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Opinión

El caso Alejandra Landers, los sueros de la muerte y el maltrato de las clínicas: “Si no paga, no sube”

El retrato de una muerte cerebral desde la vivencia angustiosa de la madre de la paciente cero en el caso «Los sueros de la muerte» revela, además, la frialdad del trato del sistema sanitario privado, donde tener seguro no vale de mucho.

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Desencajados, con los rostros cansados. En los ojos de la madre vuela la incertidumbre de una fatalidad que no termina. Es el retrato del dolor, el peor de todos, de no poder siquiera que el destino le comparta un poco el dolor de su hija para aliviarla en esa oscura noche. Lo peor de amar es que no podemos sentir el dolor de quienes amamos.

Los padres de Alejandra, consumidos por la angustia se presentaron ante la Comisión del Congreso y con el ministro de Salud al frente expusieron el drama por el que pasa Alejandra que yace con muerte cerebral en la clínica SANNA de San Borja. Y si el dolor no fuese suficiente, la vergüenza y la indignación vienen a condimentar la sensación de abandono, como dijo el padre de Alejandra:

Lamentamos que al momento de exponer nuestro caso los congresistas se hayan retirado. Es una falta de respeto hacia nosotros que venimos acá como parte de las personas afectadas que formamos parte de la población. Eliana Carpio que es la mamá de mi hija Alejandra, le dejo el uso de la palabra. Ella ha estado al pie de la cama desde su ingreso en la clínica”.

Con plomo en las alas: retrato de una agonía

Eliana expuso la situación en el orden de los sucesos y como un drama que se ha detenido en el nudo.

«Mi hija es la paciente cero. Ingresó la noche del 18 de marzo. Fue a la clínica por un simple resfrío, tenía alergia, no podía tomar cualquier medicamento por eso fue a la clínica (…) Yo llego a la clínica y nunca voy a olvidar como encontré a mi hija. Eso no puede suceder. Cómo es posible que profesionales de la salud no tengan un seguimiento paciente sabiendo que ella tenía problemas de alergia. No entiendo como nadie pudo darse cuenta que había una reacción al medicamento que le estaban dando.  (…) Cuando veo a mi hija me impactó, veo temblando sus piernas y brazos. ¿Pero qué ha pasado? Es que ha venido con fiebre de 39 grados me dicen. (…) Estaba haciendo una respiración con todo el diafragma.  Luego el doctor dijo que estaba poniendo resistencia para abrir los ojos. “No quiere abrir los ojos, despiértela usted” me dijo “porque la voy a dar de alta en media hora”. Le toco la cara a mi hija y vi que toda la saliva estaba en su cara. Entonces me di cuenta que algo verdaderamente grave le estaba pasando a mi hija. Sus ojos estaban morados (…) La pasividad del doctor me espanta. Cuando le levanto la bata, mi hija estaba toda orinada, parecía que se había orinado dos o tres veces».

Alejandra Landers Carpio, ingresó paradójicamente a la clínica SANNA estando ella totalmente sana, solo por un resfriado y terminó con muerte cerebral por el suero fisiológico mortal.  Ante esta situación, los padres de Alejandra han decidido iniciar acciones legales contra la clínica SANNA y la farmacéutica Medifarma. “Intentamos presentar una denuncia penal, pero no nos la aceptan. Nadie quiere asumir competencia”, afirmó su abogado.

Pero volvamos al relato de la madre. Para comprender realmente lo grave de una situación no basta con medidas y pesos, números fríos o datos muertos, hace falta vivirlo y contarlo. Porque el relato da vida al dato.

«Yo me doy cuenta en minutos, ¿Cómo el doctor y la enfermera, profesionales de la salud no se pudieron haber dado cuenta? Demoraron horas para hacer la tomografía (…) no había neurólogo hasta el día siguiente. No se había activado el código azul».

