Por Marisol Verónica Giordano Silva
Actualmente los operadores pedagógicos (alumnos, padres de familia, maestros, personal administrativo, promotores privados y autoridades gubernamentales) son más conscientes que antaño de la importancia de la calidad educativa y están más comprometidos con su aplicación y mejoramiento continuo en la escuela pública y privada.
De esto ya ha transcurrido buen tiempo y por lo menos en las últimas dos décadas se ha producido mucha información sobre la calidad educativa y para ello se han recibido aportes teóricos y pragmáticos referidos al concepto de la “calidad” y la “excelencia” provenientes desde las décadas del 70 y 80 del siglo pasado, aportados curiosamente por el marketing, la ciencia administrativa, el comercio, la industria y la atención al cliente.
Sin embargo, el tema de la calidad en la educación es más complejo y profundo que la calidad de un bien o servicio visto desde el punto de vista industrial o comercial, porque la pedagogía toca directa y esencialmente al desarrollo cualitativo del ser humano.
De manera que en la medida de que la sociedad contemporánea se hace más violenta, caótica, burocrática, corrupta e inequitativa, entonces los retos de la calidad educativa no solo se incrementan cuantitativamente, sino que se hacen más pesados de remover cualitativamente, constituyendo desafíos que exigen mayor esfuerzo de los maestros, auxiliares de educación, especialistas y autoridades educativas.
De ahí que esta columna sea un llamado de alerta a toda la comunidad educativa y a las autoridades del Estado para tomar conciencia de que en la medida que las “externalidades” de la inmoralidad pública, la delincuencia callejera, la injusticia y la impunidad aumenten, entonces estas van a afectar gravemente a la calidad educativa pues hasta un paro de transportistas, generado por la delincuencia y el sicariato, no solo trae como consecuencia el desorden social sino que le termina pasando una factura enorme a los escolares de los niveles de Inicial, Primaria y Secundaria.
Un paro de transportistas es una “externalidad”, parafraseando en la pedagogía un término que proviene de la economía, siendo “externalidad” todo factor externo que afecta a terceros, sin que estos sean compensados, y así efectivamente ese paro y las extorsiones van a afectar a un servicio esencial y público como es la enseñanza, tema que constituye un grave atentado a los derechos del niño y del adolescente, entre ellos a recibir una educación de calidad.
Frente a esa circunstancia violenta en nuestra sociedad, que al igual que en otras latitudes también se producen, resulta hoy importante reflexionar seriamente sobre la necesidad de que no solo los operadores de la educación se involucren en la mejora de la calidad educativa, sino que todos los peruanos, sin excepción, cada uno en el rol que nos toca, tenemos que informarnos, conocer y apoyar a la calidad educativa.
No olvidemos que, para las Naciones Unidas, obtener una educación de calidad es la base para mejorar la vida de las personas, así como para el desarrollo sostenible del mundo. En esta línea de razonamiento, la UNESCO nos recuerda que la calidad educativa es un elemento medular de la educación que no sólo tiene repercusiones en lo que aprenden los alumnos, sino también en su manera de aprender y en los beneficios que obtienen de la instrucción que reciben para su futuro personal.
Lamentablemente hoy se producen hechos ajenos a la escuela y el aula que atentan contra la calidad educativa. Por eso debemos desplegar un esfuerzo mayor y pedir la atención de toda la sociedad para enfrentar los retos que distorsionan el aprendizaje, como la corrupción, las mafias, la delincuencia, el abuso, y la injusticia.
Los peruanos tenemos que combatir esos flagelos porque lastiman y resienten la búsqueda de la calidad del sistema educativo que resulta de la integración de las dimensiones de identidad, relevancia, eficacia interna y externa, impacto, suficiencia, eficiencia y equidad. Además, esa calidad educativa solo se logra cuando los escolares adquieren conocimientos, habilidades y valores en un ambiente sano para su desarrollo humano con integridad y ética.
Efectivamente, la calidad educativa se refiere a que el servicio de la enseñanza funcione con centros educativos que permitan un control de todos los procesos de aprendizaje, así como en el ámbito de la correcta gestión de los mismos porque la calidad educativa se mide a través de evaluaciones, indicadores y tiene encima la percepción de los usuarios.
Ahora, si no hay calidad educativa, al final toda la sociedad va a sentir los baches de su ausencia. Contribuyamos a mejorarla, pues cuando esta es buena se permitirá a los escolares de Inicial, Primaria y Secundaria obtener conocimientos y habilidades en un ambiente social saludable para potenciar en el presente y el futuro sus decisiones, su inteligencia, su conciencia, su autoestima, confianza, su desarrollo emocional y su liderazgo. Queremos que las generaciones que nos sucedan sean mejores y todos sabemos que sin liderazgo solo viene el caos y la violencia. Todos somos o debemos ser calidad educativa.