La cancillería, como toda administración, tiene una labor “a la interna” para cuidar directamente el prestigio de los recursos humanos y la idoneidad del personal: cuerpo diplomático y servidores del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE).
En un contexto de evaluación y buena conducta, existen los procesos disciplinarios con el objetivo garantizar que los funcionarios diplomáticos cumplan con sus obligaciones y deberes. El procedimiento disciplinario se inicia con una resolución viceministerial, que se notifica al funcionario o se publica en el Diario Oficial El Peruano.
La Comisión Disciplinaria es la que se encarga de investigar los casos, de solicitar documentación, de examinar pruebas y de presentar un informe al Viceministro Secretario General de Relaciones Exteriores. En el ámbito disciplinario los ejes fundamentales son la Ley del Servicio Diplomático de la República (Ley Nº 28091) y el Reglamento de Organización y Funciones del MRE, en cuyo artículo 1 se señala que dicho ministerio ejerce la representación del Estado en el ámbito internacional a través del Servicio Diplomático de la República y del Servicio Exterior.
Por eso la cancillería tiene órganos para supervisar el servicio en el exterior y órganos desconcentrados para supervisar a cada unidad funcional del país. Como se recuerda, y ha sido motivo de mucha información publicada desde el mes de setiembre a la fecha en varios medios de comunicación, todavía no se tiene claro qué pasó con el embajador del Perú, José Betancourt Rivera, en la República Árabe de Egipto y del por qué tuvo que retirárselo abruptamente, trascendiendo el hecho de un supuesto maltrato que le habría prodigado a las autoridades del país africano, siendo INFOBAE una plataforma de noticias que documentó acuciosamente este caso.
Precisamente, con ánimo informativo de profundizar en el tema solicitamos una entrevista a dicho embajador, mediante la Oficina de Comunicaciones del MRE, y pese a que inicialmente el propio protagonista de este hecho nos escribió, luego vino un silencio total que nos ha obligado a enviar a la Cancillería un reiterativo o recordatorio de solicitud a fin de concretar la entrevista. Los puntos clave a absolver por dicho funcionario, en provecho de la información pública, son:
1.- ¿Por qué estuvo en el cargo solo dos años? ¿Pudo haber sido más tiempo como otros embajadores que están cuatro, cinco o más años en representación del Perú?
2.- ¿Es cierto que la embajada de Egipto en Lima emitió una nota donde agradece a la Cancillería peruana por su retiro de El Cairo?
3.- ¿Podría decirse que una nota de ese tipo equivale a declararlo “persona non grata”?
4.- ¿Una Resolución Suprema como la N° 151-2024-RE, del pasado 10 de setiembre, debió de explicar el motivo de su retiro de El Cairo y de su retorno a Lima?
5.- La prensa informó entre setiembre y octubre pasados acerca de su retiro como embajador del Perú en Egipto, señalando que la causa fue el comportamiento que usted tuvo con las autoridades egipcias. ¿Qué fue lo que pasó realmente?
6.- ¿Considera que el canciller Schialer decidió retirarlo antes para no dañar las relaciones bilaterales peruano-egipcias? Además, su nombre hasta el día de hoy aparece en el portal web de la Cancillería como “Jefe de Misión – Embajada del Perú en Egipto”. ¿Atribuye esto a un simple error de trámite informático digital del Ministerio de Relaciones Exteriores?; y
7.- ¿Vuestro retiro de la embajada peruana en Egipto fue intempestivo? Por lo mismo, ¿ello implicaría la apertura de un proceso administrativo disciplinario que aclare todos los puntos de este caso?
Sin embargo, en medio de un hecho supuestamente grave acaecido en Egipto, y peor cuando está pendiente por esclarecer, por qué el actual canciller Elmer Schialer acaba de firmar la Resolución Ministerial N° 0871-2024-RE, con la cual nombra como Asesor Especializado en Recursos Humanos al embajador José Betancourt Rivera, a quien hemos formulado peticiones para que dé su versión respecto de lo informado por varios medios, como por ejemplo, INFOBAE; según la cual habría maltratado a funcionario del gobierno egipcio y que fue por eso su culminación abrupta como embajador del Perú en dicho país africano.