A pesar de tratarse en una clínica y contar con seguro el tratamiento del personal de la clínica según lo relatado por la madre de Alejandra, resulta peor que inadmisible sino escalofriante:

«Me exigen a eso de un cuarto para las 4 am pagar el adelanto del cuarto y los exámenes de emergencia. “Si no paga no sube”, me dicen (…) pagué 3 facturas y de uso mi hija convulsiona, se orina. ¿No tienen empatía? Estuvo en cuidados intermedios porque no había cama en UCI. Cuando ingresa a mediodía a UCI ya no había nada que hacer (…) Ni bien subió a cuidados intermedios me dicen que la tienen que inducir al coma. (…) Cuando entra ella a UCI a mediodía, desde las 9:17 que la ponen el medicamento dentro de las dos horas y media ella tiene la primera convulsión. Entonces el medicamento le chocó tremendamente (…) Si a la pequeña de 4 años convulsiona a las 4 horas y a la otra paciente con el mismo cuadro de muerte cerebral convulsiona a las 8 horas. Pero no sé ¿por qué mi hija convulsiona a las 2 horas y media? Nadie se dio cuenta (…) Venimos a exigir saber la verdad. Prácticamente la abandonaron porque si yo no llegaba, tampoco ellos hacían nada. Díganme ¿Así funcionan las clínicas? ¿Ese es el trato que merecemos? (…) Mi única hija iba a cumplir al día siguiente 26 años, es lo que más me duele porque estoy segura que ha sido como una muerte lenta y que nadie se dio cuenta».

Alejandra de 26 años estaba haciendo su tesis de arquitectura y como todos los jóvenes tenía planes, sueños e incluso oportunidades. Y ahora la situación es una pesadilla de la que no despierta. A raíz de ser inducir a coma, el destino de Alejandra pende de un milagro.

El padre por su parte compartió el testimonio de otro paciente en la clínica en cuestión que ejemplificaría el dolor que su hija pudo haber sentido:

«Al día de ayer en la clínica se me acercó alguien y me dice “yo también recibí el suero en una sala de operaciones. Me empezaron a ponerme un medicamento y empecé a gritar porque me estaba quemando el brazo en la misma sala”. Se la sacaron de la vena y él está vivo y yo me imagino cuánto sufrimiento ha tenido mi hija (…) Prácticamente le metieron suero como veneno por la información que sabemos, que ese veneno quema todas las articulaciones. Mi hija estuvo inconsciente en ese momento ¿Por qué no le retiraron el medicamento si mi hija tenía antecedentes de alergias? ¿Cómo no se dieron cuenta cuando vomitaba el medicamento le estaba provocando una reacción?».

Las víctimas de este lote defectuoso enfrentan efectos severos, como lo vive Alejandra en carne propia. Aunque el suero defectuoso tiene consecuencias críticas, si se detecta y se retira a tiempo, el daño podría haber sido menor. Pero en el caso de Alejandra y otros afectados, el tratamiento no fue oportuno, lo que resultó en consecuencias fatales.

En su caso se ejemplifica además lo que otros medios omiten, y es el maltrato de las clínicas, que tener un seguro privado no es garantía de nada, que antes se paga por adelantado, que el juramento de Hipócrates padre de la medicina es letra muerta entre ciertos profesionales de la salud. Que la salud es moneda de cambio, mercancía y nada más. Y esto no solo en Perú. Mientras tanto una familia no duerme y una hija no despierta. Y la tragedia en nudo no se cierra, todavía no se cierra. Lo más amargo a veces son los finales que no llegan y la sensación casi con sabor a impunidad de saber que esto pudo evitarse. Tanto dolor y pudo evitarse.

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HANS HERRERA NÚÑEZ. (Lima, 1985). Vivió parte de infancia en Costa Rica, de regreso a Perú estudio Derecho en la Garcilaso y luego literatura. Se especializa en la obra de Roberto Bolaño y Chesterton. Ha colaborado con Dedo Medio y actualmente escribe en Lima Gris. También co-conductor del programa en radio Lima Gris de "Mirada Critica". Además ha aparecido en el celebrada película de ficción de Gustavo Meza, "Ciudad Ausente" (2015).

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Opinión

Isla Santa Rosa: Los cocineros de la frontera

Lee la columna de Jorge Linares

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Por Jorge Linares

Todo comenzó con una conversación franca y ácida con el alcalde Yván Yovera Peña en una precaria recepción municipal en julio de 2014. Bastaba observar los rayos del sol filtrándose por casi todas las aberturas de su techo de hojas de irapay y los diminutos bancos y mesa que rodeaban el salón edilicio. Yovera recibía con indignación y molestia a cada funcionario de cualquier organismo del Estado que, por alguna razón, había pisado su territorio; él era consciente de lo frágil que era la situación.

