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Opinión

El Ministerio de Cultura y las comunidades indígenas en aislamiento

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

La Federación Nativa del río Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD), denuncia que en junio pasado las comunidades nativas Mascho Piro, en estado de aislamiento, en la Reserva Territorial Madre de Dios, con una extensión de 800 mil hectáreas, se han visto obligados ante el avance de los madereros con economía lineal e ilegal; a salir de su aislamiento y pedir alimento a los campesinos de la comunidad aledaña de Monte Salvado, situada en el río Piedras.

De hecho, la comunidad Monte Salvado, no puede compartir su alimento porque también le es escaso y así se está al borde de una tragedia por la competencia alimentaria.

Al respecto la FENAMAD pide la intervención del órgano rector el Ministerio de Cultura, concretamente con su especializado vice Ministerio de interculturalidad, para evitar que la sangre llegue al río.

Sin embargo, la respuesta de la ministra Leslie Urteaga Peña; amiga y defensora fervorosa del ministro Morgan Quero “el ministro que señaló “que las violaciones de las 530 niñas awajún son prácticas culturales”; es “gestionar ante el gobierno regional de Madre de Dios, proporcione alimentos y combustible” a la comunidad Yine de Monte Salvado.

Este hecho, es ejemplo palpable que a la ministra Urteaga y a su vice de Interculturalidad Carmen Vegas (profesional no especializada en el tema de interculturalidad), no les interesa para nada, la situación antropológica, ecológica y sanitaria de los peruanos nativos en aislamiento y contacto inicial, que desde sus ancestros ocupan esas tierras y que por la avaricia de los madereros y las absurdas políticas del Congreso como modificar la ley forestal y de Fauna, la  ley PIACI (Poblaciones Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial), condenan a estos indígenas peruanos MASCHO PIRO, a situación de más vulnerabilidad y en camino seguro a la extinción de su etnia.

Ni que decir que la misma ministra Urteaga, reconoce que para la 800 mil hectáreas de la Reserva, hay “un solo puesto de vigilancia y control, en donde realiza sus labores un agente del sector”.

La ministra y su vice ministra, deben entender que la política cultural pasa por la coordinación Interinstitucional con los sectores ambiente, economía, agricultura, minero, educación, salud, defensa y no vivir en la burbuja del cargo y su mantenimiento en el mismo, con franela incluida.

Es penosa la negligencia supina de los decisores políticos y sobre todo que no tengan la mínima idea de la gestión de la cosa pública, para evitar su tragedia.

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Opinión

Punta de lanza: PCO en primera vuelta

El PCO es la punta de lanza, o si se quiere la locomotora transformadora que jala y deberá enfilar a los vagones del desarrollo del Perú, postulando un gran jubileo y una gran reconciliación nacional contra la corrupción y la impunidad, junto a los exmilitantes de otras colectividades, quienes a lo largo de estas tres décadas se enfrentaron al sistema mafioso imperante, incluso redivivo dentro de sus propios ex partidos.

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Por: Rafael Romero.

PCO son las siglas del Partido Cívico OBRAS, organización política creada inicialmente como Movimiento Cívico OBRAS en julio 8 de 1989, por el periodista y broadcaster Ricardo Belmont Cassinelli, frente a un Perú tan fracturado como el actual, que se batía en medio del terrorismo y la hiperinflación.

Ahora, tras 35 años, renace OBRAS con un mensaje filosófico, ideológico y programático más cuajado, experimentado, consistente y completo para el presente. Es más, sin temor a equivocarnos el PCO es conceptual, teórica y pragmáticamente un partido político en todo el sentido de la palabra y en coherencia con lo que la ciencia política y el derecho constitucional entienden por partido político

Por tanto, el PCO -a diferencia del casi medio centenar de organizaciones partidarias que listan en el JNE- no es un experimento de advenedizos, no es un club de amigos que juega a la política, no es un vientre de alquiler, no es una asociación que se alquila, ni es un grupete de poder que solo ingresa a la política para defender sus intereses particulares. Nada de eso y de ninguna manera.

