La Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), una de las casas de estudios más antiguas del país, enfrenta una crisis institucional sin precedentes. Las irregularidades, hasta hace poco solapada entre trámites administrativos y silencios cómplices, estalló públicamente en septiembre de 2024, cuando la Policía Anticorrupción —bajo la dirección de la fiscal Patricia Molina Villena— intervino la Escuela Profesional de Arqueología.

La operación terminó con la detención preliminar de tres funcionarios: Alfredo Mormontoy Atayupanqui, jefe del departamento académico de Arqueología; Patricia Marlene Arroyo Abarca, directora académica; y Claudia Cecilia Herrera Moriano, secretaria informal pero omnipresente en la gestión de la escuela. La intervención, avalada por el Ministerio Público, reveló indicios concretos de colusión y peculado en perjuicio del Estado.

Fuente: Ministerio Público.

Lima Gris accedió a la resolución de formalización de investigación preparatoria fechada el 6 de septiembre. La fiscal Molina Villena, cuyo trabajo meticuloso ha sido clave, expone allí una estructura operativa donde el uso indebido de recursos públicos era práctica común. Conversaciones halladas en los celulares de los intervenidos muestran cómo se presionaba a docentes para “regularizar” firmas de asistencia, incluso en días no laborables. El objetivo: legitimar ausencias y cubrir irregularidades académicas y administrativas.

El papel de Claudia Herrera resulta especialmente perturbador. Aunque no figuraba como trabajadora oficial, operaba como autoridad de facto: controlaba la asistencia docente, gestionaba los gabinetes, realizaba trámites estudiantiles y hasta cobraba por estos servicios. Su tesis fue hallada en una computadora institucional, al igual que un archivo Excel que detallaba pagos irregulares para financiar su salario, dinero exigido a docentes bajo presión de Arroyo y Mormontoy. Peculado y colusión, de manual.

Fuente: Ministerio Público.

La universidad, en un comunicado tibio, intentó deslindar responsabilidades negando el vínculo laboral con Herrera. Sin embargo, no ha separado de sus cargos a Mormontoy ni a Arroyo, quienes siguen enseñando en la UNSAAC pese a las graves acusaciones. La decisión no solo refleja una alarmante permisividad, sino también posibles pactos de protección desde las más altas esferas universitarias.

Ambos docentes son miembros del movimiento político Mi UNSAAC, el mismo que llevó al rector Eleazar Crucinta al poder. Crucinta no solo comparte militancia con los investigados; propuso a Patricia Arroyo como integrante del comité electoral para las elecciones universitarias de 2025, lo que evidencia el grado de influencia que aún conserva la dupla denunciada. La captura de la universidad por un grupo con fines particulares ha puesto en jaque la integridad institucional.

Fuente: Ministerio Público.

Vínculos con el caso Sheraton

Pero el caso no termina ahí. Mormontoy y Arroyo también figuran en la investigación por el Caso Sheraton, escándalo emblemático por la destrucción de patrimonio cultural en el centro histórico de Cusco. En ese caso, también dirigido por la fiscal Molina, se indaga una red que habría operado con respaldo político y técnico desde la universidad. La conexión entre ambos expedientes es más que una coincidencia: sugiere una trama oscura con múltiples capas y actores.

Los testimonios recogidos por el Ministerio Público son reveladores. Docentes aseguran que Herrera manejaba la escuela como si fuera su propiedad. La supuesta “acta de acuerdo” que autorizaba sus funciones no existe. Además, se han verificado viajes al extranjero de profesores durante el semestre académico, quienes, con ayuda de Herrera, falseaban su asistencia y cobraban sus sueldos sin dictar clase. Mormontoy y Arroyo, beneficiarios de un sobresueldo por funciones administrativas que delegaron completamente en Herrera, no solo incumplieron sus labores, sino que coaccionaron a sus colegas para financiar su negligencia.

Fuente: Ministerio Público.

Todo esto ocurre mientras el rectorado guarda silencio. Ni una sola sanción, ni un proceso disciplinario. La inacción, lejos de ser torpeza, se interpreta como encubrimiento.

La pregunta es inevitable: ¿por qué siguen enseñando quienes enfrentan acusaciones tan graves? ¿Cómo puede una universidad pública tolerar que personas con nexos oscuros, investigadas por dañar el patrimonio cultural de la humanidad, sigan formando a futuros arqueólogos?

Rector de la UNSAAC Eleazar Crucinta.

El mérito del Ministerio Público ha sido enfrentarse a una estructura enquistada en la academia cusqueña, donde el poder se ejerce con impunidad y las redes políticas aseguran protección. El caso UNSAAC, más allá de sus protagonistas inmediatos, es un reflejo de la degradación institucional que corroe a varias universidades públicas del país.

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En Trujillo: Joven daña uno de los muros de la ciudadela de Chan Chan [VIDEO]

Dibujan un miembro viril de aproximadamente dos metros en el patrimonio mundial de la UNESCO

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La ciudadela de Chan Chan, ubicada en lo que hoy es Trujillo, tiene una extensión aproximada de 20 kilómetros cuadrados, elaborada de adobe, convirtiéndose así en la ciudadela más grande de América construida con ese material. Cuentan los arqueólogos que cerca de 100 mil personas llegaron a habitar esa ciudad, una cifra impresionante para la época de la civilización Chimú.

Lo más resaltante de esa enorme ciudadela son, sin lugar a dudas, sus muros, las cuales hasta ahora pueden apreciarse, delicadamente decorados con altos relieves en los que se muestran cosas del día a día de la cultura Chimú: olas, peces, o pájaras saltan a simple vista.

Fue recién en el año 1988 que la Unesco lo declaró patrimonio mundial de la humanidad, y a la par también fue incluida en la lista del patrimonio de la humanidad en peligro debido a múltiples saqueos perpetrados durante siglos, así como las invasiones debido a su poca vigilancia.

Lamentablemente, las personas no valoran la inmensa riqueza cultural que representa la ciudadela de Chan Chan y es frecuente que desadaptados malogren su fachada con pintas o destrozando parte de su construcción.

Recientemente, un sujeto acaba de vandalizar con aerosol uno de sus muros, dibujando un miembro viril de aproximadamente dos metros de longitud. En las imágenes compartidas en las redes sociales se puede apreciar a un joven dibujando en uno de los muros, mientras que otro desconocido lo graba.

fuente: rpp.

Una ciudad abandona

Pese a los esfuerzos de distintos arqueólogos, la gran extensión de lugar hace casi imposible que haya vigilancia permanente, reportándose periódicamente intentos de invasión por parte de traficantes de terrenos. Al respecto, la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación (Ley n.° 28296) sanciona con multas y hasta cárcel a quienes dañen los bienes culturales, pero la poca participación desde la Dirección Desconcentrada de Cultura de La Libertad convierte en una tarea titánica su preservación.

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