No contaban con agua potable; la corriente eléctrica se la suministraba por horas la ciudad colombiana de Leticia; los enfermos se atendían en los centros de salud de Colombia y Brasil; los niños y adolescentes estudiaban en los colegios de los países vecinos; es decir, crecían cantando los himnos de las naciones hermanas. No disponían de cementerio para enterrar a sus seres queridos, tenían un presupuesto de S/. 6,000 mensuales para atender las necesidades de más de 3,000 personas. En resumen, Isla Santa Rosa era un pueblo fantasma, uno de esos pueblos olvidados de zona de frontera, y los lugareños se sumaban a la estadística y a aquel sentir generalizado: «Los votos de esa población en las urnas electorales no nos representan políticamente». Por tanto, estaban confinados al abandono y al olvido por todas las instancias del Estado, situación que hasta la fecha viven otros peruanos en zonas de frontera.

Esta realidad fue asumida por la Pontificia Universidad Católica del Perú, que se propuso revertir la calidad de vida de estos pobladores. El ingeniero Emilio Díaz Mori presentó el proyecto «Turismo transfronterizo en base a la gastronomía peruana», y el reto fue liderado inicialmente por los cocineros Andrés Ugaz Cruz, los hermanos Gary y José Nogueira Paz, y Lizardo Vallejo Ruíz.

El reportaje describe con crudeza la falta de oportunidades de los habitantes en la triple frontera, pero también evidencia una esperanza y una ruta viable de desarrollo económico para estas personas que se encuentran geopolíticamente bien ubicadas. La propuesta era ser creativos ante el boom de la gastronomía peruana, ya que los colombianos y brasileños cruzaban y hasta ahora cruzan el río Amazonas exclusivamente para degustar la comida peruana.

Este valioso y extraordinario trabajo de los cocineros de la frontera quedó registrado en la cámara de Jota Sánchez y el reportaje de Vania Figueroa, que fue emitido en el programa periodístico de Nicolás Lúcar, con la dirección y producción de Alfredo Pomareda y Giovanna Díaz y la edición de Cynthia Tarazona, logrando que el gobierno de Kuczynski reaccionara ante esta indiferencia y que se sumaran otros actores como el economista Aldo Castillo y el presidente del directorio de Electro Oriente, Mario Ríos Espinoza, quien dotó de energía eléctrica las 24 horas a Isla Santa Rosa. Se mejoró la infraestructura del colegio de educación primaria y secundaria, se implementó una oficina sucursal del Banco de la Nación y, por supuesto, se incrementó la inversión privada con mejores medios de transporte fluvial. La comunicación digital llegó con la empresa Global Perú y se edificó el hotel Machu Picchu con más de 40 habitaciones de lujo para atender a los visitantes que llegan a esta región del Perú.

Finalmente, la vicepresidenta del Parlamento Amazónico, la licenciada Karol Paredes Fonseca, junto al alcalde encargado Yván Yovera Peña, lograron cumplir el sueño de muchas décadas de los peruanos que viven en este territorio: declarar a este centro poblado como distrito de la región Loreto, lo que generará mayores ingresos económicos para que estas personas tengan acceso a mejoras en el sistema de agua potable, salud y educación.

En la actualidad, la cocina peruana en su conjunto viene siendo galardonada, pero más allá de recibir esos premios que nos enorgullecen, también debemos ser conscientes de que constituye una herramienta de cambio y transformación para la sociedad, brindando oportunidades a los peruanos para vivir con dignidad humana.

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Opinión

Cuando las fiscales mandan más que la ley

El país está secuestrado por dos facciones que han convertido las instituciones en trincheras de su disputa. Una guerra por el poder que involucra a abogados, opinólogos y congresistas que simulan defender la legalidad, cuando en realidad solo buscan blindarse y proteger sus propios intereses.

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La escena es insólita y vergonzosa: Patricia Benavides Vargas, aún sin haber retomado funciones formales en el Ministerio Público, recibe seguridad policial como si ya estuviera despachando en el cargo de fiscal de la Nación. El argumento para justificar semejante privilegio raya en el absurdo, porque fue la propia Benavides quien informó a la Policía Nacional que la Junta Nacional de Justicia (JNJ) la había repuesto con una resolución oficial. Y como si esto fuera suficiente, el Comando de Operaciones de la PNP actuó con “carácter de muy urgente” para brindarle resguardo, pese a que legal y formalmente no había retomado el cargo.

¿Desde cuándo una persona puede autoproclamarse repuesta en el cargo y obtener privilegios del Estado? Si aplicáramos ese mismo criterio, ¿tendría sentido que un presidente electo en abril, aún sin haber asumido el 28 de julio, ya cuente con seguridad del Estado solo porque él lo pidió? La lógica institucional se diluye y el principio de legalidad es pisoteado con absoluta impunidad.

