PAUL GUILLÉN
«Cada uno es libre de escribir como quiere»
Entrevista John Martínez
Fotografía Pamela Soria
Paúl Guillen (Ica, 1976), es uno de los poetas jóvenes más importantes del Perú. Ha publicado a los poemarios: “La muerte del hombre amarillo” (2004); “La transformación de los metales” (2005) e “Historia Secreta” (2008). Dirige el sello editorial, la revista y el blog Sol Negro. www.sol-negro.blogspot.com
A poco de publicar su próxima antología sobre poesía peruana, conversamos con Paúl, el miembro más joven del contundente grupo Hora Zero.
– Cuéntanos un poco de ti, eres de Ica. ¿Creciste allí?
Nací allí pero me crié en Lima, me trajeron a los seis años y bueno hasta ahora. De allí tengo los recuerdos primordiales, con los abuelos ya fallecidos. Siempre volviendo a la casa de ellos, siempre tratando de volver a esa primera infancia, que se terminó cuando vine a Lima.
– Esa añoranza me hace recordar tu: “Elogio de la infancia: Poetas peruano de tres décadas”. Háblanos un poco sobre eso ¿por qué el título?
Toda mi vida universitaria, académica, el poeta que me guió como un Virgilio, fue Juan Ojeda. El tiene en su libro “Arte de Navegar”; un poema llamado, “Elogio de la infancia”, dedicado a Julio Nelson, quien era el más joven del grupo de Ojeda.
Así, yo retomo ese poema para reflexionar sobre la última poesía peruana. Ese texto es ya antiguo, lo que valdría la pena comentar es el libro que debe ver la luz este año, titulado “Elogio de la Infancia: Poesía Peruana Post 2000”. Que reúne a los poetas que comenzaron a publicar comenzando la década, mayormente en universidades como San Marcos, Villareal, La católica y de otros lados.
– ¿Cuál crees que es la diferencia principal de tu antología, con la serie de antologías sobre la poesía del 2000, que han ido apareciendo?
– La idea es leer a la poesía peruana del siglo XXI, no por generaciones, ni por décadas sino por líneas poéticas. Lo que postulo en el libro son cinco sistemas poéticos de la poesía peruana del siglo XXI. Un sistema sería la poesía coloquial, otro sistema sería la poesía neobarroca; otra fuente sería la poesía que viene del concretismo brasilero (dentro está la poesía visual); otra sistema sería el de la poesía hecha en lenguas aborígenes; y el sistema de la poesía lírica, que vienen de las fuentes del simbolismo y del surrealismo.
– Háblanos un poco más sobre la poesía en lenguas originarias.
Lo que ocurre es que hay críticos que se olvidan que hay poesía escrita en otras lenguas. Por ejemplo en los años ochenta, hay dos poetas importantes que escriben en quechua, que no es una poesía ligada al campo sino surgida de la migración, de la gran urbe. Hablo de Eduardo Nimango y Dida Aguirre. En el caso de los noventa, esta Odi Gonzáles.
– ¿Y son destellos? ¿O hay un camino recorrido, poéticamente hablando?
– Hay una tradición que comienza con Arguedas, con su poemario “Katatay”, con poemas escritos en quechua; además de una serie de poetas por investigar.
– ¿Y los jóvenes?
Por ejemplo Dante Gonzáles, de la revista “Limen” escribe en quechua, tiene una poesía muy alta, que ya ha bebido de fuentes occidentales. Es un poeta ancashino que ha estudiado en San Marcos y tiene todo este reenvío entro lo autóctono y lo occidental.
– Estamos en la época del Fast food, las tarjetas de crédito y tantas otras cosas que nos alejan de la poesía. ¿Qué tan difícil crees tú que es el acceso del público para con la poesía?
El arte visual y las tecnologías unidas a la poesía acercan a la gente. Cuando empezó la poesía visual, la gente pensaba que eso iba a matar a la poesía, pero vemos que ya hay una tradición de 10, 15, hasta 20 años sobre este tipo de poesía. Lo que ayuda porque el lector se siente más integrado a este tipo de propuestas. En Lima hay gente con interesantes propuestas, como Cristian Luna o Félix Méndez.
– En tu antología lo que haz hecho es desentrañar la poesía actual ¿Dónde crees que estemos? ¿Hay una vanguardia? ¿Un avance?
Claro, es de lo que antes hablábamos, creo que hay cinco sistemas reconocibles, que conviven en diferentes tiempos. Hablar de sistemas no significa que dichos sistemas vivan independientes entre si, o que estén en una sola línea, un poeta pueden transitar los cinco sistemas. Lo que me motiva en el caso de la poesía peruana es ver esa continuidad, esos quiebres. Lo vemos en César Vallejo, lo vemos en José Carlos Yrigoyen. Hay continuidades, hay discontinuidades, no a nivel de generación sino de espirales, de sistemas poéticos.