El PCO es la punta de lanza, o si se quiere la locomotora transformadora que jala y deberá enfilar a los vagones del desarrollo del Perú, postulando un gran jubileo y una gran reconciliación nacional contra la corrupción y la impunidad, junto a los exmilitantes de otras colectividades, quienes a lo largo de estas tres décadas se enfrentaron al sistema mafioso imperante, incluso redivivo dentro de sus propios ex partidos. Ellos fueron defraudados por sus propios dirigentes y merecen una segunda oportunidad. No más corrupción dentro de los partidos políticos.

En consecuencia, es la hora de convocar, sumar y exhortar a la unión de los peruanos, es hora de afiliar a los mejores, aquellos ciudadanos que fueron separados, ninguneados o satanizados en los viejos partidos políticos, en esa vetusta casta a la cual el Hermanón ya la enfrentó y derrotó como outsider en las elecciones municipales de 1989.

Para entonces OBRAS venció a la Izquierda Unida, al APRA y al FREDEDMO de Vargas Llosa, que no era moco de pavo pues agrupaba en alianza electoral al partido Acción Popular con un Fernando Belaunde vivo; al PPC con un Bedoya Reyes impertérrito; y al propio Movimiento Libertad autor de la “Casa verde” y “Pantaleón y las visitadoras”.

No solo eso, sino que luego de tres años de gestión municipal exitosa, Ricardo y OBRAS fueron reelegidos en las elecciones de 1992 para seguir conduciendo por un mandato más a la ciudad capital, en una administración reconocida hoy por propios y extraños, por estudiosos peruanos y extranjeros, como el mejor gobierno edil en la historia del Perú.

Pero después de que el entonces alcalde de Lima declara a Alberto Fujimori “persona non grata”, tuvo que enfrentar a lo peor del fujimontesinismo y esa es otra historia con cargo a contar y detallar en posterior columna.

No obstante, OBRAS vuelve y renace. Asimismo, reitero y remarco que debe ser la locomotora y la punta de lanza de los grandes gremios de los trabajadores manuales e intelectuales, de los movimientos regionales no contaminados, de los sindicatos, de las federaciones estudiantiles, de los hombres y mujeres del campo, de los profesores, médicos, enfermeros e ingenieros, del peruano del Perú profundo, traicionado por los Toledo y los Humala.

Solo unidos podremos encaminar y transformar a la nación peruana con fuerza hercúlea y disciplina espartana para brindar a cada compatriota seguridad, trabajo digno, educación, salud, bienestar, desarrollo y felicidad.

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Percy Núñez Saravia, ‘El oráculo de los Andes’ y la noche mística andina en Arequipa

Lee la columna de Carlos Rivera

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La modernidad no debe ser un pretexto para que las tradiciones sean suplantadas por los ritos tecnológicos o las maquinaciones de estos tiempos aparentemente desprovistos de fe. Desde los albores de la humanidad, el ser humano ha buscado comprender y comunicarse con su entorno, desarrollando sistemas de creencias que explican la totalidad de lo existente, preguntándose por lo divino (lo que fundamenta la unidad total e infragmentada) y con ello recurriendo a lo mitológico (que no son hechos que ocurrieran, sino un simbolismo que intenta explicar lo misterioso y lo incognoscible).

Los pueblos antiguos construyeron sistemas simbólicos para gestionar sus emociones y temores frente a lo desconocido, ante los enigmas de la vida, y que en cierto grado fueran coherentes con los fenómenos naturales observados. Descubrimientos fundamentales como el fuego, la agricultura y el arte redefinieron los paradigmas humanos. El temor a lo desconocido, la observación de los astros, las reflexiones sobre el origen de la vida y la inmortalidad del alma dejaron una huella indeleble en la conciencia humana, y aunque aún no podemos definirlos con absoluta precisión, su influencia persiste en nuestra psique colectiva, como lo intuyó el filósofo Henri Bergson en el siglo XIX y principios del siglo XX.

Las religiones primitivas se centraron en el ciclo de las cosechas, porque necesitaban entender todo aquello que los hacía sobrevivir, reconociendo también al sol como fuente primordial de vida; Por ello, en las primeras religiones, el sol es su primer dios. Con el tiempo, la ciencia ha proporcionado respuestas a muchas de estas incógnitas, pero el ser humano sigue necesitando algo más que datos empíricos, data, vestimenta o arquitecturas para su bienestar y desarrollo humano. Y de esa infinita proyección emotiva y de querer comprender, germinaron la fe a nuevos niveles y luego, con el desarrollo simbólico en sociedad, la experiencia mística.