La excusa posterior del Mininter fue aún más ridícula. No reconocieron a Benavides como fiscal de la Nación, sino que le brindaron protección “en calidad de titular del Ministerio Público”. Pero eso no solo es inexacto, sino jurídicamente inadmisible.

Jaime Villanueva confirmó que Dina Boluarte y Patricia Benavides eran muy allegadas: «Se reunieron cuatro o cinco veces».

Patricia Benavides no tiene actualmente ninguna función activa en el Ministerio Público. Lo que sí tiene, como queda claro, es poder e influencia en sectores de la derecha política, mediática y judicial, que buscan desesperadamente reposicionarla en el cargo, no por sus méritos, sino para blindar intereses particulares.

Y del otro lado, como en un juego de espejos deformados y grotescos, está su “rival”, la fiscal del momento, Delia Espinoza Valenzuela, la que hace sus vigilias con velitas y que representa al bando caviar.

Fiscal de la Nación Delia Espinoza blindó a su colega Pablo Sánchez por caso IDL.

El país ha quedado atrapado en una lucha entre dos facciones que usan las instituciones como trincheras personales. Una pugna por el poder que arrastra a abogados, opinólogos y congresistas que pretenden convencernos de que lo que hacen es defender la ley, cuando en realidad se protegen entre ellos.

El Ministerio Público ya no es el garante de la legalidad. Es el campo de batalla donde se juega el futuro de investigaciones sensibles, donde se define quién es blindado y quién es perseguido. ¿Y el ciudadano? Atónito y confundido, sin saber realmente cuál de estas fiscales “favoritas” representa el verdadero interés nacional.

El país necesita una reforma urgente de sus instituciones. No podemos seguir tolerando que la legalidad se interprete según quién esté sentado en el sillón. O restablecemos el respeto al Estado de derecho, o seguiremos hundiéndonos en este lodazal de impunidad, donde el poder se convierte en el único objetivo, y la justicia en su principal víctima.

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Opinión

Campeones mundiales en gastronomía, también en anemia y desnutrición

El título de «mejor restaurante del mundo» es un logro indudable del talento, la pasión y la riqueza agro-biodiversa de nuestra amada patria. Pero, visto sobre el telón de fondo del hambre masivo y la anemia infantil rampante, se convierte en un monumento a la injusticia. Celebramos a los campeones mundiales de la gastronomía mientras toleramos ser campeones continentales de la inseguridad alimentaria. Es la victoria de unos pocos en un sistema donde la gran mayoría lucha cada día por lo más básico: un plato de comida suficiente y nutritivo.

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Por: Jorge Paredes Terry

El título relumbra como el oro de una hoja de lúcuma sobre un postre de vanguardia: Maido, el templo de la cocina nikkei en Lima, coronado como el mejor restaurante del mundo en 2025. Es el pináculo, el reconocimiento definitivo al poder creativo, la biodiversidad y el mestizaje culinario que convierten al Perú en una potencia gastronómica indiscutible. Un país que sabe seducir paladares globales con sus ceviches perfectos, sus ajíes que estallan en el sentido, sus técnicas ancestrales reinventadas. Celebramos, nos llenamos el pecho de orgullo, compartimos la noticia como un trofeo nacional. La marca «Perú, destino gastronómico» brilla con fuerza envidiable.

Pero detrás del destello de los flashes que iluminan los platos de Mitsuharu Tsumura, se extiende una sombra larga, profunda y desgarradora. Una realidad que convierte este reconocimiento mundial en una ironía amarga, casi cruel. Porque el mismo país que enseña al mundo a comer con sublime arte, es el que sufre la mayor inseguridad alimentaria en toda Sudamérica. La paradoja no es solo chocante; es un espejo roto que refleja una fractura social abismal.

Mientras una élite reducida, turistas adinerados y una clase media alta acceden a las experiencias gastronómicas de Maido o sus pares, la mitad de la población peruana, sí, el 50% vive sumida en la inseguridad alimentaria. Este término técnico, frío, esconde un infierno cotidiano: significa no saber si hoy habrá comida suficiente en la mesa. Significa saltarse comidas, reducir porciones, sustituir nutrientes por carbohidratos baratos que llenan el estómago pero vacían el cuerpo de lo esencial. Significa padres que ven pasar hambre para que sus hijos coman un poco más, y aun así, no es suficiente.