– Bien, o sea como escritor tienes además esa posibilidad de ver qué se escribe. ¿Te ha ayudado el contexto? ¿Ha sido perjudicial ver casi todo lo que se ha escrito? ¿Qué tan difícil es cumplir esa frase de Reverdy, quien dice que todos tenemos la obligación de hacer con las palabras lo que nadie ha hecho?
En cierto nivel si sirve y en otro es perjudicial. Reflexionar sobre poesía peruana, sobre todo en el medio donde estamos, Lima, donde no hay muchas posibilidades, ya sea en convenios o becas, para dedicarse a escribir poesía; en las universidad prácticamente los cursos de poesía peruana han ido desapareciendo; o la gente que dicta los cursos se dedica a ver lo que ya es tradición, analizan hasta la generación del sesenta y se quedan allí. Eso es lo malo.
Por cierto sentido también es favorable situarme en qué contexto de escritura me desarrollo y así poder compararme con otra gente. En ese camino uno siempre encuentra cosas valiosas.
Cuando publique este libro, “Elogio de la Infancia: Poesía Peruana Post 2000”, estoy seguro, no voy a decir que he descubierto pero que si he ejemplificado líneas, que en otro sentido, otros críticos, no han detectado todavía en esta generación del 2000; por decir un nombre generación del 2000, porque no creo mucho en eso. Sino en un grupo que tuvo una misma experiencia, muchos de ellos universitaria, bebieron de las mismas fuentes, leyeron a los clásicos; era volver a T. S. Eliot, a César Vallejo, a Ezra Pound y ya no tanto la poesía de la calle. Importante era Hora Zero (HZ) – ahora más vital que nunca- digo importante pero esta generación ya no bebe mucho de esas fuentes.
– Haz mencionado un punto al que quería llegar, HZ y su intervención en el panorama de poesía peruana y latinoamericana. No deja de sorprender que luego de muchos años hayan elegido un miembro nuevo, ese miembro eres tú. ¿Cómo llegaste a formar parte del grupo? No creo que haya habido una convocatoria abierta.
Mi cercanía viene primero porque yo escribí una tesis sobre Enrique Verástegui, también porque organicé en San Marcos, un homenaje a la generación del setenta, tanto a HZ, como a Estación Reunida, o a Watanabe, a Carlos López y otros poetas que no tenían grupo. Ese fue el primer contacto con HZ.
El segundo contacto fue el libro que realicé llamado: “33 poetas del setenta”, donde sale la mayoría de ellos y en general de la gente que estaba escribiendo en esa década.
Podemos ubicar un tercer momento: por ser tan amigo de Verástegui me empezaron a invitar a algunas reuniones del grupo y coincidieron en ver que hay una parte de HZ que va por el camino que yo tengo. Más parecida a la de Eloy Jáuregui, o a la de Yulino Dávila, más barroca, diferente a la poesía de Jorge Pimentel o del mismo Enrique Verástegui, que es más la poesía de la calle. Así que Pimentel y Tulio Mora, decidieron invitarme al movimiento, con la perspectiva de armar un movimiento HZ juvenil, que en realidad no se sabe si va a ir o no…
– El otro día en la Casa de la Literatura, Tulio Mora dijo que ya no iba a ingresar nadie más…
Parece que Tulio lo ha pensado mejor, porque también hay otros movimientos y otros chicos influenciados por HZ, pero solo eso, una influencia, cada uno debe hacer su propio camino. Eso es lo que quiero también remarcar, pertenezco a un movimiento pero igual que todos cada uno es libre de escribir como quiere.
– Retomemos tu escritura ¿En qué lugar crees que esta tu voz poética? ¿Tienes algún método?
Ocurre que cada persona tiene un método de escritura y además cada libro es diferente. Publiqué a los 29 años, me demoré en hacerlo y fue por la intervención de un poeta, Vladimir Herrera, que faltando tres meses para que yo cumpla 30, me dijo “Paúl: poeta que no publica antes de los 30 es un reverendo cojudo”. Al mes siguiente salió mi libro. Lo publique también como un homenaje a los amigos.
El método para escribir ese primer libro era primero leer mucha poesía en San Marcos, casi no iba a clases, luego tomar algo y caminar por las calles, observar lo que pasaba en ella y escribir. Oía mucho a Bach, a Handel. El segundo libro fue parecido, también el método de escribir por la calles, el de ir apuntando. Y siempre tratando de escribir el poema de un tiron; no creo en eso de estar corrigiendo.
– Como regalo ¿Paúl, sabes algún poema tuyo de memoria?
– “No querer al sol / ni al planeta / ni al astro / solo quiero arrojarme dentro de mi / y nunca más salir.”