Ante esta situación, ahora se ve más involucrado el propio canciller Schialer en la necesidad de informar con absoluta transparencia sobre este caso, que se agrava a partir de la citada Resolución 0871 firmada por él, lo que nos lleva a plantear lo siguiente ante la Cancillería:
1.- ¿Número de procesos administrativos abiertos al embajador José Jesús Guillermo Betancourt Rivera durante su desempeño funcional en el MRE?
2.- De ser el caso, ¿en qué fechas se le abrieron los procesos administrativos, y cuál fue el resultado (sanción o archivo) de cada uno de ellos?
3.- ¿Existe nota verbal o escrita de alguna autoridad de la República de Egipto con la cual se agradece a la Cancillería peruana por la remoción del embajador José Betancourt Rivera del cargo de embajador en dicho país africano? (según refiere INFOBAE).
4.- ¿Durante la función del embajador José Betancourt Rivera en la República de Egipto tuvo alguna amonestación por incumplir alguna norma y/o costumbre del Protocolo y del Ceremonial del Estado y del Ceremonial Diplomático frente a las autoridades egipcias?
5.- ¿Cuál fue la causa o motivo de la culminación abrupta en setiembre del 2024 de la función de embajador del señor José Betancourt Rivera?
6.- En el caso de las funciones desempeñadas por el señor José Betancourt Rivera en Egipto, ¿existe algún informe, oficio o memorándum en el Ministerio de Relaciones Exteriores sobre alguna posible inconducta funcional?
7.- ¿El Órgano de Control Institucional y/o Recursos Humanos del MRE tomó conocimiento de lo acontecido en Egipto por el embajador José Betancourt Rivera, según el amplio despliegue informativo sobre posibles maltratos a las autoridades de dicho país por parte del citado funcionario del Perú?
Pese a los hechos acaecidos en Egipto, que requieren una aclaración de la Cancillería, aparece ahora la Resolución 0871 de Schialer que hecha más sombras sobre lo que pasa dentro de Torre Tagle; y desde Lima Gris estamos seguros que con la crítica contribuimos para hacer más eficiente el servicio diplomático, con mayor razón cuando en los países vecinos hay una serie de cambios, como en la Argentina de Milei, donde se están haciendo serios ajustes en el burocrático servicio diplomático de ese país.
Pero, es preocupante la realidad actual en el Perú de Dina Boluarte y de ministros como Schialer, quienes parecen gobernar solo para la quincena y de ninguna manera para la institucionalidad y la historia.
En Argentina ha ocurrido un hecho insólito. Un periodista recibió, tras su fallecimiento, homenajes reservados para las estrellas de la música o los astros del fútbol. Le han tributado homenajes a su talento, a su trayectoria y a su enorme personalidad. El hecho adquiere relevancia porque el periodismo es una de las profesiones más desprestigiadas en distintos lugares del planeta. Entonces, ¿por qué el argentino Jorge Lanata ha recibido en su patria, y en otros países, un adiós cargado de respeto y admiración?
La respuesta contiene inevitable nostalgia: murió uno de los últimos representantes del periodismo ejercido por profesionales con cultura, con seriedad en sus investigaciones y con un aporte de creatividad para convocar la atención del público.
En 1987, Lanata fundó el diario Página12. Tenía apenas 26 años de edad pero una personalidad suficiente para liderar un plantel integrado por figuras de la cultura argentina y latinoamericana: Osvaldo Soriano, Tomás Eloy Martínez, Eduardo Galeano, Osvaldo Bayer, Juan Sasturain y una larga lista de talentos.
Aquel diario, hoy convertido en una piltrafa por el kirchnerismo, brilló por su originalidad. Lanata no era un militante ni un hombre ideologizado y, por lo mismo, ajeno a la solemnidad y, más bien, cultor del humor. Dejó a un lado las proclamas y el dramatismo que tan inútilmente le encantan a la izquierda y eligió responder al poder con ingenio.