Las consecuencias de esta inseguridad masiva están talladas en los cuerpos de los más vulnerables. La anemia infantil, ese monstruo silencioso que devora el futuro, afecta a un espeluznante 43.5% de los niños menores de tres años. La desnutrición crónica infantil, aunque con avances lentos, sigue siendo una herida abierta, especialmente en las zonas rurales andinas y amazónicas, donde la pobreza y el abandono estatal se combinan con la geografía hostil. El informe de la FAO que sitúa a Perú como el país sudamericano con mayor inseguridad alimentaria no es una estadística más; es un certificado de fracaso colectivo.

¿Cómo es posible esta dicotomía brutal? ¿Cómo un país puede ser cuna de la «mejor comida del mundo» y, al mismo tiempo, incapaz de alimentar dignamente a la mitad de sus ciudadanos? La respuesta, incómoda pero ineludible, apunta a las entrañas del modelo económico y social vigente, el modelo neoliberal exacerbado que ha moldeado al Perú por décadas. Un modelo que:

  1. Prioriza la exportación sobre el mercado interno: Grandes extensiones dedicadas a espárragos, uvas o paltas de lujo para mercados extranjeros, mientras campesinos locales ven encarecerse los alimentos básicos o pierden acceso a tierras fértiles. La seguridad alimentaria nacional queda supeditada a las demandas de los agroexporadores
  2. Fomenta la desigualdad obscena: Genera riqueza, sí, pero concentrada de manera feroz. Los beneficios del crecimiento económico y el boom gastronómico no gotean; se reparten entre una minoría. La brecha entre quien puede pagar un menú degustación de 500 soles y quien sobrevive con menos de 40 soles al día es un abismo moral.
  3. Debilita lo público: Recortes, privatizaciones y una gestión deficiente han dejado a servicios esenciales como salud, educación y, crucialmente, programas de apoyo alimentario y nutricional, sin los recursos ni la capacidad para llegar a quienes más los necesitan. Programas como Qali Warma son insuficientes y están plagados de problemas de gestión y corrupción.
  4. Vulnera a los más pobres: La inflación, especialmente en alimentos, golpea con saña a quienes destinan casi todo su ingreso a comer. La precariedad laboral, la informalidad masiva y la falta de protección social dejan a millones a merced de cualquier crisis, sin red de seguridad.

Hasta que no se enfrente con coraje y políticas reales, integrales y redistributivas, esta profunda contradicción que el modelo neoliberal ha agudizado, nuestro país seguirá siendo un país dividido: un paraíso gastronómico para el mundo y un infierno alimentario para la mitad de su pueblo. El sabor de ese contraste, al final, es pura amargura.

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Ascender sin reconocer el mérito: El Minedu y su contrasentido que desmotiva a los docentes

Lee la columna de Leonardo Serrano Zapata

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En el Perú, ser docente y querer crecer en la Carrera Pública Magisterial se ha vuelto, paradójicamente, un ejercicio de fe y paciencia. Hoy, los docentes vemos con preocupación cómo el propio Ministerio de Educación, amparándose en su potestad normativa, establece criterios de evaluación que cambian de concurso en concurso, sin coherencia con la ley ni respeto por el principio de meritocracia que proclama defender.

Matriz de Valoración de la Trayectoria Profesional del concurso de Ascenso 2025 aprobado con la RVM N.º 048-2025-MINEDU.

El caso más reciente es el del Concurso de Ascenso Docente 2025, regulado por la Resolución Viceministerial N.º 048-2025-MINEDU. En esta convocatoria, se restringe el puntaje para títulos adicionales y segundas especialidades a aquellos obtenidos únicamente después del nombramiento. Es decir, años de estudios adicionales realizados antes de ingresar a la carrera magisterial pierden todo valor para ascender. Lo peor es que esto contradice los concursos previos, la Ley de Reforma Magisterial y su reglamento, que no limitan la fecha de obtención de grados académicos.

Frente a la Carta N° 3 –LSZ-2025 en la que se sustenta los motivos de la modificatoria, el Ministerio me responde —mediante el OFICIO N.º 01123-2025-MINEDU/VMGP-DIGEDD-DIED— que sí tiene la facultad de cambiar los criterios porque la norma lo permite.

El Ministerio, a través de la Dirección de Evaluación Docente, se ampara en su competencia para formular indicadores e instrumentos de evaluación, conforme al artículo 15 de la LRM y su Reglamento de Organización y Funciones. No se cuestiona la facultad para formular indicadores, se cuestiona que el MINEDU desconozca el inciso 53.2 del Reglamento de la Ley de Reforma Magisterial.