La experiencia mística, entendida como la sensación de unión íntima con lo absoluto, trasciende las fronteras culturales y temporales, aunque nace en ellas. Esta experiencia de totalidad, donde el individuo se percibe en profunda conexión con lo divino, ha sido documentada en diversas civilizaciones a lo largo de la historia. A diferencia del trance en el que pueden entrar los chamanes con algunas drogas, a la experiencia mística se accede desde la más absoluta serenidad y desde el éxtasis (proceso complejo en nuestro cerebro en donde interviene el lóbulo temporal; no obstante, la mística no se limita sólo a un proceso neurológico). La experiencia mística nos muestra la universalidad de determinadas nociones y anhelos que anidan en la mente humana.

En el contexto andino, la espiritualidad ha evolucionado a través de los siglos, integrando elementos preincaicos, incaicos y, posteriormente, influencias católicas, aunque en muchos lugares se han resistido a la espiritualidad católica y han mantenido sus expresiones culturales encubiertas por la presión del catolicismo en cierto periodo histórico. La espiritualidad andina tiene elementos generales, pero a la vez tiene matices en los que es diversa y varía según la región y el período histórico. La tradición oral andina enfatiza el respeto y la comunión con la totalidad de lo existente. La cosmovisión andina tiene el 1 de agosto como fecha de celebración de un ritual donde se prepara una singular ceremonia que se ha conservado a lo largo de los siglos en los Andes con el afán de agradecer a la Pachamama. Este rito andino no puede ser llevado a cabo por un individuo sin habilidades en la materia, sino que debe ser dirigido por personajes muy singulares, que hayan demostrado tener una comunión importante con la naturaleza, y que sean reconocidos por otros especialistas andinos. En la época incaica eran llamados Willaq Umu, y en nuestros días son llamados Altomisayoq o Hatun Misayoq.

Según los estudios del antropólogo Luis Millones, los Altomisayoq son personalidades con profundos conocimientos de la naturaleza, la ritualidad y la medicina tradicional, que actúan como intermediarios entre el mundo terrestre y las deidades tutelares andinas. Son elegidos por los Apus (montañas sagradas) y la Pachamama mediante señales especiales. En ocasiones por la caída de rayos sobre la persona, y en otras ocasiones por señales especiales de la naturaleza muy características sobre el elegido, que son reconocidas por otros Altomisayoq para su iniciación mediante varias ceremonias denominadas karpay. En el mundo andino actual, los Altomisayoq son muy pocos, y aún es más inusual que ellos combinen formación académica occidental con conocimientos tradicionales; Sin embargo, los hay. Este fenómeno refleja lo que la antropóloga Marisol de la Cadena llama “cosmopolítica andina” en su libro “Earth Beings: Ecology of Practice across Andean Worlds” (2015).

Percy Núñez Saravia emerge como una figura singular en este contexto. Montañista, filósofo y especialista en ciberseguridad, Núñez Saravia, denominado “el Oráculo de los Andes”, ha sido reconocido como Hatun Misayoq en las comunidades andinas. A lo largo de su carrera, Núñez Saravia ha impartido conferencias en ciudades de América Latina, así como en Asia y Europa, dialogando sobre temas tan vitales como la “ciberseguridad geopolítica” y la “filosofía contemporánea”. Su experiencia no se limita al ámbito académico; ha participado activamente en operaciones de rescate de personas desaparecidas en zonas de alta complejidad, demostrando un compromiso inquebrantable con la sociedad, con más de 70 rescates confirmados, en todos ellos poniendo en riesgo su propia vida para salvar o colaborar con otros en situaciones extremas. Su primera misión de rescate ocurrió casi por circunstancias fortuitas, y se remontó a la selva de Madre de Dios, donde tuvo que internarse en una zona de alta peligrosidad conocida como delta 2, y participar en un operativo de rescate cuando apenas contaba con diecisiete años. , para luego terminar colaborando en casos de investigación y rescate de personas desaparecidas célebres en el Perú, como su participación en el caso de la turista belga Natacha de Crombrugghe, desaparecida en el Cañón del Colca en el año 2022. Su deseo por conocer la realidad lo ha convencido a tratar de comprender el mundo desde la aventura, el compromiso y la concepción del ser, desde un redescubrimiento de la vida y sus matrices andinas que se reflejan en su cultura. Ha templado su carácter en la práctica del deporte de alta montaña, y a través de esta disciplina ha brindado una contribución significativa, publicando algunos años después, en coautoría con el célebre rescatista de alta montaña Eloy Cacya Cárdenas, el libro “El secreto de Bomboya” (Editorial UNSA 2022) en donde recoge estas experiencias. Este proceso vital de Percy lo ha llevado por diversos territorios andinos, para aprender de sus ancestrales conocimientos a profundidad hasta haber sido designado como Hatun Misayoq, por otros Altomisayoq muy respetados en la comunidad andina.