Cuando el presidente Carlos Menem concedió el indulto a los miembros de la Junta Militar de Gobierno, Página12 salió a los quioscos con su primera plana en blanco y, en medio, un pequeño texto en el que Lanata escribió: “Nada puede quedar en blanco. Ni siquiera esta hoja de papel. La historia de un país tampoco puede quedar en blanco. La memoria no puede quedar en blanco por decreto”. Muy cierto: nadie debe pretender, como el progresismo intentó también en Perú, reescribir la historia. La respuesta de Menem fue tildarlos de prensa amarilla y Lanata no respondió con solemnidades, ni editoriales ni agravios. Su diario salió bajo el nombre de Amarillo12 y todas sus páginas en color amarillo. El humor deshace al oponente más que el discurso solemne o de protesta.
Su talento, su cultura y su personalidad lo hicieron brillar en todos los géneros. Hizo prensa escrita y fue el mejor; pasó a la televisión y generó un cambio notable al alejarse del acartonado periodismo televisivo para incorporar un estilo con matices de espectáculo que atrajo al televidente. En la radio su éxito fue un ciclo de doce años en radio Mitre que ha concluido por su muerte. Cuando ingresó al oficio de escritor publicó ocho libros, uno de ellos titulado “Argentinos, quinientos años entre el cielo y el infierno”, un best seller basado en sus lecturas y su mirada sobre la historia de su país.
Si bien el adiós que le han tributado estuvo arropado de justos y emotivos homenajes, su biografía no está hecha toda de aplausos como corresponde a un hombre que decía las cosas como las pensaba. Lo elogiaron y lo odiaron. Tuvo millones de seguidores y millones de odiadores. Cuando se alejó del progresismo porque percibió la grotesca corrupción de Cristina Kirchner, le lanzaron gruesos cuestionamientos. No se inmutó.
Todo aquel que ejerce un oficio con exposición pública sabe que es algo inevitable. Habitamos sociedades irracionales ahora azuzadas por los medios de comunicación y las redes sociales que permiten la presencia de hordas de ignorantes y el ignorante lo único que sabe es juzgar, criticar o insultar. Lanata tuvo la lucidez de saber dónde estaba. Su mirada sobre la televisión es imperdible: “No hay nada peor en la humanidad que la televisión. Es peor que la guerra y las enfermedades. Te peleas a muerte por espacios de poder como si en ellos se te fuera la vida”.
Lanata, como todos, tuvo aciertos y errores y fue, además, un provocador pero los cuestionamientos hacia él no se basaron en razones sino en una característica muy de este tiempo: te elogio si piensas como yo, te insulto si piensas distinto. Si un día pensabas de una manera y luego cambiaste, te llamo traidor y si soy progresista y me criticas, entonces, te llamo facho. Detrás de estas posturas existe un absurdo autoritarismo: tienes que ser como yo quiero que seas y si no lo eres te disparo. El espectáculo de la estupidez mayor. Muy de este tiempo.
Lanata recibió ese vendaval pero nunca cambió. Fiel a sí mismo, no hizo concesiones en su estilo. Su mejor respuesta fue esta: “A mí desde que nací, todo el mundo trata de moldearme. La gente, por ejemplo, quiere que deje de fumar, pero lo que les molesta no es, en realidad, que fume, sino que no les obedezca. Nos admiran porque no nos dejamos tocar el culo en un mundo tan mierda como la televisión, pero en el fondo nos odian porque estamos ahí, refregándoles en la cara que hay tipos que pueden resistir”.
Murió apenas con 64 años. Ingresaba con frecuencia a las clínicas. Un trasplante de riñón, un infarto, diabetes. Hace un año, al superar un mes en cuidados intensivos, lo escuché decir algo conmovedor: “Se me ha perdido un mes en mi vida”. Ese era su espíritu: la vida está hecha para vivirla, no para que perdamos un mes o un día.