 *Artículo 53.- Criterios de Evaluación para el ascenso

 “53.2. La formación profesional y los méritos del postulante comprende estudios de postgrado,

segunda especialidad, especialización, actualización y capacitación, los cargos desempeñados, las distinciones obtenidas y la producción intelectual”. (*) Artículo modificado por el artículo 1 del Decreto Supremo N° 005-2017-MINEDU, publicado el 19 de mayo de 2017.

Este respalda que no existe restricción temporal para reconocer estudios adicionales. Además la entidad omite analizar la coherencia de la restricción con la ley y el principio de meritocracia. El Ministerio de Educación al señalar como sustento que: “Considerar los estudios posteriores al ingreso pues con ello se identifica al profesor que busca permanentemente un desarrollo personal encontrándose en la carrera magisterial”. No fundamenta técnicamente por qué ahora se excluyen títulos previos, cuando antes eran válidos. Es decir, en las evaluaciones de Ascenso de escala anteriores al 2024, si se les reconocía el mérito, ahora un docetnte que, antes de ser nombrado, se esforzó por cursar una carrera complementaria para servir en otro nivel educativo o una segunda especialidad hoy ve invisibilizada esa inversión académica. En buen castellano, nos dicen a los docentes: Lo hacemos porque podemos. Y si pueden, lo harán las veces que consideren conveniente, sin importar que cada cambio deje sin piso la planificación profesional de miles de docentes.

Docente contratado o nombrado en alguna IE pública piense antes de realizar “Otros estudios de educación superior” (de profesor, licenciado en educación o segunda especialidad). Por qué no se sabe si mañana eso tendrá valor para el Ministerio de Educación a cargo del ministro Morgan Niccolo Quero Gaime.

El Minedu agrega: «estos criterios podrían variar en futuros concursos», dejando la puerta abierta a la improvisación normativa y trasladando la incertidumbre a miles de docentes que planifican su carrera profesional y sus expectativas de ascenso.

Esta práctica es un tiro de gracia a la motivación para seguir estudiando. ¿Cómo planificar mi formación si lo que hoy vale mañana podría no contar? ¿Qué estímulo tiene un docente para invertir tiempo, dinero y esfuerzo en una segunda especialidad o un nuevo título, si solo descubrirá su relevancia cuando el concurso sea convocado? Este sinsentido desincentiva la mejora continua y la actualización de competencias que la misma ley exige.

Defender la meritocracia no es repetirla como lema. Es garantizar que cada hora de estudio, cada inversion en perfeccionamiento y cada logro academico haya sido antes o despues del nombramiento tenga el mismo valor en la hoja de vida de los docentes que aspiran legitimamente a crecer en su carrera. Dejar de hacerlo no solo es injusto, es inconsistente con la propia logica de desarrollo profesional continuo que la misma ley promueve.

En ninguna otra carrera pública del Estado se cambia de forma tan antojadiza la valoración de los méritos. En para los demás trabajadores públicos los lineamientos de ascenso son claros y permanentes. Solo en educación, el mérito parece tener fecha de vencimiento, y se ajusta a la agenda de la autoridad de turno.

No reconocer la trayectoria académica completa de un docente es desconocer años de esfuerzo que fortalecen la escuela pública. Es minar la confianza en un sistema que debería premiar la preparación, no castigarla con trabas arbitrarias.

Rectificar esta situación no es solo un acto de justicia, sino un paso indispensable para reconstruir la credibilidad de la administración educativa y sostener la motivación de quienes, a pesar de todo, seguimos apostando por la educación pública de calidad. La propuesta es modificar Matriz de Valoración de la Trayectoria Profesional del concurso de Ascenso 2025 y permitir que los docentes concursen de acuerdo al reglamento de la LRM.

Si el Ministerio quiere fortalecer la meritocracia, que empiece por respetarla.

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Adiós maestro Gerardo Chávez

El arte peruano despide a uno de sus hijos más brillantes.

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Desde hace casi dos años, el maestro Gerardo Chávez libraba en silencio una batalla contra la fragilidad del cuerpo. Su familia, celosa guardiana de su intimidad, eligió el silencio como escudo. No hubo partes médicos ni declaraciones; solo el rumor que a veces se asomaba entre círculos de amigos, susurros de pinceladas detenidas. Incluso el 20 de junio, desde sus redes, la familia se apresuró a desmentir el rumor de su muerte. Pero quienes conocen el mundo del arte saben que las verdaderas noticias viajan sin micrófono y corren por la voz emocionada de quienes lo amaron, lo admiraron y compartieron su atmósfera creativa.