Si bien Núñez ha sido un feroz crítico de ciertas costumbres andinas que aún se siguen practicando, lo que ha caído como un baldazo de agua fría a muchos conocedores de la milenaria sabiduría andina como Pampamisayoq, Yachaq, Hampiq entre otros, su liderazgo es respetado por sabios y conocedores de la sabiduría ancestral andina. La ciencia, el arte, la aventura y el misticismo se unen a su cronología, y cultiva el profundo respeto al misterio de los saberes del ande que de ellos emanan y se difunden como el agua en las montañas. Su postura de que estos conocimientos que se han transferido desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días deben respetar la Dignidad Humana, es esencial en su filosofía; Es por ello que el trabajo de Núñez es de orden ético en la preservación, revitalización y reinterpretación de las tradiciones andinas.

Es así que el Gobierno Regional de Arequipa, junto con instituciones académicas locales, organiza el programa “La Ruta de los Oráculos” y en ella “La Noche Mística Andina” como parte de las celebraciones por el Día de la Pachamama. En su sexta edición, para este 1 de agosto en el Centro Arqueológico Ceremonial de “Maucallaqta”, un centro ceremonial de gran valor para esta debida celebración debido a su función como lugar sagrado desde tiempos preincaicos. Y aunque se considera una ceremonia casi reservada debido al profundo respeto y reverencia que se tiene a este ritual, se prevé llevarla a cabo con el cuidado y respeto que merecen la cultura andina y todas sus comunidades locales. Además, se preparan actividades conectadas en la ciudad de Arequipa y en los más importantes centros culturales de la ciudad que recrearán la ceremonia matriz o se complementarán con festivales de música, representaciones, charlas, danzas autóctonas y música. Estos eventos, liderados por Núñez Saravia y otros maestros andinos, buscan preservar y difundir las tradiciones ancestrales, en consonancia con los principios de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial establecidos por la UNESCO.

Será una noche “llena de misticismo andino”, evento realizado con el debido respeto por parte de las autoridades, entre ellas académicas que lo organizan. Los oráculos o Wakas también son un símbolo de nuestra identidad andina, y nada mejor en la dirección de este evento que un entendido en la Mística de nuestra tierra ancestral. La labor de Núñez Saravia, así como su reconocimiento como “Tayta Hatun Misayoc”, refleja la vitalidad y la importancia contemporánea de la cultura andina, asegurando que el legado espiritual y cultural de los Andes continúa inspirando y guiando a las generaciones futuras, en línea con los principios de la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial y la Dignidad Humana.

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Hemingway y Cabo Blanco

Lee la columna de Raúl Villavicencio

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Por Raúl Villavicencio

Su llegada al Perú fue tan reservada que pocos conocían que el escritor estadounidense Ernest Hemingway se encontraba en el norte de nuestro país, precisamente en la playa de Cabo Blanco, en Piura, para hospedarse por unos días en el exclusivo Fishing Club. Poco más de 30 días estuvo el ganador del Pulitzer y el Nobel de Literatura, quien justamente la obtuviera dos años atrás, en 1954.

El autor de ‘El Viejo y el Mar’ se hospedó en la habitación número 3 junto a su esposa, quien lo había acompañado para que el cincuentón escritor revise in situ la filmación de su libro que era llevado en ese momento a la pantalla gigante.

Amante de la cacería, los buenos licores y la vida desenfrenada, Hemingway solía pedirse tres Pisco Sour en las mañanas, como para empezar bien el día, mientras agitaba la serenidad del club con los gemidos de su esposa Mary Welsh. La sinfonía de placer solamente se interrumpía cuando el novelista abría la puerta para pedirle a Pablo Córdoba, el barman del lugar, que le vaya preparando otra ronda.