Me apena su muerte porque su adiós es también un adiós al que fue el hermoso oficio del periodismo hoy en extinción. Nadie dice en ninguna redacción lo que él afirmaba: “Hay que leer ficción y hay que leer poesía. ¿Por qué? Porque te vuelven mejor persona”.
Me apena también porque le tengo gratitud. Aprendí de él en los años que viví en Buenos Aires. Durante dos meses destiné horas para tomar el subte hasta la estación Perú —curiosa coincidencia—, cruzar a la avenida Belgrano 671 e ingresar al local de Página12. El jefe de archivo, Aron Cytrynblum, me permitía leer los ejemplares del periodo de Lanata y sacar copias de los brillantes artículos e informes que iba eligiendo sean de Lanata o de otros grandes de aquella redacción que hoy es tan solo un recuerdo. Así aprendíamos antes: leyendo a los que sabían.
No sé si estas líneas sirvan en este árido país. Tampoco tengo interés en su utilidad. Tan solo, si cabe, quisiera que se sientan como un abrazo a un hombre alto, gordo y talentoso, que hizo posible que durante tres décadas nos sintamos orgullosos de ejercer un oficio hoy en ruinas.
Los animales han sido parte del mundo literario. Desde Platero y yo, de Ramón Jiménez y más antes con textos del Ramayana cuando Rama forma una alianza con los monos; o de la biblia y todos los pasajes donde aparece el cordero, el asno o los cerdos, etc.; el mundo de los animales ha sido adaptado e incluido en la creatio humana ya sea como parte o como personaje en las fábulas con características impuestas: el zorro, la astucia; el león, la fuerza; el perro, la fidelidad; la hiena, el salvajismo; la paloma, la espiritualidad, etc.
Por estos lares, ante el decline y desgaste de textos como Coquito, Carlitos, Cholito, etc., hay una efervescencia de textos infantiles y juveniles, que han encontrado en los animales, poderosos alter egos o doppelgangers que nos hablan, nos cuentan sus historias demasiado humanas: El gallito que leía periódicos, de Jack Flores que nos trae a la memoria a Los Músicos de Bremen (hermanos Grimm), y esos animales que espantan a los cacos como el gallito travestido de fantasma. Chimpamono, de Manuel Raya, que sueña con viajar por el mundo y conocer la torre Eiffel, las pirámides egipcias o Machu Picchu. Chocodrilo (excelente título minimalista), de Santiago Risso que sublima a un predador y lo convierte en “amigo” casi una mascota que se alimenta de chocolates. Rum Rum, un lugar mejor, de Juan José Cavero que narra una historia real, la del zorro que fue confundido como perro y que roba gallinas, patos y cuyes. Otros títulos interesantes serían ¡Guau, guau! patita de perro, de Baldomero Hernández; y Rubia y Rayo, de Miriam López que narra una amistad entre una cerdita, un perro y una niña que dialoga desde la nostalgia.
Aunque hay poetas como Arturo Corcuera que nos han ilustrado en este mundo mágico vía su Noé Delirante; este desarrollo narrativo fabulesco está cada día más compacto y diverso. Quizás si se afina (o refina) un poco más podríamos revivir al perro que sueña en Niebla, de Unamuno que, salvando distancias, podría ser casi la misma visión de MVLL sobre los hipopótamos cuando este dice en una entrevista, que son animales pacíficos, que practican el sexo por horas y que no hacen daño a nadie. No obstante, la realidad nos dice que este herbívoro es el que más humanos mata. Y quizás la fantasía no debería ser antítesis de la realidad.
Como si no fuese suficiente el desfile de escándalos en la política peruana y la creciente ola de sicariato y criminalidad, en el ámbito digital, el gobierno y las empresas libran otra batalla: la ciberdelincuencia. Perú se ha consolidado como uno de los países más vulnerables en términos de seguridad digital. Por ello, aquí presentamos el top 5 de filtraciones y hackeos más polémicos del 2024.