La comunidad artística nunca dejó de preocuparse por él, como se preocupa uno por aquello que ya es patrimonio del alma colectiva. Porque Gerardo Chávez no fue solo un pintor, fue una constelación entera en el firmamento del arte peruano.

Mi padre solía hablarme de su amigo Ángel, hermano de Gerardo y gran dibujante y artista. Pero mi descubrimiento de Gerardo fue personal y más profundo, porque en sus lienzos me encontré con la maravilla. Egresado de la mítica promoción de oro de 1959 de la Escuela de Bellas Artes, su viaje a Europa no fue huida, sino ascenso al éxito.

Tuve el privilegio de conocerlo. Visité su taller en San Isidro, una especie de santuario encantado con caballitos de madera y piano de cola, y al volver, me obsequió su libro “O el asombro perpetuo”. Allí me habló de su prodigiosa “Procesión de la Papa”; de Paiján —su tierra, su raíz—, y de cómo nunca se sintió maestro porque siempre fue alumno del asombro. Me confesó que entre artistas se observan de lejos, como aves raras—sin fraternidad—que no terminan de confiar. Pero también me habló con orgullo de sus dos hijos culturales: el ‘Museo del Juguete’ y el ‘Museo de Arte Moderno de Trujillo’.

Hoy, Gerardo, te imagino abrazando a tu madre Estelita, esa tierna mujer a la que, siendo niño y con solo cinco años preguntaste con candor: “¿Por qué lloras, cholita?”. Ella solo te acarició la frente con tristeza, porque estaba partiendo, como tú hoy, en silencio y con ternura.

Descansa en paz, maestro. ¡Ave Gerardo!

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MINCUL: la oferta de Valencia

Lee la columna de Edwin Cavello

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La política peruana tiene una habilidad asombrosa para convertir lo sagrado en negociable. Y esta vez, el altar profanado han sido las milenarias Líneas de Nasca y Palpa. Detrás del recorte exprés de su polígono de protección —42% menos de territorio preservado— no solo hay ignorancia o torpeza. Hay algo más siniestro: tráfico de influencias, promesas rotas y el viejo arte de eliminar a los incómodos.

El ministro de Cultura, Fabricio Valencia, recibió una orden desde Palacio: recortar el polígono. Pero se topó con un obstáculo: Alberto Martorell, entonces director de Cultura en Ica, defensor acérrimo del patrimonio. ¿Solución? Sacarlo. Y no de cualquier manera, sino con una maniobra que parece salida de una tragicomedia nacional: se le ofrece un nuevo cargo —en el Qhapaq Ñan— a cambio de su renuncia. Una oferta hecha primero en voz baja, luego por WhatsApp, y que nunca se cumplió.

Los mensajes filtrados, enviados por Martorell, revelan a un hombre traicionado, impaciente, pero aun apelando a la ética. “Piensa con una mano en el corazón”, escribe. ¿Último intento de salvación? Lo cierto es que el ministro jamás cumplió su palabra. Martorell se fue, pero la promesa quedó flotando en el aire como el polvo sobre las Líneas de Nasca.

¿Y qué hizo el ministro? Cumplió con palacio. Recortó el polígono. Solo cuando el escándalo estalló, cuando las movilizaciones amenazaban con tomar las calles, cuando Lima Gris mostró los chats, se pausó la resolución ministerial. Pero no por convicción, sino por miedo. No por cultura, sino por cálculo.

El ministro, según fuentes, se habría negado a renunciar. Y habría dicho: “Si me sacan, yo hablo”. Así se escribe la tragicomedia de nuestros tiempos. Ministros que callan con el fin de atornillarse en el cargo. Silencios que se compran con embajadas. Patrimonio que se mutila por negocios. Cultura como botín.

Mientras tanto, las Líneas de Nasca, herencia de un pueblo que supo dibujar en el desierto para hablar con los dioses, hoy son testigo de otra forma de escritura: la del poder que borra, manipula y negocia.

Y eso, señores, es lo que más debería indignarnos. La Fiscalía Anticorrupción en Nasca debe actuar con celeridad y no dormirse en sus laureles. Aquí hay responsabilidad de varias autoridades y políticos, pero también del Gobierno Regional de Ica.