Con la camisa abierta y en sandalias miraba con su binocular a lo lejos la aparición de alguna silueta del merlín negro, aquel pez imponente que era su obsesión y que estaba empeñado en atraparlo, tal como lo hizo su personaje principal en su aclamada novela. Dejaba lo que estaba haciendo y se iba a la mar en su lancha, acompañado de otros curtidos pescadores.

Cuentan los pocos presentes que acompañaron durante casi un mes al intenso literato, entre ellos algunos pescadores, que Hemingway era hábil con la caña de pescar y sacaba del mar los merlines negros que aleteaban por zafarse del anzuelo traicionero. El equipo de la Warner Brothers, compañía encargada del rodaje de la película, no perdía el tiempo y comenzaba a disparar ráfagas de fotografías.

Ya por la tarde, exhaustos todos, retornaban al Fishing Club para conversar sobre la faena del día, las mujeres, los accidentes o la misma muerte a la que el escritor había rehuido incontables veces. En un español fluido, porque había pasado largos años en Cuba, se acercaba cojeando al bar y tomaba un buen sorbo de whisky puro, para luego acompañarlo con otro sorbo de agua.

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Bruno Podestá, diplomático y literato peruano contemporáneo

En suma, para bien o para mal, para alegrías o nostalgias, después de la lectura del trabajo de Bruno, Chucuito estará en la mente y el recuerdo del lector de forma indeleble; y ese es un aporte valioso de literalidad, que no es otra cosa que ese secreto o ingrediente que hace inmortal a una obra.

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Por: Rafael Romero.

A veces me pregunto si los problemas del mundo actual -y Perú no es la excepción- son en gran parte burdo reflejo de la agitada vida del siglo XXI, donde el frenesí del momento y el estrés del “Dios dinero” hacen que el ser humano sea solo un guarismo inerte y frío, olvidando su esencia y dentro de ella la vitalidad de la literatura y las artes en general.

Contra esa realidad deprimente se revela Bruno Podestá Airaldi, de profesión: diplomático ejemplar; y de vocación: literato capital. Por eso merece nuestro sincero aplauso porque con sus obras nos insta a no dejar de lado nuestra esencia humana y dentro de ella debemos tener presente el invalorable y saludable aporte de la literatura, que en los tiempos actuales se convierte en un bálsamo contra la convulsionada existencia del siglo XXI.

Precisamente, una de sus últimas creaciones narrativas de Bruno es “Chucuito. Esta es la historia de Nicolò”, publicada pulcramente por la Editorial Horizonte en el último verano (Lima, enero del 2024), trabajo que se suma a la larga lista de títulos de su autoría y que tienen las características de ser sencillas, disciplinadas y prolíficas. De manera que hoy él es un referente importante de la literatura contemporánea nacional y latinoamericana en el género narrativo.

De otro lado, en cuanto al estilo y alma literaria de Bruno, permanecen pese al tiempo transcurrido de por lo menos 18 años, las palabras de Wilfredo Penco, reconocido ensayista y crítico literario, hasta hace poco presidente de la Academia Nacional de Uruguay, cuando refirió que el estilo de Podestá Airaldi es “equilibrado, sutil, parsimonioso, incisivo, dueño de un lenguaje adiestrado que fluye sin dificultades ni apresuramientos”.

También señaló el crítico literario Penco que Podestá ha “construido sólidas bases para su mundo narrativo en una serie de relatos que dio a conocer hace diez años en Montevideo bajo el título “Viento norte”, al que acotó una clave abarcadora; “Itinerarios de la memoria y la identidad”.

Imagínese y calcule el tiempo, amable lector, pues si para el 2006, Wilfredo Penco hacía referencia a diez años antes en la obra literaria de Bruno Podestá, entonces estamos hablando de mediados de los años noventa del siglo pasado, hace tres décadas, lo que dice mucho acerca de la perseverancia, concentración, continuidad y creatividad de este importante literato peruano contemporáneo, quien ha combinado con sabia armonía su función diplomática y su amor por las letras y humanidades.