En quinto lugar (noviembre 2024), la Biblioteca Nacional del Perú se vio envuelta en un bochornoso ataque cibernético tras publicar contenido pornográfico en su cuenta oficial de X (antes Twitter). Si bien no se publicaron datos sensibles, este hecho afectó gravemente la reputación de la institución cultural. ¿Educando o troleando?
En cuarto lugar (abril 2024), RENIEC informó haber bloqueado más de 4.6 millones de ciberataques dirigidos contra su plataforma virtual. Los intentos incluían ataques DDoS y accesos no autorizados a su base de datos. Aunque ninguno de estos intentos logró comprometer la información personal, RENIEC sufrió una intensa saturación en sus servidores afectando a la ciudadanía. ¿Guardianes de la información o sobrevivientes?
En tercer lugar (diciembre 2024), la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) sufrió un ataque cibernético que resultó en la filtración de datos personales de sus estudiantes. El hacker “ExKase20” afirmó poseer 25 gigabytes de información, incluyendo nombres, fotos, correos electrónicos y teléfonos los cuales fueron publicados en un foro tráfico de datos (BreachForums). La UPC confirmó el hecho y pidió disculpas a sus estudiantes, comprometiéndose a “mejorar las capacidades para proteger la información”. ¿Clase magistral?
En segundo lugar (julio 2024), piratas informáticos secuestraron el repositorio de concesiones mineras del Perú del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet). Los ciberdelincuentes exigieron dinero a cambio de no borrar la información. El Minem trabajó con expertos en ciberseguridad para recuperar los datos, aunque la operación quedó paralizada por varios días.
Y el primer lugar es para Interbank, que en octubre pasado fue el protagonista de uno de los mayores incidentes de ciberseguridad en el Perú. El hacker “Kzoldyck” afirmó poseer la información de más de 3 millones de clientes, incluyendo datos personales y financieros. Según Interbank, “los datos de un grupo de clientes fueron expuestos por un tercero sin autorización”. Bonus Track: Interbank también figura en el ranking de las empresas más multadas por Indecopi en 2024.
El sistema operativo de Microsoft, Windows 10, está próximo a cumplir 10 años desde su lanzamiento, el 29 de julio de 2015. Sin embargo, arrastra una serie de problemas. Windows 10 ha sido criticado por recopilar información de la actividad de los usuarios bajo la premisa de “mejorar” el rendimiento del sistema, un hecho que varios expertos han considerado una invasión a la privacidad.
Otro problema recurrente son las famosas actualizaciones automáticas, las cuales pueden dejar inutilizables los dispositivos en caso de presentar alguna falla, tal como sucedió en julio pasado, cuando muchos sistemas de aeropuertos colapsaron, afectando a 8.5 millones de dispositivos con la famosa “pantalla azul” de error.
Windows 10 incluye por defecto un antivirus llamado Windows Defender, el cual ha sido señalado por tener una baja capacidad para detectar virus en tiempo real, provocando falsos positivos. A esto se suma su alto consumo de recursos del sistema, que afecta significativamente el rendimiento de equipos de gama media o baja.
Sin duda, un gran problema que enfrenta Microsoft es la poca acogida que tiene Windows 11, sucesor de Windows 10, el cual aún no logra ganar aceptación debido a varios problemas de compatibilidad y a una nueva interfaz que confunde por la redistribución de las opciones, generando frustración en usuarios avanzados. Además, los requisitos de hardware más estrictos impiden ejecutar Windows 11 en computadoras que no cuentan con procesadores recientes. Se esperan mejoras significativas en 2025 que optimicen la experiencia de los usuarios.