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Bajo el volcán, de Damian Kocur (2024)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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O cómo en las vidas de la clase media-alta hasta los volcanes son tibios. Un punto, indudablemente a favor pero que se agotó de tanto usarlo, o mejor, de despilfarrarlo, fue el uso del poder del registro documental, o una buena imitación, o una razonablemente aceptable aproximación a ese método o forma del cine (o al menos el look). La famosa espontaneidad, credibilidad, lo intempestivo, lo inestable, lo imprevisible del momento y etc. Que puede aportar. Y mucho. Pero tiene un límite. Pero no alcanza a menos que te involucres más en las interioridades de los personajes que propones o en el examen de una situación histórica y política determinada. Pero no alcanza si tu idea es, o tiende a ser, oportunista y superficial.

Bajo el volcán apela a una visión de la familia promedio típicamente estandarizada en su inconsciencia, rerpresentando un cierto modelo de inocencia, o de ingenuidad, que aburre, incluso si es verdadero: la idea de que todos somos víctimas de la Historia. Las bonitas vacaciones de una familia ucraniana en España, se vuelven súbitamente forzosas, debido al estallido, de la guerra; veo el retrato de los clasemedieros de siempre que siempre (o casi) van a caer parados y con dramas francamente risibles frente a la magnitud brutal de lo que sucede a otras personas en un mundo más real que el de la familia retratada. Se procura la ecuación crisis de una familia igual crisis de todo un país y viceversa. De nuevo: sí, es verdad, pero una verdad resabida, ya sin sabor.

El subplot de la hija no especialmente delgada, interesada en grabar imágenes de chicas atractivas que se ven por ahí, y hasta de seguirlas un poquito, al menos hubiera podido llevar consigo a algo más que esta militancia zombi correctísima en los clichés, tan rentables en los mercados; pudo ser un giro significativo que, alejándose de la obviedad de la idea principal hubiese quizá terminado fortaleciendo el conjunto incluso al contradecirlo, pero queda ahí, como varias cosas más en esta película, con los hilos elocuentemente colgando y casi mirándote mientras se balancean.

Esta película, con sus volteretas dentro de su propia burbuja, se pierde, creo que no voluntariamente, y tampoco muy productivamente -y debo decir en este punto que existen mejores maneras de perderse-. Película conformista bastante limitada en sus miras que si bucea, es como si lo hiciera en una piscina de juguete.

(Película proyectada en el 16 Festival Internacional de Cine Al Este)

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Adiós a las (j)aulas

Lee la columna de Julio Barco

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He decidido no ser profesor de colegio. Si alguna vez tuve la vocación, tal vez hechizada por algunas películas, hoy vuelvo a confirmar mi falta de entusiasmo. No me gusta el uniforme, los horarios, la forma de programar las materias. La Literatura, por ejemplo, resulta solo una suerte de Historia de la Literatura y se resume en algunos datos precisos, como saber el número de cantos de la Odisea. ¿Y a quién le importa eso?

     Me cuesta pararme frente a batallones de jóvenes generalmente aburridos e indiferentes. Sin embargo, creo que esta desazón no es solo individual, sino eco de un problema mayor: las formas de educación de nuestro país. Pienso en Constantino Carvallo y Los Reyes Rojos, muy parecido al proyecto Sumerhill, el colegio que fundó para motivar una nueva educación. ¿Hasta cuándo la educación literaria será memorística y centrada en un puñado de autores?

      No quiero exagerar si digo que se puede contar con los dedos alumnos interesados en la Literatura. Algunos solo ven una materia más del combo de aburrimiento escolar. Por otro lado, con el ChatGPT ya no existe ningún esfuerzo.

      Entonces, ¿qué significa enseñar Literatura hoy en día? Si trabajas para un colegio particular, significa seguir los lineamientos de un examen universitario. Si estudias Literatura en un colegio nacional implica someterse a los lineamientos del Diseño Curricular Nacional y trabajar las competencias e indicadoras, junto a los planes transversales.

     Es decir, significa evitar lo más vital del campo literario: la redacción, la expresión y la crítica. No tengo ánimos de ser militar y dar órdenes. Yo veo los salones como cárceles, donde se hacinan los jóvenes en medio de la bulla. Sin embargo, en el camino de la escritura los senderos son pocos.

     Sin deseos de desanimar a nadie, exijo una reflexión más abierta del sentido de enseñar Literatura en las escuelas. Urge volver a entender la palabra como un espacio vivo y conflictivo, con frontal creatividad. Así, el desafío es darle voz y voto al ser nacional, y no es posible sin la lecto-escritura. Mi vocación por la Literatura sigue intacta. Dejo el plumón al siguiente docente.

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