No obstante, volviendo a su último trabajo publicado, “Chucuito. Esta es la historia de Nicolò”, debemos decir que es de recomendada lectura, y es donde Bruno nos presenta a su personaje Nicolò Cincotta con quien recrea las experiencias emocionantes de un grupo de migrantes italianos (genoveses, sicilianos y calabreses) que llegaron al Callao, ese histórico, emblemático y querido puerto del Perú.

Esos personajes y sus historias viven y recrean sus existencias entre los recuerdos familiares más profundos, entre sus misterios, las cuitas financieras, los sueños truncos y las piadosas avaricias. Para quienes conocen Chucuito o para quienes alguna vez escucharon este nombre, después de leer las 97 páginas de este relato (y sus “preguntas prohibidas”), jamás podrá olvidarse de lo que pasó allí, de lo que se vivió y de lo que se vive hoy.

En suma, para bien o para mal, para alegrías o nostalgias, después de la lectura del trabajo de Bruno, Chucuito estará en la mente y el recuerdo del lector de forma indeleble; y ese es un aporte valioso de literalidad, que no es otra cosa que ese secreto o ingrediente que hace inmortal a una obra, tal como ocurre con “Los gallinazos sin plumas” de Ribeyro o “Matalaché” de López Albújar, por citar solo y arbitrariamente un par de títulos eternos.

En consecuencia, Bruno Podestá inmortaliza mágicamente al personaje central de Chucuito, barrio de pescadores del otrora virreinato del Perú, en el Callao, y ese personaje central es Nicolò Cincotta. He aquí un reto para el lector a fin de saber cuáles han sido las historias del pasado y del presente, las alegrías y las tristezas, los sueños y las realidades de ese ser humano de apellido Cincotta.

***

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De amor se vive, de Silvano Agosti (1984)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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¿Quiénes somos? ¿Cómo vivir? Nos preguntamos por la esencia o por lo mejor (aunque de repente la esencia no tiene que ser por qué ser ‘lo mejor’, aunque, sí, pensamos que lo mejor tendría que ser la esencia) de los seres humanos. ¿O ya ni nos preguntamos más por eso? ¿Cuándo fue la última vez que lo hicimos? ¿Encontramos una respuesta, y si la encontramos, fuimos fieles a ella? ¿Qué tan difícil será ser lo que somos, o lo que queremos ser?

O nos vimos simplemente arrastrados por las preocupaciones del día a día. Y el sistema, la estructura social devoradora y alienante y esclavizante y mutiladora no nos dejó mucho tiempo en paz o la tomamos de pretexto para dejarnos llevar por un escapismo sistemático. En este sentido, qué película tan potente para constituir un acto de resistencia, un momento de reajuste existencial, un campo de flores para descansar y mirar al cielo, una zona de liberación (tal vez algo perturbadora) en la que se puede pensar qué se ha hecho hasta aquí. Y comparar de buena manera nuestra vida con la de otros. Solo unas preguntas, casi al paso, donde la gente se desnuda. Se trata de entender, que es un acto de amor, también.

Hay mucha bondad e inteligencia en esta película, mucha sabiduría. Delicada o cruda. Cómo vivir no es una pregunta cualquiera. Es una pregunta a la razón, al pensamiento, y también o aún más, al cuerpo, al instinto, a lo más visceral. Al cómo se siente estar vivo aquí y ahora. Es una pregunta muy grande, pero también muy hecha, felizmente, de una multitud de pequeños detalles, de actitudes practicables, de ensayos que permiten irse orientando. Y es una película entre alegre y triste.

Se podría pensar que las personas entrevistadas (la película como forma luce muy sencilla y transparente) son o representan grupos minoritarios o que son casos extraordinarios o excepcionales, pero lo que nos une a todos si profundizamos de verdad es sorprendentemente común, aunque no niego que las respuestas que pueda dar cada quien al hecho de estar vivo puedan ser muy disímiles.

La escena final, irónica, trágica, tierna, no elude la duda de si proyectamos sobre los otros nuestras propias necesidades, que nos convierten a todos en fantasmas: ¿la vida es sueño, y así hay que tomarla?