El año viejo representa el periodo del calendario gregoriano en el que debemos dejar atrás las riñas, desalientos, peleas, desempleos, desamores y toda pérdida económica que haya menoscabado nuestras expectativas y deseos. Incluso, la costumbre nos facultaba a confeccionar el “muñeco del año viejo” que debía ser quemado a la medianoche del último día decembrino. El personaje era rellenado con paja y viruta. Se vestía con ropa usada y calzaba zapatos hasta arder en llamas y quedar en cenizas. Esta usanza, generalmente la realizaban los adolescentes del barrio para simular ajusticiar a los personajes nefastos de la política y del momento. Sin embargo, poco a poco fue desapareciendo debido a nuevas disposiciones legales y a campañas de protección del medio ambiente.
Incluso, los fiesteros que años atrás solíamos regresar de una celebración por la llegada del año nuevo, durante el amanecer debíamos esquivar en zigzag decenas de obstáculos de humeantes cenizas regadas en las calzadas. La mayor parte de la periferia nocturna, se convertía en una ciudad en llamas. Muy semejante a las pinturas de Enrique Polanco, que en gamas de ‘fríos’ y ‘cálidos’ retratan las calles de El Porvenir en La Victoria. El año viejo es un imaginario colectivo que apenas dura unos minutos, con el afán de preparar la llegada del nuevo año, desde el 1 de enero, tanto del antiguo calendario juliano, como el romano y el gregoriano.
La cultura está provista de múltiples etiquetas convencionales, y al culminar el año nos alecciona a eliminar la experiencia de vida pasada para celebrar la llegada del nuevo intervalo, con nuevas perspectivas, con la ilusión de tener mejores vivencias personales y profesionales que se traduzcan en mayores ganancias. Incluso, con la ayuda de peculiares cábalas que serán la herramienta infalible para alcanzar la prosperidad.
Sin embargo, más allá de tararear el estribillo de la salsa de Gambino Pampini que dice: “Faltan 5 pa’ las doce, y el año va a terminar”, tenemos el deber de reflexionar. Y al margen de celebrar la llegada de un nuevo periodo de vida, nuestra tarea fundamental es ser mejores como personas y ciudadanos, a través de la solidaridad y el respeto hacia los demás, así como a las normas legales y de convivencia. Porque solo de esa manera nuestros años venideros serán realmente prósperos y dignos.
Antes de Navidad, recordamos a Julia en La Tertulia Ambulante. Cómo llegaba cada cierto tiempo a Colonia y alborotaba el ambiente con su energía y su gran sonrisa. La última vez que vino fue en la primavera del 2022, y participó, con Walter Lingán y quien esto escribe, en un conversatorio sobre migración y literatura. Y como ella poseía el don de la amistad, los numerosos amigos que tenía en la ciudad llegaron a escucharla.
Julia habló de sus días en Chepén, de aquel microcosmos del mundo que se había gestado en ese pueblo del norte del Perú; ahí estaban los chinos, los japones y extranjeros de otras procedencias en plena interacción con los lugareños. Y mientras la escuchaba, se me vino a la mente algunos pasajes de su novela Bocetos para un cuadro de familia. También de La vida a plazos de Jacobo Lernen, esa historia sobre las peripecias de los judíos en Chepén que escribió Isaac Goldemberg. Ella también contó cómo se alejó de esa pequeña patria de su infancia. Su padre, un migrante chino, se separó de su madre, una dama tusán, y Julia, todavía adolescente, tuvo que marchar con el primero hacia Macao. Ahí empezó su tránsito por países de Asia, América y Europa; a viajar y escribir. Un peregrinar que se había hecho costumbre y le había enseñado a no sentirse extranjera en ninguna parte del mundo.
Cuando terminó de exponer, alguien en el público le comentó que ella no parecía peruana, y Julia, muy tranquila, le replicó que sí lo era, que su apariencia correspondía precisamente al ser peruano actual, pues este había superado el encasillamiento de indígena, blanco, o mestizo de la unión de ambos —paradigmas heredados de la Colonia—, y ahora, gracias a las migraciones, era el resultado de la fusión de todos aquellos con los llegados de diferentes partes del planeta, un cóctel de razas y culturas. Y ella afirmó que en su familia había de todo, incluso algo de sangre afro. Y eso era su riqueza y su orgullo.
Al día siguiente, nos encontramos en un restaurant español de la Severinstrasse. Ahí almorzamos y continuamos la charla. Teníamos amigos en común, unos pocos de la literatura y más de la vida. Ella había viajado algunas veces a Chimbote, mi tierra, a visitar a unos primos en las vacaciones escolares, y había conocido a personas que yo también conocía. Y yo había ido a Lurifico, Pacanga, Talambo y otros lugares que ella evocaba en sus poemas, y conocido en todos ellos a algunas personas. Y lógicamente, nuestras conversaciones eran un ejercicio de la memoria. De inicio, Julia me preguntó, con nombres y apellidos, por chicos y chicas que sus primos le habían presentado hacía más de cuarenta años, y a quienes yo apenas recordaba.
Su memoria era prodigiosa. Me contó que, cuando llegó a Macao, se refugió en la lectura de Pessoa para aliviar la soledad. Y llegó a aprenderse, al dedillo, los más de setenta heterónimos que este había usado (yo a las justas me sé cuatro o cinco). Producto de su profundo conocimiento del escritor lusitano, es su libro Pessoa por Wong. Gracias a esa memoria, ella hablaba, aparte del castellano, inglés, chino, portugués y alemán. Pero tenía un cariño especial por el alemán. Era el idioma de su juventud, de los días en que estudió Romanística en la Universidad de Stuttgart y luego Filosofía en la de Friburgo. Y se había hecho la idea de que, por el idioma, por el hecho de colocar los verbos al final de la oración, los alemanes pensaban más lo que tenía que decir, eran más reflexivos y orientados a filosofar. En cambio, los latinos son más ligeros a la hora de hablar, no se miden. Será por eso, bromeó, que a los peruanos nos gusta tanto el “maleteo”, ese deporte nacional de rajar del prójimo.
Después del almuerzo, Julia quiso estirar las piernas. Pero, como tenía unos botines algo incómodos, nos fuimos a una tienda de Chlodwigplatz, y ella se compró unas zapatillas livianas. Luego recorrimos toda la avenida, llegamos al puente Severinsbrücke y bajamos al Rin. Caminamos casi un kilómetro por la ribera, y, en un momento, recordamos las veces que nos habíamos encontrado en distintas ciudades; en Bogotá, en Santiago, en México, en Barcelona, y ella dijo, en broma, que uno de los dos perseguía al otro. Dimos media vuelta, y nos dirigimos a Deutz porque ella debía tomar el tren para visitar a unos amigos. Y mientras cruzábamos el puente, me contó, de lo más calmada, que el cangrejo (así dijo) había reaparecido. Me dejó frío, me sentí culpable de haberle permitido caminar tanto. ¿Y qué vas hacer?, le pregunté. Voy a ir a Perú a darle batalla, me contestó; y esta vez lo voy a vencer definitivamente.
Nos despedimos en la estación de Deutzerfreiheit. Quedamos en volver a vernos más adelante, en cualquier parte. Puede ser mañana o dentro de unos años, es solo cuestión de tiempo. Aunque a veces, cuando paso con el tren, volteó la mirada hacia las bancas. Quién sabe, con lo andariega que es, se le ocurre volver a Colonia, quizá ya no con sus zapatillas livianas, pero sí, de hecho, con su gran sonrisa.
El primer hotel del “Grupo Dorado” que abrió sus puertas en Iquitos, cumple 35 años cargados de éxitos y reconocimientos; medidas de estrategias hoteleras y atenciones personalizadas fueron claves para su permanencia en el tiempo y así construir la discoteca NOA, el Dorado Plaza, actualmente el Hilton Double Tree, único cinco estrellas en la Amazonía peruana, y luego adquirir el hotel Dorado Express.
El Perú vivía un oscurantismo por el terrorismo y una hiperinflación que nunca se había visto en toda la época republicana, el común de los inversionistas emigraba a otros países con todo su capital por todos estos indicadores negativos y desfavorables Juan Alberto Rodríguez de la Torre Bueno apertura el primer hotel moderno el 29 de noviembre de 1989, capaz de satisfacer a los huéspedes más exigentes.