Película

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Cines viejos y de barrio

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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No es ninguna novedad que los cines de barrio terminaron eclipsados ante la crisis de los ochenta y noventa. Primero convertidos en iglesias o mercados y hasta fábricas; y luego la estocada final fue dada por los cines o multicines de franquicia cuya mejor oferta tanto en estructura y mejores películas de estreno no dejó cabida a los cines independientes.

Yo recuerdo perfectamente los cines de la plaza Italia, el Pizarro y el Unión que estaban frente a frente; en este último se estrenó El Cóndor Pasa de Alomía Robles; y el Delicias que estaba a la espalda, en la cuadra donde está la Piedra del Diablo que reseñara don Ricardo Palma. También recuerdo el cine Conde de Lemos, en la plaza Buenos Aires, donde escuché tocar por primera vez a SDM, una banda de rock subte emblemática.

Lo curioso de estos cines de barrio era que también servían para las peñas o tocadas que se daban a fin de mes o épocas fiesteras de 28 de julio o fin de año. También ahí se organizaron muchos conciertos de rock. Y un poco antes, fueron el escenario de los proto-roqueros de la nueva ola que los alquilaban para hacer sus famosos matinés.

Estos cines de barrio eran enormes y siempre hacían un intermedio para que la gente saliera a comprar canchita, un sanguche o fumarse un cigarro. Y siempre había la posibilidad de pasar como polizón por la puerta trasera.
Si más no recuerdo en el cine Conde de Lemos se presentó el Chavo del Ocho y en otros cines se presentaban Anamelba, Vicky Jiménez u Homero. El Odeón, el Beverly Hills, el Sucre, el Bolívar, etc. Es decir, los cines de barrio no eran excluyentes del mainstream.

Otros cines importantes fueron el Colón que terminó pasando puras películas triple X, el Metro (donde vi Tiburón 2) que ahora es una iglesia evangélica dedicada a hacer exorcismos. El cine Independencia que funcionó hasta 1990 y ahora se ha convertido en un almacén. El cine Vitarte también pasó a manos de dios al igual que el cine San Isidro. Pero a otros cines les fue peor, el Concorde de la avenida Petit Thouars se pintó de naranja y se convirtió en partido político.

El Cinelandia se convirtió en lo que ahora es los Libreros de Amazonas y el cine Delicias se transmutó en una agencia funeraria.

(Columna publicada en Diario UNO)

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El antropólogo inocente

Lee la columna de Tino Santander Joo

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Por Tino Santander

Transcribo las opiniones de Leocadio Zavala, dirigente agrario a raíz de mi artículo “Pendejos y achorados” de la semana pasada:

Querido compañero, he leído tu último artículo “pendejos y achorados” y pareces un “antropólogo inocente[1]”; como ese gringo que se fue a vivir a una aldea de Camerún para estudiar a la tribu de los dowayo. Él quería investigar y comprender las costumbres de los pueblos de África, sin embargo, terminó redactando un informe (que seguramente tú conoces) burlándose de la investigación antropológica. Te digo esto, porque he notado cierta dosis de “superioridad moral” al analizar la conducta de los pendejos y achorados del Perú.

Conversamos hace unos meses con el expastor bautista César Chacón Bravo, y nos decía que después de leer a Mandeville, autor de la “Fábula de las abejas”[2] publicada en 1705; empezó a dudar de su vocación religiosa, porque este filósofo del siglo XVII fue el que más acertó al describir la naturaleza humana. Recuerdo, que tú decías que ese poema estaba inspirado en el Perú y que el título de ese extraordinario libro seria: “Perú: la fábula de los pendejos”. El argumento de Mandeville es que existía una colmena de abejas ricas, pero, llena de vicios y malas costumbres; entonces se impusieron las reformas “morales” y se perdió la prosperidad.

Te imaginas al Perú, sin minería ilegal, tala de árboles, contrabando, narcotráfico, políticos corruptos, empresarios prebendarios que viven de negocios ilícitos con el Estado; funcionarios corruptos, bancos terroristas y extorsionadores; jueces y fiscales corruptos al servicio de los grupos de poder económico y del crimen organizado, sin prensa mermelera. El Perú, estallaría, tendríamos una guerra civil y nos moriríamos de hambre. ¿Sabes cuanto dinero mueven los pendejos y corruptos?

La gente cree que Julio Velarde, con su política de la “flotación sucia”[3] controla el precio del dólar, cuando nosotros sabemos que son los miles de millones de dólares que ingresan por el narcotráfico y las actividades del crimen organizado que mantiene el dólar estable. En los pueblos del bajo Urubamba los mochileros que transportan la droga ganan S/ 150.00 soles diarios. Nadie tiene esos jornales en la agricultura. Los compañeros de provincias altas y Puno te pueden contar que pasa en sus regiones; los compañeros del Frente Patriótico de Loreto que sucede en la Amazonía.

¿Qué pasaría sin invasiones en los desiertos y cerros? Sin los robos en los comedores populares, en los comités del vaso de leche y en los programas sociales; todas las pendejadas de las minas y de los funcionarios de las municipalidades y los gobiernos regionales. En el Perú nada funciona sin pendejada. No son las virtudes ni la abnegación del hombre honrado los que hacen que prospere el Perú; 50 años como dirigente social me dan autoridad para decirte esto. Eso que tú llamas pendejada y achoramiento, aunque, te moleste mucho son el motor de la riqueza, el empleo y la educación en el Perú.

El consumismo, la ostentación y otras taras que repudio del capitalismo, promueven el comercio, la industria. Esto, lo he entendido después de tanta lucha fracasada. El ascetismo que practicamos no promueve ni el bienestar ni el desarrollo de la sociedad.”

Estas son las opiniones de un dirigente social agrario que comparto con ustedes y espero que comenten.


[1] Ver Nigel Barley (2018) “El antropólogo inocente. Notas desde una choza de barro”. Madrid. Editorial Anagrama

[2] Ver- Bernard Mandeville (1705/2001) “La fabula de las abejas o los vicios privados hacen la prosperidad pública”. México. FCE

[3] Cuando el Banco Central interviene en el mercado se llama flotación “sucia”

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Desastrosa Copa América

Lee la columna de Edwin Cavello

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Uno de los principales responsables de la desastrosa participación de Perú en la Copa América es Agustín Lozano, presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), un oscuro personaje que carga sobre sus espaldas investigaciones por presunto lavado de activos, enriquecimiento ilícito y organización criminal en agravio del Estado. Ese mismo personaje se encargó de contratar a un DT como Jorge Fossati, que tercamente viene convocando a jugadores indisciplinados y sin talento que bordean los cuarenta años. Como resultado de eso, la bicolor fue eliminada de la Copa América sin anotar un gol.

Queda claro que la cabeza de la FPF se encuentra en estado de descomposición desde hace varios años, y esto viene contagiando a todo el cuerpo técnico, quienes se empeñan en seguir convocando a “jugadores” que ya no dan la talla en encuentros internacionales. Fossati debe entender que Paolo Guerrero (40), Aldo Corzo (35), Gianluca Lapadula (34), Pedro Gallese (34), Luis Advíncula (34), Carlos Zambrano (34), André Carrillo (33), Alexander Callens (32), Anderson Santamaría (32), Carlos Cáceda (32) y el indisciplinado Christian Cueva (32) tienen la edad en contra y se necesita un recambio generacional. Algo que por lo visto no le interesa al ‘Nono’ Fossati.

Lo grave es que a pesar que se conoce el problema, la FPF no trabaja en la solución, es por eso que el Perú no cuenta con un trabajo profesional en las divisiones menores. En su momento, Ricardo Gareca denunció la falta de infraestructura, ya que muchas academias y clubes no cuentan con instalaciones adecuadas para el entrenamiento y desarrollo de jóvenes talentos. Lo que se ve a nivel nacional es que los clubes tienen canchas en mal estado y sufren de falta de equipamiento y áreas adecuadas para la preparación física y técnica.

A esto se suma un trabajo de scouting inadecuado. No hay caza talentos que recorran el país, es por ello que Fossati y otros directores técnicos a cargo de la Selección, siempre han convocado lo que tienen a la mano. Sin un sistema de scouting eficaz, muchos jóvenes con potencial vienen quedando fuera del radar de clubes importantes. Al parecer, esto tampoco importa para la prensa deportiva, que vive vendiendo humo y comportándose como asalariados de Agustín Lozano.

Afortunadamente, esta terrible copa ya terminó y Perú se fue de Estados Unidos, con mucha pena y sin nada de gloria.

(Columna publicada en Diario UNO)

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