El hotel Dorado se ha consolidado como un referente de la hotelería amazónica, sus pasillos guardan un sentimiento que hace que los huéspedes sean parte de una familia consolidada, los más exclusivos servicios, como recepcionistas, cocineros hasta el guest service manager están altamente calificados para desarrollarse en una competividad hotelera. En la actualidad dispone de 60 habitaciones, de las que 20 son suites, además un bussines center, restaurante, salones de conferencia para eventos corporativos y privados.
“En esos tiempos, tuve la mirada puesta en el presente y en el futuro, estoy muy orgulloso de lo que hemos construido junto a mi esposa y mi madre que falleció hace unos años; ahora, mis cuatro hijos, Claudia, Karina, Diego y Valeria son los que lideran las operaciones y finanzas de los tres hoteles y por supuesto, de los tres cruceros que navegan el Amazonas y del súper mercado OK. Soy loretano de nacimiento y ese sentimiento hacia mi tierra hizo que me quedara en Iquitos. En medio de la adversidad vi una oportunidad, la resiliencia que adopté de mis padres formaron mi espíritu emprendedor y eso es el resultado del esfuerzo y del trabajo en equipo”, manifestó Juan Alberto Rodríguez de la Torre Bueno, director general del Grupo Dorado.
Cualquiera ante cualquier crisis en cualquier momento o en varios puede preguntarse y probablemente sin obtener respuesta: ¿cómo llegué a esto? ¿Acaso uno sabe bien cómo llega a cualquier lugar que llegue? Me pregunto eso, cuando veo el estado en que se encuentran.
Haces lo posible por escapar y está bastante claro que no puedes escapar. O solo quieres hundirte (‘sea mi gozo en llanto’, ‘hicieron de su estrago un monumento’). Tal vez estuviste en la trampa desde el principio, o desde hacía mucho, y lo que ves ahora, cuando parece que no hay vuelta atrás, es solo una manifestación lógica de una serie de circunstancias ¿inevitables? O no lo sé.
Es muy fácil decir, ah, enfermos, locos, yonquis, prostitutas, perdidos, miserables, pobrecitos, etc., y aunque sea cierto la adjetivación convencional y moralista explica bien poco. Pero ellos reclaman humanidad, y este es el punto: creo que nuestros temas y problemas son los mismos, solo que, con menor intensidad y destructividad, nada más.
Me fascina esa noche negativa, esa ‘noche oscura del alma’, ese peso oscuro, denso y misterioso y anonadado y siniestro, esa marca indeleble que exhiben, como si hubieran sido escogidos por el destino. Por la mala suerte. Por la desgracia.
El lenguaje poético, místico, incluso hasta religioso, es adecuado, o eso parece, las confesiones en voz en off de las mujeres son (entre otras cosas) como lentas o vertiginosas plegarias a un dios desconocido o inexistente. En cuanto a las elecciones temáticas y estilísticas del director me gusta su versión / visión de un infierno posible tan poco maquillado. Y a la vez tan sugerente. Es algo atroz y atractivo.
Por lo general, un poco de luz, mucha sombra, algo o bastante de opacidad y niebla, como zombis flotando dentro de sus cuerpos transidos. Animals strike curious poses (ahora cito a Prince, como antes a Sor Juana, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, en fin).
Miro a estas personas y en varios momentos siento que no están vivos, o en transición hacia no sé q cuáles dimensiones, es como si las voces en off miraran y comentaran desde el alma, desde fuera, al cuerpo, doblado, encogido, o con lo que les queda vivo se diría que quieren volver, desde ese lugar (visible e invisible) en el que se encuentran perdidos. La (no)existencia, el sexo, la droga, el dolor y la muerte, parecen sinónimos aquí, estoy ante una película-límite, de lo que un ser humano puede experimentar. De veras, un acto entereza y valentía.